La evaluación de la educación ambiental para el desarrollo sostenible (página 2)
4. Mostrar interés en todas las
propuestas que contribuyan a promover la Educación
ambiental y la Educación para el Desarrollo
Sostenible, siendo necesario profundizar en modelos que
integren los diferentes conceptos de sostenibilidad, tanto en
las materias transversales como en las áreas
tradicionales del currículo.
Estos objetivos constituyen el componente rector del
proceso de Educación ambiental para el desarrollo
sostenible, al determinar su par dialéctico: el contenido
implícito en ellos referido al complejo sistema ambiental
global, la concientización para un desarrollo sostenible,
el desarrollo actitudinal asociado, así como la
motivación y voluntad al respecto.
Los objetivos al controlarse y evaluarse en el proceso
de Educación ambiental para el desarrollo sostenible,
muestran el estado del proceso en cada momento y su resultado
final. La evaluación de la Educación ambiental para
el desarrollo sostenible debe estar en función de valorar
si se alcanzaron estos o cualquiera de los diferentes sistemas de
objetivos planteados por otros autores para la Década o la
Educación para el desarrollo sostenible, ofrece un
resultado referido al desarrollo de habilidades, el domino de los
conocimientos, los procedimientos, así como las actitudes
y conductas (el contenido); pero además ofrece una
visión integral del desarrollo de los demás
componentes que participan en el proceso: el método, los
medios y las formas de organización. Así muestra
los resultados de los aprendices y de los docentes que dirigen el
proceso.
La evaluación de los procesos educativos ha
estado en el centro del debate pedagógico en los
últimos años, al abordarse desde distintos puntos
de vista: como proceso y como resultado. La última palabra
al respecto no se ha pronunciado, aquí se trata de
conciliar las dos tendencias en un proceso tan complejo como la
evaluación de la educación para el desarrollo
sostenible, en que el componente actitudinal es tan importante.
Así, nuestro objetivo es argumentar la importancia de la
evaluación del proceso de educación para el
desarrollo sostenible.
Desarrollo
La evaluación es el componente del proceso
educativo que controla los demás componentes que
participan: personales (el docente y los alumnos), y no
personales o personalizados (objetivo, contenido, método,
medios y formas de organización). Más no se limita
solamente al control, sino que ofrece un resultado
sistemático y final del mismo.
Según Álvarez de Zayas, R.M. 1997, la
evaluación es un proceso inherente a la educación,
que se inserta en el ambiente general de la sociedad, es de
naturaleza totalizadora, remitido a la complejidad de los
factores que intervienen en el proceso educativo, en el que juega
papel fundamental el profesor, guía de dicho proceso.
Tiene funciones instructivas y educativas y se pone al servicio
de valores universales y contextuales particulares.
Metodológicamente se basa en la obtención
de información (evidencias) representativa del estado de
desarrollo del proceso en un momento determinado especialmente
referido al aprendizaje individual y grupal de los alumnos;
evidencias que se someten a la interpretación y
comprensión de la realidad para emitir juicios de valor,
que conducen a la toma de decisiones y de reorientación,
cuyo propósito esencial es el mejoramiento de la calidad
de la educación.
La evaluación es el elemento regulador del
proceso, su aplicación ofrece información sobre la
calidad del proceso educativo, la efectividad del resto de los
componentes y la necesidad de ajustes y modificaciones que todo
el proceso o algunos de sus elementos deben sufrir.
Acerca de los términos evaluación,
control, resultado, comprobación, medición y
calificación existe un relativo consenso acerca de su
conceptualización, pero múltiples visiones acerca
del lugar que ocupan en el proceso educativo. Existe la tendencia
a ubicar el control como la categoría más general
(Klingberg, 1972; Labarrere y Valdivia, 1988; Gutiérrez,
2003), y que las restantes son parte de ella, sobre la base de
que toda la actividad humana lleva intrínseca el control,
así el objetivo como componente rector es constantemente
controlado en los demás componentes del proceso hasta el
resultado final: el aprendizaje de los estudiantes en
términos de instrucción, educación y
desarrollo.
Analicemos la esencia de cada una de las
categorías anteriores:
El control es la comparación constante de lo
planificado con su cumplimiento. Se controlan todos los
componentes que participan, incluye el autocontrol del
docente.
La medición ofrece datos cuantitativos obtenidos
mediante la actividad y la comunicación, la
observación, la aplicación de instrumentos, el
diálogo, el desarrollo de la actividad práctica y
el registro.
La evaluación es la interpretación de la
medida de los datos que al compararlo con la norma nos lleva a
expresar un juicio de valor, es un acto eminentemente
comunicativo.
La calificación constituye la categoría
que se asigna a los resultados obtenidos de la medición y
la evaluación: cuantitativa o cualitativa,
comparándolos con una predeterminada en un momento
determinado del proceso.
La comprobación es un corte que se realiza en un
determinado momento del proceso para conocer el estado de
desarrollo alcanzado. En ella está presente la
evaluación y la medición y puede estar la
calificación.
El resultado proporciona la medida del aprendizaje de
los estudiantes y el cumplimiento de los objetivos
propuestos.
Además de manejan hoy en la literatura
pedagógica; evaluación inicial o
diagnóstica, evaluación formativa,
evaluación formadora y evaluación
sumativa.
La evaluación diagnóstica es la que se
realiza antes de iniciar el proceso, para verificar el nivel de
preparación de los aprendices para enfrentarse a los
objetivos que se espera que logren.
La evaluación formativa es la evaluación
de un resultado que permite, para lograr un objetivo, modificar y
adaptar a un grupo un procedimiento en el proceso de aprendizaje,
es decir, reforzar habilidades, conocimientos y procedimientos
insuficientemente adquiridos.
La evaluación formadora tiene por objeto de
estudio, al igual que la evaluación formativa, el proceso
de aprendizaje del alumno: pero se vuelve más
específicamente formativa, al acentuar el papel
protagónico del aprendiz.
La evaluación sumativa se realiza una vez
concluido el aprendizaje planificado o una de sus etapas para
certificar sus resultados.
Otros autores (Gutiérrez, 2003), asumen la
evaluación formativa como aquella que considere
además de lo anterior, la evaluación de actitudes,
sentimientos, convicciones, conductas, como una totalidad en el
desarrollo de la personalidad. Esta es la posición del
autor, indispensable cuando de trata de evaluar la
educación para el desarrollo sostenible, donde el
componente actitudinal es tan importante.
Es bueno recordar que cuando se evalúan
habilidades, hábitos, conocimientos y procedimientos el
docente puede emitir juicios de valor en cortos espacios
temporales, no sucede lo mismo con los elementos actitudinales,
que se expresan con la conducta y que requieren de largos
espacios temporales y de varios observadores para llegar a la
emisión de juicios de valor, en ocasiones estos pueden
demorar años de trabajo educativo para que se evidencien
en la conducta de los individuos. Lo educativo se logra como
resultado de la acción de varios docentes y otros factores
(familia, comunidad, medios de comunicación…), que
inciden sobre los aprendices, por tanto su evaluación se
desarrolla al constatar el resultado de su actuación
histórico social.
El objetivo educativo puede ser evaluado por el docente.
Sin embargo, en tanto este se logra como resultado de la
acción de varias asignaturas y disciplinas su
evaluación se desarrolla como consecuencia de constatar el
resultado de la actuación histórico social del
escolar, por lo que no es recomendable evaluarlo a corto plazo
con la evaluación instructiva.
La evaluación es un componente esencial del
proceso educativo, que parte de la definición misma de los
objetivos y concluye con la determinación del grado de
eficiencia del proceso, dada por la medida en que la actividad
del docente y los aprendices haya logrado como resultado los
objetivos propuestos. Su carácter continuo permite la
constante comprobación del resultado del proceso de
enseñanza y la convierte en guía orientadora de
este. Así la evaluación no se limita solamente a la
emisión de juicios de valor acerca del rendimiento de los
aprendices.
En sentido general la evaluación cumple con
funciones que constituyen premisas para su aplicación
más eficiente en el proceso educativo (Labarrere y
Valdivia, 1988):
Función de diagnóstico: la
evaluación revela el nivel alcanzado por los
aprendices en un momento determinado del proceso, sus logros
y deficiencias. Permite determinar las direcciones hacia las
cuales debe dirigirse el trabajo, así como los cambios
a introducir. El diagnóstico aporta información
sobre la individualidad y generalidad de los alumnos,
así como acerca del cumplimiento de los objetivos
propuestos.Función instructiva: permite conocer la
adquisición de conocimientos, el desarrollo de
hábitos, habilidades y procedimientos. Corregir los
errores y redireccionar el proceso.Función educativa: los aprendices deben
asumir la evaluación como una rendición de
cuentas de su responsabilidad, de sus esfuerzos, de sus
debilidades, atiende a su voluntad. Esta función
alcanza altos niveles cuando el aprendiz asume la
autoevaluación de sus resultados.Función de desarrollo: las funciones
anteriores inciden en el desarrollo de los aprendices. La
evaluación debe incluir elementos que comprueben y a
la vez contribuyan al desarrollo del pensamiento
independiente y la creación, entre otras funciones. Se
afirma que la evaluación es pedagógicamente
adecuada cuando se convierte en promotora del
desarrollo.Función de control: los datos obtenidos en la
evaluación revelan el nivel de desarrollo alcanzado
por los estudiantes, además revelan la eficiencia del
proceso educativo, cómo se comportaron cada uno de los
componentes del mismo para cumplimentar el objetivo
propuesto.
A las funciones anteriores, Pérez y
García, 1989, agrega la:
Función orientadora, cuya finalidad consiste
básicamente en conocer las potencialidades y estado
del aprendizaje del alumno, coadyuva a que los profesores y
estudiantes tomen las decisiones más
convenientes.
En la práctica pedagógica estas funciones
interactúan formando una unidad
dialéctica.
La evaluación en general es la emisión de
un juicio de valor, un acto comunicativo, sustentado en dos leyes
fundamentales:
Mientras más objetiva es, mejor
desempeña su función orientadora, yMientras más regularidad y
sistematización tenga, mejor cumplirá sus
funciones instructiva y educativa.
De estas leyes se desprenden los principios de la
Objetividad, la capacidad de establecer lo realmente asimilado y
aprehendido por el aprendiz, atendiendo a un programa dado y su
carácter sistemático, es decir la regularidad y
suficiencia de las actividades evaluativos.
El cumplimiento de estos principios requiere que la
evaluación asuma las siguientes
características:
Desarrolladora, la evaluación se planifica y
ejecuta teniendo en cuenta las potencialidades del
estudiante, cada nuevo estadío de desarrollo alcanzado
debe potenciar al próximo.Personalizada, debe responder a las
características y necesidades de cada uno de los
aprendices, así como del grupo en que estos se
desenvuelven, atendiendo al objetivo planificado a partir del
diagnóstico individual y grupal.Holística, (formativa) al considerar la
asimilación total habilidades, conocimientos,
procedimientos y valores, orientados en el objetivo
resultante del diagnóstico.Concreta, debe partir de indicadores previstos para
alcanzar los estados de desarrollo cercanos al ideal
establecido en el fin y los objetivos de la
educación.Contextualizada, al considerar las condiciones y
características en que transcurre el proceso educativo
en cada lugar y momento, atendiendo al diagnóstico
integral y a los objetivos propuestos.Bidireccional, al permitir comprobar el proceso y el
resultado en los aprendices, sino también el
autocontrol del docente, que permite el rediseño de
acciones o la potenciación de otras, en pro del
mejoramiento del proceso y la excelencia del
resultado.Investigativa, el docente debe hacer uso del proceso
evaluativo para el diagnóstico constante de los
aprendices y a partir de la detección de dificultades
mejorar el proceso educativo.Variada en sus procedimientos: debe transitar por la
autoevaluación, la coevaluación y la
heteroevaluación.
Estos procedimientos de la evaluación responden a
las condiciones de desarrollo alcanzados por la sociedad y
están relacionados con las necesidades de formación
de un individuo capaz de enfrentar los retos de la sociedad
contemporánea, así deben ser común en los
centros educativos la utilización de la
autoevaluación, la coevaluación y la
heteroevaluación como procedimientos
evaluativos.
La autoevaluación permite al aprendiz el
descubrimiento de sus limitaciones y potencialidades, propiciando
su autoconocimiento, le posibilita tomar conciencia del nivel de
desarrollo en el que se encuentra.
La coevaluación, es interactiva, comunicativa
entre dos sujetos que comparten el aprendizaje. Esta desarrolla
la crítica, la autocrítica y la
colaboración.
La heteroevaluación constituye el criterio
valorativo emitido por varios aprendices acerca del proceso y
resultado del aprendizaje de uno de ellos. Establece la
relación grupo individuo e individuo grupo. Tiene fuerte
influencia en el desarrollo individual, sobre todo durante la
adolescencia debido al papel del grupo en esta etapa y su
influencia en las decisiones individuales.
Las consideraciones generales anteriores acerca de la
evaluación como componente del proceso educativo,
requieren de un análisis profundo para introducirlas en
contenidos con un fuerte componente actitudinal, como son los
relacionados con la Educación ambiental para el desarrollo
sostenible, sin olvidar que lo actitudinal es una parte del
contenido que es acompañada por la habilidad, el
conocimiento y los procedimientos, de los cuales no puede
desligarse sin perder su esencia. No se forman y desarrollan
sentimientos, actitudes, convicciones, conductas… valores,
si no es sobre la base de hábitos, habilidades,
conocimientos y procedimientos.
La necesidad de implantar modelos de evaluación
queda recogida como prioridad de todas las estrategias del
Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible.
Determinar indicadores pertinentes, apropiados y viables de
abordar en todas las escalas, es uno de los retos que a resolver,
de lo contrario, no quedará constancia de su
eficacia.
A propósito ¿qué y cómo
evaluar en educación para el desarrollo
sostenible?
Como en todo proceso educativo, en la educación
para el desarrollo sostenible se evalúan los objetivos. Si
nos atenemos a los planteados por Sterling, 1996; seleccionados
atendiendo a los propósitos de este trabajo, es necesario
para elaborar indicadores a evaluar realizar un análisis
de las habilidades adecuadas para el primer y segundo objetivos
dirigidos a "Ayudar a entender la interdependencia de todas las
formas de vida en el planeta…"; y a "Tomar conciencia de
la influencia estrecha que existe entre la economía,
política, cultura… en función del desarrollo
sostenible." Estos objetivos se avienen con la habilidad
explicar, pues se plantean como conocimientos las relaciones de
interdependencia, la causalidad de los fenómenos que
ocurren en el medio ambiente.
Los otros dos objetivos atienden al componente
actitudinal: "Desarrollar capacidades, competencias, actitudes y
valores" así como a los procedimientos, al modo de
actuación, otro importante elemento del contenido:
"Mostrar interés en todas las propuestas…." y
"profundizar en modelos que integren".
A propósito de la evaluación de la
Educación ambiental para el desarrollo sostenible, desde
la década de los 90 del pasado siglo se apreció
preocupación al respecto, esta se aprecia sobre todo en
las metodologías para la construcción de
indicadores orientados hacia la sostenibilidad, ha sido el
denominado "boom" de la era de los indicadores, quizás un
movimiento para prevenir el idealismo explícito en los
discursos al respecto. Es una forma de dar seguimiento y
controlar operativamente la eficacia de los programas, de los
planes, los proyectos y en general de las actuaciones en los
contextos y en los individuos a que están
dirigidos.
Se trata hacer objetivos los logros de los
múltiples programas, actividades e iniciativas en este
campo debido a que son muchas las instituciones, empresas,
colectivos y personas implicados en el diseño y
aplicación de los programas dirigidos a la
educación para el desarrollo sostenible y a que la
educación es un proceso lento y progresivo que no produce
cambios inmediatos en los aprendices.
Es difícil establecer relaciones directas entre
el mejoramiento de las condiciones ambientales y la
realización de una determinada intervención
educativa. Por tanto, la evaluación de los programas de
educación ambiental para el desarrollo sostenible debe
constituir el referente prioritario a analizar, en la
valoración del éxito de la educación. Los
indicadores elaborados deben permitir constatar si las
intervenciones de la educación ambiental para el
desarrollo sostenible consiguen reorientar la degradación
ambiental y superar los problemas ambientales a los que se
enfrenta la humanidad. Sin los indicadores adecuados es imposible
valorar si la orientación y métodos empleados son
los apropiados.
Los contenidos de la Educación ambiental para el
desarrollo sostenible, constituyen contenidos transversales
presentes en todo el proceso educativo, atendiendo a su
estructura, los indicadores a elaborar deben estar
operacionalizados a partir de los componentes estructurales de
estos contenidos, así se deben distinguir los indicadores
elaborados para constatar:
la adquisición y/o desarrollo de
habilidades,el dominio de los conocimientos, incluidas la
causalidad y las relaciones que se establecen en el medio
ambiente,el dominio de los procedimientos, los modos de
actuación yel desarrollo de actitudes, sentimientos,
convicciones, valores que se muestren en la
conducta.
Por la gran cantidad de factores que deben tenerse en
cuenta a la hora de evaluar a un aprendiz en el proceso educativo
para el desarrollo sostenible, se hace necesario sistematizar los
criterios para evaluar y definir los indicadores apropiados para
tal fin, de tal manera que la evaluación se convierta en
un verdadero proceso de valoración integral de quien es
evaluado.
Para responder al cómo evaluar, es necesario
tener en cuenta qué evaluar, a saber: las habilidades, los
conocimientos, los procedimientos y la conducta, presentes en los
objetivos y el contenido de la educación ambiental para el
desarrollo sostenible. El cómo evaluar se deriva de lo
anterior, en la constatación de si se han alcanzado los
objetivos propuestos, para lo que se deben elaborar objetivos
atendiendo a cada uno de los componentes del contenido, presentes
en los objetivos, así los indicadores deben responder al
desarrollo de habilidades, a la adquisición de
conocimientos, la apropiación de procedimientos y a la
conducta derivada del desarrollo de actitudes, sentimientos,
convicciones, valores. Los indicadores, aunque separados por
componentes del contenido, constituyen una totalidad, un sistema
único, estrechamente relacionado, no se mueven los
sentimientos y se forman las actitudes y las convicciones si
antes no se han desarrollado habilidades y se ha adquirido un
conocimiento, mediante determinados procedimientos, es "la
educación por medio y a la vez que la instrucción"
(Álvarez, 1999: 94).
El primer grupo de indicadores está relacionado
con las habilidades, cada una de las habilidades intelectuales
tienen una estructura formada por un sistema de acciones
necesarias para el logro de la misma, la habilidad explicar
utilizada de forma implícita en los objetivos de la
educación para el desarrollo sostenible, de Sterling,
1996. La habilidad explicar se estructura en las siguientes
acciones:
interpretar el objeto de
información,argumentar los juicios de partida,
establecer las interrelaciones entre los
argumentos,ordenar lógicamente las interrelaciones
encontradas, yexponer ordenadamente los juicios y
razonamientos.
A estas acciones se le agregan los conocimientos, dada
la estrecha relación entre los componentes del contenido y
su unidad dialéctica, así cuando se trata de un
determinado contenido de la educación para el desarrollo
sostenible, por ejemplo un problema ambiental global, el
agotamiento del ozono estratosférico, la lógica de
los indicadores no se altera, estos son enriquecidos con los
conocimientos que debe ir dominando el estudiante, de conjunto
con la habilidad para alcanzar el objetivo propuesto, estos
serían:
interpretación del problema ambiental global:
agotamiento del ozono estratosférico,argumentación de la necesidad de detener la
producción de sustancias agotadoras del ozono
estratosférico atendiendo a la importancia vital de la
"capa de ozono" para la vida en el planeta,establecimiento de las interrelaciones entre las
causas y las consecuencias del agotamiento del ozono
estratosférico,ordenación lógica de las causas con
sus consecuencias, así como del sistema de
interrelaciones tan complejo que se forma a partir de este
fenómeno, y su incidencia en otros problemas
ambientales globales,exposición ordenada de los juicios y
razonamientos que demuestren la causalidad en este
fenómeno y sus peligrosas consecuencias.
Los procedimientos, el modo de actuación de los
aprendices está muy relacionado con el método que
utiliza cada cual para aprender. Los indicadores relacionados con
el modo de aprender tienen una relación estrecha con los
intereses y motivos de los aprendices, por lo que se incorporan a
los indicadores para evaluar las actitudes, sentimientos,
convicciones, los valores y la conducta.
El componente actitudinal tan importante en la
educación para el desarrollo sostenible es el componente
más difícil de evaluar debido a la lentitud y a lo
prolongado de los procesos relacionados con la educación,
el carácter multilateral y sistemático de las
acciones educativas y a que la educación se muestra a
través de la conducta.
Existe en el contexto cubano, una tendencia en los
últimos años que evalúa el componente
educativo del proceso de enseñanza aprendizaje y en el
proceso educativo escolar en general en lo que el aprendiz
muestra, demuestra, expresa y resuelve problemas del entorno.
Esta tendencia si bien atiende a la concepción de que todo
se aprende y que se aprende haciendo, debe ser conciliada con
evaluaciones a largo plazo donde participen varios observadores y
"triangulen" sus observaciones, para emitir un juicio de valor,
además de la necesidad del seguimiento al aprendiz durante
lapsos prolongados de tiempo.
Los indicadores que se proponen a continuación
pueden ser evaluados algunos a corto plazo, otros requieren
largos espacios temporales:
muestra disposición para incorporar a la
práctica las habilidades y conocimientos
adquiridos,se interesa por profundizar los conocimientos en
búsquedas bibliográficas en otras
fuentes,divulga los conocimientos adquiridos entre sus
compañeros, familia y comunidad,utiliza las habilidades y conocimiento adquiridos
para resolver problemas de su entorno,muestra una actitud responsable en el manejo de
situaciones que puedan afectar el entorno,expresa liderazgo en acciones encaminadas a la
protección del medio ambiente,aplica las habilidades y conocimientos en la
solución de problemas den entorno escolar,ejerce una influencia positiva en su medio familiar
y comunitario al multiplicar los aprendido e incitarlos a que
participen en acciones encaminadas al desarrollo
sostenible,propiciar la autoevaluación,
coevaluación y heteroevaluación como elementos
propiciadores de la autocrítica y la
crítica.
Los indicadores anteriores son perfectibles, pueden se
adaptados a diferentes contextos de acuerdo con la creatividad
del educador y del diagnóstico que haya realizado en los
aprendices y su contexto.
¿Con qué instrumentos evaluar estos
indicadores?
La observación constituye el instrumento
fundamental para la evaluación de la Educación
ambiental para el desarrollo sostenible, fundamentalmente la
observación participante, esta es importante porque el
observador forma parte del grupo observado, es considerado un
miembro más y se propicia un ambiente natural. Para
observar en varios ambientes se pueden preparar observadores que
sean parte del grupo en diferentes contextos. Este tipo de
observación es fundamental para evaluar los aspectos
actitudinales.
Existen otros instrumentos con los que evaluar aspectos
de la Educación ambiental para el desarrollo sostenible,
tales como situaciones docentes, en pruebas, en juegos de roles,
más ninguno supera en integralidad la observación
que realizan varios docentes en largos períodos de tiempo:
un curso, varios cursos y el paso del estudiante por el
subsistema o nivel y su seguimiento a otros subsistemas y
niveles.
Es importante señalar que se debe evaluar no solo
el resultado de la Educación ambiental para el desarrollo
sostenible, sino también el proceso en que esta discurre.
Evaluar es proceso y resultado a la vez y se evalúa el
proceso y el resultado.
Conclusiones
La evaluación de la Educación ambiental
para el desarrollo sostenible controla el proceso y el resultado,
su complejidad está determinada por la presencia de
elementos instructivos que deben ser evaluados en cortos espacios
temporales y de los educativos que requieren mucho más
tiempo y más de un evaluador. Se incluye como parte
fundamental del proceso educativo, debe ser cualitativa, y
siempre que sea posible no asignar juicios de valor,
categorías, si no una valoración de los aspectos
anteriormente señalados que son parte de un largo proceso
en el que participan los sistemas educativos y otros agentes
educativos durante toda la vida.
Bibliografía
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Sterling, S. (1996): Good Earth-keeping: Education,
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Londres, UNEP, p 2
Autor:
Dr. C. Gonzalo González
Hernández
[1] www.oei.es/decada/accion004.htm
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