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¿Las cosas son en realidad como las percibimos? (página 8)



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El método dialéctico se funda en la
dialéctica que, en este sentido, es la concepción
de la realidad como proceso, dinamismo, cambio, evolución,
devenir. Estudia la realidad en cuanto proceso, movimiento,
devenir. El método dialéctico se mueve en el
terreno de lo concreto, y la abstracción, que tiene como
fundamento esa concreticidad, es un retorno a eso concreto. El
Diccionario filosófico marxista define la
dialéctica como la ciencia de las leyes más
generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento. Así mismo, considera que es la teoría
y el método del conocimiento de los fenómenos de la
realidad en su desarrollo, en su automovimiento provocado por las
contradicciones internas. "La dialéctica marxista es una
dialéctica de la materia, no del espíritu, en donde
lo ideal, como lo afirma Marx, no es más que lo material
transpuesto y traducido en la cabeza del hombre. Si para Hegel
todo lo racional es real y todo lo real es racional,
para el marxismo el movimiento de lo real determina la
dialéctica del pensamiento" (Filosofía
contemporánea
¸de Roberto José Salazar
Ramos). Para Georges Politzer, defensor del marxismo, la
dialéctica no es sino el medio de estudiar bien y hacer
buenas observaciones investigando el comienzo y el fin de las
cosas, de dónde proceden y a dónde van. Por su
parte, el Diccionario filosófico, de Leonor
Martínez Echeverri, precisa que la noción de la
dialéctica, el método dialéctico y, a veces,
la lógica dialéctica, son parte central del
marxismo, y agrega que el uso de la dialéctica permite
comprender el fenómeno de los cambios históricos
(Materialismo Histórico) y de los cambios naturales
(Materialismo Dialéctico). Dichos cambios están
regidos por la ley de la negación de la negación,
la ley del paso de la cantidad a la cualidad y de la ley de la
coincidencia de los opuestos. Estas leyes representan una
verdadera modificación de los principios o leyes
lógicas formales: identidad, contradicción, tercero
excluido y razón suficiente. "La dialéctica
materialista se define como la ciencia de las leyes generales del
desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del
pensamiento", puntualiza ese diccionario, concordando con la
definición del diccionario marxista. Politzer, en su
Curso de filosofía, aclara que la
dialéctica es un método de pensar, de razonar, de
analizar. Sólo ella permite comprender el desarrollo, la
evolución de las cosas. "La dialéctica
–insiste- nos obliga, prácticamente, a ver las cosas
en todos sus aspectos; a considerar siempre no un solo lado de
las cosas, sino sus dos lados; no considerar nunca la verdad sin
el error, la ciencia sin la ignorancia". Politzer plantea que se
necesita un método que no sea un dogma que de soluciones
hechas, sino un método, como el dialéctico, que
tenga en cuenta hechos y circunstancias que nunca son los mismos,
un método que no separe la teoría de la
práctica, el razonamiento de la vida. El método
dialéctico marxista se caracteriza por: 1 Todos los
fenómenos están unidos con otros. 2 La materia
está en perpetua evolución y movimiento. 3 La
evolución se realiza por saltos dialécticos. 4 Su
fuerza motriz es la lucha de contrarios en el ser.

La dialéctica marxista concibe la estructura
económica como la base o la infraestructura del edificio
social. El ser que da vida a la sociedad es la vida
económica. Sobre la estructura económica se
encuentra la estructura social; sobre ésta, la estructura
política, y encima de ésta, se halla la estructura
o superestructura ideológica. Así, la vida
económica explica la vida social, la vida política
y la vida ideológica; es decir, las tres últimas
son producto de la vida económica. Los hechos
económicos son la base y el origen de los conflictos y
oposiciones de las clases sociales. La actividad productora del
hombre es la que le da sentido a la naturaleza. "Primero porque
el hombre es ser de necesidades que debe satisfacer en la
naturaleza misma a través de la actividad mediadora del
trabajo. Pero en esta actividad surgen problemas y conflictos, ya
que cuando el trabajo es alienado el hombre no satisface
plenamente sus necesidades y él mismo se aliena, pues un
ser que tiene su objeto fuera de sí es un ser que no es"
(Filosofía contemporánea, de Roberto
José Salazar Ramos). Las revoluciones políticas,
jurídicas, religiosas, artísticas,
filosóficas o sociales están condicionadas por las
transformaciones materiales ocurridas en las condiciones
económicas de producción. Como ésta es una
sociedad dialéctica se da la lucha de clases, que es la
fuerza motriz de la historia. "Si las relaciones sociales
están íntimamente vinculadas a las fuerzas
productivas, estas relaciones están impregnadas de lucha y
antagonismos entre grupos sociales, esclavos y ciudadanos libres,
patricios y plebeyos, siervos y propietarios feudales, etc., por
lo que, entonces, la historia de la sociedad, hasta nuestros
días, es la historia de la lucha de clases… A
excepción del Estado primitivo, toda la historia anterior
ha sido la historia de la lucha de clases, las cuales, en todas
esas épocas, han sido fruto de las relaciones d
producción y las relaciones económicas"
(Filosofía contemporánea, de Robereto
José Salazar Ramos). Para el marxismo, el problema de la
lucha de clases comprende la lucha económica,
política e ideológica. "No se puede luchar por el
pan (lucha económica), sin luchar por la paz (lucha
política) y sin defender la libertad (lucha
ideológica)", señala Politzer.

El método dialéctico involucra una
epistemología y una teoría de la ciencia para
demostrar que no existen verdades absolutas. "La
epistemología proclama la inmanencia de la experiencia en
el mundo real, y el saber dialéctico rechaza cualquier
pretensión absolutista del conocimiento, pues no se trata
de detener el pensamiento y el progreso, sino de orientarlo a la
acción, a la práctica: es una función de la
transformación del mundo, no de su contemplación.
Las verdades no son asuntos teóricos, sino cuestiones que
hay que demostrar en la práctica. El absolutismo de la
verdad es un mero reflejo de las alienaciones ideológicas
que habitan en la conciencia humana, producto de las
determinaciones económicas que rigen en la sociedad"
(Filosofía contemporánea, de Roberto
José Salazar Ramos).

Los pilares fundamentales del marxismo son el
Materialismo Dialéctico y el Materialismo Histórico
que permite comprender el fenómeno de los cambios
históricos. El Materialismo Dialéctico es la
doctrina que atribuye a la materia una dinámica interna
inconcebible con cualquier intento de anquilosar la naturaleza y
sus principios. Concibe la materia activamente, siendo ella la
receptora de las determinaciones del espíritu. La vida y
la conciencia representan ámbitos superiores de la
realidad, sujetos a pautas que no se pueden explicar por las
leyes que rigen al mundo físico. Precisa lo límites
entre filosofía y ciencia. Se rige por las leyes generales
que gobiernan la naturaleza, la historia y el pensamiento: ley de
la transformación de la cantidad en calidad y viceversa,
la ley de unidad y lucha de los contrarios, y la ley de la
negación de la negación. El Materialismo
Histórico es la doctrina que sostiene que toda la vida
espiritual es una superestructura de la estructura fundamental
que representa las relaciones económicas de
producción. Su objeto es el análisis del desarrollo
social. "La historia es analizada como una sucesión de
etapas específicas (modos de producción),
definidas por su base material o infraestructura,
constituida por las fuerzas productivas (la capacidad para
enfrentarse a la naturaleza, es decir, maquinaria, fuerza de
trabajo, etc.) y las relaciones de producción (la
interdependencia de los individuos en la esfera de la
producción y del comercio). La base material no es, por
consiguiente, el ámbito de lo exterior al hombre, sino el
conjunto de vínculos establecidos a través del
trabajo social" (Gran enciclopedia ilustrada
círculo
). Así, la vida espiritual de la
sociedad es un reflejo de las condiciones de su vida material, de
la cual emergen las ideologías.

En el sistema marxista es importante la categoría
de alienación, que es un concepto procedente de la
filosofía hegeliana. En Marx, la alienación se
refiere a las situaciones concretas en que el hombre se ha
desdoblado a sí mismo, ha perdido las determinaciones y se
ha absolutizado en un mundo formal, del cual debe rescatarse.
Según el Diccionario filosófico marxista,
es la transformación de los productos de la actividad,
propiedades y capacidades humanas en algo independiente del
hombre, ajeno a él y que lo domina. Como resultado de la
alienación, la actividad de la sociedad y sus productos
aparecen como extraños a los individuos y los grupos
sociales. Así, el hombre no determina por su cuenta
qué puede y debe hacer, sino que se subordina a fuerzas
incontrolables que lo dominan. El concepto de alienación
lo consideró desde la perspectiva sociológica;
entonces esta alienación económica, que conduce a
otras en el plano social, solamente se superará cuando
desaparezca la división de clases con la
entronización del comunismo. En su doctrina de las
alienaciones, Marx estudia e investiga con el ánimo de
detectar los elementos alienadores, y para realizar una
crítica a la religión, la política, la
sociedad, el Idealismo y la economía.

En su crítica a la religión sostiene que
ésta, como opio del pueblo, "es un sedante, un
narcótico dado a las masas para que se resignen en la
miseria despótica que padecen a causa de la
explotación económica, y una justificación
para la conciencia de los burgueses explotadores… La
existencia de Dios es una tautología sin sentido, y las
pruebas que se hacen para demostrarla más bien muestra su
no existencia. Dios no es más que una caricatura del
hombre, un producto de la miseria que los embrutece y los
animaliza" (Filosofía contemporánea, de
Roberto José Salazar Ramos). Como el Materialismo es la
base filosófica del Marxismo, negar la existencia de Dios
es su tesis fundamental, porque la materia está dotada de
automovimiento y evolución. La religión es un
engaño, una ilusión utópica, con que se
pretende acallar la miseria del hombre; la expresión de un
orden social vituperable, el arma con que los ricos pretenden
mantener su opresión sobre los desheredados; el opio del
pueblo; la enemiga de la ciencia; y, en manos de la iglesia, la
aliada incondicional del capitalismo. El opio del pueblo
significa que la religión, al señalar la existencia
de una vida futura, le impide al hombre reaccionar contra las
miserias de la vida presente. La religión le inculca al
hombre amor y compasión para con sus semejantes, en vez de
infundirle odio y venganza; así lo incapacita para la
violencia y la revolución sangrienta. En la
alienación religiosa se divinizan las fuerzas sociales
que, a pesar de derivar de la actividad de las personas, al mismo
tiempo las dominan.

La alienación política se encuentra en el
Estado que se funda en los principios del cristianismo y de la
burguesía para explotar y dominar. El Estado no puede
encarnar el carácter conciliatorio entre los intereses
individuales y colectivos, entre el carácter del ciudadano
y el hombre privado. El Estado encarna en sí los intereses
de una clase social que oprime y defiende sus propios intereses
frente a los otros sectores en pugna. "Así como el hombre
había alienado su esencia en Dios, la sociedad aliena su
verdadera esencia, que es la vida colectiva, en el Estado. No es,
entonces, el Estado el fundamento de la sociedad civil, sino la
sociedad civil, es decir, la familia, la vida económica y
social, quienes sirven de fundamento al Estado"
(Filosofía contemporánea, de Roberto
José Salazar Ramos). La ilusión de la necesidad del
Estado es una superstición política, porque "el
Estado es un instrumento de opresión de una clase
particular que responde a sus propios intereses y choca, por lo
tanto, con los intereses colectivos. La superación de la
alienación política, es decir, la
contradicción entre el mundo social y el mundo
político, está íntimamente ligada a la
solución de la alienación social"
(Filosofía contemporánea, de Roberto
José Salazar Ramos). El Estado debe ser ateo,
democrático y relegar la religión.

La crítica social detecta que la existencia de
clases sociales hace inconcebible un Estado burgués que
reconcilie los antagonismos, producto de la división
social del trabajo. "En la sociedad civil los individuos que
pertenecen a los grupos se encuentran divididos, opuestos entre
sí, y la sociedad misma dividida, va ensanchando cada vez
más esas contradicciones de clases, que reflejan
precisamente la alienación social" (Filosofía
contemporánea,
de Roberto José Salazar Ramos).
Según el Diccionario filosófico marxista,
en la vida político-social de la sociedad la
alienación aparece como la espontaneidad del desarrollo
social, como impotencia del hombre frente a las fuerzas sociales
por él creadas (guerra, crisis, etc.).

En su crítica al Idealismo precisa que el
fundamento de la realidad no es la idea, sino que es la realidad
el fundamento de la idea. La naturaleza existe independiente del
pensamiento, de toda filosofía, y es la base sobre la que
se desarrollan los hombres, que son también productos de
la naturaleza.

En la esfera económica, la alienación se
expresa en la dominación de la propiedad privada, en la
transformación del trabajo en forzada carga, en una
actividad impuesta al hombre desde afuera, en hostilidad entre
los intereses de las diversas clases. El hombre, en el trabajo,
mientras mayor es su producto, menos es él mismo; produce
palacios para los ricos, y para él tugurios. "La
raíz de la escisión enajenante de la vida social
manifestada en el antagonismo clasista de la burguesía y
el proletariado –al igual que las demás
alienaciones- se encuentra en el modo de producción, en el
reflejo del hecho económico mediante el cual unos hombres
mantienen con otros hombres relaciones de explotación,
opresión y dominio. En el trabajo el obrero se hace
más pobre mientras mayor riqueza produce, mientras
más aumenta su producción en poderío y
extensión, en cuyo proceso la realización del
trabajo aparece como una pérdida de la realidad y es
despojado de la de los objetos más necesarios, no
sólo para la vida, sino para su trabajo. El hombre
enajenado, mientras más objetos produce, menos puede
poseer y más cae bajo el dominio de lo que produce, esto
es, del capital" " (Filosofía
contemporánea,
de Roberto José Salazar Ramos).
La propiedad privada es la fuente y raíz de topa
alienación del hombre en la vida del trabajo, lo cual
origina el antagonismo de clase entre explotadores y explotados.
"El marxismo analiza la relación de interdependencia entre
el hombre y la naturaleza; por el trabajo del hombre se apropia
de un objeto haciéndolo suyo y de esta forma se objetiva;
pero en la sociedad capitalista el producto no es del obrero sino
del que posee los medios de producción y, entonces, la
autoobjetivación se transforma en alienación, pues
el producto se convierte en algo ajeno al hombre" (Personajes
del mundo
, de Prolibros Ltda.). El marxismo elaboró
una nueva interpretación racional de la economía
que, entre otras cosas, explica las leyes del capital mediante la
plusvalía de las mercancías, es decir, el trabajo
no retribuido en ellos. La economía, a partir del marxismo
dejó de ser una ciencia abstracta, para convertirse en una
ciencia histórica, que explica el desarrollo completo de
la producción y cuyo objeto pasó a ser el estudio
de una formación económico-social muy determinado:
el capitalismo.

Marx es, además, fundador del comunismo
científico, de la filosofía del Materialismo
Dialéctico e histórico, de la economía
política científica. Su filosofía constituye
el método más adecuado del conocimiento y la
transformación del mundo. "Una de las
características esenciales del pensamiento marxista se
constituye como instrumento de combate, pues Marx creyó en
el carácter de arma de la verdad a la que da acceso el
conocimiento: una vez alcanzada la verdad, se convierte en
instrumento de lucha, al servicio de instituciones que puedan
utilizarlos" (Diccionario de filosofía, de Leonor
Martínez Echeverri).

Marx no ejerció una gran
influencia en vida, fue después de su muerte cuando su
pensamiento comenzó a destacarse dentro del movimiento
obrero. Su concepción pasó a denominarse marxismo o
socialismo científico, una de las principales corrientes
de la teoría política contemporánea. Su
análisis del sistema capitalista y su teoría del
Materialismo Histórico, la lucha de clases y la
plusvalía son las principales fuentes de la
ideología socialista contemporánea. Su tesis sobre
la naturaleza del Estado capitalista, el camino hacia el poder y
la dictadura del proletariado tienen una importancia decisiva en
la acción revolucionaria. Estas doctrinas, comentadas por
la mayoría de los socialistas después de su muerte,
fueron retomadas por Lenin en el siglo XX, y el desarrollo y
aplicación que el político ruso hizo de ellas fue
el núcleo de la teoría y la praxis del bolchevismo
y de la III Internacional. "Nunca se ha dado en la historia de la
humanidad otra teoría que haya dado en la práctica
una confirmación tan plena como la doctrina creada por
Marx. Desarrollada por Lenin y sus discípulos y seguidores
en nuevas circunstancias históricas, se ha materializado
en las victorias revolucionarias socialistas de varios
países y hoy en la base científica de la actividad
de los partidos del proletariado y de todo el movimiento obrero y
comunista internacional" (Diccionario filosófico,
de M. M. Rosental y P. F. Iudín).

Según Rafael Méndez, el marxismo
(incluyendo los aportes intelectuales de Engels) ha conseguido
una enorme difusión universal y ha constituido punto de
referencia obligado para comprender buena parte de las
transformaciones políticas y sociales del siglo XX. Como
se interesa más en la comprensión y manejo de la
realidad histórica del hombre, que en la
especulación teórica, el marxismo ha pretendido
acceder al carácter de ciencia de la sociedad. El marxismo
se constituyó en principio de acción
política universal, procurando en todo caso transformar el
cuerpo argumentativo de sus creadores en experiencia
histórica. El marxismo, más que una disciplina
especulativa, es un medio eficaz de acción. "No obstante,
por en cima de las determinaciones teleológicas de los
autores y su visión determinista de la realidad, los
constructos teóricos sobre los cuales se propuso una
comprensión cabal de la historia mantienen su vigencia,
tanto que se constituyen en punto de partida para cualquier
intento consciente de aproximación al fenómeno
social humano" (Clásicos del Pensamiento Universal
Resumidos
, de Rafael Méndez).

Roger Mehl, en su libro Las
imágenes del hombre,
plantea que el hombre marxista
tiene vigor. Conserva la confianza en el futuro. Cree que nos
encaminamos hacia un reinado de paz y de justicia. El marxista se
atreve a mirar el futuro y la tarea pendiente por realizar. No
tiene miedo ni se aferra al pasado. Para hacerse a sí
mismo y modelar la descendencia del nuevo hombre, está
dispuesto a sacrificar su bienestar, seguridad, familia, patria y
aun a su propia persona. El marxismo quiere cambiar la
visión capitalista del mundo. Al hombre del pasado
–aplastado por la necesidad física, alienado por la
religión, por la filosofía, por el trabajo y por el
capitalismo; expropiado de todo el fruto de su trabajo en la
tierra, expropiado de sus hijos y de su patria- el marxismo le
sustituye por la visión de un hombre poseedor de la
naturaleza y de sí mismo, reconciliado con los
demás; libre y dispuesto a servir y amar al prójimo
intensamente. El hombre marxista propende por la abolición
de clases y del Estado, como el origen de opresión y
coacción. El comunista no tiene derecho a pensar en su
muerte debido a que tiene mejores cosas para poder ocupar su
mente. El marxista debe olvidarse de sí, y luchar,
inclusive morir si es necesario, con la seguridad de que la causa
es excelente aunque no entienda las tácticas. A partir de
la Revolución Industrial, el proletariado ha empezado a
hacer historia, renunciando a ser individuo. La actitud del
marxista está fundada sobre la eliminación de lo
trágico de nuestro mundo y de nuestra historia. El
marxismo es humanismo porque se preocupa por el hombre. El
marxista es un hombre virtuoso y un moralista
riguroso.

Es evidente que el marxismo como fundamento
revolucionario se ha degenerado por los dogmatismos propiciados
por el Materialismo y el activismo político, tal como lo
denuncia el filósofo Sartre. Según este pensador
francés, los conceptos claves del marxismo se han cerrado
y esclerotizado. Este intelectual, citado por el filósofo
Salazar Ramos, en su libro "Filosofía
Contemporánea
", sostiene que la sombra del marxismo
"oscurece la historia, y sus esquemas interpretativos se han
conformado como un saber ya acabado y absoluto, liquidando, por
tanto, la particularidad". No obstante, plantea que el marxismo
es "la única filosofía insuperable de nuestro
tiempo en cuanto que la ideología de la existencia y su
método de comprensión están enclavados en el
marxismo". Cree que ésta es una filosofía viva
"porque recoge un poderoso movimiento sociopolítico que
expresa la conciencia del hombre que vive en un mundo en que los
bienes materiales están desigualmente distribuidos como
expresión del antagonismo de clases". Para Sartre, el
marxismo, como filosofía viva de nuestro tiempo,
"perdurará hasta tanto la situación que la
generó no desaparezca".

Sobre la importancia y actualidad de Marx, el
filósofo Reynaldo Suárez Diaz, sostiene que a pesar
del fracaso concreto de los sistemas socialistas para lograr sus
ideales, Marx es el filósofo que más ha influido en
la vida de la sociedad moderna y en la política concreta;
sus ideas, para bien o para mal, han tenido profundas
consecuencias en la vida de incontables seres humanos. El
marxismo, a pesar de que muchos de sus planteamientos
políticos y sociales son discutibles, es una
filosofía humanística y ética en procura de
la construcción de una vida digna. "El marxismo, afirma
Herbet Marcuse, es una teoría crítica de una
sociedad inhumana, una lucha frontal contra la alienación
humana. Sin embargo, el hombre económico de Marx y su
revolución proletaria, pueden resultar un espejismo y una
trampa, sin una revolución cultural, un cambio de
mentalidad y de modos de pensar, de ser y de sentir, un rescate
de los valores humanos y sociales, una liberación de la
sociedad de consumo, la cual, creando incesantemente nuevas
necesidades artificiales, convierte al trabajo en una actividad
incesante, angustiosa, y sin sentido, empobreciendo la vida
espiritual y material del ser humano y del universo" (El
mundo de la filosofía,
de Reynaldo Suárez
Días y Constanza Villamizar Luna).

A pesar de que algunos economistas opinan que se
equivocó en varios puntos importantes, entre ellos el
análisis de las crisis del capitalismo, Marx
detectó las contradicciones en la manera de
producción capitalista, y por eso opinaba que el
capitalismo era un sistema económico autodestructivo, dada
la carencia de una dirección racional. Gracias a sus
planteamientos se lograron grandes y trascendentales cambios:
reforma del capitalismo salvaje que dio tránsito a una
sociedad más justa, solidaria y humana.

El marxismo, para algunos de sus detractores, como
ideología que pretende convertirse en método de
interpretación del mundo como totalidad, fue pensado desde
y para implementarlo en naciones industrializadas y no en
países agrícolas. No se ha percatado que en estos
últimos, en donde se ha ensayado esta utopía, no ha
funcionado como proyecto político, porque no fue planteado
para ese tipo de naciones. Es por ello que su implantación
nunca ha sido fruto de la evolución histórica que
hoy conocemos como reacción a la violación sufrida
por esos mismos pueblos.

J. Rafael Faría (detractor del marxismo), en su
libro El pensamiento comunista, señala, entre
otros, los siguientes errores del marxismo: 1. Degradación
de la verdad; pragmatismo moral e intelectual; sometimiento de la
filosofía a la práctica política;
oportunismo, relativismo, pragmatismo y dogmatismo. 2. El
marxismo es la filosofía de la afirmación sin
pruebas, de la vaguedad, de la ausencia del análisis
profundo, y del recurso a la palabra mágica para resolver
los más hondos problemas filosóficos. 3. La
psicología marxista es degradada, su ética
rebajada, es la filosofía del absurdo, la de los valores
opacados. 4. Dentro del comunismo el hombre no es dueño de
sí mismo, de su conciencia, de su opinión, de su
pensamiento, palabras, movimientos, bienes, etc. Es tan
sólo un instrumento ciego y pasivo en manos del partido.
5. Para el marxismo, el individuo es una simple unidad sin valor
alguno y sin derechos ante el Estado.

Así sea una de las personalidades, posiblemente,
más controvertida de la historia contemporánea, en
el mundo socialista Marx ha sido elevado a la categoría de
un "dios", pero en el mundo capitalista ha sido negado el valor
de su transformadora obra y se ha responsabilizado de ser el
generador de movimientos revolucionarios de izquierda. La obra de
Marx, como filosofía, fue una consecuencia del devenir del
pensamiento alemán en el siglo XIX, como la de cualquier
ser humano contiene aciertos y desaciertos. En la actualidad, muy
pocos sostienen la validez de sus ideas. "En el plano del
pensamiento económico, la vigencia del sistema
capitalista, tras las transformaciones que Marx no pudo intuir,
hacen controvertible gran parte de sus proposiciones; en el plano
sociológico e histórico, el devenir de los hechos
ha demostrado que el Materialismo Histórico, aunque no
ofrece una interpretación cabal y fidedigna de la
historia, tiene un valor como método que aspira a la
cientificidad. Su concepción del Universo, su fe en la
razón humana como instrumento para la organización
de la vida social, se inscribe dentro del pensamiento humanista
que nutre la civilización desde el Renacimiento. El
stalinismo, al hiperpolitizar el pensamiento marxista y
convertirlo en instrumento de propaganda, impidió el
desarrollo constructivo de su doctrina. En Occidente nuevos
pensadores han abordado la obra marxista, haciendo énfasis
en sus contribuciones, y a pesar de las lógicas
limitaciones de su teoría, como la estrechez de su marco
de observación, que sólo era Inglaterra, y que por
tanto restringía su visión histórica,
así como la ausencia de una datística adecuada, los
aportes de Marx a la sociología marcan época"
(Los hombres más famosos de la
historia).

Sistema positivista

Este sistema, que fue planteado por el filósofo
francés Augusto Comte (1798-1857), está dirigido a
resaltar los hechos en contra de las ideas, a resaltar las
ciencias experimentales frente a las teóricas, y las leyes
físicas y biológicas contra las construcciones
filosóficas.
"Comte eligió la palabra
Positivismo para señalar la realidad y tendencia
constructiva que él reclamó para el aspecto
teórico de su doctrina. En general, se interesó por
la reorganización de la vida social para el bien de la
humanidad a través del conocimiento científico y,
por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los
dos componentes principales del Positivismo, la filosofía
y el gobierno (o programa de conducta individual y social),
fueron más tarde unificados por Comte en un todo bajo la
concepción de una religión en la cual la humanidad
era el objeto de culto" (Enciclopedia Microsoft
Encarta
)

El Positivismo se presenta tomando como bandera la
negación de la filosofía en calidad de
concepción del mundo, rechazando los problemas
filosóficos tradicionales como metafísicos y no
sujetos a comprobación experimental. "El rasgo capital de
la filosofía positivista consiste en el intento de crear
una metodología o lógica de la ciencia que
esté por encima de la contraposición entre
Materialismo e Idealismo" (Diccionario
filosófico
, de M. M. Rosental y P. F.
Iudín).

Los grandes avances científicos y
tecnológicos que tuvieron lugar en la segunda mitad del
silo XIX provocaron una verdadera revolución en la
producción industrial y en el campo del pensamiento
científico. Las personas de la época pensaban que
las ciencias naturales, la física y la química les
permitirían contestar a todos los interrogantes y avanzar
hacia un progreso indefinido.

¿Cómo surgió? Como consecuencia del
surgimiento de la burguesía como nueva clase social, la
realización del proceso de industrialización
inglesa (Revolución Industrial), la aparición del
pensamiento ilustrado, el desarrollo de la Revolución
Francesa y la instauración del Capitalismo, la
religión, la metafísica y el pensamiento
especulativo entraron en crisis tras el endiosamiento de la
razón, porque ésta, supuestamente, era el
único instrumento capaz de dar respuestas a la
problemática de la naturaleza y del ser humano.

Después de la Revolución Francesa se
requería un orden social estable para reorganizar las
fuerzas y planear el porvenir. Sólo la nueva ciencia,
heredera de los hallazgos ilustrados, aparecía como la que
podría alcanzar ese orden. Como las gentes de esa
época eran incapaces de creer en las concepciones morales
y políticas, sometidas por la historia, enfocaron todas
sus expectativas en la seguridad y en el poder científico.
El orden y el progreso serían posibles sólo gracias
al saber racional y objetivo.

Comte, que no se dejó influenciar, como otros
filósofos, por el pensamiento hegeliano, representó
la continuación de la tradición realista gala,
cientificista y de ingeniería social propia de la
Ilustración. Como Descartes, Comte inició con una
observación metodológica. Como los ilustrados,
planteó que la apelación a los fenómenos, a
la observación, era el modo adecuado de avanzar en nuestro
conocimiento del mundo y de resolver los problemas de la
humanidad. Como su objetivo último era la reforma de la
sociedad, había que construir una nueva filosofía y
establecer las ciencias sobre nuevas y sólidas bases. La
obra de Comte produce un impacto tan contundente en el
pensamiento francés, similar al que dio la obra de Kant a
la filosofía alemana.

Agotada la vigencia del hegelianismo y debido a la
crisis del Idealismo, pretendiendo superar la subjetividad, la
filosofía enrumba sus preocupaciones hacia la
comprensión del horizonte en donde sólo es posible
desarrollar la existencia: en medio de los fenómenos, de
los hechos. El filosofar, luego de perder la fe en la
religión y en la metafísica, intenta refugiarse en
la ciencia positiva. "La subjetividad moderna debe dar paso ahora
a la conformación de la inteligencia en las medidas e
interrelaciones fenoménicas, teniendo que contentarse con
saberse hacedora de la ciencia, única posibilidad de
construir la historia y el progreso dentro del marco
fenoménico: los sobresaltos trascendentales, así
como las posibles modificaciones violentas de la sociedad y la
historia, son indecibles, impensables y, por lo demás,
cuestionables. La epísteme de la subjetividad se convierte
ahora, pues, en epísteme de la objetualidad"
(Filosofía contemporánea, de Roberto
José Salazar Ramos).

Comte inicia planteando que para conocer y dominar la
naturaleza, el hombre necesita disponer del saber que obtiene a
través de sus impresiones, el cual debe ordenar para poder
enfrentarse a las cosas. La importancia de la ciencia, del saber,
radica en que la ciencia permite el mejoramiento de la sociedad.
La misma naturaleza humana demanda poner orden para poder prever
los acontecimientos. Sólo con la previsión es
posible actuar sobre las cosas, y modificarlas conforme a las
necesidades de la vida: saber es prever, pero hay que prever
para poder proveer.
Saber para prever y prever para dominar.
Esta previsión permite cierto dominio del futuro. Ese
saber durante la historia se ha manifestado a través de la
teología o régimen de los dioses, donde se buscan
explicaciones a la realidad recurriendo a seres sobrenaturales;
de la metafísica o régimen de las entidades
abstractas (esencia, sustancia, alma, cosa en sí…);
y de la ciencia, saber positivo o régimen de los hechos,
que se caracteriza por quedarse en las cosas mismas, pero
ateniéndose a la observación de los hechos y al
razonamiento sobre ellos. Esos tres estados del saber representan
las edades del hombre: el teológico, la niñez; el
metafísico, la juventud; y el positivo, la adultez. Este
último es el que debe imponerse, porque, como
régimen de los hechos, busca saber cómo suceden las
cosas y no simplemente el porqué ocurren las cosas; es
decir, su objetivo no es descubrir las causas, sino las leyes de
los hechos y acontecimientos. El Positivismo pretendía
responder a las ansiedades de orden y progreso propias del hombre
del siglo XIX. Su dogma era "el amor como principio, el orden
como base y el progreso como fin".

El Idealismo después de Kant cometió el
error de separarse demasiado de las vías que seguía
el conocimiento científico. No tuvo en cuenta a las
ciencias ni como punto de partida ni como punto de llegada. "Se
empeñaron en que su deducción trascendental, esa
construcción sistemática que partía de lo
absoluto, comprendiera, también, en el seno, la ciencia de
su tiempo" (Lecciones preliminares de filosofía,
de Manuel García Morente). La filosofía se
apartó de la ciencia. Esa ruptura entre la ciencia y la
filosofía trajo un espíritu antagónico hacia
la filosofía y despertó un espíritu proclive
a las ciencias. Así nació el Positivismo con
hostilidad radical a los siguientes aspectos: 1 Hostilidad a toda
construcción: deducción de lo absoluto,
constructivamente, todo el detalle del universo; a toda
deducción que no esté basada en datos inmediatos de
la conciencia. 2. Hostilidad a la sistematización de la
realidad. Lo primero es conocer la realidad tal como es, porque a
priori no podemos saber si se puede sistematizar. 3.
Reducción de la filosofía a puros resultados de la
ciencia. "La filosofía no puede ser otra cosa que la
generalización de los más importantes y gruesos
resultados de la física, de la química, de la
historia natural. Otra cosa no puede hacerse. El pensamiento
humano no puede salirse del círculo en que está
encerrado el conocimiento. Por consiguiente, a lo más que
puede pretender el pensamiento filosófico, es a tomar esos
resultados generales a que llega la ciencia y estirarlos y darles
las formas más o menos sistemáticas posibles"
(Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel
García Morente). El Positivismo se planteó como una
respuesta a la problemática de la época, tomando
como modelo las ciencias naturales.

¿Cuál es su finalidad? 1. La
regeneración universal de la filosofía y la
política. 2. Transformar la ciencia y la filosofía.
3. Convertir la filosofía en religión positiva.
¿Qué requiere la reorganización de la
sociedad? Una reforma intelectual, prioritariamente y por encima
de cualquier práctica directa. ¿Qué buscaba
en su tiempo? Sacar a Europa del caos institucional,
político y social, producto de la Revolución
Francesa y los intentos subsiguientes. El filósofo Roberto
José Salazar Ramos, interpretando el pensamiento comteano,
sostiene que si la felicidad es un producto del desenvolvimiento
de la razón, reformando esta dimensión humana la
sociedad inevitablemente se reorganizaría. "Para lograr
este cambio no basta la sola ciencia, sino, además, la
elaboración de una ciencia de los hechos. Pero ésta
necesita de las ciencias para no dispersarse en vanalidades. La
ciencia exige un método para su investigación. El
estudio de la ciencia sin la sociología se convierte en
meros conocimientos críticos y negativos, mientras que el
estudio de la sociología sin el análisis
científico se convierte en puras afirmaciones arbitrarias.
La ciencia social debe proporcionar, en consecuencia, el bloque
de los hábitos mentales indispensables para la
organización social" (Filosofía
contemporánea
, de Roberto José Salazar
Ramos).

El Positivismo se niega a admitir otra realidad que no
sean los hechos, y a investigar otra cosa que no sean las
relaciones entre los hechos. Se caracteriza por rechazar toda
aspiración metafísica, todo elemento a priori, toda
intuición intelectiva y toda crítica
gnoseológica. En manos del Positivismo, la
filosofía se limitó a los resultados de la
ciencia.

El Positivismo defiende el empirismo, sólo admite
el método experimental como medio de saber que captan los
sentidos; critica los enunciados metafísicos por
considerarlos sofismas e ilusiones sin contenido
específico; y sostiene, como tesis fundamental, que la
ciencia es el único conocimiento posible, el método
de la ciencia (el único válido), puramente
descriptivo, sirve para investigar toda la actividad humana en su
conjunto.

El Positivismo constituye una doctrina orgánica
en los aspectos teórico y práctico. Comte, al
formularlo, no se propuso crear una nueva filosofía sino
reformar la sociedad, planteando que, para lograrlo, deben
reformarse también el saber y el método.
Elaboró así un sistema que aborda tres elementos
básicos: 1. Una filosofía de la historia, dentro de
la cual el Positivismo cobra un papel fundamental. 2. La
fundamentación y clasificación de las ciencias
positivas, de forma que cada una implique todas las que le
preceden en la serie, de acuerdo con un criterio que va de lo
simple a lo complejo: matemáticas puras y aplicadas,
astronomía, física, química, biología
y sociología. 3. Una doctrina de la sociedad que determine
su estructura y permita reformarla.

El fin de la filosofía positiva es resumir en un
cuerpo de doctrina homogénea el conjunto de conocimientos
adquiridos en los diferentes órdenes de fenómenos
naturales. La sociología constituye el último
eslabón del progreso intelectual, a través de la
elaboración de los principios que han de regir la
organización del nuevo régimen político de
la sociedad occidental. Las instituciones sociales dependen de
las costumbres, y éstas se fundamentan en las creencias.
Elaborando conocimientos capaces de imponerse y reformando las
costumbres, es posible cambiar la sociedad. La psicología
debe emplear los diversos métodos de las ciencias: la
observación, el análisis empírico, la
experimentación. La ciencia social debe formular leyes
como resultados de sus investigaciones. En la sociedad impera el
determinismo.

Según Comte, en la sociedad son necesarios la
división del trabajo, la propiedad privada, la autoridad y
el progreso. El gobierno regula y dirige la vida social y
coordina la correcta división del trabajo. La propiedad
privada es la base de la estructura de las sociedades. La
autoridad, como gobierno perfecto, supone el ejercicio de los
poderes temporal (ejercido por los industriales y obreros, es
decir, las fuerzas materiales) y espiritual (ejercido por los
sabios, o sea, las fuerzas intelectuales). El progreso de la
humanidad es necesario e irresistible, al igual que cualquier
física. "Pero más que la naturaleza espiritual y
moral, el gobierno –como poder social- es de naturaleza
espiritual y moral, imponiéndose la ley de la
subordinación, la dialéctica del mando y obediencia
de los subordinados" (Filosofía
contemporánea,
de Roberto José
Salazar).

Comte plantea que el hombre, a través de su
evolución histórica, ha filosofado de tres formas
diferentes: según un método teológico, otro
metafísico y, por último, el positivo. Para
determinar plenamente la positividad de la filosofía hay
que llenar la laguna del estudio de los fenómenos o hechos
sociales, mantenidos hasta ahora al margen de la ciencia. La
filosofía viene a ser el conjunto de todas las ciencias
positivas. La razón de la ley y de las ciencias es conocer
para prever a fin de prever. En el estadio positivo las ciencias,
para llegar a ser verdaderamente positivas, deben llenar ciertas
características: 1. Subordinar la imaginación a la
observación. 2. Toda ciencia es relativa, al igual que sus
resultados. 3. Hay que alejar de las ciencias el misticismo. 4.
Las leyes de la naturaleza son invariables. Postula la
positividad de la filosofía, consistiendo en una
sistematización de las ciencias positivas, que resume en
una visión orgánica la totalidad de los
conocimientos.

El Positivismo plantea que todo conocimiento, para ser
auténtico, se debe fundar por entero en la experiencia,
atenerse a las cosas, y aunque la razón elabore datos
empíricos será necesaria la experiencia para probar
su verdad. "Para que una disciplina tenga un carácter
efectivamente científico, debe prescindir totalmente de la
investigación sobre las causas o las esencias de los
fenómenos, limitándose a buscar las leyes de los
mismos, y excluir toda referencia al absoluto, puesto que una
ciencia fundada en la experiencia sólo puede ser ciencia
de lo relativo, de lo dado" (Diccionario de
filosofía,
de Leonor Martínez
Echeverri).

¿Cuál es su importancia? 1. No busca
causas sino leyes, las que logra con precisión y certeza.
2. Es un resultado y, a la vez, es algo histórico que
encuentra la razón de su carácter en la
relatividad, sobre la que se funda la capacidad de progreso de la
filosofía positiva, que influye en la condición
misma del hombre y de su naturaleza.

El sistema comteano ha ejercido gran influencia en el
pensamiento del siglo XIX y mínimamente en otras doctrinas
positivistas que surgieron posteriormente: Positivismo
metodológico, lógico, utilitarista,
jurídico, fenomenista, materialista y evolucionista. "La
influencia de Comte ha seguido un destino muy ambiguo. El
conjunto doctrinal que en el siglo XX recibió el nombre de
Positivismo se aleja bastante de las prescripciones del
introductor del término. Su reacción en contra de
los excesos sentimentales del romanticismo ha sido una de las
tendencias que han conseguido mantenerse, así como una
posición antimetafísica. Sin embargo, relativamente
cerca de las ideas de su fundador, el Positivismo es una de las
escuelas de pensamiento más extendidas en la
contemporaneidad. Europa y América Latina han sido muy
receptivas a sus formulaciones y en ambas latitudes surgieron
numerosas sociedades, círculos y publicaciones
positivistas. La visión objetivizada y pragmática,
que ha elevado el sentido común a categoría
filosófica, podría justificar tal entusiasmo. De
otro lado, muchas de las corrientes filosóficas
contemporáneas, la fenomenología, el
existencialismo, las derivaciones del psicoanálisis, entre
otras, han hecho del Positivismo blanco de sus ataques y
refutaciones. A pesar de esto, y quizá a sus expensas, la
corriente de pensamiento que generó la obra de Augusto
Comte, al margen de las enormes distancias que la separan de las
elaboraciones de su fundador, es determinante en medio del
abigarrado panorama intelectual contemporáneo"
(Clásicos del Pensamiento Universal Resumidos, de
Rafael Méndez).

Su gran influencia se evidenció en toda la vida
cultural de las últimas décadas del siglo XIX. "Las
condiciones del proceso histórico, el avance pujante del
capitalismo, las conquistas en el plano de las ciencias, la lucha
contra las tendencias revolucionarias radicales y la
afirmación de una burguesía victoriosa sobre el
mundo feudal y la naturaleza, llenaron de optimismo positivista
todos los ámbitos de la cultura occidental"
(Filosofía contemporánea, de Roberto
José Salazar Ramos). No puede ignorar que el Positivismo
sirvió de sustento ideológico a la expansión
imperialista de las potencias europeas durante el siglo
XIX.

El Romanticismo, un movimiento cultural e intelectual,
fundamentado en el pensamiento de filósofos como Rousseau,
Fichte y Schelling, entre otros, y vigente entre finales del
siglo XVIII y comienzos del XIX, quedó "arrinconado en la
historia de la ciencia cuando en el siglo XVIII, retorna con
mayor fuerza el Positivismo, este retorno quizás se
debió al espíritu burgués que privilegiaba
la racionalidad instrumental como forma específica en
todas las actividades comerciales y a partir de esta forma de
racionalidad se generaba la evaluación hacia otras formas
de racionalidad.

Se minusvalora el conocimiento enciclopédico y se
pone mayor realce al conocimiento de lo particular, ocupando un
primer plano las ciencias de la naturaleza y sus logros en el
terreno de lo instrumental, la eficiencia y la racionalidad
estratégica. El Positivismo radical asume que la verdad
deberá quedar reducida a los juicios de hecho y que
éstos deberán desligarse de toda valoración
ética. Esta situación también determina en
mucho el origen de las ciencias pedagógicas en siglo XX,
las cual generan la validez de sus conocimientos a partir del
modelo de juicios de hecho" (Hermenéutica
crítica
, de Víctor Mendoza).

Como consecuencia del desmedido entusiasmo
positivista, la filosofía se apartó de la ciencia,
pero la ciencia, desviándose, se apartó de la
filosofía. El Positivismo no pudo solucionar los problemas
primordiales de la realidad histórico-social y
política, y tampoco pudo satisfacer los vacíos
gnoseológicos y metafísicos que intentó
silenciar. El Positivismo deprimió a la filosofía;
quedó en ese estado durante la segunda mitad del siglo
XIX, y anduvo miserable como pidiendo perdón a la ciencia
por existir. "El Positivismo es el suicidio de la
filosofía; es la prohibición de tocar aquellos
problemas que inextinguiblemente acosan al corazón y la
mente humana" Lecciones preliminares de
filosofía,
de Manuel García Morente).
Según el profesor español Antonio
Orozco-Declós Arvo, el hombre sin metafísica, sin
respuesta a la pregunta de las preguntas, al porqué de
todos los porqués, es un ser radicalmente inseguro y
agobiado. Puede incrementar sin término su saber operativo
(práctico), construir y manejar cosas, aparatos,
instrumentos,… pero ¿para qué? Aunque llegase a
dominar al universo: "¿para qué?"
Acabaríamos preguntando, con el escepticismo de Lenin: "La
libertad, ¿para qué?"; o con el de Pilato: "la
verdad, ¿qué es la verdad?"; o con el tremendo
pesimismo del ateísmo de un Jean Paul Sartre: "el hombre
es una pasión inútil, el niño es un ser
vomitado al mundo, la libertad es una condena"… La
técnica mantiene una elocuente amenaza a la supervivencia
de la humanidad, lo cual es una manifestación
clarísima de su radical insuficiencia para resolver las
cuestiones fundamentales de la existencia humana… Queremos
saber no sólo cómo son las cosas y cómo se
comportan, y cómo puedo aprovecharme de ellas de un modo
inmediato, sino qué sentido tienen para mí;
qué puedo esperar de ellas en último
término.

El Positivismo fue objeto de cuestionamiento cuando se
desbordó en un espíritu netamente utilitarista que
empezó a instrumentalizar a las personas, debido a que se
puso al servicio del consumismo y de ideologías
políticas y de dominio estatal. Así, los hombres
"valen en tanto sus conductas sean predictibles y programables y
no como singularidades o conciencias capaces de elegir un camino
diferente al que impone la normatividad estatal o circunstancial
histórica… Un hombre reducido a sus hábitos,
obligado a la adaptación y a la eficiencia, es el siervo
que necesitan los señores de la industria y de la guerra
para jugar en el ajedrez del mundo sus ambiciones
geopolíticas" (La trampa de la razón, de
Luis Carlos Restrepo). Su desmedido poder influyó en la
psicología conductista que concebía la mente humana
como una "caja negra", cuyo conocimiento estaba vedado y
sólo podíamos investigar sus manifestaciones
conductuales. El ser humano quedó reducido a una estrecha
franja de fenómenos objetivables, cambios comportamentales
y movimientos adaptativos. "El Positivismo filosófico es
el causante del apego actual de la ciencia como resultado
práctico de utilidad para la vida, y en este caso la
filosofía no sería la reina de las ciencias como la
consideró Aristóteles, sino que la cumbre de las
ciencias estaría en lo que da utilidad inmediata al
hombre, y por ello vivimos en una sociedad de consumo, de compra
y venta, y hemos dejado de lado el romanticismo literario y el
esfuerzo por encontrar en la meditación y la
reflexión el verdadero contenido de las cosas y la
solución de los problemas" (Filosofía del
derecho,
de Gustavo Pinzón
González).

El filósofo Luis Enrique Orozco Silva plantea que
el sentido del hombre, como ser social, no se agota en los
límites de la objetividad científica. "Los hombres
en sus relaciones sociales y en su comportamiento ético y
político no se guían únicamente por juicios
científicos, sino más bien por la
interpretación y comprensión de las situaciones
históricas y por ideales de realización de lo que
el hombre debería ser en su totalidad"
(Filosofía 1, de Luis Enrique Orozco Silva). La
absolutización del Positivismo anula las dimensiones
humanas: social, política, histórica, ética,
y lo convierte en un ser unidimensional útil para el
consumismo y la productividad. Anulando estas dimensiones, el
hombre se convirtió en mero instrumento de productividad.
"Si el pensamiento científico-técnico llega primar
sobre el pensamiento social, ético y político, se
concibe un modelo de sociedad organizada para producir y consumir
cada vez más, siendo el único criterio
válido el rendimiento y el éxito económico.
El resultado final del Positivismo científico es el
Materialismo más vulgar en cuanto se anula toda la
dimensión estética, ética y política
de los miembros de la sociedad" (Filosofía 1, de
Luis Enrique Orozco Silva).

Por tratar de eliminar la dimensión
metafísica del hombre, el Positivismo entró en
crisis y fue superado por otros sistemas de pensamiento que
retomaron dicha dimensión o tuvieron en cuenta a la
historia, la vida, la persona, el hombre o la existencia como
punto central de sus reflexiones filosóficas.

Diferencias entre el marxismo y el
Positivismo

La sociología positivista y la sociología
marxista se oponen.

-La sociología positivista considera que la
sociedad capitalista es el modelo ideal de organización
humana.

-La sociología marxista considera al capitalismo
inhumano por fundamentarse en la explotación.

-La sociología positivista defiende el orden
social existente.

-La sociología marxista defiende la necesidad de
la revolución socialista.

-Conceptos básicos de la sociología
positivista:

Rol: papel o función que un individuo
juega en ciertas circunstancias sociales. Status: nivel
o posición social del individuo.

Institución: conjunto de funciones o
papeles reconocidos socialmente y al servicio de necesidades
colectivas.

Orden: organización social
jerarquizada.

Cambio institucional: cambio lento y gradual de
las instituciones.

-Conceptos básicos de la sociología
marxista:

Clase social: grupo humano caracterizado por
ocupar un lugar definido en el proceso productivo según la
forma cómo participa de la propiedad, el control de
trabajo y la organización social.

Proletariado: clase obrera
industrial.

Plusvalía: valor creado por los obreros
y que el capitalista no paga.

Revolución social: cambio radical del
capitalismo para instaurar el socialismo proletario.

Sistema existencialista

El existencialismo es un sistema filosófico que
resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y de la
elección individual, y llama al individuo a la existencia,
otorgándole así consistencia y profundidad. La
filosofía existencialista propugna por una
reflexión que tiene como centro la existencia humana, no
en abstracto sino en concreto; que conoce al hombre no como un
ser acabado, terminado, determinado, sino como un ser en proceso,
en vía de realizarse, como un proyecto que el mismo hombre
debe terminar a través del ejercicio de su
libertad.

Su tema principal es el énfasis puesto en la
existencia individual concreta
y, en consecuencia, la
subjetividad, la libertad individual y los conflictos de la
elección. Resalta la importancia de la acción
individual apasionada al decidir sobre la moral y la
verdad.

Su tema más destacado es el de la
elección
. La primera característica del ser
humano, según la mayoría de los existencialistas,
es la libertad para elegir. Mantienen que los seres humanos no
tienen una naturaleza inmutable, o esencia, como tienen otros
animales o plantas; cada ser humano hace elecciones que conforman
su propia naturaleza. La elección es, por lo tanto,
fundamental en la existencia humana y es ineludible; incluso la
negativa a elegir implica ya una elección. La libertad de
elección conlleva compromiso y responsabilidad. Los
existencialistas han expuesto que, como los individuos son libres
de escoger su propio camino, tienen que aceptar el riesgo y la
responsabilidad de seguir su compromiso dondequiera que
éste les lleve.

Lo primordial es la existencia, por que
ésta es primero que la esencia; la realidad es antes que
el pensamiento, y la voluntad es antes que la inteligencia. "La
existencia precede a la esencia" (Sartre).

El objetivo de su reflexión filosófica es
la existencia humana concreta, con lo que rechaza todas las
teorías esencialistas; el punto de partida es una
vivencia existencial
, personal que reviste caracteres
distintos en cada uno de los autores: para Heidegger, la
angustia; para Sartre, la náusea; para Unamuno, la
congoja, etc. La existencia no es una cosa dada, sino que
tiene que hacerse y realizarse guiada por la libertad
; esta
existencia que se hace, no está cerrada sobre sí
misma, sino que está abierta al mundo y a las otras
existencias; como la filosofía de la existencia arranca de
la vivencia existencial y no de un conocimiento intelectual, es
considerada por muchos como una forma de ir al
Racionalismo.

Se opone a la filosofía "nocionalista" o al
"nocionalismo", que expresa desdén por la filosofía
de la existencia. El "nocionalismo" son las tendencias, escuelas
o sistemas que dan primacía a lo objetivo, lo
común, lo abstracto sobre lo subjetivo, lo singular y lo
concreto; las que oponen la filosofía a la existencia. El
"nocionalismo" se origina en Aristóteles y domina la
enseñanza escolar de la filosofía. Abarca a muchos
escolásticos y sus seguidores, a los nominalistas, a
Descartes y los cartesianos, a Kant, Fichte, Hegel y todos los
idealistas de los siglos XIX y XX. El nominalismo (Occam, Hume,
Berkely) y el Idealismo (Kant, Fichte, Hegel, Renouvier,
Bruschvicg) son los sistemas que más lejos han llevado las
tendencias abstractivas y objetivantes del "nocionalismo". El
"nocionalismo" profesa un verdadero culto al conocimiento
objetivo y abstracto. Se interesa por el universo inmutable de
los conceptos y de las ideas; se desinteresa del mundo concreto,
que es un perpetuo cuestionarse a sí mismo, y donde nada
es jamás perfecto y adecuadamente definible.

El Existencialismo contemporáneo como
doctrina filosófica fue desarrollado
sistemáticamente en el siglo XX, aunque tenía sus
raíces en el pensamiento del siglo XIX, cuando el
Positivismo recalcó la sustantividad e indeductibilidad
del individuo concreto, lo cual era una forma de reacción
contra el Idealismo alemán y, en especial, contra el
Hegelianismo que convertía al hombre en un puro movimiento
evolutivo de la idea absoluta; también el romanticismo
coloca al hombre en su existencia concreta, como en Schelling que
aborda el problema de la existencia en orden a la libertad cuyo
origen es la voluntad (el ser primordial es la
volición).

Posteriormente, la teoría existencial del
danés Soren Kierkegaard se propone llevar al individuo a
la plenitud de su existir, mediante la decisión o
elección libre al aprehenderse el hombre a sí mismo
apoyado en Dios (fe); la experiencia de la nada y la
conmoción de lo finito es un paso interior a tal plenitud,
en el que surge la angustia; el Cristianismo para Kierkegaard es
un paso, pero un paso contradictorio para el hombre. Lo que le
interesa de la existencia es la experiencia subjetiva del
individuo.

Los dos momentos más importantes del
Existencialismo coinciden con el final de las dos
guerras mundiales, cuando la vida mostraba su contingencia y el
futuro había dejado de tener sentido. Salvo Sartre, quien
realizó muchos actos dirigidos a mostrar la utilidad y
conveniencia de la acción, los existencialistas, o
filósofos de la crisis, consideran que no hay pensar
histórico. La misma razón puede cuestionarse en
vista de que se desvanecen las posibilidades de incidir
políticamente para que cambie el estado de cosas: de
ahí el sentimiento de frustración latente en estos
filósofos; no se vive el mundo y la acción de una
manera revolucionaria, sino una sensación de
rebeldía sin horizonte.

Su característica común más
importante se halla en que todos parten de una llamada vivencia
"existencial", que es difícil definir y que en los
diversos filósofos muestra un sentido diferente. En Jasper
es un percatarse de la fragilidad de la existencia humana; en
Heidegger, un experimentar auténtico de nuestra "marcha
anticipada hacia la muerte"; en Sartre, una repugnancia o
náusea general. El Existencialismo tiene un
carácter de experiencia personal.

El Existencialismo es una reacción en contra del
Idealismo, en cuanto a que se opone a la idolatría de la
razón; y en contra del Positivismo, en lo que se refiere a
la creación de un hombre y de una sociedad deshumanizada y
desnaturalizada. Invita a anular la razón para lograr
sentir y vivir con la naturaleza creadora. "El corazón
tiene razones que la razón no entiende" (Pascal). La
razón se ha convertido en una enfermedad de la vida; y la
libertad, en una pesadilla.

El Existencialismo es ante todo una rebelión de
la vida contra la razón. Proclama abiertamente la
primacía de lo vital sobre lo intelectual, de lo subjetivo
e individual sobre las generalizaciones y abstracciones.
Reacciona contra el Idealismo racionalista y panteísta que
había despersonalizado al hombre; es una
revalorización de lo individual y subjetivo frente a lo
objetivo y mensurable. Es una vuelta al hombre individual y
concreto tal como se muestra en la realidad cotidiana. Al mismo
tiempo, es una reacción contra el Positivismo que
había diluido al hombre dentro de la
naturaleza.

No existen verdades eternas, universales y absolutas. La
verdad es lo vivido por el hombre, su realidad viva: el dolor, el
gozo, la injusticia, la frustración. La existencia precede
a la esencia. No podemos dejar de vivir nuestras vidas para
conocer nuestras vidas; primero somos, después intentamos
definirnos. No hay hombre (abstracto), sino hombres
(singularidades). Eso que llamamos libertad se convierte, por la
ausencia de valores o debido a la misma situación humana y
social, en una condena, en fuente de angustia vital. La historia
es el testimonio de la decadencia del hombre, de un desertor de
la vida que vive de sucedáneos (poseer, poder, progreso
científico), sustitutos de los verdaderos valores y de las
auténticas funciones y actividades vitales. Con el llamado
progreso, el hombre ha perdido más de lo que ha ganado. Se
ha convertido en un ser fracasado, en una pasión
inútil. El hombre capitalista es un ser monstruoso, una
plaga del mundo.

El ser humano y sus relaciones están devaluados
en nuestra sociedad. El hombre se halla perdido en un mundo que
él mismo ha creado; parecería que tuviera
vocación de suicida. Los hombres solamente existen como
objetos, no como sujetos que poseen sentimientos y pasiones, pues
la sociedad ha enfocado su acción hacia los medios,
olvidando los fines. Mientras más objetos crea y consume,
es menos él mismo. Pasamos por una crisis de identidad
humana.

El hombre se pasa la vida construyéndose a
sí mismo y liberándose de las esclavitudes que se
ha impuesto, "avanzando desde el ser inauténtico hacia el
ser auténtico" (Heidegger). Es un ser inconcluso y
responsable de las lecciones que haga durante su vida. Aún
más, es responsable de todos ya que "siempre que el hombre
elige, elige por la humanidad" (Sartre).

El Existencialismo es al tiempo que la
exposición de las posibilidades de la libertad, el regreso
de la búsqueda de sentido de ella misma como los
más humano. Es la recuperación del sentido de la
libertad como identidad, como autenticidad o conciencia, parecida
a la que se dio durante el Renacimiento. Pero con correcciones
impuestas por la historia. Ya sin la ingenuidad de proponer a la
conciencia como la medida de todo. Es la búsqueda
clásica de en qué consiste la filosofía, con
límites más precisos impuestos por la
ciencia.

El hombre no es algo hecho ni se reduce a su sola
facultad de pensar, por muy importante que ella sea. Ser hombre
no es algo dado, algo aséptico, por muy profundo que tal
conocimiento llegue a ser; ser hombre es tener que hacerse, es
autorrealización. Se trata de descubrir al hombre en toda
su soledad y desnudez, en su unicidad e irrepetibilidad dentro de
los demás seres de la realidad.

No es extraño, por tanto, que el quicio sobre el
cual rigen y se apoyen todas sus reflexiones, sea la existencia
humana concreta e individual. No aceptará que el hombre
sea reducido a un paso necesario de la evolución
dialéctica; que sea diluido en una generalidad masificante
y abstracta que lo convierte en simple número impersonal e
inconsciente; ni, mucho menos, que sea considerado como un
ejemplar excesivamente evolucionado del reino animal.

El intento existencialista consiste en devolver al
hombre, como sujeto individual, su centralidad absolutamente
original y única en el concierto de la realidad;
centralidad y protagonismo que tiene que afianzar y realizar
mediante su libertad.

El Existencialismo es un paso definitivo en la
historia de la filosofía, en el sentido de que ha
rescatado del olvido y de la reducción al sujeto humano
concreto. La irreconciliable oposición que hemos visto en
toda la filosofía moderna entre materia y espíritu,
entre naturaleza y conocimiento, tiene su punto de enlace en el
hombre individual y concreto, que es el único ser que
piensa y vive o que vive pensando o, si se quiere, piensa
viviendo.

Al Existencialismo se le debe el mérito
de haber devuelto a la filosofía el interés por el
hombre concreto, por la persona humana que, volatilizada por el
Idealismo, degradada por el Positivismo y cosificada por el
tecnicismo y tecnocratismo modernos, estaba amenazada de asfixia
total. Ha sido el gran propulsor del interés y el respeto
por el hombre, llegando en su influencia hasta el seno mismo de
la ONU y de la Iglesia Católica.

Cambio de paradigmas
científicos

En esta época se registra un cambio de paradigma
fundamental que altera profundamente nuestra forma de pensar,
sentir y actuar; nuestra manera de percibir, interpretar y
sistematizar la realidad. Éste es un cambio espectacular;
comenzó en la modernidad con el invento del telescopio.
Entonces el hombre se encontró con un universo
infinitamente grande. Poco tiempo después fue inventado el
microscopio, y el hombre se encontró con un universo
infinitamente pequeño. ¡El impacto fue absolutamente
espectacular! No era para menos.

Para entender la complejidad del cambio de paradigmas y
las teorías científicas y planteamientos
filosóficos que lo hicieron posible, y sus profundas
implicaciones en la vida cotidiana, trataré de disertar
brevemente con la valiosa ayuda del científico
británico Paul Davies ,el filósofo Bertrand Russell
(El conocimiento humano), la biografía de
Einstein, Curso de Filosofía de Jaime
Vélez Correa, la revista Muy Interesante, varios
libros, textos, artículos y ensayos consultados en la
Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta y en
Internet.

El impresionante cambio de paradigma se
fortaleció en los albores del siglo XX cuando se plantea
la Teoría de la Relatividad, y se consolida al formularse
el Principio de Incertidumbre de la Mecánica
Cuántica, según el cual el hombre no es un
intruso en la naturaleza, sino parte del fenómeno.

Estas teorías vienen transformando el mundo con una
velocidad impresionante y nos muestran que estamos enfrentados a
lo interdependiente. Nos estamos sumergiendo en la realidad
virtual. Experimentamos el cambio del paradigma mecanicista a un
paradigma relativista y cuántico. Todo está
relacionado con todo, todo es un sistema compuesto por otros
sistemas, incluido todo lo que hay en el universo
. ¡Se
registra un cambio de paradigma impresionante, sensacional! Lo de
atrás influye permanentemente sobre lo de hoy. Ese cambio
nos exige que nos sincronicemos y revisemos nuestra manera de ver
y concebir el mundo. Las relaciones de incertidumbre para
muchos filósofos constituyen una prueba de que existe
indeterminismo en el universo físico y que, más
allá de esto, se probaría que hay una especie de
principio de libertad
. ¡Esto es supremamente
importante entender y dimensionar porque nos ayuda a encontrar
sentido a la vida!

La doctrina determinista sostiene que podríamos
describir sin error cuanto va a ocurrir en el mundo dentro de un
minuto o dentro de cien años, si supiéramos
cómo están dispuestas todas las piezas ahora y
conociéramos exhaustivamente todas las leyes
físicas. Según el determinismo, como somos una
parte del universo, debemos estar sometidos a la misma
determinación causal de los demás. Esta "realidad"
es insostenible ante las concepciones de la Mecánica
Cuántica, totalmente indeterminista. Pero, para Savater,
ni el determinismo fuerte de Laplace ni el indeterminismo
relativo de Heisenberg o Prigogine pueden responder al problema
de la libertad humana, "porque el problema de la libertad no se
plantea en el terreno de la causalidad física, sino en el
de la acción humana en cuanto tal, que no puede ser vista
solamente desde fuera como secuencia de sucesos sino que debe
también ser considerada desde dentro haciendo intervenir
variables tan difíciles de manejar como la voluntad, la
intención, los motivos, la previsión, etc.", tal
como lo plantea en su libro "Las Preguntas de la Vida".
Según Sartre, nada nos determina a ser tal o cual cosa, ni
desde fuera ni dentro de nosotros.

El determinismo nos lleva a concebir el "destino" como
algo predeterminado. Por lo tanto muchos sostienen que los
acontecimientos futuros están rigurosamente determinados
desde siempre, tal como lo estuvieron los pasados. "El destino es
una disposición natural de todo, desde la eternidad, de
cómo cada cosa sigue y acompaña cada otra cosa, y
tal disposición es inviolable", señalaba el
filósofo Crisipo. Según esta visión, el
porvenir estaría "escrito" de antemano, inexorablemente
determinado. No habría futuro, porque no habría
novedad ni incertidumbre en los sucesos venideros ni posibilidad
de preverlo. Esta "realidad" llevaría a muchos a pensar
"el orden universal como una tela pintada que se va desenrollando
paulatinamente pero donde nada puede aparecer, salvo lo que ya
sabemos que está representado previamente en ella", aclara
Savater. En este contexto nuestra libertad de acción queda
en entredicho. Se asfixia la libertad, que sólo puede
respirar aires de libertad. "El futuro se abalanza hacia nosotros
trayendo nuestro acabamiento, pero también es la provincia
desconocida en la que siempre estamos entrando como forzosos
exploradores para descubrir trampas y tesoros", señala
Savater con su mirada indeterminista. El futuro debe ser
contingente para que no dependa de nuestras acciones
presentes
.

La relatividad y la teoría cuántica han
tenido el efecto de provocar el reemplazo del viejo concepto de
"masa" por el de "energía". Según Russell, "masa"
solía definirse como "cantidad de materia"; y la "masa"
era, de una parte, la "sustancia" en el sentido
metafísico, y de la otra, la forma técnica de la
noción de sentido común de "cosa". La
"energía" era originariamente un estado de la "materia".
Presentaba dos aspectos: el cinético y el potencial. La
energía cinética de una partícula es la
mitad del producto de la masa por el cuadrado de la velocidad. La
energía potencial se mide por el trabajo que sería
menester realizar para llevar la partícula a su
posición actual desde una posición standar. Si
llevamos una piedra desde el suelo hasta la cima de una torre,
adquiere energía potencial en el proceso; si la dejamos
caer desde la cima, la energía potencial se transforma
gradualmente en energía cinética durante la
caída (El conocimiento humano).
¡Valiosísima la aclaración de
Russell!

Las leyes de la mecánica de Newton eran aceptadas
por la ciencia hasta que llegó la Teoría de la
Relatividad Especial, en 1905. La física relativista
de Einstein ha sustituido a la newtoniana; los esquemas mentales
extraídos del mecanicismo (filosóficamente
formulados en la epistemología cartesiana) ya no son
válidos
. En este contexto, el epistemólogo
Gastón Bachelard acuña la noción de
"corte" o "ruptura" epistemológica: los
avances en la ciencia no sólo requieren una
acumulación, requieren una ruptura con los hábitos
mentales del pasado. Los avances se producen, pues, venciendo
resistencias y prejuicios, aquellos que pertenecen al cuadro
conceptual y a las imágenes dominantes en la
configuración epistemológica que ha de
superarse.

El Principio de Incertidumbre de la Mecánica
Cuántica permite una mirada diferente del universo,
opuesta a la concepción mecanicista y determinista,
formulada por Pierre Simón de Laplace (1749-1827),
astrónomo y matemático francés, con
fundamento en la teoría de la gravedad de Newton. Laplace
sugirió que debía existir un conjunto de leyes
científicas que nos permitirían predecir todo lo
que sucediera en el universo en un instante de tiempo. Supuso que
había leyes similares gobernando todos los
fenómenos, incluido el comportamiento humano. Esta
doctrina constituyó el paradigma científico desde
el siglo XVII hasta principios del siglo XX.

Según la mecánica clásica
newtoniana (sistema de leyes en que cada objeto tiene una
posición y una velocidad determinadas), si conocemos en
cualquier momento dado las fuerzas que se aplican a un objeto
concreto en movimiento, podemos predecir exactamente como se
comportará en el futuro. Esto nos lleva al determinismo
mecánico, propuesto fundamentalmente por Laplace, cuya
teoría del universo es idéntica a la idea de
predestinación presente en algunas religiones
occidentales.

La Mecánica
Clásica

Las revoluciones relativista, cuántica y del caos
transformaron profundamente el mecanicismo. Estos tres
desarrollos representan una refutación contundente a la
idea de que el universo es una máquina, que el mundo
natural es un mundo muerto y que el ser humano está
separado de su ambiente. Esta nueva visión nos
despertó del letargo tradicional, acabó con la
visión mecanicista del mundo. Pero ¿qué es
el mecanicismo? Es la doctrina filosófica que sostiene que
toda realidad está estructurada a la manera de una
máquina, siendo posible explicar la realidad si se toma
para hacerlo modelos de máquinas. Según el
filósofo Karl Popper, el mecanicismo es una doctrina que
trata de la realidad, o de una parte de la realidad, que se puede
explicar como si se tratara de una máquina o modelo
mecánico. La realidad está constituida, como la
máquina, por cuerpos en movimiento, regidos por leyes
mecánicas; también se ha considerado la realidad
como una pluralidad infinita de cuerpos elementales que carecen
de fuerza propia y, para moverse, necesitan que la fuerza les sea
impresa por otro cuerpo que choca con ellos. Es general al
mecanicismo pensar que todo movimiento se realiza según
una ley causal rigurosa
.

Según el filósofo Jaime Vélez
Correa, "la imagen mecanicista del mundo es una concepción
antigua y moderna, que consiste en ver al mundo como una gran
máquina cuyas piezas se mueven mecánicamente.
Leucipo y Demócrito concebían el mundo como una
inmensa máquina, y desde esa mirada explicaron todos los
fenómenos. Luego Descartes y Newton interpretaron los
fenómenos del mundo de una manera semejante y formularon
la llamada "mecánica clásica". El mecanicismo
afirma que las leyes de la materia rigen con necesidad absoluta y
no sufren ninguna excepción. Insiste en que todos los
fenómenos físicos deben tener una
descripción visualizada, intuitiva e imaginable. Esta
afirmación, a la luz de la Mecánica
Cuántica, es insostenible. "Para comprender
acertadamente el mundo de hoy hay que concebir la materia como
corpúsculo y como onda
, lo cual ha obtenido la
física teórica moderna mediante la
construcción de un complicado y difícil formulismo
matemático que no se puede visualizar ni imaginar y que
presenta leyes de novísima índole, diferentes a las
de la mecánica clásica. Las mecánicas
modernas tienden a la matematización de los
fenómenos, lo que las va apartando más y más
de la imagen de simple intuición sensible que tenía
la mecánica clásica", precisa Vélez Correa
en su libro Curso de Filosofía.

El mecanicismo es insostenible científica y
filsóficamente, debido a que la actividad de los cuerpos
no se reduce a un simple proceso mecánico. ¡No
somos máquinas ni estamos predeterminados!

Contundente esta afirmación tan importarte en nuestra
vida.

A propósito, ¿es verdadera la
Mecánica Clásica? Sí, lo es; pero no en
todos los dominios de la realidad, sino en algunos determinados,
concretos. Refleja acertadamente el movimiento de los cuerpos
macroscópicos, pero en el dominio del micromundo deja de
corresponder a la verdad, porque éste corresponde al mundo
de la Mecánica Cuántica.

La Teoría de la
Relatividad

Entramos en contacto con una de las teorías
más revolucionarias e importantes que se hayan formulado a
lo largo de la historia. Según el filósofo Jaime
Vélez Correa, la teoría de Einstein es "uno de los
temas más apasionantes del siglo XX del que se han escrito
miles de libros y que se ha estudiado con más
ahínco. Tema que toda persona culta trata de conocer,
aunque sea en sus nociones más elementales" (Curso de
filosofía
). Su influencia ha sido tan inconmensurable
que después de ésta el mundo cambió de
manera sorprendente. En concepto del egregio científico
británico Joseph Thompson (descubridor del electrón
en el átomo), la Teoría de la Relatividad es
uno de los hechos más grandes, tal vez el más
grande en la historia del pensamiento humano
. Ésta
transformó las nociones de distancia y duración y a
partir de aquel momento la física tuvo que rehacerse por
entero. Y de todo ello resultó una nueva concepción
del universo.

En 1905 publicó cinco artículos con total
consistencia física y matemática:

1 Sobre el movimiento browniano. Formuló
predicciones acerca del movimiento aleatorio de las
partículas dentro de un fluido. 2 El efecto
fotoeléctrico. En ciertas circunstancias, la luz se
comporta como una partícula. 3 Sobre la radiación
electromagnética. No sólo trasmite energía
sino momentum (presión). 4 Sobre la electrodinámica
de los cuerpos en movimiento. 5 ¿La inercia de un cuerpo
depende de la energía que contiene?

Según Einstein, su teoría no tiene un
origen especulativo: nació por el deseo de hacer que la
teoría física concuerde en la mayor medida posible
con los hechos observados. "…uno de los rasgos de este
planteamiento es el esfuerzo que en ella se hace para descubrir
las relaciones entre los conceptos generales y los hechos
empíricos de una manera más precisa", aclaró
en una conferencia en Londres en 1921. La relatividad del espacio
y del tiempo no obedece a algo puramente subjetivo de la persona,
sino que se debe a algo completamente real, la constancia de la
velocidad de la luz. No es una mera creación de la mente,
sino un "fenómeno físico objetivo que se impuso por
sí mismo", precisa Vélez Correa. "Su más
revolucionaria contribución fue la formulación de
la nueva relación E=mc2, que puede explicarse así:
la energía (E) (medida en ergios), es igual al producto de
la masa (medida en gramos), por el cuadrado de la velocidad de la
luz (medida en kilómetros por segundo). La importancia de
Einstein para la filosofía es indudable, puesto que de sus
descubrimientos resultó una nueva concepción del
universo", precisa el Diccionario de Filosofía de
Editorial Panamericana (1988).

Además de revolucionar el ámbito de las
ciencias, alteró el curso del pensamiento humano en
Occidente, modificando algunos de sus aspectos más
esenciales. "Al introducir una nueva noción del espacio,
del tiempo y la materia, Einstein cambió los axiomas de la
mecánica clásica elaborada por Galileo y Newton, y
con ello sustrajo parte de la base en que se había
fundamentado la filosofía a lo largo de cuatro siglos",
afirma el libro Albert Einstein sobre la teoría de la
relatividad y otras aportaciones
científicas
.

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