El estado del neobarroco en la obra ensayística de Lezama, Carpentier y Sarduy
El estado del neobarroco en la obra ensayística de
Lezama, Carpentier – Monografias.com
El estado del neobarroco en la obra
ensayística de Lezama, Carpentier y
Sarduy en la década del "60
La creación artística no puede borrar las
huellas de la historia, esta última siempre será
una condicionante inherente a la expresión cultural de
cada época. En el siglo diecisiete la Iglesia
Católica se convirtió en el mecenas del arte de la
metrópoli española y la Contrarreforma se
lanzó a combatir la austeridad propugnada por el
protestantismo mediante la asunción de un arte emocional,
exaltado y dramático, con un claro sentido de
propagación de la fe: el barroco español. Este se
manifestó en dos vertientes. Una de ellas fue el
culteranismo, de estilo artificioso, caracterizado por la
latinización de la sintaxis y el vocabulario, las
alusiones clásicas y la continua referencia a la
mitología, las metáforas originales y la
creación de una dicción poética lo
más alejada posible del lenguaje corriente, es decir,
elitista. Se le conoce también como "gongorismo", por el
nombre de su principal figura, Luis de Góngora. La otra
vertiente barroca, llamada "conceptismo", se identificó
por el recurso del ingenio, el uso sutil y alambicado de
conceptos que da lugar a asociaciones inesperadas, efectos de
antítesis y toda suerte de juegos verbales, que con toda
exactitud se pueden encontrar en los versos de Francisco de
Quevedo.
Del otro lado del mundo, América, en su
condición de colonia, se convertía en esponja de la
cultura occidental. Así llegó a tierra
indígena el barroco, mas no fue en América simple
producto cultural exportado, sino una variante auténtica
marcada por una cosmogonía autóctona, cuya
evolución devino nuevo concepto, que grandes ensayistas
latinoamericanos como Pedro Henríquez Ureña,
Alfonso Reyes, Ernesto Picón Salas, y luego José
Lezama Lima, Alejo Carpentier y Severo Sarduy, designaron
neobarroco. Este concepto rebasa las márgenes del arte
para situarse ante el conflicto identitario del hombre americano:
"El tema de la identidad como proceso de afirmación de una
personalidad sociocultural se asienta en el conflicto de que el
hombre de estas tierras no puede identificarse cabalmente con
ninguno de los componentes primigenios ni con la realidad
cultural de las metrópolis, ni con la realidad cultural de
los ancestros amerindios, africanos o
asiáticos"[1]. Por tanto, el neobarroco
refiere una noción de hibridez, pues representó la
voluntad criolla de crear una propia cultura latinoamericana,
esencialmente híbrida y descentralizada, desestabilizadora
de la metrópoli.
¿Acaso puede hablarse de la existencia real de un
neobarroco en Latinoamérica? ¿Es el arte americano
barroco desde la época prehispánica o mera copia
del español? ¿Cómo conceptualizar el barroco
en Latinoamérica? Estas interrogantes encuentran
respuestas explícitas en la obra ensayística de
Lezama, Carpentier y Sarduy hacia la década del sesenta
del siglo veinte cubano. No obstante la significación de
dicha obra, no ha sido lo suficientemente abordada en materia de
estudios científicos profundos, ya sea por la complejidad
del tema, el hermetismo del lenguaje o la carencia de
sólidas herramientas teóricas para enfrentar la
autoridad que simbolizan estos tres magníficos
representantes de la literatura caribeña. Es por ello que
las referencias encontradas acerca de esta temática no
sobrepasan los límites de la descripción y cita de
estos discursos[2]lo que conlleva, en ocasiones, a
la tergiversación de los mismos, lo cual ha generado
diversas polémicas[3]en cuanto a la
conceptualización del neobarroco por los autores antes
mencionados. De ahí que nuestro objetivo sea precisamente
esclarecer, en cierta medida, los puntos de vista expuestos en
los ensayos La curiosidad barroca
[4]de Lezama Lima, De lo real maravilloso
americano[5]de Carpentier, La
simulación[6]y El Barroco y
el Neobarroco[7]de Severo Sarduy y al
mismo tiempo, señalar las coincidencias y discordancias en
la percepción del neobarroco por estos
escritores.
Adentrándonos en la obra lezamiana hallamos la
notable diferenciación entre el barroco europeo
"acumulación sin tensión y asimetría sin
plutonismo"[8] y el barroco americano
"tensión, plutonismo, fuego originario que rompe los
fragmentos y los unifica, estilo plenario".[9]
Esta distinción nos parece totalmente válida, por
cuanto América y Europa como realidades diferentes asumen
de manera diversa la expresión artística.
Así como en España el barroco es un arte de
contrarreforma, en América se manifiesta
–según
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