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Reflexiones epistemológicas (página 2)



Partes: 1, 2

Por su parte Kant, que tenía ante sí la
física newtoniana, la geometría euclídica y
la lógica aristotélica necesitaba explicarse
¿cómo era posible tanta ciencia? El conocimiento
para Kant, era un conocimiento siempre de fenómenos, es
decir, de lo dado. Y esto que está dado, está dado
a la experiencia no de un modo acabado sino que la razón
interviene en la construcción de la experiencia, es decir,
en la construcción del fenómeno. Lo que viene de la
experiencia son las sensaciones. Luego toda sensación para
que pueda ser base del conocimiento tiene que estar ordenada y lo
que ordena es el espacio y el tiempo. El espacio no es un
elemento empírico; el tiempo tampoco lo es, pero el orden
de lo percibido sólo se estructura en función de
estas coordenadas espacio-temporales. Para Kant espacio y tiempo
no son ideas que se aplican a las cosas, son formas puras de la
intuición sensible; son estructuras que posibilitan la
aprehensión sensible. Estas estructuras no son
psicológicas sino que pertenecen a la razón como
facultad pensante, en definitiva, al entendimiento. Pero
así cuando percibimos algo en el espacio y en el tiempo no
es simplemente un acto mecánico de afectación de
los órganos sentidos con respecto a las cosas, sino que lo
que se produce es un pensamiento y ese pensamiento permite
estructurar un juicio. La estructuración de juicios se
realiza por medio de categorías del entendimiento, que
también son estructuras. Las categorías del
entendimiento según sabemos son: La de la
afirmación, la negación, cantidad y calidad y
relación. Estas categorías son condiciones que
hacen posible el conocimiento; son condiciones inherentes a la
razón, a una razón que no es individual, es
universal. Kant afirma la existencia de estructuras
universales de la razón
. Estas estructuras universales
son las que hacen posible el conocimiento; por ello el planteo
kantiano alude a un formalismo racional.

Ahora bien, si por Filosofía de la Ciencia
entendemos el estudio sistemático de los conceptos y
esquemas conceptuales de las ciencias y a su vez, que tales
esquemas son los instrumentos del entendimiento
científico, los modos según los cuales el
científico llega a comprender el mundo que investiga,
podemos caracterizar la filosofía de la ciencia como tarea
que tiene por objeto entender el entendimiento científico
(WARTOFSKY-1987, 22). Al mismo tiempo no podemos abandonar un
estudio de los sucesos históricos trascendentales que
orientan la Filosofía de un modo determinado. Entonces,
antes de entrar al Siglo XIX debemos señalar como hito
importante para la humanidad el descubrimiento de la
máquina de vapor. En 1698 el inglés Savery,
basándose en la máquina de Papin, construyó
la primera máquina de vapor. En 1775 fue Perrier quien
acopló la máquina a un navío y luego
Stephenson la aplicó a los ferrocarriles. El siglo XIX fue
entonces el siglo del tránsito; tránsito de
país a país; de continente a continente.
Precisamente fue el continente africano el que atrajo mayor
atención. El descubrimiento de nuevas etnias
replanteó la explicación antropocéntrica del
universo; el Positivismo había nacido. El enfoque
positivista comtiano[1]es básicamente
descriptivista; trata de presentar la totalidad de las
disciplinas de su tiempo dentro de un esquema jerárquico
general tanto en perspectiva sincrónica como
diacrónica. Ahora bien, de su descripción general
de lo que considera el estado de la ciencia de su época,
Comte saca también algunas consecuencias normativas acerca
de cómo hacer "buena ciencia", que posteriormente iban a
tener bastante influencia en los practicantes mismos de algunas
disciplinas como la medicina y las ciencias sociales (DIEZ
– MOULINES1999, 29). La reflexión sobre el
conocimiento en el positivismo se va a centrar en la materialidad
del conocimiento y la materialidad del conocimiento se encuentra
en el lenguaje y el lenguaje como conocimiento se
estructura en un sistema. A su vez, el conocimiento como sistema
se llama teoría. Las teorías describen la realidad
en función de ideas que arman y complejizan el modo de ver
la realidad. En otras palabras, las teorías no son
consecuencias de datos empíricos sino construcciones
conceptuales a través de las cuales se ordena la
percepción de datos empíricos, de modo tal que
cuando se percibe la realidad social, la complejidad de lo social
deviene de la percepción teórica con la cual
creamos la realidad. Cualquier actividad teórica, por
medio de la cual se construyen y aplican teorías, tiene
una dimensión interpretativa fundamental. Esto es propio
de las ciencias empíricas de "primer orden" (sean
naturales o sociales) y vale en mayor medida para las ciencias de
"segundo orden", como la filosofía de la ciencia. Teorizar
no consiste simplemente en explicitar normas ni en registrar
hechos: consiste en "conceptualizar" o "reconstruir", es decir,
interpretar el material de estudio dentro de cierto marco
conceptual, previamente dado, que es precisamente lo que llamamos
"una teoría". Toda teoría es interpretación,
y ello vale naturalmente también, y muy especialmente,
para las teorías que produce la filosofía de la
ciencia (DIEZ – MOULINES1999, 24).

Los planteamientos kantianos, que habían quedado
eclipsados por largo tiempo, retoman vigor a finales del siglo
XIX y principios del XX, con una serie de corrientes, escuelas y
autores que, aunque muy distintos entre sí, toman su
fuente de inspiración más de Kant que del
positivismo inmediatamente anterior, y con ello elaboran enfoques
más bien interpretativos (matemáticos). Los
filósofos de la ciencia más obviamente influidos
por Kant fueron por supuesto, los neokantianos, con Ernst
Cassirer a la cabeza, quienes trataron de compaginar del mejor
modo posible los principios de la teoría kantiana original
con los nuevos desarrollos de la ciencia, especialmente de la
física. Pero, además de los neokantianos, a esta
época pertenecen una serie de autores que, aun siendo
más o menos críticos (a veces radicalmente
críticos) de Kant, retomaron las preocupaciones y el modo
de encarar los problemas de éste y elaboraron sus propias
metateorías en el sentido de modelos acerca de la
estructura esencial del conocimiento científico, sobre
todo de la física (DIEZ – MOULINES1999,
29).

En el período de las dos Guerras debemos destacar
la notable influencia que el Círculo de Viena
ejerció sobre la comunidad científica de cuyas
ideas nacieron el "positivismo lógico" y el "empirismo
lógico". El Positivismo lógico se
caracteriza sobre todo por su rechazo absoluto a la
metafísica. Su teoría aparece como una
combinación de la filosofía empirista, para la cual
los datos sensibles son los primeros elementos del conocimiento
humano, de una concepción cientificista y
antimetafísica de las cosas y de un modo de
análisis lógico del lenguaje. Este análisis
del lenguaje deriva de Bertrand Russell y de Gottlob Frege,
filiación que implica una nueva concepción: La
identificación de una proposición con los
métodos de verificación de su sentido. En nombre de
la verificación, los integrantes del Círculo de
Viena rechazan toda metafísica. Por otra parte, la
técnica lógica de análisis les permite dar
cuenta de las proposiciones lógicas de la ciencia, bajo la
forma de proposiciones elementales. La proposición
elemental solamente tiene sentido como traducción de una
experiencia sensorial y la única manera de saber si tiene
sentido es preguntarse acerca de la manera de verificarla. Aunque
Ludwig Vittgenstein (1889-1951) y Karl Popper (1902-1994),
intervinieron con frecuencia en las reuniones del grupo, no
formaron parte del mismo.

Como se señalara precedentemente, en el
Positivismo lógico, la lógica aparece no como la
expresión de la estructura del pensamiento sino como un
elemento que analiza la esencia misma del lenguaje y desde este
punto de vista se va a discernir la dimensión formal de la
dimensión material, es decir, separar la sintaxis
gramatical, de la sintaxis formal para analizar esta
última. La sintaxis formal hace posible que el enunciado
cumpla una función explicativa; luego un buen sistema
teórico será aquél que elabore una
teoría correctamente estructurada desde el punto de vista
lógico. El valor de una teoría científica va
a estar dado por la presencia de elementos tales como leyes
(enunciados generales), hipótesis auxiliares,
fundamentales, etc., es decir, su organización, su
estructura interna, todo lo que haga posible explicitar la
estructura lógica que tenga la teoría y a partir de
allí discutir el significado de los términos que
plantea una teoría, esto es, un análisis en dos
aspectos o momentos. El objetivo es estructurar sistemas
abstractos que permitan reconocer formas válidas de
razonamiento.

El análisis lógico aplicado al lenguaje
posibilita esclarecer los problemas inherentes al significado de
los términos. La primera regla es reconocer cuál de
los términos es una propiedad y cuál el individuo
que posee la propiedad; luego, todas las propiedades que se
reconozcan deben tener un individuo al cual pertenezcan. De ese
modo se particularizarán individuos y propiedades hasta
llegar a enunciados singulares. La propiedad que no es atribuible
a ningún individuo es simplemente un acto
vocal.

En el trayecto del análisis lógico del
lenguaje de un enunciado, es posible reconocer la existencia de
términos que carecen de referente empírico,
consecuentemente de nubosidad semántica y de
precisión terminológica, lo que en la teoría
de las ciencias sociales se conoce con el nombre de
vaguedad. Klimosky cita a Althauser y a sus seguidores,
quienes han concluido de esta dificultad la necesidad de
abandonar el lenguaje ordinario, un lenguaje cambiante,
impreciso, vago y cargado de deformaciones valorativas e
ideológicas. La definición de ciencia, sostienen,
estaría vinculada al empleo de un lenguaje riguroso y un
tanto solemne, no ambiguo, construido en forma totalmente
artificial y que se ha de aprender con independencia del
aprendizaje del lenguaje ordinario (KLIMOVSKY-1994, 60). La
investigación tiende en estos casos a desestructurar estos
elementos.

El positivismo ha generado una línea de
investigación que tiene un correlato muy fuerte en las
ciencias físico-naturales donde aparece como un elemento
heurístico que ayuda a la precisión significativa,
en un proceso de depuración de componentes
metafísicos, logrando un enunciado riguroso en
términos científicos. Esta línea de
investigación estuvo representada durante la Década
del 60 por Popper, Feier, Hempel y Nagel, entre otros de igual
renombre. Hasta Popper el conocimiento científico parece
ser una actitud continua de la especie, en la cual el hombre va
perfeccionando sus modos de reconocer la realidad, de modo tal
que la noción de progreso en la ciencia, equivale a la
posibilidad de plantear teorías mejor formuladas, mejor
contrastadas y mejor justificadas en todo concepto; ya sea
epistemológicamente y/o empíricamente. La historia
de la ciencia antes de Popper es una historia evolutiva de las
teorías con mayor y mejor capacidad explicativa, de manera
tal que las teorías que fueron quedando en el camino son
aquellas con poco alcance predictivo y explicativo; en el
lenguaje de Popper, las que no han sido
falsadas[2].

Lo trascendental de una ciencia es su capacidad de
predicción a la par de su posibilidad de
explicación. La explicación de un fenómeno
no es suficiente si al mismo tiempo no es posible
predecirlo.

Khun en "La estructura de las revoluciones
científicas" toma en consideración un aspecto
particular de la historia de las ciencias; para Khun la idea de
cambio no es un sinónimo de progreso en la
ciencia. Cambio es toda modificación del mundo del ser;
progreso es un cambio que implica una mejora en el estado de las
cosas. Pero para afirmar que algo es mejor que otra cosa,
es necesario formular un juicio de valor a partir de un
parámetro común. Ese parámetro común
es lo que no existe como referente definido, porque lo que es
mejor para determinadas cosas, no lo es para otras y así
sucesivamente. En cada momento de la historia, el hombre ha
percibido modos de actuar y de resolver sus problemas que le han
sido funcionales y cada una de estas soluciones que le han sido
funcionales se han contrapuesto a otras de manera tal que en la
historia cada esquema que ha tenido el hombre para poder actuar,
resolver sus problemas es tan valiosa como cualquier otro, ya que
en su momento ha sido funcional en la solución de
determinados conflictos. Entonces, lo que conforma un modo de
aprehender la realidad, de valorar el conocimiento, recibe en
Khun el nombre de paradigma con el cual designa el
conjunto de ideas que legitiman las actitudes en la ciencia en
cuanto perciben, entienden, justifican la verdad. El concepto de
paradigma aparece anejo al concepto de ciencia normal, en la
medida en que para hablar de paradigma es necesario acotar tramos
en los cuales se verifiquen condiciones normales en la
ciencia.

El Positivismo ha tratado de desentrañar los
problemas del conocimiento a partir del esquema de las ciencias
Físico-naturales; a su vez el Neopositivismo
proyectó aquélla solución hacia el campo de
las Ciencias Sociales lo cual condujo en muchos casos a
esterilizar el campo de prueba de lo social, quedando relegados
de la investigación una serie de problemas en razón
de habérsele dado preeminencia al recurso
metodológico sobre las características de los
objetos. Así sucede por ejemplo con el inconsciente; si el
inconsciente no se adecua a los parámetros de
evaluación del método, queda fuera de la
investigación. Lo mismo ocurre con conceptos tales como el
de ideología o el de comportamiento social que, al no ser
reducibles a soluciones empíricas, en términos
propios de las ciencias físico-naturales, han sido
menospreciados como objetos de análisis. Para comprender
mejor este fenómeno debemos tener presente que las
ciencias sociales nacieron en buena medida bajo la influencia de
una presión cruzada de las tendencias positivistas y
antipositivistas en el último siglo. No es sorprendente
por lo tanto el que hayan venido a resultar un campo de batalla
para las dos tendencias en liza en la filosofía del
método científico (VON WRIGHT-1980, 25).

A las Ciencias Naturales se las identifica como ciencias
con madurez porque han alcanzado cierta unidad
metodológica y ciertos principios unitarios. Se dice de
las Ciencias sociales por el contrario que tienen cierto grado de
inmadurez por cuanto coexisten en ellas un sinnúmero de
teorías que son contradictorias entre sí, desde que
no coinciden en su objetivo. Para el positivismo la posibilidad
de alcanzar la madurez en las Ciencias Sociales depende de
alcanzar una única estrategia metodológica (monismo
metodológico).

En cuanto a la reflexión filosófica
en las Ciencias Naturales aparece en un plano de la actividad que
no necesariamente involucra la actividad misma del
científico, es decir, el físico puede ser
totalmente inconsciente de la filosofía de la
Física y puede sin embargo proceder con total eficacia. En
las Ciencias Sociales por el contrario, el momento de la
filosofía y de la epistemología es al mismo tiempo,
el momento constitutivo de la teoría, porque la
teoría social tiene un momento de autojustificación
teórica. Los teóricos para postular sus modos de
entender la realidad y construir los objetos, necesitan de un
momento de justificación de lo que es el objeto y el
procedimiento con el cual ellos van a trabajar. El momento de la
reflexión filosófica y epistemológica,
está muy ligado al sostén mismo de la teoría
social.

Sin embargo, hay un planteo en la historiografía
que es el de la búsqueda de leyes que expliquen la
regularidad de los hechos sociales. En este sentido la impronta
del Positivismo constituye un desafío en cuanto a problema
epistemológico se refiere, porque orienta a las Ciencias
Sociales a buscar justificativos consistentes, referidos a los
criterios de validez que está manejando para sus
conclusiones. De acuerdo al esquema de Nagel, el Positivismo
prioriza como modelo de explicación el modelo
nomológico deductivo
, denominado también de
explicación por subsunción o cobertura legal. El
método deductivo muestra con sobrada evidencia la forma de
alcanzar una explicación satisfactoria. Este modelo de
explicación parte de la individualización del caso
que queda afirmado como primera premisa. Lo que afirma la primera
premisa tiene que ser tomado como verdad, porque si los
principios son verdaderos, la conclusión no puede ser
falsa. Luego formula la ley. La ley realiza una
generalización empírica, que no es lo mismo que una
generalización accidental. Una generalización
empírica es una generalización a partir de los
hechos observados y que de alguna manera serán postulados
como verdaderos. La inducción juega como fundamento de
aceptación de una ley como enunciado general pero la
capacidad explicativa del sistema dependerá del
carácter deductivo que tenga la relación del
enunciado, tomado como enunciado mayor o ley y la
conclusión que es el enunciado singular.

El positivismo parte de una evidencia
empírica que a su vez tiene que ser explicada. El concepto
de evidencia está presente en la historia de la
filosofía, pero no como una reflexión fría,
ni como una reflexión estéril, sino más
bien, como una reflexión engarzada en el contexto del
desarrollo de las ciencias naturales y en una visión de la
naturaleza que es la que de alguna manera da sostén a toda
percepción. Luego, el concepto de evidencia, va a sufrir
modificaciones en los modos de ser analizado. La respuesta de
evidencia en Epistemología, tiene que ser una respuesta
válida en el contexto de la teoría del
conocimiento. La evidencia es por fin, aquello que da sentido de
seguridad a nuestras creencias, aquello que tiene que ver con la
certeza. Es un hecho psicológico y a su vez un hecho
filosófico en la teoría del conocimiento. En las
raíces del Círculo de Viena se hallaba esa
confianza en esta suerte de expresiones ostensibles o sea del
conocimiento que parte de lo dado. ¿Cómo
trasladamos esto al campo de lo social? Lo que es reconocible de
un fenómeno es su in put y su aut put, pero
no lo que sucede dentro del fenómeno, que es lo
inobservable y por lo tanto no es relevante para el conocimiento
científico, porque si se pretende reconocer pautas de
conocimiento en torno a lo no observable y a lo que no tenga
correlación empírica, en realidad lo que se
está haciendo es, en términos del Positivismo,
Metafísica. Para conocer un fenómeno es necesario
someterlo a medición es de alguna manera objetivarlo,
darle dimensión espacio-temporal. Luego, para reconocer
las causas de un fenómeno es necesario explicarlo y para
ello hacen falta leyes; las leyes plantean la regularidad de los
fenómenos.

El modelo de explicación deductivo es el modelo
de mayores certezas. Este esquema viene de las
matemáticas y en las ciencias empíricas aquellas
que lo aplican son las físico-naturales. Sin embargo en el
esquema de Ernest Nagel, este es sólo uno de los modelos
de explicación posibles.

El modelo probabilístico no deja de ser un modelo
legal en sentido de que también tiene leyes
(nomológico-probabilisítico), pero estas
leyes, son leyes estadísticas basadas en el azar y por lo
tanto son aleatorias. Permiten establecer un parámetro
medio a través de un porcentaje; relatan una frecuencia
relativa de una sucesión de casos que solamente se pueden
desdecir (falsar) si se repite la misma frecuencia relativa.
Estas leyes no establecen correlaciones causales, sino que
determinan una correlación entre distintos hechos en
función de la frecuencia que se presentan uno con el otro
(NAGEL-2006,654 y ss).

Por otra parte no es lo mismo probabilidad
estadística que probabilidad
lógica. La probabilidad estadística es una
correlación probable entre casos; generan explicaciones
probabilísticas porque las leyes no están
planteadas con carácter de universalidad y su
relación entre los distintos enunciados no es una
relación necesaria sino una relación probable. Todo
cálculo de probabilidad posibilita cierto grado de certeza
útil para justificar una generalización formulada a
partir de cierta observación empírica. El
cálculo estadístico fundado en las
matemáticas, idóneo como tal para establecer el
porcentaje de error tolerable, constituye el instrumento
destinado a garantizar de alguna manera el segmento incompleto de
la observación empírica. En un análisis
probabilístico los objetos observados son casos puntuales
a partir de los cuales se formula una generalización; la
ley alcanza el porcentaje de casos no observados y la
justificación de la ley es también una probabilidad
y consecuentemente no es segura, porque es incompleta. El
método en el análisis probabilístico, es el
método inductivo que va de la observación de
un fenómeno particular (o de varios) a la
formulación de una ley generalizadora.

Dado que el conocimiento científico encuentra
certeza en el procedimiento de
observación-aprehensión-contrastación-formulación,
las Ciencias Sociales van a ser ciencia en la medida en que
apliquen esta misma estrategia. Al plantearse este esquema como
desafío intelectual en la historia de la ciencia, las
Ciencias sociales tomaron el desafío y fue la
Biología la primera proyección que se
intentó para explicar el fenómeno social. El
Funcionalismo, como una proyección biológica
del esquema de la teoría social, trata de encontrar el
mecanismo propio de la biología, del desarrollo
biológico, como modelo análogo de
explicación. Para el funcionalismo lo social se reduce
como comportamiento, a fenómenos de regularidad y la
regularidad de lo social está marcada por la
condición biológica del hombre. Al reconocer la
dimensión biológica como factor dominante del
comportamiento humano, todas sus investigaciones van a practicar
una reducción de la explicación hacia fundamentos
de orden biológico; esto es, así como los
comportamientos psicológicos encuentran su correlato
neurobiológico, los comportamientos sociales encuentran su
correlato en las leyes del desarrollo de la especie y de los
organismos vivos. Se llama homeostático o autorregulado al
sistema que cuenta con un mecanismo de retroacción
asociado (VON WRIGHT-1980, 37). Esta dimensión
orgánica y material muestra su base explicativa con la
misma fuerza que lo hacen las ciencias naturales porque estas
últimas, son en definitiva, las que proyectan su fuerza y
su consistencia al modo de entender lo social.

La explicación funcional supone que la causa se
produce ex post ipso, o sea que el hecho se realiza en
función del logro de un objetivo y ese objetivo aparece a
futuro. Lo social como sistema tiende a su propia
preservación, preexiste ante los individuos. Los
individuos cumplen una función dentro del sistema de
manera tal que los actos que realizan tienden a la
preservación del sistema. La actitud global está en
una dimensión del inconsciente. La iteración de los
comportamientos sociales responde a principios inherentes al
sistema y la hacen funcional al mismo. El comportamiento de los
individuos independiente de su voluntad tiende a alcanzar un
resultado que aparece como condición a realizarse a futuro
y que al mismo tiempo es la causa de las acciones presentes. Como
se puede observar el funcionalismo cae en una explicación
circular desde que está afirmando lo mismo que está
observando. Carece de capacidad predictiva porque la causa se
explica a partir del efecto y sus enunciados no son falsables
desde que reconocemos los mismos elementos que ya sabemos que
existen. Al mismo tiempo se produce una asimetría temporal
desde que la realidad futura aparece como principio explicativo
del presente, fenómeno que por tal razón no es
observable.

Por otra parte la afirmación de que todo sistema
tiende a su preservación implica asignarle signos de
vitalidad propia e independiente; entonces surgen otras
cuestiones: Lo social por principio encierra la idea de
totalidad, a partir de esta noción será necesario,
de acuerdo al esquema legal individualizar los términos
hasta llegar a producir enunciados singulares, es decir, explicar
comportamientos o acciones individuales. Ahora bien ¿Lo
individual se explica como una subsunción de propiedad de
la totalidad? No tomado como una deducción sino como
correlación entre totalidad y parte ¿Son las
propiedades de la totalidad las que confieren explicación
a las acciones de las partes? ¿Es la suma de las acciones
o de propiedades de las partes las que confieren sentido a la
totalidad? ¿Hay particularidades de la sociedad que sean
transferibles a los individuos? A su vez ¿Tienen los
individuos las mismas propiedades de la totalidad o son
distintas? En este orden de ideas entrarían en juego
principios tales como que el todo no es más que la suma de
las partes, que el todo puede ser mayor que las partes o que el
todo está compuesto por propiedades distintas a las de las
partes. Luego cuando aplicamos la búsqueda de la respuesta
del porqué en la explicación funcional, estamos
tratando de explicar el comportamiento o la acción que
desarrolla un individuo en función de una totalidad. En
ese caso la totalidad tiene preeminencia sobre el individuo y esa
preeminencia es una suerte de sentido. La totalidad
entonces, es una totalidad consciente, inteligente, que
está por encima de los individuos. Este tipo de
explicación teleológica supone que hay una
finalidad objetiva existente por encima de la voluntad de los
individuos, inscrita en el orden social, que puede ser por obra
de un designio superior (animismo-determinismo-fatalismo), o por
una característica inherente a la estructura
biológica del ser humano, etc. Es una especie de finalidad
objetiva porque existe como realidad, como entidad. En la
explicación teleológica de la historia se reconocen
dos modalidades: La teleología objetiva, en la cual
la transformación y el cambio dependen de un
acontecimiento fortuito, es una ilusión, una esperanza de
algo mejor[3]

La teleología subjetiva se da cuando se
identifica la existencia de una predisposición o
disposición que tiende hacia un fin y que viene de la
subjetividad; la realidad no es la promesa que orienta, sino que
es la conducta la que orienta la realidad.

En síntesis, la explicación funcional se
inscribe en una teleología objetiva, que parte de hechos
no observables, no falseables, que tiene principios
metafísicos y que por tal motivo es desechada como
explicación científica satisfactoria por cualquier
perspectiva teórica.

El concepto de causalidad es muy fuerte en la
teoría de las ciencias desde que alude a relaciones entre
los fenómenos que son necesarias y suficientes y por lo
tanto son relaciones mentales, no son relaciones fácticas.
Una relación necesaria es encontrar una correlación
de un hecho con otro hecho y estas correlaciones como necesarias
son al mismo tiempo relaciones lógicas, lógicas con
carácter necesario porque es una vinculación mental
que se establece entre los distintos hechos. La
explicación genética, como modelo de
explicación en el esquema de Ángel, tiene
analógicamente las características de una
descripción de correlaciones de hechos como ley. Este
modelo carece de fuerza predictiva, pero posee capacidad
explicativa limitada. La explicación genética
formula una mirada retrospecto-predictiva porque el hecho de
conocer lo que ha sucedido antes, permite de algún modo
reconocer o prever lo que puede suceder en adelante.

Bibliografía

DIEZ, José A. y MOULINES, C. Ulises
"Fundamentos de la filosofía de la ciencia",
Ariel, Barcelona, España, 1999.

GARCIA MORENTE, Manuel "Lecciones
preliminares de Filosofía
", Losada, Buenos Aires,
11° Ed. 1967, Pág. 24.

KLIMOVSKY, Gregorio "Las desventuras del
conocimiento científico –una introducción a
la epistemología
-" Editorial A-Z, Buenos Aires,
1994.

NAGEL, Ernest "La estructura de la ciencia",
Traducción de Néstor Míguez,
Supervisión de Gregorio Klimovsky, 1ª Ed. En la
colección "Surcos" Paidós Ibérica,
Barcelona, 2006.

VON WRIGHT, Georg Henrik "Explicación
y comprensión
" versión castellana de Luis Vega
Reñón, Alianza, Madrid 1980.

WARTOFSKY, Marx W. "Introducción a la
Filosofía de la ciencia
", Alianza, España,
1987.

 

 

Autor:

María de las Mercedes
Suárez

[1] En uno de sus aspectos representado
además por las ideas de John Stuart Mill o bien como
tradición intelectual que partiendo de Comte y de Mill
no sólo desemboca en nuestros días, sino que se
retrotrae hasta alcanzar a Hume y a la filosofía de la
Ilustración.

[2] Sabemos que por falsación se
entiende el proceso mediante el cual una teoría es
válida hasta el momento en que se comprueba la falsedad
de sus enunciados.

[3] Durante la Edad Media la
percepción del acontecer humano devenía de la
concepción de un orden natural constituido donde
encontraban origen no solamente las monarquías sino
también las dimensiones del destino de cada ser humano,
una suerte de determinismo insoslayable, cuya
modificación sólo era posible por el azar, la
magia o la fantasía. En literatura encontramos profusa
ejemplificación de esta creencia (Merlín, Robin
Hood, las hadas de la Bella durmiente o de la Cenicienta).

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