El contradictorio Dios cristiano: Amoroso, déspota, cruel y vengativo
El contradictorio Dios cristiano: –
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El contradictorio Dios
cristiano:
Amoroso, déspota, cruel y
vengativo
Al igual que en muchas otras cuestiones, la
solución de la problemática que representa la
pretensión de compatibilizar la idea de un ser omnipotente
e infinitamente bueno con la existencia del sufrimiento requiere
de una reflexión simplemente racional, basada en el
material de los textos bíblicos y pasa también por
el análisis lingüístico del término
"Dios", de manera que, según se entienda, se
llegará a una conclusión o a otra. Por ello se
abordará a continuación el análisis de esta
problemática a partir de la toma en consideración
de estos dos aspectos del problema.
1. Cuando en el cristianismo se habla de "Dios",
se hace referencia a un supuesto ser que, entre otras cualidades,
tendría la de ser omnipotente, amor infinito y creador de
todo lo existente; y cuando en el cristianismo se habla del
"sufrimiento", se está haciendo referencia a todo lo que
se relaciona con cualquier sensación, sentimiento o
vivencia desagradable, como la tristeza, el dolor, el odio, el
miedo, el hambre o la sed.
A partir de estos presupuestos es fácil concluir
que la existencia de un ser como sería el Dios del
cristianismo excluiría la existencia del sufrimiento,
mientras que la existencia del sufrimiento excluye la existencia
del Dios cristiano. Y por ello, la conclusión evidente de
estas consideraciones es la de que el Dios del cristianismo no
existe.
2. Sin embargo y a pesar de la facilidad con que
se alcanza esta conclusión, a lo largo de mucho tiempo los
teólogos cristianos han intentado refutar este argumento,
buscando alguna explicación para la existencia del
sufrimiento.
2.1. Los dirigentes católicos, olvidando
los múltiples textos bíblicos que ponen de
manifiesto la crueldad, el carácter vengativo y el
despotismo de su Dios, defienden, sin embargo, que es omnipotente
y suma bondad, y consideran que estas cualidades de su Dios
compatibles con su supuesta bondad infinita, pero, al no
encontrar una explicación satisfactoria de esta
contradicción, proclaman que se trata de un
"misterio".
2.2. En algunos momentos, sin embargo, han
tratado de justificar la presencia del sufrimiento como un
castigo divino por el "pecado original" o por los pecados
cometidos por la humanidad. Pero, dado que, según la
religión judía y la cristiana, Dios es omnipotente
y predetermina todo lo que sucede, incluidos los actos
humanos, el concepto de pecado es absurdo y, por
ello mismo –y por otros diversos motivos-, la idea de
purificación del pecado mediante el
sufrimiento –basada en la Ley del Talión-
es igualmente absurda, pues el sufrimiento no purifica de nada
sino que para lo único que sirve es para satisfacer el
deseo de venganza. Además esta doctrina carece igualmente
de sentido desde el momento en que los dirigentes
católicos afirman que su Dios es infinitamente
misericordioso, cualidad que implicaría el
perdón inmediato de cualquier culpa -suponiendo
que este término tuviera algún sentido-, por lo que
ni el castigo ni el sufrimiento
llegarían a producirse.
2.2.1. El contexto judío en el que aparece
una "explicación" del sufrimiento se relaciona con la Ley
del Talión, defendida en el Antiguo Testamento
–y también en el Nuevo-, que refleja el
punto de vista primitivo según el cual mediante un
daño se compensaba otro daño –"ojo por
ojo, diente por diente"[1]-, de manera quien
escribió el libro del Génesis
consideró que la desobediencia de Adán y Eva a Dios
quedaba compensada mediante las diversas formas de sufrimiento
con que Dios les castigó ellos y a la humanidad en
general, pues el castigo a los descendientes de quien hubiese
cometido determinado daño o determinada ofensa aparece en
la Biblia como una forma normal de actuación del Dios
judío -y católico-.
2.2.2. Y, si estas consideraciones fueran
insuficientes para mostrar la incompatibilidad entre el dios
católico y el sufrimiento, puede tenerse en cuenta
además el sufrimiento de los niños y el de los
animales, que evidentemente no han cometido pecado alguno que les
haga "merecedores" (?) de un sufrimiento que el supuesto poder y
misericordia infinitas de Dios habría evitado si
existiera.
3. En cualquier caso, es evidente que la doctrina
que considera compatible la existencia de un Dios omnipotente y
amor infinito con la existencia del sufrimiento es una
contradicción –y no un misterio-, en cuanto
el sufrimiento es un mal y por ello mismo incompatible con la
supuesta bondad divina, de manera que o bien Dios no
habría sido capaz de evitar el sufrimiento y en tal caso
no sería omnipotente, o bien lo habría producido
él mismo y en tal caso no sería bondad
absoluta.
3.1. Así lo comprendieron diversos
pensadores desde hace muchos siglos y así lo
comprendió B. Russell, quien lo defendió
del siguiente modo:
"El mundo, según se nos dice, fue creado por un
dios que es a la vez bueno y omnipotente. Antes de crear el
mundo, previó todo el dolor y la miseria que iba a
contener; por lo tanto, es responsable de ellos. Es inútil
argüir que el dolor del mundo se debe al pecado. En primer
lugar eso no es cierto; el pecado no produce el desbordamiento de
los ríos ni las erupciones de los volcanes. Pero aunque
esto fuera verdad, no serviría de nada. Si yo fuera a
engendrar un hijo sabiendo que iba a ser un maniático
homicida, sería responsable de sus crímenes. Si
Dios sabía de antemano los crímenes que el hombre
iba a cometer, era claramente respon-sable de todas las
consecuencias de esos pecados cuando decidió crear al
hombre. El argumento cristiano usual es que el sufrimiento del
mundo es una purificación del pecado, y, por lo tanto, una
cosa buena. Este argumento es, claro está, sólo una
racionalización del sadismo; pero en todo caso es un
argumento pobre. Yo invitaría a cualquier cristiano a
acercarse[2]a la sala de niños de un
hospital, a que presenciase los sufrimientos que padecen
allí, y luego a insistir en la afirmación de que
esos niños están tan moralmente abandonados que
merecen lo que sufren. Con el fin de afirmar esto, un hombre
tiene que destruir en él todo sentimiento de piedad y
compasión. Tiene, en resumen, que hacerse tan cruel como
el Dios en quien cree. Ningún hombre que cree que los
sufrimientos de este mundo son por nuestro bien, puede mantener
intactos sus valores éticos, ya que siempre está
tratando de hallar excusas para el dolor y la
miseria"[3].
3.2. A continuación se comentan con
detenimiento estas consideraciones, presentándolas en
forma de argumentación lógica para evitar que su
sencillez se confunda con superficialidad, de manera que pueda
calibrarse mejor su rigor. Se presentarán igualmente las
objeciones y las respuestas más significativas que
podrían presentarse a las premisas que conducen a la
conclusión correspondiente.
El argumento en cuestión puede plantearse del
siguiente modo:
Primera premisa: Si existe un ser omnipotente,
infinitamente bueno y creador de todo, entonces todo lo que
existe es –o debería ser- bueno.
Segunda premisa: Si existe el sufrimiento, entonces
no todo lo que existe es bueno.
Tercera premisa: El sufrimiento
existe.
Conclusión: No existe un ser omnipotente,
infinitamente bueno y creador de todo.
3.2.1. La conclusión deriva de las
premisas de manera absolutamente necesaria de acuerdo con las
reglas de la Lógica y, por ello, lo que queda por analizar
es sólo si todas y cada una de sus premisas que conducen a
la conclusión son verdaderas, pues en el caso de que lo
sean la conclusión será igualmente
verdadera.
A la primera premisa se le podrían
presentar las siguientes objeciones:
a) En primer lugar se podría afirmar que
efectivamente Dios lo hizo todo bueno, pero que fue el hombre
quien, mediante el "pecado original", habría desafiado a
Dios, quien le habría castigado con las diversas formas de
sufrimiento que acompañan su existencia. Efectivamente,
según la Biblia, Dios condenó a Eva
diciéndole:
"Multiplicaré los dolores de tu preñez,
parirás a tus hijos con dolor; desearás a tu
marido, y él te
dominará"[4].
Igualmente a Adán le dijo:
"Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del
árbol prohibido, maldita sea la tierra por tu culpa. Con
fatiga comerás sus frutos todos los días de tu vida
[…] Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta
que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado, porque eres
polvo y al polvo volverás"[5].
Pero tal maldición divina, además ser
irracional y absurda por tratarse de un castigo universal,
referido a la mujer o al varón en general pero como
consecuencia de una falta individual, sería incompatible
con las cualidades que se atribuyen al Dios católico, que
es ese mismo Dios de la tradición judía. Y, por
cierto, en la propia Biblia, "palabra de Dios", se critica
acertadamente, pero en contradicción con las anteriores
palabras del Génesis, esta doctrina según la cual
los hijos pagan por las culpas de los padres:
"Vosotros decís: "¿Por qué no carga
el hijo con la culpa de su padre?" Pues porque el hijo recta y
honradamente, ha guardado todos mis mandamientos y los ha puesto
en práctica: por eso vivirá. El que peca es el que
morirá. El hijo no cargará con la culpa del padre,
ni el padre con la del hijo"[6].
b) Pero, al margen de estas contradicciones doctrinales,
hay además muchos sufrimientos –o fenómenos
naturales que provocan sufrimientos- que no provienen de
supuestos pecados del hombre, como terremotos, enfermedades,
sequías, inundaciones, sino de las adversidades de la
Naturaleza, que provoca el sufrimiento de los niños y el
de muchos otros seres vivos, ajenos indiscutiblemente a cualquier
culpa que les hiciera "merecedores" de los sufrimientos que
padecen, y cuyo único delito -como diría
Calderón- sería el de haber nacido.
En relación con tales males algunos incurren en
la ingenuidad de pretender explicar el sufrimiento a partir de la
Naturaleza, suponiendo que de esta forma Dios
quedaría al margen de las diversas calamidades que rodean
la existencia del ser humano y la de los demás seres
vivos. Pero, como en el caso de la réplica anterior, es
evidente que, si la Naturaleza produce el sufrimiento, en tal
caso la Naturaleza será mala, y, en consecuencia, de la
misma manera que se considera responsable de un asesinato a la
persona que disparó y no a la bala que causó la
muerte de la víctima, igualmente habría que
entender la relación entre Dios, la Naturaleza y el
sufrimiento, considerando a Dios como causa del sufrimiento, y a
la Naturaleza como un simple instrumento para su
manifestación.
Por otra parte, aunque esta respuesta por sí sola
es más que suficiente para refutar el valor de la anterior
objeción, puesto que con sólo la presencia de una
mínima porción de sufrimiento no causado por el
hombre el argumento conserva toda su validez, hay que
señalar que, si el hombre fuera causa parcial del
sufrimiento, ello implicaría que el hombre, supuestamente
creado por Dios, no sería bueno, ya que el modo de ser de
cada cosa se conoce por sus obras ("operari sequitur esse"), con
lo que el problema volvería a plantearse referido en este
caso a la misma naturaleza humana.
c) Otra objeción que suele presentarse
es la de que el mal en general y el sufrimiento en particular
sería inevitable, ya que sin él no se podría
tener conocimiento del bien ni gozar de él. Ya los
estoicos se habían servido de esta explicación,
pero su valor es claramente nulo, puesto que quienes la presentan
olvidan que en la argumentación inicial se hablaba de un
ser omnipotente, cualidad que implica la capacidad de
hacer todo aquello que no sea contradictorio; y, evidentemente,
no existe contradicción alguna en la idea de un mundo
absolutamente bueno en el que la felicidad no tuviera como
condición la existencia previa de ningún tipo de
sufrimiento[7]
d) Llegados a este punto, en diversas religiones
antiguas se llegó a considerar que junto a Dios, como ser
infinitamente bueno, existiría un ser muy poderoso
causante del mal. Un ejemplo de los planteamientos que van por
esta línea se encuentra en la antigua religión
persa de Zaratustra (s. VII a. C.), en la que Ormuz
representaría el Dios benéfico y Ahrimán el
Dios maléfico, que al final de los tiempos sería
definitivamente derrotado. Pero en estos casos se olvida que la
omnipotencia de Dios podría impedir la existencia de esa
fuerza del mal, mientras que su bondad infinita le
llevaría efectivamente a impedirla.
Por lo que se refiere a la segunda premisa, es
difícil encontrar alguna objeción digna de ser
analizada.
a) Una de tales objeciones consiste en indicar que
quizás el sufrimiento podría ser bueno al menos en
un sentido semejante a aquel en que lo es una intervención
quirúrgica, la cual, aunque resulte dolorosa, es causa
muchas veces del bien de la curación. La réplica a
esta objeción consiste en diferenciar el dolor en
sí mismo de aquello a lo que puede conducir, siendo
evidente que, si se pudiera producir una curación de forma
inmediata sin pasar por una fase de dolor, sería absurdo
pasar por ella. Y, si Dios existiera como ser omnipotente e
infinitamente bueno, no sólo podría evitar el dolor
de la intervención quirúrgica, sino también
el de la enfermedad que hizo necesaria dicha
intervención.
b) Por otra parte, ante la imposibilidad de negar la
existencia del sufrimiento y su incompatibilidad con Dios,
algunos han llegado a considerar que el sufrimiento podría
ser bueno en algún sentido oculto para el entendimiento
humano. En este sentido, resultan especialmente llamativas las
excentricidades del fundador del "Opus Dei", José
María Escrivá de Balaguer, quien llega a
escribir:
"el dolor es la sal de nuestra
vida"[8];
"Bendito sea el dolor. -Amado sea el dolor. -Santificado
sea el dolor… Glorificado sea el
dolor!"[9];
"Contigo, Jesús, qué placentero es el
dolor y qué luminosa la
oscuridad!"[10],
palabras que hubieran podido figurar con pleno derecho
como lemas a la entrada de cualquier campo de
concentración nazi.
Pero este punto de vista, propio de un loco
fanático, se refuta por sí mismo a partir de la
consideración de que, si el sufrimiento fuera bueno, no
tendría ningún sentido el mandamiento de
no matar, ni tampoco el interés por remediar el hambre y
el sufrimiento de la humanidad, ni el de eliminar las guerras y
las torturas más refinadas, e incluso dejaría de
tener sentido la práctica de la medicina, pues, si el
dolor fuera la sal de la vida, sería muy triste privarnos
de él. Pero, además, desde una simple perspectiva
lingüística, es evidente que la afirmación
según la cual el dolor es placentero es contradictoria por
la misma definición de los conceptos de dolor y de
placer.
c) Una última objeción, variante de la
anterior, consiste en sugerir que el hombre no está
capacitado para comprender en qué consiste la bondad de
Dios, y que el propio sufrimiento podría ser bueno en
algún sentido oculto para el hombre pero compatible con
esa forma especial de la bondad divina. La réplica a esta
objeción consiste en señalar que referirse a la
bondad de Dios como a algo ajeno a las posibilidades humanas de
comprensión es utilizar palabras vacías e
inútiles. Pues, si se dice que Dios es "bueno" y, a
continuación, "se aclara" (?) que "bueno" no significa lo
que todo el mundo piensa que significa, y no se explica
qué es lo que se pretende decir con ese término, en
ese caso se estará perdiendo el tiempo y haciéndolo
perder a quienes escuchan tales "explicaciones". Conviene
recordar, en este sentido, que el lenguaje es un producto humano
y que el significado de las palabras no es algo que haya que
esperar descubrirlo como si de un misterio se tratara, sino que
es el ser humano quien se lo ha asignado a lo largo de su
evolución histórica y cultural y que, por ello,
sería una pérdida de tiempo absurda la
construcción de frases cuyo significado fuera oculto
incluso para quien las construye.
Y, por lo que se refiere a la tercera premisa,
es totalmente superfluo discutirla, pues todos tienen a diario
sus propias experiencias a este respecto, de manera que la
existencia del sufrimiento no se demuestra sino que se vive y se
muestra. Además, si se sabe de qué se está
hablando cuando se hace referencia al sufrimiento, es sólo
por el hecho de haberlo experimentado; de lo contrario,
sucedería como al ciego de nacimiento, que por no haber
experimentado el color es incapaz de hacerse una idea adecuada de
él.
Una última objeción que podría
utilizarse en relación con la totalidad del argumento es
la de considerar, como se hace en la propia Biblia, que Dios se
caracterizaría esencialmente por su omnipotencia,
pero no necesariamente por su bondad, por lo que el mal
podría proceder de él directamente. Se dice en este
sentido:
– "Si se acepta de Dios el bien ¿no habremos de
aceptar también el mal?"[11].
– "Bien y mal, vida y muerte, pobreza y riqueza, vienen
del Señor"[12].
Pero en casos como éstos se incurre en la
contradicción de utilizar un concepto de Dios que no se
corresponde con el del supuesto inicial, que se refería a
un supuesto ser caracterizado por la omnipotencia y por
la bondad infinita.
La conclusión que deriva de estas tres
premisas es, como ya se sabe, que no puede existir un ser que
reúna al mismo tiempo las cualidades de la omnipotencia y
de la infinita bondad, o, lo que es lo mismo, que o bien Dios
quiso pero no pudo hacer un mundo sin sufrimiento y, en tal caso,
no sería omnipotente, o bien pudo pero no quiso y, en tal
caso, no sería infinitamente bueno.
Si, por otra parte, se considera que el concepto
judío de Dios sólo debería aplicarse a una
realidad absolutamente perfecta, y se supone además que la
omnipotencia y la bondad infinita deberían ser
constituyentes de dicha perfección, en tal caso la
conclusión evidente es la de que ese supuesto Dios no
existe.
4. Por lo que se refiere a cómo los
judíos –al igual que posteriormente los cristianos-
entendían a su Dios, en la Biblia aparecen afirmaciones
contradictorias para todos los gustos, de manera que, a pesar de
que en la actualidad los dirigentes católicos hablan de
Dios como amor y misericordia infinita, en una gran
mayoría de textos del Antiguo Testamento aparece
un Dios cruel, déspota y vengativo que no tiene
inconveniente alguno en matar y en castigar "hasta la tercera y
la cuarta generación", mientras que en el Nuevo
Testamento se insiste de manera especial en la idea de la
condenación al fuego eterno del Infierno, incompatible con
aquel supuesto Dios infinitamente misericordioso.
Y efectivamente en la Biblia pueden encontrarse
textos en apoyo de ambos puntos de vista. Así, en apoyo
del amor y misericordia infinita de ese Dios se dice:
"Tú tienes compasión de todos, porque todo
lo puedes,
y pasas por alto los pecados de los hombres
para que se arrepientan.
Porque amas todo cuanto existe,
y no aborreces nada de lo que hiciste;
pues, si odiaras algo, no lo habrías
creado.
¿Cómo subsistiría algo si tú
no lo quisieras?
¿Cómo permanecería algo si
tú no lo quisieras?
Pero tú eres indulgente con todas las
cosas,
porque todas son tuyas, Señor, amigo de la
vida"[13].
Pero igualmente, en contradicción con el texto
anterior y poniendo de manifiesto la crueldad arbitraria y
despótica de ese mismo Dios, pueden verse una enorme
multiplicidad de ejemplos como los siguientes:
– "Si a pesar de todo esto no me obedecéis y
seguís obstinados contra mí […]
Comeréis la carne de vuestros hijos y de vuestras hijas
[…] amontonaré vuestros cadáveres sobre los
cadáveres de vuestros ídolos y os detestaré
[…] os dispersaré entre las naciones y os
perseguiré con la espada
desenvainada"[14].
– "Así dice el Señor todopoderoso:
[…] castiga a Amalec y consagra al exterminio todas sus
pertenencias sin piedad; mata hombres y mujeres, muchachos y
niños de pecho, bueyes y ovejas, camellos y
asnos"[15].
– "El Señor mandó contra ellos al rey de
los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en el
santuario mismo, sin perdonar a nadie, ni muchacho ni doncella,
ni anciano, ni anciana: Dios entregó a todos en su
poder"[16].
– "El ángel del Señor vino al campamento
asirio e hirió a ciento ochenta y cinco mil hombres.
Cuando se levantaron por la mañana, no había
más que cadáveres"[17].
– "[Así dice el Señor todopoderoso, Dios
de Israel] Les haré comer la carne de sus hijos y de sus
hijas, y se devorarán unos a otros en la angustia del
asedio y en la miseria a que los reducirán los enemigos
que buscan matarlos"[18].
Evidentemente ese Dios, cuya existencia sería
compatible con la del sufrimiento, tendría muy poco que
ver con el Dios sumamente bondadoso que los dirigentes
católicos proclaman, seleccionando textos bíblicos
que no hacen referencia a la extrema crueldad que vemos en
éstos otros, al margen de que el Dios que los dirigentes
católicos presentan siga siendo extremadamente cruel y
déspota en cuanto envía al fuego eterno a quienes
él mismo ha predeterminado, tal como indicó
Tomás de Aquino cuando escribió:
"Y como se ha demostrado que unos, ayudados por la
gracia, se dirigen mediante la operación divina al fin
último, y otros, desprovistos de dicho auxilio, se
desvían del fin último, y todo lo que Dios hace
está dispuesto y ordenado desde la eternidad por su
sabiduría […], es necesario que dicha distinción
de hombres haya sido ordenada por Dios desde la eternidad. Por lo
tanto, en cuanto que designó de antemano a algunos desde
la eternidad para dirigirlos al fin último, se dice que
los predestinó […] Y a quienes dispuso desde la
eternidad que no había de dar la gracia, se dice que los
reprobó o los odió […] Y puede también
demostrarse que la predestinación y la elección no
tienen por causa ciertos méritos humanos, no sólo
porque la gracia de Dios, que es efecto de la
predestinación, no responde a mérito alguno, pues
precede a todos los méritos humanos […] sino
también porque la voluntad y providencia divinas son la
causa primera de cuanto se hace; y nada puede ser causa de la
voluntad y providencia divinas"[19].
Autor:
Antonio García Ninet
Doctor en Filosofía
[1] Éxodo, 21:24; Lev, 24:20
[2] En la traducción de EDASA pone
“que se acompañase”, pero parece que
“acercase” capta mejor el sentido del texto
original.
[3] B. Russell: Por qué no soy
cristiano, p.39. EDHASA, Barcelona, 1979.
[4] Génesis, 3: 16.
[5] Génesis, 3: 17-19.
[6] Ezequiel, 18: 19-20.
[7] En caso contrario tendríamos que
aceptar que el propio Dios necesita pasar alternativamente por
sucesivas etapas de sufrimiento y felicidad por cuanto las
últimas estarían condicionadas por las
primeras.
[8] José Mª Escrivá de
Balaguer: Camino 203.
[9] Camino 208.
[10] Camino 229. Otras afirmaciones de
similares características se encuentran en el aforismo
169, donde se dice: “Te acogota el dolor porque lo
recibes con cobardía. -Recíbelo, valiente, con
espíritu cristiano: y lo estimarás como un
tesoro”, y también en otros aforismos como el 219
y el 220.
[11] Job 2:10.
[12] Eclesiástico 11:14
[13] Sabiduría 11:23-26.
[14] Lev 26: 27-33.
[15] 1 Samuel 15:3.
[16] 2 Crónicas, 36:17. En un sentido
similar de despotismo y crueldad se dice en Ezequiel, 9:5-6:
“Y pude oír lo que [el Señor] dijo a los
otros: -Recorred la ciudad detrás de él, matando
sin compasión y sin piedad. Matad a viejos,
jóvenes, doncellas, niños y mujeres, hasta
exterminarlos”
[17] Isaías, 37:36. Otros textos de
similares características pueden verse en 1
Crónicas 21:14, donde se dice: “El Señor
envió la peste sobre Israel y murieron setenta mil
israelitas. Dios envió un ángel para exterminar a
Jerusalén”; en Jer 14:14, donde se dice: “Y
el Señor […] dijo [a Jeremías]: […]
Y aquellos a quienes ellos profetizan serán tirados por
las calles de Jerusalén, víctimas del hambre y de
la espada; no habrá quien los sepulte, ni a ellos ni a
sus mujeres ni a sus hijos; yo haré recaer sobre ellos
su maldad”; en Jer 16:1-4, donde se dice “El
Señor me habló así: -No te cases; no
tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque así dice el
Señor de los hijos e hijas que nazcan en este lugar, de
las madres que los den a luz y de los padres que los engendren:
Morirán cruelmente; no serán llorados ni
enterrados, sino que quedarán como estiércol
sobre la tierra; perecerán a espada y de hambre, y sus
cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de
las bestias de la tierra. Así dice el Señor: No
entres en una casa donde hay duelo; no vayas al duelo ni les
des el pésame, porque yo retiro de este pueblo,
oráculo del Señor, mi paz, mi misericordia y mi
compasión. Grandes y pequeños morirán en
esta tierra sin ser enterrados ni llorados”.
[18] Jer 19:9. En una línea de similar
crueldad se dice en Ezequiel, 5:8-9: “Por eso, así
dice el Señor: […] Por tus prácticas
idolátricas haré contigo [con Israel, su pueblo]
lo que nunca he hecho y jamás volveré a hacer:
los padres se comerán a sus hijos, y los hijos a sus
padres”. Pueden verse otros textos similares en
Éxodo 12:1-13, donde se dice: “A media noche hizo
morir el Señor a todos los primogénitos en
Egipto, desde el primogénito del faraón, el
heredero del trono, hasta el del que estaba preso en la
cárcel, y a todos los primogénitos de los
animales” (y, en este mismo sentido, también en
Éxodo, 12: 29), 2 Reyes 19:35, Éxodo, 20:3-5 y en
incontables pasajes de la Biblia.
[19] O.c., c. 163.