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La Unión Europea llama a revisión al Euro la casa está en llamas II (página 7)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Alemania y Francia están preparando un
tardío paquete de ayuda para Grecia, aunque han dejado
claro que Grecia debe reducir los salarios del sector
público y otros gastos. Si Grecia (y los otros
países en apuros) aún tuvieran sus propias monedas,
sería mucho más fácil. Al igual que en Gran
Bretaña desde 2008, sus tasas de cambio se
depreciarían considerablemente. Esta circunstancia
reduciría los costos laborales, haciéndolos de
nuevo competitivos (sólo hay que recordar Asia
después de 1997-1998) y elevaría los precios de los
activos, lo que ayudaría a salir a flote a los
prestatarios cuya deuda supera el valor del activo sobre el que
pidieron el préstamo.

Debido a que estos atribulados países comparten
el euro, sus divisas no pueden caer de esta manera. Por lo tanto,
sólo les queda reducir drásticamente la demanda y
recortar salarios y empleos del sector público.

Se supone que el Fondo Monetario Internacional (FMI)
concede préstamos a los países en apuros, para
amortiguar los efectos de las crisis y ofrecer una especie de
interruptor internacional cuando las cosas parecen
frágiles. La idea es implementar gradualmente ajustes para
restaurar la confianza y servir como un certificado externo de la
credibilidad de un gobierno.

La necesidad del FMI

Dominique Strauss-Kahn, el director gerente del FMI,
dijo recientemente en la radio francesa que el fondo está
preparado para ayudar a Grecia. Pero Strauss-Kahn sabe que es
más que nada una ilusión.

"Acudir al FMI" implica un estigma; si
no, pregúnteles a los países asiáticos que
tuvieron que pedir préstamos al FMI durante la crisis de
los 90. Y en Europa hay muchos que ven al fondo como una
institución influenciada por EE.UU. -no es casualidad que
la sede del FMI esté muy cerca de la Casa Blanca- que
estaría invadiendo territorio europeo.

Además, el presidente francés Nicolas
Sarkozy tiene poderosas razones personales para ahuyentar al FMI.
Strauss-Kahn podría presentarse a las próximas
elecciones presidenciales de Francia; a Sarkozy no le
haría ninguna gracia ver al responsable del FMI asumiendo
un papel de estadista en su propio territorio.

La canciller alemana Angela Merkel también
está preocupada. El FMI podría considerar que las
políticas del BCE han sido abiertamente contradictorias
-al crear un euro fuerte y una inflación baja- e
inapropiadas para países miembros en medio de un colapso
financiero. Un apoyo del FMI a las economías europeas
más débiles pondría en duda la imperante
ideología entre los responsables de la política
económica dominada por Fráncfort.

Los países fuera de Europa, como EEUU, son
reacios a involucrarse. Enviar a Grecia al FMI
significaría que otros países tendrían que
"compartir la carga", ya que lo que estaría en juego
serían recursos de los países miembros del FMI, no
fondos de la Unión Europea.

Si Europa quiere realmente salvar del
colapso a esta versión de la zona euro, ¿qué
deberían hacer?

En primer lugar, los responsables de la UE
deberían reconocer que, a pesar de todos sus defectos, el
FMI tiene una experiencia única en diseñar
programas de rescate. Los últimos acontecimientos indican
que el IMF sería usado como un "asesor
técnico".

Además, Europa debe crear pronto
un sistema de financiamiento multilateral que permita disponer de
fondos adecuados a cada país que se adhiera a estos
programas. Podrían ser recursos conjuntos de las naciones
europeas, complementados con financiamiento del FMI.

Depender de dinero directamente de Francia o Alemania es
poco aconsejable. Será difícil que los
contribuyentes alemanes y franceses y el sector público
griego lleguen a un consenso.

En tercer lugar, el BCE necesita ajustar
sus políticas, reduciendo aún más las tasas
de interés y permitiendo que suba la inflación en
toda la zona común europea. Si estas políticas
monetarias más relajadas no agradan a los contribuyentes
alemanes, el eje Berlín-Fráncfort debería
admitir que la eurozona misma es un fracaso.

Finalmente, si los países en
apuros no pueden cumplir las condiciones impuestas a cambio de
ayuda, la UE necesita una digna salida. Estos países
necesitarían un plan para retirarse de la zona euro. La
mera existencia de esa posibilidad podría causar serias
complicaciones -quizás abriendo la puerta a más
ataques especulativos-, pero no prepararse para esta posibilidad
sería totalmente irresponsable.

Francamente, sería un desastre
que los países más débiles abandonaran la
eurozona. Estas naciones necesitarían rehacer todos sus
contratos en relación a las nuevas divisas, convertir en
esas nuevas monedas todos los pasivos y activos posibles, y crear
nuevas políticas monetarias.

Otros países de la UE presionarán para que
se mantenga el status quo. Prefieren que el BCE siga ofreciendo
préstamos a los países con necesidad, y los
problemas se pospongan para otro día. Ésta tampoco
es la solución.

Fácilmente, los problemas podrían saltar
fuera de Europa. Cualquier país soberano en problemas
financieros puede ser llevado para ser juzgado ante la corte de
crédito internacional.

Los mercados financieros nos
están diciendo que la eurozona se encuentra bajo amenaza,
pero el mensaje real es mucho más amplio: la
dinámica de la deuda insostenible puede minarnos a
todos.

(Simon Johnson es catedrático del Instituto de
Tecnología de Massachusetts (MIT) y ex economista jefe del
FMI. Peter Boone es investigador del London School of
Economics)

"El siglo XXI comenzó a toda velocidad en
Grecia. Saludó la nueva centuria con su
incorporación a la Europa del euro, de la que en principio
había quedado fuera pero a la que luego se adhirió
en 2001, ya con los criterios establecidos en Maastricht en el
bolsillo. Tres años después, volvió a ser la
casa de los Juegos Olímpicos. Demasiadas emociones
fuertes. Y ahora se están pagando en forma del
déficit público más elevado de la zona euro
y el riesgo de impago pendiendo como una espada de Damocles sobre
el país.

Esta tesitura ha planteado un dilema al resto de
eurosocios. ¿Conviene respaldar a Grecia para proteger
así al euro? El cuerpo lo pide, pero la cabeza dice que
esta maniobra está repleta de riesgos"…
Cierren la
puerta a Grecia (El Economista – 20/2/10)

Si la Unión Europea (UE) decide salvar la
economía helena, sería víctima del riesgo
moral, ya que estarían rescatando un país que no ha
hecho bien las cosas, lo que enviaría un mensaje
equivocado a los mercados y a los demás países. No
importa hacer las cosas bien o mal, siempre estarán los
grandes de Europa para lavar los trapos sucios. Y Grecia no es un
país que se caracterice por su transparencia y veracidad
en las cuentas económicas.

Según publicó el financiero
británico The Sunday Times, la evasión fiscal es la
norma en Grecia. Más de la mitad de los hogares declaran
unos ingresos inferiores al umbral contributivo de 12.000 euros
anuales, escapando así del impuesto sobre la renta. La
mayoría de las empresas también paga unas
cantidades mínimas de impuestos. Un cálculo
creíble sitúa la evasión fiscal en Grecia en
30.000 millones anuales, equivalente a una octava parte de la
economía.

Poner del revés toda una cultura
económica que ha tolerado el proteccionismo, nepotismo y
la corrupción no va a ser fácil. "A veces, en
Grecia nos sentimos como una mezcla del oeste americano y un
país de África", reconoce el empresario ateniense
Stavros Alexakis.

El precio del rescate griego

El temor de estar tratando con una cuadrilla de vaqueros
era la preocupación de muchos líderes en Bruselas
la semana pasada. Cuando los gobiernos se propusieron rescatar a
los bancos pensaron en el riesgo moral, aseguró el
rotativo inglés.

La teoría es que si se excusa la
mala conducta en forma de rescate, ¿qué
detendrá a otros a hacer lo mismo con la esperanza de que
su mala conducta también prescriba? Rescatar a Grecia
sería un riesgo moral porque significaría
recompensar a un país que ha falsificado sus cifras y
vivido como un rajá cuando no podía
permitírselo.

Ése era el problema de Merkel. "¿Van a
tener los alemanes que trabajar no hasta los 67 años sino
hasta los 69 años para que los griegos puedan disfrutar de
su jubilación anticipada?", se preguntaba el Frankfurter
Allgemeine Zeitung, principal periódico conservador
alemán y próximo al partido demócrata
cristiano (CDU) de Merkel.

La edad de la jubilación en Alemania ya ha subido
a los 67 mientras que, en Grecia, los sindicatos piensan convocar
una huelga contra los planes de retrasarla de 61 a 63.

Otros países en problemas

"Si Alemania proporciona efectivamente
una garantía para ayudar a sostener a Grecia, entonces
también estará presionada para proveer un respaldo
similar a Portugal, España y otros países
posteriormente", advierten los expertos de la gestora BNY
Mellon.

"Si otros estados miembros tienen que
pagar el precio de un gasto público desorbitado en uno de
ellos al rescatarlo, entonces tienen sin duda derecho a decir
mucho más en la política fiscal y gasto que los
demás", señala Iain Martin, en su blog en The Wall
Street Journal. Y concluye: "Si ser malo compensa, ¿para
qué ser bueno?".

Según publicó The Sunday
Times, Jochen Felsenheimer, de los fondos Assenagon, uno de los
analistas de crédito más conocidos en Alemania,
opina que "salvar a Grecia conducirá a una
desestabilización de la unión monetaria. La
motivación de países como Portugal o España
de implementar medidas decisivas contra las deudas estatales se
esfumará enseguida. Irlanda e Italia tienen serios
problemas presupuestarios. ¿La UE se verá obligada
a rescatarles también?".

Estabilidad de la moneda única

No está clara la dirección que va a tomar
la crisis a continuación, aunque es improbable que los
franceses y alemanes estén preparados para sufrir la
conmoción que engendraría el colapso del euro. Eso
está seguro por ahora.

Lo que sí habrá son repercusiones
políticas. Algunos en Bruselas ven los problemas de los
últimos meses como una justificación para unir
más a los miembros de la UE. Lord Mandelson, secretario de
comercio, declaró que el euro ha tenido un "éxito
notable" y que, a largo plazo, a Gran Bretaña le interesa
unirse.

"El peligro es que, en Bruselas, muchos lo ven como una
oportunidad y no una amenaza", explica Mats Persson, director del
gabinete de expertos Open Europe. "Hace una década, cuando
se creó el euro, dijeron que carecían de
herramientas en ese momento pero que, cuando surgiera una crisis,
serían capaces de llevarlo hacia delante".

Disponer de herramientas en este caso
significaría ampliar las ambiciones federales de la UE de
contar con un presupuesto central de tamaño suficiente
como para rescatar a sus miembros más
débiles.

A mediados de febrero, Herman Van Rompuy, presidente
permanente de la Unión Europea, mostró el deseo de
un mayor control central cuando propuso que la UE dispusiera de
mayor supervisión de los presupuestos nacionales y que las
cumbres de líderes se celebren cada mes y no sólo
cuatro veces al año.

La caída de las cifras griegas

La Cumbre de Bruselas de mediados de febrero
quedó muy lejos del plan de rescate de la economía
griega que estaban esperando los mercados. El euro perdió
valor contra el dólar. Las bolsas europeas cayeron.
Papandreu tampoco estaba satisfecho. Criticó a Europa por
su "timidez". Según él, eran "muchos médicos
con distintas recetas para el paciente griego".

Según se hizo eco la publicación
británica, un analista de Société
Générale, uno de los bancos europeos más
augustos, amplió la metáfora médica para
decir que el rescate era un "esparadrapo" y que sólo
pospondría "el desenlace final de la descomposición
de la eurozona".

Otros temen que la crisis tenga consecuencias aún
peores. Si las dolencias de Grecia no se curan, podrían
infectar a otros países del mismo modo que la crisis
bancaria se propagó de una entidad a otra hace 15
meses.

Nada más asumir su cargo en octubre, Papandreu
heredó una pesadilla económica. En agosto, el
anterior gobierno griego había reconocido ir encaminado a
un déficit presupuestario del 3,7% del PIB. Un mes
después, justo antes de las elecciones, la cifra se
revisó al 6%. Y en enero volvieron a revisarse las cifras
hasta el 12,7% del PIB, entre acusaciones de que los
números anteriores se habían falsificado. El
repentino deterioro y las sospechas que se ampliaron a todas las
estadísticas económicas griegas asustaron a los
mercados y provocaron una crisis del euro.

Cuando los países tienen su propia moneda,
ésta actúa de válvula seguridad cuando sube
el déficit presupuestario. Una caída de la divisa
-como la que le ha ocurrido a, por ejemplo, la libra- ayuda a las
economías a salir de la recesión y abarata la
adquisición de bonos del estado por parte de compradores
extranjeros.

Dentro del euro los países no tienen la
opción de devaluar, aparte de abandonar la moneda por
completo. Si los mercados deciden que no quieren sostener la
deuda del país, el único recurso es un rescate como
el que ofrecieron la semana pasada los líderes de la
UE.

Los euroescépticos han criticado desde siempre
que una moneda única no podría funcionar con
economías tan diversas a falta de integración
política. Ahora, precisamente, esos defectos sirven para
aumentar la integración política.

"Las desigualdades y desequilibrios internos de la
euro zona, que benefician a Alemania, son el verdadero problema
del euro, dice un ex Secretario de Estado del Ministerio de
Finanzas alemán"…
¿Nostalgia por el
Marco? (La Vanguardia21/2/10)

Las dudas aparecen en época de vacas flacas y en
Alemania, con sus exportaciones caídas un 18,4% el
año pasado, no falta quien recuerde con nostalgia el marco
alemán. Para los alemanes el marco no era exactamente lo
mismo que lo que la peseta era para los españoles. Era
casi lo contrario. Los españoles se desprendieron de la
peseta con la idea de ir a algo "más y mejor", más
estable y más sólido. Esa idea compensó el
atraco de la subida encubierta de precios, que representó
la adopción del euro en Celtiberia. Fue idealismo en el
sentido más estricto.

Para los alemanes, el marco no era una moneda, sino una
seña de identidad nacional. La fortaleza de su moneda les
evocaba, no sin motivo, su salida nacional del hoyo de posguerra,
el "milagro" y todo eso. Desprenderse del marco fue algo
sentimentalmente duro, pero, ¿fue idealismo? Nicolaus
Heinen, del grupo de expertos investigadores del Deutsche Bank,
lo desmiente categóricamente.

Gracias al euro, "nuestras empresas se benefician en
capacidad de previsión y seguridad para sus negocios e
inversiones y pueden reducir costes derivados de riesgos con los
tipos de cambio, los consumidores pueden comparar mejor los
precios en el mercado interior, y el euro ofrece una
protección más fuerte contra ataques especulativos
de la que ofrecían las monedas particulares de cada
país, estas ventajas superan con creces a los
inconvenientes", explica en declaraciones a Die W.

Las dudas filosóficas acerca del
euro y del marco las ha suscitado, evidentemente, la crisis
griega y el supuesto "efecto alud" que tal crisis podría
tener en el sur de Europa, arrastrando finalmente a los correctos
y perfectos del Norte hacia el Apocalipsis. "¿Es que los
alemanes nos vamos a tener que jubilar a los 67 para que los
griegos puedan hacerlo a los 61?", se lee en el Frankfurter
Allgemeine Zeitung.

Con razón o sin ella, los
alemanes siempre han tenido clavada en su consciencia la idea de
que son ellos los que pagan por la ineficacia de los manirrotos
del Sur. Esa obsesión ya existía antes del euro,
así que la visión de un posible Apocalipsis cercano
en Europa, que los medios anglosajones evocan con la acostumbrada
habilidad, les regresa a ella. ¿Es seria?

El pánico alrededor de Grecia se ha exagerado
hasta lo increíble, a causa de una fe absurda en la
sabiduría de los mercados financieros, dice Heiner
Flassbeck, Director de política de desarrollo de la
Conferencia de la ONU para el comercio y el desarrollo (UNCTAD)
en Ginebra. "En lugar de decir; "otra de esas ridículas
agencias de rating", nos los tomamos en serio", dice Flassbeck,
que fue Secretario de Estado en el Ministerio de Finanzas
alemán a finales de los noventa, donde era responsable de
política monetaria y europea.

Para este observador, el auténtico problema, la
verdadera amenaza para el euro, no son los déficits
presupuestarios de algunos, sino las enormes diferencias en
competitividad dentro de la euro zona. "Diferencias en costes,
salarios y también de déficits en la balanza por
cuenta corriente", dice en una entrevista con el semanario Der
Freitag.

La tesis de Flassbeck es que el dumping
salarial practicado por Alemania durante diez años, desde
la introducción del euro en 1999, ha traído por
resultado que cualquier producto comparable sea en Alemania un
25% más barato que en los países de Europa del Sur.
Eso, dice, "es mortal e insostenible para la moneda
única", aunque favorezca sobremanera a las exportaciones
alemanas, que en un 60% se venden en la euro zona. La
solución es que los salarios suban en Alemania más
que en el sur de Europa durante algunos años,
afirma.

La nostalgia del marco y el victimismo
es todo lo contrario de lo que necesita Europa: más
solidaridad, menos desigualdad entre países miembros, y
más integración en dirección a un mayor
gobierno económico común, con leyes más
estrictas en materia de bancos y especulación. Que la City
londinense se sienta amenazada por ello es lógico, pero,
¿está por ello el euro al borde de la
quiebra?

Es verdad que la actual situación
podría ser el inicio de una seria euro crisis, pero
también lo es que podría ser una oportunidad para
corregir aspectos esenciales de la política
económica europea, directamente vinculados con la
génesis de la actual situación.

"Muchos críticos y analistas exageran
negativamente", observa el suizo "Neue Zürcher Zeitung".
"Con razón se dice que el Estado de California, una de las
diez mayores economías del mundo, está mucho
más cerca de la quiebra que cualquier país de la
euro zona, sin que nadie se preocupe por un hundimiento del
dólar", señala.

– El caballo de Troya de Europa (El País –
21/2/10)

(Por Barry Eichengreen) Lectura recomendada

Europa se encamina inevitablemente hacia
un rescate de Grecia. Habrá financiación de
emergencia. Habrá condiciones. Habrá las promesas
de rigor por parte del Gobierno de Atenas. Esto hará
posible que el Gobierno griego pague su deuda. Los mercados se
tranquilizarán. Las consecuencias a largo plazo no
serán agradables, pero serán problemas para
más adelante.

Algunos dirán que el error fatal fue el de
permitir desde el principio que Grecia adoptase el euro.
Debería haber estado claro que el país no estaba
preparado. Sus políticas fiscales ya estaban fuera de
control cuando se integró en la Unión Monetaria en
2001 y sus sindicatos hacían campaña para que los
salarios subiesen hasta niveles europeos, a pesar de la
renqueante productividad.

Pero esta respuesta es demasiado simple, dado que esos
signos de mal funcionamiento no se limitan a Grecia.
España, con su tasa de paro del 20% y su explosivo
déficit presupuestario, ve en Grecia la imagen de su
propio futuro. O, si no lo ve, los mercados sí lo hacen.
Portugal e Italia no están mucho mejor.

Al igual que Grecia, estos países
se enfrentan ahora a fuertes recortes presupuestarios. Al igual
que Grecia, no pueden devaluar la moneda para estimular las
exportaciones. Al igual que Grecia, se enfrentan a profundas
recesiones. Y al igual que Grecia, sentirán la
tentación de pedir ayuda.

Todo esto plantea la pregunta obvia:
¿el verdadero error fue desde el principio crear el euro?
Dado que fui uno de los pocos estadounidenses que defendieron la
moneda única europea, estaría justificado que se
preguntasen si me estoy replanteando lo que dije.

Mi respuesta es que no, crear el euro no
fue un error, pero podría ser un error en ciernes. La
crisis griega demuestra que Europa sólo está a
medio camino de crear una unión monetaria viable. Si sigue
por el mismo camino, la próxima crisis hará que
ésta parezca un tranquilo paseo por el parque.

Para completar su Unión
Monetaria, es necesario que Europa cree un mecanismo de
financiación de emergencia adecuado. Actualmente, los
demás Estados miembros sólo pueden ofrecer ayuda a
Grecia saltándose las normas, que les impiden hacer
préstamos salvo en respuesta a desastres naturales o a
circunstancias que escapen al control de un país. Esto
acrecienta la incertidumbre. Cuando los dirigentes de Europa
ofrecen ayuda, los ciudadanos y los mercados piensan que
están siendo deshonestos. Si lo que crea estos problemas
es el Tratado de Lisboa, entonces debería modificarse el
Tratado.

Es más, la ayuda debería
llegar no sólo con condiciones, sino con el control
temporal del presupuesto nacional por parte de un comité
de "expertos especiales" nombrado por la Unión Europea. La
historia nos enseña que las meras promesas del receptor no
bastan.

Sin duda, los países a los que se
apliquen estas medidas se sentirán ultrajados. Bueno,
nadie les obliga a aceptar el dinero. ¿Les preocupan los
daños morales? Aquí tienen la solución.
Tengan también en cuenta que esto sería un
mecanismo disciplinario mucho más eficaz que el difunto
Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Puede que también se pregunten:
¿cómo se sentirían los californianos si su
Estado se viese obligado a poner temporalmente su presupuesto en
manos de un experto especial nombrado por la
Administración del presidente Barack Obama? En realidad,
es probable que no les importase.

El experto especial no sería un conciudadano
californiano, pero sí sería un compatriota
estadounidense. La gente entendería que estaría
actuando por el bien del Estado y también por el del
país. Les tranquilizaría el hecho de que California
envía representantes a Washington, DC, de donde
provendrían las órdenes dictadas por el experto
especial.

Los europeos no hacen estas cosas porque se ven como
griegos o alemanes ante todo. No interfieren en las
"prerrogativas soberanas" de otros Estados miembros. Alemania se
muestra especialmente reacia, dados los recuerdos de su
comportamiento durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en
Grecia.

Bueno, si Europa se toma en serio su
Unión Monetaria, tendrá que superar su pasado.
Necesita no sólo vínculos económicos
más estrechos, sino también vínculos
políticos más estrechos. Los que dirijan un
mecanismo de financiación fuerte tendrán que estar
fuertemente controlados. Tendrán que responder ante un
Parlamento Europeo fuerte.

Los electores de la canciller alemana Angela Merkel
odian los rescates económicos, porque saben que son ellos
los que apechugarán con el rescate. Se oponen a todo lo
que huela a integración política
europea.

Pero Alemania no está libre de responsabilidad en
esta crisis. Exigió que hubiese un banco central
extraordinariamente independiente que no tuviese que rendir
cuentas a nadie y que ahora dirige una política monetaria
excesivamente estricta, lo cual ha agravado la precaria
situación de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia
y España).

El enorme superávit de la balanza comercial de
Alemania empeora aún más los problemas de estos
países. Alemania también ha hecho demasiado poco en
cuanto a estímulos fiscales para apoyar a la
economía europea.

Alemania se ha visto enormemente beneficiada por la
creación del euro. Debería devolver el favor.
Debería impulsar la creación de un sistema de
préstamos de emergencia, y la integración
política para que eso sea factible. Debería ofrecer
más apoyo fiscal. ¿Y quién mejor que
Alemania para hacer presión a favor de un Banco Central
Europeo sometido a más control?

La crisis griega podría ser el
caballo de Troya que conduzca a Europa hacia una
integración política más profunda. Esperemos
que así sea.

(Barry Eichengreen es catedrático de
Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de
California en Berkeley. Copyright: Project Syndicate,
2010)

"Siguiendo la prensa económica internacional,
podríamos llegar a una conclusión cierta: el
sistema político-económico mundial funciona ya de
tal manera que es más fácil que quiebre un
país que un banco. Estos últimos son siempre
demasiado grandes para cerrar y son los contribuyentes los que
les tienen que asistir. Por otra parte, la zona euro, a pesar de
que es producto de la voluntad política de 16
países, se puede desplomar, porque Grecia tiene unas
deudas muy grandes"…
Tragedia griega, drama europeo (El
Mundo – 21/2/10)

El problema estriba en el hecho de que
la voluntad es una forma de hablar. La política se
encuentra limitada a escala nacional, mientras que el capital
bursátil hace y deshace a su antojo a escala
internacional. Así, los países se encuentran contra
la pared: mientras los gobiernos nacionales están
obligados a ofrecer su apoyo, los bancos y los diversos funds
pueden doblegar países, aunque ellos tengan problemas
semejantes a los de Grecia.

Ese desequilibrio entre política
y economía constituye la raíz del problema.
Mientras la economía se ha internacionalizado, la
política sigue siendo local. No es casual que la
Unión Económica y Monetaria (UEM) sea
prácticamente sólo monetaria y mínimamente
económica. La unión monetaria era fácil
porque es contable. La unión económica requiere
alternativas que inviertan el núcleo de la política
tal como la conocíamos hasta ahora. Exige la cesión
de una buena parte de la soberanía nacional de los estados
miembros.

Esa globalización desigual ha
extenuado el poder de los gobiernos nacionales. Los ha conducido
a políticas de un mínimo denominador social y a la
incapacidad de imponer medidas, como el intento del presidente
Obama por recortar los bonus de los altos cargos de aquellos
bancos que han sido rescatados gracias a la aportación
económica de los contribuyentes
estadounidenses.

Ahora, esa globalización desigual
amenaza también otras alternativas políticas a
escala internacional, como la que constituye la soñada
unificación europea. Hoy en día los países
son demasiado pequeños para hacer frente a los mercados y
Europa está muy dispersa. Eso significa que la
jauría de los especuladores puede exterminar el
rebaño entero, empezando por el miembro más
débil.

Este es el drama europeo, y la ausencia
de la política se evidencia a través de los
mensajes contradictorios que los órganos comunitarios
envían a los países que se ven más afectados
por la crisis. Europa disponía de una solución
monetaria para los tiempos fáciles de la explosión
financiera, pero es incapaz de ofrecer una solución
política durante el período de crisis. Dicho
problema se ha puesto de manifiesto por la tragedia
griega.

Obviamente, esta tragedia puede que haya
revelado el drama europeo pero no se debe a éste. Grecia
tiene muchos problemas estructurales que le han conducido a la
situación actual. Tiene un sector público grande,
centralista e improductivo que ha generado una gran
corrupción. Es significativo que los problemas de Grecia
hagan siempre referencia a grandes déficit públicos
(12,7% del PIB en 2009) y la gran deuda pública (112% del
PIB, que alcanzará el 125% en 2010). Por el contrario, la
deuda total, pública y privada, alcanzará el 200%
del PIB, que es más baja que muchos países de la
zona euro. Eso significa que no es Grecia la que quebró,
sino solamente el Estado griego, que es el que precisa unas
reformas inmediatas y drásticas para dejar de producir
déficit y deudas.

Es probable (y deseable) que el pueblo griego sienta que
ha llegado la hora de hacer las cuentas por el despilfarro de los
años anteriores y el Gobierno heleno tome conciencia de
que el modelo del Estado tiene que cambiar. Pero bajo la
presión de los mercados se corre el riesgo de quedarse
sólo en la primera parte. Es decir, puede que todas las
fuerzas se dediquen a corregir los números -según
las exigencias de los mercados-, en vez de corregir la
economía, que es lo que realmente hace falta. Los griegos
han empezado ya a pagar mediante recortes de salarios y de gasto
público. Pero eso no es suficiente. Sin una
intervención política fuerte por parte de la CE los
mercados doblegarán la economía griega, sin
reestructurarla, y pasarán a la siguiente.

– No sólo Grecia debe mirarse en el espejo (El
Mundo – 21/2/10)

(Por Kevin Featherstone) Lectura recomendada

La UE se ha visto obligada por la crisis griega a
afrontar varias cuestiones estratégicas difíciles.
Hasta ahora, no había sido capaz de hacerlo (aunque eran
predecibles), pues se trata de vestigios irresueltos del Tratado
de Maastricht, negociado en 1991. La eurozona se
estableció con un defecto de fábrica. Creó
una fuerte unión monetaria con un Banco Central y
regulaciones para imponer disciplina, pero al mismo tiempo
dejó que amplios espacios de política
económica -la gestión fiscal en particular-,
quedaran gobernados por medio de pantalla táctil. Ninguna
unión federal de la historia moderna ha logrado sobrevivir
con este desequilibrio.

Maastricht llevaba la marca de la
filosofía alemana del ordoliberalismo, que aboga por que
la estabilidad se imponga dentro de cada país. Por el
contrario, entonces y después, los sucesivos gobiernos
franceses han insistido en la necesidad de un gouvernement
economique que garantice una coordinación adecuada. Hoy,
una reacción populista que diga que Grecia tendría
que resolver sus propios problemas o abandonar el euro resulta
natural, pero insensata. El Tratado de Maastricht no
contempló una expulsión forzosa y en Atenas es
inconcebible que ningún gobierno se marche voluntariamente
y se enfrente al cataclismo que vendría después. La
retirada griega no se producirá, y Europa tiene que vivir
con ello y gestionar la crisis como propia.

Cualquier sistema federal se basa en la fluidez y la
buena calidad de la información que le proporcionan los
elementos que lo componen. Los datos oficiales aportados por
Atenas fueron cuestionados cinco veces por Eurostat entre 2005 y
2009. Sin embargo, la Comisión aprobó los sucesivos
programas que le fue enviando Grecia. La responsabilidad por no
haber reconocido el problema la comparten Bruselas y Atenas.
Almunia no fue Nellie Kroes y optó por un planteamiento
más liviano. Al mismo tiempo, el liderazgo político
de la Comisión no quiso confrontación ni
realizó investigaciones. Es poco probable que un
líder del tipo de Jacques Delors hubiese seguido este
procedimiento de mano blanda. Bruselas también tiene parte
de la culpa.

A Grecia, la crisis le ha puesto delante
de los ojos varias realidades desagradables. Los sucesivos
gobiernos de las últimas dos décadas han compartido
una agenda de reformas compatibles entre sí, y cada uno de
ellos ha implantado reformas modestas y graduales. El problema de
las reformas fallidas es sistémico más que una
cuestión de ideologías o partidos políticos.
Desde mediados de los 90, Grecia ha disfrutado de un notable
crecimiento y unos bajos tipos de interés. Tuvo la
oportunidad de reducir los niveles de deuda, pero no la
aprovechó.

Los votantes griegos se resisten a las reformas. Un
objeto importante de las mismas sería el sistema de
pensiones, que amenaza con desbordar el presupuesto estatal, pero
cualquier cambio pondría en tela de juicio a quienes hoy
son sus principales beneficiarios: los funcionarios. Y el
movimiento sindical griego se halla dominado por la voz de los
trabajadores del sector público, que se aferran a sus
privilegios. Es razonable que lo hagan: generalmente mal pagados,
la pensión es para ellos un gran aliciente.

No obstante, la mentalidad podría estar
cambiando. Sucesivos sondeos de opinión han mostrado que
los griegos respaldan que se vaya más allá con las
reformas. El Gobierno, y especialmente su primer ministro,
Giorgios Papandreu, gozan de un elevado apoyo y tiene una holgada
mayoría parlamentaria. En pocos meses se revelará
cómo se las arreglan Grecia y la UE para manejar la crisis
de la deuda en los mercados financieros, pero la cuestión
de fondo será si, después de este periodo, el
Gobierno tiene la fuerza de voluntad y la capacidad para acometer
las reformas que deberían haberse adoptado hace mucho
tiempo. Por su propio interés, Europa ha de combinar la
dureza con la solidaridad. La UE no tiene ningún
interés en añadir una crisis política en
Atenas a los problemas económicos que ya tiene. El
Gobierno de Papandreu ha iniciado un camino sensato:
habría que ayudarle a que continúe por
él.

(Kevin Featherstone es catedrático de Estudios
Griegos Contemporáneos en la London School of
Economics)

"El año pasado, Alemania registró un
déficit presupuestario del 3,3% del PIB, un punto por
encima de las últimas previsiones, aunque la cifra es muy
inferior al nivel alcanzado por el resto de grandes
economías europeas.

Según los datos publicados el
miércoles por la Oficina Federal de Estadísticas,
éste es el primer año desde 2005 que Alemania
incumple los objetivos de crecimiento y estabilidad que contempla
el Tratado de Maastricht, según el cual, el déficit
de los miembros de la UE no debe superar el 3% del PIB"…

Alemania incumple el pacto de estabilidad (Expansión –
24/2/10)

No obstante, el resultado podría ser objeto de
críticas de otros miembros de la Unión, ya que pone
de manifiesto la importante restricción del gasto
público de Alemania durante la crisis económica. En
Alemania, los observadores políticos y económicos
se muestran preocupados ante las previsiones del déficit,
que en 2010 podría acercarse al 6%.

"La cifra del 3,3% parece modesta,
teniendo en cuenta que ésta ha sido la mayor crisis
económica desde la Gran Depresión. No obstante, el
hecho de que las previsiones apunten a un 6% para este año
implica que el Gobierno tendrá que comenzar a realizar
ciertos ajustes en 2011", aseguró Dirk Schumacher,
economista jefe de la oficina de Goldman Sachs en
Frankfurt.

La oficina de estadísticas confirmó
también el resultado del PIB alemán de 2009, con un
crecimiento cero en el último trimestre, tal y como
apuntaban las previsiones de hace dos semanas. La principal
fuente de crecimiento fue el incremento en un 3% de las
exportaciones durante el último trimestre del año,
aunque las importaciones experimentaron una caída del
1,8%.

El gasto interno cayó un 2,1%. Estas cifras
confirman la débil recuperación de la
economía alemana, aunque casi todos los economistas
apuntan a una mejora gradual a lo largo del año. Uno de
los datos más negativos dados a conocer hoy
miércoles fue el índice de confianza del
consumidor, que ha pasado de los 3,3 a los 3,2 puntos entre enero
y febrero de este año.

El déficit del año pasado refleja el
aumento del consumo por el plan de incentivos a la compra de
automóviles, el incremento del gasto en infraestructuras e
I+D, el aumento de gastos sociales y la caída de ingresos
fiscales como consecuencia de la ralentización
económica.

En cuanto a la evolución del mercado laboral,
hasta ahora, el índice de desempleo no ha aumentado al
ritmo que cabría esperar por la ralentización de la
actividad económica. La explicación podría
estar en los subsidios del Gobierno a los contratos de corta
duración y el acuerdo salarial entre empresarios y
trabajadores, así como los ajustes de la jornada laboral,
a la espera de una recuperación
económica.

"Los subsidios a los contratos de corta duración
le cuestan menos al Ejecutivo que las prestaciones por desempleo.
Dado que todo apunta a un incremento del número de
desempleados para 2010, será un milagro que no se registre
un incremento del déficit", explicaba
Schumacher.

– Grecia amenaza no sólo al euro
(Expansión – 24/2/10)

(Por Gideon Rachman) Lectura recomendada

Con frecuencia se expone que las
raíces de la crisis financiera de Grecia se remontan al
diseño de la divisa única europea. En realidad, es
aún peor. La crisis griega guarda relación con la
misma base sobre la que se ha edificado la unidad europea en los
últimos 60 años. Es una amenaza no sólo para
el euro, sino para todo el complejo de la UE.

El riesgo para Europa ahora es que si la
UE no realiza avances en materia de política como
respuesta a la crisis griega, dará un paso atrás -y
el largo proceso de integración europea podría
comenzar a derrumbarse-.

El procedimiento de la UE siempre ha sido el de tomar
"medidas económicas sobre la marcha", para provocar
efectos políticos. Desde los años 50, esta
estrategia ha funcionado admirablemente bien: una modesta
comunidad de carbón y acero se convirtió en un
mercado común y, finalmente, en una Unión de 27
naciones, con su propio Parlamento, Tribunal Supremo y
política exterior.

Jacques Delors, el presidente de la Comisión
Europea que supervisó la creación de un mercado
único en la década de los 80, dijo con total
franqueza: "No estamos aquí para crear un mercado
único -eso no me interesa- sino para formar una
unión política". La creación del mercado
único implicaba una inmensa expansión de la
legislación europea y, por lo tanto, una severa
erosión de la soberanía nacional.

El mismo pensamiento político está
detrás del diseño de la divisa única en los
años 90. Tal y como escribió recientemente en estas
páginas Tommaso Padoa-Schioppa, ex miembro del consejo del
Banco Central Europeo: "Los padres fundadores querían el
euro principalmente como un paso hacia la unión
política".

La campaña a favor de la unión
política se intensificó al final de la Guerra
Fría. Francia temía que una Alemania unida pudiera
dominar de nuevo Europa. La respuesta francesa fue la de vincular
a Alemania en la construcción europea mediante la
creación de una divisa única. El Gobierno
alemán aceptó de buen grado a cambio de la promesa
de un mayor avance hacia la unión política en
Europa, un antiguo objetivo nacional (en el caso de la
población alemana, nunca se le consultó
directamente -un descuido que podría volverse contra el
euro ahora-).

Gerhard Schröder, el canciller alemán cuando
se acuñaron de los primeros euros, creía que la
unión monetaria requería "avances decisivos hacia
la unión política". Algunos, como Romano Prodi, el
sucesor de Delors como presidente de la Comisión, deseaban
incluso una eventual crisis en la eurozona ya que consideraban
que provocaría esos "avances decisivos".

La crisis se ha producido -y,
claramente, invita a dar los grandes pasos políticos que
anticiparon los padres fundadores-. Una respuesta política
lógica a la insolvencia griega -y a las amenazas de crisis
similares en España, Portugal y, posiblemente, Italia-
sería la de crear impuestos europeos comunes y un
mecanismo para realizar grandes transferencias fiscales entre los
estados de la UE. Estas herramientas ayudan a facilitar la
unión monetaria en EEUU, pero es algo que no existe
aún en Europa.

Sin embargo, no hay indicios de que vaya a darse
semejante paso. Europa está atascada. ¿Qué
ha fallado? El problema es que el método de priorizar la
economía sobre la política se aproxima a las
teorías marxistas, al asumir que la economía
dictará inevitablemente una respuesta política
concreta. Pero la política democrática implica la
posibilidad de elección.

El método tradicional de la UE sólo
podría funcionar cuando los cambios políticos
derivados de anteriores decisiones económicas no
parecieran demasiado polémicos o injustos para los
votantes corrientes. Pero el tipo de integración
política que exige el euro afecta a los ciudadanos de
forma muy directa -ya que implica importantes decisiones sobre
impuestos y gasto-.

Así, saca a la luz una verdad que
los fervientes europeístas se oponen a reconocer. La
mayoría de los ciudadanos de la UE siguen sintiendo
más apego por sus propias naciones que por la
Unión. "Los europeos" se muestran menos dispuestos a
rescatarse unos a otros que a salvar a sus propios compatriotas.
La Alemania del Oeste gastó miles de millones de marcos
para ayudar a la Alemania del Este. Pero hay pocos indicios de
que los alemanes estén dispuestos a gastar más
miles de millones de euros para sanear Grecia -ante el fantasma
de crisis similares en España e Italia-. Es posible que
los alemanes se sientan, en principio, muy "europeos". Pero
cuando se les pide que comiencen a firmar cuantiosos cheques para
ayudar a un Estado griego en quiebra, aunque parezca mentira,
empiezan a sentirse alemanes de nuevo.

Los griegos, también son una de las poblaciones
más europeístas de la Unión. Pero es
probable que el precio de un rescate de la UE sean severas
medidas de austeridad, supervisadas por las autoridades enviadas
por Bruselas. La sensación que se desprenda de ello
posiblemente se aproxime más a la de una
colonización que a la de una "unión
política" voluntaria.

Entonces, ¿ahora qué? Es
posible que Grecia aún pueda arreglárselas para
salir de esta crisis. Pero, teniendo en cuenta el rápido
crecimiento generalizado de la deuda soberana, puede que la
próxima crisis europea diste sólo unos pocos meses.
Entonces, se preguntará nuevamente a los miembros de la
moneda única europea qué están dispuestos a
hacer (o cuánto están dispuestos a pagar) para
ayudarse mutuamente. Si la respuesta sigue siendo, "no mucho", la
zona euro podría comenzar a perder a algunos de sus
miembros más débiles.

Pero las consecuencias podrían ir
más allá de la divisa única. La UE
sufriría una crisis de confianza, y lo más probable
es que se cuestionasen los otros poderes que ha adquirido en todo
tipo de materias, desde inmigración a políticas
sociales. Hay algo más que dinero en juego en la crisis
griega.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

– Alemania y el rescate de Grecia (Expansión –
25/2/10)

(Por Lex column) Lectura recomendada

Las pasiones están a flor de piel
últimamente en la eurozona. Alemania ha condenado el
derroche de sus socios del sur, especialmente de Grecia. Por su
parte, Atenas está resentida por lo que percibe como un
acoso de Berlín.

A juzgar por la serie de huelgas en
Grecia, España y Portugal, el ambiente está
caldeado. Sí, Grecia y el resto de países del Club
Mediterráneo tienen que apretarse el cinturón.
También necesitan mejorar su competitividad. Pero
insistir, como ha hecho Berlín, en que la austeridad es la
única salida de estos países es poco realista,
además de falso. Alemania también tiene un papel
que cumplir.

Grecia, Italia, España y
Portugal, por ejemplo, gestionan grandes déficit por
cuenta corriente. El año pasado, la suma de estos
déficit ascendió aproximadamente a 102.000 millones
de euros, de los que en torno a la mitad se derivaba del comercio
dentro de la eurozona. Alemania, por su parte, disfruta de un
importante superávit por cuenta corriente -que el
año pasado alcanzó cerca de 80.000 millones de
euros- debido también casi en un 50% al comercio con sus
socios de la eurozona.

Durante los últimos 10 años, esta
relación benefició a todos. Alemania
disfrutó de un crecimiento guiado por las exportaciones.
Los países del Club Mediterráneo aportaron gran
parte de la demanda de esas exportaciones. Pero esta
simetría sigue tan vigente ahora como en la época
de auge económico.

Imaginemos, por un momento, que los países del
Club Mediterráneo consiguen recuperarse de algún
modo y reducen sus déficits presupuestarios a los niveles
establecidos por el Tratado de Maastricht. Para hacerlo,
sería necesario un enorme recorte del gasto equivalente a
120.000 millones de euros, o cerca del 6% de la producción
de Alemania. Una de las consecuencias de esta contracción
sería una fuerte caída de la demanda, incluidas las
importaciones.

Alemania no podría reemplazarla aumentando sus
exportaciones a otros países. Su economía, que ya
está estancada y que sólo se sostiene por las
exportaciones, cambiaría de tendencia. Berlín
tendría que afrontar varias decisiones difíciles.
Una de ellas, tal y como sugiere Brian Reading, economista de
Lombard Street, sería la de aumentar de forma sustancial
su déficit presupuestario para compensar el descenso de la
demanda. Aunque sólo sea por propio interés, es
probable que la oposición alemana al rescate de Grecia se
suavice.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

– Grecia / Goldman: el caballo de Troya se desboca
(Expansión – 26/2/10)

(Por Lex Column) Lectura recomendada

Esto es como cerrar la puerta del
establo después de que el caballo de Troya se haya
desbocado. La Reserva Federal de EEUU investiga las operaciones
con derivados de Goldman Sachs que pudieron ayudar a enmascarar
la deuda griega.

Todo apunta a que la
investigación colocará al banco en una
situación embarazosa, sobre todo porque las operaciones
fueron del dominio público durante siete años. Aun
así, esos incidentes han fomentado las críticas
contra los especuladores por contribuir a agravar los problemas
de la eurozona. ¿Es justa esta acusación? La
respuesta breve es "no".

La eurozona depende de unos principios económicos
que le distinguen del resto de las economías. De hecho, la
Unión se basa en un compromiso constitucional con la
solidez de sus finanzas públicas, el conocido pacto de
estabilidad y crecimiento, que limita la deuda pública al
60% de su producción y el déficit presupuestario al
3%.

Si se analizan minuciosamente las cifras, como ha hecho
la firma de inversión e investigación Gavekal, el
85% del incremento de los costes de endeudamiento de la eurozona
durante este año es consecuencia del incumplimiento de sus
miembros de estos dos preceptos.

Si tenemos en cuenta el tamaño de los mercados de
bonos nacionales -mercados con escasa liquidez como el de Grecia
necesitarían una prima de riesgo adicional- el 95% del
aumento de los costes de endeudamiento del Gobierno se explica
por estos factores.

Sin duda, el fallo de la Unión
Económica y Monetaria ha sido su concomitante falta de
unión política para hacer cumplir las normas del
pacto de estabilidad y crecimiento, que, con frecuencia se
ignoraron. La paradoja es que ahora los mercados están
haciendo lo que los políticos no pudieron.

Aunque la superioridad de la
economía sobre la política como motor de la
historia es un concepto bastante anticuado, a tenor de los
últimos acontecimientos, podría recuperarse.
Resultado, Karl Marx, 1; el resto, 0.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

"El constitucionalista alemán Paul Kirchhof
ha advertido de que toda ayuda financiera de los Gobiernos
europeos a Grecia para ayudar al país heleno a superar su
crisis supondría una violación de los tratados en
el espacio del euro.

"Parto del supuesto de que los Gobiernos europeos no
se pondrán de acuerdo para violar la ley vigente", declara
el antiguo miembro del Tribunal Constitucional alemán en
una entrevista adelantada hoy por el semanario "Der
Spiegel".

En el caso de que, pese a todo, esas ayudas se
produzcan, existe la posibilidad de recurrir y los parlamentos o
diputados podrían presentar denuncias ante sus respectivos
tribunales constitucionales, señala Korchhof"…
Un
experto advierte de que las ayudas a Grecia vulneran los tratados
de la UE (El Economista – 28/2/10)

En cuanto a las acusaciones de que Grecia
falsificó sus cifras financieras para acceder al euro, el
experto alemán comenta que "de ser así
habría motivos para actuar judicialmente. Bajo esas
condiciones por lo menos un país no podría haberse
convertido en miembro de la Unión Monetaria".

Además exige a los políticos que corrijan
lo que considera un error de construcción del derecho
europeo.

"Hasta ahora los criterios del Pacto de Estabilidad son
supervisados por la asamblea de los ministros de Finanzas. Eso
significa que los actores y los vigilantes son los mismos",
explica Kirchhof.

Grecia sólo podrá salir por sí
sola

Tras subrayar que ese mandato doble no funciona, el
experto alemán señala que Grecia sólo
podrá salir del atolladero del sobre endeudamiento por
sí sola.

"¿Que impide a Grecia hacer depender todos los
gastos estatales de las posibilidades de su
financiación?", se pregunta Kirchhof, quien afirma que "el
Gobierno podría recortar los salarios de los funcionarios
y empleados públicos y las subvenciones a las
empresas".

La UE paga caro su pecado original… (The Wall Street
Journal – 3/3/10)

Monografias.com

No está equipada para sancionar a los
países que, como Grecia, no cumplen sus reglas
fiscales.

(Por Stephen Fidler y Charles Forelle) Lectura
recomendada

Algunos europeos acusan a las
transacciones financieras orquestadas por los bancos de
inversión de Wall Street de haber causado la crisis que
tiene a Grecia al borde de obtener un rescate financiero. Sin
embargo, una mirada más detenida a las finanzas del
país durante los diez años transcurridos desde su
adopción del euro no sólo revela que Atenas es el
principal responsable de sus problemas, sino que otros gobiernos
y organismos de la Unión Europea (UE) prefirieron hacerse
los de la vista gorda respecto a las reiteradas y flagrantes
violaciones griegas de las normas del bloque.

Aunque la Comisión Europea y la
Reserva Federal de Estados Unidos examinan un polémico
canje de 2001 organizado por Goldman Sachs Group Inc., las
propias maniobras presupuestarias griegas, que violaron las
normas de la UE, minimizan el impacto de esta clase de
transacciones.

Crisis financieras como la que atraviesa Grecia,
deberían ser frenadas por un acuerdo orientado a impedir
que el despilfarro de algún miembro perjudique la moneda.
El pacto exige que los países de la zona euro limiten sus
déficits fiscales anuales a 3% del Producto Interno Bruto
(PIB) y la deuda pública total a 60% del PIB.

No obstante, un examen de los informes presupuestarios
que Grecia envió a la UE muestra que el déficit
fiscal de Atenas estuvo por encima del 3% del PIB en todos los
años, salvo 2006. Tampoco ha estado dentro de 30 puntos
porcentuales del tope de la deuda pública.

Grecia ha revisado sus cifras fiscales, siempre al alza,
todos los años desde 1997, a menudo en forma
significativa. En varias ocasiones, el número definitivo
cuadruplicó el cálculo original. A finales del
año pasado, Grecia inició la crisis actual al
elevar substancialmente su previsión para el
déficit fiscal de 2009 a 12,7% del PIB.

La magnitud de estas revisiones
empequeñece el impacto de las controvertidas operaciones
de derivados que son investigadas por la UE. Grecia las
habría utilizado para ocultar la verdadera salud de sus
finanzas.

El canje cambiario orquestado por Goldman Sachs
permitió a Grecia reducir su déficit en una
décima parte de un punto porcentual del PIB en 2001. En
comparación, Atenas no contabilizó ese año
gastos militares del orden de los 1.600 millones de euros (US$
2.200 millones), diez veces lo que ahorró con el canje
cambiario, según Eurostat, la agencia de
estadísticas de la UE.

La crisis griega ha demostrado que los
organismos financieros de la UE no tienen las facultades para
obligar a los países miembros que se desvían del
camino a ordenar su casa, señala en una entrevista
Jean-Pierre Jouyet, presidente de la superintendencia francesa de
bolsas. "Necesitamos nuevas herramientas para manejar estos
desequilibrios, porque un pacto sin sanciones no basta", dice
Jouyet, quien también fue ministro de Finanzas de
Francia.

Constantin Papadopoulos, secretario general para asuntos
de economía internacional del Ministerio de Relaciones
Exteriores griego, asegura que el país ingresó
legítimamente a la zona euro. "La idea de que Grecia hizo
trampa para acceder a la zona euro se ha quedado pegada… en
Europa y, puesto que se trata de una obra de propaganda bien
hecha, es sumamente difícil revertirla", insiste.
Papadopoulos enfatizó que la mayoría de las
revisiones corresponden a la decisión del gobierno que
asumió en 2004 de revisar la forma en que había
contabilizado los gastos militares, que impactó el
déficit fiscal de los últimos años del
gobierno socialista. Eurostat, sin embargo, aclara que las
revisiones fueron necesarias puesto que Atenas había
"subestimado ampliamente" el gasto militar.

Defecto congénito

El país heleno no está
solo: la mayoría de los miembros de la zona euro tampoco
cumplió los requisitos de deuda y déficit durante
varios años, muestran los informes.

La crisis es consecuencia inevitable de
una debilidad presente, según economistas e historiadores,
en el euro desde su creación: la falta de una
política fiscal coordinada que acompañara a la
unión monetaria.

El euro ha estado repleto de tensiones
no resueltas desde su lanzamiento, señala David Marsh,
autor de The Euro, un libro publicado en 2009 que relata el
nacimiento de la moneda común.

La unión monetaria fue vista por
algunos políticos como una forma de empujar a la UE hacia
una unión política. Otros, en especial en Alemania,
resaltaron la necesidad de ceñirse a una rectitud fiscal y
monetaria.

"Todo esto estaba escrito…", indica
Marsh en alusión a los problemas de Grecia. "Lo que
está ocurriendo no debería extrañar a
nadie".

Una vez que un país accede a la zona euro, no hay
un mecanismo que lo obligue a seguir sus reglas.

Eso se debe en parte a un compromiso alcanzado en la
cumbre de Dublín, en 1996, que dejó la potestad de
imponer multas a un país en manos de otros países
del bloque. Esa fue una victoria para el entonces presidente
francés, Jacques Chirac, sobre el canciller alemán,
Helmut Kohl, quien era partidario de aplicar multas de forma
automática. Desde entonces, ningún país ha
sido sancionado por violar las reglas de la UE.

Willem Buiter, economista jefe de
Citigroup y ex miembro del Consejo de Política Monetaria
del Banco de Inglaterra, califica al pacto de 1996 orientado a
hacer cumplir las normas de deuda y déficit de la UE como
"un tigre de papel". "Es inefectivo", señala, "porque por
un momento creó la ilusión de que había
zanahorias y garrotes capaces de cambiar la conducta fiscal de
los estados miembros, cuando en realidad no había ni lo
uno, ni lo otro".

– … y suma un nuevo dolor de cabeza: la
deflación (The Wall Street Journal –
3/3/10)

Una prolongada caída en los precios
dificultaría la recuperación de los países
más débiles de la zona euro

(Por Brian Blackstone) Lectura recomendada

Fráncfort.- Los países europeos que luchan
por tapar grandes agujeros en sus finanzas enfrentan un dolor de
cabeza adicional: no hay suficiente inflación.

Una prolongada caída en los
precios, que los economistas llaman deflación, es una
posibilidad real en algunos países de la zona euro,
incluidos España e Irlanda, afirman analistas. A otros,
entre los que destaca Grecia, les esperan años de
inflación muy débil. Un desenlace de este tipo
podría dificultarles aún más a las
economías más débiles de la zona euro a
escaparse del bajón. Como consecuencia, los gobiernos
pasarían todavía mayores apuros para reparar sus
presupuestos y reducir sus deudas públicas.

"El riesgo de que España e Irlanda enfrenten un
período muy largo de deflación es muy alto", cuando
la explosión de las burbujas inmobiliarias sigue afectando
sus economías, apunta Jennifer McKeown, economista de la
consultora Capital Economics en Londres.

La combinación de alta deuda y
precios menguantes dentro de las fronteras de la zona euro
complicaría las esperanzas de una recuperación
más amplia en el continente. España y otros
países en la periferia del bloque fueron impulsores clave
del crecimiento de la región en los últimos 10
años.

Encuestas difundidas hace poco mostraron que los
fabricantes en España, Grecia e Irlanda recortaron los
precios el mes pasado, siguiendo con una tendencia que ha cobrado
impulso desde hace más de un año. En Grecia,
cayeron a su ritmo más rápido en ocho meses, "a
medida que la fuerte competencia continuó limitando a las
empresas", según Markit Economics, que compila esta clase
de datos. La producción industrial general en la zona euro
se recuperó hasta alcanzar en febrero un máximo de
30 meses, impulsada por las exportaciones y el reabastecimiento
de inventarios locales.

Los precios al consumidor ya están bajando en
Irlanda. España corre el riesgo de sufrir algo similar,
afirman muchos economistas, ya que el desempleo en el país
es de los más altos en la zona euro. Los precios al
consumidor en Irlanda bajaron 2,6% frente a un año antes,
la mayor precipitación en la zona euro. El consumo de los
irlandeses va en retirada, luego de que la recesión en el
país impulsara la tasa de desempleados, que aumentó
casi dos tercios, a más de 13% a fines de 2009.

Los minoristas respondieron con una rebaja de precios.
La campaña de 2009 de la cadena de supermercados Marks and
Spencer, que puede traducirse como "Escuchamos y Rebajamos" (en
referencia a los precios), redujo los precios de la ropa, los
muebles y los artículos para el hogar en un promedio de
12%. Se prevé que los precios vuelvan a caer en 2010,
según la Comisión Europea.

Para las empresas, precios más bajos para los
bienes de consumo y los servicios a menudo significan menores
ganancias. Para los gobiernos, menores ingresos tributarios, en
especial en países europeos donde los impuestos por ventas
o valor agregado conforman una gran parte de sus ingresos
impositivos. Eso podría complicar los cálculos de
por sí frágiles de Grecia, Irlanda y otros, en
momentos en que intentan controlar sus déficits
presupuestarios.

La deflación se produce cuando
los precios a la baja se convierten en parte de la mentalidad de
los hogares y las empresas, lo que los lleva a aplazar gastos,
inversiones y contrataciones, dado que creen que los bienes,
servicios y los empleados costarán menos en el futuro.
Este tipo de expectativas y el comportamiento cauto al que
conducen pueden hundir a una economía en una especie de
malestar como el que atrapó a Japón durante casi 20
años.

Monografias.com

Los economistas en general concuerdan en que, con
moderación, el alza de los precios ayuda a llenar las
arcas del gobierno y puede facilitar el pago de deuda
soberana.

El Banco Central Europeo afirma que la inflación
anual en la zona euro de 16 países se ubica en alrededor
de 1%.

(Jonathan House, en Madrid, contribuyó a este
artículo)

"La comisión presupuestaria del Parlamento
alemán ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado
para 2010, que contemplan el mayor endeudamiento de la historia
de la República Federal de Alemania, aunque la
cuantía sea finalmente menor a la prevista
inicialmente"…
Alemania ultima un presupuesto con un
déficit récord pero inferior al previsto (El
Economista – 5/3/10)

El erario, que será sometido a la
aprobación del Parlamento a mediados de mes, prevé
un déficit de 80.200 millones de euros, lo que supone una
reducción de 5.600 millones de euros con respecto al
borrador que presentó el ministro de Finanzas, Wolfgang
Schäuble.

Pese a todo, el déficit duplica
la cifra récord de 40.000 millones de euros que se
alcanzó en 1996 durante la coalición de centro de
derecha del canciller Helmut Kohl.

– The Economist: "Europa padece hipocondría"
(Expansión – 5/3/10)

(Por C. Alva) Lectura recomendada

El semanario británico The
Economist opina que gran parte del continente europeo sufre de
hipocondría. Y la "enfermedad" no sólo está
motivada por las consecuencias de la crisis financiera, sino
porque existe un temor real a la pérdida del empleo que
mine el estado de bienestar y ponga en peligro los privilegios
con los que cuenta una parte de la población
europea.

El debate sobre la crisis financiera y
el cómo dirigir la inestabilidad de los mercados comienza
con la premisa de hacer creer a la población de que la
globalización es la causante de muchos males, "entre ellos
la restricción del crédito", asegura The
Economist.

Son los políticos quienes aprovechan cualquier
oportunidad para ratificar estas tendencias. Y el presidente
francés, Nicolas Sarkozy, no es la excepción. El
mes pasado, afeaba a Renault sus planes de producir un nuevo
modelo en Turquía. "Ningún auto vendido en Francia
debe ser producido en el extranjero", decía.

La ansiedad que se vive en Europa tiene
su origen, según el presidente del Consejo Europeo, Herman
Van Rompuy, en que los países emergentes como China,
Brasil e India están incrementando su poder
político.

Cuando la globalización era concebida
exclusivamente desde el punto de vista económico, Europa
creyó ser la única beneficiada. Sin embargo, ahora
que hay otros actores, los europeos temen que "la competencia
ilimitada destruya sus empleos y mine sus privilegios", comenta
la revista.

En esta línea, varios estudios
aseguran que Europa es "reacia al riesgo". Esto no sólo
tiene que ver con que los europeos no tienden a adquirir bonos o
acciones, sino que incluye todo un sistema laboral que hace
más difícil despedir a un trabajador en el viejo
continente que en los EEUU.

"Los franceses se caracterizan por su desconfianza y
hostilidad al sistema de libre mercado", ejemplifica The
Economist. De hecho, son los que más temen terminar sus
días viviendo en la calle, a pesar de que cuentan con uno
de los estados de bienestar más generosos del
planeta.

Esta hipocondría se ha visto
materializada en protestas y descontentos de los ciudadanos. Es
por ello, que ante el temor de provocar conflictos sociales,
muchos gobiernos han desistido en llevar a cabo medidas de
austeridad en el gasto público. Tan sólo en
España, varios ministros han dado marcha atrás a
las propuestas de reforma referentes al aumento en la edad de
pensión y el recorte a los sueldos en el sector
público.

Lo interesante es que la
hipocondría se concentra en un sector específico de
trabajadores, incluidos los del sector público, que
cuentan con ciertos privilegios. En España los mayores
descontentos provienen de trabajadores de tiempo completo que
están en contra de incrementar la edad de pensión a
los 67 años. En Grecia, son los funcionarios del gobierno
quienes salen a las calles a exigir mayores pensiones, siendo
ellos mismos los responsables de que el país esté
en quiebra.

Ante este panorama, The Economist opina que Europa es
más fuerte de lo que ella misma piensa. Como muestra
sólo hay que mencionar a algunos países que han
sorteado la crisis con éxito. Es el caso de Alemania, cuya
producción industrial ha salido adelante; o Polonia que
evitó la recesión a toda costa; o Italia que
escapó del recrudecimiento de su
déficit.

La revista británica cierra su
editorial haciendo un llamado a los políticos europeos a
que no duden en hacer recortes en el gasto público, pese a
quien le pese. "Finalmente quienes más se quejan, no
siempre son los que más sufren", concluye.

"La deuda acumulada del Estado, los Länder y
los ayuntamientos alemanes sumaba al acabar el año 2009
cerca de 1,7 billones de euros, anunció hoy la Oficina
Federal de Estadística (Destatis) desde su central en
Wiesbaden, en el centro del país"…
La deuda
pública alemana suma casi 1,7 billones de euros en 2009
(Cinco Días – 11/3/10)

La deuda acumulada del Estado, los Länder y los
ayuntamientos alemanes sumaba al acabar el año 2009 cerca
de 1,7 billones de euros, anunció hoy la Oficina Federal
de Estadística (Destatis) desde su central en Wiesbaden,
en el centro del país.

Según los cálculos
provisionales de los expertos de Destatis, los números
rojos de las distintas arcas públicas sumaban a finales
del pasado año 1.692.200 millones de euros, lo que supuso
un aumento del 7,1% o 112.700 millones de euros frente a
2008.

Asimismo subrayaron que se trata del
segundo mayor incremento anual de la deuda pública en la
historia de Alemania Federal después del registrado en
1995, año en que aumentó en 170.700 millones de
euros.

Sin embargo, en aquellas fechas el incremento del
endeudamiento público tuvo carácter excepcional, ya
que le fueron sumados gastos extraordinarios derivados del
proceso de reunificación del país como las deudas
de la Sociedad Fiduciaria, responsable de gestionar el patrimonio
de la ya extinta República Democrática
Alemana.

El informe señala que las deudas del Estado
aumentaron en 2009 en 68.100 millones de euros o un 6,9 por
ciento hasta alcanzar 1.053.800 millones de euros y que incluyen
la deuda derivada de las medidas y programas acordados por el
gobierno para afrontar la crisis financiera y
económica.

En el caso de los Länder, los 16 estados federados
alemanes, su endeudamiento aumentó en 2009 en 41.400
millones de euros o un 8,5 por ciento hasta sumar 526.300
millones de euros.

Finalmente, Destatis, que espera contar con cifras
definitivas a mediados de 2010, señaló que los
ayuntamientos y municipios alemanes incrementaron su deuda
acumulada en un 3% o 3.200 millones de euros, hasta sumar 112.100
millones de euros.

La verdad de la
milanesa (víctimas colaterales: no hagan olas,
muchachos…)

Monografias.com

"La reciente caída en los mercados
financieros mundiales ha intensificado las dudas de los
inversionistas sobre los bancos que podrían tener
exposición a la deuda de las economías europeas en
apuros.

La preocupación es que las instituciones
financieras, en especial las de Europa, enfrenten una nueva ronda
de problemas debido a su exposición a la deuda soberana de
Grecia, Portugal, España, Irlanda y otras economías
con un mayor riesgo de declararse en cesación de pagos.
Eso podría frenar una recuperación incipiente en un
sector que tal vez no está preparado para afrontar una
nueva crisis"…
La crisis de Grecia infecta a los bancos y
la presión puede llegar a Francia y Bélgica (The
Wall Street Journal – 8/2/10)

Buena parte de la deuda que desvela a los inversionistas
estaría en las manos de las entidades locales de cada
país, aunque hay indicios de que los bancos europeos
podrían tener parte de estos activos. Incluso si los
bancos no poseyeran montos importantes de deuda soberana, hay
dudas sobre la exposición a los mercados en problemas de
sus carteras de crédito. "Los efectos de esto son
negativos", manifestó Jon Peace, analista de Nomura en
Londres. Peace, por ejemplo, redujo su recomendación del
banco español BBVA debido a su exposición a la
deuda soberana de España.

La mayoría de los bancos europeos ha sido
víctima de esta crisis de confianza. Las acciones de los
bancos franceses BNP Paribas SA y Société
Générale SA encabezaron la caída de la Bolsa
de París el viernes, con descensos superiores a 5%.
Barclays PLC y HSBC Holdings PLC cedieron 1% y Royal Bank of
Scotland Group PLC perdió 3% en la Bolsa de
Londres.

Monografias.com

Según cifras del Banco
Internacional de Pagos, los bancos franceses y suizos tienen una
exposición de US$ 75.500 millones y US$ 64.000 millones a
Grecia, respectivamente. Los bancos británicos, en tanto,
tienen una exposición de US$ 193.000 millones a Irlanda y
los alemanes tienen una exposición de US$ 240.000 millones
a España.

Contagio financiero

El domingo 7 de febrero, los ministros de Finanzas del
grupo de las siete economías más industrializadas
del mundo (G-7), trataron de disipar las dudas sobre la deuda
griega en medio de los temores de que los problemas se diseminen
a otros miembros de la zona euro.

Timothy Geithner, el secretario estadounidense del
Tesoro, señaló que los países europeos y el
G-7 manejarían la situación de Grecia con extremo
cuidado. Otros asistentes al encuentro realizado en una remota
localidad de Canadá subrayaron que, al ser un país
relativamente pequeño, Grecia no constituía una
gran amenaza al sistema financiero global.

Los mercados, no obstante, parecen concentrados en las
repercusiones más allá de Atenas."Nadie está
tan preocupado por Grecia, sino por el contagio potencial",
afirma Axel Merk, presidente y director de inversión de
Merk Mutual Funds.

Lo que más preocupa a las autoridades europeas es
que las dudas de los mercados se traspasen desde los
países altamente endeudados, como Portugal, Grecia,
Irlanda y España, a los miembros de la zona euro con
finanzas más sólidas. Los bonos de Bélgica y
Austria ya se vieron presionados la semana pasada.

"Los trastornos en Grecia han reducido la liquidez del
mercado", indicó Mohamed El-Erian, presidente ejecutivo de
la firma estadounidense de renta fija Pacific Investment
Management Corp. "Como resultado, las economías vecinas se
han convertido en coberturas parciales para exposiciones que no
se pueden cubrir directa y totalmente".

Países como Bélgica, Austria y Francia, en
todo caso, deberían ser capaces de sortear un asalto
contra sus bonos pese a su alto endeudamiento porque no dependen
de los inversionistas extranjeros para financiar sus
déficits, señala Sebastien Galy, estratega
cambiario de BNP Paribas en Nueva York.

La transmisión de presiones especulativas desde
un país, banco o moneda a otro, un fenómeno
conocido como "contagio financiero", ha sido el motor de algunas
de las peores crisis financieras de los últimos
años. A menudo, la presión se traspasa de un grupo
de activos financieros a otros a medida que los inversionistas
reaccionan a las pérdidas al liquidar otros activos en su
portafolio.

Durante la crisis asiática de
1997, que partió con la devaluación de la moneda
tailandesa, una serie de países con importantes
déficits en cuenta corriente se vieron afectados. Esto es
lo que parece ocurrir ahora con la zona euro, señala
Ricardo Hausmann, profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de
la Universidad de Harvard y ex ministro de Planificación
de Venezuela.

Algunos pesimistas sostienen que Francia, Bélgica
y otros países europeos probablemente tendrán que
intervenir y encabezar algún tipo de operación de
rescate de las economías más
débiles.

"La enorme exposición de los bancos alemanes
y franceses a Portugal, Irlanda, Grecia y España explica
por qué las mayores economías de Europa
están actuando para rescatar a sus vecinos del sur,
según el informe de Société
Générale titulado Casamiento griego"…
La
banca europea tiene 1,5 billones expuestos a los países
con problemas (Expansión – 12/2/10)

La ilustración muestra
cuánto dinero tienen en juego los bancos alemanes,
franceses, suizos y británicos en los países
conocidos por el acrónimo "PIGS" (Portugal, Irlanda,
Grecia y España) y que genera incomodidad porque PIG es
cerdo, en inglés.

Monografias.com

Sólo los bancos alemanes y
franceses tienen una exposición combinada de 119.000
millones de dólares (86.988 millones de euros) a Grecia y
909.000 millones de dólares (664.479 millones de euros) en
los cuatro países, según datos del Banco
Internacional de Pagos.

En general, los bancos europeos tienen
253.000 millones de dólares (185.000 millones de euros) en
Grecia y 2,1 billones de dólares (1,53 billones de euros)
en los cuatro países en problemas.

"La exposición es enorme", afirma
Klaus Baader, segundo economista para Europa de
Société Générale en Londres. "La
crisis en Grecia no es un asunto tan solo de Grecia, sino un
problema concreto para todo el sector bancario de Europa. Eso
explica el interés de los ministros de finanzas en
estabilizar la situación".

Los líderes de la eurozona de 16 países
dijeron el 11 de febrero que actuarán para ayudar a Grecia
a reducir su déficit de presupuesto y salvaguardar la
estabilidad financiera de la región, en caso de ser
necesario.

Grecia está luchando por convencer a los
inversores de que puede reducir su déficit desde el 12,7%
del producto interior bruto, nivel que ha desencadenado una
crisis en los mercados financieros.

España, Portugal e Irlanda, que también
están sufriendo por sus elevados déficits tras
sucumbir a la peor recesión desde la Segunda Guerra
Mundial, se han visto inmersos en una espiral de crecientes
diferenciales en los bonos y alzas en los CDS (seguros contra el
impago, que son indicadores del riesgo crediticio).

La prima que los inversores piden por tener bonos a 10
años de los cuatro países que generan dudas, en
lugar de la deuda alemana, y el costo de asegurarse contra un
impago, se ha disparado este año.

"Las situaciones de los países hacen peligrar las
finanzas de naciones fiscalmente más fuertes", dijo
Baader. "Esa es una razón por la que el tono
cambió".

"Alemania y Francia han sugerido en los
últimos días que el rescate de Grecia podría
ser necesario para salvaguardar la zona euro, pero ambos
países podrían tener una motivación
más apremiante: proteger sus propios bancos"…
La
deuda pesa sobre los bancos de Francia y Alemania (The Wall
Street Journal – 19/2/10)

La exposición crediticia
combinada de los bancos alemanes y franceses sólo a Grecia
es de US$ 119.000 millones y alcanza más de $ 900.000
millones cuando se suma a Grecia otros países en la
vulnerable periferia de la zona euro: Portugal, Irlanda y
España.

Juntos, los sectores bancarios de Francia y Alemania
representan aproximadamente la mitad de toda la exposición
de los bancos europeos a esos países. Casi la mitad de la
deuda en circulación es con España, según
datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI). Los datos
incluyen bonos gubernamentales, deuda corporativa y
préstamos personales.

El temor a esta exposición ha ayudado a hacer
caer las acciones bancarias en las últimas semanas. El
índice DJ Stoxx de bancos europeos ha bajado 12,5% en el
último mes frente al 7% del índice general
paneuropeo. Entre los grandes perdedores se encuentran el
alemán Commerzbank, que ha retrocedido 15% en este
período, y el francés BNP Paribas, que
descendió 14%.

Mientras tanto, el costo de asegurarse contra una
cesación de pagos en muchos bancos alemanes y franceses,
medida por los diferenciales de los seguros contra
cesación de pagos de su deuda principal, se ha
incrementado ligeramente desde diciembre.

Los temores de que los bancos franceses y alemanes
caigan víctimas de la crisis crediticia griega ayuda a
explicar porqué París y Berlín han
señalado que pondrían en marcha un rescate
políticamente impopular de Grecia, a la vez que intentan
forzar a Atenas a tomar penosas medidas de austeridad.

Monografias.com

"Lo que parece haber galvanizado a la gente es la
comprensión de que la mayoría de la banca europea
está muy expuesta al sur de Europa, especialmente a
Grecia", dijeron economistas de Société
Générale en un comunicado a clientes a finales de
la semana pasada.

Si Atenas entrara en cesación de pagos, los
inversionistas podrían dudar si los bancos franceses y
alemanes tienen como soportar las posibles pérdidas, lo
que provocaría un pánico que podría tener
repercusiones en todo el sistema financiero.

La información sobre la exposición
individual de los bancos es escasa, lo que lleva a los
inversionistas a tratar de adivinar dónde se encuentran
los mayores peligros. El BPI no provee estos datos.

Josef Ackermann, presidente ejecutivo de Deutsche Bank
AG, calificó de "relativamente pequeña" la
exposición de su entidad a Grecia. El banco declinó
proveer más detalles sobre el volumen de deuda griega o la
de otros países vulnerables de la zona euro en su
balance.

Entre los bancos que cotizan en bolsa, Commerzbank, a
través de su banco especializado en bienes raíces y
su división de finanzas públicas, Eurohypo AG,
tiene una de las mayores exposiciones, afirman analistas. La
exposición combinada a España y Portugal
representó 19%, o 13.300 millones de euros (US$ 18.090
millones), del negocio de bonos gubernamentales, o finanzas
públicas, de Eurohypo en el primer semestre de 2009,
según un informe del banco.

La alicaída financiera hipotecaria Hypo Real
Estate Holding AG está expuesta a través de su
división Deutsche Pfandbriefbank. Este negocio
informó que su exposición a España es de
21.000 millones de euros (US$ 28.490 millones) del total en el
sector público de 294.000 millones de euros (US$ 398.870
millones), mientras que Grecia representa unos 10.000 millones
(US$ 13.567 millones), según cifras de 2008. Hypo fue
nacionalizada el año pasado debido a su exposición
a la burbuja inmobiliaria.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
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