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Pilatos Poncio en la historia (página 2)




Enviado por ramiolra ramiolra



Partes: 1, 2

Pilato no era un buen hombre. Eso queda
bien claro al leer su curriculum. El relato de los Evangelios nos
muestra a un perfecto y cuadriculado burócrata preocupado
por hacer cumplir la ley de Roma, exactamente igual que cualquier
funcionario celoso de su deber. A lo largo de la Historia se han
cargado mucho las tintas contra él, pero lo cierto es que
no fue culpable directo de la muerte de Jesús. Es
más, si leemos los Evangelios ¡que falta nos hace!,
veremos cómo trató de evitar que Jesús fuera
condenado porque jurídicamente no veía que hubiera
cometido delito alguno. Pilato era el perfecto funcionario
romano: con un cerebro frío y un corazón de
piedra.

El juicio de Jesús reconstruido
por  Peter Connolly (Ed. Oxford University Press).
Connolly, al igual que la mayoría de los historiadores, se
decide por situarlo en el palacio de Herodes en lugar de en la
fortaleza Antonia. En este caso el lugar elegido sería,
sin duda, uno de los accesos principales, ya que era un juicio
público y había que conjugar la presencia del
gentío con la seguridad interna del recinto. En la
ilustración aparece una de las escalinata de acceso y el
pórtico en cuyo centro se halla el estrado donde Pilato,
revestido con la
toga praetexta ribeteada en
púrpura propia de los altos magistrados en ejercicio,
juzga auxiliado por otros dos magistrados romanos. Los soldados
que aparecen flanqueando el estrado son auxiliares (soldados que
no tenían la ciudadanía romana, éstos eran
probablemente sirios) del ejército romano. Una cohorte
(480 hombres) de estos auxiliares al mando de un tribuno  se
hallaba de guarnición permanente en la Torre Antonia, ya
que en Jerusalén no había legionarios (soldados
pertenecientes a las legiones), sino auxiliares. Para más
información ver mi web LAS LEGIONES DE JULIO
CÉSAR

Los juicios romanos seguían un
trámite estricto: los acusadores (cualquier ciudadano
libre) presentaban los cargos y los testigos que los apoyaban. El
acusado tenía tres oportunidades de
defenderse.

Los miembros del Sanedrín,
temerosos de Cristo, decidieron su muerte espoleados por
Caifás, sumo sacerdote. Pero el sanedrín no
tenía competencias jurídicas civiles y no
podía aplicar el
Ius gladii, la pena de muerte. Y
a la vez no querían linchar a Jesús por temor a la
reacción del pueblo, por lo que la solución de
Caifás fue tratar de que fuera Roma la que ejecutara la
pena y se llevara las culpas. Así que llevaron a
Jesús ante Poncio Pilato y le acusaron no sólo de
ser un blasfemo contra la Ley de Moisés (cosa que a Pilato
le traía sin cuidado), sino también de
"rebelión contra Roma", lo que llamó la
atención del prefecto de Judea, aunque según narran
los Evangelios se dio cuenta en seguida de que Jesús no
era un peligro para Roma y que los judíos sólo
pretendían involucrar a Roma en un asunto meramente
religioso. Los acusadores deseaban la muerte de Jesús,
pero como eran cobardes y viles que eran, a la vez temían
la reacción de los seguidores del Nazareno y por ello
trataron que Pilato creyera que Jesús era un
revolucionario anti-romano, pero Pilato no picó. Sigamos
con atención el relato de los hechos que nos hace Lucas
(Lucas 23,1-25):

Y levantándose
todos ellos, le llevaron ante Pilato.Comenzaron a acusarle
diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a
nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y
diciendo que él es Cristo Rey.»Pilato le
preguntó: «¿Eres tú el Rey de los
judíos?» El le respondió: «Sí,
tú lo dices.»Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a
la gente: «Ningún delito encuentro en este
hombre.»

Pero ellos
insistían diciendo: «Solivianta al pueblo,
enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde
comenzó, hasta aquí.»

Al oír esto,
Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.Y, al saber
que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a
Herodes, que por aquellos días estaba también en
Jerusalén.

Cuando Herodes vio a
Jesús se alegró mucho, pues hacía largo
tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de
él, y esperaba presenciar alguna señal que
él hiciera.Le preguntó con mucha palabrería,
pero él no respondió nada.Estaban allí los
sumos sacerdotes y los escribas acusándole con
insistencia.

Pero Herodes, con su
guardia, después de despreciarle y burlarse de él,
le puso un espléndido vestido y le remitió a
Pilato.Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues
antes estaban enemistados.

Pilato convocó a
los sumos sacerdotes, a los magistrados y al puebloy les dijo:
«Me habéis traído a este hombre como
alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de
vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de
que le acusáis.

Ni tampoco Herodes,
porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la
muerte.Así que le castigaré y le
soltaré.»Toda la muchedumbre se puso a gritar a una:
«¡Fuera ése, suéltanos a
Barrabás!»Este había sido encarcelado por un
motín que hubo en la ciudad y por asesinato.Pilato les
habló de nuevo, intentando librar a Jesús,pero
ellos seguían gritando: «¡Crucifícale,
crucifícale!»Por tercera vez les dijo: «Pero
¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en
él ningún delito que merezca la muerte; así
que le castigaré y le
soltaré.»

Pero ellos
insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y
sus gritos eran cada vez más fuertes.Pilato
sentenció que se cumpliera su demanda.Soltó, pues,
al que habían pedido, el que estaba en la cárcel
por motín y asesinato, y a Jesús se lo
entregó a su voluntad

Si el comportamiento de Herodes el
tetrarca (hijo de Herodes el Grande) es ridículo, el de
Pilato es primero ajustado a la ley, pero cuando se convoca
juicio público y Jesús comparece ante un auditorio
evidentemente "seleccionado" por sus acusadores, la mente obtusa
y envilecida de Pilato sólo ve a un acusado y a muchos
acusadores pidiendo su muerte. Probablemente pensó que
mejor dejar que mataran a Jesús para calmar el ansia de
sangre de aquellos judíos y así, con
cobardía, dejó a Jesús en manos de los
verdugos no sin antes dejar constancia de que él no
tenía nada contra aquel hombre al que iban a crucificar.
En este caso llama la atención que los que le acusaban
prefirieran que se dejase libre a un asesino convicto como
Barrabás antes que a un inocente como Jesús, lo que
demuestra el tremendo grado de fanatismo, intransigencia e
intolerancia de ciertos sectores judíos…

…Y no olvidemos tampoco que
Jesús, María y los doce apóstoles eran
judíos de pura cepa ¡y bien orgullosos que estaban
todos ellos de serlo!, por lo que no se puede culpar de los
pecados de unos a todo un pueblo como desgraciadamente se ha
hecho tan a menudo.

Pilato era un hombre de Sejano, el
prefecto del pretorio de Roma. Cuando cayó Sejano, Pilato
fue cesado y llamado a Roma donde tuvo que dar cuenta de otras de
sus "hazañas", como la famosa masacre de samaritanos y
demás asesinatos en masa. Se le condenó por sus
excesos, fue desterrado a la Galia y murió poco
después
.

¿Qué dice la Historia sobre
Pilato?

Gobernador romano de Judea. Se desconoce su
origen, y los pocos datos que se tienen de él hacen
referencia a su tarea como gobernador romano de Judea. Llegado a
este cargo en el año 26, pronto se ganó la
hostilidad de los judíos al pretender introducir el culto
imperial mediante la colocación de imágenes
pintadas del César. Tras esto, volvió a provocar
las iras del pueblo al querer pagar un acueducto con los fondos
del tesoro del Templo. Según la tradición
cristiana, Pilatos fue el responsable de la condena de
Jesús a la cruz, por instigación de la
jerarquía religiosa, decisión en la cual
influyó el temor de permitir la aparición de un
movimiento religioso, que, fuera del control de las autoridades,
podría tornarse en revolucionario. Pilatos fue destituido
de su cargo por el gobernador de Siria, Vitelio, en el 37, a
causa de la dureza con la que reprimió a los samaritanos
en el Garizín.

Muerte de Poncio
Pilatos

 Estando Tiberio
César, emperador de los romanos, afectado de una grave
dolencia y oyendo que había en Jerusalén un
médico llamado Jesús, que curaba todas las
enfermedades con su palabra, y no sabiendo que Pilatos y los
judíos lo habían hecho perecer, dio esta orden a
uno de los empleados de su casa, llamado Volusiano: Ve al otro
lado del mar todo lo más pronto que puedas, y di a
Pilatos, mi servidor y amigo, que me envíe aquí ese
médico, para que me devuelva mi antigua
salud2. Y Volusiano, oyendo la orden del
emperador, partió en seguida, y fue a Pilatos, con arreglo
a la orden que había recibido. 3. Y
expuso a Pilatos la comisión que el César le
había conferido, diciéndole: Tiberio, emperador de
los romanos y tu señor, sabiendo que en esta ciudad hay un
médico que sólo con su palabra cura las
enfermedades, te pide que se lo envíes, para librarlo de
sus dolencias. 4. Y Pilatos, al oirlo,
quedó amedrentado, porque había hecho morir a
Jesús, conforme al deseo de los judíos, y
respondió al emisario, diciéndole: Ese hombre era
un malhechor y un sediciosos que se atraía todo el pueblo
a sí, por lo cual y en vista del consejo de los varones
prudentes de la ciudad lo he hecho
crucificar. 5. Y, volviendo el emisario a su
casa, halló una mujer llamada Verónica, que
había conocido a Jesús, y le dijo: ¡Oh mujer!
¿Y cómo los judíos han hecho morir a un
médico que había en esta ciudad, y que curaba las
enfermedades con sólo su palabra? 6. Y
ella se puso a llorar, diciendo: ¡Ah, señor, era mi
Dios y mi maestro aquel a quien Pilatos, por sugestión de
los judíos, ha hecho prender, condenar y
crucificar! 7. Y Volusiano, muy afligido, le
dijo: Tengo un extremado dolor, porque no puedo cumplir las
órdenes que mi emperador me ha
dado. 8. Y Verónica le dijo: Como mi
Señor iba de un sitio a otro predicando, y yo estaba
desolada, al verme privada de su presencia, quise hacer pintar su
imagen, a fin de que, cuantas veces sintiese el dolor de su
ausencia, tuviese al menos el consuelo de su
retrato. 9. Y, cuando yo llevaba al pintor un
lienzo para hacerlo pintar, mi Señor me encontró, y
me preguntó adónde iba. Y, el indicarle mi objeto,
me pidió un paño, y me lo devolvió impreso
con la imagen de su venerada figura. Y si tu emperador la mira
con devoción, gozará de salud
brevemente. 10. Y Volusiano le dijo:
¿Puedo adquirir esa imagen a precio de oro o de plata? Y
ella contestó: No, ciertamente. Pero, por un sentimiento
de piedad, partiré contigo, llevando esta imagen al
César, para que la vea, y luego
volveré. 11. Y Volusiano fue a Roma con
Verónica, y dijo al emperador Tiberio: Hace tiempo que
Pilatos y los judíos, por envidia, han condenado a
Jesús a la muerte afrentosa de la cruz. Pero ha venido
conmigo una matrona que trae consigo la imagen del mismo
Jesús y, si tú la contemplas devotamente,
gozarás el beneficio de la
curación. 12. Y el César hizo
extender telas de seda, y ordenó que se le llevase la
imagen y, en cuanto la hubo mirado, volvió a su primitiva
salud.

Castigo de
Pilatos

II 1. Y Pilatos, por
orden de Tiberio, fue preso y conducido a Roma. Y, sabiendo el
César que había llegado a la ciudad, se
llenó de furor contra él, y ordenó que se lo
presentasen. 2. Y Pilatos había
traído consigo la túnica de Jesús, y la
llevaba sobre sí, cuando compareció ante el
emperador. 3. Y apenas el emperador lo vio, se
apaciguó toda su cólera, y se levantó al
verlo, y no le dirigió ninguna palabra dura, y, si en su
ausencia se había mostrado terrible y lleno de ira, en su
presencia sólo mostró
dulzura. 4. Y, cuando se lo hubieron llevado,
de nuevo se enfureció contra él de un modo
espantoso, diciendo que era muy desgraciado por no haber podido
mostrarle la cólera que llenaba su corazón. Y lo
hizo otra vez llamar, jurando que era merecedor de la muerte, e
indigno de vivir sobre la tierra5. Y, cuando
volvió a verlo, lo saludó, y desapareció
toda su cólera. Y todos los presentes se asombraban, y
también el emperador, de estar tan irritado contra
Pilatos, cuando salía, y de no poder decirle nada
amenazador, cuando estaba ante
él. 6. Y, al fin, cediendo a un impulso
divino, o acaso por consejo de algún cristiano, le hizo
quitar su túnica, y al momento se sintió lleno de
cólera contra él. Y, sorprendiéndole mucho
al emperador todas estas cosas, se le dijo que aquella
túnica había sido del Señor
Jesús.  7. Y el emperador ordenó
tener preso a Pilatos hasta resolver, con consejo de los
prudentes, lo que convenía hacer con
él. 8. Y, pocos días más
tarde, se dictó una sentencia, que condenaba a Pilatos a
una muerte muy ignominiosa. Y Pilatos, sabiéndolo, se
mató con su propio cuchillo, y puso de este modo fin a su
vida. 9. Y, sabedor el César de la
muerte de Pilatos, dijo: En verdad que ha muerto de muerte bien
ignominiosa, pues ni su propio cuchillo lo ha perdonado. Y el
cuerpo de Pilatos, sujeto a una gran rueda de molino, fue lanzado
al Tíber. 10. Y los espíritus
malos e impuros, gozándose en aquel cuerpo impuro y malo,
se agitaban en el agua, y producían tempestades, y
truenos, y grandes trastornos en los aires, con lo que todo el
pueblo era presa de pavor. Y los romanos retiraron del
Tíber el cuerpo de Pilatos, y lo llevaron a Vienne y lo
arrojaron al Ródano, porque Vienne significa camino de la
gehhena, y era un sitio de
exportación11. Y los espíritus
malignos, reunidos en caterva, continuaron haciendo lo que en
Roma. Y, no pudiendo los habitantes soportar el ser así
atormentados por los demonios, alejaron de sí aquel motivo
de maldición, y lo hicieron enterrar en el territorio y
ciudad de Lausana. 12. Y, como los demonios no
dejaban de inquietar a los habitantes, se lo alejó
más y se lo arrojó en un estanque rodeado de
montañas, donde, según los relatos, las
maquinaciones de los diablos se manifiestan aún por el
burbujear de las aguas.  

 

 

Autor:

Ronald Ramirez Olano

Partes: 1, 2
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