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El cruce del Jordán



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El cruce del
    Jordán
  3. Los errores de la
    primera generación
  4. La segunda
    generación pasa el Jordán
  5. El mar Rojo y el
    Jordán
  6. Algo quedó
    en las arenas del Sinaí
  7. El paso del
    Jordán
  8. Conclusión
  9. El paralelo
    alegórico del buen y mal lado del
    Jordán
  10. Bibliografía

Introducción

Siempre es bueno poder saber algo más de la
Historia de Israel, todos los esfuerzos que se hagan son
valederos para tener un mayor conocimiento, pretendo entregar
esta recopilación de datos y trabajos de investigadores y
profesores, que buscan entregar mayor información a los
hijos de Dios.

Debo señalar que al hacer esta
introducción no podía, pasar por alto los relatos
bíblicos de los libros de Josué, Crónicas,
Deuteronomio, Éxodo y el libro de Ruth, entre otros,
quienes aportan datos muy importantes sobre el tema aquí
tratado.

Hasta ahora se había visto este paso como de una
vez por todas y sin mayor significado, pero en Las Sagradas
Escrituras, podemos comprobar cómo en el hombre, el
lavarse en el Jordán, al igual que sucede con la
circuncisión, se convierte en algo que espiritualmente
tenemos que hacer de continuo en la negación a sí
mismo, en el Jordán hay que sumergirse hasta que uno se
limpie en este río, que prefigura la Sangre de Cristo, la
conciencia de enemigo de Dios. No que el hombre se tenga que
arrepentir muchas veces, sino que como el texto dice, hasta siete
veces; representando siete el número de lo que está
acabado, como la creación, que el hombre debe buscar en su
interior y durante su vida, para que cada vez que encuentre algo
o sea advertido o reprendido por otro de su error, vaya al
Jordán a lavar ese pecado, que pida a Cristo en su
Evangelio de Su Sangre que le de vida nueva en el cambio de su
mente para renovar su conciencia y echar fuera la actitud enemiga
de Dios que está en uno mismo.

Al norte encontramos el monte Líbano: nuestro
norte debe ser habitar con la mirada puesta en el monte, que es
donde habita Dios.

Al sur el desierto del Sinaí: Donde hemos
encontrado la soledad y el tiempo de crecimiento y
búsqueda en la religión de la cual hemos de salir
para venir del:

Oriente, al este: y cruzar el Jordán que nos
sirve de frontera para no salir de ella, mirando al oriente es de
donde sale el Sol, que representa la venida del Mesías.
Mirando al Jordán para que nuestra mente siempre tenga
como patrón que hemos tenido que arrepentirnos en el
Evangelio, la frontera de nuestra alma en la búsqueda de
Dios.

El cruce del
Jordán

Números 14: 27-45; Josué caps.3, 4 y
5.

El libro de Números capítulo 14 nos relata
un momento clave en la marcha de los israelitas por el desierto.
Ellos estuvieron muy cerca de entrar en la tierra prometida, pero
a causa de la dureza de su corazón el Señor les
envía de regreso al desierto. Durante cuarenta días
doce espías habían recorrido la tierra, y diez de
ellos regresaron con un informe muy negativo. El pueblo
creyó a estos diez incrédulos y desechó a
los fieles Josué y Caleb. Tras cuarenta años,
aquella generación terminaría sus días en el
desierto.

«El pueblo se enlutó mucho» y
pretendieron subir a tomar la tierra. «Esto tampoco os
saldrá bien» les advierte Moisés, pero ellos
insisten en ir (14: 39-45). Seguramente Moisés dijo estas
cosas llorando, pues amaba al pueblo del Señor y se
dolía por sus continuos fracasos: «Y caeréis
a espada; pues por cuanto os habéis negado a seguir a
Jehová, por eso no estará Jehová con
vosotros. Sin embargo, se obstinaron en seguir a la cima del
monte; pero el arca del pacto de Jehová y Moisés no
se apartaron del campamento», es decir, no siguieron el
arca, no siguieron al Señor, se obstinaron en seguir
solos. «Y descendieron el amalecita y el cananeo que
habitaban en aquel monte y los hirieron y los derrotaron,
persiguiéndolos hasta Horma». Horma, el fracaso de
la carne una vez más.

Sabemos que no fue la primera generación que
salió de Egipto, sino la segunda, la que logró
entrar en la tierra prometida.

Hoy deseamos ver cómo se nos traza el camino
desde el fracaso hasta la victoria, y cómo de alguna
manera esto nos ayuda a ver nuestras propias derrotas, y las
salidas que el Señor nos tiene, porque él no
descansa en sus tratos con nosotros.

Los errores de la
primera generación

Aquí hay algo muy fácil de identificar:
los israelitas de la primera generación estaban
acostumbrados a hablar, a sacar sus propias conclusiones y a
oírse a sí mismos. No tenían oídos
para la voz del Señor. Algunas de sus expresiones fueron
muy terribles: «¿Por qué nos trajiste a este
desierto para morir, acaso no había tumbas en
Egipto?», «¿No sería mejor volvernos a
Egipto?», «¿Y por qué nos trae
Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras
mujeres y niños sean por presa?» (14:3).

En Números 14:40 podemos ver claramente un
arrepentimiento superficial y una temeraria decisión, cuyo
propósito era tratar de enmendar el error cometido. Pero
volvieron a fallar en oír y en obedecer al
Señor.

Partes: 1, 2

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