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Recuerdos no olviados(Segunda parte) (página 3)



Partes: 1, 2, 3

– A Fidel se le notaba realmente preocupad. Hacía
muchas horas que no tenía noticias de Fidelito, ni forma
de lograrlo. Lo había dejado en el hospital, sin conocer
su situación por las lesiones sufridas. Recibido el aviso
de que se iba a producir la transmisión especial, todos
allá arriba guardamos un impresionante silencio. Segundos
después se oyó, Quintana, tu voz, anunciando que
Fidelito iba a dirigir a su padre., desde su lecho del hospital.
Y se oyó claramente: "Papi, no estés preocupado. Yo
me encuentro bien. No es nada importante. A aquí mis
tíos te lo pueden decir. Yo me siento de lo
mejor…"

Y Eddy sigue relatando:

– Fidel, realmente emocionado, con la cabeza baja,
escuchaba silenciosamente a su hijo. Luego de unas palabras de
Ramón, confirmando que lo de Fidelito no era nada grave,
el niño volvió a hablar: "¿Lo oyes papi? No
es nada de importancia. No te preocupes…". Pero en ese
momento el niño lanzó una exclamación de
dolor, un ¡Ay! Que hizo dar un salto a Fidel y a todos
nosotros. Y enseguida la voz de Fidelito, que decía
apresurado: "No te asustes papi, es que me pusieron una
inyección…Ya pasó…"

Y Eddy termina su singular relato:

– La transmisión finalizó con unas
palabras de Fidel, lo recuerdo bien, dándote las gracias,
Quintana, por haberle proporcionado la oportunidad de escuchar la
voz tranquilizadora de su hijo desde el lecho del
hospital.

La gran prensa en
la Cuba de antes

¿Una prensa libre?

La descripción del papel que
desempeñó la prensa, periodismo y periodistas, en
la triste etapa de la tiranía de Batista (1952-1958),
requeriría un meticuloso estudio y acopio de datos, que
rebasaría los límites de un simple bosquejo
histórico, que es el que ahora nos proponemos.

Y es que existían otras censuras, aparte de las
ya formalmente oficializadas, y descritas en otros
capítulos de estas memorias, que tenían un
carácter permanente y que utilizaban formas mucho
más sutiles y más ocultas para la gran masa de
lectores. Nos referimos a:

  • El soborno oficial.

  • El chantaje de los anunciantes nacionales y
    extranjeros.

  • La presión de la embajada de Estados Unidos,
    mediante el control estricto de las cuotas de papel
    periódico.

  • Las obligaciones que contraían los
    dueños de periódicos, por la posesión de
    acciones y valores, en determinadas industrias y/o
    compañías anónimas.

  • El soborno de las asociaciones de comerciantes e
    industriales, de los productores de azúcar (hacendados
    y grandes colonos) y otras organizaciones de medianos o
    grandes intereses coaligados.

  • La presión ejercida por una sociedad
    capitalista, gobernada por una oligarquía sometida a
    los intereses foráneos, propia de un país
    tercermundista y dependiente, que enfilaban su agresividad,
    en la lucha de ideas, contra los trabajadores, campesinos,
    intelectuales progresistas, estudiantes más radicales
    y en general contra todos los sectores y capas conformadas
    por el pueblo más humilde, en eterno
    desamparo.

  • El apoyo dado a esa gran prensa, de
    circulación nacional y notable influencia de
    opinión, por la Sociedad Interamericana de Prensa
    (SIP) integrada por los grandes propietarios de diarios en el
    continente, que compartían invariablemente una
    ideología de derecha y en no pocas ocasiones,
    francamente reaccionaria.

  • El papel desempeñado por las agencias de
    noticias extranjeras que en sus informaciones
    respondían a los dictados de las oligarquías
    imperantes en sus países de origen, como la AP y la
    UPI.

Es posible que no estén expuestas todas las
causas determinantes que frustraban la ilusoria concepción
de una prensa libre en Cuba, pero creemos que están las
principales.

Resulta lógico pues, aún sin entrar en el
análisis de cada una de esas causas y la valoración
de sus consecuencias, llegar a una conclusión irrebatible:
en una sociedad capitalista no existe ni podrá existir
jamás una prensa legal, que pueda vanagloriarse de ser
efectivamente libre. Tenemos la experiencia propia por haber
ejercido el periodismo o estar vinculado a los medios de prensa,
durante más de 40 años, en la Cuba capitalista,
anterior al triunfo revolucionario del primero de enero de
1959.

Nos referiremos en primer lugar al soborno oficial, que
se materializaba en el empleo impune del dinero del estado, para
sobornar a los empresarios periodísticos y en escasas
ocasiones a periodistas faltos de ética
profesional.

Cientos de miles de pesos (en la época analizada,
equivalente al dólar estadounidense. N. del E.)
salían cada mes del Palacio Presidencial hacia los
bolsillos siempre abiertos de los Pepín Rivero, Jorge
Zayas, Santiago Claret, Sergio Carbó, José
López Vilavoy, Salas Amaro, Rolando Masferrer y otros
tantos dueños de periódicos de mayor o menor
prestigio.

Casi desde el propio triunfo de la Revolución,
que se incrementaba gradualmente con la aplicación de las
primeras leyes revolucionarias durante 1959 y 1960, los
periódicos más importantes en Cuba, de
circulación nacional, como "Avance", "Diario de la
Marina", "Prensa Libre", "El Mundo", "Información" y otros
menos importantes, iniciaron una sistemática
campaña de desinformación e inclusive de
difamación, contra el Gobierno Revolucionarios y sus
dirigentes. Pudiéramos incrementar la lista con otros
medios de prensa radial y televisiva que integraban esa gran
"cofradía" de defensores de la prensa libre.

En la noche del 20 de enero de 1960, en comparecencia
por la televisión, el Comandante en Jefe Fidel Castro,
presentó públicamente las pruebas, apoyadas por
documentos y fotos, de los sobornos recibidos por el propietario
del diario "Avance", durante la tiranía- Este
periódico se había convertido en un opositor
furibundo contra toda medida del Gobierno
Revolucionario.

Podemos enriquecer estos datos:

Jorge Zayas tenía en el Ministerio de Comercio, 5
puestos (llamados en Cuba "botellas", N. del E.); en el
Ministerio de Comunicaciones, 7; en la Renta de Lotería,
5; en el Ministerio de Agricultura, 3; en el Ministerio de
Gobernación, 2; en el Ministerio de Obras Públicas,
7; en el Ministerio de Educación, 11 etc. Este dinero
formaba parte de los presupuestos asignados a cada dependencia
oficial, para cubrir los gastos de servicios que debían
ofrecerse al pueblo y que eran desviados fraudulentamente de sus
legales objetivos.

Cada una de estas plazas, no bajaban de $100 como
promedio, por lo que solo mediante este concepto, Jorge Zayas,
propietario periodístico y defensor de la libertad de
prensa y crítico furibundo de la Revolución
triunfante, percibía más de 4 mil pesos mensuales,
sin hacer más esfuerzo que mandar a buscar cada mes los
cheques a cada organismo, con un testaferro.

A esto se agregaban cheques procedentes de las
Asociación de Hacendados y Colonos, del sector industrial,
del Congreso, de la Comisión de Defensa del Tabaco Habano,
así como un cheque mensual, nunca menor de $ 5000,
procedente del Palacio Presidencial, con la autorización
del Secretario de la Presidencia, señor Andrés
Domingo y Morales del Castillo, cercano colaborador del tirano,
en sus felonías y negocios turbios. Ese cheque lo
recibió puntualmente el señor Zayas desde el 3 de
septiembre de 1955, (cuando Fidel se encontraba en el exilio
mexicano en los preparativos finales de la organización de
la expedición del Granma) hasta noviembre de 1958 (cuando
ya las tropas rebeldes se encontraban en plena ofensiva
victoriosa). El correspondiente al mes de diciembre de ese mismo
año, no resultó posible cobrarlo, pues en enero de
1959 Batista se encontraba refugiado en República
Dominicana, con su cohorte más íntima, en la que
seguramente se encontraba el señor Morales del
Castillo.

Un simple cálculo:

De agosto a diciembre de
1955…………………………………
$ 25 000

De enero a diciembre de
1956………………………………….
$60 000

De enero a diciembre de
1957………………………………….
$60 000

De enero a noviembre de
1958…………………………………
$ 55 000

Total………………………………………………………………….
$200 000

Naturalmente que en estas cifras no están
incluidas el dinero recibido por chantajes a las empresas de todo
tipo que existían en el país, que pagaban muy bien
el silencio por omisión de sus andanzas aventureras por
los predios del contrabando, las burlas al fisco, las violaciones
a las leyes aduaneras y hasta por escándalos personales y
familiares.

Y denunciaba Fidel en la ya citada
comparecencia:

"Y todo esto ocurría en los años
más sangrientos de la tiranía, cuando los
estudiantes, la gente joven, aparecía asesinada a diario
en los arrabales de La Habana".

Si uno de los "falderillos", como era Jorge Zayas,
recibía tan jugosa tajada de la dictadura, que no
recibirían los "mastines" de la prensa cubana como los
propietarios del "Diario de la Marina", "Información", "El
País", "El Mundo", "Prensa Libre", que no
recibirían los libelos, públicamente
incondicionales a la tiranía de "Tiempo en Cuba", de
Rolando Masferrer; "Ataja", de Salas Amaro y otros de poca monta,
en las provincias.

No podemos excluir de esas empresas periodísticas
"libres y democráticas" a los consorcios
periodísticos de las revistas "Bohemia" y
"Carteles"

Una prueba del sometimiento de aquellos dueños de
periódicos lo constituyó la fotografía
encontrada en los archivos de "Avance", de una foto tomada por
uno de sus reporteros gráficos, donde aparecía el
veterano luchador revolucionario, Armando Hernández. En la
misma se le veía golpeado y con las plantas de los pies
quemadas por sus torturadores policíacos. Y prendida de la
fotografía, una nota escrita de puño y letra del
dueño del diario que decía: "Estas fotos no pueden
publicarse para complacer al señor Ministro".

El "señor ministro" era por supuesto, el
secretario de la Presidencia Andrés Domingo y Morales del
Castillo, ex magistrado, quien avalaba los cheques que llegaban
mensualmente de Palacio.

Otro aspecto a considerar en la autocensura de la prensa
en Cuba, antes de 1959, era la ejercida por los anunciantes,
grandes firmas industriales y compañías
importadoras y exportadoras, que invertían cientos de
miles de pesos en publicidad, mensualmente, en todos los medios
de comunicación, incluida la radio y la
televisión.

Los "mastines" de la radio y televisión eran Goar
y Abel Mestre, Manolo Fernández, los hermanos Salas,
Amadeo Barletta y su hijo de igual nombre y otros, sin olvidar a
aquel talentoso publicitario, pero carente de escrúpulos,
para engañar a las oyentes de sus programas, llamado
Gaspar Pumarejo.

El hecho de la existencia de contratos publicitarios de
los grandes anunciantes era la mejor mordaza, para la tan
proclamada Libertad de prensa.

Recuerdo el caso de la tienda por departamento "El
Encanto", cuyos propietarios practicaban el contrabando a gran
escala, burlando al fisco. Si por casualidad se llegaba a abrir
una causa criminal, por una denuncia, que nunca
prosperaría, los jefes de Redacción o
Información, recibían una nota bien
explícita de la dirección: "Del asunto de El
Encanto nada". Desde luego que esto podía funcionar como
un propio chantaje patronal al anunciante, forzándolo a
ampliar el contrato publicitario,, bajo la amenaza de
publicación de cualquier escabroso asunto.

Es conocida la forma en que los hermanos Mestre actuaban
al respecto. Si un anunciante manifestaba su interés en
anunciar su producto por el Canal 6 de la TV, se les hacía
saber que para aspirar a ello, debían firmar contratos
publicitarios similares con CMQ Radio, Radio Reloj y con la
emisora radial CMBF, pertenecientes todas al gran monopolios. El
canal 2 de la TV, propiedad de los Barletta, procedía
exactamente igual.

El dominio del gobierno norteamericano sobre la prensa
impresa en Cuba, se manifestaba por el control que ejercía
sobre las cuotas de papel periódico, con la tolerancia de
los gobiernos de turno. Era una espada de Damocles siempre
pendiente sobre la cabeza de los propietarios de
periódicos, Las empresas bajo esa presión se
veían forzadas, aunque en algunos casos no conviniera a
sus intereses, el secundar campañas favorables a los
intereses imperialistas, o simplemente acallar justas denuncias
populares contra las felonías de las filiales de sus
monopolios, establecidas en Cuba.

No en pocas ocasiones, arrendaban sus talleres, a gusto
o a disgusto, para imprimir literatura que loaba la
política norteamericana o deformaba la realidad
política y social, no solo de Cuba, sino de otras naciones
latinoamericanas, y particularmente de la obra de gobiernos
progresistas.

No deben olvidarse aquellas "monumentales ediciones" del
diario "Información", propiedad de Santiago y
Joaquín Claret, que aparecían como suplemento de
las ediciones dominicales, con más de cien páginas,
bajo la supuesta fachada de una Cooperativa de Suscriptores,
destinada supuestamente a divulgar lo mejor de la literatura
universal y que en realidad se guiaba por un criterio selectivo
favorable a aquella que favoreciera la propaganda imperialista,
dirigida por los servicios de Información de Estados
Unidos

Muchos empresarios de periódicos no limitaban sus
actividades mercantilistas a las propias de su oficio de
editores. Ampliaban su esfera de acción, favorecidos por
sus estrechas relaciones oficiales y en el mundo de las finanzas
e invertían parte de sus grandes ganancias en otros
lucrativos negocios. En muchas ocasiones se ligaban a personeros
del gobierno o se convertían en "pantalla" de los mismos,
como testaferros, para obtener jugosas ganancias
adicionales.

Mostremos varios ejemplos:

a) Los hermanos Goar y Abel Mestre, invirtieron fuertes
sumas en la construcción y explotación del edificio
de apartamentos FOCSA, de 35 pisos, el mayor bloque habitacional
de Cuba.

b) Cristóbal Díaz y Guillermo
Martínez Márquez- éste último luego
"prestigioso" presidente de la SIP- propietarios del
periódico "El País", invirtieron fuertes sumas como
accionistas y ejecutivos de una fábrica de papel bagazo en
la provincia de Matanzas,

c) Amadeo Barletta y su hijo "Barlettita", propietarios
de la emisora de televisión Canal 2 Telemundo,
poseían fuertes inversiones en una compañía
importadora de automóviles, en una fábrica
ensambladora de vehículos y en otros múltiples
negocios, incluso en otros países.

d) Alfredo Hornedo, con fuertes inversiones en empresas
periodísticas, invirtió cuantiosas sumas en la
construcción del Mercado Único. Molesto cuando le
fue negada la entrada al aristocrático "Yacht Club and
Country Club" no obstante ser senador de la república, por
ser mulato, construyó el balneario Casino Deportivo,
aún hoy existente con el nombre de "Cristino Naranjo", en
Miramar. Además, anexo al mismo, invirtió en la
edificación del teatro "Blanquita"- en honor a su hija- el
actual "Karl Marx" y el complejo residencial "Rosita de Hornedo"-
en homenaje a su esposa- actualmente "Sierra Maestra".

Sin embargo esos mismos aristócratas amillonados
no tuvieron el valor de negarle ese derecho a Fulgencio Batista.
Conocido en su juventud como "El mulato lindo"- y lo recibieron
con altos honores.

Esos vínculos de intereses entre empresarios
periodísticos y otros sectores de la economía y la
política, establecían obligaciones que sin duda
fronteras de limitaciones a esa libertad de prensa de que tanto
alardeaban.

Otro aspecto del soborno de la llamada "prensa libre" de
la Cuba de entonces, se manifestaba a través de los
perniciosos vínculos establecidos con las llamadas
asociaciones de las "clases vivas". Un ejemplo evidente lo era
las asociaciones de Hacendados y de Colonos, las cuales en sus
presupuestos de gastos secretos incluían a la
mayoría de los grandes periódicos y revistas. Y
esos sobornos se aumentaban cuando se hacía necesario el
combatir o apoyar una ley, acorde a sus intereses, o desarrollar
una campaña determinada en relación las
campañas azucareras, que constituían su mayor
fuente de ganancias.

Los espurios intereses monopolistas yanquis y de la
oligarquía criolla, que coincidían plenamente,
desembolsaban enormes sumas para crear estados de opinión
favorables a sus planes o designios. Se daba el caso reiterado de
que hasta los editoriales, las informaciones y las entrevistas a
sus personeros, venían ya redactadas desde los despachos
de los especialistas a sueldo de esas instituciones. Su poder era
de tal magnitud que hasta fijaban a los directores de los
diarios, la fecha, página y número de columnas
donde debía salir el material publicado.

Por otro lado, si era bien conocido que si las
más poderosas firmas, nacionales y extranjeras,
tenían el poder financiero para "elegir" a senadores y
representantes a la Cámara, para que defendieran sus
intereses, ¿cómo no lo iban a tener para supeditar
a una prensa tan presta a dejarse sobornar, como lo era la que
existía en Cuba, hasta que con el triunfo de la
Revolución, se produjese la emigración de sus
magnates?

Es fácil de comprender el por qué la "
prensa libre" de aquella época no podía en forma
alguna defender o preocuparse por las necesidades e intereses del
pueblo. A veces claro, había que hacer algunos aportes
demagógicos para hacer creer a los lectores que tal o cual
periódico, sino progresista, era al menos de ligeras
tendencias liberales. Y para ello buscaba un tema que no les
comprometiera a ellos, ni a sus cómplices, y durante
varios días simulaban, con hipocresía estar al lado
de algún sector de las clases desposeídas.
Así se publicaban reportajes sobre los llamados "barrios
de indigentes, relatando los dolores y tragedias de sus
habitantes, con la certeza de que con ello, no iban a afectar los
intereses de la SHELL, la ESSO, de la tienda "El Encanto" o a la
"Coca Cola". En definitiva ninguno de los habitantes de esas
zonas marginales, abandonadas a su suerte, tenía dinero
para alquilar un departamento en el FOCSA, comprar en "El
Encanto" o comprar un "Buick". Y quedaban bien con su conciencia
y sus bolsillos.

En no pocas ocasiones se prestaban a la farsa que
montaba la esposa del Tirano, Marta Fernández, calificada
de "bondadosa primera dama de la república" cuando
repartía jabas con 2 o 3 libras de frijoles negros y unas
libras de papa, entre familias hambreadas o cheques con
ridículas sumas a los asilos de ancianos, que en
definitiva eran sufragados por las ganancias obtenidas de la
Renta de la Lotería Nacional, verdadera sentina de
corrupción y latrocinio.

Crónica
social y crónica roja

Otra fuente de lucrativas ganancias para las empresas
periodísticas de entonces era la llamada crónica
social, en franca competencia para explotar el lujo, fatuidad y
pomposa vanidad de una sociedad condenada a desaparecer. El
cronista social era un reportero vestido de etiqueta, un agente
publicitario con smoking. Éste tampoco tenía
libertad pata determinar lo que debía o no publicarse, con
dos supervisores implacables: el director, que la utilizaba para
dar cumplimiento a los compromisos que debía atender
acorde a sus relaciones sociales o de negocios; y el
administrador, con estampa de caja contadora, que cobraba a tanto
por pulgada, las fotos o reseñas de bodas, canasta party,
onomásticos, fiestas de quince o incluso actos religiosos.
Cómo olvidar su lenguaje cursi y rocambolesco, como los
adjetivos de bellísima, elegante, atractiva, respetable,
ilustre, talentoso, etc. Con su correspondiente tarifa, en
correspondencia de las posibilidades económicas del
cliente, su posición social o política o el importe
contratado.

No recordamos que se publicaran en alguna de esas
crónicas sociales, nacidas en las páginas
interiores de los diarios y llevadas luego a suplementos de
rotograbados, particularmente en el Diario de la Marina,
Información y Avance, fotografías de obreros
destacados, macheteros esforzados en la zafra o laboriosos
campesinos o talentosos estudiantes, a menos que estos
últimos pertenecieran a encumbradas familias.

Fuimos testigo del hecho que cuando era inevitable
establecer el compromiso de publicar alguna foto de un hecho
social, donde los personajes eran gente humilde, se le daba
"refugio" en las páginas de provincia, en ediciones que
solo circulaban en determinadas provincias del interior y que
nunca circulaban en las ediciones distribuidas en la
capital.

Aún recuerdo como se propiciaba, con tintes
sensacionalistas, el desajuste moral y la pérdida de los
valores, en la llamada "crónica roja", que fomentaba un
estado morboso y dañino en las mentes impresionables. En
una oportunidad una jovencita descubrió que la "tinta
rápida" (usada para teñir los zapatos)
contenía altos poderes tóxicos. Tuvo gran
éxito en su desafortunado propósito. Cada mes
varias docenas de hogares se enlutaron gracias a la
divulgación de tales suicidios. Resultó de tal
magnitud el fenómeno que el Ministerio de Salubridad de
entonces se vio obligado a prohibir la venta libre del
producto.

El clásico harakiri era algo poco conocido en
Cuba hasta que un día se publicitó como un
agricultor japonés radicado en Cuba lo practicó, al
enterarse de que toda su familia había muerto en su tierra
natal por un catastrófico terremoto. El método se
sumó a la ingestión de cianuro, darse candela
rociándose gasolina o kerosén, el lanzamiento desde
altos edificios o puentes o el ahorcamiento. Eran ciclos que
respondían al modo de suicidio más de moda,
publicitado inconscientemente por los reporteros
policíacos..

Recuerdo ahora, al escribir estas memorias, como hace
más de 50 años, siendo yo jefe de la crónica
de sucesos del periódico "Avance" (recordar que este
escrito data de 1989.N. del E.) escribí un
artículo, que por cierto se publicó porque no fue
consultado previamente, donde proponía suprimir la
publicación de todo tipo de suicidios, ofrecer los relatos
de hechos criminosos sin ribetes sensacionalistas, no insertar
fotografías macabras o que despertaran sentimientos
morbosos o repugnancia emocional. En fin, atenuar las
consecuencias negativas de aquella marejada de sangre que
desbordaban las páginas de sucesos. Milagrosamente no fui
expulsado del sector en que me desenvolvía. Lo
único que logré- lo considero un triunfo- fue
llevar a la práctica en solitario, aquel plan que
nació con buenos propósitos y tan mala
fortuna.

La SIP: la OEA
del periodismo continental

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) alberga en su
seno a los propietarios de periódicos más
reaccionarios del hemisferio o a sus incondicionales directores.
Baste decir que por la década de los cincuenta era su
presidente el doctor Guillermo Martínez Márquez y
posteriormente, su vicepresidente, Jorge Zayas, antiguo
dueño del periódico "Avance". Martínez
Márquez representaba entonces al diario "El País",
propiedad de Alfredo Hornedo.

Uno de los jerarcas de la SIP era Jules Dubois,
presidente de la llamada Comisión o Comité de
Libertad de prensa de ese organismo. Éste visitaba
frecuentemente a Cuba para participar en las opíparas
comilonas y francachelas con los dueños de los
periódicos criollos. En múltiples oportunidades su
fotografía y declaraciones aparecieron en la primera plana
de diarios y revistan que lo presentaban como el paladín y
abanderado supremo de la libertad de expresión. Cada vez
que se reunía la SIP, en los conciliábulos de su
Comité Ejecutivo o Asambleas Generales, el afamado Jules
Dubois presentaba sus informes sobre el cumplimiento o no por la
prensa hemisférica de la libertad de prensa.

Es interesante señalar que en el informe que
rindió Jules Dubois a la XIII Asamblea General de la SIP,
efectuada en Washington, del 16 al 18 de octubre de 1957,
aparezcan de forma reiterada, las veces que Batista impuso la
censura de prensa, por demás arbitraria e ilegal, a la
prensa cubana, radio y televisión; se hace mención
de las diversas ocasiones en que Martínez Márquez,
visitó al dictador, para pedirle que aboliera la llamada
"Ley de Prensa", llamada "Ley Mordaza" que le dejara como
herencia nefasta, pero oportuna para él, el derrocado
presidente Carlos Prío Socarrás y de las reiteradas
veces que Batista le ofreció su "palabra de honor" de que
eliminaría la censura.

Sin embargo, nunca se preocupó Jules Dubois de
realizar las investigaciones necesarias sobre las cuantiosas
sumas que recibían los dueños de periódicos
para aplicarse la "autocensura", más efectiva que la
oficial. ¿Qué fuerza moral amparaba a los
propietarios editores de periódicos en Cuba para demandar
del gobierno, a quien servían, a que eliminara la censura
impuesta por un decreto, si mantenían la otra, impuesta
por el soborno? El tirano conocía muy bien que a ellos
solo les interesaba que les taparan la boca con cheques. Y Jules
Dubois se prestaba a toda esa farsa impúdica y
demagógica.

Dubois tenía su propia historia y no muy limpia
por cierto. Se decía coronel del Ejército de
Estados Unidos y periodista del "Chicago Tribune", uno de los
diarios más reaccionarios de ese país. Pero nadie
conocía de sus artículos y colaboraciones en ese
diario. Y pocas veces se encontraba en Chicago. Le faltaba tiempo
para viajar por todas las naciones del continente, pernoctando en
los más costosos hoteles, a costa de sus amos, los
propietarios de la gran prensa. Pero además llegó a
conocerse que también trabajaba para la CIA de los Estados
Unidos,. Y esta era su más diáfana credencial para
saber quién era y su condición moral. Jules Dubois
resultó hallado muerto en su residencia hará unos 5
años (por la fecha de escrito el libro calculamos que
fuese aproximadamente entre 1984 y 1985. N. del E,) Vivió
u murió entre sombras.

De la lectura del informe que presentó Jules
Dubois al Comité Ejecutivo de la SIP, reunido en New York,
el 3 de septiembre de 1957, previo a la XIII Asamblea General,
obtenemos una prueba fehaciente de la más rampante
hipocresía de ese organismo.

En el mismo se hace un relato, en siete hojas escritas a
máquina, que pretendía ser una historia de una
prensa cubana víctima de la tiranía, maltratada y
perseguida…sin referencia claro está a los sobornos
que ésta recibía del propio gobierno. La historia
se inicia en el citado informe, el 10 de marzo de 1952, fecha del
golpe de estado que derrocó el gobierno auténtico.
Hace muy ligeras y tergiversadas referencias al asalto al Cuartel
Moncada y a los asesinatos posteriores; al ataque por
revolucionarios al Cuartel Goicuría, en Matanzas, donde
resultaron los asaltantes, previamente delatados al gobierno,
cruelmente masacrados; al ataque al Palacio Presidencial, por
miembros del Directorio Revolucionario; a la prisión del
doctor Fidel Castro y sus compañeros en Isla de Pinos; la
marcha al exilio de éste a México, en julio de
1955, a organizar la expedición del Granma; nada de la
posterior lucha en la Sierra Maestra, y por supuesto, mucho menos
al asalto y clausura del periódico La Calle, en julio de
1955.

¿Acaso Jules Dubois ignoraba todo eso?
Ningún propietario de los grandes diarios representados en
la SIP, había formulado crítica alguna al hecho
vandálico perpetrado contra un órgano de prensa,
cuyos directivos y periodistas, no recibían cheques de la
dictadura.

Antes de esa reunión, Luis Orlando
Rodríguez, director de La Calle y el que esto relata su
jefe de información, se entrevistaron con Jules Dubois, en
el Hotel Nacional. Éste simulador, como buen agente de la
CIA, se mostró sorprendido. Afirmó no estar
enterado de lo ocurrió y actuar inmediatamente.
¿Acaso lo hizo?. Resultó aquella la entrevista
inútil

No obstante Luis Orlando persistió y
presentó su denuncia en la reunión de la SIP en La
Habana. Por supuesto sin ningún resultado. No obstante
logró que la revista Bohemia, en su popular sección
" En Cuba", publicara una información sobre esa
entrevista, eludiendo describir hechos criminales cometidos por
la policía al destruir los locales y golpear al personal y
vendedores allí presentes. No era posible, pues no se le
hubiera permitido.

Decía la información publicada en
Bohemia:

"En la sesión de la tarde, tras un almuerzo en el
penthouse de El Mundo, se insertó un conflicto
perteneciente a la Comisión: el del diario cubano La
Calle. Su empresario, Luis Orlando Rodríguez, narró
la historia que sus compañeros conocían de sobra,
nueva para los extranjeros, pero antes hubo diálogos de
sumo interés (observen como se eludía la
narración de los hechos. N. del A.)"

Y continuaba el texto:

"LOR (Luis Orlando Rodríguez) presentado a Dubois
por RAG (Raúl Alfonso Gonsé) dirigió una
pregunta al periodista chicagoense:

– ¿Es cierto señor Dubois, como
afirmó ayer el Ministro de Gobernación, Santiago
Rey, refiriéndose a su persona, que usted, como presidente
del Comité de Libertad de Prensa de la SIP,
encontró buena la clausura de La Calle?.

– No es cierto. Aquí están las actas de
Nueva Orleans, donde consta que el Comité tuvo
conocimiento de la clausura (sin referirse al asalto policiaco,
ni al destrozo material ni a la existencia de una orden judicial
ordenando la devolución de los talleres. N. del A.)
Consideramos que el caso había sido resuelto.

– Pues no solo no quedó resuelto-
respondió LOR- sino que aún permanece clausurado
ese diario. La policía continúa en el taller. Ahora
mismo acabo de hablar con el que hace la guardia y me
informó que no tenía orden de retirarse.

Y se agrega en la información:

"Jules Dubois manifestó que antes de iniciar la
SIP sus reuniones en Cuba, se le había informado que la
policía sería retirada. Por propia
declaración del interesado conocía ahora la SIP que
dicha promesa no había sido cumplida. Quedaron en
posesión del Comité los documentos probatorios del
proceso de clausura, muchas de cuyas anécdotas
evidenciaban la coacción de las autoridades y quedó
comisionado Raúl Alfonso Gonsé para evacuar la
gestión oportuna en el Ministerio del Interior"

Hasta aquí la reproducción de la
información publicada en la revista Bohemia.

"La Calle no pudo publicarse más durante la
tiranía. No era posible que la dictadura permitiera la
circulación de ese vocero de los intereses populares, de
las ideas revolucionarias y símbolo del periodismo
honesto, limpio e insobornable.

La censura, a través de las variadas formas ya
descritas se aplicaban cada vez que alguien con buenas
intenciones, pero escasa fortuna, se aventuraba a la "aventura"
de fundar un periódico, revista mensual o semanario. El
que esto escribe pretendió-idealista ante aquellas duras y
terribles realidades- editar periódicos y revistas
independientes, si ayuda oficial, ni cheques de Palacio, como
"Actualidades", Alfa", "Oye", etc. Y perdió
energía, dinero y paciencia.

Como dijo Fidel en 1955, antes de partir para
México, en su artículo que debía publicarse
en La Calle, el propio día de su clausura, titulado: "En
Cuba ya no se puede vivir"..

Nociva influencia
de las agencias noticiosas AP y UPI

Con respecto a la nociva influencia que ejercían
sobre el estado de opinión de nuestro pueblo, las agencias
noticiosas norteamericanas AP y UPI, esta se expresaba en la
tergiversación de las informaciones así como
ignorar aquellas que afectaban los intereses imperiales. Y a esto
contribuían los propietarios de los grandes medios de
difusión de entonces, particularmente la gran prensa, para
mejor servir los comunes intereses de la oligarquía
nacional y extranjera, la dictadura batistiana y la embajada
yanqui.

Dentro de esta amalgama de mentiras y
desinformación, se hacía presente el veneno
permanente y reiterado del anticomunismo, en todas sus formas y
matices. Esto se expresaba que la visión panorámica
del mundo, que tenía gran parte de nuestro pueblo,
terminaba en las fronteras de Estados Unidos. De ese país
procedía cuanto consumíamos a la par que las ideas
"made in USA". Nos imponían lo peor de su cultura a
través de los "comics", películas, revistas,
documentales cinematográficos e incontables folletos que
nos permeaban con la idea de la maldad del indio y la generosidad
del "cowboy" rubio y de ojos azules; de la indolencia del latino
y la laboriosas del anglo-sajón; de la inferioridad del
negro, en su eterno papel de esclavo, criado o chofer.

Rememoro la revista "Selecciones del Reader Digest", que
se imprimía en los talleres Omega del Cerro, en La Habana
para ser distribuida por miles de ejemplares, no solo en nuestro
país, sino para su exportación a América
Latina, particularmente Centroamérica y el Caribe.
Parecería imposible sintetizar en tan poco espacio, en
cada ejemplar, tal cúmulo de engaños y mentiras. Y
sin embargo, para muchos cubanos tanto esta, como las revistas
"Visión", "Life" y tantas otras, de amplia
circulación en Cuba, eran publicaciones serias, objetivas
y bien informadas (Labor de zapa que se incrementó a
partir del triunfo de la Revolución, en campañas
infames, plagadas de infundios. N. del E.)

Otra fuente de
ganancia y engaño: las rifas y premios

La implementación de sistemas manipulados de
rifas y premios constituía otra fuente de ganancias de la
"libre", "democrática" y "representativa" gran prensa en
Cuba. Cada empresa periodística se convertía de una
forma u otra, era cuestión de imaginación
competitiva, en un garito con ribetes de aparente legalidad. Los
que más se destacaron en ese sentido eran "Prensa Libre" y
"El País". Sus propietarios, Sergio Carbó y Alfredo
Hornedo, respectivamente, estrechamente ligados por su desmedido
afán de ganancias entraron en franca competencia con las
firmas productores de jabones y las emisoras de radio y
televisión, en la explotación de ese promisorio
recurso.

En la feroz competencia cada cual ofrecía
más y mejor. Se empezaron a ofertar simples
artículos de consumo, aunque fuera del alcance de los
consumidores más humildes, hasta automóviles y
casas amuebladas hasta giras turísticas por Estados Unidos
y Europa. Ofrecer costaba poco. Además, la mayoría
de los artículos que se ofertaban, los obtenían
gratuitamente, las empresas periodísticas, mediante
contratos de publicidad. La papeleta para la rifa lo
constituían los números de la
suscripción.

Llegó un momento, propio de la competencia
anárquica capitalista, que los lectores, arrastrados por
la vorágine del azar y la desbordada publicidad,
comenzaron a optar por otros planes de regalos. A los empresarios
periodísticos no les inquietó como se enviciaba el
pueblo en el juego, el envilecimiento de la labor
periodística o que se vieran los diarios, más que
como medio de información, como un medio para obtener,
mediante el azar, algunos bienes materiales. En cambio, les
atemorizó grandemente la disminución del
número de suscripciones, de anunciantes y por tanto de las
ganancias.

Producto de ello, los propietarios de diarios acordaron
armonizar sus intereses. Surgió entonces el monopolio de
las rifas periodísticas, que mediante un precio
único, permitía a los suscriptores recibir todos
los diarios, además de optar por atractivos premios.
Constituyó realmente la época más brillante
de nuestra gran prensa que hubiera podido compilarse en un solo y
único periódico denominado "El Garito
Ilustrado".

No se piense, por otra parte, que en esta
vorágine de rifas y premios, se mantuvieron alejados, ni
la revista "Bohemia" de Miguel Ángel Quevedo, de tortuosa
y cambiante línea editorial, ni incluso el circunspecto y
monasterial "Diario de la Marina", de infame tradición
anticubana. Ambos se apresuraron a incorporarse, ya sin antifaces
clericales y demagógicos, en aquella común empresa,
en aquel pantano preñado de anti valores, de una
época que no volverá a repetirse jamás en
nuestra patria.

Las llamadas
"ediciones especiales": otra fuente de lucro

Otra fuente alternativa de obtener más ganancias
lo constituían las llamadas "ediciones especiales", tan
utilizadas por los periódicos de entonces. Lo mismo
servía un 20 de mayo, que un 10 de octubre o un 24 de
febrero, dado que así tarifaba las fechas patrias, que las
festividades de fin de año, o la propaganda de los
organismos gubernamentales.

Regularmente cada Ministerio, con la autorización
del Presidente de la República, contrataba 8 ó 10
páginas. En ellas los ministros de cada ramo, asesorados
por sus especialistas, propagandizaban sus planes y proyectos,
que en definitiva nunca cumplían. De dimensiones
gigantescas, a toda plana, donde aparecía la
fotografía del ministro en su despacho, atareado entre
documentos y planos y aún en mayor tamaño, la del
dictador Batista, sonriente y beatífico. Eran ediciones
soporíferas que nadie leía, pero como otro medio de
soborno, representaban cuantiosas ganancias para los
periódicos y revistas. Constituía una genuina
escenificación del "pacto de los bribones",

Este lucrativo y pernicioso sistema no era
creación cubana. Era en realidad una copia de los
empleados con regularidad en la mercantilizada prensa
norteamericana, particularmente en momentos de campañas
electorales propios o subvencionadas por gobiernos
latinoamericanos. Los sátrapas latinoamericanos,
necesitados de mejorar su imagen y en sus antológicos
delirios de grandeza, invertían cuantiosas sumas en la
prensa norteamericana para propagandizar su figura y su obra de
gobierno. Ejemplos típicos:

Rafael Leónidas Trujillo, el dictador dominicano,
invertía anualmente cientos de miles de dólares,
utilizando ese sistema, al igual que el propio Fulgencio Batista,
particularmente en 1937, cuando como jefe de Ejército,
tras el movimiento del 4 de septiembre de 1933, era el poder real
tras el trono, ocupado entonces por su testaferro Federico Laredo
Brú, pero que aspiraba a ser candidato a la presidencia.
Aspiración solo lograda en 1940, mediante "pucherazos" y
"trapisondas".

El 21 de noviembre de 1937, el influyente "New York
Herald Tribune" dedicó una sección, el
número XII, de 40 páginas, pagadas por el gobierno
cubano, con el dinero del pueblo, una apología a Batista.
La sección la titularon cínicamente: "Cuba de hoy,
tierra de paz y progreso". Y encabezaron el trabajo que
había sido recopilado por un aventurero publicitario
llamado Lawrence de Besault, con el siguiente
dedicatoria:

"Esta sección, dedicada al gobierno y a la
industria de Cuba, ha sido redactada y presentada por amigos de
Cuba".

Ya en ese entonces, Fulgencio Batista, como jefe del
ejército, con el poder omnímodo de las armas,
ponía y quitaba presidentes a su antojo, tenía un
largo historial de abusos y crímenes contra la
población, los sindicatos y sus opositores
políticos; y había reprimido de forma brutal y
sangrienta a los trabajadores participantes en la frustrada
huelga de marzo de 1935.

Los
periodistas

Inevitablemente, todo lo anteriormente reseñado,
tuvo y es natural que así sucediese, su reflejo en la
labor de los periodistas, su economía y en general su
actitud de acomodo ante las circunstancias y el contexto
histórico en que se insertaron.

Salvo algunos periodistas privilegiados por sus
vínculos familiares, políticos o de lacayismo con
los propietarios de diarios, la gran mayoría tenía
que enfrentarse a un ambiente hostil y someterse a las
condiciones que se les imponían.

En la época que valoramos (1952-1958. N. del E.)
el salario promedio de un periodista de cualquier
categoría, era, por Resolución del Ministerio de
Trabajo, de solo 16 pesos semanales, aunque tuviese que
desenvolverse en un ambiente de traje, cuello y corbata.
Asimismo, como tantos otros sectores laborales, carecía de
organismos con suficiente influencia para lograr una
mejoría en su situación económica y
condiciones de trabajo. Fueron entonces los propios dueños
de periódicos los que propiciaron la corrupción de
parte de este sector profesional, que apenas si ganaba para
sobrevivir.

Para ahorrarse reclamaciones de aumentos salariales, y
sin ruborizarse por ello, les proponían a los periodistas
la siguiente fórmula:

"Te voy a destacar en tal ministerio. Consíguete
dos puestos, uno para la empresa y otro para ti. Si necesitas una
ayudita con el Ministro, me avisas".

Se había colocado el clásico y afilado
cuchillo pirata entre los dientes del periodista. De su audacia o
habilidad, dependía que los dos puestos o "botellas" se
transformasen en cuatro o cinco plazas, o cheques. Lo que
obligaba a aquel periodista, que comenzaba a dejar de serlo, a
entrar en conciliábulo deshonesto con el propietario del
diario en que trabajaba

¿Las noticias?. Quedaban relegadas a un segundo
plano. En cada organismo había un local que ostentaba en
la puerta el clásico cartelito: Buró de prensa. De
allí salían elaborados oficialmente las
informaciones elaboradas oficialmente y a conveniencia del
ministro. Los mensajeros llevaban la información a las
redacciones y los reporteros destacados en ese sector, a veces ni
veían el contenido de los sobres. Existían
naturalmente las lógicas excepciones. Pero ese periodista,
que quería éticamente seguir siéndolo, no
progresaba en dicho ambiente, ni llegaba nunca a tener
automóvil ni una vida decorosa. De qué le
valía obtener noticias de interés popular, que casi
siempre iban contra los intereses de la empresa y que
podían disgustar al ministro, si en definitiva el director
las "engavetaba".

Enfrentados a esta situación, que lo presionaba
diariamente, el verdadero periodista no tenía otro camino
para subsistir, que aceptar todo aquello o cambiar de
profesión. No debemos olvidar que a los dueños de
diarios o noticieros radiales y de televisión, les
interesaba más "el periodista de carné" que
agenciaba cheques, que aquel que cumplía su deber buscando
noticias.

Con el triunfo de la Revolución, la inmoralidad
de las "botellas" se esfumó de los ministerios; los
antiguos propietarios emigraron al paraíso imperialista,
al amparo de la SIP; los aventureros se encontraron sin su base
de sustentación, y los que ejercían la
profesión, como incondicionales de los amos de la prensa,
los siguieron al exilio o cambiaron de profesión
discretamente. Porque en la nueva etapa que se iniciaba,
había que saber escribir y esa disciplina
académica, no la habían ejercido nunca.

El triste legado
del "Diario de la Marina"

Hace algunos años la Sociedad Interamericana de
Prensa otorgó el título de "Héroe de la
prensa libre" a uno de los más caracterizados
personajillos del periodismo continental, al que fuera el
último director, por derecho de apellido y herencia,
José Ignacio Rivero, hijo de "Pepín" Rivero y nieto
de Nicolás Rivero, Conde Rivero, por orden y gracia de la
corona española, en premio a sus altos servicios a la
monarquía española, en la etapa
colonial.

Este periódico ¿cubano? tiene una vasta
historia, plena de ignominia. El mismo se convirtió, desde
su aparición en 1832 (único mal que ha durado cien
años) en el vocero, durante la colonia, de los traficantes
de esclavos; de las firmas de monopolios ingleses y
españoles que extorsionaban al pueblo cubano; de apoyo
incondicional a los represivos capitanes generales que nos
enviaba la metrópoli.

Cuando se produjo el alzamiento en La Demajagua,
región de Manzanillo, el 10 de octubre de 1868, del rico
hacendado y patriota, Carlos Manuel de Céspedes y un grupo
de valerosos criollos, incluidos un grupo de esclavos
recién liberados por éste, el Diario de la Marina,
publicaba en sus páginas:

"…En relación con los sucesos ocurridos en
la provincia oriental, hoy tenemos que agregar un hecho que
merece la general aprobación. Los bandidos- desde ahora
hay que llamarlos así- llegaron a un pequeño
ingenio y lo redujeron a cenizas.. No hemos podido averiguar lo
que pretenden los insurrectos de Yara, pero el salvaje acto que
acabamos de referir, es bastante por sí para colocarlos
entre los más peligrosos malhechores"

Así identificaba este diario a los mambises que
ya estaban aportando su sangre a la independencia de Cuba,
así sirvió desde entonces a los intereses del
pueblo cubano.

Cuando nuestro bien llamado Padre de la Patria, Carlos
Manuel de Céspedes, cayó heroicamente en desigual
enfrentamiento contra tropas españolas, en su obligado
retiro de San Lorenzo, en plena Sierra Maestra, el Diario de la
Marina publicaba:

"Carlos Manuel de Céspedes es el responsable ante
Dios y ante la humanidad, de toda la sangre y de todas las
lágrimas que se han derramado en esta tierra, desde el
funesto 10 de octubre de 1868"

Nunca este diario calificó de funesta la Enmienda
Platt, impuesta a nuestro pueblo por los interventores yanquis,
desde 1901 y que origino el nacimiento el 20 de mayo de 1902, de
una república dependiente y sometida a los intereses
foráneos, como tampoco calificó así las dos
etapas de desgobierno de Batista (1933-1944 y 1952.1958) durante
las cuales se entronizó el asesinato de nuestra juventud,
la corrupción y el lacayismo ante los intereses
norteamericanos ¿cómo iba a hacerlo?.

Cuando los, voluntarios españoles, embriagados de
alcohol y odio, fusilaron en noviembre de 1871, a ocho inocentes
estudiantes de medicina, acusados de profanar la tumba de un
reaccionario periodista español (acusación
más que probada históricamente de su falsedad) y
crimen horrible que aún indigna a nuestro pueblo y que
recuerda en cada nuevo aniversario, el Diario de la Marina
valoraba:

"Con una indignación solo comparable a lo infame
del atentado, hemos sabido de la sacrílega
profanación que se ha efectuado en el antiguo cementerio:
unos miserables han roto los cristales que cubrían las
lápidas de los nichos que guardaban los restos de Don
Gonzalo de Castañón. Ni valor ni nobleza pueden
tener los que profanan las sepulturas, los que no respetan los
inanimados restos del que asesinó un plomo traidor del que
presentó su pecho al hierro enemigo en el combate (se
refiere a que éste muere en duelo con una persona
víctima de sus infamias. N. del E.). La justicia tiene el
deber de castigar a los culpables. Y un Consejo de Guerra,
compuesto del doble número de capitanes, mitad
pertenecientes al ejército y mitad a los voluntarios,
impondrá la pena que merecen, a los perpetradores del
delito. La moral los condena, la historia los llamará
asquerosas hienas".

¡Terrible epíteto que otorga el Diario de
la Marina a los 8 inocentes víctimas!

Pero que pensar de este diario, que tantas infamias
lanzó contra la Revolución Cubana en sus primeros
años, cuando publica jubiloso, tras la caída en
combate del Apóstol José Martí, gigante del
pensamiento y la acción revolucionaria, que siempre
proclamó la diferencia entre el pueblo español y su
gobierno:

"Dios le perdone a Martí el mal que ha hecho a su
país, las numerosas vidas inocentes que se han inmolado
por su culpa, el luto que ha causado en innumerables familias y
la miseria que han causado sus locas predicaciones y sus
tenebrosos manejos. Séale la tierra tan ligera como
él lo fue de cascos".

Así con esa desfachatez calificaba el
periódico anticubano a nuestro Héroe Nacional, al
igual que a los soldados del Ejército Libertador, que
seguían las prédicas martianas y ofrendaban su
sangre generosa, portadores de los ideales de Bolívar,
Artigas, San Martín y de Hidalgo.

Al respecto el Diario de la Marina valoraba:

"…¿Cómo dejar de calificarlos de
facinerosos, cuando todos los que en la Revolución
figuran, así en la manigua como en los Estados Unidos, no
son ya otra cosa sino criminales escapados de la vigilancia de
las autoridades españolas?…La guerra de bandoleros que
mantienen las hordas de la rebelión, no puede ser
manifestación heroica de ningún ideal
político".

Ejemplos como estos pudieran citarse muchos. Y si damos
un salto en la historia y nos situamos en la república
dependiente (1902-1958), nos encontramos al propio diario
sirviendo siempre los intereses de las oligarquías
nacionales y extranjeras; a los gobernantes yanquis que hollaron
nuestro suelo en sus dos intervenciones (1899-1902 y 1906-1909);
a los grandes bloques financieros que succionaban nuestras
riquezas; a los hacendados azucareros que exprimían, junto
con la caña, a los humildes trabajadores que la
cosechaban, cortaban y procesaban en los centrales; a los
latifundistas, expoliadores del trabajo de los campesinos
arrendatarios, aparceros y precaristas; a los gobiernos corruptos
que imperaron en la seudo república, y para colmo, a las
sangrientas tiranías de Gerardo Machado (1925-1933) y de
Fulgencio Batista (1033-1944 y 1952-1958).

Era el mismo diario que desde el propio triunfo de la
Revolución, inició una campaña
sistemática de descrédito contra toda medida que
adoptase el proceso revolucionario en beneficio del pueblo, como
la Primera Reforma Agraria, la Reforma Urbana, la
Recuperación de Bienes Malversados, la
nacionalización de industrias, la Rebaja de
Alquileres,etc…

Pero este no era el único. En similares
circunstancias desde el triunfo de la Revolución, lo
acompañaron en sus diatribas y campañas de
falsedades, "Avance", "Información", "El Mundo", "El
País-Excélsior" y otros. A ninguna de estas
publicaciones le fue aplicado decreto alguno de censura. Solo
tras el abandono del país por sus propietarios, sus
locales y talleres resultaron confiscados y desaparecieron como
publicaciones, surgiendo otras nuevas.

En 1965 ve la luz pública el diario "Granma"
producto de la fusión voluntaria de los periódicos
"Hoy" (órgano del Partido Socialista Popular) y
"Revolución" (órgano del movimiento 26 de Julio).
El periódico "La Calle" que inicia su tercera etapa en
julio de 1959, se transforma posteriormente en "La Tarde" y este
a su vez en "Juventud Rebelde" La revista Bohemia, ya centenaria,
mantiene su publicación, pero bajo nueva dirección,
tras su marcha voluntaria al exilio de su impredecible director,
Miguel Ángel Quevedo- El periódico "El Mundo", ya
en manos de sus trabajadores, tras la marcha al exilio de su
propietario, continuó editándose después de
1959, hasta su definitiva desaparición, tras medio siglo
de existencia, tras la necesaria reestructuración de los
medios de prensa.

No debemos concluir sin hacer referencia un
párrafo de un discurso de Fidel Castro, en que éste
expresa:

"La libertad burguesa de prensa es la libertad de los
ricos a ser propietarios de la mayor parte de los medios de
difusión del pensamiento, de los que se valen para
defender sus intereses de clase frente a los explotados. Es en
cambio, la falta de libertad de los pobres y desposeídos
para disponer de tales instrumentos, que implican inversiones
cada vez más fabulosas, como no sea dentro de
límites muy estrechos y cuantitativamente inferior, sin
comparación posible con los medios de que disponen sus
ricos explotadores".

Referencias
bibliográficas

(1) Baldomero Álvarez Ríos, Premio
Nacional de Periodismo José Martí, fundador de la
Agencia Prensa Latina y la emisora Radio Habana Cuba, de la cual
fue director, también participó en la
creación de la Unión de Periodistas de Cuba. El
primero de enero de 1959, día del triunfo de la
Revolución Cubana, ocupó la emisora Unión
Radio para llamar a la huelga general, ante el llamado del
Comandante en Jefe, Fidel Castro. . Participó, al frente
del Colegio Provincial de Periodistas, en la depuración de
sus miembros que colaboraron con la dictadura de Batista. Se
desempeñó como secretario general de la
Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), con
sede en México, y en 1971 viajó a Chile,
Perú y Ecuador en una delegación de periodistas que
acompañó al Comandante en Jefe Fidel Castro.
Publicó varios libros y recibió numerosas
distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Periodismo
José Martí en 1999

(2) La etapa de 1920 a 1925 posee una especial
connotación en la historia de Cuba por el desarrollo y
profundización del pensamiento progresista cubano,
estimulado por el reavivamiento del ideario martiano en manos de
la juventud revolucionaria, en fecunda conjunción con el
auge de la ideología marxista-leninista. El enfrentamiento
al gobierno de turno de Alfredo Zayas (1921-1925), vigoriza la
lucha en los sectores estudiantiles, obreros, campesinos e
intelectuales; propicia la creación de importantes
organizaciones como la Federación Estudiantil
Universitaria (FEU, 1922) y el primer Partido Comunista de Cuba
(PCC, 1925) En la etapa van a descollar personalidades
progresistas de singular relevancia como Carlos Baliño,
Julio Antonio Mella y Rubén Martínez
Villena.

El periódico "El Mundo" en su edición del
16 de noviembre de 1921, destaca la protesta estudiantil por el
intento del gobierno de Zayas de otorgar el Título de
Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana, a connotados
representantes del intervencionismo yanqui: el general Leonard
Wood y Mr. Enoch Crowder. Y para colmo al propio presidente
Alfredo Zayas.

Otros momentos trascendentes que ocurrieron en la etapa,
ampliamente divulgados por la prensa, lo fueron la
fundación de la FEU ("La Discusión", 10 de
diciembre de 1922) y el "Manifiesto de los Estudiantes
Universitarios", donde figura la firma de Julio A. Mella. El 18
de marzo de 1923, en el acto efectuado en la Academia de Ciencias
en honor a la escritora uruguaya Paulina Luissi, un grupo de
jóvenes interrumpe el discurso de Erasmo Regüeiferos,
Secretario de Justicia.

El periódico "El Heraldo de Cuba" en su
edición del 11 de abril de 1923, informa como los
protagonistas del hecho, conocida como "Protesta de los 13"
habían fundado el 1ro de abril una organización
denominada "Falange Cubana" que se plantea luchar
cívicamente por adecentar la vida pública del
país y para ello adopta como uno de sus primeros acuerdos,
editar una recopilación del pensamiento martiano,
asumiendo como lema que la identifique, tomado del ideario
martiano: "Juntarse, esta es la palabra del mundo". Aunque la
organización resultó de breve existencia,
evidentemente por la heterogeneidad ideológica de sus
integrantes, permitió al menos dar a conocer a una figura
relevante en el escenario político cubano: Rubén
Martínez Villena.

La inauguración del Primer Congreso Nacional de
Estudiantes, efectuado del 15 al 25 de octubre de 1923, con el
protagonismo de Mella, es reseñada por la prensa, como "El
Heraldo de Cuba", quien reproduce las palabras del líder
estudiantil, pronunciadas en el Aula Magna de la Universidad de
La Habana.

En declaraciones de Mella al diario estudiantil
"Juventud", en su edición del 23 de noviembre de 1923,
éste recalca la necesidad del esfuerzo común por
mejorar la educación, en perenne crisis durante la
República neocolonial.

Ya desde inicios de ese año 1923 se había
iniciado la lucha por la reforma universitaria. El 10 de enero se
había divulgado por la prensa el "Manifiesto-programa de
la FEU", bajo la presidencia entonces de Fello Marinello, en el
que se reclama la necesidad de la misma.

Pese al bien fundamentado pesimismo de los veteranos y
patriotas, los sectores progresistas logran un gran paso de
avance en la lucha por las ideas, pese a la situación
adversa imperante en aquel remedo de República. El 16 de
agosto de 1925 el diario "Lucha de clases", Órgano Oficial
de la Agrupación Comunista de La Habana, publica el
manifiesto donde dicha organización convoca al I Congreso
de las Agrupaciones Comunistas a celebrarse en La Habana del 16
al 20 de agosto del propio año y en el cual se
tomará el acuerdo unitario de fundar el primer Partido
Comunista de Cuba, donde figurarán como miembros de su
Comité Central: Carlos Baliño, Julio A. Mella,
José Pérez Vilaboa y José Miguel
Pérez.

(3) El general Gerardo Machado resultó electo
para un primer mandato presidencial (1925 – 1929) como candidato
del Partido Liberal. Resultó el último de los altos
oficiales mambises de tendencia conservadora que ejerció
la presidencia en Cuba apoyado por los Estados Unidos, como fiel
servidor a sus intereses. Su fraudulenta reelección para
un nuevo período presidencial (1929 – 1934) desató
una intensa oposición popular, sangrientamente reprimida
por las fuerzas represivas del régimen. En agosto de 1933
el gobierno colapsó ante la resistencia popular y la
huelga general llevada a efecto con éxito.

(4) Las deplorables consecuencias de la primera
ocupación norteamericana (1899 – 1902), para la naciente
República neocolonial y su tormentoso devenir
histórico, preñada de acontecimientos,
contradicciones, enfrentamientos, crisis y conmociones sociales
quedan reflejadas en los periódicos y revistas de la
época, como reflejo de del desarrollo y
consolidación del pensamiento progresista cubano frente a
sus antípodas permanentes: el entreguismo, la
politiquería, el lacayismo y la inmoralidad pública
y privada.

Igualmente la prensa escrita de la época
sirvió de marco propicio para que se hicieran
públicas las discrepancias en el seno de la Asamblea
Constituyente encargada, por mandato espurio del gobierno
norteamericano, de aprobar la Enmienda Platt y la
instalación de bases navales carboneras en el país,
bajo la amenaza de permanencia indefinida de las tropas de
ocupación.

"La Lucha" en su edición del 31 de octubre de
1901 publica el "Manifiesto de Bartolomé Masó para
el país" donde éste expone su programa de gobierno,
como candidato a la presidencia, en que condena la Enmienda
Platt, engendro jurídico impuesto al pueblo de Cuba y
argumenta la necesidad de una política conducente al logro
de una verdadera soberanía. Razones por las cuales las
autoridades interventoras, siguiendo las directrices del
Departamento de Estado estadounidense, en contubernio con la
oligarquía criolla siempre sumisa y dependiente, apoyan
por todos los medios la candidatura del dócil y
pro-norteamericano, Tomás Estrada Palma, en definitiva
electo como primer presidente de la supuestamente
república independiente nacida el 20 de mayo de
1902.

(5) Al triunfo de la Revolución se
promulgó la llamada Ley de Reforma Urbana, en 1960, que
otorgó la posibilidad de obtener la propiedad de la
vivienda que habitaban a todos los cubanos, afectando los
poderosos intereses de los casa-tenientes, estrechamente
vinculados a la oligarquía criolla, fiel aliada de los
partidos políticos que desgobernaron a Cuba, hasta el
primero de enero de 1959.

(6) Los gobiernos de Ramón Grau San Martín
(1944 – 1948) y de Carlos Prío Socarrás (1948 –
1952), éste último depuesto por el golpe de estado
de Fulgencio Batista, el 10 de marzo del propio año, ambos
postulados por el Partido Revolucionario (Auténtico), se
caracterizaron por una escandalosa corrupción
administrativa, el peculado, la represión contra el
movimiento sindical y el surgimiento de grupos gangsteriles, que
convirtieron las calles, en escenario de sus luchas
intestinas.

(7) Eduardo Chibás, fundador del Partido del
Pueblo Cubano (Ortodoxo), en 1947, constituyó uno de los
escasos dirigentes políticos en la República
neocolonial que logró aglutinar con sus ideas a la gran
mayoría de la población con su lema "Vergüenza
contra dinero" y que utilizó asiduamente tanto la prensa
radial como escrita, como trinchera de combate en la
divulgación de sus ideas y sistemático denunciante
de los desmanes del autenticismo. En la edición de la
revista "Bohemia" del 7 de noviembre de 1948 se publica su
escrito "Historian fraudes", donde denuncia la corrupción
imperante en el gobierno auténtico; el 14 de noviembre del
mismo año publica en la misma revista, "A la cárcel
los ladrones del erario público"; y con fecha 6 de marzo
de 1949, su artículo "Por defender al pueblo iría a
la cárcel con orgullo"; el 31 de julio del propio
año su "Carta abierta de Eduardo Chibás a Carlos
Prío" y el 28 de agosto de 1949, "La cordialidad en
paños menores", por sólo citar algunos ejemplos. El
5 de agosto de 1951, mientras se dirigía al pueblo desde
su programa radial dominical por la emisora CMQ, se produce el
trágico "pistoletazo". En su alocución conocida
como "El último aldabonazo" no le es posible presentar las
pruebas de cómo el Ministro de Educación del
gobierno de Prío, robaba el dinero del presupuesto
escolar, al ser sobornados sus supuestos informantes. El 16 de
agosto, para consternación popular, fallece en la
clínica donde permanecía ingresado. Su sepelio
constituyó una masiva manifestación popular. Su
muerte le abrió el camino a Fulgencio Batista para su
artero golpe de estado, a escasos meses de las elecciones
generales, señaladas para junio de 1952, donde no
tenía posibilidad alguna de victoria.

(8) Por otra parte, Fidel Castro se propone reivindicar
las denuncias de Eduardo Chibás sobre la corrupción
gubernamental, que al no poder éste documentar, lo
condujeron al suicidio.

Utilizó como medio de denuncia, diversos
artículos en la prensa escrita. El primero de ellos
aparece en la edición de "Alerta" del lunes 28 de enero de
1952, símbolo o casualidad, día del natalicio del
Apóstol, bajo un titular: "Prío rebaja la
función de nuestras fuerzas armadas".

El lunes 11 de febrero de 1952 aparece el segundo
artículo-denuncia bajo el titular "34 fincas compradas en
una sola provincia".

El martes 4 de marzo de 1952 se publica el tercer
artículo, bajo el titular: "$18000 dan a las pandillas en
Palacio".

(9) Juan Gualberto Gómez. (1854 – 1933) Destacado
patriota y periodista cubano. Hijo de esclavos, tras la paz de
Zanjón, fundó en 1879 La Fraternidad y otros
periódicos desde los cuales abogó por la
independencia de la isla. Gran amigo de José Martí,
colaboró estrechamente con éste en los preparativos
independentistas. Sufrió destierro y cárcel. Una
vez libre y como dirigente del Partido Revolucionario, dio la
orden con que comenzó la guerra de Independencia en
1895.

(10) Revisando en los archivos de mi padre (autor de
este libro) encontré un ejemplar del diario La Calle, en
el cual aparecía el citado artículo de Fidel, que
éste había conservado, al abandonar el local, diez
minutos antes de que llegará la policía y
destruyera todos los restantes ejemplares, junto con muebles y la
propia rotativa. Habían transcurrido unos 13 años
de su muerte y yo desconocía de su existencia. Por
gestiones personales para la posible publicación de la
obra, realizadas con el periodista Ernesto Vera, dado su
prestigio en las instituciones periodísticas en el
país, le hablé de mi asombroso hallazgo. Para mi
asombro y alegría, poco después apareció
publicado con gran despliegue en el periódico Granma un
artículo de Vera, ocupando las dos páginas
centrales, reproduciendo el artículo y de cómo se
había recuperado. Siempre le agradeceré a Ernesto
Vera por ese gesto.

(11) En 1957, a pocos meses de iniciada la lucha armada,
el Che Guevara solicita al Movimiento 26 de Julio el envío
de los equipos necesarios para instalar una emisora radial en la
Sierra Maestra. Se dirige a todos los compañeros que iban
al llano para pedirles que recabaran el pronto envío de la
planta.

Por intermedio de Ciro del Río, miembro del
movimiento 26 de julio, Eduardo Fernández, técnico
de radio y miembro del movimiento en Bayamo se entrevista con el
Che el 4 ó 5 de enero de 1958. El Che, luego de escuchar
su idea de construir un equipo de radio, lo pone en contacto con
el movimiento para que le ayuden a conseguir las piezas para
ejecutar el proyecto. Luego, Eduardo Fernández se
entrevista con René Ramos Latour en Santiago de Cuba. Se
determina por un problema de tiempo, conseguir un equipo nuevo en
La Habana. El día 16 de febrero de 1958, la planta
transmisora llega a la comandancia del Che en La Mesa,
traída por varios compañeros, al frente de los
cuales venía el que habría de ser después el
alma de la planta, el jefe técnico de Radio Rebelde,
comandante Eduardo Fernández. El equipo era un transmisor
de la marca Collins, modelo 32-V-2, de mediana potencia, unos
120-130 watts. La planta eléctrica era de la marca Onan,
de un kilowatt de potencia, se utilizó para alimentar el
transmisor, un tocadiscos y un bombillo. El 24 de febrero de
1958, se realizó la primera transmisión oficial
desde la casa del campesino Conrado, entonces deshabitada,
situada un poco más abajo del Alto que lleva el nombre de
este campesino, y que es un montículo que sobresale en la
línea de la Maestra, en la Comandancia del Che, en Pata de
la Mesa,. Luis Orlando Rodríguez es nombrado director de
Radio Rebelde, y Orestes Valera y Ricardo Martínez
locutores.

 

 

Autor:

Raul Quintana Suarez

Partes: 1, 2, 3
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