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Las rutas clandestinas del Vaticano (página 2)




Enviado por julio basualdo



Partes: 1, 2

Ante Pavelic se corto las cejas que eran espesas y
fácilmente reconocibles, se puso una barba postiza y, con
un pasaporte argentino, se metió secretamente en Austria
con el nombre de "Ramírez". Se escondió en el
Convento de San Gilgin hasta que lo detuvieron las fuerzas de
ocupación británicas. (Por arreglo con el Vaticano)
fue puesto en libertad, y dos años más tarde
apareció en Italia vestido de sacerdote, y se
escondió en otro convento …hasta que se
embarcó a Buenos Aires en 1948.

La primera
operación de las rutas clandestinas

Una de las primeras figuras claves que dirigió el
escape de criminales de guerra nazis (y especialmente de
clérigos católicos) fue el obispo Alois Hudal,
rector de un seminario para sacerdotes alemanes en Roma y un
estrecho asociado del monseñor Giovanni Montini
(más tarde papa Pablo VI) y de Alcide de Gásperi
(más tarde premier italiano). Hudal, que también
fue confidente de Eugenio Pacelli, tanto antes como
después que fuera papa Pío XII, era tan
fanático en su apoyo a Hitler y las políticas nazis
como lo era en su odio de cualquier cosa que fuese comunista.
También fue antisemita impenitente hasta su muerte, y en
Roma trabajó estrechamente con la oficina del Santo Oficio
(sucesora de la Inquisición), el guardián de la
doctrina católica.

Hudal no vio conflicto alguno entre su amado catolicismo
romano y su igualmente apreciado nazismo. Durante la guerra
guiaba su automóvil por las calles de Roma desplegando una
bandera "Alemania Superior", hasta que la victoria aliada se hizo
inevitable. Entonces ocultó rápidamente la bandera.
Los discursos pro-nazi , The Foundations of National
Socialism
(Fundamentos de Socialismo Nacional), (con el
imprimatur por el cardenal Theodore Innitzer, primado de la
iglesia católica en Austria, quien le dio la entusiasta
bienvenida a Hitler cuando este invadió dicho
país), lejos de ser desaprobado por el Vaticano,
más bien parecía ganar su aprobación. Al
estar estrechamente asociado con el secretario de estado del
Vaticano, el cardenal Eugenio Maria Pacelli (que fue hecho papa
Pío XII el 2 de marzo de 1939), Hudal fue ascendido a
obispo titular en 1936 en una ceremonia presidida por el cardenal
Pacelli en persona. Igualmente favorecido por los nazis, Hudal
portaba una tarjeta dorada de afiliación al partido
nazi.

Entre los criminales de guerra que Hudal ayudó a
escapar estaban figuras prominentes como Frans Stangl, comandante
del infame campamento de exterminación en Treblinka;
había presidido sobre el asesinato eficiente de unos
900.000 prisioneros, mayormente judíos. Después que
arreglaron su "escape" del campamento de prisioneros en Austria,
Stangl se abrió paso a lo largo de la ruta hasta Roma con
decenas de miles de otros.

"Hudal" era el nombre que todos susurraban, la
contraseña que abría refugios secretos. Como lo
contara Stangl, poco después de llegar a una propiedad del
Vaticano en Roma donde le darían albergue, el obispo Hudal
"entró en el cuarto donde yo estaba esperando y
extendió los dos brazos y dijo: "Usted debe ser Franz
Stangl. Lo estaba esperando".

A Stangl finalmente lo localizaron y capturaron de nuevo
en Brasil en 1967, los cazadores de nazis de Simon Wiesenthal que
se enteraron de las rutas clandestinas. Esta red clandestina de
oficinas, seminarios, monasterios, conventos y residencias
católicas, no sólo proveían albergue en al
ruta de escape sino también documentos de identidad falsos
y pasaje a Sudamérica y otros refugios de
protección. El asesino en masa más infame de todos
ellos, Adolf Eichman, jefe ateo del Departamento de la SS para
asuntos judíos y directamente bajo el mando de Hitler, a
cargo de todo el Holocausto, estaba entre las decenas de miles
que fueron cuidadosamente pasados de contrabando por oficiales
católicos con la bendición del Vaticano a lo largo
de las rutas clandestinas.

El servicio de inteligencia israelí finalmente
logró localizar el paradero de Eichmann en Argentina,
donde lo raptaron. Lo juzgaron en Jerusalén y lo
ejecutaron en 1962. Los israelíes se cuidaron de
considerar a esta hazaña extraordinaria, no como una
venganza sino como un triunfo por la verdad y la justicia. Los
agentes israelíes podrían haber asesinado a
Eichmann en Buenos Aires. En cambio, con gran riego y esfuerzo,
lo llevaron a juicio donde sus victimas pudieran enfrentarlo en
un tribunal público y todo el mundo pudiera oír la
evidencia del Holocausto. Los "judíos vagabundos", sin un
hogar nacional, a quienes Eichmann había exterminado en
forma sistemática por millones, pero ahora en su propia
tierra, oyeron el testimonio. Después de oír
admisiones personales de Eichmann (a pesar de que
justificó su obediencia su "dios" Hitler), los jurados
ponderaron la evidencia, expresaron su veredicto, y lo
ahorcaron.

No obstante, la mayoría de los otros criminales
de guerra logró mezclarse entre las comunidades alemanas
en Latinoamérica. Habiéndose escapado del brazo de
la justicia humana.

Una
obsesión increíble

Las rutas clandestinas comenzaron con la presión
diplomática que aplicaba Pío XII para permitir que
sus representantes personales visitaran campamentos de
prisioneros de guerra" para ministrar religiosamente a
católicos". El verdadero propósito era identificar
y sacar de contrabando a criminales de guerra nazis.
Difícilmente podría ser una coincidencia que el
hombre que Pío XII escogió para dirigir esta
ultrajante obstrucción de la justicia internacional era su
asesor intimo, el obispo Hudal, a quien casi todo Roma
conocía como un antisemita fanático y pro-nazi.
Como Hudal mismo lo admitió con franqueza más
tarde.

Doy gracias a Dios que me permitió
visitar…prisiones y campos de concentración y
ayudar a prisioneros a escapar con documentos de identidad
falsos… me sentí obligado por el deber
después de 1945 a dedicar toda mi obra de caridad
principalmente a los socialistas nacionales y fascistas,
especialmente a los llamados "criminales de guerra", en realidad
son palabras del Vaticano que estaba detrás de esas
actividades.

¿Todo para
la gloria de Dios?

Parte de la ayuda mas valiosa que Hudal recibió
para establecer sus infames rutas de escape, vino de un viejo
amigo, Alter Rauff, que era también un criminal de guerra
nazi y asesino en masa de judíos. La red enredada de
maldad implica también a otras potencias con quienes el
Vaticano trabajaba secretamente, incluyendo a los Estados Unidos.
La OSS (predecesora de la Agencia Central de Inteligencia [CIA]
"pidió prestado" a Rauff del Vaticano el tiempo suficiente
para tomar información de este ex jefe del servicio
secreto de la SS, de todo lo que sabia sobre los agentes
comunistas que operaban en el Occidente, luego lo dejaron que
volviera a su apartamento en Milán, desde donde
administraba el extremo norte de las rutas
clandestinas.

Para ayudar a financiar la red de escape del Vaticano,
Rauff recluto a un ex colega suyo de la SS, Federico Schwendt,
uno de los más talentosos falsificadores de todos los
tiempos. Su talento genial contribuyó fondos del Vaticano
durante los primeros días de las rutas clandestinas. Mas
tarde las operaciones fueron subvencionadas en gran parte por la
venta de algunos de los tesoros que los nazis habían
conseguido ilegalmente, incluyendo cientos de libras de oro que
sacaron de contrabando del Occidente y que los prelados
católicos "lavaron".

Hasta la cruz Roja Internacional, especialmente la
oficina en Roma, pero otras también, fue embaucada para
ayudar en la operación proveyendo papeles de identidad
falsos que permitieron que multitudes de criminales de guerra se
embarcaran de Génova para Sudamérica. Esta
sección de la operación era supervisada por el
arzobispo croata Siri, quien oculto a monstruos infames como
Eichmann, en un monasterio durante su huida de la
justicia.

En cuanto al viejo amigo de Pavelic del Intermarium y
uno de los asesinos en masa de serbios y judíos en
Croacia, Stejpan Heder, los informes indican que:

Stejpan Heder también escapó a
Austria. Llegó allí el 19 de agosto de 1946, cuando
el gobierno yugoslavo presentó documentos solicitando su
regreso a Yugoslavia para que compareciera en juicio por
crímenes de guerra, pero se embarcó para reunirse
con su poglanik en Argentina.

A Hefer lo ayudaron a salir de Europa por la ruta de
escape más importante, que operaba desde el Instituto San
Jerónimo, ubicado en la calle Toamselli 132, en Roma. Esta
fundación católica, financiada por el Vaticano,
administrada por los padres Draganovic y Levasic, facilitó
la huida de miles de ustashi a Sudamérica.

En buenos Aires, los refugiados podían
recibir asistencia de un grupo de monjes católicos croatas
exiliados. De esta forma, hasta unos quinientos ustashi por mes
pudieron escabullirse

¿Por qué razón fundamental
podían semejantes torturadores y asesinos en masa ser
protegidos de la justicia?. La evidencia que se ha acumulado
indica que todo lo que importaba era ser pro-católico
anticomunista. La absolución era posible por cualquier
crimen. Además, el matar herejes y judíos
había sido una practica bien durante siglos por la iglesia
y había sido confirmada por muchos papas como un acto de
fe para la gloria de Dios. Cuando uno considera la historia del
Vaticano, el rescate de criminales de guerra nazis que eran
católicos y habían seguido fielmente el ejemplo de
la Madre Iglesia, esto parece ser horriblemente
comprensible.

El apoyar a la Iglesia Católica Romana en su
lucha contra sus archienemigos (el comunismo y el protestantismo)
y el propagar la fe católica por todo el mundo, se
veía como estar haciendo la voluntad de Dios. Por
consiguiente, esto debía proseguirse por cualquier medio,
a cualquier costo, y con cualquier asociado que fuera
conveniente. La determinación del Vaticano de ver que
Europa se convirtiera de nuevo en una Federación de
Estados Católicos, en oposición al comunismo de
Stalin, era el factor predominante, con el cual todo lo
demás debía caer en línea. Los aliados
occidentales estaban dispuestos a ser asociados limitados en
dicha empresa hasta cualquier medida que pudiera servir a sus
propios intereses egoístas. Esta era de nuevo totalmente,
la misma alianza impía "fornicación con reyes" de
la cual la mujer a quien Juan había visto cabalgando la
bestia seria culpable a lo largo de la historia.

Los países católicos estaban moralmente
obligados a hacer su parte en promover los intereses del
Vaticano. Parte de ese deber incluía promover refugio
seguro para esos hijos de la Madre Iglesia a quienes ella
quisiera proteger en pos de su gran misión de crear el
reino de Dios en la tierra. Los que vivían en la lejana
Latinoamérica, estaban estratégicamente ubicados
para que realizaran mejor servicio, y así lo
hicieron.

Un nuevo director
para las rutas clandestinas

La adopción declarada del nazismo por parte de
Hudal, su franca admiración de Hitler, y su antisemitismo
descarado continuaron aun después que terminó la
guerra y que el insondable mal del holocausto se había
revelado a un mundo que estaba horrorizado. Como resultado, el
obispo finalmente se volvió un bochorno para el Vaticano.
Estaba atrayendo la atención pública que amenazaba
la revelación de las rutas clandestinas. Como
consecuencia, sus superiores presionaron a Hudal para que se
apartara de la escena. Con renuencia se retiró de sus
cargos eclesiásticos y desapareció en el
trasfondo.

Desde allí en adelante la supervisión de
las rutas clandestinas cayó sobre los hombros de un
sacerdote católico croata ingenioso, el padre Krunoslav
Draganovic. En Croacia había sido un asistente cercano del
obispo Saric de Sarajevo, un notorio antisemita conocido como el
"ahorcador de serbios". Los oficiales de la Iglesia habían
llamado a Draganovic a Roma en agosto de 1943, donde se
volvió el contacto más influyente del intermarium
en el Vaticano. El hecho de que, mediante maniobras personales,
también había conseguido el cargo de representante
croata de la Cruz Roja en Roma, fue de ayuda invalorable para
obtener documentos falsos para fugitivos después de la
guerra. Draganovic era director de la Confraternidad Croata de
San Girolamo, fundada en Roma por el papa Nicolás V en
1453. El interior laberíntico del monasterio en la calle
Tomaselli pronto fue albergue de muchos fugitivos de la justicia
internacional. De hecho, San Girolamo se volvió en centro
nervioso para el contrabando continuo de criminales de guerra
nazi a Sudamérica y otras partes. Muchos de los ex
asociados de Draganovic en la Ustasha, incluyendo una cantidad de
sacerdotes católicos como el padre Vilim Cecelja (en la
lista como "criminal de guerra numero 7103" por el gobierno de
Tito y buscado infructuosamente para la extradición), eran
figuras claves en dirigir las rutas clandestinas. Cecelja ya
mencionado como responsable de la sección austriaca de las
rutas clandestinas, "había prestado servicio como
capellán militar y otorgado absolución para las
fuerzas ustashi durante el apogeo de las masacres de serbios y
judíos.

Inmediatamente después de la guerra, el padre
Cecelja, aparentemente por razones puramente humanitarias pero
sin afiliación ni autorización de la Cruz Roja
Internacional, fundó la Cruz Roja Croata, una maniobra
estratégica que demostraría ser extremadamente
útil para las rutas clandestinas. Al recibir permiso
temporáneo para dirigir su "campamento de refugiados" en
Austria hasta que la Cruz Roja Internacional pudiera establecer
su propia afiliada autorizada, Cecelja logró acceso a las
tarjetas de identidad de la Cruz Roja. Por consiguiente,
podía proveer documentos falsos certificados por la Cruz
Roja para sus compatriotas ustashi a medida que escapaban hacia
Austria y luego hacían camino por las sendas del Vaticano
a través de Roma hasta Génova, y luego a la
libertad en Sudamérica. Este padre católico a
menudo hacia alarde de su iniciación en la Ustasha en un
ritual secreto que involucraba candelas, un crucifijo, dagas
cruzadas y revolver.

Un desprecio
asombroso por la verdad

Cuando empezaron a circular rumores sobre la
operación contrabando, tanto el Vaticano como Draganovic
negaron estar involucrados en las rutas clandestinas. Dichas
negociaciones por la jerarquía católica romana
hasta este día, generalmente fechadas en Ciudad Vaticano y
publicadas en los principales diarios de todo el mundo. La
siguiente en una reciente propuesta de inocencia:

Refutando una antigua acusación, el Vaticano
ayer rechazó…alegaciones de que había
ayudado a criminales de guerra nazi a huir a Europa y
Sudamérica después de la segunda guerra
mundial.

La aseveración…fue originada por
periodistas de Argentina de los archivos recientemente abiertos
al publico en ésa muestran que oficiales nazis llegaron a
Buenos Aires después de la guerra con pasaportes
suministrados por el Vaticano, la Cruz Roja y
España

Los archivos del Vaticano para ese periodo
están cerrados, a pesar de las solicitudes de grupos
judíos para que se les permita acceso a
ellos.

El jefe de prensa del Vaticano, Joaquin Navarro, el
portavoz para el papa Juan Pablo II…dijo: "La idea de que
la Santa Sede ayudo a criminales nazis, perseguidores de los
judíos, a huir de Europa…es históricamente
falsa".

Un artículo posterior declara:

Casi dos años después que el
presidente Carlos Saúl Mennem anunció que
abriría los "archivos nazis" de Argentina, investigadores
en ésta dicen que…probablemente han recopilado uno
de los archivos más detallados que existen que documentan
los movimientos de nazis después de la
guerra…

Por ejemplo, los documentos muestran que Ante
Pavelic…entró en la Argentina después de la
guerra con ocho ayudas croatas…pero lo que no se
había sabido previamente era la entrada de asociados de
Pavelic acusados de crímenes de guerra,
incluyendo…(se da una lista de nombres).

Semejantes explosiones periódicas de
indignación farisaica sólo dejar ver la flagrante
indiferencia del Vaticano por la verdad. Los hechos, escondidos
por décadas en bóvedas secretas, ya no pueden
negarse. Algunos de los registros que Aarons y Loftus
descubrieron, que establecen sin duda alguna la
participación activa del Vaticano, originalmente fueron
adquiridos por "un osado robo perpetrado en la oficina de
Draganovic que obtuvo fotografías de muchos de los
registros secretos más importantes de Draganovic". Dichos
registros proveen prueba concluyente de que Girolamo era "el
centro de las operaciones de contrabando del Vaticano"

Las fotocopias de los documentos de dicho robo
también confirman que Ante Pavelic en persona "estaba
viviendo dentro del Vaticano junto con otros criminales de guerra
buscados". En esos días el ex Fuehrer croata estaba
disfrazado de sacerdote católico. Mientras estaba
escondido en el Vaticano, Pavelic se hizo muy amigo del
monseñor Giovanni Battista Montini, el subsecretario de
estado del Vaticano. Montini fue elegido papa Pablo VI en 1963
durante el Segundo Concilio Vaticano de Juan XXIII. Como ya se ha
mencionado, Pablo VI tomaría el control e impondría
su voluntad en el Segundo Concilio Vaticano de manera muy
parecida a la que Pío IX había hecho con el Premier
Concilio Vaticano en 1870.

El patrocinio del Vaticano de las rutas clandestinas
también se estableció en todo detalle mediante la
constante vigilancia de los equipos de inteligencia aliados.
Considérese el breve extracto siguiente de un informe por
el agente Robert Mudd del Counter Intelligence Corps
(CIC):

Estos croatas, criminales de guerra, viajan de ida y
de vuelta desde el Vaticano varias veces a la semana en un
automóvil con un chofer cuya placa de matricula lleva las
dos iniciales CD, "CORPS Diplomatic". Sale del Vaticano y
descarga sus pasajeros dentro del Monasterio de San
Jerónimo, en San Girolamo. Es imposible determinar el auto
porque goza de inmunidad diplomática.

El patrocinio de Draganivic de estos traidores
croatas efectivamente lo vinculan con los planes del Vaticano de
proteger a estos nacionalistas ex Ustashi hasta el momento en que
puede conseguirles los documentos adecuados para permitirles
viajar a Sudamérica.

El servicio del Inteligencia occidental fue
espectacularmente inadecuado en su oposición a "las muy
bien organizadas y exitosas rutas clandestinas dirigidas por el
padre Krunoslav Draganovic y un conjunto de clérigos
croatas. Uno de los pocos momentos de triunfo vino cuando "los
británicos prepararon una emboscada en el mismo San
Girolano, donde arrestaron a un centenar de hombres cuando
salían de una reunión. Una de las razones por la
falta de éxito era el hecho de que tanto "Washington como
Londres habían concertado hacer arreglos con la Santa Sede
para ayudar a que muchos colaboradores nazis emigraron a
través del sistema de contrabando de
Draganovic.

La
participación norteamericana y
británica

Los frustrados agentes norteamericanos y
británicos que estaban procurando capturar a los elusivos
criminales de guerra no sabían que ciertos elementos
dentro de sus propias agencias le advertían secretamente a
Draganovic. Por consiguiente, el "buen padre" continuaba
arrebatando a sus compañeros ustashi de los campamentos de
refugiados momentos antes de que los arrestaran. Por ejemplo,
este fue el caso de Ljubo Milos, un oficial principal en el campo
de concentración de Jasenovac donde mataron a unas 300.000
personas. Milos había gozado de la "matanza ritual de
judíos", cortando gargantas, astillando costillas y
rasgando vientres con un cuchillo especial, o haciendo que los
arrojaran a la caldera de la fabrica de ladrillos, o simplemente
haciendo que los mataran a garrotazos. Cuando le advirtieron
secretamente de que estaban por arrestar a Milos, Draganovic lo
arrebato de debajo de las narices de sus presuntos capturadotes y
rápidamente lo escondió en un lugar
seguro.

Otro sacerdote católico miembro de los Ustashi y
criminal de guerra que trabajaba secretamente en las rutas
clandestinas era el padre Draggutin Lamber. Como asesino en masa,
hasta había establecido y dirigido un campo de
concentración para serbios y judíos, a quienes les
declaró que había que exterminarlos porque eran
perjudiciales al Estado Ustasha. Ahora trabajaba diligentemente
para ayudar a que sus compañeros criminales de guerra
Ustashi pudieran eludir el servicio de inteligencia
soviético y aliado y abrirse camino a la libertad, donde
el movimiento ustashi pudiera comenzar de nuevo. La OSS hasta
coopero en el esfuerzo porque esperaba que estos patriotas
croatas se volverían un enemigo formidable contra el
comunista Tito, que ahora era presidente de
Yugoslavia.

En realidad, el CIC estaba trabajando contra sí
mismo. Mientras una sección, bajo órdenes de
Washington, procuraba arrestar a criminales de guerra, otra
estaba bajo órdenes secretas de Washington de albergar y
usar criminales de guerra nazis para sus propios fines. Por
ejemplo, considérese al infame Klaus Babie, jefe de la
Gestapo en Lyons, Francia. La 66º sede central del CIC de
los Estados Unidos en Stuttgart, Alemania, dio albergue a Barbie
y su familia durante más de cinco años mientras lo
usaba como delatador, luego les ayudo a escapar. A pesar de que
muchos de los expedientes de Barbie se habían sacado de
los archivos del Departamento de Estado, "parece que la oficina
del Alto Comisionado había suministrado a Barbie
documentos de la Junta de Control Aliado, y lo había
enviado por las rutas clandestinas del Vaticano.

Aarons y Loftus continuaban diciendo que:

Draganovit rápidamente lo embarcó a
barbie y su familia a Sudamérica con el nombre de Klaus
Altman. En Bolivia, Barbie fue recibido por el representante
local de Draganovic, el padre Rocque Romac, otro sacerdote
fascista croata y criminal de guerra buscado, cuya identidad real
era padre Stjepan Osvaldo-toth.

Un examen minucioso de los malamente copiados
documentos de Barbie revela que el Departamento de Estado
coordinaba su pasaje por la ruta clandestina. Efectivamente, casi
todos los primeros pasajeros en las rutas clandestinas
norteamericanas fueron manejados por la Oficina de
Coordinación de Política a través de su
nombre de contacto en Roma.

En realidad, muchos de los papeles de salida falsos
de Draganovic fueron arreglados mediante Roberty Bishop, un ex
agente norteamericano de la OSS que entonces estaba encargado de
la oficina de elegibilidad de la Organización de
Refugiados Internacionales (IRO) en Roma según los
registros del CIC.

Por lo tanto, las infames rutas clandestinas del
Vaticano fueron usadas en alianzas impías con las agencias
de inteligencia del Occidente, hasta cierto punto. Al mismo
tiempo que el servicio de Inteligencia de los aliados estaba
ayudando a Draganovic para que sacara de contrabando a ciertos
criminales de guerra, tras las espaldas de ellos estaba ayudando
a rescatar a muchos miles más. Documentos secretos se han
dado a conocer recientemente revelan que había una red
casi increíble de intriga y maldad que finalmente
implicó a los jefes de la CIA como Allen Dulles y William
Casey, así como también a presidentes de los
Estados Unidos, y coloco el fundamento para escándalos
posteriores como Watergate y el asunto
Irán-Contra.

Criminales de guerra infames que deberían haber
sido juzgaos en Nuremberg fueron hasta traídos al
Pentágono como asesores especiales en la
preparación para lo que parecía una guerra
inevitable con la Unión Soviética.
Irónicamente, la política abrió la puerta a
agentes soviéticos quienes infiltraron todo el sistema de
rutas clandestinas y las agencias relacionadas con el servicio de
inteligencia Occidental.

El vaticano no solo rescató de las justicia
decenas de miles de criminales de guerra, sino que los
estableció para que continuaran de nuevo su terrorismo
después de la guerra. Esto era el Intermarium otra vez, un
nuevo comienzo para edificar una Europa Católica en
oposición al comunismo soviético. Por ejemplo,
Draganovic albergó dentro del monasterio de San Girolamoa
Vilko Pecnikar, "organizador de grupos terroristas de Pavelic
antes de la guerra y un general entre los guardaespaldas
personales de Pavelic", quien también comandaba "la brutal
Gendarmería, que trabajaba en estrecha colaboración
con la Gestapo". Tanto Gran Bretaña como Estados Unidos
habían acordado entregarlo al gobierno yugoslavo de Tito
para su procesamiento como un importante criminal de guerra. Pero
Draganovic rescató a Pecnikar y le dio acceso a "el tesoro
que él había acumulado para su ruta clandestina" a
ser usado "en reorganizar el movimiento Ustasha en el
extranjero.

La muerte de Ante
Pavelic

A su debido tiempo, cuando le había dado al
Vaticano y al servicio de inteligencia occidental toda la
información que poseía, Pavelic fue pasado a la
protección de las rutas clandestinas con la identidad
cambiada a Pablo Aranyos. Los papeles de identidad de los Aranyos
fueron provistos por todavía otro sacerdote
católico croata, el padre Josip Buzanovic, que era
personalmente buscado como criminal de guerra, y que más
tarde huyó a Australia.

En Argentina, a Pavelic le dio la bienvenida el dictador
Juan Perón, quien él mismo era un Administrador
Gran Cruz de Honor y Devoción de la orden secreta
católica romana: los Caballeros de Malta. Todavía
se exige por ley que el mandatario de Argentina sea un
católico romano. A Pavelic le aseguraron de que
Perón ya habia aprobado la continuación del
movimiento Ustasha desde la Argentina como su nueva base. Dicho
arreglo había sido negociado por el representante del
Vaticano, Daniel Crujen, otro sacerdote que también
había desempeñado un papel clave en la matanza de
los serbios.

Esperándolo a Pavelic en Buenos Aires estaba una
hueste de sus ex ministros, policías y oficiales
militares, la mayoría de ellos criminales de guerra
buscados. Virtualmente todo el liderazgo de la Ustasha
había escapado intacto y había precedido sin riesgo
a su poglavnik por las rutas clandestinas en su huida de
la justicia. Su viejo amigo Stejpan Hefer también unido al
Fuehrer ustashi en ésa para dar al movimiento un nuevo
comienzo en nuevas ubicaciones alrededor del mundo.

Los miembros exiliados de la ustasha se las arreglaron
para describirse a sí mismos como victimas del terrorismo
comunista que había huido de la persecución
ocasionada por el hecho de que eran patriotas croatas que se
oponían al régimen comunista de Tito. Habiendo
experimentado personalmente la maldad del comunismo,
decían, ahora querían advertir al mundo respecto a
dicho régimen y estaban dedicados a pelear contra dicho
monstruo y finalmente liberar a los oprimidos. Por lo tanto,
afirmaban merecer el respaldo de la gente que amaba la libertad.
Se establecieron grupos de frentes anticomunistas, como el
Movimiento Croata de Liberación (MCL), fundado por Ante
Pavelic, con cuarteles generales en Buenos Aires. Stejpan Hefer
fue nombrado del concejo supremo.

Pero entre los asesinos no hay honor, y no pasó
mucho tiempo hasta que croatas rivales intentaban asesinar a
Pavelic, y el poglavnik se fue a esconder en España.
Vivió una vida callada y de recluso en Madrid hasta su
muerte de causas naturales en diciembre de 1959. Ese día,
el papa Juan XXIII pronuncio su bendición personal sobre
ese asesino en masa increíblemente malvado y
sadista.

Pavelic fue enterrado en una tumba secreta en las
afueras de Madrid. "A la muerte de Pavelic, el liderazgo del
Movimiento Croata de Liberación pasó a Stepjan
Hefer". El arzobispo Saric murió un año
después, en 1960, también en
España.

Las negaciones
despreciables

Al rastrear la historia del Vaticano y de los papas,
hemos descubierto una característica consecuente de
supresión de los derechos humanos más elementales,
característica que ha incluido la tortura y el asesinato
en gran escala. Semejante comportamiento, apoyado por los
pronunciamientos infalibles y dogmas inmutables, no se ha
confinado a la Edad Media sino que continua hasta el presente
según lo permitan las circunstancias. La operación
de las rutas clandestinas, que solo hemos podido resumir
brevemente, provee prueba adicional de que Roma no ha
cambiado.

También hemos visto una norma consecuente de
negación de los hechos que revela una asombrosa
indiferencia por la verdad. El registro histórico
irrefutable no nos da una base para confiar en las promesas de
paz y buena voluntad hacia los judíos o los
evangélicos, que actualmente se están oyendo desde
Roma. Los artículos publicados recientemente en los
diarios revelan que todavía hay clérigos
católicos que apoyarían el Holocausto harían
funcionar las rutas clandestinas ahora mismo:

Uno de los colaboradores nazis mas notorios de
Francia fue arrestado el miércoles 24 de mayo de 1989 en
un priorato católico en Roma y acusado de crimines contra
la humanidad, después de pasar mas de cuatro
décadas escondido.

El fugitivo de 74 años de edad, Paul Touvier,
era el jefe del servicio de inteligencia para una milicia
pro-nazi en Lyons.

Su protección durante el comienzo del periodo
posterior a la guerra por miembros mayoritarios de la
jerarquía católica romanase ha documentado
extensamente.

La jerarquía de la Iglesia Católica
Romana en Francia apoyaba el gobierno pro-nazi de Vichy France. A
pesar de ciertos actos aislados de valor y heroísmo por
católicos, gran parte de la jerarquía de la Iglesia
colaboró de todo corazón. Durante décadas
los cardenales monjes y monjas franceses ayudaron a Paul Touvier
a eludir la justicia.

El 5 de mayo de 1994, el programa de televisión
Prime Time Live con sam Donaldson, presentó un
documental titulado The Last Refuge (El último
refugio). El programa, filmado en Argentina así como Roma,
ofrecía algo de la misma información que acabamos
de presentar anteriormente. La entrada a la Argentina de
criminales de guerra nazis que vinieron por las rutas
clandestinas del Vaticano, fue documentado de los archivos
recientemente dados a conocer en Buenos Aires: por ejemplo, la
entrada registrada de Joseph Mengele (conocido como "el
ángel de la muerte" de Auschwitz). Se sabia que el
gobierno argentino, que era tanto pro-católico como
pro-nazi, conocía el paradero y la verdadera identidad de
Mengele, y lo protegió a pesar de las demandas para su
extradición. Mengele murió de causas naturales en
el Brasil en 1979.

La parte mas fascinante de la película era los
documentos en las calles de Sam Donaldson con los sobrevivientes
ancianos criminales de guerra nazis entrevistados por primera vez
frente a la cámara. Empezaban negando todo pero luego
admitían de mala gana la identidad personal cuando
Donaldson les mostraba copias de documentos y fotografías
de individuos en uniformes de que eran miembros de la SS.
También tuvieron que reconocer que habían estado
involucrados en atrocidades pero con la excusa de que "Yo
sólo estaba obedeciendo órdenes". Un ex nazi
reconoció de que había tenido uno oficina en el
Vaticano.

También entrevistaron a ex agentes del servicio
de inteligencia militar quienes confirmaron que el Vaticano
estaba a cargo de las rutas clandestinas. Donaldson luego fue a
Roma para entrevistar al padre Robert Graham, un historiador
eclesial que es una autoridad en el periodo inmediato a la
posguerra conforme se reflejaba en los archivos del Vaticano. En
vista de la abrumadora evidencia sólida que ahora tenemos
de que el Vaticano dirigía las rutas clandestinas, era
tanto cómico como enloquecedor oír las lastimeras
negaciones del padre Graham de que el Vaticano había
tenido alguna participación en absoluto. Sin embargo,
reconoció que el Vaticano facilitó el pasaje, a
través de Italia y hacia Sudamérica, de miles de
los que él insistía en que eran "simples
refugiados", junto con quizás uno o dos" criminales de
guerra que se escabulleron sin que los reconocieran.

¿"Uno o dos"?, exclamo Donaldson sorprendido.
"¡Hubo miles!".

"¡Oh, por favor! ¡Por favor!, replico Graham
con aire de superioridad. "¡No sea ridículo!
¿Miles? ¡Eso es absurdo!".

Cuando Donaldson persistió, presentando mas
evidencia, Graham, que ahora estaba visiblemente perturbado,
respondió: "¡Por favor! ¿Son todos ustedes
tan simples y cándidos como para creer esas cosas?
¡Por favor! Sean más inteligentes que eso. Den al
papa un poco de crédito…".

Pero la evidencia era inexpugnable, y las negaciones del
Vaticano sólo sirven para demostrar una vez más su
desprecio por la verdad. A tiempo que muchos individuos
católicos mostraron compasión y
preocupación, y hasta arriesgaron sus vidas para rescatar
a judíos, la Iglesia como entidad no lo hizo. Francamente,
es apropiado que Aarons y Loftus concluyeran su obra con esta
denuncia conmovedora contra la Iglesia Católica Romana a
sus más altos niveles:

En vez de contrabandear judíos desamparados a
la Argentina, las rutas clandestinas pasaron de contrabando a
Eichmann, Pavelic y Stangl, entre muchos otros. En vez de
denunciar al obispo Hudal, el Vaticano lo reemplazó con un
operativo menos conspicuo pero mucho más eficiente y
eficaz en la persona del padre Draganovic. En vez de justicia
internacional, estaba el Intermarium y un montón de
frentes de emigrados nazis…

Lo que el Vaticano hizo después de la segunda
guerra mundial es un crimen. La evidencia es inequívoca:
la Santa Sede ayudó a huir a fugitivos de la justicia
internacional. Las rutas clandestinas se crearon con la
intención de ayudar a criminales de guerra buscados a
escapar de la justicia…

Hallamos que la ignorancia no es una defensa
adecuada: Pío XII estaba perfectamente enterado de los
crímenes de Ante Pavelic. Tampoco era éste el
único caso. Las rutas clandestinas funcionaban con
temeraria indiferencia hacia los crímenes que los
fugitivos habían cometido contra la humanidad. Si el papa
quería saber los verdaderos nombres de ellos, solo tenia
que preguntarle al padre Draganovic. El robo que se
perpetró en la oficina de éste, reveló que
él guardaba listas de las identidades verdaderas y falsas
de los fugitivos.

Los mensajes diplomáticos del papa revelan
una norma de protección e intercesión a favor de
criminales de guerra…el Vaticano sabía que estaban
albergando a nazis.

No hallamos defensa en la conducta desautorizada:
las rutas clandestinas era una extensión oficial de la
diplomacia secreta del Vaticano…Había un acuerdo
virtualmente unánime entre los testigos que sobrevivieron
de que Draganovic actuaba con la más alta sanción
oficial…Los archivos del servicio de inteligencia de
varias naciones confirman que los lideres superiores del Vaticano
autorizaron y dirigieron el contrabando de criminales de guerra
fugitivos.

No obstante, no importa cuán abundante y
convincente sea la evidencia, Roma persiste en negar su
culpabilidad. La autoridad, infalible e indiscutible del
pontífice romano debe mantenerse a toda costa.

 

 

Autor:

Julio Basualdo

Partes: 1, 2
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