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El concepto de desarrollo se orienta hacia lo humano



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo a Escala Humana
  4. Amartya Sen y el Desarrollo Humano
  5. Lo que implica hablar de desarrollo
  6. Referencias

Resumen

Durante varias décadas el concepto de desarrollo fue privativo de los economistas y de la ciencia de la economía, de tal manera que después de la segunda guerra mundial se empezaron a formular los grandes planes de desarrollo, los que transformarían no sólo a Europa y al Japón sino a todo los países del mundo. Como era de esperarse, el desarrollo se pensó en un comienzo como sinónimo de crecimiento material para lo cual se establecieron indicadores económicos que permitirían medir dicho crecimiento y avance. Sin embargo, éste tipo de desarrollo no fue suficiente, el grueso de la población sentía que faltaba algo, que faltaba establecer indicadores de calidad de vida y años más tarde, no de manera fácil, se establecerá el Índice de Desarrollo Humano. Luego de grandes debates y duras realidades el desarrollo se orienta hacia lo humano y dicho concepto pasa a atravesar todas las ciencias sociales e incluso las ciencias naturales, hasta alcanzar a los ciudadanos de cualquier lugar del planeta.

Palabras clave: Desarrollo, desarrollo a escala humana, desarrollo y libertad, democracia.

Introducción

El sustantivo "desarrollo" ha tenido una amplia gama de connotaciones y es frecuentemente utilizado en todo tipo de contextos que van desde lo cotidiano hasta lo más avanzado de lo académico. Sin embargo, con este concepto se corre el riesgo de significar todo o de no significar nada. Este concepto adquiere especial importancia a partir de 1945 por tratarse de una idea política de la posguerra, cuando se pensó en la reconstrucción de Europa con el Plan Marshall, y en términos generales dentro de las ciencias sociales siempre se le asoció con la economía. Para la economía clásica (Smith, Ricardo, Marx) es el crecimiento económico el elemento fundamental del desarrollo, concepción que se va a priorizar en los países tercermundistas; en tanto que la economía neo-clásica (Marshall, Walras, Pareto, Pigou) va a asumir la distribución como el elemento fundamental del desarrollo. El concepto de desarrollo se va a convertir en punto de apoyo central para los grandes proyectos y fines que se van a trazar después de la guerra, como también de las Naciones Unidas. Como señala Boisier (2001),

Es de sobra conocido que desde sus inicios, las Naciones Unidas, particularmente a través de las Comisiones Regionales y muy en particular a través de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) hace del análisis del desarrollo un tema preferente tanto en la reflexión como en los estudios empíricos (2001: 1, 2) .

Inicialmente y durante varias décadas el concepto de desarrollo se asoció o se identificó con el de crecimiento, unívocamente con el crecimiento económico como condición sine qua non para alcanzar el desarrollo, de allí la necesidad de que las naciones produjeran y acumularan bienes materiales y riquezas, razón por la cual el PIB agregado y sobre todo,

…el PIB per cápita fue la medida corriente del nivel de desarrollo. Esto contribuyó a consolidar el dominio profesional de los economistas en el tema del desarrollo, algo que generó una suerte de circularidad viciosa de reduccionismo económico, que poco ha ayudado a entender la verdadera naturaleza del fenómeno y al diseño de formas eficaces de intervención promotora (Boisier, 2001: 2. Subrayado del autor)

Considera Boisier que el concepto de desarrollo empieza a cambiar de forma subjetiva a partir del análisis revolucionario que hace del mismo el economista británico Dudley Seers a fines de la década de los setenta en un artículo fuertemente influenciado por el pensamiento de Gandhi. Para Seers el debate sobre el desarrollo implica reconocer de entrada que se trata de "un concepto normativo, lleno de juicios de valor", hablar sobre el desarrollo de un país implica preguntarse qué está pasando con la pobreza, con el desempleo, con la desigualdad; es preguntarse acerca de las condiciones que se requieren para la realización del potencial del ser humano, y no ya simplemente enumerar los bienes materiales que se han de poseer. Pero el concepto de desarrollo no se liberará fácilmente de su armazón economicista, por lo que;

Sería necesario esperar otra vez dos décadas para que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), inspirado particularmente en ideas de Amartya Sen, de Mahbub ul Haq, de Richard Jolly y otros, introdujese una nueva acepción y una nueva forma de medir el desarrollo a través del concepto de un Índice de Desarrollo Humano. Desde comienzos de los noventa el PNUD ha publicado sistemáticamente el resultado de la aplicación empírica de este concepto en países y también a nivel mundial enriqueciendo enormemente la idea de desarrollo (Boisier, 2001: 3. Subrayado del autor).

Recordemos que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) es una medición por país, elaborada por el PNUD y se basa en un indicador social estadístico conformado por tres elementos centrales: longevidad y salud, medida según la esperanza de vida al nacer; nivel de conocimiento o educación, medida por la tasa de alfabetización de adultos y la mediana de años de escolaridad de personas mayores de 25 años y; calidad de vida o nivel de vida digno, medido por el PIB per cápita y la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA).

A partir de la década de los noventa el PNUD publicó el primer Informe Mundial de Desarrollo Humano, con lo que se daba un viraje nuevo al concepto de desarrollo, ahora centrado en el desarrollo de las personas, donde se incluía indicadores sociales y se trascendían los indicadores meramente económicos, donde las discusiones sobre la pobreza se tornaban de vital importancia junto con todos los aditamentos que la acompañan, y se hacía de esta manera obligado referirse al tema de la ampliación de las oportunidades de las personas para alcanzar mejores condiciones en su calidad de vida. A partir de mediados de la década del noventa se oficializa por parte del PNUD lo que Boisier denomina la "intangibilización" del concepto de desarrollo, en otras palabras, se entra a reconocer y a considerar que existen elementos que son altamente valorados por las personas y las comunidades como factores y condiciones del desarrollo, así por ejemplo, encontramos la libertad de expresión, la libre circulación, la justicia social, la paz y la convivencia ciudadana, así mismo, la gente valora tener un sentido de vida y un sentido de pertenencia cultural, entre otros aspectos importantes para la existencia humana.

Los organismos internacionales tradicionalmente reacios a cambios novedosos en su concepción sobre el ser humano, han ido asimilando concepciones teóricas a favor de transformaciones sociales profundas, en el sentido de propiciar un bienestar común a todos los integrantes de las diversas comunidades que conforman la población de cada uno de los países del mundo. Aunque hay que reconocer que se trata de procesos lentos en la práctica, sobre todo dentro del contexto de los llamados países en desarrollo, y que tiene mucho que ver que la política y la autonomía/dependencia de los gobiernos y Estados regionales a nivel mundial. Mientras el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo reafirmaba el desarrollo humano como:

El proceso de ampliar la gama de opciones de las personas, brindándoles mayores oportunidades de educación, atención médica, ingreso y empleo, y abarcando el espectro total de opciones humanas, desde un entorno físico en buenas condiciones hasta libertades económicas y políticas (PNUD, 1992: 18).

El Banco Mundial por su parte definía el desarrollo económico como:

El mejoramiento sostenible del nivel de vida, el cual comprende consumo material, educación, salud y protección del medio ambiente. En un sentido más amplio, la definición comprende también otros fundamentales aspectos conexos, principalmente la mayor oportunidad de igualdades, la libertad política y las libertades civiles. Por consiguiente, el objetivo global del desarrollo es el de dotar de mayores derechos económicos, políticos y civiles a todos los seres humanos, sin distinción de sexo, grupo étnico, religión, raza, región o país (Banco Mundial, 1991: p. 37. Tomado de Teorías del desarrollo, p. 5)

El entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros Boutros-Gali en 1995 publica el informe titulado An Agenda for Development, y en uno de estos capítulos el Secretario General define cinco dimensiones del desarrollo, que son: 1) la paz es lo fundamental, 2) la economía es motor de progreso, 3) el entorno es básico para la sustentabilidad, 4) la justicia como pilar de la sociedad y, 5) la democracia como gobernanza. De este modo considera Boisier que el concepto de desarrollo es llevado definitivamente al ámbito de lo incorpóreo o intangible, abriendo las compuertas a profesionales de las diversas disciplinas para abordar este concepto (sociólogos, psicólogos, politólogos, antropólogos, historiadores, otros). Lo que va a permitir un análisis crítico y amplio del concepto de desarrollo, cobrando una importante envergadura a partir de entonces (Cf. Boisier, 2001: 4).

Dentro de la evolución histórica del concepto de desarrollo en el marco de las ciencias sociales, particularmente en la economía, encontramos un hito espacio-temporal muy importante, y que además es definitivo y obligado recordar; me estoy refiriendo al hecho ocurrido en el año de 1986 cuando aparece publicado en español el documento Desarrollo a Escala Humana (en la revista Development Dialogue de la Fundación Dag Hammarskjold, de Suecia) de Manfred Max Neef en colaboración con Antonio Elizalde (ellos dos chilenos) y Martín Hopenhayn (norteamericano), que para muchos doctos en el tema constituye la mejor propuesta sobre lo que hemos de entender por desarrollo, sin embargo se trató de un documento que se adelantó a su época y no contó con la suficiente resonancia dentro de los ámbitos institucionales internacionales para que hubiese logrado trascender los espacios puramente académicos. Sin embargo, cabe destacar que Manfred Max Neef en 1983 recibió el Premio Nobel Alternativo de Economía. Por su importancia haremos una pequeña referencia al mismo.

Pero antes, indiquemos que se ha contado con diversos enfoques y modelos de desarrollo, así se ha hablado de desarrollo económico, desarrollo sostenible, desarrollo equilibrado, ecodesarrollo, todos ellos sustentados sobre el neoliberalismo, corriente que concibe la naturaleza como un recurso susceptible de ser explotado con valor monetario y sujeto a ser poseído. Como supuestamente los deseos del hombre son ilimitados y el recurso naturaleza finito, hay que mantener un sistema de mercado regulado por precios. Aquí el desarrollo se da en términos de crecimiento y cantidad donde se desvanecen los restantes elementos culturales de la estructura social. Para el discurso liberal y neoliberal la ecología es asunto económico, asunto de racionalización y maximización de los recursos de la naturaleza.

Este tipo de concepción es abiertamente deshumanizada por eso mismo se postuló un nuevo tipo de desarrollo sustentado sobre lo social, sobre la calidad de vida, que se denominó Desarrollo a Escala Humana. Esta concepción trata de implementar un discurso sobre la calidad de vida del hombre pasando de la ilusión del crecimiento económico sin fronteras a la realidad de la convivencia integral de naturaleza y sociedad.

Desarrollo a Escala Humana

Manfred Max Neef en su estudio "Desarrollo a Escala Humana", analiza la crisis Latinoamericana como una crisis de valores, de soluciones y de utopías e insiste sobre la búsqueda de satisfactores sinérgicos que respondan plenamente a las necesidades que nos aquejan; necesidades que él clasifica en: Existenciales: Ser, Tener, Hacer y Estar; y necesidades Axiológicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.

Por eso la satisfacción de las necesidades básicas de la población no las podemos entender de una manera fragmentada, donde estas se orienten hacia la satisfacción de las necesidades puramente materiales o de subsistencia del hombre. La persona o el ser humano aprehendido en su totalidad, se mueve dentro de una dinámica de satisfacción humana integral (existencial y axiológica).

La condición humana no se reduce a adquirir y consumir cosas, eso es concebir las necesidades como simple carencia o negación, olvidándose de su otra cara como potencialidad en tanto que motivan y comprometen al sujeto social en la misma transformación de la naturaleza y de la sociedad. De allí que sea más apropiado hablar de vivir y realizar las necesidades y de vivirlas y realizarlas de manera continua y renovada.

Este nuevo enfoque de las necesidades humanas abarca todos los frentes de vida, y que como vivida coexistencia entre el ser aquí y ahora en el mundo y su conciencia moral y ética, ponen en evidencia un entretejido sistema de comunicación y actuación sociopolítica de la sociedad que nos permite comprender que el desarrollo se centra en las personas, a las que sólo a través de la educación y la formación es posible ayudarles a aflorar y desdoblar toda su interioridad lógica, creativa y operativa.

Para Manfred Max Neef la alimentación o el abrigo no son necesidades sino satisfactores de la necesidad fundamental de subsistencia, de la misma manera que investigación, innovación, meditación, son satisfactores de la necesidad de entendimiento.

No existe correspondencia biunívoca entre necesidades y satisfactores. Un satisfactor puede contribuir simultáneamente a la satisfacción de diversas necesidades o, a la inversa, una necesidad puede requerir de diversos satisfactores para ser satisfecha. Ni siquiera estas relaciones son fijas. Pueden variar según tiempo, lugar y circunstancia (Max Neef, 1998: 42).

A partir de aquí podemos afirmar que las necesidades humanas son finitas, pocas y clasificables y no como tradicionalmente se ha planteado que son múltiples y crecientes. Por el contrario, las necesidades humanas son las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos. Queda claro que lo que cambia a través del tiempo y de las culturas es el modo o los medios utilizados para el logro de la satisfacción de las necesidades.

Las necesidades humanas se constituyen en un sistema ya que se interrelacionan e interactúan en razón a la misma conformación orgánica y existencial de las personas. Por eso mismo hay que reinterpretar el concepto de pobreza tomándolo en un sentido amplio y no restringido o limitado a lo puramente económico. Se parte del principio de que toda necesidad humana que no sea debidamente satisfecha denota pobreza, de allí que no debamos hablar de pobreza sino de pobrezas. Las pobrezas son de entendimiento, afecto, protección, etc. Pero al mismo tiempo las pobrezas no son simples pobrezas, sino que también las pobrezas generan patologías.

Dentro de nuestro contexto nos encontramos con el desempleo, la deuda externa e incluso la hiperinflación donde toda la problemática social se reduce a lo económico olvidándose que el desempleo genera frustración, desaliento emocional y pérdida de la autoestima hasta llegar a niveles de crisis de identidad. Esta es una situación cada vez más común a tal punto que las patologías individuales se han transformado en patologías colectivas o sociales.

El problema parte de lo económico pero la magnitud del problema es tal que ya no basta lo económico para superar la crisis, de este modo se trasciende el problema a la vez que se requiere de una transdisciplinariedad para abordar las alternativas de solución.

(…) las nuevas calamidades sociales se nos revelan, cada día más, ya no como problemas específicos, sino como problemáticas complejas que no pueden seguir atacándose satisfactoriamente mediante la aplicación exclusiva de políticas convencionales, inspiradas por disciplinas reduccionistas. Tal como la enfermedad de una persona puede traducirse en un problema médico, y esa misma enfermedad transformada en epidemia trasciende el campo estrictamente médico, del mismo modo nuestro desafío actual no consiste tanto en enfrentar problemas, como en enfrentar la tremenda magnitud de los problemas. (Max Neef, 1998: 39)

El desarrollo integral de las personas es el que nos debe preocupar, más ahora que existe mayor claridad sobre la importancia de la educación, así mismo sobre la intencionalidad individual y colectiva. El despliegue de la conciencia es el instrumento fundamental de la sociedad actual del tercer milenio hacia la creación de nuevas relaciones sociales y materiales.

El Desarrollo a Escala Humana se fundamenta en la satisfacción de las necesidades humanas, en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos grupales con los comportamientos individuales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía, apoyándose sobre una base sólida: el protagonismo real de las personas. Privilegiando tanto la diversidad como la autonomía de espacios en que el protagonismo sea realmente posible. Razón por la cual la democracia en sentido estricto y la democratización de la sociedad juegan papel político decisivo para que la responsabilidad de la solución de los problemas que aquejan a la población no sean resorte único del Estado, sino que las personas pueden contribuir directamente en la solución creativa de sus propias dificultades socio-económicas. De esta manera las personas pasan a ser sujetos activos del desarrollo, en tanto que existen condiciones reales de participación para el desarrollo de las personas que es lo que importa.

Las necesidades físicas y biológicas junto con las necesidades espirituales se han convertido en derechos humanos que continuamente habrá que elevar y perfeccionar. De aquí la importancia de pensar reflexivamente y de cuestionar de manera crítica las cosas; la necesidad de crear y transformar el ambiente, la necesidad de participar y pertenecer a grupos significativos, de valorar a los demás para poder esperar ser valorados como personas.

Amartya Sen y el Desarrollo Humano

Al comienzo de la popularización del concepto de desarrollo a partir de la década del 50 (concepto que ya había sido abordado por Adam Smith) pareció evidente que hablar de desarrollo era hablar de desarrollo económico y por consiguiente de crecimiento material; entonces muchos países llamados "en desarrollo" o "en vías de desarrollo" se ufanaron mostrando al final de cada año las grandes cifras del Producto Nacional Bruto (PNB), donde se recogía el crecimiento de todos los frentes productivos. Se habló de la industrialización, de las grandes toneladas de productos exportados representadas en materias primas y artículos confeccionados o elaborados y, por supuesto, de los grandes beneficios materializados en divisas que inundaban a dichos países.

En algunos países del mundo se empezó a hablar de la riqueza nacional carbonífera, de hidrocarburos (petróleo, crudos pesados), de riqueza hídrica, de bosques naturales, de piedras preciosas y entre más se explotaban y se exportaban estos productos se presentaba una constante paradoja: los ricos se volvían más ricos y los pobres más pobres. A mayor población mayor pobreza como consecuencia de una mayor concentración del capital en unas pocas manos de pudientes privilegiados. Incluso en Colombia se hizo famosa una frase: "la economía va bien, el país va mal". Entendiendo por país la nación o la gente, el grueso de sus habitantes. Por esto mismo,

Tan importante es reconocer el papel fundamental que desempeña la riqueza en la determinación de las condiciones de vida y de la calidad de vida como comprender el carácter limitado y eventual de esta relación. Una concepción satisfactoria del desarrollo debe ir mucho más allá de la acumulación de riqueza y del crecimiento del producto nacional bruto y de otras variables relacionadas con la renta. Sin olvidar la importancia del crecimiento económico, debemos ir mucho más allá (Sen, 2009: 30)

Frente a la situación paradójica señalada las preguntas no se hicieron esperar: Cuando hablamos de desarrollo, ¿de qué estamos hablando?, ¿el desarrollo a qué desarrollo se refiere?, ¿hablar de desarrollo es hablar solamente de desarrollo material?, y ¿las personas qué papel juegan? Acaso, ¿las personas no están involucradas dentro del desarrollo?

Lo que implica hablar de desarrollo

Para Amartya Sen el desarrollo se refiere a las personas, donde el desarrollo de un país se refleja en el bienestar de sus habitantes en un sentido amplio, ya que el desarrollo no es puramente económico y no depende de lo económico estricta y únicamente, sino de varios factores que se interrelacionan mutuamente, tales como los factores económico, político y social. Para Sen lo económico es muy importante, importantísimo, pero casi siempre se trata de un medio para alcanzar fines de existencia humana. Pero para esto es necesario que se propicien las condiciones necesarias para alcanzar condiciones económicas adecuadas para la satisfacción de las necesidades fundamentales de vida, es decir, que a lo económico le antecede o debe darse simultáneamente el desarrollo económico y la libertad, o la libertad y el desarrollo económico para alcanzar el desarrollo en general. Sen concibe el "desarrollo como libertad", por esto considera que,

La relación entre la libertad individual y el desarrollo social va más allá de la conexión constitutiva, por importante que ésta sea. Lo que pueden conseguir positivamente los individuos depende de las oportunidades económicas, las libertades políticas, las fuerzas sociales y las posibilidades que brindan la salud, la educación básica y el fomento y el cultivo de las iniciativas (Sen, 2009: 21)

No tiene mucho sentido hablar de la riqueza de un país si la mayoría de la gente no tiene oportunidades para acceder a ella. Las instituciones deben proveer estas oportunidades y a su vez los individuos deben ejercer su derecho al ejercicio de sus libertades. De este modo los individuos no son sujetos pasivos sino "agentes" o sujetos activos para la consecución del desarrollo como libertad. Para Sen el desarrollo económico debe estar en conexión con la libertad social y política donde la democracia y los derechos humanos son fundamentales. Tradicionalmente se argumentó que las libertades ciudadanas serían consecuencia de la superación de las necesidades básicas o económicas. Pero en el mundo se ha observado, así lo señala Sen, que si no hay exigencias también desde el derecho a las libertades los dirigentes políticos o los gobernantes de un país no se sienten obligados a afrontar y dar solución a problemas básicos de la vida humana, y de buena gana se quedan en el discurso retórico. Las libertades son de vital importancia, por esto se debe tomar en cuenta que:

Hay tres consideraciones distintas que nos indican la primacía de los derechos políticos y liberales básicos:

  • su importancia directa en la vida humana relacionada con las capacidades básicas (incluida la participación política y social);

  • su papel instrumental en la mejora de las posibilidades de los individuos para expresar y defender sus demandas de atención política (incluidas sus exigencias de que se satisfagan sus necesidades económicas):

  • su papel constructivo en la conceptualización de las (incluida la comprensión de las en un contexto social) (Sen, 2009: 185)

Para Sen la práctica de la democracia en un país es crucial porque posibilita la participación de la gente en la toma de decisiones importantes que le afectan directamente, pero claro, la práctica de la democracia en un sentido crítico y estricto, porque nos aclara que "la practica insuficiente de la democracia" (ver Sen, 2009: 193) conlleva a fracasos significativos, no sólo en los países que no son demócratas sino incluso en los países con tradición democrática, pero que excluyen los derechos de minorías, ya sea el caso de los afroamericanos en Estados Unidos, como de las mujeres en países como la India y Afganistán. Por su parte, los medios de comunicación deben ser vehículo de información imparcial para llamar al cumplimiento de los derechos políticos, económicos y sociales. Así mismo la política, como ejercicio libre, debe permitir la libertad de expresión y de opinión; donde la oposición ayude a orientar procesos constructivos de tipo social. La democracia no puede asumir posiciones radicales, pero sobre todo posiciones dogmáticas y fundamentalistas. El adecuado funcionamiento de la democracia es responsabilidad no sólo de los gobiernos sino también de los ciudadanos. Sen nos dice que "los logros de la democracia dependen no sólo de las reglas y los procedimientos que se adopten y se salvaguarden sino también de la forma en que los ciudadanos utilicen las oportunidades" (Sen, 2009: 194).

Ahora bien, ¿todos estos planteamientos que traza Sen hacia dónde se orientan? Se orientan hacia el desarrollo humano, hacia un mundo en desarrollo sustentado sobre la libertad donde todas las personas gocen de una calidad de vida digna, por derecho propio. O como diría Manfred Max Neef, se orienta hacia la construcción de un mundo que regule la estupidez del ser humano, a tal punto que sea posible que todos los individuos en compromiso social convivan civilizadamente; porque como afirma Sen al final de su texto: "el desarrollo es, de hecho, un compromiso trascendental con las posibilidades de la libertad" (Sen, 2009: 356).

Para Sen el desarrollo se orienta hacia la solución de la gran paradoja mundial que tiene en jaque a la humanidad: la pobreza, la miseria, la violencia, la opresión, la marginación y desconocimiento de los derechos de minorías étnicas, como de las mujeres en algunos contextos. Pero lo más sorprendente es que todo esto ocurre en medio de la más grande opulencia de unos pequeños sectores, ocurre dentro de un mundo que considera a la democracia como el mayor logro político, donde los derechos humanos y las libertades de todo orden se pregonan por doquier, en un mundo globalizado comercialmente e intercomunicado en redes y en intercambio de ideas y conocimientos de forma simultánea, pero dentro de la más abismal de las desigualdades sociales. El fin último del desarrollo no es la riqueza económica (ésta es un medio) sino el desarrollo humano, el desarrollo como libertad, es decir, la dignidad humana; se trata ciertamente de,

(…) la capacidad para vivir en realidad mucho (sin morir en la flor de la vida) y para vivir bien mientras se esté vivo (y no para vivir una vida de miseria y de privación de libertad), cosas a las que casi todos nosotros concederíamos mucho valor y desearíamos tener fervientemente (Sen, 2009: 29, 30)

En palabras de Sen, "…el desarrollo puede concebirse (…) como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos." En otras palabras, el desarrollo sólo ha de medirse mediante el aumento de la libertad de los individuos, aquí no cabe otro indicador.

Ahora bien, ningún proceso humano puede desconocer la interacción de fuerzas internas y externas que se producen a diario en el transcurrir de la vida. Por eso, el modelo educativo que pretende responder a las necesidades de los estudiantes tiene que mirar esas necesidades dentro de un contexto. Cada persona o grupo social está influenciado por muchos factores provenientes de un ambiente natural y cultural, socio-político y económico amplio. Un ambiente que estimule el aprendizaje necesita convertir en fuerzas positivas, de una manera permanente y continua, muchos aspectos negativos del entorno inmediato haciendo de elementos y circunstancias posibilidades para el desarrollo y talento humano.

Este concepto de ambiente se deriva de una perspectiva Ecológica Humana desarrollada por Urie Bronfenbrenner que ha contribuido a clarificar los tipos de relaciones que deben establecerse entre los diferentes ambientes e instituciones. De allí que se acepte que, el ambiente es el conjunto de fuerzas, elementos, roles y relaciones internas y externas que definen el espacio natural, social y psicológico de cada persona o grupo social a nivel local, regional, nacional, e internacional y que contribuye en una forma directa o indirecta a definir sus características y a desarrollar sus potencialidades.

Los cambios se dan en la estructura política, económica y social que inciden directamente en las esferas de lo ecológico, lo cotidiano, moral, ético y estético; donde la irracionalidad, los problemas y las crisis mundiales demandan un cambio en las estructuras mentales. Implican una visión distinta del mundo y del universo a partir del cambio real en el presente y su proyección en el futuro. Cambios en sentido positivo que sólo serán posibles a partir del cambio de actitud de las personas, pero esto como logro de las personas mismas se dará en tanto que, de una parte, entiendan su significación profunda y, de otra, se conviertan en agentes activos de esa dimensión utópica, de realización en el futuro deseable y posible.

La responsabilidad y compromiso social del Estado, la pacificación del país, el cumplimiento de las políticas institucionales, el efectivo control de gestión por parte de los entes estatales como de la ciudadanía, la participación social y comunitaria, el desempeño idóneo e integral de las personas, la administración eficiente tanto pública como privada, como la toma de decisiones conscientes en las distintas esferas de la vida tiene como soporte a la ciencia, la investigación e innovación (educación y conocimiento), como forjadoras de la cultura del futuro inmediato de nuestro país. Eso afortunadamente se ha empezado a priorizar en el contexto de los países menos desarrollados por lo que ya no basta la simple rentabilidad económica sino que al lado de ésta es bien importante la rentabilidad pública o social. El desarrollo de las naciones se centra hoy en la ciencia o en el conocimiento y su aplicación, que ha de repercutir en todas las redes de la sociedad. La calidad en la educación, el conocimiento avanzado y la ética permitirán la conformación de una mejor sociedad civil en el país.

Referencias

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www.insumisos.com/lecturasinsumisas/Teorias%20del%20Desarrollo.pdf
(Recuperado junio 11 de 2010)

 

 

 

Autor:

Ariel Charry Morales

Filósofo

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