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La maldición de Yavé (página 4)



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Georges se marchó en dirección a la
Terminal de vuelos domésticos y Felipe con la
señorita Ingelod fueron a la sala de embarque para el
vuelo de Iberia a Madrid.

Desde la oficina del control de seguridad y pasaportes
del aeropuerto hubo una llamada al jefe de la policía de
Hamburgo: – "no ha sido posible hacerse con el libro, so
pena de crear un conflicto diplomático
"-, -" no
importa buscaremos mejor ocasión
"-
respondió la voz al otro lado del hilo.

CAPÍTULO
XIIº

Georges distinguió al momento a su esposa de
entre las varias personas que aguardaban en la puerta de llegadas
de pasajeros, Jaquie, como el la llamaba cariñosamente, le
abrazó, fueron cogidos de la cintura hasta el parking del
aeropuerto para coger el Renault Clio de ella, a pesar de los
años de matrimonio transcurridos, eran todavía una
pareja de enamorados.

Por el camino Jaquie contó a su esposo la
gestión telefónica que había efectuado y que
le había encargado su esposo desde París un par de
días antes.

-Georges, llamé a Montagnon a la alcaldía,
tal y como me encargaste, después de varias llamadas al
fin pude localizarle en su casa. Le efectué la consulta y
le di el nombre de la persona que te interesa localizar, me
prometió ocuparse de ello y que me diría algo al
respecto. Todavía no se nada de él, claro
está que entre sábado y domingo no son días
hábiles para gestiones oficiales.

El aeropuerto de Montpellier dista de la ciudad a unos
ocho kilómetros, en algo menos de quince minutos entraban
en su hogar. A Jaquie le llamó la atención un
papelito amarillo pegado en un baldosín de la pared de la
cocina, contenía algo escrito a mano, lo había
dejado la muchacha que iba diariamente a efectuar la limpieza de
la casa. Decía así : " Señora, ha
llamado el señor Montagnon, ha dejado recado que le llamen
en cuanto regresen al número….
".

Por la hora que era, Georges pensó que
todavía podía llamar a su amigo Montagnon.
–Hallo-.

-Montagnon, soy Georges Pradel, he visto tu mensaje a mi
regreso del viaje-. Ambos eran amigos de la infancia,
habían sido compañeros en el bachillerato, en el
mismo curso y en el mismo instituto.

-Tengo malas noticias para ti muchacho, el personaje que
me encargó tu esposa que localizara, ha desaparecido
repentinamente de la residencia en la que estaba, llevan
veinticuatro horas buscándole, sin tan siquiera dejar
rastro alguno ni aviso previo. Ha sido todo muy extraño,
según me manifestó el director del centro, han
presentado denuncia a la policía para que ella cuide de
encontrarle, le dejé encargado de que si tenía
alguna novedad me tuviera al corriente. ¿Es muy importante
para ti localizar esta persona, Georges?-.

-Si y no, verás Montagnon, en la facultad estamos
desarrollando un estudio histórico y algunos antepasados
de esta persona aparecen en el árbol genealógico,
mi interés en poder entrevistarme con él es
únicamente para recabar más información
respecto a su familia, o como mínimo confrontar con datos
que ya poseemos-.

-Deberás aguardar a que aparezca tu hombre, el
director del centro se ha comprometido en informarme tan pronto
tenga noticias de la policía- Te llamaré, siento no
haberte sido útil por el momento-.

-Gracias de todos modos, no olvides de darme noticias si
se producen-.

Georges se quedó un buen rato meditabundo, no
sabía que pensar, estaba algo confuso, era mucha
coincidencia que tan repentinamente desapareciera sin dejar
rastro una persona quizás pudiera estar remotamente
próxima a la historia de aquel misterioso documento que
intentaban desentrañar.

Era ya algo tarde, Georges, se encerró en el
pequeño estudio de su casa, sentándose frente al
ordenador, escribió un mensaje que envió por
Internet a Felipe. Le informaba de la misteriosa y repentina
desaparición de Theodore Terzlez, y reflejaba su
preocupación ante el suceso. Le decía que en su
opinión quizás debería informarse de todo
ello a las autoridades, pero no estaba seguro de ello, esperaba
conocer su opinión.

En el aeropuerto de Orly, Felipe Frutos e Ingelor Krauss
se despidieron, ella tomaba un vuelo a Sevilla con escala en
Lisboa y Felipe lo hacía a Madrid, para luego desplazarse
a Granada. Felipe le había dado una tarjeta suya con el
teléfono particular, quedaron en llamarse, la muchacha
había mostrado gran interés en visitar la ciudad en
la que residía Felipe.

Algunas horas después el catedrático
granadino llegaba a su casa de la ciudad en la que algunos
años atrás había fijado su residencia el
escritor Washington Irving.

Lola la sirvienta lo recibió con muestras de
alegría, – Ay señorito, la casa sin usted estaba
vacía-, le dijo é mientras le cogía la bolsa
del breve equipaje y la chaqueta que Felipe le
entregaba.

Felipe después de asearse se encerró en su
despacho para ordenar y revisar las notas que había ido
tomando durante el viaje. Lola le había puesto sobre la
mesa una taza de sabroso y aromático café ,
bebió un sorbo y lo paladeó, era un degustador de
café que rayaba al sibaritismo, su afición le
venía de lejos, lo adquiría él personalmente
en un establecimiento especializado en este producto que lo
importaba de casi todas las partes del mundo donde se cultivaba.
Su predilección la tenía con un tipo de café
que se recolectaba en la isla de Jamaica, conocido como
Blue Mountain, de muy intenso sabor y
aroma.

Abrió el ordenador para conectarse con Internet,
halló el mensaje enviado por Georges, – a madrugado para
escribirme-, pensó. Desplegó el mensaje para
comenzar su lectura. A medida que avanzaba en ella iba subiendo
su nivel de asombro. Finalmente se quedó atónito
por el contenido del mismo.

Respondió al mensaje muy brevemente : -" No
consigo comprender el motivo de la desaparición de ese
individuo. Desde que estuvimos en París, se han producido
una serie de coincidencias que pensándolo bien, son
aparentemente sospechosas. Tengo mis dudas respecto a la
conveniencia de continuar con esta investigación, parece
que sea un documento maldito"-.

Coincidió que al otro lado de la línea
Georges también estaba operando en Internet, ambos se
pusieron a chatear directamente.

-Hola amigo, creo que antes de abandonar la
investigación deberíamos pensarlo bien, llevamos ya
bastante recorrido
-, repuso Georges –y
es posible que andemos rondando la solución,
quizás ésta inesperada desaparición
demuestre que quizás estamos, sin saberlo, próximos
a ello-.

Bien, podemos tomarnos unos días para
meditarlo
-,
respondió Felipe.

-Mañana pienso desplazarme a Aix-en-Provance para
entrevistarme con mi amigo el concejal, Montagnon, deseo saber
más sobre esta misteriosa desaparición, veré
en que circunstancias ha sucedido. A mi regreso te contaré
por Internet. Ahora con tu permiso me voy a cenar algo y luego a
la cama, estoy agotado-.

-Que descanses, ya me informarás de tu
gestión, y que duermas bien-.

Felipe acabó de saborear el café que
tenía sobre la mesa de trabajo, cerró el ordenador
y metió el libro con el envoltorio plastificado dentro de
la pequeña caja fuerte que tenía empotrada en el
fondo de un armario.

Eran ya alrededor de las ocho de la tarde, Felipe fue a
ocuparse de sus flores y plantas del jardín de su
tranquilo y sosegado "carmen". Cogió la manguera y se puso
a regar pacientemente todas las macetas, éste era un
ejercicio que practicaba cada dos o tres días, y le
servía de relajación mental.

-¡ Señorito, le llama al teléfono
una señorita extranjera !-, le dijo Lola la sirvienta
desde el otro extremo del patio.

No esperaba llamada alguna y menos aquellas horas.
Dejó la manguera en el suelo y cerró el grifo del
agua, yendo a continuación a atender la
llamada.

-Dígame-.

-¿Profesor Felipe Frutos?-, dijo una voz femenina
en francés.

-Si, yo mismo, ¿con quién
hablo?-.

-Soy Ingelor Krauss-.

-Ah, ¿cómo está usted
señorita Krauss?, no esperaba ahora su
llamada-.

-Verá, mañana al medio día
habré terminado el trabajo por el que he venido a Sevilla
y desearía visitar Granada, siempre he sentido una gran
atracción por conocer esta histórica ciudad y en
especial la Alhambra, de la que he leído mucho sobre
ella-.

-Será usted muy bienvenida a mi casa, y le
mostraré con sumo gusto este palacio situado sobre una la
colina que domina la ciudad y el gran valle del
Darro-.

-En el hotel me aconsejan desplazarme con una
línea de autobuses, creo que tardan poco más de
tres horas-.

-Si, tengo entendido que si, pero no he tenido la
oportunidad de utilizarlos nunca, cuando llegue usted a la
Terminal de los autobuses en Granada, llámeme al
teléfono, vivo relativamente cerca y vendré a por
usted-.

-O gracias, no debiera usted molestarse-.

-Lo haré encantado, entonces hasta
mañana-

-Gracias profesor, hasta mañana-.

Felipe colgó el teléfono y se quedó
algo pensativo, aquella muchacha tenía un atractivo
especial, pero algo por dentro le advertía de no
sabía qué, no alcanzaba a expresar la especie de
presentimiento que le asaltaba y le tenía intranquilo.
-Quizás se deba a esa vorágine de sucesos que
últimamente estoy viviendo-, pensó.

Regresó al patio para continuar con la paciente
labor de regar sus cuidadas plantas.

-¡Señorito, ¿le sirvo ya la cena?!-,
preguntó Lola.

-Si, gracias Lola, voy inmediatamente-.

La fiel sirvienta, le había preparado una variada
y apetitosa ensalada que el regó con abundante aceite de
oliva de la tierra y un "pescaito" a la plancha.

CAPÍTULO
XIIIº

Georges Pradel, madrugó bastante, a las ocho de
la mañana estaba ya en la carretera conduciendo su
Citroën DS, también conocido como Tiburón, un
viejo modelo de automóvil que en su día
compró en un mercado de segunda mano y que llevó a
restaurar por un especialista de la marca, éste se
había esmerado dejándolo como si acabara de salir
por primera vez de la línea de fabricación. Georges
era un enamorado de los automóviles clásicos
franceses y éste en particular era uno de sus
favoritos.

Fue casi todo el tiempo orilleando las marismas de la
Camargue, cruzó el Ródano por Arles, evitó
entrar en la bulliciosa Marsella, era una ciudad en la que casi
siempre se perdía, solo si podía llegar al puerto
era capaz de tomar referencia de su situación, giró
noventa grados a la izquierda y enfiló dirección
Norte.

Poco tiempo después estacionaba su
automóvil en la zona habilitada para ello en la plaza del
ayuntamiento de Aix-en-Provence, en pleno casco histórico
de la ciudad.

Pidió a un empleado del mostrador de
información por el despacho del señor
Nicolás Montagnon, tomó el ascensor y subió
hasta la segunda planta, Montagnon le aguardaba en la puerta de
su despacho. ¡¡–Amigo
"Geor"¡!-, le llamó como le
solían llamar todos los camaradas en la etapa del
instituto, el catedrático Pradel fue en su tiempo un
líder escolar, a todos ayudaba, o intermediaba entre
compañeros enemistados, u organizaba reuniones culturales,
siempre tenía alguna actividad en marcha. Sus
compañeros le respetaban y le querían. Montagnon
era uno de sus más íntimos.

Se fundieron en un abrazo. –Cuanto tiempo sin
vernos querido Georges-.

-Eso digo yo Montagnon-.

Ambos entraron en el despacho cerrando la puerta tras de
si.

-¿Qué has podido averiguar sobre este
individuo?, preguntó Georges.

-Verás, hace poco más de un año,
este personaje fue encontrado vagabundeando por las calles de un
pueblecito de los alrededores a Aix, el Auxilio Social se hizo
cargo de el, lo ingresaron en un hospital estatal para que se
repusiera, ya que se hallaba con la salud bastante quebrantada.
Cuando se hubo repuesto, pasaron a trasladarle a una residencia
municipal de ancianos de la ciudad. Esto no sería nada
relevante si no hubiese sido por que un periodista de
l´Humanité, descubrió que este anciano se
llamaba Theodore Terzlez, perteneciente a una de las familias
judías más ricas de Francia, hoy desaparecida como
aquel que dice, por haber sido perseguida y casi exterminada
durante la ocupación de Francia por el ejercito
alemán, al parecer él fue el único
superviviente-.

-¿Y repentinamente
desapareció?-.

-Si, no hace más de dos días, en la
residencia le echaron de menos a la hora de la cena, los
compañeros habituales de mesa lo advirtieron al jefe de
comedor, lo buscaron por todo el edificio, nada, en su
habitación se hallaban sus pocas pertenencias, pero nada
más, ningún rastro en ninguna parte. El director
comunicó el suceso a la gendarmería del
departamento, y ya no se más.

-Si no es indiscreción por mi parte, puedo
preguntarte ¿qué relación guarda contigo
este individuo?-, dijo con aire de estar interesado a la vez que
intrigado.

-Una pura casualidad de la vida, lo ha hecho aparecer en
un estudio que vengo desarrollando con un compañero de la
universidad de Granada, en el está involucrada la familia
del sujeto en cuestión-. Georges no quiso entrar en
más detalles.

-¿Y tantas molestias te tomas por
ello?-.

Georges, no sabía cómo evitar contar a su
amigo la realidad del tema que le ocupaba su visita. Se
quedó algo pensativo frotándose la barbilla, al fin
decidió ser algo más explícito con el
concejal Montagnon.

-Mira, no quisiera aburrirte con los detalles, pero te
explicaré algo respecto al estudio que venimos
desarrollando:. Un compañero y amigo, catedrático,
adquirió un viejo libro en su país, encontró
en él un documento con una escritura sumamente desconocida
a la que tratamos de descifrar sin resultados todavía
demasiado halagüeños-.

-Pero todavía no veo la relación de
vuestro estudio con el tal Terzlez-.

-Muy simple-, dijo Georges, tratando de ser lo
más natural del mundo, -En su momento pensamos si la
escritura que contenía el documento pudiera ser de origen
judío o de cualquier otra lengua semítica poco
conocida, la investigación del origen del documento, nos
acercó a la familia de éste individuo, ella fue la
antigua propietaria del libro en el que se halló el tal
documento, eso es todo-.

-¿Y vosotros pensáis que éste
pájaro pueda esclareceros algo?, tengo entendido y por lo
que me informaron en la residencia cuando me interesé por
el que está algo ido, no se como definirlo, un poco
"majara", diría-.

-No se que decirte, no hemos llegado a conocerle para
poder darte una opinión, ¿podríamos hablar
con el prefecto de policía para ver qué han podido
averiguar hasta el momento?.

-Aguarda, creo que tengo su teléfono por
aquí-.

Montagnon marcó el número de la
prefectura, pidió por su amigo el prefecto Pierre
Dumás. – Pierre, ¿eres tu?-.

-Si Montagnon, ¿en que puedo serte
útil?-.

-Estoy en el consistorio con un buen amigo y tenemos la
necesidad de hacerte unas consultas, ¿puedes recibirnos
ahora?-.

-Debo asistir dentro de un par de horas, a la
inauguración de una parte nueva del zoo, si venís
ahora mismo estaré encantado de atenderte -.

-Vamos para allá-.

Tomaron el ascensor que les llevó al hall del
edificio para luego dirigirse al lugar en el que se hallaba el
auto de Georges.

En cinco minutos entraban por la puerta del edificio de
la prefectura de Aix.

Pierre Dumás, era un hombre de unos cincuenta y
cinco años, de cabello lacio muy rubio y rostro afilado,
algo bajito, posiblemente no llegaría al metro y setenta
centímetros, vestía un traje gris medio con corbata
verde oscuro y camisa blanca, se notaba que pasaba muchas horas
sentado pues el pantalón a la altura de las rodillas
tenía la deformación que éstas causaban
sobre la tela, quedando unas ostensibles bolsas.

Invitó a ambos a tomar asiento, el despacho del
prefecto era una sala bastante especiosa y amueblada con regios
muebles de oficina, las sillas en las que tomaron asiento estaban
acolchadas y eran realmente confortables.

-¿Y en que puedo ayudarte amigo Montagnon?- dijo
a modo de inicio de conversación.

-Verás Pierre, mi amigo Georges Pradel, es
además de catedrático, el rector de la universidad
de Montpellier. Es un estudioso de las lenguas de origen
semítico. Está efectuando un estudio en el que en
parte, converge la familia de ese individuo Theodore Terzlez,
deseaba entrevistarse con éste para poder recabar la
información necesaria que reforzaría ciertos
pasajes de su tesis, hubiese sido para el de gran ayuda. Pero
hete aquí que la casualidad ha hecho que el individuo
fuese a desaparecer de modo tan repentino y
misterioso-.

-Si permitís mi intervención- , dijo
Pradel-, me atrevería a opinar que la desaparición
de este hombre no ha sido repentina, puede que misteriosa, pero
probablemente no sea repentina-.

Montagnon y Pierre Dumás quedaron bastante
sorprendidos por las palabras de Georges, ambos se miraron
interrogativamente.

El tercero captó el efecto que su comentario
había hecho en los otros dos interlocutores, optó
por esclarecerles un poco su misteriosa
afirmación.

Verán, les explicaré el motivo de la
opinión que emití hace unos instantes. A partir de
aquí, Georges contó casi todo respecto al verdadero
motivo de su trabajo, evitando cuanto le fue posible citar los
nombres de las personas que intervenían en sus
pesquisas.

-Ahora entiendo algo más del motivo de su
presencia en mi oficina señor Pradel-, dijo el prefecto de
la policía de Aix-en-Provence.

Montagnon se arrellanó en el asiento, pero
seguía sorprendido.

-Me baso en que desde que descubrimos la existencia de
éste personaje, todo comienza a torcerse, es como si
hubiese una fuerza paralela que estuviera siguiendo a distancia
todo cuanto venimos conociendo, solo que en esta ocasión,
al parecer se nos ha anticipado-.

-Bien, veamos que progresos ha tenido mi gente en la
búsqueda del personaje-. Dumás pulsó un
botón de la mesa, de inmediato entró un agente de
la seguridad. –Dígame señor
prefecto-.

-Localice al inspector Arsene Lacroix y dígale
que venga a verme-.

-Inmediatamente señor Prefecto-.

-¿Cuánto tiempo llevan ustedes trabajando
en esta tesis?-, preguntó el prefecto.

-Un par de meses, al principio lo tomamos con mucho
entusiasmo, pero a medida que se han ido precipitando los
acontecimientos, tenemos ciertos recelos y confesaría que
cierto temor-.

-¿Temor?-, intervino el prefecto.

-Pues en parte si, tenemos la sensación de ser
espiados todos los que intervenimos en este trabajo-.

El prefecto Dumás, se quedó algo
pensativo, en la sala se hizo un breve silencio, por la ventana
se colaban algo filtrados los ruidos propios de la calle. Les
regresó a la realidad la llamada a la puerta del
despacho.

-¡Antré!-.

Asomó la cabeza de un hombre joven, de unos
treinta y cinco años, -Con permiso señor Prefecto,
¿ha mandado usted llamarme ?-.

-Si, Lacroix, entre usted, le presento al señor
Montagnon, al que creo que usted ya conoce, y al
catedrático y rector de la universidad de Montpellier
señor Pradel-.

El inspector saludó a ambos. Efectivamente a
Montagnon ya le conocía, habían coincidido en
algunos actos políticos, ambos pertenecían al mismo
partido.

-Inspector-, dijo el prefecto -estos señores nos
visitan interesándose sobre las pesquisas que llevamos
efectuadas en el caso Terzlez, le agradeceré les informe
de cuanto sabemos y qué estamos haciendo para localizar a
este ciudadano-.

-Pues hasta el momento poco podemos decirles, solo que
se registró palmo a palmo la residencia y los alrededores
de la misma, para comprobar cualquier pista que hubiese podido
dejar al marcharse, pero descartamos que fuera una huída
premeditada, tenía sus escasas pertenencias personales en
el armario, alguien que está decidido a marcharse
definitivamente de un lugar, lo más natural es que se las
hubiese llevado consigo. Fuera del edificio, por el jardín
que rodea el establecimiento, tampoco hallamos nada que mereciera
nuestra atención, únicamente las huellas embarradas
de unos neumáticos que por sus características
pertenecerían muy probablemente a una furgoneta. Un
funcionario de la residencia nos dijo que cada tres días,
alrededor de las nueve de la noche, el automóvil de la
lavandería, viene habitualmente a por las sábanas y
toallas, para lavarlas. El vehículo es una furgoneta
conducida por un empleado y un ayudante de la
lavandería.

Hemos distribuido fotografías con la
descripción del individuo por todas las patrullas de la
gendarmería, se está batiendo como aquel que dice
todo el departamento de la Provence y parte de
los Alpes marítimos, confiamos que en
cualquier momento podamos hallarle. Pudiera que al ser tan
anciano y mermado de facultades, saliera a dar un paseo y tuviera
el sentido de la orientación enfermo y por ello
quizás no sepa regresar al punto de partida-.

-Creo inspector que puede que haya algún cabo
suelto en las pesquisas-, apuntó el prefecto, -¿se
ha verificado si aquel mismo día la furgoneta de la
lavandería efectuó este servicio?-.

-Puedo comprobarlo por el informe de los agentes que
acudieron a la inspección de la residencia-.

-Se lo agradeceré- , dijo Pierre
Dumás.

El joven inspector, se ausentó unos momentos
regresando de inmediato con un dossier en la mano, que
dejó sobre la mesa de trabajo de su superior. Este lo
abrió y leyó rápidamente su
contenido.

-No veo que figure haberse efectuado ninguna visita a la
lavandería-.

-Voy a ordenar que así se haga- dijo el inspector
Lacroix.

-Inspector, le agradeceré sea usted personalmente
quien haga esta pesquisa, tengo personal interés en este
asunto y le encomiendo que a partir de este momento, dedique
usted todos sus esfuerzos en localizar al hombre, vamos a
llamarle "fugitivo", ¿queda entendido?-.

-Perfectamente señor prefecto, así se
hará-.

-Elija usted mismo los hombres que considere necesarios
para llevar a cabo la investigación-, dijo el prefecto,
-pero mi olfato de tantos años en el puesto, me dice que
no se trata solamente de un anciano que se ha marchado a dar un
paseo y no sabe regresar, alguien lo habría
visto-.

-Así lo voy hacer-, dijo el inspector.

-Pero no vaya usted a dejarme ahora el departamento sin
personal-, dijo bromeando. –Por cierto, inspector, no
estará por demás que tenga usted una charla con el
profesor Pradel, éste le pondrá al corriente del
motivo por el que tiene interés de poder entrevistarse con
este ciudadano y los antecedentes que le han llevado a
ello-.

-Entonces, propongo, si les parece, a que me
acompañen a la residencia y luego vayamos a almorzar
alguna cosita rápida mientras me ponen al corriente de lo
relativo al individuo y que consideren necesario
explicarme-.

Aceptaron la proposición del joven inspector, a
continuación se despidieron del Prefecto al que
agradecieron su colaboración.

Ya en la calle, Montagnon le preguntó a Georges
si precisaría por más tiempo de su presencia,
éste le dio las gracias por su ayuda. –Puedo seguir
el tema sin tu presencia, ya me has ayudado mucho presentarme al
prefecto, me voy con el inspector a efectuar esta visita,
tú tienes tus obligaciones y compromisos en el
consistorio-.

Montagnon tomó un taxi para regresar a su
oficina, no sin antes despedirse del inspector. –Nos vemos
en otro momento y gracias por tu ayuda camarada-, le dijo
Georges, a la vez que le estrechaba la mano.

El inspector y el catedrático subieron a uno de
los autos policiales que habían estacionados en
batería frente al edificio de la prefectura.

Por el camino Georges fue ampliándole algo
más la investigación que estaba llevando a cabo con
su camarada Felipe Frutos. No obstante se guardó algunas
partes del contenido pensando que si más adelante era
necesario ya se lo explicaría.

El gendarme que conducía el auto, detuvo
éste en la misma puerta de la lavandería. El
inspector y Georges entraron en el establecimiento. Pidieron por
el propietario o gerente, les atendió una señorita
bastante atractiva. El inspector después de identificarse,
le preguntó si el pasado día 17 el transporte de la
lavandería había efectuado el servicio de recogida
de las ropas de la residencia de ancianos.

-Si, sin duda-, respondió la
encargada.

-¿Llevan ustedes algún tipo de registro de
los lugares por los que la furgoneta efectúa las
recogidas?-, preguntó el inspector.

-Si, aguarden un momento-, sacó de uno de los
cajones de su mesa de trabajo una carpeta, abrió
ésta y cogió una de las hojas. –Veamos,
día diez y siete; si efectivamente, aquí
está, la recogida se efectuó a las 21´15
horas-.

-¿Cuántos empleados lleva este
servicio?-.

-Dos, uno que es el chofer y el otro el
ayudante-.

-¿Podría hablar con ellos?-,
solicitó el inspector. Georges estuvo todo el tiempo
atento a la conversación sin intervenir en al
misma.

-Veamos, pues no, no será posible, este
día los dos empleados habituales, fueron sustituidos por
dos suplentes-.

Georges y el inspector se quedaron mirándose el
uno al otro, -Vaya coincidencia- comentó
Pradel.

-¿A que fue debido?- preguntó el
inspector.

-Verá nosotros no tenemos empleados fijos de
nuestra compañía, nos los facilita una agencia de
colocación que nos los alquila semanalmente. Pero casi
siempre suelen ser los mismos, solo en caso de enfermedad son
sustituidos-.

-Y los que vinieron a sustituirles, ¿les
conocían ustedes de otras ocasiones?-.

-No, en esta ocasión era dos personas que no les
habíamos visto nunca-.

-¿Sería tan amable de darme las
señas de la agencia que les facilita el
personal?-.

La encargada cogió un pequeño block de
notas y garabateó las señas, dándole
después la hojita al inspector.

Éste la leyó y la metió en el
bolsillo de la chaqueta, agradeció a la señorita su
atención y ambos se marcharon.

-Si le parece vamos ahora a almorzar y luego nos
acercaremos hasta la agencia que les alquila los empleados,
veremos como nos explican lo de la sustitución-, propuso
en inspector.

Almorzaron en un pequeño restaurante cercano a la
estación del ferrocarril, "Le Petit Bristo", en
el tiempo que duró la comida Georges le amplió al
inspector la información que con anterioridad le
había dado respecto a la aparición del misterioso
documento y el entorno con el que fueron hallándose. A
Pradel, aquel hombre le causaba sensación de
confianza.

El inspector Arsene Lacroix, era hombre metódico,
no solía dejar nada al azar. A medida que iba aumentando
los conocimientos sobre el caso, éste le fue interesando
más, puso gran interés en ello.

Acabado el almuerzo, fueron a la "Agencia de
Colocación Services", les recibió el propio gerente
de la misma, Lacroix se identificó.

-¿En que puedo serles útil?-.

-Tenemos entendido que su agencia alquila un chofer y un
ayudante a la lavandería de la rue de Saint Denise, para
conducir la furgoneta que recoge y entrega las ropas de los
clientes de esta, ¿es así?-.

-Si, señor inspector, así es-.

-¿Son siempre los mismos empleados los que les
proporciona?-.

-Si, efectivamente, tenemos un contrato con la
lavandería y les tenemos asignados a dos empleados de
nuestra plantilla-.

-Entonces, ¿a que se debe que el pasado
día 17 de este mismo mes, no fueran los empleados
habituales a prestar este servicio?-.

-Veamos-. El gerente sacó una lista del personal
y el diario de registro de servicios.

–Aquí está, este día 17 los
dos empleados habituales, fueron sustituidos por otros
dos-.

-¿Cuál fue el motivo de la
sustitución?- preguntó el inspector.

-Recuerdo el caso, por la mañana de este
día, vinieron dos jóvenes que necesitaban trabajo
para veinticuatro horas, y decidimos dar descanso a los dos
habituales y sustituirles por estos dos muchachos, que
según nos dijeron, necesitaban el dinero de este trabajo
para poder pagar la matrícula de los estudios-.

-Me parece bastante filantrópica su
actitud-.

-Estamos en un país libre señor inspector,
podemos contratar a quien nos plazca-, respondió el
gerente con cierto descaro.

-Facilíteme los nombres y número de la
carta de identidad de ambos-.

El gerente le escribió en un papel los datos que
Lacroix le había solicitado.

-Regresemos a la prefectura, vamos a comprobar en un
instante la veracidad de los datos que el gerente acaba de
facilitarnos-.

Georges estuvo todo el tiempo en silencio observando la
conversación que el inspector Lacroix mantuvo con el
gerente de la agencia de colocación.

-Falsos, los datos que le dieron al gerente de la
agencia, son falsos, estas dos personas no existen en los
archivos generales, los nombres y los números de la carta
de identidad personal fueron inventados-.

-Era de esperar, después de lo visto-, adujo
Georges.

-Me lo temía, con lo cual, y después de
todo lo que usted me ha contado durante el almuerzo, me inclino a
pensar que Terzlez, no se ha extraviado, es muy probable que haya
sido secuestrado por estos dos individuos de la furgoneta. Voy
hacer que citen al gerente de la agencia de colocación,
aquí en la prefectura, ese tío sabe más de
estos dos individuos de lo que nos ha dicho, veremos ahora cuando
se encuentre aquí dentro que historia nos
cuenta-.

-Estoy seguro que sabe más de lo que nos ha
contado, probablemente sepa el motivo por el que estos dos
pájaros se ofrecieron trabajar por una sola jornada, en
ningún momento creí la historia de los estudiantes
que necesitan un dinero para su matrícula-.

-Pondré un cable a Interpol de Lyon, para que
colaboren en la búsqueda de éste hombre. Un
compañero de la academia de policía que
entró en el Servicio Secreto de la nación,
ingresó después en las filas de Interpol,
contactaré con el para ver si puede informarme sobre las
organizaciones pro-nazis europeas y ver si les consta la
existencia de esta organización oculta, que el
señor Wiesenthal les informó-.

Georges vio que la investigación para hallar al
desaparecido Terzlez, podía ser más larga de lo que
en principio creía. Decidió regresar a Montpellier
y aguardar a que el Lacroix le diera noticias de sus pesquisas.
Se despidió de éste y cogió su Citroën
DS tomando el camino de regreso atravesando la Camargue hasta
llegar a su hogar. Por el camino un cambio repentino del tiempo
se convirtió en una considerable tormenta de agua y
viento, en especial este último que soplaba a
ráfagas de gran potencia, en aquella zona eran algo
frecuentes en determinadas épocas del año, se le
denomina a este viento Mistral, que proviene del noroeste y suele
ser bastante frío.

Una hora y media después llegaba a su casa, no
había nadie más que la muchacha argelina que
ayudaba a su esposa en las labores del hogar.

Se puso delante del ordenador y envió por
Internet un mensaje a Felipe informándole de todo lo
vivido en su visita a su amigo Montagnon.

CAPÍTULO
XIVº

Felipe estaba revisando unos ejercicios de los
últimos exámenes habidos en su cátedra de
literatura cuando la sirvienta le avisó de que
tenía una señorita extranjera al teléfono,
-No entendí nada de lo que me dijo, solo el nombre de
usted señorito-, sentenció Lola la
sirvienta.

Éste se levantó y acudió presto a
atender la llamada. –Dígame-.

-Buenas tardes profesor, soy Ingelor Krauss, acabo de
llegar a la Terminal de los autobuses-, dijo con un más
que correcto francés.

-Ahora mismo voy a por usted, aguarde solo unos minutos,
hasta ahora mismo-.

Felipe fue a por su SEAT que tenía aparcado casi
en la puerta de su casa y en unos instantes llegaba al lugar que
la muchacha le había indicado.

Al doblar la esquina de la calle en la que se hallaba la
Terminal de autobuses, vio a la austriaca de pié junto a
una maleta gris azulada, llevaba pantalones negros y un
suéter de lana en color gris perla bastante ajustado al
cuerpo que le hacía resaltar el busto, colgada en uno de
los brazos llevaba una gabardina doblada, hacía calor en
Granada y se había despojada de ella para
aliviarse.

Detuvo el auto junto a ella, se bajó para
saludarla y ayudarla a poner el bagaje en el maletero del
coche.

-¿Qué tal viaje a tenido usted?-, le dijo
mientras le estrechaba la mano.

-O bien gracias, he tardado menos de lo previsto, pude
incluso gozar del paisaje, es tan distinto al de mi país,
hemos atravesados campos y campos de olivos, eso creí
entender lo que me explicó el caballero que iba sentado a
mi lado, hasta la luz del sol es distinta en España, tiene
mayor viveza, más luz, ahora comprendo porqué
muchos cuadros de pintores españoles tienen tanta luz en
sus lienzos-. Dijo todo esto casi atropelladamente, estaba presa
de una especie de entusiasmo.

Le preguntó a que hotel la llevaba, Felipe le
respondió que si no la importaba podría alojarse en
su casa.

-Por favor profesor Frutos, no quisiera ser una molestia
para usted-.

-No debe usted preocuparse por ello, mi casa es bastante
grande y vivo yo solo en ella. Espero que no le importe
compartirla con un hombre ya bastante maduro-, le dijo
bromeando.

Se sonrió y continuaron el camino en silencio
hasta llegar a la puerta de la casa.

-Que lugar tan bonito, voy de sorpresa en sorpresa, yo
creía conocer algo su país a través de la
literatura, pero lo que he estado viendo desde que llegué
a Sevilla hasta aquí, es sorprendente a incomparable con
los conocimientos adquiridos en los libros-.

-Todavía no ha visto usted nada-,
respondió Felipe con la satisfacción propia del
perfecto anfitrión.

Les abrió la puerta la sirvienta, la calle donde
se hallaba la casa de Felipe era sumamente tranquila, cualquier
ruido exterior era apercibido en el interior de
ésta.

Entraron en la casa, lo primero que vio la invitada fue
el bello y tranquilo patio interior cuadrado, rodeado de finas
columnas y abundantes macetas con plantas y flores y una
fuentecilla central.

-Profesor, que casa tan bonita tiene usted, da la
impresión de que se entra en una de las casas que
construían los romanos, qué tranquilidad se respira
en ella-.

-Efectivamente, este "patio" como le
llamamos nosotros, está inspirado en el
"atrium" romano o el "peristylum"
de origen helénico, en el que el resto de la casa
estaba construida alrededor de este, era el eje principal de la
vivienda. Los árabes también adoptaron este sistema
de construcción, es todavía un estilo
arquitectónico utilizado en Córdoba y Granada, y
algunas otras partes de Andalucía, aunque ya casi en
desuso-.

-Es un remanso de paz, jamás habría
pensado que pudieran haberlos todavía en el siglo XXI,
edificaciones construidas con el estilo tan característico
que los romanos impusieron al resto del imperio-.

La acompañó hasta la que sería su
habitación dispuesta para invitados, disponía esta
de un baño privado y estaba en el lado opuesto del patio
respecto donde se hallaba la habitación que ocupaba Felipe
y el despacho o estudio de éste, en otro de los lados se
hallaba la cocina y el salón comedor, y junto a la que
ocuparía la joven invitada, habían otras dos
habitaciones vacías.

-¿Cuántos días se quedará
usted señorita Krauss?-, le preguntó
Felipe.

-Tengo solo dos días para regresar de nuevo a
Viena, debo cursar un informe de mi trabajo a la
compañía, lo precisan con cierta
urgencia-

-Entonces, vamos a darnos algo de prisa, tiene usted
mucho por ver en Granada. Iniciaremos el recorrido por una visita
a las típicas cuevas de Sacromonte, habitadas
todavía hoy por una popular etnia gitana, las vistas de la
ciudad y el valle de

Valparaíso son desde aquel lugar excepcionales,
estas viviendas trogloditas se hallan muy próximas al
Albaicin-.

-Con su permiso permítame que me cambie de ropas
en un momento y estaré dispuesta para salir de
visita-.

-Póngase calzado cómodo, vamos a caminar
bastante-, le aconsejó.

La muchacha entró en la habitación
asignada entornando la puerta. Felipe se fue a la cocina y le dio
instrucciones a Lola la sirvienta, para que no les preparara
cena, ya que tenía pensado cenar fuera con su
invitada.

-Señorito, ¿se quedará mucho tiempo
esta señorita en la casa?- preguntó
Lola.

-Un par de días, ¿Por qué lo
preguntas Lola?-.

-Por nada, por nada señorito-, respondió
esta, con cierto aire de preocupación.

Felipe reparó en ello, pero la verdad es que no
le prestó excesiva atención. Pensó que
quizás su sirvienta estuviera algo celosa de que pudiera
rondar otra mujer por la casa.

En muy poco tiempo la invitada de Felipe se había
cambiado de ropas y siguiendo el consejo de éste, se puso
unos zapatos planos con suela de goma muy apropósito para
pasear. Eligió un vaporoso vestido con falda y generoso
escote. El anfitrión pudo comprobar que el ajustado
pantalón que la muchacha había sustituido por la
falda no mentía en cuanto a las piernas bien torneadas que
ahora ésta lucía.

Felipe contempló a la muchacha y le hizo un gesto
de asentimiento con la cabeza, como queriéndole indicar
que se había vestido muy apropiadamente.

Felipe enfiló camino de la Plaza Nueva, la calle
Elvira hasta la puerta del mismo nombre, con el sello de
construcción Nazarí y arco de herradura de caballo.
La austriaca estaba asombrada por la tipicidad de las
construcciones que iba descubriendo por el camino, Felipe detuvo
unos momentos el auto junto a la famosa puerta para que su
acompañante pudiera verla con mayor detalle y
fotografiarla. Luego siguió por la calle Cuesta de la
Alhacaba que bordea toda la muralla del siglo VIII, hasta llegar
al cruce del Camino de Sacromonte con la calle Cuesta del
Chapìz. Estacionó allí el coche y siguieron
a pie el resto del recorrido hasta llegar donde se hallaban la
famosas cuevas todavía habitadas por familias
gitanas.

Dado a que la calle tenía una pronunciada cuesta
y el empedrado de la misma era incómodo para mantener el
equilibrio, Ingelod se agarró del brazo de Felipe,
éste la miró con una sonrisa ofreciéndoselo
gustosamente. A Felipe le estaba cayendo bien la muchacha, de
hecho desde el primer día había sentido una
inclinación de simpatía por ella, desde
hacía bastantes años que no experimentaba ese tipo
de sensación, le parecía haber retrocedido algunos
lustros en su vida.

En ningún momento el catedrático
notó que fuera seguido a prudente distancia por un rubio
turista provisto de una cámara fotográfica, un
plano de la ciudad en el bolsillo posterior de su pantalón
y un algo raído sombrero de lona que en algún
momento habría sido blanco.

Después de visitar las famosas cuevas, en
particular la de María la Canastera, y el Albaicín,
fueron a por el auto para regresar al centro de la ciudad, la
tarde iba ya de caída, y el cielo se teñía
en múltiples tonos rojizos. El "turista" montó en
una motocicleta Vespa siguiéndoles a cierta
distancia.

Felipe estacionó el auto frente al restaurante La
Mimbre, en la avenida del Generalife. –Si le parece
podríamos cenar algo típicamente español,
¿le parece bien?- , le dijo a su invitada.

Les acomodaron en una mesa bien situada en la terraza,
el atardecer era apacible e invitaba a estar al aire libre. La
muchacha dejó que Felipe eligiera el menú, ella
poco antes había confesado no saber nada sobra la cocina
española tan solo había oído hablar en
alguna ocasión de un plato que llamaban
"paella".

En el interludio del aperitivo que el camarero les
había depositado sobre la mesa, pasó muy cerca de
donde se hallaban el individuo que les había estado
siguiendo toda la tarde, llevaba todavía la cámara
fotográfica a cuestas y el plano de la ciudad asomando por
uno de los bolsillos traseros de su descolorido blujeans,
miró de soslayo a la pareja mientras cruzaba las mesas
para entrar en el edificio del restaurante.

Felipe encargó la cena, en el entretanto su
acompañante se había excusado para ir a la toilette
de las damas.

La muchacha fue abordada por el "turista" en la puerta
de la toilette. –Hola, tengo para ti un encargo de
Hamburgo-, le dijo éste en voz baja y
disimuladamente.

Ingelor no le sorprendió lo más
mínimo de la presencia del individuo. -¿Qué
es ello?- preguntó.

-No debes olvidar en ningún momento el objetivo
que se persigue, toma este frasco, deberás mezclarlo con
alguna bebida para que se lo tome, en diez minutos quedará
profundamente dormido por algo más de una media hora,
tendrás el tiempo suficiente para registrar la casa y
tratar de encontrar el documento-, le dijo rápidamente a
la vez que le ponía en la mano una diminuta ampolla de
cristal que contenía un líquido.

El desconocido se metió en el aseo de caballeros
y la muchacha en el de las damas, guardó la ampolla en el
bolso, se puso frente al espejo y sacó la polvera para
retocarse ligeramente el maquillaje, regresando de nuevo a la
mesa.

Mientras les servían el primer plato que
contenía un suculento gazpacho y otro que contenía
unas lonjas de exquisito jamón de Huelva cortadas muy
finamente, Ingelod vio pasar en dirección a la salida del
restaurante al hombre que la había abordado en la puerta
de los aseos. Éste la miró y se tocó el ala
de su desvencijado sombrero con los dedos índice y
corazón a modo de saludo militar. Ingelor miró
inmediatamente a su anfitrión algo azorada, temía
que éste pudiera entrar en sospecha. Pudo comprobar que
Felipe estaba ocupado y con la vista pendiente del plato que
acababan de servirle.

La cena transcurrió con una animada charla, en
especial por parte del catedrático, cuya
conversación giró sobre sus actividades docentes, y
su vida hasta el momento, en Ingelor tenía una excelente
compañera que le escuchaba casi con devota
atención.

Felipe pagó la cuenta del restaurante y fueron a
por el auto, sin prisas cruzaron la ciudad de Granada que
aquellas horas el tráfico había ya mermado
considerablemente, se dirigieron a casa, Lola ya se había
marchado. La excelente temperatura de la noche invitaba a gozar
de ella, se sentaron en el patio en las cómodas butaquitas
de mimbre.

Felipe entusiasmado por la presencia de su bella
invitada, estaba algo más locuaz de lo habitual, la
conversación la mantenía el anfitrión e
Ingelor la escuchaba atenta, el francés de Felipe era muy
fluido, la de su invitada algo inferior, pero a ambos les
valía como hilo conductor de mutuo
entendimiento.

El catedrático le explicaba los planes de visitas
que tenía previsto para el día siguiente, le
propuso visitar las partes más característica de
Córdoba, y la vieja Medina Azahara, la ciudad de los
Califas, sin olvidar la Alambra granadina.

Felipe sacó del bolsillo de su chaqueta la bolsa
que contenía su pipa y la picadura del aromático
tabaco holandés que solía fumar poniéndose a
rellenarla, -¿Le apetece tomar café
Ingelod?-.

-Pues si, por favor, me apetece bastante, a pesar de que
tengo entendido que en España lo toman bastante fuerte, al
igual que los italianos-.

Felipe fue a levantarse pero Ingelor cogiéndole
del antebrazo se lo impidió, -si me permite lo voy a
preparar yo, ¿le importa?-, para ella se le presentaba una
excelente oportunidad para poder llevar a cabo su
plan.

-Cómo no, en el armario de la cocina
encontrará el tarro con café molido, y en la parte
baja la cafetera-.

En poco tiempo Ingelor preparó el café, en
una bandeja de madera que encontró en los armarios de la
cocina, puso dos tazas, el azucarero y cucharillas, llenó
las tazas del humeante café recién hecho, momento
en que aprovechó para verter en una de en ellas el
contenido de la ampollita que el "turista" le había
entregado en el restaurante.

Depositó la bandeja en una mesita cercana a su
anfitrión, el aroma del tabaco de la pipa que Felipe
fumaba se mezclaba agradablemente con el del café, Ingelor
le acercó la taza que ella había preparado con la
sustancia especial, estaba algo nerviosa por el resultado de la
misma.

Felipe dio un largo sorbo al contenido de su taza y
siguió fumando su pipa en el entretanto escuchaba a su
compañera de tertulia, algunos minutos después
intentó levantarse pero le dominaba un intenso
sueño que a pesar de sus esfuerzos era incapaz de dominar,
Ingelod algo temerosa se interesó por su
estado.

-Siento que el sueño se está apoderando de
mi, creo que debería acostarme, no lo tome usted como
descortesía-.

Ingelor sujetándole del brazo le
acompañó hasta la habitación, al llegar
allí se dejó caer sobre la cama quedando
profundamente dormido solo caer en ella, la muchacha
aguardó unos instantes para llevar a cabo sus
propósitos. Registró en primer lugar el dormitorio
en el que se hallaba su anfitrión, sin encontrar nada de
lo que pretendía. Debía darse prisa ya que el
efecto de la sustancia administrada tenía un tiempo
límite de efectividad.

A continuación fue al estudio donde Felipe
efectuaba sus trabajos, procuraba hacer todos los movimientos con
sumo cuidado evitando hacer ruido alguno, no fuera a ser que
despertara .

Abrió un armario de madera barnizada que
había en una de las esquinas, tampoco halló
allí lo que andaba buscando, pasó a registrar un
mueble metálico, en el fondo del mueble encontró
una caja fuerte de regulares dimensiones, cuya parte posterior de
la misma traspasaba el fondo del armario y quedaba sujetada a la
pared. La puerta de la caja tenía doble sistema de cierre
de seguridad, una de ellas era con llave y la otra la
clásica cerradura giratoria de combinación
numérica.

Regresó a la habitación de Felipe para
comprobar el estado de este, registró sus ropas y
halló un llavero con varias llaves, con el se fue a la
caja fuerte para probar las llaves, una de ellas encajaba
perfectamente con el agujero de la puerta, giró a la
izquierda y oyó el clic de los resortes de la cerradura al
desplazarse del alojamiento, pero la puerta no se
abría.

Luego centró su atención con la otra
cerradura de combinación, efectuó varios intentos
pero infructuosamente, probó una serie de combinaciones
que se le ocurrieron, entre ellas el valor "pi" 3,1416 en
distintas posiciones, pensó que quizás un profesor
universitario echaría mano a alguna numeración
sencilla de recordar, pero tampoco obtuvo el éxito
pretendido. Regresó las llaves donde las había
hallado y comprobó que su anfitrión seguía
profundamente dormido, de nuevo volvió al estudio del
catedrático e inició la búsqueda del
documento en los papeles que éste tenía sobre la
mesa de trabajo, no halló nada de lo que andaba buscando.
Comenzaba ya a estar preocupada por no haber obtenido el
resultado esperado a todo el plan que le había sido
encomendado, a la vez que se apoderaba de ella un sentimiento de
fracaso.

Levantó la tapa superior de una carpeta negra que
había sobre la mesa, contenía ésta varios
folios, encendió la lámpara de sobremesa para poder
ver éstos con mayor detalle.

Uno de los papeles tenía las marcas de haber sido
doblado en cuatro partes, le dio la vuelta y comprobó que
contenía un inexplicable sistema de escritura de signos
desconocidos por ella. El corazón le dio un vuelco de
alegría, estaba segura de que tenía en sus manos
una copia del documento que buscaba, pero no podía
llevárselo ya que su anfitrión podía echarlo
en falta, vio detrás suyo una pequeña fotocopiadora
sobre un archivador metálico, la puso en funcionamiento y
sacó dos fotocopias del documento, luego de apagarla
restituyó el documento al interior de la carpeta
acompañando al resto de los que allí habían.
Apagó la luz de sobremesa y salió del estudio sin
hacer ruido alguno, se asomó de nuevo a la puerta de la
habitación de Felipe miró el estado de este y
comprobó que seguía profundamente dormido en la
misma posición.

Ya en su habitación pensó como ocultar las
fotocopias obtenidas. Cogió un sobre blanco que llevaba e
introdujo en su interior una de las copias, rellenó
éste con una dirección de Austria, para la otra
copia dispuso una polvera que llevaba en su neceser de viaje,
dobló el documento hasta reducirle a pequeño
tamaño y lo metió dentro del estuche de
ésta. Luego se dio una buena ducha y se enfundó un
ligero pijama blanco de satén de pantalón cortito y
se metió en la cama.

CAPÍTULO
XVº

En el ampuloso despacho de Georges Pradel de la
universidad de Montpellier mantenía una reunión con
varios de sus colaboradores, intercambiaban opiniones y criterios
respecto a los próximos exámenes del presente curso
lectivo.

Entró en la sala la secretaria del rector que con
toda discreción le puso sobre la mesa una nota de papel
escrita, retirándose a continuación. Georges la
leyó y se excusó con sus colegas para ausentarse
por unos instantes de la reunión.

-Sigan ustedes sin mi por unos momentos, les ruego que
por favor me excusen por unos minutos-.

La nota que su secretaria le había entregado le
decía que llamara al inspector Lacroix. Lo hizo desde un
teléfono de la secretaría.

Marcó el número que Françoise le
había garabateado. -¿Inspector
Lacroix?-.

-Yo mismo señor Pradel, le he llamado por que
tengo algunas buenas noticias para darle, si así se pueden
calificar, le explico; Citamos en la gendarmería al
gerente de la sociedad que alquila el personal a la
lavandería que atiende las necesidades de la residencia
geriátrica, le sometimos a un fuerte interrogatorio,
finalmente después de mucha presión nos
confesó que los dos individuos que había facilitado
a la lavandería el día 17, le habían
amenazado con volarle el negocio mediante un artefacto explosivo
que habían ocultado en alguna parte de la oficina y que
solo podían desactivar ellos, en caso contrario
activarían el detonador por control remoto y
volarían todos por los aires. De otra parte Interpol nos
ha dado respuesta a nuestra solicitud, nos informa que los dos
individuos cuya descripción les facilitamos los tienen
fichados, al parecer pertenecen a una de estas asociaciones de
jóvenes pro-nazis, cada vez por desgracia más
abundantes en Alemania y Europa-.

-Es una buena noticia-, apuntó
Georges.

-Eso no es todo, Iterpol nos ha facilitado las
fotografías de ambos sujetos, las hemos difundido por
todas las gendarmerías del país acompañadas
de una orden de búsqueda y captura firmada por el
Prefecto, vamos a ver si eso nos permite poder echarles el
guante, por los indicios que tenemos, cada vez estoy más
convencido de que son los presuntos secuestradores de este
anciano que usted anda buscando-.

-Yo también lo creo así-.

-Hemos procedido a movilizar unas cuantas brigadas de
gendarmes con perros especializados en búsquedas de
personas desaparecidas que batirán la zona en un radio de
cincuenta kilómetros-.

Georges le agradeció al inspector la deferencia
de haberle informado y quedaron en seguir contactándose a
medida que se produjeran acontecimientos.

Regresó a la reunión que
momentáneamente había abandonado, ésta le
entretuvo todavía algo más de dos horas, al
finalizar la misma cogió su Citroën DS y
regresó a casa deseoso de comunicarse con Felipe. Por un
momento, tuvo la sensación de que un automóvil de
color negro le seguía, pero no prestó más
atención después de ver por el retrovisor que este
se detenía en una estación de servicio.

El pequeño coche de su esposa estaba estacionado
en la puerta de casa, recordó que era el día que a
Jaquie le tocaba ir a buscar a su nieta Noël a la escuela.
Estacionó su automóvil junto al de su esposa, al
salir del coche le pareció ver de nuevo el
automóvil negro que estacionaba al final de la calle, a
unos doscientos metros de donde el se hallaba, se quedó
unos momentos de pié en la acera observando lo que el
conductor del automóvil hacía, finalizada la
maniobra de estacionamiento nadie se apeaba del vehículo,
lo que le motivó todavía mayor intriga e inquietud
a, finalmente decidió entrar en casa y observar el
automóvil discretamente desde una ventana.

Su esposa Jaquie y Noël se hallaban en el comedor
ocupando una buena parte de la mesa, la nietecita había
desplegado sobre la ella algunos libros y cuadernos para hacer
las tareas que en la escuela le habían encomendado.
Saludó a ambas, fue a la cocina y se sirvió un
café que poco antes su esposa había hecho, la
cafetera todavía estaba bastante caliente. Con la taza en
la mano fue hasta al despachito en el que trabajaba cuando estaba
en casa y tenía algo de tiempo para dedicarse a su gran
afición de coleccionar mariposas exóticas, se
acercó a la ventana y apartó con cuidado uno de los
visillos para observar la calle, el automóvil negro
seguía allí.

Pensó en llamar al inspector Lacroix, pero
reflexionó un poco y desistió de ello,
quizás fuese una mera coincidencia, aguardaría algo
más.

Se sentó en la silla giratoria que tenía
junto a la mesa de trabajo y activó su ordenador
portátil con el fin de enviarle un mensaje a su amigo
granadino o si ambos coincidían poder chatear como en
otras ocasiones. Felipe no tenía abierta la línea
de Chat, le envió un escueto mensaje en el que le invitaba
a establecer contacto sobre las nueve de la tarde para poder
informarle de algunas novedades.

Se asomó nuevamente a la ventana y
comprobó que el automóvil negro seguía
allí, sacó de un cajón de su mesa unos
potentes prismáticos que en cierta ocasión
había adquirido en una tienda especializada y que
utilizaba para localizar mariposas cuando iba a la "caza" de
ellas, enfocó éstos al lugar donde se hallaba el
vehículo negro, era un Volkswagen Passat de última
generación, dentro había un solo hombre, no
podía verle muy bien por el reflejo de la luz sobre el
cristal del parabrisas, si pudo apreciar que el individuo fumaba,
pues de vez en cuanto brillaba un pequeño punto de luz y
luego salía algo de humo por la ventanilla de lado del
conductor que estaba parcialmente abierta.

Finalmente decidió llamar al inspector Lacroix,
no estaría por demás que éste enviara a
alguien para averiguar lo que el individuo del misterioso
automóvil pretendía. Marcó el
teléfono que el inspector le había dado, al momento
le tuvo al aparato, -¿Inspector Lacroix?-,

-Dígame señor Pradel-.

Georges le contó todo lo referente al
automóvil negro. –No se preocupe, voy a llamar a la
comisaría de su zona para que envíen una patrulla e
interroguen al sujeto-.

Se despidió del inspector agradeciéndole
su gestión, luego se acercó a la ventana para
seguir vigilando al misterioso automóvil negro. Alrededor
de quince minutos después, éste salió del
lugar donde estaba estacionado efectuando un giro de 180º
desapareciendo de la vista de Georges al doblar la esquina de la
calle, solo tuvo tiempo de memorizar la matrícula, acababa
en 75, el código pertenecía al departamento de
París.

Pocos minutos después llegaba un automóvil
de la policía, que se detuvo muy cerca del lugar en el que
había estado estacionado con anterioridad el misterioso
auto. Se apearon de él dos agentes y pasearon por el lugar
prestando atención a los automóviles que estaban
estacionados, Georges decidió ir a ver a los dos
gendarmes.

Se presentó a los agentes, y les informó
del seguimiento al que le había sometido el individuo del
automóvil negro dándoles también la
matrícula de éste.

-¿Está usted seguro de que se trataba
siempre del mismo vehículo que le había seguido
todo el tiempo?-, preguntó uno de los agentes.

-Si, podría jurar que se trataba del mismo
automóvil-.

En el entretanto el otro agente solicitaba por radio a
la central información de la matrícula que Georges
les había facilitado. Obtuvo respuesta
inmediata.

El agente se acercó y les dijo: -Acaban de
informarme desde la central que esa matrícula pertenece a
un automóvil marca Renault, que fue denunciado su robo
hace algo más de una semana en Strassbourg, junto a la
frontera alemana-.

-Eso viene a confirma mi teoría del seguimiento-,
añadió Georges.

Los agentes asintieron. Georges estaba ahora más
preocupado ya que el individuo del misterioso vehículo,
sabía ya dónde él vivía,
conocía su automóvil y hasta quizás a su
familia, estaba indeciso no sabía que hacer. Finalmente
decidió hablar con Lacroix.

Desde la emisora del automóvil de la
policía pudieron establecer comunicación con el
inspector, después de hablar con Georges, Lacroix dio
instrucciones a uno de los agentes ordenándoles patrullar
con frecuencia por la calle en la que vivía Georges hasta
nueva orden.-No dejen sin vigilancia esta casa-
concretó.

Georges regresó a su casa y fue directo al
ordenador para enviar un mensaje a su compañero Felipe,
deseaba advertirle de los últimos acontecimientos.
Abrió Internet y encontró un mensaje de Jacob
Cohen, en el que le decía que en dos días
volaría a Tel Aviv, para mantener una entrevista con el
jefe de los servicios secretos del Mossad, un viejo amigo de su
padre. No decía más, Georges ya sabía el
motivo del viaje.

El francés respondió al mismo
explicándole los sucesos acaecidos recientemente y le
advertía que procediera con suma cautela, tenía
ahora la evidencia de que eran espiados y controlados sus
movimientos, no había duda alguna.

Acababa de enviar la nota de advertencia a Jacob cuando
se apercibió del parpadeo de la ventanita del Messenger de
su ordenador, procedió a abrir la misma y vio que se
trataba de Felipe que le invitaba a "chatear online".

Estuvieron cruzándose mensajes online algo
más de media hora, Georges le puso al corriente del viaje
de Jacob Cohen a Tel Aviv y del misterioso seguimiento al que
acaban de someterle.

Felipe quedó muy sorprendido e intrigado.
–Esto está tomando un rumbo nada agradable,
¿crees que deberíamos de abandonar la
investigación?-, dijo el granadino.

-No se, no se, de una parte el poder desentrañar
el contenido del documento, como investigador me intriga y me
atrae muchísimo, jamás tuve en mis manos un tema
igual a éste, pero como tu muy bien dices, el asunto
está tomando una dirección y un aire que se aleja
de lo puramente científico, pasando a convertirse en una
labor de investigación detectivesca, policial me
atrevería a decir, ¿no te parece?-.

-Estoy de acuerdo contigo, Felipe. ¿Qué te
parece si contratáramos un profesional para que se ocupara
de ello?, nosotros podríamos aconsejarle en la parte
científica y el se ocuparía de efectuar las
pesquisas, en todo caso un profesional tiene muchos más
recurso y experiencia que nosotros-.

-Aguarda, ahora que me dices, recuerdo a un muchacho
italiano que tuve de alumno hace un par de años. Su padre
tenía en Sevilla una agencia de detectives de cierto
prestigio, recuerdo que en una ocasión me contó que
la agencia había descubierto en colaboración con la
policía española, una red internacional de
falsificadores de billetes de banco, la noticia se publicó
en primera página de los periódicos. El muchacho
era hijo de italiano y española, su padre vino de
vacaciones a España allá por los años
cincuenta y aquí conoció a su madre-.

-Podría ser una buena solución,
¿tienes medios de localizarle?-.

-Creo que si podré, hizo buenas amistades
aquí en Granada, no te preocupes me ocuparé de ello
pasado mañana, creo que no te había contado que
tengo en casa un huésped, una dama que tu
conoces-.

-¿No me digas que tienes en tu casa a la muchacha
de Viena?-

-Pues así es, recordarás que ella
seguía viaje hasta Sevilla, desde allí me
llamó y la invité a visitar Granada. Por cierto
mañana vamos a ir a visitar Córdoba-.

-Ay, ay, viejo zorro, cuídate mucho, su juventud
puede hacer mella en tu salud-, le dijo bromeando.

-Es una muchacha sumamente culta y educada, no seas mal
pensado-.

-Bien, no digo más al respecto, cuídate,
a revoir-.

Acordaron para comunicarse al día siguiente y
ponerse al corriente de lo que hubiese podido acaecer.

CAPÍTULO
XVIº

Jacob Cohen, llegó al aeropuerto Ben
Gurión de Tel Aviv en un vuelo tempranero de la
compañía El Al, al descender por la escalerilla del
avión se fijó en los varios aviones de combate de
la fuerza aérea israelí situados
estratégicamente como si fueran centinelas permanentes que
guardaran el territorio. Le esperaba en el aeropuerto un oficial
del Mossad vestido de paisano, el amigo de su padre se
había preocupado de que la entrada de Jacob al país
fuera lo más discreta posible, el Mossad tenía como
norma básica mantener presencia en todas partes sin llamar
la atención.

Jacob había efectuado por Internet reserva de
habitación en el Dan Hotel Tel Aviv, un moderno y
confortable hotel en la orilla del Mediterráneo. Su
acompañante Yashin le dejó en recepción
indicándole que vendría a por él alrededor
de las once de la mañana.

Después de registrarse subió a la
habitación de la cuarta planta, le habían dado una
con vistas al mar, se asomó a la terraza para ver el
paisaje, algo que allá en Varsovia no podía gozar,
le cegó la fuerte luz solar a la que sus ojos no estaban
habituados, en esta parte del mundo precisamente estaban sobrados
de el y sin embargo escasos de agua, situación que en su
país se invertía.

Desde el balcón divisaba una buena parte de la
perimetria del edificio, observó la fuerte
protección del ejército y la policía
israelí en los lugares en los que había una
considerable concentración humana. En cada extremo de los
jardines del hotel patrullaba una pareja de soldados armados con
el chaleco antibalas puesto, además de los que
también patrullaban por la calle y la playa, era un modo
disuasorio para evitar posibles ataques terroristas.

Sacó sus pocos enseres de la maleta
colocándolos en el

armario, se dio una reconfortante ducha y se
vistió con ropas algo más livianas de las que se
había puesto unas horas atrás en Varsovia donde la
temperatura era todavía algo fría.

Bajó a la cafetería para tomar un
té que le sirvieron en una mesa que eligió en la
terraza frente al mar, una camarera amable y linda le
atendió con solicitud, a pesar de que Jacob hablaba
perfectamente hebreo su acento centroeuropeo le delataba, la
muchacha le sirvió la infusión acompañada
con una pieza de pastelería autóctona.

Sentado en la terraza, el sol a las diez de la
mañana comenzaba a caer con cierta fuerza que le obligaba
a protegerse los ojos haciendo una visera con una de sus manos
para que éste no le cegara, la camarera al observar la
incomodidad que le producía al cliente, desplegó un
toldo de lona que solucionó tal incomodidad. Jacob le
dirigió una sonrisa y un gesto de agradecimiento por su
amabilidad y atención al que esta correspondió.
Todo el tiempo que Jacob estuvo ocupando la mesa de la terraza la
camarera no abandonó ni un solo momento un lugar
próximo al que éste ocupaba. Jacob ignoraba que la
muchacha tenía órdenes específicas del
director del hotel para que nadie se acercara al
huésped.

No había acabado de tomarse la infusión
cuando Itzak Yashin asomó por la puerta de la terraza,
Jacob le hizo un gesto para que éste tomara asiento junto
a él, pidió también la misma bebida que su
anfitrión. Jacob se interesó por la
organización del Mossad y de los distintos departamentos
en que este dividía sus actividades.

-El Mossad fue fundado por allá 1951 por aquel
entonces el primer ministro, David Ben Gurion, del que
también fue su primer director, luego ha ido evolucionando
pero se mantiene en la esencia y espíritu de su fundador :
"Para nuestro país que desde su creación ha
estado amenazado por sus enemigos, la Inteligencia constituye la
primera línea de defensa, debemos de aprender bien lo que
está pasando a nuestro alrededor
",
y así
se ha hecho. Desde entonces nuestra organización cubre
todo el planeta estando bien departamentada en 15 áreas o
regiones geográficas especializadas, por cuestiones de
seguridad, hasta 1999 el cargo de director fue estrictamente
secreto, nadie sabía quién lo dirigía. La
sección más grande es la que se responsabiliza del
servicio de espionaje que se ampara en las oficinas y Consulados.
La sección de servicios especiales llamada también
Metsada, dirige los asesinatos o actos de sabotaje, los proyectos
de guerra paramilitares , y psicológicos. Son
terriblemente eficaces.

La L.A.P. (Lohamah Psichlogic Department), es
responsable de la propaganda y la Guerra.

Eli C. fue un famoso espía que durante
años estuvo infiltrado en la cima del gobierno sirio,
transmitía información por radio, hasta que dos
años después fue descubierto y fusilado. Otro
agente Wolfgang Lotz, se estableció en El Cairo y obtuvo
de los técnicos alemanes que trabajaban en el proyecto de
fabricación de un nuevo cohete egipcio, la
información del lugar donde los construían y
guardaban. En 1962 en un esfuerzo para intimidar a los alemanes,
algunos científicos importantes de este programa, fueron
asesinados.

En 1960 el Mossad llevó acabo una de sus acciones
más famosas, el secuestro del criminal de guerra nazi
Adolf Eichmann que se encontraba refugiado en Argentina, con la
ayuda del doctor Simón Wiesenthal, que aportó
documentación básica para poderle prender, fue
juzgado y condenado a muerte en Israel. Puedo asegurarle
señor Cohen que nuestra organización se halla entre
las más eficaces y mejor informadas del mundo-.

Jacob quedó muy impresionado por la
información tan confidencial que Yashin le dio,
había oído explicar a su padre de la efectividad de
esta organización, pero ahora había podido
comprobar que se había quedado corto.

-Le agradezco Yashin su confianza, en realidad no
esperaba tanto-.

-Si le he explicado todo esto es debido a que viene
usted muy bien recomendado por el señor Wiesental, hace
unos días recibimos desde Viena una nota especial respecto
a usted y su padre firmada por éste. Si le parece vamos a
la Central, nos aguardan en media hora, aunque no está
lejos de aquí-.

En algo más de media hora entraban con el
automóvil en el interior del bunker de una de las
organizaciones de espionaje y contraespionaje más famosas
y temidas del planeta.

En la puerta de acceso a las oficinas fue registrado
minuciosamente y hasta le tomaron las huellas digitales que
compararon con unas que tenían en el ordenador para
identificarle, algo que sorprendió a Jacob, no
podía imaginar cómo les habían podido llegar
hasta ellos sus propias huellas dactilares. Aquí
venía a demostrarse la eficacia de la
organización.

Entraron en un ascensor forrado totalmente su interior
con lámina de acero inoxidable, bajaron algunas plantas,
Jacob no pudo calcular cuantas, ya que el descenso era muy veloz
y exento de ruido, casi no daba la sensación de
desplazamiento, dentro del mismo no había ningún
tipo de indicación que dijera en que planta uno se
hallaba, estaba exento de pulsadores para seleccionar el piso
donde uno deseara detenerse, observó en una de las
esquinas del techo una diminuta cámara de video. Se
abrió la puerta y un agente de seguridad les
acompañó a través de un largo corredor de
paredes de hormigón que finalizaba en una gran sala llena
de mesas y ordenadores, en la que trabajaban unas cuarenta
personas, cruzaron la misma sorteando algunas mesas hasta llegar
una puerta de acero bruñido que se abrió corriendo
a un lado toda ella. Se acercó a ellos un hombre de unos
sesenta años, muy bien vestido, de cara afable y cabello
níveo en su totalidad, pero a la vez de rasgos que al
mismo tiempo le daban firmeza, le alargó la mano a Jacob
mientras le decía : -Sea usted bien venido entre nosotros
señor Cohen-. Le cogió familiarmente de un brazo y
le acompañó hasta una mesa redonda con cuatro
cómodas butacas de cuero negro. Tomaron asiento, en el
centro de la mesa había una humeante tetera de fina
porcelana y en la misma bandeja cuatro tazas de té.
–Sírvase si le apetece-, le dijo el
hombre.

-Disculpe señor Cohen por no haberme presentado,
soy Ilia Goldberg, el jefe de éste departamento,
aquí tratamos de descifrar mensajes, códigos en
clave que nuestro personal nos envía, en una palabra,
tratamos de convertir un rompecabezas en frases inteligibles y
ordenadas-, dijo eso con una gran naturalidad, Jacob vio en
él un hombre de una gran personalidad pero que sobretodo
inspiraba confianza. –Tengo entendido que nos trae usted un
misterioso documento hallado en circunstancias muy
especiales-.

-Así es señor Goldberg, unos amigos
míos, compañeros antaño de estudios, me
trajeron este misterioso documento cuya escritura hemos sido
incapaces de descifrar a pesar de que ellos son autoridades en el
conocimiento de lenguas que muchas de ellas han desaparecido
desde hace siglos del uso habitual-. Jacob abrió a
continuación el portafolios de piel que llevaba y
sacó una fotocopia del documento entregándosela a
continuación a su interlocutor.

Este se quedó mirándolo detenidamente, se
diría que concentraba toda su atención para
adivinar de inmediato el contenido del mismo, cambió de
posición el papel en un par de ocasiones, finalmente
después de un ligero suspiro, se dirigió a Jacob
:.

-Es realmente extraño y a la vez original, no
había visto todavía nada igual, pero no se
preocupe, antes o después hallaremos el hilo que nos
conducirá a desentrañar su misterioso contenido.
Ahora ¿porqué no me cuenta en que circunstancias
fue hallado, el cuál y el cómo?, esto quizás
pueda facilitarnos alguna pista, no obvie nada, cualquier dato
por nimio que pueda a usted parecerle podría ser
importante para los hombres de nuestro departamento de claves que
trabajarán en ello-.

Jacob le informó de todo cuanto sabía y le
habían contado sus compañeros Felipe y Georges,
desde que el primero adquirió el libro que contenía
oculto el documento, hasta la desaparición del
único sobreviviente de la familia de banqueros franceses
que habían sido los últimos propietarios de dicho
libro. La reunión duró algo más de tres
horas, a la salida del edificio, Yashin, su acompañante,
le dejó en el hall del Hotel, al despedirse le
preguntó cuanto tiempo pensaba quedarse en Israel,
-Estaré solo un par de días más,
visitaré a unos amigos y familiares en Jerusalem y luego
regresaré a Varsovia-.

-Entonces, le deseo una feliz estancia entre nosotros,
espero que volveremos a vernos-, se estrecharon las manos al
despedirse. Se quedó unos instantes en el hall viendo como
Jacob tomaba el ascensor para subir a la habitación.
Yashin se giró a la derecha e hizo una seña con la
cabeza a un individuo que con aspecto de turista estaba mirando
los escaparates de la mini tienda de souvenirs del lobby,
éste y una mujer con aspecto similar, tomaron
también el siguiente ascensor. Durante la estancia de
Jacob en Israel estas dos personas pertenecientes al Mossad
serían sus invisibles acompañantes.

Al mediodía bajó al lobby y buscó
un ordenador para poder enviar algunos mensajes por Internet, el
hotel disponía este servicio gratuito para sus clientes.
Envió simultáneamente un breve mensaje a Georges y
Felipe en el que les explicaba algunos pormenores de su
entrevista, luego otro a su padre en el que venía a
decirle algo similar al anterior, simplemente le confirmaba que
al día siguiente visitaría a sus familiares en la
ciudad Santa. Aguardó a que el sol bajara en intensidad y
salió a pasear por la ciudad, en ningún momento se
apercibió de la presencia de los dos "turistas" que le
daban discreta escolta.

Al regreso del paseo pidió en la recepción
que le localizaran un hotel en Jerusalem y le reservaran
habitación para dos noches, se dirigió a la
cafetería para tomar un té y algunas pastas dulces,
ésta era una costumbre tradicional en su familia y en
general a sus congéneres.

Al recoger la llave en el mostrador de recepción,
le dieron un sobre cerrado con el membrete del hotel, lo
abrió mientras se dirigía al ascensor. Sacó
de éste una nota en la que le informaban de la reserva de
habitación :. " Reservada habitación para
dos noches en el Park Hotel, calle Vilnay, 2, de
Jerusalem
", se metió la nota en el bolsilla de
la chaqueta y entró en el ascensor.

Al día siguiente por la mañana
salió temprano del hotel, tomó el automóvil
que había alquilado y enfiló por la carretera que
comunica Tel Aviv con Jerusalem, durante el corto viaje pudo
apreciar la fantástica transformación que en los
pocos años de su existencia había efectuado el
Estado de Israel en aquel yermo y santo país.

Le vino a la memoria una frase que le oyó decir
en una ocasión a su padre respecto al actual estado de
Israel, "Desde hace dos mil años, no ha habido paz
en este territorio, en ningún lugar Santo del mundo han
corrido tantos ríos de sangre
",
a Jerusalem se le
ha llamado "Princesa de la Paz", que gran
contrasentido. En ningún lugar se ha luchado con
tanto ardor y con tanto odio. Desde los tiempos de Cristo, la
ciudad fue invadida once veces y arrasada en cinco ocasiones.
Tres grandes religiones, el judaísmo, cristianismo e
islamismo, hicieron de ella la manzana de la discordia, tampoco
en otro lugar se ha rezado tanto, como dijo, Peter
Bamm.

Sobrepasó el acceso al aeropuerto Ben
Gurión y al poco comenzó a divisar las colinas de
Jerusalem, a pesar de ser todavía primavera, el día
se despertaba con calor seco, a Jacob se le secaba la nariz y
tenía alguna dificultad para respirar cómodamente,
se detuvo en una gasolinera y compró unas gafas de sol y
una botella de agua, sus ojos no estaban habituados a aquel
chorro de luz intensa que Helio enviaba a aquella tierra, en su
país, Polonia la luz solar, cuando la había, era
menos luminosa, sin embargo imperaban los tonos verdes en el
paisaje.

Sin apenas darse cuenta llegó al acceso principal
de la ciudad Santa, preguntó a un soldado que patrullaba a
pie, por la situación del hotel, este le dio algunas
indicaciones y no tuvo problema para encontrarle, se vio obligado
a dar algún rodeo hasta llegar al punto de destino ya que
muchas de las calles de la zona antigua de la ciudad eran
peatonales y no era posible circular por ellas con ninguna clase
de vehículo.

Después de identificarse en recepción,
subió a la habitación que le había sido
asignada y desde allí llamó a sus parientes y
amigos.

La habitación contigua fue ocupada discretamente
por la pareja de "turistas" que habían salido de Tel Aviv
al mismo tiempo que Jacob lo hiciera.

El señor Goldberg entregó una copia del
documento que Jacob Cohen le había entregado al equipo
especializado en investigación caligráfica y
jeroglífica para que fuera sometido a minucioso estudio.
Algunas horas después, sabían de él mucho
más que Felipe, Georges y Jacob.

Jacob se encontró con los primos lejanos de su
padre que pasaron a recogerle por el hotel, le llevaron, como no,
a visitar el Muro de las Lamentaciones. Desde la fundación
del estado, los jordanos habían prohibido a los
judíos rezar ante el máximo santuario del pueblo
hebreo. Este muro son los únicos restos del templo que los
romanos destruyeron. Está compuesto de ciclópeas
piedras de sillería de más de 1,80 de alto y casi
11 metros de largo algunas de ellas. Desde la guerra
relámpago de Israel en la península del
Sinaí en junio de 1967, y la conquista de la ciudad
antigua de Jerusalem, los judíos piadosos pueden volver a
realizar sus oraciones ante el Muro, los viernes y días
festivos hombres de largas barbas rezan, besan y lloran la
destrucción del templo.

Aún hoy en día es difícil visitar
la ciudad de Jerusalem sin sentir su gran carga emocional, es la
ciudad de las mil caras y las mil interpretaciones, en especial
si se ha visitado antes de la guerra relámpago de 1967,
cuando la ciudad vieja de Jordania no había sido
conquistada por el ejército israelí.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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