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Delirios de amor




Enviado por Ana Arias Saavedra




    Delirios de amorMonografias.com

    Delirios de amor

    Juana I de Castilla

    La autora, se apoya en datos
    biográficos, a la vez que los adapta a su
    imaginación

    NARRADOR: (Da dos golpes en el suelo con su
    báculo) Reina de Castilla y Aragón, Archiduquesa de
    Austria, Duquesa de Borgoña y Bramante, Condesa de
    Flandes, Reina de Castilla y León, Galicia, Granada,
    Sevilla, Murcia, Jaén, Gibraltar, Islas Canarias , Indias
    Occidentales, De Navarra y Aragón, de Nápoles y
    Sicilia, Condesa de Barcelona , Señora de Vizcaya y
    Valencia.

    Esta obra de teatro, trata solamente el
    episodio vivido por Doña Juana l de Castilla, desde el
    momento en supo del fallecimiento de su esposo, hasta que lo
    enterraron en Granada, tal como era el deseo del Rey , expresado
    textualmente en el testamento entre sus últimas
    voluntades, así como el que fuese extirpado su
    corazón para ser trasladado a Flandes.

    ESCENIFICACIÓN

    (Doña Juana, está en su
    aposento, acomodada en su regio sillón, cavilante, con la
    mirada perdida, ensimismada en su mundo de pesadillas motivado
    por los celos que le causa el ser esposa de un caballero
    enamorado de toda belleza femenina, a la vez que acaricia su
    grávido vientre. Espera Juana al que será su
    póstumo hijo, a su hija Carolina).

    Llaman a la puerta con los nudillos. Es su
    fiel doncella, que suavemente pide permiso para entrar, y al
    hacerlo, muestra serenidad fingida, su nerviosismo y
    consternación lo denotan sus palabras pausadas.

    JUANA: Pasad!

    DONCELLA:¡ Mi amada Reina y Señora, vuestro
    esposo acaba de regresar de su viaje, , viene maltrecho,
    yo…me atrevería a decir, que…. muerto. Lo
    trajeron sus fieles criados, y dicen… Señora.., que
    lo hallaron de bruces sobre una mesa. Mas bien parecía que
    estuvo en compañía, aunque en soledad lo
    encontraron!.

    NARRADOR: ( Juana, sumamente pasmada
    por la grave noticia, se levanta con brío de su asiento,
    se pone los brazos en la cabeza, mira a su doncella, camina por
    su aposento, balbucea palabras ininteligibles, su corazón
    le palpita de tal modo, que los latidos le ahogan la garganta,
    cree que padece un tétrico sueño, y a él se
    enfrenta con entereza).

    JUANA: ¿Cómo?¡ decís que mi
    amado esposo ha retornado muerto?. ¡Diréis que se
    halla indispuesto! ¡ De ninguna manera puede ser que su
    cuerpo se halle sin vida. ¡ Él, apuesto caballero,
    más bello que los querubines, Rey y Señor casi del
    mundo!¡. ¿Cómo alguien ha osado quitarle la
    vida?. ¡No!. ¡Vos estáis equivocada,
    debéis de hablarme de otra causa, que a mi en nada me
    atañe!.

    DONCELLA: Mi Señora Doña Juana , en su
    carruaje trajeron a vuestro esposo muerto, ya nada se puede hacer
    para devolverle la vida. ¡Venid!¡venid y
    veréis vos misma, como por desgracia es veraz lo que os
    digo. Bien sabe Dios que si mi boca errase, rogaría a Dios
    miles de veces que me bendijese por haber errado y no que fuera
    verdad su muerte. ¡ Venid! ¡venid mi Reina y
    Señora!.

    NARRADOR: ( Juana, atribulada de espanto, sale de su
    aposento a toda prisa a comprobar lo que le dice su doncella, Sus
    manos denotan nerviosismo, crispación su mirada, los
    latidos de su corazón hacen sentirla desfallecer de un
    momento a otro. Camina con paso decidido y firme, anhelando que
    su doncella se halla equivocado , habla en voz
    alta.

    JUANA. No puede ser verdad lo que decís. Mi Rey y
    Señor es inmortal. Su persona es tan sublime que
    pervivirá a través de los tiempos y es por eso que
    me remito a lo que os dije: que no estáis en lo cierto,
    que hayan encontrado a mi esposo muerto.

    TELÓN.

    Escena II.

    (Al abrir el telón aparece un túmulo
    con su esposo de cuerpo presente. Dos cirios alumbran la escena.
    Juana está de rodillas al lado de él en
    oración recogida. Se levanta. Suspira.. y se dirige a
    él como si estuviese vivo).

    JUANA: Amado y señor
    mío!¡¿decidme?¡qué dolor tan
    magno os causa estar acostado?. ¡Cuando vos sois diligente
    en vuestros quehaceres, y las resoluciones van en vos
    inherentes!..Habladme Señor! ¡decidme tan
    sólo una palabra que me demuestre, que vuestro cuerpo se
    halla con vida!. ¡Habladme amado mío, que mi dolor
    de esposa, sumo él candente, traspasa todo mi
    ser!.

    DONCELLA: Mirad Señora su pálida cara, sus
    frías manos, mirad como su corazón ya no palpita,
    ni de sus labios hálitos fluyen!,¡ Mirad
    señora!,¡ Mirad a vuestro esposo!. ¡Su cuerpo
    ya no tiene alma!.¡Ya os mira desde cerca, quizás de
    lejos, y vos…no lo veis. ¡Mi Reina y Señora,
    ya no tiene vida su cuerpo!.

    JUANA: ¿ Es cierto lo que decís?. Decidme
    pues, ¿quién ha osado arrebatarle la vida?.
    ¡decídmelo!¡por que entonces, en verdad os
    digo, que yo, Juana l de Castilla, sea quién fuere, sin
    ningún duelo con espada le traspasaría las
    entrañas, y su inmundo cuerpo lo pisotearía con mis
    pies!. ¡decidme, ¿ quién ha sido su
    asesino?.

    DONCELLA: No se sabe a ciencia cierta , mas, si se sabe
    que ha sido vilmente envenenado, ¡ no veis, Reina y
    Señora, que su gallardo cuerpo no está
    herido!¡y sin vida él se halla!¡aceptad la
    realidad, ya nadie le puede dotar de vida!. ¡ Nadie
    Señora, nadie puede hacerlo!.

    (Juana se arrodilla delante del féretro de su
    endiosado esposo, llora en silencio, cubriendo su rostro con sus
    manos)

    NARRADOR: De repente, dos hombres hacen acto de
    presencia, se acercan a Juana, con modales bruscos, la cogen por
    los brazos, la levantan y en contra de su voluntad se la llevan,
    La doncella intenta liberarla, y es empujada, Juana sollozando
    vuelve la mirada hacia el cuerpo de su esposo a medida que es
    llevada a la fuerza para ser encarcelada en su aposento. Felipe
    es enterrado sin los honores de Rey. Juana desde su cautiverio ,
    mira la tumba de su marido, prometiéndose a si misma, que
    si logra salir del encierro impuesto, se cumplirán todas
    sus últimas voluntades, tal y como figuran en su
    testamento por orden suya, y en eses ardientes deseos, desde su
    cárcel le habla.

    JUANA:¡Felipe, mi amado esposo, encarcelada me
    hallo, pero yo te prometo, que si un día me liberan de
    este encierro, tus últimas voluntades serán
    cumplidas , así como este ser que llevo en mi seno, si es
    hembra, se llamará Carolina, y si fuese varón, como
    vos, Felipe!.

    TELÓN

    Escena lll

    (Sale a escena la fiel doncella portando en sus
    manos una jarra con agua, llevando un vestuario de color negro,
    que es como viste la reina de riguroso luto todo sucio por su
    negación a asearse, así como acicalarse el
    cabello).

    DONCELLA: Mi Señora , os traigo agua para la
    jofaina, he dado orden de que os preparen el baño para que
    os aseen y perfumen, la peluquera peine vuestro pelo,
    también la ropa para que os mudéis. Debéis
    señora mostraros acorde con los cánones en el porte
    que os es propio!. ¡ Hoy ya sois libre señora!
    ¡ Ha finalizado vuestro cautiverio! ¡ Ya
    podéis acudir al cementerio a rezar por vuestro esposo,
    nuestro bien amado Rey!.

    JUANA:¡ Apartaos!¡si soy libre como
    decís, dejadme salir pues! ¡ debo de cumplir de
    inmediato con las últimas voluntades de mi amado!.
    ¡Qué importa el que yo esté
    desaliñada!. ¡Qué importa el que yo no vista
    ropa de mi linaje!. ¡Qué importa ya todo eso, cuando
    lo que impera es hacer que se cumplan sus últimas
    voluntades, y pueda descansar en paz! . ¡Apartaos que llevo
    prisa, y dejad esas premisas! ¡Venid conmigo, tenéis
    que hacer que se acaten las órdenes que os voy a redactar
    sin pérdida de tiempo!. ¡Vamos!.

    NARRADOR ( Juana sale de su cárcel, la sigue
    su doncella. Va hacia el regio salón de palacio. Al
    llegar, se sienta en el sillón, y en la señorial
    mesa redacta sus órdenes en un decreto real , para que
    sean acatadas a rajatabla, que escribe y se dicta a sí
    misma.

    JUANA: ¡Yo, Juana l de Castilla ! ordeno, la
    inmediata exhumación del cuerpo de mi amado esposo. Ordeno
    se disponga caballería, carruajes, la guarda, servidumbre.
    Para que se cumplan las últimas voluntades, tal y como
    constan en el testamento que en vida , el Rey y Señor ,
    Felipe El Hermoso, ha redactado, y es como sigue:

    ¡ Deberá ser su cuerpo trasladado a
    Granada, y su corazón a Flandes; ambos recibirán
    cristiana sepultura con todos los honores de Rey, de este Rey,
    donde todos sus innumerables territorios no conocen la puesta del
    sol, y el albor le es perenne!.

    ¡Tomad mi fiel doncella, este decreto, que
    mañana antes del alba, partiremos con su cuerpo, y a
    gemela hora, otro cortejo partirá con su corazón ,
    al frente de él, la Curia, Hacia Granada, yo, su esposa,
    amante, confidente, iré a su lado, Haced pues que se
    cumplan las órdenes dictadas!.

    DONCELLA:¡Si Señora! Su mandato será
    cumplido, mas…yo quisiera…perdonad mi insistencia de
    que os mudéis de ropa, acicalen vuestro cabello ,aseen
    vuestro cuerpo, ¡Mirad mi señora, son muchos los
    días que lleváis con la misma ropa negra, sin
    asearos, y sin peinaros , el cuerpo de todo ser humano necesita
    su cotidiano aseo…!.

    JUANA¡ Callaos ! ¡cumplid con vuestro
    cometido! ¡ ya os he dicho y digo, que la prioridad
    está en que se cumplan las voluntades que tan inexorables
    fueron ignoradas!,¡ que de mi entristecido cuerpo ya no
    importa su fragancia o hedor!,¡ pero…!¡
    qué mas dará ya mi imagen , si él ya no me
    ve !. ¡ Id presta con la encomienda!.

    NARRADOR. (Juana se queda sentada mirando para su
    doncella, como con ligereza sale con el pergamino en la mano,
    quedando como muy entristecida, mirando hacia el techo, como
    absorta en sus pensamientos, bajando la mirada hacia la mesa, y
    cubriéndose el rostro con sus manos, dejando salir unos
    sentidos sollozos.

    TELÓN

    Escena lV

    Se alza el telón

    NARRADOR: Juana deambula por la amplia y
    señorial capilla ardiente , en la que su yaciente marido,
    en el ataúd , está como reposando su
    solaz.

    Gesticula Juana nerviosamente. Su dolor de esposa,
    no puede con la realidad, y mas, sabiendo que por expresa
    última voluntad, le ha sido extraído el
    corazón para ser trasladado a Flandes, cuyo cortejo lo
    encabeza La curia de Palacio.

    Se están ultimando los detalles para
    emprender el largo viaje hasta Granada y Flandes.

    Viste Juana de riguroso negro desaliñado, su
    desgraciado corazón no acepta la cruenta
    realidad
    .

    NARRADOR: Ella aceptaba en vida de su esposo, el
    sentirse por él ignorada, sabiendo que su efusión
    amorosa era saciada en relindas cortesanas, doncellas. El
    impoluto y fiel amor ardiente por su esposo , traza en el
    corazón de Juana su límite, no acepta el verle
    yaciente, y es cuando su delirio hace acto de presencia, y ante
    la cordura y la locura , fluyen los sentimientos, en la mente
    atribulada de horror.

    JUANA: ¡ Callad! ¡ respetad el sueño
    de mi amor! ¡ no perturbéis su sueño! ¡
    no está muerto como decís, está descansando
    , depuesto, y es por ello, que yo os ordeno, a hombros lo
    llevéis, vuestro aliento controléis, pueden
    vuestros hálitos molestarlo! ¡ ¿o es que
    acaso no veis su tersa piel, sus rosados labios, entornados ojos
    en la dulce placidez! ¡ No me miréis como si loca
    estuviese !¡ miradlo , miradlo bien, como descansa en el
    sueño reparador!. ¡ Le dará vigor para
    emprender resolución de nueva causa! ¡ ¿
    Pero…pero por qué claváis vuestra mirada en
    mi y no os movéis en la orden por mi dada?. ¡ Es
    vuestro Rey y Señor, Felipe el Hermoso. Él, el amor
    de mi vida, la estrella más rutilante que el cielo pueda
    tener! ¡¿ o es que acaso no veis , como sus ojos
    expanden destellos, y su sonrisa dulce y serena, al viento
    intimida, subyugado por cautivo por su encanto?, ¡ y su
    aferente palabra acaricia la brisa de la mañana y el
    relente de la noche! ¡Caminad !¡ caminad en lentitud
    y en silencio! ¡ quedan largos días y noches hasta
    llegar al destino, no debéis desfallecer!. ¡Ni
    tampoco interrumpir el sueño de mi amado esposo,
    dueño de mi corazón!¡ bien lo sabéis
    !¡ así como cierto es que su corazón palpita
    , y si desfallecido se halla, es por causa de insondable fatiga
    de ser Rey y señor de territorios de Occidente a Poniente,
    desde no es conocida la puesta del sol!¡
    Nó!¡nó está muerto!¿ Como es
    que osáis siquiera el pensarlo? ¡ Miradlo. Miradlo !
    ¡Silencio! ¡ Callad! ¡Caminad descalzos!
    ¡ no quiero que el ruido al tropezar en una sola piedra
    cause la interrupción de su solaz! ¡Si, solaz,
    habéis oído bien, he dicho, solaz!¡ no vamos
    en la ruta para enterrarlo, vamos para rendirle los honores que
    le son propios a vuestro Rey , y en el transcurso del viaje
    despertará, y ni el bramar del viento en su furia , el
    cielo quebrado en estruendos, y los rayos hendiéndose en
    la tierra la calcinen, la polvareda nuestros ojos ciegue y
    crepite entre los dientes, iremos sagaces sin descanso para el
    cuerpo. Avanzando, paso a paso hacia Granada. Y yo Juana su
    esposa, iré yendo a su lado al igual que vosotros,
    descalza, para no interrumpir su reparador
    sueño!.

    Doncella: ¡Señora, os ruego que
    reneguéis de esos delirios en que os veis cautiva, aceptad
    la realidad , y descansad en vuestro cuerpo y la mente!
    ¡estáis agotada , y es por eso que deliráis,
    pensad que vuestro grávido seno necesita reposo, pensad,
    que vuestro amado esposo duerme, pero duerme el sueño
    eterno, y sois vos ahora señora la que debéis tomar
    el testigo que os ha sido legado, renunciad a que os guíe
    el dolor que a vuestro corazón traspasa!. ¡Aceptarlo
    y asumirlo señora, significa tomar el timón y
    gobernar!.

    JUANA: ¡Callad! ¡ No sigáis!. ¡
    No habléis en tono alto!. ¡ Vuestro Rey, mi esposo,
    duerme, y no acepto ni un solo gesto, ni palabra que intente
    demostrarme lo contrario, a menos que al llegar a Granada, su
    cuerpo se halle álgido como el hielo, solo entonces,
    aceptaré lo que me decís en esa firmeza que
    demostráis, que se halla muerto, y sólo entonces
    será , y no antes!. ¡Así pues, emprendamos el
    viaje , fórmese el cortejo , que son muchos los
    días yendo recorriendo largos trayectos, sufriendo
    fríos, lluvias, tinieblas, alboradas, díscolas
    ráfagas, hasta llegar al planificado destino!.

    DONCELLA:¡ Vuestra orden será
    acatada!

    ¡ Escuchad, Guardia, servidumbre,
    dispongámonos ya para partir hacia Granada, descalzaos y
    caminad silenciosos, que nuestra Reina Doña Juana l de
    Castilla, va velando el sueño de su esposo en reparador
    reposo!¡ partimos ya!.

    TELÓN

    Escena V

    NARRADOR. Llega el cortejo a Granada después de
    transcurrir ocho meses en los que Juana no se separa ni un solo
    momento del féretro de su esposo, ni se peina ni se cambia
    de ropa, y al igual que el agotado cortejo , va descalza para no
    interrumpir el sueño de su amado, Al llegar a Granada,
    hacen un alto en el camino, posan el ataúd en el suelo,
    sobre un dosel, y Juana postrada de rodillas delante de
    él, le habla dulcemente.

    JUANA: ¡Felipe, amado mío!¡ despertad
    , que ya son muchas las noches y los días, vastos los
    pueblos recorridos!. ¡ Despertad amado esposo de vuestro
    letargo!¡ Miradme señor, oid como mi corazón
    late cansado y afligido, pues no es costumbre en vos un
    sueño tan prolongado, mas…..¡ay! ¡ Dios
    mío!¡ que vuestro cuerpo expande frío,
    vuestra piel se os ha tornado amarillenta, rigidez muestran
    vuestros amadores labios, y vuestras manos…. ay! Dios
    mío que entrelazadas entre si, no se sueltan para
    acariciar las mías!. ¡ Felipe, amado esposo, mi Rey
    y señor, ya formáis parte de la tribu del
    cielo!¡ y ahora ! ¿ qué será de mi
    vida sin vos?¿ qué será amado mío, si
    para vos yo vivía?.

    JUANA CLAMANDO AL CIELO

    ¡Dios mío. porqué él y no
    yo?¡ que tú sabes Señor Omnipotente, que la
    nada sin él yo soy, ¡ él es la luz que nimba
    todo mi ser, mi estrella, mi norte, es el sumo todo!¡ Tomad
    mi DIOS mi vida y devolvédsela a él, que el terror
    que me invade sin su vida, es ingente. Perdonadme Dios
    mío, pero yo no deseo seguir viviendo sin
    él.!

    JUANA DIRIGE SUS PALABRAS A
    GRANADA

    ¡ Granada, a ti te encomiendo este cuerpo por el
    mío endiosado, guardadlo como el más preciado
    tesoro , pues ninguna orivería irradia como Felipe, mi
    amado esposo!¡ Granada!¡os entrego al aliciente de mi
    corazón y mi alma, ahora, sumamente
    desgraciada!.

    FIN

     

     

     

    Autor:

    Ana Arias Saavedra

     

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