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Análisis narratológico de Silvia, un cuento de Julio Cortázar (página 2)



Partes: 1, 2

Encontramos entonces la primera alusión a la
división espacial que se mantendrá durante casi
toda la historia: el mundo de los adultos (entorno mesurado
inmerso en la paz de una velada campestre) y el siempre
interesante mundo infantil ("…el jardín era un
campo de batalla mitad siux y mitad
grecorromano…"[22]) Coexisten en el
jardín de casa de Raúl dos mundos con fronteras
propias. Esta especie de ludus puerorum, atizado con
múltiples símbolos y alegorías magnetiza la
atención de Fernando.

El escritor-personaje se escurre entre los comentarios
acerca de la revista Invençao, de Eric Dolphy y
Jean-Pierre Faye, para reparar en un nuevo elemento, inserto en
la composición infantil: "creo que en ese momento vi por
primera vez a Silvia"[23]. Pudiéramos
analizar el ritmo de la primera analepsis de la siguiente
manera:

Sumario-Escena-Sumario-Pausa
descriptiva[24]Sumario-Escena-Pausa-Escena-Pausa-Escena-Sumario.

Pudiera decirse que luego de esta primera analepsis se
presenta otra consecutiva pero más reciente (que
constituye el segundo núcleo de acción del relato):
"Vinieron el sábado pasado…"[25]
Ahora el espacio en que se desarrolla la historia corresponde a
la casa del propio Fernando, quien cediendo el papel de
anfitrión a su amigo Raúl, intenta penetrar el
universo lúdico de los pequeños, con la certeza de
que era la única forma de aprehender a la escurridiza
Silvia. Esta segunda anacronía es menor que la primera,
pese a ello, muestra una mayor aceleración en cuanto al
ritmo, las escenas son más extensas que los sumarios,
ocupando la gran parte de la analepsis, observemos la
estructura:

Sumario-Escena-Sumario (Pausa)
Sumario-Escena.

Las variaciones en cuanto a la duración de las
anisocronías se explican si reparamos en que la segunda
analepsis sirve como desenlace del conflicto: "Entonces Graciela
se quedaba pero Silvia era los cuatro, Silvia era cuando estaban
los cuatro y yo sabía que jamás volverían a
encontrarse"[26]. Fernando comprende la
mágica esencia de la joven, y de esta forma vuelve al
relato primero, para explicar que Raúl y Nora permanecen
aún en el valle del Luberon. Introduce entonces para
concluir el relato (ya ultimado al lograr explicar la presencia
de Silvia) una pequeñísima analepsis: "…
anoche fui a visitarlos…"[27] y como quien
coloca el verso final de un soneto: "Es la luna –dijo
Graciela-. Qué adivinanza tan sonsa,
che,"[28]

Habiendo analizado algunos aspectos de la
narración estudiados por Genette, cabría
preguntarse ¿hasta qué punto es narrativo el cuento
que nos ocupa? Gerald Prince ha definido narratividad como
"función de características distintivas o
típicas del relato en contraste con el no
relato."[29] Dado que Silvia presenta
varios períodos temporales, y narra diversos
acontecimientos, muchos de los cuales no son previsibles, su
grado de narratividad es elevado. Observemos el
criterio:

"Si la narratividad se origina en la especificidad de
las situaciones y acontecimientos referidos, también se
origina en el grado en que el acaecimiento de los mismos es dado
más bien como un hecho (en cierto mundo) que como una
posibilidad o probabilidad (…) El relato vive en la
certeza."[30]

El móvil real de nuestra historia es la
existencia de Silvia, pero, ¿hasta qué punto es
palpable esta realidad? ¿No es Silvia acaso un enjambre de
intuiciones, un nudo onírico y burlón, una
alegoría inquietante? Sin embargo, la no certeza de la
materialidad de la joven no atenta contra el poder narrativo del
relato, antes bien, lo coloca muy cerca del marco de la
literatura fantástica.

Silvia, como ya he mencionado ostenta una
fuerte carga semántica, los nombres y situaciones cumplen
funciones específicas dentro del mundo "figurativo" del
autor. En una entrevista, al hablar de su relación con lo
lúdico, Cortázar expresa: "…El juego, como
lo juegan los niños o como trato de jugarlo yo como
escritor, corresponde a un arquetipo, viene desde muy adentro,
del inconsciente colectivo, de la memoria de la especie. Yo creo
que el juego es la forma desacralizada de todo lo que para la
humanidad esencial son ceremonias
sagradas."[31]

A lo largo de todo el relato se perciben conexiones
tanto culturales como religiosas. El cuento se vincula con el
proceso de la elaboración de un texto, creación
literaria y testimonio del renacimiento del
autor/narrador/personaje, quien experimenta, con la tarea de
escribir, una iniciación en un estado más alto de
conciencia. Es sumamente curioso que esta historia pueda ser
vestigio de un pasaje de la vida de Cortázar.

Hay un testimonio del primer asado al que fue invitado
el profesor de la Universidad de Poitiers, Alain Sicard (en el
cuento Jean Borel) donde refiere que al día siguiente se
encontró con Cortázar, quien le entregó unas
cuartillas: Silvia.[32] De ahí
inferimos que el fragmento realmente ficcional del relato es la
segunda analepsis: el asado en casa de Fernando, que culmina con
la visión de Silvia, dormida en su cuarto, nunca
ocurrió y fue sólo imaginado por el confundido
narrador. Aunque un detalle sugiere la casa de Cortázar en
Saignon: el cuadro de un amigo en una pared de la sala. El nombre
del pintor es la clave que señala el éxito de la
búsqueda: Julio Silva.

Un personaje delicioso llega al inicio del primer
núcleo del relato para coadyuvar al desarrollo del
argumento: Gracielita, la "sabelotodo". Asociada con "Gracia", es
el agente de la redención de Silvia, de la que forma parte
en ese cuaternio con Lolita, Álvaro y Renaud: la
cuaternidad del concepto del alma. Aunque Gracielita, Lolita y
Silvia parecen entidades separadas, son variantes de un mismo
arquetipo: la virgen, la doncella. Es la femme/enfant,
la mujer niña de los surrealistas. Gracielita es
intercesora entre Silvia y Fernando. Actúa como su
ayudante. Es el personaje más complejo y activo. Desde que
Fernando aparece, lo toma del cuello con sus manos llenas de
barro y no lo suelta hasta que le señala la presencia de
Silvia. Al seguirla, Fernando empieza una nueva fase, se aparta
de los intelectuales. Por la "gacelita", asociada con el ciervo,
se vincula a la luna, en la faz de Artemisa, la desmembradora. La
luna se menciona al final como solución de una adivinanza.
Graciela lo ilustra sobre los secretos de la tribu, esa sociedad
paralela creada por los hijos de los amigos. Han establecido su
propio campo de juego, se han separado del mundo de los adultos y
han retrocedido al tiempo primigenio de los aborígenes de
América (ya en su versión sioux, charrúa o
tehuelche, con alguna nota de grecorromano).

Por su parte, Silvia oculta un episodio de la memoria
colectiva: el rescate del abismo de la Kore, la doncella
prisionera del Hades. Comparte la simbología asociada con
el bosque y la fertilidad y el nombre evoca a la mítica
virgen vestal (violada por Marte) Rhea Silvia, la Reina Silvia,
diosa menor del bosque, madre de Rómulo y Remo, los
mellizos amamantados por una loba. Ella combina lo cotidiano y
personal con elementos transpersonales del inconsciente
colectivo, típico de la literatura visionaria.

Para saber cómo es Silvia, (de quien no se dice
mucho, excepto el color de su pelo dorado y pechos y muslos
seductores) debemos mirar a las otras niñas y a los que
creen en ella, porque: Silvia son los cuatro. Empleada
para cuidar a Renaud, es el ángel maternal y tutelar de
todos, pero viene cuando quiere, cuando alguien la necesita. Ese
alguien incluye a Fernando, que también la ve. Y a partir
de entonces para él es sobre todo Silvia. Imagen
que fluctúa y cuyo mayor logro es este extraordinario
relato. Otros personajes intervienen para trenzar la trama,
ninguno más interesante que las dos figuras femeninas a
las que hicimos alusión.

Saber penetrar en el mundo simbólico cortazariano
y asumir sus retos intelectuales, requiere ante todo,
disposición para la investigación y la
búsqueda de una verdad que subyace entre
líneas.

Este breve análisis concluye con unas palabras
del autor[33]donde brinda su concepción de
literatura fantástica[34]

"Esta literatura es mucho más fecunda porque abre
en cada individuo una serie de referencias. En una palabra y lo
digo sin ninguna vanidad, enriquece al lector, como su
experiencia personal ha enriquecido al
autor."[35]

Bibliografía

Cortázar, Julio: "Las armas secretas y otros
relatos", Editorial Casa de la Américas, Cuba,
1999.

Dapaz, Lilia: "Otra vuelta de tuerca: Silvia como enigma
y gólem de palabras." (Versión digital)

Genette, Gérard: Figuras III, Editorial
Lumen, Barcelona, 1989.

Prince, Gerald: "Observaciones sobre la narratividad" en
Revista Criterios, casa de las Américas, n 29,
1991.

Tomachevski, Boris: "Temática", p.78.
(Versión digital)

 

[1] Joan Hartman: “La búsqueda de
las figuras en algunos cuentos de Cortázar” en
Revista Iberoamericana, Universidad de Pittsburgh, n 69, V. XXXV,
sept.-dic., 1969, p. 549.

[2] Julio Cortázar: “Para una
poética”, en Obra crítica/2. Edición
de Jaime Alazraki. Madrid, Alfaguara, 1994, p. 280.

[3] “Es la noción de lo que yo
llamo figuras. Es como el sentimiento (…) de que aparte de
nuestros destinos individuales somos parte de figuras que
desconocemos. Pienso que todos nosotros componemos
figuras”. Julio Cortázar en entrevista a Luis Hars:
“Los nuestros”, p.278.

[4] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 75-88.

[5] Gólem es una palabra hebrea para el
hombre sin forma, la tierra amorfa o hyle de la cual Adán
fue hecho antes de que el alma le fuera infundida. No puede
hablar porque fue creado por el hombre, no por Dios. No tiene
género, ni alma, ni inclinaciones buenas ni malas. Es un
sirviente místico mudo, pasivo y protector que sigue las
órdenes de su amo a quien sirve. Los que dicen que han
creado gólems se consideran los más justos, santos
y espirituales y poseedores de una capacidad creadora semejante
(no idéntica) a la de Dios. El gólem ha sido
interpretado como símbolo del alma.

[6] Boris Tomachevski:
“Temática”, p.78.

[7] Definida por Genette también como
historia. Designa la sucesión de acontecimientos reales o
ficticios que son el objeto del discurso (relato) y sus diversas
relaciones de encadenamiento, oposición,
repetición, etc.

[8] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 75.

[9] Los niños: Álvaro y Lolita
(hijos de Javier y Magda); Renaud (hijo de Liliane y Jean Borel)
y Graciela (hija de Raúl y Nora)

[10] El narrador, insertado dentro de la
acción, es su protagonista. Tomado de: Gérard
Genette: Figuras III, Editorial Lumen, Barcelona, 1989.

[11] Es el adoptado por el narrador cuando
ofrece el punto de vista de un solo personaje para la totalidad
de su relato. Tomado de: Gérard Genette: Figuras III,
Editorial Lumen, Barcelona, 1989.

[12] Cuenta lo que acontece al narrador en la
historia que narra, se estable entre narrador e historia una
relación afectiva, en cuanto moral y también
intelectual. Tomado de: Gérard Genette: Figuras III,
Editorial Lumen, Barcelona, 1989.

[13] “…formas de discordancia
entre el orden de la historia y el del relato (…) Es uno
de los recursos tradicionales de la narración
literaria”. Gérard Genette: Figuras III, Editorial
Lumen, Barcelona, 1989.

[14] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 75.

[15] “…toda evocación
posterior de un acontecimiento anterior al punto de la historia
donde nos encontramos…” Gérard Genette:
Figuras III, Editorial Lumen, Barcelona, 1989.

[16] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 75.

[17] “…efectos del
ritmo…” Gérard Genette: Figuras III,
Editorial Lumen, Barcelona, 1989, p. 146.

[18] Gérard Genette: Figuras III,
Editorial Lumen, Barcelona, 1989, p. 145.

[19] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 75-83

[20] “Forma de movimiento variable que
abarca con gran flexibilidad de régimen todo el campo
comprendido entre la escena y la elipsis.” Gérard
Genette: Figuras III, Editorial Lumen, Barcelona, 1989, p.
152.

[21] “…realiza convencionalmente
la igualdad de tiempo entre relato e historia…”
Gérard Genette: Figuras III, Editorial Lumen, Barcelona,
1989, p. 151.

[22] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 76.

[23] Pág. 78.

[24] Donde en tiempo del relato es mayor que el
tiempo de la historia. Tomado de Gérard Genette: Figuras
III, Editorial Lumen, Barcelona, 1989.

[25] Julio Cortázar: “Las armas
secretas y otros relatos”. Editorial Casa de la
Américas, Cuba, 1999, p. 83

[26] Pág. 87.

[27] Ídem.

[28] Pág. 88.

[29] Gerald Prince: “Observaciones sobre
la narratividad” en Revista Criterios, Casa de las
Américas, n 29, 1991.

[30] Ídem.

[31] Saúl Yurkievich: “A
través de la trama”, Barcelona: Muchnik Editores,
1984, p. 117.

[32] Beatriz Berger: “Cortázar,
mago de la palabra”, en Revista de Libros de EL MERCURIO de
Santiago de Chile, 13 de febrero de 2004.

[33] Julio Cortázar, autor de Silvia, el
cuento analizado.

[34] Entiéndase por fantástica,
en este ensayo, la literatura desarrollada por Cortázar,
donde se liberan facultades del subconsciente, y tanto los
personajes como los acontecimientos integran su universo de
figuras enrarecidas.

[35] Omar Prego: “La fascinación
de las palabras. Conversaciones con Julio Cortázar.”
Barcelona, Muchnik Editores, 1985, p. 54.

 

 

Autor:

Alicia Díaz Aldana

Partes: 1, 2
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