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La Unión Europea llama a revisión al Euro la casa está en llamas II (página 6)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14

Pero quizás lo más preocupante es que los
escenarios más pesimistas no sólo vienen lanzados
por quienes aprovechan la mínima ocasión para
predecir el colapso y la tragedia más absoluta, sino que
vienen avalados, al menos parcialmente, por datos. Algunos de
estos datos los analizaba recientemente el analista independiente
Charles Hugh Smith.

En primer lugar, dice Smith que en este
año se estima que el Tesoro necesitará encontrar
compradores para alrededor de 1,6 billones de dólares en
bonos estadounidenses, lo que refleja el gran y creciente agujero
fiscal que se proyecta para 2010 y 2011. Esta cifra
superaría la de 1,42 billones de 2009, que a su vez
multiplicaba casi por tres la de 2008. Por poner estas
desorbitadas cifras en contexto, los dos mayores acreedores de
EEUU del mundo, China y Japón, poseen juntos unos 1,65
billones de dólares en bonos americanos. Dicho de otra
manera, estos dos países deberían doblar en un solo
año la cantidad total de deuda norteamericana que poseen
para financiar todo el déficit.

La pregunta, pues, es obvia:
¿existirá demanda para una cantidad tan ingente de
deuda pública? En el último año,
según muestran algunos analistas, el ritmo de compra de
deuda americana por parte del exterior se ha desacelerado,
mientras que las familias norteamericanas han incrementado
notablemente sus préstamos al Gobierno. El restante, que
es una cantidad muy notable, ha sido absorbido por la Reserva
Federal en su programa de expansión monetaria de
"relajación cuantitativa" (quantitative
easing).

Pero, volviendo a lo que decía el profesor
Argandoña, en cualquier momento el público, ya sea
nacional o extranjero, puede decidir reducir su flujo de fondos
hacia la compra de bonos del Tesoro. Así que no
sería improbable ver en el futuro próximo
cómo suben los tipos de interés -con las
consecuencias que ello genera-, como vía para atraer una
demanda que escasea, y quizás unido a una mayor
percepción de riesgo por parte de los
inversores.

Una alternativa a este escenario consistiría en
que la Fed continúe expandiendo su balance mediante la
compra directa de deuda pública. Pero los riesgos
inflacionarios de esta estrategia deben tenerse muy en cuenta, a
pesar de que es una opción atractiva para los
políticos. Tampoco debe despreciarse la posibilidad, mucho
más halagüeña pero quizás poco
realista, de que la economía norteamericana se recupere de
manera inminente, y genere los ingresos necesarios para tapar,
siquiera de manera chapucera, algunos de los agujeros fiscales
más urgentes.

Un riesgo añadido que perciben
diversos analistas es el efecto contagio que se podría
desencadenar si se recrudecen los ya graves problemas de algunos
estados con respecto a su deuda soberana: la Torre de Babel de
deuda estadounidense podría sufrir temblores
significativos.

Entonces, ¿aguantará
Estados Unidos? En estos tiempos pocas certezas acerca del futuro
pueden sostenerse, y esta cuestión no es ninguna
excepción. Lo que sí parece cierto es que la
probabilidad de default de la deuda norteamericana ya no es
cero.

Aunque ciertamente, tampoco le haría
ningún mal la administración Obama el sobreestimar
la posibilidad de impago, si ésa es la única forma
de garantizar una pizca de disciplina fiscal.

– Es más seguro prestar a Buffett que a Obama (El
Confidencial – 26/3/10)

(Por Marc Vidal) Lectura recomendada

Esta semana hemos sabido que es
más seguro prestar a Warren Buffett que a Barack Obama. El
mercado de bonos lo dice bien claro. Resulta que la deuda a corto
que vende la empresa Berkshire Hathaway, propiedad de Buffett,
ofrecía hace pocos días una rentabilidad 3,5 puntos
por debajo de los propios bonos del Tesoro norteamericano con un
vencimiento también de no más de dos
años.

Los 2,59 billones de dólares de
deuda vendida por el Departamento del Tesoro desde principios de
2009 han excedido lo que el mercado está en condiciones
naturales de aceptar. Los inversores están atiborrados de
tanto papel higiénico convertible. Al final sólo
podrán atender a las deudas soberanas los propios bancos
centrales de cada uno de esos países, empaquetar sus
contenidos y repartirlos con el ventilador a máxima
potencia entre jubilados, amas de casa y diablillos de medio
planeta. Como la que anuncié en 2006, una nueva bola de
estiércol avecinándose por el horizonte.

En estos precisos momentos el
déficit del presupuesto de los Estados Unidos está
a los niveles posteriores a las se disparó a la segunda
Guerra Mundial. Pensemos que cuando la primera potencia del
mundo, cuya economía representa un tercio del PIB mundial
tiene un déficit del 10 por ciento, es que lo que se debe
a sí mismo el mundo es tal ingente cantidad de dinero que
parece inasumible. En esas condiciones sólo hay dos
opciones: el no retorno o el encasquetarle el muerto a los de
siempre. Pobres países pobres.

En estas condiciones parece absurdo que
a la deuda emitida por la Reserva Federal se le mantenga la
calificación de AAA en las agencias de rating. Mientras
los demócratas siguen con sus películas sanitarias,
el ciudadano medio busca trabajo, ve recortadas sus opciones y el
país se aboca a un desfiladero cada vez menos
diáfano.

El sueño del presidente Zapatero es parecerse a
Obama. Lo está logrando pero por eliminación. No es
nuestro presidente el que se ha ido acercando al americano, no,
parece todo lo contrario, es el de allí que va tomando un
tono leonés que espanta. El presidente norteamericano
sigue preocupado en confirmar su capacidad para cumplir promesas
de discutible calado y profundidad aun a costa de una
economía que se debilita y una carrera por el gasto
público que los mercados pronto marcarán con velas
negras.

Estados Unidos gasta más del 7%
de su presupuesto a pagar deudas contraídas. Lo peor es
que eso no va a disminuir sino todo lo contrario. A finales de
2013 el presupuesto de la administración Obama
estará utilizando más de un 12% en pagar esa deuda
creciente. Obviamente la triple AAA está
temblando…

La Europa
invertebrada (¿quo vadis?)

Monografias.com

"En las últimas horas de la cumbre de
Copenhague sobre el cambio climático, el primer ministro
chino, Wen Jiabao, organizó una reunión con otros
líderes de grandes países en desarrollo, el
presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y
sus colegas, indio, Manmohan Singh, y sudafricano, Jacob
Zuma.

Al rato, apareció Barack Obama con Hillary
Clinton, y un par de horas después sellaron el pacto que
cerró la cumbre. El presidente de turno de la UE, el sueco
Fredrik Reinfeldt, se enteró del acuerdo por SMS"…

La Unión Europea lucha contra la irrelevancia (El Mundo –
31/10/09)

La Comisión Europea asumía
que el primer ministro sueco quedaría desplazado al final
de las negociaciones por José Manuel Durão Barroso,
en nombre de la UE, que ya se ha comprometido a aportar
más de 7.000 millones de euros en los próximos tres
años para ayudar a los países en desarrollo a hacer
la transición verde.

Pero, mientras los europeos
debatían su fragmentada representación, el
presidente de EEUU lograba el trato sin que ninguno de los
presentes echara de menos alguna voz del viejo
continente.

Declive de la influencia

El año en que la UE empieza a
funcionar con el Tratado de Lisboa -la reforma que hace una
década se vendía como el instrumento para guiar al
mundo-, las ambiciones europeas se han quedado en intentar
contener la pérdida de relevancia en las negociaciones
mundiales, donde, sea en la lucha contra el cambio
climático, el proceso de paz de Oriente Medio o la guerra
en Afganistán, la UE ya está acostumbrada a pagar y
esperar las directrices de otros.

"Hay un claro peligro de declive de influencia.
Aún hay que ver si Europa sigue contando. Puede que no
esté decidido", explica a este diario Thomas Klau,
presidente del European Council on Foreign Relations en
París. El experto cree que el Tratado "pone a Europa en
una posición mejor para ser un actor en el escenario
internacional", aunque todo dependerá de lo que los
dirigentes nacionales quieran hacer con él.

La primera decisión con Lisboa ha dejado mucho
que desear. Los Veintisiete han optado por dos figuras sin
contactos, experiencia o presencia internacional para
representarlos, el ex primer ministro belga, Herman Van Rompuy,
cuya vida política se ha centrado en resolver conflictos
en la periferia bruselense, y Catherine Ashton, experta en
Justicia, pero discreta comisaria sin práctica
diplomática. Aún así, Klau confía en
que los dos crezcan en el puesto.

"El gran test será cuando una gran crisis
internacional, o de otro tipo, golpee a Europa. Ahí
deberán demostrar si tienen capacidad de liderazgo
efectivo", asegura, con la esperanza de que el Gobierno
español sea generoso en su semestre europeo y apuntale a
los nuevos.

Cambios prácticos

Algunos líderes ven, sobre todo, un refuerzo de
la suma de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete.
Con los cambios introducidos por el Tratado, el Consejo Europeo,
que reúne a los presidentes y primeros ministros, se ha
convertido en una institución reconocida, regulada y con
más poderes.

Uno de los cambios es que los jefes están solos,
completamente, en las reuniones. No hay sitio para los ministros
de Exteriores o de Economía que antes los
acompañaban, ni para ningún otro asesor.

Uno de los presentes, describía el primer
cónclave de estas características como "frío
al principio", con los Veintisiete solos en la gran sala del
Consejo. "Después, se fue animando", contaba el premier,
que acabó concluyendo que "el poder se ha desplazado hacia
el Consejo" de los Gobiernos y que la discreción de Van
Rompuy y Ashton no es una mala noticia. "También estamos
los primeros ministros que tenemos que decir la nuestra",
explicaba el líder.

Con los jefes en primera línea en Bruselas, la
canciller Angela Merkel y el presidente Nicolas Sarkozy lo
tendrán más fácil para afirmar sus
posiciones y para continuar con la labor de portavoces de Europa
que desempeñan cada vez más. De hecho, en la
reunión en Copenhague que Obama les dedicó a los
europeos, eran ellos dos, más Gordon Brown, quienes
departían con EEUU, la superpotencia imprescindible que
puede confiar en que la UE actuará primero sólo en
algunas zonas.

"En los grandes conflictos, se necesita a EEUU, aunque
la UE aún cuenta como primera fuerza en algunas partes de
África. En ocasiones, antes de que las crisis pasen al
Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, la mediación
de los europeos junto a la Unión Africana funciona bien",
asegura a este diario Louise Arbour, presidenta del International
Crisis Group.

Pero después de todo, contar, como EEUU,
también llega con fuertes responsabilidades y
expectativas. El precio de ser una potencia con intereses
económicos y políticos en todo el globo es el mayor
presupuesto militar del mundo y la participación en los
peores conflictos de la tierra. La irrelevancia, al final, puede
no ser tan trágica. Como dice un alto diplomático
europeo, "Suecia o Noruega han así vivido siglos y les va
bastante bien".

"No corresponde a la Unión Europea rescatar a
los países miembros con problemas de presupuesto, como
Grecia, según indicó el martes un importante
portavoz presupuestario del partido Conservador de la canciller
alemana Angela Merkel.

Norbert Barthle indicó que Grecia tan
sólo es "la punta del iceberg", y señaló a
Italia, España, Irlanda, Letonia y Hungría como
otros países europeos con problemas, informa
Reuters"…
Alemania avisa: no es trabajo de la UE "rescatar
a estados en quiebra" (Libertad Digital –
16/12/09)

Barthle añadió que cualquier país
que necesite ayuda debería acudir al Fondo Monetario
Internacional (FMI), entidad a la que Alemania ha ayudado con
fondos adicionales para manejar la crisis financiera. El Gobierno
socialista de Atenas anunció el 14 de diciembre una serie
de medidas fiscales, incluyendo recortes en los gastos en
seguridad social y un impuesto del 90 por ciento en los bonos a
los banqueros.

A pesar de las nuevas políticas, que fueron
diseñadas para controlar los elevados niveles de deuda, el
mercado de acciones griego cayó y los diferenciales entre
los bonos griegos y alemanes se ampliaron el martes, luego de que
el mercado estimara que las medidas eran
insuficientes.

– Imposibilidad matemática de
cumplir con Maastricht (El Confidencial – 12/1/10)

(Por ) Lectura
recomendada

"Llegará un día en que tú,
Francia; tú, Inglaterra; tú, Alemania, sin perder
vuestras cualidades distintas y vuestra individualidad, os
fundiréis en una unidad superior y constituiréis la
fraternidad europea
" (Victor Hugo, Congreso de la Paz
de París, agosto de 1849).

Y así fue. Un proceso que comenzó con la
Comunidad Europea del Carbón y del Acero terminaría
en el Tratado de la Unión de febrero de
1992, instrumento que permitiría elevar una simple
Unión Monetaria a la categoría de unión
política, según lo dictado en el Acta Única
Europea. Todo ello orquestado por alguien que, con el tiempo,
acabaría formando parte de un grupo de sabios que, sin
duda alguna, encontrará soluciones para que nuestra
economía salga de su crisis.

Por el lado financiero, el Tratado fijaba el
establecimiento de una Unión Monetaria y Economía
dentro del euro, de un Sistema Europeo de Bancos Centrales y de
un Banco Central Europeo que buscarían el objetivo de la
permanente cooperación entre países. Para formar
parte de este club de solidaridad, cooperación y amor
entre hermanos europeos, los candidatos tendrían que
cumplir cuatro condiciones establecidos en el Protocolo sobre
los criterios de convergencia
:

  • un nivel máximo de Déficit Publico del
    3% y Deuda del 60% del PIB.

  • un nivel general de precios menor en 1.5% a la media
    de los tres países menos inflacionistas.

  • un tipo medio de interés nominal a largo
    plazo no superior en más de un 2% el de los tres
    estados con mejor estabilidad de precios.

  • respetar los márgenes de fluctuación
    dispuestos por el mecanismo de tipos de cambio del sistema
    monetario europeo.

Como recompensa por cumplir con esos criterios y
adherirse a la Unión y al Euro, la Comisión Europea
prometía décadas de imparable crecimiento
económico, bienestar de los ciudadanos y
cooperación ilimitada.

Imposibilidad matemática del cumplimiento
simultáneo de los Criterios de Convergencia.

Sin embargo, para algunos economistas ese tipo de
Unión Monetaria era inviable. En 1991, A. Bovenberg en
"Economic and monetary Union in Europe and contraints on
national budgetary policies"
alertó de que, si se
dejaba libertad a los gobiernos nacionales para manejar la
política fiscal, estos criterios no solo no
impedirían que incurrieran en déficits excesivos
sino que los terminarían provocando. Por lo tanto, la
única forma efectiva de evitarlos era imponer
restricciones sobre el déficit y el volumen de la deuda
pública emitida, impuestos sobre el endeudamiento
público y la inclusión de una cláusula de
"no bail-out". De lo contrario, ciertos países de
la Unión no podrían evitar incurrir en gastos
improductivos que los avocaría a su salida de la
Unión. No fue el único. Otros ejemplos fueron Barry
Eichengreen  o Carl Walsh o Paula Hildebrandt.

La idea era simple: dado que los países
partían de posiciones diferentes en materia fiscal y
presupuestaria, y ante la carencia de una Unión Fiscal
previa, el imponer estos criterios de entrada suponía que,
a largo plazo, los países que tradicionalmente
habían tenido déficits solo podrían
cumplirlos si mantenían tasas de crecimiento nominal de
sus economías de, al menos, el 5.25% anual.

Expresado matemáticamente, suponiendo un
país con un Déficit Publico De formado por
la suma de un Déficit Publico Primario
(la diferencia entre lo que gasta G y lo que recauda
vía impuestos T) más los intereses de su
deuda ya existente iBt-1 y que su PIB nominal Y
crece a una tasa natural n de forma que el PIB de un
periodo depende del PIB del periodo anterior
Yt-1,

De = D + iBt-1

D= G-T

Y = (1+n) * Yt-1

Si b es la proporción entre la Deuda
Pública y el PIB nominal y d la relación
Déficit Publico Primario versus PIB nominal,
obtendríamos que

b = d + (1+i) / (1+n) * bt-1

Lo que indica que los límites del 3% y del 60%
nunca podrían impedir el endeudamiento irremediable y
creciente de la deuda. La única forma en la que un
país que partiera desde una posición de desventaja
podría cumplir a largo plazo con el máximo del 60%
y del 3% tendría que ser que:

b <  (1+n) / n * De

Con lo que si la economía de un país
crecía a una tasa menor, la única forma para
cumplir a la vez con todas los criterios sería con tasas
de inflación superiores al 3%, lo cual, a su vez,
incumpliría el criterio del 1.5%. Pura
contradicción.

Sin embargo, aún así hubo un empeño
colectivo en su cumplimiento.

Aun conociendo estas limitaciones, se establecieron esos
Criterios. Como resultado, algunas economías sólo
pudieron sostener sus tasas de crecimiento sobredimensionado sus
gastos, favoreciendo la aparición de burbujas en sectores
económicos inapropiados y abusando de la política
fiscal, lo que en el medio plazo implicaba su propia
bancarrota.

Y eso fue lo que ocurrió: el cuadro inferior
refleja la evolución de los tres Criterios principales
(sin incluir el cuarto por razones obvias) según
Eurostat.

En el 2006, ya existían varios países que
incumplían los Criterios. Así, por ejemplo, si en
1998 solo Grecia incumplía el criterio del nivel de
precios (4.5 frente a la Referencia del 2.2) en el 2006 se
unieron España, Luxemburgo y Portugal. Respecto al
Criterio de Deuda, el número de países que lo
incumplían en el 2006 se había triplicado respecto
a 1998…

Monografias.com

… con la salvedad que no tiene las mismas
consecuencias económicas aumentar en siete puntos la deuda
pública (Alemania) que duplicar el IPC (España). Lo
cual explica, en parte, quienes dentro del euro ganaron
posiciones en Competitividad y quienes perdieron según el
WEF Global Competitiveness Report:

PAÍSES /
AÑO

1995

2002

2007

Estados Unidos

1

1

1

Alemania

6

14

7

Francia

17

30

16

Reino Unido

18

11

12

España

28

22

29

Italia

30

39

49

En el 2006, esas desviaciones se hubieran podido
corregir dado que las diferencias no eran excesivas. Bastaba que
la Comisión Europea hubiera penalizado a esos
países efectivamente, que se hubieran implementado esas
recomendaciones o que se hubiera establecido un fondo para cubrir
los desequilibrios para los países ya miembros y no crear
uno para los países candidatos a entrar. Pero no se hizo
nada.

El 2009 es resultado en gran parte de lo anterior. Si en
el 2006, con crecimiento económico algunas
economías, ya se presentaban desajustes,
¿qué no ocurriría durante un periodo de
crisis?

Y ahora la voluntad de remediarlo llega en el peor
momento.

 Es ahora cuando Eurostat (la Comisión
Europea) no se cree la voluntad de algunos países (Grecia,
aunque sí la de España) de reducir su
déficit y de volver a cumplir los criterios. No en 2006
cuando su deuda era "sólo" el 104% de su PIB y era
corregible. No en 2006 cuando Alemania, Francia, Bélgica o
Austria también lo incumplían. 

Es ahora cuando Eurostat (la Comisión Europea)
inicia el proceso de los Artículos 104.3, 104.4, 104.5,
104.6 y 104.7 del Tratado y recomienda a ese gobierno que termine
con ese desequilibrio en un plazo inferior a 24 meses pero, eso
sí, a diferencia del FMI, deja al país que tome sus
propias medidas. Todo sea por la hermandad europea.

Dentro de 6 meses, cuando el Gobierno no haya sido capaz
de tomar las medidas, la Comisión Europea le
solicitará que tome medidas de tipo estructural y le
enviará una Comisión para analizar in situ
la situación de las finanzas públicas, que a su
vez, propondrá nuevas medidas. Cuando aun así, el
Gobierno no las haya implementado, se le volverá a dar un
nuevo plazo de 16 meses, y al final, se enviará al estado
al FMI. Al final, a estos países, les quedaría
acudir al mismo Tratado de la Unión que en parte les ha
llevado a esta situación. El apartado 2 del
artículo 100 establece que la Comisión Europea
puede conceder asistencia un Estado en dificultades por eventos
excepcionales más allá de su control.

Las responsabilidades de gobiernos y agentes
económicos son indudables y la forma en la que esta
Unión fue planificada no puede ser un eximente que
justifique la penosa situación de sus finanzas, pero esta
forma distaba mucho de ser la ideal para crear una Unión
basada en la cooperación, el crecimiento de las
economías y la mejora de todos los ciudadanos.

Surgen tres preguntas conclusivas:

  • ¿Por qué se dejó absoluta y
    conscientemente la política monetaria en manos
    "profesionales" pero la fiscal en manos de los
    Estados?

  • ¿Por qué se fue tan estricto en el
    cumplimiento de criterios de entrada imposibles para algunas
    economías para pasar después a la total laxitud
    y la falta de controles efectivos sobre los incumplimientos
    una vez dentro?

  • ¿Ineptitud?, ¿a este nivel?
    ¿Falta de conocimientos previos?, ¿con todas
    las recomendaciones publicadas? ¿Deseo de que
    ocurriera así?

España no tendrá el mismo final que Grecia
pero ha sufrido y sufrirá aún más como
resultado, en gran parte, por la forma en la que esta
Unión se planificó. Llegados a este punto,
¿a qué esperar como Grecia 16 meses a que suceda lo
inevitable si la cooperación europea será
inexistente? ¿O no era la cooperación uno de
los objetivos reales de esta Unión?

– Que nadie espere nada de Alemania (El Confidencial –
19/1/10)

(Por J. Jacks) Lectura recomendada

Como continuación al artículo de la semana
pasada y esperando clarificar algunas cuestiones desde un punto
de vista económico (que no legal) sirva este resumen de
preguntas y respuestas a cerca de nuestra Unión Monetaria
Europea (UME).

¿Es responsable la UME de la situación
actual de algunas economías nacionales?

Parcialmente si, aunque las decisiones políticas
de sus propios gobiernos y la crisis financiera han contribuido a
amplificar el problema. De lo que si sería responsable la
UME es de establecer esta Unión cuando puedo establecer
otra, de fijar unas condiciones de entrada que eran en sí
mismas una condena futura para esas economías y de
establecerse como algo que no era ni es, una OCA, un área
monetaria óptima.

La UME no era un área monetaria y óptima
por carecer de las condiciones necesarias y suficientes para
ello: movilidad perfecta de factores de producción, igual
reacción ante crisis, flexibilidad de salarios y precios y
transferencias fiscales.

De haberse corregido estas deficiencias antes de la
creación de la UME, probablemente las economías de
algunos Estados que están ahora en serios problemas no lo
estarían tanto…pero se prefirió no
hacerlo.

¿Existían informes previos
a la creación de la UME que alertaban de estos
riesgos?

Si, múltiples. En el
artículo de la semana pasada mencionábamos tres
(Eichengreen, Carl Wash y Paula Hildebrandt) pero existían
más.

¿Si entonces existían
estos informes porque aun así se adoptó esta
UME?

Estos informes alertaran de las
consecuencias negativas futuras para algunas economías
pero también reconocían el efecto positivo para
otras (Alemania y Francia).

La base ideológica desde el punto
de vista económico de la UME era el trabajo de unos
economistas sobre el modelo de crecimiento de Solow: con una
moneda única, la tasa de crecimiento no depende ni del
ahorro, ni del tipo de interés ni del stock de capital,
sino del incremento de la mano de obra y su eficiencia, lo cual
garantizaba la política de desinflación del futuro
Banco Central Europeo y a las economías de los
países más competitivos.

Por eso la UME necesita crecer, porque
su modelo de crecimiento económico se basa en una
necesidad constante de incorporar nueva mano de obra con menores
costes que mejore la competitividad. Lo que importa es que entren
nuevos países. Lo que le ocurra a los que ya están
dentro no importa. En este sentido, con las reservas necesarias y
a modo de simplificación, la UME seguiría un
"esquema Ponzi".

¿Existe algún fondo ad-hoc de ayuda a los
Estados para las crisis financieras?

No, aunque antes de la entrada en vigor de la UME
existían informes que alertaban de los riesgos futuros de
la falta de cohesión monetaria y que exponían la
necesidad de crear un "Fondo de Cohesión" monetario para
hacer frente a los shocks financieros.

Nadie ni en la UME, ni en el BCE, ni en
la Comisión Europea ni en el Ecofin pensó que, tal
vez, algún día ocurriría una crisis
financiera en Europa.

¿Por qué Alemania se opone
a la propuesta de la Presidencia española de
sanciones?

La propuesta española es muy
positiva…solo que llega con una década de retraso.
De haberse implementado en 1999, muy probablemente, los gobiernos
de ciertas nacionales no hubieran podido dispendiar tanto como lo
han hecho y sus déficits no estarían ahora fuera de
control…pero, evidentemente, la UME no habría
durado tanto.

De implementarse las sanciones ahora,
ello supondría que algunos países de futura
incorporación se lo pensaran antes de entrar, lo cual se
quiere evitar a toda costa.

¿Llegados a este punto,
ayudarían la UME o Alemania o Francia a las
economías con problemas?

No, y cuanto antes se olvide esta
opción, mejor. Si la UME hubiera querido ayudar a las
"menores" economías, habría constituido un fondo de
ayuda en 1999 o habría impuesto sanciones correctivas
cuando los déficits públicos eran aun corregibles o
simplemente se habría constituido de una forma
diferente.

No es solo que la UME no prevé
ayudar a estos países sino que el propio BCE ya ha dicho
que las economías con problemas tienen doce meses para que
sus sistemas financieros vean afectados sus relaciones con el
BCE. Pasado este plazo, las entidades financieras tendrían
dificultades para usar la deuda como colateral en las operaciones
de préstamo del BCE.

Lo que sí ha venido haciendo el
BCE es apoyar a los sistemas financieros de los Estados, e
indirectamente probablemente monetizando deuda, comprando cedulas
hipotecarias e inyectando liquidez a las entidades. Lo que el BCE
tiene prohibido es actuar directamente sobre la deuda
soberana.

¿Es posible para un país miembro abandonar
la UME?

Si. El Tratado de la Unión no establece ninguna
restricción a la salida de un país. En su
día, el Tratado ni tan siquiera estableció el
periodo de duración de la UME a diferencia de, por
ejemplo, el Tratado sobre el Acero y el Carbón que si lo
hizo.

Sin embargo, el reciente Tratado de Lisboa si establece
esa posibilidad en su artículo 50, bien como
decisión unilateral del Estado o como negociación
con la Comisión…pero solo con efecto futuro, no
retroactivamente.

Como resultado de este vacío con respecto a este
tema en el Tratado de la Unión, un Estado podría
acogerse a la Convención de Viena que establece que si
bien esta opción es contraria al espíritu de un
Tratado, un Estado podría solicitar la salida de existir
"un cambio fundamental en las circunstancias" que constituyeron
la aceptación del tratado, aunque esta posibilidad es
cuestionada en el Legal Working Paper.

No obstante, y a pesar de la oposición de la
Comisión Europea, el BCE reconoce que un Estado miembro
podría pedir la salida si otro(s) Estado(s) incumple(n)
(han incumplido) el tratado o "si un Estado sufre extraordinarias
dificultades para cumplirlo".

¿Qué ocurriría entonces con las
deudas y obligaciones pendientes?

La cuestión de una salida no está definida
per se en el Tratado pero sus consecuencias pecuniarias
sí. Las deudas continuaran pendientes y el Estado
seguirá obligado al pago. Sin embargo, para el futuro, el
Tratado de Lisboa, si ofrece una cierta posibilidad de repudiar
las obligaciones asumidas, aunque las consecuencias serian muy
negativas para el Estado en el caso de que decidiera una vuelta
futura a la UME.

En cualquier caso, las deudas tendrían que ser
re-denominadas en la nueva moneda del Estado. La autoridad
monetaria del Estado saliente pondría fin a su
vinculación directa con el BCE, re-establecería su
Banco Central y terminaría su participación en los
órganos de decisión de la política monetaria
europea, Ecofin y BCE.

No está claro si el Estado miembro podría
usar o bien vincular su nueva moneda al euro, pero sería
lógico pensar que la CE no permitiría que ello
ocurriera.

¿Es posible que la UME expulse a un país
miembro de la Unión?

Si, parcialmente. No existe ninguna cláusula
específica que impida la expulsión temporal de un
Estado de la UME (el artículo 7 del Tratado así lo
exponen como "resultado de un serio y persistente incumplimiento
de los principios del artículo 6 del Tratado") pero no la
expulsión definitiva.

Si sería posible, y tampoco existe impedimento
legal en el Tratado al respecto, que un grupo de Estados acordara
un nuevo Tratado con "una estructura institucional independiente
fuera del marco de la vieja UE" que en todo caso "sería
aprobada solamente por los Estados participantes en esta nueva
entidad" (página 37 del Legal Working paper).

¿Afrontaría la economía
española la crisis mejor fuera del Euro?

De seguir las circunstancias actuales, la
economía española tiene dos opciones:

a) Seguir dentro de la UME y del Euro: a falta de
política monetaria el ajuste solo podrá continuar
viendo vía desempleo. Confiar solamente en la
política fiscal para salir de la crisis es utópico.
La mejora en las tasas de ahorro es positiva pero no suficiente.
Quedaría como alternativa una depreciación interna
sui-generis vía precios y salarios que a todas luces
parece imposible que ocurra.

b) Salida de la UME y del Euro: recuperación de
la política monetaria, devaluación,
recuperación de la competitividad perdida,
negociación de la deuda y petición de ayuda al
FMI.

Independientemente de la opción elegida, el
proceso será gravoso y largo. La economía necesita
auto ajustarse y eso es lo que está haciendo y lo que
seguirá haciendo. La única diferencia está
en donde se desea que recaiga el peso del ajuste,
únicamente en el empleo o parcialmente en el empleo y
parcialmente en la parte política.

La elección está clara.

(El Legal Working Paper del BCE
completo, pueden solicitarlo por correo electrónico a:
rlomoro2@yahoo.es)

"Salta la espita en el seno de la UE. La
Comisión Europea (CE) estudia acudir al rescate de Grecia,
evitando así la ignominia que supondría que un
país de la zona euro acuda al Fondo Monetario
Internacional (FMI). El Gobierno griego niega este plan y
responde que no necesitan un "rescate"…
La UE estudia
rescatar a Grecia mediante créditos extraordinarios o
avales (Libertad Digital – 21/1/10)

¿Está Grecia a punto de
caer? El dilema sigue su curso. La CE está estudiando
seriamente la posibilidad de acudir al rescate del Gobierno
griego mediante la concesión de préstamos o ayudas
extraordinarias, según informa el diario European Voice,
especializado en noticias relacionadas con la burocracia de la
UE.

La idea es evitar que Grecia,
país miembro de la zona euro, tenga que acudir al FMI para
subsanar el intenso deterioro que sufren sus finanzas
públicas. Los funcionarios de Bruselas, sin embargo,
están preocupados por el posible impacto que
conllevaría una intervención de estas
características sobre el sistema financiero europeo y la
deuda pública de otros países miembros en
situación delicada como España, Portugal, Irlanda
e, incluso, Italia.

Hace varios meses, la CE puso en marcha un fondo
extraordinario dotado con 50.000 millones de euros para ayudar a
los países miembros del Este de Europa, pero no
pertenecientes a la zona euro, muy afectados por la crisis
financiera internacional debido a sus elevados déficits
por cuenta corriente. El programa, que cuenta con el apoyo del
FMI, ha concedido créditos extraordinarios a países
como Hungría, Letonia o Rumanía.

Sin embargo, la CE quiere evitar acudir a este fondo
para rescatar a Grecia, ya que en él coparticipa el FMI.
Por ello, según el diario, se está estudiando la
posibilidad de crear un nuevo mecanismo financiero para inyectar
la ayuda que precisa el Gobierno de Atenas. Asimismo,
también se discute la posibilidad de que la CE emita
avales a corto plazo para apoyar la deuda griega en caso de que
sus bonos se sigan deteriorando al ritmo actual.

En este sentido, fuentes de Bruselas
señalan que desde hace semanas se debate en el seno de la
Unión cómo solventar el problema griego. La
principal preocupación entre los gobiernos europeos es que
los graves problemas fiscales en Grecia acaben por socavar la
credibilidad de la zona euro y la crisis de la deuda
pública se contagie a otras economías
débiles de la UE.

Los CDS se disparan

El coste de asegurar la deuda griega alcanzó el
20 de enero un diferencial récord de 347,1 puntos
básicos, lo que supone un coste de 347 dólares al
año para asegurar 10.000 de deuda a cinco años,
según los precios de la prima por cobertura de
crédito (CDS) de CMA Datavision.

Por su parte, el coste de protección del
crédito también se disparó en el caso de
España, donde el diferencial subía hasta los 130,5
puntos básicos desde los 122 puntos básicos.
Según CMA Datavision, asegurar 10.000 dólares a
cinco años tendría un coste de 130,5 dólares
por año.

Asimismo, también aumentaba el diferencial de
rendimiento de los bonos gubernamentales y los bonos griegos a
diez años alcanzaron un nuevo máximo, con 309
puntos básicos sobre los alemanes con el mismo
vencimiento. Los diferenciales de rendimiento de los equivalentes
españoles alcanzaron su máximo desde
julio.

El rendimiento de la deuda griega creció 24
centésimas en esta sesión, hasta el 6,16%,
después de que se conociera que las autoridades
comunitarias expedientarán a Grecia por comunicar datos
falsos sobre su déficit presupuestario, que se
situó en el 12,7% del PIB el año pasado, informa
Efe.

Ante las noticias de un posible rescate,
el presidente griego, George Papaconstantinou, ha salido de
inmediato para señalar que su país no precisa ser
rescatado por la UE. "No estamos esperando a que alguien acuda a
nuestro rescate", señaló el 21 de enero en una
conferencia en Atenas. De hecho, negó que la Unión
Europea estuviera preparando un préstamo para ayudar a
Grecia, y dijo que su Gobierno será capaz de satisfacer
sus necesidades de financiación para 2010 en el calendario
previsto.

El 30% de la deuda griega en manos
foráneas

Uno de los factores que puede jugar a favor del rescate
del país heleno es el elevado volumen de deuda
pública (casi el 30% del PIB) que está en manos de
inversores extranjeros (sobre todo, bancos europeos), tal y como
muestra el siguiente gráfico de Deutsche Bank. Algunos
analistas vienen advirtiendo la posibilidad de que, incluso, sea
Alemania la encargada de orquestar el rescate, dada la elevada
exposición de su banca a los bonos griegos.

La incertidumbre que rodea la sostenibilidad de las
finanzas griegas y la credibilidad de sus planes de
contención del gasto público ha provocado que en
los últimos días los inversores buscaran refugio en
la deuda alemana, cuya rentabilidad bajaba cinco
centésimas, hasta el 3,22%, mientras que el rendimiento
del bono estadounidense descendía también cinco
centésimas, hasta el 3,64%.

Monografias.com

Los inversores se han lanzado a la compra de bonos
alemanes en una muestra de confianza en la locomotora
económica de la región. Al contrario, deshacen
posiciones en bonos españoles -en máximos de
rentabilidad en seis meses-, irlandeses, italianos, portugueses y
griegos, informa Invertia.

Así, el bono español con ese periodo de
vencimiento renta al 21 de enero un 4,042% tras superar el
día anterior la cota del 4%, según datos recogidos
en Bloomberg, Se trata del nivel más alto desde el 27 de
julio de 2009 (4,058%). El 1 de diciembre, el rendimiento era del
3,73%, lo que refleja un deterioro de las perspectivas del
mercado respecto a la salud de la economía
española, además de prever un entorno de tipos
más altos. Los bonos portugueses (4,25%), italianos
(4,07%) e irlandeses (4,85%) siguen la misma tendencia que el
español.

– Los sueños de grandeza de Europa menguan (The
Wall Street Journal – 30/1/10)

La aparición de un mundo G-2,
dominado por EEUU y China, amenaza su relevancia

(Por Marcus Walker) Lectura recomendada

Este año, se suponía que
la Unión Europea formada por 27 países,
alcanzaría la mayoría de edad como protagonista en
el escenario mundial, impulsada por el Tratado de Lisboa, que ha
simplificado la engorrosa estructura institucional de la UE. En
cambio, Europa está empezando a verse como el perdedor en
un nuevo orden geopolítico dominado por Estados Unidos y
las potencias emergentes, lideradas por China.

Mientras la elite política y
económica del mundo se reúne en Davos, Suiza, para
el Foro Económico Mundial, gran parte de la
conversación se centrará en el surgimiento de un
mundo "G-2" en el que EEUU y China son los
protagonistas.

Un número creciente de
políticos europeos y analistas cree que la influencia
internacional de la UE puede haber alcanzado su punto
máximo debido a una combinación de divisiones
políticas y perspectivas negativas a largo plazo para su
economía.

"Los esfuerzos de la UE por ser un actor internacional
coherente parecen cada vez menos eficaces", dice Charles Grant,
director del Centro para la Reforma Europea, un centro de
estudios pro-UE en Londres.

La esperanza de Europa de jugar un papel de liderazgo en
un mundo multipolar se desvaneció el mes pasado en
Copenhague, en la cumbre sobre el cambio climático
auspiciada por las Naciones Unidas. Los países de la UE se
consideran líderes en el tema.

Pero ninguna autoridad europea fue invitada cuando el
presidente estadounidense Barack Obama y el primer ministro chino
Wen Jiabao sostuvieron una importante reunión el 18 de
diciembre en la que negociaron el modesto acuerdo de Copenhague.
Wen Jiabao invitó a los líderes de India, Brasil y
Sudáfrica.

Esa reunión y la ausencia de Europa marcaron "la
auténtica imagen de 2009", señaló un
diplomático europeo. "Fue una señal de que estamos
cada vez más marginados".

Últimamente, los países de la UE no han
ayudado a su propia causa. El Tratado de Lisboa, que entró
en vigor en diciembre después de ocho años de
batalla, fue creado con el objetivo de convertir a la UE en un
actor más coherente, en parte a través de la
creación del puesto de presidente para liderar a la UE en
las cumbres y un alto representante que presentara una
política exterior unificada.

A fines del año pasado, sin embargo, los
dirigentes de cada país indicaron que no querían
que figuras más poderosas les hicieran sombra. Nombraron a
Herman Van Rompuy, el primer ministro de bajo perfil de
Bélgica, para que encabezara las cumbres y a una
desconocida funcionaria del Reino Unido, Catherine Ashton, para
que liderara la política externa común.

Capitalismo de bienestar

Con todo, Europa sigue siendo un jugador
global importante. Su economía de US$ 16 billones
(millones de millones) representa 28% de la producción
económica mundial, más que EEUU. En su total, el
mercado de consumo de la UE es el principal destino de los
productos chinos. Alemania, su motor industrial, sigue siendo la
cuarta economía del mundo y exporta casi tantas
mercancías como China. Gran Bretaña y Francia
todavía pueden desplegar un poder militar significativo en
el extranjero y tienen asientos permanentes en el Consejo de
Seguridad de la ONU. Los europeos también están
bien representados en las instituciones globales y los
comités, como el Fondo Monetario Internacional y el Foro
de Estabilidad Financiera, donde tienen influencia a la hora de
negociar nuevas normas bancarias.

Además, Europa representa un
modelo de "capitalismo de bienestar" para la gente en todo el
mundo a la que no le gusta la versión más
individualista del capitalismo estadounidense.

La UE sufrió en 2009 una contracción
económica más profunda que la de EEUU, aunque
éste último fuera el epicentro de la crisis global.
El bloque enfrenta una recuperación más lenta, en
parte por la gigantesca deuda pública en muchos
países.

Los economistas de Goldman Sachs -que
acuñaron el término "BRIC" para Brasil, Rusia,
India y China- prevén que las principales economías
emergentes superarán de manera estable a los principales
países de Europa Occidental en las próximas
décadas, y que EEUU, China e India superarán de
lejos a los demás para mediados de siglo.

Una mayor unidad podría ayudar a la UE a lidiar
mejor con China, Rusia y otras potencias, pero su rápida
expansión en los últimos años ha hecho que
la unidad se haya vuelto un objetivo mucho más
escurridizo.

"Los funcionarios europeos no tardan en ridiculizar
cualquier especulación sobre un rescate de Grecia e
insisten en que lo que Atenas necesita es poner en orden sus
finanzas.

Pero si se intensifican los temores que han
infectado a algunos de los miembros más débiles de
la zona euro y Grecia tiene dificultades para refinanciar su
elevada deuda, las autoridades europeas dispondrán de
varias opciones para ayudar al país a salir del
atolladero"…
En caso de ser necesario,
¿quién saldría al rescate de Grecia? (The
Wall Street Journal – 9/2/10)

Estas alternativas, sin embargo, apenas
se discuten en público, puesto que un rescate financiero
sería un reconocimiento de que las normas presupuestarias
de la Unión Europea para mantener la estabilidad del euro
son inadecuadas.

Los costos de financiamiento de Grecia se han disparado
en los últimos meses ante el temor de que el país
no pueda controlar su creciente déficit fiscal, que el
año pasado representó alrededor del 13% del
Producto Interno Bruto, muy por encima del límite del 3%
de la zona euro. Grecia se apresta a ingresar en un
período crítico en los próximos meses,
cuando necesitará pedir prestado casi 23.000 millones de
euros (US$ 31.500 millones).

Las dificultades de Grecia subrayan una
debilidad en el gobierno de la moneda común. Aunque la
Comisión Europea puede exigir que los países
reduzcan sus déficits, el control de los presupuestos
sigue en manos de cada país.

La ayuda a Grecia no sería un
proceso sencillo, ya que el Banco Central Europeo y los bancos
centrales nacionales no pueden rescatar países,
según el tratado que gobierna la UE.

No obstante, varios diplomáticos y expertos de la
zona euro afirman que los gobiernos a título individual no
tienen tales restricciones. No se puede obligar a los
países de la región a aceptar responsabilidad por
el endeudamiento de otro país miembro, pero no hay nada
que les impida asistirlos voluntariamente.

Monografias.com

Los diplomáticos de la UE en Bruselas afirman que
el plan de contingencia más plausible para Grecia es un
paquete de ayuda encabezado por Alemania y Francia, las
economías más grandes y estables de la zona euro.
Un portavoz del gobierno alemán afirma que Berlín
"tiene muy claro" que Grecia debe resolver sus problemas.
Funcionarios franceses, por su parte, han dicho en repetidas
ocasiones que no contemplan la opción de un
rescate.

Los estatutos de la UE dicen explícitamente que
el bloque puede aportar ayuda financiera en caso de que se trate
de "circunstancias excepcionales". Esta cláusula del
tratado por lo general se refiere a catástrofes naturales,
pero en teoría podría ampliarse a una crisis
financiera de magnitud.

"En principio, los otros estados miembros de la
Unión Europea pueden enfrentar esta situación",
dice Paul De Grauwe, profesor de economía de la
Universidad Católica de Lovaina. "No hay nada en el
tratado que diga que no pueden hacerlo". Añade, de todos
modos, que "no hay un marco institucional" para rescatar
países miembros y la UE tendría que encontrar
soluciones ad hoc. Una opción, afirma, podría ser
deuda garantizada por las mayores economías de la UE, algo
similar a los bonos Brady creados durante la crisis de la deuda
externa de América Latina en los años
80.

Funcionarios de países de la UE y de la
Comisión Europea afirman que quieren evitar que Grecia
recurra al Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI ha
rescatado a tres países de la UE -Hungría, Letonia
y Rumania- en la actual crisis, pero a ninguno de la zona euro.
El bloque teme que el FMI ofrezca a Grecia condiciones más
benévolas que las que demandan la comisión y otros
miembros de la UE, lo que concedería a Grecia más
tiempo para reducir sus déficits, según un
diplomático de la UE. Esta inquietud resurgió en
marzo del año pasado cuando la UE y el FMI concedieron
conjuntamente a Rumania un crédito de emergencia. La
comisión advirtió al FMI que su plan original de
préstamos permitiría a Rumania ignorar las
normativas presupuestarias de la UE.

Si Alemania y Francia movilizan apoyo,
también podrían solicitar la ayuda de Italia y
Holanda, las otras economías de la zona euro que
podrían tener la capacidad de asistir a otros miembros en
apuros. Este rescate podría ser de muchas maneras,
incluyendo una subvención directa en efectivo, una
línea de crédito vinculada a otros programas de
endeudamiento o una garantía contra una cesación de
pagos de la deuda griega.

Un paquete de ayuda directa podría ascender a los
25.000 millones de euros (US$34.200 millones), según un
diplomático de la UE.

– Los rezagados de Europa necesitan a los consumidores
alemanes (Expansión – 10/2/10)

(Por Martin Wolf) Lectura recomendada

La crisis financiera de 2009 está
derivando en las preocupaciones fiscales de 2010, algo que sucede
especialmente en el caso de la eurozona. Los márgenes
entre los tipos de interés de los bonos griegos y de los
bonos alemanes, alcanzó 3,86 puntos porcentuales a finales
de enero.

Existe el riesgo de que emerja una
crisis de confianza que tendría nefastas consecuencias
para otros miembros vulnerables. Gran parte de la atención
se ha centrado en lo que sucedería de no resolverse la
situación: se ha hablado de rescates, impagos o incluso
salidas del euro. Pero, ¿qué habría que
hacer para resolver la crisis, sin llegar a esos extremos? Es la
demanda, estúpido.

La opinión generalizada en la eurozona es que
esta crisis es el resultado de una mala política en los
países periféricos. En concreto, la política
fiscal ha sido demasiado flexible y las economías muy
rígidas. Esos pecados se pagan con la austeridad.
Después, tras una larga penitencia, las ovejas
descarriadas vuelven al redil de la estabilidad.

Como señalé hace tres semanas, Grecia
desempeña el papel de ese pecador que busca la
perfección: su Gobierno admite que el país ha
falseado los datos. Sin embargo, Irlanda y España
también han sufrido dramáticos deterioros fiscales.
Las previsiones sobre el déficit financiero de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico apuntan a un deterioro de más del 12% y
el 10% del producto interior bruto (PIB), respectivamente, entre
2007 y 2010. Estos países no eran pecadores fiscales a
largo plazo.

La idea general también afirma que una vez que se
han hecho los ajustes fiscales y se ha introducido flexibilidad,
las economías afectadas pueden volver a crecer, tal y como
sucedió en el caso de Alemania a principios de la pasada
década. Además, añade esta creencia
aceptada, la existencia de grandes desequilibrios por cuenta
corriente dentro de la eurozona no guarda relación ni con
el problema ni con la solución. No hay más motivos
para preocuparse por los "desequilibrios" internos de la eurozona
que por los de EEUU.

Esta idea no tiene ningún
sentido. Hasta que los políticos lo reconozcan,
están condenando a la eurozona a padecer graves tensiones.
No hay forma de decir esto con delicadeza. Mientras el Banco
Central Europeo tolere una demanda débil en el conjunto de
la eurozona y los principales países, sobre todo Alemania,
sigan gestionando inmensos superávit comerciales, a los
miembros más débiles les resultará casi
imposible escapar de sus trampas de insolvencia. Su problema no
puede resolverse sólo con austeridad fiscal. Necesitan una
importante mejora de la demanda externa de sus
productos.

La característica común de
los países en una situación difícil es que
disfrutaron de periodos de auge alimentados por el
crédito. Tal y como expliqué en otra columna, sus
sectores privados se lanzaron a gastar más de lo que
ingresaban, lo que elevó los ingresos fiscales, redujo el
gasto público y generó inmensos déficits
comerciales, pero de fácil financiación. Esto
también benefició a las exportaciones y a la
actividad económica de los socios comerciales.

Entonces estalló la crisis. El
número de prestatarios privados solventes en las
economías en las que se habían formado burbujas se
redujo drásticamente. El gasto privado se colapsó
y, como resultado directo, también las posiciones
fiscales. El endeudamiento fiscal reemplazó a los
créditos privados como contrapartida de grandes
déficit externos.

¿Qué sucedería si
los gobiernos también recortaran su gasto? Ante la
imposibilidad de una economía de modificar las
políticas monetarias o de tipo de cambio, es probable que
una reducción del gasto provoque como mínimo un
recorte a corto plazo equivalente en la producción (un
"multiplicador" de uno). Un intento de rebajar el déficit
fiscal un 10% del PIB, mediante recortes en el gasto,
requeriría una reducción real del 15% del PIB,
dando por hecho una caída de los ingresos fiscales. El PIB
también se contraería un 15%. Tal y como
señaló recientemente Desmond Lachman, del American
Enterprise Institute, el descenso podría ser aún
mayor.

Parece una situación grave -y lo
es-. Así que, ¿qué se puede decir de las
comparaciones con la "desinflación competitiva" de
Alemania de principios de la pasada década? Que son
irrelevantes. Primero, el déficit fiscal alemán
tocó techo en sólo el 4% del PIB en 2003. Segundo,
Alemania pudo compensar la extrema debilidad de la demanda
doméstica con una sólida demanda exterior, tanto
dentro como fuera de la eurozona. De hecho, hasta un 70% del
incremento del PIB alemán entre 1999 y 2007 derivaba del
aumento de sus exportaciones netas.

Alemania tiene que devolver el favor.
Más concretamente, la única forma de que los
países de la eurozona reduzcan sus inmensos déficit
fiscales, sin que sus economías se colapsen, es creando
otra burbuja crediticia del sector privado o logrando una fuerte
expansión de las exportaciones netas. La primera
opción es poco deseable. La última requiere una
mejora de la competitividad y una boyante demanda externa que no
existen en la actualidad. Es difícil recuperar la
competitividad cuando el euro muestra tanta solidez, debido en
parte a la competitividad de Alemania, y la inflación de
la eurozona es tan baja.

Los mercados llevan razón al
cuestionar la voluntad de los gobiernos y la sociedad para tomar
la senda de la deflación. El hecho de que no me quepa duda
de que el euro no es una opción sensata para Reino Unido
se debe a que estoy seguro de que este país nunca
iniciaría esa senda. Este es también el motivo de
que los desequilibrios por cuenta corriente preocupen en la
eurozona. No es sólo que el déficit por cuenta
corriente represente un lastre para una demanda ya débil.
Es que se trata de países, no de regiones dentro de una
sola nación. Sus electorados darán importancia a la
insolvencia de sus gobiernos o a la posibilidad de que sus
países se vean sumidos en décadas de crisis. El
Gobierno federal de EEUU desempeñará sus funciones
pase lo que pase con California. Europa no dispone de un Gobierno
así.

Así que, ¿qué se
puede hacer? Si el objetivo es evitar el desastre, la respuesta
es un apoyo fiscal temporal a los países en dificultades,
una sólida demanda en el conjunto de la eurozona y un
reequilibrio sustancial de esa demanda, con el liderazgo de
Alemania. La ayuda fiscal estaría destinada a evitar que
un colapso de la confianza a corto plazo derive en un impago. A
cambio, los países débiles tendrían que
comprometerse a reducir los salarios nominales y a implementar un
programa de reducción de gastos. No veo motivo alguno para
involucrar al Fondo Monetario Internacional, aparte del aporte de
asistencia técnica. De hacerse, quedaría patente
que esto no es una verdadera unión.

Otra posibilidad sería la de dejar a los
países vulnerables a su suerte. Pero una unión
monetaria en la que su principal país no sólo
exporta deflación, sino que también permanece al
margen mientras otros miembros se derrumban, está en
serios problemas. Alemania puede decidir si desea, o no, que
prospere esta unión.

(The Financial Times Limited 2009. All Rights
Reserved)

"La quiebra del gigante estadounidense de la banca
de inversión Lehman Brothers en septiembre de 2008
cortó la respiración del sistema financiero
mundial, igual que el desplome de las Torres Gemelas tras los
sangrientos atentados del 11-S en Nueva York marcó un
antes y un después en el orden mundial.

En las semanas siguientes al caso Lehman, las
entidades bancarias a ambos lados del Atlántico comenzaron
a caer como moscas, y sólo la intervención de los
Estados evitó lo que iba camino de convertirse en una
masacre financiera.

Las más o menos discretas maniobras en las
últimas semanas de los Gobiernos de la UE para apuntalar
las finanzas públicas de Grecia y evitar su bancarrota
persiguen precisamente evitar que el efecto dominó que
vivió la banca a finales de 2008 se repita, pero con los
Estados como víctimas. El objetivo de los líderes
europeos es dejar claro a los especuladores que las capitales del
Viejo Continente serán solidarias entre ellas. Y que
apostar por quebrar eslabones débiles como Grecia,
Portugal o España no tendrá premio porque no se
romperá la cadena"…
El euro pone a prueba la
solidaridad de la UE (El Economista – 11/2/10)

El apoyo a Atenas, encabezado por Francia y Alemania, no
es únicamente por solidaridad y puro altruismo. A los
alemanes les causa pavor la idea de que la crisis debilite su
divisa. Y les vienen a la memoria, como si de pesadillas
colectivas se tratara, las depreciaciones y la inflación
galopante sufridas en el pasado.

En Francia, aunque la necesidad de sentirse arropada por
una moneda indiscutiblemente fuerte no es tan marcada como en la
otra orilla del Rihn, y aunque una ligera depreciación del
euro es bienvenida por su industria exportadora tras los
dolorosos máximos encadenados frente al dólar en
los últimos años, el Gobierno tampoco está
dispuesto a dejar que se resquebraje bajos sus pies la zona euro,
ni a que los problemas del vecino sean fuentes de
inestabilidad.

Berlín pone firme al mercado

Grecia no es el primer país de la
UE que ha pasado por el trance actual. Irlanda fue el primer
socio del club comunitario cuya solvencia se vio seriamente
comprometida por la crisis. Según los cálculos de
la Comisión Europea, el PIB irlandés se contrajo un
3% ya en 2008, y el desplome fue del 7,5% en 2009. Dublín
era por tanto la primera presa fácil para los depredadores
de los mercados.

Cuando hace un año el nerviosismo
empezó a cundir porque ya habían identificado a
Irlanda como el bocado más asequible, Alemania dio un
golpe de autoridad. El socialdemócrata Peer
Steinbrück, en aquel entonces ministro de Finanzas
alemán, aseguró en público que Berlín
no permitiría el desplome de un miembro de Eurolandia: el
grupo de 16 países que comparten el euro como moneda
única.

La especulación se zanjó.
Y el Gobierno irlandés se embarcó en un programa
agresivo de subida de impuestos y recorte del gasto
público para sanear sus arcas y dejar de estar a tiro de
los carroñeros.

¿Por qué desde finales del
año pasado nadie ha puesto la mano en el fuego por Grecia
con la claridad con la que en su día la puso el ex
ministro germano? José Luis Rodríguez Zapatero
(presidente del gobierno español) aseguró en enero
en Davos que la solidaridad europea estaba garantizada, y que la
zona euro no se rompería. Pero estaba sentando en el Foro
Económico Mundial en el banquillo de los acusados junto a
Grecia; de modo que no era la voz que podía acobardar a
los especuladores.

Desconfianza en Atenas

Los mensajes que en las primeras semanas de febrero
destilaban la Comisión Europea y el Gobierno alemán
dejaban entrever una posible ayuda europea, al admitir que el
problema griego era una preocupación común. Pero el
mensaje principal era una contundente invitación a que el
Gobierno de Atenas fuera responsable y dejara de dar a sus socios
quebraderos de cabeza.

El Gobierno griego saliente acababa de repetir el pecado
original con el que el país entró en el euro:
falseó sus cuentas públicas para enmascarar ante
sus socios la gravedad de su déficit. Y del hartazgo de
saber que el instituto oficial de estadísticas griego era
poco creíble, en las capitales europeas se pasó a
la cólera porque en plena tormenta económica y
financiera volver a incurrir como hace una década en falta
de credibilidad de las cuentas públicas era demasiado
espolear el nerviosismo del mercado.

Atenas prometió ejecutar un doloroso programa de
saneamiento de sus Presupuestos. Y el socialista español
Joaquín Almunia, hasta la segunda semana de febrero
comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios,
asumió el papel de profesor riguroso que pide más
esfuerzos a los alumnos perezosos.

Aunque Grecia obtuvo a finales de enero una demanda
cinco veces superior a la oferta en una emisión de deuda
pública, los mercados no terminaron de tranquilizarse y el
coste de financiación de la misma siguió
encareciéndose. Las noticias de que el Gobierno griego
buscaba financiación en Francia y Alemania fueron
desmentidas. Pero la credibilidad de los desmentidos fue menor
que la de los rumores.

En las capitales europeas se abría camino la
necesidad de tener lista una operación de salvamento por
si acaso. Oficialmente, los responsables comunitarios recordaban
que el Tratado de la UE prohíbe financiar a un Estado de
la zona euro para evitar su bancarrota. Igual que antes de la
caída de Lehman Brothers puntualizaban que sería un
problema moral acudir con el dinero del contribuyente al rescate
de un banco que por su mala gestión estuviera al borde de
la quiebra. Pero en otoño de 2008 les faltó tiempo
para inyectar fondos públicos en entidades bancarias como
el belga-holandés Fortis.

La solidaridad tiene precio

Oficiosamente comenzó a correr como la
pólvora por los pasillos de Bruselas que aunque estuviera
formalmente prohibido que la UE como tal rescatara a un
país de la zona euro, existían vías para
hacerlo. Pero que nadie se compadecería de Atenas si su
Gobierno no demostraba antes que era por fin un socio
creíble, y que era inquebrantable su voluntad de erradicar
los agujeros negros de su Presupuesto.

El objetivo era volver a colocar su déficit
público por debajo del 3% de su PIB en 2013,
déficit que según las previsiones de la
Comisión Europea iba camino del 12,8% en 2011 si no se
tomaban medidas. Grecia tuvo que presentar a finales de enero un
plan que el Ejecutivo comunitario avaló, y puso bajo
vigilancia casi diaria por si no daba resultado.

Para que Atenas pusiera toda la carne en el asador, por
las esferas comunitarias circulaba otro aviso a navegantes: si
los Estados de la UE finalmente se veían obligados a
ayudar a Grecia a financiar su deuda y su déficit,
sería con condiciones tan duras como las que
impondría el Fondo Monetario Internacional. Estas
señales seguían siendo oficiosas para evitar que
nadie en Grecia diera por garantizada la ayuda y las reformas
emprendidas fueran olvidadas.

La cumbre crea expectativas

En esa combinación de firmeza y posible
generosidad solidaria estábamos cuando los gurús,
los mercados, foros como el de Davos, y comisarios europeos como
Joaquín Almunia comenzaron a meter a países como
España y Portugal en el mismo saco que a Grecia por
compartir problemas como una pérdida constante de
competitividad. El miedo a un contagio se disparó, a la
par que el nerviosismo en los mercados aumentó y se
encareció la financiación para estos tres
países, pero también para otros como Francia o
Bélgica.

Y llegó la segunda semana de febrero, en la que
estaba prevista con mucha anterioridad celebrar en Bruselas una
cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países
de la UE. El objetivo único era abrir un debate sobre la
estrategia de reformas económicas vía las que
Europa intentaría retomar el crecimiento y la
generación de empleo con el horizonte puesto en el
año 2020.

A la cumbre se auto invitaron la lucha contra el cambio
climático y la ayuda a Haití. A la par que
crecieron las expectativas de que una reunión a tan alto
nivel no podía pasar de puntillas sobre un tema tan
candente como una posible cadena de quiebras de Estados y la
ruptura del euro. Y se filtraron informaciones sobre
negociaciones en la sombra para apoyar a Grecia. Si de la cumbre
no sale un plan claro, al menos se espera una declaración
firme de que Grecia no renunciará a sus reformas, y sus
socios no la dejarán sola.

"La crisis griega brinda la oportunidad a
París y Berlín de controlar a sus vecinos y marcar
las directrices de la política de la zona euro"…

Merkel y Sarkozy sacan tajada (El Mundo –
14/2/10)

El miércoles 10 de febrero por la noche, el
Elíseo filtró que unas horas después Nicolas
Sarkozy daría una rueda de prensa conjunta con Angela
Merkel al margen de la cumbre de los Veintisiete en Bruselas. La
intención era que los grandes financiadores de Europa
tranquilizaran a los mercados con una declaración de
solidaridad con Grecia.

A la mañana siguiente (11/2), después de
retrasar un par de horas la cumbre, Herman Van Rompuy -el
presidente del Consejo Europeo, que se intenta hacer un hueco
entre los egos de la UE- los convocó a los dos en su
despacho junto al primer ministro griego. Incluso los
convenció para que, tras ese encuentro, desfilaran en
silencio ante las ansiosas cámaras y le dejaran a
él pronunciar la breve declaración de apoyo a
Atenas.

Mientras el ex primer ministro belga leía unas
cuantas veces y en varios idiomas su hoja, José Manuel
Durão Barroso, presidente de la Comisión y algo
desplazado en este debate, lo observaba con ganas de meter
baza.

Van Rompuy organizó bien la foto
europea, pero lo cierto, como reconocen diplomáticos y
funcionarios, es que Francia y Alemania mandan ahora más
que nunca, mientras la recesión ha paralizado la zona euro
y sus alrededores.

Pese a que también están en números
rojos (París prevé este año un
déficit de más del 8% del PIB y Berlín, del
5,5%) y a que su producción es sólo algo mejor que
el resto (en el último trimestre de 2009, Francia
creció un 0,6%, mientras Alemania se quedó
estancada), sólo las dos grandes economías de la
zona euro tienen dinero y autoridad. "Es normal, son los
países que pagan", comenta un experto
comunitario.

El presidente José Luis Rodríguez
Zapatero, fuera de las charlas clave sobre el rescate,
sorprendió a sus colegas al decir, en privado y en
público, que España, con un déficit ya del
11,4%, está dispuesta a arrimar el hombro y financiar la
deuda pública griega si fuera necesario. Pero los
ministros de Economía de la zona euro, que se
reunirán mañana en Bruselas, tienen muy claro
quién pondrá, al final, su peso detrás de
los bonos de Grecia o de cualquier otro país en
apuros.

A cambio, Francia y Alemania
lograrán colar sus dictados, una vieja aspiración
que ahora se puede materializar. Sarkozy aboga por un Gobierno
económico de la UE desde que llegó al poder, aunque
su idea era un mayor control del Banco Central Europeo y sus
políticas. Y Merkel siempre ha defendido más
disciplina y vigilancia de las cuentas de sus algo revueltos
vecinos del euro.

Aunque sea en condiciones poco
deseables, los dos están logrando sus sueños.
Grecia se someterá a un control técnico y
político como nunca lo ha hecho un país en los 11
años de historia de la moneda única, con revisiones
casi mensuales de los funcionarios de la Comisión, otros
Estados miembros y hasta el Fondo Monetario Internacional, y bajo
las directrices de los jefes de Estado y de Gobierno de los
Veintisiete, que incluso podrían reunirse cada mes, como
tanto le gusta a Sarkozy. El esfuerzo que se le pide a Grecia -y
a cualquier otro país que espere recibir el apoyo de los
grandes- es inédito: en plena recesión, bajar este
año cuatro puntos el déficit desde el 12,7%, con el
objetivo de estar otra vez por debajo del 3%, el límite
recomendado por el Pacto de Estabilidad, en 2012.

"Son condiciones iguales o incluso
más duras que las que impondría el FMI", explica un
experto de la Comisión involucrado en las negociaciones,
marcadas por el constante deseo germano de austeridad.

Si bien el control es de la Comisión, Alemania y
Francia han dibujado una estrategia muy clara, en lo que es un
desafío a los mercados, mientras intentan desembolsar el
menor dinero posible. No pretenden dar detalles de cómo
ayudarán a los griegos para no "crear agitación y
expectativas" en los mercados, según explica un
diplomático francés. "Hay que evitar que los
inversores empiecen a presionar para conseguir una
garantía alemana. Está claro que la
preferirían a la griega", comenta.

– Las limitaciones políticas de la eurozona
(Expansión – 15/2/10)

(Por Wolfgang Münchau) Lectura
recomendada

Los primeros pasos siempre son los
más difíciles. Es posible que la declaración
de la semana pasada del Consejo Europeo a favor de un rescate
griego no haya ido todo lo lejos que deseaban algunos. Ni
siquiera llegó a lo acordado en el borrador de la
declaración la noche anterior. Pero fue, en cualquier
caso, un hecho histórico.

La UE ha reconocido, por primera vez,
que la eurozona tiene una dimensión política, y que
está dispuesta a defenderse contra los ataques
especulativos. Al mismo tiempo, la UE impondrá fuertes
condiciones a cualquier ayuda. La reacción airada del
primer ministro griego es el mejor indicativo de que no
deberíamos preocuparnos demasiado por el riesgo moral. Una
importante cuestión técnica es si los estados
miembros de la eurozona comprarán bonos griegos
directamente, o sólo los garantizarán, pero la
parte más difícil era el acuerdo político de
la semana pasada.

Espero que la garantía ponga fin
a esta fase aguda de la crisis griega, siempre y cuando el
Gobierno heleno no renuncie a sus promesas. También
podría reducir la presión sobre las primas de los
seguros contra el impago de otros países de la eurozona.
Los detalles técnicos del paquete definitivo
incluirán severas condiciones para evitar el riesgo moral.
Será generoso y duro al mismo tiempo. Pero, pese a la
importancia de la decisión, no resolverá los
problemas de la eurozona por sí sola.

Consideremos, por un momento, la posición alemana
en todo esto. La reacción de los medios de
comunicación alemanes a este rescate bordeó la
histeria. Hay importantes discrepancias incluso dentro del propio
partido de la canciller Angela Merkel. Merkel también se
ve limitada por la sentencia del tribunal constitucional de
Alemania sobre el tratado de Maastricht de 1993 -que, a mi
parecer, fue importante a la hora de determinar su
posición el pasado jueves-. El tribunal estipuló
que la estabilidad es un requisito inalienable para la
participación alemana en una unión
monetaria.

Si se violara este principio, la base legal para la
participación de Alemania dejaría de ser
válida. El artículo 125 del Tratado de Lisboa -"la
tristemente célebre "cláusula de no rescate"- es,
en términos legales, un aspecto importante de la
estabilidad global del sistema. Y no hay duda de que algunas
personas expondrán que un recate de Grecia violaría
el artículo 125.

El fallo del tribunal constitucional alemán el
año pasado sobre el Tratado de Lisboa añadió
más trabas al gobierno económico efectivo de la
eurozona. El tribunal dictaminó inequívocamente que
la política macroeconómica debe seguir siendo
competencia de los estados miembros. Desde luego, los jueces
nunca son intérpretes objetivos de la ley, y siempre se
ven influenciados por la tendencia política del momento.
Tampoco están de acuerdo con el tribunal constitucional
todos los abogados alemanes. Pero la sentencia, de momento, sigue
vigente. No deberíamos hacernos ilusiones sobre el margen
político y legal de maniobra de Alemania. Berlín
está dispuesto a mostrar su solidaridad con los miembros
más débiles de la eurozona si son objeto de ataques
especulativos. Esto supuso un gran paso para ellos. No esperen
mucho más.

La discusión surrealista sobre el
futuro de la eurozona tiende a ignorar las limitaciones
políticas y legales. Consideremos el argumento que expone
que los bancos centrales, y no sólo el Banco Central
Europeo, deberían contemplar el aumento de los objetivos
de inflación, situados en torno al 2%. No hay riesgo de
que el BCE apruebe esta propuesta. Si lo hiciera, el tribunal
constitucional de Alemania invocaría su resolución
de 1993. Y, lo que es más importante, creo que la
opinión pública alemana, después de haber
tragado con el rescate griego, sacaría a Alemania de la
eurozona.

Así que el debate sobre el futuro
de la eurozona debería tener en cuenta las restricciones
políticas y legales. La unión fiscal no va a
producirse. La UE tampoco va a embarcarse en otra
modificación del tratado.

¿Qué puede hacerse bajo el
marco actual? La principal prioridad es abordar los
desequilibrios internos. España y Grecia han sufrido una
significativa pérdida de competitividad frente a Alemania,
que tiene que invertirse parcialmente esta década. Incluso
ahora, la diferencia entre los costes salariales reales sigue
aumentando. Por ello, es necesario un mecanismo de
coordinación política que implique a los
líderes políticos, no sólo a los ministros
de Finanzas.

España, Portugal, Grecia e Italia
deberían reformar sus mercados laborales, y habría
que animar a Alemania -dentro de los límites fijados por
la constitución– a aumentar la demanda doméstica.
La enmienda constitucional del año pasado para obligar a
mantener un presupuesto equilibrado no fue útil a este
respecto. Durante los dos próximos años, la mayor
esperanza probablemente resida en la prometida reforma del
impuesto sobre la renta.

La segunda prioridad es la
consolidación fiscal. Resulta descabellado pensar que el
crecimiento económico baste por sí solo para
ocuparse de la deuda. Es probable que el ritmo de crecimiento en
esta década sea incluso inferior que en la anterior. En
casi todos los países de la eurozona, el mejor medio para
conseguir la consolidación son los recortes de gastos, no
las subidas de impuestos.

La reducción de los
desequilibrios y la deuda del sector público deben tener
prioridad esta década. Requerirá decisiones muy
difíciles por parte de los líderes políticos
que las han rehuido durante la última década. La
declaración del pasado jueves supuso un gran paso en la
dirección adecuada. Pero lo peor que podría suceder
ahora es que se dé un salto al mundo imaginario de las
opciones fáciles. Eso significaría el final de la
eurozona.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

– La tragedia griega que cambió a Europa (The
Wall Street Journal – 16/2/10)

El rescate de Grecia no sólo afectará la
deuda soberana en el viejo continente sino la soberanía de
cada país.

(Por Simon Johnson y Peter Boone) Lectura
recomendada

Pluto, el dios griego de la riqueza, no
tuvo una vida fácil. Según la mitología,
Pluto quería conceder riqueza sólo a "los justos,
los sabios, los hombres de vida ordenada". Zeus le cegó
por envidia, haciendo que Pluto distribuyera sus obsequios
indiscriminadamente.

Puede que la Grecia moderna sea justa y
sabia, pero no ha tenido una vida ordenada. Como resultado, ha
despilfarrado la gran oportunidad y la riqueza concedida por la
integración europea. Y unas tasas de interés bajas
en la última década llevaron al aumento del
déficit y ayudaron a acumular una peligrosa deuda
gubernamental.

Ahora, Pluto quiere que le devuelvan el
dinero. Europa está cayendo sin preparación en una
seria crisis económica, y la incipiente
recuperación global podría colapsar
fácilmente debido a la insostenible acumulación de
deuda gubernamental en los países más
débiles.

Los problemas que enfrentan los
países de la zona euro son claros: en la última
década, Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España
(conocidos en los mercados financieros como los PIIGS, que en
inglés se puede leer como "cerdos") experimentaron
rápidas expansiones financiadas por créditos
extranjeros y bancarios. A finales de 2008, estas burbujas
explotaron.

Como custodio del euro, el Banco Central
Europeo (BCE) respondió lanzando discretamente salvavidas
a estos países, comprando bonos del gobierno a
través de ventanas especiales de crédito. La
periferia de Europa era frágil pero sobrevivió
gracias a esta línea de crédito intravenosa del BCE
hasta hace unas semanas, cuando de repente quedó claro que
Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, y el país que lo
apoyaba, Alemania, decidieron dejar a Grecia fuera de este
subsidio implícito.

Los alemanes ya se cansaron de apoyar
países que, en su opinión, no se esfuerzan lo
suficiente. Naturalmente, los inversionistas huyeron de la deuda
de Grecia. A la vez, su sistema financiero quedó al borde
del colapso, a medida que inversionistas y ahorradores salieron
del país.

Pero ya no se trata sólo de
Grecia. Otros países podrían dejar de recibir este
financiamiento fácil del BCE, por lo que la inquietud se
extiende a España y Portugal. Los mercados también
van a reconsiderar qué hacer con Irlanda e Italia, y
Austria y Bélgica podrían seguirles. Si no se
afrontan estos problemas rápida y eficazmente, la
economía europea podría descarrilarse, con serias
implicaciones -si bien difíciles de cuantificar- para el
resto del mundo.

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