Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La Unión Europea llama a revisión al Euro la casa está en llamas II (página 14)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14

No digo que Alemania tenga la culpa por
fabricar productos de primera calidad. Es un logro admirable. No
digo tampoco que Alemania deba reducir la competitividad de sus
trabajadores o aceptar una inflación mucho más
alta. Lo que digo es que el superávit de Alemania fue
posible gracias a los déficits de otros países y,
por lo tanto, que la inestabilidad de otras naciones
permitió la estabilidad alemana. Que parte de las
exportaciones netas de Alemania fueron ilusorias, pagadas por el
exceso de crédito, financiado a menudo por los alemanes.
Creo que si los países periféricos de Europa
quieren mejorar su contabilidad exterior, es necesario que
Alemania compense una parte de ello, o que la eurozona busque el
superávit de la balanza por cuenta corriente, con
consecuencias negativas para la frágil economía
mundial.

En resumen, la política
económica no se basa sólo en la competitividad.
Cuando el mundo intenta salir de una profunda recesión, la
demanda también es importante. Como cuarta mayor
economía mundial y núcleo de la eurozona, Alemania
tiene que tomar parte en el reequilibrio de la demanda global.
Comprendo que es un difícil reto. En cualquier caso, hay
que afrontarlo.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

– Bill Gross sugiere tres condiciones para elegir en
qué deuda soberana invertir (The Wall Street Journal –
25/3/10)

(Por Kevin Kingsbury)

Decidir en qué deuda soberana invertir se reduce
a tres puntos básicos, dijo el rey de los bonos Bill
Gross, entre los que se encuentra la habilidad de los bancos
centrales para usar las tasas de interés bajas o negativas
para revaluar su economía sin crear una crisis
monetaria.

En su carta mensual, el gerente de
Pacific Investment Management Co. dijo que "2010 promete ser el
año de elegir "qué gobierno" puede sustituir con
mayor éxito el puño de los gobiernos con la mano
invisible de Adam Smith y por cuánto tiempo. ¿Es
posible que los países puedan escapar a una crisis de
deuda al crear incluso más deuda y seguir haciendo lo
mismo una y otra vez esperando un resultado diferente? ¿Lo
puede hacer la economía global?

Para descubrir eso. Gross escribió en su carta
que hay muchas condiciones y estas varían por país,
pero pueden resumirse en tres puntos:

  • ¿Puede un país emitir
    su propia moneda y es esta aceptable en el comercio
    global?

  • ¿Son moderadas las
    condiciones iniciales de un país (deuda en
    circulación, déficit estructural, tasa de
    crecimiento, balance demográfico) y puede emitir deuda
    pública en el futuro como un sustituto del
    crédito privado?

  • ¿Se le puede permitir al
    banco central de un país reactivar la economía
    a través de tasas de interés bajas o negativas
    sin crear una crisis monetaria?

Gross dijo que algunos países en la lista de
"evitables" "están posicionados para escapar de sus crisis
de deuda individuales. El Reino Unido me viene a la cabeza".
Pimco ha estado diciendo que el desempeño de los bonos
gilts (el equivalente británico de los bonos del Tesoro de
Estados Unidos) estará por debajo de el del mercado a
medida que los niveles de deuda del país se sigan
incrementando y eso probablemente conducirá a una mayor
inflación y "una moneda que se depreciará en
relación a la de otros países, lo que finalmente
reducirá el retorno sobre sus bonos. Si esa perspectiva se
vuelve el consenso, en algún momento el Reino Unido no
podría alcanzar la velocidad de escape que necesita para
salir de su trampa de deuda".

Con respecto a EEUU, el país "tiene una
demografía más favorable y un mayor potencial de
crecimiento que el Reino Unido, lo cual promete una mayor
posibilidad de lograr una velocidad de escape. Pero recuerden,
mis tres condiciones sólo sugieren que un país
puede salir de una crisis de deuda al crear más deuda, no
aseguran que los bonos sean una buena
inversión".

La reforma al sistema de salud convertida en ley el
martes se suma a la lista de gastos que Gross asegura que
aumentarán los déficit presupuestales del futuro y
los pasivos sin financiación.

Como tal, "los spreads en los créditos soberanos
y corporativos son una mejor apuesta siempre y cuando se detenga
el contagio global. Si no, el futuro depara una desbandada hacia
la seguridad de los bonos del Tesoro".

– La hostilidad de Merkel reabre la cuestión
alemana en Europa (Expansión – 26/3/10)

(Por Philip Stephens)

A Europa le obsesiona de nuevo la
cuestión alemana. El problema que tanto desconcertó
a los europeos ha vuelto bajo otra apariencia. En el pasado, a
los vecinos de Berlín solía preocuparles un estado
poderoso y expansionista. Ahora, tienen que lidiar con una
Alemania indiferente e introvertida.

La hostilidad mostrada por Angela Merkel
hacia un paquete de rescate de la eurozona para Grecia forma
parte de una realidad más amplia. Ya sea en materia
económica o de política exterior, la canciller
alemana habla por una nación que se ha encerrado en
sí misma -un país que ha reevaluado, y reducido,
sus obligaciones para con Europa-.

La crisis sufrida por la eurozona ha
clarificado las cosas. El derroche griego se ha convertido en una
seria amenaza para la integración económica
europea. El miércoles, José Manuel Durao Barroso
salió a escena para expresar su confianza en que Merkel
acabaría respaldando un rescate. Después de todo,
observó el presidente de la Comisión Europea, era
una "europea comprometida".

Sin embargo, no puede decirse que el mensaje de
Berlín haya sido ambiguo. Merkel ha insistido en la
implicación del Fondo Monetario Internacional como el
precio a pagar para ayudar a Atenas. En general, Alemania ha
dejado claro que no permitirá que los esfuerzos para
estabilizar el euro comprometan su devoción a la
disciplina fiscal.

El conflicto entre Alemania y sus socios
va más allá de una discusión sobre las
respectivas responsabilidades de las naciones deficitarias y
excedentarias. Afecta más de lleno a la alianza
franco-alemana, en una época el motor fundamental de la
integración europea. Nicolas Sarkozy, el presidente
francés, aún concibe la UE como un actor global
-una institución cuya fortaleza económica
será igualada un día por una firme influencia
política-. Merkel quiere más
tranquilidad.

Fue la canciller alemana la que presionó para que
el nuevo cargo de presidente de la UE lo ocupase un
político de perfil bajo. Herman Van Rompuy, un ex primer
ministro belga prácticamente desconocido fuera de su
país, fue escogido por Berlín como el candidato con
menos probabilidades de suponer una amenaza para la cautela
alemana.

La nueva Alemania tiene una
visión más intolerante -que algunos
calificarían de egoísta- en relación a sus
intereses. No carga con la culpa que determinó el
comportamiento de la generación de la postguerra.
Berlín no quiere pagar por las ambiciones presuntuosas de
otros. En lugar de una firme política europea hacia la
Rusia de Vladimir Putin, quiere su propia relación
apacible con Moscú.

Así, la enérgica
política que desean sus vecinos del centro y el este de
Europa se considera demasiado peligrosa para los acuerdos
bilaterales de Alemania con Rusia. Por el mismo motivo, la UE -y
la OTAN- no deben apresurarse a la hora de admitir a nuevos
miembros de las antiguas naciones soviéticas.
Turquía (aunque en esta ocasión Sarkozy
también es responsable) deberá esperar de forma
indefinida a que se le conceda una entrada a la UE que se le
prometió hace 50 años.

La Berlín pasiva se siente
satisfecha bajo la seguridad de EEUU, pero quiere limpiar su
territorio de armamento nuclear estadounidense. Ha prometido
presionar para enviar tropas a Afganistán, pero bajo
condiciones calculadas para demostrar que la misión es una
excepción que no se repetirá. Entretanto, la
Alemania autoritaria insiste en que la eurozona no puede
anteponer el interés común al nacional.

En general, la solidaridad con los
aliados y vecinos no es un interés prioritario para la
opinión pública alemana. Algunos dirán:
¿y por qué no habría de ser así?
¿Por qué debería Alemania mostrarse
altruista? No podemos esperar que Alemania pague siempre las
reparaciones. A nadie se le ocurriría pedir a Sarkozy, o a
Gordon Brown, que anteponga el interés de Europa al de su
propia nación.

Estamos asistiendo a un cambio
inevitable. La segunda mitad del s.XX fue una excepción.
Alemania es ahora un país "normal". Si escoge un futuro
como una Gran Suiza (supuesta realización de un
paraíso en el que ha triunfado el Estado del bienestar,
intervencionista en lo social y lo económico), ¿de
qué pude quejarse el resto de Europa?

A aquellos con nociones de historia, les
resultará sin duda extraño que se le reproche a
Alemania falta de ambición. ¿De verdad quieren sus
socios que la nación más poderosa del continente
comience a extender su influencia? ¿No es eso a lo que los
padres fundadores esperaban poner fin con la creación de
una Comunidad del carbón y del acero?

Los primeros esfuerzos de contención coercitiva
habían fracasado estrepitosamente: la Primera Guerra
Mundial había dado paso a un tratado plagado de
imperfecciones que sembró las semillas del fascismo y de
una segunda conflagración global. El ciclo sólo se
rompió con la división de Alemania y la
integración europea -siendo esta última una
expresión del excepcional carácter de una
generación de estadistas estadounidenses y
europeos.

La postguerra no fue siempre tan tranquila como se
recuerda ahora. Al resto de Europa nunca dejó de
preocuparle Alemania. La política de distensión de
la República Federal con la Unión Soviética
despertó el miedo a que pudiera dar lugar a un acuerdo que
intercambiase su neutralidad en la Guerra Fría por la
reunificación de Alemania. La locomotora franco-alemana se
rompió en algunas ocasiones.

Mi primer trabajo serio en el periodismo fue como
corresponsal en Bruselas para Reuters a principios de los
años 80. El gran tema era el conflicto titánico
entre François Mitterrand y Helmut Kohl, que enfrentaba la
búsqueda del crecimiento económico de Francia
contra la ortodoxia financiera alemana. El canciller
alemán ganó esa batalla, obligando a Francia a
aceptar la deflación como precio de la
devaluación.

El debate de aquella época sobre las respectivas
responsabilidades de las naciones excedentarias y deficitarias
era muy similar al actual. Lo irónico es que la posterior
campaña de Francia a favor de la unión monetaria
nació de la convicción en París de que el
euro acabaría con este tipo de disputas.

Las sospechas sobre las intenciones de Alemania
volvieron a surgir con la caída del Muro de Berlín.
Reino Unido y Francia conspiraron contra la reunificación,
preocupados por el regreso de la vieja cuestión
alemana.

Sin embargo, ninguno de estos problemas
dañó la base del proyecto europeo: la voluntad de
Alemania de vincular sus intereses nacionales a los europeos. El
acuerdo unió el poder económico alemán con
el liderazgo político francés.

Este es el proyecto que Merkel
desafía no con una política de expansionismo sino
ocultándose bajo las cálidas mantas del puro
interés alemán. Ha habido muchos nervios en torno a
la Europa que terminará surgiendo de la actual era de
tumultuoso cambio político. Antes hay que preguntarse:
¿y en el caso de Alemania?

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

– Greece will default, but not this year (Financial
Times – 4/4/10)

(By Wolfgang Münchau)

I am willing to risk two predictions. The first is that
Greece will not default this year. The second is that Greece will
default. The Greek government has demonstrated that it can still
borrow at a rate of about 6 per cent but if you do the maths on
the public debt dynamics, as I did recently, it would be hard to
arrive at any other scenario than an eventual default.

The adjustment effort needed to prevent a debt explosion
is extremely large. The Nordic countries achieved adjustment on a
similar scale during the 1980s and 1990s, but they had two
advantages over Greece. They did it in a different global
environment; but more crucially they were, in part, able to
devalue and improve their competitiveness. As a member of a large
monetary union Greece can improve its competitiveness only
through relative disinflation against the eurozone average, which
in effect means through deflation. But as the French economist
Jacques Delpla* has pointed out, this will invariably produce a
debt-deflation dynamic in the Greek private sector of the kind
described by the economist Irving Fisher during the
1930s.

So Greece will not only have to make an extremely large
public sector deficit reduction effort but it will also have to
do this under a condition of disinflation, and possibly
deflation, which would push its nominal growth rate to negative
levels during the adjustment period. That, in turn, would
jeopardise the debt reduction programme of both the public and
private sectors. Under those circumstances, there is no way that
Greece could ever stabilise its debt-to-gross domestic product
ratio, no matter how hard the government of George Papandreou
tries.

To get out of this mess, one of five things will have to
happen. The first, and most optimistic, solution would be a
significant fall in the euro"s exchange rate, say to parity with
the US dollar, coupled with a strong recovery in the eurozone.
This might just do the trick to sustain Greek growth as it
adjusts. The second is that Greece gets access to low interest
rate loans from the European Union and the International Monetary
Fund. The third would be a private sector debt restructuring to
prevent a Fisher-style debt-deflation dynamic. The fourth is that
Greece leaves the eurozone. The fifth is default. If you go
through the options one by one, you realise that the first is
improbable. The EU has in effect ruled out the second. The third
would require an unlikely additional bail-out of the European
banks. While option four would be most convenient for the
Germans, the Greeks are not so stupid as to leave the eurozone.
That leaves them with option five: to default inside the
eurozone. It is the only option that is consistent with what we
know.

But it would throw the eurozone into a potentially
terminal crisis. Spain and Portugal have problems of a different
kind but of a similar dimension. Spain will have to go through a
disinflation/deflation period that will produce a formidable
private sector debt-deflation spiral. Without devaluation, or the
possibility of a sustained fiscal boost, the Spanish depression
could last forever, or at least for as long as the country stays
in the monetary union. Portugal, like Greece, suffers from a
combined public and private sector debt problem.

When a country such as Greece pays 300 basis points over
the yield of a supposed risk-free bond, this means,
mathematically, that investors see a probability of around 17 per
cent that they will lose 17 per cent of their investment. So in
other words, a spread of 300 basis points is a valuation in which
default is still considered improbable. If those perceptions
changed from improbable to, say, moderately probable, the yield
spreads between southern European countries and Germany would
explode.

For the time being, Greece can get by because of its
excellent debt management, which is why I am confident that
Greece is not going to need an immediate bail-out. But given the
political economy of the EU, this might turn out to be a
disadvantage. Europe"s complacent leaders will only step in if a
crisis is both imminent and visible. The really treacherous
aspect about the Greek crisis is that the country"s liquidity
position is better than its solvency position. Insolvency is a
gradual, invisible process. The negative effects of
debt-deflation dynamics have not yet begun, but will become
inevitable as the Greek public and private sectors go through a
simultaneous debt reduction process. In such an environment my
assumption of a 2 per cent rate of nominal growth might be far
too optimistic. And even with such an unrealistically optimistic
assumption, default would be hard to avoid.

There have only ever been two intellectually honest
views about economic and monetary union. The first is that it
could not work, as it would eventually produce a situation in
which a country"s national interest conflicts with the interest
of the monetary union at large. The second is that it could work,
but only for as long as member states are ready to co-ordinate
economic policy in the short run, and move towards a minimally
sufficient fiscal union in the long run. The message from the EU,
and from Germany in particular, is that the latter has now been
ruled out.

*Il est urgent de lutter contre la déflation par
la dette en Europe du Sud, www.lesechos.fr

(Copyright The Financial Times Limited 2010)

 

 

Autor:

Ricardo_Lomoro

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter