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Implicaciones éticas de la memoria histórica (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Gadamer inicia su estudio sobre la conciencia operativa
histórica incidiendo en la estructura de la experiencia,
que se halla condicionada por el concepto de experiencia
científica propio de la lógica inductiva. Expone
que el mayor error de las teorías de la experiencia,
incluyendo los estudios de Dilthey, ha sido el descuido de la
temporalidad interna de la experiencia y de la historicidad por
el condicionamiento de las teorías
científicas[114]Gadamer afirma que el
pensamiento de Dilthey tenía como finalidad última
"conferir legitimidad como ciencia objetiva al conocimiento
científico de lo históricamente
condicionado…En Dilthey se mezclan la herencia
romántica e idealista y el influjo ejercido desde el siglo
XIX por la lógica de
Mill"[115].

Siguiendo el esquema interpretativo que realiza
Heidegger sobre la obra de Hegel, Gadamer propone una
interpretación dialéctica a partir del Ser de la
experiencia, desarrollada en una estructura de inversión
de la conciencia consistente en un movimiento dialéctico.
En primer lugar se da un reconocimiento del sí mismo en lo
extraño de lo otro, siendo una experiencia de la
negatividad tanto por el cambio de conciencia, puesto que se
conoce algo más y mejor de lo que sabíamos antes,
como por el cambio de objeto, debido a que la experiencia revela
una nueva verdad sobre la que se manifestaba con
anterioridad[116]La dialéctica de la
experiencia no se encuentra en un saber acabado, a diferencia de
Hegel, sino en una apertura a la experiencia que se libera a
partir de la propia experiencia.

Ello conlleva un segundo aspecto, la facultad de la
experiencia de realizarse siempre a sí misma como un
proceso individual y obligado en todo conocimiento. La
experiencia se concibe así como algo inherente al ser
histórico del hombre, un proceso de adquisición que
supone engaños y desengaños que constituyen la
esencia misma de la experiencia. Se produce así un proceso
de reducción y eliminación de la expectativa,
mostrando asimismo lo negativo de esta limitación. La
experiencia verdadera consiste en la toma de conciencia de la
propia finitud del hombre, que experimenta su historicidad de
forma radical a partir de la tradición. Ésta se
presenta para Gadamer en forma de lenguaje, en el que se habla
del sí propio como un Tú, siendo una conciencia
objetivante[117]El papel de la tradición
trasciende la opinión o expresión del parecer,
porque el texto forma una unidad independiente del Yo-Tú,
los cuales manifiestan sus opiniones y pareceres en la
tradición.

El análisis del principio de productividad
histórica en la obra de Gadamer conlleva también el
desarrollo de la idea de interrogación, inserta en la
estructura de pregunta-respuesta. Sólo a través de
la inmersión en la "cosa" misma (die Sache) es
posible alcanzar la respuesta verdadera. La tradición
consiste entonces en un diálogo hermenéutico entre
los dos participantes, intérprete y texto, a partir de la
"cosa" misma, y que se opera contando con la fusión de
horizontes.

El encuentro de apertura ontológica del texto se
realiza desde la negatividad, puesto que se reconoce que algo no
se conocía anteriormente o no era como se pensaba. La
mediación que haga posible la apertura del Ser, se debe
hacer únicamente dentro de una universalidad que pueda
integrar los distintos horizontes. Este "medium" de la
experiencia hermenéutica es el lenguaje, que permite
recoger la experiencia acumulada de la Historia, inseparable de
la experiencia misma[118]La conciencia
hermenéutica histórica no asume un curso lineal que
delimite los sentidos objetivos o la historia
noemática[119]Las palabras modifican los
significados en un contexto determinado, en el que la
comprensión se hace a partir de unos conocimientos que nos
permiten la integración de los datos.

Se observa así una conexión con la
teoría de Humbolt vinculada al lenguaje, que afirmaba el
poder creador del espíritu en el lenguaje y que el
lenguaje era el medio de expresión de las concepciones del
mundo[120]En palabras de Gadamer: "El lenguaje
no es la huella de la finitud porque exista la diversidad de la
estructura del lenguaje humano, sino porque cada lengua se forma
y prosigue continuadamente al paso que va trayendo al lenguaje su
propia experiencia del mundo. No es finito porque no sea al mismo
tiempo todas las demás lenguas, sino porque es lenguaje
(…) Se trata del
centro del lenguaje, desde el
cual se desarrolla toda nuestra experiencia del mundo y en
particular la experiencia hermenéutica.

Ni un espíritu infinito ni una voluntad
infinita están capacitados para sobrepasar la forma de
experiencia del ser adecuada a nuestra finitud. Sólo el
centro del lenguaje, por su referencia al todo de cuanto es,
puede mediar la esencia histórica-finita del hombre
consigo misma y con el
mundo."[121]

3. 2. Análisis
hermenéutico de la historicidad.

El caso de la historicidad representa para Gadamer un
punto fundamental por el carácter histórico del
hombre, de la que deriva su relación el mundo. Por ello la
Historia define el proceso de comprensión
hermenéutica, ya que ni el intérprete ni el objeto
de comprensión pueden trascender su origen
histórico. Los componentes que intervienen en la
comprensión nunca podrán librarse del momento
histórico en que se encuadran, por lo que tanto el sujeto
como el objeto de la comprensión tendrán que
acercarse e intentar alcanzar su horizonte de
posibilidad.

La conciencia histórica se revela como un punto
fundamental en la Hermenéutica gadameriana. Representa la
determinación de nuestra Historia desde una
posición interna a ella, lo que origina una
comprensión propia del futuro determinada por el
significado que damos al pasado en función de nuestra
experiencia y tradición. En este movimiento
hermenéutico se hace fundamental la noción de
"distancia histórica" como un neutralizador ante los
prejuicios de cada época que facilita la
comprensión de la parte dentro del todo, favoreciendo
así la objetividad de las Ciencias Humanas y
Sociales[122]Al igual que en el acto
interpretativo sobre textos, la pertenencia a una Historia
precisa evitar la parcialidad de sus componentes
-intérprete y texto- para efectuar una
interpretación correcta. Para Gadamer la
comprensión histórica trasciende la mera
reconstrucción subjetiva del intérprete en cuanto
que incluye una perspectiva histórica: "Cuando se
reconoce que la propia perspectiva es completamente distinta de
los puntos de vista de los autores y de los sentidos de los
textos del pasado, es necesario realizar un esfuerzo para no
malinterpretar el sentido de los antiguos textos y entenderlos
realmente en su poder de
convicción"[123].

Para ello Gadamer resalta el valor de los elementos que
deben integrarse entre las visiones del presente del
intérprete y el momento histórico de lo que se ha
de comprender. Se debe superar la pura subjetividad pero se hace
inevitable la aparición de elementos intersubjetivos.
Rechaza los positivismos objetualistas y ahistóricos
insistiendo en la imposibilidad de un modo único de
contemplar la Historia, alegando la inevitable situación
del intérprete y su conciencia en el presente, que recala
en el pasado. Esta actividad ha de ir relacionada con el esfuerzo
por superar los prejuicios que pueden producir malentendidos. El
fin último de Gadamer es la preocupación por la
objetividad y el deseo de evitar
relativismos[124]

Para alcanzar una correcta interpretación de los
fenómenos históricos debe tenerse en cuenta el
concepto de "Historia efectual" (Wirkungsgeschichte),
esto es, los efectos que ha producido el texto a lo largo del
tiempo de modo efectivo. De esta forma la conciencia se percata
de los efectos que genera el condicionamiento de la Historia en
la conciencia misma. En palabras de Gadamer: "un pensamiento
verdaderamente histórico tiene que ser capaz de pensar su
propia historicidad. Una Hermenéutica adecuada debe
mostrar en la comprensión misma la realidad de la
Historia. Al contenido de este requisito yo le llamaría
"historia efectual". Entender es, esencialmente, un proceso de
historia efectual"
[125]. De esta manera la
Filosofía gadameriana explica la influencia que el pasado
ejerce en el presente, que debe comprenderse desde la luz del
pasado, de la tradición[126]

3. 3. Crítica de la "Escuela
histórica" en Historiografía.

En su obra "Verdad y Método" Gadamer realiza un
estudio sobre la metodología propuesta por los fundadores
de la historiografía contemporánea, especialmente
L. von Ranke y G. Droysen[127]El desarrollo
metodológico de estos autores está presente en la
labor de investigación histórica en la actualidad,
por lo que se hace necesario un acercamiento a los mismos a
partir del estudio hermenéutico de la comprensión
histórica.

La vertiente historiográfica desarrollada a
partir de la segunda mitad del siglo XIX se interesó
fundamentalmente por la unidad, universalidad y significado de la
Historia en relación con la
comprensión[128]La denominada "Escuela
histórica" estaba influida por el Idealismo alemán,
especialmente por el pensamiento de Hegel, resaltando la
historicidad intrínseca en el ser humano. Uno de los
principales exponentes fue Leopold von Ranke, quien
compartía la tesis hegeliana de una misma verdad entre la
Filosofía y la Historia, considerando que la finalidad
fundamental del estudio histórico era el acceso a la
realidad y la verdad de la vida[129]También
resultó fundamental la aportación de G. Droysen
sobre el análisis de los fenómenos
históricos a partir de su complejidad en relación a
su totalidad, así como sus estudios para distinguir el
análisis histórico de otros saberes
científicos. Ambos autores se integran en el estilo del
"Historicismo", oponiéndose a la concepción de la
verdad como un valor absoluto, en un clima relativista. Asimismo
admitían el pluralismo epistemológico que
hacía imposible el análisis de los contenidos de la
Historia y las Ciencias Sociales desde una óptica
concreta. El ideal era la multiplicidad tendente a la completa
universalidad[130]

3. 3. 1. Leopold von Ranke.

Ranke es considerado como el fundador de la
Historiografía moderna por su método crítico
para la evaluación de las fuentes en la Historia, lo que
configuró la Ciencia
Histórica[131]En su pensamiento lo
histórico constituye un proceso especialmente
significativo para la comprensión del presente: "A la
historia se le ha asignado la tarea de juzgar el pasado, de
instruir el presente en beneficio del porvenir. Mi trabajo no
aspira a cumplir tales funciones. Sólo quiero mostrar lo
que realmente
sucedió"[132].

Para Ranke la estructura de la Historia es aceptada como
una totalidad teleológica, pero los fenómenos
insertos en ella no responden a un "telos" que permita
pronosticar "a priori" el devenir de los acontecimientos. De esta
forma un hecho histórico adquiere su verdadero significado
cuando ocurre el siguiente, puesto que el suceso posterior decide
el significado del hecho precedente de forma
retrospectiva[133]El acercamiento hacia los
procesos históricos gira en torno a "unidades
históricas significativas" (geistige Einheiten),
sustancias espirituales que ayudan a superar las perspectivas
parciales de la realidad[134]De este modo la
investigación se realiza a partir de una base religiosa,
no empírica, en la que se imputa a Dios el origen de toda
unidad histórica[135]Asimismo la divinidad
representa el nexo de conexión y la fuerza
histórica que va uniendo los sucesos, agrupados en
épocas o siglos. Como señala Gadamer, para Ranke:
"lo que ya ha sido constituye el nexo con lo que
será"[136].

Desde la perspectiva de cada fenómeno
histórico se produce como una manifestación de la
vida en su totalidad, por lo que la comprensión supone la
participación en la vida sin mediación de concepto
alguno. Así la interpretación histórica debe
atender especialmente al carácter individual de los
sujetos históricos, apoyado en un elemento de
adivinación (Ahnung)[137]. Ranke
expresa de este modo un pensamiento en el que la
comprensión se aborda con una cierta carga subjetiva,
aunque la finalidad última tienda hacia un estudio
histórico objetivo, que es posible alcanzar mediante los
sucesos individuales.

La corriente historicista de la "Escuela
Histórica" afirma que sólo es posible alcanzar la
verdad de la Historia dentro del proceso de la vida y del
espíritu. La misión de la Historiografía se
revela fundamental para descubrir y sacar a la luz esa verdad
oculta. Y esto ocurre porque la realidad histórica no
está completamente constituida, sino que se va formando
continuamente. Por ello Ranke alude a la noción de
libertad como una parte esencial de la Historia, porque su
realización se lleva a cabo a partir de la libertad de
acción de individuos significativos que van "marcando" el
desarrollo histórico. Sin embargo, esa libertad se ve
confrontada por la "necesidad", por lo que se acepta una
"tendencia hacia" que se va construyendo
paulatinamente.

Este pensamiento se relaciona con la Hermenéutica
desarrollada por Gadamer en numerosos puntos, entre los que se
destaca la existencia del significado en función de los
horizontes con que es visto[138]La insistencia de
Ranke en la búsqueda del conocimiento histórico a
partir del contexto en el que se producen, es decir, insertos en
su propio devenir, es una idea que se acerca a la teoría
gadameriana[139]Ambos afirman que los hechos no
están determinados únicamente por causas
establecidas "a priori", por lo que el ser humano no está
sujeto a una fuerza externa que pueda decidir los acontecimientos
al margen de la acción y libertad humana.

3. 3. 2. G. Droysen.

La contribución de Droysen al desarrollo de un
estatuto científico para la Historia queda patente en su
mayor obra, Historik. En ella intenta introducir un
método propio basado en la comprensión en
relación a la libertad y la
necesidad[140]El desarrollo histórico
está determinado únicamente por el hombre, que
actúa históricamente en función del
carácter condicional de la necesidad y el querer
incondicional de la libertad[141]La novedad en el
pensamiento de Droysen se basa en el interés por el sujeto
que realiza la investigación, dejando en un segundo plano
el objeto de conocimiento[142]De este modo se
somete a crítica la posición del historiador como
individuo partícipe de la Historia, que no puede alcanzar
una posición plenamente objetiva. Por ello se hace
necesario realizar una labor crítica de los elementos
subjetivos, lo que acerca esta postura al reconocimiento de los
factores subjetivos "prejuiciales" que desarrollará
Gadamer. Señala así que para Droysen: "La
Historia no es sólo un objeto de conocimiento, sino que
está determinada en su mismo ser por su
saberse"[143].

Este aspecto resultará clave en la
diferenciación entre Ciencias Históricas y Ciencias
de la Naturaleza. El historiador no puede utilizar la
experimentación para alcanzar el objeto de su
conocimiento, por lo que su investigación debe basarse
únicamente en la comprensión del sentido y la
realidad histórica. La característica principal del
método histórico será siempre el "comprender
investigando"[144], lo que le acerca al
pensamiento hermenéutico de Gadamer.

Droysen establece una nueva distinción
metodológica a partir del contenido epistemológico,
con el fin de establecer un dualismo entre el método a
seguir por las Ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del
Espíritu:

  • 1) el método filosófico, cuya
    finalidad es el conocer (erkennen)

  • 2) el método físico, con el
    objetivo de explicar (erklären)

  • 3) el método histórico, que tiene
    por objeto el comprender
    (verstehen)[145]

Asimismo establece dos categorías para el mundo
fenoménico, la Naturaleza y la Historia. El mundo natural
está vinculado al espacio, mientras el histórico se
relaciona con el tiempo puesto que la temporalidad es la esencia
del hombre y el objeto de la Ciencia
histórica[146]Así la Historia se
constituye por el factor temporal y por la continuidad,
así como por el elemento reflexivo que se extrae de la
Filosofía.

Tanto Ranke como Droysen pusieron énfasis en los
hechos que deben ser comprendidos de forma científica con
independencia de cualquier principio apriórico. Sin
embargo la diferencia fundamental entre ambos radica en la
importancia que otorga Ranke a los sucesos individuales, mientras
Droysen insiste en la comprensión de la individualidad a
partir de la totalidad en que se integra. Asimismo la totalidad
se comprende realmente al integrar lo individual en el que se
expresa[147]En palabras de Droysen: "Lo
individual se comprende en el conjunto, y el conjunto se
comprende desde lo
individual"
[148].

El trabajo de ambos autores puede considerarse como
antecedente para el futuro desarrollo hermenéutico,
especialmente por el tratamiento del concepto de
"comprensión" relacionado con la interpretación
mediante una metodología científica. Sin embargo,
la aportación de Droysen a la Hermenéutica
desarrollada por Gadamer podría ser mayúscula, como
señala el autor: "En la autorreflexión
metodológica de Droysen la Hermenéutica se
convierte en señor de la
Historiografía"[149].

3. 4. Acción humana e
historicidad.

La Teoría de la Acción estudia la
acción humana desde aspectos semánticos,
epistemológicos y ontológicos que se plasman en el
plano antropológico, psicológico,
sociológico y ético[150]Se centra
fundamentalmente en la "expresión" humana partir de su
realización en el tiempo, lo que se manifiesta en un
sujeto que "dialoga" con su entorno a través de sus
acciones. Representa la base sobre la cual se sustenta la
investigación científica, especialmente en las
Ciencias Humanas y Sociales.

Desde esta perspectiva el análisis
histórico resulta fundamental debido a la estrecha
vinculación de la acción humana, tanto individual
como social, con el desarrollo de la Historia. Esto ocurre porque
los fenómenos históricos se desarrollan dentro de
una red,[151] que amplía el ámbito
de la Teoría de la Acción al introducir la variable
del tiempo. De este modo conlleva un elemento eminentemente
histórico que es anterior a cualquier tipo de estructura
histórica, tanto epistemológica como
ontológicamente. Toda estructura histórica se
concibe de esta forma como el resultado de acciones que se
desarrollan en el transcurso del tiempo. En este aspecto la
Hermenéutica gadameriana pretende la aplicación de
la Teoría de la Acción al conocimiento del ser
humano desde su propia Historia. Su objeto de estudio analiza los
acontecimientos históricos como el resultado de la
combinación de acciones
humanas[152]

La mención de la "acción" presenta una
referencia explícita sobre una realización temporal
que se dirige hacia una meta a cumplir. Allí se establece
la relación entre el motivo y la intención que
mueven al sujeto hacia la obtención de sus objetivos, y la
misma meta propuesta. Esto se debe a la dependencia entre el
sentido de la acción y su fin, que ejerce como motor de la
acción. Esta interrelación evidencia la naturaleza
de la acción como inserta en un todo, siendo imposible una
aparición aislada de la
misma[153]

La exteriorización de la acción se produce
cuando se da una respuesta intencional a partir de una
reflexión mental, en función de un "acto" previo
que se encuadra en el contexto de unas circunstancias concretas.
Este paso constituye una actuación que relaciona la
acción originaria con otras acciones y hechos, dando forma
a la "actividad humana" a partir del acto y la acción.
Gadamer toma esta estructura de acto-acción para exponer
el esquema básico que relaciona la vida individual y el
ámbito social. Estos elementos resultan fundamentales en
su Hermenéutica porque la comprensión trasciende el
ámbito del análisis metodológico de los
textos, para formar parte de modo efectivo en la
realización de la vida
social[154]

Otro elemento de especial relevancia en el desarrollo de
la Teoría de la Acción es la "decisión". Se
entiende que toda acción humana ha de estar precedida por
una decisión, que refuerza el carácter intencional
como factor que mantiene a la acción y la reconoce. La
realización de los actos desde la racionalidad comporta un
elemento de responsabilidad, que desde la propia acción se
manifiesta por referencia a algún motivo que la mide y
revela unos efectos que se siguen de ella[155]Sin
embargo han de tenerse en cuenta las acciones que no están
supuestas de forma lógica, aquellos hechos que se
manifiestan de forma casual más allá de la
posibilidad de una reflexión previa y que se escapan de la
intención.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta la acción
colectiva o social, que aunque integra los elementos de la
acción individual ha de ser asumida por todos los
individuos que la componen. La significación de la
acción, tanto individual como social, debe interpretarse a
partir de los actos y proyectos de sus actores, puesto que toda
acción humana remite a experiencias de la vida
anterior[156]Así el sujeto histórico
revela su intencionalidad a través del tiempo.

Gadamer expone la importancia del saber ético
para el estudio de la acción colectiva, especialmente por
su facultad para dirigir las acciones que sólo se
reconocen en el intercambio con los demás. Para ello alude
al término praxis en el sentido
aristótelico, expresando la facultad de todas las
producciones y organizaciones del ser humano, es decir, los
valores y costumbres que comparten todos los hombres a partir de
la fronesis o racionalidad
responsable[157]Así señala que:
"el saber ético engloba nuestro conocimiento de los
fines y de los medios, tanto individuales como
sociales"
[158].

Este desarrollo permite una nueva concepción de
la Historia más allá de un estudio de las
estructuras impersonales para atender a la interioridad humana,
aquella que dirige el curso de los acontecimientos tanto en el
ámbito personal como en el contexto impersonal. Esto se
lleva a cabo a partir de la racionalidad
fronesis- que incide decisivamente en la
acción humana. De esta forma la Historia no puede
considerarse como un producto pleno del azar y la
indeterminación en la que el hombre juega un papel pasivo,
sino que se define por relación al ser humano. Nuestras
acciones comienzan en el proceso de movimiento histórico y
se hacen históricas, a la vez que la Historia caracteriza
nuestras acciones[159]

Gadamer resalta la historicidad entorno a la
noción de "acción histórica", que presenta
un carácter dinámico y personal a partir de la
actuación de un agente que actúa determinando sus
acciones. Las acciones históricas tienen un sentido y una
finalidad por su carácter eminentemente humano,
adquiriendo un sentido por medio del agente que las hace con una
intención evidente. Sin esa finalidad basada en la
libertad, las "acciones humanas" se convierten en meros "actos
del hombre" (facta), una actuación que no hace
Historia aunque se dé en
ella[160]

3. 5. El sentido hermenéutico de
la Historia.

Gadamer caracteriza la acción humana en cuanto
histórica a partir de los conceptos de comprensión,
interpretación y aplicación desarrollados en su
Hermenéutica. Por ello no acepta la existencia de leyes
abstractas que rigen el destino de la Historia humana, sino que
expone un entramado de acciones humanas interdependientes, todas
dotadas de sentido. Distingue dos tipos de acciones
históricas. En primer lugar aquellas que presentan
inicialmente un carácter temporal, pero van adquiriendo
progresivamente un aspecto supratemporal. Se refiere
especialmente a las obras de Arte y a los textos, que van
cobrando independencia del sujeto que las realizó con un
fin específico. Así superan el espacio-tiempo en el
que han sido creadas, por lo que no tienen un límite
preciso en el futuro. Aunque se explican dentro de un contexto
específico no dependen de él para interpretar su
sentido. Por otra parte, se encuentran aquellas acciones
históricas limitadas en el tiempo, producidas por sujetos
que las desarrollan en función de condicionamientos
precisos y que sólo se comprenden en función de
éstos, por lo que pierden su sentido si son
descontextualizados.

Se hace imprescindible, no obstante, un acercamiento
hacia todo tipo de acciones, puesto que aquellas menos
significativas ayudan a configurar un acercamiento
histórico entorno a la actividad diaria de la
comunidad[161]Por tanto ha de tenerse en cuenta la
combinación de los conceptos de intención y efecto,
donde se produce la acción histórica. Desde esta
perspectiva puede afirmarse que la actuación humana
conlleva en primer lugar un carácter individual, para
continuar con una acción social recíproca y
colectiva. De esta forma se construye la Historia, aunque se hace
imposible un control total a partir de la intervención
directa en la misma[162]

Así la acción humana se entiende como una
elección realizada conscientemente en la práctica
ante un horizonte de posibilidades. No podemos concebir la
Historia como una sucesión de acontecimientos constatables
de forma objetiva y comprobada de manera intersubjetiva, porque
el hombre la vive y actúa en ella en base a actividades
con un fin concreto, que normalmente comienzan de forma
consciente[163]

En la teoría hermenéutica de Gadamer se
hacen constantes referencias hacia la importancia de un
acercamiento histórico a la relación precedente con
el objeto, que prima ante un posible estudio objetivo. Se refiere
así al concepto de
"participación"[164]. Se trata de la
relación entre sujeto y objeto donde se incluyen las
acciones individuales y colectivas que protagonizan sus
participantes, lo que se lleva a cabo mediante el diálogo.
Éste se implica de forma directa en la búsqueda de
la verdad y se afectado por él mismo. Así explica
Gadamer la relación entre el historiador y los sucesos
históricos en función de la participación,
que logra garantizar el conocimiento de la Historia al margen del
objetivismo reivindicado por el positivismo.

El análisis se produce a partir de la
noción de tiempo subjetual, que nos permite un
acercamiento circular en el que el todo se relaciona con las
partes, que a su vez conforman al todo. Así es posible
para el historiador acercarse a los sujetos pasados, lo que
sería imposible mediante el contacto real. Podemos
entonces realizar la búsqueda del sentido histórico
a través de una especie de metatiempo, a partir de la
relación con las partes, que son las acciones: "en
definitiva, la acción se hace historia y la Historia se
forja desde las acciones
humanas"[165].

3. 6. El objeto de la Ciencia
histórica.

La Historia ha de estudiarse como una disciplina
científica, más allá de una
concepción como mero arte o género literario. Esto
ocurre por varios factores: en primer lugar, porque la
reconstrucción del pasado precisa de la aplicación
de una crítica basada en unas reglas rigurosas aceptadas
intersubjetivamente. Además, a través del
análisis y la conceptualización, la Historia va
"explicitando" los procesos del pasado en su contexto, lo que
ayuda a revelar la transparencia de las sociedades
humanas[166]

Una vez determinado el estudio histórico como una
Ciencia conviene aclarar cuáles son las cuestiones
centrales de la misma, que la diferencian de otras disciplinas
científicas. El objeto de la Ciencia histórica se
vincula al conocimiento de los fenómenos históricos
en su singularidad, la formación de pueblos o estados, el
modo de organización humana y las razones que les llevan a
protagonizar los hechos históricos[167]Para
la Hermenéutica gadameriana no es posible una
constitución histórica a partir del análisis
exclusivo de los hechos, relacionados con un sistema de valores
fijos a lo largo de la misma. Tampoco admite el planteamiento
desarrollado por Dilthey, en el que la vivencia está
relacionada con la continuidad de la Historia. Para Gadamer la
auténtica conciencia histórica debe extraer la
continuidad de la estructura que entraña el flujo
histórico mismo[168]

Se pregunta sobre la posibilidad de la existencia de
leyes generales en la Historia, que se podrían conocer a
partir de la continuidad histórica. Plantea el sentido
ontológico de la continuidad, porque a pesar de lo
transitorio que implica la vivencia humana, "el pasar implica
llegar a ser"[169].
Si se asume este
planteamiento ontológico se cuestionarían las leyes
de validez universal de carácter objetivo, porque
éstas presuponen una continuidad que se hace constante y
regular. Sólo cabría aceptar unas "tendencias
probables" que nos ayudan a investigar nuestro objeto, pero
asumidas desde la cautela y la prudencia, ya que no siempre han
de cumplirse[170]

En relación a este interrogante Gadamer se acerca
al espíritu objetivo desarrollado por Hegel. El objeto de
estudio de la Historia se vincularía a la convivencia
humana, el orden moral, estatal o de las naciones. Esto ocurre
porque sólo puede conocerse la existencia del Ser dentro
de los parámetros en los que se desarrolla la vivencia
personal, las instituciones y agrupaciones colectivas. Todo bajo
la percepción de la "discontinuidad" histórica, que
significa aquellos momentos en los que se produce un sentimiento
de desconexión con el todo y que junto a la
tradición nos ayuda a comprender mejor la continuidad
histórica[171]

3. 7. La Hermenéutica
Fenomenológica de Paul Ricoeur.

El pensamiento de Ricoeur ofrece importantes
consideraciones desde distintos niveles
filosóficos[172]Su idea fundamental se
centra en el reconocimiento de la acción voluntaria, en la
que se encuadran algunos conceptos como la intención, los
motivos, el deseo o la causa. Todas estas categorías se
fundamentan en el sujeto, que posee la capacidad de
elección al principio y final de cada acto, tratando
siempre de él mismo[173]Ricoeur aborda este
tema a partir de la combinación de distintas escuelas de
pensamiento contemporáneas, como la Analítica, la
Fenomenología o la Hermenéutica.

En primer lugar describe la acción dentro del
lenguaje, utilizando la fórmula de pregunta-respuesta que
la enmarca entorno a un nivel
público-lingüístico. Sin embargo los conceptos
en los que se ve envuelta la acción entregan su sentido,
por lo que han de estudiarse a partir de la Fenomenología,
incidiendo en la intencionalidad de los actos de
conciencia[174]Los actos se agrupan en unidades
históricas y narrativas que permiten comprender los
contextos implícitos, por lo que Ricoeur alude a la
perspectiva hermenéutica para dar coherencia y continuidad
a los noemas[175]A continuación ha de
tenerse en cuenta que el carácter real de los relatos
reside en el agente que los efectúa y en las condiciones
éticas en los que actúa. Por ello estudia desde el
nivel ético de la acción los conceptos del bien, la
responsabilidad o el mérito.

Por último el discurso entra en la acción
política, requiriendo unas condiciones de carácter
fáctico-contingente y no
ético-normativo[176]en el que demuestra su
legitimidad aunque sin ser ajena a las motivaciones éticas
de toda acción humana.

3. 7. 1. Discurso y tiempo
histórico

Paul Ricoeur es uno de los autores que más ha
contribuido en los últimos años al debate sobre
significado del discurso histórico. En este aspecto
destaca su concepción sobre la utilización de
operaciones narrativas en la Historia, aunque matiza
características que le diferencian del relato narrativo,
como la conceptualización utilizada. En su obra Tiempo
y narración
[177]plantea que tanto el
relato histórico como el de ficción pretenden
"refigurar" la experiencia temporal humana, dotándola de
orden y sentido por medio de la configuración de tramas.
En palabras de Ricoeur la construcción de la trama se
ofrece como "papel mediador en la relación entre
tiempo y narración, entre el estadio de la experiencia
práctica que le precede y que le
sucede"
[178]. Sin embargo, sostiene que la
vinculación entre Historia y narratividad es indirecta,
asegurada mediante la "intencionalidad histórica". Este
concepto alude al objetivo referencial de la Historia, que como
forma narrativa utiliza los elementos de todo relato: el
principio autoexplicativo, los personajes como entidades de base
y la temporalidad de la acción humana. El aspecto
fundamental en el que se produce la separación definitiva
con el relato será el marco temporal
utilizado[179]

El concepto de "trama" es tomado del pensamiento
aristotélico a partir de la configuración de la
acción. Ricoeur define los elementos que deben constar en
toda trama, destacando la preeminencia de los personajes que se
identifican con nombres concretos y a los que se otorga un papel
determinado: "el hombre constituye el objeto de
representación"[180].
A pesar de que
no siempre se tratan personalidades y se agrupan de forma
colectiva, es posible reconocer el "papel" que ocupa cada uno
porque aparecen de forma singular como portadores de una
intención y responsables de sus
acciones[181]La relación entre el concepto
de acción y el personaje es vinculante, puesto que a pesar
de que existe la preeminencia del primero respecto al segundo,
ambos existen en función del otro.

A continuación se estudia la
característica "autoexplicativa" de la narración,
donde se integran causas y sucesos. En la comprensión
narrativa no se hace necesario una formulación de
hipótesis que validen el relato, ya que a partir del
propio seguimiento de los antecedentes se hace posible la
explicación de las conclusiones finales. En tercer lugar,
analiza la utilización del tiempo como una
"concordancia-discordante", constituido por un plano lineal
–lectura- y otro configurativo –la comprensión
del relato. De este modo la trama se construye a partir del
lenguaje y la intelección, que toma de la praxis para
narrar "acciones" y "acontecimientos" que efectúan los
agentes[182]en un marco temporal
específico.

Ricoeur es consciente del trabajo historiográfico
contemporáneo, en el que se ha superado el modelo de
personaje, explicación y tiempo propio de la disciplina
durante el siglo XIX[183]Las tendencias
historiográficas del siglo XX han ido apartando la
concepción del sujeto como un agente político o
militar. Esa Historia de las grandes personalidades, que
sí podría contemplarse como personajes de un
relato, ha dado paso al estudio de las entidades "colectivas"
como una suma de sus partes. Este modo de abordar lo
histórico a partir del análisis social representa
para Ricoeur el punto esencial de la cuestión. Defiende la
posibilidad de aplicación de las categorías de
acción e intención desde este nuevo enfoque,
realizando un tratamiento de los acontecimientos sociales como si
fueran personajes
históricos[184]

3. 7. 2. La Escuela de Annales y su rechazo
al acontecimiento histórico.

El análisis del "acontecimiento histórico"
desarrollado por Ricoeur lo realiza en base a las aportaciones de
la Escuela francesa de Annales. La importancia de esta corriente
historiográfica fue fundamental durante todo el siglo XX,
especialmente por su influencia sobre la concepción de un
nuevo tipo producción histórica basada en la
relevancia de la cuestión social. Desde su
fundación en 1929 hasta la década de 1980
presentó una continuidad basada en la importancia de la
Historia y su relación con el resto de disciplinas
sociales, especialmente por la metodología empleada en la
economía, geografía, demografía o
antropología[185]

Desde sus primeras producciones Annales fue renuente a
la concepción de la Historia basada en el acontecimiento o
suceso histórico concreto. Sus fundadores, Lucien Febvre y
March Bloch, criticaron este tipo de Historia "acontecimental"
(événementielle) que primaba el
acontecimiento como objeto privilegiado. Desde su punto de vista
el suceso histórico debía enfocarse como
ocurrencias puntuales, de carácter fortuito, que destacaba
a las grandes personalidades como motor de los cambios
históricos. Para Annales era inconcebible un acercamiento
inmediato del historiador en función de la simple lectura
de los documentos históricos. Como asegura Febvre, este
sistema tendía a la reducción de la Historia a una
operación de establecimiento y organización de
"hechos puntuales", mediante una labor
"mecánica"[186].

Tanto Febvre como Bloch tuvieron como objeto de estudio
el "hecho social total"[187]. Para Ricoeur este
nuevo objeto de estudio indica que la reflexión deja de
centrarse en el sujeto individual, para incidir en los grupos
sociales en "todas sus dimensiones humanas"[188].
La superación del acontecimiento tradicional por la
explicación del hecho social permitía contemplar al
sujeto desde aspectos económicos, políticos,
sociales o culturales, ampliando el periodo de tiempo de su
estudio y trascendiendo la localización en un espacio
concreto[189]

Los sucesores en la dirección de Annales
ampliaron esta oposición al acontecimiento puntual.
Fernand Braudel adoptó una nueva metodología con el
objeto de distanciarse de la Historia episódica,
elaborando una diferenciación en temporalidades
–larga, mediana y corta- en las que se desarrollaban las
actividades humanas[190]De esta forma
pretendía acceder a otro tipo de realidades
históricas, de mayor significación y profundidad.
En la "larga duración" se daban aquellas evidencias que
actuaban en todos los ámbitos de la vida social, cuya
importancia para el estudio histórico era fundamental. En
la "corta duración", por el contrario, se asimilaban meros
acontecimientos puntuales en días concretos, cuyas
consecuencias eran ínfimas. Por ello Braudel desconfiaba
de este estadio "fugaz", que calificaba como una
"agitación superficial", "mundo ciego" o "historia
caprichosa"[191].

Los estudios de Annales continuaron la dinámica
establecida por Braudel. Pierre Chaunu acuño la
expresión de "historia serial" para definir los
fenómenos históricos de corta duración. De
esta forma se estandarizaron como series de fenómenos
repetibles, analizables mediante procedimientos
estadísticos. Así el acontecimiento pierde su
carácter de suceso autónomo para integrarse junto a
otros que poseen su misma cualidad, formando así una
serie. Este tipo de estudios fueron objetos de duras
críticas porque dejaban fuera de sus explicaciones al ser
humano como objeto de su propia Historia[192]La
utilización masiva del cálculo estadístico
había primado la periodización y
contabilización al margen de una interpretación
global del desarrollo humano.

3. 7. 3. Crítica y extensión
del acontecimiento.

Ricoeur realiza una revisión crítica de
los presupuestos tradicionales referentes al acontecimiento
histórico. En su opinión existen una serie de
consideraciones que articulan una manera positivista de concebir
la Historia:

  • 1) Reducción del acontecimiento a lo
    ocurrido únicamente en el pasado. De ello se desprende
    una diferenciación absoluta entre lo ocurrido y lo que
    aún va a acontecer, lo que conlleva una
    reducción de la Historia hacia el conocimiento del
    pasado, nunca del presente o el futuro.

  • 2)  Concepción del hecho
    histórico a partir de la realización de
    personajes individuales. En este sentido siempre se imputa a
    éstos la responsabilidad individual del
    acontecimiento.

  • 3) Como suceso ya ocurrido se relaciona con la
    "alteridad absoluta" del pasado, adoptando una
    caracterización enigmática, difícilmente
    comprensible.

  • 4) El acontecimiento presenta una "singularidad
    no repetible" opuesta a cualquier tipo de ley universal.
    Así la principal diferenciación entre los
    hechos vinculados a las ciencias naturales y a la Historia es
    el carácter repetitivo de unos y la singularidad de
    otros[193]

  • 5) Todo acontecimiento contiene una
    "contingencia práctica", opuesta a la "necesidad
    lógica o física". El prejuicio sobre el
    carácter extraordinario del suceso histórico
    conlleva no dar cabida a sucesos de carácter
    "irresistible" o "fatal".

  • 6) El acontecimiento implica la
    "desviación" respecto a un modelo construido
    previamente, como es el caso de la historia serial
    desarrollada por Pierre Chaunu[194]

Este tipo de prejuicios se evidencian en distintos
espacios, especialmente en la concepción de Historia
ofrecida en los ámbitos escolares. Annales atacó
especialmente esta forma de seleccionar aquellos sucesos
históricos dignos de pasar al reconocimiento social,
mientras otros son susceptibles a desecharse en la memoria
colectiva. Para la corriente francesa era necesario destacar
aquellos periodos en los que, a pesar de no darse una
trascendencia en la esfera política en forma de
acontecimientos puntuales, sí se evidenciaban importantes
cambios en la vida social.

Ricoeur pone de relieve la extensión que
realizó Annales contra el prejuicio de la Historia
entendida como pasado, sin aporte alguno para el
presente[195]En este debate surge un tema esencial
para el enfoque historiográfico, la capacidad del
investigador para estudiar el pasado desde una posición
totalmente independiente del mismo. Para Annales el estudio de la
Historia sólo puede hacerse desde el presente, lo que
conlleva la participación evidente del historiador.
Ricoeur extiende esta idea y considera que la
reconstrucción de la realidad sólo puede funcionar
como una "idea límite", que nunca será alcanzada
por el historiador[196]Una segunda
consideración de importancia es el progresivo tratamiento
de los acontecimientos más allá de una
consideración individual. Ricoeur resalta el aporte de
Braudel, quien subrayó la relevancia del medio
geográfico como factor decisivo en el desarrollo
histórico, mientras los seres humanos sufrían las
consecuencias[197]

En este punto Ricoeur se propone definir la
noción de acontecimiento histórico a partir de su
concepción de la trama narrativa. Señala así
que un acontecimiento, tanto narrativo como histórico, es
una combinación de distintos elementos que se ordenan en
configuraciones singulares. Representa aquello que hace "avanzar"
el relato, manteniendo los vínculos de dependencia con sus
antecedentes y consecuentes. Además se hace imposibles
integrarlos en una tipología o clasificación
precisa, debido a que las formas que hacen avanzar la
acción son distintas, y poseen un distinto carácter
causal o simbólico.

Por otra parte, es fundamental considerar que toda
narración es el lugar donde ocurren los hechos.
Éstos se vinculan de manera "contingente" con los
personajes, que son los que padecen sus acciones. Sin embargo el
aspecto fundamental para Ricoeur es la subordinación de
todo acontecimiento-ruptura a un orden de mayor envergadura, la
misma configuración[198]Esto significa que
existe un hilo conductor como guía, que inevitablemente
concluirá en un desenlace. Por último, conviene
tener en cuenta la construcción de toda trama en
función de pautas culturales que la condicionan.
Así la trama es, "a la vez", singular y generalizadora,
narrando sucesos únicos pero dispuestos de maneras
típicas: "Mi tesis es ésta: los acontecimientos
históricos no difieren radicalmente de los acontecimientos
enmarcados por la trama…es posible, mediante
procedimientos apropiados de derivación, extender a la
noción de "acontecimiento histórico" la
reformulación que la idea de
"acontecimiento-estructura-en-trama" ha impuesto a los conceptos
de singularidad, de contingencia y de desviación
absolutas"[199].

De esta manera Ricoeur asegura que el acontecimiento
histórico se basa también en la idea de pertenecer
a una configuración, lo que hace necesario poner en
cuestión la singularidad, contingencia y desviación
absolutas que se habían asociado tradicionalmente. Aunque
por otra parte se hace imposible suprimir tales ideas, por lo que
deben ser reformuladas, colocándose en otra forma y
escala. Así el acontecimiento para Ricoeur se asocia con
la idea aristotélica de "metabole" o cambio de
fortuna, principal concepto que articula el modelo
narrativo[200]

La importancia dada al acontecimiento en el pensamiento
de Ricoeur supone considerar la existencia de momentos, donde las
decisiones humanas resultan fundamentales. Así el sujeto
continúa siendo el agente principal de la Historia, ya sea
de manera individual como colectiva. Por ello sigue siendo
responsable de sus actos, por lo que en palabras del autor es una
Historia que puede "ganarse o
perderse"[201].

El intento de Ricoeur por conferir un estatuto narrativo
a la Historia rivaliza, según él, con el esfuerzo
de la corriente historiográfica de Annales por apartar el
concepto narrativo de lo histórico. Esta idea se basa en
el equívoco de que una Historia narrativa daba lugar a una
menor cientificidad para contemplar el desarrollo
histórico de forma superflua. Por el contrario, Ricoeur
asegura que un estudio no narrativo no podría contemplar
la Historia de forma científica, ya que difuminaría
su rasgo principal, que es el hecho de configurar tramas entre
las distintas Ciencias Sociales. La trama otorga el elemento
distintivo al discurso histórico, la referencia al tiempo
como eje central de articulación, que se asienta sobre los
acontecimientos.

Ricoeur reflexiona sobre el momento de aparición
de acontecimientos, donde se evidencia la diferencia
"estructural" del historiador respecto del sociólogo o del
economista[202]Realiza un detallado
análisis de la obra de Braudel, "El Mediterráneo y
el mundo mediterráneo en la época de Felipe II",
para concluir que éste nunca llevó a efecto su
postura de una Historia "inmóvil", otorgándole un
"desenlace" a sus teorías de larga duración. Por
último, hay que señalar el aporte de Ricoeur acerca
de los vínculos presentes en todo relato histórico.
Así, los acontecimientos se contemplan como algo
más que un agregado de sucesos, con un significado que
trasciende la mera acción descriptiva. De esta forma, la
acción de narrar no puede imprimir la realidad en la obra,
ya sea ficticia o histórica, sino que se alimenta de
elementos significativos.

Historia y
reflexión ética

Una vez estudiado el carácter intrínseco
del intérprete de la Historia respecto a la
misma[203]se hace necesario fijarse en el criterio
de valoración que se utiliza para calificar los sucesos
históricos precedentes.

En primer lugar, es necesario resaltar el valor de la
Historia como una de las fuentes objetivas de la
Ética[204]El estudio de los sucesos humanos
proporciona elementos para la reflexión, como la
responsabilidad o la capacidad de iniciativa de sujetos y
colectividades. Sin embargo, este sentido de lo histórico
no estaba contemplado en la Filosofía clásica
griega, debido a su percepción cíclica del tiempo y
su concepción universal del objeto de conocimiento, que no
puede encontrarse en los acontecimientos humanos de
carácter irrepetible. En la Poética de
Aristóteles se realiza un tratamiento de la poesía
como la única capaz de formular aserciones universales,
mientras la Historia es contemplada con un carácter de
inferioridad.

La progresiva difusión del pensamiento cristiano
durante la Edad Media hace variar el estatuto de lo
histórico. El cristianismo inicia una nueva
valoración de la Historia al sustituir la
concepción temporal cíclica por la vectorialidad,
donde se produce una conexión entre la realidad y la
promesa[205]Esta nueva concepción de la
acción como histórica remite a la realidad y la
experiencia, a partir de un fin que le es trascendente y ante el
cual cabe esperanza, virtud desconocida en el pensamiento griego.
Asimismo el carácter expansivo de los centros de
hábitat medievales conlleva una ética basada en la
realización personal y social, insertas en una estructura
narrativa vital en la que a las intenciones personales les
subyace una trama unitaria[206]

El pensamiento filosófico contemporáneo ha
tratado las relaciones entre la Ética y la Historia a
partir de la Axiología y la Hermenéutica. El
profesor Urbano Ferrer señala tres puntos
éticovalorativos tratados únicamente desde lo
histórico: el perspectivismo de los valores, el progreso
como aproximación a ciertos valores y el valor de la
mediación histórica en torno al bien
moral[207]

1) El perspectivismo axiológico desarrollado por
Scheler opone las variaciones éticas al relativismo, en el
cual no se contempla la existencia de valores absolutos. Por el
contrario, los cambios en la valoración no afectan a los
valores insertos en ella, aunque solo puedan ser contemplados por
una conciencia ética situada
históricamente[208]Los cambios dados en las
estimaciones históricas son de distintos tipos: aquellos
que afectan a las reglas de referencia, debido al descubrimiento
o eclipse de ciertos valores; variaciones en cuanto al
comportamiento axiológico de las instituciones como
portadoras de relaciones valorativas, aunque no en su esencia;
aquellos cambios en el uso y aplicación de la
ética, relacionados con la instauración de nuevos
sistemas políticos y sociales: desarrollo del capitalismo,
movimientos sociales contemporáneos, absolutismo de
Estado, etc.

2) La noción de progreso histórico incluye
una consideración valorativa. Para poder realizar una
crítica efectiva se hace necesario contar con una
referencia precisa, que permita medir la dirección de los
acontecimientos históricos en función de un sujeto
determinado[209]

Como señala Kant, la cuestión del progreso
humano no puede ser respondida por la experiencia que
proporcionan los hechos aislados, siendo fundamental una
visión general para poder evaluar lo
particular[210]En su opinión el progreso
humano ha de situarse desde la ética, puesto que conlleva
una mayor proporción de dignidad de la vida y el
bienestar, que no forman parte del hombre en su forma natural,
sino que se van conquistando con
penalidades[211]

3) En tercer lugar cabe destacar la "mediación"
como una estructura fundamental en el acto de
interpretación. La Fenomenología ha señalado
la impureza de la subjetividad cognoscente -en la que se integra
lo histórico- y la integración de la objetividad,
que no presenta un aislamiento completo. La comprensión
ética de una época histórica conlleva
irremediablemente adoptar un criterio valorativo condicionado por
la situación histórica del intérprete,
aunque objetivado a partir de los conceptos humanos de verdad y
bondad, pudiendo así advertir el grado de expresión
que éstas han recibido[212]

La relación con valores objetivos incondicionados
hace posible el entendimiento respecto a los testimonios del
pasado. En palabras de Coreth: "Las acciones y decisiones de
la historia sólo se entenderán si se intenta
entenderlas a partir de la experiencia humana común de un
horizonte incondicionado de valores y normas morales de lo bueno
y lo malo, lo justo y lo injusto, porque la acción humana
se mueve siempre en todas partes en este
horizonte"[213].
El carácter
incondicionado del bien en la Historia se muestra a partir de
condiciones y circunstancias variables. De manera inversa, la
comprensión condicionada de un suceso se manifesta de
forma incondicional a través del análisis
axiológico. De esta forma, cabe realizar un
análisis de la estructura de mediación entre lo
valorativo y lo fáctico respecto al estudio
histórico de los órdenes
sociopolíticos.

Así ha de tenerse en cuenta que aspectos
esenciales, como la legitimidad que precisa todo Estado
para su mantenimiento, se vinculan a la ocupación de otros
territorios y la dominación de los mismos. La
reflexión éticovalorativa no puede obviar las
condiciones fácticas impuestas por el Estado, por lo que
se tratará de evitar en todo enjuiciamiento los extremos
uniliaterales, es decir, tanto la cobertura ideológica del
monopolio del poder de Estado, como las utopías ineficaces
que se quedan estancadas en un simple gesto de reacción
ante los medios fácticos[214]

Conclusiones

El estudio del pensamiento filosófico de autores
como Gadamer y Ricoeur nos ofrece nuevas vías para la
interpretación de la Historia. Ambos autores ponen el
proceso de comprensión de los acontecimientos del pasado
en función del carácter narrativo de la disciplina
histórica. Para Gadamer resulta fundamental el
vínculo entre la Filología y la Historia para
lograr una correcta interpretación, donde tras producirse
una "fusión de horizontes" comprendemos el texto mediante
el diálogo con su autor. En este aspecto cabe destacar el
valor que confiere Gadamer al concepto de "aplicación",
donde se vuelca la situación temporal del
intérprete y confiere al acto interpretativo un
carácter intersubjetivo. Por ello se hace necesario
realizar una labor crítica de los elementos subjetivos, a
partir de los factores "prejuiciales" que desarrollará
Gadamer.

Ricoeur por su parte defiende la configuración
del discurso histórico en forma de una trama narrativa. La
diferencia con la narración radica en la
utilización del tiempo histórico, lo que le
confiere el estatuto científico reivindicado por las
corrientes historiográficas de mayor importancia. Al igual
que Gadamer, nos remite al valor de la experiencia en todo
estudio disciplinar. Ambos autores abogan por una
interpretación ética justa de los procesos que nos
han precedido, que conllevan una marcada huella en el
presente.

El papel del historiador se convierte en fundamental,
como agente mediador en el proceso intersubjetivo de la
comprensión histórica. El investigador de la
Historia realiza un proceso de propia autocomprensión
dentro de un esquema de texto universal, en el que debe aceptarse
el inevitable papel subjetivo que implica todo análisis
histórico. Sin embargo el deseo de ambos autores es el de
evitar la relatividad en pos de una objetividad que permita un
análisis metodológico de carácter
objetivo.

La comprensión se concibe entonces como un
proyecto que forma parte del ser mismo, donde se manifiestan las
posibilidades reveladas entorno a la tradición y
proyección hacia el futuro. La historia trasciende la mera
producción en un movimiento dialéctico que no se
vincula al momento histórico en que se efectúa el
acto de comprensión.

Una vez asumido el carácter intersubjetivo del
proceso de comprensión estamos en disposición de
poder extraer los vínculos axiológicos que son
necesarios para un trabajo historiográfico honrado y
ético. En palabras de Gadamer: "Cuando se reconoce que
la propia perspectiva es completamente distinta de los puntos de
vista de los autores y de los sentidos de los textos del pasado,
es necesario realizar un esfuerzo para no malinterpretar el
sentido de los antiguos textos y entenderlos realmente en su
poder de convicción".

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estructura de la comprensión", Revista de
investigación
, (1983).

Peñalver, M. "Gadamer-Derrida: De la
recolección a la diseminación de la verdad",
Revista de Filosofía, V. 2/3, (1986).

Santiago Guervos, L. E. "La Hermenéutica
metódica. Comprensión y objetividad en las
hermenéuticas de F. Schleiermarcher, W. Dilthey y E.
Betti", Estudios filosóficos, V. 34,
(1985).

 

 

Autor:

Martín Han Stutz
Lucca

[1] Martínez, J. Mª. La
filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G.
Gadamer, PPU, Barcelona, 1994, p. 22

[2] Gadamer, H. G. The idea of the good in
Platonic-Aristotelian philosophy, Yale University Press, New
Heaven y Londres, 1986, p. 37

[3] Bernstein, D. “From Hermeneutics to
Praxis”, Review of Methaphysics, V. 35, (1982), p.
829

[4] Gadamer, H. G. “The idea of the
good in Platonic-Aristotelian” en o. c. The idea of the
good in Platonic-Aristotelian philosophy, p. 126-158

[5] Gadamer, H. G. Warheit und Methode:
Ergänzungen. Register, Gesammelte Werke Band 2,
Tübingen, Mohr, 1986 trad. de Ana Agudo y Rafael de
Agapito, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, p.
385

[6] Gadamer, H. G. o. c., p. 396

[7] Gadamer H. G. La razón en la
época de la ciencia, trad. de E. Garzón
Valdés, Alfa, Barcelona, 1981. p. 66

[8] Vico, G. B. Principio de una Ciencia
Nueva sobre la naturaleza común de las naciones, V. 1,
Aguilar, Buenos Aires, pp. 193-194

[9] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método, p. 50

[10] Martínez, J. Mª. o. c. La
filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G.
Gadamer, p. 32-33

[11] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método, pp. 219-231

[12] Coreth, E. Cuestiones fundamentales de
Hermenéutica, Herder, Barcelona, 1972, p. 31

[13] Schleiermarcher, F. D. E.
Monólogos, trad. de Anna Poca, Anthropos, Barcelona,
1991, p. 18 (1ª ed. 1868)

[14] Warnke, G. Gadamer: Hermeneutics,
Tradition and Reason, B. Blackwell, Oxford, 1987, p. 13

[15] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método, p. 246

[16] Schleiermarcher, F. D. E. o. c. p.
45

[17] Ídem p. 51

[18] Martínez, J. Mª. o. c. p.
39

[19] Kierkegaard, S. Abschliessende
Unwissenschaftliche Nachschrift, Köln-Olten. en Maceiras
Fafian, M. y Trebolle Barrera. La Hermenéutica
contemporánea, Madrid, Ediciones Pedagógicas,
2004. p. 26.

[20] El historicismo del siglo XIX
pretendió la configuración de un tipo de Historia
en base a un método científico concreto. El
historiador Luis Enrique Otero Carvajal menciona que
“tras el demoledor ataque que el historicismo
alemán realizó a la filosofía de la
historia de la Ilustración, el programa
científico de la historiografía se
deslizó, impregnada por el ambiente cientifista del
siglo XIX, por la senda de la búsqueda de un
método científico que otorgara respetabilidad a
la disciplina en el escenario en el que se configuraron las
ciencias sociales en el tránsito del siglo XIX al
XX”, Otero Carvajal, L. E. “Espacio y tiempo y el
discurso historiográfico” en Martínez
Marín, J. A. (ed.) El valor de la historia. Homenaje al
profesor Julio Aróstegui, Editorial Complutense, Madrid,
2009. p. 159

[21] Gómez-Heras, J. M. G. Historia y
razón, Alhambra, Madrid, 1985, pp. 176-180

[22] Apel, K. O. “La distinción
diltheyana entre explicación y comprensión y la
posibilidad de “mediación” entre
ambas”, Teorema, V. 15, (1985), pp. 98-99

[23] Gadamer, H. G. El problema de la
conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 1993, p. 166.

[24] Schleiermarcher, F. D. E. Hermeneutik
und kritik, Heidelberg, 1959. p. 40.

[25] Ibídem p. 30.

[26] Cfr. Coreth, E. o. c. p. 40 y ss.

[27] Schleiermarcher, o. c. p.46.

[28] Gadamer, o. c. Verdad y método.
p. 179.

[29] Kant afirmó la necesidad de
hallar un principio de causalidad sobre la base de su
teoría de los juicios sintéticos a priori de la
matemática y la física puras, en la que los
conceptos de espacio y tiempo constituyen las formas puras de
la intuición sensible, como elementos constitutivos y
esenciales de todo tipo de conocimiento. En este aspecto
situó la ley de causalidad como ley fundamental de la
Naturaleza, como una condición imprescindible de toda
posibilidad de conocimiento: "Esta ley de la Naturaleza, a
saber, que todo lo que sucede tiene una causa,… por
consiguiente, todos los acontecimientos son determinados
empíricamente en un orden natural, esta ley, en virtud
de la cual sólo los fenómenos pueden constituir
una naturaleza y suministrar los objetos de una experiencia, es
una ley del entendimiento en la que no está permitido,
bajo ningún pretexto, apartarse o distraer ningún
fenómeno, porque de otro modo se colocaría a este
fenómeno fuera de toda experiencia posible,
distinguiéndole con ello de todos los objetos de la
experiencia posible para hacer de él un simple ser de
razón y una quimera”, Kant, I. Crítica de
la razón pura, Clásico Bergua, Madrid, 1970, V.
II, pp. 212-213; cfr. Otero Carvajal, L. E. o. c. p.
159-162

[30] Kant, I. “Ideas para una historia
universal en clave cosmopolita”, en Ideas para una
historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre
filosofía de la historia, Tecnos, Madrid, 1987, pp.
3-4

[31] Ortega y Gasset, J. Guillermo Dilthey y
la historia de la Vida. Obras Completas VI, Madrid, Revista de
Occidente, 1973.

[32] Dilthey, W. Introducción a las
Ciencias del Espíritu. Ensayo de una
fundamentación del estudio de la sociedad y de la
historia, Madrid, Alianza, 1986.

[33] Herder, G.. “This Too a Philosophy
of History for the Formatio of Humanity” (1774) en
Philosophical Writtings, Cambridge, University Press, 2002. p.
292.

[34] Gómez-Heras, J. M. G. “La
hermenéutica de la vida en Dilthey y la
fundamentación de una “Crítica de la
razón histórica”, Thémata, V. 1,
(1984), p.66

[35] González, W. J. “La
interpretación historicista de las Ciencias
Sociales” en Anales de Filosofía, V. 2, (1984),
pp. 109-137

[36] Santiago Guervos, L. E. “La
Hermenéutica metódica. Comprensión y
objetividad en las hermenéuticas de F. Schleiermarcher,
W. Dilthey y E. Betti”, Estudios filosóficos, V.
34, (1985), pp. 15-53

[37] Iggers, G. .G. The German conception of
History, Wesleyan University Press, Middletown, Connecticut,
1983, p. 143

[38] Dilthey, W. El mundo histórico,
trad. de E. Imaz, en Obras de Dilthey, V. 7, F. C. E.,
México, 1978, p. 254

[39] Iggers, G. .G. o. c. p. 139

[40] Ricoeur, P. Hermenéutica y
acción, trad. de M. M. Prelooker y L. J. Adúriz,
y otros, Docencia, Buenos Aires, 1988, p. 60

[41] Husserl, E. Investigaciones
Lógicas, trad. de Manuel García Morente y
José Gaos, Revista de Occidente, Madrid, 1976, p.
478

[42] Husserl, E. La Filosofía como
ciencia estricta, trad. de E. Taberning, Nova, Buenos Aires,
1962, pp. 111-124

[43] Cfr. Martínez, J. Mª. o. c.
La filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G.
Gadamer, especialmente Cap. 1. 3. “La concepción
fenomenológica de E. Husserl”, pp. 66-76

[44] Gadamer, H. G.
“Fenomenología, Hermenéutica,
Metafísica”, Teorema, V. 15, (1985), p. 74

[45] Ferrer Santos, U. “From the
phenomenological notion of the world to its existential
condition”, en Tymieniecka, A. T. (ed.) Analecta
Husserliana, V. 29, (1990), p. 250

[46] Gomez-Heras, J. M. G. “Vía
hermenéutica de la Filosofía: la matriz
husserliana”, Cuadernos salamantinos de Filosofía,
V. 14, (1987), p. 19

[47] Gadamer, H. G. “The science of the
life-world”, en Gadamer, H. G. Philosophical
Hermeneutics, University of California Berkeley, 1977, p.
193

[48] Gadamer, H. G. “Hermeneutics and
Social Science”, Cultural Hermeneutics, V. 2 (1975), p.
309

[49] Peñalver, P. Crítica de la
Teoría Fenomenológica del sentido, Publicaciones
Universidad de Granada, Granada, 1979, p. 54

[50] Husserl, E. Ideas relativas a una
fenomenología pura, trad. de J. Gaos, F. C. E.,
México, 1962.

[51] Gadamer, o. c. Verdad y método.
p. 309

[52] Ferrer Santos, U. “La
derivación hermenéutica de la
Fenomenología”, Studium, V. 30 (1990), pp.
150-151

[53] Ricoeur, P. “Fenomenología
y análisis lingüísitico”, en Ricoeur,
P. El discurso de la acción, trad. de Pilar Calvo,
Cátedra, Madrid, 1981, p. 150

[54] Heidegger, M. Ser y Tiempo, trad. de
José Gaos, México, F. C. E, 1990, pp. 17 y
ss.

[55] Gadamer. H. G. o. c. Verdad y
método. p. 245.

[56] Peñalver, P. Del espíritu
del tiempo. Lecturas de “El Ser y el Tiempo” de
Heidegger, Anthropos, Barcelona, 1989, pp. 212-213

[57] Heidegger, M. Carta sobre el Humanismo,
trad. de J. D. García Bacca, Ediciones del 80, Buenos
Aires, 1984, p. 65

[58] Para mayor información sobre el
carácter temporal del Dasein en relación a
cuestiones como el carácter dialógico de la
verdad, vid. Zubiri, X., Cinco lecciones de Filosofía,
Alianza Ed., Madrid, 1982 (1º ed. Ed. Moneda y
crédito, Madrid, 1963, pp. 269-279)

[59] GADAMER, o. c. Le problème de la
conscience historique, p. 70.

[60] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
Método p. 168

[61] Ortiz-Oses, A.
“Hermenéutica filosófica”, Estudios
filosóficos, V. 34, (1985), p. 50

[62] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
Método p. 566

[63] Ibíd. p. 467

[64] Martínez, J. Mª. o.c. p.
132

[65] Gadamer, H. G. o. c. Philosophical
hermeneutics. p. 3.

[66] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método p. 467.

[67] Ibíd. P. 477.

[68] Martínez, J. Mª. o. c. p.
133.

[69] Gadamer H. G. o. c. Philosophical
hermeneutics, pp. 59-60.

[70] Martínez, J. Mª. o. c. p.
135

[71] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método pp. 482-483

[72] Ídem.

[73] Peñalver, M.
“Gadamer-Derrida: De la recolección a la
diseminación de la verdad”, Revista de
Filosofía, V. 2/3, (1986), p. 9

[74] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método pp. 483

[75] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método pp. 500-501

[76] Martínez, J. Mª. o. c. p.
144

[77] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método pp. 503-504

[78] Weinsheimer, J. C. Gadamer´s
Hermeneutics: A Reading of “Truth and Method”, Yale
University Press, New Heaven, 1985, p. 233

[79] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método p. 504

[80] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método pp. 506-507

[81] Gadamer, H. G. “Man and
Lenguage”, en Gadamer, H. G. o. c. Philosophical
hermeneutics, p. 62

[82] Humboldt, W. von, Filosofía del
lenguaje, Trad. Adelino Álvarez, Gredos, Madrid, 1979,
pp. 324-330.

[83] Gadamer, H. G. “Man and
Lenguage”, en Gadamer, H. G. o. c. Philosophical
hermeneutics, p. 61

[84] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método, p. 529

[85] Ortíz-Oses, A. La nueva
Filosofía Hermenéutica. Hacia una razón
axiológica posmoderna, Anthropos, Barcelona, 1986, p.
56

[86] Kutchera, F. von, Filosofía del
lenguaje, Trad. de A. Álvarez, Gredos, Madrid, 1979, p.
337

[87] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método p. 168

[88] Ibíd. p. 261.

[89] Ibíd. p. 273.

[90] Coreth, E., o. c. p. 38

[91] Especialmente en HUSSERL, E., La crisis
de las ciencias europeas y la Fenomenología
trascendental, Trad. de J. Muñoz y S. Más,
Crítica, Barcelona, 1991; “Tres anexos de Crisis
sobre El mundo de la vida”, Trad. de J. San Martín
y J. Días, Investigaciones Fenomenológicas, I
(1995), pp. 7-18.

[92] Ferrer Santos, U., "Mundo de la vida",
Diccionario de Filosofía, A. L. González (ed.),
EUNSA, 2010, pp. 774-777.

[93] Ídem p. 774

[94] Ídem p. 775

[95] Habermas, J. Teoría de la
acción comunicativa, Trad. de M. Jiménez Redondo,
Taurus, Madrid, 1992

[96] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
método pp. 275-290

[97] Ibíd. p. 280

[98] Gadamer, o. c El problema de la
conciencia histórica. p. 81

[99] Gadamer, o. c Verdad y método p.
285.

[100] Husserl, E., Ideas relativas a una
fenomenología pura, trad. de J. Gaos, F. C. E.,
México, 1962, p. 202

[101] Gadamer, o. c. Verdad y método
p. 373

[102] Gadamer, H. G.
“Hermenéutica como Filosofía
práctica”, en La razón en la época
de la Ciencia, trad. de E. Garzón Valdés, Alfa,
Barcelona, 1981, pp. 59-81

[103] Gadamer, o. c. Verdad y método
p. 291; pp. 310 y ss.

[104] Ibíd. pp. 157-161.

[105] Ibbett, J. “Gadamer, Application
and the History of Ideas”, History of Political Thought,
V. 8/3, (1987), pp. 545-546

[106] Gadamer, o. c. Verdad y método
p. 380

[107] Gadamer, o. c. Verdad y método
pp. 295-307

[108] Ibíd. pp. 307-323.

[109] Ibíd. p. 166.

[110] Ferrer Santos, U. “La
derivación hermenéutica de la
fenomenología”, o. c. p. 136.

[111] Ferrer Santos, U. o. c. “La
derivación hermenéutica de la
fenomenología”, pp. 117-118

[112] Ídem p. 128 y ss.

[113] Gadamer, H. G. La dialéctica de
Hegel, trad. de M. Garrido, Cátedra, Madrid, 1988, p.
131-132

[114] Gadamer, o. c. Verdad y Método.
pp. 329-344; cfr. Dilthey, W. El mundo histórico, en
Obras de W. Dilthey, trad. de Eugenio Imaz, Vol. 7, F. C. E.,
México, 1978.

[115] Gadamer H. G. o. c. El problema de la
conciencia histórica. p. 24

[116] Ortiz-Oses, A. o. c.
“Hermenéutica filosófica”, p. 50

[117] Gadamer H. G.
“Hermenéutica e historicismo”, en Gadamer,
H. G. o. c. Verdad y método, p. 635

[118] Ibídem p. 361.

[119] Ferrer Santos, U. o. c. “La
derivación hermenéutica de la
fenomenología” p. 130

[120] Cfr. especialmente Humboldt, W. von,
Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su
influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad,
Anthropos, Barcelona, 1990.

[121] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método p. 548.

[122] Martínez, J. M.
“Objetividad y verdad en la Hermenéutica de H.-G.
Gadamer”, Anales de Filosofía, V. 4, (1986), pp.
157-164

[123] Gadamer, H. G. La Razón en la
época de la Ciencia, Alfa, Barcelona, 1981, p. 68.

[124] Martínez, J. Mª. o. c. La
filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G.
Gadamer p. 180.

[125] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método p. 370

[126] Pajares Box, R. “Gadamer y Freud.
En busca de la estructura de la comprensión”,
Revista de investigación, (1983), pp. 95-96

[127] Para un estudio de mayor profundidad
sobre la Historia de la Ciencia historiográfica, cfr.
Eley, G. Una línea torcida. De la Historia cultural a la
historia de la sociedad, (trad. de Ferrán
Archilés Cardona), PUV, Valencia, 2008.

[128] Gonzalez, W. J. “La
interpretación historicista de las Ciencias
Sociales”, Anales de Filosofía, V. 2 (1984), pp.
110

[129] Iggers, G. The German Conception of
History, Weleyan University Press, Middletown, Connecticut,
1968, p. 3

[130] Gonzalez, W. J o. c. p. 111

[131] Iggers, G. o. c. p. 67

[132] RAnke, L. von. Historia de los pueblos
latinos y germánicos desde 1494 hasta 1535, Prefacio
(1824), en Moradiellos, E. El oficio de historiador, Siglo XXI
de España Editores, 1996, p. 33

[133] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método pp. 259-260

[134] Ídem p. 80

[135] La finalidad de Ranke era la de crear
una Historia que tendiera a la justificación de los
estados nacionales florecientes del siglo XIX. De este modo
acepta un pasado común en Europa, que presenta para
él una misma raíz espiritual –la fe
católica, a la que concede especial relevancia- y
permite determinar una trayectoria común de los pueblos
latinos y germánicos. Para Ranke las grandes empresas
colectivas como las migraciones, las cruzadas o la
colonización de otros continentes se conciben como
experiencias comunes con un carácter específico:
“Estas empresas revelan la unidad de nuestras naciones
como idea, como hecho y como trayectoria”, Ranke, L. Von,
Pueblos y estados en la Europa moderna, F. C. E, México,
1949, p. 47; cfr. Gérard, N. Sobre la crisis de la
historia, Frónesis, Madrid, 1997; Iggers, G. La ciencia
histórica en el siglo XX, Barcelona, Labor, 1995.

[136] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método p. 263

[137] Iggers, G. o. c. p. 10

[138] Warnke, G. o. c. pp. 18-19

[139] Martínez, J. Mª. o. c. La
filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G.
Gadamer, p. 43

[140] Droysen, G. Histórica. Lecciones
sobre la Enciclopedia y Metodología de la Historia,
trad. de E. Garzón Valdés y R. Gutiérrez,
Alfa, Barcelona, 1983, pp. 19-20

[141] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método, pp. 271-272

[142] Gómez-Heras, J. M. G. Historia y
razón, Alhambra, Madrid, 1985, p.40

[143] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método, p. 26

[144] Droysen, G. o. c. p. 41

[145] Von Wright, H. G. Explanation and
Understanding, Cornell University Press, Ithaca, 1971, p. 5

[146] Gómez-Heras, J. M. G. o. c.
Historia y razón, pp. 36-37

[147] Ídem p. 41-42

[148] Droysen, G. o. c. p. 10

[149] Gadamer H. G. o. c. Verdad y
Método II pp. 275-276

[150] Cfr. Martínez, J. M.
“Acción humana e historicidad en H. G.
Gadamer” en González, W. J. (ed.) Acción e
Historia. El objeto de la Historia y la Teoría de la
Acción, Universidad da Coruña, A Coruña,
1996, pp.139-153

[151] Sobre la concepción de la
Historia como “red” de entramados e intereses
interdependientes, cfr. Fontana, J. Historia. Análisis
del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1982;
Castells, M. La sociedad red, Alianza, Madrid, 1997. Ambos
autores son considerados importantes referentes en el
ámbito de la investigación histórica
actual. En sus estudios aplican la idea de “red”
tanto para la concepción de la Historia como en su
análisis de la sociedad a lo largo del desarrollo
humano, especialmente en nuestro mundo
contemporáneo.

[152] Martínez, J. M. o. c.
“Acción humana e historicidad en H. G.
Gadamer”, p. 140

[153] Bubner, R. Essays in Hermeneutics and
Critical Theory, Columbia University Press, N. York, 1988, pp.
218-219

[154] Gadamer H. G. “Réplica a
`Hermenéutica y crítica de la
ideología´” en Gadamer, H. G. o. c. Verdad y
Método II, p. 247

[155] Ferrer Santos, U. Perspectivas de la
acción humana, P. P. U., Barcelona, 1990, pp. 45-46

[156] Gadamer, H. G. El problema de la
conciencia histórica, trad. de A. D. Moratalla, Tecnos,
Madrid, 1993, p. 56

[157] Gadamer, H. G. Elogio de la
teoría, Península, Barcelona, 1993, p. 64

[158] Gadamer, H. G. o. c. El problema de la
conciencia histórica, p. 91

[159] Martínez, J. M. o. c.
“Acción humana e historicidad en H. G.
Gadamer” p. 143

[160] Ídem p. 145

[161] El enfoque hacia la Historia Social
cobró especial interés en la segunda mitad del
siglo XX. Sin embargo hasta la década de 1990 la
mayoría de estos estudios partían desde una
óptica marxista, que primaba el análisis de lo
social a partir de estructuras sociales de base-superestructura
entorno al concepto de clase. Un ejemplo lo encontramos en
Antonio Gramsci, quién afirmaba que: “los grupos
subalternos están sujetos siempre a la actividad de los
grupos dominantes, incluso cuando se rebelan o alzan”,
Gramsci, A. Cuadernos de la cárcel, Tomo I, trad, de Ana
María Palos, Ediciones Era, México, 2001, p. 222.
Sin embargo a partir de la década de 1980 se
aceleró el debate entorno al carácter
insostenible de la causalidad de clase como factor único
para el estudio histórico. Cfr. Eley, G. Una
línea torcida. De la historia cultural hacia la historia
de la sociedad”, PUV, Valencia, 2008, pp. 218-242

[162] Toumela, R. “The Social Dimension
of Action Theory”, Daimon, V. 3, (1991), p. 145

[163] Lenk, H. “Acciones como
constructos de interpretación. La interpretación
metodológica de las acciones en las Ciencias Sociales y
en la Filosofía Social”, Daimon, V. 3. (1991), p.
132

[164] Gadamer, H. G. “Del ideal de la
Filosofía práctica”, en Elogio de la
teoría, Península, Barcelona, 1993, p. 63

[165] Martínez, J. M. o. c.
“Acción humana e historicidad en H. G.
Gadamer”, p. 150

[166] Veyne, P. “La historia
conceptualizada”, en Le Goff, J. y Nora, P. Hacer la
historia, V. I, “Nuevos problemas”, Laia,
Barcelona, 1985, pp. 75-104

[167] Olábarri de Gortázar, I.
“En torno al objeto y carácter de la Ciencia
histórica”, Anuario Filosófico, V. 17,
nº. 1, 1981, pp. 157-172; Marrou, H. I. El conocimiento
histórico, Labor, Barcelona, 1968.

[168] Gadamer, H. G. “La continuidad de
la Historia y el instante de la existencia”, en o. c.
Verdad y Método II, pp. 133-135

[169] Ídem.

[170] En el ámbito
historiográfico se está produciendo un importante
debate sobre la posibilidad de la existencia de Leyes generales
en la Historia. Un buen ejemplo lo expone Paul Veyne, que
aunque reconoce el estatuto científico en los estudios
históricos, expone que no hay leyes de la Historia a
partir de las cuales se pudiera deducir el despliegue evolutivo
de la Humanidad. Encontramos ciertas leyes que actúan en
la historia, aquellas que se integran en las Ciencias Humanas y
Sociales, pero que no tienen la facultad de explicarlo todo.
cfr. Veyne, P. Cómo se escribe la Historia. Ensayo de
Epistemología, Fragua, Madrid, 1972.

[171] Gadamer, H. G. o. c. “La
continuidad de la Historia y el instante de la
existencia”, pp. 139-143

[172] El profesor Urbano Ferrer ha
desarrollado estas ideas con mayor claridad en Ferrer U.
“La articulación entre los discursos de la
acción en Ricoeur”, en Hermenéutica y
responsabilidad. Homenaje a Paul Ricoeur, Actas VII Encuentros
Internacionales de Filosofía en el Camino de Santiago,
2003, pp. 445-470. Hemos tomado este artículo
aquí como base para desarrollar este apartado.

[173] Ídem p. 455

[174] Ricoeur, P. El discurso de la
acción, Cátedra, Madrid, 1982, pp. 17-22

[175] Esta idea se desarrolla más
detenidamente en Ferrer Santos, U. “La derivación
hermenéutica de la Fenomenología”, Conocer
y actuar. Dimensiones fenomenológica, ética y
política, San Esteban, Salamanca, 1992, pp. 117-125

[176] Ferrer Santos, U. o. c. “La
articulación entre los discursos de la acción en
Ricoeur”, p. 456

[177] Ricoeur se ocupa especialmente de
especificar el sentido de la narratividad histórica en
el capítulo II, donde se dedica al análisis de
las particularidad del relato histórico, que junto al de
ficción constituyen para él los dos grandes
ámbitos de la narratividad. Cfr. Ricoeur P. Tiempo y
narración I: La configuración del tiempo en el
relato histórico, Siglo XXI, México, 1995.

[178] Ídem p. 110

[179] En el ámbito de la
Historiografía actual la preocupación por el
análisis del tiempo es fundamental. En este aspecto
relevantes historiadores como Julio Aróstegui, sostienen
que el estudio de la temporalidad se revela fundamental para la
construcción histórica: “si toda
investigación sobre la naturaleza de la historia lo es,
asimismo, sobre la naturaleza de la sociedad, también lo
es, inseparablemente, sobre la naturaleza del tiempo, sobre la
temporalidad… en último extremo, la pregunta que
el historiador ha de hacerse… es qué es el
tiempo. La historiografía… es la ciencia de la
temporalidad humana misma; el problema del tiempo adquiere,
pues, en su teoría, una dimensión medular,
constitutiva”. Aróstegui, J. La
investigación histórica: teoría y
método, Crítica, Barcelona, 1995, pp167-168 y
176; cfr. Whitrow, G. J. El tiempo en la Historia,
Crítica, Barcelona, 1990; Fraser, J. T. Génesis y
evolución del tiempo, Pamiela, Pamplona, 1982.

[180] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración I: La configuración del tiempo en el
relato histórico, p. 108

[181] Ídem p. 118

[182] El profesor Urbano Ferrer explica con
mayor detalle el desarrollo
analítico-lingüístico en el pensamiento de
Ricoeur. El lenguaje juega un papel fundamental en el acto
intencional del agente por medio de la acción en el
mundo de la praxis: “las implicaciones a este nivel entre
las distintas acciones que se realizan mediante el decir no son
lógico-deductivas, ni –en el otro extremo-
resultado de una estipulación arbitraria, sino que son
pragmáticas en el sentido originario del término
(de pragma, acción), como enlace peculiar entre los
verbos activos: así, la acción de afirmar implica
el acto de creer aquello que se afirma, o bien la acción
de pedir implica el tener por algo asequible lo que se
pide”, Ferrer Santos, U. “La acción en el
discurso analítico-lingüístico”, en
Ferrer SAntos, U. o. c. “La articulación entre los
discursos de la acción en Ricoeur”, p. 456

[183] La crítica hacia esta
concepción de la Historia está presente en el
debate historiográfico actual. Un ejemplo de ello son
los trabajos del relevante historiador Josep Fontana, quien
condena este modo cientifista de asimilar lo histórico:
“nos damos cuenta que el afán por imitar
mecánicamente los métodos de otras disciplinas
responden a concepciones de la ciencia completamente
superadas… Semejante concepción pertenece al
viejo mundo del determinismo laplaciano, y no a una
física que se basa en las matemáticas del caos y
opera con objetos fractales… El determinismo y la
injustificada fe en la capacidad predictiva de la ciencia
correspondía a un mundo de abstracciones, pero no se
ajusta a la realidad tal como hoy la experimentamos… Y,
lo mismo que ha estallado la imagen laplaciana del cosmos, lo
ha hecho el ordenado esquema de la evolución de los
seres vivos que encajaba a la perfección entre este
mundo físico determinista, por un lado, y la
visión lineal de la historia como un ascenso continuado
de la barbarie al progreso”, FONTANA, Josep: La historia
después del fin de la historia, Crítica,
Barcelona 1992, pp. 30-31.

[184] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración, p. 235

[185] François Dosse realiza un
pormenorizado estudio de Annales en Dosse, F. La historia en
migajas, Edicions Alfons el Magnánim, Valencia, 1989.
Peter Burke también incidió sobre la importancia
de Annales en Burke, P. La revolución
historiográfica francesa: la escuela de Annales
(1929-1989), Gedisa, Barcelona, 2006.

[186] Febvre, L. Combates por la historia,
Planeta-Agostini, Madrid, 1993, p. 21

[187] Ricoeur señala a Marcel Mauss
como creador de esta relevante categoría; cfr. Mauss, M.
El regalo: formas y funciones del intercambio en sociedades
arcaicas, Routledge, Londres, 1990.

[188] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración, p. 181

[189] Febvre, L. o. c. p. 20

[190] Braudel explicó detalladamente
su propuesta en la obra La historia y las ciencias sociales,
Alianza Editorial, Madrid, 1995. La primera exposición
de su teoría aparece en el conocido estudio El
Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la
época de Felipe II, F. C. E., México, 1953

[191] Ricoeur señala las
metáforas que utilizó Braudel para describir al
acontecimiento, en Tiempo y narración o. c. pp. 182-186
y 335-364

[192] Dosse, F. o. c. p. 188-203

[193] En la actualidad se cuestiona el
carácter mecánico de los fenómenos
naturales. En este aspecto se plantea una nueva
concepción hacia la metodología aplicada por las
Ciencias puras. El profesor Otero Carvajal señala:
“La nueva física contemporánea, basada en
la mecánica cuántica y en la
termodinámica, dio lugar al surgimiento de un nuevo
paradigma, la complejidad, en la que los fenómenos
físicos aparecen como procesos complejos en los que
intervienen múltiples factores, algunos de los cuales
escapan a toda posible predictibilidad exacta, debido a la
naturaleza probabilística intrínseca de algunos
de los fenómenos que en ellos intervienen. Esta nueva
representación de la Naturaleza difiere radicalmente de
la representación determinista característica de
la época Moderna. Inaugura una nueva etapa en la
configuración del saber en la que el conocimiento, para
que sea posible, no necesita de la simplicidad de la
Naturaleza; ni, por tanto, de la presunción de validez
universal de la ley de causalidad”. Otero Carvajal, L. E.
“Espacio y tiempo en el discurso
historiográfico” en Martínez Martín,
J. A. (ed) El valor de la historia. Homenaje al profesor Julio
Aróstegui, Editorial Complutense, Madrid, 2009, p. 165.
Se podría añadir que: “la ciencia de hoy
escapa al mito newtoniano porque ha concluido
teóricamente en la imposibilidad de reducir la
naturaleza a la escondida simplicidad de una realidad regida
por leyes universales. La ciencia de hoy no puede ya
adjudicarse el derecho de negar la pertinencia y el
interés de otros puntos de vista, de negarse en
particular a escuchar los de las ciencias humanas, de la
filosofía y del arte… Es precisamente la dualidad
leyes-condiciones iniciales la que… se encuentra hoy en
tela de juicio: la idea de que el concepto de estado inicial de
un sistema es siempre válido, cualquiera que sea la ley
dinámica de este sistema, la idea de que la
determinación de las condiciones iniciales es una
operación teóricamente concebible para todo
sistema dinámico, está hoy abandonada…”,
Prigogine, I. y Stengers, I. La nueva alianza. Metamorfosis de
la ciencia, Alianza, Madrid, 1990, pp. 82.-158; cfr. Barrow, J.
D. Teorías del Todo. Hacia una explicación
fundamental del Universo, Crítica, Barcelona, 2006, p.
206

[194] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración, p 171-172

[195] Como subraya Ricoeur la génesis
de esta idea corresponde a dos historiadores franceses de una
tendencia distinta a la ofrecida por Annales: Raymond Aron y
Henri-Irenée Marrou; cfr. Aron R. Lecciones sobre la
historia: Cursos del Collage de France, F. C. E.,
México, 2003; Introducción a la filosofía
de la Historia, Editorial Losada, Buenos Aires, 2007; Marrou,
H.-I. El conocimiento histórico, Idea universitaria,
Barcelona, 1999.

[196] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración, p. 191. Sobre la cuestión del
“perpectivismo”, el historiador Geoff Eley
señala: “al reconocer lo elusivo de la
relación con el acontecimiento originario se
amplía el papel del investigador en las propias
cuestiones del historiador y la importancia de los puntos de
vista desde los que se les pregunta. Esto introduce al
historiador en su propio texto, mientras enfatiza el tiempo
presente con su voz…incluye cierta sinceridad al
construir abiertamente el propio punto de vista y buena
voluntad para reconocer las bases cambiantes y provisionales
desde las cuales las preguntas pueden hacerse” . Eley, G.
o. c. p. 256

[197] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración, p. 179

[198] Ídem p. 337

[199] Ídem

[200] Figueroa, J. D. “Paul Ricoeur y
el acontecimiento: El debate sobre la narratividad de la
historia”, Literatura: teoría, historia,
crítica, nº 5, 2003, p. 154

[201] Esta idea es desarrollada detenidamente
por el autor en su artículo “El cristianismo y el
sentido de la historia” en Ricoeur, P. Historia y verdad,
Editorial Cristiandad, Madrid, 1990, pp. 73-87

[202] Ricoeur P. o. c. Tiempo y
narración, p. 364

[203] Cfr. Capítulo II, especialmente
los apartados 2.2-2.6, donde se explican los conceptos
desarrollados en el pensamiento de Gadamer:
“prejuicios”, “Mundo de la vida”,
“distancia temporal”, “círculo
hermenéutico”, “fusión de
horizontes”, “aplicación”, pp.
31-37

[204] Se ha utilizado aquí el esquema
desarrollado por el profesor Urbano Ferrer en “La
historia como campo para la reflexión
ética”, en Filosofía moral, Universidad de
Murcia, Murcia, 1997, pp. 65-75

[205] MArías, J. La felicidad humana,
Alianza Editorial, Madrid, 1987, pp. 105-111

[206] Ferrer Santos, U. o. c.
Filosofía moral, p. 66

[207] Ídem p. 67

[208] Sheler, M. El resentimiento de la
moral, Caparrós, Madrid, 1993, pp. 79-83

[209] Carcía Morente, M. Ensayos sobre
el progreso, Obras I, Caja de Madrid y Anthropos, Barcelona,
1996, pp. 285-356

[210] Kant, I. “Si el género
humano se halla en progreso constante hacia lo mejor”,
Filosofía de la historia, F. C. E., Madrid, 1985, p.
101

[211] Kant, I. “Idea de una historia
universal en sentido cosmopolita”, o. c. pp. 48-50

[212] Ferrer Santos o. c. Filosofía
Moral, p. 69

[213] Coreth, E. o. c. p. 221

[214] Ricoeur, P. Historia y verdad, o. c.
pp. 207-228

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