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La Farmacia cristiana, Creaciones perversas y Otros milagros



Partes: 1, 2

  1. Dios también peca
  2. Misericordia infinita de Dios
  3. Una creación perversa
  4. La farmacia cristiana y su práctica médica
  5. Las iglesias cristianas y la esclavitud
  6. Inglaterra cristiana y esclavista
  7. Caza de brujas
  8. Martillo de las brujas
  9. Otros milagros
  10. Comentarios

Del libro DIOS NO EXISTE por Christopher Hitchens.

Fables of Man. Europ and Elsewhere. A Pen Warmed Up In Hell

Mark Twain (1835 – 1910). Su verdadero nombre fue Samuel Langhorne Clemens. Aunque habitualmente fue un narrador benigno y un orador humorístico, mostró un ingenio mordaz al escribir sus polémicas sobre la guerra y el imperialismo y contra las crueldades de las religiones.

Dios también peca

Desde los púlpitos nos advierten que, según la ley de Dios, pecamos gravemente cuando pudiendo aliviar penas y sufrimientos no lo hagamos. Pero entonces si como Dios puede aliviar todos los casos de penas y sufrimientos y no lo hace, El está pecando más gravemente. Es evidente que el autor de una ley no puede violarla y deleitarse con estas infracciones, tiene que ser juzgado por ello, pero lo único que se hace es que algunos nos atrevamos a reprocharlo. Vemos un curioso espectáculo cada día, loros amaestrados declaran solemnemente desde los púlpitos estas contradicciones irónicas, a una congregación también amaestrada, que las acepta sin ningún cuestionamiento, sin reírse del orador, ni de sí mismos.

Misericordia infinita de Dios

En los libros sagrados y desde los púlpitos se habla mucho de la misericordia, la generosidad y la bondad infinitas de Dios, y la multitud sumisa lo acepta. Pero quien busca pruebas concretas de ello termina fatigado sin encontrarlas. Los casos que se mencionan cono misericordia infinita son solo actos de justicia merecida. Rescatar sin riesgo personal a un tullido de una casa que se incendia, es un deber que instintivamente quien pueda, se ve obligado a hacerlo. Además, que los seres humanos hagan trabajos riesgosos, y sea otro quien siempre se lleva todos los méritos por haberlo ordenado en los libros sagrados, no es misericordia.

Lo que más abunda son los pobres y enfermos indefensos. ¿Es porque así lo quiere Dios? ¿Es esto misericordia infinita? No son precisamente quienes predican la misericordia infinita de Dios, con atuendos reales, desde catedrales monumentales e iglesias magníficas, quienes dan paliativos a tanta miseria, que se ve por doquiera, ni quienes ordenan obras de misericordia, pero que están prestos para reclamar sus méritos, cuando algún héroe las hace. Misericordia hasta ahora ha sido que los pobres cuiden como puedan de sus pobres y de sus enfermos.

Los poderosos, siguiendo el ejemplo de su Dios, no dan ayuda a los pobres e indefensos sino su espalda con indiferencia. Los pobres suplican, rezan y lloran en vano. Engañados aguantan, sufren y mueren de la peor manera. Las únicas pruebas de misericordia son las acciones abnegadas de muy pocos héroes, muchas veces en nombre de un Dios con poder infinito para solucionarlas y cuyos méritos los recogen quienes dicen ser sus intermediarios.

Una creación perversa

En la planificación y creación de las moscas Dios aplicó la inteligencia pura y se olvidó de la moral. A ningún humano le habría parecido prudente intentarlo. Millones de personas a lo largo de la historia han tratado de justificar esta creación de Dios, como solución a alguna carencia muy sentida. Si el creador hubiese sido un humano lo hubiesen condenado a muerte. Las moscas jamás, en ninguna época han tenido amigos. Cuando se adelantan acciones para exterminarlas, nadie interviene para impedirlo.

Si a algún ingeniero se le asignara la tarea de construir una mosca, éstas serían, más o menos, las características que debería tener en cuenta: Un ser sin sentimientos, dispuesto a acosar, perseguir y torturar a miles de millones de seres vivientes. Con un código moral perverso en el que no solo es lícito, sino correcto, llevar desgracias a quienes delinquen y a quienes no lo hacen.

En su cabeza tendría que grabar un programa con las siguientes órdenes: Muévete hasta los confines más remotos de la tierra. En todo lugar busca especialmente a los pequeños y enfermos, moléstalos, pósate en sus manos, cara, ojos y oídos, zúmbales, pícalos, chúpales sangre. A las madres débiles, cansadas, somnolientas, que velan por sus hijos, a quienes con rezos imploran humildemente misericordia para sus desgracias, a las personas que no son capaces de aprender nada, y con actitudes patéticas quieren mostrar que han sido engañadas, fastídialas, irrítalas, enloquécelas. Pon tus huevos en las heridas purulentas de enfermos o mutilados, en hospitales y campos de batalla. A quienes piadosamente rezan o quieren reposar en silencio, arráncales con tus zumbidos alguna que otra palabrota, que solamente tú oigas. A los contagiados de peste u otras epidemias aterrorízalos, desespéralos, agóbialos, persíguelos antes de que se mueran. Muérdelos, pícalos, cómete sus úlceras, chapoteas en sus sangres podridas. Tus patas diseñadas y perfeccionadas para tal fin, úntalas de gérmenes contagiosos y llévalos a cientos de mesas, a justos e injustos y a nobles y plebe.

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