Un ayer no tan vano en la novelística
española de postguerra – Monografias.com
Un ayer no tan vano en la
novelística española de postguerra
Toda literatura española – en especial la
narrativa – parece estar marcada, desde la segunda mitad de
la década del 30 del siglo pasado, por el fenómeno
de la Guerra Civil (1936-1939), y se ha computado una
bibliografía de más de 800 obras, cuyo tema de la
contienda, totalizó, entre los dos bandos enfrentados,
más de medio millón de muertos, dividiendo al
país y sumiendo a la sociedad en una dictadura (la
franquista) que duró aproximadamente cuarenta
años.
El impacto de ese conflicto en la literatura ha sido tal
que, en la feria Internacional del Libro de La Habana de 2006, un
título acrecentó expectativas dentro del
público lector. A casi 60 años del inicio del
levantamiento falangista contra la República, un joven
novelista hispano, Isaac Rosa, se adentra por un resquicio
inusual de la dictadura de postguerra, y con un arte de
ficción exquisito nos ofrece las páginas de El
vano ayer. Novela que llega precedida de lauros y ediciones
dentro y fuera de España, así como de una
crítica favorecedora.
¿Pero qué hay de cierto en ese ayer
literario que da evidencias de no haber sido tan vano? Centralizo
mi enfoque para abordar El vano ayer, en ciertos
autores imprescindibles que preceden a Isaac Rosa. La literatura
es también tradición y todos venimos de alguien,
aun cuando lo neguemos o afirmemos. Y decir novela
española del siglo XX, equivale a decir que en el
principio fue Camilo José Cela, nacido en La Coruña
en 1916, que participó en la Guerra Civil del lado de
Franco – probablemente obligado – y que ha hecho
borrar de su biografía este episodio cuya evidencia es
perturbadora.
El tratamiento de la guerra, en Cela, busca decir una
sola verdad: todo enfrentamiento bélico es inútil;
en una guerra, a la larga no hay vencedores, sólo
perdedores y es por ello que se esfuerza en no inclinarse hacia
ningún lado político.
En 1942, la aparición de su primera novela La
familia de Pascual Duarte fue un acontecimiento colosal
dentro del desolado panorama literario de la postguerra; aunque
el referente inmediato de la fábula no es la contienda,
(cosa que le permitió burlar la censura franquista) el
horror y el tremendismo de la trama y los personajes denotan la
atmósfera opresiva y siniestra que se vivió dentro
del conflicto, con sus ulteriores consecuencias.
En 1951 aparecen, del mismo autor, La colmena,
donde se retratan muchos personajes de la clase media y baja de
Madrid de la postguerra. Allí se muestran sin tapujos: el
hambre, la violencia, la promiscuidad y la maldad gratuita. Es un
libro que da testimonio de una existencia vacía y
aburrida, de una falta total de creencias, de una
desilusión permanente y de una moral utilitaria. En esta
ocasión la censura de Franco sí resultó
efectiva. Su publicación sólo pudo efectuarse en
España en 1966.
Camilo José Cela, que obtuvo por cierto los
premios "Nobel" y "Cervantes" de literatura, agregaría dos
importante títulos a su quehacer que tratan sobre la
guerra, pero ya de modo directo. Mazurca para dos muertos
gana el Premio Nacional de Literatura en 1984, y San Camilo,
1936 aparece antes, en 1969, y es, también, un hecho
literario espectacular.
A través de todas estas novelas constatamos una
realidad: son los muertos quienes hablan. Aquellos que aportan en
detalle la memoria de una catástrofe colectiva que
generó luego 40 años de dictadura.
A la visión de literaria de Cela, a su ahondar
mediante la palabra dentro de la épica carnicería
que tuvo lugar entre 1936 y 1939, y el consecuente oscurantismo
escolástico-medieval del régimen de Franco, se
sumaron otras visiones y voces.
En la década del 60 la narrativa española
cambia técnicamente de rumbo. Algunos de los responsables
son: Martín Santos, con Tiempo en silencio (1962),
Juan Goytisolo, con Señas de identidad (1966), y
Juan Marsé, con Últimas tardes con Teresa
(1966). Aparecen también otras novelas
importantísimas de Miguel Delibes: Cinco horas con
Mario (1966). Y un príncipe de la narrativa
española, Juan Benet, con el título
Volverás a Región (1967) prefigura lo que
será la literatura de los 70, denominada por los
críticos "década de la novela experimental". Eso
sí, el tema de la Guerra Civil Española sigue
siendo recurrente y obsesivo.
En los 70 se impone una voluntad de estilo diferente. El
yo del narrador se desdobla y fragmenta, y más tarde deja
de existir. Juan Benet es el símbolo de esta etapa, junto
a nombres como el de Javier Marías, Vicente Molina y
Manuel Vázquez Montalbán. A esta generación
trastocadora le sigue la de los 80, o "postmoderna", con su
tendencia al juego, las intertextualidades y parodias.
El panorama de este tiempo prescinde de encasillamientos
o cánones, de tendencias absolutas, de reglas que
prescriban. Pero del mismo modo se manifiesta un interés
casi enfermizo por la memoria, por ahondar en un pasado no tan
distante, por explicar un fenómeno tan trágico como
la Guerra Civil.
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