No obstante, esto corresponde a una "comprensión
parcial de la naturaleza activa y generativa del lenguaje. Lo que
falta es ir más allá de la formula "hablar =>
acción" y descubrir la naturaleza activa del
escuchar".
La interpretación del escuchar es parte del
escuchar mismo, ésta es un aspecto primordial del
"escuchar efectivo". Se trata, nos dice Echeverría, de un
aspecto fundamental del fenómeno del escuchar
humano.
"Al escuchar, escuchamos las palabras que se hablan
y escuchamos las acciones implícitas en el
hablar.Escuchar estas acciones es sólo una parte de
lo que escuchamos.Escuchar las acciones implícitas en el acto
de hablar no es suficiente para asegurar un escuchar
efectivo. ¿Qué falta? ¿Qué
más incluye el escuchar?"Cuando actuamos, hablamos y escuchamos, estamos
constituyendo el "yo" que somos.Cada vez que actuamos lo hacemos para hacernos cargo
de algo. A este "algo", sea ello lo que sea, lo llamamos
"inquietud".Una acción se lleva a cabo para atender una
"inquietud".
¿Qué es una inquietud? A lo cual responde
Echeverría:
Una inquietud es la interpretación que damos
sobre aquello de lo que nos hacemos cargo cuando llevamos a cabo
una acción. Por lo tanto, es lo que le confiere sentido a
la acción. Si no podemos atribuir una inquietud a una
acción, ésta pierde sentido.
Un aspecto interesante en esta definición es el
de "que nos hacemos cargo", esto es, nos hacemos responsables,
nos comprometemos con tanto con la interpretación como con
la acción que se lleva a cabo.
¿Es lo mismo inquietudes que intenciones? La
diferencia entre inquietud e intención radica en
que:
Las inquietudes radican en quien escucha, no en el
orador.
La inquietud es:
Una interpretación que confiere sentido a las
acciones que realizamos.Un relato que fabricamos para darle sentido al
actuar.En vez de buscar "razones" para actuar en la forma
en que lo hacemos tenemos relatos, "historias".Las inquietudes radican en cómo las
interpretamos o escuchamos.Una inquietud es siempre un asunto de
interpretación y de
reinterpretación.Nadie es dueño de las inquietudes, nadie
tiene autoridad final para dar con la "inquietud
verdadera".Cada uno tiene derecho a sus propias
interpretaciones, a sus propias historias sobre sus acciones
y las de los demás.No obstante, el hecho de que tengamos historias
acerca de nuestras propias acciones no las hace
verdaderas.Las inquietudes son interpretaciones del sentido de
nuestras acciones.Son historias que son capaces de conferir sentido
por cuanto responden a la pregunta sobre el qué es
aquello de lo que el actuar se hace cargo.Así como el sentido de las palabras remite a
las acciones que realizamos con ellas, el sentido de las
acciones remite a las interpretaciones que construimos a
través del lenguaje.Estas interpretaciones residen en el escuchar de las
acciones.Puesto que somos capaces de escuchar y observar
nuestras propias acciones, también podemos atribuirles
un sentido.Puesto que somos capaces de escuchar posibilidades
de acción, también podemos atribuir sentido a
acciones que aún no han sido ejecutadas.
En el sentido de los antes expuesto, señala
Echeverría:
Cuando escuchamos, escuchamos las inquietudes de las
personas.Escuchamos el porqué las personas realizan
las acciones que realizan.Cuando escuchamos no somos receptores pasivos de lo
que se está diciendo. Por el contrario, somos activos
productores de historias.El escuchar es completamente activo de la
comunicación.Las personas que saben escuchar son personas que se
permiten interpretar constantemente lo que la gente a su
alrededor está diciendo y haciendo.Para escuchar debemos permitir que los otros hablen,
pero también debemos hacer preguntas.Estas preguntas nos permiten comprender los hechos,
emitir juicios bien fundados y elaborar historias
coherentes.Los que saben escuchar siempre están pidiendo
otra opinión, mirando las cosas desde ángulos
diferentes.
De este modo, el escuchar es una acción a
realizar, una acción que puede ser diseñada, una
acción que se basa en competencias específicas que
pueden ser aprendidas.
El escuchar como acción implica un compromiso.
Por esto, "los seres humanos estamos obligadamente comprometidos
con el mundo en que vivimos". Lo que nos será posible, lo
que nos acontezca en este mundo, al que estamos atados y que
llevamos siempre con nosotros, no depende sólo de
nosotros. Puesto que, el fenómeno primario de la
existencia humana es "ser-en-el-mundo".
En este sentido, Echeverría nos dice:
En función de nuestra relación indisoluble
con un mundo, todo lo que acontece en él nos concierne.
Una dimensión ontológica básica de la
existencia humana es una inquietud permanente por lo que acontece
en el mundo y por aquello que lo modifica.
Así cuando escuchamos "lo hacemos desde nuestro
compromiso actual con el mundo". Puesto que escuchar es
acción, todo escuchar trae consecuencias en nuestro mundo.
Todo escuchar es capaz de abrirnos o cerrarnos posibilidades.
Todo escuchar tiene el potencial de modificar el futuro y lo que
nos cabe esperar de él.
En este "ser-en-el-mundo", la convivencia con los otros
descansa en la capacidad de atendernos mutuamente, de hacernos
mutuamente cargo de las inquietudes que tenemos. Esto está
en relación con la preocupación y cuidado por el
otro. "Una de las maneras de realizar esto es a través del
cumplimiento de las peticiones que el otro nos hace".
Una buena relación interpersonal, dice
Echeverría, descansa, en medida importante, en la
capacidad de hacernos cargo del otro antes de que éste lo
pida. Esto se logra escuchando las inquietudes del otro y
haciéndolas nuestras. Con ello se evita que la otra
persona llegue al punto en que tenga que pedir.
En toda relación basada en el cuidado y el
esfuerzo por procurar la satisfacción del otro, el
"momento de la petición" implica que llegamos tarde; que
el otro ya alcanzó el punto de la
insatisfacción.
Mientras menos el cliente tenga que recurrir a nosotros
para encontrar satisfacción, mejor será el producto
que le vendamos… El saber escuchar las inquietudes del
cliente, para luego poder hacernos cargo de ellas, es factor
determinante en nuestra capacidad de producir calidad.
En muchas circunstancias esto no se puede
evitar.
Cuando escuchamos en el ámbito de lo
posible:
Nos transformamos por el poder del
lenguaje.Nos preguntarnos sobre las consecuencias que trae
aquello que se dijo.Sobre cómo ello se relaciona con nuestras
inquietudes.Sobre las nuevas acciones que a partir de lo dicho
es ahora posible tomar.Nos preguntamos sobre las nuevas oportunidades que
se generan a partir del hablar.Sobre las nuevas amenazas que se
levantan.Sobre las acciones que permiten hacerse cargo tanto
de unas como de las otras.
El escuchar "ontológico" trata de un escuchar que
trasciende lo dicho y que procura acceder al "ser", éste
es el tipo de escuchar que es propio del "coaching
ontológico". Ya que al hablar revelamos quiénes
somos; y quien escucha, escucha lo que decimos; escucha el ser
que se constituye al decir aquello que decimos. Pues el hablar
nos crea y nos da a conocer, nos abre al otro. Por otra parte,
quien escucha tiene una llave de acceso a nuestra forma de ser, a
lo que llamamos el alma humana.
No obstante, Echeverría pregunta:
¿Qué se necesita para que el escuchar
ocurra?
El acto de escuchar está basado en el respeto
mutuo.En aceptar que los otros son diferentes de
nosotros.Que en tal diferencia son
legítimos.Que se capacidad para tomar acciones es
autónoma.El respeto mutuo es esencial para poder
escuchar.Sin la aceptación del otro como diferente,
legítimo y autónomo, el escuchar no puede
ocurrir.Si ello no está presente sólo podemos
proyectar en los otros nuestra propia manera de
ser.Cuando escuchamos nos colocamos en la
disposición de aceptar la posibilidad de que existan
otras formas de ser, diferentes de la nuestra.Si no aceptamos al otro como un legítimo
otro, el escuchar estará siempre limitado y se
obstruirá la comunicación entre los seres
humanos.Cada vez que rechazamos a otro producimos la
fantasía de escuchar al otro mientras nos estamos,
básicamente, escuchando a nosotros mismos.
¿Qué circunstancias afectan la apertura
del escuchar?
Cada vez que ponemos en duda la legitimidad del
otro.Cada vez que nos planteamos como superiores al otro
sobre la base de la religión, sexo, raza, (o cualquier
otro factor que podamos utilizar para justificar posiciones
de egocentrismo, de etnocentrismo, de chauvinismo,
etcétera).Cada vez que sostenemos tener acceso privilegiado a
la Verdad y a la Justicia.Cada vez que presumimos que nuestra particular
manera de ser es la mejor manera de ser.Cada vez que olvidamos que somos sólo un
particular observador, dentro de un haz de infinitas
posibilidades de observación.Cada una de estas veces, nuestro escuchar se
resiente.
El fenómeno del escuchar, nos señala
Echeverría, está fundado en dos dimensiones
fundamentales de la existencia humana:
El "ser ontológico" y la
"persona".
Por el "ser ontológico" somos capaces de
escucharnos entre nosotros, porque compartimos una forma
común de ser y, a este respecto, todo otro es como
nosotros. Nuestro "ser ontológico" nos permite entender a
otros, ya que cualquier otro ser humano es un camino posible de
realización de nosotros mismos, de nuestro propio
ser.
Al mismo tiempo, somos "personas" diferentes. Porque
somos diferentes es que el acto de escuchar se hace necesario. Si
no fuésemos diferentes, ¿para qué escuchar,
en primer lugar? Si no fuésemos diferentes, el acto de
escuchar sería superfluo.
Debido a que compartimos una misma condición
ontológica, el escuchar se hace posible.
De acuerdo a Echeverría.
Esto es lo que nos permite comprender las acciones de
otras personas, comprender a las personas que son diferentes de
nosotros. A partir de este terreno común es que
interpretamos al otro, que fabricamos nuestras historias acerca
de las acciones que los otros realizan. Todo otro es el reflejo
de un alma diferente en el trasfondo de nuestro ser
común.
De esta manera, nos despojamos de lo que "nos hace ser
un individuo particular y observamos a otros desde lo que tenemos
en común con ellos".
El fenómeno del escuchar implica dos movimientos
diferentes:
El primero nos saca de nuestra "persona", de esa
forma particular de ser que somos como individuos.El segundo afirma y nos acerca a nuestro "ser
ontológico", a aquellos aspectos constitutivos del ser
humano que compartimos con los demás.
Sólo podemos escuchar a los demás porque
sus acciones son para nosotros acciones posibles, acciones que
nosotros mismos podríamos ejecutar.
La interacción comunicativa, el contexto de
conversación, el hablar-escuchar, Implica la
coordinación de acciones con otra persona.
El estado emocional es otro factor que afecta el
escuchar.
El estado emocional es una distinción a
través de la cual damos cuenta de una
predisposición (o falta de ella) para la
acción.Siempre estamos en un estado emocional u
otro.Según el estado emocional el mundo y el
futuro nos parecerán diferentes.Nuestro estado emocional tiñe la forma en que
vemos el mundo y el futuro.Asimismo, también tiñe lo que
escuchamos.En algunos casos, habrá acciones que nuestro
estado emocional nos impide escuchar.En muchos otros casos, el significado que daremos a
ciertas acciones y las posibilidades que veamos como
consecuencia de ellas serán completamente diferentes
si el estado emocional es distinto.
Si nos interesa "escuchar efectivamente",
debemos:
En primer lugar, nuestro estado emocional cuando
conversamos.En segundo lugar, el estado emocional de la persona
con quien conversamos.No importa cuán claramente nos hayamos
expresado ni cuan claras sean todas las acciones que esa
conversación implica. No seremos escuchados como
esperamos si el estado emocional no es el adecuado para
llevar a cabo la conversación.La conversación está permanentemente
generando cambios de estados emocionales en quienes
participan en ella.
La "historia personal" de cada personal es otro factor
que influye en el contexto de conversación.
La gente escucha según sus experiencias
personales.Nuestra historia personal desempeña un
importante papel en determinar quiénes somos y
quiénes seremos en el futuro.Siempre escuchamos a partir de esa
historia.El presente hereda del pasado inquietudes y
posibilidades que aceptamos o negamos.Nuestra historia de experiencias personales se
reactualiza en la capacidad de escuchar que tenemos en el
presente.La historia personal abre o cierra nuestro
escuchar.Nuestra historia es uno de los principales filtros
que siempre tenemos con nosotros cuando nos
comunicamos.
Para realizar una "comunicación efectiva" es
importante preguntarse:
¿Cómo nuestra historia personal puede
estar afectando la forma en que escuchamos?¿Cómo la historia personal de la
persona con quien estamos hablando puede afectar su capacidad
de escuchar?Siempre hablamos para ser escuchados.
Debemos hablar en una forma tal que la persona con
quien hablamos escucha "aquello que queremos
decir".
Echeverría plantea "el dominio de la confianza",
el cual es de suma importancia en la "interacción
comunicativa". Ya que:
La confianza afecta directamente la credibilidad de lo
que decimos y, por consiguiente, la forma en que somos
escuchados.
Concluye Echeverría:
El escuchar no es un fenómeno sencillo. En un
mundo tan diversificado escuchar ha llegado a ser un asunto de
vital importancia para asegurar no sólo la
comunicación efectiva y el éxito personal, sino la
convivencia misma.
Autor:
Obed Delfín
Lic. en Filosofía
[1] Rafael Echeverría.
Ontología del Lenguaje, “Capítulo 5: El
escuchar: El lado oculto del lenguaje”, Dolmen Ediciones,
S.A., 1997, pp. 141-183.
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