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La inflación “buena”: La teoría de la “deaudaflación” (página 8)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Con estas medidas la inflación disminuyó y el gobierno pudo concluir un nuevo año casi de pesadilla en que la economía creció sólo un 2,2%, sostenida en gran medida por la actividad de la construcción, a través de programas oficiales de crédito que costaron una importante emisión monetaria y contribuyeron a la aceleración de los precios. El déficit fiscal aumento un 70% respecto del nivel del año previo y la mitad de ese desequilibrio también se financió con emisión. La inflación desanduvo el camino descendente de 1986 y se empinó hasta el 175% a lo largo del año. La economía había sido transitoriamente salvada del colapso por el auxilio externo, pero el fantasma de la hiperinflación rondaba nuevamente.

(1988) A comienzos de 1988 el gobierno no lograba desanudar los renovados desequilibrios internos y externos de la economía. Después de la derrota electoral de septiembre de 1987 se había abierto una pequeña ventana de diálogo con el justicialismo que le permitió la sanción de un nuevo paquete de impuestos a cambio de una nueva Ley de Convenciones Colectivas de Trabajo y de Asociaciones Profesionales, con lo que la negociación salarial fue devuelta al sector privado.

El paquete impositivo incluía aumentos en el gravamen a los combustibles, la tasa del impuesto al cheque y el retorno al denominado ahorro forzoso. También formó parte del acuerdo una nueva Ley de Coparticipación Federal de Impuestos en sustitución de la que había dejado de herencia el gobierno militar, poco antes de alejarse del poder en 1973.

El régimen de coparticipación define la distribución de impuestos entre la Nación y las provincias y, por tanto, es una pieza central para la administración económica del país… En la ley sancionada en enero de 1988 se preveía que su vigencia fuera transitoria, concretamente hasta fines de 1989, aunque prudentemente también se establecía su renovación automática si a su vencimiento no era sustituida por una nueva norma… En efecto, no sólo esta ley fue renovada automáticamente año tras año desde 1989 hasta la actualidad (mediados de 2006), sino que desde entonces se han dictado alrededor de 70 normas que convierten al sistema de impuestos en un laberinto que refleja el predominio de las negociaciones y equilibrios políticos circunstanciales…

La pequeña victoria legislativa de principios de 1988 alentaba en el gobierno la esperanza de introducir algunas reformas estructurales, sin las cuales era impensable retomar el control de la economía y, menos aún, una relación estable con la comunidad financiera internacional.

Era difícil lograr ese objetivo y, para colmo, la democracia ingresó nuevamente en zona de peligro. El 18 de enero de 1988, el ex teniente coronel Aldo Rico, cabecilla del alzamiento de Semana Santa, abandonó el arresto domiciliario en que se encontraba y se acuarteló en el Regimiento 4 de Infantería de Monte Caseros, volviendo a conmocionar a la opinión pública… El levantamiento militar fue sofocado por las fuerzas leales al gobierno, sin que se derramara sangre, pero deterioró aún más la situación interna y la imagen externa del país.

A partir de abril el país entró en una virtual cesación de pagos con el exterior y los organismos financieros internacionales interrumpieron los desembolsos de los préstamos acordados. En particular, el FMI canceló la vigencia del acuerdo de asistencia renovado pocos meses antes.

En agosto, el equipo económico ideó un conjunto de medidas pomposamente denominadas "Programa para la Recuperación Económica y el Crecimiento Sostenido", que popularmente fue rebautizado como Plan Primavera, posiblemente porque no era fácil entender en qué consistían los cambios centrales y su rasgo más distintivo era la proximidad con el respectivo equinoccio.

El centro del programa era un mecanismo de desdoblamiento del mercado cambiario, en virtud del cual existía un tipo de cambio oficial al que los exportadores debían liquidar sus operaciones en el Banco Central, mientras que las divisas necesarias para las importaciones y las operaciones financieras se debían adquirir en el mercado libre con un tipo de cambio flotante. De esta manera, el gobierno recibía dólares "baratos" de los exportadores y se los vendía más caros a los importadores y el resto de los demandantes. Tal asimetría tenía el propósito de impulsar una situación más equilibrada en las cuentas externas.

El esquema se completó con un acuerdo de precios por 180 días con los sectores empresariales para, una vez más, desalentar la inflación, y fue precedido por el correspondiente aumento de tarifas para socorrer a las finanzas públicas.

La gobernabilidad se complicaba día a día. Cada una de las medidas era fuertemente resistida por los sectores afectados. La administración del Estado se paralizaba por las huelgas de empleados públicos en demanda de aumentos salariales y la enseñanza sufría los efectos de un mes de paro de los docentes. Los industriales resistían los intentos del gobierno de profundizar la apertura de la economía a la competencia externa, agitando el fantasma de los tiempos del Plan de Martínez de Hoz. Si el tipo de cambio se "atrasaba", los exportadores se enardecían; especialmente los del sector agropecuario, que veían esfumarse sus ingresos al vender sus dólares al gobierno a un precio artificialmente bajo…

En ese contexto, el Plan Primavera logró detener durante algunos meses las trayectorias crecientes de la inflación y del tipo de cambio. Los precios al consumidor, que habían crecido un 27% en agosto de 1988, descendieron al 6% a fines del año y el dólar, que duplicó su valor durante los primeros seis meses del año, se mantuvo relativamente estable en el segundo semestre. Pero se trataba de un equilibrio extremadamente precario.

Las negociaciones con los organismos internacionales y con el comité de acreedores, virtualmente se interrumpieron. El gobierno pudo avanzar con esfuerzo en algunos acuerdos bilaterales con algunos de los gobiernos agrupados en el Club de París. Inesperadamente, en septiembre, el Banco Mundial brindó una bocanada de aire fresco, otorgando un préstamo de 1.300 millones de dólares.

La otra buena noticia del año provino del sector exportador. La fuerte devaluación de la moneda nacional en los primeros meses del año, una sequía en Estados Unidos que hizo subir los precios internacionales y mejores condiciones climáticas en el país, impulsaron fuertemente las exportaciones agrícolas, en especial las de oleaginosas y aceites. También las ventas externas de productos industriales crecieron fuertemente. El resultado fue un ingreso adicional de divisas por estos conceptos de 2.774 millones de dólares, 43% más que el año anterior.

La administración estadounidense seguía con preocupación el agravamiento de la situación en la Argentina, en especial después que a mediados de año Carlos Menem triunfara en las elecciones internas del justicialismo, derrotando al sector renovador de dicho partido, encabezado por Antonio Cafiero. Por entonces, Menem -convertido en futuro candidato presidencial del justicialismo- era visto como un dirigente imprevisible, dueño de un discurso errático y poco coherente…

En el sombrío panorama argentino casi no faltaba ningún ingrediente… El 1º de diciembre de 1988 la pesadilla golpista volvió a escena con una tercera sublevación militar, protagonizada por efectivos de la Agrupación Albatros de la Prefectura Naval Argentina y del Ejército, bajo la conducción del coronel Mohamed Alí Seineldín. Los rebeldes se agruparon en la guarnición de Villa Martelli, en la que resistieron durante cuatro días. La ciudadanía se movilizó nuevamente en defensa de la democracia y, finalmente, las fuerzas leales al gobierno lograron la rendición de los rebeldes.

Acosado por la situación fiscal, unos pocos días después el gobierno rompió de forma unilateral el frágil acuerdo de precios y tarifas, aumentando los precios de los servicios públicos. El saldo del año era dramático, la economía cayó casi un 3% y los precios minoristas aumentaron 388%. Como en otras ocasiones, el inicio de 1989 se insinuaba ardiente en todos los frentes.

(1989) No se habían acallado los clamores del alzamiento de diciembre, cuando un minúsculo grupo de izquierda, el Movimiento Todos por la Patria (MTP), tomó por asalto el Regimiento III de Infantería en La Tablada. La recuperación del destacamento fue extraordinariamente sangrienta, agregando conmoción especial a una sociedad atónita y sumando una cuota más de desprestigio internacional.

Con el verano la demanda de energía eléctrica crece, de modo que el saturado sistema de centrales termoeléctricas colapsó y los cortes se tornaron cada vez más frecuentes e imprevisibles. El paisaje de las principales ciudades del país se pobló de infinidad de generadores, con los cuales bancos, comercios, hoteles y multitud de otras actividades procuraron mantener una mínima normalidad, mientras la desazón y el mal humor se apoderaban de la mayoría de la población.

En este clima, la continuidad del desequilibrio en las cuentas públicas y el fracaso en las negociaciones internacionales acentuaron la pérdida de confianza y con ella aumentó la compra de dólares.

El 6 de febrero de 1989, el BCRA, que venía vendiendo un promedio de 450 millones de dólares semanales, ya no podía mantener la regulación cambiaria por falta de divisas y, por lo tanto, se retiró del mercado.

Virtualmente sin herramientas para hacer frente a la situación, sólo quedó en pie un frágil sistema de doble mercado de cambios y un casi simbólico control de precios.

El dólar inició una carrera ascendente que llevó su precio en el mercado libre de 17 australes por unidad en enero a 535 en junio, es decir que en sólo seis meses aumentó alrededor del 2.100% o, lo que es lo mismo, se multiplicó por 30, con el consiguiente efecto sobre los precios. Había estallado la hiperinflación.

El naufragio del gobierno -y del país- arrastraba inconteniblemente al candidato presidencial del radicalismo, el por entonces gobernador de Córdoba, Eduardo César Angeloz. El postulante radical, asesorado por quien estaba postulado como su futuro secretario de Hacienda, Ricardo López Murphy, colocó la cuestión fiscal en el centro de la campaña, con la emblemática consigna del "lápiz rojo", que simbolizaba el recorte del gasto público.

La propuesta era difícil de entender y de creer, pero Angeloz estaba convencido de esta línea de trabajo y, a fines de marzo, embistió contra el exhausto equipo económico, provocando la renuncia del ministro Sourrouille.

Era casi imposible encontrar un sustituto en esas circunstancias y Alfonsín apeló a un veterano y respetado cuadro del radicalismo, Juan Carlos Pugliese, quien a la sazón era presidente de la Cámara de Diputados y había sido ministro de Economía durante la presidencia de Arturo Illia. En el ambiente político Pugliese era conocido como "el maestro", por su vocación por la búsqueda de consensos y su habilidad como negociador.

A él le tocó iniciar el tránsito por la hoguera hiperinflacionaria y conducir la economía hasta las elecciones presidenciales convocadas para el 14 de mayo de ese año.

La hiperinflación es el mayor desequilibrio que puede enfrentar una economía. La definición que dan los textos de la profesión al respecto es simple y en cierto modo imprecisa: se trata de un aumento extremadamente rápido en el nivel general de precios de los bienes y servicios. No hay una medida exacta de cuánto crecimiento de los precios caracterizan a una situación hiperinflacionaria. Convencionalmente se acepta que un número indicativo podría ser un 50% mensual, aunque lo característico de una hiperinflación es básicamente la situación de descontrol.

No existe demasiada discusión acerca de cómo se desata una hiperinflación. Más allá del complejo sendero que conduce a una situación tan extrema, el episodio final es siempre una emisión extraordinaria de moneda por parte del gobierno, para financiar un creciente gasto público que no logra contener, ni recaudar lo suficiente por la vía de los impuestos o el endeudamiento.

La hiperinflación es fundamentalmente un fenómeno de honda raíz política y con frecuencia está asociada a la presencia de gobiernos débiles y profundos conflictos sociales e institucionales, que impiden adoptar las medidas necesarias para que la emisión descontrolada de moneda cese y los precios se estabilicen.

Hasta el siglo pasado los episodios hiperinflacionarios eran poco frecuentes. La aparición de una serie de casos de hiperinflación en períodos contemporáneos se asocia, en buena medida, al desorden económico producto de las guerras y sus proyecciones en las respectivas posguerras. También se vincula a la creciente importancia del dinero fiduciario (aquel cuyo valor está determinado por la confianza del público) en lugar del convertible (cuyo valor está definido por el metal que lo respalda). En un régimen de dinero fiduciario -como el que hoy predomina absolutamente a nivel mundial- la magnitud de la emisión depende de reglas autoimpuestas, que en una situación extrema pueden ser vulneradas por el propio gobierno…

Después de la Primera Guerra Mundial varios países europeos, como Austria, Hungría, Alemania, Polonia y Rusia experimentaron procesos hiperinflacionarios. Hungría volvió padecer esta situación en 1945-1946.

El caso de Alemania (1922-1923) es posiblemente el más conocido, es algo así como el Titanic de la economía…

La invasión (de las tropas francesas y belgas, en enero de 1923, a la importante zona industrial del Ruhr) aceleró el mecanismo de imprimir moneda para afrontar los compromisos de pago, con el consiguiente impacto sobre los precios, a punto tal que durante uno de los meses, en 1923, la inflación llegó a 3,25 millones por ciento, una cifra difícil de imaginar. En esos tiempos los obreros cobraban los sueldos tres veces al día y sus esposas los esperaban en cada ocasión en las puertas de las fábricas, para tomar el dinero y correr a comprar alimentos.

En la segunda hiperinflación que afrontó Hungría, entre agosto de 1945 y julio de 1946, los precios subieron un promedio de 19.800% por mes y en ocasiones llegaron a triplicarse en un día.

En la década de 1980-1990 varios países latinoamericanos, no sólo Argentina, experimentaron el flagelo hiperinflacionario. En 1984-1985 Bolivia fue el primero, con 23.447 de aumento en los precios durante los peores doce meses.

Casi simultáneamente con la Argentina le tocó el turno a Brasil, donde el Plan Verano, pensado por el presidente Sarney para llegar a las elecciones, también se derrumbó y la hiperinflación estalló a fines de 1989, llegando a acumular un aumento de precios de 6.821%. El siguiente en la lista fue Perú, que colapsó en medio de una tasa del 12.378% anual de inflación.

Al igual que en todas las demás situaciones, la hiperinflación tuvo en nuestro país un largo período de gestación, que se remonta por lo menos hasta los inicios de la década de 1970. A través de más de quince años, los desequilibrios de la economía estuvieron bordeando el descontrol, hasta que, finalmente, en ese agitado mes de mayo de 1989 los precios al consumidor aumentaron un 78,5%, marcando el inicio formal de uno de los peores momentos de la historia económica del país.

En el trasfondo del desarrollo del proceso, uno de los impulsos principales provenía de la inmanejable puja distributiva presente en la sociedad.

Frente a tamaña situación, el ministro Pugliese y su equipo sólo disponían de un puñado de medidas de escasa eficacia. El tiempo de las reformas estructurales había quedado atrás. El gasto público aumentaba vertiginosamente, empujado por los vencimientos cada vez más frecuentes de la deuda interna contraída en períodos anteriores. Los bancos demandaban cada vez más efectivo para hacer frente a las astronómicas tasas de interés de los depósitos a plazo fijo.

El Plan Pugliese contemplaba un mercado único y libre de cambios, aumentos de tarifas y retenciones a las exportaciones para mejorar los ingresos fiscales y el regreso a un sistema de precios "administrados", que suponía autorización de aumentos a medida que se iban produciendo los mayores costos.

Para la población, los aumentos de precios se convirtieron rápidamente en una obsesión y el principal y casi excluyente tema de conversación. Pero el gobierno estaba lejos de poder detener una hiperinflación que avanzaba de modo meteórico. Eso recién ocurriría de una manera efectiva casi dos años después, con otro gobierno y tras cinco ministros de Economía derrotados en el intento.

Antonio Tróccoli, un viejo dirigente radical, que había sido ministro del Interior de Alfonsín, encontró un modo singular de caracterizar el momento: "sólo queda rezar".

Virtualmente así era, pero tanto los dirigentes políticos como la población esperaban algo más y lo único a la mano eran los controles de precios, que, aunque acumulaban una larga lista de fracasos, acreditaban el éxito inicial del Plan austral.

De modo que el gobierno fue pasando raudamente por listas de precios máximos de efímera duración, un congelamiento de precios previo a las elecciones que casi no existió y un sistema de precios "concertados" con ajustes semanales, con el que llegó hasta el final del mandato. Como era obvio, ninguna de estas medidas podía ordenar semejante caos, pero al menos permitía mantener cierto activismo público e inducir un mínimo punto de referencia en los mercados.

El desequilibrio en los precios pronto comenzó a manifestarse en situaciones de desabastecimiento, que no hacían más que agravar el panorama, dado que la población procuraba hacerse de "stocks" de los productos no perecederos y, con ello, aumentaba artificialmente la demanda.

En esta etapa la carne y los productos frutihortícolas no fueron sometidos a mecanismos de control, de modo que -como además estos últimos son productos perecederos- en general el desabastecimiento no los alcanzó, lo que probablemente evitó escenas de pánico, como las que se vivieron en otras hiperinflaciones.

Una de las situaciones más conflictivas se presentó en el sector de los productos medicinales, donde el desabastecimiento alcanzó grandes proporciones, hasta que el gobierno autorizó aumentos que entre marzo y junio estuvieron en el orden del 300 por ciento.

Finalmente, el día de las elecciones llegó y el binomio Menem-Duhalde se impuso sobre la fórmula radical de Angeloz-Casella por 52% contra 40 por ciento.

En los días previos, el gobierno había convocado al justicialismo para intentar algún tipo de acuerdo en el terreno económico que permitiera administrar la situación, pero las negociaciones avanzaron poco. Tras los comicios, el Ministerio de Economía formalizó la iniciativa, proponiendo una suerte de programa económico para el período de transición, que contemplaba esencialmente medidas de ajuste del gasto y mejora de los ingresos.

Los equipos técnicos del gobierno y del justicialismo mantuvieron extensas reuniones y en un momento pareció que algún consenso podía alcanzarse. Incluso Menem y Alfonsín se reunieron, pero finalmente no se llegó a ningún acuerdo. El fracaso de las negociaciones precipitó la renuncia del ministro Pugliese, que fue sustituido por el economista y por entonces diputado nacional Jesús Rodríguez.

El 28 de mayo el nuevo ministro lanzó un paquete de medidas que incluía centralmente un regreso al tipo de cambio controlado, diversas modificaciones que requerían la aprobación del Congreso, un compromiso de no emisión para financiar al Tesoro a partir de julio y aumentos en las jubilaciones y pensiones. El esquema también ratificaba el calendario de pagos de los bonos de la deuda externa e interna.

La situación era tan crítica que el gobierno había decretado un feriado bancario desde el 22 al 29 de mayo, en espera de que las medidas adoptadas contuvieran los crecientes retiros de depósitos del sistema financiero.

Cuando llegó el momento de reabrir los bancos, el equipo económico se enfrentó a banqueros exaltados que temían la quiebra masiva del sistema. Es que desde hacía largo tiempo la forma de retener a los ahorristas eran no sólo elevadas tasas de interés -que en mayo de 1989 alcanzaron el 135% mensual- sino una amplia gama de depósitos ajustables por indicadores tales como el valor del dólar, índices de precios al consumidor y la evolución de las cotizaciones bursátiles y de títulos.

Como consecuencia, los depósitos crecían exponencialmente y los retiros demandaban una fuerte asistencia del Banco Central, que tenía a la Casa de Moneda trabajando a tres turnos y al borde de sus existencias de papel y tinta para imprimir semejante cantidad de dinero. Este problema operativo era tan importante que se autorizó la circulación de billetes de 50.000 australes, equivalentes a uno 200 dólares, cuando tan sólo cuatro años antes cada uno de esos billetes se hubiera podido cambiar por 62.500 dólares.

A fines de mayo el complejo panorama se completó con una serie de saqueos, que tuvieron como epicentro importantes supermercados en el Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

La situación de reservas era tan angustiante que en la agenda del ministro de economía Rodríguez se instaló de manera relevante la cuestión de la venta del edificio de la Embajada Argentina en Japón. La Argentina lo había comprado en 1977 por siete millones de dólares y a mediados de 1989 se logró venderlo en nos 470 millones, de los cuales ingresaron 270 en efectivo, con el consiguiente júbilo ministerial.

Rodríguez adoptó diversas medidas para contener la emisión monetaria, pero el efecto acumulativo de los aumentos de precios sobre la población era devastador.

A fines de junio, la inflación alcanzaba el 20% por semana. Entre abril y junio el precio de una botella de aceite había pasado de 69 a 282 australes, un litro de cerveza de 12 a 55, un kilo de azúcar de 34 a 139 y un detergente de 19 a 215.

El mandato presidencial culminaba el 10 de diciembre, pero la situación no admitía un período de transición de semejante extensión. De algún modo, el Presidente era víctima de su propia estrategia. Conociendo el peligro de que la crisis se precipitara, había adelantado todo lo posible el calendario electoral. Si el radicalismo triunfaba, había tiempo y condiciones para tomar medidas más estructurales para afrontar la situación.

Pero transcurrió de un modo diferente. La crisis se había precipitado en febrero, las elecciones se habían perdido y ahora quedaba un extenso y solitario tránsito hacia la transmisión del mando. Una larga reflexión y multitud de consultas al interior de su partido… llevaron a Alfonsín a presentar su renuncia ante el Congreso el 30 de junio. Una semana después Carlos Menem asumía la presidencia, luego de protagonizar la transición más corta de la historia argentina.

El período 1980-1990 es conocido como la "década perdida" para América Latina, lo que alude a una condición de estancamiento generalizado en la región. Sin embargo, el deterioro de la economía argentina fue largamente superior al promedio y acumuló sus efectos sobre el negativo desempeño y las periódicas crisis de la década de 1970.

Entre 1983 y 1989 el producto bruto cayó algo más del 3% y el ingreso por habitante disminuyó alrededor del 10%. En el mejor momento -a principios de 1986- la inversión apenas rozó el nivel necesario para reponer el equipo de capital que se tornaba obsoleto.

A pesar de los múltiples intentos por controlar la situación fiscal en 1989 el déficit fue equivalente al 7% del producto bruto y a lo largo de los cinco años y medio de gobierno la deuda externa pública pasó de 31.076 a 58.800 millones de dólares.

Durante un tiempo el poder adquisitivo del salario se remontó casi un 30% por encima del nivel de 1983, pero la hiperinflación volvió a empujarlo un 35% por debajo del punto de arranque del gobierno. Es que entre enero y julio de 1989 los precios al consumidor aumentaron un 2.015 por ciento.

En esos años el desempleo creció del 4% al 7%, lo que para la época fue un impacto negativo importante, aunque nadie suponía que se trataba sólo del principio de un fenómeno doloroso y duradero.

El período de gobierno del presidente Alfonsín tuvo una impronta netamente defensiva. No faltó conciencia acerca de que la Argentina no era un país rico, pero tampoco hubo la convicción necesaria para buscar un camino de salida a la crisis que, aunque no llegara a recorrerse por completo, permitiera dejar en la memoria de los argentinos una nítida asociación entre restauración de la democracia y el crecimiento económico

Reflexionado sobre su gobierno, cuando Alfonsín inauguró por última vez el período ordinario de sesiones del Congreso de la Nación, el 1º de mayo de 1989, dijo: "Hay cosas que no supimos hacer; hay cosas que no quisimos hacer; hay cosas que no pudimos hacer".

En materia económica esta trilogía es fatal. Así pareció verlo en un reportaje de la misma época Adolfo Canitrot, que hasta poco antes había sido viceministro de Economía de Sourrouille, quien frente a una pregunta del periodista Julio Nudler necesitó un par de párrafos de sabor náutico y circense para describir lo que había ocurrido:

La gestión de Sourrouille fue una gestión de acróbatas (…) Sourrouille era un extraordinario capitán para manejar el barco entre los arrecifes, pero siempre al final hay una roca contra la que se choca. Nunca pudimos salir a alta mar. Con pura acrobacia no se puede. Un día no llega el trapecio y uno se cae. El problema era muchísimo mayor de lo que nosotros podíamos resolver. Era un problema de poder (…)

– La explosión inflacionaria (el tsunami monetario) (II)

– Las hermanas Aden alertan de una explosión inflacionista (El Economista – 15/12/09)

(Por Ainhoa Giménez, Bolságora) Lectura recomendada

Las hermanas Mary Anne y Pamela Aden, viejas conocidas de los seguidores de Bolságora y unas de las analistas más prestigiosas del mundo de los newsletters de inversión, alertan de que el próximo año se nos puede venir encima una auténtica explosión inflacionista que sería maravillosa para invertir en materias primas pero desastrosa para los que tengan deuda pública en sus carteras.

Este boom inflacionista se explica por la financiación de los enormes déficits públicos de los países desarrollados y por la demanda de los emergentes. A su juicio, "las bolsas seguirán subiendo mientras los tipos de interés se mantengan bajos, pero los grandes movimientos van a darse en el oro, los demás metales preciosos, el resto de materias primas y, en un menor grado, las divisas".

Respecto a la bolsa, esto es lo que dicen en su carta de diciembre: "Vale, estamos de acuerdo en que esta recuperación no tiene una base sólida, pero está ocurriendo. Tenemos que ir de la mano de la realidad actual e invertir basándonos en ella, sea perfecta o no". Ahora bien, a corto plazo alertan de posibles correcciones (respiros) después de la fuerte subida de 2009. Pero tampoco creen que vaya a producirse un cambio de tendencia.

Así, aseguran que aunque los índices caigan hasta su media móvil de 65 semanas (los 8.870 puntos del Dow Jones) en una corrección violenta, la tendencia principal seguiría siendo alcista. En caso de alcanzarse esos niveles, las Aden lo considerarían una gran oportunidad de compra para los que están fuera del mercado, pero todavía no se ha dado. Para los que están ya dentro, su consejo es mantener las posiciones y aguantar la corrección.

Pero su gran apuesta para 2010 es el oro. Aquí toman prestado un argumento de Ian McAvity, editor del newsletter Deliberations: "El oro se encuentra un 52% por encima del máximo de enero de 1980, mientras que el IPC ha subido el 177% desde entonces, la masa monetaria, un 464%, y la bolsa, casi el 900%. No creo que sea disparatado sugerir que el oro va muy por detrás de un montón de referencias importantes, y que, pese a la subida, todavía tiene mucho recorrido para ponerse a su altura".

Y eso es lo que las Aden piensan que va a ocurrir el próximo año y más allá. En su opinión, el oro puede llegar a 1.300-1.350 dólares en el rally actual, pero esperan una pausa antes de atacar esos niveles y han reducido su exposición.

Volviendo a la inflación, la señal de que ha comenzado la espiral será cuando la rentabilidad del bono estadounidense a 30 años supere de forma sostenible el 4,60% (y se está acercando). "Señalará un cambio en la megatendencia, porque confirmará que la gran inflación ha llegado y que los tipos van a subir mucho". Este movimiento se confirmaría con un tipo de las letras de Tesoro por encima de 0,19%. "Si eso ocurre, los precios de los bonos se hundirán y recomendaríamos vender todas las posiciones en deuda", concluyen.

Las hermanas Aden ofrecen una aproximación racional y amplia a los mercados, que complementan con un sistema que enfatiza coger las tendencias principales pero sin dejar de escuchar al mercado para varias sus posiciones cuando hay señales negativas. Eso les hace cometer errores de bulto a veces (como salirse de las materias primas en 2007), pero a la larga su rentabilidad es más que aceptable: en los últimos 12 meses ganan el 37,83%, en los últimos cinco años, el 8,09% anualizado, y en los últimos 10, el 5,96% anualizado. Cifras todas ellas muy superiores a las cosechadas por los índices en los mismos períodos.

Del Apartado específico del Ensayo: La "argentinización" de la economía mundial – Lecciones de la historia: Un amargo despertar (El único modelo económico que transformó a un país rico en uno pobre) Noviembre 2009

Entre la emisión y la deuda (Bernanke y más allá… ¿la hiperinflación?)

– Autoridades de finanzas del G-20 presionan a EEUU para que repare su sector bancario (The Wall Street Journal – 16/3/09)

(Por Damian Paletta y Stephen Fidler)

Horsham, Reino Unido.- Representantes del gobierno estadounidense llegaron a la cumbre de ministros de economía del Grupo de los 20 (G-20) con la idea de persuadir a otros países a que inicien una nueva ronda de gasto. No obstante, terminaron el encuentro sintiendo la presión internacional para que reparen el debilitado sector bancario de Estados Unidos.

Tras cordiales apretones de mano y fotografías en grupo, el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, salió corriendo hacia Washington, D.C. para iniciar un período frenético de 17 días en antesala a la cumbre de mandatarios del G-20 a realizarse el 2 de abril en Londres, al que asistirán el Presidente Barack Obama y otros líderes mundiales.

El revés refleja los límites del poder de EEUU sobre el mundo en momentos en que sale de los escombros de la crisis financiera. Muchos países, incluidos sus aliados, están aumentando la presión sobre EEUU para que solucione el caos que creen ayudó a crear.

Las acciones de Geithner en las próximas dos semanas serán escudriñadas tanto por Wall Street como por los mercados financieros globales, que siguen escépticos de que el gobierno de Obama pueda sacar al mundo del hoyo económico en el que se encuentra.

"Es natural que el mundo busque liderazgo en EEUU en cualquier conferencia financiera internacional", dice Daniel Price, un alto ejecutivo sobre temas globales de la firma de abogados Sidley Austin LLP. "Las expectativas son altas para que EEUU arme un ambicioso plan tanto para rescatar a los bancos como para delinear una agenda de reforma regulatoria más amplia".

En los días previos a la cumbre de líderes, Geithner planea ofrecer detalles de dos de las principales armas del gobierno para calmar los mercados financieros: su sociedad para comprar activos tóxicos y su plan para reforzar la eficiencia de la supervisión bancaria.

En la reunión del G-20, los ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales acordaron ejercer políticas monetarias y de expansión fiscal "hasta que el crecimiento se haya restaurado", pero no apoyaron una meta de crecimiento específica -equivalente al 2% del PIB– propuesta la semana pasada por EEUU.

Los participantes del encuentro también acordaron una serie de medidas para aumentar la ayuda financiera a los países en desarrollo a través de donaciones al Fondo Monetario Internacional, y para mejorar la regulación financiera, incluyendo requerir el registro de los fondos de cobertura y sus gestores.

Los participantes comunicaron su grata sorpresa ante la unidad de intención del encuentro, dados los comentarios previos de los alemanes y los franceses que rechazaban los llamados de EEUU para adquirir mayores compromisos en expansión fiscal. Pero también quedó claro que el gobierno estadounidense está muy lejos de calmar los temores acerca del sector bancario, algo que surgió como un sorprendente punto de tensión durante las negociaciones.

Se espera que esta semana Geithner ofrezca más detalles sobre su controversial plan para crear una sociedad entre el gobierno e inversionistas privados para comprar activos tóxicos que están minando las finanzas de los bancos. El plan podría intentar liberar al sector bancario de entre US$ 500.000 millones y US$ 1 billón (millón de millones) en activos en problemas. Luego, se espera que Geithner presente un plan aparte para mejorar la eficiencia en la supervisión de los mercados financieros, cuya falta de rigor, dicen los críticos, permitió que varios conglomerados financieros tambalearan y otros colapsaran.

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Funcionarios del Departamento del Tesoro de EEUU han trabajado durante semanas en su plan para una mejor supervisión. Su propuesta pediría una supervisión más eficaz del riesgo entre todos los mercados financieros, un papel que, sugirió Geithner, podría ejercer la Reserva Federal mejor que nadie.

El plan también recomendaría un mecanismo para reducir el tamaño de grandes compañías financieras que no son supervisadas por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos Bancarios, analizar las estructuras de compensación que pueden amenazar la estabilidad de las compañías, y reforzar las leyes de protección al consumidor.

Una parte central del plan sería endurecer los requisitos para que los bancos obtengan nuevo capital con el fin de desanimar el riesgo excesivo y elevar las reservas de los bancos.

Por su parte, EEUU enfrentó una mayor presión de sus aliados para arreglar su alicaído sistema bancario. "Algunos países no han reparado su sector bancario", dijo durante la cumbre el ministro de Finanzas de Canadá, Jim Flaherty, en lo que pareció una referencia a EEUU.

– Otros bancos centrales siguen el ejemplo de la Fed, pero su munición podría ser insuficiente (The Wall Street Journal – 16/3/09)

(Por David Gaffen)

La semana pasada, dos bancos centrales tomaron una postura más agresiva para combatir la desaceleración económica global, respondiendo de forma similar a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). Al igual que la experiencia de la Fed, algunas de las medidas probablemente serán efectivas y otras no tanto.

Dos elementos clave aumentan la efectividad de las medidas de los bancos centrales de Suiza y el Reino Unido: la oportunidad y la cantidad.

Sin embargo, aún hay preocupaciones de que el impacto de estas políticas sea efímero debido a los limitados balances de los que disponen los bancos centrales, particularmente en el mercado de divisas.

El Banco Nacional Suizo intervino para debilitar su moneda porque está preocupado por la deflación y la apreciación del franco, mientras que el Banco de Inglaterra anunció planes para comprar 75.000 millones de libras esterlinas (US$ 104.840 millones) en bonos del gobierno británico para intentar impulsar sus precios en el mercado de deuda.

Tanto el banco suizo como el británico "quiere realzar el efecto de políticas monetarias que han llegado a llegado a su fin en cuanto a las tasas de interés, pero quieren volverse más expansionistas", señala Ulrich Leuchtmann, director de investigación de divisas del banco alemán Commerzbank, de Fráncfort.

En el caso de Suiza, la elección del tiempo es la clave. La medida fue una sorpresa; fue la primera vez desde 1992 que el país intervino en los mercados de divisas. El impacto se sintió en Europa oriental, donde las divisas se apreciaron con respecto al franco suizo, una buena noticia ya que en los últimos años muchos ciudadanos de los países del este pidieron préstamos en francos. A medida que sus monedas nacionales han caído, sus deudas han aumentado.

Leuchtmann dice que los suizos tienen la ventaja de querer debilitar su moneda, lo cual se puede lograr imprimiendo dinero. Aquellos que intentan apuntalar una divisa en caída tienen más dificultades. Hace poco, Rusia usó más de US$ 200.000 millones en reservas y ahora parece haber estabilizado el rublo dentro de una nueva y banda de cambiaria ultra ancha. Islandia, por su parte, hizo un débil intento por sostener su divisa cuando reventó su burbuja financiera el año pasado.

Las medidas del Banco de Inglaterra utilizan el factor cantidad: 75.000 millones de libras. El Reino Unido quiere hacer que bajen los rendimientos y tiene unos 500.000 millones de libras en bonos soberanos en circulación, según el banco suizo UBS. Alan Levenson, economista en jefe de la firma de gestión de inversiones T. Rowe Price Associates, afirma que "el programa del Banco de Inglaterra es una considerable parte del mercado de bonos británicos que está comprando… va a ser bastante difícil (para la Fed) controlar la oferta de bonos del Tesoro en circulación".

Quizás sea por esto que la Fed se ha resistido a tal medida y, en cambio, se ha concentrado en establecer líneas de crédito y un programa para comprar US$ 600.000 millones en valores respaldados por hipotecas.

Aun así, cambiar la naturaleza esencial de ese mercado en los próximos meses va a ser suficientemente difícil.

– Bernanke: "Hemos evitado la depresión" (Cinco Días – 16/3/09)

El programa de la CBS, 60 minutos, emitió ayer la primera entrevista con un presidente de la Reserva Federal en 20 años. Ben Bernanke dijo que gracias a las sucesivas intervenciones "hemos evitado la depresión" e insistió en que era fundamental estabilizar el sistema financiero para conseguir la recuperación. El presidente de la autoridad monetaria cree que este año se pondrá fin a la recesión en EEUU y que en 2010 llegará la recuperación. En el lado negativo, Bernanke no ve una rápida solución al paro.

(Por Ana B. Nieto)

Ben Bernanke aceptó la propuesta de conceder una entrevista porque "estos son tiempos extraordinarios y me da una oportunidad para hablar a América directamente". Scott Pelley, periodista de 60 Minutes había solicitado esa oportunidad hacía un año y el portavoz del presidente de la Fed se había reído al recibirla. La autoridad monetaria no concede entrevistas. Pero Bernanke, lo hizo coincidiendo con el primer aniversario de la desaparición de Bear Stearns.

El presidente de la autoridad monetaria dijo que se ha evitado una depresión gracias a la intervención pero que ahora "hay que hacer que la economía funcione apropiadamente de nuevo". Bernanke cree que la espiral destructiva de la recesión se detendrá en 2009 y que el año que viene se empezará a salir de ello. No obstante, el optimismo no le llega para augurar una rápida mejora en un mercado laboral que afronta una tasa de paro oficial del 8,1%. "Si duda la tasa de paro va a ser más alta de lo que es ahora". Tras la breve recesión de 2001, el mercado laboral se tomó casi dos años para empezar a crear nuevos puestos de trabajo.

Bernanke habló largo y tendido de banca y del sistema financiero insistiendo en varias ocasiones en que lo más importante era restablecer su salud y estabilidad. "Hemos visto algún progreso en los mercados financieros pero hasta que no lo tengamos estabilizado y funcionando con normalidad no vamos a ver ninguna recuperación". "Tenemos un plan y estamos trabajando en ello", explicó.

De momento, la Fed ha dicho que ningún gran banco que pueda dar lugar a un riesgo sistémico va a caer y ha puesto en marcha acciones de urgencia destinadas a proveer de liquidez al sistema. Por su parte, el departamento del Tesoro está planificando un plan de rescate, del que no se tienen muchos detalles, pero que empieza con una prueba sobre la resistencia de la banca para hacer frente a una economía en recesión (stress tests). El presidente de la Fed, que ha encontrado en el Congreso duras críticas a la intervención advirtió ayer que el mayor riesgo que existe ahora mismo en la economía es la "falta de voluntad política, que no tengamos el compromiso para resolver el problema y que lo dejemos continuar". "En ese caso", advertía, "no podemos contar con una recuperación".

Bernanke dijo tener simpatías con las críticas de los ciudadanos, la llamada Main Street, a los sucesivos planes de rescate de Wall Street. "Yo provengo de Main Street, nunca he trabajado para Wall Street y la única razón por la que me preocupo por ellos es porque lo que pasa en Wall Street afecta a Main Street" y se necesita que el crédito fluya de nuevo.

El presidente de la Fed dijo que en Octubre del año pasado se estuvo muy cerca del abismo. "El Congreso pasó una legislación dio poder al Tesoro para capitalizar la banca en la primera semana de octubre (el TARP) y en la segunda semana la crisis llegó a su pico. Si no se hubiera tenido ese poder el resultado habría sido mucho peor". Bernanke asegura que ahora mismo no hay ningún banco insolvente pero que los stress tests determinarán si necesitan estar mejor capitalizados en escenarios más adversos.

Durante la entrevista, el hombre que más influencia tiene en los designios de la política monetaria de EEUU, mostró una cara muy optimista y dijo que ya hay señales de mejora en los mercados aunque admitió que la clave para restablecer la normalidad es acabar con el miedo y devolver la confianza. "Para conseguir que esta vuelva, lo mejor es mostrar que estamos progresando".

La señal más clara de que la estabilidad se está logrando será cuando un gran banco logre captar capital privado. "Hasta ahora el dinero privado está aparcado esperando. No saben lo que valen los bancos y si son estables por eso no están dispuestos a poner su dinero en la banca", explicó.

Bernanke admitió que se han cometido fallos de supervisión y que se necesita una regulación más comprensiva e incluso un regulador sistémico.

Como ya hiciera en una reciente comparecencia ante el Congreso, el presidente de la Fed dijo estar muy frustrado con AIG. "Colgué violentamente el teléfono un par de veces cuando hablábamos de AIG". Bernanke reconoció que es "absolutamente injusto que los dólares de los contribuyentes se dediquen a sustentar una compañía que hizo unas apuestas terribles y operaba fuera del radar de los reguladores". Pero no había opción. Si no se estabilizaba el riesgo no era solo para el sistema financiero sino para toda la economía.

Abrir las puertas de la Fed

Por primera vez, se vio en la televisión al presidente de la Fed paseando por el impresionante edificio en el que se toman las decisiones sobre política monetaria. El monumental edificio se construyó en 1935, cuando le país lidiaba con la Gran Depresión que entonces la autoridad monetaria no supo controlar según Ben Bernanke.

Esta vez se están haciendo las cosas de distinta manera y se están dedicando muchas horas a buscar una solución a la crisis. Los empleados de la Fed trabajan casi 80 horas a la semana y en el despacho del presidente hay un sillón en el que dice que ha echado alguna cabezada por la noche o incluso los fines de semana.

Bernanke fue con 60 Minutes a Dillon, Carolina del Sur, el pueblo donde su familia, emigrantes judos de Europa del Esta se establecieron. Su abuelo tenía una droguería que ahora es un restaurante. El presidente de la Fed, que cuando era adolescente reveló su buena mano para las matemáticas, fue aceptado en Harvard para disgusto de sus padres que veían Boston como un lugar muy lejano. Bernanke dijo que además su madre estaba preocupada porque no tenía ropa adecuada para esa universidad. Con todo, sus padres echaron mano de sus ahorros para pagarle sus estudios y él contribuyó trabajando en la construcción y en un restaurante mejicano (poncho incluido).

– Bernanke habla claro: La FED está "imprimiendo dinero" (Libertad Digital – 17/3/09)

La entrevista al presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed), Ben Bernanke, en 60 minutes se centró en sus previsiones sobre el fin de la crisis. Bernanke ahuyentó el riesgo de caer en una depresión económica, pero también admitió que la Fed imprime dinero para impulsar la economía.

LD (M. Llamas) El riesgo de caer en una depresión económica se aleja de las costas estadounidenses, según afirmó Bernanke el pasado domingo en una entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS. De hecho, avanzó que la profunda recesión económica que atraviesa la primera potencia mundial verá su fin, "posiblemente" este año. De este modo, Bernanke avanza que la ansiada recuperación tendrá lugar en 2010. Un pronóstico que en las últimas jornadas está animando a Wall Street.

Pero, ¿cómo está impulsando la Fed la estabilización del deteriorado sistema financiero de EEUU? El gran objetivo de la política aplicada por Bernanke, hasta el momento, ha consistido en evitar el riesgo de caer en una recesión con deflación (caída de precios generalizada), al estilo de Japón o la Gran Depresión de los años 30 en EEUU.

Para ello, Bernanke no ha dudado en poner en marcha medidas extraordinarias. En un momento de la citada entrevista, el periodista Scott Pelley pregunta lo siguiente: "¿Ha estado imprimiendo dinero?". "Bueno, efectivamente", afirma Bernanke. "Tenemos que hacerlo porque nuestra economía está muy débil y la inflación es muy baja", indica. "Cuando la economía comience a recuperarse será el momento de abandonar esos programas, subir los tipos de interés y asegurarnos de que la recuperación no implique inflación".

Así pues, la inyección de liquidez al mercado financiero por parte de la Fed no procede del "dinero de los impuestos", aclara Bernanke. "Los bancos tiene cuentas abiertas con la Fed, al igual que usted tiene una cuenta en una banco comercial. De este modo, para prestar créditos a un banco, nosotros simplemente usamos el ordenador (apunte contable) para aumentar el tamaño de la cuenta que ellos (los bancos) tiene con la Fed". Algo "muy similar" a la impresión de dinero, admite.

Bernanke explica así el modo en que funcionan los distintos mecanismos de descuento de papel y activos tóxicos que ha puesto en marcha la Fed para ampliar las líneas de crédito y liquidez a la banca comercial del país. Como resultado, el balance de la Fed casi se ha triplicado desde el inicio de la crisis. A ello, se suma la posibilidad de que la Reserva Federal comience a incrementar sus compras de deuda pública al Tesoro de EEUU mediante la impresión de billetes ex novo, un mecanismo extraordinario que ya ha comenzado a utilizar el Banco de Inglaterra (prevé imprimir 150.000 millones de libras extra).

Sin embargo, el propio Bernanke reconoce los riesgos de este tipo de medidas al augurar que, en caso de que se recupere la economía, tendrá que subir tipos y vigilar de cerca la inflación para evitar males mayores.

– ¿Sabe cuánto ocupa un billón de dólares? (Libertad Digital – 17/3/09)

La expansión de gasto público se contabiliza por billones de dólares en EEUU, unas cifras astronómicas a las que los ciudadanos no están acostumbrados y que son difíciles de imaginar. LD muestra cuánto ocupa un billón de dólares.

El agujero en las cuentas de EEUU carece de precedentes. Los 1,75 billones de déficit público multiplican por cuatro el PIB de Argentina, Austria y Grecia; y equivalen al tamaño de la economía española. Obama ha hipotecado ya 10 billones de gasto público y, para financiarlo, subirá impuestos. Los ciudadanos se rebelan, aunque realmente pocos se hacen idea de lo que significa este volumen de dinero.

La página web especializada Moneyweb ha publicado un curioso artículo en el que enseña a los contribuyentes cúanto ocupa un billón de dólares. Para ello, comienza con una aproximación al billete de 100 dólares norteamericanos, una cantidad que la mayoría de los ciudadanos han tenido alguna vez en sus carteras y, por lo tanto, una buena referencia para realizar la comparación.

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Si se agrupan 100 billetes de 100 dólares en paquetes, cada uno de ellos tendría un grosor de media pulgada (12,7 milímetros) alcanzaría los 10.000 dólares y podría llevarse en el bolsillo sin problema. Sería una cantidad más que suficiente para afrontar los gastos semanales o darse una juerga antológica.

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Y se lo crean o no, la siguiente imagen muestra lo que ocuparían 100 paquetes de 10.000 dólares (un millón de dólares) en comparación con un ser humano. Se podrían meter en un bolso y llevarlos encima sin problemas de espacio.

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Pero mientras que un paquete de billetes de 100 dólares que alcance la cifra de un millón de unidades de la divisa verde no impresiona demasiado, cuando tenemos 100 millones el volumen es más que respetable. Equivale aproximadamente a un palé estándar de la construcción.

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Si continuamos agrupando paquetes de billetes llegamos a los 1.000 millones de dólares…

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Finalmente, ya podemos saber cuánto ocupa un billón de dólares. Es un número que últimamente se está escuchando mucho en la Casa Blanca y ahora los ciudadanos saben lo que es. ¿Están ustedes preparados?

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– La Fed bombea dinero (BBCMundo – 18/3/09)

La Reserva Federal de Estados Unidos anunció que comprará bonos del Tesoro de largo plazo por valor de hasta US$ 300.000 millones en los próximos seis meses y que ampliará las compras de deuda respaldada por hipotecas para sostener el mercado de crédito y promover la recuperación de la economía.

La Fed también ha decidido dejar sin cambios las tasas de interés en el nivel de entre cero y 0,25% fijado en diciembre, según anunció en un comunicado tras finalizar una reunión de dos días en el que analizó el estado de la economía.

"En estas circunstancias, la Reserva Federal empleará todas las herramientas disponibles para promover la recuperación económica y preservar la estabilidad de precios", señaló la institución.

Con estas medidas la Fed pretende bajar las tasas de interés de los préstamos hipotecarios, de consumo y de las empresas.

En su comunicado, el Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal, que fija la política monetaria de EEUU, constató que la economía del país sigue contrayéndose, con la mayoría de los indicadores económicos en negativo.

Otras medidas

"La pérdida de trabajos, el declive de la igualdad y de la riqueza en el mercado inmobiliario y el endurecimiento de las condiciones de crédito han pesado en el sentimiento y gasto del consumidor", señaló.

La Fed también anunció que invertirá US$ 750.000 millones en la compra de títulos hipotecarios adicionales, hasta alcanzar un total de US$ 1,25 billones.

Además, comprará deuda emitida por agencias de financiamiento hipotecario respaldadas por el gobierno, como los gigantes inmobiliarios Freddie Mac y Fannie Mae, por valor de US$ 100.000 millones.

La Reserva Federal anunció asimismo que ha puesto en marcha un programa de crédito para las familias y las pequeñas empresas.

Según el corresponsal de BBC Mundo en Washington, Carlos Chirinos, la adopción de este tipo de medidas responde a que ahora la Reserva Federal debe ser "creativa", que ya no puede rebajar más las tasas de interés.

Chirinos destaca que los analistas advierten que, pese a todo, la economía estadounidense no ha repuntado, en parte porque el flujo de crédito se mantiene restringido.

"Además algunos economistas sostienen que se está invirtiendo demasiado dinero público en estas operaciones que son por su naturaleza riesgosas y que pueden terminar afectando el patrimonio nacional", señala nuestro corresponsal.

El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, se mostró inusualmente optimista este domingo en una entrevista al afirmar que espera que la recesión económica en su país finalice al terminar el año y que la recuperación comience a principios de 2010.

– Para revivir la economía, la Fed adquirirá bonos del Tesoro (The Wall Street Journal – 19/3/09)

(Por Jon Hilsenrath y Brian Blackstone)

La Reserva Federal aceleró ayer su campaña para resucitar la economía al anunciar la compra en los próximos meses de hasta US$ 300.000 millones en bonos del Tesoro de Estados Unidos y cientos de miles de millones en valores respaldados por hipotecas.

Al adquirir bonos del Tesoro de largo plazo y valores respaldados por créditos hipotecarios, el banco central espera elevar sus precios, reducir sus rendimientos y, de esta manera, imprimir un mayor dinamismo en la economía. Las tasas de interés de numerosos bonos de empresas y préstamos a individuos están ligadas a los rendimientos de los bonos del Tesoro.

La apuesta por parte de la Fed llega después de un debate interno. Su presidente, Ben Bernanke, había propuesto seguir enfocando sus préstamos en las partes más problemáticas de los mercados financieros en lugar de comprar bonos de largo plazo, como el Banco de Inglaterra empezó a hacer hace poco.

La decisión resalta la capacidad del banco central de EEUU para actuar en forma enérgica para combatir la crisis financiera sin necesidad de recurrir al Congreso, un atributo importante en momentos en que Washington está en medio de una tormenta política desatada por las bonificaciones otorgadas a los ejecutivos de la aseguradora American International Group (AIG).

Los precios de los bonos del Tesoro de EEUU se dispararon tras la noticia, disminuyendo el rendimiento sobre la deuda a 10 años de 3% a 2,53%.

La medida de la Fed se produce en medio de un panorama sombrío para la economía. "Las pérdidas de empleo, la reducción del patrimonio bursátil e inmobiliario y la dificultad para acceder al crédito han afectado el sentimiento y el gasto de los consumidores", dijo la Fed en un comunicado divulgado después de una reunión de dos días. "Una perspectiva más débil para las ventas y dificultades para obtener crédito han llevado a las empresas a reducir inventarios e inversiones. Las exportaciones de EEUU han caído, ya que muchos de sus principales socios comerciales también han entrado en recesión".

El Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed votó en forma unánime en favor de mantener la tasa de referencia de corto plazo en entre cero y 0,25%, y acordó también ejecutar programas de préstamos estratégicos ya existentes. Al redoblar las compras de valores respaldados por hipotecas, la Fed está apostando por programas que cree funcionan. Bernanke ha apuntado repetidamente a la reducción de las tasas hipotecarias tras las medidas iniciales de la Fed, calificándolas como una evidencia de "semillas que brotan" en algunos mercados.

No todos los programas de la Fed, sin embargo, han tenido el éxito esperado. Un plan conjunto entre el banco central y el Departamento del Tesoro orientado a reanimar los mercados de crédito a los consumidores ha tenido algunos tropiezos iniciales, víctima de la desconfianza mutua entre los bancos de Wall Street y los fondos de cobertura y las preocupaciones de que el gobierno siga cambiando las reglas de juego.

El programa, anunciado en noviembre y que empieza a operar hoy, les permite a los fondos de cobertura y otros inversionistas endeudarse con la Fed bajo condiciones favorables. Los inversionistas pueden usar los fondos para comprar valores recién emitidos y que son respaldados por créditos para comprar automóviles, deuda de tarjetas de crédito y otra clase de préstamos de consumo.

El objetivo del programa es que el sector privado empiece a comprar esta deuda y las personas puedan tener un mayor acceso a esta clase de préstamos. Las firmas de Wall Street, sin embargo, sólo lograron captar interés suficiente para acuerdos asociados con el programa, conocido como Línea de Crédito para Valores Respaldados por Activos a Plazo (TALF). "El comienzo ha sido bastante complicado", afirma Michael Ferolli, economista de J.P. Morgan.

– La Fed inyecta 1,15 billones en la economía con compras de deuda (Cinco Días – 19/3/09)

La Reserva Federal anunció ayer lo que casi puede considerarse como una barra libre de liquidez para el mercado, al incrementar en 1,15 billones de dólares el dinero destinado a comprar activos. La medida desató una fuerte subida de la Bolsa y al mismo tiempo un rápido ajuste del dólar y de la rentabilidad de los bonos.

(Por Fernando Martínez)

A dos horas del cierre de Wall Street, la Reserva Federal emitió un comunicado en el que informaba de que empleará un volumen adicional de 1,15 billones de dólares (un volumen casi equivalente al PIB de España) en comprar deuda privada y bonos del Tesoro de largo plazo, con el objetivo de "mejorar las condiciones crediticias en el mercado privado" y lograr así que fluya la liquidez en el sistema.

La consecuencia inmediata fue que el índice S&P 500, el más representativo de la economía estadounidense, se apuntó una subida del 2,5% en unos pocos minutos. De forma simultánea, la deuda soberana a 10 años pasó de rentar un 3% a rendir un 2,5% y los bonos a 30 años, del 3,82% al 3,56%.

Otra consecuencia obvia fue el rápido debilitamiento del dólar, que pasó de cotizar a 1,3 unidades por euro a 1,35.

Como suele ocurrir, la euforia inicial dio paso a una cierta moderación. A pesar de ello, los principales índices de Wall Street se apuntaron al cierre de la sesión unas ganancias importantes. El S&P 500 ganó un 2,09%; el Dow Jones, un 1,23% y el Nasdaq, un 1,99%.

La Bolsa europea examinará hoy la decisión de la Fed, que está siendo mucho más agresiva que el BCE. El Ibex logró ayer su primera racha de siete jornadas consecutivas al alza desde 2005. El selectivo español ganó un 0,21% y cerró en 7.661,6 puntos, apoyado por valores como Mapfre (5,7%), Cintra (3,85%) y Criteria (2,79%). El índice acumula una ganancia del 12,4% en una semana.

El Euro Stoxx también mejoró un 0,34% y el Dax, un 0,21%. Pero otras plazas financieras cerraron a la baja. El Footsie cayó un 1,35%; el Cac, un 0,25%.

Bonos hipotecarios

En su comunicado, la Reserva Federal confirmó que "la economía continúa deteriorándose" y subrayó que "las duras condiciones de crédito pesan sobre el optimismo y el gasto de los consumidores". Tras confirmar que mantendrá el objetivo de tipos de interés entre el 0 y el 0,25%, la Fed pasó a detallar otras medidas de estímulo no convencionales, como la compra de bonos hipotecarios.

La autoridad monetaria estadounidense, presidida por Ben Bernanke, señaló que incrementará en 750.000 millones de dólares la compra de titulizaciones hipotecarias. Se trata de bonos respaldados por los derechos de cobro de los préstamos hipotecarios; un producto de moda hasta hace un par de años y que ahora es imposible colocar mientras su valor se deteriora en los balances de los bancos. Así, el volumen total de titulizaciones incluido en el balance de la Fed pasará a ser de 1,25 billones de dólares. En la misma línea de actuación, el banco central duplicará el importe destinado a adquirir los llamados Agency Bonds, que pasa de 100.000 a 200.000 millones. Estos son títulos de deuda que están respaldados por el Gobierno y emitidos por las agencias hipotecarias Fannie Mae, Freddie Mac y Ginnie Mae.

La otra medida, largamente esperada por el mercado, es la de adquirir deuda pública para reducir la curva de tipos y facilitar así la financiación crediticia. "El Comité ha decidido adquirir Treasuries de largo plazo y para ello invertirá 300.000 millones de dólares durante los próximos seis meses", explicó la entidad central en su comunicado.

La Fed está aceptando una enorme variedad de activos para dotar de liquidez a todo el tejido económico. Así, la institución también recordó que ha decidido ampliar su plan para hogares y pequeñas empresas, "ampliando el rango de colaterales elegibles". Eso quiere decir, aceptando bonos respaldados por un sin fin de activos como tarjetas de crédito y activos de distintos negocios. A la propia Fed no se le escapa, y lo deja muy claro, que a partir de ahora tendrá que vigilar muy cuidadosamente su balance. Una Fed entrampada en activos de pésima calidad sería el peor de los escenarios posibles.

– La Fed mete presión al BCE para que empiece a imprimir billetes (Expansión – 19/3/09)

(Por Daniel Badía)

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, indicó ayer durante una conferencia en París que se está en un proceso de conversaciones para considerar si se adoptan medidas menos convencionales de política monetaria.

Reafirma así lo dicho en la última reunión de política monetaria, cuando rebajó el precio del dinero desde el 2% al 1,5%. La institución monetaria se encuentra bajo presión, principalmente, después de que la Reserva Federal anunciara que comprará durante los próximos seis meses deuda pública por importe de 300.000 millones de dólares.

Así lo ven los expertos de Royal Bank of Scotland. "Creemos que la presión para que el BCE se embarque en algún tipo de programa de compra (refiriéndose a activos) está aumentando hasta llegar a ser insostenible, con la mayoría de los bancos centrales del mundo luchando de forma muy activa para combatir los riesgos de deflación mediante la adquisición de deuda pública", indican en RBS. Los expertos del banco británico creen que el BCE tomará esta decisión "incluso más pronto de lo que nosotros anticipamos (nos parece que junio es la fecha más probable)", añaden en el banco británico.

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) está dispuesta a echar toda la carne en el asador para reactivar la economía estadounidense. El Comité Federal de Mercado Abierto de la institución monetaria anunció ayer que la Fed comprará 300.000 millones de dólares (en torno a 227.700 millones de euros) en bonos del Tesoro Público durante los próximos seis meses.

Ante el poco margen con el que cuenta en materia de tipos de interés -se mantuvieron ayer en un rango de entre el 0% y el 0,25%-, la Fed ha optado por continuar con la impresión de billetes. Con la compra de deuda pública, el banco emisor va a contribuir a rebajar los tipos de los activos libres de riesgo y, con ello, abaratará el acceso al crédito a hogares y empresas.

"Para ayudar a mejorar las condiciones del mercado de crédito privado, el comité decidió elevar la compra de activos del Tesoro a largo plazo hasta los 300.000 millones de dólares durante los próximos meses", indicó la Fed en un comunicado. Esta medida se complementará con la extensión de sus programas de compra de deuda hipotecaria o titulizaciones de agencias hipotecarias (las principales, Fannie Mae y Freddie Mac).

El comité decide ampliar su balance para comprar 750.000 millones más de titulizaciones

"Con el fin de proveer de un mejor soporte al préstamo hipotecario y al mercado inmobiliario en general, el comité decidió ampliar su balance para comprar 750.000 millones de dólares más de deuda respaldada por activos de las agencias", añadieron. En total, la cuantía asciende a 1,25 billones de dólares, casi el PIB español. También ha elevado de 100.000 a 200.000 millones la adquisición de deuda (sin garantía) de estas agencias y se está estudiando la posibilidad de comprar otros activos financieros.

El objetivo prioritario se centra en prevenir una contracción del crédito, provocada por una de las peores recesiones que se han vivido en los últimos 60 años a ese lado del Atlántico. Y es que los últimos datos no han sido nada buenos. La tasa de paro creció hasta su nivel más alto en más de 25 años, mientras que la producción industrial cayó un 1,4%, su cuarto descenso consecutivo…

– El BCE mantendrá la "barra libre" de dólares (Expansión – 19/3/09)

El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha informado hoy de que, de acuerdo con otros bancos centrales, incluyendo la Reserva Federal de EEUU, continuará desarrollando en el segundo trimestre de 2009 las operaciones para inyectar liquidez en dólares a plazos de una semana, 28 y 84 días.

Estas operaciones mantendrán el formato de operaciones de recompra frente al colateral elegible del BCE y se celebrarán a tipo fijo con plena satisfacción de las demandas de liquidez de las entidades que concurran a las mismas.

"Dada su demanda limitada, las operaciones celebradas bajo el formato de "swaps" de divisas euro/dólar fueron interrumpidas a finales de enero, pero podrían reanudarse en el futuro si fuera necesario de acuerdo con las necesidades del mercado", señaló la institución presidida por Jean Claude Trichet.

– Deuda: una curiosa solución a la crisis (Intereconomia – 19/3/09)

¿Una crisis que empezó por el exceso de crédito se puede solucionar con más deuda?

Una pregunta un tanto irritante acecha en torno a los esfuerzos del gobierno de reactivar un sistema financiero inactivo: ¿Una crisis que empezó por el exceso de crédito se puede solucionar con más deuda?

La típica respuesta que nos dan los economistas es que no. Eso es, "no, más crédito no hará que desaparezca el problema. Pero, el gobierno debería hacer todo lo que pueda para restablecer los préstamos bancarios y para prevenir que la economía empeore".

Aún así, Washington parece convencido da la gran capacidad que la deuda tiene para reavivar la economía del país. El Secretario de Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, es sólo el último en proclamar lo que ya es el "mantra" oficial. Sin crédito, lo que tanto él como otros ejecutivos llaman "la sangre" de la economía, ya te puedes despedir de las esperanzas de recuperación.

El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, justificando la ayuda masiva que el banco central ha ofrecido a las instituciones financieras, mostró su propia visión: "el tratamiento dispar es inevitable. Nuestro sistema económico depende críticamente del libre movimiento del crédito".

Por su parte, los detractores de esta visión, argumentan que supone un acercamiento demasiado complicado. Según ellos, el problema es mucho más simple. "Necesitamos generar empleo e ingresos, no crédito", dijo Randall Wray, director de investigaciones del Center for Full Employment and Price Stability, de Kansas.

Gástalo, si lo tienes

Los préstamos prudentes no son malos. Si los bancos han cortado los préstamos es por los riesgos asociados con un ambiente turbulento y en contracción que les dicta que actúen así.

"La verdad es que no todas las economías se basan en el crédito. En una economía legítima, no es el crédito el que alimenta el gasto y la inversión, sino que son los ingresos y los ahorros", señaló Peter Schiff, presidente de Euro Pacific Capital. Ahora, las familias americanas, y cada vez con más rutina, "se apoyan en el crédito para hacer las compras del día a día, y éste es un habito que debe ser abolido, no fomentado".

James Poterba, economista al frente de la National Bureau of Economic Research, cree que hay cierta inconsistencia en las recomendaciones aportadas por los expertos. Como economistas, lo que señalamos es que es necesario tener a gente comprando para poder levantar la economía. Al mismo tiempo, Poterba señala que es un buen momento para ahorrar más para intentar reconstruir esos pilares.

Los defensores de la securitización (que es el diseño de instrumentos financieros respaldados por flujos provenientes de activos de distinta naturaleza) dicen que "el bebé", en apariencia mimado, no debería abandonarse a su suerte. Se debería hacer bien, y de una manera más simple y transparente.

"No hay nada malo per se en la securitización", sostuvo Eugene White, economista y profesor de la Universidad Rutgers de New Jersey. El problema apareció por esos "exóticos" productos de los que el cliente no tiene ni idea.

Sin embargo, todavía se tiene que ver si el gusto por esos productos existiría incluso en un mundo donde la aversión al riesgo estuviera tan extendida. La prueba de fuego será ver si con el tiempo un sistema que ha fracasado tan miserablemente podrá volver a funcionar de algún modo.

Además, incluso si los préstamos están disponibles, la crisis actual está afectando a los consumidores tan profundamente que puede acabar prolongándose, y se resista a endeudarse aún más.

La razón nos la encontramos en la teoría económica: oferta y demanda. La debacle actual, es un problema de sobre oferta inmobiliaria, coches,… y deuda en sí misma; y el reajuste se tomará su tiempo.

"Estamos pasando un colapso crediticio de proporciones épicas", dijo David Rosenberg, responsable de Bank of America Securities – Merril Lynch en Norte America. "Va a ser muy difícil luchar contra esto con políticas de préstamo".

– A la Fed le preocupa que un exceso de capacidad desate presiones deflacionarias (The Wall Street Journal – 20/3/09)

(Por Jon Hilsenrath)

La decisión de la Reserva Federal de inyectar US$ 1,15 billones (millones de millones) en el sistema financiero refleja su temor de que la economía padece un mal que se agrava cada día. Desde habitaciones de hotel desocupadas a máquinas industriales apagadas, Estados Unidos sufre de un exceso de capacidad.

Esto indica que, incluso si la crisis se revierte mañana, la economía probablemente operará muy por debajo de su verdadero potencial durante muchos meses, tal vez años.

El tema también preocupa al banco central por otra razón. En dosis limitadas, la capacidad ociosa puede generar presiones inflacionarias porque la escasez de suministro y mano de obra permite que empresas y trabajadores exijan más dinero por sus servicios. Sin embargo, cuando hay demasiada capacidad ociosa, como en la actualidad, la inflación declina.

Si el exceso de capacidad se profundiza o persiste por un período prolongado, podría producir deflación, un declive pronunciado en los precios, algo que la Fed quiere impedir a toda costa porque es un nudo difícil de desatar. "A la luz de la creciente capacidad ociosa en la economía estadounidense e internacional, el comité espera que la inflación se mantenga a raya", declaró el Comité de Mercado Abierto de la Fed el miércoles, tras anunciar la inyección adicional de efectivo a través de compras de bonos del Tesoro y valores hipotecarios.

Las señales de un exceso de capacidad son fáciles de divisar. El número de casas vacías en EEUU llegó a los 19 millones en el cuarto trimestre de 2008, un alza de 6% frente al mismo período del año anterior. Las tasas de ocupación hotelera han caído de 65,5% hace un año a 55,2% a principios de marzo, según la firma de estudios de mercado Smith Travel Research. Las plantas manufactureras operaron en febrero a un promedio de 67,4% de su capacidad, el nivel más bajo desde que la Fed empezó a seguir estos datos en 1948.

En circunstancias normales, la Fed combatiría un exceso de capacidad reduciendo las tasas de interés de corto plazo con el fin de rebajar los costos de financiamiento para empresas e individuos. Pero el banco central estadounidense ya ha recortado su tasa de referencia a casi cero. Es por eso que la Fed anunció el miércoles un drástico aumento de las compras de bonos del Tesoro a largo plazo y valores respaldados por hipotecas. El banco central espera que tales medidas amplíen el acceso al crédito y estimulen la demanda.

Los trenes en la estación

Un ejemplo de exceso de capacidad es Union Pacific Railroad. La mayor operadora estadounidense de ferrocarriles puede operar cerca de 200.000 vagones de carga por semana, pero sólo está utilizando unos 150.000.

"Como los volúmenes siguen siendo débiles, estamos actuando de manera enérgica para ajustar nuestros recursos, dando vacaciones sin sueldo a 3.600 empleados y sacando de circulación 1.400 locomotoras y 53.000 vagones de carga", explicó el director financiero, Rob Knight, durante una conferencia con inversionistas la semana pasada.

La señal más clara del exceso de capacidad está en el mercado laboral. Ayer, el Departamento del Trabajo informó que el número de nuevas solicitudes de seguro de desempleo cayó la semana pasada a 646.000. El promedio de cuatro semanas, sin embargo, subió a 654.750, el nivel más alto en 26 años. El total de estadounidenses que recibe seguro de desempleo saltó a casi 5,5 millones, un nuevo récord.

En general, el número de desempleados en EEUU, ajustado por temporada, ascendió a 12,5 millones en los últimos 12 meses, elevando la tasa de desempleo a 8,1%. Otras 8,6 millones de personas están trabajando a tiempo parcial, pero preferirían tener un puesto a tiempo completo. Cuando se contabilizan estos trabajadores, la tasa de "subempleo" -un índice más amplio de la capacidad ociosa en el mercado laboral- llega a 14,8%. Eso no es sólo un problema para los desocupados, sino que ejerce una fuerte presión a la baja en los sueldos.

Para las autoridades estadounidenses, la clave para reducir el exceso de capacidad es impulsar la demanda de bienes, servicios, bienes raíces y empleo. Esa es una razón por la que los economistas creen que el Congreso necesitará aprobar un nuevo paquete de estímulo. El plan de US$ 787.000 millones del presidente Barack Obama, aprobado en febrero, tiene la meta de ayudar la economía a través de programas de gasto y recortes de impuestos para la clase media.

– La cara del optimismo (Cinco Días – 20/3/09)

El presidente de la FED ocupa el mandato más complicado desde la Gran Depresión. Pero se muestra confiado. Esta semana ha anunciado la inyección de otro billón de dólares.

(Por Manuel G. Pascual)

¿Cuántos políticos estadounidenses llevan barba? Prácticamente ninguno. En Estados Unidos no está bien vista, no se estila; es un rasgo poco común entre las autoridades o figuras públicas. Un ejemplo: sólo la han lucido cinco de los 44 presidentes del país norteamericano, todos ellos en la segunda mitad del siglo XIX. La cosa cambia en los pasillos de las universidades, ambiente mucho más proclive a la relajación de las normas estéticas. Este detalle dice mucho del carácter y procedencia del doctor Benjamin Shalom Bernanke (Augusta, Georgia, 1953), profesor de Economía en Princeton durante 20 años y actual presidente de la Reserva Federal.

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El máximo responsable de la política monetaria estadounidense lleva unos días en boca de todo el mundo. El pasado domingo predijo en una entrevista televisiva, la primera de alguien en su cargo en 20 años, que la depresión en EEUU ha quedado descartada y que "el final de la recesión se producirá probablemente este año" y la recuperación en 2010. A los tres días anunció la inyección de un billón de dólares a la economía a través de deuda a largo plazo. En 2008 inyectó la misma cantidad tras la caída de Bear Stearns mediante descuentos al crédito para la banca de inversión, reinventando así el repertorio de herramientas de la Fed -hasta entonces tocaba poco más que los tipos de interés-.

Estas intervenciones, junto con los importantes recortes de tipos practicados en 2007 y el polémico rescate de AIG, convierten a Bernanke en uno de los presidentes de la Fed más intervencionistas -y controvertidos- desde la fundación de la institución en 1913. Algo a tener en cuenta, ya que las simples palabras de quien ostenta tal cargo hacen ganar o perder fortunas. El anuncio de la inyección de líquido, por ejemplo, provocó el miércoles una fuerte subida de la Bolsa y un rápido reajuste del dólar y de la rentabilidad de los bonos.

Pero antes de manejar los resortes del banco central de EEUU, este descendiente de emigrantes judíos de Europa del Este sólo se había enfrentado a la inflación y a la deflación en sus numerosos artículos científicos. "Yo nunca he estado en Wall Street", comenta en la entrevista televisiva concedida a 60 Minutes. "La razón por la que me importa es que lo que allí pasa afecta a Main Street", en referencia al entorno de los trabajadores.

Se podría decir que Bernanke cumple con los estereotipos del profesor universitario estadounidense. Más allá de la ya mencionada barba, durante su etapa en Princeton el lugar que más frecuentaba era su despacho. Allí, rodeado de montones de libros y papeles y vestido con pantalones tejanos y camisa de cuadros, atendía pacientemente a sus alumnos. Joan Comajuncosa, profesor de Esade, fue uno de ellos. "Bernanke es una persona muy abierta, trabajadora y atenta con los estudiantes", apunta. "Ya de vuelta en España, me contestaba los e-mails muy rápidamente. Eso denota cierta empatía hacia los sufrimientos de los doctorandos". En la facultad tenía fama de ser un profesor claro y conciso, muy cercano a la gente -dentro de los estándares anglosajones-.

Sólo le faltaría una chaqueta de pana con coderas para redondear el cuadro. Él mismo no ha escondido nunca su predilección por la comodidad. En 2005, cuando sonaba su nombre como posible sustituto de Alan Greenspan, Bernanke declaró al Wall Street Journal que lo más duro de trasladarse a Washington era tener que llevar traje. "Mi propuesta de que los gobernadores de la Fed mostrasen su completa dedicación al servicio público vistiendo camisas hawaianas y bermudas no se tomó en serio".

Y es que para entonces ya era gobernador de la Fed. Asumió ese cargo en 2002, tras colaborar varios años como asesor de la institución. Eso sí: no abandonó la docencia hasta 2005, cuando el ex presidente George W. Bush le puso al frente de su equipo de consejeros económicos.

Bernanke es conocido por sus posturas cercanas al keynesianismo. En su etapa de director del departamento de Economía de Princeton invitó en alguna ocasión al también académico Paul Krugman, premio Nobel de Economía y gran crítico de George W. Bush. Todo eso contribuyó a que el nombramiento en 2006 de Bernanke como presidente de la Fed desconcertase a más de uno. En Princeton, en cambio, se comentaba que se le eligió por su condición de experto en la Gran Depresión. "Se rumoreaba que en Washington querían a alguien preparado contra un posible escenario de deflación, algo inédito en EEUU en los últimos 70 años", recuerda Comajuncosa.

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