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Imperativos que jutifican y exigen urgentemente un nuevo enfoque del cristianismo (página 2)




Enviado por Rodolfo Plata Coria



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En la prehistoria la religión había dado respuesta a los fenómenos que se dan en cosmos, la naturaleza, el hombre, la vida en el más allá y de todo lo que aparecía como trascendente: origen y sentido de las cosas y del universo, sentido de la historia y del ser humano, fuente del comportamiento moral, explicación de la vida y de la muerte, postulación de una vida eterna, atribuyéndolos a la acción y voluntad divina; así es como se han configurado las religiones teístas. Recurriendo a una supuesta revelación religiosa y al autoritarismo pontificio para imponer como dogmas y ley obligatoria sus explicaciones teológicas inaceptables para el hombre y mujer modernos. Es por ello, que la religión de creencias se había configurado como antropología espiritual, epistemología, cosmología, moral y visión de la historia. Pero estas diferentes configuraciones de la religión de creencias, son precisamente las que han entrado en crisis; por ello las iglesias están vacías. Porque para el hombre y mujer modernos, las explicaciones bíblicas de las mismas resultan increíbles. Y no es, porque al ser humano actual no tenga en gran estima la religión en su especificidad, sino porque la explicación de los fenómenos que se dan en el cosmos, la naturaleza y el hombre, que postula la religión de creencias como palabra de Dios, son fenómenos naturales cuyas explicaciones y aplicaciones para el bienestar de la humanidad, son competencia de la ciencia, y por ello, tienen que ser científicas, no de fe. La manera tradicional de ser y de funcionar de la religión de creencias fue convincente durante siglos e incluso milenios, pero ya no lo es más. La moral judeo cristiana que parecía llamada a permanecer religiosa para siempre, al ser compatible con la revelación y el dogma, ha dejado de serlo para convertirse en competencia filosófica, argumental, procedimental y, por lo tanto, científica; ya que en la modernidad, ninguna moral puede reivindicar ser a priori la correcta, menos aún apoyándose en la autoridad de una revelación. Hoy la moral que necesitamos, tiene que ser coherente con la realidad; es decir debe ser construida a partir de la misma realidad de un mundo globalizado, tan plural y diversa en sí y en sus interpretaciones, que sea aceptada genéricamente, al ser atea, incluyente, laica, secular y sincretista, en sus visiones, retos y opciones (Vg. Los derechos humanos); y todo ello en un proceso de prueba y error, como cualquier otro conocimiento de naturaleza interpretada y aplicada.

La ciencia actual, al derrumbar las concepcioness bíblicas de la cosmología, antropología, concepción de la historia y de la moral, propios de la cultura primitiva hebrea, sobre los cuales la religión en sus contenidos y funciones se montaba y articulaba, e incluso con muchos de los cuales se identificaba; explicaciones e interpretaciones de la doctrina elevados a dogmas, también se cayeron con ellos. Este es el fenómeno al que estamos asistiendo actualmente. Es una crisis en la naturaleza de los contenidos bíblicos, en sus interpretaciones, en su estructura y en su realidad, al no ser aceptables para el hombre moderno; o sea en el fondo, es una crisis de la religión de creencias concebida como revelación y, por lo tanto, aceptada acríticamente; en pocas palabras, es una crisis de la religión como creencias. Por creencia normalmente se entiende la aceptación acrítica de enunciados bíblicos sin comprobar si son ciertos, debido a que supuestamente son mandatos divinos que fueron escritos, inspirados y revelados por Dios. Esta es la religión que ha entrado en crisis al ser desacreditadas las palabras atribuidas a Dios; y es lo llevo a Nietzsche a exclamar ¡¡Dios ha muerto!! lo cual implica directamente un acontecimiento actual, implica la negación de las ideas, las normas, los principios y los fines. En definitiva, la negación de todos los valores.ࠅl derrumbamiento del reino de valores, del mundo metafísico, del mundo del hombre moderno. No solo es el progreso de la ciencia lo que ha contribuido a la crisis actual. La transformación de la cultura ha dejado sin el soporte adecuado de credibilidad a la religión.

En la cultura actual en todo lo que son valores, la experiencia es la fuente de acreditación y validación, pero el judeo cristianismo no es presentado como tal. Aquí hay una explicación de la crisis en términos de una transformación cultural, así como de su superación. No hay experiencia de lo religioso sin experiencia del mundo espiritual, hay que redescubrirlo para poder conectar convincentemente la religión con la experiencia espiritual. Atrás queda el mito como forma de pensar, con su empirismo y sus tabúes, y lo que se abre por delante es un pensar consciente, reflexivo y crítico, en categorías de totalidad y de universalidad y, por consiguiente genérico. El producto de este pensar y de la nueva conciencia, conforma de un abanico de enfoques y opciones que pueden ser de naturaleza religiosa, cósmica, metafísica, filosófica, científica o terapéutica, enmarcados en el fenómeno de la transformación humana, donde éstos se estructuran en la doctrina y teoría de la trascendencias humana y la sociedad perfecta. Esto le permite a los nuevos enfoques, liberarse del espacio y apoderarse del tiempo, adquiriendo de esta manera una vocación y una capacidad universales, vinculadas a una conciencia nueva de ser y de situarse en el cosmos, en el mundo y en la historia. Identificados como corrientes de la Nueva Era por su carácter humanista, laico, sincretista y terapéutico, y porque se estructuran y configuran como elementos de la triada preteológica: fenomenología o experiencia, explicación o razonamiento, y aplicación terapéutica.

Por su parte, las religiones deístas, siguieron permaneciendo vinculadas a sus referentes míticos, mágicos y empíricos arraigados en sus viejas tradiciones, cultura e ideología particular, que tienden a olvidarse al paso del tiempo para dar paso a una cultura y civilización universal en un mundo globalizado e intercomunicado por la web. Es decir, también podemos explicar la crisis de la religión como un choque de culturas, entre la cultura primitiva hebrea y la cultura occidental moderna. Cuyo efecto transformador significó una auténtica revolución cultural que marcó un antes y un después, un auténtico parte aguas en las religiones del mundo, al que Jaspers se refiere con la expresión 봩empo-eje렳imilar al parte aguas, antes y después de Cristo. En pocas palabras, para la religión organizada esta comenzando una nueva transformación vinculada a un nuevo 봩empo-eje렡 causa del choque de civilizaciones y culturas que se da en la modernidad. Así, nos damos cuenta que la religión que está en crisis es la religión anquilosada en las tradiciones ancestrales judías y el fundamentalismo radical; y por ello no es susceptible de transformación. Aquí es conveniente señalar, que: El cristianismo puro es susceptible de trasformación debido a que el mensaje de Cristo es universal y eteno; es decir que puede enmarcarse en diferentes contextos, en diferentes culturas, en diferentes modelos, paradigmas, y religiones; de todas maneras permanece inmutable, porque es genérico y universal; por ello, pudo injertarse al judaísmo, crecer junto a la cizaña judía, mantenerse en el oscurantismo judío privado de la luz de la razón, sin asfixiarse, cegarse o morir. Y puede soportar la luz de la razón, y enmarcase en el helenismo, el hinduismo, el budismo, el sufismo. Soportar el cambio de paradigmas, y crecer y desarrollarse en el ateismo, el empirismo, el escepticismo, el desarrollo humano, el racionalismo, el humanismo, el misticismo, la nueva Era, la modernidad, la post modernidad y el sincretismo; el reto para los cristianos es avocarnos a ello separándolo del judaísmo.

Con respecto a la existencia de la crisis se puede decir que el consenso es total entre los estudiosos de lo religioso. Hay diferencias en cuanto a su interpretación y a su significado, pero no en cuanto a su realidad. Muchos fenómenos así lo reflejan. Señalaremos algunos remitiéndonos únicamente a la religión cristiana en Occidente: En una de sus catequesis semanales trasmitidas a través de los medios, el Papa, Juan Pablo II, declaró que el infierno no podía ser interpretado como lugar sino como el estadío mental en el que deviene el ser humano que se condena. La noticia tuvo sin duda un impacto liberador por su efecto de catarsis: ¡por fin!, la máxima autoridad de la Iglesia Católica reconocía públicamente algo que muchos de sus fieles hace años habían cuestionado. Aunque tarde, la noticia tenía un efecto liberador, porque la Iglesia, tuvo que aceptar la conclusión a la que por su cuenta ya había llegado la ciencia moderna; lo cual es evidencia que las Sagradas escrituras y la doctrina de la Iglesia, no son infalibles, sino que pueden ser sometidas al juicio de la razón, a fin de indagar que tan sólidos son los cimientos de la fe. En otras palabras, lo que hizo crisis no fue el contenido dogmático, sino el fideísmo bíblico y la ortodoxia judía; es decir la autoridad escatológica de las Sagradas Escrituras. De ahí la celebración de la noticia. Más arriba hablábamos de paneles enteros de contenidos que se derrumban como naipes.. ¿Se podrá medir el efecto en cadena de una declaración de este tipo? A otras interpretaciones tenidas en su tiempo por verdades de fe y así transmitidas les puede esperar, si no les ha ocurrido ya, la misma suerte. Ya entonces se extrajo una conclusión inmediata: si el infierno no es lugar, el cielo tampoco. Pero sobre todo, ¿se podrá calcular el efecto de pérdida de credibilidad en la misma función de la autoridad religiosa? Porque aquí es donde se manifiesta principalmente la crisis. El que conocimientos queden superados, mueran y desaparezcan, es cosa de todos los días. Las noticias en este sentido cada día, por lo esperadas, lo son menos. Lo que aquí la modernidad cobra es la caída de un conocimiento impuesto y mantenido autoritariamente. Si la autoridad que dogmáticamente se legitima entra en crisis, y del mismo modo toda institución igualmente legitimada, por ejemplo las mismas iglesias, ¿extrañará que suceda lo que está ocurriendo: la crisis en la pertenencia a las mismas, la selección personal de las propias creencias reteniendo unos elementos y rechazando otros, la indiferencia creciente frente a sus mensajes, y una actitud progresiva de increencia? Los mencionados son otros tantos comportamientos normales, predecibles, y todos ellos apuntando al mismo síndrome: un malestar creciente con las verdades religiosas propuestas dogmática, autoritariamente.

Hace crisis lo que no es específico en la religión. Hacen crisis los contenidos de tipo dogmático y hacen crisis todos los contenidos religiosos que sean y se expresen como mágicos y míticos. Porque todos ellos, en la medida en que apelan a la autoridad de las Sagradas Escrituras para que se les otorgue credibilidad, en el fondo están renunciando a su especificidad, a la experiencia como fuente de validación, para ubicar su competencia en el dominio de la ciencia y sin guiarse por los criterios y exigencias de ésta sino recurriendo siempre a la autoridad. Esto es lo que sucede también con los contenidos morales cuando en su pretensión de verdad apelan a referentes únicos y excluyentes, por ejemplo a verdades y normas que serían objetivas y válidas para siempre. Todo ello ante el temor de caer en un relativismo moral. La crisis en la religión no es obra, pues, del positivismo científico o, mejor dicho cientificista. Es obra de su pérdida de especificidad y de su anacronismo. El desarrollo del pensamiento científico lo que cuestiona es el error cometido por la religión: su pretensión frecuente de ser objetiva y empírica, de ser científica, en el mismo nivel de la ciencia. Así, el infierno como lugar no cayó porque ahora la ciencia lo pueda explicar. Ella no lo puede explicar. Cayó precisamente en la medida en que se le pretendió explicar como un lugar, como una realidad física y bajo un modelo físico, aunque fuera de física espiritual. Esto es lo que cayó. En este sentido la función que cumple la ciencia con respecto a la religión es impulsar ésta a que descubra su campo, su dominio y su especificidad, y recordarle que su lenguaje es siempre simbólico, nunca material, por así decirlo. La ciencia más bien está ayudando indirectamente a la religión a redescubrirse a sí misma mostrándole teórica y prácticamente cuáles no son sus competencias.

Hace crisis todo lo que es y funciona como no real, como dogmático, y por lo tanto, como autoritario y excluyente. Así sucede cuando lo que son expresiones propias y legítimas de una tradición religiosa y por lo tanto se proclaman como monopolio de verdades únicas, desconociendo así que todas las grandes tradiciones religiosas tienen, expresadas de diferente manera, las mismas grandes enseñanzas, el mismo camino, donde se transita en actitud de sincero aprendizaje unos de otros, y para ello en continuo diálogo y a partir de un reconocimiento de la igualdad de principio que asiste a todas las grandes tradiciones, los derechos humanos y la igualdad de genero. Valores que constituyen progresiva evidencia para el hombre y mujer modernos, de la extemporalidad de la doctrina y el discurso de la Iglesia. Hace crisis lo mágico en la religión. Hace crisis la oración y el culto entendidos y practicados como un pedir que Dios resuelva nuestros problemas y no como un trabajo sobre nosotros mismos para llegar a ser lo que pedimos. De nuevo, esa oración es mágica; se desacredita a sí misma tan pronto aflora a nuestra mente y a nuestros labios. Pretende convertir en mecánica y en intencional algo que pertenece a otra ontología: una ontología que a decir verdad no tiene ontología porque, sencillamente, es. Quien descubre que la espiritualidad no tiene nada de mágico ni de mecánica, no puede reconocerse en esa idea y práctica de la oración, porque con razón la siente como un bloqueo, un impedimento para implicarse verdaderamente en el camino espiritual. La vida espiritual no es pedir que Dios haga o que mueva a otros para que ellos hagan, es ser y hacer uno.

La religión hace crisis cuando, queriendo dirigirse al hombre y a la mujer de hoy, lo hace en una matriz cultural, en unos valores y en unas categorías, que no son de hoy, que respondieron a otras culturas, a otros seres humanos, a otras evidencias, a otros tiempos. Buena parte de la teología cristiana lo sabe, es consciente de esta crisis, pero no acierta, o no tiene el valor, en enfrentarla a cuerpo limpio: la única manera de hacerlo. De ahí un sentimiento de malestar creciente en el interior de la propia teología, de los propios teólogos. Este malestar trasciende el ya de por sí real ante la falta de libertad institucional para investigar. Nace de los propios compromisos del teólogo o del estudioso de lo religioso con lo que él cree que es la religión. De todas maneras, aún con limitaciones, se están dando en estos años, como era de esperar, interpretaciones de la crisis, interpretaciones que por lo valiosas que son es importante conocer.

Hace crisis la religión como sistema moral. Lo que el hombre y mujer modernos han descubierto es que ellos tienen que construir su moral. Obviamente, siempre teniendo en cuenta la realidad y su realidad como seres humanos, personales y sociales, pero la tienen que construir. No existe una moral ya construida, revelada o equivalente, descubierta y fundada por una filosofía objetiva de una vez para siempre. La realidad lleva en su entraña exigencias morales, por eso es un referente obligado, pero no lleva en sí misma la moral como un modelo simplemente a seguir. No existe una moral 뮡tural령 밥renne뮠Concebir la realidad como si llevara en sí misma impresa este modelo, es incluir en la realidad, desde la pura concepción de las cosas, esto es, desde el puro comienzo en el proceso de alumbramiento de una moral, algo más que no es la realidad. De esta manera se introduce un factor distorsionante: una aceptación de una normal moral en virtud de algo que no es moral, porque no emana de la realidad como en sí misma es, sino en virtud de la autoridad y de la imposición. Y de nuevo tenemos el rechazo No porque el hombre y mujer modernos no sean morales sino, al contrario, porque al menos en la construcción de su moral no pueden ser inmorales, porque en algo tan real y tan llamado a ser verificado en la realidad como es el correcto actuar, no pueden recurrir a principios no verificados, de autoridad (Nietzsche: Más allá de la moral). Cuando moral y religión coinciden como dos dominios dogmáticos, como que se agigantan sus efectos distorsionan es y el rechazo por parte del ser humano moderno no puede ser mayor, traduciéndose en increencia e indiferencia. Ante lo que percibe como anacronismo y prepotencia dogmática, es quizás la mejor manera que tiene de defenderse; lo cual nos permite explicar la crisis de la religión como un conflicto de intereses entre los que se oponen al cambio y los que luchan por el cambio de enfoque del cristianismo; es decir entre los que defienden la judaización del cristianismo y los que luchan por helenizarlo.

El conflicto de intereses, tiene un mar de fondo; por un lado esta el interés de lo judíos cristianos de preservar sus tradiciones y dar cumplimiento a las directrices ancestrales a fin de hacer de Israel la principal de las naciones; por el otro lado esta el interés del los cristianos no judíos de preservar su cultura y tradiciones grecorromanas, siguiendo a Cristo como hombre ejemplo de lo que es la trascendencia humana y su doctrina como praxis para alcanzarla. Lo importante es vislumbrar el futuro ¿qué tendencia va a triunfar? el judeo cristianismo o el helenismo cristiano, ¿Que religión es la que estructuralmente hablando va a surgir?, ¿la mismas pero reciclada?, o una nueva religión universal; esta es la cuestión: ser parte del cambio, renovándose; o oponerse al cambio y caducar. La decisión es muy importante por que esta en juego la muerte de la Iglesia y el cristianismo. En efecto, la religión que está en crisis es la religión montada sobre los convencionalismos sagrados de Israel; es decir, la religión fundamentada en el escenario fantástico del pacto del Sinaí. Mito constitutivo de Israel a fin de unir y gobernar las doce tribus en un solo pueblo, y sin escrúpulo alguno hacer de Israel la principal de las naciones, por mandato divino. Por el contrario, la que no está en crisis, es la religión fundamentada en el altruismo, el misticismo y activismo social intensos instruidos y ejemplificados por Cristo, en los Evangelios. Es la religión que muchos autores llaman del 룯nocimiento silencioso렡l que se llega ejercitando el altruismo, el misticismo y el altruismo intensos a fin de disolver nuestro ego centrismo que nos impide trascender las imperfecciones que nos mantienen sub desarrollados espiritualmente. ¿Por qué de conocimiento silencioso? Porque este conocimiento no opera mediante conceptos, representaciones ni discursos, sino, al contrario, por una introspección profunda mas allá de nuestros sentidos físicos, contenidos mentales conscientes y sub conscientes y razón, hasta alcanzar la supra conciencia; y para esto se requiere armonizarnos de alma, mente y cuerpo mediante la práctica intensa de las disciplinas místicas a fin de aquietar nuestra mente y alcanzar la paz interna o nirvana antesala de la iluminación que Cristo elevó a bien aventuranza.

Esta experiencia es fruto de un mecanismo psíquico de respuesta a nuestras problemáticas intensas, y puede surgir de diferentes profundidades de nuestro inconsciente individual, colectivo o meta consciente. Por ello puede adoptar las formas más variadas, teístas y no teístas, monoteístas y no monoteístas, religiosas y profanas. Su validez no está en las formas que puede adoptar la vivencia psíquica o espiritual, sino en sus contenidos y los fenómenos psíquicos y espirituales que se dan en el vidente y su entorno en el momento de la experiencia de la que sale o emerge trasformado. Evidencia palpable de la realidad de la experiencia mística; pero la descripción neutra de la vivencia y sus contenidos, su explicación y aplicación terapéutica; así como las transformaciones a que da lugar, deben ser analizadas y criticadas porque revelan su naturaleza y validez aportando los elementos de juicio que nos permiten discernir el bien o el mal, la coherencia o la incoherencia que hay en ella. Consecuentemente no todas las experiencias místicas son buenas ni convenientes, debido a que surgen de diferentes profundidades de nuestra conciencia guiados por las problemáticas intensas o líneas de pensamiento que las indujeron. A causa de lo cual, es posible analizar y criticar la conducta de los videntes, las problemáticas intensas que las indujeron, así como la descripción neutra de las vivencias, su explicación y su aplicación; no solo como fuente de conocimiento, sino para criticar el profetismo judío.

La comprensión de los fenómenos espirituales que se dan en los estados alterados de conciencia, para sanar el alma de sus heridas profundas, y propiciar trasformaciones convenientes para si mismo y la sociedad, mediante prácticas terapéuticas que armonizan el cuerpo, la mente y el espíritu. Son interés primordial del misticismo: budista, cristiano, hinduista, sufí, la filosofía clásica y moderna y la psicología clínica. El conocimiento interior que se obtiene al experimentar los diferentes planos de nuestra existencia, permite que paulatinamente emerjan las potencialidades del espíritu, Por ser infinitas sus posibilidades, es necesario difundir inculcar y promover las técnicas místicas y, las técnicas clínicas y psicoterapeutas requeridas. Es evidente que se necesita una técnica y un adiestramiento remoto para inducir experiencias benéficas para si mismos y los demás; y sino se tienen o ejercitan intensamente esas técnicas, es difícil conseguir las experiencia; excepto en los estados alterados de conciencia, donde no solo se dan inesperada e involuntariamente sino que es difícil contener las tremendas erupciones del inconsciente para impedir el daño que provocan en el sujeto que las experimenta, como en el delirium tremens y la posesión diabólica. En contraste el conocimiento fruto del éxtasis, refleja la armonía, la belleza, la bondad, la paz, la sabiduría y la justicia inherentes al bien en todas sus facetas. Es creativo, edificante, instructivo, ilustrativo, sapiencial, terapéutico y sus posibilidades son infinitas, pues revela los grandes enigmas del universo. Es conocimiento y experiencia puros, gratuitos, totalmente desinteresados, no egocéntricos, no dualistas. Es el conocimiento fruto de la contemplación o camino interior, conocido como iluminación, revelación, sabiduría interna, presente en todas las religiones. A él se hace referencia en éstas cuando se habla del 믪o de la contemplación련oculus contemplationis) u 믪o del Espíritu렫sabiduría interna묠como contrapuesto al 믪o de la carne련oculus carnis) y al 믪o de la mente련oculus mentis), haciendo consistir el ejercicio de la religión sobre todo en el primero.

Esta es la religión llamada a emerger de la crisis; religión antigua como vemos, y a la vez profundamente nueva, capaz de resistir, la crisis actual, porque no tiene nada de creencia. Al no ser creíble la religión de creencias, ésta es la única religión coherente con la nueva cultura y la nueva sociedad, que viven del conocimiento. No solamente es posible y ha existido desde siempre sino que, hoy, es la única forma de religión creíble, vista ésta desde la modernidad. Es por ello que la nueva estructura del cristianismo, tiene como condición __para no ser más de lo mismo, una simple repetición de los intentos anteriores para judaizar el cristianismo, iniciados en la Era común cuando en las asambleas todos eran judíos con objeto de que los seguidores de Cristo siguieran siendo Israel. Y que continuó a través del tiempo a medida que los pueblos no judíos fueron admitidos en las asambleas, y perduró aún después de que los judíos desaparecieran de las asambleas, y las asambleas fueran realizadas y presididas por no judíos. Intentó repetido por la Reforma luterana que se hizo en afán de devolver la pureza de la fe a los tiempos de la Iglesia antigua. Y vuelto a reintentar por la Iglesia Conciliar en afán de actualizar el discurso de la Iglesia a los tiempos modernos, pero sin criticar el profetismo judío en aras del ecumenismo y el dialogo inter religioso con el judaísmo__ es que debe enmarcarse en el fenómeno espiritual de la transformación humana a efecto de lograr transformaciones en los creyente buenas para si mimo y la sociedad, y sirva de terapia para sanar los conflictos del alma cristiana, utilizando las enseñanzas de Cristo, las pautas del análisis e interpretación de la psicología, y las técnicas prescritas por misticismo y la psicoterapia.

En efecto: la angustia existencial provocada por los conflictos del alma al no encontrar la salida a los laberintos mentales que ha construido, la hacen presa del miedo, el dolor, el duelo y los automatismos que nos impelen a actuar inconscientemente provocados por la neurosis compulsiva (Paul Sartre: La Nausea). Ciertamente en la incertidumbre anida el miedo que nos hace sufrir en lo profundo del alma, provocando un dolor interior cuya causa parece imposible descifrar y un estado de duelo, de malestar e insatisfacción permanente y continuo. Y como en la caja de Pandora una vez abierto el inconsciente, emerge incontenible el dolor de las heridas profundas trasformadas en traumas psicológicos tras haber sido por largo tiempo reprimidas, pero en el fondo subsiste la esperanza de trascender el dolor, el sufrimiento, los traumas y disfunciones mentales, renaciendo nuevamente como el ave fénix que renace de sus cenizas. Ya que el sufrimiento y duelo profundo, son la génesis de un nuevo y feliz estado de ser o renacimiento, confirmando lo expuesto por Cristo en el sermón del Monte "Bien aventurados los que sufren, por que ellos serán consolados". Pero no lloramos tanto la partida de alguien que necesitamos, amamos y sentimos como parte de nosotros mismos, como la ruptura de nuestro modo de vida, la "partida" de algo que fuimos y nunca más volveremos a ser. Lloramos por el derrumbe de nuestra estructura interna de valores que nos sostenían al movernos el piso o cimiento de nuestra vida. Sufrimos porque estamos en una situación poco agradable, entre algo que se fue y algo que no acaba de emerger ante nosotros; porque ya no podemos ser, ni vivir como antes, pero tampoco de golpe podemos vivir y ser otra cosa nueva, aunque éste es el reto.

Algo así es lo que está sucediendo con la religión. Al menos así lo perciben las propias instituciones religiosas, que generalizan este sentimiento hablando de 룲isis de las Iglesias뮠Aunque, a decir verdad, no solo son las Iglesias, el clero, la fe y valores de los creyentes lo que está en crisis, son los contenidos y sus interpretaciones o dogmas que conforman la estructura de la religión como un todo lo que está en crisis. La crisis actual es de contenidos, no de personas; es de concepción, no de fidelidad. Crisis que repercute en la pérdida grave de credibilidad de que los textos bíblicos sean palabra de Dios, estén escritos o estén inspirados por Dios; haciendo peligrar el mensaje y doctrina de Cristo y el cristianismo. Por lo que refiere a ciertos aspectos se tiene la impresión de estar asistiendo a un verdadero seísmo. Contenidos enteros que tiempos atrás fueron evidentes y aceptados como tales, hoy son rechazados, son letra muerta. La letra muerta no pueden ser preservada en nuestro corazón; al paso del tiempo se descompone y apesta, esto produce mucho dolor y sufrimiento que se expresa en neurosis, psicosis e histerias persistentes. De ahí la sensación real de duelo que experimentan la Iglesias y los creyentes desde hace tiempo. Aquí, como cuando alguien ha visto roto su proyecto de vida, el dolor es porque ya no se puede vivir como antes, con la mismas expectativas y metas, con los mismos valores y experiencias, con las mismas seguridades. Todo esto se colapsó. Ya no se puede vivir bajo de ellos. Se podría decir que se puede vivir sin la compañía de quien partió, lo que no se puede es vivir sobre las seguridades sobre las que se vivía, antes de colapsarse. Las iglesias sufren, porque ya no pueden transmitir su mensaje tan confiadamente como lo hacían antes. Y cuanto más insisten en sus intentos por trascender la crisis, es más fuerte el rechazo, y mayor la frustración de las Iglesia, clérigos y creyentes.

Ante una situación así hay que enfrentar el duelo encausándolo. No hay otra alternativa. Ahora bien, hay maneras diversas de hacerlo. Una manera es ignorándolo. Se toma como un accidente y se intenta vivir como si nada ha pasado, como si todo sigue siendo válido. Falta definitivamente algo o alguien que era parte nuestra, pero se actúa o se intenta actuar como si el antiguo modo de vida, modo de ser permaneciera inalterable. Hubo un accidente que nos cercenó internamente, pero en el fondo nada ha cambiado. Todo sigue igual, con el mismo futuro por delante. Aquí no hay encauzamiento del duelo, lo que hay es un intento por reforzar las seguridades que entraron en crisis fingiendo que no ha pasado nada que todo sigue igual, ignorando la realidad. Otra manera de enfrentar la ruptura es intentando dar cabida a la nueva experiencia pero siempre dentro de la vieja estructura doctrinal ya caduca. Se llora por un tiempo, se siente la ausencia. Como no, se percibe más que antes la propia fragilidad y la del propio proyecto, se someten a terapia las partes más débiles, se descubre y acoge la sensibilidad de otras, se echa mano de ciertos sucedáneos, llámense éstos modernización de: los ritos, la liturgia, los sacramentos y el discurso; sustituyendo: el misterio y la solemnidad, el misticismo, los altares, la iconografía, el incienso, la velas, los cantos gregorianos, los himnos y la música sacra, que acompañaba la representación sacramental de la vida, enseñanzas, pasión y muerte de Cristo, con gesticulaciones espectaculares. Convirtiendo la asamblea de los fieles en una tertulia religiosa, haciendo participar a lo fieles en una coreografía rítmica amenizada por cánticos juveniles; pero, como decíamos, la vieja estructura judeo cristiana sigue siendo la misma. Aquí hay más elaboración de duelo, sin duda; se han reciclado los valores y actitudes que más hacían sufrir, pero no se dejó emerger la Iglesia nueva que podía haber brotado desde hace dos mil años

Hay una tercera manera de encausar el duelo, de enfrentar la ruptura de seguridades y valores pasados, y es la de tocar fondo y dejar que emerja, crezca, desarrolle y de fruto, un cristianismo nuevo, universal, cuyos valores fundamentales son opuestos a los valores sagrados del judaísmo que acríticamente hicimos nuestros en afán de seguir fielmente la tradición judeo cristiana. Son los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad perfecta inherentes a la dignidad humana los que nos dan la oportunidad de renovar el cristianismo explicando científicamente a Cristo y su doctrina, y la oportunidad de vivir algo realmente nuevo. Y para que esto se realice, es mejor derrumbar la caduca doctrina que amenaza con venirse abajo, que evitar que se derrumbe apuntalando la vieja estructura de la doctrina medieval judeo cristiana. Se trata de reiniciar el cristianismo, desde antes de la iglesia primitiva, cuando el movimiento cristiano no era religión sino un movimiento laico, ya que ni Cristo y sus apóstoles eran sacerdotes; y esto se logra formulando un cristianismo sin judaísmo abrogando el Antiguo Testamento de nuestra fe. Esto no significa el final del cristianismo, ni de la Iglesia, ni de los sacerdotes cuya misión específica es resguardar y propagar el mensaje de Cristo; solo significa la renovación del cristianismo a fin de reivindicar las Iglesias de Occidente y Oriente a sus legitimas dueños, los cristianos no judíos herederos de la cultura greco romana; y por ello, es necesario expulsar el judeo cristianismo de las Iglesias y a los emisarios de la Sinagoga, entronizando el helenismo cristiano en la cátedra de Cristo.

Desde luego que los emisarios de la Sinagoga no van a permitirlo sin oponer una resistencia radical e intransigente, debido a que la Sinagoga es la beneficiaria del status quo, y cuentan como aliado la resistencia al cambio que se da en nosotros mismos. El temor a nacer de nuevo, del que hablo Jesús a Nicodemo en el Evangelio (Jn III, 3-7), es muy grande, y muy comprensible. Nadie cambia el paradigma que sustenta su vida por otro, hasta que no esté convencido y hasta necesitado de la eficacia del cambio. El dolor por la pérdida o ruptura, hace temer ante lo nuevo, que todavía no existe, ni ha mostrado la bondad y la seguridad que teníamos en el pasado roto. Cristo nos increpó a no tener miedo ante la tormenta de la vida, asegurándonos que siempre estará con nosotros hasta el final de los tiempos. De ahí lo impropio de la tendencia al parche y al remiendo contra la misma advertencia de Cristo (Mc II, 21-22): no echar remiendos nuevos en vestidos viejos ni el vino nuevo en odres viejos. Y es que si se sigue utilizando el viejo entramado judío que se rompió, y se volverá a romper al no poder resistir a la embestida de la crisis de la modernidad. Las iglesias desoyendo a Cristo, tienden una y otra vez al parche y al remiendo. Esta actitud es explicable, y para reforzar su enseñanza sobre la renovación, Cristo nos ilustro otro ejemplo, la envasar el vino nuevo en odres nuevos, porque los odres viejos no resisten la fuerza de la fermentación del vino nuevo; la de una religión sin religión fincada en un misticismo universal. La religión nueva es un auto descubrimiento y experiencia de nuestra estructura interna, cuyas posibilidades permanecían ignoradas por nosotros y que en la crisis bien elaborada, como en el proceso de duelo, puede emerger. Por ello, algunos autores cristianos ven en este momento de la historia la ocasión providencial para que el cristianismo redescubra su dimensión espiritual experimentándola, nosotros calificaríamos este momento como doblemente providencial: porque es el momento no sólo para que las religiones redescubran su dimensión espiritual y la valoren, lo que vendría a resultar en la segunda manera de elaborar el duelo, sino para que redescubran lo que en sus testigos y maestros son: conocimiento, no creencia; algo profundamente diferente.

Respecto al oscurantismo religioso que impone por la fuerza de la Ley lo que no acepta la razón, ni el sentido común, aduciendo falazmente mandato divino, palabra de Dios, etc. Cristo señaló que nadie enciende una candela para ponerla en un lugar escondido ni debajo de un celemín; sino sobre un candelero para que los que entren vean la luz (Lucas XI,33). Mantener la doctrina de Cristo en el oscurantismo judío cristiano, impidiendo difundir Su mensaje universal a la luz de la razón para que la trascendencia humana refleja en Cristo ilumine a toda la humanidad, no solo es una grave apostasía sino un delito de lesa humanidad. Casus belli contra el oscurantismo, sus pontífices, emisarios y beneficiarios, a causa del grave daño moral a la humanidad al impedirle alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta. "Así que no los temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse". (Mateo X, 26). Es oscurantismo: 1. Negarse a actualizar el cristianismo criticando el profetismo judío aduciendo falazmente que fue revelado por Dios, apostatando la enseñada de Cristo sobre la necesidad del juicio justo revelada al ciego de nacimiento, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad. 2. Aducir que pontífice de la Iglesia, es representante aquí en la Tierra de Dios o de Cristo, por mandato divino, para entronizar su autoridad y voluntad sobre gobierno y autoridades civiles; la jerarquía y el gobierno de la Iglesia, individual y colegiada; abrogando la lección de Cristo dada a sus seguidores sobre la soberanía de la humildad sobre el poder y la autoridad, lavándole los pies a sus apóstoles, con el propósito de que no avasallaran a sus seguidores. Aducir voluntad divina para: 3. Negar los derechos y prestaciones laborales que otorga la Ley Federal de Trabajo a los empleados y trabajadores de las instituciones y empresas, a fin de esclavizar a sacerdotes y religiosos consagrados o laicos. 4. Violentar los derechos humanos de los sacerdotes, religiosos consagrados y laicos, negándoles el sacramento del matrimonio para imponerles el celibato. 5. Violentar los derechos humanos de las religiosas consagradas, negándoles el derecho a ser sacerdotes, obispos, arzobispos, cardenales y pontífices, de acuerdo a sus conocimientos, espiritualidad, experiencia, inteligencia y sabiduría.

La patología del alma cristiana en la crisis de la post modernidad

Nos encontramos, definitivamente, ante una crisis del vigente sistema, una crisis extrema, una crisis escatológica. Y es ésta sin duda una crisis de valores, de valores culturales que estan en crisis debido a la post modernidad. La pregunta clave que nos hacernos es ¿cómo afrontar los problemas derivados de nuestra época post modernista? ¿Cómo afrontar la crisis de valores? ¿Cómo afrontar el nihilismo resultante? La post modernidad implica la posibilidad de destrucción de todos los valores e instituciones tradicionales, ya no hay costumbres, credos, devoción, dogmas, fundamentos, instituciones, ideologías, liturgias o ritos, seguros que queden al margen de esta posibilidad. La post modernidad supone ser post cualquier cosa conocida. Es una reconstrucción, un proceso de deshacer, supone un cambio de identidad, no solo personal, familiar, social, nacional, continental, mundial, religiosa; asi se habla abiertamente de Eurabia ante la posibilidad de islamizarnos, es decir de que en un futuro Europa dejara blanca y cristiana; lo mismo sucede en Norteamérica; lo cual supone la destrucción del nacionalismo, del patriotismo, aún más, supone el cambio de la identidad occidental, fruto de un mundo globalizado. La desvalorización supone un vaciamiento de sentido, un nihilismo significativo, aquello que ya vaticinaba Nietzsche. El postmoderno sabe que no hay mañana, no hay futuro, o mejor aún, que el mañana es el hoy, que el futuro es el presente. La post modernidad ya ha acabado con el consuelo metafísico, con el consuelo religioso y finalmente con el consuelo científico, las ciencias ya no son garantía de nada, como dice Prigogine: (El fin de las certidumbres: "ya no es admisible la idea de una realidad dada"). Lo importante de esta cuestión, ES QUE NOSOTROS HACEMOS LA REALIDAD. Tenemos que manejar el cambio, orientándonos hacia un futuro ideal, ya esbozado para evitar que el destino nos alcance sin un proyecto seguro. La post modernidad es, en definitiva, nihilista. El nihilista está condenado a dar vueltas, su mal consiste en su continua insatisfacción, un no poder amar a nadie ni a nada, una agitación sin objeto, un ser sin sentido, o mejor aún, un sinsentido siendo, un ser que consiste en ser siempre proyecto inacabado, búsqueda incesante de aquello que no se puede encontrar.

Nietzsche auscultó el alma cristiana, y descubrió que el malestar de nuestro tiempo no estaba el individuo sino en la civilización occidental enferma y decadente. Y diagnosticó la patología actual de nuestra sociedad: la indeferencia hacia la religión, y exclamó ¡Dios ha muerto! La teología y moral judeo cristiana son cuestionadas en tanto implican juicios valorativos/morales. Y señaló que la solución para sanar el alma cristina, no es desarrollar una terapia tendente a adaptar el individuo una sociedad decadente, sino renovar las creencias y valores morales judeo cristianos causales de la decadencia de la sociedad. E inició la lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo, a fin de actualizar la doctrina milenaria de la Iglesia que por su anacronismo y ex temporalidad, es la causa de la severa crisis de la Iglesia y de la perdida de la fe. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo, resaltando la importancia genérica de la trascendencia Cristo, y sus enseñanzas como ilustración de la praxis para alcanzarla. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Sincretismo religioso expresado por Raimon Panikkar, para explicar su sincretismo y pluralidad: 덥 marché cristiano, me descubrí hindú y regresé budista, sin haber dejado de ser cristiano뻠a fin de hacer objetivos tanto que sustentan el carácter universal del mensaje de Cristo al mundo, como .

La desviación del cristianismo hacia la ecuméne Abrahamica se debe a que el mensaje y la vida de Cristo, desde su origen ha sido históricamente preservado y controlado por la Iglesia judía (la Iglesia primitiva, cuando todos en la asamblea eran judíos) que, con el paso de los años y por virtud de un lento proceso, terminó por constituirse en la Religión de Occidente, preservada y difundida por la Iglesia cristiana de occidente y oriente donde la asamblea y los ritos se relizan entre cristianos no judíos). Por lo que nos relatan los evangelios, podemos afirmar con seguridad que Cristo no pensó fundar una Iglesia. Ni pensó fundar una nueva Religión, sino iniciar un movimiento laico a partir de lo que él vio y vivió en el judaísmo del siglo primero. Prueba de ello, es explicita en su diatriba contra el puritanismo hipócrita de los sacerdotes y escribas de la sinagoga __ya que a pesar de que condena la opresión de los principes de la Sinagoga que se enriquecían imponiendo al pueblo por fuerza de ley pesadísimas cargas fiscales con pretexto del culto. Y condena el judaísmo, diciendo; ¡Hay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas!, que andáis girando por mar y tierra tratando de convertir a los gentiles; y después de convertidos, con vuestro ejemplo y doctrina los hacéis reos del infierno, dos veces más que ustedes__ Pide al pueblo judío obediencia a los mandatos de los pontífices; diciendo "Los sacerdotes, escribas y fariseos, están sentados en la cátedra de Moisés; luego entonces, practicad y haced todo lo que os dijeren; pero no moldeéis vuestra conducta con la suya, porque ellos dicen lo que debe hacerse y no lo hacen"; lo cual nos permite aclarar, "que una cosa es el pueblo judio y otra cosa la religión judía; y si Cristo a pesar de ser judío repudio la religión judía, los no judios seguidores de Cristo no tenemos porque seguir la Torah Judía; es decir que los no judíos seguimos a Cristo no por ser judío, sino a pesar de ser judío". Lo cual fue ratificado por Cristo, diciendo: "Tengo también otras ovejas que no son de este rebaño, las cuales debo Yo recoger, y oirán mi voz; y de todas se hará un solo rebaño y un solo pastor". (Jn X, 16). Los no judíos podemos caminar junto a los judíos, pero conservando nuestra identidad grecorromana. Podemos transitar juntos, siempre y cuando respetemos nuestra identidad. No somos judíos ni queremos serlo; lo cual garantiza que haya paz en el tránsito común; y por ello, los grecorromanos debemos permitir que los judíos sigan siendo judíos y, los judíos deben abstenerse de inculcarnos sus tradiciones y creencias. Cristo ilustró a la mujer Samaritana, entre dos tribus distintas. En el pozo de Jacob: Jesús le dijo:

Mujer, dame de beber". Y ella respondió: "¿Cómo Tú, judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos". Cristo le contesto: "Si tú conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: "Dame de beber", quizá tú le hubieras pedido a Él, y Él te habría dado agua viva". Ella le replico: "Señor, Tú no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos y sus ganados?" Jesús respondió: "Todos los que beben de esta agua, tendrán de nuevo sed; mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua que Yo le daré será fuente de vida eterna". Replicó la mujer: "Señor, dame esa agua, para que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua". Él le dijo: "Ve a buscar a tu marido, y vuelve aquí". Replicó la mujer y dijo: "No tengo marido". Jesús le dijo: "Es vedad lo que has dicho: porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu marido. la mujer: "Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron sobre este monte; según vosotros, en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Mujer, créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la religión viene de los judíos. Dios es espíritu, y ha llegado el momento, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Replicó la mujer: "Yo sé que el Mesías – es decir el Cristo – ha de venir. Cuando Él venga, nos instruirá en todo". Jesús le dijo: "Yo lo soy. Yo que te hablo".

La lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo iniciada por Nietzsche, nos lleva a abordar la lucha por la titularidad de la cátedra de Cristo impartida y formulada por San Pedro y San Pablo, para instruir la doctrina de Cristo a los cristianos judíos obligados a seguir y respetar la ley de Israel y las tradiciones judías; y por ello, en la cultura occidental moderna, ha caducado la estructura judía de la doctrina milenaria de la Iglesia, provocando la severa crisis actual, a causa de que en occidente la asamblea de los fieles no se realiza entre judíos sino entre no judíos; y consecuentemente la cátedra y discurso de la Iglesia requiere de una estructura adecuada a la civilización, costumbre, cultura, leyes y gobierno de la sociedad occidental moderna. Y al caducar la vieja estructura de la cátedra formulada por San Pedro y San Pablo, la actual titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia, no puede estar en manos de un pontífice seguidor de Pedro y San Pablo que impida una nueva reformulación del cristianismo sin judaísmo, a fin de universalizar el mensaje de Cristo, modernizando la estructura de la doctrina milenaria de la Iglesia conforme a la razón, enmarcada en el fenómeno espiritual de la transformación humana. Aquí hay un conflicto muy grande de intereses a causa del poder y el dinero que con lleva la titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia. Conflicto cuyo interés jurídico, rebasa la estructura jerárquica y gobierno de la Iglesia, y se sitúa en la sociedad occidental heredera de la cultura greco romana, verdadera propietaria de los bienes de la Iglesia; y por ello, en primera instancia debe resolverse colegiada y democráticamente, en un Concilio entre la fe y la razón que abrogue el judeo cristianismo y entronice el helenismo cristiano. En segunda instancia, ante los tribunales judiciales, a fin de reivindicar los bienes de la Iglesia a sus legítimos dueños, expulsando de las Iglesias al clero judeo cristiano, dando posesión de los recintos sagrados a las organizaciones altruistas cristianas. En tercera instancia en el estrado revolucionario de la indignación pública que resuelva lo que no pudieran resolver los Tribunales de la razón y de la Ley, a causa del severo daño moral a la sociedad provocado por los emisarios del pasado que impiden la actualización del cristianismo.

Durante el siglo XX hemos encontrado algunas respuestas filosóficas a la crisis de la modernidad, que podríamos enmarcar en dos grandes corrientes: el existencialismo y el neopositivismo. El existencialismo se percata del nihilismo existente, de la caída de todos los valores, y el vacío resultante del mismo, el mundo tal y como lo entendíamos se ha derrumbado. La respuesta que se mantiene desde las tesis existencialista supone una conversión, una conversión hacia la desesperación, un aceptación de la angustia existencial, de la nausea. En definitiva, propone la aceptación sin tapujos del sin sentido de la existencia. La aceptación de que lo único que tiene valor es la propia existencia sin dirección alguna. El fundamento de toda tesis existencialista es la base de una conciencia desgraciada, escindida, destruida, tras la crisis de los valores surge el sentimiento trágico, el carácter trágico de la vida, dado que el único valor es la existencia, y la existencia no tiene ningún sentido, la vida es vacía. El existencialismo cristiano recoge la tensión existente entre el hombre hedonista y el hombre religioso, entre individuo y Dios, mostrando el abismo insalvable, sintiendo, de nuevo, el sentido trágico de la existencia humana. Esta visión pesimista es atemperada en algunas propuestas, como la de Sastre: (El existencialismo es un humanismo), pero nunca deja atrás ese halo de pesimismo, ese afrontar la existencia sin en esos puntos de referencia que servían como faro en nuestro viaje vital.

Por su parte el neopositivismo acepta las limitaciones de la razón, aceptan sus límites, y propone un uso restringido de la misma. La nueva ciencia, la nueva razón, está vacía de preguntas fundamentales, no da respuestas existenciales a las cuestiones que el hombre se plantea, posee un talante marcadamente anti metafísico. Esta nueva ciencia es una ciencia huérfana de fundamentación última, pero si antes esto suponía un escándalo inaceptable, basta recordar los esfuerzos kantianos o newtonianos por fundar una ciencia segura y universal, ahora ésta nos parece un posición coherente, nos estamos habituando a la crisis de fundamentos. Así nos hallamos ante la tríada actual, nuestra época es una época no solo postmoderna, sino también post existencialista, post metafísica y post radicional. Heidegger sostenía que la razón es el adversario más obstinado del pensar, y afirmaba que la única salvación de la skepsis, es ir más allá de la metafísica y de la ontología, hacia una especie de mística, poética, o mitología estética, que recorre los nuevos caminos del pensar. Pero si ya la metafísica, basada en fundamentos puramente abstractos, era difícilmente asumible ¿qué podemos decir de esta nueva meta-metafísica? ¿Cómo asumir este nuevo camino que Heidegger propone? Así se nos abrían dos caminos por recorrer, o bien el camino propuesto por Heidegger, hacia un pensar poético, o bien lanzarnos hacia el vacío del escepticismo. Nuestra sociedad, optó por la segunda, casi obligada ante la dificultad del planteamiento heideggeriano, y el nihilismo profundizó aún más sus raíces.

Junto a esas dos posiciones mencionadas, existencialismo y neopositivismo, podríamos incluirࠬo que Aranguren: (Implicaciones de la Filosofía en la vida contemporánea), denomina pensamiento intelectualista que se compondría de una serie de posiciones filosófica que suponen una reafirmación del papel de la razón, y vislumbran una posible salida al callejón en el que nos encontramos. Así el auge de la filosofía husserliana, que representa la confianza en una razón que se auto limita objetivos metafísicos, más allá de las consideraciones estrictamente personales, como la fenomenología de autores como Merleau-Ponty o Ricouer, suponen resultados a este respecto realmente apreciables. Incluso las actividades del grupo de Oxford, o la filosofía de Zubiri, suponen intentos interesantes por salir de la vía muerta en la que nos hallamos. Todos ellos tienen en común la recuperación de la razón, pero desde un uso moderado de la misma, dentro de sus límites. Desde estas posiciones se replantea, asimismo, el problema metafísico desde unas nuevas coordenadas, supuestamente nuestra época no dispone de un sistema metafísico, por lo tanto, en el mejor de los casos, tendrá que ir construyéndolo. Ahora bien, ¿cómo emprender el camino hacia un sistema metafísico, siendo la nuestra una época marcadamente anti metafísica? No podremos iniciarlo desde posiciones religiosas, ni tampoco sobre el pensar poético que proponía Heidegger. Las abstracciones se han vislumbrado como inútiles en este camino, será preciso sustentarse sobre problemas concretos, sobre la ciencia positiva (Merleau-Ponty, Zubiri), sobre análisis fenomenológicos (el mismo Merleau Ponty), o sobre el desarrollo humano de Roger y el grupo de Oxford, solo así será posible poder ir reconstruyendo, poco a poco, una nueva y modesta metafísica.

El pensamiento de fondo que hay tras esta actitud, es que los solmenes sistema metafísicos no son más que secularizaciones de la religión, para uso y disfrute de pequeñas elites intelectuales, compuestas por aquellos que perdieron y añoran la fe. La fabricación de enormes sistemas metafísicos es sentida como algo vacío y vacuo. En esta línea señala Ryle౵e el desprestigio de los grandes sistemas filosóficos coincide con el apaciguamiento del fuego teológico (RYLE, G: ༥m>El concepto de lo mental). La gente ya no se ocupa de teología, y por esa misma razón tampoco se interesa en cuestiones metafísica. Por ello la filosofía actual no guía a nadie, no predica, es ajena a la teología, e incluso a la política, se ha hecho excesivamente microscópica. Es un hecho que esta forma de intelectualismo, tan modesta,࠰uede suscitar el desprecio de los racionalistas, pero ¿qué es más racional y más razonable, reconocer nuestra incapacidad para explicarlo todo y aceptar nuestros modestos avances en el proceso de racionalización, o intentar sobrepasar los límites de la razón hasta el infinito? Tras la destrucción originada por la crisis, nuestra labor inmediata debe ser la de reconstruir. Para ello será preciso tener un proyecto conforme a un plan. Y dicha construcción deberá "hacerse con tiento, al ritmo que la obra pida"

DEDICATORIA: A mis hijos Rodolfo Miguel, León Felipe y Luis Alonso,
por la entereza, confianza y amor con que enfrentaron los rigores de la austeridad
y las difíciles pruebas que nos deparo el destino durante los veinticinco
años que me dedique tiempo completo a elaborar este estudio. Y mi profundo
agradecimiento a Rudy por trasformar un burdo manuscrito en un obra aceptable,
y el muchísimo tiempo dedicado a promoverlo en la web.

 

 

Autor:

Rodolfo Plata

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