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La Fiesta del Chivo (Novela) (página 2)




Enviado por Brenda Velazquez



Partes: 1, 2

Algunas cosas destacadas de su gobierno,
sus hermanos tenían puestos en el gobierno; Ciudad
Trujillo era el nombre de la capital durante su mandato;
tenía graves problemas con la Iglesia después de un
levantamiento que surgió el 14 de junio de 1959.
Perón le habría advertido que debía temerle
a la Iglesia y mejorar sus relaciones con ésta, pues lo
sacarían del poder, así como a él.
República Dominicana, tenía varias sanciones
económicas por parte de la OEA, dado que era un
país con un régimen dictatorial, que no respetaba
los derechos humanos, la democracia y la libertad de
expresión. Aquellos que estuvieran en contra del
régimen, eran perseguidos, torturados, desaparecidos o
asesinados por Johnny Abbes, director del Servicio de
Inteligencia Militar (SIM) y despiadado torturador y perseguidor
durante la era de Trujillo. Johnny Abbes existía para
cubrir la maldad del Generalísimo, pues era él
quien ejecutaba los trabajos sucios bajo las órdenes de su
Excelencia.

El martes 30 de mayo de 1961, Salvador
Estrella Sadhalá, alias el Turco, Amadito, Antonio de la
Maza y Antonio Imbert esperaban el coche en donde venía
Trujillo para emboscarlo y asesinar al tirano, al Chivo. El
Turco, pese a ser católico convencido y dedicado,
justificaba sus intenciones homicidas como un tiranicidio, el
cual, según un obispo italiano, basándose en Santo
Tomás de Aquino, permitía el tiranicidio cuando la
persona en cuestión, era la Bestia misma que
sometía a un pueblo entero. El turco apoyaba al grupo
subversivo del 14 de junio 1959. Por su parte, Amadito era
militar del gobierno del ejército del Generalísimo,
del Benefactor (Trujillo). Amadito tenía razones de sobra
para querer asesinar a Trujillo.

En una ocasión conoció una
muchacha, Lucía Gil, de la cual se enamoró y
deseaba casarse con ella, sin embargo, sus superiores no le
dieron autorización para hacerlo porque el hermano de ella
había participado en el grupo del 14 de junio, así
que el mismo Trujillo le advirtió que no podían
unirse amigos con enemigos. Amadito, convencido de las palabras
del Benefactor, acató sus órdenes. Ese mismo
día, Amadito fue a casa del Turco, para contarle lo que le
ocurrió después de su cita con el
Generalísimo. Primero lo habían ascendido a
teniente, después, lo llevaron a tomar unas copas y
conoció a Johnny Abbes García y algunos más
del SIM. Posteriormente, se subió a un jeep que llevaba un
prisionero. Le pidieron ha Amadito, que lo ejecutara, y con
disgusto y compasión, acató la orden de Abbes,
quien le dijo, después de haber echado el cadáver a
los tiburones, que la persona que había matado era el
hermano de Lucía. Desde entonces, Amadito tiene
irrefrenables deseos de asesinar a Trujillo, quien lo
despojó de toda dignidad y valores.

Urania sube a ver a su padre, quien
está bastante viejo, encogido y sin dientes. No puede
hablar a raíz de la embolia que sufrió hace varios
años, pero entiende y escucha todo con claridad. Una
enfermera, pagada por Urania, lo cuida todo el día.
Urania, inmediatamente comienza a recriminarle cosas de la Era de
Trujillo, le recuerda cuando estuvo trabajando con el Jefe y
cuando éste, por alguna extraña razón que
nunca conoció, lo sacó de su gabinete y se
convirtió en apestado. Cuánto sufrió el
senador Cabral y cuánto hizo para recuperar, como fuera,
la confianza del Jefe, él, quien había trabajado
toda su vida para Trujillo, estaba desamparado.

Urania le recrimina haber sido un perro
fiel de Trujillo, asimismo le preguntaba a su padre si el Jefe se
había acostado con su madre, así como lo
hacía con las mujeres de muchos servidores suyos: le
recuerda el caso de la esposa de Froilán, ex Secretario de
Relaciones Exteriores y vecino de los Cabral, quien
recibía visitas constantes del Generalísimo para
tener relaciones con su esposa a expensas de que el mismo
Froilán complaciera los deseos de Trujillo.

Johnny Abbes, un sapo en cuerpo y alma,
pero con una inteligencia sagaz y una capacidad extraordinaria
para inventarse las torturas más crueles, comenzó a
trabajar con Trujillo después de que estuvo un tiempo en
México como espía bajo la fachada de estudiante.
Navajita era el antiguo director del SIM, pero cuando Trujillo
conoció los métodos, gustos y crueldad de Abbes, lo
nombró director del SIM. Abbes le era completamente fiel
al Generalísimo, lo protegía y capturaba, asesinaba
o desaparecía a todo aquel que estuviera en contra del
Jefe. Ambos discutían en la oficina de Trujillo el futuro
de los obispos que estaban provocando revueltas, las medidas a
tomar: eliminarlos o deportarlos, tal y como lo hizo
Fidel.

Trujillo decide esperar antes de tomar
acciones en contra de la Iglesia. Asimismo, discuten sobre la
seguridad del Jefe, creen que hay una conspiración en su
contra para matarlo, pero pese a ello, Trujillo no desea aumentar
los dispositivos de seguridad. Trujillo pensaba que si alguien lo
mataba, sería alguien de la familia, algún militar
allegado, gente de confianza. Abbes se casó por gratitud
con Lupita, una secretaria mexicana, fea y marimacha. Ella le
salvó la vida y juntos tenían los mismos gustos
sanguinarios y se acompañaban bien, pues juntos
sobrellevaban la sangre derramada. Johnny Abbes libraba al
régimen de sus enemigos, pues se las ingeniaba para trabar
contactos, con ciudades que apenas conocía y con bajos
fondos, pero el utilizaba pistoleros, matones, traficantes,
cuchilleros, prostitutas, cafiches, ladronzuelos, que siempre
intervenían en esas operaciones de nota roja, que
hacía las delicias de la prensa
sensacionalista.

Un Volkswagen, auto utilizado por los
caliés (policías) del SIM, se acercó a la
camioneta Chevrolet en donde iban los conspiradores contra el
Benefactor. Afortunadamente éste, pertenecía a
Miguel Ángel Báez Díaz, otro colaborador de
Trujillo que también estaba involucrado en la conjura,
quien les avisaba que el Chivo no tardaría en pasar por
allí rumbo a su hacienda en San Cristóbal. Entre
todos, Antonio de la Maza era el más afectado por
Trujillo, pues le destruyó su honor, su dignidad, sus
sueños, su familia, su salud, su voluntad,
todo.

Él se había jurado a
sí mismo, hacía 4 años, matar a Trujillo por
haber asesinado a su hermano menor Tavito. Tavito, era
trujillista, estuvo en la escuela de aviación y Trujillo
siempre le había hecho favores cuando estaba en aprietos.
Lo que llevó a Tavito a la muerte fue el asesinato de un
escritor republicano español, Jesús de
Galíndez, quien fue secuestrado en Nueva York y enviado en
un avión a República Dominicana por escribir en
contra del régimen trujillista. Tavito, estuvo encargado
de llevarlo a casa del mismo Trujillo, él no sabía
a quién llevaba, sólo acataba órdenes. Los
problemas surgieron porque Jesús de Galíndez
resultó ser ciudadano norteamericano y agente de la CIA,
lo cual implicaba gravemente a Trujillo por haberlo secuestrado,
así que éste, para librarse del asunto,
mandó matar a Murphy, el piloto estadounidense que llevaba
a Galíndez y gran amigo de Tavito, y posteriormente,
mandó matar a Tavito, haciéndolo parecer un
suicidio y a quien inculpó del asesinato de Murphy
basándose en un escándalo homosexual.

Trujillo hizo llamar a Antonio de la Maza
para limpiarse de cualquier responsabilidad por la muerte de su
hermano, prometiéndole que investigaría el caso
hasta sus últimas consecuencias, asimismo, le
ofreció la construcción de una carretera. Antonio,
deseaba asesinar a Trujillo en ese instante, pero no pudo hacerlo
y todo pareció como si éste hubiera vendido la vida
de su hermano y la suya. Desde entonces, Antonio no tiene paz,
sufre de una úlcera y anhela acribillar al Jefe. En el
complot habían muchas personas involucradas, sólo
Antonio de la Maza conocía la identidad de todas ellas y
sus relaciones, entre ellos: Juan Tomás Díaz, ex
secretario de Trabajo de Trujillo, los gringos y la CIA, el
propio Presidente Fantoche Balaguer, Pupa Román, Jefe de
las Fuerzas Armadas, y muchos más. Antonio llevaba consigo
un veneno por si algo fallaba en el plan, no sería
capturado con vida y moriría peleando.

Urania, en compañía de su
padre, continúa con su monólogo recriminador. Ahora
le recuerda a los hijos de Trujillo: el galán de Ramfis,
el mayor y primogénito, de quien se esperaba que fuera el
sucesor de su padre, pero no fue más que un mujeriego,
desequilibrado y gastador; Radhamés, el más feo y
tonto y Angelita. De Ramfis recuerda el escándalo en torno
a la violación de Rosita Pedomero, hija de una familia
trujillista, a quien Ramfis y sus amigos violaron y casi matan. A
raíz de este suceso, fue enviado a Kansas City para
estudiar en una Escuela Militar, la cual no le sirvió de
mucho, pues Ramfis continuaba con sus aventuras y derrochaba el
dinero a tal grado, que los Estados Unidos dejaron de ayudar a la
República Dominicana argumentando que el hijo del
Generalísimo gastaba la misma cantidad que enviaban para
el país en abrigos de pieles y caprichos de las actrices
de Hollywood.

Así surgió una fuerte
discordia entre estas dos naciones, que se arreglaron,
finalmente, gracias a Cerebrito Cabral. Ramfis murió en
Madrid en un accidente automovilístico, aunque existen
fuentes que creen que fue provocado por la CIA. Radhamés,
no se sabe bien cuál fue su verdadero fin, pero creen que
fue asesinado por la mafia colombiana o que la DEA lo
salvó de la mafia porque era su informante y le cambiaron
el rostro. Angelita estaba actualmente en Miami, profesando
arduamente una religión New Born Christian, y la Prestante
Dama, viuda de Trujillo, murió en Panamá
llevándose a la tumba los números de las cuentas en
Suiza porque perdió la memoria.

Henry Chirinos, Ministro de Gobierno de
Trujillo, un hombre bastante gordo, borracho pero fiel sirviente
del Jefe, le recomienda a Su Excelencia, que dadas las
restricciones económicas impuestas por los gringos, el
país estaba a punto de quedar en bancarrota y para
evitarlo era necesario pasar al Estado las empresas privadas.
Trujillo se negó, pues pese a haber sido un dictador, su
intención no era robarle al país, sino hacerlo
mejor y la propuesta de Chirinos provocaría la fuga de
capitales por funcionarios corruptos.

A Trujillo le importaba más ser el
todopoderoso que el dinero y se molestaba mucho cuando se
enteraba que las lacras de sus hijos o la avara de su esposa
hacían grandes transferencias de dinero al extranjero. El
Jefe amaba su país y no deseaba irse nunca de allí,
exiliado, como lo hizo Perón. Él moriría
allí. Durante su gobierno, todos tenían trabajo,
había fundado empresas y negocios para dar trabajo y hacer
progresar al país, para contar con recursos y regalar a
diestra y siniestra, y así tener contentos a los
dominicanos.

Los conspiradores continúan
esperando a Trujillo en la carretera y entre tanto, Antonio
Imbert, quien trabajaba en un negocio de la familia Trujillo.
Antonio, hace un recuento de las causas por las cuales quiere
asesinar al Chivo, entre ellas, el encarcelamiento injusto de su
hermano Segundo, quien todavía permanece custodiado,
así como el asesinato de las hermanas Maribal, a quienes
no conocía en persona, pero dado que ellas eran
subversivas al gobierno trujillista, fueron asesinadas cuando
regresaban de ver a sus esposos de la cárcel.

Las expectativas al eliminar a Trujillo
eran muy altas, pensaban que todo marcharía sobre ruedas,
pues el general José René Román, jefe de las
Fuerzas Armadas, llevaría a cabo un Golpe de Estado en
cuanto viera el cadáver del Chivo. Creían que el
pueblo se echaría a las calles a matar calies, dichosos de
haber alcanzado su libertad. El principal objetivo, era liberar
al país, después de las redadas masivas de enero de
1960, en que cayeron tantos jóvenes del Movimiento del 14
de junio, entre ellas las hermanas Maribal y sus
esposos.

La ruptura de Trujillo con su antiguo
cómplice, la Iglesia católica a partir de la Carta
Pastoral de los obispos denunciando a la dictadura. El atentado
contra el Presidente Betancourt de Venezuela en junio de 1960,
que movilizó contra Trujillo a tantos países,
incluido su gran aliado de siempre, los Estados Unidos, que, el 6
de agosto de 1960, en la Conferencia de Costa Rica, votaron a
favor de las sanciones económicas. Hacía 25
años todos creían en el Chivo el salvador de la
Patria, el que acabó con las guerras de caudillos, con el
peligro de una nueva invasión haitiana, el que puso fin a
la dependencia humillante de los Estados Unidos y que, a las
buenas o a las malas, llevó al gobierno a las cabezas del
país. Ahora era distinto, la gente ya sabía que
estaban bajo un régimen dictatorial y corrupto, pues
Trujillo les había arrebatado el libre albedrío a
todos hace ya 31 años.

La prima de Urania, Lucinda, fue a casa de
su tío y se alegró mucho de ver a Urania.
Después de 35 años de no haberla visto, estaba muy
sorprendida y le reprochaba el no haber escrito nunca. En esos
momentos, Urania recuerda cuando fue enviada con beca a Adrian,
Estados Unidos, a una escuela de monjas poco antes del asesinato
de Trujillo, y a la única persona que escribía era
a Sister Mary, quien le ayudó a conseguir la beca y
conoció su secreto. También recuerda lo mucho que
estudiaba para poder olvidar y el témpano de hielo que
representaba su carácter. Lucinda le contó a Urania
que tras la muerte del Chivo, Abbes encarceló a su padre
creyendo que él había conspirado, junto con Antonio
de la Maza y compañía, pero el senador Cabral amaba
e idolatraba el régimen trujillista, por ello, cuando fue
excluido del grupo, Cerebrito sufrió mucho.

Estuvo encarcelado hasta que Balaguer
decidió sacarlo ofreciéndole un puestecito. Su
fortuna desapareció rápido, abrieron varios juicios
en su contra por haber sido colaborador de Trujillo, pero nunca
lo hallaron culpable. Si no fuera por la pensión que
urania enviaba, hubiera tenido que vivir en un asilo de ancianos.
Por su parte, Urania estudió en Harvard derecho y
después trabajó para el Banco Mundial.
Rechazó una propuesta de matrimonio de un colega suyo y
actualmente era soltera, pues a Urania le molestaban los hombres.
Lucinda, invita a Urania a cenar a la casa con su tía
Adelina, su hermana Manolita y su sobrina Marianita.

En una reunión social con el
Generalísimo, asistieron Simón Gittleman y su
esposa Dorothy, un ex marine que vive en Ciudad Trujillo y es
gran amigo del Jefe. Allí comentaron que Cerebrito Cabral
había caído de la gracia del Benefactor porque
éste estaba poniendo a prueba su fidelidad y entrega,
así como para probarle que todo lo que tenía y todo
lo que era se lo debía a Él. Esto se lo
hacía con frecuencia a sus colaboradores, pues desconfiaba
de todos, pero después, los volvía a
cobijar.

Simón Gittleman le pregunta a
Trujillo cuál ha sido el mayor reto de su gobierno,
éste contesta que fue la invasión haitiana, la
matanza injusta y cruel de muchos haitianos para salvar a la
República Dominicana de los negros.

Mientras espera a que pase el coche de
Trujillo, Salvador Estrella Sadhalá, alias el Turco,
medita acerca de sus razones para asesinar a Trujillo. Salvador
era de origen libanés pero devoto católico y estaba
muy molesto por los ataques y hostigamiento del régimen en
contra de la Iglesia católica, en especial, en contra de
los dos obispos extranjeros, quienes se vieron obligados a
ocultarse en el convento de monjas de Santo Domingo para
protegerse de los constantes acosos de Abbes. Cuando Salvador
manifestó su odio por Trujillo, uno de los curas lo
llevó con el obispo italiano que le enseñó
una cita de Santo Tomás de Aquino, avalando el
tiranicidio.

Por fin pasó el coche de Trujillo y
la persecución inició. Los conspiradores iban en un
coche veloz, adquirido especialmente para este día. Los
que interceptarían el coche del Chivo no lo hicieron, pero
éstos después pasaron en donde se daba la balacera,
y en la confusión de que podían ser calies, les
dispararon a sus hombres, hiriendo a Pedro Livio. El Chivo
había muerto, lo habían logrado y ahora
tenían que ir con Pupo Román para que iniciara el
Golpe.

En casa de la tía Adelina, no
faltaron los reproches para Urania. Recordaron cuando
comenzó la desgracia de su padre. Una mañana,
salió en el periódico una carta en contra de
Cerebrito Cabral, denunciando desvío de fondos
públicos cuando éste era Ministro de Obras
Públicas. Cerebrito no comprendía por qué lo
inculpaban y creía que podrían ser Chirinos o
Abbes, los que conspiraban en su contra. Los calies lo
seguían por todas partes, sus cuentas bancarias fueron
congeladas y nadie lo recibía porque era un apestado. La
única esperanza que le quedaba para socavar dicha
situación era hablar con uno de los mejores amigos de
Trujillo, Manuel Alfonso, un ex modelo de Colgate que
vestía a la moda al Jefe y le llevaba mujeres para el
placer del Benefactor.

La tía Adelina le reprocha a Urania
haber abandonado a su padre, sin escribirle una sola carta o
venir a visitarlo aún cuando enfermó gravemente.
Urania sólo dice que su padre era un hombre malo y que el
dinero que le envió para sus estudios, lo hizo para tratar
de comprarla.

Trujillo fue a ver a su presidente
fantoche, el Doctor Balaguer para preguntarle por qué
había dejado salir a Urania Cabral del país, pero
Balaguer asumió que ella tenía permiso de hacerlo
cuando Trujillo no contestó su memorándum avisando
la salida de la hija de Cerebrito. Balaguer era doctor en letras,
hombre culto, instruido, con tono de docente y palabras letradas
en sus discursos. Para Trujillo, él siempre fue el
colaborador más misterioso, pues pese a que el Benefactor
tenía un sentido agudo para descubrir las intenciones y
ambiciones de los demás.

Balaguer parecía no sentir nada de
ello, no tenía mujer, amante, hijos y ahorros.
Había trabajado en los puestos que Trujillo le asignaba
pero sin mayor ambición. Tenía fama de ser
católico, y dado su comportamiento sencillo,
parecía beato culto, pero Balaguer no tenía
vocación para ser sacerdote, sino político. Siempre
estuvo al lado de Trujillo y es el colaborador en quien
más ha confiado, por ello es el Presidente fantoche. En su
reunión, Trujillo le consulta acerca de las relaciones con
la Iglesia y si éstas parecen mejorar, asimismo le
pregunta si sabe algo acerca de una nueva conspiración
para asesinarlo, pero Trujillo no puede desconfiar de los ojos
amables y fieles de Balaguer.

Pedro Livio, uno más de los
conspiradores, quien iba en otro coche que interceptaría
al del Chivo, resultó herido por error durante la
balacera. Cuando todo terminó, pusieron el cadáver
de Trujillo en la cajuela y a Pedro Livio lo subieron al coche
para llevarlo con un doctor en casa de Juan Tomás
Díaz. Dada su grave condición, lo llevaron al
hospital. Después de poco tiempo, apareció Johnny
Abbes, quien interrogaba al herido a base de apagar cigarrillo en
su cara para averiguar quiénes estaban involucrados en el
complot. Pedro Livio denunció a Antonio Imbert, Antonio de
la Maza, a Pupo Román y al propio Balaguer. Esto
desconcertó en sobre medida a Abbes y a los calies
presentes. El jefe del SIM ordenó cerrar las carreteras e
iniciar la cacería de traidores.

Asimismo, Abbes deseaba saber el paradero
del cuerpo de Trujillo y Livio le indicó que lo llevaban
para enseñárselo a Pupo Román. Pedro Livio
sintió que moría y quedó en coma. Abbes
ordenó a los doctores que lo mantuvieran vivo.

Urania continúa relatando la
razón por la cual ha dicho que su padre es un hombre
malvado y vil. Cuando Cerebrito Cabral se entrevistó con
Manuel Alfonso, el amigo entrañable de Trujillo, le dijo
que hablaría con el Jefe de su caso. Después de
haber hablado con el Generalísimo, Manuel Alfonso fue a
casa de Cerebrito para contarle sobre su entrevista, y al ver a
Urania se le ocurrió que ella podría acostarse con
Trujillo, como ofrecimiento de su ser más preciado al
Benefactor para que éste lo perdonara y comprendiera, con
este acto de generosidad y entrega, la lealtad que le tiene y ha
tenido siempre. Al día siguiente, el padre de Urania le
propuso a su hija asistir a una "fiesta" al rancho de Trujillo,
en San Cristóbal, y Urania, quien confiaba ciegamente en
su padre, creyó que accediendo, sería la mejor
manera de ayudar a su pobre padre de la desgracia.

Cuando llevaron a Pedro Livio al hospital,
Amadito, el Turco y Antonio Imbert fueron con un tío de
este último para atender las heridas que habían
recibido a raíz de la balacera. Amadito tenía el
tobillo destrozado y se refugió en una pequeña
finca, propiedad de un amigo del doctor Barreras, quien los
atendió. Permaneció allí 3 días
aislado y sin noticias. El día que Toño
Sánchez, su protector, le llevó comida, le
comentó las nuevas malas: buscaban a los implicados por
todas partes, Pedro Livio estaba preso y los había
delatado. Toño, transportó clandestinamente a
Amadito para llevarlo a casa de una tía, pero al poco
tiempo de haber llegado, fueron delatados y la casa estaba
rodeada por calies. Amadito, quien no se había sentido
tranquilo desde el día en que lo obligaron a matar al
hermano de Luisa hasta el día en que mató a
Trujillo, salió con una pistola en la mano y
comenzó a disparar. Su cuerpo fue acribillado y expuesto
en la plaza, mientras que su tía, también fue
asesinada y los calies saquearon y destruyeron toda su
casa.

La noche en que iban a matar a Trujillo,
éste se dirigía a su casa en San Cristóbal
para encontrarse con una muchacha de 17 años, Yolanda
Esterel. Trujillo estaba muy ansioso por llegar allá, pues
durante el día había tenido varios sucesos
vergonzosos debido a su incontrolable y traidora vejiga, que lo
evidenciaban cuando su pantalón se manchaba. Por la tarde,
el Benefactor visitó a su madre, como era su costumbre
todos los días. Allí le solicitó a Abbes
García averiguar el responsable de haber retenido el
permiso de salida de Urania Cabral. Posteriormente, subió
a su coche en compañía de Pupo Román para
reprenderlo fuertemente por las malas y poco sanitarias
condiciones en las que tenía las Fuerzas Armadas,
humillándolo y abandonándolo en medio de la
carretera y el fango. Finalmente, rumbo a su rancho en San
Cristóbal, se detuvo en casa de una antigua amante, pero
como ésta clamaba estar en su regla, Trujillo, asqueado,
se marchó con rumbo definido a San Cristóbal.
Pronto fue emboscado por sus verdugos que lo esperaban en la
carretera.

Antonio de la Maza, el Turco y Juan
Tomás Díaz, esperaban que Pupo Román, junto
con las Fuerzas Armadas, llevar a cabo el Golpe de Estado, pero
conscientes de que éste los había traicionado,
determinaron que debían esconderse de Abbes o morir en
plena lucha. Antonio de la Maza sugería ir al Palacio
Municipal y morir luchando, pero nadie lo apoyó y
determinaron esconderse en casa de un médico
apolítico, hermano de otro conspirador que residía
en Estados Unidos. Éste les dio asilo en su tapanco y
Antonio de la Maza se lamentaba de estar oculto en lugar de
luchar. Finalmente, decidieron marcharse porque ponían en
peligro la vida del doctor que los refugió y de su esposa
embarazada, así que Estrella Sadhalá se
marchó al tercer día, durante el atardecer y De la
Maza y Juan Tomás tomaron un taxi sin rumbo, pero pronto
fueron descubiertos por los calies y murieron durante una
balacera en el parque.

Cuando Pupo Román se quedó
solo, en medio del fango y en la carretera, después de que
el Jefe lo había reprimido fuertemente por las aguas
sucias en las Fuerzas Armadas, se sintió más
humillado que nunca, pues recordaba que Trujillo siempre lo
hacía sentirse así y éste ejercía un
poder temerario sobre él. Una vez en su casa, alguien lo
llamó alarmado por la ventana, era Navajilla, ex jefe del
SIM, quien casualmente había pasado por la carretera en
donde asesinaron a Trujillo y fue testigo de la balacera en
contra del Jefe. Pupo tenía, prácticamente, todo
listo para llevar a cabo el Golpe de Estado, sus subordinados
sólo esperaban a que diera las órdenes para
comenzar con el plan: arrestar a los Trujillistas, a Abbes
García, tomar el poder y ser el nuevo presidente. Sin
embargo, no hizo nada, se acobardó, le faltó valor,
no tuvo los pantalones para hacerlo. Fue perdiendo poder conforme
pasaban las horas y dado que Pedro Livio lo había
delatado, fue tomado prisionero. Ramfis lo sometió a
fuertes torturas durante cuatro meses hasta que ya no
aguantó más y murió: golpes, electroshocks
en silla eléctrica, comer mierda, cortarle sus
testículos y hacérselos comer, entre
otras.

Salvador Estrella Sadhalá, el Turco,
se entregó cuando le informaron que los calies
habían irrumpido en su casa y arrestado a su esposa. Lo
llevaron a la casa en la colina, donde sufrió torturas
semejantes a las de Pupo Román. En la celda, estuvo
acompañado por Modesto Díaz, hermano de Juan
Tomás, Pedro Livio, Fifí Pastoriza, Huáscar
Tejeda y Tunti Cáceres, sobrinito de Antonio de la Maza.
Durante 3 meses estuvieron presos en la Victoria. Cuando pensaban
que ya no saldrían vivos de allí, llegaron las
esperanzas, pues en los periódicos salía que
Estados Unidos y Venezuela exigían juicios justos para los
presos políticos, así como diversas protestas de
Derechos Humanos. Durante su encierro, se enteraron que Antonio
de la Maza y Juan Tomás habían muerto luchando y
que el padre de Antonio estaba muy orgulloso de su hijo de que
así lo hubiera hecho. Sin embargo, el Turco sufrió
mucho cuando su padre lo negó y lo culpó de
traición cuando éste fue a verlo a la cárcel
en compañía de Ramfis Trujillo, no obstante, rezaba
constantemente, como era su costumbre, pidiéndole a Dios
por su esposa y sus hijos.

Un día, decidieron llevar a los
presos al palacio de Justicia con el pretexto de que
reconstruirían los hechos del crimen para ser enjuiciados
debidamente, sin embargo, tanto el Turco como Modesto
Díaz, sabían que dicha salida extraordinaria era
para matarlos. El director de la cárcel Victoria los
escoltaba junto con otros 3 soldados jóvenes que se
veían nerviosos por custodiar presos tan importantes. Al
llegar a un punto solitario de la carretera, el director de la
cárcel asesinó a los tres soldados. Pronto se
encontraron con Ramfis, Pechito León Estévez,
Pirulo Sánchez y 2 o 3 desconocidos. Primero acribillaron
a Pedro Livio, después arrastraron a los cocoteros a Tunti
Cáceres, quien antes de caer insultó a Ramfis,
luego fue el turno de Modesto Díaz, quien gritó
¡Viva la República! antes de morir y finalmente,
llegó el turno del Turco, quien daba gracias a Dios por la
paz que le daba en esos últimos momentos.

Cuando el hábil doctor Balaguer
recibió la llamada de Pupo Román para reunirse en
el cuartel de las Fuerzas Armadas, comprendió lo que
estaba pasando y previendo un Golpe de Estado, se negó a
ir al cuartel. Pensó que Pupo Román se había
alentado y no actuaba convenientemente, así que le
correspondía ahora a él llevar a cabo una
transición democrática para evitar una
invasión de los marines, o una desestabilización
fuerte de poder. El presidente fantoche, hábil y
educadamente tomaba acciones. Primero cito a la familia Trujillo
y Abbes García en su oficina para discutir lo que iba a
ocurrir ahora. Abbes reclamó que Balaguer no debía
ser presidente y sugirió que entrara alguien de la familia
en su lugar, pero dado que Ramfis todavía no llegaba de
París, la Prestante Dama apoyó a
Balaguer.

Cuado Ramfis regresó a
República Dominicana, acordó con Balaguer que
él seguiría como presidente para no provocar una
invasión de los gringos, pero entre tanto, Ramfis se
encargaría de encontrar a los asesinos de su padre y
vengar su muerte. Por otro lado, Balaguer también
aseguró su permanencia en el poder sobornando a la viuda
de Trujillo, quien era avara y confiaba en el presidente fantoche
porque éste se encargó de transferir altas sumas de
dinero a sus cuentas en el extranjero. Balaguer mejoró las
relaciones con el clero y pidió una disculpa formal al
sacerdote Reilly, quien fue secuestrado y torturado por Johnny
Abbes después del asesinato de Trujillo. Asimismo,
mejoró al relaciones con Estados Unidos, quienes apoyaban
este nuevo gobierno, no obstante, todavía no estaba libre
de sanciones, las cuales serían erradicadas cuando
República Dominicana demostrara ser democrático.
Después de 4 meses, cuando parecía que el
país se desmoronaría tras la muerte del Benefactor,
surgieron varios grupos de oposición, entre ellos, los del
movimiento del 14 de junio.

Se manifestaban en las calles, retiraban
monumentos y estatuas de la familia Trujillo. Balaguer
cambió los nombres de muchas calles que estaban bautizadas
con nombres de la familia del Chivo, así como regresar a
la capital su nombre original: Santo Domingo en lugar de Ciudad
Trujillo. Los que más lo acosaban eran los de derechos
humanos, quienes pedían y exigían juicios justos
para los presos políticos. No obstante, en dicho rubro,
Balaguer tenía las manos atadas, pues Ramfis no
descansaría hasta no ver a los asesinos de su padre
muertos. El cónsul estadounidense le precisó a
Balaguer que para eliminar las sanciones políticas
impuestas por la OEA era necesario que no quedaran vestigios de
Trujillo, y por tanto, debían marcharse al extranjero toda
la familia. Ramfis no se había marchado aún porque
todavía faltaban por encontrar dos implicados en el
asesinato de su padre, pero comprendía que sus tíos
causaban desestabilidad en el país, y de no haber sido por
él, tal vez hubieran cometido una tontería y el
país hubiera sido invadido por los marines. El
cónsul estadounidense le confirmó a Balaguer que
Kennedy estaba preparado para enviar barcos a República
Dominicana si se presentaba un Golpe de Estado. El día en
que la familia Trujillo asesinó a los culpables de manera
clandestina, los hermanos de Trujillo irrumpieron en la oficina
de Balaguer con armas, exigiendo que éste dejara el poder,
sin embargo, Balaguer les enseñó por la ventana los
buques norteamericanos y les ofreció unos cuantos millones
de dólares para solucionar el conflicto y su exilio de la
manera más pacífica.

El cónsul Calvin Hill
compareció de inmediato, encantado de que las cosas se
arreglaran con buena voluntad y sin derramamiento de sangre.
Balaguer estaba preocupado por el asesinato de los presos
políticos pero pensó que habría tal
explosión de exultación y alegría con la
partida de los Trujillo que poca gente recordaría el
asesinato de los 6 prisioneros cuyos cadáveres
jamás aparecieron. Al padre de Urania, el senador Cabral,
lo sacó de la cárcel, pues Abbes lo había
aprehendido por pensar que también estaría
involucrado en el complot, y le ofreció un puesto de
asesoría jurídica. A Johny Abbes le pidió su
renuncia, pues tendría muchos enemigos que lo
buscarían para eliminarlo, y lo envió a
Japón de embajador. En consejo de Ministros, pidió
acuerdo unánime del gabinete para una amnistía
política general, que vaciara las cárceles y
anulara todos los procesos judiciales por subversión.
Entonces el Doctor Tabaré Álvarez Pereyra, su
ministro de Salud, le hizo saber que desde hacía 6 meses
tenía escondido en casa al fugitivo Luis Amiama
Tío, dentro de un clóset en su casa. Balaguer
encomió su espíritu humanitario y en persona, le
rindió respeto y gratitud por los altos servicios
prestados a la Patria.

Antonio Imbert permaneció en casa de
su primo un día más después de que Amadito
se fue; después fue a casa de su tía Gladis, quien
le dio asilo por una noche pero a la mañana siguiente tuvo
que marcharse porque los calies habían arrestado a Manuel
y no tardarían en llegar a casa de Gladis. Después
de deambular en las calles recordó a su Ortodontista,
quien lo acogió varias horas para pensar con quien
iría después, hasta que se le ocurrió
llamarle a un tal Rainieri, hijo de italiano, cuya esposa era muy
amiga de Guarina, su mujer. Al llamarlo, la esposa del dentista
se hizo pasar por su esposa Guarina y Rainieri comprendió
inmediatamente quién llamaba, pues Guarina estaba con
ellos, así que envió un chofer a recogerlo por la
noche. Después de ver a su mujer en casa de los Rainieri,
lo llevaron a casa de un matrimonio diplomático italiano,
los Cavaglieri, quienes se ofrecieron a ayudar a Imbert sin
objeciones, a cambio de que no revelaran a nadie su identidad.
Estuvo oculto en el Pent-house de los Cavaglieri por los 6 meses
que pasaron antes de que proclamaran Amnistía. Allí
tenía un cuarto para él solo y ayudaba con la
limpieza de la casa. Cuando los Trujillo se marcharon, Imbert
salió de su escondite y Balaguer lo llamó, junto
con Amiama (a quien nunca antes había visto en persona)
para proclamarlos héroes. De allí fueron a visitar
a las viudas de los desaparecidos.

Urania continúa narrando la historia
que la hizo marcharse de República Dominicana. Manuel
Alfonso fue a recogerla a su casa. Su padre sugirió que si
no se sentía cómoda en ir, podría negarse,
pero ella, confiando que su presencia en la fiesta del
Generalísimo sería de gran ayuda para su padre y
sin sospechar las verdaderas intenciones, accedió a ir.
Cerebrito no podía mirarla a los ojos cuando Urania se
fue.

Durante el camino a San Cristóbal,
Manuel Alfonso comentaba que Trujillo era muy gentil con las
muchachas y que debería de sentirse privilegiada de poder
estar en presencia de Su Excelencia. Al llegar a casa del Chivo,
cayó en razón de que no había ninguna fiesta
y de que tendría que pasar la noche con el Benefactor.
Urania tenía tan sólo 14 años y Trujillo era
mayor de 70.

Ella tuvo que someterse a los caprichos del
Generalísimo, quien no pudo tener sexo con ella porque no
podía en ese momento, así que enfadado por su
impotencia, la obligó a besarlo y después la
violó con sus manos, gritándole cosas horribles que
la hacían pensar que la mataría. Afortunadamente,
Trujillo la corrió de su casa y un chofer la llevó
al convento de Santo Domingo, en donde Sister Mary puso todo en
marcha para que ella no tuviera que regresar a casa de su padre y
pudiera marcharse a los Estados Unidos a estudiar, becada por las
monjas. Desde entonces, no ha podido estar con ningún otro
hombre, todos le producían asco.

La tía Adelina estaba asombrada por
el relato y le pedía a su sobrina que perdonara a su
padre, que dejara de vivir en el odio y tuviera una actitud
cristiana hacia el viejo. Urania siente que se ha quitado un peso
de encima, pues desde Sister Mary no había contado dicha
historia, pero ahora sólo deseaba marcharse a Nueva York,
volver a trabajar arduamente para no recordar y olvidar lo peor
de la dictadura de Trujillo.

Personajes

URANIA CABRAL: Personaje principal, hija
del senador Cabral, una importante ficha dentro de la dictadura
de Trujillo. Profundamente lastimada y marcada de por vida por lo
que le ocurrió en su adolescencia; llena de rencor y odio
hacia su padre; trabaja todo el día sin descanso para
mantener su mente ocupada y olvidar su pasado.

RAFAEL TRUJILLO: Personaje principal.
Dictador de República Dominicana por 31 años.
Hombre obsesivo por la limpieza y el orden; nunca sudaba y su
mirada era tan penetrante, que podía someter a cualquiera.
Todos le temían y le profesaban un gran respeto y
admiración.

DOCTOR BALAGUER: Presidente fantoche, de
carácter dócil, misterioso, calmado, nunca
perdía el control, al parecer sin ambiciones y fiel a
Trujillo. Personaje secundario. Hombre bien educado en letras,
con vocación de político.

SANTIAGO ESTRELLA SADHALÁ: Personaje
secundario. Uno de los asesinos de Trujillo. Muy católico
y el mejor amigo de Antonio Imbert.

ANTONIO DE LA MAZA: Personaje secundario.
Uno de los asesinos de Trujillo quien conocía todos los
nombres de los involucrados en el complot. Se sentía
amargado y deprimido a raíz de la muerte de su hermano
Tavito y a la vez, sentía un profundo rencor, traducido en
odio hacia Trujillo. Luchador y de carácter
valiente.

ANTONIO IMBERT: Personaje secundario. Uno
de los perpetradores de la muerte de Trujillo y uno de los
sobrevivientes después de la persecución intensa
por encontrar a los asesinos del Jefe. Mejor amigo del Turco. Se
había unido a la conspiración, no porque hubiera
sufrido directamente una pérdida, sino por sus ideales y
el asesinato de las hermanas Maribal, por el cual se
sintió profundamente afectado.

JOHNY ABBES GARCÍA: Personaje
secundario. Director del Servicio de Inteligencia Militar durante
la era de Trujillo. De carácter sanguinario y
sádico, siempre ideaba las torturas más originales
y crueles para perpetuar sus asesinatos en contra de todo aquel
que no apoyara al régimen.

Conclusión

La historia nos deja claro los errores que
el pueblo engañado y enceguecido como lo hicieron, Adolfo
Hitler, Benito Mussolini, Fidel Castro, Alfredo Stroeessner,
Augusto Pinochet, Leónidas Trujillo, Hugo Chávez,
Vladimir Putín y demás, han sido el producto no
sólo de situaciones de severas crisis sociales y
económicas en sus respectivos contextos, sino insisto del
engaño y la ilusión de mejores tiempos y un mejor
país. Todos sabemos las consecuencias y en que terminaron
estos "populares" líderes.

Además una característica y
común denominador de estos líderes lo constituye el
hecho de estar llenos de odios, pasiones y una vez llegados al
poder convierten su acción política es una especie
de religión, que asume en ciertos casos una especie de
fundamentalismo que se traduce en persecución, destierro,
y muertes innecesarias.

Conflicto entre la Iglesia y Ciudad
Trujillo…

Ciudad Trujillo durante su mandato;
tenía graves problemas con la Iglesia después de un
levantamiento que surgió el 14 de junio de 1959.
Perón le habría advertido que debía temerle
a la Iglesia y mejorar sus relaciones con ésta, pues lo
sacarían del poder, así como a él. Aparte
del medio educativo, el trujillismo ideológico se
valió de la iglesia, a la cual manipulaba mediante el
patrocinio de edificaciones eclesiásticas y del respaldo
que le dio a la clerecía trayendo misiones de religiosos
extranjeros con las cuales reforzaba el catolicismo dominicano,
la dominicanización de la frontera y la hispanidad, ya que
los misioneros, en su gran mayoría, procedían de
España.

El futuro de los obispos que estaban
provocando revueltas, las medidas a tomar: eliminarlos o
deportarlos, tal y como lo hizo Fidel. Trujillo decide esperar
antes de tomar acciones en contra de la Iglesia. La
situación se tornó mucho más delicada para
la tiranía cuando el clero cambió su
oposición a partir de la llegada del nuevo Nuncio Papal,
Arzobispo Lino Sanani, quien se había destacado en
Argentina por su lucha contra el régimen de Domingo
Perón.

La iglesia enfrentó la
tiranía el 31 de enero, justificaba sus intenciones
homicidas como un tiranicidio, el cual, según un obispo
italiano, basándose en Santo Tomás de Aquino,
permitía el tiranicidio cuando la persona en
cuestión, era la Bestia misma que sometía a un
pueblo entero, la Iglesia católica a partir de la Carta
Pastoral de los obispos denunciando a la dictadura leída
en todos los templos en que se manifestaba su oposición a
las represiones políticas y el rompimiento de la alianza
que habían mantenido con el tirano. El dictador
reaccionó airado, Trujillo profirió insultos en
contra de los religiosos y organizó turbas que se dieron
la tarea de agredir verbal y hasta físicamente a los
sacerdotes y a templos religiosos.

 

 

Autor:

Brenda L.
Velázquez

Profesor. Vázquez
Rodríguez

"Trabajo presentado como requisito parcial
para el ESPANOL 250"

Escuela de Estudios
Profesionales

Programa Ahora

Universidad del Turabo

Partes: 1, 2
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