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La recreación y sus antecedentes históricos (página 2)



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Las excavaciones arqueológicas, los estudios
etnográficos y antropológicos, además del
análisis de numerosos sociólogos, han demostrado
que la vida cotidiana de los pueblos primitivos estaba
constituida por el tiempo dedicado a la consecución del
alimento y el tiempo destinado al culto religioso, el cual
empezó a tener importancia en la vida social.

En efecto, ante el estado de dependencia e impotencia en
la que se encontraba el hombre primitivo con respecto a la
naturaleza, de la que obtiene lo necesario para vivir, el culto
religioso se constituye en una actividad que es opuesta y
complementaria a la consecución del alimento. Al no poder
controlar las fuerzas o los fenómenos naturales se recurre
a las oraciones, sacrificios y ceremonias que en la
mayoría de los casos desembocan en grandes
fiestas.

En los pueblos primitivos el culto religioso se
acompañaba de grandes celebraciones festiva y
constituía una de las actividades de mayor importancia en
la vida social de aquellos pueblos, lo cual coloca en evidencia
las estrechas relaciones entre las ceremonias religiosas, los
días de fiesta y el tiempo de trabajo.

Gil Jurado (1991:7) dice: La ceremonia religiosa
desemboca necesariamente en la fiesta, por cuanto implica una
ruptura con lo cotidiano, es decir, significaba una
cesación del trabajo y la suspensión de las
relaciones y los ritos que Este implicaba; y tendían a
excluirse, por cuanto el trabajo estaba destinado exclusivamente
a satisfacer las necesidades materiales, en tanto el culto
religioso y la fiesta atendían a las necesidades
espirituales de la colectividad.

Se tiene pues, desde los orígenes mismos de la
humanidad, una clara distinción y oposición entre
el tiempo destinado a la satisfacción de las necesidades
básicas, a través de la acción
transformadora de la naturaleza (trabajo) y tiempo destinado a la
satisfacción de las necesidades espirituales o
superiores.

Resulta casi imposible encontrar pueblos que no posean
una religiosidad acompañada de ritos, ceremonias y
festejos, hechos que con la evolución misma de la sociedad
se fueron consolidando como medios de expresión a
través de los cuales la colectividad organizaba sus formas
de diversión.

La historia de los diferentes pueblos del mundo
está llena de hechos y situaciones que asociados a las
ceremonias y culto religioso se fueron desarrollando y ganando
mayor importancia, tales como la danza, la música, los
juegos y otras manifestaciones culturales, que hoy se pueden
considerar como un antecedente de la
recreación.

La recreación como parte integrante de la vida
social del ser humano ha tenido presencia en la historia del
hombre desde los tiempos más remotos, inicialmente
asociada al culto y las ceremonias religiosas. Por lo tanto, es
válido decir que la presencia de la recreación en
la cultura del hombre se remonta en el pasado histórico a
los orígenes mismos de la sociedad humana.

Entre los pueblos más antiguos, así como
en la sociedad actual, el ser humano ha puesto de manifiesto, en
diversas formas, su espíritu recreativo y lúdico,
que en un comienzo aparece como celebraciones rituales en las
cuales el grupo social expresa su sentimiento religioso; Estas
manifestaciones fueron evolucionando de acuerdo a los cambios
ocurridos en las diferentes formaciones
económico-sociales. Ortegón (1991:42) citado a
Boullon y otros dice: La recreación acompaña al
hombre desde sus mismos orígenes, porque es una
manifestación natural del ser de la cual no puede
prescindir sin que afecte el equilibrio de su persona,
también hace parte de la naturaleza humana y su necesidad
debe ser satisfecha.

El ocio en las
sociedades esclavistas de Grecia y Roma

El régimen de la comunidad primitiva se
descompuso dando paso a nuevas formaciones
económico-sociales, en las cuales imperó la
propiedad privada, la explotación del trabajo y la
división en clases sociales antagónicas.

En Grecia antigua y en Roma predominó un tipo de
formación económico-social caracterizada por el
modo de producción esclavista, en el cual, los
trabajadores (esclavos) son poseídos en propiedad privada
por el amo y utilizados como instrumentos, disponiendo de lo
producido por ellos; al lado de los esclavos tuvieron una gran
importancia económica social los pequeños
campesinos.

Bartra (s.f.:65) anota: Tanto en Grecia como en Roma los
esclavos no constituyeron la base económica fundamental de
la sociedad; los esclavos constituyeron siempre una
minoría de la población trabajadora. La cual no
quiere decir que el sistema esclavista no haya tenido gran
importancia y que haya sido, durante ciertas etapas, el sistema
más dinámico… Pero en realidad la base de la
sociedad Grecorromana era, en gran parte, la pequeña
economía aldeana campesina.

3.1 EL IDEAL GRIEGO DE LA
SKHOLÉ

En tiempos remotos se celebran en Grecia juegos y
competiciones en honor de los héroes muertos. La
Ilíada de Homero da cuenta de los juegos con que Aquiles
rinde homenaje a Patroclo; con el paso del tiempo, llevados por
un ideal de belleza y la necesidad de prepararse para la guerra
se promueve entre los ciudadanos jóvenes el ejercicio en
la gimnasia y los deportes. Gimberg (1988:71) dice: Los
jóvenes más apuestos concurrían a las
solemnes competiciones del Estadio de Olimpia, en donde se
reunían cada cuatro años los mejores atletas del
mundo griego.

Los juegos olímpicos de la antigüedad
aparecen como uno de los hechos históricos más
significativos que pueden ser considerados como un antecedente de
la recreación. Al igual que en otros pueblos dichos
eventos mantienen una estrecha relación con el culto
religioso, dado que de la misma manera como los israelitas
dedicaban a Jehová cantos y danzas, los griegos honraban a
Zeus y a Apolo con concursos de lucha, carreras y la
exhibición de sus armoniosos cuerpos.

La estructura socio-económica permitió que
en Grecia un grupo selecto se pudiera dedicar al cultivo de las
artes y la filosofía, ésta última
pasó de la crítica a la religión tradicional
al examen de los fenómenos cambiantes del mundo visible,
para irse adentrando poco a poco en los temas de la
metafísica y la ética.

Va surgiendo en el mundo griego el ideal de la
Skholé como un estado de paz que coloca al espíritu
en disposición para contemplar los supremos valores de
aquel mundo: la verdad, la bondad y la belleza. Como anota
Munné (1984:40). La Skholé no era un simple no
hacer nada, sino su antítesis: Un estado de paz y de
contemplación creadora en que se sumía el
espíritu. Tal disposición exigía disponer de
un tiempo para sí; es decir, principalmente la no
sujeción al trabajo. Y que los helenos la hicieron
factible mediante una tajante distribución verticalmente
estratificada del tiempo social; así, mientras una
élite disponía de todo su tiempo para conseguir
aquel estado del espíritu, la masa restante debía
dedicar su tiempo al trabajo. Esto es, la hicieron factible para
unos pocos y haciendo trabajar a los mas.

Los diferentes filósofos griegos alabaron y
exaltaron las virtudes del ocio como supremo valor, pero fue sin
duda Aristóteles -el pensador más grande del mundo
antiguo quien mejor enfatizó el carácter del ocio
como actividad que tiene una finalidad en sí misma. Al
referirse al ocio o Skholé el filósofo Estagirita
dice: "pensamos en él como poseedor de un placer
intrínseco, una felicidad intrínseca, una dicha
intrínseca".

La Skholé es un ideal de vida cuya
antítesis es el trabajo. Sebastián de Grazia
explica que el ocio es para el filósofo griego
Aristóteles "estar libre de la necesidad de estar
ocupado". Es decir, la condición del ocio según la
visión griega, no es disponer de tiempo no ocupado, sino
exactamente no tener la necesidad de estar ocupado (J. Trilla,
1993:50)

"Aristóteles en Ética consideraba como la
más elevada de todas las actividades la actividad
contemplativa de la razón. En ello se reflejaba la
separación típica de la Grecia esclavista entre el
trabajo físico de los esclavos y el ocio intelectual,
privilegio de los hombres libres." (Iduin: 24)

Se encuentra pues entre los griegos un buen
número de personas que disfrutaban de un tipo especial de
ocio gracias a que en aquellos tiempos estaban libres de la
necesidad de trabajar, dado que había un contingente de
esclavos y campesinos que trabajaban para ellos. Como anota Roger
Sué (1992:17) El ciudadano Griego llevaba una vida de ocio
en la que lo principal era la expresión plena de sus
"nobles" potencialidades.

El trabajo no podía tener un lugar de igual
importancia, puesto que se le consideraba degradante y por esta
razón se reservaba a la casta de los esclavos. Cualquier
forma de trabajo se oponía a la condición del
ciudadano griego. El trabajo y el ocio se excluían el uno
al otro, formaban parte de dos órdenes que no guardaban
relación entre sí. Esto a pesar de que, a fin de
cuentas, era el trabajo de unos lo que permitía el ocio de
los demás.

Dice Munné (1984:43) con respecto al ocio popular
que los griegos no estimaron valioso el tiempo de reposo y de
juego. En sus alusiones al tiempo libre popular, en cierto modo
común a todos los hombres, Platón se refiere a las
fiestas como intervalos de descanso instituidos por los dioses al
compadecerse de los hombres, sometidos por naturaleza al
sufrimiento, la fatiga y las preocupaciones; por su parte
Aristóteles también reitera su desdén hacia
la diversión y considera a los juegos y
espectáculos como necesarios para que artesanos y groseros
mercenarios descansen en sus fatigas.

3.2 EL OTIUM DE LOS ROMANOS

A diferencia de la concepción griega expresada en
la Skholé, en Roma ocio y trabajo se conjugan en una
visión más pragmática. El trabajo no tiene
como entre los griegos una significación negativa. El ocio
consiste en no trabajar, en un tiempo libre de trabajo, que se da
después del trabajo y para volver a éste.
Cicerón habla de un "Otium como tiempo de descanso del
cuerpo y recreación del espíritu, necesario para
volver a dedicarse una vez recuperados al trabajo o al servicio
público". (Munné, 1984:42)

Para Cicerón el hombre completo debe alternar el
ocio con el trabajo. El ocio Ciceroniano, que supone siempre el
respeto al gobierno y a sus representantes, no es tiempo de
ociosidad, sino de descanso y de recreo tanto como
meditación.

Aparece en Roma una clara diferenciación entre el
ocio de los intelectuales y el ocio popular masivo, el cual se
reduce al descanso y por sobre todo a la diversión que se
brinda al pueblo a través de los espectáculos
circenses, como anota Munné (1984:43). Frente al
antecedente griego, el Otium de la sociedad romana presenta unas
connotaciones nuevas que responden a un contexto económico
y político diferente; en efecto, Roma introduce, por
primera vez, el ocio de masas. Desde los ludí y los munera
hasta los mimos y las comedias (atellane), organizados por Estado
en los días de fiesta que ocupaban casi la mitad del
calendario, el ocio popular masivo y anónimo, es
despreciado por las élites que lo alimentan y utilizan
como instrumento de dominación.

Se presenta pues entre los romanos una clara
distinción entre el ocio de las masas y el de las
élites que ostentan el poder y por lo tanto imponen formas
de diversión institucionalizadas, con la función de
mantener a los sectores populares en un estado de sumisión
y embrutecimiento. Este es quizás el aporte más
significativo de la sociedad romana al fenómeno de la
recreación y el ocio, un tiempo que se concibe como libre
para que el trabajador lo disfrute, pero que en realidad no es
más que un instrumento para negar su libertad.

Este tipo de ocio popular masivo promovido por el Estado
tiene en los espectáculos presentados en el coliseo
romano, su más reconocida expresión, a
través de los cuales se llevaba diversión al pueblo
trabajador. La clase dominante de panis et circensee, pero como
lo señala Laurence Giangrande, "el ocio es
sinónimo, para el gran público, de
desocupación y de diversión más o menos
impuesta por los cónsules o los emperadores para dominarlo
mejor" (Munné, 1984:43)

El ocio vivido por la plebe contrapuesto al ocio de los
filósofos señala Munné constituye un medio
eficaz para despolitizar al pueblo, un pueblo que es reducido en
gran parte a la condición de espectador. Se presenta por
lo tanto en la sociedad romana una institucionalización
estratificada del fenómeno: el ocio de la plebe opuesto al
ocio de la élite.

Entre los griegos y los romanos se da por tanto una
relación de exclusión entre el trabajo y el ocio.
El ocio a su vez, implica el permanecer a una determinada casta
(ser ciudadano y de sexo masculino) por lo cual brinda la
oportunidad de gozar de un estado de ociosidad, siendo en cierta
medida más acertado hablar de la ociosidad que del ocio
propiamente dicho.

Es a partir de la mentalidad greco-romana cuando se
inicia la interpretación, de una manera concreta, del
tiempo libre y de las actividades que se realizan dentro del
él (loisir). Los griegos introducen una concepción
de educación para la clase dirigente estrechamente ligada
a actividades del tiempo libre; etimológicamente la
"Scholé" es el medio en el cual se realiza este tipo de
educación, por oposición a la "Ascholé" que
designa todas las actividades relativas al trabajo. En la
mentalidad romana el "Otium" designa una actividad propia de la
nobleza, por oposición al "negotium" que se refiere a las
actividades productivas realizadas por los estratos inferiores de
la población. El desprecio por el trabajo es una
condición para ser noble. (Kellman y Fernández;
1986:41).

El ocio de la
nobleza y los Caballeros

Durante la edad media Europea predominó un tipo
de formación económico-social caracterizada por el
modo de producción feudal, en el cual la tierra aparece
como principal fuente y medida de riqueza. Este modo de
producción de bienes materiales se basa en la propiedad
feudal de la tierra y la propiedad parcial sobre los trabajadores
que son explotados por los dueños de las
tierras.

En esta sociedad caracterizada por la economía
cerrada de los feudos y el poder de la Iglesia y los
señores feudales frente alas masas de siervos de la gleba,
que llevaban una vida miserable en medio de las labores
agrícolas y artesanales, se mantiene el ocio popular
concebido básicamente como un tiempo de fiesta y de
descanso promovido, organizado y controlado por la Iglesia y los
señores feudales.

Sin embargo lo más destacado en ésta
época con respecto al fenómeno del ocio, es la
presencia de una clase verdaderamente ociosa que no se dedica al
trabajo y hace de la diversión y el ocio su ideal de vida.
Los caballeros medievales desprecian el trabajo material, al cual
consideran indigno, dedicándose a una serie de actividades
como la guerra, la política, el deporte y otras que les
permiten demostrar y ostentar una vida ociosa, en una sociedad
estratificada en la cual la espada o la cruz eran signos de un
poder que sustentaba la posesión de la tierra.

Como dice Munné (1984:44) El tipo de ocio que
surge está inspirado en un espíritu lúdico
clasista. Consiste en la abstención del trabajo y, a
diferencia de Grecia, en la dedicación a actividades
libremente elegidas tales como la guerra, la política, el
deporte, la ciencia y la religión. La dedicación a
las mismas llega a estimarse honrosa y, consecuencia, es una
condición previa para disfrutar el decoro
social.

En este sentido la vida ociosa se constituye en el
indicador de una elevada posición social que demuestra la
capacidad y poder económico del individuo, donde lo
esencial es gastar el tiempo en exhibir el ocio. Como lo resume
Munné (1984:45) Lo importante es que el empleo de un
tiempo de ocio se va convirtiendo en un sigo exterior de nobleza
cada vez más contrapuesto al servil tiempo de trabajo,
señal inconfundible de sumisión e indignidad. Esto
facilita una distribución vertical del tiempo social,
paralela al sistema establecido de
estratificación.

El ideal caballeresco del ocio poco a poco se fue
desvirtuando y fue sustituido por una ostentación que
progresivamente dio paso a lujo y derroche, indicativos de la
presencia de nuevos factores de riqueza que como el dinero
empiezan a aparecer en la economía a europea.

A lo largo del desarrollo histórico hasta
aquí presentado las representaciones sociales que se han
dado el ocio y al tiempo libre son diversas. El ocio como algo
deseable es, por ejemplo, la representación que de
él, con contenidos diferentes como se ha visto en cada
caso se tenía en la Grecia clásica, la Roma
imperial o de la edad Media Feudal. En todos estos casos como lo
destaca Jaume Trilla (1993:64) " El ocio era considerado como
valor, incluso como algo que dignifica y podía volver
virtuosa o feliz la vida humana."

En las etapas posteriores como se verá a
continuación el ocio es presentado como todo lo contrario:
como un contravalor como algo moralmente indeseable, como un
vicio pecaminoso o como la principal fuente de vicios y males.
Esta nueva concepción responde a la nueva moral y
ética del trabajo que impone la moderna sociedad
capitalista nacida de la revolución industrial y del
triunfo de las revoluciones burguesas que permitieron el ascenso
al poder de los nuevos dueños de la riqueza representada
en el dinero y el capital.

Tiempo de trabajo
y tiempo libre bajo el capitalismo

El renacimiento sentó las bases para la
liquidación del orden feudal, dando paso a nuevas
corrientes de pensamiento, formas de Gobierno y
organización de la producción. A partir de entonces
el ocio es considerado como un vicio para el puritanismo. A
manera de reacción frente a la idea caballaresca, la nueva
concepción tildará a la conducta ociosa de grave
vicio personal y social, lo cual corresponde a las nuevas
exigencias de la sociedad comercial e industrial.

El feudalismo dio paso a una nueva formación
económico-social caracterizada por el modo de
producción capitalista, donde el trabajo asalariado de los
sectores obreros se constituye en el soporte de la actividad
económica ejecutada en las fábricas y usufructuada
por la burguesía.

El ascenso de la burguesía al poder dio origen a
la nueva moral del trabajo donde son censuradas y condenadas las
actividades no productivas, es decir, aquellas que llevan al ocio
y la pereza. Por ello, para la nueva clase en el poder más
que un deber moral, la condena del ocio significó una
condición ineludible para asegurar su predominio y
contribuir al desarrolla de un modo de producción que como
el capitalista se basa en la explotación del
trabajo.

Bajo el capitalismo "el tiempo del mercader reemplaza al
de la Iglesia, se trata de un tiempo cuantificable y dividido
regularmente (reloj); tiempo es dinero" (Historia Universal
Larouse: 1995:124).

Dentro de la nueva sociedad el tiempo libre es asimilado
como un tiempo substraído al trabajo, durante el cual, el
trabajador repone energías, descansa y se divierte para
luego retornar con nuevos ánimos a su labor
productiva.

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Autor:

Javier Pena

Pamplona-Colombia

Partes: 1, 2
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