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Inteligencia emocional en los adolescentes (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

La presente investigación se estructuró en
seis capítulos, de la siguiente forma: en el
Capítulo I presenta el problema, los objetivos, la
importancia y la justificación. El Capítulo II
contiene los antecedentes, bases teóricas y las
teorías que apoyan la explicación del
fenómeno estudiado. El Capítulo III presenta la
metodología aplicada en la investigación. El
Capítulo IV presentan los resultados, el Capítulo V
las conclusiones y recomendaciones y por último, el
Capítulo VI muestra el diseño de los lineamientos a
seguir como alternativa de solución a la
problemática detectada. Finalmente, se presentan las
referencias consultadas y los anexos, además del
Currículum Vitae del autor.

CAPÍTULO I

El
problema

Planteamiento del Problema

Los seres humanos poseen capacidades intelectuales y
emocionales desde que empiezan su formación como ente, la
cual le va a permitir superar los retos que le impone el contexto
en el cual se desenvuelve desde los primeros estadios de su
desarrollo, de allí, la importancia de que el intelecto y
la emociones se encuentren en el sujeto de manera integral puesto
que, esto le permitirá establecer un patrón de
conducta operativa, es decir, que aporte beneficios al sujeto
para contribuir a su adaptación social y a su equilibrio
biopsicosocial y donde la racionalidad este en concordancia con
la emoción.

Es ampliamente conocido que el desarrollo del ser humano
es un proceso lento pero constante, donde se adquieren
evoluciones físicas y asimismo, madurez mental, no
obstante, la madurez cognoscitiva alcanza su nivel optimo durante
la etapa denominada adolescencia, la cual no es más que
una etapa de transición que varía en las diferentes
culturas y la cual se define como el periodo de tiempo que los
sujetos necesitan para considerarse autónomos e
independientes socialmente, pues, la misma es un proceso no un
producto final.

De allí que la conducta del adolescente ha sido
motivo de diversos estudios, tomando en cuenta los acelerados
cambios que se producen en esta etapa de la vida y que en
ocasiones pueden alterar la paz familiar y escolar. En efecto, la
misión de la familia y la institución educativa
como garantes primordiales de la sociedad es formar valores en
ellos. La misma es definida por Horrocks (1999) de la siguiente
manera: "La adolescencia es una etapa que demanda la
realización de ciertas tareas que permiten alcanzar la
autonomía y hacerse responsable de nuestra propia vida,
asimismo se abandona la identidad infantil y se construye la del
adulto" (p. 18). Así pues, la adolescencia suele
considerarse un periodo de transición entre la
niñez y la edad adulta, en la cual se dan una serie de
cambios, no solo en lo físico y biológico, sino que
también se aprenden ciertas conductas que son
determinantes para la socialización, si se les permite
interactuar de manera agradable asegurarán el éxito
en su desempeño, en el hogar o institución
educativa, de lo contrario se creará un conflicto que
puede llevarlo a abandonar sus metas propuestas. La posibilidad
de aplicar técnicas de inteligencia emocional en los
adolescentes considerados como protagonistas de sus propios
cambios, es un camino certero para la prevención primaria
en salud mental y consecuentemente en el futuro del
adolescente.

En este sentido, Bianco (1998) señala que
"…el adolescente (adolece) y que le falta crecimiento,
canalización emocional y (personalidad). Por lo mismo, el
proceso de adquisición de nuevas conductas presenta, a
menudo, situaciones muy especiales y singulares que debe aprender
a manejar" (p. 89). En otras palabras, esta etapa se concibe como
el momento de la vida que realmente se comienza a aprender sobre
el mundo y el adolescente a encontrar un lugar en él. Por
tanto, trae consigo una serie de cambios y transformaciones que
en muchas ocasiones son difíciles de aceptar y que
están relacionadas con la activación del sistema
hormonal, entre otros.

Por esta razón, Goleman (Citado en Vivas, Gallego
y González, 2007) plantea que los adolescentes
emocionalmente desarrollados, gobiernan adecuadamente sus
emociones, saben interpretarlas y relacionarse efectivamente con
las emociones de los demás, por lo que disfrutan de una
situación ventajosa en todos los dominios de la vida.
Así, el conocimiento de las emociones permite al
adolescente un enfoque más realista y válido de los
factores que conducen a la eficacia y adaptación personal,
lo que les ayuda a tener una visión más equilibrada
del papel que juega la cognición y la emoción en la
vida de cada uno de los jóvenes.

Por lo anteriormente expuesto, es que resulta importante
ahondar en la capacidad que posee el adolescente para aprender y
desenvolverse de modo inteligente y adecuado ante las situaciones
nuevas que se le presenten, y esto se logra cuando desde su
temprana edad reciben una educación emocional de manera
operativa.

Es por ello, que Consuegra (2007) define la Inteligencia
como: "La capacidad mental para entender, recordar y emplear de
un modo práctico y constructivo, los conocimientos en
situaciones nuevas. Es decir, La Inteligencia de un individuo
está dada por la capacidad de comprender, evocar,
movilizar e integrar constructivamente lo que se ha aprendido y
de utilizarlo para enfrentarse a nuevas situaciones. Y la misma
está conformada por un grupo de indicadores tales como: La
autoconciencia, el autocontrol, las empatías y las
habilidades sociales que le permiten enfrentarse constantemente
con el mundo que lo rodea. De acuerdo con Muñoz (2006) se
define la emoción como:

Un sentimiento intenso que perturba el estado de
ánimo, altera el curso normal del pensamiento y produce
alteraciones orgánicas de diverso tipo. Se origina por un
pensamiento o un recuerdo y, desde el momento en que aparece,
produce una conmoción en el organismo, de menor a mayor
grado, dependiendo de las circunstancias (p. 171)

Es decir, el adolescente posee una impresionante
capacidad para manifestar sus emociones, siendo conceptuadas
estas por el autor como los estados de ánimo que se
manifiestan en los comportamientos internos y externos del ser
humano.

Asimismo, Goleman (citado en Saz, 2006) señala a
la inteligencia emocional como: "…una forma de interactuar
con el mundo, que tiene en cuenta las emociones y engloba
habilidades tales como el control de los impulsos, la
autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la
perseverancia, la empatía" (p. 157). De tal manera, que la
inteligencia emocional se puede concebir como, el uso inteligente
de las emociones. Es decir, que el individuo está en la
disposición de guiar su comportamiento.

Ante estas premisas se puede afirmar, que la manera como
el ser humano se relaciona, es la habilidad que posee él
mismo para producir sentimientos en sus semejantes, y manifestar
situaciones de liderazgo, popularidad entre otros para conceptuar
entonces la inteligencia emocional como la capacidad del
individuo para percibir, comprender y regular no solo sus
emociones sino la de sus semejantes.

De acuerdo con lo señalado, resulta evidente la
importancia de la misma en la vida cotidiana, pues los
adolescentes deben analizar y asumir nuevas informaciones
mentales y sensoriales que les permitan dirigir sus acciones
hacia metas determinadas; por esto conviene inferir, que la
inteligencia emocional constituye la capacidad de operar en forma
eficaz los procesos abstractos, elegir la mejor opción
para solucionar un problema y dificultad por medio de actos
esenciales como la formulación de ideas, juicios,
opiniones y razonamientos entre los integrantes de este grupo.
Por lo tanto, las experiencias adquiridas y los mensajes
emocionales recibidos en este entorno constituyen el terreno
donde germinan las relaciones sociales y su manera de enfrentar
la vida.

De tal manera, que, el manejo de la inteligencia
emocional es un proceso que ubica a los adolescentes en una
permanente situación de avance y rectificación, la
inteligencia emocional es útil para la conducción
sana y próspera de las relaciones con todos los
integrantes del núcleo familiar. Tal y como ha sido
referida por Goleman (citado en Vivas y otros, 2007):

Las personas emocionalmente inteligente toman muy en
cuenta sus propios sentimientos y los de los demás; tienen
habilidades relacionadas con el control de los impulsos, la
autoconciencia, la valoración adecuada de uno mismo, la
adaptabilidad, motivación, el entusiasmo, la
perseverancia, la empatía, la agilidad mental, que
configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la
compasión o el altruismo, indispensable para una buena y
creativa adaptación. (p.15).

La citada autora afirma que la habilidad para sentir
satisfacción y ser eficaces en las diversas situaciones
que implica vivir, es una característica de los
adolescentes que han desarrollado su inteligencia emocional; es
decir, son capaces de dominar hábitos mentales,
haciéndose con ellos más productivos en la vida;
por ende, el buen manejo de la inteligencia emocional persigue el
equilibrio entre la protección y la independencia, la
enseñanza y el aprendizaje, la rebeldía y el
respeto, la comunicación y el silencio, la prudencia y el
riesgo, el perdón y la corrección.

Todo esto reafirma que la inteligencia emocional
constituye la vía o el canal no para ahogar las emociones,
sino dirigirlas y equilibrarlas. Los adolescentes por el simple
hecho de poseer inteligencia tienen la habilidad para adquirir
conocimientos, que le permiten actuar en el hogar y en su medio
educativo. Dentro de todas las manifestaciones sociales que
existen en el contexto familiar y escolar, juegan un papel
importante para sus interrelaciones personales, porque de ella
depende realmente el buen desarrollo del joven en la
sociedad.

Por tanto, el adolescente por ser miembro de una familia
debe tener la formación necesaria para desarrollar
actitudes emocionalmente inteligentes, por cuanto esto
fortalecerá las relaciones entre sus miembros y anclaran
los factores de protección contra los elementos que pueden
perturbar su equilibrio como grupo.

Tomando como punto de partida estas concepciones resulta
evidente como la realidad social en Venezuela refleja
síntomas de un gran número de adolescentes cuyas
relaciones con sus padres, docentes u otras figuras
significativas en su medio no resultan muy operativas debido a
situaciones conflictivas que generalmente devienen en violencia
intrafamiliar o escolar, falta de comunicación entre los
integrantes del grupo, ausencia de programación de las
metas y objetivos por alcanzar, adolescentes aislados por
diversas situaciones, la no comunicación de los mismos
conduce a situación de frustración,
depresión, ansiedad, poca valoración de sí
mismo y comportamiento no adecuados en los adolescentes miembros
de ese núcleo familiar o escolar.

Todo ello evidencia, que no siempre los adolescentes son
operativos en su grupo familiar; al respecto, Moles (2000) expone
que una familia es disfuncional cuando se ha perdido el
equilibrio entre la autoridad y el afecto, carentes de
empatía y donde la anarquía emocional impide el
establecimiento de principios básicos (p. 235). Más
allá de cualquier dinámica disfuncional dentro del
seno de una familia, y en oportunidades al menos en buena parte
los adolescentes igual que los adultos pueden llegar a comportar
comportamientos no operativos que se parte de las alteraciones
emocionales.

Es decir, que existen familias con modelos socialmente
desorganizados, que transmiten a sus miembros frustraciones,
resentimientos y valores distorsionados, lo que provoca que
desarrollen las mismas conductas, familias donde prevalecen los
golpes, conflictos familiares, pérdida de control y
destrucción de objetos.

Asociado a esta situación, en el ambiente escolar
el docente aprecia conductas no operativas en un número
significativo de adolescentes que poseen carencias en el
conocimiento de sí mismo, necesidad de controlar emociones
y ansiedad, falta de motivación y empatía,
dificultad para relacionarse con quienes no pertenecen a su mismo
grupo social, también se observa que los trabajos grupales
terminan en desacuerdos, pues carecen del conocimiento de sus
fortalezas y debilidades.

Esta situación se puede evidenciar en los
adolescentes del 8vo Grado sección "E", perteneciente a la
población de media general del Liceo Bolivariano Camilo
Prada ubicado en el Municipio Michelena, pues, según
resultados arrojados en las estadísticas del año
escolar 2007 – 2008 llevadas por la Defensoría
Educativa "Participación Creadora", se observa un
número significativo de casos que se pueden enmarcar como
adolescentes que no manifiestan un manejo operativo de la
inteligencia emocional, situación que se puede palpar en
la poca asertividad de las actuaciones escolares, a nivel
académico y personal; con lo cual se deduce que estos
adolescentes no han desarrollado acciones en pro de la
promoción de la inteligencia emocional. Así esto,
el desconocimiento de la inteligencia emocional se ha manifestado
en problemas de funcionamiento e interrelación con
recurrentes conflictos entre los miembros de la familia y de la
escuela que trascienden en ellas.

Por esta situación al adolescente en esta etapa
se le dificulta tener conciencia de sus emociones, cuando
está triste o alegre; además, se muestra irritable,
con ansiedad y otras veces melancólico, en ocasiones no
reconoce sus errores, no los canaliza de forma que no los afecte
a sí mismos ni a los semejantes, se ausentan en su propio
yo y no permiten reconocer las necesidades de quienes lo rodea,
menos aún sus sentimientos, se muestran poco motivados a
la expresión de dar y recibir afecto, establecen criterios
sin basamento.

De acuerdo con estos señalamientos, es necesario
considerar que los mismos tienen diferentes causas, entre las que
pudieran referirse las carencias en el manejo de la inteligencia
por parte de los adolescentes, lo cual influye desfavorablemente
en el desenvolvimiento de ellos a nivel individual y grupal,
impidiéndole desarrollar acciones operativas en su entorno
familiar y escolar. Esta situación, dificulta a los
adolescentes el pleno desarrollo de la capacidad para percibir y
comprender sus emociones, lo que genera confusión que bien
puede desencadenar situaciones conflictivas. Las mismas tiene sus
causas debido a la falta de lineamientos de orientación
cognitivo – conductuales para el conocimiento y manejo de
la inteligencia emocional, lo que les permitirá
interactuar eficientemente y por ende, mantener relaciones
interpersonales que favorezcan sus relaciones familiares,
escolares y sociales.

La situación antes descrita tiene consecuencias
poco satisfactorias en la dinámica escolar tanto en el
presente como en el futuro, en el sentido de no saber cómo
manejar operativamente sus emociones y sentimientos consigo mismo
y con los demás. Situación que desfavorece el
manejo de la autoconciencia disminuye la autorregulación y
motivación, imposibilitándose cada vez más
el manejo de la empatía y habilidades sociales, lo que
evidentemente impide una actuación adecuada y equilibrada
entre los protagonistas del núcleo escolar y
específicamente en los adolescentes.

Además, de no tratarse a tiempo, el problema
traería en los adolescentes consecuencias en el plano
intrapersonal e interpersonal. Tal y como lo manifiesta Goleman
(citado en Vivas, Gallego y González, 2007)

La inteligencia emocional tiene un componente
intrapersonal y un componente interpersonal. Lo intrapersonal
comprende la capacidad para la identificación,
comprensión y control de las emociones de uno mismo. Que
se manifiesta en la autoconciencia y el autocontrol. El
componente interpersonal, comprende a su vez la capacidad para
identificar y comprender las emociones de las otras personas, lo
que en psicología se denomina ser empático, y la
capacidad de relacionarnos socialmente de una manera positiva, es
decir, poseer habilidades sociales (p. 16)

Ello dificulta el manejo de sus emociones y produce el
rechazo social con lo que se crea la sensación de estar
alejados de los demás con sus normas sociales.

Con relación a los anteriores planteamientos, el
autor de la presente investigación, propone una
alternativa de solución viable, como lo es, el
diseño de lineamientos cognitivo conductuales dirigidos a
los adolescentes para desarrollar la inteligencia emocional en
los mismos, para lo cual se formula el problema mediante la
siguiente interrogante:

¿Cómo es el manejo de la inteligencia
emocional en los adolescentes del 8vo grado sección E del
Liceo Bolivariano Camilo Prada?

Para guiar la investigación se sistematiza el
problema mediante las siguientes sub interrogantes:

¿Cuál es el componente intrapersonal que
poseen los estudiantes del 8vo Grado sección "E"
perteneciente a la población de educación media
general del Liceo Bolivariano Camilo Prada sobre la inteligencia
emocional?

¿De qué manera se describe el componente
interpersonal en los adolescentes objeto de estudio para fomentar
la inteligencia emocional?

¿Qué elementos debe contemplar los
lineamientos cognitivo conductuales dirigidos a los adolescentes
del 8vo Grado Sección "E" Perteneciente a la
población de educación media general del liceo
objeto de estudio?

Para dar respuesta a estas interrogantes se proponen los
objetivos de estudio.

Objetivos de la
Investigación

Objetivo General

Describir el manejo de la inteligencia emocional en los
adolescentes del 8vo grado "E" del liceo bolivariano Camilo
Prada, ubicado en el Municipio Michelena del Estado
Táchira. Para la formulación de Lineamientos de
orientación cognitivo conductuales.

Objetivos Específicos

Determinar el reconocimiento del componente
intrapersonal de la inteligencia emocional en los
adolescentes.

Identificar el manejo del componente interpersonal
propio de la inteligencia emocional en los adolescentes objeto de
estudio.

Proponer lineamientos de orientación cognitivo
conductuales dirigidos a los adolescentes sujetos de estudio para
el manejo de la inteligencia emocional.

Justificación

Desarrollar una investigación sobre el manejo de
la inteligencia emocional en los adolescentes es de suma
importancia, porque se convierte en un instrumento de primer
orden en la expresión de la conducta humana para facilitar
el equilibrio entre lo que el joven piensa, dice y hace.
Además, le permite al adolescente identificar, comprender,
manejar sus emociones, desarrollar la capacidad de identificar
sus propios sentimientos y los de sus semejantes, tolerar
frustraciones, mejorar su capacidad productiva, comunicacional,
facilidad para resolver conflictos, trabajar en equipo y
cooperar. Es decir, que obtenga desarrollo personal
social.

En tal sentido, el adolescente tiene un lugar y una
función específica que le permite de manera natural
ir conformando las posiciones y escalones de autoridad para
establecer, convenir o aceptar a otros. Además, no se
puede descartar que en la vida familiar y escolar donde se
desenvuelven los adolescentes se dan momentos de descontrol
emocional, por lo cual no se tiene la capacidad para percibir,
comprender, controlar e inducir emociones que afecte la
interacción de sus miembros, es así como los
adolescentes reaccionan ante la autoridad de los padres o
maestros que les imponen normas, griten y contravengan
violentamente e insulten y hasta agreden.

Por esta razón, el autor de la presente
investigación considera la importancia de brindar un
conjunto de lineamientos de orientación cognitivo –
conductuales para el manejo de la inteligencia emocional de
manera operativa y contribuir a elevar la calidad de vida de los
adolescentes objeto de estudio.

Es así, como la investigación se justifica
desde la perspectiva teórica, metodológica,
práctica, social e institucional y académica. Desde
el punto de vista teórico se justifica, porque se apoya en
los conceptos que sustentan la inteligencia emocional y en los
postulados de la teoría cognitivo conductual donde se
tomarán las diferentes técnicas de
modificación de conductas que permitirán a los
adolescentes lograr un manejo eficaz de la inteligencia
emocional.

La investigación se justifica desde el punto de
vista metodológico a través del método
científico, el cual especifica pautas y
características especiales a seguir en una
investigación veraz, la cual se realizó por medio
de un estudio de campo, de naturaleza descriptiva y bajo el
enfoque cualitativo y por aportar el diseño de un
instrumento que permitió recabar información, con
el fin de obtener un diagnóstico sobre la variable de
estudio, los datos aquí recogidos servirán de
aporte a investigaciones posteriores con la finalidad de
profundizar, modificar o refutar los planteamientos
expuestos.

El aporte práctico de la investigación se
evidenció en la elaboración de las lineamientos
cognitivo conductuales dirigidos a los adolescentes para el
manejo de la inteligencia emocional. A fin de que los
adolescentes aprendan a manejar su inteligencia
emocional.

A nivel institucional y social se pretende generar un
beneficio para la institución objeto de estudio, pues al
tener adolescentes emocionalmente inteligentes se logrará
un clima asertivo para todos los integrantes del hecho educativo,
pues sabrán reconocer y manejar sus propias emociones y
las ajenas y con esto un clima social operativo.

Para finalizar, el estudio se encuentra ubicado en las
líneas de investigación del Centro de
Investigaciones Psiquiátricas, Psicológicas y
Sexológicas de Venezuela (CIPPSV), en el campo conductual,
área de la conducta humana, sub – área,
manejo de relaciones, línea inteligencia
emocional.

CAPÍTULO II

Marco
teórico

Antecedentes

Ha existido en los últimos años un auge de
investigadores que desarrollan sus estudios basándose en
la inteligencia emocional, como un medio relevante que facilita
las relaciones afectivas entre los miembros de la sociedad y
más aun en la dinámica interpersonal e
intrapersonal; es por este motivo, que no son pocas los
investigadores que han aportado sus estudios para verificar o
desarrollar el beneficio que comprende manejar de manera
óptima la inteligencia emocional, por lo que así se
pueden encontrar referencias internacionales, nacionales y
locales; en este orden de ideas, se hace referencia a cada uno de
ellos.

En el contexto internacional, De igual forma,
Arias y Segura (citado en Rojas, 2001) investigaron en el
instituto Centro de adultos, la Candelaria de Santa Fe,
Bogotá; acerca de la identificación de los
sentimientos y emociones como fundamento para la
construcción de una vida autónoma y en grupo. La
muestra estuvo conformada por 350 personas entre los 15 y los 25
años, se les aplicó un cuestionario de cinco
preguntas, el resultado de la investigación reveló
que el papel de la educación debe ser reevaluado, al igual
que el de los docentes, para tomar en cuenta las necesidades,
intereses, sentimientos y emociones de los jóvenes, a fin
de conducirlos adecuadamente en la búsqueda de su
identidad. Se realizó un programa de crecimiento personal
compuesto por 10 talleres que llevan al adolescente a un proceso
de interiorización desde la identificación de
sentimientos hasta el autocontrol de las reacciones de sus
emociones en el diario vivir.

Asimismo Jaramillo (2006) en la Universidad de Santo
Tomás Colombia, realizó un estudio el cual tuvo
como objetivo identificar variables individuales, familiares y de
escolares asociados con la aceptación y el rechazo en
grupos escolares adolescentes. Para la recolección de los
datos se diseñaron cuestionarios y entrevistas
semiestructuradas que se aplicaron principalmente a los
estudiantes. La validez del instrumento fue de 0,70 y los datos
obtenidos fueron sometidos a análisis estadísticos
correlacional y en algunos casos, a análisis de contenido.
Se consideraron dos tipos de variables de información
social. Como variables familiares se tiene cinco estilos de
crianza: autoritario, permisivo, descuidado, sobre protector y
democrático. En el contexto escolar se tiene en cuenta
tres estilos pedagógicos: el autoritario, el permisivo y
el democrático. También se quiso detectar las
percepciones que comparten los estudiantes sobre actitudes que
hacen a un compañero merecedor de rechazo o
aceptación en su grupo escolar. (La fuente no revela
más datos).

Por otra parte, Henríquez (2007) en Chile,
realizó una investigación titulada: La Inteligencia
Emocional y el futuro académico de los estudiantes de la
provincia de Chañaral, ubicado en la región de
Atacama, con el objetivo de verificar el grado de
correlación existente entre el nivel de inteligencia
emocional y el futuro académico de los estudiantes, la
muestra se llevó a cabo con 217 estudiantes cursantes de
los 4° años de educación media, a través
del diseño metodológico: estudio de campo, no
experimental de tipo transversal y correlacionar, se
aplicó la escala de Lickert , donde la mayoría,
reflejado en un 52.8% Manifestó niveles escasos en cuanto
a la prosecución de estudios mientras que el 47.2% se
correspondió con niveles de continuidad académica.
En este aspecto el autor confirmó los resultados obtenidos
y expresó que es necesario fomentar una relación
mas estrecha entre la inteligencia emocional y el nivel
académico de los escolares puesto que de ello
dependerá el éxito escolar.

En el contexto nacional, Chacón (2000) en
el estado Zulia, realizó un estudio con el
propósito de diagnosticar en los padres el manejo de las
habilidades emocionales en la educación de los hijos
adolescentes. La investigación fue de tipo descriptivo, de
campo y exploratoria sobre una muestra de 100 sujetos. El
cuestionario fue un instrumento de 27 ítems tomando en
consideración una escala de estimación con cinco
opciones de respuesta. Como conclusión se obtuvo, que los
padres tenían necesidad de recibir entrenamiento en cuanto
a las habilidades emocionales para que adquirieran el aprendizaje
de las mismas y puedieran lograr la educación de los hijos
con operatividad. En razón del diagnóstico
realizado se diseñó un programa de habilidades
emocionales, a fin de proporcionar herramientas a los padres;
además, los recursos necesarios para orientar la conducta
emocional, social y académica de los hijos.

Bernal (2002) en el estado Miranda realizó una
investigación referida a la inteligencia emocional y la
misma tuvo como objetivo identificar sentimientos y emociones
como apoyo para manejar las situaciones emocionalmente
difíciles. El estudio se efectuó bajo el paradigma
cuantitativo a través de la investigación de campo
y de naturaleza descriptiva, la muestra estuvo constituida por 50
docentes, 24 de la primera etapa y 26 de la segunda etapa de
educación básica pertenecientes al colegio privado
"Don Andrés Bello", a quienes se les aplicó un
instrumento tipo cuestionario. Los resultados permitieron inferir
que los docentes presentan problemas para interactuar y manejar
situaciones conflictivas que se les presenta a nivel familiar y
profesional a causa del manejo inadecuado de su capacidad
emocional, encaminado a promover en los sujetos del estudio un
efectivo manejo de sus emociones y por ende el manejo adecuado de
los conflictos.

Asimismo, Morales (2007) realizó un estudio donde
propuso un programa de inteligencia emocional dirigido a docentes
de I y II etapa de educación básica en la Escuela
Bolivariana "Ciudad de Valera" Municipio Valera, Estado Trujillo,
bajo el enfoque conductista y a la luz de los enfoques
teóricos expuestos por Goleman, Boyatzis y Mc Kee (2004),
Reig (2003), Pérsico (2003) y Segar (2004), entre otros.
El estudio consistió en un proyecto factible apoyado en
una investigación descriptiva, con un diseño no
experimental de campo. La población estuvo conformada por
14 docentes y 24 especialistas de la mencionada
institución. El diagnostico se realizó mediante un
instrumento tipo cuestionario con 68 ítems y cinco
alternativas de respuesta: siempre, casi siempre, algunas veces,
casi nunca y nunca, con la finalidad de determinar los
indicadores de inteligencia emocional que están presentes
en los docentes. La validez del instrumento se efectuó a
través del juicio de cinco (05) expertos, tanto del
área temática como del área
metodológica, en tanto que la confiabilidad se obtuvo a
través del coeficiente Alfa Cronbach arrojando un
coeficiente de r = 0,95. Los resultados del diagnóstico
indicaron que tanto en la competencia intra como interpersonal,
los docentes de I y II etapa de educación básica en
la escuela Bolivariana "Ciudad de Valera" presentaron un nivel
alto en correspondencia con el análisis global que
determinó altos niveles de inteligencia emocional. Se
concluyó entonces en la factibilidad de un programa de
inteligencia emocional para reforzar y mantener las habilidades
de inteligencia emocional detectadas en ellos y a la vez
fortalecer su desempeño laboral y el clima emocional en la
institución donde se desenvuelven.

A nivel Local, Roa (2003) realizó un
estudio donde pretendió determinar los componentes
básicos de la inteligencia emocional. Con la finalidad de
desarrollar un plan de orientación que contribuya a
desarrollar la inteligencia emocional en los adolescentes que
cursan la III etapa de Educación Básica en la
Unidad Educativa "Siberia", del Municipio Uribante, estado
Táchira, la investigación se desarrollo bajo la
modalidad de proyecto factible con apoyo de un trabajo de campo
de carácter descriptivo, la población estuvo
conformada por 73 adolescentes que cursan estudios en la III
Etapa. A los mismos se les aplicó un cuestionario de 37
ítems validado el contenido a través de juicio de
expertos y sometido a confiabilidad a través de una prueba
piloto donde se le aplicó el tratamiento
estadístico Alfa de Cronbach, cuyo resultado fue de 0,79
considerado de magnitud alta; el análisis de los datos se
realizó a través de la técnica porcentual
presentado en cuadros comparativos por dimensión. Los
resultados señalaron que los adolescentes no reflejan los
componentes básicos de la inteligencia emocional. En tal
sentido, se concluye en el diseño del plan de
orientación con el cual se espera contribuir a desarrollar
la inteligencia emocional en los adolescentes a fin de que tomen
conciencia de sus propias acciones y adopten una aptitud que les
brinde posibilidades favorables hacia el desarrollo
personal.

Igualmente, Molina (2008) realizó una
investigación en San Cristóbal que tuvo como
finalidad diseñar lineamientos cognitivo conductuales para
determinar el manejo de la inteligencia emocional en los
adolescentes del séptimo grado de educación
básica del Liceo Monseñor San Miguel. La
investigación se apoyó en un estudio de campo de
naturaleza descriptiva, bajo el enfoque cuantitativo y
diseño no experimental de tipo transaccional, la
población estuvo conformada por adolescentes del
séptimo grado de tres secciones A; B; C,
seleccionándose una muestra probabilística
aleatoria conformada por 54 estudiantes. La recolección de
los datos se llevó a cabo a través de un
cuestionario de 34 Ítemes con tres alternativas de
respuesta, siempre (S), algunas veces (AV), nunca (N),
previamente validado a nivel de contenido por juicio de expertos,
la confiabilidad fue sometida a una prueba piloto a cuyo
resultado se le aplicó el método estadístico
Alpha de Cronbach, cuyo valor fue de 0,85 considerado como
coeficiente de magnitud muy alta. El análisis y la
interpretación de los datos se llevaron a cabo a
través de cuadros estadísticos de
distribución de frecuencia simple y porcentual para la
variable inteligencia emocional. El estudio mostró como
resultado que con respecto a las dimensiones; autoconciencia,
empatía, automotivación y habilidades sociales las
respuestas emitidas por los adolescentes obtuvieron predominio de
la alternativa siempre; sin embargo, en la dimensión
control emocional predomino la opción algunas veces, lo
que indica que según estos resultados la mayoría de
los adolescentes manejan operativamente la mayor cantidad de
dimensiones estudiadas en esta investigación.

Por su parte, Molina (2008) desarrolló una
investigación que tuvo como objetivos diseñar
lineamientos cognitivos conductuales sobre inteligencia emocional
como factor determinante en la relación operativa de
padres e hijos adolescentes de la Unidad Educativa Camilo Prada
del Municipio Michelena. La misma se ubicó bajo un enfoque
cuantitativo, de campo y descriptivo sobre una muestra de 53
alumnos de noveno grado de la institución mencionada. Para
la recolección de datos se utilizó unos
instrumentos con 37 ítemes el cual estuvo conformado por 3
opciones de respuesta: Me identifico totalmente, me identifico
medianamente y no me identifico en absoluto. La validez del mismo
se realizó mediante la técnica de "juicio de
expertos" quienes emitieron sus opiniones a objeto de revisar su
forma y contenido. También se halló el
cálculo de confiabilidad mediante el estadístico
Alfa de Cronbach, manejado según el programa SPSS cuyo
resultado fue de 0,80, que evidenció rasgos de
confiabilidad alta. De la aplicación del instrumento se
evidenciaron resultados que condujeron a establecer como
conclusión que padres e hijos adolescentes presentan un
manejo moderado de las habilidades que componen la inteligencia
emocional, ya que la mayoría de las respuestas se
suscribieron en la opción me identifica medianamente,
hecho que permite inferir acerca de la necesidad de
diseñar lineamientos cognitivos conductuales sobre la
inteligencia emocional como factor determinante de la
relación operativa de padres e hijos
adolescentes.

Los estudios consultados son de gran importancia y se
encuentran relacionados con la variable de investigación
propuesta en función de la importancia que otorgada a la
inteligencia emocional y su manejo en los adolescentes para que
sean alcanzadas las metas de fomentar estas habilidades
sociales.

Bases Teóricas

Manejo de la inteligencia emocional en los
adolescentes

En el proceso evolutivo del desarrollo, la etapa
conocida como adolescencia es una de las más conflictivas
en el ser humano, puesto que es allí donde se desencadena
una gran cantidad de emociones y cogniciones, de alguna manera
todo es confuso para el adolescente, puesto que ya no es un
niño, pero tampoco es un adulto, la sociedad y los medios
los bombardean con una serie de mensajes que tornan más
confusa su vida.

En este sentido, Clari (2008) comenta que la
adolescencia es un periodo en el que comienzan a experimentarse e
incorporarse cambios exteriores o corporales, en el desarrollo
sexual y en la búsqueda de la identidad; asimismo, la
adolescencia es una etapa de intercambio con el entorno, donde se
experimentan una alta suma de emociones como son: el miedo, el
amor, la rabia, la tristeza y la alegría, las cuales son
las principales emociones que manifiesta el ser humano en su
quehacer diario, y brotan como respuesta inmediata a su
estímulo externo, o son el resultado del proceso
subjetivo, como la memoria, la asociación o la
introspección, es decir, que los adolescentes presentan un
convulsionado mundo interior debido a las diferentes emociones
que experimentan y que expresan al mundo exterior a través
de su comportamiento, por lo cual requiere de conseguir el
equilibrio para interactuar eficazmente.

En ese orden de ideas, Goleman (1996) publicó en
su obra " La Inteligencia Emocional", que, según recientes
investigaciones neuropsiquicas, la mente humana se divide en dos:
racional y emocional, las cuales tienen una estrecha
armonía y cuya coordinación mantiene un equilibrio
mental absoluto.

Asimismo, el citado autor refiere que la inteligencia
académica tiene poco que ver con la vida emocional, puesto
que las personas más brillantes intelectualmente pueden
hundirse en los peligros de sus emociones y de los impulsos
incontrolables, con lo cual pueden ser muy ineficientes para
dirigir su vida privada.

Más recientemente, Vivas y otros (2007) definen
la inteligencia emocional como: "…El uso inteligente de
las emociones: hacer que, intencionalmente las emociones trabajen
para nosotros, utilizándolas de manera que nos ayude a
guiar la conducta y los procesos de pensamiento, a fin de
alcanzar el bienestar personal" (p. 13). Es por esto, que se
entiende que cuando se hace uso inteligente de las emociones,
permite una visión más realista y válida de
los factores que conducen a la eficacia y adaptación
personal, así como una visión más
equilibrada del papel que juega la cognición y la
emoción en la vida de los adolescentes.

Desde esta perspectiva, Goleman, Boyatzis y Mc Kee
(2004) expresan que: "…es la capacidad de reconocer los
propios sentimientos y los ajenos, de motivarse y de manejar bien
las emociones, en sí mismos y en las relaciones con los
demás" (p. 43). En decir, la capacidad que tiene el ser
humano de reconocer los sentimientos en sí mismo y en
otros, siendo hábil para manejarlos operativamente. Es por
esto que la inteligencia emocional es lo que motiva a las
personas a buscar su potencial único y su propósito
para activar sus valores íntimos y aspiraciones; sin
embargo, no solo basta con experimentar las sensaciones y
emociones.

Por su parte, Thorndike (citado en Goleman, 1997)
menciona un aspecto de la inteligencia emocional como lo es el
social, lo cual implica que una persona inteligente
emocionalmente hablando debe haber desarrollado la capacidad de
comprender a los demás y actuar prudentemente en las
relaciones humanas (p. 149), es esto lo que lo llevará a
tener relaciones eficaces y productivas con el resto de las
personas.

Por otra parte, Salovey (citado en Martin, 1997) expone
que la inteligencia emocional abarca cualidades como la
comprensión de las propias emociones, la capacidad de
saber ponerse en lugar de otras personas y la capacidad de
conducir las emociones de forma que mejora la calidad de vida.
Fernández y otros (2004) refieren que:

La inteligencia emocional es una habilidad que implica
tres procesos: (a) Percibir, lo cual es reconocer de forma
consciente nuestras emociones e identificar que sentimos y ser
capaces de darle una etiqueta verbal; (b) Comprender, es decir,
que se debe integrar lo que sentimos dentro de nuestro
pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios
emocionales; (c) Regular, y esto quiere decir que se debe dirigir
y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma
eficaz. (p. 94)

Esta concepción considera la inteligencia
emocional como una habilidad que permite manejar los sentimientos
y las emociones del adolescente, con pertinencia y sentido
común lo que evidencia sus diferencias con la inteligencia
racional, pues la primera aporta las herramientas para utilizar
la otra eficientemente, esto significa que ambas inteligencias
guían al adolescente en su cotidianidad para orientar su
accionar; la ventaja se encuentra en el hecho de que la
inteligencia emocional bajo la perspectiva de que es una
habilidad pueda ser desarrollada, se construye en un caudal
innegable para el aprendizaje.

Razón por la cual los adolescentes emocionalmente
inteligentes tienen las siguientes características
según lo observado en Vivas y otros (2007) como: (a) saben
que emociones experimentan y porqué; (b) perciben los
vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y
dicen; (c) conocen sus puntos fuertes y débiles; (d)
controlan su impulsividad y las emociones perturbadoras (e)
piensan con claridad y no pierden el control cuando son sometidos
a presión; (f) son socialmente equilibradas y comprenden
los sentimientos y preocupaciones de los demás así
como sus perspectivas.

Es necesario destacar la importancia de la parte
emocional y lógica del cerebro, la cual cumple diferentes
funciones para determinar el comportamiento del adolescente
(Shapiro, 1997). Con relación a lo antes mencionado,
refiere el citado autor que la parte pensante del cerebro la
constituye la corteza o neocorteza y la parte emocional la forma
el sistema límbico; la relación entre estas dos
áreas es lo que define la inteligencia emocional, la
corteza es una lámina plegada que envuelve a los
hemisferios cerebrales, estos controlan la mayoría de las
funciones básicas del cuerpo y de la corteza da sentido a
lo que se hace y lo que se percibe, es la parte pensante del
cerebro y tiene cuatro lóbulos: occipital, temporal,
parietal y frontal. Juega un papel importante para poder
comprender la inteligencia emocional, permite tener sentimientos,
discernir y analizar porque se siente.

La parte emocional del cerebro o sistema límbico
formado por una dispersa maraña de estructura,
núcleos y conexiones fibrosas, responde con mayor rapidez
y fuerza, la corteza especialmente los lóbulos pre
frontales juegan en la asimilación neocortical de las
emociones, moderando las reacciones emocionales y frenando las
señales del cerebro límbico, lo cual permite que se
tome la decisión más acertada ante una
situación ambiental que se le presente.

Sostiene el mismo autor que el sistema límbico
llamado la silla de las emociones, está interconectado con
el diencefalo y se encuentra alojado dentro de los hemisferios
cerebrales y su función es regular las emociones, incluye
el hipocampo que es la estructura clave de este sistema, que
junto con algunas partes de la corteza cerebral, almacena los
conocimientos de hechos y contextos de la vida; es decir, se
produce el aprendizaje emocional y se almacenan recuerdos
emocionales que conducen a tomar decisiones acertadas.

Mientras que la amígdala del sistema
límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones
extremas. Al respecto, Goleman (1996) define a la amígdala
como: "…un racimo en forma de almendra de estructura
interconectadas que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca
de la base del anillo límbico" (p. 34). Por consiguiente;
la amígdala es para el comportamiento social y la
capacidad de recordar; por ejemplo, una persona con la
amígdala lesionada ya no es capaz de reconocer la
expresión de un rostro o si una persona está
contenta o triste. La amígdala puede alojar recuerdos y
repertorios de respuestas que se efectúan sin saber
exactamente porque se hacen.

Inicialmente, el modelo propuesto por Goleman (2007),
contemplaba la existencia de cinco dimensiones y veinticinco
indicadores; no obstante, la postura del autor ha ido
evolucionando y formalizándose de modo distinto a lo largo
del tiempo en función de los datos que ha ido recopilando.
Por eso, se introducen más recientemente algunos
cambios.

Para el presente estudio se realiza el análisis a
través del modelo propuesto, por Vivas y otros (2007) que
se basa en los componentes intrapersonal e interpersonal; la
intrapersonal
es la que determina el modo en el que "se
relacionan los individuos consigo mismo y comprende las
capacidades para la identificación, comprensión y
control de las emociones", (p. 16), es decir, la inteligencia
intrapersonal está dirigida al individuo mismo, formando
una visión real para utilizar esa información
operando de manera efectiva en las relaciones humanas.

Para Goleman (1996) "es la capacidad de establecer
contactos con sus propios sentimientos, discernir entre ellos y
aprovechar este conocimiento para orientar la conducta". (p. 60)
En este sentido, los individuos con una firme inteligencia
emocional encontraran oportunidades para usar su fortaleza y
aprender de sus limitaciones para sobreponerlas.

La dimensión Intrapersonal está
constituida por dos categorías, autoconciencia y
autocontrol, cada una con sus indicadores, en este sentido
podemos definir la autoconciencia, tal y como lo
plantea Vivas y otros (2007) "es la conciencia de los propios
estados internos, recursos e intuiciones" (p. 31), es decir, la
autoconciencia es reconocer las propias emociones y los efectos
que tienen éstas sobre nosotros mismos, e Implica una
auto-observación para hacer consciente
ecuánimemente de los sentimientos apasionados y
turbulentos con la finalidad de controlar tanto las emociones
como las ideas propias.

Gardner (citado en Goleman, 1995) expresa que existen
características propias de la autoconciencia como son las
habilidades de comprenderse a sí mismo y a los
demás con relación a los motivos, los
hábitos de trabajo y utilización de cierta
perspicacia para dirigir la vida propia, además, de
llevarse bien con los semejantes. Por este motivo es necesario el
conocimiento de las propias emociones, es por tanto la
valoración que tiene el individuo sobre lo bueno y lo malo
que habita en sí.

También Cooper y Sawaf (1998) hacen referencia a
la autoconciencia de cada persona denominándola honestidad
emocional y enfatiza que para permanecer honesto consigo mismo
debe respetarse la sabiduría y el sentimiento. La falta de
autoconciencia de los sentimientos puede influir negativamente en
el razonamiento, sobre todo a la hora de tomar decisiones
importantes relacionadas con el destino de las personas. El
razonamiento no puede ser tomado como único elemento
valioso a la hora de tomar decisiones; existen señales
intuitivas provocadas por el sistema límbico las cuales
funcionan como alarma que anuncian el peligro de un determinado
curso de acción. Con esta aseveración se puede
afirmar que a través de la autoconciencia podemos darnos
cuenta del proceso que siguen nuestros pensamientos y emociones y
la diferencia entre ellos para poder predecir las reacciones ante
las situaciones adversas y encauzarlas hacia actitudes que
beneficien.

Mayer (citado en Goleman, 2000) afirma que estas
personas son capaces de reforzar otros aspectos de su
personalidad, desarrollar independencia, están seguros de
sus límites, poseen buena salud psicológica y
suelen tener una visión positiva de las cosas. Al respecto
se puede decir que los adolescentes que poseen este estado de
reflexión, es capaz de observar sus contenidos, y esta se
basa en los procesos de la introspección.

Por su parte, Goleman (2000) expone que la
autoconciencia se basa en tres aptitudes que son
autoevaluación y confianza en sí mismo. El
conocimiento de sí mismo
, significa ser
consciente de las propias emociones y reconocer su impacto;
utilizar las sensaciones viscerales como guía para la toma
de decisiones. Reconocer las propias emociones y sus efectos. Las
personas con esta aptitud son capaces de percibir vínculos
entre los sentimientos y pensamientos; además, son capaces
de anticipar los efectos que pueden tener las emociones sobre su
desempeño y así establecer lineamientos de
comportamiento congruentes con sus valores y metas. Goleman
(1997) define que:

Es reconocer los propios sentimientos y construir un
vocabulario adecuado para expresarlo; aprender a ver los
vínculos existentes entre pensamientos, sentimientos y
reacciones; saber si los pensamientos o los sentimientos
están gobernando las decisiones, ver las consecuencias
posibles de elecciones alternativas, y aplicar todas estas
percepciones en decisiones sobre temas tales como, tabaco y sexo.
(p. 309)

Por lo anteriormente expuesto, se puede mencionar que
reconocer un sentimiento y poder expresarlo de la manera adecuada
constituye una correspondencia muy importante que permite al
adolescente ser consciente de su humor y también de su
estado de ánimo. En este mismo sentido Ramos (2006)
señala en cuanto a conocerse a sí mismo "estar
seguro de uno mismo es saber quién se es, y conocer las
capacidades morales, físicas, intelectuales y de
relación" (p. 100) por lo que es indispensable descubrir
el yo, es decir, el valor personal, la propia estima, para poder
adentrarse en el conocimiento propio y el de los demás.
Sócrates uno de los grandes sabios de la humanidad asevera
"Conócete a ti mismo" más aún cuando se
trata de adolescentes donde deben empezar a descubrirse como
personas únicas y progresivamente cimentar la
relación con su yo interno. Nadie puede estimar a los
demás sino tiene suficiente amor por sí
mismo.

Esto inevitablemente conduce a la
Autoevaluación la cual se traduce en reconocer
las propias fortalezas y debilidades. Implica el conocimiento de
los propios recursos interiores, las habilidades y los
límites. Esto significa que las personas conocen sus
puntos fuertes y débiles. Generalmente aceptan
críticas, son abiertas al cambio, al aprendizaje constante
y al desarrollo interno.

Asimismo Salovey y Mayer (citado en Cortese, 2003)
indican que se refiere al: "…conocimiento de las propias
debilidades y fortalezas" (p. 19); esta competencia constituye
una herramienta útil que facilita a quien la posee sacar
provecho de las cosas que hace especialmente bien para minimizar
aquellos aspectos susceptibles de ser mejorados; en este sentido,
la autoevaluación tiene que ver con el examen diario de
las actuaciones, sentimientos y emociones que experimentas los
adolescentes a causa de los estímulos ambientales. Se
puede afirmar que los alumnos con autoevaluación reconocen
cuáles son sus puntos fuertes y débiles, son
reflexivos y aprenden de la experiencia, están abiertos a
la crítica bien intencionada del docente, al aprendizaje y
a nuevas perspectivas, mostrándose con sentido del humor
agradable respecto a si mismo.

Consuegra (2007) afirma que la autoevaluación
"surge cuando la persona se compara a sí misma de acuerdo
a los estándares y expectativas sociales que ha
incorporado a su auto concepto" (p. 32). Por lo cual la
autoevaluación constituye una valoración
crítica y en ese sentido es un ejercicio obligatorio en el
adolescente, con la finalidad de poder valorarse y ser agente de
cambio interno, haciendo de esta manera una acción de
control propio. Lo anterior reflejaría la capacidad
interna de los adolescentes de evaluar sus propias
características, y reconocer los aspectos que les
satisface, que son interesantes, enriquecedores y les hace crecer
y aprender, de aquellos que no les satisface e impide su
crecimiento.

También, la Confianza en sí
mismo
, es una seguridad en la valoración sobre
sí mismos y de las propias capacidades. Es una certeza
sobre el propio valor y facultades. Las personas con confianza en
sí mismo, se muestran seguras, pueden expresar opiniones
que despierten rechazo y arriesgarse, toman decisiones firmes a
pesar de la incertidumbre y las presiones. Se consideran
eficaces, capaces de asumir dasifilos y dominar nuevas tareas.
Rivera (2000) refiere que ésta permite: "… Mantener
una conducta reflexiva posibilitando aprender de las experiencias
y abrirse al aprendizaje continuo y al autodesarrollo" (p. 32);
por este motivo, los adolescentes del 8 grado "E" pueden
comprender que valen, importan y además que poseen ciertas
virtudes y habilidades que les permite afrontar de manera
adecuada las vicisitudes que se les presenten.

Carter y Lyman (2000) afirma que la confianza en
sí mismo es "creer en usted, la convicción de que
tiene el poder de lograr cambios positivos en usted mismo y en su
entorno" (p. 29). Para esta autora es primordial tener una
convicción sobre sus propias capacidades para que
éstas le ayuden a producir cambios necesarios para una
vida más agradable para sí y para el entorno en el
cual se desenvuelve. Es por eso que los individuos seguros
confían en sí mismos lo cual les da el valor
suficiente para conseguir las metas alcanzando así su
máximo potencial.

En el mismo orden de ideas, la segunda categoría
de esta dimensión intrapersonal es el
Autocontrol: el cual está referido a la
capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos
conflictivos. Según Goleman y otros (2004) las personas
con esta habilidad mantienen la compostura ante situaciones
difíciles, pueden manejar a una persona hostil sin
agresiones físicas. Investigaciones realizadas revelan que
estas personas pueden utilizar métodos de
relajación como técnicas de barreras para manejar
las emociones, tales como: ejercicios físicos,
técnicas de relajación, entre otras. El citado
autor afirma que estas técnicas pueden reacomodar el punto
de activación de la amígdala, haciéndola
menos fácil de provocar; por su parte Ramos (1999) expresa
que: "…somos lo que pensamos y si aprendemos a controlar
nuestros pensamientos también así podemos controlar
nuestras emociones" (p. 38)

No obstante, se puede apreciar que comúnmente los
adolescentes carecen de autocontrol, son extremadamente
impulsivos, se dejan llevar por la intuición y los
antojos, quieren hacerlo todo y de una vez, lo que les trae
consecuencias no esperadas; es por esto que el adolescente debe
poseer la capacidad de manejar sus emociones por medio del
autocontrol puesto que si está expuesto a situaciones
estresantes que ponen al organismo bajo tensión, el
autocontrol constituye un catalizador para controlar y coordinar
las diferentes funciones elementales que pueda conllevar a
recobrar el equilibrio emocional.

Por otra parte el Control de
comportamiento
es muy importante en el tema tratado,
puesto que en los adolescentes los sentimientos y emociones
perturban el pensamiento, tal y como lo señala Weinsinger
(1998), los sentimientos y emociones alteran el pensamiento,
cuando se está enojado o enamorado el propio lenguaje
implica que la razón y el pensamiento, en tales
situaciones, no tienen las más mínimas oportunidad
de éxito, por lo que el adolescente debe ser capaz de
reconocer sus errores y canalizarlos de forma que no les afecte a
sí mismo o a sus semejantes. De esta forma, el control del
comportamiento no se refiere a ahogar o cohibir conductas, sino
regular las formas de pensar, además de pensar en las
acciones antes de ejecutarlas sin emitir juicios por adelantado
que puedan afectar a quienes se encuentran a su
alrededor.

Consuegra (2007) afirma que el control de
comportamientos es "un proceso mediante el cual una persona se
convierte en el agente primario en la dirección y
regulación de aquellos aspectos de su comportamiento, que
conduce a resultados o consecuencias comportamentales
específicos y planificados. (p. 32). Entendemos entonces
que los adolescentes deben poseer esta característica para
que tengan la capacidad de ajustar lo que hacen a lo que es
socialmente aceptado.

Otro indicador del autocontrol es el
Autodominio, que según Baygorria (2008) es
él: "…valor que nos ayuda a controlar los impulsos
de nuestro carácter y la tendencia a la comodidad mediante
la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los
contratiempos y a tener paciencia y comprensión en las
relaciones personales" (p. 43). Es por esta razón, que el
autodominio ayuda al adolescente a colmarse de serenidad y
paciencia y a superar positivamente los contratiempos
presentados, además de proporcionarle formas operativas de
manejar cualquier circunstancia sin necesidad de asumir conductas
no aceptadas por la sociedad en la que vive.

Tal y como lo plantea el Instituto de Desarrollo Humano
(2006) cuando refiere:

El autodominio es una cualidad prácticamente
invisible ya que su manifestación es la ausencia de
despliegues emocionales incontrolables. La mesura es la principal
muestra de autodominio una de sus señales es la calma ante
situaciones normalmente estresantes y complicadas o al tratar a
una persona agresiva sin llegar a los golpes o agresiones.
(s.n).

De la cita anterior, se puede decir que, el autodominio
le confiere al adolescente la posibilidad de controlar sus
comportamientos y emociones con prudencia y sensatez mediante la
calma, por lo que se plantea que antes de actuar en una
situación se debe reflexionar sobre cómo expresar
las emociones de rabia, ira y tristeza y manejarla en forma
inteligente.

Otro aspecto relevante es el Manejo de la
ansiedad
, Cía (2000) plantea que la ansiedad es la
"más común y universal de las emociones
básicas del ser humano y se encuentra presente en toda su
vida, constituye una reacción ante la percepción de
amenaza o peligro que prepara al individuo para la lucha o
huída" (p. 31). Vemos entonces como la ansiedad hace que
el organismo responda de forma similar a cuando experimenta la
respuesta de temor, solamente que no hay una situación
real de peligro o al menos no con la magnitud de provocar la
respuesta de miedo, por lo tanto esta sensación de
incapacidad para enfrentarse a eventos amenazantes se manifiesta
frente a cualquier coacción percibida sea ésta real
o no, lo cual es psicológicamente molesta, es de suma
importancia que el adolescente comprenda la importancia de
manejar los procesos ansiogénicos para no dejarse llevar
por ellos y utilizar esta emoción básica en su
propio beneficio.

En este mismo sentido Velaez (2007) afirma que todo
individuo debe aprender a manejar la ansiedad "porque es una
emoción con patrón de respuesta fisiológica,
motor cognitivo y conductual, que cuando está relacionado
con el elemento cognitivo tiene influencia sobre las funciones
superiores, la comprensión, la asimilación, la
percepción, el lenguaje, entre otros". (p. 59). De forma
que, es necesario que el adolescente adquiera la habilidad de
controlar las emociones, específicamente la ansiedad, la
cual, debido a su magnitud lo relaciona de forma integral, cuando
esta no se maneje adecuadamente dificulta y limita todo el actuar
lo que genera una serie de desajustes e incomodidades tanto en el
adolescente como en quienes lo rodean.

Ahora bien, además de la inteligencia
intrapersonal, la inteligencia emocional integra la forma como
las personas se relacionan con sus congéneres; para ello
entra en juego la segunda dimensión de esta
investigación como es la inteligencia interpersonal
que para Cabrera (2003): "… está relacionada con el
contacto persona a persona a las interacciones efectuadas en
agrupaciones o equipos, las personas con inteligencia
interpersonal tienen la facultad de interactuar de manera verbal
y no verbal con personas o un grupo de personas" (p. 25); es por
tanto esta la inteligencia que le va a permitir a los
adolescentes entender a los demás, y mantener relaciones
sociales o asumir diversos roles dentro del grupo, esta
inteligencia se ve desarrollada en aquellos individuos que asumen
responsabilidades y muestran capacidad para ayudar a otros,
disfrutan de la interacción con sus amigos y
compañeros y en general no tiene dificultad para
relacionarse con personas de otras edades diferente a la suya, se
puede decir que los adolescentes operativos cuentan con actitudes
propias de la inteligencia interpersonal.

Por otra parte, Uzcátegui (1998) la refiere como:
"…la posibilidad de entender el comportamiento emocional
de otras personas, aprendiendo a recibir mensajes, sin respuestas
destempladas y con el recurso de seleccionar y postergar esta
respuesta" (p. 38). El manejo de esta dimensión,
componente interpersonal es lo que ha hecho y hace la diferencia
entre los adolescentes que se destacan en el mundo y en el
entorno inmediato de cada quien, por su capacidad para
comunicarse con sus semejantes, tanto en el nivel cotidiano y
privado como en el publico; estos seres son capaces de mostrarse
sensibles a las motivaciones, necesidades y diferentes formas de
pensar de los seres que tiene alrededor.

Siguiendo el orden de ideas podemos definir la
categoría Empatía según
Velaez (2007) es "la capacidad intelectiva de la persona para
vivenciar y entender las necesidades, sentimientos, emociones y
comportamientos de los demás, ubicándose en su
lugar y a la vez corresponder correctamente a sus reacciones" (p.
43). En este sentido, la empatía permite al adolescente
vivenciar la manera en que se siente la otra persona y como se
comporta, lo cual, le puede llevar a comprender mejor sus
comportamientos y la toma de decisiones de los demás.
Evidentemente consiste en entender, motivar y ayudar a otros,
tener sensibilidad humana, capacidad para darse cuenta lo que
sienten los otros y poder diferenciar entre sus pares y sus
estados emocionales.

Es así como el valor de la empatía ayuda
al adolescente a recuperar el interés por los
demás. En este orden de idea, la empatía significa,
comprender su punto de vista e interesarse activamente por las
cosas que le preocupan. Goleman (2000) define la empatía
como la habilidad para sentir y palpar las necesidades de otros y
de la propia institución, unida a la apertura de servir y
cubrir las inquietudes de quienes lo rodean. Es la habilidad de
captar las emociones de las demás personas por los canales
no verbales como tono de voz, ademanes, la expresión
facial, los movimientos y los gestos. Las personas con
empatía se adaptan fácilmente a las señales
sociales las cuales muestran lo que las demás personas
necesitan o quieren. (Salovey, citado en Goleman, 1996). La
empatía no es solo saber interpretar las emociones y
preocupaciones ajenas, sino también responder ante sus
sentimientos de una manera adecuada, llegando a tener una intima
familiaridad con las otras personas.

Por su parte, Vivas y otros (2007) señalan que la
empatía: "… es un proceso de interiorización
de las emociones de otras personas que se basa en un aspecto
fundamental, la conciencia de uno mismo" (p. 147); esto quiere
decir, que cuando más conciencia se tiene de las propias
emociones y sentimientos se es capaz de reconocer los procesos
que anteceden y derivan de los mismos; pues, mayor será la
habilidad para detectar y comprender los de los
demás.

En consecuencia, un adolescente dotado de empatía
se distingue por permanecer atento a las señales
emocionales de los demás, ser sensible y comprensivo de
los puntos de vista de los otros y por prestar ayuda a los
demás basándose en la comprensión de sus
necesidades y sentimientos. Es por esto que un adolescente
empático tiene la habilidad de pensar como el otro, saber
escuchar y se comunica en forma verbal y no verbal con sus
semejantes.

La empatía está íntimamente
relacionada con el interés por los demás,
al respecto Arape y Rojas (2001) plantean:

Es necesario que el emisor atienda y muestre
interés a las características de su interlocutor y
de lado a la elección de un canal adecuado. Por otra parte
se debe admitir que cada interlocutor da un sentido a los
mensajes que recibe, lo que implica reconocer su parte de
creatividad en la comunicación (p. 14).

Por lo anteriormente expuesto se deduce que el
interés por los demás está relacionado con
consolidar la relación que se posee con cada una de las
personas que se tienen alrededor, y en la forma en cómo
nos comunicamos ayudándoles y dándoles el apoyo
necesario en cualquier oportunidad, aunque no solamente se debe
brindar apoyo a quienes se conoce sino a quien lo necesite, pues,
el interés por los demás va mucho más
allá de preocuparse por ayudar a quien está al
lado, sino a todas las personas que requieran algún tipo
de colaboración o ayuda, además de reconocer y
comprender los sentimientos y actitudes de las personas,
así como, las circunstancias que las afectan en un momento
determinado, por lo que, se debe estar dispuesto a escuchar a los
compañeros cuando lo necesiten.

En el diario vivir, los adolescentes se mantienen
ocupados, pero estas obligaciones no deben hacer que los mismos
se olviden de prestar ayuda a quienes están a su
alrededor, pues esa es la esencia de la humanidad, el brindar
ayuda a otros y satisfacer sus necesidades. De esta forma,
Fontanez (2007) comenta: "El interesarnos por los demás no
nos hace inmune a ellos, al contrario nos hace accesibles a toda
aquella persona que por alguna razón necesite de nosotros"
(p. 46). Así, los adolescentes deben estar prestos a
servir y ayudar a los demás, con el fin de mejorar sus
relaciones interpersonales y colaborar con la satisfacción
de las necesidades de otros.

Hacer contribuciones y sentirse miembro activo de los
grupos a los que se pertenece, son elementos claves para la
orientación hacia el servicio; que encierra la
anticipación y reconocimiento de las necesidades de la
otra persona; en este aspecto Vivas y otros (2007) sobre la
orientación al servicio afirma: "las personas dotadas de
esta competencia comprenden las necesidades emocionales de las
demás personas y tratan de satisfacerlas, brindando
desinteresadamente la ayuda necesaria y poniéndose en su
lugar" (p. 57) quiere decir que los adolescentes dotados con esta
competencia tienen la habilidad de captar las necesidades de las
demás personas, reconociendo las señales
emocionales de quienes le rodea y en consecuencia se interesa
auténticamente por ayudar, satisfaciendo las necesidades
de las personas que lo rodean en la medida de lo
posible.

Según Rivera (2000) consiste en cultivar las
oportunidades que brindan las diferentes personas con las cuales
se comparte. (P. 96). Los adolescentes que poseen esta
competencia se caracterizan por respetar y relacionarse bien con
los individuos de otros sustratos, en situaciones
difíciles brinda apoyo a quien lo necesita, manifiestan
los puntos de vista y son sensibles ante las diferencias
existentes entre los grupos.

Una característica de las personas
empáticas es el saber escuchar para, como afirman
Salovey y Mayer (citados en Cortese, 2003): "… darse
cuenta de lo que siente y así ayudar a satisfacer sus
necesidades y canalizar sus emociones enfocando toda la
atención en el interlocutor" (p. 29), cuando una persona
sabe escuchar es porque se implica emocionalmente y se encuentra
mentalmente abierta y alerta a los mensajes de su interlocutor
centrándose en los temas para no enredarse en detalles
mínimos o en cuestiones colaterales que entorpecen la
atención de lo que se dice.

Las personas que saben escuchar son más prudentes
a la hora de hablar, pues constituyen una parte esencial del
gobierno de sí mismo y les permite a su vez acrecentar la
toma de decisiones frente a sus propias adversidades. El aprender
a escuchar supone enfocar toda la atención hacia el otro,
mostrar sensibilidad hacia los puntos de vista de los otros para
brindar ayuda en la comprensión de las necesidades y
sentimientos de los demás y; además, son capaces de
asimilar críticas constructivas que conducirán a
mejorar el repertorio conductual de las emociones que ameriten
mejorar.

Respecto al saber escuchar, Vivas y otros (2007)
explican que "…los conflictos interpersonales y los climas
sociales negativos se neutralizan" (p. 157), pues se provoca en
el interlocutor un sentimiento muy reconfortante,
promoviéndose con ello el respeto y estima hacia el que
escucha, manejando con diplomacia y tacto situaciones tensas y
personas difíciles; o si se detectan los potenciales
conflictos, y se construyen los lazos afectivos entre los
miembros del grupo, para así compartir ideales y disfrutar
de los méritos obtenidos.

El saber escuchar conduce a la siguiente
característica empática, la comunicación no
verbal, que según Martín y Boech (2000) consiste en
que "las emociones o estados de ánimo básicos se
manifiestan en la expresión del rostro, en la aptitud
corporal y en los gestos" (p. 36), las palabras evidentemente, no
lo dicen todo; incluso una misma frase, expresada en un tono o en
otro, pueden tener significado totalmente opuesto; lo que
identifica y completa a la comunicación verbal es
precisamente la no verbal, los gestos y las actitudes, pues estos
hablan de la emoción que está viviendo el
interlocutor.

Manejar la comunicación no verbal significa
controlar aquellos aspectos que resultan de gran importancia a
aquellas personas cuyo rol supone relaciones de
comunicación interpersonal en las que actúan en
partes iguales mente y cuerpo, como miradas, contacto
físico, posturas y gestos. Son los que en un entrenamiento
adecuado puede propiciar el hecho de sentirse seguros ante
situaciones para las que ha sido entrenado, e incluso generar
mecanismos de naturaleza no verbal en momentos imprevistos que
comuniquen a los interlocutores aquello que se desea transmitir;
partiendo de la convicción de que hacerse entender por un
número pequeño o elevado de personas, es un arte
que puede aprenderse, en la medida en que se conocen y se pone en
práctica la gesticulación de la estructura
corporal.

Es de suma importancia, el control de todos estos
elementos y su manejo y entrenamiento, pues facilitara la
posibilidad de mantener un estilo más relajado; lo que
perfilara una imagen con dotes de seguridad y credibilidad ante
los demás.

Vivas y otros (2007), señalan que: la capacidad
para captar lo que sienten los adultos, sin comunicarlo
verbalmente, exige el comportamiento de competencias emocionales
como la autoconciencia y el autocontrol" (p. 149), al mismo
tiempo, esta capacidad permite a los interlocutores reconocer la
disposición a ayudar y a escuchar; en este sentido, se
puede decir que la habilidad para establecer una
comunicación no verbal facilita la comunicación de
los estados de ánimo, regula la manera en que se reacciona
ante otros y facilita la ocurrencia de interacciones
sociales.

Por otro lado, continuando con el componente
interpersonal es importante mencionar las Habilidades
sociales
, las mismas se asocian con comportamientos
emocionales o conductuales que se manifiestan en las relaciones
interpersonales y que se caracterizan por ser aceptadas
socialmente en una determinada cultura. Por su parte, Velaez
(2007) la conceptúa como:

… la gama de acciones conductuales y
comportamentales que utiliza el ser humano como herramienta para
relacionarse con los demás, con intercambios de resultados
favorables, comparado con la destreza diplomática,
además la habilidad social es especifica y depende de la
cultura donde está inmerso el hombre (p. 28)

Cada cultura tiene una manera socialmente aceptada de
interrelación entre sus miembros, los vínculos
adecuados y prudentes, es decir, asertivos, que se mantienen con
los otros permiten considerar que un adolescente posee un buen
manejo de sus habilidades emocionales. Cabe destacar toda una
serie de acciones y actitudes que poseen los adolescentes para
comunicarse entre sí, el saludo, la manera de vestir, los
pasatiempos entre otros aspectos, son parte de las actitudes que
comunica al entorno inmediato y a la sociedad en general, su
manera de ver la vida, su estilo de vida, el cual esta mediado en
gran parte por la influencia de los medios de
comunicación, en la mayoría de los casos estas
actitudes se irá decantando con el transcurrir de los
años para formar su carácter y estilo
individual.

Por otra parte Caballo (citado en Vivas, 2007)
manifiesta:

Que una conducta socialmente habilidosa es ese conjunto
de conductas emitidas por un individuo en un contexto
interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos,
opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la
situación, respetando esas conductas en los demás,
y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la
situación mientras minimiza la probabilidad de futuros
problemas. (p. 48)

Ahora bien, todos esos rasgos y habilidades distintivas
proporcionadas por la inteligencia emocional capacitan, a quienes
la desarrollan, a actuar con la convicción y autenticidad
que exige una conducta operativa en todos los ámbitos de
la vida.

Las habilidades sociales poseen varios elementos entre
los que señala Goleman (1999) se encuentran: "…la
comunicación, influencia, liderazgo, canalización
del cambio, resolución de conflictos, colaboración,
cooperación y habilidades para el trabajo en equipo" (p.
48); la manera como el adolescente internalice estos elementos
para interrelacionarse con el entorno lo hará ver ante los
otros como asertivo o no, puestos que, estos elementos
constituyen el soporte integral que debe formar el adolescente
para ser una persona hábil y socialmente
aceptada.

Entre los indicadores de la presente
investigación se tiene La práctica de
liderazgo,
siendo necesario establecer una clara
concepción del líder, el cual es concebido por
Goleman y otros (2004) en que:

Partes: 1, 2, 3, 4
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