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El método de la economía política según Marx (página 2)



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Una
pequeña aclaración a cargo del propio
Marx

Sacristán nos dice que en el ámbito de la
teoría del conocimiento todos estamos habituados a hablar
de un ascenso de lo particular a lo general, que cuando pasamos
de la percepción de tal o cual perro a la idea de
mamífero ascendemos a lo general. Y por esa razón
le resulta contradictorio que Marx afirme que hay ascenso del
conocimiento cuando se pasa de lo abstracto a lo concreto. No
creo que una afirmación contradiga a la otra.
Tendríamos que ser más preciso en el uso de esos
conceptos, que como todos los conceptos tienen muchos contenidos
y muchas relaciones de sentido. Así que prestemos
atención a lo que dice el propio Marx en el prefacio de la
Contribución a la Crítica de la Economía
Política
: "Suprimo un prólogo general que
había esbozado porque, después de reflexionar bien,
me parece que anticipar resultados que quedan todavía por
demostrar podría desconcertar, y porque el lector que
tenga la bondad de seguirme tendrá que decidirse a
elevarse de lo particular a lo general".

Marx lo deja bien claro: el lector que tenga la bondad
de seguirlo, tendrá que decidirse a elevarse de lo
particular a lo general. ¿Y por qué deberá
hacerlo? Porque Marx desde el principio hasta el final de su
texto no cesa de elaborar conceptos. Y como los conceptos,
según afirma el propio Marx, se elaboran con percepciones
y representaciones, suponen un ascenso de lo particular a lo
general. Me ha parecido conveniente traer a colación esta
cita para demostrar que aquello que afirma Sacristán, que
es un uso corriente del lenguaje hablar del ascenso de lo
particular a lo general, está contenido en las propias
ideas de Marx. Y Marx es, sin duda, el más grande de los
hegelianos que han existido. Y el hecho de que se afirme que se
asciende de lo particular a lo general, no entra en
contradicción con la afirmación de que
también hay ascenso en el conocimiento cuando se pasa de
lo abstracto a lo concreto.

Las
categorías filosóficas

El lector se habrá percatado que en este tema se
han puesto en circulación algunas categorías
filosóficas de cierto grado de complejidad y
difícil manejo. Creo que Sacristán comete un error
cuando iguala lo abstracto con lo general y lo individual con lo
concreto. Sin duda que de lo individual se puede afirmar que es
un concreto, pero también se puede afirmar que tiene
componentes abstractos. En este ámbito siempre hay que
hilar muy fino para no llevar a confusión a las personas
no especializadas en estos menesteres; por esa razón
expondré primeramente el contenido de estos conceptos y
después las ideas de Marx sobre el método de la
economía política.

Para que se hagan una idea de lo sutiles que tenemos que
ser con el uso de estas categorías, empezaré con un
ejemplo extraído del propio texto de Marx. Según
Marx y en el ámbito del conocimiento económico del
mundo, parece que lo correcto es arrancar de lo real y de lo
concreto. Por lo tanto, en la economía debería
empezarse por la población, que es la base y el sujeto de
la producción. Pero al instante Marx plantea una
objeción: la población es una abstracción si
dejo a un lado las clases que la forman. ¿Comprenden ahora
la sutiliza de la lógica dialéctica? La
población es, sin duda, lo concreto; pero al tiempo puede
ser una abstracción si no tengo en cuenta las clases que
la forman. Dicho de otra forma: la población puede ser en
un sentido lo concreto y en otro sentido lo abstracto. Estas
formas del pensamiento, la posibilidad de que de algo se pueda
afirmar una cosa y su contrario, les resulta muy difíciles
de asimilar y de aceptar a los pensadores educados sólo en
la lógica formal. Y esto sucede porque no se percatan que
una sola categoría, como por ejemplo "población",
encierra tantas cosas y aspectos que resulta del todo imposible
comprender todo su extenso y profundo significado con una sola
representación.

Lo concreto y lo
abstracto

Un objeto considerado como totalidad es un concreto y
cada una de sus partes es un abstracto o determinación
simple. Una mesa, por ejemplo, como totalidad es un concreto; y
sus partes, el tablero y los pies, son sus elementos abstractos.
Un edificio como totalidad es un concreto; y sus partes, sus
columnas, sus plantas, sus ventanas, su instalación
eléctrica y un largo etcétera son sus elementos
abstractos.

Más de un lector se encogerá de hombros y
dirá: es la primera vez que oigo que el tablero o los pies
de una mesa deban ser considerados elementos abstractos. Y yo
responderé siguiéndole en principio el juego de su
crítica: el pie de una mesa considerado de forma aislada y
en sí mismo es un concreto. Y sus partes: su forma, su
color, su tamaño y su peso son sus partes abstractas. El
lector que me ha seguido en esta explicación se
quedará más contento y dirá: ahora sí
estamos de acuerdo, la forma y el color sí son partes
abstractas, no las que decía usted anteriormente. Y yo
responderé: la forma y el color de un pie de una mesa
parecen ser verdaderas partes abstractas porque son partes
inseparables de dicho pie. Sólo por medio de la mente
podemos separarlas. De ahí que por esas razones, por ser
partes inseparables y por ser asequibles sólo por medio de
la mente, a la forma y el color se les considera acertado
catalogarlas como partes abstractas.

Pero la cosa tiene más complejidad de lo que
hasta aquí ha salido a relucir. Retornemos de nuevo a la
mesa. Pensemos en las partes que la constituyen pero
añadiendo dos partes más que las mencionadas
anteriormente: tablero, pies, color y forma. Con respecto a esas
partes, y ayudándonos de Edmund Husserl, diremos: el
tablero y los pies son partes independientes, mientras que el
color y la forma son partes no independientes. Para muchos
lectores sólo las partes no independientes merecen ser
llamadas partes abstractas, pero lo cierto es que cualquier parte
de una totalidad sea independiente o no independiente debe ser
llamada abstracta. ¿Y por qué es razonable llamar
abstracta a cualquier parte de una totalidad? Porque separar una
parte de una totalidad, ya sea física o mentalmente, es
una operación de abstracción. Y toda parte
abstraída o restada de una totalidad merece ser llamada
abstracta, puesto que su sentido y valor sólo lo tiene
formando parte de la totalidad a la que pertenece y no
considerándola aisladamente. Recuerden que Marx
decía que la población es una abstracción si
no tenemos en cuenta las clases que la constituyen; y de las
clases sociales decía que igualmente es una
abstracción si no tenemos en cuenta las bases sobre las
que asientan: el trabajo asalariado, el capital. De todos modos y
con el fin de contentar a los usuarios del lenguaje corriente,
podemos llegar al siguiente acuerdo: a las partes independientes
de una totalidad las llamaremos abstractos independientes, y a
las partes no independientes las llamaremos abstractos no
independientes.

El concepto y la
abstracción

Manuel Sacristán formula dos críticas
fundamentales a Marx, a Hegel y a los hegelianos: una, que no hay
ascenso cuando se pasa de lo abstracto a lo concreto, sino cuando
pasamos de lo concreto a lo abstracto; y dos, que los hegelianos
siempre han identificado concepto general con concepto vago. No
creo que esas dos críticas sean acertadas. No sé
que hegelianos piensan de ese modo, lo que sí sé es
que Hegel no piensa así; y eso es lo que pretendo
demostrar a continuación. En la sección titulada
"Del concepto en general" de la monumental obra de Hegel
titulada Ciencia Lógica, podemos encontrar la
posición del filósofo alemán en torno a la
abstracción y al concepto. Y se la paso a
explicar.

Para la percepción y la representación el
mundo se presenta como una multiplicidad carente de unidad.
Pensemos sólo en las mesas a lo largo de dos siglos: se
presentan como una enorme multiplicidad con infinidad de
diferencias en sus diseño, material, color y
tamaño. "Y el intelecto –así se expresa
Hegel- se acercaría a esa multiplicidad, la
llevaría a unidad, y la elevaría mediante la
abstracción a la forma de la universalidad". Queda probado
entonces que Hegel habla de elevación cuando se pasa de lo
particular a lo universal.

Vayamos ahora a la segunda cuestión: a la
valoración epistemológica sobre la
abstracción. Hegel critica la idea de las personas que
piensan que la existencia sensible de las cosas es mejor que su
existencia como concepto. Esta clase de personas considera que lo
abstracto es más pobre que lo concreto justamente porque
lo abstracto deja de lado mucha parte de la materia que
encontramos en lo concreto. Y frente a esta posición
crítica, Hegel se manifiesta en estos términos: "El
pensamiento abstractivo no debe considerarse solamente como un
poner de lado la materia sensible, que por eso no sufriría
ningún perjuicio en su realidad, sino que más bien
constituye la superación y la reducción de
aquélla, considerada como pura apariencia, a lo esencial,
que se manifiesta sólo en el concepto". Así que
Hegel considera el concepto, el poder del pensamiento
abstractivo, como el modo de superar la apariencia de las cosas
para reducirlas a su esencia.

Esta sección de la Ciencia de la
Lógica
de Hegel provoca tal impresión en
Vladimir Ilich, que en sus Cuadernos Filosóficos
se expresa con todo este enorme entusiasmo: "Hegel tiene toda la
razón frente a Kant. El pensamiento que avanza de lo
concreto a lo abstracto no se aleja de la verdad, sino que se
acerca a ella. La abstracción de la materia, de una ley de
la naturaleza, la abstracción del valor, etc.; en una
palabra, todas las abstracciones científicas reflejan la
naturaleza en forma más profunda, veraz y completa".
Queda, por lo tanto, probado dos cosas: una, que para Marx y
Hegel, y ahora incluimos también a Vladimir Ilich, hay
ascenso y avance cuando se pasa de lo concreto a lo abstracto; y
dos, que las abstracciones reflejan la naturaleza de forma
más profunda, veraz y completa que la percepción.
Luego es falso que los marxistas y los hegelianos identifiquen
los conceptos generales con los conceptos vagos. (Es posible que
haya ciertos hegelianos, y tal vez a ellos se refiera
Sacristán, que identifiquen conceptos generales con
conceptos vagos. Yo los desconozco. Lo que sí sé es
que dos grandes hegelianos como los son Karl Marx y Vladimir
Ilich no lo hacen).

Lo universal
abstracto y lo universal concreto

Hegel, en la Introducción a la Ciencia de la
Lógica
, distingue entre lo universal abstracto y lo
universal enriquecido con las particularidades. Afirma que quien
estudia en un primer momento la Lógica puede comprenderla
y penetrarla, pero su extensión, profundidad e importancia
no puede apreciarla al comienzo. Sólo a partir del
conocimiento más profundo de otras ciencias el elemento
lógico se eleva para el espíritu, no como lo
universal abstracto, sino como lo universal enriquecido con las
ciencias particulares. Así que en principio la diferencia
entre lo universal abstracto y lo universal concreto, entendiendo
por universal concreto lo universal enriquecido por las
particularidades, reside en cierta calidad cognoscitiva que se da
en el sujeto: aquel que sólo ha estudiado la lógica
permanece en el reino de lo universal abstracto, mientras que
aquel que estudia la lógica después de haber
estudiado las ciencias particulares penetra en el reino de lo
universal concreto. ¿Por qué? Porque su
conocimiento de lo universal, en este caso de la Lógica,
ha sido enriquecido previamente por el conocimiento de las
ciencias particulares.

Esta diferencia entre lo universal abstracto y lo
universal concreto también la plantea Hegel en el
ámbito de la ética. Les pongo un ejemplo: pensemos
en un joven de veinte años que defiende la paz con toda la
fuerza de su corazón y toda la conciencia de la que
dispone. Pensemos ahora en un hombre de ochenta años que
haya vivido el horror de dos guerras civiles y que haya estado
luchando toda su vida por la paz, organizando movimiento sociales
e incluso promoviendo cambios legislativos universales a favor de
una justicia mundial. Para el joven la paz es un universal
abstracto, mientras que para el octogenario es un universal
enriquecido por las particularidades que le tocó vivir.
Hegel lo plantea en estos términos: para el joven la
palabra paz no tiene el significado y alcance que tiene en el
hombre dotado de una profunda y dilatada experiencia de vida.
Sólo este último expresará la palabra paz
con la toda la fuerza de la sustancia que la contiene.
Aquí Hegel se expresa de forma muy materialista y hace
recaer en el sujeto y en su experiencia de vida, en su
práctica, un cambio de valor epistemológico de lo
universal: el universal es abstracto en la persona con poca
experiencia del mundo, mientras que el universal es concreto en
la persona con una rica y larga experiencia de vida.

El método
de la economía política

En vez de hablar de lo concreto y de lo abstracto en
general, que es el modo en que plantea Manuel Sacristán la
crítica a Marx, hablemos del modo particular en que es
usado por el autor de El Capital. No olvidemos nunca que
nos encontramos en una esfera de saber determinada, la
economía, y en una fase de desarrollo histórico
igualmente determinada, mitad del siglo XIX. Cuando Marx habla de
que hay que partir de lo concreto, entiende por concreto la
población, la nación y el Estado. Y entiende por
abstracto los siguientes elementos: las clases sociales, el
trabajo asalariado, el capital, la división social del
trabajo, los precios, el dinero, y un largo etcétera.
Recuerden lo que ya decía en el apartado que titulé
categorías económicas: la población
es también una abstracción si no tengo en cuenta
las clases que la constituyen; y a su vez las clases que la
constituyen son una abstracción si no tenemos en cuenta
las bases sobre las que descansa: el trabajo asalariado, el
capital, la división social del trabajo, etc.

Pongamos un ejemplo analógico que nos facilite
las cosas. Hablemos de un edificio de ocho plantas. Una vez
construido el edificio es una totalidad concreta; y es concreto
porque es una síntesis de muchas determinaciones.
Cuáles son los componentes abstractos del edificio o sus
determinaciones simples: los cimientos, las columnas, las
plantas, las paredes, las ventanas, las puertas, las escaleras y
el ascensor, las instalaciones eléctricas, los
desagües, las cañerías y un largo
etcétera. Sin duda que para conocer el edificio podemos
partir de lo concreto, del edificio ya fabricado y habitado, y de
ahí llegar a sus determinaciones más simples como
las enumeradas anteriormente. Pero también podemos conocer
cómo fue construido el edificio y entonces veremos que el
punto de partida no es lo concreto sino lo abstracto: se empieza
haciendo los cimientos, después levantado las columnas,
luego las plantas y las escaleras, más tarde las paredes,
las puertas y las ventanas, y así hasta acabar de hacerlo.
Vemos entonces que la construcción del edificio, como la
fabricación o elaboración de cualquier otro valor
de uso, es un proceso que se mueve de lo abstracto a lo concreto.
Así que el modo en que piensa Marx que deben ser
elaboradas las teorías económicas, de lo abstracto
a lo concreto, es el modo en que se hacen las cosas en la
realidad

La
representación caótica del todo

Las reflexiones sobre el método de Marx se
refieren a la historia de la economía política,
donde distingue dos fases: su inicio que lo sitúa sobre el
siglo XVII, y su fase de ciencia desarrollada que la sitúa
entre la mitad del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Con la
expresión "representación caótica del todo"
se refería Marx pues al inicio de la economía
política. Y este fue su razonamiento. Lo correcto parece
que es empezar con lo que hay de concreto y real en los datos. En
el caso de la economía política lo correcto
será entonces partir de la población. Pero la
población es una abstracción si dejo a un lado las
clases sociales que la componen. A su vez las clases sociales es
una expresión sin sentido si ignoro los elementos sobre
los que reposa: el trabajo asalariado, el capital, etc. Pero el
trabajo asalariado y el capital carecen de contenido si no
tenemos en cuenta que ambos presuponen la división del
trabajo, el dinero, los precios etc. Por lo tanto, si parto de la
población, obtendré una representación
caótica del todo. Lo que bajo el punto de vista de la
percepción y de la representación se me presenta
como concreto, bajo el punto de vista del concepto se manifiesta
de forma abstracta.

De lo concreto a
los conceptos simples

Lo cierto fue que la economía política en
su inicio partió de lo concreto, de la población,
pero mediante el análisis, llegó a determinaciones
simples o a relaciones simples: la mercancía, el dinero,
los precios, el trabajo asalariado, el capital, la
división del trabajo, etc. Esta fue una fase necesaria en
el desarrollo de la ciencia económica. Esta primera fase
recorrida por la economía política Marx la describe
como la fase en la que lo concreto se volatiza en abstracta
determinación. Es como si una máquina la
descompusiéramos en sus partes más simples y las
esparciéramos sobre la mesa: nos daría la idea de
una totalidad caótica, no orgánica, o expresado al
modo filosófico de Marx: el todo se ha volatizado en sus
partes. "Volatizado" significa aquí que las partes se nos
escapan de nuestro control, que han perdido el sentido de su
relación en una totalidad orgánica, que han perdido
el sentido del todo. Sacristán y otros pensadores en vez
de buscarle el sentido filosófico que tienen ciertas
expresiones de Marx, como esta que comentamos, se limitan a
catalogarlas como simples metáforas o juegos del
lenguaje.

Lo concreto como
rica totalidad de determinaciones y relaciones
diversas

Manuel Sacristán afirma que Marx intentó
sacar la concepción sobre el método que
heredó de Hegel de los marcos idealistas, y que para ello
estableció la distinción entre lo concreto real y
lo concreto del pensamiento. Yo no estoy de acuerdo con esta
afirmación. Aquí hay dos cosas que aclarar: una,
cómo concibe Marx el conocimiento en el ámbito de
los problemas que estamos estudiando, y dos, cómo explica
la conciencia filosófica. Empezaré por la segunda.
Marx afirma que para la conciencia el movimiento de las
categorías aparece como el verdadero acto de
producción cuyo resultado es el mundo. No hay nada de raro
en ello: la conciencia filosófica sólo puede
producir el mundo con el único método que puede
hacerlo: por medio del movimiento de las categorías. Pero
Marx no contrapone la conciencia filosófica al mundo real,
el concreto real al concreto del pensamiento, al menos no lo
contrapone en el modo en que lo plantea Sacristán. Lo que
hace es formular dos afirmaciones de puro carácter
materialista: la conciencia filosófica está
determinada de tal modo que, por una parte, el pensamiento que
concibe es el hombre real, y por otra parte, el mundo concebido
es el único mundo real. Se trata no de contraponer el ser
ideal al ser real, sino de plantear que el ser reflejado es el
ser real. La persona que vemos todas las mañanas en el
espejo no es un ser de otro planeta o un ser de origen
desconocido, sino nosotros mismos.

Vayamos ahora por la primera cuestión, por el
modo en que Marx concibe el conocimiento en este ámbito de
problemas. Marx distingue dos fases en el conocimiento
económico del mundo: la que va de lo concreto a lo
abstracto y la que va de lo abstracto a lo concreto. Y ambas fase
son necesarias. Los primeros economistas cuando partieron de lo
concreto terminaban en lo abstracto, en las relaciones más
simples: el dinero, la división del trabajo, el valor de
uso, el valor. Y en esa fase el todo se presentaba como un todo
caótico. No podía ser de otro modo. No se
conocían las partes con sus mutuas relaciones que
constituían el todo. Pero una vez que se conquistaron para
el conocimiento las determinaciones simples, se llevó a
cabo el camino inverso: de las abstracciones se volvió a
lo concreto, con las categorías simples se
construyó lo concreto, se volvió a la
población, pero esta vez con una rica totalidad de
determinaciones y relaciones. Y en esto tampoco hay nada de
extraño: Una vez que conocemos las determinaciones
más simples de un todo, nos representaremos ese todo no de
forma caótica sino de forma enriquecida y
orgánica.

La
elevación del conocimiento

Manuel Sacristán aplica la expresión
"elevación" en su sentido literal. Y así afirma que
cuando pasamos de la percepción de un perro en particular,
por ejemplo, Boby, a la especie mamífero, estamos
ascendiendo en el conocimiento. Lo que no tiene sentido, a su
juicio, es que se llame ascenso cuando se pasa de lo abstracto a
lo concreto. Creo que la expresión "elevación"
merece un sentido más amplio que el supuesto por Manuel
Sacristán. En el ámbito del conocimiento
deberíamos hablar de elevación cuando el
conocimiento sobre un determinado objeto se amplía y se
profundiza. Y esta ampliación y profundización del
conocimiento se da tanto en el movimiento que va de lo concreto a
lo abstracto como en el que va de lo abstracto a lo
concreto.

Conclusiones

Creo haber demostrado que la crítica de Manuel
Sacristán a Marx y a Hegel no es justa ni acertada. Sus
dos críticas fundamentales, que no hay ascenso del
conocimiento cuando se pasa de lo abstracto a lo concreto y que
los hegelianos conciben los conceptos generales como conceptos
vagos, no son ciertas. El error básico en el que incurre
Manuel Sacristán es no haberse centrado en la
economía política, en su historia y en sus
categorías, no haber centrado su crítica en el
marco concreto en el que Marx había presentado su
pequeña reflexión sobre el método. La
economía es una ciencia social y la apreciación
epistemológica que se haga sobre ella tiene unas
consecuencias sociales que no tiene ninguna otra ciencia social
ni natural. No debe perderse nunca de vista, incluso cuando se
estudian los problemas metodológicos, la
contradicción que gravita en la economía desde los
tiempos de Aristóteles: la existente entre riqueza y
pobreza.

Manuel Sacristán incurre en un error
táctico, muy común entre muchos marxistas,
consistente en no saber apreciar el valor del pensamiento de
Hegel en el pensamiento de Marx, hasta el punto que lo presenta
más como un defecto que como una virtud. Creo que no
está de más recordar unas palabras de Vladimir
Ilich a este respecto, contenidas en sus anotaciones sobre la
sección dedicada a la subjetividad de la Ciencia de la
Lógica de Hegel: "Kuno Fischer no muestra al lector
cómo buscar la clave de las difíciles transiciones,
matices, flujos y reflujos de los conceptos abstractos de Hegel".
Dicho de otro modo: en vez de tratar de desprendernos del
pensamiento de Hegel o de restarlo al pensamiento de Marx,
deberíamos hacer lo que nos plantea Vladimir Ilich:
explicar las difíciles transiciones entre sus conceptos.
Comprenderíamos mucho mejor el revolucionario pensamiento
teórico de Hegel y de Marx.

También incurre Manuel Sacristán en un
error filosófico de cierto peso cuando mezcla la
distinción entre lo individual y lo general con la
distinción entre lo abstracto y lo concreto. Recomiendo al
lector interesado y en parte especializado en filosofía,
si quiere entrar más a fondo en esta cuestión y
hacerlo desde otras latitudes filosóficas, que estudie la
Investigación Segunda, La unidad ideal de la especie y
las teorías modernas de la abstracción
, y la
Investigación Tercera, Sobre la teoría de los
todos y las partes
, de las Investigaciones
Lógicas
de Edmund Husserl. Si le gusta el pensamiento
abstracto, disfrutará enormemente.

Creo que Manuel Sacristán, como suele ocurrir
entre los filósofos empiristas y neopositivistas, escoge
un ejemplo trivial, como el caso del perro Boby y su
inclusión en la especia de los mamíferos, para
reflexionar sobre asuntos de mucha profundidad y envergadura,
como es el caso del movimiento cognitivo que va de lo concreto a
lo abstracto y de lo abstracto a lo concreto. Creo que los
propios ejemplos sobre economía dan el verdadero juego y
marco a este debate. Son más profundos y más
decisivos para el destino de la humanidad. Afirmo que las ideas
sobre epistemología y ontología deben siempre ser
examinadas por sus consecuencias sociales. La filosofía no
puede ser considerada un reino aparte del mundo, sino todo lo
contrario: la expresión más profunda y comprometida
del mundo.

Por último, señalar que Manuel
Sacristán interpreta de forma muy literal el significado
de la expresión "elevación" en el ámbito del
conocimiento. Tal vez incurrió en el error en el que
incurren muchísimos filósofos y pensadores: poner
en circulación una categoría que en el discurso
desempeñará un papel destacado sin previamente
haberla sometido a crítica. Por lo demás espero que
el lector haya mejorado su comprensión del método
de la economía política y haya ampliado su amor por
Marx y Hegel.

 

 

Autor:

Francisco Umpiérrez
Sánchez

En Las Palmas de Gran Canaria. 8 de septiembre de
2010.

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