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La Unión Europea llama a revisión al Euro la casa está en llamas I (página 9)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

"Increíble pero cierto. Después de
sufrir una salida histórica de patrimonio -que a su vez
obligó a las famosas fire sales de activos que
incrementaron aún más sus pérdidas-, de ser
señalados como uno de los grandes culpables de la crisis
por sus posiciones especulativas y de sufrir una purga sin
precedentes en la que ha desaparecido buena parte de la
industria, los hedge funds han vuelto"…
Los hedge funds
recuperan el patrimonio anterior a la crisis (El Economista –
16/3/10)

Y lo han hecho para cumplir la misión que les
hizo nacer: batir la rentabilidad de los mercados con una
protección contra las caídas.

Así, Deutsche Bank espera que logren una entrada
neta de patrimonio de 222.000 millones de dólares este
año, lo que devolvería el volumen gestionado a los
niveles anteriores a la crisis: 1,722 billones. Una encuesta
realizada por el banco alemán entre inversores de hedge
funds encuentra que el 73% de ellos predicen un aumento del
patrimonio del sector superior a 100.000 millones en
2010.

Los activos de esta industria alcanzaron casi 1,9
billones en 2007, pero la quiebra de Lehman Brothers y la
prohibición de las posiciones cortas en valores bancarios,
provocó unas pérdidas récord a estos fondos,
así como unos reembolsos sin precedentes. A finales de
2008, los activos habían caído a 1,4 billones y
unos 1.500 fondos habían sido liquidados.

"El presidente del Banco Central Europeo,
Jean-Claude Trichet, se ha unido a los llamamientos realizados
por Alemania y Francia para poner freno a la especulación
con los seguros contra el impago de la deuda de un país
tras las denuncias sobre el uso de este tipo de derivados en los
ataques del mercado contra Grecia"…
Trichet también
reclama más controles sobre los CDS (El Economista –
19/3/10)

"Necesitamos más transparencia en
los mercados de CDS (credit default swaps o seguros contra el
riesgo de impago). La transparencia de los mercados es un bien
público. Las autoridades deben poder reunir
información para valorar los riesgos posibles para la
estabilidad financiera y detectar posibles conductas
inadecuadas", ha reclamado el francés Jean-Claude Trichet,
presidente del Banco Central Europeo (BCE), durante su
intervención hoy en una conferencia en Bruselas titulada
Construir un marco para la gestión de crisis en el mercado
interior europeo.

"Los reguladores tienen que garantizar
que los participantes en los mercados financieros se comportan
dentro del respeto de las reglas y que comportamientos
inadecuados no sean nuevas fuentes de riesgos",
añadió Trichet antes de "subrayar la importancia de
que ciertos instrumentos financieros, que fueron introducidos por
sus efectos positivos para cubrir riesgos, no deberían ser
mal utilizados para especular".

"Los mercados financieros no siempre son eficientes. No
siempre son amplios, ni líquidos, ni representan una
competencia justa de puntos de vista y posiciones",
lamentó el presidente del BCE. "Con frecuencia, segmentos
específicos del mercado pueden ser oligopolísticos,
dominados por unos pocos grandes actores. En tales mercados
oligopolísticos, el manejo de la información es
particularmente problemático, dado que los puntos de vista
de los actores dominantes pueden evolucionar de maneras y
establecer tendencias que, como un rebaño, muevan los
valores fuera de la línea de lo que está
justificado", alertó.

Las tribulaciones del
euro (tan cerca de los mercados y tan lejos de Dios)

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"Por primera vez desde la creación de la
moneda única existe el riesgo de una ruptura de la zona
euro. Los inversores ya no descartan un rescate de países
por parte de Bruselas e, incluso, el abandono o la
expulsión del euro. Por el momento, las dudas acechan a
Grecia e Irlanda"…
La "opción nuclear" cobra
fuerza: abandonar el euro para evitar el crack (Libertad Digital
14/12/09)

La crisis de la deuda pública
puede desembocar en la ruptura de la Unión Monetaria. En
la actualidad, este es uno de los debates que cobra fuerza entre
los inversores. Es la denominada "opción nuclear":
expulsión o abandono del euro de países al borde de
la quiebra, con todo lo que ello implicaría
(devaluación monetaria, impagos masivos de la deuda
contraída en euros, ruptura de la zona
euro…).

Grecia ocupa el centro de
atención, ya que se trata del primer país de la
zona euro que se enfrenta al riesgo real de quiebra. Pero no es
el único. Grecia e Irlanda presentan una situación
económica "insostenible", que puede llegar a desembocar en
operaciones de rescate por parte de Bruselas o el Fondo Monetario
internacional (FMI) e, incluso, una salida de la zona del euro a
finales del próximo año, según el banco
británico Standard Bank.

La ausencia de un mecanismo que permita transferencias
fiscales entre países miembros de la zona euro
podría socavar al sistema cambiario, alerta Steve Barrow,
jefe de estrategia de divisas en el banco en Londres.

La creciente desconfianza de los inversores sobre la
solvencia de las cuentas públicas griegas podría
disparar el diferencial (spread) de los bonos griegos a 10
años con respecto a la deuda alemana desde los 200 puntos
básicos de hoy hasta los 400 en 2010 para poder colocarlos
en el mercado, según dicha entidad. El diferencial de los
bonos irlandeses también puede saltar por los aires. En
concreto, desde los 170 puntos actuales hasta un nivel
próximo a los 300 puntos respecto al bono
alemán.

Ambos aumentos implicarían un encarecimiento muy
significativo del servicio de la deuda en ambos países. Es
decir, estos gobiernos tendrían que dedicar cada
año casi el doble de recursos públicos al pago de
intereses. Pese a ello, tanto Irlanda como Grecia insisten en
descartar de forma categórica el abandono del euro
así como un posible default (suspensión de
pagos).

Sin embargo, este debate, impensable hace apenas dos
años, constituye hoy en día uno de los centros de
atención más importantes de los analistas e
inversores. De este modo, el dilema de la UE sigue su curso, esto
es rescates o expulsión de países.

Así, la compañía de análisis
global Stratford señala que, finalmente, se
impondrá el rescate de Grecia con el fin de evitar un
efecto dominó que podría arrastrar hacia el crack a
otros países miembros. Y es que, el analista de la
compañía Peter Zeihan alerta de que si cae Grecia,
Italia, España y Portugal irán detrás -el
denominado grupo de los PIGS-, al igual que Irlanda.

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De una forma similar opina Robert Prechter,
probablemente el analista técnico más famoso a
nivel mundial, presidente de Elliott Wave International. En
concreto, advierte de que los PIGS se enfrentan al crack en el
seno de la UE y, por lo tanto, son las "grietas" de la
Unión Monetaria.

El problema en este caso son las reticencias por parte
de Alemania a un rescate interno de países. Además,
un rescate de este estilo se firmaría únicamente
bajo duras condiciones: Bruselas pasaría a tomar el
control del sistema financiero y presupuestario
griego.

Los problemas de Grecia

El problema de Grecia radica en su elevado
déficit presupuestario, próximo al 13% del PIB en
2009, a lo largo de los últimos años. Y es que,
Grecia presenta el mayor nivel de gasto público de toda la
UE: el gasto del Gobierno en programas sociales superó el
20% del PIB en 2008 frente al 13,9% en 1997, por encima de Italia
(17,7% del PIB) y Francia (17,5%).

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Por si ello fuera poco, según Stratford, el
sistema financiero griego está muy expuesto a la crisis
del Este de Europa. El problema es que, a diferencia de la banca
italiana y austríaca, los bancos griegos no sean capaces
de refinanciar estos préstamos o absorber las
pérdidas derivadas de sus filiales en el
extranjero.

Síntoma inequívoco de esta fragilidad es
la demanda de liquidez proveniente del Banco Central Europea
(BCE). Los bancos griegos han recibido 40.000 millones de euros
del BCE de una cuantía total de 665.000 millones a la
banca de la eurozona. Es decir, entre el 6% y el 7% de la
financiación extraordinaria concedida por el organismo
monetario, cuando su peso económico dentro de la UE es del
2,5%. La banca griega es, junto a la irlandesa, la más
dependiente de los préstamos del BCE.

Por ello, Grecia supone todo un "desafió" para la
estabilidad de la Unión Monetaria, según indica el
analista Ambrose Evans-Pritchard en The Telegraph. Y es que, pese
a que el Gobierno heleno ha prometido a Bruselas aplicar un
drástico recorte del gasto público en 2010, que
incluiría rebaja de salarios a los funcionarios, las
revueltas y protestas sociales amenazan con echar por tierra este
plan de austeridad.

El primer ministro griego, George Papandreu, parece
ahora dar marcha atrás al señalar que "los
trabajadores asalariados no pagarán la situación:
no vamos a proceder a la congelación ni a recortes
salariales. No hemos llegado al poder para echar abajo el estado
social".

El nuevo Gobierno socialista griego se
enfrenta a una situación similar a la de Argentina en
2001, con protestas sociales de gran calado. Por ello,
Evans-Pritchard indica que, en caso de no permitir una dura
deflación interna de precios y salarios, la única
salida para evitar la bancarrota será abandonar el euro y
así poder devaluar su nueva moneda nacional.

"La crisis financiera ha puesto de manifiesto las
carencias regulatorias de las que adolece la Unión Europea
en los mercados de crédito. Por ello se están
aprobando una serie de normas con las que la UE va avanzando en
el objetivo de suprimir las deficiencias detectadas a raíz
de la crisis"…
Los mercados financieros de la UE se
blindan frente a la crisis (El Economista –
15/12/09)

Las últimas en entrar en vigor han sido dos
directivas y un reglamento, fechados el 16 de septiembre y el 13
de julio y publicados en el Diario Oficial de la Unión
Europea el 17 de noviembre. Este paquete de medidas entró
en vigor el pasado lunes 7 de diciembre.

Uno de los objetivos que se ha marcado la Unión
Europea ha sido lograr mejorar la normativa que afecta a las
agencias de calificación crediticia (agencias de rating)
comunitarias, con el fin de alcanzar mayores niveles de
independencia, objetividad y calidad. Pese a la enorme influencia
que tienen estas agencias en el mercado financiero, sólo
están sujetas al Derecho comunitario en determinados
ámbitos.

Por ello, Bruselas estima fundamental establecer normas
que garanticen que todas las calificaciones crediticias emitidas
por las agencias de rating registradas en la UE sean de adecuada
calidad y estén emitidas por agencias de
calificación crediticia sujetas a requisitos estrictos, ya
que la divergencia en cuanto a los requisitos de calidad
podría generar distintos niveles de protección de
los inversores y de los consumidores.

Además, los usuarios deben tener la posibilidad
de comparar las calificaciones emitidas en la UE con las emitidas
a nivel internacional.

Con la aprobación del Reglamento 1060/2009, de 16
de septiembre de 2009, sobre las agencias de calificación
crediticia se persigue, como objetivo principal, la
protección de la estabilidad de los mercados financieros y
de los inversores.

A fin de velar por que los inversores y los consumidores
mantengan un elevado nivel de confianza en el mercado interior,
las agencias que emitan calificaciones crediticias en la UE
deberán estar sujetas a inscripción en un registro.
Dicho registro será el principal requisito previo para que
las agencias de rating emitan calificaciones destinadas a ser
utilizadas a efectos de regulación en la UE.

Así, las agencias de calificación
crediticia registradas por la autoridad competente de un Estado
miembro deben estar autorizadas a emitir calificaciones en toda
la comunidad, para lo que se instaurará un procedimiento
único de inscripción registral.

La nueva norma introduce también un
régimen de refrendo que permite a estas entidades
establecidas en la Comunidad y registradas de conformidad con
este Reglamento validar calificaciones crediticias emitidas en
terceros países.

A lo que añade que aquéllas cuyo domicilio
social esté situado fuera de la UE estarán
obligadas a establecer una filial en esta, de modo que las
actividades que ejerzan en territorio comunitario puedan ser
supervisadas eficazmente y pueda utilizarse el régimen de
refrendo.

Por otra parte, a fin de evitar posibles conflictos de
interés, las agencias deberán centrar su actividad
profesional en la emisión de calificaciones crediticias y
no estarán autorizadas a prestar servicios de
consultoría o asesoramiento. En particular, no
podrán efectuar propuestas o recomendaciones sobre la
configuración de un instrumento de financiación
estructurada. Sin embargo, sí podrán prestar
servicios auxiliares, siempre que ello no genere conflictos de
interés con la emisión de calificaciones
crediticias.

El Reglamento establece la obligación de hacer
pública la información sobre los métodos,
los modelos y las hipótesis fundamentales que utilicen en
sus actividades de calificación, si bien la
información divulgada sobre modelos no debe revelar
información comercial reservada ni obstaculizar seriamente
la innovación. Asimismo, toda modificación
sustancial de los métodos y las prácticas, los
procedimientos y los procesos deberá divulgarse antes de
su aplicación, salvo cuando, debido a condiciones extremas
de mercado sea preciso modificar la calificación de forma
inmediata.

Además, recuerda el Reglamento que, en su calidad
de empresas, estas instituciones están obligadas a
garantizar la independencia de, como mínimo, un tercio de
los miembros del consejo de administración o de
supervisión, pero no menos de dos de ellos.

Los analistas y personas encargadas de aprobar las
calificaciones crediticias deberán estar sujetos a un
mecanismo de rotación adecuado que dé lugar a
cambios graduales en los equipos de análisis y en los
comités de calificación, como ocurre en las
auditorías.

Por su parte, los Estados miembros tendrán que
establecer normas relativas a las sanciones aplicables a los
supuestos de infracción que establece este Reglamento y
velar por su ejecución.

La crisis en los mercados financieros internacionales ha
demostrado que conviene examinar la necesaria reforma del modelo
regulador y de supervisión del sector financiero de la
Unión Europea.

Así lo advierte la Directiva 2009/111/CE, de 16
de septiembre de 2009, por la que se modifican las Directivas
2006/48/CE, 2006/49/CE y 2007/64/CE en lo que respecta a los
bancos afiliados a un organismo central, a determinados elementos
de los fondos propios, a los grandes riesgos, al régimen
de supervisión y a la gestión de crisis. Esta
directiva representa un paso importante para abordar las
deficiencias que han conducido a la crisis financiera.

En vistas a lograr una supervisión prudencial
más eficiente de los grupos bancarios en base consolidada,
el texto regulatorio estima oportuno coordinar de forma
más eficaz las actividades de supervisión. Para
ello, esta directiva establece colegios de supervisores con el
fin de racionalizar la cooperación y la convergencia de la
Unión Europea en materia de supervisión.

Según explica la directiva, la
instauración de estos colegios no deberá afectar a
los derechos y responsabilidades de las autoridades competentes
en virtud de la Directiva 2006/48/CE, sino que tendrá que
servir de instrumento para una cooperación más
intensa que permita a las autoridades competentes llegar a un
acuerdo sobre las tareas de supervisión fundamentales. Los
colegios deberán permitir la supervisión corriente
y hacer frente a las situaciones de urgencia con mayor
facilidad.

"El euro se tambaleó ayer a medida que la
preocupación ligada a la deuda se propagó por toda
la zona euro desde Grecia, donde las promesas de austeridad y
rigor fiscal no lograron calmar los temores de los
inversionistas"…
El euro se tambalea y se extienden los
temores por los problemas de deuda (The Wall Street Journal –
16/12/09)

El euro cayó en un momento el 15 de diciembre a
US$ 1,4505, su nivel más bajo desde principios de octubre,
reflejando los temores de que la recuperación
económica del bloque podría
descarrilarse.

Grecia es sólo "la punta del
iceberg" de los miembros de la zona euro con grandes problemas
fiscales, señaló Norbert Barthle, vocero de
presupuesto de la gobernante Unión Demócrata
Cristiana de la canciller alemana Angela Merkel.

Los déficits presupuestarios que
explotaron en las economías más débiles como
Grecia, Irlanda, Portugal y España han obligado a los
países más fuertes, liderados por Alemania, a
pensar sobre un posible rescate de Grecia, si resulta necesario
para apuntalar a otros miembros de la zona euro.

La nacionalización de un banco austríaco
el 14 de diciembre, junto con rumores de problemas en otro
prestamista de ese país expuesto a Europa del Este, donde
la crisis tuvo un fuerte impacto, también alteró
los mercados.

Déficits en ascenso como el de
Grecia ponen a prueba la credibilidad del pacto de estabilidad de
la zona euro, bajo el cual los gobiernos prometen no gastar de
forma desmedida y cuentan con que los otros miembros del bloque
monetario de 16 miembros los rescatarán.

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"Grecia es vista en el mercado como un
ejemplo de lo que podría pasarles a otros países en
la zona euro", afirma Diego Iscaro, economista de IHS Global
Insight en Londres. "Europa tiene muchos tratados pero no tiene
un mecanismo claro sobre cómo manejar estos casos",
agrega.

Nuevas señales de crisis en el sector bancario de
Europa causaron preocupación sobre la periferia de la zona
euro. Viena reaccionó para calmar temores sobre su sistema
bancario cuando el banco central austriaco negó informes
de prensa locales de que un gran prestamista cooperativo,
Österreichische Volksbanken AG, estaba en una lista de
alerta de bancos en problemas (15/12). El informe, publicado en
el diario Die Presse, fue suficiente para afectar las acciones de
los bancos austriacos y poner más presión sobre el
euro, un día después de que Austria sorprendiera a
los mercados al nacionalizar un prestamista regional clave, Hypo
Group Alpe Adria.

El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude
Trichet, hizo lobby en persona ante las autoridades austriacas
para nacionalizar Hypo Group durante el segundo fin de semana de
diciembre, al temer que la quiebra del prestamista podría
poner a los mercados financieros en contra de otros bancos de la
zona euro con una alta exposición a Europa del
Este.

Grecia no tiene una salida fácil de sus problemas
de presupuesto. La perspectiva de la austeridad ya desató
protestas por parte de jubilados, estudiantes y sindicatos del
sector público en las primeras dos semanas del mes de
diciembre, y los funcionarios temen una ola de agitación
social.

Los políticos y los mercados financieros "quieren
que nos pongamos los zapatos de los irlandeses", señala el
trabajador portuario y líder sindical Theodoros Koutras,
al aludir a los profundos recortes en el gasto estatal y en los
salarios que Irlanda anunció para controlar su
déficit.

La confederación sindical de Koutras, respaldada
por los comunistas, el Frente Militante de Todos los
Trabajadores, busca movilizar a cintos de miles de trabajadores
en una huelga nacional este próximo jueves.

Hasta ahora, el gobierno ha evitado cualquier clase de
recortes en los salarios estatales al estilo de Irlanda. Los
mercados están castigando a Grecia por no anunciar nuevos
pasos concretos para volver a tener bajo control las finanzas del
gobierno, afirmaron muchos analistas.

En un discurso televisado el lunes 14 de diciembre, el
Primer Ministro griego, George Papandreu, estableció la
meta de reducir el déficit presupuestal del actual 13% del
Producto Interno Bruto a menos de 3% en un lapso de cuatro
años.

Los gobiernos de la Unión Europea, los mercados
financieros y las agencias de calificación de
crédito están ejerciendo presión sobre
Grecia para que ponga en marcha sus promesas con un plan de
acción concreto antes de enero. El ministro de Finanzas
griego, George Papaconstantinou, visitó Berlín y
París el martes 15/12, escalas de una gira que busca
tranquilizar a los gobiernos de la UE en Londres y
Fráncfort. Papaconstantinou les dijo a periodistas en
París que no negociaba un rescate.

Funcionarios de la Unión Europea han hecho
énfasis, tanto pública como privadamente, que es
probable que Grecia no necesite un rescate, siempre y cuando
cumpla sus promesas. Pero si los mercados se niegan a financiar
el déficit del país en algún momento,
tendría que acudir a un préstamo de los
países de la UE, el FMI o una combinación de los
dos.

– La tragedia griega del euro (Expansión –
16/12/09)

(Por Edin Mujagic) Lectura recomendada

Cuando se introdujo el euro en 1999, los
países europeos acordaron que la disciplina fiscal era
esencial para su estabilidad.

Si bien la moneda común ha
beneficiado a todos los países que la han adoptado -entre
otras cosas, como ancla en la crisis económica actual-, el
incumplimiento de su acuerdo por parte de los miembros de la zona
del euro podría aún convertir esta moneda en un
desastre.

De hecho, demasiados miembros actúan como si no
existiera el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El estado de la
hacienda pública griega, por ejemplo, es "un motivo de
preocupación para toda la zona del euro", según el
Comisario de Asuntos Monetarios, Joaquín Almunia. Se
espera que este año el déficit fiscal de Grecia
alcance el 12,7 por ciento del PIB, lo que supera con mucho el
límite del 3% del PIB fijado por el Pacto de
Estabilidad.

Naturalmente, todos los miembros de la zona del euro
están superando el límite del déficit a
consecuencia de la crisis, pero pensemos en los Países
Bajos, que lo harán este año sólo por
segunda vez desde 1999. Cuando los Países Bajos superaron
por primera vez ese límite -y sólo en el 0,1% del
PIB-, el Gobierno adoptó inmediatamente medidas rigurosas
para frenar el déficit. Alemania y Austria actuaron del
mismo modo. Esos países están ya
esforzándose por reducir su déficit lo antes
posible.

En el sur de Europa, la situación es muy
diferente. La superación del límite de
déficit es la regla y no la excepción. De hecho, a
lo largo de todo el primer decenio del euro Grecia se las
arregló para mantenerse dentro de los límites del
Pacto sólo una vez, en 2006 (y por un margen
mínimo). Además, el Gobierno griego resultó
no ser digno de confianza.

En 2004, Grecia reconoció haber mentido sobre el
tamaño de su déficit desde 2000, los años
utilizados precisamente para evaluar la solicitud por parte de
Grecia de ingreso en la zona del euro. Dicho de otro modo, Grecia
reunió los requisitos sólo mediante engaño.
En noviembre de 2009, parece que el Gobierno griego volvió
a mentir, esa vez sobre el déficit de 2008 y el proyectado
para 2009.

También Italia tiene una larga historia de
negligencia para con las normas fiscales europeas (como
también Portugal y Francia). Como Grecia, Italia fue
admitida en la zona del euro pese a distar años-luz del
cumplimiento de todos los criterios. La deuda pública en
los dos países superaba con mucho el 100%, frente al
umbral del 60% establecido por el plan de estabilidad. Italia
tampoco cumplía otro criterio, pues su divisa, la lira, no
había permanecido los dos años obligatorios dentro
del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio.

Despilfarro masivo

Diez años después, parece que el tiempo
hubiera estado parado en el sur. Las deudas públicas de
Grecia e Italia permanecen casi inalteradas, pese a que los dos
países son los que más se han beneficiado del euro,
pues sus tipos de interés a largo plazo disminuyeron hasta
niveles alemanes a raíz de su adopción.

Ya sólo eso rindió un inesperado beneficio
de decenas de miles de millones de euros al año, pero
apenas hizo mella en su deuda nacional, lo que sólo puede
significar una cosa: un despilfarro masivo. Resulta evidente en
sus calificaciones crediticias. Grecia cuenta con la menor
calificación de la zona del euro. Standard & Poor's ha
puesto en estudio la ya baja calificación A- con vistas a
una posible reducción de su categoría. Fitch ha
reducido la calificación de Grecia a BBB+, el tercer grado
por abajo en materia de inversión. De hecho, esas
calificaciones significan que Grecia es mucho menos solvente que,
por ejemplo, Botsuana y Malasia, que tienen la
calificación A+.

¿Y si la situación de Grecia se complica
hasta el punto de no poder amortizar los intereses de su deuda?
No es algo imposible. Según los cálculos de Morgan
Stanley, con unos tipos de interés relativamente bajos a
largo plazo Grecia necesita un superávit primario de al
menos 2,4% del PIB todos los años simplemente para
estabilizar su deuda nacional en el 118%.

Las normas europeas actuales prohíben a otros
países europeos o a la propia UE ayudar a Grecia, pero la
historia reciente nos enseña que las normas europeas
están hechas para no cumplirse. Ya hay muchos (ex)
políticos y economistas (¡no se concederá
premio alguno a quien adivine de dónde proceden!)
están proponiendo que la UE emita su deuda soberana, lo
que aliviaría los problemas de países como Grecia e
Italia. Pero semejantes planes tendrían un costo elevado.
Castigarían a gobiernos fiscalmente prudentes, pues los
tipos de interés aumentarían inevitablemente en
países como los Países Bajos o Alemania.

Tan sólo un aumento del 0,1% de los costes del
endeudamiento ascendería a centenares de millones de euros
en pagos suplementarios de servicio de la deuda al año.
Además, aun cuando nunca se llegara a ejecutar el plan de
deuda soberana de la UE, los países fiscalmente prudentes
de la zona del euro afrontarán mayores costes de
endeudamiento. A medida que se ahonde la integración
financiera en Europa, la falta de disciplina fiscal en uno o
más países de la zona del euro provocará un
aumento de los tipos de interés en toda esa zona
monetaria.

Conforme a las normas actuales, no se puede expulsar a
un miembro de la zona del euro, lo que permite a países
como Grecia mentir, manipular, chantajear y recibir cada vez
más fondos de la UE. A largo plazo, resultará
desastroso para una mayor cooperación europea, porque el
apoyo público menguará. Así, pues, Europa
debe examinar la posibilidad de cargar con los costos a corto
plazo de un cambio de las reglas de juego. Si la expulsión
de incluso un miembro pudiera establecer un mecanismo más
creíble para garantizar la disciplina fiscal en la zona
del euro que el Pacto de Estabilidad y Desarrollo y las multas
financieras hasta ahora, el precio valdría la pena
más que de sobra.

(Economista especializado en asuntos monetarios en la
Universidad de Tilburg y asesor sobre asuntos monetarios europeos
de ECR Research Ltd.)

"Tras dos años marcados por el colapso de los
sistemas bancarios y la recesión, la zona euro se apresta
a iniciar 2010 con una crisis de deuda de marca
mayor.

La Comisión Europea advierte que las finanzas
de la mitad de los 16 países que integran la zona euro
corren un riesgo alto de volverse insostenibles"…
Europa
lucha por reducir su deuda sin ahogar el débil repunte
económico (The Wall Street Journal –
30/12/09)

Los gobiernos pasarán el año 2010 y los
siguientes tratando de equilibrar la apremiante necesidad de
reducir el déficit sin poner en peligro lo que parece ser
una débil reactivación económica. Incluso
los optimistas más acérrimos en Bruselas y
Fráncfort anticipan un proceso accidentado, en el que las
firmas de calificación de crédito se disponen a
realizar nuevas rebajas y los mercados de bonos evaluarán
a diario la solidez de las políticas
gubernamentales.

La calificación de la deuda de Grecia y
España ya sufrió una rebaja. Irlanda y Portugal han
sido alertados de que podrían ser los próximos en
la lista. Fitch advirtió en un informe de diciembre que el
Reino Unido (que no está en la eurozona) y España y
Francia (que sí lo están) corren el riesgo de
sufrir rebajas si en el año 2010 no ponen en marcha
programas de reducción de deuda más
creíbles, dado el ritmo de su deterioro fiscal.

Mientras el joven bloque cambiario afronta la primera
gran prueba, los mercados financieros cubren sus espaldas. El
euro cerró 2009 con una caída respecto a sus
máximos del año y las acciones bancarias declinaron
ante la percepción de que sus portafolios de bonos
gubernamentales podrían perder valor.

Los economistas temen que el perjuicio fiscal
podría tardar años en repararse. La recesión
que se ha apoderado de la zona euro desde mediados de 2008
derrumbó la recaudación tributaria y disparó
los costos de los sistemas de protección social. Los miles
de millones de euros destinados a los planes de estímulo
fiscal y rescates bancarios completaron la devastación de
las arcas gubernamentales.

Los inversionistas también temen una
recaída si los gobiernos se apresuran demasiado a
consolidar sus presupuestos y asfixian la recuperación
económica. Si los gobiernos se demoran mucho en reducir la
deuda, no obstante, arriesgan nuevas rebajas a su
calificación de deuda y un mayor riesgo de cesaciones de
pagos. Los déficits fiscales de la región
aumentaron a 6,4% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2009,
respecto al 2% del año previo. La UE proyecta que la
brecha ascienda a casi 7% del PIB en 2010.

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Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central
Europeo, no ha ocultado su temor de que la excesiva deuda fiscal
limite su capacidad para controlar la inflación y ha
exhortado en reiteradas ocasiones a los gobiernos para que no se
desborden. El BCE también reconoce que países como
Grecia y España podrían tener que tomar medidas
antes para reducir su déficit fiscal y la cantidad de
deuda en circulación en los mercados de bonos
europeos.

Alemania y Francia, en cambio, elevarán el gasto
para inyectar más estímulo fiscal en 2010, lo que
en el caso de Francia impulsará su déficit fiscal a
más de 8% del PIB, según las proyecciones de la UE.
La preocupación en Berlín y París es que el
alza del desempleo contribuya a restringir el consumo, por lo que
un retiro prematuro del apoyo gubernamental sería
contraproducente.

Los intentos por equilibrar las
políticas fiscales en el marco de una unión
cambiaria de muchos países ponen de relieve un escollo que
preocupaba a los escépticos antes del lanzamiento del euro
hace una década. Estos decían que una unión
monetaria no suplementada por una unión política
corría el riesgo de ver políticas fiscales
absolutamente dispares entre sus gobiernos miembros,
especialmente durante una recesión. 2010 será un
buen momento para demostrar que tales temores eran
infundados.

De todas maneras, el centro de atención a
principios de 2010 seguirá siendo Grecia y su
déficit fiscal del 12,7% del PIB, cuatro veces el
límite de la UE. El gobierno griego trata de gestar un
consenso político en el Parlamento para apoyar un plan de
reducción del gasto público sin provocar el rechazo
social visto en las calles del país a finales de
2009.

Europa le ha dicho a Atenas que tiene que solucionar el
problema sin ayuda externa, pero son pocos los que creen que la
zona euro permitiría que uno de sus miembros caiga en
cesación de pagos. Si la situación llega a tal
extremo, sería de esperar que los gobiernos de la eurozona
acudan con un plan de rescate para absorber parte de la deuda
griega o emitir garantías.

– Viene una década difícil para la
eurozona (Expansión – 7/1/10)

(Por Martin Wolf) Lectura recomendada

¿Qué habría pasado
durante la crisis financiera si no hubiera existido el euro? La
respuesta breve es que los miembros de la eurozona habrían
sufrido crisis monetarias.

Las monedas de países como
Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España se
habrían devaluado frente al marco alemán.
Ése es el resultado que los creadores de la zona euro
querían evitar y debemos reconocer que lo han conseguido.
Pero, si el tipo de cambio no se puede ajustar, habrá algo
que sí.

Ese "algo" son las economías de
los países periféricos de la eurozona, que padecen
una fuerte pérdida de competitividad frente a Alemania, el
primer exportador del mundo en productos de alta calidad. Les
deseo suerte. La economía de la eurozona es de suma
importancia, dado que es equiparable a la de EEUU y tres veces
más grande que las de Japón o China.

Hasta ahora, ha pasado la primera prueba. No obstante,
del segundo trimestre de 2008 al segundo trimestre de 2009, la
caída acumulada de EEUU fue tan sólo del 3,8%
frente al 5,1% de la eurozona (desde el primer trimestre de 2008
al segundo trimestre de 2009). Más importante que la
evolución de la eurozona en su conjunto es lo que ocurre
dentro de sus confines.

El punto de partida son los déficits por cuenta
corriente y los excedentes. En 2006, la zona estaba más o
menos ajustada. No obstante, Alemania tenía un enorme
excedente de 190.000 millones de dólares (6,5% del PIB),
cuando el de Holanda no superaba los 64.000 millones de
dólares (9,4% del PIB). En el otro extremo se
sitúan los importadores de capital, con España a la
cabeza, cuyo déficit asciende a 111.000 millones de
dólares (9% del PIB).

Muchos argumentan que, con una unión monetaria,
las disparidades entre los déficit por cuenta corriente
han dejado de importar. Se equivocan. ¿Qué
ocurriría si el resto del mundo retirara sus
préstamos? La respuesta es una recesión. Dentro de
un mismo país resulta sencillo desplazarse: la dificultad
reside muchas veces en traspasar fronteras.

Hay además otra diferencia aún mayor: el
Gobierno español no puede responder a las quejas de sus
desempleados argumentando que la situación no es tan
crítica en el resto de la zona euro: tiene que ofrecer una
solución a nivel nacional. La cuestión es
cuál.

Antes de la crisis, los países periféricos
tenían un exceso de demanda sobre la oferta, mientras los
países del centro avanzaban en la dirección
opuesta. Dado que sus posiciones fiscales eran similares, el
comportamiento de la demanda privada tenía que ser
distinto: en 2006, los sectores privados de Grecia, Irlanda,
Portugal y España gastaron mucho más de lo que
ingresaron, mientras que los de Alemania y Holanda gastaron mucho
menos. Después llegó la crisis.

Inevitablemente, afectó con más virulencia
a los sectores privados más extendidos. Entre 2006 y 2009,
los sectores privados de Irlanda, España y Grecia
aumentaron su balance entre ingresos y gastos un 16%, 15% y 10%
del PIB respectivamente. El resultado era de prever: un fuerte
deterioro de la posición fiscal. Esto pone de manifiesto
un argumento que los economistas parecen poco dispuestos a
asumir: que la posición fiscal es insostenible cuando la
financiación del sector privado también lo es. En
estos países, ésta última era insostenible y
todos fuimos testigos de sus desastrosas
consecuencias.

En su primera década de existencia, los
desequilibrios de la eurozona (y las burbujas asociadas)
terminaron por perjudicar seriamente al crédito de los
sectores privados de las economías más boyantes.
Ahora también se está viendo afectado el
crédito de sus sectores públicos. Aunque la
propagación del riesgo es ahora menor en los mercados
financieros, los que dependen de la deuda soberana de la eurozona
son una excepción.

La rentabilidad de los bonos alemanes a diez años
ha aumentado, cuando en su momento resultó ser
mínima. En el caso de Grecia, la rentabilidad ha alcanzado
los 274 puntos básicos. En opinión del economista
Charles Kindleberger, una economía abierta necesitaba un
hegemón cuyo cometido fuera ser el gastador y prestamista
de último recurso en una crisis.

El hegemón sería, por tanto, el
país con el mejor crédito: Alemania, en el caso de
la eurozona. Pero Alemania es un prestamista, no un prestatario y
así seguirá siendo. Así las cosas, los
prestatarios más débiles deberán cumplir su
función, con pésimos resultados para sus
calificaciones crediticias.

¿En qué lugar se
sitúan ahora los países periféricos? La
respuesta es una recesión estructural. En algún
momento tendrán que recortar sus déficits fiscales.
Sin compensaciones monetarias o cambiarias, la recesión
provocada por el colapso del gasto privado alimentado por su
burbuja podría empeorar.

Y, lo que es peor, en los años de
boom, estos países perdieron competitividad dentro de la
eurozona. Los tipos de interés dictados desde el BCE,
destinados a equilibrar la oferta y la demanda de la zona, eran
demasiado bajos para las economías que crecían a la
sombra de sus burbujas. La pérdida de competitividad
externa y la fuerte demanda interna ampliaron los déficits
externos. Estos generaron la demanda que necesitaban los
países centrales con un exceso de capacidad.

Por si fuera poco, dado que estos son muy competitivos a
nivel global y que la zona euro cuenta con una sólida
posición y una fuerte divisa, el euro ha seguido
revalorizándose. Eso perjudica a los países
periféricos: no pueden generar fácilmente un
excedente externo, como tampoco pueden reanudar el endeudamiento
del sector privado con facilidad ni sostener sus actuales
déficits fiscales. Aunque la emigración masiva es
una posibilidad, sin duda no es recomendable.

La inmigración de extranjeros con más
ingresos, que disfrutarían de viviendas ahora muy
devaluadas, sería una opción mucho más
adecuada. Aun así, en el peor de los casos, es probable
que fuera necesaria una depresión prolongada para
conseguir una reducción de los precios y de los salarios
nominales. Aunque Irlanda parece haber aceptado un futuro de
estas características, en el caso de España y
Grecia no ha sido así.

Además, el país afectado, también
sufriría una deflación de la deuda; con una
caída de los precios y de los salarios nominales, la carga
de deuda denominada en euros aumentaría. Cabría la
posibilidad de que se produjera una serie de impagos tanto en el
sector privado como en el público. La crisis de los
países periféricos de la eurozona no es casual: es
inherente al sistema.

Los miembros más débiles
tienen que encontrar el modo de salir de la trampa en la que se
encuentran. No recibirán mucha ayuda, ya que la eurozona
no suele ser un gastador de último recurso y el propio
euro está muy fuerte. Pero tienen que salir adelante.
Cuando se creó la eurozona, se cuestionó si era la
mejor unión monetaria posible. Ahora sabemos que no, pero
tendremos que averiguar si este hecho es tan grave.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

"¿Por qué preocuparse de los hechos
cuando la ficción es mucho más interesante? La
posibilidad de "abandonar la zona euro" está
extendiéndose (por así decirlo), ya que Grecia no
parece capaz de solucionar sus problemas fiscales. Hace
aproximadamente un año se planteó el mismo
"¿y si?" respecto a Irlanda. El año anterior fue
Italia. Analistas con muchísima imaginación han
empezado a preguntarse sobre el futuro del euro si cualquiera de
los países decidiera abandonarlo y volver a su moneda
nacional. Es necesario sacarlos de ese reino
fantástico"…
Atados al euro (El País –
17/1/10)

El razonamiento de quienes piensan que un país
podría dejar la zona euro es el siguiente. Un país
incluido en dicha zona y que no pueda o no esté dispuesto
a solucionar sus problemas de balanza de pago y endeudamiento no
puede devaluar para hacerse más competitivo. Si no puede
poner su casa en orden, por razones políticas, y otros
países no pueden ayudarlo, porque los actuales tratados lo
prohíben, no tendría más remedio que
abandonar el sistema. La consiguiente devaluación
restauraría su competitividad.

Pero esta historia tiene muchos peros. En primer lugar,
una medida así no podría tomarse de la noche a la
mañana, de modo que la consiguiente crisis de confianza
empeoraría los problemas del país en
cuestión. El mero hecho de acuñar y poner en
circulación nuevas monedas llevaría como
mínimo unos cuantos meses. El único modo de actuar
con rapidez e impedir una huida masiva de capitales sería
tomar medidas autoritarias como introducir controles de cambio de
moneda.

Está, además, la cuestión de la
deuda. Si el país que abandona el sistema decidiera
cambiar sus deudas en euros a la nueva moneda -para reducir los
costes que supone pagar la deuda-, los mercados lo
tratarían como un impago. Por tanto, en este frente la
devaluación no aportaría beneficios.

Todo el proceso desencadenaría importantes
enfrentamientos jurídicos y políticos. Esto lo
convertiría en algo mucho peor que una devaluación
normal como la sufrida por Rusia y las economías del este
de Asia a finales de la década de 1990, o la que
experimentó el Reino Unido a comienzos de la misma
década. El país en cuestión acabaría
perdiendo el apoyo de sus aliados más
importantes.

Por último, está la cuestión de la
credibilidad. A no ser que el país optase por una
autarquía como la cubana o la norcoreana, tendría
que esforzarse para conservar la credibilidad en los mercados
financieros. Eso supondría apretarse el cinturón,
exactamente lo que quería evitar en un
principio.

Naturalmente, su competitividad seguiría
beneficiándose de la devaluación. Pero hasta eso
quedaría erosionado por la inflación importada.
Teniendo en cuenta todos estos obstáculos, es algo que
sencillamente no va a suceder. –

"El Plan C sobre una posible expulsión de
países de la zona euro toma forma en un documento
jurídico elaborado por el Banco Central Europeo (BCE). El
organismo considera ya que el "riesgo de secesión" es un
"escenario posible". Los problemas fiscales de Grecia han
levantado la liebre"…
Trichet encarga un estudio
jurídico sobre la expulsión de países del
euro (Libertad Digital – 18/1/10)

El famoso Plan C que desde hace meses se
viene discutiendo en el seno de Bruselas sobre el posible
abandono o expulsión de países miembros de la zona
euro se ha materializado en un documento oficial elaborado por el
BCE. El estudio analiza desde un punto de vista jurídico
la posible "secesión" de la UE y la Unión
Monetaria, un asunto inconcebible hace apenas un
año.

Sin embargo, los graves problemas
fiscales por los que atraviesa Grecia, junto a España e
Irlanda han obligado al organismo monetario que preside Jean
Claude Trichet a pronunciarse de forma oficial sobre esta
posibilidad. Así, el documento en cuestión, emitido
en diciembre, examina los vericuetos jurídicos de la
"secesión" voluntaria y "expulsión" obligada de
países de la zona euro.

El estallido de la crisis financiera y las crecientes
dificultades presupuestarias por las que atraviesan algunos
gobiernos europeos, con el consiguiente incumplimiento del Pacto
de Estabilidad y Crecimiento de la UE (déficit
público máximo del 3% y deuda pública del
60% del PIB), hacen que, aunque sea una posibilidad "remota", no
se pueda descartar como "concebible" la expulsión o
abandono de algún país de la zona euro y la
UE.

En concreto, el documento del BCE señala que "los
acontecimientos recientes han, quizá, aumentado el riesgo
de secesión (modestamente), así como la urgencia de
abordar esta cuestión como un escenario posible". El
estudio concluye que el abandono de la zona euro supondría
también la expulsión de la UE, ya que todos los
miembros de la Unión deben ir integrándose, de
forma progresiva, a la Unión Monetaria, a excepción
de Gran Bretaña y Dinamarca, cuya adhesión a la UE
establece explícitamente una cláusula para no
adoptar el euro en sustitución de su moneda
nacional.

En la actualidad, abandonar la
Unión Monetaria (UEM) "sin una retirada paralela de la UE
sería legalmente imposible". Pese a ello, "si bien esto
puede suceder en la práctica, la expulsión de la UE
o de la UEM sería tan difícil, desde el punto de
vista conceptual y jurídico, que su probabilidad es
cercana a cero". La clave, sin embargo, es que el BCE ya no
descarta algo que hasta hace poco era, simplemente,
inconcebible.

Por ello, el BCE aboga por dotar de mayor transparencia
y seguridad jurídica a los preceptos relativos a la
expulsión o abandono voluntario de la zona euro en los
tratados comunitarios, y propone una revisión de este tipo
de normas. Es preferible que se "aclare" jurídicamente el
"silencio" que hasta ahora ha imperado en este tipo de
cuestiones.

Trichet ha endurecido su discurso en los últimos
días a raíz del descuadre presupuestario que
presentan países como Grecia, España o Irlanda. El
pasado viernes advirtió que ningún miembro del
bloque del euro debe esperar ningún tratamiento especial y
afirmó que son los gobiernos los que deben cumplir sus
deberes y tomar las decisiones necesarias, en referencia a la
ineludible reducción del agujero fiscal.

"Tenemos nuestras reglas, ningún gobierno debe
esperar un tratamiento especial en ningún caso. Ayudar no
es el problema, de hecho pertenecer a la zona euro ya supone una
ayuda, el problema es hacer el trabajo y tomar las decisiones que
hay que tomar", indicó.

De hecho, los ministros de Economía de los
Veintisiete tratarán la aplicación de posibles
sanciones a Grecia por falsear sus estadísticas
presupuestarias y examinarán si es creíble el nuevo
plan (enviado a Bruselas por el Gobierno de Atenas) para recortar
el déficit público desde el 12,7% del PIB en 2009
hasta el 2,8% en 2012.

La segunda semana de diciembre un grupo de expertos del
Fondo Monetario Internacional (FMI) desembarcó en Atenas
para asesorar al Gobierno griego sobre el endeudamiento del
país. La visita, que se realiza a petición griega,
coincide con la celebración de los 100 primeros
días de Gobierno del primer ministro, Giorgios Papandreu,
marcados por la más dura crisis económica en Grecia
en los últimos 50 años.

Los delegados del FMI se reunieron con varios ministros,
con la cúpula del banco emisor griego y con diversos
sectores económicos para asesorar sobre las medidas que
permitan solventar la grave situación de déficit
público y de endeudamiento del país.

La misión del FMI es ayudar al Gobierno griego
con "la reforma de las pensiones, la política fiscal, la
administración tributaria y la gestión
presupuestaria" aunque, de momento, se descarta otorgar
crédito alguno a Grecia, un punto que ha sido corroborado
por las autoridades griegas, informa Efe.

El miembro alemán del
comité ejecutivo del BCE, Jürgen Stark,
aseguró recientemente que la UE no ayudará a Grecia
a salir de sus problemas fiscales. El FMI, por el contrario,
anunció estar "preparado" para acudir al rescate del
país si es necesario.

Estas reuniones siguen a las celebradas a principios de
diciembre por funcionarios de la Comisión Europea (CE) y
del Banco Central Europeo (BCE) para contribuir a la
elaboración del Plan de Estabilidad y Desarrollo que
Grecia presentará en Bruselas a finales del mes de enero.
"La Comisión está evaluando la cuestión
(griega) con gran preocupación", según
declaró el comisario europeo Olli Rehn. "El Gobierno
griego es consciente de la gravedad de la
situación".

La deuda del país alcanza el 113% del PIB,
equivalente a 300.000 millones de euros. En diciembre, varias
agencias internacionales reaccionaron ante esas cifras con una
reducción de la calificación crediticia del
país.

"Las promesas de reforma fiscal no han convencido al
mercado y los seguros contra cesación de pago se han
disparado. Hay una agitada batalla en los mercados financieros
sobre qué significan los problemas fiscales de Grecia para
la unión monetaria europea y para el propio euro"…

La crisis de Grecia amenaza, pero no derriba al euro (The Wall
Street Journal – 21/1/10)

De un lado: los precios se disparan para los seguros
contra la cesación de pagos ligados a Grecia, que tiene el
mayor déficit presupuestario de los 16 países que
comparten el euro como moneda. Los inversionistas compran estos
seguros, que pagan bien en caso de cesación de pagos, como
un tipo de seguro contra la deuda soberana. Y algunos temen que
una crisis de deuda en Grecia podría poner en peligro la
posición del país dentro del club de la moneda
europea.

Por otro lado, está el euro mismo, que mayormente
ha soportado bien los problemas de Grecia (y las dificultades en
otros países de la zona euro como Irlanda y Portugal). El
euro, que ya lleva una década en circulación,
perdió cerca de 5% de su valor contra el dólar
durante las dos primeras semanas de enero. El martes 19/1, se
cotizaba a US$ 1,4277 en Nueva York frente a un máximo de
US$ 1,51 a principios de diciembre.

¿Quién tiene la razón? Algunos
inversionistas creen que el euro podría caer a hasta US$
1,35 durante los próximos meses, un declive de alrededor
de 11% frente a los altos valores de diciembre. Aunque es una
caída considerable, no se vería como calamitosa, en
especial al tener en cuenta el nivel de temor en los mercados
financieros sobre la situación financiera de Grecia. Los
defensores del euro creen que la posición de la moneda
como un refugio para los que ven al dólar con pesimismo le
dará una fortaleza sostenida incluso mientras los
países de la zona euro buscan solucionan sus problemas
fiscales tras la crisis financiera.

Ese estado de ánimo optimista no se ha podido
apreciar muy a menudo durante la segunda semana de enero, ya que
el euro perdió terreno frente casi todas las monedas,
incluidos el dólar, el yen y la libra
esterlina.

En el mercado de seguros contra cesación de
pagos, el costo de asegurar contra la cesación de pagos de
la deuda griega tocó un récord la semana del 15/1
antes de acomodarse modestamente. El lunes 11/1, costaba
alrededor de US$ 313.000 anuales asegurar US$ 10 millones de
deuda griega contra la cesación de pagos por cinco
años, comparado con US$ 331.000 el viernes 15/1,
según CMA DataVision. En septiembre, el mismo seguro
costaba US$ 147.000.

Los temores sobre Grecia han preocupado a los mercados
durante varios meses.

En octubre, el nuevo gobierno socialista de Grecia
sorprendió a los inversionistas al decir que el
déficit fiscal para 2009 -ahora estimado en casi 13% de su
PIB- era mucho mayor que lo pronosticado anteriormente. A
mediados de enero, la agencia de estadísticas de Europa
planteó dudas sobre los datos de años anteriores,
lo que desató la especulación sobre que los
déficits de Grecia podrían ser aún
mayores.

Los economistas también tienen dudas sobre si
Grecia es capaz de realizar los drásticos recortes de
gastos necesarios para que su economía sea más
competitiva a largo plazo. En un informe la semana pasada, la
firma de calificación de crédito Moody's Investors
Service advirtió que las economías de Grecia y
Portugal, otro miembro de la zona euro, podrían enfrentar
una "muerte lenta" a medida que lidian con baja competitividad y
gastan más de su riqueza para pagar deuda.

Hasta ahora, los mercados financieros no reaccionaron de
forma positiva a los planes de reforma de Grecia. El
índice principal de la Bolsa de Atenas ha caído
4,8% este año, frente a un alza de 2% para el
índice paneuropeo Dow Jones Stoxx 600.

A pesar de los problemas, muchos inversionistas y
analistas desestiman especulaciones sobre una división de
la zona euro. El presidente del Banco Central Europeo,
Jean-Claude Trichet, calificó estos rumores de "absurdos"
durante la segunda semana de enero. De todos modos, el BCE hace
poco estudió la posibilidad de que un país intente
retirarse de la moneda común.

Además, muchos inversionistas creen que los
países más fuertes de la zona euro ayudarían
a Grecia (u otro país en problemas) si una crisis
realmente requiriera ese tipo de asistencia. Funcionarios del
BCE, en particular su economista jefe, Jürgen Stark, han
cuestionado esta idea, al decir que Grecia no debería
esperar ninguna clase de rescate.

"El recién nombrado economista jefe de
Deutsche Bank, Thomas Mayer, advierte que "el euro puede
romperse" a causa de la situación de Grecia y otras
"economías frágiles" entre las que se incluye
España.

En una entrevista que el diario "Die Welt" publica
en su tercera página, llama a la Unión Europea a
establecer mecanismos de gestión de crisis como estas en
los países miembros "que sólo pueden desembocar en
una ruptura de la unión monetaria o en su
conversión en una unión inflacionista"… .

"El euro puede romperse" por la "fragilidad" de países
como España, Irlanda y Portugal (El Mundo –
22/1/10)

Sugiere la creación urgente de un
Fondo Monetario Europeo con amplios poderes ya que "ni el Banco
Central Europeo ni la Comisión Europea pueden obligar a
nadie en la UE, en este caso a los griegos, a llevar a cabo las
reformas necesarias a cambio de ayuda".

En caso de que no se ponga remedio,
considera muy posible que España, Irlanda y Portugal se
vean en la misma situación en la que hoy encontramos a
Grecia.

"¿Abandonarán estos
países problemáticos el euro por sí
mismos?", se pregunta Mayer, ofreciendo la respuesta a
renglón seguido: "¿Por qué iban a abandonar
este paraguas de protección? Serán otros, los
países estables, los que vean el euro tan arruinado que no
quieran estar más ahí. Eso en teoría es
posible. Según jurisprudencia del Tribunal Constitucional
Federal, si la Unión Monetaria deja de ser un elemento de
estabilidad, Alemania puede escapar, aunque en la práctica
no podamos ni imaginarlo. Y ese es el auténtico
dilema".

Deutsche Bank mantiene desde hace ya tiempo una
posición muy crítica respecto a la situación
en Grecia y recientemente ha recomendado también a sus
inversores vender la deuda pública española a favor
de la deuda de Irlanda.

En un aviso publicado en Londres el pasado 18 de enero,
el banco explica que "el gobierno de Irlanda, a diferencia del
español, va a tener que emitir menos deuda en lo que resta
del año y que la recuperación de las exportaciones
permitirá que se acelere su crecimiento".

"Incluso si la demanda doméstica no se recupera y
la consolidación fiscal limita el gasto del gobierno, la
economía irlandesa puede seguir creciendo, algo poco
probable en el caso de España", añade el documento
firmado por el analista de Deutsche Bank, Abhisek
Singhania.

– Miedo por la situación de la eurozona
(Expansión – 26/1/10)

(Por Ralph Atkins) Lectura recomendada

Fue Arquímedes, el matemático de la
antigua Grecia, el que observó cómo una palanca
podía permitir a un sólo hombre mover el mundo. La
crisis fiscal de la Grecia moderna está teniendo un efecto
desproporcionadamente alto sobre la unión monetaria
europea -generando preocupación por el proyecto así
como nubes sobre las perspectivas de crecimiento de Europa
continental-.

"Tenemos que ver esto en perspectiva",
instó este mes Jean-Claude Trichet, el presidente del
Banco Central Europeo. Grecia representa sólo entre el
2,5% y el 3% del producto interior bruto (PIB) de la eurozona,
mientras que la economía de California –cuyas
finanzas públicas también sufren fuertes
presiones– equivale a cerca del 14% del PIB
estadounidense.

Pero las declaraciones de Trichet pasaban por alto hasta
qué punto ha agudizado la difícil situación
de Grecia el miedo de los mercados financieros por la
situación de otros países con débiles
finanzas públicas -y por el hecho de que la eurozona
carece de los mecanismos necesarios para imponer una disciplina
fiscal-. "Parece casi como si la eurozona llamara la
atención sobre sus problemas internos", señala
Marco Annunziata, economista jefe de Unicredit.

Los más obvios son los riesgos de impago en
Irlanda, Portugal y España, cuyos déficit
públicos también se han disparado, y en Italia,
donde pese a que el déficit se ha controlado mejor, la
deuda como porcentaje del PIB se sitúa en un nivel similar
o próximo al griego. Fuentes internas de esos
países informan de la irritación de las autoridades
con Atenas, puesto que consideran que su mala conducta ha
agravado sus propios problemas, ya que los tipos de
interés más altos exigidos por los inversores
suponen otra limitación para el crecimiento
económico.

El bajo rendimiento de las economías
"periféricas" de Europa está alimentando, a su vez,
el temor sobre las divergencias de crecimiento de la eurozona. La
pertenencia a una unión monetaria elimina la opción
unilateral de la devaluación. Irlanda ha sido elogiada por
el BCE por las medidas que está tomando para recuperar su
competitividad, incluida la reducción de los salarios.
Pero los políticos de los mercados financieros temen que
los obstáculos burocráticos y los rígidos
mercados laborales impidan que se tomen medidas de similar
audacia en Grecia o España, retrasando la vuelta a un
crecimiento sostenible -posiblemente durante muchos
años-.

Un efecto positivo de la difícil situación
de Grecia ha sido que el nerviosismo de los mercados financieros
ha provocado una caída del euro, lo que debería
ayudar a los exportadores de la eurozona. Sobre una base
comercial, el euro está en niveles de mayo de 2009. Pero
el impulso que aporta la depreciación de una divisa tarda
muchos meses en reflejarse.

A primera vista, el reciente descenso del euro pone de
relieve hasta qué punto se ha convertido Grecia en un
problema para toda la eurozona. Los arquitectos de la zona euro
intentaron crear mecanismos para la prevención de crisis,
incluido un pacto de estabilidad y crecimiento que establece
normas sobre las finanzas públicas de los miembros de la
eurozona. Pero se prestó menos atención a las
medidas de estabilización para combatir crisis.

Desde que surgieran los últimos problemas a
finales del año pasado, la posición oficial hacia
Grecia ha sido de "ambigüedad constructiva" -lo que deja
poco claro qué sucedería en el caso de que Grecia
cometiera impago, aunque los políticos han hecho ver que
no les gusta la idea de que el Fondo Monetario Internacional se
implique-. Pero eso no ha tranquilizado a los mercados
financieros. "Resulta frustrante, porque a los mercados les gusta
la claridad sobre las normas", explica Erik Nielsen, economista
europeo de Goldman Sachs.

Lo que está claro es que la Comisión
Europea y el BCE tendrán cuidado a la hora de aplicar las
reglas cuando admitan a nuevos miembros de la eurozona, con
Polonia, Hungría y Rumanía a la espera. Grecia
agravó el enfado contra ella en Bruselas y
Fráncfort, engañando al mundo sobre el
tamaño del déficit de su sector público. Tal
vez no sea coincidencia que Estonia, que podría haber
obtenido luz verde en 2010 para incorporarse a partir del
próximo enero, haya sido amonestada este mes por el BCE
por no hacer lo suficiente para garantizar la independencia de su
oficina de estadística.

Los sondeos de opinión sugieren que ha aumentado
el recelo entre los europeos del este sobre la entrada en la
eurozona. Pese a todo, no se espera que las dificultades de
Grecia detengan la expansión de la eurozona -sobre todo
teniendo en cuenta que las sólidas finanzas
públicas de los aspirantes ayudarían a mejorar la
media de la zona euro-.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights
Reserved)

"Los inversores están retirando efectivo de
Europa a un ritmo récord al tiempo que los bancos
centrales reducen sus compras del euro, una situación que
hace peligrar el estatus de la divisa comunitaria como un
sustituto del dólar como la moneda de reserva del
mundo"…
El mercado duda del euro: pierde terreno como
moneda de reserva (El Economista – 2/2/10)

El año pasado los encargados de la
política monetaria compraron una gran cantidad de euros, y
analistas de Barclays en Londres y Aletti Gestielle en
Milán pronosticaron que los bancos centrales
cumplirían sus promesas de reducir el predominio del
dólar.

Ahora el euro ha caído un 8,4% desde el 25 de
noviembre a finales de enero, su descenso más pronunciado
en 10 meses, por el temor de que a países con poca
liquidez como Grecia se les dificulte pagar sus deudas. El
inversor multimillonario George Soros dijo el 28 de enero que no
hay una "alternativa atractiva" al dólar.

Los operadores han estado retirando su dinero de las
acciones europeas a favor de las de otros países durante
un tiempo récord de 19 semanas consecutivas, lo que
"claramente ha afectado" a la moneda al drenar un monto neto de
13.000 millones de dólares (9.330 millones de euros) del
mercado, según Geoffrey Yu, analista de UBS. Los
inversores se sienten tan pesimistas con respecto al euro como
cuando la crisis financiera de 2008 los empujó a la
seguridad percibida del dólar, según datos de los
futuros.

A esta circunstancia se une que tras comprar más
euros que nunca en el segundo trimestre de 2009, los directores
de los bancos centrales hicieron una pausa, según datos
del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Un euro a 1,20 dólares

"El euro puede caer más", comenta Neil Mackinnon,
ex funcionario del Tesoro del Reino Unido que ahora trabaja como
economista en Londres en VTB Capital, la división de banca
de inversión del segundo banco más grande de Rusia.
"El riesgo de la deuda soberana seguirá siendo un tema
clave. El estrés creado por la situación fiscal de
Grecia no desaparecerá pronto", advierte. Sin especificar
cuándo, Mackinnon pronosticó que el euro
caería hasta los 1,20 dólares.

Además del temor de que la Unión Europea
tenga que rescatar a Grecia, la especulación de que el
crecimiento de la región se rezagará con respecto
al de Estados Unidos y el de Japón y que su deuda no
regresará a los niveles previos a la crisis antes de
cuando menos cinco años, también afectan al euro,
así como a los activos denominados en la
moneda.

"El euro navega contracorriente. En el Mercado de
Futuros de Chicago, las posiciones netas especulativas contra la
moneda comunitaria han alcanzado su volumen máximo desde
que la divisa entró en los circuitos financieros, en 1999.
En el contado, la moneda tampoco pasa por un gran momento: ha
perdido un 14,5% en 10 meses y ha pasado de 1,51 a 1,369
dólares"…
El euro sufre el mayor ataque
especulativo de su historia (Cinco Días –
8/2/10)

Los problemas que padecen las llamadas economías
periféricas de la eurozona básicamente Grecia,
Portugal y España están pasando factura a la
cotización del euro en los mercados internacionales. En
los primeros 40 días del año 2010, el euro ha
cedido terreno contra prácticamente todas las grandes
monedas. Frente al dólar, pierde un 4,7% y ahora cotiza a
1,369 dólares, cuando en noviembre lo hacía a 1,51;
contra el yen japonés ha perdido un 9%; frente al franco
suizo y la libra esterlina, el ajuste es ligeramente superior al
1%. La crisis del euro ha cundido en los mercados de futuros,
donde las posiciones bajistas especuladoras están en
máximos.

De acuerdo con los datos que
semanalmente publica la Comisión de Negociación de
Futuros y Materias Primas (CTFC en sus siglas en inglés),
las posiciones netas bajistas de inversores no comerciales -los
especuladores financieros- alcanzaron un volumen de 43.741
contratos, lo que devuelve al mercado a parámetros no
vistos desde el colapso de Lehman Brothers y supone el nivel
más alto desde que se hacen contratos de futuros sobre el
euro.

Conviene señalar que el mercado
de futuros representa sólo una fracción y muy
pequeña de la negociación real sobre el euro, que
se mueve sobre todo al contado y en mercados OTC (over the
counter), sin información pública. Se trata en
cualquier caso, de un síntoma preocupante para la
evolución de la moneda europea durante los próximos
meses. "Es una señal muy fuerte. En este mercado
sólo entran los grandes operadores, y están
indicando que ven al euro muy débil", confirma José
Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.

Situación "inquietante"

La agencia de calificación crediticia Fitch
Ratings tildó el 7/2 de "inquietante" la situación
de las cuentas públicas de Grecia, España y
Portugal y recordó que Grecia "no ha seguido nunca las
directivas europeas".

De acuerdo con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento,
España y Grecia tienen que implementar fuertes recortes de
gasto para llevar el déficit público desde los
niveles actuales superiores al 10% del PIB hasta un rango del 3%.
La incertidumbre y la falta de credibilidad, en el caso de
España por la elevadísima tasa de desempleo,
están jugando en contra del euro. Goldman Sachs apuesta
por un euro a 1,35 dólares en su proyección a 12
meses vista (febrero de 2011). Una visión bajista, pero
con ciertas cautelas: "Creemos que los temores e incertidumbres
ya están plenamente puestos en precio. Adicionalmente, las
expectativas de crecimiento de EEUU empezarán a decaer una
vez que la economía estadounidense comience a ir peor de
lo que se espera".

Por otra parte, no se puede olvidar que si bien la
eurozona tiene sus contradicciones internas, la economía
estadounidense atraviesa desafíos que no son
pequeños. Por poner una muestra, California, que tiene un
peso de cerca del 20% en el PIB estadounidense, atraviesa una de
las peores crisis de su historia. El Congreso de EEUU pronostica
que el ratio de deuda respecto al PIB seguirá aumentando
durante los próximos 10 años hasta situarse en el
67,8% del PIB en el año 2019. La agencia Standard &
Poor's ha advertido del peligro de que el endeudamiento se
convierta en irreversible. Eso sí, de momento, el
sentimiento de mercado es muy negativo contra el euro y contra
eso es muy difícil luchar. El presidente de la Fed, Ben
Bernanke, dio hace poco la clave de lo que está ocurriendo
ahora: "Cuando la gente tiene miedo, todo el mundo se refugia en
el dólar".

– ¿El final de la cuenta atrás del euro?
(Expansión – 9/2/10)

(Por Sylvester Eijffinger y Edin Mujagic) Lectura
recomendada

Se llegó a decir que la introducción del
euro en 1999 reduciría las diferencias económicas
entre los países miembros de la Unión
Monetaria.

Las cifras de desempleo y otras
importantes variables macroeconómicas como los costes
laborales unitarios, la productividad, los déficits
fiscales y la deuda gubernamental tenderían a la
convergencia. En última instancia, la disparidad de
riqueza entre los distintos países, medida en
términos de ingresos per cápita, también
disminuiría.

No obstante, después de una
década de moneda común, no sólo no se ha
conseguido una rápida convergencia, sino que las
diferencias son cada vez más acusadas en la zona euro, lo
que sin duda alimentará aún más las
tensiones entre sus miembros. Hace diez años, los
contrastes ya eran importantes. El euro se convirtió tanto
en la moneda de los países más ricos, como Alemania
y Holanda, como de los más desfavorecidos, como Grecia y
Portugal. También de Finlandia, subcampeón de la
innovación y de la flexibilidad de mercado, y de Italia,
que carecía de estas dos ventajas.

Política de "talla única"

Desigualdades como éstas se convirtieron en uno
de los principales escollos del recién creado Banco
Central Europeo (BCE), que tenía que decidir el tipo de
interés adecuado para todos los miembros, una
política conocida como "de talla única". Cuanto
mayores han sido las diferencias durante esta década de
Unión Monetaria, más acertado es afirmar que "no
todos visten la misma talla", en referencia a la política
del BCE.

Hemos comparado el desarrollo de los
países de la eurozona que han registrado una mejor y una
peor evolución entre 1999 y 2009. Para evitar realizar
comparaciones demasiado dispares, hemos tomado los datos de los
once países que primero entraron en la zona euro, en 1999,
junto con Grecia, que se unió poco después. Todos
los datos proceden de Eurostat, la oficina estadística de
la Unión Europea.

Dado que la única responsabilidad
que se le adjudicó al BCE fue conseguir y mantener la
estabilidad de los precios de la eurozona, las tasas de
inflación parecen el punto de partida más
lógico para establecer comparaciones. En 1999, la
diferencia entre los países de la zona euro con las tasas
de inflación más altas y más bajas era de
dos puntos porcentuales.

A finales de 2009, la cifra casi se
había triplicado, hasta los 5,9 puntos porcentuales. En
cuanto al crecimiento económico, hemos hecho una
excepción. Para esta variable, hemos analizado el
crecimiento medio anual del PIB en los cinco primeros años
desde que empezaron a circular las monedas y los billetes del
euro, en 2002.

La disparidad entre Irlanda y Portugal
en la primera mitad de la década era de 4,8 puntos
porcentuales. En 2009, la cifra había aumentado hasta los
seis puntos porcentuales. Además, la diferencia de
productividad aumentó de los 25 puntos registrados en 1999
a los 66,2 puntos de 2008; la diferencia en los costes laborales
unitarios pasó de los 5,4 puntos porcentuales a los 31,8;
en cuanto al índice de desempleo, la diferencia se
incrementó de 10,1 puntos porcentuales a 15,4
puntos.

Tampoco encontramos convergencia alguna
entre los déficits y la deuda públicos. En 1999,
Finlandia presumía de ser el país de la zona euro
con una deuda pública más baja, el 45,5% del PIB.
La diferencia con el mayor deudor de la eurozona era de 68,2
puntos porcentuales. A pesar de haberse visto también
afectado por la crisis financiera y económica más
grave de casi el último siglo, la deuda de Finlandia
descendió en 2009 hasta el 39,7% de su PIB.

Italia, por su parte, no ha conseguido
sacar partido de la fuerte caída de los tipos de
interés a largo plazo, consecuencia de la
introducción del euro y de una década de
rápido crecimiento económico, para reparar su
deuda. El nivel de endeudamiento del país transalpino
apenas ha variado y sigue muy por encima del 100% del
PIB.

Por consiguiente, la diferencia entre la
deuda de Finlandia y la de Italia se disparó en 2009 hasta
los 73,3 puntos porcentuales. Si hablamos de déficit
público, la situación es aún peor. Las
consecuencias de este aumento de la disparidad podrían ser
graves. Es probable que se produzca un aumento de las tensiones
entre los países de la eurozona, al igual que se
incrementarán las desavenencias en el seno del Consejo de
Gobierno del BCE en los próximos años.

Podríamos asistir a un anticipo
de estas previsiones a lo largo de este año y en 2011,
cuando los líderes europeos elijan un nuevos presidente y
vicepresidente para el BCE. Como es habitual, habrá una
fuerte disputa entre los miembros de la eurozona para hacerse con
ambos cargos, pero, ahora que hay más en juego que nunca,
la batalla se recrudecerá aún
más.

Tensiones

Las tensiones en el seno del BCE y entre
los países de la zona euro no auguran nada bueno para la
estabilidad de la moneda común, tanto a nivel externo, por
la relación con otras monedas, como a nivel interno, en
términos de inflación.

En este sentido, el BCE acabará
convirtiéndose en el chivo expiatorio de esta
situación. Si mantiene bajos los tipos de interés
durante demasiado tiempo, tendrá que soportar las
protestas de países como Alemania y Holanda. Si, por el
contrario, aumenta los tipos, serán los países del
sur de la eurozona los que manifiesten su descontento.

En cualquier caso, el apoyo al euro
seguirá debilitándose, lo que perjudicará a
la moneda común y fomentará nuevas tensiones. En
1990, el cantante italiano Toto Cutugno ganó el Festival
de Eurovisión con su ferviente defensa de la unidad de los
europeos. El estribillo de su canción ganadora, Juntos en
1992, era "Juntos, unidos, unidos, Europa". Casi dos
décadas después, el éxito del grupo sueco
Europe, The Final Countdown, el final de la cuenta atrás,
parece cada día más apropiado para definir a la
eurozona.

(Sylvester Eijffinger es profesor de Economía y
Edin Mujagic es economista monetario. Universidad de Tilburg,
Holanda).

– Anatomy of a Euromess (The New York Times –
9/2/10) Lectura recomendada

Most press coverage of the eurozone troubles has focused
on Greece, which is understandable: Greece is up against the wall
to a greater extent than anyone else. But the Greek economy is
also very small; in economic terms the heart of the crisis is in
Spain, which is much bigger. And as I"ve tried to point out in a
number of posts, Spain"s troubles are not, despite what you may
have read, the result of fiscal irresponsibility. Instead, they
reflect "asymmetric shocks" within the eurozone, which were
always known to be a problem, but have turned out to be an even
worse problem than the euroskeptics feared.

So I thought it might be useful to lay out, in a handful
of pictures, how Spain got into its current state. (All of the
data come from the IMF World Economic Outlook Database). There"s
a kind of classic simplicity about the story – it"s almost like a
textbook example. Unfortunately, millions of people are suffering
the consequences.

The story begins with the Spanish real estate bubble. In
Spain, as in many countries including our own, real estate prices
soared after 2000. This brought massive inflows of capital;
within Europe, Germany moved into huge current account surplus
while Spain and other peripheral countries moved into huge
deficit:

Monografias.com

IMF

These big capital inflows produced a classic transfer
problem: they raised demand for Spanish goods and services,
leading to substantially higher inflation in Spain than in
Germany and other surplus countries. Here"s a comparison of GDP
deflators (remember, both countries are on the euro, so the
divergence reflects a rise in Spain"s relative
prices):

Monografias.com

IMF

But then the bubble burst, leaving Spain with much
reduced domestic demand – and highly uncompetitive within the
euro area thanks to the rise in its prices and labor costs. If
Spain had had its own currency, that currency might have
appreciated during the real estate boom, then depreciated when
the boom was over. Since it didn"t and doesn"t, however, Spain
now seems doomed to suffer years of grinding deflation and high
unemployment.

Where are budget deficits in all this? Spain"s budget
situation looked very good during the boom years. It is running
huge deficits now, but that"s a consequence, not a cause, of the
crisis: revenue has plunged, and the government has spent some
money trying to alleviate unemployment. Here"s the
picture:

Monografias.com

IMF

So, whose fault is all this? Nobody"s, in one sense. In
another sense, Europe"s policy elite bears the responsibility: it
pushed hard for the single currency, brushing off warnings that
exactly this sort of thing might happen (although, as I said,
even euroskeptics never imagined it would be this
bad).

Am I calling, then, for breakup of the euro. No: the
costs of undoing the thing would be immense and hugely
disruptive. I think Europe is now stuck with this creation, and
needs to move as quickly as possible toward the kind of fiscal
and labor market integration that would make it more
workable.

But oh, what a mess.

"Se temía lo peor tras el cierre de anoche en
Wall Street, pero tanto el euro como las bolsas aguantan el tipo.
¿Qué está pasando? Según recogen
agencias como Bloomberg o Reuters, por el mercado corre la
noticia de que la Unión Europea tomará cartas en el
asunto griego para evitar el contagio al resto de países.
Del riesgo de contagio a los posibles rescates: debates
encendidos en la Eurozona"…
Arranca la Maratón: la
UE podría tomar medidas para evitar el contagio griego (El
Economista – 9/2/10)

"Alemania considera un plan con sus socios de la
Unión Europea (UE) para ofrecer a Grecia y otros miembros
de la zona euro en apuros garantías de préstamos en
un intento por calmar los temores de una cesación de
pagos, según fuentes cercanas.

El plan se implementaría dentro del marco de
la UE pero estaría encabezado por Alemania, informó
una fuente. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang
Schäuble, ha analizado esta idea en los últimos
días con el presidente del Banco Central Europeo (BCE),
Jean-Claude Trichet, según esta persona"…
Alemania
evalúa un plan de garantías de préstamos
para rescatar a Grecia (The Wall Street Journal –
10/2/10)

Las deliberaciones subrayan las preocupaciones en Europa
de que las turbulencias en los mercados en torno a los altos
niveles de deuda de Grecia y otros países pueden mellar la
unión monetaria.

Grecia es el que ha salido peor parado de un grupo de
países que incluye a España, Portugal e Irlanda. En
los últimos meses, sus bonos han enfrentado mayor
presión en medio de las preocupaciones de que
tendrá dificultades para pagar sus deudas. Esto
también ha afectado al euro en los últimos
días.

Aún no está clara la
estructura que podrían adoptar las garantías, pero
cualquier iniciativa que les permita a los países que
violan las normas del bloque sobre los déficits, como
Grecia y España, eludir las consecuencias de sus
políticas probablemente genere inquietud sobre la
viabilidad del euro a largo plazo.

El que la UE estudie una medida de esta
magnitud sugiere que sus autoridades consideran que la
alternativa, una potencial cesación de pagos de un miembro
de la zona euro, sería un desenlace que podría
tener serias repercusiones para Europa y la economía
mundial.

El precio de la ayuda

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11
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