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Ética ecológica para un mundo amenazado (página 3)



Partes: 1, 2, 3

l haberse puesto de manifiesto que el hombre explota sistemáticamente la tierra y que los daños de ésta son incalculables, se ha hecho particularmente urgente la formulación de una "nueva ética de la responsabilidad moral hacia el medio ambiente"

༥m>Una ética referida al medio ambiente requiere un replanteamiento global

ȡy que renunciar a la "arrogancia prometeica", a fin de volver a sentir una especie de "veneración por la naturaleza"

Los hombres son también responsables con respecto al futuro, por lo que tendrían el deber de replantear sus actividades desde la perspectiva de la consecución de una vida más humana para las generaciones futuras

༥m>Actúa de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de la auténtica vida humana sobre la tierra (Hans Jonas)

̡ ética ecológica o medioambiental tiene por tanto, la tarea de introducir una actitud diferente hacia la naturaleza, de acuerdo con la cual los hombres, en beneficio propio y de las generaciones futuras, deberían dejar de tratar a la naturaleza "como un almacén de mercancías"

༥m>La responsabilidad del hombre se extiende al ámbito de lo no humano. Al que se confiere un valor en sí mismo, una inviolabilidad ante la cual debe detenerse la voluntad y la capacidad humana de hacer y deshacer

ί se trata sólo de conservar el espacio vital humano, sino también de distribuir de manera justa los bienes de esta tierra – tanto los recursos naturales como los productos obtenidos o fabricados con máquinas -.

༥m>Lo que se acaba de constatar para la naturaleza tiene también una validez inmediata en lo relativo a nuestro prójimo: una explotación ilimitada es decididamente inmoral y debe ser éticamente condenada

̡ ecología es, en parte, una ciencia de la conducta

La ecología es también una ciencia social

Nos preguntamos, si la conducta emprendida respecto a las convenciones sociales, económicas, políticas o religiosas contribuye a la supervivencia y bienestar de los actores.

O por el contrario los amenaza, y si esta conducta mantiene o degrada los sistemas ecológicos en los que ocurre.

El hombre, igual que otras criaturas, es vulnerable a las enfermedades, el hambre, los parásitos y los depredadores.

Las culturas son los medios por los cuales las poblaciones humanas se mantienen en los sistemas ecológicos, y hemos así colocado a la cultura en una categoría que también incluye el equipo de supervivencia de otras especies

La cultura ha proporcionado al hombre una flexibilidad ecológica

El estudio de la ecología humana no puede desatender fenómenos como la guerra, el comercio, las costumbres matrimoniales, la organización política y aun la religión

El hombre contempla la naturaleza a través de una pantalla compuesta de creencias, conocimiento y propósito, y los hombres actúan según sus imágenes culturales de la naturaleza, más bien que de acuerdo con su estructura real.

Pero debemos tener presente que aunque el hombre actúa sobre la naturaleza de acuerdo con sus conceptos y deseos, a la vez la naturaleza actúa sobre el hombre nutriéndolo y destruyéndolo.

Ante todo cabe la siguiente reflexión:

La infelicidad personal, los conflictos de grupo, la descortesía imperante la promiscuidad descarada, las olas de crímenes y las orgías de violencia,

No es producto de una sociedad enferma sino de un sistema que ha permitido e incluso fomentado que la sociedad terminara padeciendo un trastorno moral.

Aristóteles señaló en su Ética: "A diferencia de otros estudios, el que ahora nos ocupa no tiene una intención puramente teórica; pues el objeto de nuestra investigación no es saber que es la virtud sino como ser buenos, y éste es el único provecho que le sacaremos.

Por consiguiente, debemos estudiar la forma correcta de obrar.

Los Principios de Valdez

1. La protección de la Biosfera. Aminoraremos y nos esforzaremos para eliminar cualquier contaminación liberada que cause algún daño ambiental al aire, agua, tierra o a sus habitantes.

2. El uso sustentable de los Recursos Naturales. Haremos un uso sustentable de los recursos naturales renovables, tales como el agua, las tierras y el bosque

3. La Reducción y Disposición de los Desechos. Aminoraremos la creación de los desechos, especialmente los peligrosos y de ser posible se reciclarán

4. El Uso sabio de le Energía. Haremos cualquier esfuerzo para salvar el medio ambiente y las fuentes de energía utilizadas para satisfacer nuestras necesidades.

5. Arriésguese a la Reducción. Aminoraremos la contaminación ambiental para que haya menos riesgos de salud y seguridad en nuestros empleados y en las comunidades que operamos

6. Un Mercado Seguro. Venderemos productos y servicios que aminoren la contaminación ambiental y que sean seguros para los consumidores que comúnmente los usan.

7. La Compensación del Daño. Nos responsabilizaremos de cualquier daño que causemos al medio ambiente haciendo grandes esfuerzos para restaurar completamente el ambiente y a las personas que también fueron afectadas

8. La Revelación. Revelaremos a nuestros empleados y a las comunidades los incidentes públicos que causen nuestras operaciones y que hagan daño al medio ambiente o a la salud.

9. Directores y Gerentes ante el Impacto Ambiental. Se unirán esfuerzos y recursos para monitorear e informar sobre nuestros esfuerzos de implementación y para sostener un proceso en el que los integrantes de la Junta Directiva y el Gerente se mantengan informados y se responsabilicen de cualquier impacto ambiental.

10. Evaluación y Revisión Anual. Conduciremos y haremos pública la evaluación anual de nuestros progresos al implementar estos Principios.

El compromiso moral para la construcción de una nueva sociedad

La creciente crisis que afecta todo el orden natural del cosmos y las grandes transformaciones sociales de los últimos siglos, han colocado al hombre, en general, frente a un gran reto: crear condiciones favorables de vida que permita el desarrollo libre del espíritu, del pensamiento y de la materia, en orden a la superación de todos los conflictos y errores que han menoscabado el valor de la vida. Pero es la misma sociedad con todas sus instituciones que la conforman y la orientan la que tiene la gran responsabilidad de crear espacios vitales para el surgimiento de un hombre nuevo que tenga las siguientes cualidades:35

  • Disposición a renunciar a todas las formas de tener, para poder ser plenamente.

  • Sentir seguridad, tener un sentimiento de identidad y confianza basados en la fe en lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea, en ves de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar al mundo, y así volverse esclavo de sus posesiones.

  • Aceptar el hecho de que nadie ni nada exterior al individuo le da significado a su vida, sino que esta independencia radical y la no cosidad pueden llegar a ser la condición de la actividad plena dedicada a compartir e interesarse por sus semejantes.

  • Estar plenamente presente donde uno se encuentra.

  • Sentir la alegría que causa dar y compartir, y no acumular y explotar.

  • Amar y respetar la vida en todas sus manifestaciones, sabiendo que no es sagrada la cosa ni el poder, ni lo que está muerto, sino la vida y todo cuanto contribuye a su desarrollo.

  • Tratar de reducir en la mayor medida posible la codicia, el odio y los engaños.

  • Vivir sin adorar ídolos y sin engaños y sin engaños, porque se ha alcanzado una situación en que no se requieren engaños.

  • Desarrollar la capacidad de amar, y el pensamiento crítico, no sentimental..

  • Desprenderse del narcisismo y aceptar las trágicas limitaciones inherentes a la existencia humana.

  • Hacer del propio desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta suprema de vivir.

  • Saber que para alcanzar esta meta, es necesaria la disciplina y respetar la realidad.

  • Saber que ningún desarrollo es sano si no ocurre a una estructura, pero conocer también la diferencia entre la estructura como atributo de la vida y el "orden" como atributo de no vivir, de la muerte.

  • Desarrollar la imaginación, no para escapar de las circunstancias intolerables, sino para anticipar las posibilidades reales, como medio para suprimir las circunstancias intolerables.

  • No engañar, pero tampoco dejarnos engañar por los otros; se puede admitir ser llamado inocente, pero no ingenuo.

  • Conocerse, y no sólo el yo que uno conoce, sino también el yo que no conoce, aunque tenga un conocimiento vago de lo que no conoce.

  • Percibir la unión con la vida, y por consiguiente renunciar a la meta de conquistar a la naturaleza, someterla, explotarla, violarla, destruirla, y en vez de esto tratar de comprender y cooperar con la naturaleza.

  • Gozar de una libertad no arbitraria, sino que ofrezca la posibilidad de ser uno mismo, y no un atado de ambiciones, sino una estructura delicadamente equilibrada que en todo momento se enfrenta a la alternativa de desarrollarse o decaer, vivir o morir.

  • Saber que el mal y la destrucción son consecuencias necesarias de no desarrollarse.

  • Saber que sólo muy pocos han alcanzado la perfección en todas esas cualidades, y ser, sin la ambición de alcanzar la meta, reconociendo que esta ambición sólo es otra forma de codiciar, de tener.

  • Ser feliz en el proceso de vivir cada día más, sin importar el avance que el destino nos permita alcanzar, porque vivir tan plenamente como se pueda, resulta tan satisfactorio, que es difícil preocuparse por lo que uno logra o no.

La pregunta frente a este desarrollo moral y ético de magnitudes excepcionales es sobre ¿Quién puede ser el responsable de esta nueva creación humana? ¿A quién le encomendamos el manejo de semejante empresa humana? ¿A la familia? ¿A la sociedad laboral, política, económica y cultural? ¿A la escuela? ¿A los gobiernos? ¿A los credos confesionales o religiones e Iglesias creyentes? Ante las grandes dificultades ha habido un lanzamiento de pelota de un lado para otro sin saber a ciencia cierta a quien le corresponde esta tarea. Lo único cierto es que todos los seres humanos, bajo la circunstancia en que se encuentre, tiene la gran responsabilidad moral de ser gestor de cambio, transformación, desarrollo y madurez. Es el hombre social, político, económico, religioso y cultural el que tiene que dar respuestas ciertas a los graves problemas en que se encuentra. Si los cambios fundamentales parten de una adecuada renovación de la mente, del espíritu y de la corporalidad humana, entonces se concluye que solo mediante un cambio personal podrá darse una transformación general o social y viceversa. Pero como las problemáticas humanas son generalizadas, de conjunto, entonces se tendrían que resolver algunas problemáticas comunes que permitan el desarrollo o el surgimiento de una nueva sociedad:36

  • Tendría que resolver el problema de cómo continuar el modo de producción industrial sin padecer una centralización total, o sea, sin terminar en un fascismo anticuado o, más probablemente, en un fascismo tecnológico sonriente.

  • Se debería combinar una planeación total con un alto grado de descentralización, y renunciar a la economía del "mercado libre", que en gran parte se ha convertido en una ficción.

  • Se tendría que renunciar a la meta de un crecimiento ilimitado y cambiarla por un crecimiento selectivo, para no correr el riesgo de un desastre económico.

  • Tendrían que crearse condiciones de trabajo y un espíritu general en que los estímulos eficaces no fueran las ganancias materiales, sino otras satisfacciones psíquicas.

  • Debería fomentarse el progreso científico y, al mismo tiempo, impedir que por sus aplicaciones practicas se convirtiera en un peligro para la especie humana.

  • Se tendrían que crear unas condiciones en que se gozara de bienestar y alegría, y no la satisfacción del afán del placer máximo.

  • Tendría que ofrecerse una seguridad básica a los individuos sin que dependieran de una burocracia para mantenerse.

  • Deberían restaurarse las posibilidades de la iniciativa individual en la vida y no en los negocios.

Las anteriores aportaciones de Erich Fromm para la construcción de una nueva sociedad y de un nuevo hombre han de tenerse en cuenta dentro de una marco de posibilidades próximas a la realización o al cumplimiento. Pues no basta con enunciarlas y reflexionarlas. Hay que empezar por operacionalizar estos conceptos desde la educación, base de todo desarrollo humano.

Una de las verdades que no pueden pasarse por alto es que el hombre está en el mundo y vive del mundo. Necesita de las cosas para vivir, crecer y desarrollarse integralmente. "Pero este necesitar de las cosas y servirse de ellas no debe hipotecar la personalidad ni sofocar la libertad. El hombre que desea realizarse como proyecto y vocación, ha de cuidar la libertad interior frente a la posesión y al consumo"37. Este será el gran ejercicio de la mente, del espíritu y de la corporeidad del hombre, para poder traspasar las fronteras del mal, que tanto daño han causado a la vida en todas sus expresiones. Trabajar por implantar en el mundo la cultura de la vida, de la libertad, de la conciencia limpia y del espíritu, será la dura tarea de las generaciones presentes y venideras si se quiere llegar a la meta de la perfección humana con todo lo que le rodea y acontece; entonces, como dice el libro del Apocalipsis Bíblico, aparecerán los "cielos nuevos y la tierra nueva, en donde ya no exista la muerte, ni el llanto, ni el dolor, ni gemidos, ni penas, porque todo lo anterior ha pasado" (Ap 21, 1-4)

Actividades

  • 1. Reflexión.

  • ¿Qué entiende Usted por ética, ecología, medio ambiente, biodiversidad y ecosistemas?

  • ¿Qué legislaciones o derechos conoce Usted sobre ecología?

  • ¿Tiene alguna importancia hoy un estudio detallado y conciente sobre la ecología?

  • ¿Qué actitudes se deberían tomar ante el deterioro constante y creciente de la naturaleza, incluida la vida humana?

  • ¿Qué situaciones problemáticas de la ecología se deberían estudiar y resolver desde la universidad?

2. Lecturas.

  • Valores y principios para un futuro sostenible; Carta de la tierra. Lectura complementaria No 1.

  • El valor de la vida biológica.. Lectura complementaria No 2.

  • El compromiso por evitar la catástrofe ecológica. Lectura complementaria No 3

  • Ética y ecología: su fundamentación. Lectura complementaria No 4.

3. Investigación:

  • Con base en las lecturas complementarias elaborar un manifiesto ecológico o actitudes de responsabilidad frente a la vida.

  • Presentar una síntesis de los contenidos expuestos en el capítulo 3 y las lecturas complementarias.

  • Escoger un tema de la bibliografía y presentar un informe de lectura.

  • Presentar una lista de los problemas más urgentes que deben ser tenidos en cuenta dentro de las instituciones con miras a ser atendidos y solucionados.

Bibliografía

CONCILIO VATICANO II. Constitución pastoral Gaudium et Spes. Madrid: BAC. 1980

Conferencia internacional sobre los derechos de la tierra. Digne, Francia. 13 de junio de l991.

FLORIAN, Víctor. Diccionario de filosofía. Bogotá: Panamericana. 2002.

Fromm, Erich. Ser o tener. Bogotá. F.C.E. 1976.

GEVAERT, Joseph. El problema del hombre. Salamanca: Sígueme. 1995.

GONZALEZ, José Luis. Ética ecológica para América Latina. Bogotá: El búho. 2003.

HORTTA, Edwin de J & otros. Ética general. Bogotá: Ecoe, Ediciones. 1999.

JUAN PABLO II. Solicitud Social. Bogotá. Paulinas. 1987.

MERINO, José Antonio. Franciscanismo y cultura actual. En: Franciscanum, Año XXXIX. No. 116. mayo-diciembre, 1997.

MERINO, José Antonio. Historia de la filosofía franciscana. Madrid: BAC. 1993.

MERINO, José Antonio. Humanismo franciscano. Madrid: Cristiandad. 1982.

MERINO, José Antonio. Manifiesto Franciscano para un mundo mejor. Madrid: Paulinas. 1985.

MERINO, José Antonio. Visión Franciscana de la vida cotidiana. Madrid: Paulinas. 1991.

MOLTMANN, Jürgen. La Justicia crea futuro. Santander: Sal Terrae. 1992.

PAREDES, Juan Antonio. ¿Dónde esta nuestro Dios? Diálogo del creyente con la cultura de hoy. Madrid: Paulinas. 1996.

REVISTA MORALIA. Apuntes para una ética ecológica. Vol. XVII. No 62-63. 1994/2-3.

REVISTA PROYECCIÓN. La moral ecológica: una defensa del hombre. No 36. 1989.

ROMÁN FLECHA, José. Manual de bioética. Salamanca: Sígueme. 2000.

SINGER, Peter, (comp.) Compendio de ética . Madrid: Alianza Editorial. 2000.

UNESCO. Declaración de BISKAIA sobre el derecho al medio ambiente. Bilbao. 1999. en: www.unescoeh.org/unescoeh/medio_ambiente/seminar1.html.2003-07.

VARGA, Andrew C. Bioética: Principales problemas. Bogotá: Paulinas. 1990.

Lectura complementaria

1.

Valores y Principios para un Futuro Sostenible

árta de la Tierra en: www.earthcharter.org

LA CARTA DE LA TIERRA

PREÁMBULO

Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir adelante, debemos reconocer que en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras.

La Tierra, nuestro hogar

La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida. Las fuerzas de la naturaleza promueven a que la existencia sea una aventura exigente e incierta, pero la Tierra ha brindado las condiciones esenciales para la evolución de la vida. La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber sagrado.

La situación global

Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los fundamentos de la seguridad global están siendo amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no inevitables.

Los retos venideros

La elección es nuestra: formar una sociedad global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida. Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más. Poseemos el conocimiento y la tecnología necesarios para proveer a todos y para reducir nuestros impactos sobre el medio ambiente. El surgimento de una sociedad civil global, está creando nuevas oportunidades para construir un mundo democrático y humanitario. Nuestros retos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales, están interrelacionados y juntos podemos proponer y concretar soluciones comprensivas.

Responsabilidad Universal

Para llevar a cabo estas aspiraciones, debemos tomar la decisión de vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad universal, identificándonos con toda la comunidad terrestre, al igual que con nuestras comunidades locales. Somos ciudadanos de diferentes naciones y de un solo mundo al mismo tiempo, en donde los ámbitos local y global, se encuentran estrechamente vinculados. Todos compartimos una responsabilidad hacia el bienestar presente y futuro de la familia humana y del mundo viviente en su amplitud. El espíritu de solidaridad humana y de afinidad con toda la vida se fortalece cuando vivimos con reverencia ante el misterio del ser, con gratitud por el regalo de la vida y con humildad con respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza.

Necesitamos urgentemente una visión compartida sobre los valores básicos que brinden un fundamento ético para la comunidad mundial emergente. Por lo tanto, juntos y con una gran esperanza, afirmamos los siguientes principios interdependientes, para una forma de vida sostenible, como un fundamento común mediante el cual se deberá guiar y valorar la conducta de las personas, organizaciones, empresas, gobiernos e instituciones transnacionales.

PRINCIPIOS

  • RESPETO Y CUIDADO DE LA COMUNIDAD DE LA VIDA

  • Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad

1.1.1. Reconocer que todos los seres son interdependientes y que toda forma de vida independientemente de su utilidad, tiene valor para los seres humanos.

1.1.2. Afirmar la fe en la dignidad inherente a todos los seres humanos y en el potencial intelectual, artístico, ético y espiritual de la humanidad.

  • Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor.

1.2.1. Aceptar que el derecho a poseer, administrar y utilizar los recursos naturales conduce hacia el deber de prevenir daños ambientales y proteger los derechos de las personas.

1.2.2. Afirmar, que a mayor libertad, conocimiento y poder, se presenta una correspondiente responsabilidad por promover el bien común.

  • Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas

1.3.1. Asegurar que las comunidades, a todo nivel, garanticen los derechos humanos y las libertades fundamentales y brinden a todos la oportunidad de desarrollar su pleno potencial.

  • Promover la justicia social y económica, posibilitando que todos alcancen un modo de vida seguro y digno, pero ecológicamente responsable.

  • Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones presentes y futuras.

1.4.1. Reconocer que la libertad de acción de cada generación se encuentra condicionada por las necesidades de las generaciones futuras.

1.4.2. Transmitir a las futuras generaciones valores, tradiciones e instituciones, que apoyen la prosperidad a largo plazo, de las comunidades humanas y ecológicas de la Tierra.

༯em>Para poder realizar estos cuatro compromisos generales, es necesario:

  • INTEGRIDAD ECOLÓGICA

  • Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.

2.1.1. Adoptar, a todo nivel, planes de desarrollo sostenible y regulaciones que permitan incluir la conservación y la rehabilitación ambientales, como parte integral de todas las iniciativas de desarrollo.

2.1.2. Establecer y salvaguardar reservas viables para la naturaleza y la biosfera, incluyendo tierras silvestres y áreas marinas, de modo que tiendan a proteger los sistemas de soporte a la vida de la Tierra, para mantener la biodiversidad y preservar nuestra herencia natural.

2.1.3. Promover la recuperación de especies y ecosistemas en peligro.

2.1.4. Controlar y erradicar los organismos exógenos o genéticamente modificados, que sean dañinos para las especies autóctonas y el medio ambiente; y además, prevenir la introducción de tales organismos dañinos.

2.1.5. Manejar el uso de recursos renovables como el agua, la tierra, los productos forestales y la vida marina, de manera que no se excedan las posibilidades de regeneración y se proteja la salud de los ecosistemas.

2.1.6. Manejar la extracción y el uso de los recursos no renovables, tales como minerales y combustibles fósiles, de forma que se minimice su agotamiento y no se causen serios daños ambientales.

  • Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental y cuando el conocimiento sea limitado, proceder con precaución.

2.2.1. Tomar medidas para evitar la posibilidad de daños ambientales graves o irreversibles, aun cuando el conocimiento científico sea incompleto o inconcluso.

2.2.2. Imponer las pruebas respectivas y hacer que las partes responsables asuman las consecuencias de reparar el daño ambiental, principalmente para quienes argumenten que una actividad propuesta no causará ningún daño significativo.

2.2.3Asegurar que la toma de decisiones contemple las consecuencias acumulativas, a largo término, indirectas, de larga distancia y globales de las actividades humanas.

2.2.3. Prevenir la contaminación de cualquier parte del medio ambiente y no permitir la acumulación de sustancias radioactivas, tóxicas u otras sustancias peligrosas.

2.2.4. Evitar actividades militares que dañen el medio ambiente.

  • Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.

2.3.1. Reducir, reutilizar y reciclar los materiales usados en los sistemas de producción y consumo y asegurar que los desechos residuales puedan ser asimilados por los sistemas ecológicos.

2.3.2. Actuar con moderación y eficiencia al utilizar energía y tratar de depender cada vez más de los recursos de energía renovables, tales como la solar y eólica.

2.3.3. Promover el desarrollo, la adopción y la transferencia equitativa de tecnologías ambientalmente sanas.

2.3.4. Internalizar los costos ambientales y sociales totales de bienes y servicios en su precio de venta y posibilitar que los consumidores puedan identificar productos que cumplan con las más altas normas sociales y ambientales.

2.3.5. Asegurar el acceso universal al cuidado de la salud que fomente la salud reproductiva y la reproducción responsable.

2.3.6. Adoptar formas de vida que pongan énfasis en la calidad de vida y en la suficiencia material en un mundo finito.

  • Impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto y la extensa aplicación del conocimiento adquirido

2.4.1. Apoyar la cooperación internacional científica y técnica sobre sostenibilidad, con especial atención a las necesidades de las naciones en desarrollo.

2.4.2. Reconocer y preservar el conocimiento tradicional y la sabiduría espiritual en todas las culturas que contribuyen a la protección ambiental y al bienestar humano.

2.4.3. Asegurar que la información de vital importancia para la salud humana y la protección ambiental, incluyendo la información genética, esté disponible en el dominio público.

3. JUSTICIA SOCIAL Y ECONÓMICA

3.1. Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental

3.1.1. Garantizar el derecho al agua potable, al aire limpio, a la seguridad alimenticia, a la tierra no contaminada, a una vivienda y a un saneamiento seguro, asignando los recursos nacionales e internacionales requeridos.

3.1.2. Habilitar a todos los seres humanos con la educación y con los recursos requeridos para que alcancen un modo de vida sostenible y proveer la seguridad social y las redes de apoyo requeridos para quienes no puedan mantenerse por sí mismos.

3.1.3. Reconocer a los ignorados, proteger a los vulnerables, servir a aquellos que sufren y posibilitar el desarrollo de sus capacidades y perseguir sus aspiraciones.

  • Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.

3.2.1. Promover la distribución equitativa de la riqueza dentro de las naciones y entre ellas.

3.2.2. Intensificar los recursos intelectuales, financieros, técnicos y sociales de las naciones en desarrollo y liberarlas de onerosas deudas internacionales.

Asegurar que todo comercio apoye el uso sostenible de los recursos, la protección ambiental y las normas laborales progresivas.

3.2.3. Involucrar e informar a las corporaciones multinacionales y a los organismos financieros internacionales para que actúen transparentemente por el bien público y exigirles responsabilidad por las consecuencias de sus actividades.

  • Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.

3.3.1. Asegurar los derechos humanos de las mujeres y las niñas y terminar con toda la violencia contra ellas.

3.3.2. Promover la participación activa de las mujeres en todos los aspectos de la vida económica, política, cívica, social y cultural, como socias plenas e iguales en la toma de decisiones, como líderes y como beneficiarias.

3.3.3. Fortalecer las familias y garantizar la seguridad y la crianza amorosa de todos sus miembros.

  • Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.

3.4.1. Eliminar la discriminación en todas sus formas, tales como aquellas basadas en la raza, el color, el género, la orientación sexual, la religión, el idioma y el origen nacional, étnico o social.

3.4.2. Afirmar el derecho de los pueblos indígenas a su espiritualidad, conocimientos, tierras y recursos y a sus prácticas vinculadas a un modo de vida sostenible.

3.4.3. Honrar y apoyar a los jóvenes de nuestras comunidades, habilitándolos para que ejerzan su papel esencial en la creación de sociedades sostenibles.

3.4.4. Proteger y restaurar lugares de importancia que tengan un significado cultural y espiritual.

4. DEMOCRACIA, NO VIOLENCIA Y PAZ

  • Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia y rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de decisiones y acceso a la justicia

4.1.1. Sostener el derecho de todos a recibir información clara y oportuna sobre asuntos ambientales, al igual que sobre todos los planes y actividades de desarrollo que los pueda afectar o en los que tengan interés.

4.1.2. Apoyar la sociedad civil local, regional y global y promover la participación significativa de todos los individuos y organizaciones interesados en la toma de decisiones.

4.1.3. Proteger los derechos a la libertad de opinión, expresión, reunión pacífica, asociación y disensión.

4.1.4. Instituir el acceso efectivo y eficiente de procedimientos administrativos y judiciales independientes, incluyendo las soluciones y compensaciones por daños ambientales y por la amenaza de tales daños.

4.1.5. Eliminar la corrupción en todas las instituciones públicas y privadas.

4.1.6. Fortalecer las comunidades locales, habilitándolas para que puedan cuidar sus propios ambientes y asignar la responsabilidad ambiental en aquellos niveles de gobierno en donde puedan llevarse a cabo de manera más efectiva.

  • Integrar en la educación formal y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las habilidades, el conocimiento y los valores necesarios para un modo de vida sostenible.

4.2.1. Brindar a todos, especialmente a los niños y los jóvenes, oportunidades educativas que les capaciten para contribuir activamente al desarrollo sostenible.

4.2.2. Promover la contribución de las artes y de las humanidades, al igual que de las ciencias, para la educación sobre la sostenibilidad.

4.2.3. Intensificar el papel de los medios masivos de comunicación en la toma de conciencia sobre los retos ecológicos y sociales.

4.2.4. Reconocer la importancia de la educación moral y espiritual para una vida sostenible.

  • Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración

4.3.1. Prevenir la crueldad contra los animales que se mantengan en las sociedades humanas y protegerlos del sufrimiento.

4.3.2. Proteger a los animales salvajes de métodos de caza, trampa y pesca, que les causen un sufrimiento extremo, prolongado o evitable.

4.3.3. Evitar o eliminar, hasta donde sea posible, la toma o destrucción de especies por simple diversión, negligencia o desconocimiento.

  • Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.

4.4..1. Alentar y apoyar la comprensión mutua, la solidaridad y la cooperación entre todos los pueblos tanto dentro como entre las naciones.

4.4.2. Implementar estrategias amplias y comprensivas para prevenir los conflictos violentos y utilizar la colaboración en la resolución de problemas para gestionar y resolver conflictos ambientales y otras disputas.

4.4.3. Desmilitarizar los sistemas nacionales de seguridad al nivel de una postura de defensa no provocativa y emplear los recursos militares para fines pacíficos, incluyendo la restauración ecológica.

4.4.4. Eliminar las armas nucleares, biológicas y tóxicas y otras armas de destrucción masiva.

4.4.5. Asegurar que el uso del espacio orbital y exterior apoye y se comprometa con la protección ambiental y la paz.

4.4.6. Reconocer que la paz es la integridad creada por relaciones correctas con uno mismo, otras personas, otras culturas, otras formas de vida, la Tierra y con el todo más grande, del cual somos parte.

EL CAMINO HACIA ADELANTE

Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo. Tal renovación es la promesa de estos principios de la Carta de la Tierra. Para cumplir esta promesa, debemos comprometernos a adoptar y promover los valores y objetivos en ella expuestos.

El proceso requerirá un cambio de mentalidad y de corazón; requiere también de un nuevo sentido de interdependencia global y responsabilidad universal. Debemos desarrollar y aplicar imaginativamente la visión de un modo de vida sostenible a nivel local, nacional, regional y global. Nuestra diversidad cultural es una herencia preciosa y las diferentes culturas encontrarán sus propias formas para concretar lo establecido. Debemos profundizar y ampliar el diálogo global que generó la Carta de la Tierra, puesto que tenemos mucho que aprender en la búsqueda colaboradora de la verdad y la sabiduría.

La vida a menudo conduce a tensiones entre valores importantes. Ello puede implicar decisiones difíciles; sin embargo, se debe buscar la manera de armonizar la diversidad con la unidad; el ejercicio de la libertad con el bien común; los objetivos de corto plazo con las metas a largo plazo. Todo individuo, familia, organización y comunidad, tiene un papel vital que cumplir. Las artes, las ciencias, las religiones, las instituciones educativas, los medios de comunicación, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos, están llamados a ofrecer un liderazgo creativo. La alianza entre gobiernos, sociedad civil y empresas, es esencial para la gobernabilidad efectiva.

Con el objeto de construir una comunidad global sostenible, las naciones del mundo deben renovar su compromiso con las Naciones Unidas, cumplir con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales existentes y apoyar la implementación de los principios de la Carta de la Tierra, por medio de un instrumento internacional legalmente vinculante sobre medio ambiente y desarrollo.

Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida.

árta de la Tierra en: www.earthcharter.org

LECTURA COMPLEMENTARIA

2

Valor de la vida biológica.

A. Ruiz Retegui

  • a) VARIEDAD DEL FENOMENO VITAL

  • b) VALORACION DE LAS DIFERENTES FORMAS DE VIDA

  • c) DIGNIDAD ABSOLUTA DE LA PERSONA Y VALOR DE LA VIDA

  • d) VALOR DE LA VIDA FISICA DEL HOMBRE

  • e) VALOR DE LA VIDA NO HUMANA

a) VARIEDAD DEL FENOMENO VITAL

Las diversas cuestiones éticas que se plantean en el trabajo del biólogo tienen como punto de referencia fundamental el valor del fenómeno vital: si la investigación biológica se presenta tan cargada de significación ética es porque trata con la vida, y la vida reclama una actitud de respeto, de reconocimiento.

Pero el fenómeno vital está lejos de ser unívoco: al hablar de vida apelamos a realidades muy variadas y de valores muy diferentes. Entre la vida protozóica, la vida vegetal, la vida animal y la vida humana hay diferencias esenciales que sería absurdo ignorar englobando todos los fenómenos bajo la valoración homogénea de la dignidad de la vida. Por esto no puede ser un punto de referencia adecuado para la ética biológica la mera apelación a la dignidad de la vida. De hecho, por intenso que sea nuestro amor a la vida y nuestra sensibilidad ética, todos tenemos, en la práctica, más aprecio a un diamante que a una hormiga, aunque reconozcamos en ésta una dimensiones vitales de gran significado y profundidad que evidentemente no se encuentran en el carbono cristalizado en el sistema cúbico.

Prescindiendo de las situaciones límites en que es difícil establecer inequívocamente si un ser está dotado de vida o no, encontramos una amplísima gradación de intensidad en la vida de los seres. Aún afirmando que el fenómeno vital es individual y que o se tiene, o no se tiene, debemos reconocer que, cuando hablamos de vida, no estamos significando exactamente lo mismo en el caso de unos seres que en el de otros. El concepto de vida que se aplica lo mismo a un ser unicelular o a un perro es producto de una abstracción, es decir, de un proceso mental en que se prescinde de algunos elementos concretos para afirmar exclusivamente algunas propiedades comunes, como son la nutrición, la homeostasis, la reproducción, y determinada afección con el medio en que se encuentra. Por esto la denominación "vida" o "vivo" es demasiado genérica y alcanza a formas demasiado variadas para que pueda ser objeto de referencia inequívoca.

༢>b) VALORACION DE LAS DIFERENTES FORMAS DE VIDA

El fenómeno vital es extraordinariamente interesante para una mente abierta al mundo y a la realidad. El biólogo consagra al estudio de ese fenómeno sus energías intelectuales con dedicación y rigor profesional.

Pero el interés por la "vida" puede tener un origen muy variado. El fenómeno vital puede resultar interesante desde el punto de vista puramente económico. Por ejemplo, cuando la elaboración de determinadas sustancias consigue incluirse en el proceso vital de algunos seres, el fenómeno de la vida resulta altamente rentable pues permite obtener esos productos de un modo más seguro, constante y barato que en el proceso de fabricación técnica. Análogamente, el fenómeno vital puede resultar interesante desde el punto de vista estético, o desde el punto de vista lúdico, etc.

En un estudio sobre Deontología biológica nos interesa determinar la valoración de la vida desde el punto de vista ético, es decir, en cuanto resulta interpelante éticamente para la libertad del hombre. Esta valoración ética debe ser distinguida de la valoración científico-biológica, según la cual las formas de vida son consideradas según su significación en orden al conocimiento científico. Así, por ejemplo, para un zoólogo puede resultar de inmenso valor una determinada forma de vida, es decir, un determinado animal, que ilustra o ayuda a completar el cuadro científico de los seres vivientes. En esta perspectiva, las especies únicas o los ejemplares raros son objeto de una valoración científica que es distinta de la valoración ética de que aquí se trata.

Pero, si debemos superar la pura consideración abstracta del concepto de vida, y buscar un criterio para una valoración propiamente ética ¿qué referencia debemos tener? La respuesta a esta pregunta la hemos dado ya en el capítulo sobre el fundamento de la Etica: el valor ético fundamental es la persona humana dotada de dignidad absoluta y por tanto, única realidad capaz de interpelar a la libertad con una interpelación absoluta, es decir, con una interpelación propiamente moral.

c) DIGNIDAD ABSOLUTA DE LA PERSONA Y VALOR DE LA VIDA

Si las formas de la vida biológica que encontramos en el mundo nos parecen tan interesantes, e incluso significativas éticamente, es porque advertimos una estrecha relación entre ellas y nuestra propia vida corporal. Es el reconocimiento implícito de la analogía entre las diversas formas vitales y la vida corporal de la persona absolutamente digna, lo que nos hace entender aquellas como dignas de respeto. Las formas de vida nos interpelan con más intensidad cuando, de algún modo, reflejan más intensamente nuestra propia vida. La vida vegetal, por interesante que pueda resultar desde el punto de vista estético, o económico, o científico, reclama de nosotros menos consideración que la vida de un animal que tiene sensibilidad y da muestra de fenómenos parecidos a los que advertimos en nuestra propia existencia humana. De hecho, para entender los fenómenos de la conducta animal nosotros tomamos como referencia las experiencias de nuestra propia existencia.

En este sentido hay que estar advertidos respecto al peculiar riesgo reduccionista que tiene lugar cuando se pretende entender al hombre desde el conocimiento de la conducta animal, olvidando que la conducta animal ha sido entendida previamente a partir del autoconocimiento que el hombre tiene de sí mismo. La cuestión que se nos plantea es, pues, descubrir la conexión que existe entre las diversas formas de vida y la persona humana. Esto requiere, como paso previo, considerar con cierta atención la corporalidad humana y el valor de la vida biológica del propio hombre. Luego, desde la analogía de la vida corporal humana con la vida no humana, ya podremos descubrir el valor de ésta.

Nos encontramos pues frente a dos cuestiones: la primera es descubrir la relación entre la vida biológica del hombre con su propia dignidad personal; la segunda es descubrir la relación entre la vida corporal del hombre con otras formas de vida. La primera de estas cuestiones implica un estudio de la persona en sí misma, en los diversos componentes de su compleja estructura. La segunda cuestión es de otra índole y remite a una consideración del mundo como unidad.

d) VALOR DE LA VIDA FISICA DEL HOMBRE

Al tratar de la fundamentación de la Etica hemos situado el fundamento de la dignidad absoluta de la persona y, por tanto, de la interpelación personal, en el amor creador de Dios, que al querer a la persona no en relación a otra cosa sino por sí misma, la constituye en un bien no relativo, sino absoluto.

Pero la llamada creadora de Dios a cada persona es compleja. En esa llamada se componen de manera singular la creación directa del alma por parte de Dios y la generación de parte de los padres. La forma de esa singular composición entre creación y generación no debe entenderse con el esquema del dualismo cartesiano según el cual Dios crearía el alma y los padres engendrarían el cuerpo. Este esquema divide al hombre en dos substancias que se unirían de forma accidental. La tradición clásica y cristiana ha afirmado siempre la unidad de la persona humana en su complejidad corporal y espiritual y por eso afirma que la creación directa del alma por Dios y la generación del cuerpo por los padres se componen de forma que también el cuerpo es resultado de la llamada creadora, pues lo que le hace ser propiamente un cuerpo humano -lo que en la terminología de la filosofía clásica se denomina forma sustancial- es el alma espiritual creada por Dios. Esto quiere decir que la llamada creadora no se dirige a algo que ya preexiste, sino que es la misma llamada la que pone en la existencia. No existen en el hombre elementos ajenos a esa llamada: todo lo que el hombre es, es consecuencia del Amor Creador, que lo marca en todas sus dimensiones. Es decir, todas las dimensiones de la existencia humana están direccionadas por la llamada creadora que se ha compuesto con la generación paterna. Por eso el hombre no apunta hacia su plenitud únicamente con las llamadas facultades espirituales, sino con todas las dimensiones de su ser. La moralidad no es asunto exclusivo de las potencias espirituales, sino que se inscribe también en las dimensiones corporales. A este respecto, es muy ilustrativo que en la Escritura se afirma que el Espíritu Santo, no inhabita sólo "en el alma" del hombre justificado: el cuerpo mismo es inhabitado, es "templo" del Espíritu. En el fondo, las teorías que despojan del significado moral propio al cuerpo y a los gestos corporales, tienen una raíz dualista. La frecuente justificación de conductas corporales arbitrarias, a las que únicamente se le reconoce el significado que en cada momento se le quiera dar, no tiene nada que ver con una supuesta valoración del cuerpo, sino con su degradación a algo banal, como una máquina que puede ser utilizada a capricho. La gravedad de las consecuencias de este esquema dualista son más profundas de lo que aparece a primera vista pues, además de despojar de significación moral -es decir, humana- al cuerpo, induce una forma de dominio sobre él que resulta violentadora. Muchas de las depresiones que aparecen en personas trabajadoras y llenas de buena voluntad proceden de una forma de imperio sobre el cuerpo semejante al imperio sobre una maquina neutra. El "voluntarismo ascético" tan propio de una sociedad competitiva casa muy bien con la concepción dualista, pero no tiene nada que ver con el auténtico dominio del alma sobre el cuerpo que enseñó la tradición cristiana. Esta concebía que el alma debía gobernar formalmente al cuerpo, pero no eficientemente, es decir, no desde fuera, como un dueño somete a un esclavo, o el conductor domina a la máquina. Tratado violentamente, el cuerpo se resiente, y su queja aparece frecuentemente en formas de depresión, de falta de energía vital justamente en la zona en que más se vinculan las potencias espirituales: en el sistema nervioso.

En realidad, al palabra espíritu no significa principalmente substancia sutil o no material, sino dirección a Dios y a los demás, apertura a la trascendencia. La apertura, intrínsecamente dirigida hacia Dios y a los demás, que traspasa todas las dimensiones de la existencia humana es lo que formalmente hace el alma. Por esto, decir que el cuerpo humano tiene alma, significa que no es inteligible como tal cuerpo humano exclusivamente en cuanto objeto material con sus propiedades físicas. El cuerpo humano es máximamente significativo, en cuanto humano, en las manos y, sobre todo, en el rostro, que es como decir que es significativo humanamente en su dimensión relacional. Incluso en la dimensión corporal humana protegida por el pudor, se advierte que el cuerpo se hace significativo no principalmente en sus puros componentes materiales, sino, sobre todo, en su mostrarse. No es impúdico ni excitante la contemplación de las vísceras, sino el cuerpo en trance de comunicación personal. La experiencia muestra que lo impúdico no es tanto la pura desnudez, cuanto el desnudarse, es decir la situación de comunicación y ofrecimiento. Si ciertas situaciones de desnudez resultan impúdicas es más bien por lo que suponen de "descubrimiento" que de mero estar descubierto.

No obstante el cuerpo humano es material y por tanto sometido a las leyes que rigen lo material, en concreto, a las leyes que rigen los comportamientos biológicos. En su aspecto o carácter material y orgánico, el cuerpo humano es "un trozo de naturaleza". Bajo esta perspectiva el cuerpo humano es una unidad orgánica y por tanto puede ser considerado como "un todo de significado" biológico. Ese todo de significado biológico es el que considera en su estudio la ciencia positiva.

Pero esa totalidad de significado no es, como hemos visto, la totalidad de la persona: hay aspectos de la persona, y son precisamente los más fundamentales y propios de la persona en cuanto tal, que no están incluidos en la totalidad de significado biológico. La persona sólo es plenamente comprendida cuando su corporalidad es integrada en una totalidad mayor, más plena: la totalidad personal que incluye su dimensión relacional. Por esto el todo de significado biológico no es la referencia moral. La vida física o biológica no es un valor moral, sino que ha de integrarse en la totalidad personal, que es la que constituye un todo de significación humana y por tanto moral. Que esto es así es también cuestión de experiencia: en el trance de la proximidad de una muerte inevitable, es decir, de la pérdida de la vida física, la actitud digna del hombre no es el rechazo crispado, sino la aceptación serena. Esto indica que la vida física no es un valor moral, pues nunca es digno del hombre la aceptación de la pérdida de un valor moral, siempre ha de resistirse con todas sus fuerzas: de hecho, los valores morales -la lealtad, la justicia, la fe, etc.- han de ser defendidos aún a costa de la propia vida. A su vez, la vida física puede ser entregada no sólo en defensa de un valor moral, sino también para preservar otras vidas o también para proteger o promover otros valores humanos.

Estas consideraciones son necesarias para evitar el riesgo de argumentar moralmente desde el cuerpo en su aspecto de "totalidad de significado biológico". Por el contrario, la referencia moral es la persona humana -en su corporalidad y trascendencia- que incluye -relativizándola- la unidad de significado biológico.

Cuando el cientifismo domina en la comprensión del hombre, su apertura a la donación a Dios y a los demás desaparece del horizonte. La consecuencia inmediata es situar la referencia moral en la unidad de significado biológico. Esto quiere decir que, entonces, el valor supremo será la vida física, biológica, y por tanto la referencia moral será ese valor supremo. La ética resultante es el "higienismo", el culto crispado del cuerpo, de la salud, la prohibición "moral" del tabaco… Las manifestaciones de esta actitud ética se observan en la falta de límites para la acción médica sobre las personas, la agresividad terapéutica, y el "todo vale" para mantener el sistema biológico del cuerpo en marcha. Es una ética hedonista, pues lo que puede esperarse del puro funcionar corporal es el placer, y antes o después, paradójica, pero consecuentemente, es una ética que justifica la eutanasia y el suicidio. Cuando el "saco de bioquímica" está irreparablemente dañado y es doloroso, no hay más que esperar de él.

En otro ámbito, las posturas exasperadamente ecologistas que propugnan una total inmersión del hombre en la naturaleza y la total equiparación de todas las especies de seres vivientes, no son una protesta adecuada frente a la invasión de la técnica, no son un fenómeno post-moderno, no van detrás del intento moderno de plena comprensión y dominio sobre el mundo con la perspectiva cientifista, sino que es una de sus manifestaciones naturales.

Uniendo estas consideraciones con lo expuesto en los fundamentos de la dimensión ética del hombre podemos resumir diciendo que es necesario distinguir, sin separar, entre los diversos significados que tiene la "vida" en el hombre:

a) la vida plena del hombre, objeto del designio creador, que es la que propia y directamente tiene valor absoluto, porque es la que ha sido querida por sí misma por el Amor Creador.

b) la vida en la situación actual, que es situación media, que apunta hacia el valor absoluto de la vida plena, pero que aún no la realiza; es sólo incoación de esa plenitud, tiempo de colaboración de la libertad humana con la llamada creadora para realizar su propia verdad y alcanzar su plenitud.

c) la vida física como sustrato material de la vida en el tiempo, como principio de colaboración con el Creador, a través de su sexualidad, para la multiplicidad humana y condición de la mundanidad de la existencia humana plural.

e) VALOR DE LA VIDA NO HUMANA

La vida no humana puede conectar con la persona en su dignidad absoluta, y por lo tanto, hacerse objeto de interpelación "relativamente" moral, a través de su relación con la corporalidad de la persona. Ya hemos señalado que la vida física del hombre no es propiamente un valor moral, pero está íntimamente relacionado con él, pues es la vida física de una persona que sí es absolutamente digna. La vida no humana está más alejada del referente moral fundamental. Ahora, para determinar un criterio que nos permita valorar la vida no humana debemos encontrar cómo es la relación que tiene con la vida humana.

También aquí el punto de partida debe ser la consideración del Amor Creador. Si, como hemos visto, el hombre es la única criatura de este mundo querida por sí misma, las demás criaturas no han sido queridas por sí mismas y por tanto no son bienes absolutos, sino bienes o valores relativos, pues han sido creadas en un acto de Amor Creador que no se detiene en ellas sino que se dirige propiamente al hombre. La aparición de las diversas formas de vida en la historia del universo no es brusca y discontinua. La narración con que comienza la Biblia no quiere decir necesariamente que el Creador hiciera aparecer desde la nada directamente cada una de las criaturas y de los seres vivos y los fuera situando en el mundo, de forma que todo formara un conjunto armónico. El sentido profundo de la narración bíblica es que en la creación se da un perfeccionamiento progresivo de ser y de vida que culmina la peculiar intervención de Dios con que aparece el hombre. Podríamos decir que el mundo entero ha sido creado en el acto del Amor Creador dirigido a la persona humana. Las criaturas no humanas no han sido propiamente creadas sino con-creadas, pues no han sido objeto de un acto creador propio e independiente. Esto tiene dos consecuencias importantes en lo que respecta a nuestro problema:

En primer lugar, nos da una visión del mundo como una unidad. El mundo no es un compuesto de criaturas autónomas y plenamente significativas por sí mismas que han sido compuestas coordinada y armónicamente para constituir la unidad de orden que hay en el universo. Es decir, el orden del universo no es algo ulterior que accede a las criaturas ya constituidas. Podríamos decir que la unidad del universo, es decir, el todo de las criaturas, precede, en orden de naturaleza, no temporalmente, a cada una de las criaturas. Ciertamente esta visión del mundo como unidad presenta una dificultad para nuestro entendimiento, pues nuestro modo de conocer se dirige primeramente a las realidades individuales, y sólo ulteriormente alcanzamos las unidades de orden. Por eso la unidad de orden nos parece naturalmente más débil, y tendemos a ver el universo como un compuesto de realidades cuidadosamente ordenadas. Esta visión, a modo de inventario, es fuertemente potenciada por la perspectiva positivista que tiende a desmontar el mundo con el análisis minucioso de los elementos que lo constituyen, para volverlo a montar según el orden impuesto por la voluntad del hombre dominador. Entonces es vano tratar de encontrar ninguna relación real entre las formas de vida que nos permita alcanzar la vinculación entre las formas no humanas de vida y la vida del hombre en su corporalidad: las diversas formas de existencia son meras piezas del rompecabezas universal, y en cuanto tal, no relacionadas en sí mismas.

La visión creacionista del universo, al considerar que la persona humana es la única criatura querida por sí misma, afirma, y ésta es la segunda consecuencia, que el orden profundo que existe en el mundo no es legal sino humano, es decir, no procede de una composición cuidadosa de elementos preexistentes, sino de la ordenación al hombre. Por esto, cuando el hombre moderno formula la pretensión de construir un mundo racional, es decir, a la medida de su razón, está tratando de emular al Creador. Este proyecto no tiene, sin embargo, ninguna garantía de éxito pues no está garantizada de ninguna manera que la razón humana pueda recomponer plenamente el mundo que previamente desmontó por sus análisis científicos.

Si todo el mundo ha sido querido en el acto por el que Dios Creador constituye a la persona, entonces toda criatura lleva en sí misma su referencia al hombre, pues el Amor Creador que le ha dado existencia estaba en sí mismo referido a la persona humana.

En la tradición clásica esta ordenación intrínseca de las criaturas al hombre no recibió una formulación explícita porque tendía a considerar primariamente a cada una de las criaturas aisladamente y olvidaba un tanto la hondura de la finalización humana que vertebra el universo entero. No obstante, apuntaba a esta ordenación cuando hablaba de la gradatoria real de perfección entre los seres, según la cual lo menos perfecto es para lo más perfecto.

Tampoco el cientifismo evolucionista puede, en la medida en que se aferre a un materialismo ateleológico, fundamentar o siquiera ilustrar la ordenación humana del mundo.

Sin embargo, aquellas teorías acerca de la evolución que admiten una teleología intrínseca -expresada en la existencia de un programa en el proceso evolutivo- aun con todas las reservas y rectificaciones que sean necesarias, pueden armonizarse con la doctrina de la creación, e ilustrar, en su ámbito propio, la vincualción real -no sólo en el orden que podemos alcanzar en nuestro conocimiento- entre las diversas formas de vida, y más aún, entre las diversas formas de ser, con el hombre.

Ciertamente la biología, como ciencia positiva, sólo da cuenta de las manifestaciones experimentales de la evolución, del mismo modo que la fisiología humana sólo puede dar cuenta de las manifestaciones fisiológicas de la actividad mental del hombre. Del mismo modo que sería un reduccionismo cientifista y materialista negar la espiritualidad del hombre esgrimiendo los hallazgos de la fisiología del sistema nervioso, también sería dogmatismo materialista decir que la evolución biológica pugna con la creación. Mas bien es al contrario: en la medida de sus posibilidades la fisiología confirma la unidad de espíritu y materia en el hombre; del mismo modo la evolución que detectan y describen los biólogos, confirma, en la medida de las posibilidades de la ciencia, que la naturaleza está ordenada, también diacrónicamente, al hombre. Si antes decíamos que la evolución enriquece nuestro conocimiento de la creación, ahora debemos afirmar que la creación hace más plena y coherente nuestra inteligencia de la evolución.

Esta perspectiva, la creacionista ilustrada por la evolución, nos explica que la vida corporal humana es principio del valor de todas las formas de ser y de vida que hay en el universo, pues todas ellas han aparecido como consecuencia de la llamada creadora de Dios al hombre. De un modo un poco figurativo podría decirse que al llamar Dios al hombre no apareció directamente el hombre, sino que una materia que evolucionando desde el caos inicial -la tierra estaba confusa y vacía- culmina en la disposición adecuada del cuerpo humano. En los seres no humanos se encuentra de forma parcial e incoativamente la vida corporal humana. Por esto decíamos al principio de este capítulo que lo que da sentido y da razón de la inteligibilidad de las formas de ser y de vidas no humanas es la vida corporal del hombre, y que nosotros entendemos la vida porque la experimentamos en nosotros mismos, y porque nos entendemos a nosotros mismos podemos entender a los otros seres vivos. De este modo todos los seres y, en particular, los seres vivos se nos presentan y son realmente bienes objetivos en sí mismos por su relación con la vida corporal del hombre que, a su vez, participa del valor absoluto de la persona.

Afirmar que la evolución está finalizada hacia el hombre no quiere decir, como es evidente, que todas las formas de vida evolucionan hacia el cuerpo humano. En ese caso, las restantes formas de vida serían todas fósiles biológicos o residuos sin sentido del proceso de evolución hacia el hombre. Pero esta conclusión sólo sería lógica si el cuerpo humano fuera autosuficiente y no necesitara del mundo, y de las otras formas de vida, para existir como tal. La finalización hacia el hombre, es decir, la ordenación de toda la creación para el hombre, afirma que toda criatura y toda forma de vida está ordenada diacrónica o sincrónicamente hacia el hombre.

Por esto, cuanto más próxima esté una forma de vida a la vida corporal del hombre -aunque no esté en el phylum concreto que haya conducido por la evolución biológica a lo humano- más valiosa es en sí misma y así la reconocemos. Sería pues un error -producto, como se señaló antes, de un planteamiento abstracto- equiparar todas las formas de vida y entender la vida en sentido unívoco. Los fenómenos vitales tienen un arco de significación muy amplio: no es lo mismo la reacción de un árbol a una agresión mecánica que el dolor de un perro, y mucho menos son equiparables el dolor del animal más complejo y el sufrimiento humano. Como tampoco son equiparables la capacidad de ver de un animal y la mirada humana, aunque material y fisiológicamente sean bastante parecidas. Aunque la anatomía de uno y otro tengan elementos análogos, la persona tiene rostro, semblante, el animal no.

Resumiendo podemos concluir que los seres vivos no son valiosos únicamente porque sirvan para proporcionar elementos útiles -medio, alimentos, etc.- al hombre dominador de la naturaleza (esa perspectiva podría autorizar una auténtica explotación utilitarista de los animales), sino porque son como huellas del camino ontológico a través del cual el hombre, respondiendo a la llamada creadora de Dios, ha ido saliendo desde la nada hacia la realidad concreta de su existencia corporal.

(Publicado en Natalia López Moratalla y otros, Deontología Biológica, ISBN 84-600-5259-1)

www.bieticaweb.com

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LECTURA COMPLEMENTARIA

3

JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL Miércoles 17 de enero de 2001

El compromiso por evitar la catástrofe ecológica

1.Ů el himno de alabanza que acabamos de proclamar (Sal 148, 1-5), el Salmista convoca a todas las criaturas, llamándolas por su nombre. En las alturas se asoman ángeles, sol, luna, estrellas y cielos; en la tierra se mueven veintidós criaturas, tantas cuantas son las letras del alfabeto hebreo, para indicar plenitud y totalidad. El fiel es como "el pastor del ser", es decir, aquel que conduce a Dios todos los seres, invitándolos a entonar un "aleluya" de alabanza. El salmo nos introduce en una especie de templo cósmico que tiene por ábside los cielos y por naves las regiones del mundo, y en cuyo interior canta a Dios el coro de las criaturas.

Esta visión podría ser, por un lado, la representación de un paraíso perdido y, por otro, la del paraíso prometido. Por eso el horizonte de un universo paradisíaco, que el Génesis coloca en el origen mismo del mundo (c. 2), Isaías (c. 11) y el Apocalipsis (cc. 21-22) lo sitúan al final de la historia. Se ve así que la armonía del hombre con su semejante, con la creación y con Dios es el proyecto que el Creador persigue. Dicho proyecto ha sido y es alterado continuamente por el pecado humano, que se inspira en un plan alternativo, representado en el libro mismo del Génesis (cc. 3-11), en el que se describe la consolidación de una progresiva tensión conflictiva con Dios, con el semejante e incluso con la naturaleza.

2.Ŭ contraste entre los dos proyectos emerge nítidamente en la vocación a la que la humanidad está llamada, según la Biblia, y en las consecuencias provocadas por su infidelidad a esa llamada.La criatura humana recibe una misión de gobierno sobre la creación para hacer brillar todas sus potencialidades. Es una delegación que el Rey divino le atribuye en los orígenes mismos de la creación, cuando el hombre y la mujer, que son "imagen de Dios" (Gn 1, 27), reciben la orden de ser fecundos, multiplicarse, llenar la tierra, someterla y dominar los peces del mar, las aves del cielo y todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra (cf. Gn 1, 28). San Gregorio de Nisa, uno de los tres grandes Padres capadocios, comentaba: Dios creó al hombre de modo tal que pudiera desempeñar su función de rey de la tierra (…). El hombre fue creado a imagen de Aquel que gobierna el universo. Todo demuestra que, desde el principio, su naturaleza está marcada por la realeza (…). Él es la imagen viva que participa con su dignidad en la perfección del modelo divino" (De hominis opificio, 4: PG 44, 136).

3.өn embargo el señorío del hombre no es "absoluto, sino ministerial, reflejo real del señorío único e infinito de Dios. Por eso, el hombre debe vivirlo con sabiduría y amor, participando de la sabiduría y del amor inconmensurables de Dios" (Evangelium vitae, 52:L'Osservatore romano, edición en lengua española, 31 de marzo de 1995, p. 12). En el lenguaje bíblico "dar el nombre" a las criaturas (cf. Gn 2, 19-20) es el signo de esta misión de conocimiento y de transformación de la realidad creada. Es la misión no de un dueño absoluto e incensurable, sino de un administrador del reino de Dios, llamado a continuar la obra del Creador, una obra de vida y de paz. Su tarea, definida en el libro de la Sabiduría, es la de gobernar "el mundo con santidad y justicia" (Sb 9, 3).

Por desgracia, si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas. Sobre todo en nuestro tiempo, el hombre ha devastado sin vacilación llanuras y valles boscosos, ha contaminado las aguas, ha deformado el hábitat de la tierra, ha hecho irrespirable el aire, ha alterado los sistemas hidro-geológicos y atmosféricos, ha desertizado espacios verdes, ha realizado যrmas de industrialización salvaje, humillando -con la imagen de Dante Alighieri (Paraíso, XXII, 151)- el "jardín" que es la tierra, nuestra morada.

4.ų preciso, pues, estimular y sostener la "conversión ecológica", que en estos últimos decenios ha hecho a la humanidad más sensible respecto a la catástrofe hacia la cual se estaba encaminando. El hombre no es ya "ministro" del Creador. Pero, autónomo déspota, está comprendiendo que debe finalmente detenerse ante el abismo. "También se debe considerar positivamente una mayor atención a la calidad de vida y a la ecología, que se registra sobre todo en las sociedades más desarrolladas, en las que las expectativas de las personas no se centran tanto en los problemas de la supervivencia cuanto más bien en la búsqueda de una mejora global de las condiciones de vida" (Evangelium vitae, 27:L'Osservatore romano, edición en lengua española, 31 de marzo de 1995, p. 8). Por consiguiente, no está en juego sólo una ecología "física", atenta a tutelar el hábitat de los diversos seres vivos, sino también una ecología "humana", que haga más digna la existencia de las criaturas, protegiendo el bien radical de la vida en todas sus manifestaciones y preparando a las futuras generaciones un ambiente que se acerque más al proyecto del Creador.

5.̯s hombres y mujeres, en esta nueva armonía con la naturaleza y consigo mismos, vuelven a pasear por el jardín de la creación, tratando de hacer que los bienes de la tierra estén disponibles para todos y no sólo para algunos privilegiados, precisamente como sugería el jubileo bíblico (cf. Lv 25, 8-13.). En medio de estas maravillas descubrimos la voz del Creador, transmitida por el cielo y la tierra, por el día y la noche: Un lenguaje "sin palabras de las que se oiga el sonido", capaz de cruzar todas las fronteras (cf. Sal 19, 2-5).

El libro de la Sabiduría, evocado por san Pablo, celebra esta presencia de Dios en el universo recordando que "de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sb13,ൻࣦ.Rm1,).ų lo que canta también la tradición judía de los Chassidim: ¡Dondequiera que yo vaya, Tú! ¡Dondequiera que yo esté, Tú…, dondequiera me vuelva, en cualquier parte que admire, sólo Tú, de nuevo Tú, siempre Tú" (M. Buber, I racconti dei Chassidim, Milán 1979, p. 256).

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Con todo lo anterior, no queda acabada la propuesta, queda abierto el
diálogo para seguir profundizando y buscando juntos los valores capaces
de ser acogidos por todos los hombres para lograr una real transformación
de las actitudes humanas frente a los demás hombres y la creación
entera. La vida plena lo agradecerá y la redención del hombre
será una realidad sentida en su propia carne.

 

 

Autor:

Padre José Evaristo Cruz Alfonso

Magister en ciencias de la educación, especialista en pedagogía y licenciado en filosofía y teología.

Partes: 1, 2, 3
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