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Hemovigilancia Hepatitis B y C en Bancos de Sangre de Bolivia. Año 2004



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Introducción
  2. Marco
    Teórico y Conceptual
  3. Hepatitis B:
    Características clínico-epidemiológicas
    y diagnósticas
  4. Hepatitis C:
    Características clínico-epidemiológicas
    y diagnósticas
  5. Hemovigilancia
  6. Justificación del
    estudio
  7. Formulación
    de Interrogantes
  8. Control
    semántico
  9. Método
  10. Operacionalización de las variables
    según objetivos
  11. Técnicas y
    Procedimientos
  12. Análisis y
    discusión de los resultados
  13. Riesgo de
    transmisión transfusional de hepatitis B y
    C
  14. Conclusiones
  15. Recomendaciones
  16. Bibliografía acotada
  17. Anexos

Introducción

I.1.- Antecedentes Históricos

La Hepatitis es conocida desde hace siglos, sin embargo
antes de la Segunda Guerra Mundial los médicos no
sabían que estaba causada por virus; se suponía que
era contagiosa porque las epidemias ocurrían con
frecuencia en condiciones de aglomeración e insalubridad,
pero cómo se transmitía de una persona a otra fue
un misterio por mucho tiempo. La diferenciación de los
tipos de Hepatitis, antes del descubrimiento de los virus,
sólo era posible por medio de la observación del
tiempo de incubación de la enfermedad y de la forma
probable de contagio. De esa forma, eran identificados apenas dos
tipos de Hepatitis: una de transmisión fecal-oral, por
ejemplo por el agua o alimentos contaminados y otra por
transmisión sanguínea.

El progreso para resolver el misterio lo realizó
en 1940, F. O. MacCallum médico británico, que
estaba a cargo de la producción de una vacuna contra la
Fiebre Amarilla y quedó impactado al observar que una
considerable proporción de soldados a los que se le
administró la vacuna elaborada desarrollaron Hepatitis
pocos meses después (1, 2, 3). La vacuna
contenía suero humano y MacCallum tenía
conocimiento de que se había informado en la
bibliografía médica de otros casos de Hepatitis
tras la inoculación de vacunas que contenían suero
humano. También tenía conocimiento de la
aparición de algunos casos tras el uso de jeringas y
agujas sin esterilizar en el tratamiento de la diabetes o de
enfermedades venéreas, instrumentos que podían
contener partículas de sangre, por lo que comenzó a
sospechar que la Hepatitis podría ser causada por un virus
que se transportaba en la sangre humana. Una serie de
observaciones en voluntarios realizadas por este investigador
durante la guerra y poco después, fortalecieron dicha
hipótesis.

MacCallum acuñó el término
Hepatitis A para la forma de la enfermedad que se transmite
principalmente a través de comida y bebida contaminadas
con cantidades mínimas de materia fecal y el
término Hepatitis B para la forma que se transmite
principalmente por exposición a sangre contaminada
(3).

Durante la siguiente década y media,
investigadores de muchos laboratorios trataron en vano de aislar
los agentes infecciosos que causaban los dos tipos de Hepatitis.
Los científicos sospechaban que los organismos culpables
eran virus porque eran lo suficientemente pequeños para
pasar a través de algunos de los filtros más finos
utilizados en experimentos, pero no podían cultivarlos
para identificarlos y estudiarlos. A mediados de la década
de 1960, la investigación de la Hepatitis había
alcanzado un punto muerto desalentador.

En aquella época, se creía que las
diferencias en la susceptibilidad de los individuos a las
enfermedades eran producto de variaciones en la estructura
genética de distintas poblaciones étnicas, llamadas
polimorfismos y que se mantenían a través de
generaciones, porque otorgaban a aquellos que las tenían
una ventaja para la supervivencia, tal como es la resistencia a
una determinada enfermedad.

Baruch Blumberg, investigador médico
especializado en Medicina Interna y Bioquímica a finales
de los años 1950, emprendió una
investigación con el objetivo de descubrir nuevos
polimorfismos en las proteínas de la sangre. Con ese fin,
comenzó a obtener muestras de sangre de poblaciones de
todo el mundo; así fue como en la década 1960-1969,
investigando las proteínas de la sangre, observó en
el suero de un australiano la presencia de un antígeno que
denominó "Antígeno Australia", que después
fue reconocido como el Antígeno de superficie del virus de
la Hepatitis B (AgHBs). Éste investigador, merecedor en
1976 del premio Nóbel de Fisiología y Medicina por
este descubrimiento, continuó realizando un seguimiento de
las pesquisas que condujeron al descubrimiento de muchos de otros
virus que causan las Hepatitis, al análisis de sangre en
su búsqueda y a revolucionarias vacunas contra algunos de
ellos que no sólo supuso una nueva forma de proteger a las
personas frente a las enfermedades infecciosas sino que por
ejemplo la vacuna contra la Hepatitis B constituye la primera
vacuna eficaz contra el cáncer de hígado (3, 4)
.

La rápida evolución de los conocimientos
ha posibilitado la detección de diferentes virus capaces
de causar Hepatitis en la especie humana; en la década de
los años 70 del pasado siglo fueron descritas por Dane las
partículas del VHB, del virus de la Hepatitis A por
Feinstone, y de la Hepatitis D, por Rizzetto y en la siguiente
década, Choo describió el VHC y Balayan el VHE. El
VHF es un término que se ha reservado a un virus de
transmisión entérica, cuya identificación en
la India es todavía controversial (4). Entre 1995 y 1996
se describe utilizando herramientas cada vez más novedosas
de biología molecular, el VHG también de
transmisión parenteral, que es como el VHC miembro de la
familia Flaviviridae (1, 2, 3, 4).

Partes: 1, 2, 3, 4

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