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Formación de la solidaridad como valor moral en la escuela primaria bolivariana Andrés Bello (página 2)




Enviado por Célica Silva



Partes: 1, 2, 3, 4

En consecuencia, el estudio y análisis de los
valores como fundamentos del desarrollo social, ha recibido hasta
ahora un tratamiento deformante e ineficaz. Tal situación
no se concibe como función en lo educativo, ni como causa
en lo social. Ahora bien, sobre la base de este particular
Fuentes de Arias, citada por De la Torre (2009), sostiene que:
"Los defensores de la escuela como mejoramiento social, asumen
que la misma es el mejor medio para la estabilidad social, en
cuanto preserve los valores y costumbres fundamentales de la
sociedad; es decir, aquellos que le confieren identidad propia".
(p. 52)

En tal sentido, se puede inferir que la precedente
argumentación confiere al aparato escolar, un valor, no
solamente como necesario y útil, sino como imprescindible
en una sociedad que aspira o que necesita el mejoramiento de la
calidad humana de quienes la integran.

En este orden de ideas Prieto Figueroa citado por
Sánchez (2007), señala que:

(…) A nosotros nos interesa el problema del valor
para la fundamentación de una axiología educativa
que dote al educador de posibilidades prácticas; no para
enseñar los valores, sino para conducir a los alumnos a
descubrirlos y seguirlos, sin jerarquías cerradas de
valores, superados o superables por una realidad cambiante a la
orden de una educación para un porvenir que cada
día se torna más problemático, porque
perdidos los valores tradicionales, aún los educadores
"portadores de valores", no han encontrado valores que puedan
servir de guías a sus alumnos, carecen de punto de
referencia. (p. 89).

Por consiguiente, la idea de una correlación
directa y alta entre niveles de escolaridad y desarrollo cultural
no ha sido concebida formalmente a instancias nacionales. Este
aspecto debe ser considerado motivado a que es un hecho
común reconocer la efectividad de la escuela en lo
referido a la concepción y formación de conductas
socialmente adoptadas, porque tal como lo menciona Freire citado
por Mijares (2008), con conocimientos adecuados de los
obstáculos que se oponen a los ajustes individuales y a
las demandas colectivas, basadas en las necesidades funcionales
de la sociedad, "(…habrán condiciones poco a poco a
la reforma de nuestros códigos morales. (p.
48)".

De ahí pues, que un sistema o una acción
educativa, favorece y apoya la educación en valores, en la
medida que abre ante los alumnos una amplia gama de alternativas
y les ayude a través de la reflexión, la
crítica, conocerlos y valorarlos y discernir libremente;
además a pesar del riesgo, aquella que mejor se ajuste al
logro de los ideales que cada estudiante se vaya trazando. Este
hecho sitúa la escuela ante un reto importante.

En este orden de ideas, el Ministerio del Poder Popular
para la Educación (MPPE 2007), sostiene que:

Es cierto y evidente que los alumnos y alumnas, reciben
progresivamente una mayor y diversa información, a
través de los medios de comunicación que sus
conductas y valores, están con frecuencia totalmente
condicionados por elementos y experiencia ajenas al mundo
escolar. También es cierto que desde esas informaciones
externas, a las escuelas, a menudo a los alumnos, se les
bombardea con alternativas para la felicidad, que se les
presentan como valores absolutos, que muchos educadores
rechazamos por considerar alternativas interesadas, falsa y
manipuladoras; por ejemplo, la felicidad obtenida de forma
prioritaria y casi exclusiva en el éxito, en la fama, en
el consumo de marcas, en la eficacia o en el poder. (p.
31).

En el marco de este reto que se esboza anteriormente,
surge la consideración de la educación en valores
dentro del Currículo Nacional Bolivariano, como fundamento
de los ejes integradores, los cuales deben impregnar la totalidad
de la tarea educativa. En tal sentido el MPPE (2007), la
educación en valores constituye "…otros de los ejes
característicos de la educación bolivariana y a la
vez configura uno de los retos más importantes a los que
se enfrentan los educadores en la actualidad" (p. 23).

Se pretende así, recuperar el pensamiento
humanista como definidor de todo medio social, un gran reto que
debe traducirse desde la perspectiva educativa en la
integración dentro de los procesos de enseñanza y
aprendizaje de un sistema de valores morales (patriotismo y
solidaridad), compartidos sobre los cuales construir la propia
vida y el entramado social. Un nuevo sistema de valores capaza de
hacer descubrir y redimensionar la existencia, de abrir
horizontes positivos e ilusionados en la construcción de
propios y personales proyectos de vida.

En este sentido, el valor solidaridad es un eje
fundamental dentro del Currículo Nacional Bolivariano,
debido a que está relacionado con la propia existencia del
estudiante, afecta su conducta, configura y modela sus ideas,
conducta y conocimientos; este es un valor que determina u
orienta el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social,
condiciona su perspectiva y horizonte. Supone ver las cosas y a
los otros con los ojos del corazón, conlleva un
sentimiento de fraternidad, es una virtud contraria al
individualismo y al egoísmo. Se refleja en el servicio y
busca el bien común teniendo como finalidad intentar o
solucionar las carencias espirituales o materiales de los
demás.

Sin embargo, es conveniente destacar, que a
través del diagnóstico realizado, utilizando como
método del nivel empírico la observación, la
encuesta y la entrevista durante visitas intencionadas a la
Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, permite
señalar que los docentes no desarrollan acciones en la
práctica educativa para contribuir a la formación
de la solidaridad como valor moral, por otra parte se observa que
la misma presenta un desfase entre los elementos
teóricos-prácticos presentes en el proceso
educativo, razón por la cual los estudiantes en el aula
manifestaron conducta de egoísmo e individualidad
presentándose conflictos de convivencia en el
aula.

Este hecho, es claramente observable para la autora,
cuando en un primer intento por acercarse al problema,
realizó entrevistas personales con los docentes
mencionados, así como también revisó los
archivos de datos, informes entre otros, tanto en la
Secretaría Regional de Educación como en la escuela
donde se realiza la investigación detectándose en
ella indicadores asociados a la falta de supervisión,
control y seguimiento de formación del valor moral
solidaridad; que se concreticen en acciones o estrategias que
permitan determinar logros inmediatos o mediatos en los
educadores y por ende en los estudiantes.

Ante tales circunstancias, se puede inferir que existe
la necesidad de elaborar una estrategia educativa que contribuya
a la formación de la solidaridad como valor moral en la
Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, se pudo
constatar que no se ha alcanzado la ejecución de planes,
proyectos, sistematizaciones, entre otros, y en la
práctica educativa muchos educadores no asumen
adecuadamente la tarea de educar en valores y reducen su papel al
de instructores concretándose en que la formación
en valores especialmente el de la solidaridad debe estar sujeta a
una asignatura de ética que debe ser impartida por un
especialista.

En consecuencia se presenta una contradicción
fundamental
entre el deber ser y el ser de la
formación de la solidaridad como valor moral en la
educación ya que el Currículo de Educación
Bolivariana establece el valor solidaridad como eje transversal
del proceso de enseñanza aprendizaje y la realidad de la
praxis docente es otra no tomando en cuenta estrategias
inherentes a fortalecer y fomentar la solidaridad como valor
moral. Ello presupone la existencia de la siguiente
situación problemática: Las insuficiencias
en los modos de actuación de los estudiantes que denoten
el valor moral de solidaridad en su vida escolar y
cotidiana.

La situación problemática descrita
permitió determinar el siguiente Problema
Científico
: ¿Cómo contribuir a la
formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela
Primaria Bolivariana Andrés Bello?

Se asume como Objeto de Estudio, la
formación de valores y se delimita el Campo de
Acción
referido a la formación de la
solidaridad como valor moral, en atención al problema
científico, así como al objeto de estudio y campo
de acción se establece el siguiente Objetivo de la
Investigación:
Elaborar una estrategia educativa para
contribuir a la formación de la solidaridad como valor
moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.
Para el cumplimiento del objetivo de investigación y dar
respuesta anticipada al problema científico se plantean
las siguientes Preguntas Científicas:

  • 1. ¿Cuáles son los fundamentos
    teóricos que sustentan la formación de la
    solidaridad como valor moral?

  • 2. ¿Cuál es el estado actual de
    la formación de la solidaridad como valor moral en la
    Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello?

  • 3. ¿Qué estrategia educativa
    contribuirá a la formación de la solidaridad
    como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana
    Andrés Bello?

  • 4. ¿Cómo valorar la
    aplicación de la estrategia educativa para contribuir
    a la formación de la solidaridad como valor moral en
    la Escuela Primaria Bolivariana Andrés
    Bello?

Para responder a estas preguntas científicas se
determinaron las siguientes tareas investigativas, las
cuales guiaran el desarrollo de la
investigación:

  • 1- Determinación de los fundamentos
    teóricos que sustentan la formación de la
    solidaridad como valor moral.

  • 2- Diagnóstico actual de la
    formación de la solidaridad como valor moral en
    Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

  • 3- Elaboración de una estrategia
    educativa para contribuir a la formación de la
    solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria
    Bolivariana Andrés Bello.

  • 4- Valoración de la estrategia educativa
    para contribuir a la formación de la solidaridad como
    valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés
    Bello.

De igual forma, para el logro de las tareas
investigativas se utilizaron métodos del nivel
teórico y empírico
:

Dentro de los métodos del nivel
teórico:

Histórico-lógico en la
investigación para conocer las distintas etapas de la
formación de valores en su sucesión
cronológica, así como también para conocer
la evolución esencial de la solidaridad como valor
moral.

Analítico sintético se
aplicó para descubrir, conocer y profundizar en la esencia
de la formación de la solidaridad como valor moral en la
Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, de igual forma
permitió a través del análisis descomponer
el objeto de estudio en sus partes para luego establecer la
unión e integración en un todo de las mismas por
medio de la síntesis.

Inductivo-deductivo, para estudiar la
formación de valores como elemento general establecido, lo
cual permitió formular conclusiones sobre la
formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela
Primaria Bolivariana Andrés Bello.

Modelación se aplicó en la
estructuración y elaboración de la estrategia
educativa para contribuir a la formación de la solidaridad
como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés
Bello.

Enfoque Sistémico permitió
determinar el diseño de la investigación y la
elaboración de la estrategia educativa para contribuir a
la formación de la de la solidaridad como valor moral en
la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

Los métodos empíricos empleados en
la investigación fueron los siguientes:

La observación estructurada y directa: se
empleó para determinar el diagnóstico inicial del
estado actual de la formación de la solidaridad como valor
moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.
Para ello se elaboró una guía de observación
no participativa, la cual se le aplicó a estudiantes,
docentes y directivos de dicha institución educativa para
constatar los modos de actuación de los mismos.

La entrevista: permitió conocer puntos de
vistas, opiniones y contradicciones entre el ser y el deber ser
de la formación de la solidaridad como valor moral en la
Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, así como
también para determinar el grado de conocimiento sobre el
mismo y las actitudes relacionadas a dicho valor, lo que
implicó la aplicación de una entrevista dirigida a
docentes, directivos, padres y representantes de la
institución.

La Encuesta: se aplicó un cuestionario
para conocer la opinión de los estudiantes, docentes y
directivos sobre la formación de la solidaridad como valor
moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés
Bello.

Métodos estadísticos, se emplearon
para procesar los datos a través del análisis
estadístico de los hallazgos encontrados, a través
del porcentaje.

En esta investigación la población
estuvo conformada por directivos, 13 docentes de aula y 505
estudiantes de la Escuela Primaria Bolivariana Andrés
Bello. Se seleccionó como muestra intencional los
estudiantes de 6to grado, los cuales están distribuidos en
tres secciones, conformadas por 30 alumnos cada una de ellas,
para un total de 90 niños y niñas, 3 docentes y 6
directivos para un total de 99 sujetos de estudio a los cuales se
les aplicaron los métodos empíricos. Es importante
mencionar que se seleccionó esta escuela como estudio
piloto por la experiencia de la autora al desempeñarse
como directora de la misma.

La validez del estudio está dada por la
aplicación de una prueba piloto como aporte al
conocimiento científico, donde se aspira que los
resultados de esta investigación sean evidenciados como
alternativa viable, para fortalecer la solidaridad como valor
moral en las escuelas de educación primaria bolivariana
del Estado Apure.

La significación práctica, radica
en la estrategia educativa para contribuir a la formación
de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria
Bolivariana Andrés Bello, la misma contiene elementos
teóricos y prácticos que elevan el nivel de calidad
de la formación de dicho valor. Esta es un aporte
práctico que tiene como propósito fundamental, la
proyección del proceso de transformación del objeto
de estudio desde un estado real hasta un estado deseado, que
condiciona todo el sistema de actividades y recursos a emplear
para alcanzar los objetivos del máximo nivel. En cuanto a
la novedad científica consistió en
realización de una estrategia educativa, la cual va a
incidir sobre el desarrollo y calidad del proceso de
enseñanza y aprendizaje en la Escuela Primaria Bolivariana
Andrés Bello, contribuyendo a la formación de la
solidaridad como valor moral basado en el deber ser de lo
establecido en las directrices del currículo nacional y la
praxis pedagógica, permitiendo un desarrollo integral de
todos los miembros involucrados en el mismo especialmente de los
estudiantes.

Con respecto a la organización del informe
escrito, se tomó en cuenta los lineamientos del Ministerio
del Poder Popular para la Educación (MPPE) y el Instituto
Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC),
quedando estructurado de la forma siguiente: Una
introducción que hace referencia al Diseño de la
Investigación. La significación práctica y
la novedad científica.

El capítulo I, esboza la fundamentación
teórica del problema, el cual incluye los antecedentes
históricos, fundamentos teóricos,
caracterización contextualizada del problema y de la
formación en valores con énfasis en la solidaridad
como valor moral. Capítulo II, contempla el
diagnóstico actual de la formación de la
solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana
Andrés ello, valoración de los resultados de
investigación, continua con la propuesta de la estrategia
educativa.

Finalmente, se hace referencia a las conclusiones,
recomendaciones y bibliografía consultada, más los
anexos.

CAPÍTULO I

Referentes
teóricos que sustentan la solidaridad como valor
moral

En este capítulo se presentan los fundamentos
teóricos de la investigación; está
estructurado en epígrafes, el primero abarca los valores
morales, segundo epígrafe, se refiere a la solidaridad
como valor moral, tercero los antecedentes históricos de
la solidaridad como valor moral eje integrador dentro del
Currículo Nacional la Educación en valores y
finalmente se presentan las conclusiones parciales.

1.1 Los Valores Morales

Cuando la educación de valores es asumida como un
proceso formativo integral y su concreción se advierte en
el entorno multidimensional de la instrucción, la
educación y el desarrollo; los valores adquieren tal
magnitud que pueden considerarse importantes bases socio
filosóficas de la educación. Este criterio es
teóricamente refrendado en las obras de los
epistemólogos Rogelio. Medina Rubio (1998), Teófilo
Rodríguez Neira (1998) y Lorenzo García Aretio
(1998).

Existe un consenso de que la educación, con la
multiplicidad de métodos, procedimientos, actividades y
núcleos teórico-metodológicos que la
sustentan, está inmersa y fundamentada en un sistema de
valores. Este es un juicio firmemente establecido por la
teoría y la praxis educacionales. Tal correspondencia es
apreciable en el plano del cambio educativo como agente causal o
resultante de la variabilidad axiológica, o sea, el cambio
que se produce en cualquier dimensión del proceso
pedagógico engendra ineluctablemente una variación
y en sentido contrario, cualquier cambio operado en el sistema de
valores, genera modificaciones en la naturaleza del sistema
educativo. Esta relación es perceptible en el conjunto de
aspectos que conforman la realidad educacional, cuya
progresión al perfeccionamiento proyecta la necesidad de
mantener control y estímulo sobre el orden de los valores
que cimienta la estructura del sistema. No obstante:

Blanchard (2008), manifiesta que el valor "es aquella
cualidad que permite evaluar la bondad de una cosa, su capacidad
de transcender en un ámbito determinado y en cualquier
plano que se presente" (p. 22). Es importante tomar en cuenta el
carácter de evaluación que encierra cada valor,
esto depende de cada sociedad, de su tiempo y las circunstancias
que lo rodean. Al respecto Bruner citado en Torrance (2006),
indica que la ideología configura cada valor. El valor es
por lo tanto el medio para demostrar el proyecto de algo,
dependiendo del elemento subjetivo predominante en un grupo,
individuo o sociedad. Sólo cuando los valores se encarnan
en algo o alguien son reales y válidos, es entonces cuando
forman vida, se personalizan se desea algo y se lucha por ese
fin.

Según Carrero (2007), cuando el valor toma
sentido, inspira la conducta, la vida toma rumbo encaminado por
la recta de la motivación hacia algo; ese algo que llena
de inspiración y empuje hacia su realización o
materialización en su forma expresiva, con un estilo
específico de ese valor o valores, dinamiza o enlaza los
actos con el objetivo de lograr sus fines. Se aspira a ese ideal
de perfección en cualquier aspecto de la vida, la cual
está configurada por características bien
disímiles ya que el ser humano es un conjunto de
experiencias merecidas por influencias políticas,
económicas, religiosas y culturales, cuyas variables
forman por una parte la grandeza de la vida y por la otra
presentan a veces las disyuntivas de la selección y
categorización que debe la persona realizar para definirse
por los valores fundamentales que deben configurar un tipo de
personalidad.

Así como también señala el
mencionado autor, para que estas características se hagan
realidad, tienen que ser el producto de una constante, una
actitud permanente de madurez, que es el fruto de la experiencia
del individuo, más que de un hecho hereditario. Cuando se
configuran las actividades, ideas o esquemas y se hacen estables,
una tendencia hacia la realización permanente, se
está ante la posible adquisición de un valor, que
trasmitirá características especiales a la persona
y esta proyectará, indudablemente esas cualidades que
forman parte esencial de su existencia, el medio social donde se
desenvuelve y su protección trascenderá
obligatoriamente, influenciando a quienes reciben dicha
protección; ese es el caso de un educador, el espejo donde
los estudiantes se mirarán y la vida de ellos será
el mejor reflejo de lo que éste les
enseña.

Así lo sustentan las teorías
contemporáneas, donde se considera el modelaje, es decir,
la observación del comportamiento de otras personas, como
el indicio que el individuo adquiere, patrones y respuestas
intrínsecas, simplemente por medio de la
observación si el modelo es apropiado. Las respuestas
emocionales pueden ser consideradas por la observación,
gracias a las reacciones afectivas desencadenas por los
modelos.

Al respecto Bandura citada por Romero (2009), en una
mezcla de conductismo, cognitivismo y teoría social, lo
demuestra sin seguir en forma tajante la fórmula
estímulo respuesta, sino inclinado hacia la
observación del individuo. Si ésta teoría es
válida para el proceso de enseñanza y aprendizaje,
la imitación se dará en forma más
contundente, ante la captación de la vida misma, y de la
actividad del ser humano la importancia que encierran los valores
en la vida del docente con relación a sus alumnos, es de
trascendencia invalorable.

Según Torrance (2006), y otros, sostienen que el
docente no puede jugar ya con el criterio tradicional, yo soy
así, porque un docente tiene que ser como debe ser, lo que
permite traer a colación la frase que se repite sobre el
ser y el deber ser descrito en programas, discursos, planes y
diseños donde en la mayoría de los casos, todo
queda en el papel; ahora bien, analizando el ser y
aplicándolo en primer lugar a los elementos esenciales del
currículo (el docente y el alumno); el deber ser es el
perfil que deben tener estos a la espera de hacerse
realidad.

A la vista de tales exigencias, el docente debe crear su
proyecto personal con base a los fundamentos legales y
técnicos; no puede ser un docente por casualidad, que no
sepa porque existe y no conozca la ley que contiene la
misión y obligaciones que hace implícita una
vacación para y hacia los demás. La fuerza de la
vocación debe superar todos los obstáculos que
encuentre en el camino para elevarse hacia el logro del fin
principal: el hombre congruente con la nación, el cual
consolidará con su preparación humana, intelectual
y moral una patria soñada por los venezolanos. El deber
ser del hombre y la sociedad ha sido a través de toda la
historia, fenómenos sociales y objeto de estudio
ineludibles, su condición social esta interrelacionada a
la condición humana y ésta a su vez a los
diferentes momentos históricos en los cuales se
desarrolla.

Diferentes y diversos han sido los criterios sostenidos
y las teorías formuladas acerca de la teoría social
adaptada a la misma, acerca de la moral según De la Torre
(2008), Cicerón traducía el adjetivo "Ethique",
como un calificativo de la conducta humana social.

Existen distintas valoraciones asignadas a la moral para
los hombres, según su espacio geohistórico en el
devenir del tiempo. La razón esencial por la que se citan
las posiciones teóricas es para fundamentar el hecho que
el problema de la moral ha sido tratado universal e
históricamente como parte de la vida social del
hombre.

Si la moral a juicio de Vázquez (2007), conlleva
a cambios fundamentales en la historia humana, la misma
está constituida material y espiritualmente. Socialmente
el hombre hace una obligación sigo mismo y con los
demás; es decir una moral para el hombre y para la
sociedad; al respecto el citado autor considera:

La obligación moral se presenta, pues determinado
un comportamiento; es decir, alcanzándolo en cierta
dirección. Pero no sólo estoy obligado moralmente,
en cuanto soy libre de seguir o no en ese camino (…),
obligación que no puede explicarse como algo estrictamente
individual, ya que tiene un carácter social (…).
Así pues, no hay porque dejar de subrayar toda la
importancia y especificidad del factor personal, la
interiorización de la norma y el deber fundado en ella;
así como el papel que desempeña la condición
intima de la obligatoriedad, siempre que no se pierda de vista a
su vez, su carácter social. (p. 23).

Según este autor la condición social como
ente reforzador de pautas y normas, actúa sin dejar de
lado la particular forma y el criterio propio de la
interiorización de la norma y el deber ser. La norma que
establece la sociedad puede verse como obligatoria, como una
imposición, lo que puede interpretarse como mito, ahora
bien el cumplimiento de dicha normativa considerando la
responsabilidad individual al elegir y tomar decisiones, al
señalar determinante la conducta social en el
reforzamiento de conducta, se limita la condición de ser
moral en la medida de libertad de actuación. El valorar
situaciones, objetos, conductas, debe internalizarse como normal
sobre el fundamento de un criterio propio y adaptado a la
sociedad. El sentido de lo forzoso del deber ser para el hombre,
suele estar sujeto al contexto teórico que ha formado el
producto, y que permitirá la formación de una
conciencia social, en este sentido se infiere que del grado de
conciencia que posee el hombre, dependerá la
obstrucción de la normativas colectivas, como elementos
normales y no como normas forzadas de cumplir.

Al respecto Montero (2006), dispone lo
siguiente:

La conciencia moral, es por lo tanto en la forma en la
que la conocemos ya en tiempos históricos; es decir
convertidos en voz interior o juez interno de nuestros actos, el
producto de un largo proceso de desarrollo de la humanidad. Cada
época de acuerdo con el tipo de relaciones dominantes,
imprime su propio sello a la conciencia moral, ya que cambian
también el tipo de relación entre el individuo y la
comunidad. (p. 102).

Al grado relativo de conocimiento de su medio ambiente,
entendido como conciencia, se suma la capacidad del hombre para
captar los mensajes y responder según lo internalizado. En
tal sentido, la conciencia se ha comparado a la
asimilación de grados de cultura, educación,
hábitos y costumbres, que dada la socialización
inicial del individuo se establece. Así en cada momento
histórico hay un mensaje moral (normativo o factico), que
suele ser el resultado de un largo proceso de desarrollo de la
humanidad.

En esencia la idea de la unidad, está presente en
todos los documentos políticos bolivarianos, destacando la
importancia acerca de la conformación de una
educación ciudadana y una preparación moral
necesaria que debe recibir todo ciudadano en su formación
integral, no sólo teórica, sino práctica,
tal como lo señala Romero (2009):

No basta con reconocer todo el repertorio de la moral
crítica, Kantiana (…), el problema de la moral en
la enseñanza, es un reflejo de la moral del maestro y del
ambiente en general; ningún ser humano puede ser
independientemente de su destino (p. 68).

En efecto no basta el establecimiento de normativas, sin
el más amplio conocimiento de las mismas, sin el rol
docente ejemplarizante; sin embargo, la acción docente por
modesta que se presente, se verá como un elemento
abstracto, sino se toma en cuenta el ambiente en
general.

La importancia de factores como: el medio
ecológico, la convivencia familiar, el status
socioeconómico no pueden ser ajenos al destino del hombre,
de igual manera es cabe mencionar el comportamiento del docente,
el cual es de vital importancia para el alumno. De ahí, la
innegable importancia de la consideración social hacia el
mismo, con la finalidad de garantizar la confianza y el respaldo
en la ejecución de la labor socializante. Sobre este
particular Richta (2006) señala:

" (…), Pero no sólo nos encentramos
divididos en nuestra estimación de las cuestiones
fundamentales, como de los principios de la vida ideal y de la
organización mejor de la sociedad, sino especialmente en
las sociedades democráticas, no se tienen ideas definidas
con respecto a las normas de conductas adecuadas en otras
cuestiones. Un conjunto de influencias educativas, prepara a las
nuevas generaciones para la realización y defensa de sus
propios intereses. "(p. 17,18).

De allí pues, que se le asigna a la
formación educativa el rol trasmisor de valores morales y
de principios, de pautas culturales y valores patrióticos,
de cumplimiento, de solidaridad, es posible, sólo previo
establecimiento de un papel filosófico nacional bien
definido, determinando claramente las características
personales que deben estimularse en todo individuo,
internalizando la responsabilidad moral al asumir y comprender su
función social como ente forjador del desarrollo social.
De la misma manera como se internaliza una parte del conocimiento
científico, se podría internalizar elementos
generadores de una conducta social moral, que según
Sánchez (2007), "…habría que reunir el valor
fundamental de las ideas y el poder potencial de imponerles que
ostentan los grupos…" (p. 10), para dar a conocer la
filosofía del buen procedimiento y de la buena
convivencia.

De esa forma lo que el niño aprende en la
escuela, es el resultado de sus experiencias vividas en ella, de
una intervención del sujeto con el medio escolar; los
conocimientos que se imparten, las relaciones personales que se
establecen, los problemas que se resuelven, los ejemplos que se
pueden observar, las normas que se imponen y otros, son elementos
que conforman dichas experiencias.

La presencia de la educación en valores en el
sistema educativo bolivariano (SEB), se justifica por la crisis
moral que caracteriza la época actual. En Venezuela, es
motivo de preocupación la pérdida progresiva de
valores que se observa en los diferentes sectores que conforman
la sociedad. En tal sentido, una educación en valores como
estrategia de dirección educativa debe promover cambios
significativos que conduzcan a la formación de un ser
humano capaz de desenvolverse en una sociedad pluralista en lo
que pueda, de una manera crítica, practicar como norma de
vida la libertad, la tolerancia, la solidaridad, humildad,
justicia, el patriotismo, la identidad nacional entre
otras.

1.2.- La solidaridad como valor moral

Se hace evidente la necesidad de tener en cuenta la
influencia de la ejemplificación, pues, algunas conductas
ajenas pueden llegar a convertirse en patrones propios de
conducta y determinadas valoraciones ajenas pueden ser asumidas
como propias, si el sujeto las toma como modelos, las asume y le
incorpora sus propios matices.

El referente solidaridad, será positivo si el
modo de actuación y las valoraciones ajenas se han
estructurado a partir de significaciones socialmente positivas y
será negativo si los modos de actuación y
valoraciones ajenas se han estructurado a partir de
antivalores.

El referente negativo se asume por lo general bajo
determinadas circunstancias, que pueden ser agrupadas en dos
sentidos:

  • Momentos de crisis

  • Pérdida de paradigmas.

  • Necesidades insatisfechas.

_ Problemas económicos.

  • Pérdida de seres queridos.

  • Impacto de errores cometidos.

  • Desarreglos emocionales.

  • Deficiencias en los sistemas
    socializadores.

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La jerarquía de los valores se va formando en las
relaciones que el hombre establece, en su colectivo, la familia y
la comunidad, la conducta estructurada sobre valores morales
determina la riqueza espiritual del individuo.

Al valorar que las convicciones son postulados y
razonamientos que se consideran indiscutibles, el hombre se
guía por ellos en su modo de actuar. Resulta
difícil establecer la relación entre la conducta
moral y las convicciones para llegar a ser solidario, pues una
misma conducta puede obedecer a motivos diferentes. Un sistema de
valores fundamentado en convicciones es más sólido,
más armónico y menos susceptible a las crisis, las
que pueden sobrevenir por el cambio de circunstancias de la vida
social, derivando entonces una conducta consecuente con su
desarrollo.

Entre los valores se encuentran aquellos de gran
importancia por su universalidad y vigencia en todos los tiempos.
No puede olvidarse además la existencia de las relaciones
con el propio individuo, sus deseos, sus sentimientos y
opciones.

El mundo interior de las personas, resulta un elemento
clave para comprender las dificultades que pueden enfrentar para
asumir un sistema de valores. El carácter consciente y
crítico es indispensable, por lo determinante que resulta
para la transformación del valor en convicción, en
mandato imperativo para el mundo interior de la persona. Ya que
no es superable las opciones que tiene la misma persona para
comprender que un valor de superación intercede por medio
de la solidaridad única en el crecimiento personal,
espiritual y humanitario.

Así mismo la dignidad humana relacionada con la
solidaridad, es uno de esos valores y puede ser considerado como
un supravalor, determinante de la calidad del ser humano. Este a
su vez se nutre de otros valores universales, no menos
importantes como: la honestidad, la honradez, la responsabilidad,
el humanismo, la vergüenza, el honor y el sentido del amor
propio. Estos hacen al individuo insobornable y lo elevan por
encima de todo interés mezquino o conducta reprobable,
aún a costa de la pérdida de beneficios y hasta con
desprecio de la vida.

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Fuente: Silvestre, M. (2002).

Según lo planteado por García F (2002) en
su artículo la solidaridad declara que La palabra
solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que
expresa la realidad homogénea de algo físicamente
entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual
naturaleza.

La teología cristiana adoptó por primera
vez el término solidaritas, aplicado a la comunidad de
todos los hombres, iguales todos por ser hijos de Dios, y
vinculados estrechamente en sociedad. Por lo tanto, el concepto
de solidaridad, para la teología, está
estrechamente vinculado con el de fraternidad de todos los
hombres; una fraternidad que les impulsa buscar el bien de todas
las personas, por el hecho mismo de que todos son iguales en
dignidad gracias a la realidad de la filiación
divina.

En la ciencia del Derecho, se habla de que algo o
alguien es solidario, sólo entendiendo a éste
dentro de «un conjunto jurídicamente
homogéneo de personas o bienes que integran un todo
unitario, en el que resultan iguales las partes desde el punto de
vista de la consideración civil o
penal»[1]. Dentro de una persona
jurídica, se entiende que sus socios son solidarios cuando
todos son individualmente responsables por la totalidad de las
obligaciones. Para el derecho, la solidaridad implica una
relación de responsabilidad compartida, de
obligación conjunta.

La Doctrina Social de la Iglesia entiende por
solidaridad «la homogeneidad e igualdad radicales de todos
los hombres y de todos los pueblos, en todos los tiempos y
espacios; hombres y pueblos, que constituyen una unidad total o
familiar, que no admite en su nivel genérico diferencias
sobrevenidas antinaturales, y que obliga moral y gravemente a
todos y cada uno a la práctica de una cohesión
social, firme, creadora de convivencia. Cohesión que
será servicio mutuo, tanto en sentido activo como en
sentido pasivo[2]Se puede entender a la
solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda
mutua; y tenerla por muy cercana a los conceptos de
«responsabilidad, generosidad, desprendimiento,
cooperación,
participación[3]

En la actualidad, la palabra solidaridad ha
recuperado popularidad y es muy común escucharla en las
esferas sociales. Es una palabra indudablemente positiva, que
revela un interés casi universal por el bien del
prójimo.

Es por esto que la solidaridad debe ser desarrollada y
promovida en todos sus ámbitos y en cada una de sus
escalas. Debe mirar tanto por el prójimo más
cercano como por el hermano más distante, puesto que todos
formamos parte de la misma realidad de la naturaleza humana en la
tierra. Esta es una palabra de unión. Es la señal
inequívoca de que todos los hombres, de cualquier
condición, se dan cuenta de que no están solos, y
de que no pueden vivir solos, porque el hombre, como es, social
por naturaleza, no puede prescindir de sus iguales; no puede
alejarse de las personas e intentar desarrollar sus capacidades
de manera independiente.

La solidaridad, por tanto, se desprende de la naturaleza
misma de la persona humana. El hombre, social por naturaleza,
debe de llegar a ser, razonada su sociabilidad, solidario por esa
misma naturaleza. "La palabra solidaridad reúne y expresa
la esperanza plena de inquietud, sirve de estímulo a la
fortaleza y el pensamiento, es símbolo de unión
para hombres que hasta ayer estaban alejados entre
sí"[4]. Esta es el modo natural en que se
refleja la sociabilidad: Es también muy claro en el
estudio de la solidaridad que este concepto no pertenece
exclusivamente a la doctrina cristiana, es una necesidad
universal, connatural a todos los hombres. Aún antes del
cristianismo; aún en contra de él.

Ser solidarios significa compartir la carga de los
demás, ningún hombre es una isla. Los une el
paisaje, la carne y la sangre, el trabajo y la lengua o idioma.
Cuando nace la solidaridad se despierta la conciencia, y
aparecen entonces el lenguaje y la palabra.
En ese instante
sale a la luz todo lo que antes estaba escondido. Lo que une a
los hombres se hace visible para todos. Y entonces el carga a sus
espaldas con el peso del otro. La solidaridad habla, llama,
grita, afronta el sacrificio. Entonces la carga del
prójimo se hace a menudo más grande que la
nuestra[5]

El concepto de solidaridad perpetuado en la Doctrina
Social de la Iglesia Católica contempla tanto la real
dignidad de la persona individual como su necesidad natural de
vivir en sociedad y de participar en ella tanto activa como
pasivamente, en el proceso diario y natural de dar y de recibir
dentro de la civilización.

Es el sentimiento que impulsa a los hombres a prestarse
ayuda mutua, subordinar sus intereses personales a los de la
humanidad; ser solidario significa: Asociado, responsable,
hermano, fraterno, fusionado,al respecto García F (2002)
señala que La verdadera solidaridad, aquella que
está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio
que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones,
está fundada principalmente en la igualdad radical que une
a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación
directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que
pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin
importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o
partido.

Juan Pablo II lo expresa claramente. El ejercicio de la
solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo
cuando sus miembros se reconocen unos a otros como
personas[6]Aquí el término persona
aparece para llamar nuestra atención hacia un aspecto que
es esencial dentro de un estudio bien encausado de la
solidaridad. La solidaridad en el sentido se entiende que existe
sólo entre personas.

La solidaridad, esencialmente, debe ser dirigida al ser
humano. La persona es principio y fin de la solidaridad. El acto
solidario debe ser hecho en beneficio de una persona, ya sea
directa o indirectamente. El ser humano puede servirse de todos
los bienes naturales, de manera ordenada, para su beneficio.
Desde este punto de vista, la naturaleza no puede ser para la
solidaridad un fin, sino un medio. A fin de cuentas, el ser
humano es quien debe recibir el bien, ya sea de manera directa o
indirecta. La solidaridad nace del ser humano y se dirige hacia
el ser humano. Siempre ha sido una exigencia de convivencia entre
los hombres. Pero no hay que confundir tampoco a la solidaridad
con la caridad pura, o con la liberalidad. La solidaridad es, en
sentido estricto, una relación de justicia.

La solidaridad, pues, es justa y, por lo tanto,
moralmente obligatoria en todos los casos, aparte de aquellos en
que la ley la contempla y la hace jurídicamente
obligatoria. La solidaridad es una relación entre seres
humanos, derivada de la justicia, fundamentada en la igualdad, en
la cual uno de ellos toma por propias las cargas de el otro y se
responsabiliza junto con éste de dichas cargas.

En conclusión el concepto final de solidaridad,
el cual se asume como fundamento de esta investigación
es:

La solidaridad es una relación entre seres
humanos
, derivada de la justicia, fundamentada en la
igualdad, enriquecida por la caridad, en la cual uno de ellos
toma por propias las cargas de el otro y se responsabiliza junto
con éste de dichas cargas, dicha relación,
entendida únicamente en el entorno del ser humano, puede
llevarse a cabo en tres niveles distintos, según se
relacionen, respectivamente, un hombre con otro, un hombre con su
sociedad o una sociedad con otra. Se comprende La solidaridad
(…) se practica sin distinción de credo, sexo,
raza, nacionalidad o afiliación política. La
finalidad sólo puede ser el ser humano
necesitado[7]que para que haya solidaridad se
requieren dos personas: una necesitada y otra solidaria. Pero el
solo dar, o ayudar, no es lo más
difícil.

La parte difícil comienza cuando se presenta el
dilema de ayudar sin recibir nada a cambio; de ayudar aunque
nadie se entere, ni aún la persona a la que ayudamos. Esto
es: ser solidarios por una verdadera convicción de
igualdad y de justicia. Es difícil ser caritativos,
solidarios, entregados, y ser, al mismo tiempo, totalmente
desinteresados.

Lo que debe empujar a un hombre a ser verdaderamente
solidario no es, en ningún momento, el hecho de que con
eso se vaya a conseguir algún beneficio personal, sino la
verdad de que esa otra persona es precisamente eso: persona. La
convicción de igualdad y la virtud de la caridad son las
que deben impulsar un acto solidario.

La solidaridad, en este sentido, implica en gran medida
el olvido de sí mismo y de las propias necesidades, para
empujar al espíritu humano a realizarse en la entrega a
los demás.

Desafortunadamente, las corrientes ideológicas
modernas, aunque han conseguido ya, en teoría, la igualdad
de todos los seres humanos, no han favorecido del todo la
solidaridad. Reina en la mente de las personas la idea casi
inamovible de que la solución a los problemas de la
sociedad está en el liberalismo absoluto: en dejar hacer y
dejar pasar. En otras palabras, es mucho más fácil
para cualquier persona cerrar los ojos a las necesidades sociales
y trabajar exclusivamente para el bien propio, sin más
obligación que no quebrantar la ley.

La solidaridad entre individuos es la primera y
la más importante, puesto que en ella se fundan los otros
dos tipos. Todos los tipos de solidaridad nacen de la misma
convicción de igualdad de todos los hombres.

La primacía de la solidaridad entre individuos no
resta importancia a la real necesidad de impulsar la solidaridad
de escala social. Los problemas socio-económicos
sólo pueden ser resueltos con ayuda de todas las formas de
solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los
ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los
empresarios y de los empleados, solidaridad entre las naciones y
entre los pueblos[8]La solidaridad a gran escala
está íntimamente ligada con aquélla entre
individuos, y en ella funda su verdadero valor.

La solidaridad social consiste en colaborar de manera
desinteresada con el bien común. Hay actos de solidaridad
que son específicamente obligatorios. Incluso existen
actos en contra de la solidaridad que pueden ser castigados.
Entendemos, por ejemplo, que el cumplir las leyes es un acto
solidario, porque sabemos que cumpliéndolas favorecemos el
orden social, la observancia de dichas leyes y, por lo tanto, el
bien común. En este caso, la falta contra la solidaridad
es motivo de castigo, y este castigo se lleva a cabo porque se
considera que el cumplimiento de la ley es de interés
general y a todos aprovecha.

La solidaridad resuena como una necesidad urgente y
realmente alcanzable para todos los que, a fin de cuentas, han un
sin fin de bienes de la sociedad y, por lo tanto, tienen la
obligación moral de devolver, por lo menos a lo que
está dentro del entorno social que le rodea.

La solidaridad hacia la sociedad ha sido puesta de
relieve en repetidas ocasiones por la Iglesia Católica.
Con respecto de la solidaridad, Pío XII señala sus
elementos, claros y objetivos; no se anda por las ramas al
señalar actos específicos que implican solidaridad
humana.

Nos invitamos a construir la sociedad sobre la base de
esta solidaridad y no sobre sistemas vanos e inestables. Dicha
solidaridad requiere que desaparezcan las desproporciones
estridentes e irritantes en el tenor de la vida de los diversos
grupos de un mismo pueblo.[9].

El sentido del párrafo anterior se dirige a dos
elementos principales: el primero, como una crítica
frontal al despilfarro y el lujo, que entorpecen y obstruyen la
solidaridad verdadera. El segundo, como una afirmación
medular acerca de los actos solidarios: una persona realmente
solidaria, como ya hemos señalado, debe de actuar conforme
a la conciencia, antes que ser estimulada por leyes externas o
presión social.

Hay aún más formas de manifestar la
solidaridad. Por ejemplo: la ecología. Este tema hoy
parece obligado porque ha adoptado una radical importancia en los
últimos años. Hace falta diferenciar los fines que
puede tener una conciencia ecológica. Cuando una persona
se decide a cuidar los recursos naturales porque los considera
valiosos en sí mismos no se trata de una actitud
solidaria. Sin embargo, cuando se sabe que se puede favorecer al
ser humano a través del cuidado los ecosistemas, sembrando
árboles, desarrollando agricultura sana, promoviendo la
protección de los animales en peligro de extinción
y defendiendo la pureza de los ríos, entre otros ejemplos,
entonces la disposición de cuidar el entorno se transforma
y enriquece para apoyar a la persona humana y, ciertamente, la
ecología puede ser una importante actitud dentro de la
solidaridad humana.

Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material,
sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se
resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene
necesidades materiales; que el ser humano se compone sólo
de materia, y eso es totalmente equívoco, aunque
así se nos ha hecho ver en el desarrollo de los ideales
del más puro liberalismo económico. El ser humano
tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas
afectivas, espirituales, morales o sociales.

Para estas necesidades, que pueden plantear problemas
para distintas personas, también debe existir una actitud
solidaria que favorezca el desarrollo de los hombres en estos
campos. La solidaridad, pues, no se reduce a ayuda material, ni a
un romántico sentimiento de tristeza hipócrita por
los males de los demás, sino que se traduce en ayuda
verdadera para los problemas de todos los hombres, dignos y, por
lo tanto, iguales.

En conclusión el límite de la
solidaridad
es la medida de la vida humana, porque el hombre
está llamado a dar todo incluso la vida y guardar para el
no más que lo indispensable. Lo demás es lujo que
busca acrecentar la distancia de unos hombres con otros y
obstaculiza el desarrollo de la sociedad en la medida que merma
la capacidad humana de compartir, de cooperar y de pertenecer
realmente a una sociedad de hombres iguales.

Principios de la Solidaridad

  • Fortalecer el espíritu de colaboración
    y de trabajo en equipo.

  • Apreciar el sentido de compañerismo y
    compartir recursos, en aras de potenciar todo el conocimiento
    que captamos y generamos.

  • Desarrollar una cultura que privilegia el trabajo
    integrado entre todos, la consulta colectiva, el
    diálogo y debate para la identificación de los
    problemas y la unidad de acción en la selección
    de posibles alternativas de solución.

  • Identificarnos con el sentido de justicia social,
    equidad e internacionalismo, ante las causas nobles que
    pueden lograr un mundo mejor, de paz e igualdad.

  • Favorecer y apoyar las instituciones de menor
    desarrollo, reflejado en la distribución de recursos,
    formación de personal, participación en
    proyectos.

  • Participar activamente, con nuestros recursos y
    conocimientos en proyectos integrados.

  • Lograr la integración y la unidad de
    acción de la organización para la
    solución de los problemas.

  • Potenciar las acciones internacionalistas dentro y
    fuera del país.

  • Estar identificado y participar conscientemente en
    los Programas de la Revolución.

  • Solidaridad con las personas.

  • Apoyar el contexto político revolucionario
    quien tiene enmarcado su plan dentro del marco
    solidario.

1.3 Antecedentes históricos de la solidaridad
como valor moral

La Educación Venezolana en los últimos
diez años ha experimentado cambios sustanciales en el
enfoque filosófico, finalidades e intencionalidades,
guiados por la visión de país y del hombre y la
mujer plasmados en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de (1999) y consustanciado con los
aportes de las comunidades, docentes, estudiantes,
académicos, que participaron en la Constituyente Educativa
(1999); los cuales se han logrado validar a través de la
acción y la reflexión del Desarrollo Curricular, en
los diferentes ambientes utilizados como foros y/o espacios de
aprendizaje.

Investigaciones afines

Aragao, Delercy, en su investigación "Estrategia
Metodológica para el Fortalecimiento de los Valores
Morales, Honestidad, Solidaridad en los Estudiantes de la Carrera
Pedagogía", especifica que a pesar de existir la
formación de valores esta no se aplica por no estar
inmersa en asignaturas o contenido programáticos, por lo
tanto hay un contraste con la realidad que se quiere y la
realidad que se observa en la vida cotidiana. Por lo tanto es
imprescindible tomar en cuanta esto a valores en los planes y
programas del sistema educativo.

Se tiene así, entre otros de los avances de la
Educación Venezolana, los contenidos compartimentados a
una manera compleja de entender y comprender, la diversidad de
saberes, enfoques teóricos, modelos, procesos, otros. Para
desarrollar armónicamente los aspectos cognitivos,
afectivos, axiológicos y prácticos,
superándose la fragmentación, la atomización
del saber y la integración de las actividades manuales e
intelectuales. (LOE, artículo 6).Todo lo anterior implica
una nueva concepción del ser humano, de la visión
de cómo aprende. De allí pues que la estrategia de
dirección educativa surge a partir del análisis de
los resultados empíricos obtenidos de la práctica
diaria, contrastándola con esta nueva visión de la
educación, lo que permitió la construcción
de la propuesta que se presenta.

La misma está conformada por acciones que indican
el qué, y el cómo hacer para propiciar la
formación de solidaridad como valor moral en la Escuela
Básica Bolivariana Andrés Bello. Los fundamentos
generales constituyen consideraciones teóricas
básicas que sirven de base a la misma.

La estrategia se centra en el desarrollo integral de la
personalidad mediante las actividades de reflexión,
valoración y participación; reconociendo el papel
del ser humano social, racional, crítico y humanista,
donde el logro de la concientización de los estudiantes
mediante normas, valores, amor a la patria, ayuda mutua y
cualidades positivas, le que permitan una correcta
integración social y la potenciación del desarrollo
individual y fortalecimiento de la solidaridad como valor
moral.

Para ello es imprescindible una adecuada
organización del proceso docente-educativo sobre la base
de determinadas exigencias y estrategias educativas que permitan
el logro de objetivos específicos en el desarrollo de la
personalidad. La propuesta que se realiza consiste en una
estrategia educativa que permite a los directivos y docentes de
las Escuela Básica Bolivariana Andrés Bello lograr
este acometido mediante contenidos educativos, (conceptos,
teorías, teoremas, valores, actitudes, habilidades y
destrezas), que sean vistos por los docente y directivos, no son
un fin en sí mismo, sino como un medio para lograr las
finalidades e intencionalidades educativas que una sociedad en
una época determinada consideraran que necesitan sus
ciudadanos para el desarrollo de una ciudadanía que
promueva el proyecto de país en
cuestión.

Los fundamentos generales que le sirven de base a la
estrategia educativa, se concretizan y desglosan en las
consideraciones teóricas, en los principios como ideas
rectoras del mismo y en su objetivo esencial a lograr.
Éstos parten de una concepción
dialéctico-materialista del desarrollo de la personalidad
y de un presupuesto psicológico y pedagógico
histórico-cultural.

Es necesario señalar que el estudio de la moral y
la ética a lo largo de la historia, ha respondido a cada
necesidad social según su tiempo y espacio. Lo más
notable está representado por la preocupación del
hombre, inventor de ideas para responder a sus interrogantes y
dar así solución a sus fenómenos. En efecto,
la ética para el mundo griego obedece a una
concepción total del individuo y de la sociedad, de la
virtud y de la verdad donde la eticidad estaba asociada, tal como
lo señaló Durkhein citado por Pérez (2008),
con el "cuidado de si", en la preocupación por "si". En
tal sentido, se puede inferir que el aprecio por lo personal fue
un elemento fundamental en la vida de los griegos. Al respeto el
autor anteriormente citado considera que: Asumir la existencia
desde la eticidad, es en este contexto poder dar cuenta de
sí mismo (…) perdiendo toda seguridad fundada en la
seguridad o la tradición, el sitio o la religión y
enfrentando la búsqueda de la verdad, apoyados en la
lógica y la crítica. (p. 32).

Por otra parte, Faure citado por Gallardo (2006),
sostiene que la sociedad es variable, cambia, se transforma y con
ello los hombres, sus hábitos, costumbres, pensamientos,
acción, cultura y hasta su moral. De allí que para
Aristóteles citado por Ulloa (2007), su ético
significado "tener excelencia con el carácter personal"
(p. 16); ésta calificación asignada al hombre como
persona social, a la excelencia de su conducta en función
de esa sociedad, tomando en cuenta que el hombre es un ser social
innegable y que su determinación es para la sociedad, lo
que ella misma determine para él.

En consecuencia la consideración de una moral
individual diferente, contraria a la moral colectiva,
sería un fenómeno anónimo que estaría
colindando en la desviación social y por consiguiente
ajeno a la socialización necesaria. Al respecto Inkeles
(2008), señala que la moral es ética aplicada; es
decir, que la moral es de aplicación necesaria, su moral o
inmoral según su criterio, forma parte esencial de lo
humano. Así como también considera que nadie puede
sustraerse de las exigencias de la moralidad, porque nadie puede
vivir sin decidir y asumir responsabilidades.

Sobre este particular, el citado autor, considera: El
superhombre de Nietche, no es un hombre amoral, mucho menos un
inmoral; es un hombre superior que ha llegado a ser el mismo, su
propio ejemplar, legislador moral (…), y el revolucionario
que consagre su vida a destruir la moral de la sociedad, lo hace
precisamente en nombre de su propia moral (…), establecer
una norma particular no se deslinda de la norma colectiva, la
cual se expresa en criterios morales aprendidos,
internalización de las normas morales que pone una
determinada sociedad. El ser humano está pues determinado
como una necesidad inevitable a su moral e inmoral.
(p.18)

Lo anterior expuesto significa que la afirmación
de la dualidad individuo-sociedad, en la cual independientemente
de la actitud de considerar su conducta social particular, el
hombre se interrelaciona con las normas colectivas. Ya se ha
dicho que cada sociedad según el tiempo, espacio y
desarrollo económico, geohistórico, va sumiendo e
imponiendo normas que voluntaria e involuntariamente internaliza
ajenas a su jerarquización social colectiva, pero que de
hecho responden al desarrollo de su cotidianidad. La
retrospectiva teórica antigua no contiene ninguna palabra
que exprese lo que se llama "conciencia psicológica", pero
si hablan de la "conciencia moral". A ella se refiere San
Agustín citado por Machado (2007), "como un estado de
satisfacción del hombre". En tal sentido, la historia de
la conducta del hombre ha estado limitada entre dos
parámetros, una el de la conducta misma y la otra el del
estado místico, abstracto, subjetivo, intangible
llámese o no conciencia, pero que determina la
responsabilidad moral del hombre.

Manhein (2005), cita a Rousseau y señala que
éste estima el himno de la conciencia moral en abstracto,
cuya función juzgadora y legisladora no le duele a nadie
"conciencia, consciencia tu eres el instinto (…),
guía segura de sus innatos (…), pero dotadora de
razón y libertad" (p. 53). Sócrates, citado
también por este autor se refirió al dominio
interior que lo inspiraba y preservaba de decisiones "inmorales".
Según él es propio del hombre la anémica
posición que asume entre diferentes valores dependiendo de
su estructura familiar.

Por otra parte, es importante mencionar que Nietzsche
(citado por Torrance, 2006), que la crisis espiritual de la
actual humanidad; la sublevación juvenil y
desorientación de los adultos se debe a la pérdida
de los valores tradicionales; los cuales han sido
conceptualizados, como la relación entre el sujeto y el
objeto. (p. 35). Es la calificación que el hombre sujeto,
le asigna a determinado objeto. Valorar tal o cual bien material
o dualidad espiritual, dependerá de la escala de valores
que el hombre posee de la jerarquía que le asigne. Al
valorar al hombre jerarquiza inevitablemente.

La historia indica una serie de elementos materiales
productivos con mayor influencia en el ser y por lo tanto se le
ha asignado valor; aunque se ha olvidado no sólo la
consideración humanista en cuanto a la
investigación y análisis de verdaderos formadores
de conductas sociales; en tal sentido se puede inferir que este
planteamiento no está desligado del entrono social, de las
relaciones cotidianas de unos individuos con otros y constante
surgimiento de problemas.

En este orden de ideas se hace referencia en este marco
conceptual, a la consideración de lo moral y lo
ético dentro del contexto social; sin embargo, es
necesario destacar la opinión de Orcajo, (2008) al
considerar que "…el comportamiento humano práctico
moral, aunque sujeto a cambios de un tiempo a otro y de una
sociedad a otra, se remontan los orígenes mismos del
hombre como ser racional" (p. 51). Así las normas de
conducta del hombre estarán pautadas por el momento
histórico y por el sistema sociopolítico del
momento. Se trata de dar una información socializante en
todos los contenidos, constructos y categorías, que se
convierten en modelos sociales positivos en los cuales el hombre
en su proceso de socialización internaliza, construyendo
un adecuado sistema de representaciones lógicas y
concretas.

Según Prieto Figueroa citado por Carrero (2007),
necesidades sociales como las anteriormente señaladas,
fueron prioridad en la Historia de Venezuela, para el libertador
Simón Bolívar la idea de crear un cuarto poder "el
poder moral" era el reflejo de su preocupación por la
educación moral y ciudadana del pueblo. Sus ideales se
encuentran expresados en discursos, proclamas, documentos
políticos de los cuales se cita entre otros los
siguientes:

-Hombres virtuosos, hombres ilustrados constituyen la
República (15 de febrero de 1819).

-Moral y luces son nuestras primeras necesidades (15 de
febrero de 1819).

-La mejor política es la honradez (17 de agosto
de 1829).

-Tengamos una conducta recta y dejemos al tiempo hacer
prodigios (20 de abril de 1825).

En este sentido Prieto Figueroa citado por Boza (2007),
señaló que: "…la legislación, la
moral y las costumbres, el patriotismo y la solidaridad, la
justicia, la educación y la vida intelectual, constituyen
aspectos abarcados por Simón Bolívar y compartidos
con su maestro Simón Rodríguez…" (p.45).
Esta visión geopolítica bolivariana, referente a
las necesidades sociales (educación y moral) de un
momento histórico determinado, alcanzan tal magnitud que
aún tienen vigencia en la vida social del ciudadano
venezolano; tópicos como la honradez, conducta recta y
otros, se incluyen en discursos teóricos actuales; de
igual manera, se da tratamiento a la legislación, la
justicia y la unificación latinoamericana. Así lo
sustentan las teorías contemporáneas, donde se
considera el modelaje, es decir la observación del
comportamiento de otras personas, como el indicio que el
individuo adquiere, patrones y respuestas intrínsecas,
simplemente por medio de la observación si el modelo es
apropiado. Las respuestas emocionales pueden ser consideradas por
la observación, gracias a las reacciones afectivas
desencadenas por los modelos.

La Educación en Valores como Eje transversal e
integrador dentro del Currículo Nacional

Según el Ministerio del Poder Popular para la
Educación (2007), la nueva concepción curricular
bolivariana establece "el proceso de formación de los
estudiantes, en el que los conocimientos, habilidades, destrezas,
actitudes y virtudes, se alcanzan mediante la actividad y la
comunicación con la finalidad de desarrollar el potencial
creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su
personalidad, en una sociedad auténticamente
democrática, basada en la valoración ética
del trabajo y en la participación activa, consciente y
solidaria en los procesos de transformación social,
consustanciados con los valores de identidad nacional y con una
visión latinoamericana y universal".

Entre sus objetivos esta propiciar experiencias de
aprendizaje que permitan formar al nuevo republicano, con
principios, actitudes y valores de libertad, cooperación,
solidaridad y convivencia, relacionado con su contexto
histórico-cultural, atendiendo el carácter
multiétnico, pluricultural, plurilingüe e
intercultural de la sociedad. Otro de sus más importantes
objetivos que tienen relación con este estudio, es el de
promover actitudes para el amor y el respeto hacia la patria, con
una visión integracionista y de cooperación hacia
los pueblos de Latinoamérica, el Caribe y el mundo;
conocedor de la nueva geometría territorial y su
dinámica. Dentro del marco de esta concepción
curricular y analizando el concepto de valor, a su vez
estableciendo las bases fundamentales de la educación en
valores, es importante visualizar como se plantea esta dentro del
currículo nacional bolivariano y más concretamente
en la educación primaria bolivariana.

La educación en los valores dentro del
currículo constituye en primer lugar, un fundamento y una
de las finalidades esenciales del sistema educativo bolivariano
venezolano; al respecto el Ministerio del Poder Popular para la
Educación (2008) señala que:

El Ministerio determina las políticas educativas,
sus valores y sus fines, los cuales apuntan a la
innovación de las dimensiones del aprendizaje: ser,
conocer, hacer, vivir juntos (…), promover el pleno
desarrollo de la personalidad de los ciudadanos, tanto en su
sentido individual como social, para que sean capaces de convivir
en una sociedad pluralista; tal capacitación les
permitirá contribuir a la integración y a la
solidaridad, enfrentando las incidencias a la
fragmentación y a la segmentación social
(…), formar a las personas en valores, principios
éticos y habilidades para desempeñarse en los
diferentes ámbitos de la vida social (…) La escuela
debe enseñar una nueva fundamentación moral, como
solución a los problemas sociales (p. 75,.76).

En el contexto de esas finalidades y para responder al
reto que suponen en el ámbito escolar en el
currículo nacional bolivariano, se plantea la
educación en valores, como eje integrador (transversal);
es decir, como una dimensión educativa global
interdisciplinaria, que impregna todas las áreas y que se
desarrolla transversalmente en todos los componentes del
currículo.

Es por ello que el Ministerio del Poder Popular para la
Educación plantea que una educación basada en
valores, supone la comprensión y adquisición de
conceptos y formas de actuar de acuerdo con valores sociales de
responsabilidad, solidaridad, participación, respeto,
justicia y debe conducir a un desarrollo de una moral
autónoma que conlleve a una verdadera actitud
democrática. Este es el objeto que se persigue al incluir
la educación en los valores como fundamento de los ejes
integradores en el currículo nacional bolivariano, con el
fin de fomentar la reflexión permanente sobre situaciones
que contribuyan a crear actitudes críticas frente a la
sociedad.

La educación en valores integra aspectos tales
como: morales, afectivos, socioculturales y democráticos;
por ello según el MPPE (2008), para la
planificación educativa deben realizarse: a) un estudio y
análisis del contexto sociocultural en el cual se
desenvuelve la escuela en forma tal, que el educador pueda
señalar los valores que orientaran el proyecto educativo
integral comunitario (PEIC) y el proyecto de aprendizaje (PA); b)
una racionalización y jerarquización de los valores
en los cuales puedan establecerse relaciones, sin desvirtuar el
objeto propio de cada área de aprendizaje.

De igual manera señala también que algunos
de los resultados que se aspiran que el estudiante de
educación primaria obtenga de la educación en
valores son los siguientes: a) que desarrolle capacidad para
reflexionar, criticar y accionar en la transformación
personal y social; b) interactúe con personas, saberes,
haceres; c) tenga sensibilidad para establecer lazos
empáticos en la comprensión y resolución de
problemas; d) potencie la participación y toma de
decisiones en función de la consolidación de los
principios democráticos; e) utilice adecuadamente los
recursos naturales de su entorno para un mejor aprovechamiento
del medio y el fortalecimiento del desarrollo sustentable local,
regional y nacional; f) establezca lazos afectivos para la
convivencia de servicio; g) valore la importancia de su vida y la
de otros; h) actúe con honestidad y responsabilidad en la
ejecución de cualquier trabajo; i) produzca con
creatividad y exprese satisfacción por lo que hace; j)
actúe con justicia, solidaridad y equidad, para que sea
propiciador de méritos dentro de la colectividad, sin
actuar individualmente, sin dejarse manipular dentro de los
estereotipos acumulados de la formación enquistada dentro
de la escuela y fuera de ella. (Ver anexo).

La solidaridad como Proyecto Ideal de comportarse
y existir, dentro del Currículo Nacional

Guedez (2009), coincide con Rodríguez (2008) y
Mijares (2008), al afirmar que:

"Es importante destacar la íntima relación
que existe entre valor y proyecto de vida. Para el ser humano
vale, y es en consecuencia un valor, aquello que desea y busca en
función de sus necesidades; es decir, en función de
lo que es y de lo que sueña y quiere llegar a
ser".

Valores e identidad son por lo tanto, dos necesidades
inseparables.

Por su parte Guedez (2008), señala que a partir
de lo que la persona es y sobre todo lo que proyecta como un
futuro deseable, estima y asume objetiva y subjetivamente como
valores; aquellos que le facilitan o le permitan la
realización de su proyecto de vida; de la misma manera esa
persona valorará o rechazará como valorar lo que
considera también objetiva o subjetivamente como un
obstáculo o inhibición al impulso de sus
necesidades o deseos.

Si los rasgos básicos de la identidad, de la
voluntad de un ser humano se dirigen como proyecto, por ejemplo
al deseo y a la búsqueda de tener más, como base de
la felicidad, constituirán para él como valorarse,
claramente por encima de todo la responsabilidad, el dinero, el
sentido de la propiedad y el consumo; por el contrario
será objeto de su rechazo o al menos se apreciarán
como el segundo orden, el desprendimiento, la generosidad,
solidaridad o la comunicación de bienes.

Si por el contrario, lo que busca y desea es el ser
más, en el encuentro y en la relación afectiva con
el mundo y con las demás personas, si el horizonte de la
felicidad humana está en el amor, y en la búsqueda
de la armonía y de la belleza, serán valores
esenciales la fraternidad, el encuentro y la comunicación
interpersonal, la paz, la generosidad y el darse a los
demás y en consecuencia se descartarán como valores
el individualismo, el egoísmo y la insolaridad.

La clase por lo tanto, de la selección personal e
integradora de los valores, está según Villarroel
(2008), en el proyecto de autorrealización individual que
cada ser humano hace de sí mismo y de su propia vida; se
halla en la repuesta que cada uno podemos dar a esta
interrogante: ¿cuál es el horizonte de la
felicidad?, felicidad, identidad, proyecto de vida, ideales,
utopías y valores son en consecuencia realidades
inseparables y esto plantea la necesidad de acciones educativas y
pedagógicas muy importantes que pueden dejar huellas en la
profundización de los ejes transversales del
currículo nacional.

En primer lugar, queda claro que una formación
plena que permita configurar la identidad del ser humano en
crecimiento, no puede desvincularse o prescindir de una serie y
bien planificada educación en valores. Al respecto el MPPE
(2008) plantea que:

De ahí precisamente la importancia y la
posibilidad de una acción pedagógica permanente en
el marco de la educación en valores impregnada de una
solidaridad , la cual siempre ha de estar plenamente integrada a
lo largo de todo el proceso de auto formación de la
identidad y que no puede considerarse como el objetivo exclusivo
de un área de aprendizaje específico o de un
momento determinado dentro del currículo nacional
bolivariano, sino como el contexto global que dinamiza y da
significado a la totalidad de las áreas a lo largo de todo
el proceso de enseñanza y aprendizaje (p. 13).

La educación de la solidaridad como valor moral,
en consecuencia debe entroncar transversalmente en la totalidad
del desarrollo curricular y entra en relación
dinámica con todas las áreas de aprendizaje; en
segundo lugar, es importante señalar también que la
clave didáctica de una autentica educación en los
valores, está tanto en la presentación más o
menos dinámica de esos valores, sino en el descubrimiento
compartido y progresivo de unos ideales u horizontes de felicidad
que justifiquen la existencia y por los que merezca la pena
vivir.

Educar en valores es, entonces, acompañar a los
niños, niñas y adolescentes y jóvenes en el
proceso de respuestas libres y personales a interrogantes como
éstas: ¿Quién soy?; ¿Hacia
dónde camino?; ¿Cuáles son las motivaciones
que justifican realmente mi existencia?; ¿Cuál es
el horizonte o meta que busca para la felicidad? La respuesta
significativa a éstas interrogantes generarían los
valores en los cuales cree y la necesidad de integrarlos
haciéndolos vida y realidad en el comportamiento cotidiano
y solidario.

La solidaridad como Característica de la
Acción Humana dentro del Currículo
Nacional

Es importante mencionar que una de las
características que definen el concepto de valor y que
hace referencia a sus dimensiones más operativas son las
motivante y los valores como ideales por los que se opta y por
los que se cree, cuya actitud prescriben la acción y el
comportamiento humano y en consecuencia mueven las conductas,
orientan la vida y marcan la personalidad.

En la misma línea de ideas, Blanchard (2008),
opina que los valores son también un marco de referencia
fundamental para la vida y para la acción humana,
constituyen además según su
opinión…"un sistema de interpretaciones y
atribuciones de significados a los hechos y a los acontecimientos
que en cada circunstancia que la vida nos ofrece" (p.
25).

Desde los valores se pueden hacer una lectura
crítica de todo lo que acontece y en consecuencia, se
orienta el comportamiento y la presencia original del ser humano
en la historia, en el mundo y en la sociedad. Asimismo,
además de impulsos y motivaciones que rigen y orientan las
conductas, el pensamiento y la acción humana son
según la opinión de Orcajo (2008), realidades que
poseen en sí mismos un alto grado de significación
para la persona; así como también considera que los
valores "….dotan de significado las acciones
experimentadas y los hechos vividos" (p. 102); es decir, los
valores cuando son el resultado de una opinión libre,
vivida en el presente o en el camino hacia el futuro, predicen
felicidad y son profundamente gratificantes.

La solidaridad puede ser un potencial de posibilidades
con fundamento para la existencia y una gran esperanza activa
para el proyecto de humanización que siempre ha de ser la
vida y en este caso, la acción educativa. En tal sentido
se puede inferir que las acciones pedagógicas tales como:
la educación en valores no puede centrarse en un proceso
de aprendizaje abstracto o racionalista, debe ser una
educación basada siempre en la acción; la misma
debe partir de la percepción creativa de la realidad y de
una percepción individualizadora nunca masificada o
estereotipada, que movilice las emociones y los sentimientos
necesarios para una experiencia directa y plena del mundo y de la
propia y más cercana realidad.

Las acciones planificadas coherentemente por la escuela
la familia y la comunidad a partir de su nivel de
preparación en sus relaciones para lograr la
educación del valor de solidaridad.

El enfoque histórico-cultural como su
fundamento teórico.

Esta problemática ha sido abordada desde
desiguales ángulos por diferentes tendencias educativas y
se asume en esta tesis para la elaboración de la
estrategia que son aquellas de base
dialéctico-materialista, en las que se aprecia un
fundamentación más completa de la misma. Y dentro
de ellas en lo fundamental La Escuela Histórico –
Cultural de L. s. Vigotski (1986 – 1934).

Los postulados de esta escuela trascienden los marcos de
la psicología y es válida para la Educación,
así como para la Filosofía y la Sociología
de la Educación, ya que ésta centra su
atención en el desarrollo integral de la personalidad,
propiciando un enfoque cualitativamente nuevo, no centrado en los
componentes conductuales que impulsan el conocimiento, ni
focalizando la atención exclusiva en la esfera
cognoscitiva, sino valorando estos procesos en su integridad
dialéctica y enfatizando en el enfoque de la personalidad
como portadora de la actividad, social, en la que intervienen la
institución escolar, la familia, la comunidad y la
sociedad en su conjunto, lo cual resulta de una
significación extraordinaria para la pedagogía y es
decisivo para abordar la problemática de la
educación en valores
.

En atención a lo planteado las perspectivas
sociales, culturales, educativas de la población
venezolana del siglo XXI y por ende de la población
apureña, desde una dirección educativa,
serían las resultantes del diagnóstico de la
realidad concreta, de la dirección social, cultural, moral
y ética en concreto; es decir, de un estudio e
investigación objetiva de los hechos. Para ello se hace
necesario planificar la matriz generadora de información
sobre el desempeño adecuado de roles y de funciones
colectivas referentes a la solidaridad.

Con todo ello, se contribuirá al conocimiento y
valoración de entes sociales representativos e importantes
para la sociedad, como la valorización del docente, lo que
representaría un avance en el rescate de la confianza y la
fe en la capacidad del ciudadano venezolano, en la posibilidad de
la transformación social partiendo de la formación
ciudadana sistemática; además, es importante la
recuperación de la confianza en el trabajo y
desempeño docente, lo que facilitaría el logro de
una educación integral, basada no sólo en la
trasmisión de conocimientos elementales, sino
también en transmisión de valores morales y
éticos; rescate de valores culturales, sociales,
patrióticos y la afirmación de la identidad
nacional.

Todo ello contribuye a la realización de una
propuesta de dirección educativa, compleja y válida
basada en el rescate de valores esencialmente centrada en la
solidaridad, en descubrimiento y descomposición de
antivalores que solicita la inmediata resocialización
metódica de quienes tienen la responsabilidad de enviar el
mensaje, o constituirán la sociedad venezolana y la
apureña del siglo XXI.

El tiempo para la retórica según Romero
(2008), en la aplicabilidad del valor moral solidaridad,
derivados de un proceso de enseñanza aprendizaje
consustanciados con los mismos, se logrará observando los
intereses particulares y preservando los intereses
colectivos.

Consideraciones finales del
capítulo.

En este capítulo se evidencia la importancia de
la formación de la solidaridad como valor moral. De los
hallazgos de este estudio se puede evidenciar que los valores
como herramienta pedagógica, han venido ocupando un lugar
cada vez más relevantes en la teoría y la
práctica educativa.

En este sentido, la formación educativa como
trasmisor de valores morales y de principios, de pautas
culturales, de cumplimiento, de solidaridad, es posible,
sólo previo establecimiento de un papel filosófico
nacional bien definido, determinando claramente las
características personales que deben estimularse en todo
individuo, internalizando la responsabilidad moral al asumir y
comprender su función social como ente forjador del
desarrollo social.

De la misma manera cómo se internalice una parte
del conocimiento científico, se podría internalizar
elementos generadores de una conducta social moral, que
según Sánchez (2007), "…habría que
reunir el valor fundamental de las ideas y el poder potencial de
imponerles los que ostentan los grupos…" (p. 10), para dar
a conocer la filosofía del buen procedimiento y de la
buena convivencia.

CAPÍTULO II

Partes: 1, 2, 3, 4
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