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El obrar del hombre – Voluntad y libertad




Enviado por Daniel Wessler



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Desarrollo de la
    noción de libertad
  3. El acto
    humano
  4. Consecuencias
    antropológicas de la libertad del
    hombre
  5. Relación
    entre libertad humana y libertad divina. La libertad y el
    problema del mal
  6. La opción
    fundamental y las opciones particulares

Introducción

El problema que nos planteamos a continuación es
central en la historia de la filosofía. El hombre se sabe
libre. No quiere renunciar a su libertad, pero por todas partes
parece encontrar leyes necesarias. Si el hombre es sólo la
evolución de la materia, si su inteligencia no es
más que un conjunto de neuronas, si su código
genético determina desde el inicio lo que el hombre va a
ser, ¿hay sitio para la libertad? ¿para la
responsabilidad? ¿somos dueños de nuestro futuro, o
somos sólo parte de un designio que nos supera,
llámese Providencia, destino, o programa de
computadora?

Quizá en ningún otro filósofo se
encuentra el problema planteado de un modo más evidente
que en Kant. El desea ante todo salvar la libertad. La lectura de
Rousseau ha encendido la mecha de lo que más adelante
será el fecundo romanticismo alemán. Sin embargo,
también quiere salvar la ciencia de Newton, que, como
Galileo sostiene que el mundo está escrito en caracteres
matemáticos. ¿Es posible que las ciencias sociales
se encuentren como la física antes de Newton, es decir,
esperando que venga alguien a descubrir que existe una ley que lo
explica todo, y nosotros sólo debemos descubrirla? Si es
así, el hombre ya no es libre, sino que está
determinado, y esto el filósofo no lo puede admitir, por
prometedoras que sean las investigaciones del genoma humano. Por
eso se ve obligado a separar el mundo de los fenómenos,
donde reina la necesidad, del mundo del noúmeno, donde
existe la libertad.

Para explicar este tema iniciaré con un
desarrollo histórico del problema de la libertad,
subrayando las diversas negaciones y limitaciones de la libertad.
A esta luz, se entenderá mejor la importancia de explicar
detalladamente el acto humano por medio de sus fases.
Aplicaré después esto al concepto de persona,
aclarando la relación ente la persona y sus actos, la
autorrealización y la opción fundamental.
Finalmente, explicaré cómo se relaciona esto con el
problema del mal y con la libertad divina.

1) Desarrollo de la
noción de libertad

La filosofía escolástica elabora el
concepto de libertad interior según los principios del
análisis del acto voluntario que hace Aristóteles
en la Ética a Nicómaco (libro III), y define (en su
época tardía) el libre albedrío como
libertad de indiferencia, que se explica en un doble sentido:
como ausencia de coacción interna a querer una cosa
más bien que otra (sentido negativo), y como capacidad de
decidirse por una cosa u otra (sentido positivo), o simplemente
de decidirse a no obrar.

La teoría con que la Escolástica
justificó tal capacidad de indiferencia interna es que el
bien, motivo de la acción humana, nunca se presenta al
hombre como un bien sumo y necesario, sino como bien o valor
finito, frente al cual el entendimiento no se siente totalmente
obligado y se mantiene indiferente. Por esto Tomás de
Aquino define la libertad como el «dictamen libre de la
razón».

Tras la revolución científica que instaura
un modelo mecanicista de universo, la filosofía moderna
desarrolla un concepto de libertad relacionado con la idea de
necesidad. Para Descartes, que separa radicalmente el mundo de la
necesidad (la res extensa), del mundo del pensamiento (res
cogitans), la libertad no es indiferencia ante la fuerza de los
motivos internos, como es en los escolásticos, sino la
voluntad que se deja llevar por el entendimiento y es,
paradójicamente, tanto más libre cuanto más
obligada por el entendimiento. Spinoza acentúa aún
más este intelectualismo e identifica, como en los
estoicos, libertad, razón y naturaleza.

En el empirismo domina la idea de que la libertad no
está dentro de la voluntad humana, sino fuera, en la
conducta: libre es aquel que hace lo que decide hacer, esto es,
el que no se siente externamente coaccionado. Y se argumenta que,
si la voluntad es una causa, ha de ser necesaria, es decir, ha de
hallarse internamente determinada a obrar en un determinado
sentido, pero esta necesidad interna no impide que el hombre sea
libre si éste puede obrar, en lo tocante al exterior, de
acuerdo con las determinaciones de la voluntad.

Compatibilizar la libertad con la necesidad es lo que
intenta hacer la tradición empirista desde Hobbes, y a
esta postura se la denomina también teoría de
Hume-Mill, por ser los autores más significativos que la
han propuesto. En esta teoría, ser libre no significa
obrar sin motivo o sin causa alguna, sino no sentirse
coaccionado, «porque no es a la causalidad a lo que la
libertad se debe contraponer, sino a la
constricción», externa o interna. La teoría
admite que una acción puede ser libre, aunque esté
en todo caso causada por motivaciones, impulsos, circunstancias,
etc., siempre y cuando ninguna de estas cosas pueda considerarse
una causa que predetermine necesariamente el curso de la
acción (que coaccione internamente).

Partes: 1, 2

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