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Primeros auxilios (página 2)



Partes: 1, 2

Si las vías respiratorias no
están despejadas, debe comprobarse la posición de
la cabeza de la víctima. Si todavía no se consigue
permeabilidad se rota el cuerpo hacia la posición de
decúbito lateral y se golpea entre los omóplatos
para desatascar los bronquios. Después se vuelve a la
respiración boca a boca. Si todavía no se consigue,
se realiza la maniobra de Heimlich.

Ésta es una técnica que
se ha desarrollado en los últimos años para tratar
a los pacientes con las vías respiratorias obstruidas por
un cuerpo extraño. Inventada por el médico
estadounidense Henry Jay Heimlich, se llama maniobra de Heimlich
o "abrazo de oso", y consiste en la aplicación
súbita de una presión sobre el abdomen de la
víctima. El aumento de presión abdominal comprime
el diafragma, éste a los pulmones, que expulsan aire a
alta velocidad y presión, despejando las vías
respiratorias. La maniobra se realiza situándose tras el
paciente, rodeando su cintura con los brazos y entrelazando las
manos, situando éstas entre el ombligo y la caja
torácica, y presionando fuerte y de forma brusca hacia
atrás y hacia arriba. Si la víctima está en
posición horizontal, se presiona sobre el abdomen con la
mano. Debe evitarse presionar sobre las costillas, pues se pueden
romper, sobre todo en niños y ancianos.

Una vez iniciada, la respiración
artificial no debe suspenderse hasta que el enfermo empiece a
respirar por sí solo o un médico diagnostique la
muerte del paciente. Cuando el paciente empieza a respirar
espontáneamente no debe ser desatendido: puede detenerse
de nuevo la respiración de forma súbita o
presentarse irregularidades respiratorias. En casos de
ahogamiento siempre hay que intentar la respiración
artificial, incluso aunque el paciente haya presentado signos de
muerte durante varios minutos. Se han descrito varios casos de
pacientes sumergidos durante más de media hora,
cianóticos y sin posibilidades de reanimación, que
respondieron a los primeros intentos del socorrista.

Reanimación
cardiopulmonar

La reanimación del paciente con
parada cardiaca está muy relacionada con la
reanimación respiratoria. Ha de aplicarse masaje cardiaco
externo para mantener el flujo sanguíneo y combinarlo con
las técnicas descritas de respiración artificial.
Se sitúa a la víctima sobre una superficie firme y
se confirma la permeabilidad de las vías respiratorias. El
re animador sitúa sus manos sobre el esternón del
paciente; éste se deprime 5 cm, por lo que se
comprime el corazón y se fuerza a la sangre a salir por
las arterias. Cuando se afloja la presión, el
corazón se expande y vuelve a llenarse de sangre
procedente de las venas. El masaje se aplica en forma de
compresiones cortas y rítmicas de un segundo de
duración. Se aplica una respiración boca a boca
cada cinco golpes cardiacos.

Para esta operación son ideales dos re
animadores. Si sólo hay uno se aplican dos respiraciones
boca a boca cada 15 compresiones cardiacas. El procedimiento debe
aplicarse, aunque no haya signos de vida, hasta conseguir ayuda
médica.

Hemorragia

El sangrado "en surtidor", "a chorro" o
"a golpes" es signo inequívoco de hemorragia grave. La
simple presencia de sangre sobre una superficie corporal grande
no es signo de hemorragia. Puede haber salido sangre de
múltiples heridas pequeñas, o puede haberse
extendido. La cantidad de sangre que se pierde por una herida
depende del tamaño y clase de los vasos lesionados. La
lesión de una arteria produce sangre roja brillante que
fluye a borbotones, mientras que la lesión de una vena
produce un flujo continuo de sangre roja oscura. Si se rompe una
arteria principal, el paciente puede morir desangrado en un
minuto. Las lesiones de arterias de calibre medio y las lesiones
venosas son menos críticas, pero si no se tratan
también pueden ser fatales. Una complicación grave
de la hemorragia es el shock hipovolémico, que
debe ser prevenido y tratado lo antes posible.

El procedimiento a utilizar para detener
la hemorragia (hemostasia) depende del tamaño de la herida
y de la disponibilidad de material sanitario. El mejor
método es la aplicación de presión sobre la
herida y la elevación del miembro. Esto es suficiente en
lesiones de vasos de calibre medio. Lo ideal es utilizar
compresas quirúrgicas estériles, o en su defecto
ropas limpias, sobre la herida y aplicar encima un vendaje
compresivo. Cuando este apósito se empapa de sangre no
debe ser retirado: se aplican sobre él más
compresas y más vendaje compresivo. Si el sangrado de una
extremidad es muy abundante se puede aplicar presión sobre
el tronco arterial principal para comprimirlo sobre el hueso y
detener la hemorragia.

La arteria braquialque irriga
la extremidad superior, debe ser comprimida en una zona
intermedia entre el codo y la axila en la cara medial (interna)
del brazo. La arteria femoral, que irriga la extremidad inferior,
puede ser comprimida en el centro del pliegue inguinal, donde la
arteria cruza sobre el hueso pélvico.

Envenenamiento

Una sustancia venenosa por vía oral
produce náuseas, vómitos y calambres abdominales.
Los venenos ingeridos por accidente o con fines suicidas
incluyen: medicaciones a dosis tóxicas, herbicidas,
insecticidas, matarratas y productos químicos o productos
de limpieza.

Para atender a una persona
envenenada es primordial la identificación del
tóxico, preguntando a la víctima o buscando
indicios como, por ejemplo, envases vacíos, que suelen
mencionar la lista de antídotos en su etiqueta. Las
quemaduras, las manchas o un olor característico
también pueden servir para identificar el
veneno.

La primera medida es diluir la
sustancia tóxica haciendo beber a la víctima una
gran cantidad de leche, agua o ambas. La dilución retrasa
la absorción y la difusión del veneno a los
órganos vitales.

Excepto en los casos de
ácidos o bases fuertes, estricnina o queroseno, la medida
siguiente es inducir el vómito para eliminar la mayor
cantidad posible de tóxico antes de que se absorba. Se
puede inducir haciendo beber a la víctima una mezcla de
medio vaso de agua y varias cucharadas de bicarbonato de sodio o
de magnesia, o introduciendo los dedos o una cuchara hasta
estimular el velo del paladar y conseguir el vómito o la
emesis. Se debe repetir este procedimiento hasta vaciar el
estómago. Después conviene administrar un laxante
suave.

El veneno se debe contrarrestar con
un antídoto. Algunos de ellos aíslan la sustancia
tóxica de las mucosas sensibles; otros reaccionan
químicamente con el veneno y lo transforman; otros
estimulan al organismo a contrarrestar la acción del
tóxico. Si el antídoto específico no
está disponible se utiliza uno universal que contrarresta
la mayoría de los venenos. Un antídoto universal
sencillo se puede obtener mezclando una parte de té
fuerte, una parte de magnesia y dos partes de polvillo de pan
quemado. Este antídoto también está
disponible en los comercios.

Cuando el veneno es un ácido
corrosivo (clorhídrico, nítrico, sulfúrico),
una base fuerte (sosa cáustica) o amoníaco, no se
debe estimular el vómito, pues se dañarían
más aún los tejidos de la boca, la faringe y el
esófago. Para intoxicaciones por ácidos se puede
utilizar como antídoto una base débil, como la
magnesia o el bicarbonato de sodio. Para intoxicaciones por bases
son útiles los ácidos débiles, como el
limón o el vinagre diluido. Tras su ingestión debe
administrarse aceite de oliva o clara de huevo. En intoxicaciones
por estricnina o queroseno se debe ingerir abundante agua o leche
y después aceite de oliva o clara de huevo, sin provocar
el vómito.

Calor

Se producen por exposición al
fuego, a metales calientes, a radiación, a sustancias
químicas cáusticas, a la electricidad o, en
general, a cualquier fuente de calor (por ejemplo el Sol). Las
quemaduras se clasifican según la profundidad del tejido
dañado y según la extensión del área
afectada. Una quemadura de primer grado, que sólo afecta a
la capa superficial de la piel, se caracteriza por el
enrojecimiento. Una quemadura de segundo grado presenta
formación de flictenas (ampollas), y una de tercer grado
afecta al tejido subcutáneo, músculo y hueso
produciendo una necrosis. La gravedad de una quemadura
también depende de su extensión. Ésta se
mide en porcentajes de la superficie corporal. Las quemaduras
graves producen shock y gran pérdida de
líquidos. Un paciente con quemaduras de tercer grado que
ocupen más del 10% de la superficie corporal debe ser
hospitalizado lo antes posible.

La finalidad de los primeros
auxilios en los quemados es prevenir el shock, la
contaminación de las zonas lesionadas y el dolor. La
aplicación de bolsas de hielo o la inmersión en
agua helada disminuye el dolor. Después se ha de cubrir la
zona con un apósito grueso que evite la
contaminación. No se deben utilizar curas húmedas,
pomadas o ungüentos, y hay que acudir al especialista
médico inmediatamente.

Las quemaduras del Sol pueden ser de
primer o de segundo grado. Sus casos leves se pueden tratar con
una crema fría o un aceite vegetal. Los casos graves
convienen que sean atendidos por un especialista. Las quemaduras
químicas deben ser lavadas inmediata y profusamente para
diluir al máximo la sustancia corrosiva. Las lesiones
dérmicas de las quemaduras eléctricas se tratan
como las de exposición al fuego y, además, deben
ser controladas en un centro hospitalario para valorar posibles
lesiones cardiacas o nerviosas.

Golpe de calor y
deshidratación por calor

El golpe de calor y la
deshidratación por el calor están causados por un
exceso de calor, pero sus síntomas son tan dispares que es
muy difícil confundirlos. El golpe de calor, producido por
un mal funcionamiento de los centros reguladores del calor, es
una patología más grave que afecta principalmente a
los ancianos. Sus síntomas son la piel caliente y
enrojecida, la ausencia de sudoración, el pulso fuerte y
contundente, la respiración dificultosa, las pupilas
dilatadas y la temperatura corporal extremadamente alta. El
paciente se encuentra mareado y puede perder la consciencia. La
deshidratación por calor se debe a una pérdida
excesiva de líquidos y electrolitos en el organismo. La
piel está pálida y húmeda, la
sudoración es profusa, el pulso débil y la
respiración superficial, pero las pupilas y la temperatura
corporal son normales. Pueden producirse cefaleas y
vómitos.

Los primeros auxilios necesarios para el golpe
de calor y para la deshidratación por el calor
también difieren. La víctima de un golpe de calor
debe ser transportada a un lugar fresco a la sombra, y
allí debe guardar reposo con la cabeza elevada. Se debe
humedecer el cuerpo con alcohol o agua fría para bajar la
temperatura y el enfermo debe ser trasladado a un hospital de
inmediato. El paciente con deshidratación por el calor
también debe guardar reposo, pero con la cabeza más
baja que el cuerpo; conviene proporcionarle abrigo o calor. Al
principio puede presentar náuseas, pero tras un tiempo de
descanso puede ingerir líquidos: se ha de beber 4 vasos de
agua con una tableta o media cucharadita de sal diluida, a
intervalos de 15 minutos. Después debería beber
zumos (jugos) de frutas para recuperar otros electrolitos. Si se
produce una postración importante conviene buscar ayuda
médica.

Lipotimia y
coma

La sudoración fría y la
palidez son típicas de la lipotimia, desmayo o
desvanecimiento. Se produce por un aporte insuficiente de sangre
al cerebro y es temporal. Para restaurar la circulación
cerebral se elevan los miembros inferiores o se sitúa la
cabeza más baja que el corazón. Es necesario evitar
que la víctima se enfríe.

El coma es un estado de falta
de respuesta a estímulos externos. Viene provocado por una
enfermedad o un traumatismo. El paciente comatoso sólo
responde a determinados estímulos intensos; en el coma
profundo no responde siquiera al dolor. Puede ser debido a un
fallo cardiaco, a una hemorragia cerebral, a una epilepsia, a una
descompensación diabética, a una fractura craneal,
o a muchas otras situaciones urgentes.

Los primeros auxilios se deben limitar a mantener
tranquilo y cómodo al enfermo, aflojándole sus
vestimentas y buscando ayuda médica. Si la cara enrojece,
se pueden elevar ligeramente la cabeza y los hombros, y si
palidece se pueden elevar los miembros inferiores. En la
epilepsia hay que evitar las autolesiones (mordeduras de lengua)
y los traumatismos. Si por cualquier motivo cesa la
respiración se debe aplicar respiración artificial.
Los diabéticos a menudo portan tarjetas de
identificación que permiten identificar la posible causa
del coma.

Esguince y
fractura

Tanto el esguince como la fractura se
acompañan de gran dolor e inflamación, pero la
impotencia funcional (incapacidad para mover la zona afectada) y
la deformidad son propias de las lesiones óseas. Hasta que
se descarte una fractura, los esguinces graves se deben tratar
como lesiones óseas; sólo la radiografía
puede confirmar el diagnóstico.

En la fractura, el hueso absorbe la
energía del traumatismo, perdiendo su integridad
estructural. En el esguince el traumatismo es absorbido por una
articulación, distendiéndose o rompiéndose
las fibras de un ligamento o la cápsula articular. Como un
movimiento muy leve produce dolor intenso, no se debe manipular
la extremidad afectada ni intentar "enderezarla" ni corregir la
deformidad. Esto, además, puede aumentar la lesión
de partes blandas, producida por los extremos óseos
fracturados al moverse; este fenómeno cobra especial
importancia en el caso de los vasos y los nervios. La incorrecta
manipulación de un miembro fracturado puede hacer que los
picos y biseles de la fractura desgarren arterias, venas o
nervios. Sólo se debe inmovilizar el miembro en la
posición en que se encuentra, preferiblemente con
férulas. Éstas se pueden improvisar con tablas o
cartón y afianzarlas al miembro con tiras de
tela.

Si la cabeza o el tronco de la
víctima se encuentran doblados o torsionados en
posición antinatural se debe sospechar inmediatamente de
una fractura o luxación de la columna vertebral. De
ningún modo se debe intentar corregir la deformidad o
mover el tronco. Otros síntomas de lesión vertebral
son el dolor agudo en la espalda o el cuello y la
parálisis en las extremidades inferiores. Todo accidentado
sospechoso de presentar una lesión vertebral debe ser
manejado en estricta inmovilidad, transportado "en tabla",
preferiblemente por varios socorristas, y mejor aún sobre
una superficie dura y plana (una puerta, por
ejemplo).

Mordeduras

Las mordeduras más frecuentes
son de
perros, gatos, serpientes y pequeños roedores como
las ratas y las ardillas. También se ven en ocasiones
mordeduras humanas.

Las mordeduras de serpientes no venenosas
no requieren más que el tratamiento habitual de las
mordeduras: no suturarlas, limpieza e irrigación,
aplicación de antisépticos, profilaxis
antitetánica y vigilancia de la herida. Como cualquier
mordedura puede infectarse, es recomendable en ellas la
profilaxis antibiótica. Las mordeduras de serpientes
venenosas requieren primeros auxilios y atención
hospitalaria de la máxima urgencia.

Los síntomas de una mordedura
de serpiente venenosa dependen de la especie del reptil. Los
crótalos, como la cabeza de cobre (Agkistrodon
contortrix
) y una especie de mocasín (Agkistrodon
piscivorus
), inyectan un veneno que destruye los vasos
sanguíneos; la herida desarrolla inmediatamente un dolor
intenso e inflamación. Si la cantidad de veneno es grande
la hinchazón llega a ser tan pronunciada que rompe la
piel. La decoloración de los tejidos circundantes es un
signo patognomónico de mordedura por estas serpientes. El
paciente se siente mareado y con náuseas y puede
desarrollar un shock. La mordedura de las serpientes del
género Micrurus no causa dolor inmediato, pero su
veneno ataca el sistema nervioso central paralizando
órganos vitales como los pulmones. La
identificación del tipo de serpiente es muy útil
para administrar la antitoxina correspondiente.

El objetivo del socorrista es evitar la
difusión del veneno. Es necesario mantener inmóvil
al paciente para evitar el aumento de la circulación local
o sistémica. Si la mordedura se halla en una extremidad,
se debe aplicar un torniquete de 5 a 8 cm por encima de la
mordedura. Este torniquete no debe ser demasiado compresivo, pues
es importante que la sangre siga manando de la mordedura en
pequeñas cantidades.

Otro método para retardar la
circulación del veneno es mantener en declive la parte
mordida. Para aliviar el dolor se puede aplicar sobre la herida
hielo o agua fría. La herida debe lavarse con abundante
agua y jabón y secarse con mucho cuidado. Después
debe aplicarse un apósito estéril o, en su defecto,
limpio. Lo ideal es la inyección precoz de la antitoxina
correspondiente.

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Clasificación de las
quemaduras

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Autor:

Daniella García
Silva

Partes: 1, 2
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