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Dormirse al volante (página 2)




Enviado por Juan D. Rodríguez



Partes: 1, 2

Hace pocos años, miles de personas pudieron ver
en la TV cómo un piloto de línea aérea se
dormía en pleno vuelo ¡mientras un inspector
lo controlaba en la cabina y había una cámara
filmándolo! Un caso peor ocurrió en 2008. El
13 de febrero el vuelo 1002 de Go! Airlines con 40 pasajeros
decoló de Honolulú, Hawai, para un viaje de 30
minutos hasta el aeropuerto Hilo, en Isla Grande. Pero tras 45
minutos en el aire, los azorados pasajeros y una azafata vieron
que pasaban sobre el destino y seguían de largo. Cuando la
azafata entró a la cabina, escuchó los llamados de
los controladores de tierra y de otro avión de Go! que los
seguía… ¡¡los dos pilotos estaban
dormidos y no oían ni el griterío a todo volumen en
la radio!!

Razones para
dormirse

Sobre el primer caso y en el mismo informativo se
explicó que, para protegerse, el cerebro "se desconecta"
del mundo exterior en ciertas situaciones. No hubo comentarios
sobre el segundo incidente, salvo la aclaración -tras la
investigación oficial- de que la línea Go!
coordinaba sus servicios para que los tripulantes pudieran dormir
y descansar lo necesario. O sea que su trabajo no estaba
recargado y no sufrían la "fatiga de vuelo" que, en la 2a.
Guerra, mató a tantos pilotos de combate. Los aviadores
fueron suspendidos por seis meses y luego despedidos. Tiempo
después, a uno de ellos se le diagnosticó "Apnea
del Sueño".

Eso nos lleva a una causa de accidentes que se ha
mencionado mucho en los últimos tiempos: la Apnea
Obstructiva del Sueño. Un estudio encontró que 7%
de los conductores accidentados de distintos vehículos,
como automóviles, buses, trenes, etc., tenían este
problema, mientras que otro informe lo culpa por el 25% de los
accidentes producidos. Todos sufrirían una dificultad
respiratoria por la cual, aunque uno duerma muchas horas, no
llega a descansar lo suficiente. Si se escribe en Google
conductor + accidente + "apnea del sueño", puede
encontrarse mucha información sobre este tema. El
artículo "Incidencia de Apnea del Sueño en
accidentes de tránsito
" es muy ilustrativo para
quienes teman sufrir de apnea sobre todo si tienen sobrepeso, que
es un factor de riesgo. Tiene muchos datos de CONASET, Chile, e
incluye la Escala de Somnolencia Epworth que brinda una excelente
orientación.

Aclaro que la apnea no provocó mi accidente en
1980: con mis 65 kilos no tengo ni el factor de riesgo
mencionado. Simplemente, dormí sólo 4 horas tras
dos semanas de duro esfuerzo en EEUU y luego de un cansador vuelo
nocturno en clase turista Miami, Río,
Montevideo.

Pero para todos los casos, incluyendo el mío,
resulta aplicable lo que informó la revista Journal of
Neuroscience en mayo de 2008. El estudio que el Dr. Michael Chee,
de la Universidad Nacional de Singapur, le hizo a un grupo de
personas mediante resonancia magnética mostró las
consecuencias de la falta de sueño sobre el cerebro y la
atención. La investigación evidenció que en
las personas privadas del sueño, aunque sea por una noche,
su cerebro tiene un funcionamiento casi normal. Pero
fatalmente sufre "apagones", o interrupciones intermitentes de la
atención y el procesamiento visual, y cae en un estado
similar al sueño. (En Google: "El cerebro privado de
sueño sufre apagones
")

El famoso médico chileno Dr. Fernando
Mönckeberg Barros, creador de la Fundación CONIN y
artífice del "milagro chileno", muestra -sin
relación con esto- la importancia del sueño. Dice
que "El cerebro no descansa y su actividad se mantiene tanto
durante la vigilia como durante el sueño. Más
aún, durante el sueño mantiene su mayor actividad
de síntesis proteica. Algo que aún no está
claro es por qué el sueño es indispensable. Las
ratas que se mantienen permanentemente despiertas, mueren a los
pocos días
."

Todos sabemos que el cerebro hasta inventa tretas para
preservar nuestro descanso. ¿Quién no
soñó alguna vez que lo llamaban por teléfono
cuando, en realidad,  era el despertador el que
seguía sonando? Algunos expertos llaman a esto
"ensueño", una especie de truco para que sigamos
descansando. Mientras dormimos, nuestro cerebro únicamente
se libera de las tareas que decidimos ejecutar en estado
consciente: pero sigue monitoreando todas las funciones que nos
mantienen vivos.

Una investigación liderada por el doctor
Alexandros N. Vgontzax, profesor de psiquiatría de la
Escuela de Medicina de Penn State y del Centro Médico
Hershey en Pennsylvania, divulgada por CNN y publicada hoy por
Diario El País, confirma en forma dramática la
incidencia de la falta de sueño en la salud humana. El
informe, -que motivó la ampliación de este
artículo-, dice entre otras cosas lo siguiente:

"El insomnio mata. Ese es el hallazgo central de un
vasto estudio realizado a un grupo de hombres aquejados de
insomnio crónico y que dormían menos de seis horas
por noche. La investigación comprobó que los
varones con esta patología y otras enfermedades
crónicas cuentan con un 7% más de probabilidades de
morir que el resto. Un riesgo que no afecta a las mujeres, en las
que no se reportó mayor tasa de mortandad por problemas de
sueño.

De los hombres que dormían menos de seis
horas por noche, el 50% murió en un periodo de 14
años. De este modo, los que padecían insomnio
fueron cuatro veces más propensos a morir que los que
dormían bien durante el estudio, publicado el
miércoles por la revista Sleep
."

………..………….

"La investigación contempló factores
como la edad, el índice de masa corporal, si eran
fumadores, si bebían alcohol, si sufrían
depresión y si tenían síndrome de apnea
durante el sueño.

Entre los hombres que dormían bien,
murió el 9%. De los que dijeron tener insomnio, pero
dormían más de seis horas, murió el 13%. Y
entre los que padecían insomnio y dormían menos de
seis horas, murió el 51%."
("El insomnio
crónico es mortal para los hombres si duermen menos de 6
horas
", elpais.com.uy)

¿Por qué yo me duermo mirando la TV?
Porque me resisto a usar siempre anteojos y sólo los
empleo para leer o para escribir en el PC. Por eso, debido a que
tengo menos visión en uno de los ojos, -igual que mucha
gente-, obligo a mi cerebro a un continuo esfuerzo para corregir
el desfasaje y procesar una imagen correcta. Es como cuando la TV
de aire, -no por cable-, muestra una imagen doble: hay que
pararse para mover la antena. Aquí el cerebro debe hacer
todo el trabajo él solo: dentro de la cabeza nadie puede
ayudarlo. Así es como se cansa, "se desconecta" y uno cae
dormido. Esto lo compruebo cuando quiero ver todo el informativo
de medianoche: me tapo un ojo con la mano y sigo sin "dormirme"
hasta el final. Quizás muchos accidentes se
evitarían si los conductores, -además de descansar
lo necesario-, supieran que tienen este problema y usaran los
anteojos adecuados.

Qué sucede
al "dormirse"

En mi caso hace unos años se juntaban el poco
descanso, el problema de la vista, la costumbre de seguir
planificando o redactando mentalmente durante las comidas y mi
habitual baja presión arterial, para "mandarme a dormir"
antes de levantarme de la mesa. Siempre fue sin testigos pues
termino solo por mi lentitud para comer. Entonces, cuando iba a
tomar el último trago… ¡zás!, saltaba
hacia atrás por el ruido del vaso que volcaba y el
líquido que caía sobre mis piernas.

Hasta hoy no podía precisar si llegaba a sujetar
y mover el vaso o lo empujaba por falta de control: el
último acto consciente era fijar la atención visual
en el vaso para iniciar la acción de aprehenderlo. Ahora,
revisando en la memoria los hechos, deduje que siempre
llegué a agarrar el vaso con la mano y a inclinarlo hacia
mi lado: por eso el líquido se volcaba hacia mí y
no hacia el lado de enfrente, como sucedería si lo
empujaba en el intento. Es obvio también que no llegaba a
elevarlo dejándolo caer en el trayecto: nunca rompí
el plato que estaba frente a mí y siempre, al
"despertarme", veía al vaso caído en su sitio
original y muchas veces con mi mano rodeándolo.
  

Todo este análisis parecería pueril e
innecesario, pero puede resultar de utilidad para determinar
qué intentaba hacer un conductor en el momento en que,
como dice la prensa,  se inició la "pérdida de
control" y sobrevino el accidente.

Por ejemplo, cuando en 2006 se accidentó
Darío Silva, el prestigioso ex futbolista uruguayo, dijo
que se distrajo por alcanzar otra porción del alimento que
venía consumiendo aquella madrugada. Pero,
¿realmente habrá descuidado el control por esa
causa? ¿no habrá sido que, por la falta de
sueño, el intentar una acción adicional le
provocó un "apagón cerebral" que le hizo perder el
control y chocar a la columna que cayó, le destrozó
la pierna y obligó a cortársela?

Cuando intento leer en la cama, sosteniendo el diario en
el aire y abierto, casi nunca me "duermo" totalmente pues
reacciono cuando el diario se escapa de mis manos. Muchas veces
"me despierta" antes el deslizamiento hacia abajo del pliego que
estoy leyendo: es porque se afloja el pulgar que lo aprieta
mientras las manos aún están levantadas. He podido
comprobar que antes de llegar a este punto, debo retroceder y
releer las mismas frases porque no las entiendo o no las recuerdo
en relación con lo que sigue. (A veces "me salva" mi
esposa, que puede leer toda la noche: ella ve que estoy
esforzándome y me dice que es mejor que deje de
leer)

Un estudio franco-americano divulgado en octubre de 2009
por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences,
es muy aplicable al tema que tratamos. Los científicos del
Centro de Investigación del Cerebro y de la
Cognición de Francia y los de la Universidad de Harvard,
probaron que la atención visual no es como un reflector
que ilumina continuamente un objeto o una escena para que el
cerebro los procese. Funciona como un faro rotativo, o como el
instrumento llamado estroboscopio. ("La atención
visual es un proceso discontinuo
", axxon.com.ar)

El estudio comprobó que aún siendo
sólo uno el punto de atención visual, tampoco
ésta es fija o continuada sino que enfoca el objeto a un
ritmo de 7 veces por segundo: como si en ese lapso
debiéramos parpadear siete veces. Igual sucede si a la
escena la forman diferentes puntos: algo similar a lo que muestra
la TV cuando la pantalla de un radar, según el giro de su
antena, "ilumina" a diversos puntitos (o aviones) que se mueven
con distintas velocidades, direcciones, alturas y
distancias.

Cuando conducimos un vehículo, nuestro
fantástico cerebro debe procesar todo un enorme caudal de
datos a la velocidad de la luz. Tiene que decidir y coordinar lo
que hacen los pies y las manos con la dirección, los
cambios, el acelerador, los frenos, las luces y hasta la bocina
muchas veces, además de prestar atención a los
indicadores del tablero y al espejo retrovisor entre otras cosas.
Y no contabilizo el celular, la radio, el DVD y el GPS. Si
conducimos por una carretera angosta, con tráfico en los
dos sentidos y sin separaciones físicas, -donde son
más comunes los choques por "dormirse"-, nuestro cerebro
debe leer y cumplir las señales y órdenes de la
ruta, el movimiento de los vehículos que van en igual
sentido y, más que nada, la distancia, el tamaño,
la velocidad y las señales de todos los móviles que
viajan en sentido contrario con los que nos cruzamos.

Si ambos móviles se desplazan a 90
kilómetros por hora, cada uno está avanzando hacia
el otro a razón de 25 metros por segundo y se van a cruzar
a 180 k/h ó 50  m/s. Quiere decir que en cada 1/7 de
segundo en que la atención visual de cada conductor
enfoque al otro móvil y retorne al cerebro emisor, -igual
que en el radar-, tendrá que ajustar su juicio previo
porque ambos estarán ya 7,14 metros más cerca.
¡No se le puede reprochar al cerebro cansado de alguien que
no durmió lo necesario si "se desconecta" o "se apaga"
algunas veces!

En base a todo lo anterior, mi deducción es que
"el apagón" sobreviene cuando "se carga" al cerebro
cansado con una orden más: como sucede en una computadora
con disco duro chico, microprocesador lento y poca memoria que
está llena de archivos y programas.

Creo que eso me sucedió cuando enfrenté la
curva en el año 80 o cada vez que volqué el vaso
luego de la comida. "Creo que me dormí" declaré al
Banco de Seguros, pero a mis allegados siempre les dije que fue
como un desvanecimiento brusco y breve lo que me
sucedió.

Causas de un
accidente grave

Por todo lo explicado, estoy convencido de que fue un
"apagón cerebral" lo que el 26/11/06 provocó el
accidente que registra la foto. Creo que la aparición del
autobús en el campo visual del infortunado camionero
podría haber sido el hecho originador de la tragedia.
Según la crónica del accidente, luego de una curva
a la derecha y ya en un tramo recto, despejado y con buena
visibilidad, el camión se cruzó a la senda
contraria y chocó el frente derecho -según muestra
la foto- del autobús que venía de Argentina.
Murieron el camionero, el chofer, el guarda y una pasajera del
bus donde, además, otras nueve personas resultaron
heridas. Según el diario "el camión
cambió de carril
(se desvió a la izquierda)
metros después de pasar una curva". Como el
guarda y el chofer del ómnibus murieron, no sabemos si
éste maniobró para evitar el choque… si es que
tuvo tiempo. ("Cuatro muertos y nueve heridos en un
accidente
", elpais.com.uy, 06/11/26)

En base a la foto y a la crónica
periodística, -y sin haber visto el informe
técnico-, podemos suponer que cuando estaba saliendo de la
curva, -quizás preparándose para subir un cambio-,
el camionero ve al bus que viene en sentido contrario y decide
bajar las luces o hacer señas con ellas. Pero "se duerme",
o sufre un "apagón cerebral" al intentarlo, y abandona el
control del camión que empieza a derivar hacia la
izquierda sin dejar de avanzar. El chofer del bus, que aún
no tenía razón para alarmarse, quizás hizo
las señales luminosas normales y prosiguió
tranquilamente su marcha. Si al seguir acercándose
apreció que el camión se iba a cruzar en su camino,
seguramente hizo desesperadas señas con las luces sin
lograr respuesta ni corrección del rumbo. Ya sin tiempo,
se enfrentó a un dilema terrible: no podía frenar y
salir marcha atrás, no podía salir de la carretera
por la derecha y hacia el campo y, mucho menos, podía
pensar en pasarse al carril contrario intentando que el
camión pasara por su derecha. Quizás en el
último instante vio que el Sr. García estaba
dormido o inconsciente sobre el volante y, en un instintivo acto
de sobrevivencia, giró la dirección hacia la
izquierda queriendo sacar su cuerpo de la línea de muerte.
(Esto también pudo suceder al revés si el camionero
reaccionó en el último instante)

Creo que únicamente quien haya pasado por un
trance así y siga vivo, puede imaginar qué siente
quien ve que su vida va a terminar de esa manera. Sólo
puedo pensar en los aviones secuestrados volando hacia las Torres
Gemelas de Nueva York, lo que millones de nosotros vimos desde
lejos y a salvo. Dentro de las trágicas Torres, muy pocos
de los 2.700 muertos pudieron ver, horrorizados, cómo del
paisaje espectacular del que hasta ese momento disfrutaban
surgía y crecía la muerte inevitable que volaba
hacia ellos. Algo así debió sentir el infortunado
Daniel Udave, chofer del autobús, como cada una de las
víctimas que se enfrentan a un conductor dormido que
avanza contra ellos.

En este punto no puedo dejar de señalar la
incidencia de la suerte, el destino, o lo que sea, en estas
situaciones. Con mi amigo taxista salimos ilesos por no cruzarnos
con nadie cuando nos dormimos. Los ocupantes del ómnibus
tendrían que haber estado mucho tiempo antes en la ciudad
de Rivera, Uruguay, a donde se dirigían. Pero tuvieron la
desgracia de cruzarse con el camión fuera de control
porque un grupo sedicioso argentino, -según los cataloga
la Constitución de ese país-, les impidió
cumplir su itinerario y los obligó a prolongar el
viaje.

Cómo
sobreviene el "apagón"

No es posible simular o reproducir lo que sucede con
nuestro cuerpo cuando sobreviene un "apagón" cerebral: ya
relaté cómo los músculos se aflojan y el
diario se cae cuando me duermo. Sólo me viene a la mente
un ejemplo aplicable, -aunque por una causa distinta-, de mi
época de piloto militar: es de mediados de los años
60 cuando un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea
Uruguaya comenzábamos el entrenamiento en los viejos T-33
a reacción.

Para que reconociéramos qué sucede cuando
empieza a faltarnos el oxígeno a causa de la altura, nos
llevaron a la Cámara de Altitud de la Base El Palomar de
la Fuerza Aérea Argentina. "Subimos" hasta una altura que
requiere cabina presurizada, –como la de las
aerolíneas-, o máscara de oxígeno como las
que se ven en las películas y debíamos usar. Luego
nos redujeron el oxígeno a todos para que
reconociéramos los síntomas: algunos sentimos
picazón en el antebrazo y otros en la frente.
Después nos dieron un papel y un lápiz para la
prueba individual. Entonces, de a uno, nos ordenaron escribir los
números de 100 hacia atrás y nos cortaron el
oxígeno para que todos viéramos lo que nos
sucedía. Creo que nadie llegó a la decena del
ochenta, pues mucho antes empezamos a divagar y a escribir
disparates. Sólo Walter, un Teniente más joven que
era muy tenaz, siguió porfiadamente hasta el
noventa… ¡y cayó como fulminado sobre la
mesa!

O sea que primero la mente se obnubila y luego los
músculos se aflojan.

Para tener una idea de lo que acarrea la pérdida
de control, el lector puede ejecutar un pequeño ejercicio.
Necesita un revólver de juguete, o uno de verdad
DESCARGADO -si no hay niños-, o un cepillo de
dientes o el puño cerrado con el dedo índice
extendido como el cañón de un arma. Debe pararse a
buena distancia de una llave de la luz, por ejemplo, elegir en
ella un botón o tornillo y apuntarle bien: como el cazador
frente a una perdiz. Cuando esté bien seguro, debe cerrar
los ojos y contar lentamente 1 – 2 – 3 antes de
abrirlos nuevamente: verá entonces que "su arma" se ha
desviado del blanco. Si realmente hubiera disparado -a mayor
distancia, claro está- habría errado el
tiro.

Si quien hace esta prueba no practicó tiro, como
quien escribe, difícilmente va a poner los pies, el brazo
y todo el cuerpo correctamente alineados en relación al
blanco. Tanto cuando se cierran los ojos como en el instante de
un disparo real, se afloja el control consciente del arma que se
apunta. Y si el tirador está mal parado, los
músculos y todo el esqueleto -que estaban forzados-
tironean cada cual para su lado y sacan el arma del punto en que
uno, "a forcep", la tenía apuntada.

Lo dramático es si la pérdida del control
muscular se produce cuando vamos manejando un vehículo. El
simple "pestañeo", -como muchos accidentados describen al
"apagón cerebral"-, deja al vehículo en poder de la
inercia, del empuje del motor y de las ruedas propulsoras. Es
sabido que al doblar en una esquina no hay necesidad de mantener
el volante controlado hasta completar los 90 grados del viraje:
si uno lo suelta luego de enfrentar la nueva calle, el tren
delantero se endereza y el giro se completa.

Cuando el cerebro abandona el control de los
músculos y el volante se suelta, las ruedas delanteras se
van a alinear enseguida con las traseras impulsoras en la
dirección que traía el móvil cuando
cesó el control humano. Si es entrando o saliendo de una
curva a la derecha, como en mi caso, el vehículo
apuntará para la izquierda y cruzará la vía
contraria. Si sucede en una curva a la izquierda, es casi seguro
que se irá fuera de la carretera por el lado derecho. Si
el conductor reacciona o "se despierta" pronto, como me
pasó a mí, pero hace una corrección violenta
por la sorpresa es muy probable que termine volcando: como
muestran las huellas de los neumáticos en muchos
accidentes.

¿Puede
prevenirse el "apagón"?

Lo primero que se siente, en casos como el mío,
es cansancio en los ojos: paré el auto aquel martes para
mojarme la cara en un charquito dejado por la lluvia. No recuerdo
si el proceso fue el mismo que cuando me duermo después de
comer, porque ignoro lo que me sucedió antes del
"apagón": igual que el bombero-taxista. Lo que he notado
en estos casos es que la mente comienza a divagar y surgen ideas
o recuerdos sueltos, incoherentes, sin relación alguna con
los temas en que estamos pensando o los movimientos que queremos
hacer: como sucede con los sueños. Es muy similar a lo que
nos pasó en el simulacro de vuelo cuando nos cortaron el
oxígeno: uno empieza a escribir disparates y, si insiste
en seguir, el cerebro se "desconecta" y uno cae inconsciente. Lo
malo es que, cuando vamos conduciendo, no sucede como en una
computadora vieja y pobre cuando le exigimos mucho en CorelDRAW.
Aquí no surge un recuadro amarillo diciendo "el
programa se ha vuelto inestable: guarde los archivos abiertos,
cierre el programa y apague el equipo
", ni "estacione el
automóvil y póngase a dormir" como sería el
aviso al conductor cansado.

Lo peor de todo es que conduciendo no vamos a caer sobre
la mesa sino sobre el volante, por lo que en el segundo siguiente
no habrá un instructor para darnos oxígeno: como a
Walter. Tampoco va a caer un chorro de agua para despertarnos
como me pasa a mí. Así que quizás no podamos
salir nunca de ese sueño.

Por todo lo anterior y al ver que estas noticias son
más frecuentes cada día, sentí que
debía hacer algo para buscar respuestas que superan las
limitaciones de este redactor. Talvez las autoridades y los
expertos en seguridad vial, las compañías
aseguradoras, la ciencia médica, la industria automotriz,
los protagonistas que sobrevivieron a estos accidentes y todos
los conductores que lean esto, puedan contribuir con su
experiencia, su información o sus ideas.

Algunas
interrogantes

¿Qué puede hacer un conductor "dormido"
al despertar?

Siempre dependerá de la situación general
en que se encuentre y si dispone de tiempo para intentar alguna
solución. Sólo puedo contar lo que yo hice por las
razones que cité y porque creo que, gracias a Dios,
reaccioné cuando el tren delantero se salió de la
ruta: eso me dio una fracción mayor de tiempo.
También, porque ya estaba afuera de la carretera y no vi
vehículos ni personas en mi camino.

Nunca supe a qué velocidad iba en ese momento,
pero pensé que si "volanteaba" para la derecha iba a
volcar sobre los bloques de la izquierda: corregí
sólo un poco para darme de costado contra ellos.
Decidí no frenar pues no sabía hacia dónde
derivaría el auto: hice uno o dos "rebajes", -no puedo
precisarlo-, para reducir con el motor. Me afirmé sobre la
dirección tensando los brazos y, enseguida del impacto y
antes de empezar a descender, apagué el contacto para
reducir el riesgo de incendio. Seguí conduciendo mientras
pude y hasta que la pendiente del breve terraplén curvo,
que bajé transversalmente, me hizo volcar suavemente en el
terreno plano.

En cuanto llegaron los vecinos dimos vuelta el coche:
fue para reducir el riesgo de que algún derrame de
combustible entrara en contacto con el motor caliente.

¿Qué puede intentar quien se enfrenta a
un conductor dormido?

No puedo aportar ninguna idea: siempre dependerá
de su posición, su velocidad y su distancia.

¿Por qué hay HOY tantos
"somnolientos"?

La causa primaria y principal, sin ninguna duda, es la
falta de sueño. Además de lo que dice el SEPAR de
España, creo que hay ahora más causas de cansancio
visual (TV, videos, computadora, juegos, mensajes de texto, etc.)
y mental, como el GPS y los celulares "manos libres" en ruta. Las
carreteras son más "monótonas" por su trazado y
también por su mejor estado, ya que el "ronroneo" de los
neumáticos contribuye a inducir el sueño. En
invierno, la calefacción funciona como la apnea del
sueño: al aumentar la temperatura del habitáculo el
aire se empobrece y recibimos mucho menos oxígeno, lo que
se suma al efecto adormecedor del agradable calorcito ambiental.
Todo esto se potencia si el viaje, aunque breve, es al regreso de
una fiesta en que hemos ingerido algo de alcohol: mucho menos que
el límite legal.

Pero los conductores se duermen también en las
ciudades y continuamente hay casos nuevos. Hace tiempo que
leí entrevistas a dos mujeres conocidas, una uruguaya y
otra argentina, que pasaron por esta situación en plena
ciudad con distinto protagonismo y graves consecuencias: las dos
dijeron que "fue un pestañeo". La segunda, que guiaba su
auto, lo sufrió una madrugada cuando llegaba a su casa y
se preparaba para doblar hacia el garaje: un clásico
"apagón cerebral" en mi concepto.

¿Por qué ahora tantas personas sufren
apnea del sueño?

No me considero un desinformado, pero me enteré
de que existía este problema hace muy pocos años
por la televisión. Parece ser algo nuevo, pero no tengo
claro si se diagnostica en todo el mundo o es propio de los
países más desarrollados. Si fuera así,
podría pensarse que es por la mayor contaminación
del aire, -por su actividad industrial y vehicular-, a lo que se
agregaría el aire acondicionado en que trabajan, se
trasladan y duermen.

Si la dolencia ya es mundial, cabría pensar que
la culpa es del aumento creciente del dióxido de carbono,
CO2, en el aire que respiramos, -en detrimento del
oxígeno-, como consecuencia de los cambios
climáticos.

¿Qué puede hacerse para evitar que
más gente se duerma?

Creo que todos los interesados en la seguridad y la
salud, públicos y privados, deberían organizar una
campaña similar a la que se hace para que no beba alcohol
quien debe conducir un vehículo. Si se logra concientizar
a todos de la vital importancia del sueño, posiblemente
podamos reducir la incidencia de este factor de riesgo en calles
y carreteras.

¿Qué puede hacerse para alertar a quien
"se duerme"?

Si no fuera por el mundo en que vivimos hoy, ésta
sería una pregunta para ciencia-ficción. Pero si ya
hay automóviles sin chofer circulando a prueba;
computadoras que se manejan con los ojos; científicos
totalmente incapacitados que hablan y escriben libros a
través de una máquina; sistemas para ver las
palabras formadas en el cerebro de quienes no pueden expresarse,
y tantas cosas más, no parece imposible diseñar un
sistema que detecte si el conductor está dormido o
inconsciente. Mucho antes, podría determinar que sus manos
comienzan a abandonar el control del volante.

Pienso en una suerte actualizada –y con distinto
efecto- del "hombre muerto" que ya traían las viejas
locomotoras: podría ser un sensor sofisticado,
instantáneo, poderoso y versátil para instalar en
el volante. Debería poder disparar fuertes señales
luminosas y acústicas, y hasta pequeñas y
despertadoras descargas eléctricas, como forma de hacer
reaccionar al conductor que está por dormirse.

Como no se puede parar un vehículo en medio del
tráfico, en el futuro el mismo sistema inteligente que hoy
está en prueba podría hacerse cargo del manejo:
algo semejante a lo que hace en los aviones el piloto
automático. Quizás ya se está
diseñando, en algún lado, un sistema con esta
capacidad para otra finalidad.

¿Cómo puede alertarse a otros
conductores?

Si lo anterior se logra, el mismo dispositivo
podría hacer funcionar una alarma múltiple: de esas
que encienden las luces y hacen sonar silbatos y bocinas. Esto
serviría para alertar a todos los conductores y peatones
próximos al vehículo fuera de control.

¿Cómo pueden ayudar quienes lean este
artículo?

Enviando un relato de las experiencias similares,
-propias o de personas allegadas-, y toda la información
útil que posean sobre los puntos tratados a los portales o
páginas web en que estas ideas puedan
publicarse.

 

 

Autor:

Juan José da Silva

El autor es Teniente 1º. Aviador, retirado, de la
Fuerza Aérea Uruguaya, investigador en el área
alimentos e inventor.

Partes: 1, 2
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