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A la búsqueda del amor perdido




Enviado por Rodrigo Eugui



  1. Sobre la esencia del amor
  2. Distinción helénica del término en tres tipos: Eros, Agape y Philia
  3. Interpretación metafísica de la unión amorosa
  4. Explicación científica
  5. Otra exégesis de la obra de Empédocles
  6. La formación de una pareja en la actualidad
  7. Notas bibliográficas

(Ponencia dictada en el marco de las I Jornadas de Filosofía,
celebradas en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación durante
los días 10 y 11 de diciembre de 2009).

Este trabajo tiene como finalidad incentivar la
reflexión filosófica en torno a un aspecto relevantísimo
de la vida humana, el amor, que por su marcada tendencia a la manifestación
física (acompañada a la asociación mundo material-ciencia),
ha sido relegado de la filosofía para ser trasplantado a los campos científicos
de la psicología, la física y la genética principalmente.

Si bien las explicaciones científicas resultan útiles
para la comprensión de este "estado vital", existen ciertos
aspectos del mismo que trascienden la mera manifestación física,
y es en ese punto donde "nos damos cuenta" que las respuestas ofrecidas
por la ciencia son incompletas, exiguas, y que la necesidad de otra postura
(proporcionada por la meditación filosófica) se vuelve inmanente
a los propias interrogantes.Primeramente, se presentará -de un
modo somero- el abordaje del tema a través de la historia de la filosofía,
rescatando aquellos aportes que mejor se presten a la reflexión con la
intención de aunar los senderos teóricos y los prácticos;
y por último se realizará un enfoque partiendo de la actualidad
y sus desafíos, acercando así nuestra disciplina a la vida cotidiana.
Asimismo, se advierte que las traducciones efectuadas de pasajes de dos artículos
pertinentes son personales, por lo que el parafraseo de los mismos predominará
a su mera traducción literal.


Sobre la esencia del amor

Al igual que todos los problemas filosóficos, este
es uno que ha sido, es y será fuente de sempiterno debate. Y es que la
pregunta ¿qué es el amor?, planteada al estilo socrático
y que indaga sobre la naturaleza del mismo, conlleva a otra, quizá precedente
a ésta: ¿pueden los demás seres vivientes amar? ¿es
capaz una planta, por ejemplo, de amar? ¿necesita el amor una expresión
visible?, aumentando la lista de interrogantes cada vez que se profundiza más
en el asunto.

La poesía ha dado hermosas y diversas conceptualizaciones,
y entre tantas bellezas resulta difícil escoger una y decir "esto
es amor". Pero aunque así sucediese, esos versos, tan dulces al
oído, se muestran frágiles al tacto filosófico. ¿Qué
es el amor? El amor es…un gran enigma. Voltaire, en su Diccionario filosófico,
expresa que es "un no sé qué compuesto de todo eso; es un
sentimiento confuso semejante a las pasiones fantásticas que los muertos
conservaban en los Campos Elíseos." Entonces, ¿qué
podría ser? Personalmente, comparto la visión de Zygmunt Bauman,
quien introduce una analogía entre la muerte y el amor, ya que "sólo
se puede entrar en el amor y en la muerte una única vez: menos aún
que en el río de Heráclito."(1) Así, ambos "son
acontecimientos del tiempo humano, cada uno de ellos independientes, no conectado
(y menos aún causalmente conectado) a otros acontecimientos similares,
salvo en las composiciones humanas retrospectivas, ansiosas por localizar -por
inventar- esas conexiones y comprender lo incomprensible."(2) Por esto,
"la naturaleza del amor implica -tal como lo observó Lucano
dos milenios atrás y lo repitió Francis Bacon muchos siglos más
tarde- ser un rehén del destino." (3) ¿Pero es esto cierto?
¿Por qué hay personas que, por ejemplo, se enamoran "a primera
vista", y mantienen encendida esa llama durante toda su vida (tal es el
caso de la historia romántica de la película Titanic)? ¿Hasta
qué punto el destino no está determinado?


Distinción helénica del término
en tres tipos: Eros, Agape y Philia

Los antiguos griegos habían diferenciado tres aspectos
del amor
personal, a los que clasificaron y denominaron Eros, Agape y Philia.
El primero de ellos, Eros, refiere "a esa parte del amor que constituye
lo pasional, el deseo intenso por alguien, y está casi siempre dirigido
al deseo sexual (de ahí proviene la moderna noción de erótico,
en griego erotikos)." (4) Algunos autores, como Nygren, lo describen "como
amor del deseo o amor adquisitivo y, por consiguiente, como egocéntrico"
(5); y otros, como Soble, afirman que es "especialmente la creencia de
lo que es bueno o bello" (6) (éste último destaca su dependencia
racional).Por otro lado, Agape supondría la antítesis de Eros,
ya que "refiere al amor paternal de Dios hacia el hombre y del hombre hacia
Dios, pero se extiende a incluir el amor fraternal hacia la humanidad toda."
(7) Este aspecto, podría sostenerse, "busca un género perfecto
de amar en cuanto a cariño, trascendencia del particular y a pasión
refiere, independientemente de la reciprocidad." (8) Rumi, poeta sufí
y figura cumbre de la cultura persa, refleja con perfección lo precedente
en sus composiciones: "La casa de mi corazón está vacía,/exenta
de deseos, como el paraíso./Dentro de ella no hay afán salvo el
amor de Dios,/ningún habitante salvo la imagen de la unión con
Él." (9) El ágape, adoptado y modelado por el cristianismo,
ha sido -y todavía es- criticado, puesto que trae consigo una variedad
de implicaciones ético-morales. Tómese la norma que conlleva a
un amor igualitario, aquella que dice "ama a tus enemigos". ¿Cuál
sería el contenido ético de la norma para quien rechaza esta clase
de amor? ¿Es éticamente adecuado amar con imparcialidad a todos
los hombres? ¿Cómo debería responder yo ante el desprecio
del otro? Por ello, "tempranamente los cristianos se preguntaron si el
principio se aplicaba sólo a los discípulos de Jesús o
a todos" (10), resultando victoriosa la segunda alternativa. "Para
los cristianos pacifistas, poner la otra mejilla a las agresiones y a la violencia
implica la esperanza de que el agresor eventualmente aprenderá a comprender
los más altos valores de paz, perdón y amor hacia la humanidad."
(11)Sin embargo, el agape también posee un lado sombrío que quienes
lo comparten se esfuerzan por sepultarlo: si así se promueve una suerte
de "elevación del alma", ¿no se despreciaría,
a su vez, todo lo corpóreo? ¿No se estaría tolerando, indirectamente,
cualquier violación física? ¿Hasta qué punto el
agape concuerda con nuestra naturaleza, y hasta qué punto es tan sólo
una mera invención humana? "Otros mantendrían que el concepto
de amor universal, o amor por igual, no es sólo impracticable, sino lógicamente
vacío. Aristóteles, por ejemplo, afirma: Uno no puede ser amigo
de muchas personas en el sentido de tener una relación perfecta con cada
una de ellas." (12)Finalmente, se encuentra Philia, que "originariamente
significaba un género de consideración afectiva o sentimiento
amistoso para con los amigos, los integrantes de la familia, y el país
libre de uno." (13)

Como se aprecia, hay una cierta semejanza entre eros y philia,
ya que ambos aspectos son "generalmente (pero no universalmente) entendidos
a ser sensibles a las (buenas) cualidades en el propio amado." (14) No
obstante, difieren, según lo enuncia Soble, en la importancia de lo sexual:
en eros es imprescindible, mientras que en philia no lo es. Las enseñanzas
del filósofo chino Confucio, en lo que a amor filial corresponde, elucidan
bien este aspecto. De esta manera, por ejemplo, sostiene: "El que tiene
arraigada la piedad filial en lo más profundo de su corazón, ama
a su padre y a su madre hasta el último día de su vida. Son ilustrados
aquellos de quienes sus padres alaban el fiel cumplimiento de la piedad filial
y sus amigos de juventud exaltan el profundo respeto hacia sus hermanos."
(15)


Interpretación metafísica de la unión
amorosa

Quizá sea la más loada por poetas y escritores.
El hecho de elevar el amor a la categoría de "divino", de complemento
espiritual, hace que el enamorarse perdidamente de otro individuo fuera el más
sublime de todos los estados.La influencia platónica fue -y es- de suma
importancia para el mantenimiento de esta concepción. En el Simposio
plantea, en boca de Aristófanes, que los amantes anhelan "llegar
a ser uno solo de dos, juntándose y fundiéndose con el amado."
(16) Pero esta unión no es entre cuerpos, sino entre dos almas que quieren
volverse una, es decir, a su estado original: eso permite que el lazo perdure
a través del tiempo (idea que rescatará más tarde Justiniano,
agregando también la relevancia del elemento material), y que, como sostendrá
Sócrates después (con algunas variantes), los amantes alcancen
la perfección: "Un hombre enamorado, en efecto, soportaría
sin duda ser visto por su amado abandonando la formación o arrojando
las armas, que si lo fuera por todos los demás, y antes de eso preferiría
mil veces morir." (17) Así, "amor es, en consecuencia, el nombre
para el deseo y persecución de esta integridad." (18)

Fue tal la preponderancia de Platón, que filósofos
naturalistas como Lucrecio se valieron de esta doctrina. En su obra De Rerum
Natura (IV, 968-1288) expresa lo siguiente: "…cuando en la flor de la edad
se unen dos amantes y el cariño los aproxima ante la presencia de Venus
que preside la fecundación femenina, se estrechan y se halagan como si
quisieran ambos confundirse en una sola alma y en un solo cuerpo…"En Oriente,
Ibn Hazm de Córdoba tal vez sea el defensor más destacado de esta
línea. En El collar de la paloma, escribe: "Mi parecer es que consiste
en la unión entre partes del alma que, en este mundo creado, andan divididas,
en relación a cómo primero eran en su esencia elevada…" (19)
Y luego se encarga de presentar una serie de argumentos contra las refutaciones
planteadas a la teoría. La objeción que se le puede hacer a esta
concepción, se captura en el siguiente razonamiento: Si el amor fuese
una concordia entre almas, entonces el afecto sería recíproco
entre el espíritu del amante y el del amado (es decir, ambos se amaría
por igual). Pero esta concordancia mutua no existe: siempre hay uno de los dos
que ama más al otro, y los términos "amante" y "amado"
hacen mención de ello. Por consiguiente, el amor dista de ser una mera
concordia entre almas, aunque nos sintamos heridos poéticamente. El argumento
que expone Ibn Hazm de Córdoba contra lo anterior descansa en otro postulado
metafísico que, en sí, se basa en la información de su
conclusión para reforzar sus premisas.Por otra parte, la explicación
metafísica queda abolida al rechazar la existencia del alma, dando paso
a la explicación científica y sus teorías al respecto.

Explicación científica

Se asume que el amor es un fenómeno físico y,
en consecuencia, puede ser examinado e interpretado científicamente.
La física y la genética, áreas que muestran mayor
interés
al respecto, "reducen todos los exámenes del amor a la motivación
física del impulso sexual." (20) Según piensan, el hombre,
sea en una etapa consciente o inconsciente, es dirigido por ese impulso a encontrar
un objeto que le garantice cierta gratificación sexual. "Los deterministas
físicos, aquellos que creen en el mundo totalmente físico y que
cada evento tiene una causa material, consideran el amor como una extensión
de la parte química-biológica constituyente de la especie humana,
y que el mismo sea explicable acordando a dicho proceso." (21) Los genetistas,
por su parte, invocan la teoría de que "los genes (el ADN del individuo)
establece los criterios de determinación en toda elección sexual
o supuesto romántico, especialmente en lo que a escoger pareja se trata."
(22)

Sin embargo, la ciencia no ha podido responder con satisfacción
una serie de interrogantes que son incompatibles a sus postulados, y que proporcionan
a este "fenómeno físico" cierto aire metafísico:
¿por qué, cuando se habla de "amor verdadero", éste
no se extingue después del fallecimiento de uno de los partícipes
de la relación, sino que permanece vivo en la memoria del otro, generándole
efectos que antaño (Como manifiesta con belleza Ibn Hazm de Córdoba:
"Tú hallarás personas que ellos mismos creen haber olvidado
ya su amor y que han llegado a edad muy avanzada; pero, si se lo recuerdas,
verás que lo sienten revivir en su memoria, y se lozanean y remozan,
y que notan que les vuelve la emoción y les excita el deseo." (23))?¿por
qué, cuando se está perdidamente enamorado, se es capaz de dar
la vida por el amado (Como lo expresa Alcibíades en el Simposio: "…cuando
tuvo lugar la batalla por la que los generales me concedieron también
a mí el premio al valor, ningún otro hombre me salvó sino
éste, que no quería abandonarme herido y así salvó
a la vez mis armas y a mí mismo." (24))? ¿Y por qué,
si nuestros genes determinan la "pareja ideal", a veces amamos a otras
personas inferiores en belleza y vigor, o somos amados por otros que exceden
tales expectativas para con nosotros?Si bien la interpretación metafísica
no está exenta de crítica, podría decirse que la explicación
científica tampoco.

Otra exégesis de la obra de Empédocles

Habitualmente, tiende a interpretarse el
pensamiento de Empédocles, filósofo presocrático, desde
una "óptica" aristotélica. Así, se lo califica
-al igual que Anaxágoras- como pluralista, es decir, seguidor de un sistema
filosófico (post-parmenídeo) que, a grandes rasgos, afirma la
existencia de la multiplicidad y el cambio en el universo. No obstante, Empédocles
fue el primer pensador occidental en otorgar al Amor un papel preeminente en
su concepción de la realidad. Y, desde esta perspectiva, se lo puede
considerar como el fundador de una rama filosófica: la filosofía
del amor.

En los fragmentos de un poema suyo (atitulado, pero que la
tradición da el nombre de Sobre la naturaleza, y en el cual expone su
doctrina), declara que existen dos fuerzas capaces de unir y separar las cosas,
a las que identifica con el Amor y el Odio: "Todos estos nunca cesan de
cambiar locamente; ahora se unen en unidad por el Amor; ahora se separan por
la repulsión engendrada por el Odio, hasta que se reúnan en la
unidad del Todo y se someten a ello." (25) ¿Cuál sería
el significado de este pasaje, considerando que su autor fue un verdadero "filósofo
del amor"? ¿Qué nos quiere transmitir con ello? Según
este enfoque, estaría manifestando que la pareja (o sea, el Todo, ya
que implica la totalidad de las partes en una relación) necesita, para
su consolidación como tal, establecer un "equilibrio" entre
estos opuestos: la unión es imprescindible, pero cuando se lleva a su
extremo, cuando los amantes empiezan a depender cada vez más entre sí,
el germen de la separación, del odio, deviene inevitable; a su vez, cuando
la separación impera en la relación, y el amor es una tenue lucecilla
en la oscuridad, la ruptura es ineludible. "Vuelen juntos, pero jamás
atados" dice un antiguo proverbio indio, que parece coincidir con esta
postura.Por otro lado, también se le atribuye a Empédocles el
proclamar que existen cuatro elementos primitivos universales, a saber, fuego,
agua, tierra y aire, de los cuales se componen todas las cosas: "Y escucha
en primer término las cuatro raíces de todo: Zeus, el brillante,
Hera la donadora de vida, Hades, y Nestis, cuyas lágrimas son una fuente
de vida para los mortales." (26) Ahora bien, ¿por qué escogió
para mencionarlos nombres de dioses? ¿Qué significado hay más
allá de la mera elegancia poética? Como se sabe, Zeus -fuego-
era famoso por tener una vida sentimental regida por la pasión (el rapto
de Ganimedes es un claro ejemplo de ello), a la inversa de Hades -agua-, cuya
serenidad lo caracterizaba (amó únicamente a Perséfone,
y con total diligencia). Hera -aire- representa la imagen idealizada de la mujer,
lo divino, lo contemplativo; mientras que Nestis -tierra- lo es de lo terrenal,
del deseo que nos arranca lágrimas cuando no somos capaces de saciarlo.
Entonces, se puede hacer una vinculación entre ellos y revelar así
el "pensamiento oculto" del filósofo: cuando se está
en una relación amorosa, lo pasional y lo contemplativo son los aspectos
dominantes (Zeus y Hera eran esposos); los amantes ven "la vida en rosa"
(viven en su propio Olimpo) y, al enfadarse, no tardan en reconciliarse nuevamente
para continuar reinando en su paraíso.

Al final de dicha relación (el Hades), que se encuentra
asociada al elemento pasional (Zeus y Hades eran hermanos) y a la soberbia,
se abre el camino a la reflexión (recuérdese la liberación
del dios de los infiernos y sus hermanos por Zeus), que exige sosiego, calma,
paz. pero también se origina en nosotros el deseo de volver al ser amado,
de tenerlo en brazos y besarlo. Y he aquí un nuevo conflicto entre lo
espiritual y lo corporal: lo que parece sugerir Empédocles es que sólo
al final de un enamoramiento verdadero el alma es capaz de elevarse o no hacerlo.
Esta exégesis de su teoría permanece todavía inconclusa,
lo que significa que quedan símbolos y frases por interpretar desde la
óptica de la filosofía del amor. Lo cierto, es que fue un pensador
muy involucrado en el asunto, que vivió de acuerdo a sus creencias, y
cuyo aporte -opacado por la interpretación aristotélica- es de
gran utilidad para la aplicación práctica de nuestra disciplina.

La formación de una pareja en la actualidad

Si bien la philia es de suma importancia para la vida sentimental
del hombre, la búsqueda de su "alma gemela", es decir, el establecimiento
de una relación amorosa, es la que satisface en mayor medida esa necesidad
humana de contacto social.En un mundo globalizado como el nuestro, donde pareciera
que los
avances tecnológicos aumentan desmesuradamente, encontrar un
compañero de por vida "es más difícil que en una aldea
primitiva, donde al menos todo el mundo se conocía y para tomar esposa
uno tan sólo debía elegir entre las relativamente escasas personas
disponibles." (27) ¿Hasta qué punto el progreso nos beneficia?
¿Qué tan comunicados estamos? Como bien expresa Marinoff: "…sufrimos
la contrapartida de la pérdida del espíritu de comunidad, con
el consiguiente debilitamiento del tejido social que vincula a los miembros
de dicha comunidad." (28); ergo "el contacto entre las personas pierde
la intimidad necesaria para establecer relaciones individuales y a su vez comunidades."
(29)

Hoy en día, la mayoría de las personas desean
más una compañía sexual que una sentimental. ¿Y
es que acaso sexo y amor son sinónimos? La cópula, a diferencia
del amor, es efímera. Además, se pueden tener relaciones carnales
con un individuo sin siquiera amarle. Para Fromm, el orgasmo "cumple una
función no demasiado diferente del alcoholismo o la adicción a
las drogas. Como ellos, es intenso, pero transitorio y periódico."
(30) Y Bauman complementa esta idea añadiendo: "Toda capacidad generadora
de unión que el sexo pueda tener se desprende de su conjunción
con el amor." (31) ¿Pero por qué si el amor es un estado,
llamémosle superior, con respecto al sexo, los sujetos persiguen más
este último? La respuesta conlleva a la presentación del dilema
"amar o ser libre", denominado por Solomon como la paradoja del amor,
la cual sería la siguiente: Todo lo que obstaculiza la libertad se combate.
El amor obstaculiza la libertad, al generar cierto vínculo de dependencia
entre los amantes. Por lo tanto, el amor se combate (Fisher manifiesta que "la
pérdida de autonomía individual es una consecuencia aceptable
de amar" (32)). Es por eso que "la moderna razón líquida
ve opresión en los compromisos duraderos; los vínculos durables
despiertan su sospecha de una dependencia paralizante.

Esa razón le niega sus derechos a las ataduras y a
los lazos, sean espaciales o temporales." (33) Y el sexo es visto como
la vía más rápida, versátil y segura de experimentar
ese estado de bienestar característico del amor, aunque sea por unos
pocos segundos. Y sus efectos secundarios son el fruto amargo de su cosecha:
"…la unión alcanzada durante el breve instante del orgasmo deja
a los desconocidos tan alejados como lo estaban antes de modo tal que sienten
extrañamiento aún más profundamente que antes." (34)
Todo esto involucra la consolidación e imposición de una cultura
consumista, "partidaria de los productos listos para uso inmediato, las
soluciones rápidas, la satisfacción instantánea, los resultados
que no requieren esfuerzos prolongados, las recetas infalibles, los seguros
contra todo riesgo y las garantías de devolución del dinero. La
promesa de aprender el arte de amar es la promesa (engañosa, falsa, pero
inspiradora del profundo deseo de que resulte verdadera) de lograr experiencia
en el amor como si se tratara de cualquier otra mercancía. Seduce y atrae
con su ostentación de esas características porque supone deseo
sin espera, esfuerzo sin sudor y resultados sin esfuerzo." (35)

En este juego mercantil, donde todo vale y todos participamos
del mismo, hasta el propio Estado ve en amor una fuente económica muy
provechosa: "La supuesta llave de la felicidad de todos, y el explícito
propósito de los políticos, es el crecimiento del Producto Bruto
Interno (PBI). Y el PBI es medido en función de la suma total de dinero
gastada por la población." (36) E incluso algunos fenómenos
contemporáneos, como la revolución sexual, son motivados por las
grandes empresas multinacionales, especialmente las de fabricación de
preservativos, quienes se sirven de la causa para la incrementación de
sus ganancias.La "Red de Redes" es otro suceso que si bien acorta
distancias, también actúa como agente fortalecedor de este amor
comercial. Al respecto, Bauman manifiesta: "O así es al menos como
uno se siente cuando entra a Internet para comprar compañeros: igual
que cuando hojea las páginas de un catálogo de ventas por correo
sin obligación de compra que garantiza en la cubierta el reembolso en
caso de quedar insatisfecho." (37) Las llamadas "citas virtuales"
han suplantado, poco a poco, a los encuentros personales, con la consiguiente
pérdida de la capacidad humana para establecer vínculos directos,
es decir, de su relacionamiento social real: "…para los corazones solitarios
de hoy, las discotecas y los bares de solos y solas no son más que un
recuerdo lejano. No han adquirido (y no temen haberlo hecho) suficientes habilidades
sociales como para hacer amigos en lugares semejantes." (38)Con todo,
parece que el encuentro de nuestra "media naranja" en la actualidad
exige, tal cual lo enuncia Fromm, "humildad, coraje, fe y disciplina".

Por mi parte, agregaría constancia y empatía;
y pronunciaría, acompañando a François Mauriac, que en
estos tiempos gélidos, "si vosotros no ardéis de amor, habrá
mucha gente que morirá de frío."

Notas bibliográficas

(1) Bauman, Zygmunt. Amor líquido. Acerca de la fragilidad
de los vínculos humanos, Fondo de Cultura Económica USA, 2007,
pág. 17

(2) Ibidem

(3) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 21

(4) http://www.iep.utm.edu/love/ (The Internet Encyclopedia
of Philosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(5) http://plato.stanford.edu/entries/love/ (Standford Encyclopedia
of Phylosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(6) Ibidem

(7) http://www.iep.utm.edu/love/ (The Internet Encyclopedia
of Philosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(8) Ibidem

(9) Rumi. Amante del amor, trad. Miguel Grinberg, 1ra. ed.,
Buenos Aires: Longseller, 2002, pág. 19

(10) http://www.iep.utm.edu/love/ (The Internet Encyclopedia
of Philosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(11) Ibidem

(12) Ibidem

(13) http://plato.stanford.edu/entries/love/ (Standford Encyclopedia
of Phylosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(14) Ibidem

(15) Confucio. La Sabiduría de Confucio, trad. María
Merino, Buenos Aires: Errepar S.A., 2000, pág. 112

(16) Platón. El Banquete, Montevideo: EL PAIS S.A.,
s/d, pág. 34

(17) Platón. Op. cit., pág. 15

(18) Platón. Op. cit., pág. 34

(19) Ibn Hazm de Córdoba. El collar de la paloma.
Tratado sobre el amor y los amantes, Alianza, 1981, pág. 101

(20) http://www.iep.utm.edu/love/ (The Internet Encyclopedia
of Philosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(21) Ibidem

(22) Ibidem

(23) Ibn Hazm de Córdoba. Op. cit., pág. 103

(24) Platón. Op. cit., pág. 76

(25) Empédocles, Frg. 17 (DK, I, 308-354)

(26) Empédocles, Frg. 6 (DK, I, 308-354)

(27) Marinoff, Lou. Más Platón y menos Prozac,
trad. Borja Folch, Barcelona: Ediciones B, 2004, pág 147

(28) Ibidem

(29) Ibidem

(30) Fromm, Erich. El arte de amar, Buenos Aires: Paidós,
1999

(31) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 67

(32) http://plato.stanford.edu/entries/love/ (Standford Encyclopedia
of Phylosophy). Consulta 12 de noviembre de 2009

(33) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 70

(34) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 67

(35) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 22

(36) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 92

(37) Bauman, Zygmunt. Op. cit., pág. 91

(38) Ibidem

 

 

Autor:

Rodrigo Eugui

 

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