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La inmigración y las defunciones españolas en Cuba (página 2)




Enviado por Ernesto Alvarez



Partes: 1, 2

La Comisión de Población, se
convirtió en 1818 en la Junta de Población Blanca,
cuya función principal era la de promover e importar
"colonos" blancos. La primera proposición hecha fue
solicitar que arribara a Cuba población canaria residente
en Nueva Orleáns, además de establecer algunos
mecanismos para propiciar la llegada de otros europeos. Se
planteó también, el reforzamiento de localidades ya
existentes: Güines y Matanzas, entre otras y, finalmente, la
fundación de nuevas colonias para ubicar a los inmigrantes
llegados al país bajo la condición de "colono",
nombre que se le asigna por estar vinculados a los proyectos de
colonización diseñados para la Isla. Le fue
otorgada prioridad a las gestiones para aumentar la
población blanca de la región oriental, en lo
fundamental: a Guantánamo y Nipe (2). Además, se
fundaron otras poblaciones: Nuevitas, Sagua la Grande, Santo
Domingo y Reina Amalia.

Para complementar esta Real Orden fueron confeccionadas
las disposiciones llamadas, "Reglas para el domicilio de nuevos
colonos y sus auxilios"; en los que se planteaba que cada colono
estaría atendido por un vecino de buena reputación
y recibiría una carta para acreditar su domicilio y su
religión católica (3).

En las dos primeras décadas del siglo, la
inmigración española recibida a través de
los mecanismos establecidos no fue numerosa, varios factores van
a incidir en eso: uno de ellos es la competencia de algunos
países de Hispanoamérica: México,
Perú, Venezuela y otros, situación que fue
cambiando en la medida en que se enfrascaron en sus guerras de
liberación de España; las que culminaron en la
década de los años veinte. Esta situación
propició una emigración moderada hacia Cuba tanto
de aquellos procedentes de la península, como de los
españoles que se habían asentado en esos
países, en años anteriores.

Otro elemento, que va a incidir en los primeros
años de este período – de manera negativa -, en la
promoción de españoles hacia la Isla, va a ser, la
abolición de la esclavitud en Inglaterra a partir de 1807.
Esto se debe a que al no poder continuar en este negocio, la
política inglesa cambia y, va a estar dirigida a lograr
que España también elimine la trata. Por su parte
en la Isla, el grupo de esclavistas, ha acumulado grandes
fortunas y, buscará nuevas relaciones comerciales, ahora
con los esclavistas del sur de Estados Unidos (4). Esta nueva
situación les hará pensar en la ventaja de una
posible anexión a ese país, que les permita
continuar con la esclavitud.

Lo antes expuesto lleva a reflexionar, que no fue casual
la actitud asumida por parte de los productores azucareros y
cafetaleros al no apoyar este tipo de inmigración, pues no
les interesaba recibir población inmigrante
española, lo que unido a la falta de respaldo por parte de
la administración colonial – que permitía se
continuara con la trata de manera encubierta -, hizo que no
alcanzara el volumen a que aspiraba la Junta de Fomento; pues a
pesar de la vigilancia sostenida por Inglaterra y a los Tratados
firmados entre esta y España, la inmigración
forzosa africana continuo por varias décadas
más.

Durante los años treinta, la Junta de
Población comienza a presentar dificultades hasta el punto
de detener su actividad en diciembre de 1842. La misma fue
reanudada dos años más tarde en 1844 – precisamente
en el año de la conspiración de Aponte -, con una
serie de reformas.

La cuestión de mayor importancia fue aquella que
se refiere al cambio de situación laboral del inmigrante,
pues se insiste en que éste sea asalariado. A partir de
ese momento, para la introducción de los nuevos
inmigrantes fueron confeccionados 3 tipos de contratos, de
acuerdo al: sexo, edad y calificación del individuo. Esta
información fue ofrecida a las familias más
prominentes para que, de acuerdo con las características
personales de los propuestos pudieran seleccionar a los que
deseaban recibir. También se encargaban de tramitar de
manera oficial: su embarque, llegada y entrega. Por lo tanto, la
Junta se limitó a funcionar como enlace entre estos
colonos y sus nuevos patronos (5).

En el contrato se estipulaban las condiciones de trabajo
del colono similar a la de lo esclavos, en uno de los
artículos se planteaba que el inmigrante era entregado a
una persona, que le abonaba un salario mensual, del que
descontaba una parte que entregaba su patrono a la Real Junta de
Fomento por los "gastos ocasionados" por el colono, o sea;
pasaje, desembarco, alimentos y otros. A su vez el patrono
tenía la obligación de entregar al colono una muda
de ropa cada seis meses. El tiempo de trabajo cubría la
misma cantidad de horas estipuladas en el país con
excepción de los domingos.

El siguiente artículo del contrato demuestra lo
inhumano de las condiciones a que estaban sometidos, cuando se
plantea que: "Siempre que el colono sin fundado motivo o
pretextando frívolas causas, a juicio de la Junta,
pretendiere rescindir este contrato deberá tener entendido
que será obligado a pasar a los trabajos de la Real Junta
de Fomento hasta que haya devengado el importe de las
reclamaciones que contra él tiene su patrono"
(6).

Las contratas de
españoles entre 1845 y 1846

Por la vía de la contrata, llegaron
españoles procedentes de todas las actuales

Autonomías. Al analizar el lapso de un año
– 4 de junio de1845 al 6 de junio de 1846-, se observa la
presencia de inmigrantes naturales de varias provincias. Los
contratos efectuados durante ese año y, el resto de las
gestiones fueron realizada por el contratista Domingo
Goicuría, quien durante este período efectuó
19 viajes a la Isla; la gran mayoría de las naves eran
españolas, de ellas sólo dos eran de nacionalidad
francesa. Para la salida fueron utilizados, varios puertos
españoles y el de Burdeos, en Francia. En total viajaron y
llegaron a La Habana 1208 personas; de ellas 934 eran hombres
(77,3%) y 274 mujeres (22,7%). Es interesante destacar la
presencia femenina en un poco más de la quinta
parte.

A modo de ejemplo tenemos, que de Castilla llegaron un
total de 405 (33,5%), el resto lo conformaban: gallegos,
franceses, vascos, andaluces, catalanes, valencianos y
asturianos. En cuanto a los castellanos aparecen 288 hombres (71%
del total de hombres), y 117 mujeres (29del total de mujeres),
con lo que se destaca la mujer castellana (7). Estas mujeres en
su condición de "colona", fueron contratadas en su
mayoría como "domésticas", aunque también
existe un grupo que se dedicó a las tareas
agrícolas.

En este período el nuevo mecanismo establecido
para la importación de inmigrantes tampoco produjo grandes
volúmenes. A pesar de las no pocas gestiones realizadas
por la Junta de Fomento, la inmigración española no
alcanzó las proporciones esperadas ya que el grupo
promotor aspiraba a traer hombres que pudieran trabajar y
comportarse lo mismo que los esclavos, y por supuesto sometidos a
las mismas condiciones de vida y trabajo. Sus verdaderos
intereses esclavistas se manifestaron un año más
tarde, en 1847 cuando apoyaron la realización del
experimento dedicado a la introducción de culisº
chinos en la Isla.

La
política inmigratoria en la segunda mitad del
siglo

Si lo antes expuesto, se vincula al cese de la trata
negrera que provocó falta de fuerza de trabajo, se puede
considerar que no fue casual que en la década de los
años cincuenta se crearan algunas disposiciones
encaminadas al mejoramiento de los inmigrantes. Otro elemento
importante a tener en cuenta, fue las manifestaciones de los
esclavos por el deseo de alcanzar la libertad, con ello se
demuestra el carácter interesado de las medidas
implementadas.

Se continuó con la llegada de inmigrantes a
través de la contratación. España modifica
su política migratoria, para lo que se pone en vigor la
Real Orden Circular del 16 de septiembre de 1853, la misma ofrece
mayores facilidades a la emigración de su población
hacia el exterior.

La presión demográfica, las dificultades
económicas y los intereses concretos coloniales del
gobierno español están en el origen de ese cambio
de actitud. No obstante, esto no va a implicar mejoras para los
inmigrantes ya que muchas serán las dificultades que
seguirán afrontando durante la larga travesía, para
no siempre llegar y en otros casos no hallar el trabajo esperado.
Continuarán las prácticas especuladoras y
explotadoras las que contaran generalmente con la pasividad,
cuando no con la connivencia de la administración
española en la Metrópoli y en Cuba. (8)

El transporte de inmigrantes procedentes de
España constituyó un rentable negocio para algunos,
aún a costa de la salud e incluso de la vida, como
consecuencia de la mala alimentación y pésimas
instalaciones sanitarias (9). Pagar el precio del pasaje
implicaba para muchos la deuda personal o familiar, o caer en la
firma de "contratos" usurarios mediante los que quedaban
atrapados durante años hasta cumplir el plazo establecido
o pagar el dinero recibido, situación de semiesclavitud
temporal (10) en la que muchos perdieron la vida debido al
excesivo trabajo, la deficiente alimentación y los rigores
del clima. Por estos motivos son frecuentes las deserciones de
los trabajos establecidos en las contratas. En otros casos,
aparece la presencia de la mujer en la prostitución al
encontrarse sin la posibilidad de otro trabajo.

La inmigración en Cuba se convirtió en un
negocio de importación de fuerza de trabajo blanca, tan
inhumana como la trata de esclavos africanos (11). Las medidas
tomadas por las autoridades españolas fueron las de crear
más consulados, en los lugares de llegadas de inmigrantes.
Pero no intervinieron en los atropellos llevados a cabo por las
compañías marítimas y los propietarios de
tierra y negocios en Cuba. Los agravios se continuaron
permitiendo de forma directa – Real Decreto de 22 de marzo de
1854 – e indirecta – diversos proyectos de
colonización, como el Ibáñez-Duggi a
través de los cuales los grandes propietarios
conseguían mano de obra barata – por el gobierno. Las
propias autoridades de la Isla estuvieron implicadas en la
explotación de los inmigrantes (12). Si el mal trato
existía con los que emigraban legalmente, mucho más
se daba con los que lo hacían de manera ilegal para evitar
el servicio militar, las deudas y los impuestos, entre otras
situaciones.

Desde diversos lugares de España, y en particular
desde las Islas Canarias, aparecen en la prensa distintos
artículos relacionados con las protestas originadas debido
a las formas en que se realizaba la captación de
emigrantes, las penalidades impuestas durante la travesía
así como el futuro incierto que les esperaba, por las
condiciones de trabajo a que eran obligados, sin posibilidad de
elección, hasta saldar la deuda contraída por la
realización del viaje.

Esta situación tuvo una honda repercusión
entre los inmigrantes ya establecidos, y se produjo la toma de
conciencia de la gravedad de lo que ocurría, ya que no
pocos de ellos, o algún familiar habían sido
víctimas de situaciones semejantes en un pasado no lejano.
Por la vía de las contratas llegó un número
considerable de canarios, gallegos, y no pocos campesinos
castellanos como se ha visto, además de otros
representantes del resto de las regiones españolas,
según se puede consultar en la documentación
citada.

Al finalizar la Guerra de los Diez Años
(1868-1878), comienza una oleada inmigratoria hacia Cuba. La
misma será favorecida por el gobierno español que
adopta una política dirigida a la atracción y
asentamiento hispano en la mayor de las Antillas. Para ello, ya
desde 1876 comenzaron a fundarse varias asociaciones que
tendrán como objetivo principal la protección y el
socorro de los militares españoles, la última se
funda en 1890. La documentación consultada (13) refiere la
constitución de 12, de ellas; la mayoría se
encuentra en La Habana, las otras ubicadas en varias ciudades
importantes como es el caso de: Puerto Príncipe, Sagua la
Grande, Manzanillo, Santa Clara, Cienfuegos y Sancti
Spíritus.

Las asociaciones presentan diversos nombres, tales como:
"La Bienhechora del Soldado", "Socorros Mutuos de Licenciados del
Ejército", "Centro de Protección Mutua de
Licenciados del Ejército y demás Instituciones
Armadas de la Isla de Cuba", estos nombres se repiten en otras
localidades.

Otra de las medidas puestas en vigor, fue la
concesión de terrenos a los licenciados del
ejército español y miembros del Cuerpo de
Voluntarios para lo cual se dictó el Decreto del 27 de
octubre de 1877. En ese mismo sentido se plantea también
la creación de las "colonias agrícolas militares" y
la fundación de la Sociedad de Inmigración
Española, en la jurisdicción de
Remedios.

Estas disposiciones unidas a otras implementadas en lo
fundamental, en la década de los ochenta, tienen como
objetivo principal atraer y asentar a la población en las
áreas rurales, y fomentar la actividad agrícola. Al
mismo tiempo lograr que quienes se encontraban en el país
no le abandonasen y con ello, neutralizar el espíritu
independentista cubano.

Por su parte la Asociación Canaria de
Beneficencia y Protección Agrícola, fundada en La
Habana, desde marzo de 1872, asume una actitud de defensa hacia
el inmigrante, no sólo va a brindar socorro a los socios,
característica esta común al resto de las
instituciones de beneficencia, sino que tendrá como uno de
sus principales objetivos la protección del inmigrante, en
lo fundamental, a su actividad agrícola, por esto denuncia
con mayor vehemencia que otras, la situación de maltrato
que afrontan los más pobres que se encuentra en la Isla y
en particular, como es lógico, los canarios
(14).

Años después esta institución
comienza a atravesar por una crisis que se refleja en las
memorias leídas en la Junta General del día 20 de
octubre de 1878, donde da cuenta del esfuerzo realizado en el
cumplimiento de sus deberes. Sin embargo sus intentos de
protección al inmigrante eran obstaculizados por los
mecanismos establecidos en los ingenios azucareros tanto en el
trabajo, como en el sistema de alojamiento y comida, los que se
realizaban casi en común, lo que conspira con la
integración de las familias.

Aunque estas memorias, tratan sólo el caso de los
canarios, otros grupos, como ya fue expuesto, de distintos
lugares de España – castellanos y gallegos, los que
también habían llegado por la vía de la
"contrata", estuvieron sometidos a condiciones de vida y trabajo
similares.

El Informe de la Asociación hace referencia a la
presencia de: "alimento insuficiente y mal sano,
habitación en común, o sea en los barracones de los
ingenios, en donde habían de aglomerarse hombres, mujeres
y niños, trabajo excesivo, pues aunque el contrato
señalaba 12 y 14 horas diarias, se convertían en
catorce y dieciséis, respectivamente, o quizás
más; retribución mezquina, puesto que apenas
podía el trabajador disponer de cuatro pesos mensuales
para calzarse, vestirse y ocurrir a otras perentorias
necesidades: un sistema de multas tan hábil, que casi no
podía el inmigrante abrir la boca o dar un paso, sin
incurrir en la pena pecuniaria; anonadamiento de su libertad de
acción, por que el inmigrante, a semejanza de los antiguos
siervos de la gleba, quedaba sujeto a la finca, en virtud de
tener que depositar sus documentos de policía en poder del
dueño, con otras condiciones que reducían al
inmigrante a una tristísimo situación"
(15).

Nuevas medidas fueron puestas en vigor, en la
década del 80 se destacan dos Reales Ordenes; la primera
dictada en 1880 y, que propuso las medidas para tratar que los
españoles no emigraran hacia otros países de
América sino que lo hicieran a Cuba y Puerto Rico. La
otra, con fecha de 26 de julio de 1882 que plantea la
creación de un Centro Protector de Inmigrantes.

La situación y los acontecimientos ocurridos en
1878 quedaron profundamente grabados en la memoria de aquellos
que llegaron en condiciones tan precarias. Once años
más tarde (1889), se maneja la propuesta de una nueva
entidad, la "Compañía Importadora de Trabajadores
Libres" y, tras el nuevo proyecto de inmigración canaria
aparecen los mismos personajes de antes Francisco F.
Ibañez, Manuel Calvo, Mamerto Pulido y José E.
Moré (16). A lo largo del período se instrumentaron
un conjunto de Reales Ordenes, Reales

Decretos y Circulares, los que, unidos a la
situación económica existente en la
Metrópoli, posibilitaron el auge de este proceso
migratorio, en el que durante los años de la Guerra del
95, disminuyó la entrada de población civil, pero
aumentó la militar.

La primera
Intervención norteamericana en Cuba

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Al concluir la guerra el 1 de enero de 1899, con la
presencia de la intervención norteamericana bajo el mando
del general Brooke, se comienza la zafra azucarera de 1899, para
lo cual era necesario asegurar la mano de obra. Por lo tanto, los
hacendados cubanos y españoles trataron de conservar la
permanencia de la fuerza de trabajo española residente e
incluso que aquellos que se habían trasladado al
país enrolados en el ejército no la
abandonasen.

Hay varios autores que consideran que hubo un numeroso
grupo de soldados que no regresaron, y que se incorporaron a la
zafra azucarera. También se aspiraba a que continuase la
inmigración española, prueba de ello fue la
circular que emitió el Círculo de Hacendados, –
aún con importantes intereses peninsulares – dirigida a
los "trabajadores españoles", manifestando que insulares y
peninsulares constituyeron familias durante 400 años y que
"el pueblo cubano no hizo la guerra a los españoles:
combatió al Gobierno español (…) y no sólo
desea sinceramente que los peninsulares residentes
continúen en el mismo sino que, además, acuda el
mayor número posible a fecundar con su trabajo este
fértil suelo". La circular fue firmada por criollos y
españoles, algunos de ellos hasta hacía muy poco
miembros del Partido Unión Constitucional y del Cuerpo de
Voluntarios (17).

El censo de
1899

Estas y otras acciones vinculadas al proyecto de la
nueva república, permitirán que durante el
tránsito entre siglos, con la Intervención
Norteamericana y después con la "República",
vinculada estrechamente al gobierno interventor, la Isla sea
portadora de un "boom" migratorio que llegó a alcanzar
grandes proporciones hasta finales de la segunda década
del siglo XX. Cuestión ésta que parece
paradójica después de la retirada del gobierno
español del archipiélago cubano. Pero que tiene su
explicación si se analizan: la vida del inmigrante
español en Cuba, las favorecedoras leyes migratorias
vigentes desde finales del siglo XIX, las establecidas por el
Tratado de París, y también las puestas en vigor a
principios del XX. Además del apoyo del Círculo de
Hacendados, que aspira a contar con una fuerza de trabajo
conocida y capaz de ayudar al desarrollo económico del
país.

Según el censo efectuado por la
Intervención norteamericana en Cuba en octubre de 1899,
existe en el país un total de 1 572 797 personas; de ellas
129 240 son naturales de España con residencia en la Isla
(13). Se encuentran distribuidos en el total de las provincias
cubanas, con prioridad en las provincias: Habana (47,57 %),
seguida por Santa Clara (21,97 %), Matanzas presenta el tercer
lugar de asentamiento español (10,93 %), seguida de
Santiago de Cuba (8,80 %) y culmina con las de menores
proporciones, Pinar del Río (7,93 %), y Puerto
Príncipe (2,78%), esta última con el menor volumen,
tal como se observa en el siguiente cuadro (Véase cuadro
#1).

Cuadro # 1

Distribución espacial de los
españoles residentes en Cuba. Censo de
1899

Provincias * Total %

Pinar del Río 10 254 7, 9

Habana 61 487 47, 6

Matanzas 14 127 10, 9

Santa Clara 28 398 22, 0

PuertoPríncipe 3 595 2, 8

Santiago deCuba 11 379 8, 8

Total 129 240 100, 0

Fuente: Departamento de Guerra, oficina del director del
Censo de Cuba, Informe sobre el Censo de Cuba, 1 899,
Washington, Imprenta del Gobierno, 1 900, p. 228.

La
ciudadanía a través de los datos
censales

El 89 por ciento de la población nació en
la Isla, el 9 por ciento en España y el resto – 3
por ciento – en otros países. La proporción de los
nativos – blancos, negros y mestizos – era mayor en la
provincia de Santiago de Cuba – 95 por ciento – y menor en la
Ciudad de la Habana donde sólo un poco más de tres
cuartas partes del total eran nativos.

Los españoles constituían las tres cuartas
partes del total de extranjeros residentes – 74,9 por ciento – y
el 90,9 por ciento de los extranjeros blancos. Su presencia era
mayor en la Ciudad de la Habana y menor en Santiago de
Cuba.

Respecto a la ciudadanía, un 83 por ciento
alegaba ser de origen cubano, el 1 por ciento español y un
11 por ciento que no declara sus intenciones de
ciudadanía, supuestamente no había decidido si
optar por la cubana o la española, por lo que ésta
se mantenía en suspenso. El 5 por ciento restante alegaba
otra ciudadanía diferente a las mencionadas con
anterioridad.

Véase a modo de ejemplo el comportamiento del
grupo compuesto por: hombres, blancos con 21 años y
más, nacidos en España y residentes en Cuba,
según aparecen en los datos aportados por el
censo.

Cuadro # 2

Naturales de España residentes en Cuba,
según ciudadanía. Censo de 1899

Ciudadanos nacidos en España H Hombres
de 21 años y más

Ciudadanos cubanos 1 142

Ciudadanos españoles 9 341

Ciudadanos en suspensos 75 249

Ciudadanos extranjeros o desconocidos 11
356

Total 96 088

Fuente: Departamento de Guerra, Oficina del director del
Censo de Cuba, Informe sobre el censo de Cuba, 1899, Washington,
Imprenta del Gobierno, 1900, p.238.

La información ofrecida por los datos censales
nos permite conocer el número tan alto de personas – 175
811 -, que en octubre de 1 899 – fecha del levantamiento del
censo -, no habían decidido aún si querían
conservar su ciudadanía española. De ellos 75 249
eran varones con 21 años y más. Elemento
éste que hace pensar, por un lado, en un cierto grado de
desarraigo para con su lugar de origen, y por otro, el
surgimiento de un sentimiento de pertenencia hacia su nuevo lugar
de residencia.

Como se podrá observar, una parte importante de
la inmigración española asentada en Cuba, a pesar
de haber vivido la derrota de España en la guerra, toma la
decisión de permanecer en la Isla y de participar en la
recuperación económica del devastado país,
con la esperanza de que el proyecto de desarrollo de la nueva
Cuba sea exitoso.

Quizás uno de los aspectos más
difíciles a esclarecer sobre la verdad de un conflicto o
la guerra en el cualquier época, para ser más
exacto en el período de 1895 – 1898 del siglo XIX en
Cuba, sea el relacionado con la cuantía de las bajas de
los bandos beligerantes, pues se debe a la ausencia de
estadísticas oficiales e imparciales la que no permitan
determinar con exactitud el total del personal fallecido por cada
una de la partes implicadas en la guerra.

Al hacer referencia sobre las informaciones de los
caídos en combates el celebre teórico militar Karl
Von Clausewitz expresó:

(…) Una parte de la información obtenida
en la Guerra es contradictoria, otra parte es falsa, y la mayor
es, con mucho, un tanto dudosa.

Lo que es esta caso se exige de un oficial es, cierto
poder de discriminación que sólo puede obtenerse
gracias al juicio justo y al conocimiento de los hombres y de las
cosas. La ley de la probabilidad debe ser su guía…
(1)

Defunciones en
Cuba

Al reiniciarse la contienda en nuestro país o sea
la Guerra de Independencia el 24 de febrero de 1895,
fungía por ese entonces el Capitán General de la
Isla Emilio Calleja de Isasi, quien contaba en armas un
ejército regular aproximadamente de 16000 efectivos
organizados de la siguiente forma:

  • 7 Regimientos de infantería de
    Batallones(Bones) cada uno:

  • Alfonso XIII.

  • María Cristina.

  • Simancas.

  • Cuba.

  • Habana.

  • Tarragona.

  • Isabel la Católica.

  • Bon de Cazadores de Cádiz.

  • Regimientos de Caballería (Cortés y
    Pizarro).

  • 10 Bon de artillería a pie.

  •  1 Bon mixto de Ingenieros.

  • Escuadrón de Santa Catalina del
    Guaso.

  • 3 tercios de la Guardia Civil.

A mediados de abril desembarca en nuestro país el
General Arsenio Martínez Campos y Antón para asumir
la Capitanía General de la Isla.

En los meses de abril y diciembre del año en
curso se decepcionaron 10 expediciones con 79 viajes –
buques en los cuales viajaron 31 generales; 343 jefes; 2475
oficiales y 76702 miembros de tropas para un total de 79 551
efectivos.

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El 1 de diciembre de 1895 el propio General
Martínez Campos dicta un bando general para reorganizar el
ejército en operaciones y la estructuró de la
siguiente forma:

OCC: 2da Comandancia General, con una
División en Matanzas, una en la Habana y una en Pinar del
Río.

  • (1) Clausewitz K. V.: De la
    Guerra. Biblioteca El oficial, Instituto Cubano del Libro. La
    Habana, 1969. p.65

Las Villas – Ciego de Ávila: 2do
Cuerpo de Ejército, con 2 divisiones, 6 Brigadas, 38
Bones, 1 Bon de Artillería y 1 Sección de
Ingenieros.*

Camagüey: 1ra Comandancia General, con 2
brigadas.

Ote: 1er Cuerpo de Ejército, con 3
divisiones y 8 brigadas.

Podemos decir que al final del mes de diciembre contaba
España en Cuba

104 000 efectivos del Ejército
regular.

Los efectivos españoles contaban ya desde la
llegada el 10 de febrero del General Valeriano Weyler y Nicolau,
Marqués de Tenerife hasta el 1 de mayo de 1897
recibió 3 grandes expediciones total de 87 viajes –
buques en los que se transportaron 9 Generales; 342 jefes; 3786
oficiales y 105 036 hombres de tropas para un total general de
109 173 efectivos.

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Si sumamos los efectivos existentes desde el
Capitán General de la Isla Emilio callejas Isasi, General
Arsenio Martínez Campos y Antón y el del General
Valeriano Weyler y Nicolau el Régimen Español
contó con más de 40 generales; más de 700
jefes; cerca de 7000 oficiales y más de 197 000 efectivos
de tropa; es decir más de 205 440 hombres baja las
armas.

Estadísticas

Permite conocer en detalles por cada uno de los
más de 38 000 fallecidos, nos aporta diferentes datos, un
balance general, defunciones,

Año

Efectivos

Fallecidos

%

1895

104 000

3663

3.5

1896

200 000

10782

5.4

1897

225 000

13005

5.8

1898

190 000

10271

5.4

Ejército Español.

Comportamiento de las defunciones en la
Isla.

Monografias.com

¿Cómo se demuestran las bajas enemigas
en Sancti Spíritus?

Al decir el Generalísimo Máximo
Gómez Báez:

(…) Las armas españolas, están ya
demasiado honradas en esta contienda, y esa competente
declaración corresponde legítimamente hacerla a
nosotros los cubanos y al mundo que nos contempla asombrados. No
puede España hacer mayores esfuerzos para hacer morir en
su inútil empeño a tantos valientes que reclaman la
humanidad y el amor madre España (…)

Las defunciones de militares hispanos en nuestra
provincia no recoge toda la información necesaria debido a
que el municipio cabecera, el local del Registro Civil en aquel
entonces sufrió un incendio y el municipio de trinidad no
aparece los registros de los años que se
relacionan:

  • 1895.

  • 1897.

  • 1898.

Monografias.com

En el período de 1895 – 1898 se notificaron
695 defunciones de militares españoles.

En el periódico de la época "Fénix"
publicó un articulo titulado "Movimiento de
población de la ciudad de Sancti Spíritus en 1897",
en el cual daba un total de 2609 fallecidos, de ellas 777 de
militares, lo que elevaría la cifra a 1435.

Sólo tomaremos en cuenta a 695
censados.

El 65 % de los fallecidos tenían menos de 25
años más del 90 % murió a consecuencias de
enfermedades, correspondiendo a la fiebre amarilla 296 (34%) y a
la tifoidea 112 (16%); por heridas de guerra murieron 103
(14,8%). El 80 % eran soldados, más del 91%
pertenecían al ejército0 regular; el 80.6 eran
solteros.

Los meses en que más muertes se produjeron
fueron:

  • octubre? 138 (19.86%).

  • noviembre? 100(14.39%)

Carta al general Ramón Blanco Arenas, noviembre
de 1897. En Boza, Bernabé: Mi diario de la guerra, tomo 2,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974. pp. 185 –
186.

Estadísticas

Monografias.com

Defunciones por Grados Militares

Monografias.com

Defunciones por municipios:

Monografias.com

Defunciones por meses del año

Monografias.com

Conclusiones

Decenas de miles de jóvenes, en su gran
mayoría hijos de obreros, de campesinos y de otros
sectores más humildes de la sociedad, del pueblo
español, fueron arrancados de su seno familiar y enviados
a la Isla en defensa de la política colonial de su
gobierno, convirtiéndose en victimas de su propio
sistema.

Sírvase pués este estudio, a la memoria de
todos los que fallecieron de una forma u otra victima del sistema
colonial imperante en esa época.

Citas y
Notas

(1) Archivo Nacional de Cuba (ANC) Fondo: Intendencia de
hacienda, Leg. 846, No. 145.

(2) Archivo Nacional de Cuba, Real Consulado de Junta de
Fomento, Libro de Actas.

Comisión de Población Blanca, fol. 1-10,
43 (3) Leg. 188, exp. 8489

(4) Para un estudio más detallado, véase:
E. Torres Cuevas, en Las luchas por la

Independencia nacional y las transformaciones
estructurales 1868 – 1898.

(5) Coralia Alonso Valdés. Consideraciones
generales sobre la inmigración española: siglo
XIX.
En Nuestra Común Historia. Poblamiento y
Nacionalidad. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993.
p.114

(6) Véase las contratas de colonos en, ANC.
Fondo: Real Consulado y Junta de Fomento, Leg. 146, exp.
7265.

(7)
————————————————————Legs.
93, 94, y 95.

(8) Véanse J. Hernández García:
La emigración canaria contemporánea (Siglo
XIX),
Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1987.p.24
y ss. y C. Naranjo: Del campo a la bodega. Recuerdos de
gallegos (siglo XX
), La Coruña,1988.

(9) En algunos momentos hubo de sacrificarse a algunos
isleños para así poder alimentar al resto del
pasaje.

(10) de Paz M y M. Hernández: La esclavitud
Blanca
, Santa Cruz de Tenerife, Centro de la Cultura Popular
Canaria, 1993, pp 99 y ss.

(11) L. F. Gómez Wanguemert: "Notas de Cuba,
gallegos y canarios". Periódico El Tiempo, Santa
Cruz de la Palma, 27 de marzo de 1934.

(12) Véase J. Hernández: ob. cit.,
p.50.

(13) ANC: Fondo Gobierno General. Legs. : 91, 99, 100,
191 y 561

(14) ANC: Fondo. Gobierno General Leg. 95 exp.
4226

(15) Ibídem

(16) Prominentes miembros del Círculo de
Hacendados de Cuba crearon a fines de los años 70 del
siglo XIX una Compañía Importadora de Trabajadores
Libres para conseguir abundante mano de obra barata para los
ingenios.

(17) M. Moreno Fraginals, y Masó, J.J:
Guerra, Migración y Muerte (El Ejercito Libertador en Cuba
como vía migratoria).
Colombres, Asturias 1993. p
136

(18) N. Sánchez Albornoz: The Population of
Latin Ametica: A history?
Berkeley and Los Angeles,
California, University of California Press, 1974- p.
167

Bibliografía

Registro Civil de Sancti Spíritus. Libro de
defunciones. Tomo 11 y 12. Año 1893 y 1894.

Libro de defunciones de la Iglesia Parroquial Mayor,
Nuestra Señora de la Caridad y Jesús de Nazareno.
Año 1898.

 

 

Autor:

Msc. Ernesto Baracaldo
Alvarez

UNIVERSIDAD DE SANCTI
SPÍRITUS

JOSÉ MARTÍ
PÉREZ

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Partes: 1, 2
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