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Revolución de Mayo de 1810 (página 2)




Enviado por Jorge Acuña



Partes: 1, 2

Durante su reinado se le conoció con el apodo de Pepe
Botella, en referencia a un supuesto alcoholismo, que parece
seguro que no era cierto. El pueblo de Madrid también le
apodó El rey plazuelas, puesto que abrió muchas
plazas en la capital, principalmente derribando iglesias y
conventos. La más importante fue la plaza de Oriente,
delante del Palacio Real.

La Junta de
Sevilla

La Junta Suprema Central, también llamada
la Junta Suprema o Junta Central Suprema y, oficialmente, Junta
Suprema Central y Gubernativa del Reino fue el órgano que
acumuló los poderes ejecutivo y legislativo
españoles durante la ocupación napoleónica
de España. Se constituyó el 25 de septiembre de
1808 tras la victoria en la batalla de Bailén y
después de que el Consejo de Castilla declarase nulas las
abdicaciones de Bayona. Estuvo vigente hasta el 30 de enero de
1810.

Fue formada inicialmente por los representantes de las Juntas
Provinciales, tuvo su sede en Aranjuez y estuvo presidida por el
Conde de Floridablanca, con 35 miembros en total. En pocas
palabras, la misión de la Junta fue la de asumir el poder
del Estado durante la ausencia del rey, Fernando VII.

Luego de la caída de Madrid recuperada por
Napoleón, la Junta central se trasladó a Sevilla y
de allí a la isla de León[5]

Al disolverse la Junta, fue creado el Consejo de Regencia de
España e Indias, a partir del cual, tras la
recuperación casi completa del territorio peninsular
durante la Guerra de Independencia española, se forman las
Cortes de Cádiz, que acabaron redactando la
Constitución española de 1812, inspirada en la
Constitución francesa de 1791. Se estableció en
ella la división de poderes, el ejecutivo: el Rey; el
legislativo: las Cortes y el judicial, además se
estableció el régimen monárquico
hereditario, con atribuciones limitadas, se proclamó que
la soberanía de la nación residía en el
pueblo y no en la persona del Rey. Es decir aquí se
notó la influencia del pensamiento filosófico de
Jacques Rousseau, con su obra "El Contrato Social" y a Charles
Louis de Secondat, Barón de Montesquieu con su obra "El
Espíritu de las Leyes".

Esta Constitución dividió a
los españoles en dos grandes grupos, los absolutistas y
los liberales.

La lucha de España contra
Napoleón

Las Cortes y los funcionarios acataron
obediencia a José I, pero el pueblo español se
levantó en armas, en Madrid el 2 de Mayo de 1808, el
pueblo invadió el palacio real bajo el grito de
¡Traición! ¡Mueran los franceses!, el Mariscal
Murat ordenó a sus soldados reprimir a balazos a la
multitud, la lucha duró hasta el anochecer, y murieron
muchos civiles.

Esto avivó más el odio
español hacia los franceses. Las ciudades de Oviedo y
Gijón iniciaron la rebelión, que se extendió
a todo el reino. El territorio se transformó en un campo
de guerrillas, el General Pedro Dupont que tenía la
misión de ocupar la región central de
España, se vio acorralado por el español Javier
Castellanos y obligado a capitular en el desfiladero de
Bailén[6]al pié de la Sierra Morena
el 19 de julio de 1808, José I y sus tropas abandonaron
Madrid.

Los franceses sitiaron dos veces la ciudad
de Zaragoza, defendida heroicamente por José de
Palafox.

Mientras tanto los ejércitos
imperiales que ocupaban Portugal fueron derrotados en Cintra el
30 de agosto de 1808 por el inglés Arturo
Wellesley[7]al mando de las tropas anglo –
portuguesas.

Estos acontecimientos hicieron que
Napoleón se traslade a España, y al frente de un
poderoso ejército reconquistó Madrid reponiendo a
su hermano José de vuelta en el trono.

Pero debió abandonar pronto
España en enero de 1809, ya que en París su
ministro de Estado, Talleyrand y el jefe de policía
Fouché estaban conspirando en su contra para tomar el
poder. Además los austríacos avanzaban sobre
Francia, pues habían formado la Quinta
Coalición.

Repercusión de
la política europea en América

La Revolución de mayo de 1810 es la
resultante de una serie hechos sucedidos en el viejo mundo, y en
América, que luego va a producir su efecto rebelde en toda
América hispana, y en estos dominios de
España.

Podemos mencionar entre estos:

  • a) La independencia de los
    Estado Unidos en América del Norte.
    el 4 de julio
    de 1776 las colonias inglesas rompen la dependencia de
    Inglaterra, creándose Los Estados Unidos de
    Norteamérica, que va a ser reconocida por la corona
    española. Esto más tarde va a ser imitado por
    los otros hermanos americanos.

  • b) La Revolución
    francesa
    y las nuevas ideas proclamadas por los
    revolucionarios franceses en su " Declaración de los
    Derechos del hombre y del Ciudadano", que prendió en
    la juventud ilustrada del virreinato del Río de la
    Plata la llama en la búsqueda de la independencia de
    España.

  • c) Las ideas liberales hispano
    – indianas
    de los españoles que se
    anticiparon a los escritores franceses en las doctrinas de
    soberanía popular y los principios fundamentales de la
    ciencia política y social. A principios del siglo XVI,
    algunos teólogos defendieron la igualdad de los
    americanos y reclamaron la aplicación de principios
    más liberales. Entre estos religiosos podemos citar a
    Fray Bartolomé de las Casas[8]Francisco
    de Vitoria[9]Francisco
    Suárez[10]Juan Solórzano
    Pereira[11]

  • d) La acción de los
    precursores

De los movimientos armados contra las
autoridades españolas, llamados precursores de la
emancipación americana, se destacaron Francisco de
Miranda[12]y Antonio
Nariño[13]

Causa Externa

  • a) La invasión
    napoleónica a España tema al que ya nos
    referimos.

Causas locales:

  • a) Económicas:

Debido a la imprevisión
política de España que dejaron abandonado a su
propia suerte, sus dominios en América. Su política
de comercio monopolista. Que produjo en los hombres progresistas
americanos la reacción revolucionaria para defender el
libre comercio.

  • b) Políticas:

Los cargos políticos eran ocupados
en casi su totalidad por españoles, que en muchos casos
eran incapaces, pero la ventaja o privilegio era el de haber
nacido en España.

Para España los territorios se
consideraban propiedad personal del rey y no de la
Nación.

Cuando se produjo la prisión del
monarca, el gobierno recayó en la Junta Central, por lo
que se interpretó que al tener dueño estas tierras,
quedaban libres de ataduras con la metrópolis.

La Sociedad de los
Siete

Fue un grupo revolucionario que actuó en Buenos Aires
en el año 1810 y que organizó la remoción
del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros en la Revolución
de Mayo.

En la sociedad del Virreinato del Río de la Plata era
habitual que los criollos, los nacidos en el continente
americano, se vieran relegados a un segundo plano respecto de los
españoles provenientes de Europa en la toma de decisiones
o las disputas de poder. Esto cambió tras las Invasiones
Inglesas, durante las cuales se formaron milicias criollas que
defendieron exitosamente la ciudad de dos ataques de Gran
Bretaña, sin contar con ningún auxilio de su
metrópoli española. En consecuencia, surgían
entre los criollos nuevos intereses de involucrarse en el
gobierno y quebrar la autoridad absoluta de España.

Aun así, manifestar abiertamente tales posturas durante
el virreinato exponía a ser condenado como traidor a la
corona. En consecuencia, la sociedad de los siete se
reunía en secreto en la jabonería de
Hipólito Vieytes y en la casa de Nicolás
Rodríguez Peña. Aunque en sus reuniones coordinaban
sus reacciones ante los acontecimientos en la forma más
conveniente para alcanzar el fin de quebrar la hegemonía
española, públicamente no se revelaban como un
grupo cohesionado.

Las estrategias de la Sociedad de los Siete condujeron a la
Revolución de Mayo, en la cual tuvieron éxito y
lograron expulsar al virrey Cisneros de su cargo,
reemplazándolo con una Junta de Gobierno de
extracción criolla. Con sus objetivos cumplidos, la
Sociedad de los Siete dejó de existir como tal, cuando
varios de sus miembros más prominentes ocuparon cargos de
gobierno en la nueva Junta.

Los integrantes de este grupo fueron:

  • Cornelio Saavedra
  • Manuel Belgrano
  • Juan José Castelli
  • Juan Martín de Pueyrredón
  • Mariano Moreno
  • Hipólito Vieytes
  • Nicolás Rodríguez Peña

Invasiones inglesas
al Río de la Plata

Primera invasión

El 14 de abril de 1806 partió desde la ciudad del
Cabo una fuerza comandada por Beresford. Hizo escala en Santa
Elena donde se reforzó. La fuerza que llego al Río
de la Plata consistía de 1600 hombres en 10 barcos de
guerra. El 25 de junio de 1806 los ingleses desembarcaron en
Quilmes, y llegaron a tomar el fuerte de Buenos Aires el
día 28 de junio. El virrey Sobremonte huyo con el tesoro
de la ciudad hacia Córdoba, para organizar allí la
resistencia, pero el tesoro fue interceptado por los ingleses
gracias a la información que proveyeron comerciantes
temerosos de que los ingleses al no tener el tesoro robaran sus
propiedades. Para ganarse el favor de la gente de Buenos Aires
una de las primeras medidas de los invasores fue decretar el
libre comercio. Esto provocó que muchos comerciantes que
se beneficiaban con el monopolio español financiaran la
resistencia a los ingleses, que comenzó a organizarse en
forma secreta con el fin de retomar la ciudad. A su vez en
Montevideo Liniers organizo una fuerza con el objetivo de marchar
sobre Buenos Aires y liberarla. También Pueyrredón
con la ayuda de Alzaga, organizo una milicia en los alrededores
de la ciudad con vistas a la liberación de la misma la
cual fue derrotada por los ingleses el 1 de agosto. El 4 de
agosto Liniers desembarco al norte de la ciudad en Las Conchas
con su fuerza. A medida que avanzaba se fueron uniendo más
hombres a su fuerza. Finalmente llego a Buenos Aires donde
convergieron en el ataque a los ingleses todas las fuerzas de la
resistencia. Luego de 2 días de lucha los ingleses fueron
expulsados el 12 de agosto. El 14 de agosto el Cabildo le
confirió a Liniers el mando militar. Estos acontecimientos
junto con la reconquista constituyeron dos importantes
antecedentes de autodeterminación que influirían
luego en la Revolución de mayo.

Periodo intermedio

Luego de la invasión se hizo evidente que era
necesario contar con mayores fuerzas militares en el Virreinato
del Río de la Plata. España en ese momento se
hallaba en estado de virtual aislamiento con respecto a sus
colonias, ya que su flota había sido derrotada en
Trafalgar y los ingleses habían ganado el control del mar,
por lo tanto recibir refuerzos de la metrópoli era
bastante improbable. Se organizaron entonces fuerzas militares en
el virreinato mismo, la mayor parte de ellas integradas por
criollos. Se formaron entre otras fuerzas los patricios,
Arribeños, Húsares, Pardos y Morenos y más.
Esto sentó las bases para el futuro ejército
argentino que combatió en las guerras por la independencia
y le resto poder a la elite española.

Segunda invasión

El 22 de septiembre de 1806 el gobierno inglés
decide invadir Buenos Aires y Montevideo. Los ingleses volvieron
a la carga con una fuerza mucho mayor a la que habían
enviado con anterioridad. Como base de acción tomaron la
población de Maldonado el 29 de octubre de 1806 comenzaron
las acciones que culminaron 3 días después con la
derrota española. El 3 de febrero de 1807 tomaron la
ciudad de Montevideo en una operación naval y terrestre
con 8000 soldados, bajo el general Auchmuty y el almirante
Stirling. Sobremonte había acudido con refuerzos desde
Córdoba, pero fue repudiado por el Cabildo, que puso a
Ruiz Huidobro al mando de la fallida defensa de la ciudad.
Mientras tanto Liniers que había acudido con 3000 hombres
en ayuda de Montevideo debió retornar a Buenos Aires al
enterarse de la caída de la ciudad. El 5 de febrero llego
la noticia a Buenos Aires de la caída de Montevideo,
reuniéndose el Cabildo el día 10 para analizar la
situación, llegándose a la decisión de
destituir a Sobremonte, arrestarlo y nombrar como virrey a
Liniers, hecho que sentó un fuertísimo precedente
de autodeterminación con vistas a la Revolución de
Mayo de 1810. Para impedir que el pueblo de Colonia del
Sacramento fuera utilizado como punto de desembarque de un
ejército español, los ingleses también
tomaron esa población que cayó fácilmente en
marzo. Liniers envió al recién llegado de
España, Elio al frente de una fuerza para recuperar
Colonia. El 22 de abril este realizo un ataque sorpresivo para
los británicos, pero sin lograr el triunfo, y debió
retirarse. Pack, el comandante ingles a cargo de Colonia pido
refuerzos a Montevideo y ataco el campamento de Elio,
derrotándolo y dispersando su fuerza el 7 de junio de
1807. Los ingleses comenzaron a usar a Montevideo como base para
el contrabando, logrando que sus mercaderías penetraran en
las colonias españolas. Además emprendieron una
guerra propagandística mediante la distribución de
un periódico pro británico. El 10 de mayo de 1807
llego a Montevideo Whitelocke que asumió el mando de todas
las fuerzas inglesas. El 28 de junio desembarcaron los ingleses
en Ensenada, enfrentando las resistencias de una fuerza local que
fue prontamente desbaratada, iniciando la marcha sobre Buenos
Aires. Entre tanto llego de España una resolución
que declaraba a Ruiz Huidobro como virrey, pero al hallarse este
prisionero de los ingleses, la Audiencia resolvió la
continuidad de Liniers en el cargo. El 4 de julio el ejercito
ingles se aproximo a la ciudad de Buenos Aires. Liniers salio a
enfrentarlos en Plaza Miserere siendo derrotado. Ante la ominosa
situación el alcalde de Buenos Aires, Alzaga ordeno
fortificar la ciudad, se cavaron trincheras y se hicieron
barricadas, a la vez que la población se levanto en armas
para enfrentar a los ingleses. El 5 de julio los ingleses
partiendo de Miserere se dividieron en 12 columnas para penetrar
en la ciudad confiados de la victoria. Los sorprendió una
encarnizada resistencia y una lucha cuerpo a cuerpo. La
población utilizo casi cualquier medio para combatir a los
ingleses, el más famoso fue el de arrojar aceite hirviendo
desde las terrazas de las casas a las columnas británicas
(aunque algunos historiadores afirman que era agua hirviendo ya
que el aceite en esa época era un articulo muy caro). Los
ingleses no pudieron tomar la ciudad y sufrieron una gran
cantidad de bajas. Liniers le ofreció a Whitelocke la
rendición la cual el comandante británico acepto.
Las tropas británicas debieron retirarse del Río de
la Plata y devolver al Virreinato del Río de la Plata las
ciudades tomadas.

Consecuencias de las
invasiones

Las invasiones inglesas sentaron un precedente para la
Revolución de Mayo de 1810, ya que demostraron que las
colonias podían defenderse por su cuenta sin ayuda de la
metrópoli, a la vez que el nombramiento de Liniers y una
serie de decisiones que se tomaron de manera local, sirvieron
como precedente de la autodeterminación que podía
ser ejercida.

Virreinato de
Liniers

En mayo de 1808 llegó una real cédula de
Carlos IV en la que se conformaba Liniers como virrey interino
del Río de la Plata, Liniers[14]

Durante su gobierno se produjeron los siguientes sucesos
de importancia:

Ante la invasión de España, y la puesta en
prisión del rey y la renuncia de los Borbones al trono a
favor de José Napoleón, habiéndose enterados
en Río de Janeiro, la princesa Carlota Joaquina
reclamó sus aspiraciones al trono de España,
sosteniendo sus derechos a gobernar toda la América
hispana como regente, y defenderla de la probable invasión
francesa. Pero todas las tratativas de coronarla reina
fracasaron, el regente de Portugal, su esposo Juan VI, va a
oponerse a la idea que era apoyada por Lord Strangford, embajador
de Inglaterra en Río de Janeiro, y no permite a Carlota
Joaquina a su viaje al Río de la Plata.

En el virreinato del Río de la Plata, las
autoridades porteñas y Liniers rechazaban de plano las
pretensiones portuguesas.

El Marqués de
Sassenay:

Sassenay era amigo personal de Liniers, emigrado de la
revolución francesa como tantos otros nobles primero hacia
los Estados Unidos y llegado a Buenos Aires en 1800 cuándo
se permitió el comercio con neutrales, así
conoció al entonces capitán de la flotilla fluvial,
Santiago de Liniers.

Volvió a vivir Sassenay en Francia en 1803,
allí fue convocado por Napoleón desde Bayona, con
la finalidad de realizar una misión inmediata al
Río de la Plata para convencer al virrey Liniers para que
en su condición de francés apoye a la Francia de
Napoleón.

El emperador le ordenó que haga su testamento y
que se embarque de inmediato para América. Traía
dos cartas, una del mariscal Murat y otra del ministro Champagny,
las dos tenían el objeto de convencer a Liniers en poner
estas tierras bajo el dominio de Francia. Sassenay venía
acompañado de Louis Liniers, hijo del virrey.

Liniers recibió al enviado de Napoleón en
compañía del cabildo y la audiencia, le hizo dejar
los papeles que se leyeron en su ausencia y se debatió la
propuesta, y fue rechazada, por lo que se le sugirió a
Sassenay a embarcarse en un navío rumbo a Francia, el mal
tiempo le jugó una mala pasada y tuvo que recalar en
Montevideo en dónde el Gobernador Elío, pensando
que este llevaba a Napoleón informaciones secretas, lo
dejó en prisión casi diez meses, luego fue liberado
en un cambio de prisioneros, para llegar a Francia con su
misión fracasada, lo que hizo que no fuera atendido por
Napoleón, quién no aceptaba los fracasos por "mala
estrella", terminando a su vida mediocre de noble
provinciano.

Rivalidad del Cabildo
y el Virrey y la Asonada de 1809

Después de las invasiones inglesas, el cabildo
adquirió un gran prestigio, esto motivó a que
actuaran sobre la figura de virrey, de quien dudaban de su
fidelidad hacia España por su condición de
ciudadano francés.

Se organizó un movimiento en su contra, los
integrantes del grupo bajo la dirección del rico
comerciante español Martín de
Álzaga.

El Cabildo de Buenos Aires guiado por Álzaga
envió un memorial a España solicitando el reemplazo
de Liniers, y prepararon un movimiento para deponerlo, fijaron la
fecha para el día 1º de enero de 1809, fecha en que
el Cabildo elegía anualmente a sus miembros integrantes. Y
según rumores existente, Liniers iba a nombrar a
candidatos que favorecieran a su persona. Por lo que era
necesario impedir esta maniobra.

El 1º de enero en horas de la mañana los
conjurados irrumpieron en la Plaza Mayor a los gritos de
"¡Junta como en España!" "¡Abajo el
francés Liniers!". De inmediato se convocó a una
Cabildo abierto en dónde se nombró una Junta
Suprema compuesta exclusivamente por españoles, aunque sus
secretarios eran dos criollos, Mariano Moreno y Julián de
Leiva.

Los miembros de la Junta se trasladaron al Fuerte para
comunicar al virrey su destitución, pero cuando
éste se disponía a acatarla, los jefes militares a
las órdenes de Cornelio Saavedra lograron desbaratar la
conspiración.

Liniers destruyó el acta de su renuncia y
Álzaga y cuatro de los principales cabecillas miembros del
cabildo fueron condenados al destierro y embarcados a Carmen de
Patagones, pero Elío envió una nave que los
rescató y los llevó a Montevideo.

El Virrey
Cisneros

Álzaga y sus amigos desde Montevideo enviar
cartas a la Junta central de Sevilla con graves acusaciones a
Liniers, en especial pesaba su nacionalidad francesa, y la Junta
decidió destituirlo y colocar en su reemplazo a don
Baltasar Hidalgo de Cisneros[15]

Cisneros se embarcó en Cádiz rumbo a
Montevideo, lo acompañaba Vicente Nieto quien
reemplazaría al gobernador Elío, y Elío
recibió en Montevideo el apoyo total de los jefes
criollos, lo que hizo que Cisneros dejara a Elío en su
cargo y disponiendo que nieto se dirigiera a Buenos Aires en el
cargo de inspector general de armas.

Cisneros depuso a la Junta de Buenos Aires. Liniers
viajó a la Colonia y volvió a Buenos Aires en
compañía del nuevo virrey, sin que se produzcan
ningún acto de hostilidad. Cisneros en Buenos Aires
adoptó una actitud conciliadora.

Movimientos Revolucionarios en el Alto
Perú:

Sublevación de
Tupac Amaru

El régimen empleado por los corregidores para
tratar a los indios originó diversas
rebeliones.

En el sur del Perú la zona más afectada
por los abusos eran los distritos de Tinta y Cayanta.

Tupac Amaru: José Gabriel Codorcanqui,
descendiente del cacique Tupac Amaru y llamado con el mismo
nombre, educado por los jesuitas en el Cuzco, culto e inteligente
reconocido como cacique de Tungasuca (Tinta). Trató de
mejorar la condición de sus hermanos, pero no fue
escuchado en sus reclamos por las autoridades
españolas.

En noviembre de 1780, apresó al corregidor de
Tinta, don Antonio Arriaga y lo hizo ejecutar en la Plaza del
Pueblo de Tungasuca, a partir de ese momento comenzó la
sublevación general de los indígenas, que
obtuvieron unos éxitos parciales, pero no pudieron ocupar
el Cuzco. Estos levantamientos alarmaron a los españoles,
y los virreyes del Perú y del Río de la Plata
enviaron a los generales del Valle y Flores, respectivamente. Del
Valle derrotó a los insurrectos en la batalla de
Combapata, en marzo de 1781 y Tupac Amaru traicionado por una
parte de sus hombres fue entregado a los españoles con
toda su familia y parientes.

Fueron condenados a los más crueles suplicios. A
Tupac Amaru le cortaron la lengua y sus extremidades fueron
atadas a cuatro caballos que tiraron en distintas direcciones
para destrozarlo, pero como no lo consiguieron, lo decapitaron y
despedazaron, y su cuerpo en pedazos fue expuesto al
público en muchas poblaciones.

En Chuquisaca:

Se va producir como consecuencia de la
reclamación al trono de la princesa Carlota Joaquina, se
llamaría el silogismo de Chuquisaca:

Premisa mayor: "Las Indias son un dominio personal del
rey y no de España".

Premisa menor: "El rey está impedido de
reinar".

Conclusión: "Luego la Indias deben gobernarse
así mismas desentendiéndose de
España".

Se va a producir un gran debate entre los carlotistas y
los españoles y como consecuencia de esto se produjo un
levantamiento en toda la ciudad, en contra del Brigadier General
de Sevilla y delegado de la Junta, Juan Manuel de Goyeneche,
quien deberá huir de la ciudad.

En la Paz:

Desde Buenos Aires llegan las noticias de lo sucedido en
Bayona lo que produjo en la ciudad, acusaciones en contra de
Tomás Rodríguez de Palma y de Pedro Murillo, de
tramar una revolución al intendente Burgunyo, los dos
querían establecer "una confederación de
república municipales independientes". Palma fue
desterrado y Murillo absuelto por negar estar en el movimiento
revolucionario.

Los dos revolucionarios eran jefes mestizos por lo que
pretendían, según testigos la
"rehabilitación de la raza".

Otro movimiento se produjo un jueves santo 30 de marzo
de 1809, encabezado por Juan Pedro de Indaburu y Manuel Vicente
García Lanza, este movimiento fue sofocado.

Los Comuneros del
Paraguay y los comuneros de Corrientes

Paraguay parte del Virreinato no quedó exceptuada
de las penurias feroces de la conquista, se organizó
lentamente, es una de las más antiguas fundaciones, por
eso se la llama "madre de ciudades". Su lento progreso fue
consecuencia de los malos gobiernos que tuvo.

Todos estos trastornos que ocurrieron en Paraguay,
tendrían repercusión en Corrientes, por el
constante contacto que tenían ambas regiones, y Corrientes
era receptora de las consecuencias de malestares
políticos.

En Paraguay gobernaba Diego de Reyes Antequera,
ambicioso gobernador que residía en la ciudad de
Asunción, opositor al cabildo, y apoyado por los
religiosos de la Orden de San Ignacio de Loyola (jesuitas) que
apuntalaron su mala gestión de gobierno, esto produjo un
conflicto de poderes, los vecinos cansados de los desmanes, se
quejaron al Audiencia de Charcas, que nombró juez al
doctor José de Antequera, hombre inteligente y de
carácter.

Antequera instruyó proceso a Reyes Balmaceda
obligándole a huir haciendo abandono del gobierno,
Antequera asumió el cargo de gobernador con la
aprobación de los paraguayos.

Pero los jesuitas movieron sus influencias consiguiendo
reponer a Reyes Balmaceda en el poder de gobernador.

El gobernador del Río de la Plata Bruno Mauricio
de Zabala, quedó encargado de cumplir con la orden emanada
de Lima, Perú, y por intermedio del general Baltasar
García Ros al mando de un ejército de 150 hombres y
2.000 catecúmenos, en la batalla de Tebicuarí,
fueron derrotados por las fuerzas paraguayas de
Antequera.

En represalia Zabala atacó a los paraguayos con
fuerzas de Buenos Aires, Santa Fe, de Corrientes, y
catecúmenos. Ante esto Antequera huyó sin oponer
resistencia, las cosas volvieron a su antigua situación,
pero el gobierno de Paraguay quedó en manos de
Martín de Barúa.

Esto produce en los influyentes religiosos jesuitas
mayor soberbia y venganza. A Antequera lo encarcelaron y luego de
un juicio que duró cinco años lo mandaron al
patíbulo.

Pero el pueblo paraguayo comenzó a secretamente
organizarse en contra, y más tarde ya en forma manifiesta,
se organizaron como una especie de logia secreta como los
comuneros españoles, que nació del seno de la
masonería.

Corrientes simpatizó con el movimiento paraguayo,
se sentían identificados los vecinos de Corrientes, porque
sufrían el mismo dilema, había odio contra los
excesos que cometían las autoridades que tenían el
apoyo de los jesuitas, que tenían un afán desmedido
de poder y de riquezas, que atentaban en contra de los intereses
de los vecinos de Corrientes.

La idea comunera se hizo fuerte en los criollos cuando
el gobernador Zabala quiso impedir el avance de los paraguayos
sobre el Tebicuarí, pasando por Itatí al Paraguay,
los correntinos se sublevaron manifestando que no
pelearían contra sus hermanos paraguayos, gritando:
¡Viva el Común!, tomando prisionero al lugarteniente
de Zabala y es enviado al Paraguay.

En el año 1730 llegó al Paraguay evadido
de la cárcel de Lima, Fernando de Monpó y Zayas,
quien estando en prisión trabó amistad con
Antequera, comulgando con las ideas liberales. Y en
Asunción va a ser recibido con alegría por los
paraguayos, manteniendo allí reuniones secretas,
instruyéndose en la Doctrina del Común. Estas ideas
van captando adeptos y propagándose los principios
revolucionarios que culminan en Corrientes en 1732 y luego en
1764.

Corrientes y el primer movimiento
comunero en 1732:

En 1732 el gobernador del Río de la Plata Zabala
ordenó al gobernador de Corrientes don Gerónimo
Fernández detener el avance de los comuneros del Paraguay
y auxiliara a los jesuitas que se coloque al frente de las
milicias guaraníes que se encontraban cerca del río
Tebicuarí. Que con 200 hombres de refuerzos de
Itatí se sumen al ejército de guaraníes, se
designó al Mayor Juan Antonio de Arriola al frente de
estos hombres, este desobedeció las órdenes y
regresó a Itatí, El teniente gobernador
ordenó encarcelar a Arriola y a sus capitanes, y lo
reemplazó por el Mayor Tomás Galarza.

Estas medidas caldeó más los ánimos
y el 8 de mayo las fuerzas correntinas se sublevaron al grito de:
¡Viva el Común!, sometiendo a la guarnición
del cuartel y apresando al gobernador Fernández, lo
engrillaron y lo enviaron a Asunción del Paraguay para que
lo juzguen los comuneros paraguayos.

El movimiento triunfó en Corrientes y se
propagó por el interior.

Con el fin de apaciguar los ánimos Zabala
designó como intermediarios a dos vecinos caracterizados,
el alguacil Mayor don Adriano de Cabrera y Cañete y don
Domingo Lezcano, para dialogar con las autoridades comuneras, en
forma simultánea con la salida de estos vecinos con la
misión encomendada, Corrientes envió al Regidor don
Ignacio Soto don Miguel Esquivel para entrevistarse con Zabala.
Éste no recibió a los correntinos y a su vez los
revolucionarios hicieron lo mismo con los enviados de
Zabala.

Zabala insistió en conciliar y para ello
designó al Obispo Fray Juan de Arregui ofreciendo el
olvido de lo pasado para pacificar la situación, el
religioso consiguió convencer a los correntinos, y se
nombró Teniente Gobernador a don Antonio Sánchez
Moreno.

Nuevo levantamiento de los comuneros en
Corrientes en 1764:

A Zabala lo sucede como gobernador de Buenos Aires el
General Pedro Ceballos, que se definió inmediatamente a
favor del partido de los jesuitas, favoreciendo más a la
Orden de Loyola, designó para gobernar a Corrientes a
Bernardo López Luján.

Este nuevo gobernante era un hombre inescrupuloso y
arbitrario, cuando Ceballos recibió la orden de tomar la
ciudad de Colonia en la Banda Oriental, en momentos de la guerra
de España con Portugal, López Luján
envió una guarnición de 200 hombres que
debían unirse con los indios de los misioneros, y estos se
negaron a combatir con los catecúmenos, desertando todos,
Ceballos insistió reclutando otros 200 hombres colocando
bajo el mando de José de Barrenechea, volvieron a
sublevarse apresando a Barrenechea y lo envían a colonia
par que sea juzgado por las autoridades de Colonia.

Ceballos decidió cambiar de Teniente Gobernador y
suplantó López Luján por Manuel de Ribera y
Miranda, dándole amplias facultades.

Este en Corrientes ampliamente favoreció a los
jesuitas y mandó fortificar su casa con guardias y
centinelas, colocó cepos, y una horca para ajusticiar a
los comuneros rebeldes, y mandó apresar Diego
Fernández, Pedro Casajús, Sebastián de
Casajús, al cura de Saladas José de Casajús
y a otros ciudadanos notables que no cometieron delito alguno,
sólo que coincidían con las ideas del
Común.

Estos excesos provocaron la revuelta de las milicias
correntinas que tomaron preso a Ribera y Miranda, y colocaron en
el gobierno a Pedro de Nolasco Pabón como Teniente
Gobernador.

En 1776 Ceballos envió al irlandés al
servicio de España, el Teniente Coronel Carlos Morphy, con
un ejército para establecer orden en Corrientes, lo
tenía que acompañar el auditor de guerra Juan
Manuel de Labardén, que debería informar
detalladamente los acontecimientos y de las personas que
participaron en las revueltas.

Morphy cometió excesos confiscando bienes y
torturando a los ciudadanos con falsos testimonios, en especial a
los de condición humilde.

Ceballos va a ser reemplazado como Gobernador de Buenos
Aires, por Francisco de Paula Buccarelli y Ursúa, quien va
a hacer justicia en Corrientes, libertando a los vecinos
apresados y restituir los bienes confiscados, actos de justicia
en los que tomó parte Labardén a favor de la causa
de los comuneros.

Estos acontecimientos calan hondo en los criollos,
gemina el poderío de los jesuitas en América, y
nacía el patriciado en el campo político con las
siguientes denominaciones, "mancebos de la tierra", "comuneros",
y "partido criollo", quienes luego van a ser protagonistas en la
Revolución de Mayo y en la Libertad de
América.

La
Representación de los Hacendados

Tal vez el texto central que permita
comprender en términos socioeconómicos el proceso
revolucionario de Mayo de 1810, sea "La Representación de
los Hacendados". Lo escribió Mariano Moreno, con lucidez
vanguardista. Supo ver la potencia de una clase emergente
entonces, la de los agricultores y labradores de la provincia de
Buenos Aires.Moreno fue el abogado y el apoderado de los hombres
de campo, y el hacedor intelectual de una nueva alianza entre el
poder político y el sistema productivo ruralista.Se
trataba de abrir las exportaciones del sector agrario. Los
hacendados emergían, producían y pagaban impuestos
a la nueva Junta de Gobierno. Habían estado oprimidos bajo
el dominio español, asociado económicamente a la
extracción metalífera del Alto Perú. Pero
aquel ciclo económico terminó cuando empezó
el siglo XIX. Los metales preciosos de las minas habían
sido extraídos en su totalidad, y la mano de obra de
aquellas minas como se sabe prácticamente exterminada bajo
generaciones de trabajo infrahumano. Mariano Moreno quiso
convencer al Virrey Cisneros, el último Virrey, de la
necesidad de modificar el esquema económico, y del
necesario acercamiento a las necesidades de los ruralistas. No
funcionó con Cisneros, pero funcionó
después. El proyecto de Mayo, de la mano de Mariano Moreno
y de su Representación de los Hacendados, diseña el
modelo agro exportador.El campo, con su dinamismo, su movilidad y
su eficiencia constituyó la maquinaria estructural
generadora de riquezas, bien o mal distribuidas luego.

Ese es el origen material del 25 de
Mayo.

La Revolución de Mayo
modificó substancialmente el sistema recaudador del
Río de la Plata, antes dependiente del Alto Perú y
tras la Revolución beneficiario de las regalías que
provenían de la producción rural. Semana de
Mayo

La Semana de Mayo es la semana que transcurre entre el 18 y el
25 de mayo de 1810, que se inició con la
confirmación de la caída de la Junta de Sevilla y
desembocó en la destitución de Cisneros y la
asunción de la Primera Junta.

El 14 de mayo arribó al puerto de Buenos Aires la
goleta de guerra británica HMS Mistletoe procedente de
Gibraltar con periódicos del mes de enero que anunciaban
la disolución de la Junta de Sevilla al ser tomada esa
ciudad por los franceses, que ya dominaban casi toda la
Península, señalando que algunos diputados se
habían refugiado en la isla de León en
Cádiz. La Junta era uno de los últimos bastiones
del poder de la corona española, y había
caído ante el imperio napoleónico, que ya
había alejado con anterioridad al rey Fernando VII
mediante las Abdicaciones de Bayona. El día 17 se
conocieron en Buenos Aires las noticias coincidentes llegadas a
Montevideo el día 13 en la fragata británica HMS
John Paris, agregándose que los diputados de la Junta de
Sevilla habían sido rechazados estableciéndose una
Junta en Cádiz. Se había constituido un Consejo de
Regencia de España e Indias, pero ninguno de los dos
barcos transmitió esa noticia. Cisneros intentó
ocultar las noticias estableciendo una rigurosa vigilancia en
torno a las naves de guerra británicas e incautando todos
los periódicos que desembarcaron de los barcos, pero uno
de ellos llegó a manos de Manuel Belgrano y de Juan
José Castelli. Éstos se encargaron de difundir la
noticia, que ponía en entredicho la legitimidad del
virrey, nombrado por la Junta caída.

También se puso al tanto de las noticias a Cornelio
Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, que en ocasiones
anteriores había desaconsejado tomar medidas contra el
virrey. Saavedra consideraba que, desde un punto de vista
estratégico, el momento ideal para proceder con los planes
revolucionarios sería el momento en el cual las fuerzas
napoleónicas lograran una ventaja decisiva en su guerra
contra España. Al conocer las noticias de la caída
de la Junta de Sevilla, Saavedra consideró que el momento
idóneo para llevar a cabo acciones contra Cisneros
había llegado. El grupo encabezado por Castelli se
inclinaba por la realización de un cabildo abierto,
mientras los militares criollos proponían deponer al
virrey por la fuerza.

Viernes 18 de mayo

Ante el nivel de conocimiento público alcanzado
por la noticia de la caída de la Junta de Sevilla,
Cisneros realizó una proclama en donde reafirmaba gobernar
en nombre del rey Fernando VII, para intentar calmar los
ánimos. Cisneros habló de la delicada
situación en la Península, pero no confirmó
en forma explícita que la Junta había caído,
si bien era consciente de ello. Parte de la proclama decía
lo siguiente:

En América española subsistirá el
trono de los Reyes Católicos, en el caso de que sucumbiera
en la península. No tomará la superioridad
determinación alguna que no sea previamente acordada en
unión de todas las representaciones de la capital, a que
posteriormente se reúnan las de sus provincias
dependientes, entretanto que de acuerdo con los demás
virreinatos se establece una representación de la
soberanía del señor Fernando VII.

El grupo revolucionario principal se reunía
indistintamente en la casa de Nicolás Rodríguez
Peña o en la jabonería de Hipólito Vieytes.
Concurrían a esas reuniones, entre otros, Juan José
Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Antonio Luis
Beruti, Chiclana, Darragueira, Thompson, Juan José
Viamonte. Otro grupo se reunía en la quinta de Orma,
encabezado por fray Ignacio Grela y entre los que destacaba
Domingo French.

Algunos criollos se reunieron esa noche en la casa
Rodríguez Peña. Cornelio Saavedra, quien se hallaba
en San Isidro, fue llamado de urgencia y concurrió a la
reunión en la que se decidió solicitar al virrey la
realización de un cabildo abierto para determinar los
pasos a seguir por el virreinato. Para esa comisión,
fueron designados Castelli y Martín Rodríguez.

Sábado 19 de mayo

Tras pasar la noche tratando el tema, durante la mañana
(sin dormir) Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de
primer voto Juan José de Lezica y Castelli con el
síndico procurador, Julián de Leiva, pidiendo el
apoyo del Cabildo para gestionar ante el virrey un cabildo
abierto, expresando que de no concederse, lo haría por
sí solo el pueblo o moriría en el intento.

Domingo 20 de mayo

Lezica transmitió a Cisneros la petición
que había recibido, y éste consultó a Leyva,
quien se mostró favorable a la realización de un
cabildo abierto. Antes de tomar una decisión el virrey
citó a los jefes militares para que se presenten a las
siete horas de la tarde en el fuerte. Según cuenta
Cisneros en sus Memorias, les recordó: las
reiteradas protestas y juramentos de fidelidad con que me
habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden
público y les exhorté a poner en ejercicio su
fidelidad al servicio de S.M. y de la patria. Como Cisneros
reclamó una respuesta a su petición de apoyo, el
coronel criollo Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de
Patricios e integrante de la Sociedad de los Siete,
respondió a nombre de todos los criollos
diciendo:

Señor, son muy diversas las épocas del
1º de enero de 1809 y la de mayo de 1810, en que nos
hallamos. En aquella existía la España, aunque ya
invadida por Napoleón; en ésta, toda ella, todas
sus provincias y plazas están subyugadas por aquel
conquistador, excepto solo Cádiz y la isla de León,
como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E. en su
proclama de ayer. ¿Y qué, señor?
¿Cádiz y la isla de León son España?
¿Los derechos de la Corona de Castilla a que se
incorporaron las Américas, han recaído en
Cádiz y la isla de León, que son una parte de las
provincias de Andalucía? No señor, no queremos
seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los
franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y
conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad
para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la
tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando
para sostenerse en ella.

Al anochecer se produjo una nueva reunión en casa
de Rodríguez Peña, en donde los jefes militares
comunicaron lo ocurrido. Se decidió enviar inmediatamente
a Castelli y a Martín Rodríguez a entrevistarse con
Cisneros en el fuerte, facilitando su ingreso el comandante
Terrada de los granaderos provinciales que se hallaban de
guarnición ese día. El virrey se hallaba jugando a
los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe y el
edecán Coicolea cuando los comisionados irrumpieron.
Martín Rodríguez en sus Memorias
relató cómo fue la entrevista, en donde Castelli se
dirigió a Cisneros así:

Excelentísimo señor: tenemos el
sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el
ejército, que están en armas, a intimar a V.E. la
cesación en el mando del virreinato.

Cisneros respondió:

¿Qué atrevimiento es éste?
¿Cómo se atropella así a la persona del Rey
en su representante?

Pero Rodríguez (según sus
Memorias) lo detuvo advirtiéndole:

Señor: cinco minutos es el plazo que
se nos ha dado para volver con la contestación, vea V.E.
lo que hace.

Solamente defendió la posición de Cisneros
el síndico procurador del Cabildo, Julián de Leyva.
Ante la situación, Caspe llevó a Cisneros a su
despacho para deliberar juntos unos momentos y luego regresaron.
El virrey se resignó y permitió que se realizara el
cabildo abierto. Según cuenta Martín
Rodríguez en sus Memorias póstumas,
escritas muchos años después, sus palabras
fueron:

Señores, cuanto siento los males que van a venir
sobre este pueblo de resultas de este paso; pero puesto que el
pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan
ustedes lo que quieran.

El cabildo abierto se celebraría el 22 de mayo
siguiente.

Esa misma noche se celebró una obra de teatro
cuyo tema era la tiranía, llamada "Roma Salvada",
a la cual concurrieron buena parte de los revolucionarios. El
jefe de la policía intentó convencer al actor de
que no se presentara y que, con la excusa de que éste
estuviera enfermo, la obra se reemplazara con
"Misantropía y arrepentimiento", del poeta
alemán Kotzebue. Los rumores de censura policial se
extendieron con rapidez, por lo que Morante salió e
interpretó la obra prevista, en la cual interpretaba a
Cicerón. En el cuarto acto, Morante exclamaba lo
siguiente:

Entre regir al mundo o ser esclavos ¡Elegid,
vencedores de la tierra! ¡Glorias de Roma, majestad herida!
¡De tu sepulcro al pie, patria, despierta! César,
Murena, Lúculo, escuchadme: ¡Roma exige un caudillo
en sus querellas! Guardemos la igualdad para otros tiempos:
¡El Galo ya está en Roma! ¡Vuestra empresa del
gran Camilo necesita el hierro! ¡Un dictador, un vengador,
un brazo! ¡Designad al más digno y yo lo
sigo!

Dicha escena encendió los ánimos
revolucionarios, que desembocaron en un aplauso frenético
a la obra. El propio Juan José Paso se levantó y
gritó "¡Viva Buenos Aires libre!".

Lunes 21 de mayo

Invitación al Cabildo abierto del 22
de mayo.

A las 3, el Cabildo inició sus trabajos de
rutina, pero se vieron interrumpidos por 600 hombres armados,
agrupados bajo el nombre de "Legión Infernal", que
ocuparon la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, y exigieron
a gritos que se convocase a un Cabildo Abierto y se destituyese
al virrey Cisneros. Llevaban un retrato de Fernando VII y en el
ojal de sus chaquetas una cinta blanca que simbolizaba la unidad
criollo-española. Entre los agitadores se destacaron
Domingo French y Antonio Beruti. Estos desconfiaban de Cisneros y
no creían que fuera a cumplir su palabra de permitir la
celebración del cabildo abierto del día siguiente.
El síndico Leiva no tuvo éxito en calmar a la
multitud al asegurar que el mismo se celebraría como
estaba previsto. La gente se tranquilizó y dispersó
gracias a la intervención de Cornelio Saavedra, jefe del
Regimiento de Patricios, que aseguró que los reclamos de
la Legión Infernal contaban con su apoyo
militar.

El 21 de mayo se repartieron 450 invitaciones entre los
principales vecinos y autoridades de la capital. La lista de
invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los
vecinos más prominentes de la ciudad; pero el encargado de
su impresión Agustín Donado (compañero de
French y Beruti) imprimió muchas más de las
necesarias y las repartió entre los criollos.

El Excmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva
asistir, precisamente mañana 22 del corriente, á
las nueve, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo
abierto que con avenencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado
celebrar; debiendo manifestar esta esquela á las tropas
que guarnecerán las avenidas de esta plaza, para que se le
permita pasar libremente.

Martes 22 de mayo

De los 450 invitados al cabildo abierto solamente
participaron unos 251. French y Beruti, al mando de 600 hombres
armados con cuchillos, trabucos y fusiles, controlaron el acceso
a la plaza, con la finalidad de asegurar que el cabildo abierto
fuera copado por criollos.

El cabildo abierto se prolongó desde la
mañana hasta la medianoche, contando con diversos
momentos, entre ellos la lectura de la proclama del Cabildo, el
debate, "que hacía de suma duración el acto", como
se escribió en el documento o acta, y la votación,
individual y pública, escrita por cada asistente y pasada
al acta de la sesión.

El debate en el cabildo tuvo como tema principal la
legitimidad o no del gobierno y de la autoridad del virrey. El
principio de la retroversión de la soberanía
planteaba que, desaparecido el monarca legítimo, el poder
volvía al pueblo; y que éste tenía derecho a
formar un nuevo gobierno.

Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que
sostenían que la situación debía mantenerse
sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los
que sostenían que debía formarse una junta de
gobierno en su reemplazo, al igual que en España. No
reconocían la autoridad del Consejo de Regencia
argumentando que las colonias en América no habían
sido consultadas para su formación. El debate
abarcó también, de manera tangencial, la rivalidad
entre criollos y españoles peninsulares, ya que quienes
proponían mantener al virrey consideraban que la voluntad
de los españoles debía primar por sobre la de los
criollos.

Uno de los oradores de la primera postura fue el obispo
de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, líder de la
iglesia local. Lué y Riega sostenía lo
siguiente:

No solamente no hay por qué hacer novedad con el
virrey, sino que aún cuando no quedase parte alguna de la
España que no estuviese sojuzgada, los españoles
que se encontrasen en la América deben tomar y reasumir el
mando de ellas y que éste sólo podría venir
a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese un
español en él. Aunque hubiese quedado un solo vocal
de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo
deberíamos recibir como al Soberano.

Juan José Castelli habló a
continuación, sostenía que los pueblos americanos
debían asumir la dirección de sus destinos hasta
que cesara el impedimento de Fernando VII de regresar al
trono.

Desde la salida del Infante don Antonio, de Madrid,
había caducado el Gobierno Soberano de España, que
ahora con mayor razón debía considerarse haber
expirado con la disolución de la Junta Central, porque,
además de haber sido acusada de infidencia por el pueblo
de Sevilla, no tenía facultades para el establecimiento
del Supremo Gobierno de Regencia; ya porque los poderes de sus
vocales eran personalísimos para el gobierno, y no
podrían delegarse, ya por la falta de concurrencia de los
Diputados de América en la elección y
establecimiento de aquel gobierno, deduciendo de aquí su
ilegitimidad, la reversión de los derechos de la
Soberanía al pueblo de Buenos Aires y su libre ejercicio
en la instalación de un nuevo gobierno, principalmente no
existiendo ya, como se suponía no existir, la
España en la dominación del señor don
Fernando Séptimo.

Pascual Ruiz Huidobro expuso que, dado que la autoridad que
había designado a Cisneros había caducado,
éste debía considerarse separado de toda
función de gobierno, y que en su función de
representante del pueblo el Cabildo debía asumir y ejercer
la autoridad.

El fiscal Manuel Genaro Villota, representante de los
españoles más conservadores, señaló
que la ciudad de Buenos Aires no tenía derecho a tomar
decisiones unilaterales sobre la legitimidad del virrey o el
Consejo de Regencia sin hacer partícipes del debate a las
demás ciudades del Virreinato. Argumentaba que ello
rompería la unidad del país y establecería
tantas soberanías como pueblos. Juan José Paso le
dio la razón en el primer punto, pero adujo que la
situación del conflicto en Europa y la posibilidad de que
las fuerzas napoleónicas prosiguieran conquistando las
colonias americanas demandaban una solución urgente. Adujo
entonces el argumento de la hermana mayor, por la cual Buenos
Aires tomaba la iniciativa de realizar los cambios que juzgaba
necesarios y convenientes, bajo la expresa condición de
que las demás ciudades serían invitadas a
pronunciarse a la mayor brevedad posible. La figura
retórica de la "Hermana mayor", comparable a la
gestión de negocios, es un nombre que hace una
analogía entre la relación de Buenos Aires y las
otras ciudades del Virreinato con una relación filial.

La postura de Cornelio Saavedra fue la que acabó
imponiéndose.

El cura Juan Nepomuceno Solá opinaba que el mando
debía entregarse al Cabildo, pero sólo en forma
provisional, hasta la realización de una junta gubernativa
con llamamiento a representantes de todas las poblaciones del
virreinato.

Cornelio Saavedra propuso que el mando se delegase en el
Cabildo hasta la formación de una junta de gobierno, en el
modo y forma que el cabildo estimara conveniente. Hizo resaltar
la frase de que "(…) y no queda duda de que el pueblo es el que
confiere la autoridad o mando". A la hora de la votación,
la postura de Castelli se acopló a la de Saavedra.

Luego de los discursos, se procedió a votar por
la continuidad del virrey, solo o asociado, o por su
destitución. La votación duró hasta la
medianoche, y se decidió por amplia mayoría
destituir al virrey: 155 votos contra 69. Los votos contrarios a
Cisneros se distribuyeron de la siguiente manera:

  • Fórmula según la cual la
    autoridad recae en el Cabildo: 4 votos

  • Fórmula de Juan Nepomuceno de
    Sola: 18 votos

  • Fórmula de Pedro Andrés
    García, Juan José Paso y Luis José
    Chorroarín: 20 votos.

  • Fórmula de Ruiz Huidobro: 25
    votos

  • Fórmula de Saavedra y Castelli:
    87 votos

A la madrugada del día 23 se
emitió el siguiente documento:

Hecha la regulación con el más prolijo
examen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe
cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el
Excmo. Cabildo hasta la erección de una Junta que ha de
formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime
conveniente.

Miércoles 23 de
mayo

Tras la finalización del Cabildo abierto se
colocaron avisos en diversos puntos de la ciudad que informaban
de la creación de la Junta y la convocatoria a diputados
de las provincias, y llamaba a abstenerse de intentar acciones
contrarias al orden público.

Jueves 24 de mayo

Domingo French, uno de los líderes
de los movimientos revolucionarios populares.

El día 24 el Cabildo, a propuesta del
síndico Leyva, conformó la nueva Junta, que
debía mantenerse hasta la llegada de los diputados del
resto del Virreinato. Estaba formada por:

  • Presidente y comandante de
    armas
    : Baltasar Hidalgo de Cisneros

  • Vocales: Cornelio Saavedra
    (criollo), Juan José Castelli (criollo), Juan
    Nepomuceno Solá (español) y José Santos
    Incháurregui (español).

Dicha fórmula respondía a la propuesta del
obispo Lué y Riega de mantener al virrey en el poder con
algunos asociados o adjuntos, a pesar de que en el Cabildo
abierto la misma hubiera sido derrotada en las elecciones. Los
cabildantes consideraban que de esta forma se contendrían
las amenazas de revolución que tenían lugar en la
sociedad.[28]
Asimismo, se incluyó un reglamento constitucional de 13
artículos, redactado por Leyva, que regiría el
accionar de la Junta. Entre los principios incluidos, se
preveía que la Junta no ejercería el poder
judicial, que sería ejercido por la Audiencia; que
Cisneros no podría actuar sin el respaldo de los otros
integrantes de la Junta; que el cabildo podría deponer a
los miembros de la Junta que faltasen a sus deberes y
debía aprobar las propuestas de nuevos impuestos; que se
sancionaría una amnistía general respecto a las
opiniones emitidas en el cabildo abierto del 22; y que se
pediría a los cabildos del interior que enviaran
diputados. Los comandantes de los cuerpos armados dieron su
conformidad, incluyendo a Saavedra y Pedro Andrés
García.

Cuando la noticia fue dada a conocer, tanto el pueblo
como las milicias volvieron a agitarse, y la plaza fue invadida
por una multitud comandada por French y Beruti. La permanencia de
Cisneros en el poder, aunque fuera con un cargo diferente al de
virrey, era vista como una burla a la voluntad del Cabildo
Abierto. El coronel Martín Rodríguez lo explicaba
así:

Si nosotros nos comprometemos a sostener esa
combinación que mantiene en el gobierno a Cisneros, en muy
pocas horas tendríamos que abrir fuego contra nuestro
pueblo, nuestros mismos soldados nos abandonarían; todos
sin excepción reclaman la separación de
Cisneros.

Hubo una discusión en la casa de Rodríguez
Peña, en donde se llegó a dudar de la lealtad de
Saavedra. Castelli se comprometió a intervenir para que el
pueblo fuera consultado nuevamente, y entre Mariano Moreno,
Matías Irigoyen y Feliciano Chiclana se calmó a los
militares y a la juventud de la plaza.

Por la noche, una delegación encabezada por
Castelli y Saavedra se presentó en la residencia de
Cisneros informando el estado de agitación popular y
sublevación de las tropas, y demandando su renuncia.
Lograron conseguir en forma verbal su dimisión. Una
delegación de los patriotas reclamó en la casa del
síndico Leyva que se convocase nuevamente al pueblo, y
pese a sus resistencias primeras, finalmente accedió a
hacerlo.

Viernes 25 de mayo

Durante la mañana del 25 de mayo, una gran
multitud comenzó a reunirse en la Plaza Mayor, actual
Plaza de Mayo, liderados por los milicianos de Domingo French y
Antonio Beruti. Se reclamaba la anulación de la
resolución del día anterior, la renuncia definitiva
del virrey Cisneros y la formación de una Junta de
gobierno. El historiador Bartolomé Mitre afirmó que
French y Beruti repartían escarapelas celestes y blancas
entre los concurrentes; historiadores posteriores ponen en duda
dicha afirmación pero sí consideran factible que se
repartieran distintivos entre los revolucionarios. Ante las
demoras en emitirse una resolución, la gente
comenzó a agitarse, reclamando:

"¡El pueblo quiere saber de qué se
trata!"

La multitud invadió la sala capitular, reclamando
la renuncia del virrey y la anulación de la
resolución tomada el día anterior.

El Cabildo se reunió a las nueve de la
mañana y reclamó que la agitación popular
fuese reprimida por la fuerza. Para esto se convocó a los
principales comandantes, pero éstos no obedecieron las
órdenes impartidas. Varios, entre ellos Saavedra, no se
presentaron; los que lo hicieron afirmaron que no sólo no
podrían sostener al gobierno sino tampoco a sí
mismos, y que en caso de intentar reprimir las manifestaciones
serían desobedecidos.

Cisneros seguía resistiéndose a renunciar,
y tras mucho esfuerzo los capitulares lograron que ratificase y
formalizase los términos de su renuncia, abandonando
pretensiones de mantenerse en el gobierno. Esto, sin embargo,
resultó insuficiente, y representantes de la multitud
reunida en la plaza reclamaron que el pueblo reasumiera la
autoridad delegada en el Cabildo Abierto del día 22,
exigiendo la formación de una Junta. Además, se
disponía el envío de una expedición de 500
hombres para auxiliar a las provincias interiores.

Pronto llegó a la sala capitular la renuncia de
Cisneros, "prestándose á ello con la mayor
generosidad y franqueza, resignado á mostrar el punto
á que llega su consideración por la tranquilidad
pública y precaución de mayores
desórdenes
". La composición de la Primera
Junta surge de un escrito presentado por French y Beruti y
respaldado por un gran número de firmas. Sin embargo, no
hay un criterio unánime entre los historiadores sobre la
autoría de dicho escrito. Algunos como Vicente Fidel
López sostienen que fue exclusivamente producto de la
iniciativa popular. Para otros, como el historiador Miguel
Ángel Scenna, lo más probable es que la lista haya
sido el resultado de una negociación entre tres partidos,
que habrían ubicado a tres candidatos cada uno: los
carlotistas, los juntistas o alzaguistas, y el "partido
miliciano". Belgrano, Castelli y Paso eran carlotistas. Los
partidarios de Álzaga eran Moreno, Matheu y Larrea. No hay
duda de que Saavedra y Azcuénaga representaban al poder de
las milicias formadas durante las invasiones inglesas; en el caso
de Alberti, esta pertenencia es más
problemática.

Los capitulares salieron al balcón para presentar
directamente a la ratificación del pueblo la
petición formulada. Pero, dado lo avanzada de la hora y el
estado del tiempo, la cantidad de gente en la plaza había
disminuido, cosa que Leiva adujo para ridiculizar la
pretensión de la diputación de hablar en nombre del
pueblo. Esto colmó la paciencia de los pocos que se
hallaban en la plaza bajo la llovizna. A partir de ese momento
(dice el acta del Cabildo), se oyen entre aquellos las voces de
que si hasta entonces se había procedido con prudencia
porque la ciudad no experimentase desastres, sería ya
preciso echar mano a los medios de violencia; que las gentes, por
ser hora inoportuna, se habían retirado a sus casas; que
se tocase la campana de Cabildo, y que el pueblo se congregase en
aquel lugar para satisfacción del Ayuntamiento; y que si
por falta del badajo no se hacía uso de la campana,
mandarían ellos tocar generala, y que se abriesen los
cuarteles, en cuyo caso sufriría la ciudad lo que hasta
entonces se había procurado evitar.

Cabe señalar que el badajo de la campana del
cabildo había sido mandado retirar por el virrey Santiago
de Liniers tras la Asonada de Álzaga de 1809. Ante la
perspectiva de violencias mayores, el petitorio fue leído
en voz alta y ratificado por los asistentes. El reglamento que
regiría a la Junta fue, a grandes rasgos, el mismo que se
había propuesto para la Junta del 24, añadiendo que
el Cabildo controlaría la actividad de los vocales y que
la Junta nombraría reemplazantes en caso de producirse
vacantes.

La Primera
Junta

Estaba compuesta de la siguiente
manera:

Presidente

  • Cornelio Saavedra

Vocales

  • Dr. Manuel Alberti

  • Cnel. Miguel de
    Azcuénaga

  • Dr. Manuel Belgrano

  • Dr. Juan José
    Castelli

  • Domingo Matheu

  • Juan Larrea

Secretarios

  • Dr. Juan José Paso

  • Dr. Mariano Moreno

La Junta estaba conformada por representantes de
diversos sectores de la sociedad: Saavedra y Azcuénaga
eran militares, Belgrano, Castelli, Moreno y Paso eran abogados,
Larrea y Matheu eran comerciantes, y Alberti era
sacerdote.

Acto seguido, Saavedra habló a la muchedumbre
reunida bajo la lluvia, y luego se trasladó al Fuerte
entre salvas de artillería y toques de campana.

El mismo 25, Cisneros despachó a José
Melchor Lavín rumbo a Córdoba, para advertir a
Santiago de Liniers lo sucedido y reclamarle acciones militares
contra la Junta.

Circular a los cabildos de las
provincias

En el acta del cabildo de Buenos Aires del 25 de mayo,
se indicaba a la Junta que enviara una circular a los cabildos de
las provincias para que envíen diputados a la
capital:

Apartado X: que los referidos SS. Despachen sin
pérdida de tiempo ordenes circulares a los Jefes de lo
interior y demás a quienes corresponde,
encargándoles muy estrechamente bajo de responsabilidad,
hagan que los respectivos Cabildos de cada uno convoquen por
medio de esquelas a la parte principal y más sana del
vecindario, para que formando un congreso de solos los que en
aquella forma hubiesen sido llamados elijan sus representantes y
estos hayan de reunirse á la mayor brevedad en esta
Capital.

La Junta envió una circular
el 27 de mayo solicitando la elección de los
diputados
:

Asimismo importa que V. quede entendido que los
diputados han de irse incorporando en esta junta, conforme y por
el orden de su llegada á la capital, para que así
se hagan de la parte de confianza pública que conviene al
mejor servicio del rey y gobierno de los pueblos,
imponiéndose con cuanta anticipación conviene
á la formación de la general de los graves asuntos
que tocan al gobierno. Por lo mismo, se habrá de acelerar
el envío de diputados, entendiendo deber ser uno por cada
ciudad ó villa de las provincias, considerando que la
ambición de los extranjeros puede excitarse á
aprovechar la dilación en la reunión para defraudar
á Su Majestad los legítimos derechos que se trata
de preservar.

Adhesión de
Corrientes a la Revolución de Mayo

El día 16 de junio llegó la noticia
corrientes de la Revolución de Mayo, en Corrientes
gobernaba el Capitán Pedro Fondevila, español,
antiguo oficial del Regimiento de "Burdeos", casi todos los
cargos del cabildo estaban en manos de españoles. Al
principio por la falta de noticias de las demás ciudades
del virreinato se desconoció el reconocimiento a la Junta,
pero luego viendo lo real del caso , en que la Junta invitaba a
enviar un diputado elegido por los correntinos para incorporarse
a la junta grande, decidieron reconocer por bando comunicando a
los pueblos de campaña la novedad, y se procedió a
reunir al cabildo el 18 de junio para formar la lista de los
vecinos "de la parte principal y más sana" , y el
día 22 de junio se instaló el cuerpo electoral, a
los fines de que en asamblea se eligiera al representante de
Corrientes.

Los candidatos elegidos fueron:

Dr. Juan Francisco de Castro y Careaga, Dr. José
Simón García de Cossio, Isidoro Martínez y
Sires, Dr. José Vicente Fernández Blanco, Dr.
José Baltasar de Casajús, Dr. Juan Francisco
Cabral, Dr. Francisco Benigno Martínez, Ángel
Fernández Blanco, Sebastián de Almirón y
Félix Llanos.

La votación final dio ganador al Dr. José
Simón García de
Cossio[16].

Se le entregó el diploma, y desde ese momento
Corrientes intervendría en el gobierno patrio con un
representante.

Corrientes fue el primer pueblo que eligió
diputado, pero al comunica al comunicar a la Junta, no se
remitió el testimonio del acta al Congreso, ni se
mandó el diploma al Doctor Cossio, por carecer de recursos
para sostener al representante, se ignoraba los medios a que
echar a mano y también cuál sería su
remuneración, luego una serie de consultas se
decidió establecer una dieta de ocho pesos diarios para el
diputado electo, desde la salida de su destino hasta su regreso.
Resueltos estos inconvenientes se remitieron el diploma y el acta
electoral.

El Reglamento del 25
de mayo

Con el fin de controlar al nuevo gobierno y de hacer
triunfar la contrarrevolución española.

El cabildo impuso al Junta un Reglamento de once
artículos, similar al redactado para la Junta presidida
por Cisneros.

Dicho documento figura en el acta del día 25 y
tiene la finalidad de otorgar al nuevo gobierno un
carácter provisional y sometido al Cabildo, reafirmar la
autoridad suprema del rey Fernando VII y consultar de inmediato a
las intendencias o provincias para formar una junta general del
virreinato.

Reconoce la facultad al Cabildo de destituir a los
miembros de la junta en caso de que faltase a sus
deberes.

Se reconoce a la junta el carácter de gobierno
provisional, hasta que se convoquen a los representantes del
interior para conformar en Buenos Aires una junta general.
Según el reglamento los diputados del interior no
debían incorporarse al junta, sino formar parte de de un
organismo separado.

Circular del 27 de mayo:

Para preservar la tranquilidad y la unión en el
virreinato, la junta envió una circular a las autoridades
del interior, comunicándoles que se había hecho
cargo del poder, y que debían elegir a sus representantes
par que vayan incorporándose a la junta por orden de
llegada.

El reglamento del 28 de
mayo:

La Junta no aceptó el reglamento del día
25 de mayo, que la sometía a la disponibilidad del
Cabildo, y ejerciendo sus legítimas atribuciones
dictó el reglamento administrativo del 28 de de
mayo.

Este reglamento establecía el horario de trabajo
de la Junta, diariamente, por la mañana y por la tarde,
organizaba la labor administrativa, los honores que
correspondían a cada uno de sus integrantes y el ejercicio
del Patronato.

En el artículo décimo y último,
deja constancia que cualquier vecino podía dirigirse al
gobierno nuevo, para comunicar toda cuanta novedad que crea
conveniente para la seguridad pública y felicidad del
Estado.

Las reacciones contra la Junta:

La Junta tuvo que soportar la oposición de la
Audiencia, del Cabildo y del ex virrey, también del obispo
Benito Lué (español), quien trató de todas
formas trabar su acción de gobierno.

Toda esta oposición terminó con la
expulsión de los oidores de la audiencia y del virrey,
embarcados todos, con rumbo a las Islas Canarias. Y en reemplazo
fueron nombrados

Nuevos oidores.

El Cabildo ante estas medidas tomadas por la Junta, los
intima a que en el lapso de antes de seis meses no se
reunían los representantes del interior, nombraría
a una nueva Junta. Esa intromisión que no le
correspondía fue rechazada por la Junta. Pero el Cabildo
no cesó de oponerse a la Junta y motivó que
ésta destituyera a los cabildantes a mediados de octubre,
designando a nuevos cabildantes en remplazo de los
destituidos.

Obra de la Primera
Junta de Gobierno

La Junta desarrolló un plan de gobierno
renovador, aplicando franquicias comerciales, fomentando la
industria, reorganizando las fuerzas armadas, apoyando a la
cultura, protegiendo a los indígenas,
etcétera.

La mayoría de las iniciativas lo tuvo como mentor
al secretario Mariano Moreno.

Política, social y
administrativa:

Desde sus comienzos exigió el juramento de
fidelidad, realizó proclamas, envió circulares e
instrucciones a las autoridades del interior, reemplazó a
los miembros de la Audiencia y del Cabildo, también a los
alcaldes de barrio. Se ocupó del indígena mejorando
su situación social, concediéndoles derechos
políticos y los instó a aprender algún
oficio.

Cultural:

Para comunicar al pueblo su obra e ideales fundó
el periódico "Gazeta de Buenos Aires", ilustrando a la
población de las ideas liberales. También dispuso
la creación de una Biblioteca Pública.

No descuidó la enseñanza primaria y
dictó disposiciones tendientes a reglamentar los
exámenes e imprimir un texto único.

Económicas:

Tomó medidas para castigar al contrabando, se
favoreció al comercio exterior mediante el libre comercio.
Se redactó un nuevo reglamento e comercio, para facilitar
la apertura de varios puertos, entre ellos Maldonado y la
Ensenada.

Militar:

Se dispuso la reorganización del ejército.
Demorada por la escasez de recursos y armas.

Los batallones de Infantería de milicia se
transformaron en siete regimientos de veteranos, y el de
Blandengues se pasó a denominar Regimiento de
Caballería de la Patria.

Se creó la escuadrilla naval y a sugerencias de
Manuel Belgrano se abrió la Escuela Militar de
Matemáticas.

Diplomática:

Su labor en la tarea de la diplomacia fue para afianzar
su obra y conservar la integridad del territorio, ante las
posibles amenazas exteriores, en especial de los portugueses, que
pretendían las tierras del Río de la Plata para la
princesa Carlota Joaquina.

Mandó un representante a Inglaterra, al
Capitán de Navíos Matías Irigoyen en forma
secreta, para obtener apoyo de esa potencia, y para adquirir
armamentos.

Envió otra misión a cargo de Mariano
moreno con destino primero a Río de Janeiro y luego a
Londres, misión que no se concretó por la muerte de
Moreno en el viaje.

También se comisionó en otra misión
diplomática a Antonio Álvarez Jonte con destino
Chile y a Manuel de Sarratea, ante el gobierno del
Brasil.

También en lo diplomático la Junta se
preocupó por influenciar en las tierras del virreinato el
espíritu de rebelión que imponían sus
ideales de libertad e independencia.

Bibliografía

  • Rosas, José María,
    Historia Argentina, Tomo II, Editorial Oriente,
    edición 1981.

  • José Cosmelli
    Ibáñez, Historia 2 "Desde los tiempos modernos
    hasta el nacimiento de la Nación Argentina", Editorial
    Troquel, edición 1980.

  • Manuel Florencio Mantilla, Tomo IV,
    "Crónica histórica de la Provincia de
    Corrientes", Editorial Siglo XXI, Corrientes, edición
    octubre de 1987.

  • Edmundo Serpa, "HISTORIA DE LOS CUATROS
    SIGLOS DE CORRIENTES", Editorial Cícero Impresiones,
    edición 1989.


  • Invasiones Inglesas – Wikipedia, la enciclopedia
    libre
    ,
    es.wikipedia.org/wiki/Invasiones_Inglesas

 

 

Autor:

Profesor Jorge
Acuña

[1] Un huso es un objeto que sirve para hilar
fibras textiles. En su forma más simple es un trozo de
madera largo y redondeado, que se aguza en sus extremos y que
en uno de ellos, normalmente el inferior, lleva una pieza
redonda de contrapeso y tope, llamada malacate, nuez, tortera o
volante. Para hilar con un huso se comienza por tomar un copo
de alguna fibra textil como lana o algodón y se retuerce
una porción entre los dedos hasta darle forma de hebra.
Esta hebra inicial se amarra al huso y se sigue realizando el
procedimiento de torsión. Mientras tanto, con la otra
mano se hace girar el huso con un extremo afirmado en el suelo,
de modo que la hebra vaya enrollándose a él, en
esta operación la tortera ayuda a evitar que el huso se
desestabilice y caiga. Una vez que el huso se ha llenado, la
fibra hilada se desenrolla manualmente o con una devanadera,
para guardarla como ovillo o como una madeja, en este
último caso, también puede usarse un aspa. El
huso, es sus diversas formas, es una herramienta que data del
Neolítico y que se utiliza hasta la actualidad.
Varían principalmente en sus dimensiones y materiales,
pero también por el lugar en que se sitúa la nuez
(arriba o abajo) y por la presencia o no de ganchos para
sostener la hebra que se está hilando. Una forma
más sofisticada de huso, aunque también muy
antigua, es la rueca que incorpora una rueda, un pedal o
manivela y una pequeña devanadera.

[2] James Watt fue un matemático e
ingeniero escocés. Las mejoras que realizó en la
Máquina de Newcomen dieron lugar a la conocida como
Máquina de vapor, que resultaría fundamental en
el desarrollo de la Revolución industrial, tanto en el
Reino Unido como en el resto del mundo. Watt inventó el
movimiento paralelo para convertir el movimiento circular a un
movimiento casi rectilíneo, del cual estaba muy
orgulloso, y el medidor de presión para medir la
presión del vapor en el cilindro a lo largo de todo el
ciclo de trabajo de la máquina, mostrando así su
eficiencia y ayudándolo a perfeccionarla. Watt
ayudó de sobremanera al desarrollo de la máquina
de vapor, convirtiéndola, de un proyecto
tecnológico, a una forma viable y económica de
producir energía. Watt descubrió que la
máquina de Newcomen estaba gastando casi tres cuartos de
la energía del vapor en calentar el pistón y el
cilindro. Watt desarrolló una cámara de
condensación separada que incrementó
significativamente la eficiencia. Hasta el momento eso fue uno
de los mejores desarrollos de la historia. Watt se opuso al uso
de vapor a alta presión, y hay quien le acusa de haber
ralentizado el desarrollo de la máquina de vapor por
otros ingenieros, hasta que sus patentes expiraron en el
año 1800. Junto a su socio Matthew Boulton luchó
contra ingenieros rivales como Jonathan Hornblower quien
intentó desarrollar máquinas que no cayeran
dentro del ámbito, extremadamente generalistas, de las
patentes de Watt. Él creó la unidad llamada
caballo de potencia para comparar la salida de las diferentes
máquinas de vapor. Todavía se utiliza, sobre todo
en los vehículos.

[3] Richard Arkwright y Edmund Cartwright se
les atribuye la invención de dos de los dispositivos
más importantes de la Revolución Industrial – la
máquina de hilar mecánica y el telar
mecánico.. Junto con James Hargreaves, que se le
atribuye la invención de la máquina de hilar
(véase la página web de compañía),
desarrollaron las ideas clave que hizo posible la
mecanización de la fabricación de textiles, uno
de los acontecimientos más importantes de la
Revolución Industrial.

[4] Durante su reinado se le conoció
con el apodo de Pepe Botella, en referencia a un supuesto
alcoholismo, que parece seguro que no era cierto. El pueblo de
Madrid también le apodó El rey plazuelas, puesto
que abrió muchas plazas en la capital, principalmente
derribando iglesias y conventos. La más importante fue
la plaza de Oriente, delante del Palacio Real.

[5] La Isla de León se refiere a la
porción de tierra situada entre Cádiz y la
Península, en la que se asienta la localidad de San
Fernando (Cádiz). La separación se produce por un
brazo de mar (agua salada) llamado Caño de Sancti Petri.
La comunicación entre la Isla y el continente se
realizaba desde tiempos históricos por un puente
construido en época romana, a cuyo amparo y afluencia se
edificó un asentamiento urbano que daría lugar a
la Villa de la Isla de León, actual San Fernando, que
tuvo su auge durante el asedio del ejército
francés en la Guerra de la Independencia, en que
albergó a las Cortes Generales de España, entre
1810 y 1811. En esa época, la población obtuvo el
nombre de Real Villa de la Isla de León.

[6] José de San Martín
peleó en la batalla de Bailén y por su
heroísmo fue ascendido el 111 de agosto de 1808 al grado
de teniente coronel.

[7] Quién más tarde será
nombrado duque de Wellington.

[8] Escribió Brevísima
relación de la destrucción de las Indias, lo que
le valió ser considerado uno de los fundadores del
derecho internacional moderno, su obra constituye el primer
informe moderno de derechos humanos. En él describe las
atrocidades a las que fueron sometidos los indígenas de
las Américas por los conquistadores españoles. Un
párrafo puede dar una idea de los hechos que narra este
libro: "Otra vez, este mesmo tirano fue a cierto pueblo que se
llamaba Cota, y tomó muchos indios he hizo despedazar a
los perros quince o veinte señores y principales, y
cortó mucha cantidad de manos de mujeres y hombres, y
las ató en unas cuerdas, y las puso colgadas de un palo
a la luenga, porque viesen los otros indios lo que
habían hecho a aquellos, en que habría setenta
pares de manos; y cortó muchas narices a mujeres y a
niños".

[9] Teólogo y jurista español.
Religioso de la Orden de los Dominicos. Se preocupó por
los derechos de los indios. Su obra De indis recoge las
relecciones en las que expresa su postura ante el conocimiento
de diversos excesos cometidos en las tierras conquistadas en
América. En ella afirma que los indios no son seres
inferiores, sino que poseen los mismos derechos que cualquier
ser humano y son dueños de sus tierras y bienes. Este es
el inicio del Derecho de Gentes.

[10] Teólogo y religioso de la Orden
de la Compañía de Jesús (jesuita). En su
gran obra jurídica Tractatus de legibus ac Deo
legislatore, muy fecunda para la doctrina iusnaturalista y el
derecho internacional, se encuentra ya la idea del pacto
social, y realiza un análisis más avanzado que
sus precursores del concepto de soberanía: el poder es
dado por Dios a toda la comunidad política y no
solamente a determinadas personas, con lo que esboza el
principio de la democracia contra cesaristas, legistas,
maquiavelistas y luteranistas. Distingue entre ley eterna, ley
natural, derecho de gentes, ley positiva humana (derecho civil
y derecho canónico) y ley positiva divina (la del
Antiguo y Nuevo Testamento).

[11] Jurista español, el más
destacado publicista del derecho indiano. Autor de la famosa
“Política Indiana” en la que sostiene la
igualdad entre criollos y peninsulares.

[12] Fue un general venezolano conocido como
«El Primer Venezolano Universal», «El
Americano más Universal» y con el nombre abreviado
de Francisco de Miranda, fue el creador de la idea de Colombia
como nación y fundador de la “Gran Reunión
Americana”, conocida comúnmente como “La
Logia Lautaro” combatiente destacado en tres continentes:
África, Europa y América. Viajó durante
gran parte de su vida participando en conflictos armados al
servicio de diversos países, entre los que destacan tres
guerras a favor de la democracia: la Independencia de los
Estados Unidos, la Revolución francesa, acontecimiento
del que fue protagonista destacado, por lo que le fue otorgado
el título de Héroe de la Revolución, y las
Guerras de Independencia Hispanoamericana. Aunque
fracasó a la hora de poner en práctica sus
proyectos, su ideal político perduró en el tiempo
y sirvió de base para la fundación de la Gran
Colombia y sus ideas independentistas influyeron en destacados
líderes de la Emancipación como Simón
Bolívar y Bernardo O'Higgins . Su nombre está
grabado en el Arco del Triunfo en París. Su retrato
forma parte de la Galería de los Personajes en el
Palacio de Versalles; su estatua se encuentra frente a la del
General Kellerman en el Campo de Valmy, Francia.

[13] Otro de los precursores de la
emancipación americana del Imperio español,
nacido en Bogotá fue uno de los líderes militares
y políticos más comprometidos con la
insurrección y la independencia en Colombia, entonces
conocida como Virreinato de Nueva Granada. Su actividad a favor
de la causa de la emancipación le ocasionó el
destierro y la cárcel. Fue el primero en traducir al
castellano, en la América Hispana, los Derechos del
Hombre y del Ciudadano. También es conocido como 'El
padre del periodismo político en Colombia. Tradujo el
texto de la “Declaración de los Derechos del
Hombre” de los revolucionarios franceses y los
publicó en castellano con el título de
“Decálogo de la sociedad regenerada”.

[14] Santiago de Liniers y Bremond, Caballero
de la Orden de San Juan, caballero de la Orden de Montesa,
capitán de navío de la Real Armada, Comandante
General de Armas de Buenos Aires y virrey del Río de la
Plata, era hijo de Jacques de Liniers, oficial de la marina
francesa. Se vio beneficiado por el tercer Pacto de Familia
(1761), que permitió a los franceses participar en las
empresas militares españolas en igualdad de derechos y
obligaciones que los españoles. Ingresó en la
escuela militar de la Orden de Malta, donde después de
tres años egresó, en 1768, con la cruz de
Caballero. En Francia llegó a subteniente de
caballería en el regimiento de Royal-Piémont. En
1774 solicitó la baja y se alistó como voluntario
en una de las cruzadas contra los moros argelinos. Al
concluirla, rindió examen de guardiamarina en
Cádiz, para así prestar servicios como voluntario
para la corona española. En 1775 recibió el grado
de alférez de fragata.

[15] Baltasar Hidalgo de Cisneros,
nació en la población española de
Cartagena en 1755 y falleció en la misma ciudad en 1829.
En la historia de la América Colonial es recordado por
ser el último virrey del Virreinato del Río de la
Plata. Fue un notable marino y militar que participó en
episodios históricos decisivos tanto en la historia de
España como en la de la incipiente nación
Argentina. A los quince años inició la carrera
naval y sirvió en diferentes naves en importantes
misiones de rescate en Argel y Melilla. En 1790, un año
después del estallido revolucionario en Francia
tomó parte activa en la guerra contra el país
galo hasta el año 1795. En el año 1805 fue un
protagonista destacado en la Batalla de Trafalgar, en la que se
enfrentaron el Reino de España aliado con el Imperio
Francés frente al Reino Unido, y donde Cisneros fue
hecho prisionero. Destacando en este episodio como general y
jefe de escuadra estuvo a bordo del navío
Santísima Trinidad donde fue partícipe del
conflicto en primera línea de fuego. Se comenta que como
consecuencia de esta batalla desarrollo un importante grado de
sordera por haber estado muy cerca de un cañón al
producirse el disparo.

[16] El Dr. Cossio obtuvo 23 votos,
Martínez y Sires, 6, el Dr. Casajús, 2, el Dr.
Castro y Careaga, 1 y el Dr. Cabral 1.

Partes: 1, 2
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