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Naturaleza de las cosas y semillas de las religiones (página 2)



Partes: 1, 2

El deseo de los humanos de conocer las causas de las
cosas y los fenómenos naturales, sus
características y funciones, los llevó a crear el
concepto de un dios eterno, infinito y omnipotente. Los
filósofos que razonaron sobre la primera causa, la causa
de todas las causas, llegaron a la conclusión de que debe
haber un primer motor, una primera causa eterna de todas las
cosas. Las religiones aprovechan la ignorancia de las personas y
su tendencia a atribuir su suerte a dioses invisibles. Por
ejemplo, adscribieron a Venus o Afrodita la causa de la
fecundidad, a Apolo la causa de las artes, a Mercurio la sutileza
e infecundidad, a Eolo las tempestades y efectos similares. En
las religiones politeístas o paganas ha habido casi tantos
dioses como manifestaciones de la materia. Como la materia o
sustancia divina, precisamente por ser divina, no puede
concebirse de manera natural, se la explica asimilándola a
las imágenes que vemos en sueños o en un espejo.
Estas imágenes se aceptan como sustancias reales de un
mundo sobrenatural. Se las llama espíritus o almas y se
las describe como agentes invisibles, semejantes al aire pero sin
materia. Esta sustancia o materia de los dioses o
espíritus, para gran parte de los sabios, existe solo como
ideas incomprensibles para el entendimiento humano, o como
fantasmas y no como seres reales.

Milagros. Para explicar el modo en que los dioses
o espíritus manipulan las causas para hacer que sucedan
cosas divinas, los interesados afirman relaciones de dependencia,
de causa y efecto, en hechos que se salen del comportamiento de
la naturaleza, los milagros. Luego de manera supersticiosa, o
sea, sobrenatural, deducen que las cosas serán así
en el futuro y afirman causas que traerán buena o mala
suerte. Fue lo que hicieron los atenienses cuando pedían
otro Formio (guerreo marino ateniense) para la guerra de Lepanto.
Lo que hicieron los pompeyanos pidiendo la presencia de otro
Escipión (general romano que venció a
Aníbal) para las guerras en África, y cosas
similares que continuaron haciendo otros, desde entonces.
También lo hacen quienes atribuyen su suerte a la
presencia de ciertas personas, al lugar donde están, a los
amuletos que llevan, a las palabras que pronuncian, a liturgias o
brujerías con que anteceden los eventos. Especial
consideración han tenido las palabras mágicas, en
nombre de los dioses, capaces de transformar una cosa en
cualquier otra, como las piedras en pan, el pan en cuerpos de
dioses o el vino en sus sangres.

Religiones

La primera clase de religión forma parte
de la política humana y enseña algunos de los
deberes que los gobernantes de la tierra exigen a sus
súbditos. La paz en la república de Roma se alcanzo
por medio de las siguientes instituciones:

Religión de la política civil. Al
pueblo se le mantenía creyendo que sus propias desgracias
se debían a alguna falla o descuido en el cumplimiento de
las ceremonias, o en la obediencia en las leyes, para que
estuviese menos predispuesto a revelarse contra sus
gobernantes.

Pan y circo. Al pueblo se le entretenía
con pompa en pasatiempos, festivales y juegos públicos que
se celebraban en honor de los dioses. Se les daba pan para evitar
que estuvieran descontentos, murmuraran o se amotinaran contra el
estado. Dos hechos facilitaron la implantación de la
religión cristiana en Roma: el desprecio a que se
habían hecho merecedores los sacerdotes de la
religión pagana por su avaricia, lujuria y maniobras
truculentas. La vida austera y la intensa predicación de
apóstoles y evangelistas cristianos, lo cual
provocó un crecimiento asombroso de esta religión
en el pueblo. El acostumbramiento de un pueblo a una
religión y la fuerza con la que tratan de sostenerla los
gobernantes civiles, por conveniencia para ellos y los estados,
son mejores soportes para dicha religión, que la
opinión de los fieles sobre la santidad, sabiduría
e integridad de sus predicadores. Las causas principales de todos
los cambios, que han tenido las religiones en el mundo, han sido:
la reprobable conducta de muchos de sus clérigos. El
destino de los honorarios que se pagan por celebraciones
litúrgicas, como misas o administración de
sacramentos y la compraventa de perdones. El hecho de que los
clérigos cuando cometen crímenes no puedan ser
juzgados por los tribunales del país. Que algunos
gobiernos sean depuestos por movimientos religiosos. El
debilitamiento de gobiernos al ser declarados herejes o
izquierdistas por directivas religiosas. La discriminación
racial, genérica o política de personas para ser
ministros religiosos. Los negros, las mujeres, los homosexuales
declarados, los hijos naturales o de padres de otras religiones,
o de partidos políticos de izquierda. Las normas
religiosas que favorecen, para la salvación eterna, a
quienes se entregan por completo a la obediencia y servicio de
ministros religiosos.

La segunda clase de la religión consiste
en la política divina y contiene los preceptos que deben
cumplir quienes se han declarado súbditos del reino de
algún dios. Ambas clases de religiones están hechas
para formar súbditos obedientes, respetuosos de las leyes,
la paz y la sociedad y que practiquen la caridad. Los creadores y
sostenedores de la primera clase de religión dictan las
leyes y fundan los estados. La segunda clase de religión
cuenta con legisladores e intermediarios, a través de
quienes llegan a sus súbditos las leyes del reino de su
dios.

La segunda semilla, creencia en los
espíritus.

Culto de adoración. Los fundadores de
religiones han impreso en las mentes de los pueblos la creencia
de que los preceptos que les dan no provienen de su propia
invención, sino que les han sido dictados por algún
dios o espíritu. Con ello consiguen que sus leyes sean
aceptadas más fácilmente. Así: Numa
Pompilio, fingió haber recibido de la ninfa Egeria, las
ceremonias que instituyó entre los romanos. Moisés
fingió que el decálogo lo había recibido
directamente de Jehová en el monte de la zarza ardiente.
Mahoma, fingió que había escrito el Corán de
revelaciones del espíritu santo que se le aparecía
en forma de paloma. Los fundadores de religiones hacen creer que
las cosas prohibidas por sus leyes son desaprobadas por sus
dioses y su incumplimiento desata su ira, epidemias, terremotos,
e infortunios de las personas y ocasiona fracasos en la guerra,
Para aplacar la ira de los dioses prescriben súplicas,
celebraciones, ceremonias, y deberes de adoración. Para
mantener firme la actitud de los creyentes, escriben y proclaman
discursos públicos sobre sufrimientos o placeres en otras
vidas para quienes incumplen o cumplen las leyes divinas a ellos
reveladas.

Concepto de dios.

La oscuridad, ese miedo perpetuo que acompaña a
los humanos cuando ignoran las causas de lo que les rodea, exige
una explicación. Cuando falta algo a que atribuir la buena
o mala fortuna, se recurre a un agente o poder invisible.
Según los poetas o filósofos por estos motivos
fueron creados los dioses. Los humanos rinden culto de
adoración a los poderes invisibles con las mismas
expresiones que presentan reverencia a sus semejantes: regalos,
peticiones, agradecimientos, muestra de consideración,
conducta de sobriedad o de sometimiento, palabras premeditadas,
juramentos, garantías a lo que prometen y promesas
solemnes, entre otras. Las ceremonias religiosas debido a
imaginaciones, juicios y pasiones de sus practicantes, han
proliferado en número y variedad, hasta el punto que las
usadas por una religión resultan ridículas a las
demás. Las procesiones de los hindúes hacen
reír a los católicos y la de los católicos a
los hindúes. Construyen templos en honor a sus dioses y
les rinden culto. Rezan a los espíritus de sus dioses para
que dejen caer sobre ellos los dones o castigos que con sus
oraciones imploran.

Reino de dios.

Los fundadores de las religiones, las implantan para
crear un reino peculiar favorable a ellos mismos, que llaman
reino de dios y donde la política y las leyes civiles son
parte de la religión. Las leyes regulan el comportamiento
entre las personas y su conducta para con dios. No hay
distinción entre dominio corporal y dominio espiritual.
Los dioses siguen siendo los reyes del universo, pero con
prelaciones para sus pueblos escogidos. Sin embargo la
religión judía fue prohibida en Roma porque
predicaba como inmoral la sujeción a cualquier rey mortal
o estado terrenal, y por considerarse ellos el pueblo escogido
del reino de su dios. En cuanto a la segunda semilla, creencia en
espíritus o poderes invisibles, parece que ya no hay nada
nuevo que nombrar. Para las religiones materialistas, paganas y
politeístas la materia informe es el dios caos. Las formas
de organización de la materia son los dioses: cielo,
fuego, tierra, viento u océanos. Los diversos planetas y
estrellas son también dioses. Muchos hombres y mujeres
también lo son. Animales, plantas y sus frutos son
también deidades. Estas religiones llenan casi todos los
sitios con espíritus: las llanuras con panes y
sátiros, los montes con faunos, hadas y ninfas; las casas
con lares o dioses familiares; cada persona con su genio o
ángel de la guarda; el infierno con funcionarios como
Caronte, Cerbero, Satanás, las lunas, los demonios y los
condenados; las noches con larvas y lémures, fantasmas y
espectros de personas muertas. Divinizan y rinden culto a los
accidentes o cualidades de la materia como el tiempo, la noche,
el día, la paz, la concordia, el amor, la lucha, la
virtud, el honor, la salud, el deterioro, las enfermedades y
cosas semejantes. Al ingenio lo llamaron Musa, a la ignorancia
Fortuna, a la ira Furia, al deseo sexual Cupido, al pene
Príapo, al espíritu del hombre que posee una mujer
Íncubo y al de la mujer que se entrega a un hombre
Súcubo.

La tercera semilla, devoción a lo que suscita
temor en las personas.

Las formas de adoración de los humanos hacia sus
dioses ya han sido mencionadas. Queda por añadir las
representaciones pictóricas y culturales de sus deidades.
Esto los hace con el propósito de que los más
ignorantes, que siempre han sido la gran mayoría del
pueblo, piensen que aquellas representaciones son los mismos
dioses y crean que están realmente con ellos. Como
cohabitantes de este mundo, los dioses les motivan de forma
más directa el miedo y el respeto a sus leyes. Para estas
representaciones usan figuras de seres humanos, o de bestias
monstruosas y le atribuyen facultades y pasiones animales o
humanas, como sentidos, lenguaje, sexo, deseos y
procreación de dioses con humanos. De las personas les
atribuyeron pasiones como la ira o la venganza y vicios como el
fraude, el latrocinio, el adulterio, la sodomía, como
efectos del poder a causa del placer. A estos dioses les
otorgaron además tierras, casas, estipendios y residencias
en cielos. Consagran y santifican para ellos cavernas, bosques,
montañas, cultivos, y hasta islas.

Características de las
personas.

Causas. Inquirir sobre las causas de los sucesos
que ve. Todos los seres humanos muestran en mayor o menor medida,
curiosidad por buscar las causas de su buena o mala fortuna. Los
seres humanos observan si un suceso ha sido producido por otro.
Recuerdan sus antecedentes y consecuencias. Cuando no observan
directamente las causas las suponen.

Lo que se ve. Preguntarse cuando ven algo,
cómo y cuándo empezó a existir. Por
qué no fue más temprano o más tarde. Quieren
determinar las causas de las cosas que han sucedido y de las que
sucederán. La primera y segunda características
producen en los seres humanos ansiedad y la preocupación
por evitar males posibles y obtener los bienes que desean, les
genera una continua tensión. Preocupados por lo que les
sucederá en el futuro, tienen miedo a la pobreza, a la
muerte o a cualquier calamidad. Con ello no encuentran reposo a
su ansiedad y a veces ni cuando duermen.

Presencia de las semillas de la religión.
Las semillas de la religión aparecen sólo en los
seres humanos, como una característica especial que no se
encuentra en ninguna otra de las criaturas vivientes.

Cuestionamientos.

Primero. A las religiones consiste en detectar
las contradicciones dentro de ellas, que conducen a su rechazo.
Los términos de una contradicción no pueden ser
ambos verdaderos. Creer en ambos a la vez es prueba de
ignorancia. A las religiones se les puede rechazar las
revelaciones divinas cuando van en contra de la razón
natural. La introducción de la filosofía
escolástica en la religión cristiana de las
doctrinas aristotélicas dio lugar a muchas
contradicciones.

Segundo. En toda religión consiste en la
fácil credulidad que un pueblo presta a sus fundadores y
predicadores. Hay individuos que se consideran sabios y santos,
afirman que los dioses les comunican sus voluntades por medios
sobrenaturales y dicen dedicarse a procurar la felicidad de sus
feligreses. Son cuestionados cuando se sospecha que carecen de la
sabiduría, la sinceridad y el gran amor que se esperaba de
ellos, o no comprueban con hechos el ser depositarios de las
revelaciones divinas. Profetizan las cosas que acaecerán
en el futuro, especialmente las que se refieren a la buena o mala
fortuna de las personas, o a los resultados buenos o malos de sus
empresas.

Pero en realidad estos lo que hacen es conjeturar sobre
el futuro en base a lo que aconteció en el pasado. Toman
como presagio de sucesos que tendrán lugar en el futuro,
hechos semejantes que sucedieron casualmente antes, o actuaciones
similares de personas que tuvieron buena o mala suerte en sus
empresas en tiempos pasados. Al sospecharse de los gobernantes
religiosos, se sospecha también de la religión que
predican, y su poder religioso es absorbido generalmente por el
poder civil.

Tercero. Está basado en el engaño,
al comprobarse que los fundadores y ministros de las religiones
intentan hacer creer cosas, no creídas por ellos. Hay
clérigos que atemorizan a las personas por cometer faltas,
de injusticia, de lujuria, de avaricia o crueldad cuando las que
ellos están cometiendo son más graves.

Cuarto. Señala el interés personal
de los clérigos que trabajan en beneficio propio y no por
amor a los demás. Descubrir que un clérigo
actúa en favor de intereses personales anula su
reputación de amor desinteresado hacia sus feligreses.
Esto ocurre cuando exigen a los demás acciones o cosas
para la adquisición de poderes, riquezas o dignidades que
benefician solo a ellos, o el aseguramiento de placeres que ellos
solos disfrutarán.

Quinto. Consiste en la incapacidad de los
clérigos de suministrar pruebas sobrenaturales de sus
contactos o cercanías con los dioses. Para asuntos
naturales las personas exigen pruebas o señales naturales.
Para asuntos sobrenaturales pruebas o señales
sobrenaturales como milagros o profecías. Estos
cuestionamientos de los ministros religiosos debilitan la fe en
el pueblo. Cuando no hay honestidad en las acciones de los
pastores, sus preceptos religiosos no son aceptados con
sinceridad por los creyentes.

La cuarta semilla, aceptar lo casual como
presagio.

Los seres humanos son muy proclives a creer cualquier
cosa, especialmente de aquellos que actúan con destreza y
refinamiento para aprovechar la ignorancia y los miedos. Esto
explica las innumerables clases de adivinación conocidas
desde los primeros tiempos de la humanidad. Los
pronósticos sobre el porvenir son conjeturas basadas en
experiencias del pasado y en supuestas revelaciones divinas o
sobrenaturales. Los autores de la religión, apoyados en
estas pretendidas experiencias y supuestas revelaciones, inventan
innumerables modos supersticiosos de adivinación.
Pretenden resolver a las personas sus incertidumbres y
pronosticar su futuro por medio de absurdas respuestas. Estas
respuestas las elaboran ambiguas o absurdas para que resulten
acertadas en cualquier caso. Otros aseguran averiguar sus
fortunas con las profecías de las Sibilas, escritas en
hojas de palmera, o con las profecías de Nostradamus
también publicadas. Otros se consideran poseídos
del espíritu divino y pronuncian sermones disparatados en
que pronostican futuros acontecimientos sociales e
individuales.

 

 

Autor:

Rafael Bolívar
Grimaldos

Partes: 1, 2
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