Regla 2.
Características generales de los
gobernantes
Atraen la atención de las demás personas
en forma especial. Tienen algunas dotes en mayor altura que las
de sus gobernados. Estas provocan alabanza o censura en ellos.
Unos son tenidos por avaros y otros por generosos. Unos por
rapaces y otros por dadivosos. Unos por crueles, otros por
compasivos. Unos por leales, otros por desleales a sus promesas.
Unos por feroces y valerosos, otros por afeminados y cobardes.
Unos por soberbios, otros por humanos. Unos por recatados, otros
por lascivos. Unos por complacientes y flexibles, otros por
severos e intolerantes.
Unos por firmes, otros por ligeros. Unos por creyentes y
religiosos, otros por incrédulos e
impíos.
Loable y deseable sería que el gobernante
poseyera todas las cualidades o virtudes buenas enumeradas, y
ninguna de las malas. Más aun que pusiera todas las
cualidades buenas en práctica. Pero ni lo primero ni
lo segundo es posible, porque la naturaleza humana no lo
permite.Por tanto es necesario que el gobernante sea lo
bastante prudente como para evitar la infamia de los defectos
o vicios que le pueden hacer perder su gobernabilidad y su
gobernación. Pero no debe temer incurrir en algunos de
ellos para conservar el Estado.No debe olvidar que hay características como
la benignidad y la clemencia, que aunque aparecen como
virtudes, su práctica puede causar su ruina, mientras
que otras como el temor y la astucia, que aparecen como
vicios, su uso puede mejorar la seguridad y el
bienestar.
Regla 3.
Características convenientes para los
gobernantes
3.1 Contar con la
estimación de sus súbditos.
Lo que más proporciona estimación a un
gobernante:
Las grandes empresas y las acciones raras y
maravillosas que ejecute[5]Los gobiernos de
los mejores gobernantes han sido una secuencia de empresas
grandiosas y algunas extraordinarias. Conviene conocer estos
gobernantes, sus empresas y como las ejecutaron. Por ejemplo
Alejandro Magno (356 – 323 a. de JC.), Cesar Cayo Julio
(101 – 44 a. de JC.) y Fernando V monarca de
España.Emprender y terminar en el orden civil acciones y
obras poco comunes, inaugurarlas con gran celebridad y
premiar a los copartícipes del entorno para que se
apropien de ellas.La celeridad con que las desarrollen no da tiempo a
sus gobernados de urdir tramas en su contra. Acciones y obras
que deje sin terminar van a engrandecer al gobernante que
luego lo haga.Castigar de forma ejemplar a los ejecutores de
acciones malas. Estas celebraciones, premios y castigos deben
dar al público de que hablar en forma
notable.Manifestarse como amigo generoso de las personas
talentosas y honrar a sus gobernados que sobresalgan en
cualquier arte.Estimular a quienes ejercen pacíficamente su
profesión u oficio.Promocionar premios para quienes funden
establecimientos útiles, para quienes multipliquen los
recursos en las ciudades.Proporcionar fiestas y espectáculos a las
comunidades en las fechas habituales.Reunirse a veces con estas comunidades y sus juntas
y tener algunos especiales miramientos con ellos.Dar ejemplo de humildad y generosidad protegiendo
sin embargo que la majestad de su cargo permanezca
inalterable y evitando que por popularidad se humille de
alguna manera su dignidad.Estas empresas les permiten: Mantener ocupados a
quienes pueden conspirar. Adquirir mayor dominio sobre los
súbditos al aumentar la admiración y el
respeto. Contar con el dinero del Estado, de las religiones y
de los acaudalados para ejecutarlas. Mantener la
admiración de sus pueblos y la atención en las
consecuencias que podrían acarrear.Evitar lo que pueda hacerlo odioso y
despreciable[6]Lo que más desprecio
causa es usurpar bienes, honra o mujeres a los
súbditos[7]Mientras no se quiten
bienes, honra y mujeres a los súbditos, la
mayoría vivirán contentos. Solo hay que evitar
y reprimir de cualquier modo la ambición de unos
pocos[8]La opinión perspicaz del gobernante en sus
súbditos, debe ser tan grande que ninguno se atreva a
engañarlo, o armar intrigas o conspiraciones contra
él[9]Manteniendo una alta
estimación en su pueblo, difícilmente se
conspirará contra él[10]Tampoco
lo harán los gobernantes extranjeros.Ante todo ingeniar los modos en que cada una de sus
operaciones políticas engrandezca su fama de grande e
ingenioso gobernante.Su obligación es proceder con
moderación, prudencia y humanidad. Mucha desconfianza
lo convierte en imprevisible, demasiada confianza en
insoportable[11]Otras dotes con que debe contar un gobernante son;
constancia, seriedad, virilidad, valentía y
decisión en sus actos.Otros defectos que hacen despreciable a un
gobernante son: ser variable, ligero, afeminado,
pusilánime e indeciso.
Cumplir promesas y saber engañar
Cumplimiento Digno de alabanza es el gobernante
que cumple lo prometido, vive de modo integro y no es
hipócrita en su conducta[12]No hay quien no
comprenda esta verdad[13]
Engaño Sin embargo, varios gobernantes
para manipular a voluntad el espíritu de sus
súbditos y poder realizar grandes empresas
desdeñaron la rectitud e integridad, emplearon la astucia
y acabaron triunfando sobre los que procedieron con
lealtad[14]
Cuando un gobernante prudente advierte que el
cumplimiento de sus promesas redunda en perjuicio y que los
motivos que lo llevaron a formularlas no existen, debe
olvidarlas. Lo contrario podría llevarlo a la
ruina[15]
Este precepto sería detestable si muchos
súbditos no abandonaran al gobernante cuando se les
presenta una mejor ocasión e incumplen con su lealtad al
gobernante.
Tampoco el gobernante está obligado a cumplirles
si se ve forzado a ello[16]Nunca faltan razones
legítimas a un gobernante para justificar el
incumplimiento de algunas promesas: la terminación o
incumplimiento de convenios o tratados, la anulación de
proyectos o empeños[17]
Pero es necesario saber encubrir este proceder
artificioso y hábil, saber disimular y fingir. El
gobernante que sabe emplear mejor en este caso el comportamiento
del zorro, logra mejores resultados[18]
La mayoría de las personas son tan ingenuas y
están tan condicionadas por sus necesidades que se dejan
convencer siempre por quienes manipulan con arte el
engaño[19]
Uno de los ejemplos más fehacientes de ellos fue
el Papa Alejandro VI, incesantemente pensaba en medios para
inducir al error a la feligresía y no hizo otra cosa que
buscar ocasión para engañar siempre a sus fieles.
Hasta ahora no ha habido nadie que haya conocido y aplicado mejor
el arte de las protestas persuasivas, que haya afirmado con
juramentos respetables tantas promesas y que las haya incumplido.
Fue el Papa trapacero que con estratagemas y engaños supo
dirigir a la comunidad católica y cumplir sus
designios[20]
Los gobernantes, especialmente los nuevos, han de saber
que no le es posible observar con integridad perfecta lo que hace
ver a las personas como virtuosas. Con frecuencia para mantener
el orden de su Estado se ven obligados a obrar contra lo
prometido, contra las virtudes humanas o caritativas y hasta
contra su religión[21]
Deben estar dispuestos a tomar la dirección que
las circunstancias impongan, procurando no apartarse del bien
mientras puedan, pero sabiendo obrar también con maldad
cuando no les quede otro recurso.
Saber fingir
No hace falta que un gobernador posea todas las
virtudes que le son necesarias, sino que sepa aparentar que
las posee. Me atrevo a decir que es más conveniente
que no las posea y sepa aparentar que las posee, a que
realmente las posea y las practique
continuamente[22]Tiene que aparecer para
gobernantes y gobernados como manso, humano, fiel, leal,
aún sin serlo[23]Pero le es necesario
conservar su corazón en completo acuerdo con su
inteligencia, especialmente cuando tiene que tomar actitudes
contrarias. Deben cuidarse muchos de ser circunspectos. Que
cuantas presentaciones públicas y palabras salgan de
su boca, lleven el sello de las virtudes mencionadas. Para
que quien los vea u oiga los crean llenos de buena fe,
entereza, humanidad, caridad y religiosidad
[24]De estas virtudes, aparentar la
última es la más
importante[25]En general las personas juzgan más por lo que
ven, que por lo que realmente se hace. A todos se les debe
hacer ver lo que es conveniente. Tocar y comprobar se debe
permitir solo a un limitado número de privilegiados.
El pueblo ve lo que el gobernante parece ser, y tener como
apoyo de sus ilusiones el poder del Estado que los
protege[26]Solo muy pocos aprecian lo que el
gobernante realmente es, pero no se atreven a contradecir la
opinión del pueblo[27]Un gobernante
debe predicar solo paz y hablar únicamente de buena
fe, pero no observarlas cuando puede perder la
estimación que le profesan y los dominios que
gobierna[28]
Ver las cosas como son y no como se las imagina
Los gobernantes deben ver la verdadera realidad y no
los desvaríos de algunas
imaginaciones[29]Muchos concibieron Estados y
Repúblicas que solo existieron en su fantasía
acalorada y que jamás vieron[30]Hay
mucha distancia entre saber cómo viven los hombres y
cómo debieran vivir.Quien para gobernar estudia lo que las personas
hacen y deduce de allí lo que sería más
noble y más justo hacer, aprende a crear su ruina, en
lugar de preservarse de ella. El gobernante que a toda costa
intenta ser bueno, camina hacia el desastre porque entre los
gobernados que lo rodean hay quienes no lo
son[31]El gobernante que quiera mantenerse en
una gobernación, debe no ser bueno en ciertos casos y
usar o no su bondad según lo exigen las
circunstancias[32]
Saber aplicar severidad y clemencia
Todo gobernante debe desear que se le conozca por
clemente y no por cruel, pero debe evitar siempre hacer mal
uso de su clemencia[33]Cuando el gobernante
necesita de la crueldad para conservar unidos a sus
gobernados, e impedirles que falten a la lealtad que le
deben, no debe temer a la infamia inherente al usarla. Los
casos en que tienen que usar la severidad son muy pocos y
ofenden solo a unos cuantos particulares. Aquellos con que
usa la tolerancia, por ejemplo al producirse desordenes,
robos y crímenes ofenden a todos los
ciudadanos.A un gobernante nuevo le es muy difícil
evitar la fama de cruel porque debe siempre obrar con
severidad extrema sin atemorizarse. No debe obrar con
tolerancia ante los males que le avisen. Vale entonces a un
gobernante ser más temible que amado? La respuesta, es
conveniente que sea las dos cosas a la vez. Ante la
dificultad de mantener los dos beneficios debe decidirse por
ser temido antes que ser amado, porque es más seguro.Cuando le sea indispensable eliminar a alguien, debe
hacerlo con suficiente justificación, como con un
delito patente[34]En este caso no debe
incautar los bienes de la víctima, porque las personas
olvidan más pronto la muerte de su padre, que la
pérdida de su patrimonio. Si su inclinación es
la de raptar la propiedad del prójimo, le
sobrarán muchas ocasiones. La persona acostumbrada a
la rapiña encuentra siempre pretextos para apoderarse
de lo que no es suyo[35]En cambio las
ocasiones para eliminar a sus súbditos son más
raras, faltan con más
frecuencia[36]
3.6 Saber usar la violencia
Varios gobernantes lograron defenderse de sus
enemigos, a pesar de tantas traiciones y tamañas
crueldades, vivir luego seguros en sus patrias, sin ser
considerados traidores y crueles. Por qué sus
conciudadanos no se conjuraron nunca contra ellos? En cambio,
otros gobernantes que emplearon iguales recursos, no
consiguieron conservar sus Estados ni en tiempos de paz, ni
de guerra. Mi respuesta es que ello dimana del uso
conveniente o no que se haga de la crueldad y de la
traición. Llamo uso conveniente de estos actos cuando
se ejercen rápidamente, una sola vez, sin continuarlos
por la necesidad de proveer seguridad y encaminados, en
cuanto sea posible, a la mayor utilidad de los
gobernados[37]Estos actos de traición y
crueldad no son convenientes cuando van aumentándose y
se multiplican día a día y se cambia su
finalidad. Los que usan el primer método de maldades,
como los ejecutan solo una vez y no se ven obligados a
repetirlos cada día, logran tranquilizar a sus
gobernados a quienes luego ganarán fácilmente
haciéndoles el bien. Con los auxilios divinos y
humanos, como Agátocles, logran remediar esta
situación, en tanto que aquellos que usan el segundo
no es posible que se mantengan en sus Estados. Los actos de
maldad han de ejecutarse rápido y todos juntos a la
vez, en cambio los beneficios deben darse poco a poco para
que sean mejor conocidos y apreciados[38]El
gobernante que obra con temor, o guiado por malos consejos,
se ve obligado a ejercer continuamente las maldades. Esto no
le permite contar nunca con sus súbditos y ellos
tampoco se sentirán jamás seguros de estos
gobernantes. Cuando sobrevienen tiempos difíciles y
penosos, el gobernante intenta remediar las maldades hechas,
cambiar su comportamiento, pero el bien que entonces hace ya
no se lo agradecerán porque lo ven forzado y no
redundará en provecho[39]
3.7 Infundir temor y contar con astucia.
Un gobernante dispone de dos recursos para conseguir
ser obedecido, la ley usada con las personas y la fuerza
empleada con los animales. Cuando no basta lo primero hay que
recurrir a lo segundo[40]Un gobernante debe
saber hacer buen uso de ambos recursos, simultánea o
sucesivamente. Para tal fin fueron confiados los candidatos a
gobernantes en su niñez, en la mitología
griega, como Aquiles, al centauro Quirón para que los
educara en esta disciplina[41]Esta
alegoría significa que tuvieron por maestro a un ser
mitad hombre y mitad bestia. O sea que un gobernante necesita
utilizar a la vez, o intermitentemente, de las dos
naturalezas del ser humano para conseguir
acatamiento.Cuando un gobernante para obrar competentemente se
ve precisado a obrar según la índole animal de
las personas, debe imitar al león o al zorro
según el caso en que se encuentre. El ejemplo del
león no basta cuando debe preservarse de
engaños, ardides, ó tretas. El ejemplo del
zorro solo, no es suficiente cuando tiene que librarse de
lobos. Debe ser por tanto zorro para evitar las trampas y
león para espantar los
lobos[42]
3.8 Saber usar la liberalidad y la avaricia.
La liberalidad es perjudicial en grado sumo a un
gobernante cuando impide que le teman. Debe ejercerla con
prudencia y secretamente para evitar la fama de
intolerante[43]Un gobernante puede ser
pródigo en el camino para adquirir una
gobernación, pero no para mantenerla. César lo
fue para conseguir la gobernación de Roma, pero si
hubiera vivido y continuado sin moderar sus dispendios
costosos hubiera arruinado el imperio. Cuando el gobernante
dispone solo de bienes propios y de los de sus
súbditos, debe ser económico. Pero cuando
dispone de bienes ajenos no puede prescindir de la
complacencia y prodigalidad. El gobernante que con sus
ejércitos efectúa saqueos y se apodera de los
caudales de los vencidos, está obligado a ser
pródigo con sus soldados, quienes no lo
seguirán acompañando sin este
estímulo[44]Puede mostrarse ampliamente
generoso porque da a sus soldados lo que no es suyo, ni de
sus súbditos, sino de los vencidos. Este dispendio que
hace de bienes ajenos, lejos de dañar su
reputación le agrega la cualidad de generoso y
complaciente. Así lo hicieron Ciro, Alejandro y
Cesar[45]El gobernante que quiere mantener fama de
complaciente y generoso debe aparecer suntuoso y prodigar
riquezas para conservar semejante gloria. Para ello se
verá obligado a gravar cuantiosamente a sus
súbditos, a ser extremadamente fiscal y a hacer cuanto
sea imaginable para obtener dinero. Para favorecer a un
pequeñísimo número de súbditos
tendrá que perjudicar a la mayoría de ellos.
Esta conducta lo tornará odioso a los gobernados que
empobrece. Al perder la estimación de ellos y
continuar con la necesidad apremiante de obtener dinero
pondrá en peligro su gobernación al menor
riesgo[46]Si reconoce su error e intenta
cambiar de conducta ganará inmediatamente el oprobio
de avaro.Como un gobernante no puede ejercer de modo notorio
la virtud de la generosidad sin perjuicio, debe ser prudente
y no inquietarse de ser tildado de avaro. Cuando observen con
el tiempo que, gracias a su prudencia, le alcanzaron las
rentas para acometer empresas y defenderse de quien le
declare la guerra, sin gravar adicionalmente a sus
súbditos, lo reconocerán finalmente como buen
gobernante. De esta manera favorece a un número
inmenso de súbditos y será tildado de avaro
solo por unos pocos que intentan conseguir mucho a cambio de
nada[47]Gobernantes que pasaron por avaros
como el Papa Julio II y Fernando rey de Castilla y
Aragón, lograron grandes cosas, y muchos gobernantes
pródigos terminaron vencidos.La avaricia es uno de los vicios que aseguran una
gobernación. Por tanto un gobernante debe temer poco
ganar reputación de avaro si con ello no se ve
obligado a despojar a sus gobernados, les evita sufrir
pobreza y miseria y no le falta nunca con que
defenderse[48]Algo que perjudica considerablemente a un gobernante
es gastar los propios bienes porque nada lo agota peor que la
generosidad desmedida. Al ejercerla pierde capacidad
económica y se torna pobre y despreciable. Al evitar
su ruina por medio de la avaricia se hace rapaz y
odioso[49]La generosidad desmedida conduce al
menosprecio, aborrecimiento y odio del gobernante por el
pueblo, unos de los inconvenientes mayores que debe evitar.
Más sabio es no temer a la reputación de avaro
que produce la infamia sin odio[50]
3.9 Forzar la fortuna
Muchos creyeron y creen que la providencia o fortuna
domina de tal forma el mundo, que no existe remedio alguno
para oponerle y que a las personas no les es posible, con
prudencia, dominar lo que tienen de adverso estas
situaciones[51]Con arreglo a tal fatalismo
muchas personas juzgan que no vale la pena fatigarse en
ocasiones temerosas y prefieren dejarse llevar por los
caprichos de la suerte[52]Como esta
opinión goza de cierto crédito debido a los
grandes cambios que se ven cada día, me inclino a
estimar que la Providencia, la fortuna o la suerte controlan
la mitad de nuestras acciones y que la otra mitad es
gobernada por nuestro libre
albedrío[53]La fortuna me parece comparable con un río
caudaloso, que cuando abundan sus aguas inunda las partes
bajas, derriba árboles y edificios, arranca y se lleva
terrenos[54]Todos temen a su furia y huyen de
él cuando esto sucede sin poder resistirle. Y no
obstante en tiempos secos, las personas toman precauciones
contra él, construyendo diques y
exclusas[55]y cuando vuelve a crecer se ve
obligado a correr por los canales que hacen menos ruinosa en
estos sitios la fogosidad
anárquica[56]Con la fortuna sucede lo
mismo, respeta a las personas preparadas y vuelve su
violencia hacia aquellas que no construyeron muros u otras
defensas para contenerla. Los Estados hay que preservarlos
con virtudes militares y cívicas para que dejen de ser
campiñas sin exclusas ni diques con que puedan
controlar revueltas populares e inundaciones de tropas
extranjeras. Cuando se está preparado
difícilmente se presentan estas situaciones
peligrosas.La fortuna también es comparable con aquellas
mujeres que necesitan más de la protección
masculina, y que se apegan más a los hombres que las
tratan mal. La fortuna acompaña más a quienes
la exigen, a quienes obligan o fuerzan su presencia. Pero
luego en tiempo más corto que largo, también se
aleja de ellos. Por su carácter femenino es más
amiga de los jóvenes sobre todo de aquellos que son
irascibles, poco circunspectos y que se imponen con
más audacia. Por esto mismo se puede afirmar que a un
gobernante le vale más ser violento que moderado. Hay
gobernantes que de la prosperidad pasan a la ruina sin que
hayan cambiado de cualidades ni de carácter. Ello no
se debe a la fortuna, sino a que no saben proceder de acuerdo
a las circunstancias[57]
Autor:
Rafael Bolívar
Grimaldos
[1] A estos me ajusto más.
Según esto, fatal, mil veces fatal la retirada de
Moscú! 2 Los seleccioné como consultores, pero
solo cuando había reconocido de antemano una
máxima superioridad intelectual. 3 Dentro de ellos
están también los que se pierden por la soberbia
gratuita de creer que siempre hacen lo mejor de lo mejor.
[2]
[3]
[4]
[5] Con ellas me he elevado y con ellas me
mantengo en altura. Cuando ya no haya otras nuevas que
sobrepasen a las anteriores empezará mi decadencia.
[6] Cuando se hacen cosas grandes no hay que
temer al desprecio, pues a pesar de todo se consigue
admiración.
[7] Est modus in rebus?
[8] Que no es tan fácil.
[9] Cosa difícil cuando poseen la
esperanza del tiempo.
[10] Siempre habrán valentones que lo
intentarán.
[11] Perfecto! Sublime!
[12] Quien admira hasta este punto la
honradez, la sinceridad y la rectitud no puede ser
estadista.
[13] Es la verdad del pueblo.
[14] Sobre ello puedo dar muchos ejemplos.
Los tontos están en este mundo para favorecer a los
inteligentes.
[15] En estos casos no hay otro camino.
[16] Se debe disponer de hombres ingeniosos
que manejen estos casos.
[17] Porque a pesar del escándalo ello
redunda a largo tiempo en bien de los gobernados.
[18] Los más astutos y entre ellos el
Papa no podrán negarme esta habilidad.
[19] Las multitudes están compuestas
esencialmente de crédulos y necios y las pocas personas
desconfiadas que dudan no se atreven a decirlo.
[20] Tremendo pontífice! No
honró la tiara pero extendió los estados de la
Santa sede. Cosa que me encargaré de volver a poner en
orden.
[21] Cuando la tienen.
[22] Este consejo es interpretado de
diferente manera.
[23] Vale más parecer hombre honrado
que serlo.
[24] Exigencia excesiva, basta con hacer lo
que al respecto se pueda.
[25] Antiguamente, no ahora en estos
tiempos.
[26] Cuando se triunfa aun por el peor medio
siempre nos dan la razón.
[27] Con esto es con lo que cuento.
[28] Maquiavelo se refiere a Fernando el
Católico.
[29] Es preciso ver las cosas como son y no
como nos las imaginamos.
[30] En la práctica los
desvaríos de Platón valen tanto como los de
Rouseau. Sin embargo, con arreglo a estas utopías, los
visionarios de la filosofía y la moral juzgan a los
estadistas.
[31] Los más perversos son pocos, pero
aparentan muy bien a menudo ser los mejores y utilizan todos
sus recursos para hacer ver que la mayoría es
perversa.
[32] No importa lo que se diga, o lo que se
quiera, lo importante para un gobernante es conservar su estado
y mantenerlo en orden.
[33] Sucede cuando uno alcanza la gloria y
usa la clemencia con exageradas pretensiones.
[34] Con esto restringe demasiado las
prerrogativas de los gobernantes.
[35] Esta es una de las ventajas de mi
autoridad.
[36] A Maquiavelo se le olvida que estas
ocasiones las provoca uno mismo.
[37] Perfeccioné bastante esta
maniobra el 18 Brumario y sobre todo al día siguiente,
en Saint Cloud.
[38] Cuando se deja pasar un largo tiempo sin
castigar una mala acción, el que la castiga
aparecerá como cruel, porque se habrá olvidado lo
que hace justo su castigo. Los gobernantes cobardes se
ensañan contra los débiles y esto hace revelarse
a los más fuertes. Cuando los bienes se derraman a manos
llenas los aprovechados son los oportunistas que nunca los
agradecen.
[39] En estas circunstancias por mucho que se
prometa y se dé, ya de nada sirve. Los pueblos
permanecen indiferentes ante los gobernantes que sucumben por
traidores, crueles y mezquinos.
[40] El segundo es más efectivo.
[41] Explicación que nadie
había sabido dar antes de Maquiavelo.
[42] Verdad indiscutible que debe ser
aplicada en política.
[43] Si se es liberal es por interés
vanidoso.
[44] Nadie lo hizo mejor que yo. Di licencia
para pillajes y devastaciones. Di a mis soldados cuanto
podían tomar. De allí su inmutable apego a mi
persona.
[45] Yo también entro en esta
lista.
[46] Recobraré la estimación
con hazañas engañosas. Iré a los
países extranjeros en busca de dinero.
[47] En esto eres un pobre hombre de
espíritu apocado!
[48] Con el vicio de la avaricia no
contaré.
[49] Hay que inventar nuevos medios de
abastecerse. El qué dirán no me inquieta.
[50] Como compensación del odio
público cuento con el amor de mis soldados y el aprecio
de mis prefectos senadores, etc.
[51] Consuelo de débiles y perezosos.
Con energía y actividad, ayudados por el ingenio, es
posible dominar las más adversas circunstancias.
[52] Los cambios mayores y más
numerosos los engendré y puedo aún
producirlos.
[53] Mi libre albedrío ha domado a
Europa y hasta a la misma naturaleza.
[54] Esta fortuna asoladora he sido yo
mismo.
[55] A mis enemigos no les di tiempo ni
facilidades para tomar estas precauciones.
[56] La mala fortuna que puedo ocasionar no
se reduce con esa facilidad.
[57] Lo más difícil en el mundo
y lo que exige mayor entereza es variar según las
circunstancias.
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