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Universo o dioses, religión y moral



Partes: 1, 2

  1. Una
    refutación del deísmo
  2. Diseñadores y
    universo
  3. Es
    necesaria la existencia de un creador?
  4. Fuerzas naturales y propiedades de la
    materia
  5. Orden
    y desorden. Bien y mal. Buenos y malos
  6. Credulidad
  7. De
    autobiografía
  8. Mi
    posición ante la religión
  9. Religión y moral
  10. El
    concepto de Dios
  11. Los
    cristianos
  12. Disentir públicamente

Del libro DIOS NO EXISTE de Christopher
Hitchens.

Una
refutación del deísmo

Percy Bysshe Shelley (1792-1822). Poeta
romántico británico, expulsado de Oxford por su
escrito: La necesidad del ateísmo.

Diseñadores y
universo

Hay que determinar, describir, demostrar primero la
invención, el diseño y la adaptación, que se
hace en el universo, para poder pasar a descubrir el
diseñador de todo ello. Supongamos que un indígena
de una tribu perdida en la selva y una persona de una ciudad
desarrollada encuentra un reloj. El indígena seguramente
opina que es un objeto extraño originado por la
naturaleza. El ciudadano que conoce los artificios llamados
máquinas, diseñados y construidos por humanos,
opinará que se trata de un reloj, diseñado y
construido por el relojero de la marca que aparece en el
reloj.

El indígena no está inmerso en la cultura
de creador y creado, productor y producto. No tiene necesidad de
suponer un creador o productor para cada objeto. Por el contrario
las personas de ciudades desarrolladas, culturalmente exigen,
sienten la necesidad de encontrar el creador o productor de cada
artificio que ven.

Haciendo una analogía, las personas al observar
el universo, al igual que el indígena, solo podemos opinar
que es un sistema, un objeto natural y extraño, pero no
podemos afirmar que es un objeto diseñado y construido por
un dios, porque no conocemos dioses diseñadores de
universos.

Es necesaria la
existencia de un creador?

Las siguientes consideraciones son usadas para apoyar la
creación del universo por un dios: su admirable
adecuación a la producción de determinados efectos.
La maravillosa armonía entre todas sus partes. Los
innumerables sistemas ejecutando sus movimientos preestablecidos,
en virtud de leyes inalterables, para mantener, por ejemplo, el
equilibrio planetario universal y la circulación de la
sangre en incontables seres.

Pero si aceptamos los principios de que todo cuanto
existe y produce unos efectos dados, tiene necesidad de un
creador y la exigencia de una inteligencia mucho más
creativa, para sistemas cada vez más complejos y
admirablemente organizados, debemos admitir la existencia de una
serie de dioses desde el creador del universo hacia atrás.
Pero además según el segundo principio un sistema
entre más complejo y más perfecto, exige con mayor
fuerza la presencia de un creador cada vez más
omnipotente. Si el universo exige un dios creador, el dios
creador del universo exigirá otro dios creador más
omnipotente y así habrá que admitir la existencia
de una cadena infinita de dioses creadores, cada vez más
omnipotentes. Pero si apenas hemos podido conocer y comprender
una mínima parte del universo, cómo pretendemos
imaginar y describir un dios creador de algo que ni siquiera
conocemos?. Es más razonable y conveniente continuar
conociendo el universo, que pretender imaginar y describir el
dios creador de ese universo que no conocemos. Es más
lógico y sensato continuar explicando lo que observemos, a
partir de las propiedades de la materia, que imaginar un dios
capaz de crear y controlar el universo.

Esto sucede cuando se renuncia a la experiencia y a los
sentidos a favor de la especulación. Se ha demostrado que
el universo parcialmente se desintegra y se integra, pero no se
ha podido demostrar que haya sido creado. Es más
fácil aceptar por lo tanto que el universo ha existido
desde siempre, que imaginar o describir un dios capaz de haberlo
diseñado, creado y además que lo controla. Es
más fácil aceptar que después de un Big Bang
se generen distintos elementos y compuestos, y por tanto
diferentes propiedades de la materia y de la energía y
diferentes objetos, fenómenos y seres. Describir un dios
omnisciente y omnipotente, que diseña, crea y controla
estas profundas transformaciones.

A partir de ciertos efectos se pueden deducir
condiciones determinantes, causas adecuadas, a ellos. Un
número infinito de efectos exige un número infinito
de causas. Suponer solo un ser omnipotente, omnisciente y eterno,
como causa de los infinitos efectos que muestra el universo es
una solución simplista y ultrajante para la
filosofía.

Fuerzas naturales
y propiedades de la materia

Sabemos que tanto los movimientos grandes como los
pequeños están sujetos a las leyes del universo y a
las propiedades de la materia. Estas leyes y propiedades son la
causa de los efectos perceptibles del universo y marcan el
límite entre nuestro conocimiento y nuestra ignorancia.
Presuponer la existencia de algún dios, más
allá y por encima de estos efectos y causas perceptibles,
es una hipótesis superflua, que en lugar de explicar ayuda
a complicar y a confundir el problema. Si la naturaleza de esas
leyes y propiedades, todavía no está
suficientemente explicada, la hipótesis de un dios es
más indescriptible, añade dificultades gratuitas y
exige hipótesis todavía más especulativas
para tratar de elucidarlo.

Partes: 1, 2

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