- Introducción
- ¿Qué estamos
haciendo? - Él sabe quién es
quien - Recomendaciones para los
Maestros - ¿De dónde surge Satanás y
qué hace? - Dos
reinos batallan por su alma - ¿Por qué tiene dominio
Satanás? - Puertas abiertas: ¿Cómo entran
los demonios en una persona? - Formas
de posesión demoníaca - ¿Cómo está organizado el
mundo de las tinieblas? - El
Ministro y el Equipo de Liberación
Espiritual - El
poder de atar y desatar y la autoridad en
Cristo - Diagnóstico de posesión
demoníaca - Ministrando liberación individual y
colectiva - ¿Cómo mantener la
liberación? - La
nueva vida en el Espíritu Santo - Conclusión
"El ladrón viene solamente
para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia."(Juan 10:10)
"Dios nos ha librado del poder de
la oscuridad y nos ha llevado al reino de su amado Hijo, por
quien hemos recibido la liberación y el perdón de
los pecados."(Colosenses 1:13,14)
Introducción
¡Preparándonos para la
guerra!
Fernando Alexis
Jiménez
—Estamos en guerra; todos a sus
puestos… Vamos a resistir el
ataque…—gritó un alto oficial de la
Flota del Pacífico mientras corría por la
plataforma naval en uno de los inmensos espacios que ocupaba la
Flota del Pacífico en la Isla de Oahu, en
Hawai.
A kilómetros de distancia, con un
enorme mapa de las instalaciones de Pearl Harbor desplegado sobre
un escritorio de pino tallado primorosamente, el almirante
Isoroku Yamamoto velaba porque no escapara ningún detalle
del ataque planeado con meses de anticipación.
En otro espacio, el vicealmirante Chuichi
Nagumo, encargado de neutralizar la flota americana por un
período largo, sudaba copiosamente en el fragor del
ataque, sabiendo que cada segundo valía oro y que en
cualquier momento las circunstancias podían experimentar
un vuelco total, a favor o en contra.
—Corran hacia los hangares….
Protéjanse… —gritaba un marine, mientras
que en derredor las explosiones sacudían la tierra,
amenazando con desplomar todas las edificaciones. Los aviones
japoneses sobrevolaban el área y el cielo, otrora
límpido y azul, estaba poblado de luces multicolores,
fruto del estallido de las cargas explosivas.
Aquélla mañana de domingo del
7 de diciembre de 1941 sería recordada por muchas
décadas. Los norteamericanos fueron duramente golpeados
por la Armada Imperial Japonesa. El ataque destruyó a 13
buques de guerra y 188 aeronaves, dejó a 2.403 militares y
68 ciudadanos estadounidenses muertos. Los japoneses perdieron 64
efectivos.
Los acontecimientos sentaron las bases para
la Segunda Guerra Mundial, tras el desesperado intento de los
japoneses de ocupar las colonias occidentales en el sudeste de
Asia, para romper el embargo económico que pesaba
sobre el país desde 1940.
—El ataque fue planeado
silenciosamente por los japoneses y sólo tuvimos
conciencia de su terrible dimensión y alcance, cuando las
bombas estaban encima, destruyendo todo alrededor.–,
recordaría años Thomas Tabor, uno de los
sobrevivientes y quien murió a los 87 años,
todavía dominado por el asombro de una guerra que
transformó su apreciación de la vida.
—Yo tenía 17 años en
aquel entonces, pero mi vida fue otra desde ese
día.—relató Ken Crease–. La vida
nos cambió a todos en cuestión de segundos–.
El brillo de su mirada todavía conserva las
imágenes del momento en que vio una bandera estadounidense
hecha jirones por la balas.
Pero la apreciación de Charles
Gamble fue todavía más dramática. Él
se mostró renuente a aprender el manejo de armas, meses
antes de ser enviado a Pearl Harbor. En su criterio, bastaba con
dejar pasar el tiempo, cumplir su servicio militar, regresar a
casa, contraer matrimonio con una hermosa chica y envejecer
rodeado de nietos que jugaran en el patio de su casa.
—De pronto vi la pista de aterrizaje
volar por los aires en la Isla Ford–, relataría
tiempo después. —En cuestión de segundos, en
esa frontera que separa la vida de la muerte, me arrepentí
de no haberme aplicado a aprender las técnicas de defensa.
Me preguntaba siempre: ¿Para qué necesito disparar
un arma? Pero en aquél momento no hubo tiempo para
albergar miedo, solamente para defenderse–,
dijo.
Los acontecimientos fueron y siguen siendo
hoy muy impactantes, a pesar del tiempo que ha transcurrido; al
profundizar en los detalles, no podemos salir fácilmente
del asombro.
El asalto fue planeado con suficiente
antelación, estudiando cuidadosamente cuáles
podían ser los puntos débiles de la marina
americana. Un trabajo perseverante, que demandó
muchísimas horas identificando los puntos vulnerables y
cómo desarrollar los ataques de manera que se pudiera
causar el mayor daño posible.
Al repasar el acontecimiento, no pude menos
que recordar al apóstol Pedro cuando escribe: "Sed
sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como
león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."(1
Pedro 5:8, Reina Valera 1995)
Nuestro adversario espiritual está a
la espera de que nos descuidemos para atacarnos, procurando la
mayor destrucción en nuestra vida personal y espiritual.
Aun cuando lo ignoremos o sencillamente nos despreocupemos del
tema, usted y yo estamos inmersos en una batalla que involucra
las dimensiones del bien y del mal.
Se libra en el ámbito espiritual
pero sus devastadores consecuencias se pueden apreciar en el
mundo físico.
Debemos estar preparados
siempre
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