Reflexiones sobre la lectura. Diversidad de lectores y formas de leer.
Reflexiones teóricas acerca de
la lectura y escritura
Título original: Reflexiones teóricas
acerca de la lectura y escritura. Diversidad de lectores y formas
de leer. Relaciones entre lectura, escritura y educación.
Lectura y creatividad.
En la actualidad, las prácticas de lectura
individual y silenciosa, que guardan una relación cercana
a las formas académicas de leer, responden al mandato de
absorber mayor cantidad de información y conocimiento ya
que se trata de una modalidad de enorme utilidad cuando se
está navegando por Internet, cuando se repasan los
titulares de un periódico hasta encontrar una nota de
interés, cuando se busca y se utiliza una
bibliografía determinada que permita brindar un abanico de
tópicos de interés particular.
Lograr buenos resultados a través de esta forma
de leer, está indispensablemente unido a una
concepción de lector maduro. De allí que, al pensar
en las prácticas de lectura cotidiana en las aulas,
necesitamos desplegar una diversidad de formas de leer que
proporcionen las herramientas necesarias para convertir a los
alumnos en lectores autónomos, capaces de integrar los
diversos procesos que comprende esa actividad compleja y plural
que es la lectura.
Desde el punto de vista de Roger
Chartier[1]la práctica de la lectura debe
partir de la consideración de la comunidad de
interpretación a la que pertenece el lector. Es decir, hay
que tener en cuenta con qué capacidad de lectura se cuenta
para definir un punto de partida, organizar modelos de lectura
que correspondan a "esa invención de
sentidos…presente en cada lectura" que pueda producir el
lector. Luego, sí, "siguen las normas, reglas,
convenciones y códigos propios" de esa comunidad referida.
Chartier concibe la lectura como una práctica cultural en
un espacio "intersubjetivo", en el cual los lectores comparten
comportamientos, actitudes y significados culturales en torno al
acto de leer. En esa perspectiva, nos parece importante
destacar:
a- Una constante reflexión sobre la
práctica de parte del docente que, entre otras cosas,
implica armonizar su práctica pedagógica con el
grupo de alumnos que tiene a su cargo.b- Lo anterior exige conocerlos. Los
jóvenes son una fuente inagotable de aprendizajes.
Ellos pueden dar claramente las pautas con las que el docente
puede reconsiderar una y otra vez las estrategias para lograr
aprendizajes verdaderos; esto es, que estén orientados
a las reales necesidades de los alumnos.c- También los textos deben ser
significativos e interesantes para los alumnos. Tienen que
ser cercanos a sus esquemas de asimilación para que
puedan comprenderlos, pero además deben permitirles
una reacomodación de sus esquemas mentales y una
reconstrucción permanente de aprendizajes
significativos. "La lectura se enseña, se usa y es
importante en la escuela porque es importante fuera de la
escuela y no al
revés."[2]
Con relación a este último punto,
Bajtín afirma que "donde no hay texto, no hay objeto
para la investigación y el
pensamiento."[3]
"La literatura no es algo mensurable en
términos de cantidad de información que es capaz de
portar (…) sino el escenario de relaciones
dialógicas, de la construcción y apropiación
de distintas formas de otredad, a las que sólo puede
llegarse a comprender desde una perspectiva ética y
evaluativa; nunca desde el afán
epistemológico."[4]
También Fernando Lázaro Carreter
expresó que "la maestría de un profesor se
manifiesta en la elección de los textos que ha de comentar
con sus alumnos: no todos valen ni son adecuados para cualquier
momento. La discusión (…) impondrá unos u
otros, para que nuestra discusión tenga la cabida
oportunidad (…) no (debemos) presentar a los
alumnos textos indiscutibles, perfectos en nuestra opinión
o de difícil conexión con su realidad: los elegidos
deben permitir la posibilidad de ser debatidos y
controvertidos."[5]
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