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Drama Ollantay (página 2)




Enviado por Manu



Partes: 1, 2

(VanseO L L A N TA yORCCO-H UARARICCA con sus séquitos por lados opuestos.)

ESCENA IV

Lugar en las montañas entre la fortaleza deO L L AN TA y el palacio del Inca.

(RUMI-ÑAHUI sale como fugitivo.)

RUMI-ÑAHUI.- ¡Ah Rumi! ¡Ah Rumi! ¡Ah Rumi-Ñahui! ¡Qué infortunado eres! Has escapado de un peñasco. Esto ha sido para mí una canción bien triste. ¿No estuvo en tus manos rechazar a Ollanta emboscado en aquel valle? ¿No has recordado que tiene un corazón insidioso para dominar todo? ¿Por qué no has recurrido a estrategias para aniquilar su ejército? En él sólo he encontrado un hombre que de cobarde se haga valiente. Hoy he muerto a millares de hombres; sólo así he podido librarme de gemir en sus manos. Había pensado que ese hombrecillo sería un fanfarrón; por eso le busqué cara a cara y penetré en el valle, juzgando que con mi presencia huiría; y estando ya a la entrada de su campamento, principiaron a caer y rebotar por todas partes los peñascos, llevando consigo muchas galgas; ellas aplastan y sepultan todo mi ejército. Aquí y allí matan, la sangre corre, inunda y se extiende por todo el valle. Así ha sucedido, yo también estuve en medio de un hervidero de sangre. ¿Con quién me hubiera batido, si nadie salió, ni a nadie vi y los míos eran destrozados por las galgas? ¿Con qué cara he de r a presentarme al Inca? ¡Estoy perdido! ¿Adónde huiré? ¡Ahora mismo me ahorcaría con mi propia honda; pero ella, que sirva para cuando Ollanta caiga.

(Vase.)

ESCENA V

Patio interior del templo de las vírgenes.

(Salen la niña IMA-SÚMAC yPITU-SAL LA.)

PITU-SALLA.- Ima-Súmac, no salgas demasiado a la puerta. No aguardes allí; porque las matronas se han de enfadar; no obstante de ser tu nombre Ima-Súmac muy querido, pues sólo al oírlo pronunciar se llenan de regocijo todas las escogidas. Cuando te encierres en aquel patio, mora allí en medio de los goces. Nadie sale jamás de aquí; por eso hallarás toda especie de comodidades, ricos vestidos, oro y exquisitos manjares. Todas las escogidas de la sangre real te aman y llevan siempre en sus brazos. Todas las maestras, sin excepción, te acarician, ya besándote, ya mimándote. Tú eres la única a quien distinguen y en cuyo rostro se fijan. ¿Qué más quieres, tú que debías servir a las demás hermanas, que vivas en su sociedad? También debes notar que toda la nobleza te venera, como si fueras de la sangre de las escogidas, y se recrean contigo, como si vieran al Sol y te conservan como a su linaje.

IMA-SÚMAC.- Muchas veces eso no más, eso no más me dices. Pues yo ahora te diré la verdad. Abomino estos claustros, esta casa; maldigo todos los días mi existencia y mi inacción. Aborrezco la sañuda cara de las matronas, que es lo único que miro desde el rincón de mi morada. Aquí no hay felicidad, sólo lágrimas que llorar. Su voluntad sería que nadie habitara aquí; veo que ellas andan entre las risas y los goces, pues llevan en sus manos el colmo de la ventura. ¡Quién sabe si estoy clausurada porque no tengo madre! Buena nodriza, como no hay que servir, me iré a recoger; porque anoche estuve vagando por todas partes, hasta que por fin entré al jardín y escuché un instante que permanecí en él, los lamentos y gemidos de una voz que clamaba por la muerte. Miré a todas partes con los cabellos erizados; gritando de espanto, dije: 릩quest;Quién eres que clamas a todos y angustiada dices: ¡Sol mío!, sácame de aquí?렂usqué en derredor mío, a nadie hallé: sólo la paja silbaba en el prado; con ella me puse a llorar. Mi corazón rasgado quería salirse de mi pecho; aún ahora que recuerdo, me lleno de espanto como si fuera a morir. ¡Aquí Pitu-Salla, el mismo dolor anida y el llanto florece eternamente! Mira, adorada nodriza, no me digas que permanezca aquí; porque abomino mi condición de escogida.

PITU-SALLA.- Entra, no sea que te vea alguna anciana.

IMA-SÚMAC.- ¿Esta morada es para mí?

(Vase.)

ESCENA VI

SaleMAMA-CCACCA vestida de blanco.

MAMA-CCACCA.- ¿Has comunicado mis órdenes a esa niña?PITU-SALLA.- ¿Qué debo avisarle?MAMA-CCACCA.- ¿Qué te he advertido?PITU-SALLA.- Llora sin consuelo y rehúsa admitir el vestido del Aclla-Huasi.MAMA-CCACCA.- ¿Cómo, no la has reprendido?

PITU-SALLA.- Le muestro la ropa, para que se despoje de la vieja que viste, recordándole que ya salió de la infancia y que no ha de ser escogida si la tristeza se apodera de ella, y que ha de permanecer en la condición de sierva. ¿Por qué ella recordará que es una hija sin padre y una criatura sin madre? He aquí un mal agüero.

MAMA-CCACCA.- Di su nombre, dilo; pues dentro de estas paredes todo queda sepultado como en la nieve, y hasta el nombre se olvida.

PITU-SALLA.- ¡Ay, Ima-Súmac! ¡Ay, Ima-Súmac! ¿Qué calabozo te ocultará solitaria? ¡He aquí una serpiente! ¡Ve acá un león!

(Vanse.)

ESCENA VII

Calle de Cuzco.

(SalenRUMI-ÑA HUI yPIQUI-CHAQUI de lados opuestos; el último como espía.)

RUMI-ÑAHUI.- ¿Cómo así, Piqui-Chaqui, has venido para acá? ¿Por ventura buscas la muerte, junto con el traidor Ollanta?

PIQUI-CHAQUI.- Como natural del Cuzco, he sido expulsado; me vuelvo sin demora a mi pueblo; porque no puedo habitar los valles.RUMI-ÑAHUI.- Dime ¿qué hace Ollanta?PIQUI-CHAQUI.- Ovilla un quipu.RUMI-ÑAHUI.- ¿Qué ovillo es ése?PIQUI-CHAQUI.- Regálame algo y te avisaré.RUMI-ÑAHUI.- Sí, para golpearte un palo, y para ahorcarte tres.PIQUI-CHAQUI.- Ollanta… Ollanta… Ollanta… Esto… nada más me acuerdo.RUMI-ÑAHUI.- ¡Cuidado, Piqui!

PIQUI-CHAQUI.- Y Ollanta… levanta… Y Ollanta… construye una fortaleza de piedras colosales… Ata dos hombres enanos para que salga un gigante. Dime, ¿por qué llevas esa ropa arrastrando como la gallina ingerida lleva sus alas? Mira que el barro mancha hasta lo negro.

RUMI-ÑAHUI.- ¿No ves al Cuzco, hecho un mar de lágrimas? Pachacútec está enterrado: todos están de luto en medio del plañido universal.

PIQUI-CHAQUI.- ¿Quién gobernará ahora después de Pachacútec?

RUMI-ÑAHUI.- Túpac-Yupanqui ocupará el trono; aunque el Inca ha dejado muchos hijos, a pesar de ser aquél el menor y haber todavía otro mayor. Todo el Cuzco le ha elegido; y el Inca le ha dejado el cetro y las armas. Así, no podemos elegir a otro.

PIQUI-CHAQUI.- Voy a traer mi cama.

(Vase.)

ESCENA VIII

Palacio del Inca.

(SaleT Ú PA C-Y U PA N Q U I con HUILLCA-UMA y su séquito.)

TÚPAC-YUPANQUI.- En este día ¡oh nobles!, recibid y venerad al Sol. Todas las vírgenes que existan, llenas de júbilo que se presenten en este campo para alegrar la comarca entera. Así, os recuerden que debéis orar con vuestro corazón.

HUILLCA-UMA.- Ayer se levantó el humo hasta la mansión del Sol, Pacha-Cámac está muy alegre: todo ha de ser ahora propicio; sólo una cosa ha inquietado al Inca y es que, después del sacrificio de las aves y de las llamas, como todos han visto, abrimos un águila para observar su pecho y augurar por medio de su corazón: ¡la encontramos vacía! Así, pues, debemos conquistar pronto a Anti-Suyu sublevado; pues vaticino que será sometido.

TÚPAC-YUPANQUI.- Aquel valiente Anti-Suyu, dejó en libertad a esa águila y ella ha sido la perdición de tanta gente.

RUMI-ÑAHUI.- ¡Poderoso Inca! Tú sabes ya todo lo que ha acontecido y cuáles han sido mis yerros; no obstante de ser una piedra te obedezco y como piedra he destrozado todo. Salí con una piedra y con ella he peleado, aunque aquéllos dominaban la comarca. Sólo una cosa te pido, y es que me permitas partir a la fortaleza, pues te prometo sacarte victorioso.

TÚPAC-YUPANQUI.- He aquí lo que debes hacer, para que recobres tu fama: no abandones a Anti-Suyu; de este modo te he de probar.

HUILLCA-UMA.- Dentro de pocos días verás a Anti Suyu a tus pies; así lo he encontrado en los quipus. Vuela pronto, Rumi-Ñahui.

(VaseRUMI-ÑAHUI apresuradamente; luego salen todos.)

ESCENA IX

Campo cerca de la fortaleza deO L L A N TA.

(SalenRUMI-ÑA HUI fugitivo, bañado en sangre y un INDIO CAÑARI.)

RUMI-ÑAHUI.- ¿No hay en esta comarca alguien que tenga compasión de mí?

INDIO.- ¿Quién eres hombre? Avísame: ¿quién te ha puesto en ese estado? ¿De dónde vienes tan cruelmente herido?RUMI-ÑAHUI.- Ve a avisar a tu Inca, que su favorecido le llama.INDIO.- ¿Cómo te llamas?RUMI-ÑAHUI.- Todavía no te diré mi nombre.

INDIO.- Aguárdate allí.

(Vase.)

ESCENA X

Sale O L L A N TA.

RUMI-ÑAHUI.- ¡Poderoso Inca! ¡Mil veces te adoro postrado a tus pies! Ten compasión de este desgraciado.

OLLANTA.- ¿Quién eres? ¿Adónde vas? ¿De dónde has caído? ¿Quién eres tan lastimosamente herido?

RUMI-ÑAHUI.- Me conoces demasiado, yo soy Rumi; por eso he caído a tus pies, ¡Inca, favoréceme!OLLANTA.- ¿Eres tú, Rumi-Ñahui, el valiente de Anti-Suyu?RUMI-ÑAHUI.- Soy ese Rumi, por eso he derramado sangre.

OLLANTA.- Levántate, aquí tienes mi mano. ¿Quién te ha puesto en este estado? ¿Quién te ha conducido a mi palacio, y a mi presencia? Que traigan ropa nueva para ti, pues yo te amo. ¿Por qué estás desamparado?

RUMI-ÑAHUI.- El nuevo monarca Túpac-Yupanqui, que ahora gobierna en el Cuzco es un tirano feroz. Vive en medio de regüeldos de sangre; degüella sin perdonar a nadie; sin saciar jamás su corazón, todo lo inmola en su delirio; y así corre el suncho rojo. Yo soy el valeroso de Anti-Suyu, como tal vez recuerdas. Conociendo esto, Túpac-Yupanqui me llamó a su territorio. En ése su depravado corazón piensa una cosa y manda otra… Mira que eres mi padre y mi madre; ¡aquí me tienes en tu palacio!

OLLANTA.- No te aflijas, Rumi; en este instante te voy a curar y a auxiliar. Tú también has de ser su cuchillo. En el día de sacrificar al Sol tendremos una gran fiesta en el cuartel real, y entonces debemos marchar para arriba.

RUMI-ÑAHUI.- Que la fiesta dure tres días aunque el regocijo sea limitado; pues para entonces he de estar aliviado. Te hablo con mi corazón.

OLLANTA.- Concedido; tres noches hemos de sacrificar al gran Sol, y estaremos todos en medio del júbilo, para lo cual se cerrará el cuartel real.

RUMI-ÑAHUI.- Que se avise también a los domésticos para que dispongan de la noche y además, deban llevar consigo a sus mujeres.

ACTO III

ESCENA I

Patio interior del templo de las vírgenes.

(IMA-SÚMAC yPITU-SALLA salen de lados opuestos.)

IMA-SÚMAC.- Querida Pitu-Salla, dime, ¿hasta cuándo me ocultas aquel secreto? Mira que me has partido el corazón, por no haberme avisado ayer, aunque con las lágrimas en mis ojos, lo que por desgracia mía deseo tal vez saber. ¿Quién está allá afligida? No me ocultes, paloma, quién es la que se lamenta y llora a cada instante dentro de aquel jardín. ¿Por qué se le prohíbe que me vea?

PITU-SALLA.- A nadie más que a ti, Ima-Súmac, he de descubrir lo que tú sola debes saber; mas ocúltalo dentro de tu pecho como si fuera una roca; porque lo que vas a ver te ha de causar un profundo dolor y has de llorar sin consuelo.

IMA-SÚMAC.- Aun cuando todo me reveles, a nadie he de avisar; nada me ocultes que yo sabré sepultarlo en el fondo de mi corazón.

PITU-SALLA.- Cuando todas las matronas estén dormidas, aguárdame cerca de una

puerta de piedra que tiene aquel jardín.

(Vase.)

ESCENA II

PITU-SALLA vuelve con una bujía, una copa de agua y alimentos.

PITU-SALLA.- Ya es hora, levántate y tapa esta luz.(Vase con IMA-SÚMAChacia

la puerta de una caverna; ábrela.)He aquí la princesa a quien tu corazón busca. ¿Cesa

ya de palpitar?

IMA-SÚMAC.- ¡Ay de mí! ¡Qué dolor! ¡Qué veo! ¿He buscado por ventura un

cadáver? ¡Me espanto de miedo! ¿Has custodiado acaso un muerto?(Se desvanece.)

PITU-SALLA.- ¡Qué me pasa! ¡Ima-Súmac! ¡Palomita! ¡Vuelve en ti, en este instante!… ¡Doncellas! ¡Auxilio!…(IMA-SÚMACreviv e.) No temas, hermana, no es muerto quien llora, es una princesa que en este lugar se lamenta.

IMA-SÚMAC.- ¿Vive todavía aquella mujer?

PITU-SALLA.- Acércate, auxíliame, mira que todavía vive. Alcánzame agua y aprieta bien la puerta. ¿Por qué no te alimentas hermosa princesa? Aquí tienes agua y comida; descansa un poco, que ahora regresaré.

IMA-SÚMAC.- ¿Quién eres hermosa paloma, que estás aquí prisionera?

PITU-SALLA.- Come algo todavía, no sea que te desmayes.

CUSI-CCOYLLUR.- Después de tantos años sin ver más que tu cara, me traes ese rostro nuevo, y me siento feliz.

IMA-SÚMAC.- ¡Ay princesa! ¡Bella escogida! ¡Hermoso pajarillo de oro! ¿En qué has pecado, corazón? ¿Por qué tan oprimida? ¿Por qué tan angustiada? ¿Deseas la muerte arrastrándote como un reptil?

CUSI-CCOYLLUR.- ¡Bella hija! ¡Fruto adorado! ¡Soy una mujer como la semilla del panti arrojada al campo. Me casé con uno a quien amé como a la niña de mis ojos, sin que el Inca supiera; pero él se volvió ingrato conmigo. Ollanta, antes tan querido por el Inca, le expulsa, y después enfurecido me mandó acá prisionera. Ya hace muchos años que vivo en este lugar; mira como estoy sin ver a nadie: en este calabozo no hay felicidad; ¡aguardo en él, diez veces la muerte, atada entre cadenas de hierro y olvidada de todos!… Mas, ¿quién eres corazón, tan niña y tan tierna?

IMA-SÚMAC.- Siempre te he buscado, traspasada de dolor; y desde el instante que te sentí en esta casa, lloraba, y mi corazón saltaba dentro de mi pecho, pues no tengo padre ni madre; ni a nadie conozco por tal.

CUSI-CCOYLLUR.- ¿Qué edad tienes?

IMA-SÚMAC.- Acaso tengo muchos años que abomino esta casa, y a no vivir en ella los hubiera contado.PITU-SALLA.- Como cosa de diez años, así calculo que tenga.CUSI-CCOYLLUR.- ¿Cómo te llamas?

IMA-SÚMAC.- Me llamo Ima-Súmac, aunque tal vez no he correspondido a mi nombre.

CUSI-CCOYLLUR.- ¡Ay hija mía! ¡Ay palomita! ¡Acércate a mi pecho! ¡Tú eres mi única felicidad! ¡Hija mía! ¡Ven! ¡Ven! Mi regocijo es sin límites. Sí, yo te puse ese nombre.

IMA-SÚMAC.- ¡Ay madre mía, no me desampares! ¿Te habré conocido sólo para llorar? ¿Me dejarás en la orfandad? ¿En quién me refugiaré? ¿A quién volveré mis ojos? ¿Quién me ha de proteger? Alcánzame tu mano, auxíliame.

PITU-SALLA.- No grites, ¡no! Para mí será el tormento. Camina: ¡vámonos! Tal vez

nos oigan las matronas.

IMA-SÚMAC.- Sufre un poco más en esta cárcel maldita. Quédate que yo te he de sacar de aquí. Pasa en ella algunos días. ¡Ay madre mía, me voy sin aliento y desearía un veneno para mi corazón!

(VanseIMA-SÚMAC yPITU-SAL LA; luego, retiraseCUSI-CCOYLLUR.)

ESCENA III

Sala en el palacio del Inca.

(SalenT ÚPA C-Y U PA NQ U I yHUILLCA-UMA.)

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Grande y noble Huillca-Uma! ¿Sabes algo de Rumi-Ñahui?

HUILLCA-UMA.- Salí ayer por la tarde hasta Huil-canota: encontré allí muchos prisioneros, que eran todos de la nación anti, la cual se dice que ha sido vencida, sus campos talados y sus hogares incendiados.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Han tomado a Ollanta? ¿Tal vez si ese hombre se ha escapado?

HUILLCA-UMA.- Ya Ollanta ha sido vencido, destrozado y devorado por las llamas.

TÚPAC-YUPANQUI.- Nuestro padre el Sol nos ha favorecido, como que soy de su linaje. Sí, los hemos de rendir a nuestros pies; para eso estoy aquí.

ESCENA IV

Sale un INDIO CAÑARI.

INDIO.- Rumi-Ñahui me ha mandado muy de prisa con este quipu.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Ve qué dice!

HUILLCA-UMA.-(Descifra el quipu.) ¡En este quipu hay carbón, que indica que ya Ollanta ha sido quemado! Estos tres… cinco quipus atados dicen que Anti-Suyu ha sido sometido, y que se encuentra en manos del Inca; esos tres… cinco, que todo se ha hecho con rigor.

TÚPAC-YUPANQUI.- Y tú que has estado allí, ¿qué cosa has hecho?

INDIO.- ¡Poderoso Inca, hijo del Sol! Mira que soy el primero trayéndote la noticia

de que has triunfado, subyugado y derramado la sangre de esos traidores.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Cómo! ¿no he amonestado con frecuencia que no se derrame

la sangre de aquella gente, pues bien saben que la amo y compadezco?

INDIO.- ¡Padre mío! No; no se ha vertido la sangre de nuestros enemigos; que corra esta noche.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Qué has visto?

INDIO.- Yo estuve allí junto con todo mi ejército, durmiendo en la confluencia del Qqueru y escondido en Yanahuara. Como en este valle hay muchas selvas para celadas, permanecí oculto en una casa por espacio de tres días, con sus noches, soportando el hambre y las intemperies. Rumi-Ñahui vino a verme y me declaró todo su plan: que nosotros debíamos venir de noche, luego que él regresase a su puesto, pues se iba a celebrar en el cuartel real una gran fiesta, y, cuando todos estuviesen entregados a la embriaguez, podíamos cargar durante la noche con el ejército de los veteranos. Después de haberme descubierto su estrategia, se regresó y aguardamos aquella noche. Mientras tanto, Ollanta pasaba divirtiéndose en la celebración de la fiesta del Sol, junto con los suyos, y el ejército entregado a la beodez por espacio de tres días.

Nosotros les caímos a media noche, y nuestro ejército entró por sorpresa, sin que el enemigo lo percibiera y estalló sobre él como la tempestad. De esta manera fue al punto sobrecogido de espanto, y cuando volvió en sí, se encontró prisionero en nuestras manos. Rumi-Ñahui se hallaba todavía enfermo; aunque Orcco-Huarancca marchaba muy triste, sin embargo empuñaba con furia, la cadena. De este el Inca condujo a Ollanta, con su séquito; Ancco-Allu con sus mujeres y como cerca de diez mil antis prisioneros. Sus mujeres convertidas en un mar de lágrimas los seguían de cerca. Por esto, en verdad, has visto a Huilcanota entregada al llanto.

ESCENA V

RUMI-ÑAHUI sale victorioso, con la cabeza descubierta.

RUMI-ÑAHUI.- ¡Postrado a tus pies, poderoso Inca, te adoro mil veces! Escucha mis palabras, pues estoy bajo tu amparo.

TÚPAC-YUPANQUI.- Levántate; aquí tienes mi mano: regocíjate porque has salido bien en tu empresa; echaste tu red y has pescado.

RUMI-ÑAHUI.- Sí, ese traidor con sus piedras ha muerto muchos nobles y un sin número de plebeyos; mas yo Rumi he sido para él un peñasco; como Rumi he acabado con él y sus compañeros.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Se ha derramado mucha sangre?

RUMI-ÑAHUI.- No noble, no en verdad; he cumplido todo como me has mandado;

así he tomado toda la nación anti prisionera; sus montañas están allanadas e incendiadas.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Dónde están esos enemigos?

RUMI-ÑAHUI.- Todos aguardan en el campo perecer con terrible castigo. Cada cual se apresura en buscar la muerte; pero es menester separar a las mujeres que están embarazadas, pues ellas bastan para la propagación de la especie.

TÚPAC-YUPANQUI.- Así ha de ser infaliblemente. Que todos los niños y mendigos sean destruidos sin excepción; aun cuando todo el Cuzco sucumba con ellos. Conduce a mi presencia a esos traidores.

ESCENA VI

Traen a OLLANTA ,ANCCO-ALLU YORCCO-HUARANCCA cargados de cadenas con los ojos vendados; con ellos salenPIQUI-CHAQUI yHUILLCA-UMA.

TÚPAC-YUPANQUI.- Quítales la venda. Dime: ¿dónde estás, Ollanta? ¿dónde,

Orcco-Huarancca? Ahora sin remedio seréis ejecutados. ¿Quién te ha metido en esto?

PIQUI-CHAQUI.- Sabes que entre los yuncas hay muchos piques que producen

úlceras graves, que se curan con agua caliente; por esto, quítame a mí también la vida.

TÚPAC-YUPANQUI.- Ancco-Allu, respóndeme: ¿por qué te has perdido con Ollanta? Desátale. ¿No es cierto que el Inca te ha venerado como a un padre; y no es cierto que en él has hallado cuanto has querido? Tu palabra ha imperado en su voluntad; cuanto has pedido se te ha concedido y aún más. ¿Había algo oculto para ti? ¡Hablad, traidores! ¡Respóndeme, Ollanta! ¡Responde, Orcco-Huarancca!

OLLANTA.- ¡Padre mío, nada me preguntes!; nuestro crimen rebosa por todas partes.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Veamos la muerte que deban recibir! Di tu parecer, Huillca- Uma.HUILLCA-UMA.- ¡El Sol me ha concedido un corazón muy benigno!TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Rumi!, habla entonces.

RUMI-ÑAHUI.- Siendo esta grande traición, el castigo debe ser el último suplicio. El Inca enrostra muchos crímenes a esta gente; así, que se les ate de uno en uno, ahora mismo, a cuatro estacas para que todos sus siervos pasen por encima de estos traidores; y que su ejército sea traspasado a flechazos, en castigo de su rebeldía. De este modo se vengará con sangre la muerte de sus padres.

PIQUI-CHAQUI.- Así se ha de destruir la nación anti; que se haga también una hoguera para quemar su gente.

RUMI-ÑAHUI.- ¡Calla!, si no te he de lanzar una piedra, pues ahora tengo corazón de piedra.

TÚPAC-YUPANQUI.- Habéis oído que se ha mandado que muráis en la estaca. ¡Condúcelos acá! ¡Muerte a los traidores!

RUMI-ÑAHUI.- ¡Arrastrad a esos traidores al lugar donde deben ser escarmentados! ¡Estiradlos! ¡Arrastrad, arrastradlos hechos pedazos!

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Pon en libertad a esos prisioneros! ¡Que se aparten de mi presencia! ¡Habéis contemplado de cerca la muerte! ¡Ahora huid como el ciervo en el bosque! Ya que estáis rendidos a mis plantas, mi corazón me dicta que sea generoso con vosotros y que os eleve; aunque sea un millón de veces más. Tú, que has sido el valeroso gobernador de Anti-Suyu, sabrás que es mi voluntad que le continúes mandando para que conserves siempre tu fama. Huillca-Uma, toma el yelmo y aquellas insignias y pónselas de nuevo a este desgraciado que se ha libertado de la muerte.

HUILLCA-UMA.- ¡Ollanta! Conoce desde hoy el poder de Túpac-Yupanqui; desde este instante aprende a obedecerle y amarle como a tu protector. Todo mi poder está en esas insignias, ahora te las ciño y sabrás que son las armas del Inca.

OLLANTA.- Con las lágrimas en mis ojos, protesto que te he de amar y que he de ser tu humilde siervo. ¿Quién será igual a ti? Humillado a tus pies desataré tu calzado y desde ahora estoy cierto que todo mi poder depende de tu palabra.

TÚPAC-YUPANQUI.- Ven acá Orcco-Huarancca. Ollanta te hizo general y te dio ese yelmo, para que estuvieras contra mí; sin embargo mi furor se ha aplacado: tú quedarás gobernando Anti-Suyu, para que salgas a la conquista de nuestro enemigo. Recibe este yelmo, para que te portes con valor; y ya que te he libertado de la muerte me contarás en el número de los que te aman.

ORCCO-HUARANCCA.- ¡Postrado a tus pies, poderoso Inca, te adoro mil veces; aunque extraviado, ahora te he de auxiliar!

HUILLCA-UMA.- El poderoso Túpac-Yupanqui te hizo noble, concediéndote ese yelmo y esas flechas; así pues serás valiente como el joven tunqui.

RUMI-ÑAHUI.- ¿Habrá entonces dos Incas en el belicoso Anti-Suyu?

TÚPAC-YUPANQUI.- No, Rumi; no habrá dos: Orcco Huarancca gobernará a Anti- Suyu, y Ollanta se quedará en el Cuzco, ocupando el trono para que gobierne en vez del Inca, y así permanecerá siempre aquí.

OLLANTA.- ¡Oh Inca! ¡Enalteces demasiado a este hombre que nada es! ¡Vive mil años! ¿Qué habéis hallado en mí?

TÚPAC-YUPANQUI.- Saca, Huillca-Uma, la grande insignia real; ponle pronto la borla amarilla; dale el cetro y hele aquí representando al Inca. Ahora debo comunicarte mis órdenes: tú, Ollanta, permanecerás en mi lugar; pues yo marcho al Collao dentro de un mes; por eso lo he dispuesto así. Me iré lleno de complacencia, dejando a Ollanta sobre el trono.

OLLANTA.- Deseo partir contigo a cualquier parte que sea; pues sabes muy bien que soy varón diligente; supuesto que soy tu siervo, sin duda alguna he de ser el primero que marche en tu compañía.

TÚPAC-YUPANQUI.- Cásate de una vez; con eso estarás contento y descansarás tranquilo. Escoge la que quieras.

OLLANTA.- ¡Oh noble! Soy casado; mas he sido desgraciado.

TÚPAC-YUPANQUI.- Todavía no conozco a tu esposa. Preséntamela para venerarla.

Nada me ocultes.

OLLANTA.- ¡En el Cuzco se ha perdido mi adorada paloma! En un solo día desapareció volando a otros lugares; la he buscado aquí y allá, preguntando a todos; pero ella se perdió, como si la tierra se la hubiera tragado. ¡Tal es mi situación!

TÚPAC-YUPANQUI.- No te entristezcas, Ollanta; aunque sea eso y mucho más: cumple con mis órdenes sin retroceder. Huillca-Uma, haz lo que te he dicho.

HUILLCA-UMA.- ¡Pueblo! Sabed que Ollanta representa al Inca y que gobierna en su lugar. ¡Salve, Inca Ollanta!

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Vosotros, acatadle!

RUMI-ÑAHUI.- Te felicito por tu ventura de que hagas las veces del noble Inca. Que todo Anti-Suyu se regocije y la comarca entera te sea propicia.

MUCHAS VOCES.-(Afuera.) ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Fuera! ¡Fuera esa niña!

IMA-SÚMAC.-(Afuera.) Por lo que más améis, dejadme hablar; no me impidáis;

mirad que he de morir en este momento.

TÚPAC-YUPANQUI.-(A un INDIO en la puerta.) ¿Quién llora afuera?

INDIO.- Una niña viene llorando y quiere hablar con el Inca.

TÚPAC-YUPANQUI.- Condúcela acá.

(Vase el INDIO.)

ESCENA VII

Sale IMA-SÚMAC.

IMA-SÚMAC.- ¿Cuál de vosotros es el Inca, para arrojarme a sus pies?

HUILLCA-UMA.- Él es nuestro Inca, bella niña; ¿por qué lloras?

IMA-SÚMAC.- ¡Inca mío! tú eres mi padre, perdona a tu hija. Favoréceme, pues eres hijo del Sol. Mi madre habrá muerto ya, presa en una cárcel de granito. Un feroz enemigo la confinó allí, para que muriera lentamente. Estará ya bañada en su sangre.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Quién es aquel tirano? ¡Ollanta! ¡Ollanta! ¡Levántate pronto! ¡Ve eso!

OLLANTA.- Vamos, niña, llévame presto. ¿Quién ha muerto a tu madre?

IMA-SÚMAC.- Tú no vayas; el Inca que la vea, pues él la conoce, mientras que tú, no. Inca, levántate pronto; no sea que encuentre a mi madre muerta; ya me parece ver su cadáver. Sí, obedéceme.

HUILLCA-UMA.- ¡Poderoso Inca! Pues hasta ti llegan sus tormentos, ¿quién osará impedir que seas su libertador?OLLANTA.- ¿Dónde está tu madre cautiva?IMA-SÚMAC.- En un rincón de aquella casa.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Vamos! ¡Vamos! Todos juntos; ya que hallándonos en medio

de los placeres, esta niña ha venido a rasgar mi corazón.

IMA-SÚMAC.-(Señala la puerta.) ¡Padre mío! Aquí está mi madre. ¡Aquí! ¡Quién sabe si ya se encuentra muerta!OLLANTA.- Me parece que te engañas: ésta es la casa de las princesas.IMA-SÚMAC.- Mi paloma padece en esta casa diez años.OLLANTA.- ¡Abrid aquella puerta! ¡El Inca viene!

ESCENA VIII

PITU-SALLA abre la puerta.

IMA-SÚMAC.- ¡Hermana mía Pitu-Salla! ¿Todavía vive mi madre? Entremos, que se abra esa puerta.+

(Señala la caverna.)

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Qué puerta hay aquí?

IMA-SÚMAC.- Padre mío, ésta es la puerta. Pitu-Salla, ábrela que nuestro Inca está aquí.

(Ábrese la segunda puerta por la que sale, cerrándola,MAMA-CCACCA.)

MAMA-CCACCA.- ¿Es una realidad o un sueño, que vea al Inca en estos lugares?

TÚPAC-YUPANQUI.- Abre esta puerta.

(ÁbrelaMAMA-CCACCA y se ve aCUSI-CCOYLLUR.)

IMA-SÚMAC.- ¡Ay madre mía! Mi corazón me anuncia encontrarte muerta. He temido por momentos ver tu cadáver. Pitu-Salla, alcánzame mucha agua; procura que mi madre vuelva a vivir.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Qué caverna es aquélla en la roca? ¿Qué mujer es ésa? ¿Qué significa todo esto? ¿Es una cadena de hierro que la aprisiona? ¿Qué tirano la ha cargado así? ¿Dónde estaba el corazón del Inca? ¿Había engendrado por ventura a un reptil? Mama- Ccacca ven acá. ¿Quién es aquella mujer que viene? ¡He aquí que se ha transformado en un espectro esa desgraciada!

MAMA-CCACCA.- Tu padre lo ha ordenado, queriendo sólo escarmentarla.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Sal de aquí, Mama-Ccacca! ¡Arrojad afuera a esa montañesa, a esa fiera y que nunca mis ojos la vuelvan a ver!

(Le obedecen, y sacan a CUSI-CCOYLLUR.)

CUSI-CCOYLLUR.- ¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ésos? ¡Hija mía, Ima-Súmac, ven acá palomita! ¿De dónde esa gente aquí?

IMA-SÚMAC.- Madre mía, no temas, aquí está nuestro Inca. El poderoso Yupanqui viene: habla, no duermas.

TÚPAC-YUPANQUI.- Mi corazón se desgarra, al presenciar tanto infortunio.

Descansa, y dime después ¿quién eres? Dime, ¿cómo se llama tu madre?

IMA-SÚMAC.- ¡Padre mío! ¡Piadoso noble! Manda todavía que desaten a esa prisionera.HUILLCA-UMA.- Yo debo desatar y auxiliar a esta infeliz.OLLANTA.- ¿Cómo se llama tu madre?IMA-SÚMAC.- Cusi-Ccoyllur es su nombre.

TÚPAC-YUPANQUI.- Me parece que te equivocas. Ella está en la sepultura, donde tendrá felicidad.

OLLANTA.- ¡Ay poderoso Inca Yupanqui! Esta niña es hija de mi esposa.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Todo me parece un sueño! ¡Esta felicidad hallada! ¿Esta mujer Cusi-Ccoyllur es mi hermana?… ¡Hermana mía! ¡Cusi-Ccoyllur, querida paloma, ven acá, abrázame y consuélame para que pueda vivir!

CUSI-CCOYLLUR.- Ya sabrás, hermano mío, los infinitos tormentos que padezco

aquí, desde hace tantos años. Tú eres, pues, quien me ha de libertar de la muerte.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Quién eres, mujer, que tanto te angustias? ¿Quién te ha puesto aquí? ¿Qué crimen te ha arrastrado? Muy bien hubieras podido perder el juicio. ¿Tendré corazón para presenciar sufrimientos tan inexplicables? ¡Debiera morir con esta mujer, como si fuera la madre que la dio a luz! ¡Su rostro está marchito, su hermosa boca incognoscible: se acabó para siempre su beldad!

OLLANTA.- ¡Cusi-Ccoyllur, yo te perdí primero, mas ahora vives! Y tú eres su padre que le puedes quitar la vida; mas entonces arráncala a los dos juntos: ¡no me dejes que sobreviva! ¡Mi corazón entero está llagado! ¡Cusi-Ccoyllur! ¿Dónde está tu risueño semblante? ¿Dónde tus lindos ojos? ¿Dónde tu belleza? ¿Eres acaso una hija maldita?

CUSI-CCOYLLUR.- ¡Ollanta! ¡Ollanta! ¡Un veneno abrasador ha sido la causa que nos haya separado por espacio de diez años; mas ahora nos vuelve a unir, para que vivamos de nuevo! ¡Tú has de contar tantos años de goces y de pesares, cuantos el poderoso Inca viva, y con esta nueva vida, tu existencia se ha de prolongar!

HUILLCA-UMA.- Alcánzame ropa nueva para vestir a nuestra princesa.

TÚPAC-YUPANQUI.- ¡Ollanta! ¡He aquí a tu esposa; desde hoy venérala. Y tú Ima- Súmac, ven a mi pecho: ven, hermosa paloma, a devanar esos ovillos. ¡Sí, tú eres la prole de Ccoyllur!

OLLANTA.- ¡Oh noble! ¡Tú eres nuestro amparo! ¡Tus manos apartan todo dolor! Tú eres nuestra sola y única ventura.

TÚPAC-YUPANQUI.- No te aflijas; vive contento con tu dicha, pues ya posees a tu esposa y te has libertado de la muerte.

(Tocan música de flauta y tambor.)

 

 

 

Autor:

Manu

 

Partes: 1, 2
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