Biografía
S
igmund Freud nació el 6 de mayo de 1856, en
Príbor, Moravia, Imperio austríaco (actualmente
República Checa) y murió el 23 de septiembre de
1939, en Londres, Inglaterra, Reino Unido. Originalmente conocido
como Sigismund Schlomo Freud, fue un médico y
neurólogo austriaco, creador del psicoanálisis y
una de las mayores figuras intelectuales del s. XX.
Su interés científico inicial como
investigador se centró en el campo de la
neurología, derivando progresivamente sus investigaciones
hacia la vertiente psicológica de las afecciones mentales,
de la que daría cuenta en su práctica privada.
Estudió en París con el neurólogo
francés Jean-Martin Charcot las aplicaciones de la
hipnosis en el tratamiento de la histeria. De vuelta en Viena y
en colaboración con Joseph Breuer desarrolló el
método catártico. Paulatinamente, reemplazó
tanto la sugestión hipnótica como el método
catártico por la asociación libre y la
interpretación de los sueños. De igual modo, la
búsqueda inicial centrada en la rememoración de los
traumas psicógenos como productores de síntomas,
fue abriendo paso al desarrollo de una teoría
etiológica de las neurosis más diferenciada. Todo
esto se convirtió en el punto de partida del
psicoanálisis, al que se dedicó ininterrumpidamente
el resto de su vida.
Freud postuló la existencia de una sexualidad
infantil perversa polimorfa, tesis que causó una intensa
polémica en la sociedad puritana de la Viena de principios
del siglo XX y por la cual fue acusado de pansexualista. A pesar
de la hostilidad que tuvieron que afrontar sus revolucionarias
teorías e hipótesis, Freud acabaría por
convertirse en una de las figuras más influyentes del
siglo XX. Sus teorías, sin embargo, siguen siendo
discutidas y criticadas, cuando no simplemente rechazadas. Muchos
limitan su aporte al campo del pensamiento y de la cultura en
general, existiendo un amplio debate acerca de si el
psicoanálisis pertenece o no al ámbito de la
ciencia.
La división de opiniones que la figura de Freud
suscita podría resumirse del siguiente modo: por un lado,
sus seguidores le consideran un gran científico en el
campo de la medicina, que descubrió gran parte del
funcionamiento psíquico humano; y por otro, sus
críticos lo ven como un filósofo que
replanteó la naturaleza humana y ayudó a derribar
tabúes, pero cuyas teorías, como ciencia, fallan en
un examen riguroso.
En 1929 Freud publica El malestar en la
cultura, en un contexto difícil desde muchos puntos
de vista. El creciente descontento de los alemanes hizo que Adolf
Hitler tomara el control del país en 1933 con un apoyo de
la población sin precedentes. Alemania dejó de lado
la República de Weimar y se convirtió en un Estado
totalitario al igual que la Italia de Benito Mussolini y la URSS
de Josef Stalin. Rusia, que entre tanto se había
transformado en la URSS, fue escenario de hambrunas
endémicas, represión política y la Gran
Purga. El colapso de la República y la Guerra Civil
Española desangró a España, la
convirtió en un Estado totalitario y sirvió de
preámbulo a la gran guerra que estaba por venir en el
continente. La situación en el resto del mundo no
sufrió alteraciones considerables. En EE.UU. el presidente
Franklin Delano Roosevelt lideró la recuperación
económica del país tras la crisis provocada por la
gran depresión de 1929.
Síntesis y
crítica
Capítulo I
Síntesis
En este capítulo, Freud trata principalmente el
tema del origen de la sensación de eternidad o
"sentimiento oceánico" como fuente primordial de la
religiosidad humana. Según él,
"trataríase de un sentimiento de indisoluble de
comunión, de inseparable pertenencia a la totalidad del
mundo exterior". Para dilucidar el origen de este
sentimiento debemos embarcarnos en el análisis del yo. En
situaciones normales, dice Freud, nada nos parece más
seguro y establecido como la sensación de nuestra
"mismidad", de nuestro propio yo. Sin embargo, la
investigación psicoanalítica establece que el yo se
continúa hacia dentro, sin límites precisos, con
una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a
la cual el yo sirve de fachada. Por lo menos hacia el exterior,
el yo parece siempre mantener límites claros; sin embargo
hay una situación en la que amenaza esfumarse el
límite entre el yo y el objeto: el enamoramiento. El
enamorado afirma que yo y tú son uno, y está
dispuesto a comportarse como si así fuera. De esto
aducimos que lo que puede ser anulado por una función
fisiológica podrá, desde luego, ser trastornado por
procesos patológicos. Por lo tanto, el sentimiento
yoicio está sujeto a trastornos, y los límites del
yo con el mundo exterior no son inmutables.
Establecido esto, debemos decir que el sentido yoicio
del adulto no pudo haber sido el mismo desde el principio, sino
que sufre una evolución. El lactante, por ejemplo,
aún no discierne su yo del mundo exterior. Va aprendiendo
esto a través de diversos estímulos, pero lo que ha
de causarle mayor impresión es el hecho de que algunas de
las fuentes de estímulo sean susceptibles de provocarle
sensaciones en todo momento, mientras que otras se le sustraen
temporalmente, entre ellas la que más anhela: el seno
materno. Así, comienza a oponérsele al yo un
objeto, uno que se encuentra afuera y para cuya aparición
es necesario realizar una acción particular: el llanto. Un
segundo paso en la demarcación del yo, lo que implica una
aceptación de un afuera, es el surgimiento de la tendencia
a disociar del yo cuanto pueda convertirse en una fuente de
displacer, lo que es impulsado por el principio del placer, que
induce a abolir y evitar estas sensaciones. De esto modo, el
hombre el hombre aprende a dominar un método mediante el
cual puede discernir lo interior y lo exterior. El que el yo
aplique esta misma metodología al defenderse de ciertos
estímulos displacientes provenientes de su interior,
habrá de dar origen a importantes trastornos
patológicos.
De esta forma Freud dice que originalmente el yo lo
incluye todo, y luego desprende de sí el mundo exterior.
Este razonamiento implica la aceptación de que el producto
de las fases tempranas de un proceso evolutivo se puede conservar
junto con su parte evolucionada, lo cual ejemplifica Freud con la
supervivencia del cocodrilo luego de la extinción de sus
predecesores, los dinosaurios. Otra metáfora que usa es la
de una ciudad imaginaria en la que persisten todas las
características y estructuras de la Ciudad Eterna, Roma,
cuyas estructuras han cambiado, o incluso dejado de existir para
dejar paso a otras construidas durante períodos
subsiguientes. Esta persistencia de todos los estadíos
previos de algo, junto con su forma definitiva, es solo posible
en el campo psíquico, y es más bien una regla que
una excepción.
Sin embargo, Freud considera poco fundada esta
teoría y establece el desamparo infantil que sufre el
hombre como fuente irrefutable de la religiosidad.
Crítica
Aunque el sentimiento de desamparo infantil es sin duda
un móvil fundamental en la búsqueda de Dios por
parte del hombre, la lógica apunta a la existencia de un
creador. Tomemos por caso la mecánica estelar; los astros
se mueven por causa de sus propios campos gravitatorios y los de
los otros astros que los rodean. El que una estrella tuviera una
pizca menos de masa en una galaxia lejana hace miles de millones
de años podría haber llevado a la
destrucción del cosmos en su etapa temprana. Sin embargo,
luego de aproximadamente trece mil millones de años,
existimos. El universo en vez de ser un lugar repleto de
elementos en interacción caótica, o por, el
contrario una masa uniforme de mismo color y temperatura, es un
sistema perfecto. Las posibilidades de que esto suceda sin un
diseño inicial son casi de uno sobre esto es, un 1 seguido de
cuarenta mil ceros). Por otro lado, hay cosas que parecen haber
sido ideadas para nuestra mejor calidad de vida, como, por
ejemplo, la gravedad. Causa malestar el solo pensar en
cómo haríamos para organizar los utensilios en una
cocina si estuvieran flotando sin rumbo en el aire. Otra cosa
realmente impresionante es el que nuestros ojos estén
ajustados para poder ver en un espectro de la luz que nos permite
percibir diferencia de colores, cuando podríamos
perfectamente percibir el mundo en otra longitud de onda, como
los rayos X por ejemplo. Respecto del sentimiento de eternidad,
Eclesiastés 3:11 dice: "Todo lo ha hecho bello a su
tiempo. Aun el tiempo indefinido ha puesto en el corazón
de ellos, para que la humanidad nunca descubra la obra que el
Dios [verdadero] ha hecho desde el comienzo hasta el
fin."[1]. La teoría de que este
sentimiento es producto de la etapa temprana del desarrollo del
yo es válida. Sin embargo, la Biblia indica que Dios nos
hizo con el propósito de que viviéramos para
siempre[2]y tal vez, es esta la forma con que nos
"implanta" este sentimiento. El que Él se preocupe o no
por la humanidad es tema de otra exposición.
Capítulo 2
Síntesis
Sigmund Freud trata ahora el tema de la búsqueda
de la felicidad, el objeto común a todos los hombres, y de
qué forma se relaciona la religión con este tema.
Tal como nos ha sido impuesta la vida, dice Freud, resulta
demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones
y empresas imposibles. Por eso, necesitamos lenitivos para poder
soportarla. Los clasifica en tres tipos:
Distracciones poderosas que nos hacen parecer
pequeña nuestra miseria. Ej.: cultivar, actividad
científicaSatisfacciones sustitutivas que la reducen. Ej.:
arteNarcóticos que nos tornan insensibles a
ella
Alega que es difícil en qué lugar de esta
clasificación entra la religión. Ésta es la
única que puede dar respuesta acerca de la finalidad de la
vida humana. Aún más allá, la idea de
adjudicar un objeto a la vida humana solo puede existir en
función de un sistema religioso. Por eso, Freud deja de
lado este tema para centrarse en otro más modesto: el
objeto que el hombre si impone a sí mismo, la
búsqueda de la felicidad. Él distingue dos aspectos
de esta búsqueda: evitar el dolor y el displacer, y
experimentar intensas sensaciones placenteras. Como vemos, el que
fija este objetivo es el antes mencionado por Freud programa del
principio del placer. No obstante, este programa es irrealizable,
ya que todo el universo se le opone, e incluso podemos decir,
reflexiona Freud, que el plan de la Creación no incluye
que el hombre sea feliz. Según Freud, la felicidad se
puede traducir como la satisfacción casi siempre
instantánea de necesidades acumuladas que han alcanzado un
punto elevado de tensión, y, por lo tanto, solo puede
darse como un fenómeno episódico. Esto es producto
de nuestra naturaleza, que sólo nos permite gozar
intensamente del contraste, no de la estabilidad. En cambio, no
es mucho más fácil experimentar las desgracias, que
nos atacan desde tres flancos:
El propio cuerpo, que, condenando a la
aniquilación y la decadencia, ni siquiera puede eludir
de los displaceres producidos por el mismoEl mundo exterior, fuente de fuerzas
destructoras omnipotentes e implacablesLas relaciones humanas, tal vez la mayor y
más intensa fuente de sufrimiento, y casi
ineludible.
Como resultado de este panorama, el hombre tiende a
rebajar sus pretensiones, a seguir el principio de la realidad,
llegando a considerarse feliz por el hecho de haber eludido la
desgracia. Así, la finalidad de evitar el sufrimiento
relega a segundo plano la de logar el placer. Freud emprende una
clasificación de las metodologías aplicadas por el
hombre en su búsqueda de la felicidad:
Fin positivo: obtención del
placer
Satisfacción ilimitada de todas las
necesidades: no obstante uno de los caminos más
tentadores, significa anteponer el placer a la prudencia y
pronto se hacen notar sus consecuencias.Intoxicación: siendo uno de los
métodos más efectivos, no solo proporciona
estímulos placenteros, sino que también nos
impide percibir estímulos desagradables. Freud
reconoce una relación entre éstos dos
fenómenos: "la descarga del placer oscila entre la
facilitación y la coartación y paralelamente
disminuye o aumenta la receptividad para el displacer".
Los estupefacientes no solo proporcionan placer inmediato,
sino también una considerable independencia del mundo
exterior.Desplazamientos de la libido: consiste en
reorientar los fines instintivos, de manera que eluden la
frustración del mundo exterior. La exaltación
de los instintos y la acrecentación del trabajo
psíquico e intelectual contribuyen a ello. Responde a
esta metodología la satisfacción que goza un
artista por medio de la creación, o la del
investigador, al solucionar sus problemas. Sin embargo,
aunque este tipo de satisfacción es más noble y
elevada dice Freud, su satisfacción es muy atenuada e
insuficiente comparada con la satisfacción de los
impulsos instintivos más groseros y primarios. No
obstante, el punto débil de esta metodología
reside en que es accesible a muy pocas personas, pues
requiere disposiciones y aptitudes infrecuentes. Y,
aún en el caso de quienes ostentan estas cualidades,
no proporciona una protección sólida contra el
sufrimiento.Imaginación: se relaja el
vínculo con la realidad, buscando las satisfacciones
en los procesos internos psíquicos. En este caso, la
satisfacción se obtiene de ilusiones que son
reconocidas como tales, sin que su discrepancia con el mundo
real impida disfrutarlas. Las satisfacciones imaginativas,
sin embargo, accesibles a los carentes de creatividad e
insípidas para los más sensibles al arte, solo
ofrecen un refugio fugaz contra los embates de la vida y
carece de poderío para hacernos olvidar la miseria
real.Amor: esta metodología persigue
también la independencia del destino por medio de
trasladar la satisfacción a los procesos
psíquicos internos, utilizando la desplazabilidad de
la libido, pero no por ello alejándose de la realidad,
sino, por el contrario, aferrándose a los objetos y
hallando la felicidad por medio de la vinculación
afectiva con éstos. Se concentra en la
obtención de la felicidad, dejando de lado el
conformismo. Esta es el tipo de orientación de vida
que hace del amor el centro de todas las cosas, que deriva
toda la satisfacción de amar y ser amado. El punto
débil de esta técnica reside en el evidente
hecho de que nunca estamos tan a merced del sufrimiento como
cuando amamos.
Fin negativo: evitación del
sufrimiento
Aislamiento voluntario: el método de
protección más inmediato contra el sufrimiento
proveniente de las relaciones humanas, la felicidad de la
quietud.Sometimiento de la Naturaleza a la voluntad del
hombre: trabajar con todos por el bien de
todos.Modificación del organismo: dado que
el sufrimiento no es más que una sensación solo
existe en función de que lo sintamos, y el que lo
sintamos depende de la disposición de nuestro
organismo.Dominación de los instintos: busca
dominar la fuente misma de nuestras necesidades, con el fin
de aniquilar los instintos, como lo enseña la
sabiduría oriental.Moderación de los instintos: con la
misma metodología, pero un objetivo menos extremo,
busca moderar el instinto bajo el gobierno de instancias
psíquicas superiores, sometidas al principio de la
realidad. No obstante, aunque se logra cierta
protección contra el sufrimiento, se produce
también una inmensa limitación de las
posibilidades de placer. He aquí la razón del
carácter irresistible que adquieren los impulsos
perversos y, tal vez, de lo prohibido en general.Rechazo de la realidad: metodología
elegida por el ermitaño, quien ve en la realidad la
fuente de todo sufrimiento y displacer, lo que torna
intolerable la existencia y con quien, por lo tanto, es
necesario romper todo lazo.Reemplazo de la realidad: quien comparte el
sentir del ermitaño, puede llegar a reemplazar los
elementos repulsivos de la realidad con otros placenteros y
adecuados a sus propios deseos. No obstante, quien tome este
camino no llegará muy lejos, pues la realidad es
más fuerte. Se convertirá en un loco a quien
poco ayudarán en la realización de sus
delirios.Delirio colectivo: este camino es el que toma
un grupo de individuos con el objeto de procurarse un seguro
de felicidad y un salvoconducto contra el dolor por medio de
una transformación delirante de la realidad. Los
miembros de estos grupos no pueden dar cuenta del delirio,
dice Freud. La religión se puede clasificar dentro de
estos delirios colectivos.
Freud concluye estableciendo ciertas
afirmaciones:
La búsqueda de la felicidad es un
designio irrealizable, pero no por ello
despreciable.Esta búsqueda posee un aspecto positivo y
uno negativo.Ninguna regla al respecto es válida para
todos los hombres.No es conveniente la toma de decisiones extremas
al respecto, dado que es una inversión demasiado
grande y su éxito jamás es
seguro.La religión es un delirio que entorpece
la búsqueda de la felicidad.
Crítica
La descripción de Freud de la naturaleza
imposible de la búsqueda de la felicidad y de los
métodos que implementa el hombre en su búsqueda es
casi cabal. Solo considero necesario agregar un elemento: la
satisfacción proveniente de hacer lo correcto. Esta
satisfacción solo puede ser obtenida en función del
reconocimiento de una moral, cosa que no podría existir a
no ser mediante Dios y proporciona felicidad de tipo estable.
Nadie está en posición de establecer que es lo
bueno y lo malo, o lo bello y lo feo, o lo agradable y lo
desagradable, a no ser por este ente divino. Dios nos provee
mediante su Palabra principios leyes y ejemplos que nos muestran
que es lo correcto y lo incorrecto. Mediante la propia
pre-disposición de nuestro organismo y, principalmente, de
nuestra psique, nos otorga la capacidad no solo de ejercer
juicio, sino también de apreciar lo bello en la naturaleza
-lo cual el ser humano refleja en su propia creación- y lo
agradable por medio del conocimiento sensible. En efecto, no
tiene sentido hablar de predisposición sin el
reconocimiento de un ente que predisponga.
Capítulo 3
Síntesis
Pasa ahora Freud a hablar de la cultura: sus
características, su desarrollo y cómo sirve al
hombre. Menciona él una hostilidad respecto de la cultura
por parte de ciertos hombres, según los cuales la cultura
sería fuente de gran parte de la miseria que sufre el
hombre y que podríamos ser más felices si la
abandonásemos para retornar a un estilo de vida más
primitivo. Analiza Freud las causas por las cuales estos
individuos parecen llegar a esta conclusión. Un profundo y
antiguo disconformismo con la cultura constituyó el
terreno donde ciertos sucesos y circunstancias históricas
hicieron germinar esta hostilidad hacia ella. De estos sucesos,
Freud identifica claramente tres:
El triunfo del cristianismo sobre las religiones
paganas: teniendo en cuenta su íntima afinidad con
la depreciación de la vida terrenal implícita
en la doctrina cristiana en general.Colonización: al parecer, el contacto
con civilizaciones primitivas llevó a los exploradores
europeos a pensar que esos pueblos llevaban un vida simple,
modesta y feliz, cuya razón de ser era su nivel
cultural más bajo.Comprensión del mecanismo de la
neurosis: se comprendió que la causa de la
neurosis reside en la incapacidad por parte del individuo de
soportar el grado de frustración que le impone la
sociedad en aras de sus ideales de cultura.
Además habla el filósofo de cierta
decepción de algunos hombres respecto de sus avances en el
dominio de la Naturaleza. Según estos hombres, estos
avances han suministrado los sufrimientos que pretenden remediar
los avances que los sucedieron. Dado el carácter subjetivo
de este análisis, Freud deja de lado el tema para sumirse
en la caracterización de la cultura.
Según la concepción de Freud, ésta
se compone de las producciones e instituciones que distancian
nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven
a dos fines:
proteger al hombre contra la
naturalezaregular las relaciones de los hombre entre
sí
Los rasgos de la cultura se pueden clasificar de la
siguiente manera:
Actividades y vienes útiles para el
hombre: toda invención y descubrimiento del hombre
que tenga como fin poner la tierra al servicio del hombre y
protegerlo de las fuerzas Naturaleza. Entre éstos
están el descubrimiento y dominio del fuego, el uso de
herramientas y la construcción de herramientas.
Mediante estas invenciones el hombre perfecciona sus
órganos para sobreponerse a los obstáculos que
encuentra en su camino.Deidades: en éstas el hombre deposita
las cualidades y aptitudes vedadas al él a modo de
ideales. En cierto modo, el hombre mismo ha llegado a ser un
dios con prótesis: llega a ser un ser bastante
magnífico cuando hace uso de todos sus artefactos, no
obstante ellos no son parte de su cuerpo y en más de
una ocasión le provocan displaceres.Belleza: la bella disposición y adorno
de las creaciones que parecen carecer de utilidad son una
manifestación cultural muy importante.Higiene: cualquier falta a este precepto es
considerada incompatible con la idea de culturaOrden: es una suerte de impulso de
repetición que establece cómo,
cuándo y dónde deben efectuarse ciertas tareas
con el fin de ahorrarse dudas e indecisiones respecto de
cómo actuar. Su carácter benéfico para
el hombre es indiscutible, ya que le permite sacar el
máximo provecho del espacio y tiempo de los que
dispone.Producciones científicas y
artísticas: entre ellas se encuentran los sistemas
religiosos, los planteos filosóficos y las
construcciones ideales del hombre, esto es, su idea
de perfección, así como las pretensiones que
establece basándose en tales ideas.Regulaciones sociales: Mediante éstas,
el hombre se reúne en comunidades, con el fin de que
la voluntad del individuo mas fuerte no se superponga a la de
los demás por debajo suyo en este respecto. Si no
fuera por estas, el único principio que regiría
las relaciones humanas sería el de la selección
natural: la supervivencia del más fuerte. De
ésta forma entonces, el poderío común,
el Derecho, se impone al del individuo, la
fuerza bruta, con el fin de garantizar la justicia.
Con este fin, los miembros de la comunidad restringen sus
posibilidades de obtener satisfacción y sacrifican sus
instintos en aras del bien común, cosa que el
individuo no contempla. La libertad individual no es un bien
de la cultura, pues era máxima antes de la
imposición de ésta. El desarrollo cultural
le impone restricciones, y la justicia exige que nadie escape
a ellas. Sin embargo, cuando el ímpetu libertario
se convierte en una rebelión contra alguna injustica
establecida, contribuye así al desarrollo y progreso
de la cultura, siendo así compatible con ésta.
En realidad, gran parte de los enfrentamientos en la historia
del hombre giran alrededor del fin de hallar el equilibrio,
es decir, la felicidad para todos.
A modo de conclusión, Freud hace un
repaso
La cultura no es sinónimo de
perfección.La evolución cultural es un proceso
particular que opera en la Humanidad.Podemos caracterizar este proceso por los
cambios que impone a las predisposiciones instintivas del
hombre, en algunos casos dando origen a rasgos de
carácter.
Crítica
No hay nada que objetar respecto del planteo freudiano
en esta ocasión.
Capítulo 4
Síntesis
En este capítulo Freud se dedica a dilucidar el
origen de la cultura desde el comienzo mismo de la humanidad.
Según él, el hombre, comprendiendo que estaba en
sus manos mejorar su destino por medio del trabajo, empezó
a ver sus semejantes como colaboradores con quienes resulta
útil vivir en comunidad. Aún antes de esto, ya
había adoptado la costumbre de formar una familia, en la
cual podía encontrar sus primeros auxiliares. Dice Freud
que la construcción de la familia debe su origen a la
necesidad de satisfacción genital: el objeto sexual, la
hembra pasó a ser un inquilino permanente en la casa, y
luego, a su vez, tuvo quedarse para permanecer junto al macho
más fuerte por el bien de su prole. Con el tiempo, lo
hijos se dieron cuenta de una asociación puede ser
más poderosa que el individuo aislado. Fue así como
surgieron las alianzas fraternas. Los hermanos tuvieron que
imponerse restricciones para consolidar este sistema. Así,
los preceptos del tabú se convirtieron en el primer
Derecho, la primera ley. De esta forma la vida en
comunidad adquirió sus fundamentos:
la obligación del trabajo impuesta por las
necesidades exteriores.el amor, que impedía al hombre separarse de
su mujer, y a ésta, separarse de su prole.
Pasa ahora el filósofo a hablar de las
perturbaciones que sufriría la cultura y mencionas
dos:
1. El amor sexual: Como ya ha
esclarecido antes Freud, este camino conduce a una peligrosa
dependencia respecto de un objeto del mundo exterior, objeto
que puede ser arrebatado por el hombre por la infidelidad o
la muerte.
A pesar de ello, y gracias a su predisposición,
una minoría logra hallar la felicidad a través del
amor sexual. Éstos lo gran su cometido a través de
independizarse del consentimiento del objeto sexual,
protegiéndose así de la pérdida del objeto.
Dirigen su amor en igual medida a todos los seres, evitan las
peripecias y decepciones del amor genital, transformando el
instinto en un impulso coartado. Así también,
desvían su amor hacia la Humanidad entera y le dan un
carácter universal. Sin embargo, presenta dos objeciones
Freud a esta modalidad de vida:
un amor que no discrimina pierde a nuestros ojos
buena parte de su valor, pues comete una injusticia ante el
objetoluego, no todos los seres humanos merecen ser
amados
Aquel impulso amoroso que instituyó a la familia
sigue influyendo en la cultura, tanto en su faceta primitiva como
en su forma de cariño coartado en su fin. En ambas
variantes perpetúa su función de unir a una mayor
cantidad de seres en comunidad. En este punto Freud hace una
distinción entre el amor y el cariño. El primero se
da entre un hombre y una mujer que han formado una familia
sobre la base de sus necesidades genitales; el segundo,
entre padres e hijos, hermanos y hermanas. De nuevo, el amor
genital lleva a la formación de nuevas familias; el
cariño, a las amistades. Sin embargo, la cultura impone
restricciones al amor.
2. La mujer: ésta impone
discordia con sus exigencias amorosas. Las mujeres,
dice Freud, representan los intereses de la familia y de
la vida sexual; la obra cultural, en cambio, en convierte
cada vez más en tarea masculina, imponiendo a los
hombre dificultades crecientes y obligándoles a
sublimar sus instintos, sublimación para la que las
mujeres están escasamente dotadas. El hombre
entonces tiene que sustraer energía psíquica de
la que antiguamente dedicaba a la mujer y a la familia, en
incluso de sus deberes de esposo y padre. Viéndose la
mujer relegada a segundo plano por las exigencias culturales,
adopta una actitud hostil hacia la cultura.3. Restricción sexual por parte de la
cultura: a lo largo de la historia, la cultura a impuesto
con fines benéficos para la humanidad, restricciones
sexuales al hombre. Freud desprecia las restricciones al amor
genital heterosexual, la monogamia y la fidelidad. Sin
embargo, solo los seres débiles, dice el
filósofo, se someten a tan amplia restricción
de su libertad sexual, mientras que las naturalezas
más fuertes únicamente la aceptaron con una
condición compensadora, de la que luego hablará
Freud.
Crítica
La explicación que da Freud acerca del origen de
la familia es válida y coherente. Pasando al tema de las
perturbaciones sufridas por la cultura, la discordia impuesta por
la mujer es indiscutible, aunque cada vez se da menos debido a la
restructuración que sufre la humanidad, habiendo cada vez
menor la cantidad de familias. Sin embargo, no opino lo mismo
acerca de las restricciones sexuales. Para que esta
apreciación sea válida, entonces deberíamos
afirmar que el amor sexual es la mejor, única e
inequívoca fuente de felicidad posible, despreciando por
lo tanto el conocimiento y el arte. Aunque estuviéramos en
la posición de verificar esta afirmación, y aunque
el hombre encontrara un método mediante el cual pudiera
dedicar toda su energía psíquica al amor y
solamente al amor, ¿quién despreciaría el
conocimiento y el arte para dejarse llevar por sus más
primitivos instintos? A mi parecer, estas restricciones son un
precio bastante bajo en aras del progreso intelectual de la
humanidad. Por otro lado, Freud dice que los que sucumben a estas
restricciones son los más débiles; ¿no son
débiles aquellos que no pueden atenerse a estas
restricciones? Me temo, sin embargo, que es te juicio posee un
carácter altamente subjetivo y ninguna persona puede
esclarecer una respuesta, a no ser por Dios.
Capítulo 5
Síntesis
Busca Freud la necesidad que impulsó a la cultura
a vincular a los individuos de la comunidad bajo lazos amistosos,
no satisfecha con los vínculos de unión amorosos
entre dos seres. Empieza por el análisis del precepto
bíblico "Amarás al prójimo como a ti
mismo". Él considera absurdo este ideal debido a que
el amor es algo demasiado preciado y que, a su vez, exige mucho
trabajo para malgastarlo en extraños que seguramente no lo
merecen. Incluso, dice que sería injusto amarlo dado que
le amor es una demostración de preferencia. Y si, por otro
lado, debiéramos darle una porción de nuestro amor
a cada ser que habita el universo, esta porción
sería ínfima. Más absurdo es aún,
dice Freud, al ser el hombre un ente egoísta que no
dudaría de causar daño a su prójimo si
mediante esto sacara algún provecho, por pequeño
que sea. El precepto "Amarás al prójimo como el
prójimo te ame a ti", por su parte, sería
incuestionable.
Tampoco es válida la afirmación:
"Precisamente porque tu prójimo no merece tu amor y es
más bien tu enemigo, debes amarlo como a ti mismo",
dado que el hombre tiene preceptos de moral, y un "premio"
directo de esta clase a la maldad sería un prejuicio para
la cultura. Y es en este punto donde el filósofo pasa
aborda un tema especialmente relacionado: la naturaleza agresiva
del hombre.
Por consiguiente, el prójimo ahora no es un
solamente posible colaborador, sino también, una posible
fuente de satisfacción. Freud verifica el refrán
"Homo homini lupus"[3]. Esta
agresión reprimida por fuerzas antagónicas de la
psique, sale a la luz ante la ausencia de éstas o
simplemente, cuando se la provoca. Debido a esta tendencia
agresiva del hombre es que la sociedad civilizada se
constantemente al borde de la desintegración. He
aquí las multifacéticas restricciones al instinto
que impone la cultura. Por su parte, la cultura espera
también evitar los peores despliegues de fuerza bruta
haciendo uso ella misma de la fuerza. Sin embargo, esta
aplicación de la ley no alcanza las manifestaciones
más discretas y sutiles de la agresividad.
El comunismo presenta una supuesta solución a
este problema: la eliminación de la propiedad privada. De
este modo se sustraería de la agresividad humana una de
sus herramientas más fuertes; no obstante, la agresividad
no es consecuencia de la propiedad, ya que existía mucho
antes de ésta cobrara valor. Quedarían
todavía los privilegios derivados de las relaciones
sexuales, convirtiéndose en fuente de la más
intensa envidia y dejando más espacio todavía para
los impulsos violentos del hombre. Si entonces se abolieran los
privilegios sexuales, entonces sería imposible prever los
caminos que seguiría la evolución de la
cultura.
Observa Freud que las comunidades más
intensamente enfrentadas en el mundo, son, por lo general, las
que más se parecen. Llama a este fenómeno
narcisismo de las pequeñas diferencias".
Sería éste una forma de satisfacer de forma
más o menos inofensiva las tendencias agresivas,
facilitando así la cohesión de éstas
comunidades. Y, en vista de la naturaleza de los sueños de
supremacía por parte de ciertas comunidades registrados
por la historia, declara compresible Freud el que los comunistas
recurran a la persecución de la burguesía como
apoyo psicológico, dando así un carácter
subjetivo a la ideología de éstos.
Explica Freud, mediante la mención de las pesadas
restricciones que impone la cultura al hombre, que la cultura a
lo largo del tiempo ha sacrificado una parte de posible felicidad
en aras de procurar seguridad a ésta. De esta forma, se
logra una suerte de repartición equitativa de las
posibilidades de felicidad entre todos los hombres.
Advierte también Sigmund, a modo de
conclusión, acerca del peligro que representa la
miseria psicológica de las masas, que se da
cuando las fuerzas de cohesión de una comunidad consisten
principalmente en identificaciones mutuas entre sus miembros,
mientas que los dirigentes no asumen un papel de la importancia
requerida.
Crítica
El planteo de Freud acerca del principio bíblico
"Amarás al prójimo como a ti mismo" es
errado desde su punto de vista. El error reside concretamente en
la falta de observación de la palabra griega que se usa en
este párrafo. La Biblia emplea varios términos para
designar al amor, cuya transliteración a otros idiomas no
capta completamente el sentido: agápe, filía (amor
familiar) y storgu? (amor de compañero). Un cuarto tipo de
amor, el éros (amor erótico), no se usa en la
Biblia. En el caso de Mateo 19:19[4]se usa el
agápe ((((((), término que en la Biblia designa una
clase de amor que se distingue por su respeto a los principios,
no es insensible; de otro modo, no se
diferenciaría de la justicia fría.
No obstante, no lo gobiernan la emoción o el
sentimentalismo; nunca pasa por alto los principios. Los
cristianos correctamente muestran agápe a otros hacia
quienes quizás no sientan ningún afecto o
simpatía, pero lo hacen por su bienestar, como lo expresa
Gálatas 6:10[5]No obstante, la mala
interpretación de este pasaje bíblico no invalida
el planteo que la acompaña; el hombre es un ser agresivo
por naturaleza, que en ocasiones no dudaría de causar
oprobio a su prójimo con el fin de procurarse algún
beneficio, cosa que la Biblia también
apoya[6]Sin un esfuerzo consciente, el hombre
puede tornarse en un animal, quien no tiene miramientos en causar
el mal intencionadamente.
Capítulo 6
Síntesis
Freud hace un repaso general de los avances de la
psicología a lo largo del tiempo abarcando una serie de
axiomas, conceptos y concepciones:
Aforismo de Schiller, según el cual
hambre y amor hacen girar el mundo
coherentemente: de esto dilucidamos la oposición
con la que se presentan los instintos del yo y los instintos
objetales; función de éstos son,
respectivamente, conservar al individuo, y conservar la
especie. Para designar la energía de los instintos
objetales o amorosos, Freud implementa el termino libido. Sin
embargo, uno de éstos instintos, el sadismo, no
muestra una finalidad amorosa, sino un parentesco estrecho
con los instintos del yo y pulsiones de posesión. Pero
se comprendió que el sadismo indudablemente forma
parte de la vida sexual y que perfectamente puede sustituir
al juego del amor.Neurosis: vino a ser la solución de
una lucha de intereses entre los instintos de
autoconservación y los libidinales.Narcisismo: el reconocimiento de que
también el yo está impregnado de libido;
más aún, que en el yo se originó
éste y que en cierta manera sigue siendo su
cuartel central.
Por otra parte, deduce Freud que, aparte del instinto de
vida que tiende a conservar la sustancia viva y a condensarla en
unidades cada vez mayores, debía haber también un
instinto de muerte que hiciera lo contrario. Gracias al
antagonismo e interacción de ambos se pueden explicar los
fenómenos vitales. Este instinto de muerte se pone al
servicio de Eros, manifestándose parte de él hacia
el exterior en forma de pulsiones agresivas, destruyendo el ser
un objeto en vez de destruirse a sí mismo. Por otro lado,
ambos instintos, de vida y de muerte, raramente se presentan
aislados, sino en una amalgama de distintas proporciones.
Éste último, el de muerte, escapa a nuestra
percepción cuando no se amalgama con Eros. Es por eso que
Freud no considera necesario ahondar más en la
búsqueda de un término que lo
conceptualice.
Crítica
El antagonismo entre los instintos de vida y muerte
completan bien el panorama universal. Dados los fenómenos
que se dan en el universo, y teniendo en cuenta la teoría
del Caos, hace tiempo que el universo debería ser un lugar
yermo, carente de vida, uniforme y totalmente inactivo. Sin
embargo, el universo está lleno de vida.
Capítulo 7
Síntesis
Es en este capítulo, Freud analiza de qué
forma lucha la cultura contra el instinto de destrucción.
Caracteriza con este fin lo malo, siendo esto, toda acción
que pueda poner en peligro el amor hacia uno mismo proveniente de
los demás. El peligro hace aparición cuando la
autoridad exterior descubre la acción mala, y entonces
aparece también la angustia social, exigiendo la renuncia
de la satisfacción de los instintitos para su
satisfacción. De esta forma, se proyecta el instinto de
agresión hacia su fuente: el yo.
En algunos casos, la autoridad exterior deviene en un
super-yo, al que comúnmente llamamos conciencia, y que
perpetúa la agresión de la autoridad exterior ante
el solo deseo del individuo de actuar mal. Por otro lado, la
adversidad confiere poder a la conciencia, mientras que mientras
la suerte sonríe al hombre la conciencia es más
indulgente.
El origen de este super-yo, o conciencia moral, se
atribuye a dos factores: la propia renuncia instintual, y los
impulsos vengativos ante la autoridad, reprimidos desde etapas
tempranas del desarrollo del yo. Por otro lado, participan de
esta evolución de la conciencia moral factores externos
del medio, así como cierta influencia des modelo
filogenético del hombre primitivo.
Página siguiente |