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Clínica psicológica actual: Suicidio (página 2)




Enviado por gertrudis mederos



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Existen diferentes métodos de quitarse la vida, los suaves o pocos letales como lo es la ingestión de psicofármacos, sustancias tóxicas, etc., y los métodos duros o letales como son el ahorcamiento, precipitación desde alturas, quemaduras, sección de vasos sanguíneos, uso de armas de fuego y otros. De forma general los hombres utilizan los métodos duros, ahorcamiento, sofocación o estrangulación de ahí que logren mayor mortalidad.Estudios realizados demuestran que las personas que se suicidan presentan algún antecedente de este tipo en la familia o lo han intentado ellos mismos con anterioridad, por lo cual se hace necesario la vigilancia y seguimiento médico de todo paciente que realiza un intento suicida al menos el año posterior al acto.

La prevención implica investigación, conocimiento de la realidad, reflexión, planificación, trabajo en equipo, evaluación, y visión en conjunto. Es estar capacitados y dispuestos para evitar los riesgos o las consecuencias que un problema pueda producir, es ajustarse de forma creativa a la búsqueda de soluciones y alternativas. Es desarrollar una práctica encaminada a reducir y evitar los factores de riesgo, fortaleciendo la capacidad de respuesta y autonomía del individuo alejando los límites a partir de los cuales las alteraciones comienzan a convertirse en amenazas, implica desarrollar desde las primeras edades un conjunto de valores que fortalezcan la autoestima para la preservación de la salud.

Comportamientos suicidas por los que transitan las personas de diferentes edades, que desean terminar con su vida.

1- El deseo de morir. Representa la inconformidad e insatisfacción del sujeto con su modo de vivir en el momento presente y que puede manifestar en frases como: "la vida no merece la pena vivirla", "lo que quisiera es morirme", "para vivir de esta manera lo mejor es estar muerto" y otras expresiones similares.

2- La representación suicida. Constituida por imágenes mentales del suicidio del propio individuo, que también puede expresarse manifestando que se ha imaginado ahorcado o que se ha pensado ahorcado.

3- Las ideas suicidas. Consisten en pensamientos de terminar con la propia existencia y que pueden adoptar las siguientes formas de presentación:

–Idea suicida sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de matarse pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "no sé cómo, pero lo voy a hacer".

–Idea suicida con un método inespecífico o indeterminado en la que el individuo expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo ha de hacerlo, usualmente responde: "De cualquier forma, ahorcándome, quemándome, pegándome un balazo."

–Idea suicida con un método específico no planificado, en la cual el sujeto desea suicidarse y ha elegido un método determinado para llevarlo a cabo, pero aún no ha ideado cuándo lo va a ejecutar, en qué preciso lugar, ni tampoco ha tenido en consideración las debidas precauciones que ha de tomar para no ser descubierto y cumplir con sus propósitos de autodestruirse.

–El plan suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo desea suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal, un lugar donde lo realizará, el momento oportuno para no ser descubierto, los motivos que sustentan dicha decisión que ha de realizar con el propósito de morir.

4- La amenaza suicida. Consiste en la insinuación o afirmación verbal de las intenciones suicidas, expresada por lo general ante personas estrechamente vinculadas al sujeto y que harán lo posible por impedirlo. Debe considerarse como una petición de ayuda.

5- El gesto suicida. Es el ademán de realizar un acto suicida. Mientras la amenaza es verbal, el gesto suicida incluye el acto, que por lo general no ocasiona lesiones de relevancia para el sujeto, pero que hay que considerar muy seriamente.

6- El intento suicida, también denominado parasuicidio, tentativa de suicidio, intento de autoeliminación o autolesión intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte en el cual un individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.

7- El suicidio frustrado. Es aquel acto suicida que, de no mediar situaciones fortuitas, no esperadas, casuales, hubiera terminado en la muerte.

8- El suicidio accidental. Es realizado con un método que se desconocía su verdadero efecto o con un método conocido, pero que no se pensó que el desenlace fuera la muerte, no deseada por el sujeto al llevar a cabo el acto. También se incluyen los casos en los que no se previeron las complicaciones posibles, como sucede en la población penal, que se autoagrede sin propósitos de morir, pero las complicaciones derivadas del acto le privan de la vida (inyección de petróleo en la pared abdominal, introducción de alambres hasta el estómago o por la uretra, etc.).

9- Suicidio intencional. Es cualquier lesión auto infligida deliberadamente realizada por el sujeto con el propósito de morir y cuyo resultado es la muerte. En la actualidad aún se debate si es necesario que el individuo desee morir o no, pues en este último caso estaríamos ante un suicidio accidental, en el que no existen deseos de morir, aunque el resultado haya sido la muerte.

 De todos los componentes del comportamiento suicida anteriormente descritos, los más frecuentes son las ideas suicidas, los intentos de suicidio y el suicidio consumado, sea accidental o intencional.

Una de las etapas del desarrollo humano que ha sido objeto de diferentes estudios en la que es evidente las conductas suicidas es en la adolescencia. Caracterizado por un período que los estudiosos del desarrollo han denominado "transiciones críticas del desarrollo". Probablemente no ocurren eventos que necesariamente causen problemas en todos los individuos, sino que el número y la naturaleza de los cambios y retos que ocurren simultáneamente durante este ciclo de la vida, requieren que las muchachas y los muchachos desarrollen estrategias de afrontamiento para funcionar efectivamente. Esta es una etapa de cambios físicos y psicológicos, de tránsito entre la niñez y la juventud. En este período de la vida la influencia de la situación social de desarrollo propuesta por L. Vigotsky es determinante.

Como anteriormente describimos existen múltiples factores de riesgo que llevan a los adolescentes a esta conducta, entre los más relevantes están:

Los conflictos con la pareja, los familiares, los económicos, embarazo precoz, maternidad temprana, pacientes deprimidos, personas sin apoyo o atención familiar, personas con enfermedades crónicas invalidantes, alcohólicos o fármacos dependientes.

Según los conocimientos actuales, el tema en cuestión es resultado de una falla en los mecanismos de adaptación del sujeto a su medio ambiente, provocada por una situación conflictiva situacional o permanente, o como consecuencia de un desequilibrio de sus elementos personológicos atribuible a diversas causas.

No se pretende agotar todas las situaciones que son de riesgo para que un adolescente intente contra su vida, pero sin lugar a dudas se han mencionado las más comunes.   Ante una crisis suicida en el adolescente es de suma utilidad observar los siguientes principios:

1- Tratarlo con respeto.

2- Tomarlo en serio.

3- Creer lo que nos manifiesta.

4- Escucharle con genuino interés.

5- Permitirle expresar sus sentimientos (llanto, ira, disgusto).

Algunas recomendaciones para tratar con adolescentes que han intentado suicidarse, las cuales puede servir de base a la familia o la institución educacional donde se encuentre.

1. Responsabilizar al adolescente con su propia vida, siempre que ello sea posible.

2. Trabajar juntos en encontrar soluciones no suicidas, por lo que deben explorarse soluciones alternativas al problema que ha desencadenado la crisis suicida.

3. Establecer un pacto no suicida siempre que el estado del adolescente lo permita. Para ello se le compromete a no autolesionarse durante la crisis.

4. Pedir permiso para involucrar a otros miembros de la familia, amigos y cuantas personas sea necesario para apoyar al adolescente.

5. Garantizar varias opciones para contactar con la persona que presta la ayuda psicológica, sean los padres y las madres, los maestros, tutores, médicos, etc.

6. No juzgarlo, comprometiéndonos a guardar secreto de todas las confesiones que haga el adolescente.

7. Ser directivo, con el suficiente tacto como para no parecerlo.

En la revisión bibliográfica encontramos posturas muy interesantes, pensamos que podemos compartirlas tanto con los especialistas, como con la familia hay que observar y neutralizar determinadas distorsiones cognitivas muy comunes entre los adolescentes suicidas como son las siguientes:

Inferencia arbitraria mediante la cual el sujeto llega a conclusiones determinadas sin poseer pruebas evidentes para ellas, como por ejemplo pensar que en el futuro las cosas le saldrán mal, pues en el pasado eso fue lo que ocurrió. En este caso el adolescente infiere el futuro en función del pasado, lo cual condiciona una actitud pesimista, de perdedor y con predisposición al fracaso.– Abstracción: selectiva en la que el adolescente intenta arribar a conclusiones teniendo en consideración solamente un aspecto de la realidad como puede ocurrir en los adolescentes deprimidos que recuerdan principalmente sus fracasos cuando son sometidos a pruebas de ensayo y error.

Sobregeneralización: cuando el sujeto, a partir de un dato particular llega a conclusiones generales, como por ejemplo, considerar que es un "incompetente que está perdiendo facultades" por haber salido mal en una evaluación parcial de sus estudios.

Magnificación: mediante la cual el adolescente evalúa de forma distorsionada un suceso, incrementa sus efectos y consecuencias. Es el caso de un sujeto que considera cualquier evento desagradable como "una tragedia", "una catástrofe", "lo peor que podía haberle ocurrido"

Minimización: mecanismo inverso al anterior en el que el adolescente evalúa de forma distorsionada sus potencialidades y habilidades, restándose sus méritos y cualidades positivas. Es el caso del adolescente que ante un éxito frente a un examen difícil, que sólo él ha pasado, considera que cualquiera pudo haberlo hecho, incluso mejor que él.

Pensamiento polarizado mediante el cual el adolescente evalúa la realidad en "blanco y negro", "todo o nada", "siempre o nunca", "bueno o malo", "perfecto o imperfecto", etc. Por tanto son frecuentes las frases siguientes: "Nada me sale bien", "todo me sale mal", "siempre fracaso", "nunca acierto" y otras similares, sin cerciorarse que en la realidad ninguna situación es completamente mala o buena, sino que se nos muestra con diversos matices y una persona puede ser torpe en una tarea y muy eficiente en otras, por solo citar un ejemplo

Personalización: que es el mecanismo mediante el cual el adolescente considera cualquier situación o hecho, como referido a sí mismo, aunque no exista conexión alguna. Así, si no es saludado en la mañana por alguien conocido, puede pensar que eso ha ocurrido porque la persona está molesta con él o ella, o que no le han querido tener en cuenta, etc.

El manejo de las distorsiones cognitivas señaladas con anterioridad constituye un recurso válido para evitar que el adolescente se evalúe de forma anómala y ello le reste posibilidades de lograr una adaptación armónica al entorno. Otras veces es de mucha utilidad fomentar una terapia de relación con el adolescente, lo cual disminuye la vulnerabilidad a las presiones externas. Este tipo de terapia contiene fuertes elementos de las terapias de apoyo y para algunos autores es una forma prolongada de estas. Así se trata de establecer con el adolescente en riesgo de suicidio una relación amistosa, no autoritaria, que aunque no juzga, se muestra firme e impone ciertas limitaciones, asume una actitud flexible y ofrece al adolescente nuevas opciones de ajuste para identificarse con una figura paterna sustitutiva diferente a la del progenitor biológico.

Si el riesgo suicida del adolescente no es elevado, la terapia de apoyo puede ser un valioso recurso. Una relación armónica, basada en una dirección cordial y enérgica, que gratifique las sanas necesidades de dependencia, que fomente una legítima independencia y sirva para canalizar adecuadamente la agresividad y la hostilidad hacia formas no destructivas del comportamiento, pueden ser una ayuda eficaz para cualquier adolescente, y más aún para aquellos que presentan factores de riesgo suicida. La orientación al descanso para recuperar las energías perdidas, la diversión, la práctica de deportes y de ejercicios físicos, una alimentación adecuada, evitar el consumo perjudicial de alcohol, no utilizar drogas, tabaco, café y sustancias adictivas pueden ser orientaciones beneficiosas para brindar apoyo. Utilizar técnicas de relajación y otras similares que contribuyan a suprimir o atenuar los síntomas más molestos, así como el uso de psicofármacos con similar propósito durante breves períodos de tiempo harán que el adolescente se sienta más seguro, aceptado, protegido, alentado y menos sólo. El cambio de medio cuando los factores ambientales son considerados muy estresantes para un adolescente vulnerable puede ser un magnífico recurso para evitar una conducta autodestructiva.  

Enseñar a nuestros adolescentes a adoptar una conducta asertiva puede ayudarlos a enfrentar los más disímiles eventos.

I. Se debe intentar exteriorizar los sentimientos mediante la verbalización de las emociones que son sentidas espontáneamente, lo cual se hace muy difícil en los adolescentes suicidas, los que presentan dificultades con la expresividad de estas últimas.

II- Debe aprender a discrepar, sin fingir que se está de acuerdo sin estarlo. Este aspecto tiene mucho valor si se tiene en consideración que el suicidio es una situación diádica en la que se involucran el adolescente y alguna otra persona significativa y muy vinculada emocionalmente con él, como la novia o el novio, la madre o el padre, el maestro o el amigo, etc., con la cual se han tenido recientes o acumulativas dificultades interpersonales.

III- Se le debe enseñar a utilizar el pronombre personal YO, de modo que el adolescente se involucre en su conducta y aprenda a responder por las consecuencias de la misma.

IV- Debe aprender a mostrar las emociones con el rostro y los movimientos, lo cual le permitirá aprender a exteriorizar la afectividad y modularla según el contexto de la situación.

V- Debe ser capaz de estar de acuerdo cuando se le elogia y practicar el autoelogio de forma razonable, pues ambos aspectos refuerzan el YO de manera positiva.

VI- Debe aprender a improvisar, a dar respuestas espontáneas a estímulos inmediatos, lo cual le facilitará otras opciones que no sean el miedo a hacer el ridículo o simplemente no saber qué hacer.

Otra forma de ayudar al adolescente que ya ha realizado una tentativa de suicidio es invitarle a que descubra las diversas dificultades que un acto de este tipo pudiera ocasionarle en su vida y en sus relaciones sociales. Sin asumir una postura moralista, se le invita a reflexionar sobre la opinión que él tendría de alguien conocido que intenta poner fin a su vida, si él considerase que es un sujeto que goza de una excelente salud mental o por el contrario si piensa que algo no está funcionando bien en el cerebro de esa persona (por lo general responden teniendo en cuenta esta última posibilidad. Una vez obtenida la referida respuesta se le asegura que probablemente eso también sea lo que los demás piensan de él y hay que trabajar juntos para modificar esta realidad.

La familia juega un papel fundamental en el estilo educativo que imparte a sus adolescentes muchas veces de manera inadecuada el ejercicio de la autoridad lo cual trae consigo implicaciones psicológicas tales como: dificultades para establecer relaciones interpersonales, carácter dominante, dependencia, inseguridad y la depresión. Desde el punto de vista social el comportamiento observado es de reiteradas indisciplinas, no acatan normas, ni en la escuela, ni en el contexto familiar, hay manifestaciones de violencia, inadaptación a eventos en los cuales el adolescente se siente amenazado.

Vivimos en un mundo donde el tiempo no es suficiente para poder realizar la carga de actividades que reta a la familia cubana actual lo que existe una Insuficiente y deficiente comunicación, en muchas ocasiones los padres no conocen los sueños de los hijos e hijas, ni sus expectativas lo que puede implicar inseguridad, deshonestidad, falta de confianza, confusión y un desajuste en la comunicación intergeneracional lo que no ofrece seguridad a los hijos muchos se inadaptan al medio, teniendo dificultades para la autorrealización, y para la transmisión de valores.

Debe producirse un acercamiento entre padres e hijos adolescentes, la familia debe ser el propiciador de fomentar en sus hijos la posibilidad de desarrollar autonomía gradual y responsable, el hogar debe ser una fuente de seguridad a donde el adolescente pueda recurrir sin importar lo que está vivenciando, brindándoles seguridad, sin perder el control de autoridad, aprender a escuchar a sus hijos sin juzgarlos más bien enseñarles con el ejemplo, haciendo uso de la confianza como recurso para crear fuertes vínculos de lealtad. Dar la oportunidad de que hijos elijan lo que quieran hacer dándole la posibilidad que cometan errores de los cuales van a aprender, no haciendo uso de las ironías y de las burlas.

Conducta suicida en Adultos

Las tasas de suicidio en los ancianos son mayores que en cualquier
otro grupo de edades, pues llegan quizás a duplicar la de la población
en general; la evolución de las tendencias suicidas ha resultado desfavorable
para las personas de la tercera edad. Esta problemática del suicidio
en la vejez es muy compleja porque muchas veces está relacionada con
cuadros depresivos debido a diferentes motivos. Se plantea que el suicidio es
más frecuente en el sexo masculino que en las mujeres, esto se debe a
que en nuestro medio estas acostumbran a buscar apoyo más fácilmente,
recibiendo mayor atención por parte de los hijos y otros familiares,
la edad avanzada, la pérdida de habilidades, y los cambios que le son
inherentes traen consigo trastornos emocionales con implicaciones profundas
en la personas que no son capaces de sobreponerse a una situación impuesta
por la propia naturaleza. Generalmente la relación conyugal es un excelente
apoyo social y en la ancianidad este es esencial, por eso la separación
a edades avanzadas con las frustraciones afectivas que trae consigo, tienden
a estar presentes en el cuadro que rodea al anciano y que intenta privarse de
la vida. El vivir solo es un factor de riesgo establecido en la literatura,
esto puede provocar vivencias de soledad que es cuando el individuo en su medio
social siente que se encuentra solo e incomprendido por sus semejantes, necesitando
apoyo de tipo emocional lo que puede contribuir a crear capacidades para tolerar
frustraciones y resolver problemas a partir de que estimula o provoca una reestructuración
cognitiva y emocional en la persona, en los ancianos se ve la presencia del
síndrome depresivo en la actitud negativista hacia sí mismo, hacia
los demás y hacia el futuro , es decir, la tríada cognitiva de
la depresión, los antecedentes de intento suicida es uno de los factores
de riesgo más importantes, esto afecta la filosofía de la vida
del sujeto, su sistema de necesidades y creencias, así como su configuración
psicológica y además cuando el sujeto es capaz de vivenciar la
conducta suicida aprendida como solución rápida le resulta difícil
adoptar estrategias complejas ante determinadas situaciones para provocar cambios
en su ambiente. 

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