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Teoría de los intereses, teoría del conflicto. Teorias sicosociales aplicadas



  1. Teoría de
    los intereses
  2. Teoría del
    conflicto
  3. Conflictos
    funcionales y disfuncionales en
    gestión
  4. Teoría y
    aplicación
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

PSICOSOCIALES THEORIES APPLIED: INTERESS
THEORY AND CONFLICT THEORY

PALABRAS CLAVES: Nacionalismos,
autodeterminación, pluralismo cultural, independencia,
teoría de los intereses.

KEY BOARDS: Nationalisms, autodetermination, cultural
pluralism, independence, right of self, incidence in Army
Force

Introducción.[1]

Habermas[2]en su análisis acerca
de los intereses constitutivos considera que el conocimiento se
origina en los intereses humanos y en los medios de
organización social. Describe asimismo, los intereses
humanos en términos del
control[3]técnico y la emancipación
relacionada con los medios sociales de trabajo. La
asociación respectiva de los intereses humanos y los
medios sociales origina un tipo específico de conocimiento
y un medio específico de conocer, o metodología
científica.

El autor se manifiesta desde una posición en que
el conocimiento tiene raíces históricas y sociales,
y está sujeto a los intereses. Para explicar la
relación entre el conocimiento y actividad humana,
desarrolló la teoría de los intereses constitutivos
de conocimiento. Debido a que el conocimiento tiene su
génesis en las estructuras[4]sociales
pasadas y existentes, sólo puede comprenderse en
relación con los problemas que la humanidad ha encontrado
y sigue encontrando en la superviviencia.

En este orden de ideas plantea Habermas que los
intereses constitutivos del conocimiento pueden definirse
exclusivamente en función de los problemas de la
preservación de la vida, constituidos objetivamente y que
han sido resueltos por la forma de existencia cultural como tal.
Asimismo contempla los intereses constitutivos de conocimiento
como los medios a través de los cuales organizamos la
experiencia diaria, en efecto, "nuestros" intereses organizan
"nuestra" percepción y conocimiento de la realidad en
forma estructurada. Cada uno de nuestros intereses cognoscitivos
discretos sobre el control de la naturaleza, la armonía
social y el crecimiento del individuo responde a un problema
diferente en la experiencia humana.

En la conceptualización de Habermas se establece
que los distintos intereses humanos exigen formas de conocimiento
diferentes que requieren de metodologías
científicas distintas (procesos del saber) basados en
formas de racionalidad diferente pero internamente coherentes.
Para Habermas la racionalidad tiene menos que ver con la
posesión de conocimiento, que con la forma en que los
sujetos que hablan y actúan adquieren y utilizan el
conocimiento. Cada método científico es un proceso
racional y válido para conocer dentro de su dominio el
conocimiento. La idea esencial es la inconveniencia de someter
todas las formas de saber humano a una sola forma de
metodología o racionalidad. En particular Habermas critica
la aplicación de la orientación tecnológica
de las ciencias naturales (positivismo); o la aplicación
de la orientación subjetiva hermenéutica
(fenomenología) como criterios exclusivos para determinar
la validez de todas las formas de conocimiento. Situación
esta que ha ocupado gran parte del panorama investigativo de
nuestras universidades.

Por su parte Carr y Kemmis[5]consideran
la interpretación que hace Habermas de los intereses, el
conocimiento y la ciencia, como un intento de identificar la
importancia y los límites de las explicaciones
empíricas y causal hermenéutico-interpretativa
sobre la base de la descripción que hace Habermas de la
ciencia social crítica dirigida a trascender los
límites del saber inherentes a las ciencias naturales e
interpretativas. Estos autores proyectan una ciencia de la
educación crítica.

Es así como Habermas a su vez, plantea una
alternativa interesante en el contexto de los intereses
constitutivos como lo son los intereses técnicos de la
gente, que se reflejan en la necesidad de controlar y de
manipular el ambiente externo para satisfacer sus necesidades de
abrigo, alimento, etc. Estos intereses, expresados a
través del medio de trabajo se concentran en la
producción material necesaria para nuestra existencia. La
racionalidad que integra los intereses técnicos, el
trabajo y la ciencia empírico-analítica es una
racionalidad instrumental referida a la manipulación y el
control del ambiente; la predicción de eventos
físicos y sociales observables; la realidad basada en el
conocimiento empírico y gobernada por reglas
técnicas; y los criterios de control efectivo de la
realidad.

Desde esta perspectiva, las acciones racionales son
intervenciones orientadas en función de los objetivos y
controladas por retroalimentación en un mundo
supuestamente objetivo. Habermas hace la crítica de que la
racionalidad instrumental inherente a este tipo de interés
constitutivo de conocimiento, ha llegado a ser una
ideología extendida. Es ideología cuando se aplica
la realidad instrumental sin comprobación válida
como criterio para todas las formas y dominios del conocimiento.
El resultado final es la reducción de los asuntos morales
y estéticos, educativos y políticos a problemas
técnicos: el por qué y el qué se reducen al
cómo.

– Teoría y aplicación.

Las ciencias empírico-analíticas o
naturales, son las metodologías científicas que
producen, en una forma técnica, el conocimiento
útil. El énfasis en la predicción y el
control de los procesos objetivos se relacionan directamente con
los intereses técnicos. La base filosófica de esta
forma de conocimiento es el positivismo[6]En esta
corriente se afirma que sólo puede establecerse el
conocimiento válido en referencia a la realidad externa,
experimentada por los sentidos. Este enfoque se basa en la
presunción ontológica del mundo objetivo, como la
suma total de lo que es, el caso, y clarifica las condiciones de
la conducta racional en esta base. Las ciencias
empírico-analíticas se basan en ideales de
explicación, predicción y control. En este enfoque
la acción individual no es resultado de una conciencia
reflexiva subjetiva., en vez de ello, la acción individual
siempre se observa como algo gobernado por las leyes funcionales
invariables que operan fuera del control personal de los actores
individuales (Carr, y Kemmis 1986).

El objetivo del conocimiento es la
emancipación: la toma de control de las propias vidas,
personal y colectivamente.
La ciencia social crítica,
siguiendo a Habermas, se orienta hacia la libertad y
autonomía racional, operando en los contextos concretos:
ha de desvelar las limitaciones estructurales y ayudar a actuar
para superarlas. No diseña una alternativa cerrada, sino
que, a partir de la crítica de lo existente y de los
deseos utópicos, muestra escenarios distintos, pero
considerando que la tarea fundamental es la eliminación de
barreras que constriñen la libertad, que impiden la libre
decisión. El conocimiento no sólo no es ajeno al
interés humano, sino que el tipo de saber está
profundamente ligado al interés al que sirve. Según
la categorización de la escuela de Frankfurt (refinada por
Habermas) sobre tipos de interés, conocimiento y ciencia,
al interés emancipatorio le corresponde un saber
emancipatorio (la reflexión) y una ciencia crítica.
El saber emancipatorio no niega los otros saberes, sino que los
incluye dentro de su perspectiva reflexiva: podríamos
decir que tiene en cuenta los datos empíricos y las
interpretaciones dentro de su reflexión, no se queda
limitada por ellas en la acción humana. Además,
según Habermas, "en la autorreflexión, o
reflexión sobre la reflexión, coinciden
interés y conocimiento, y es en ese ámbito donde se
configura la razón emancipatoria" (San Baldomero,
1998). Freire, por su parte, más ligado al interés
emancipatorio directo, señala acertadamente que "la
cuestión está en cómo transformar las
dificultades en posibilidades" (Freire, 1997). Se diferencia
así el enfoque crítico del escepticismo
postmoderno: el Centro de Investigación Social y Educativa
de la Universidad de Barcelona (CREA) afirma que la
"teoría social desarrollada por CREA se destaca por su
orientación crítica, no tan sólo por
denunciar aquellos aspectos negativos o excluyentes de la
sociedad sino también por buscar y proponer acciones
transformadoras que los superen" (Casamitjana, 2000),
diferenciándose así de Foucault o Derrida, que
nunca dicen lo que proponen.

– Conclusiones.

En relación al trabajo que estamos realizando
esta teoría tiene un interés general en los
siguientes sentidos:

1. Los saberes que interesan no son aquellos que
resultan importantes por sí mismos, sino en función
de la satisfacción igualitaria de las necesidades humanas
más auténticas. Tuste Aguilar y Carmen G. Landa
señalan "la importancia de discernir cuáles son las
genuinas necesidades humanas (…) [considerándose
adecuada] la construcción, utilización y
comunicación de saberes indisolublemente asociados con la
identificación y satisfacción sinérgica de
las necesidades de todos los seres humanos y del planeta en su
conjunto y no de conceptos, representaciones y procedimientos que
benefician a unos pocos a costa de la mayoría". (Aguilar y
Landa, 2003)

2.      Han de ponerse de
manifiesto las estructuras profundas de los fenómenos
sociales
, con especial hincapié en las que suponen
dominación e injusticia, en relación con las
posibilidades de cambio
. No se puede caer en la ingenuidad
ni en la parálisis. El estudio de las estructuras es
necesario para ver la raíces de la realidad y actuar en
consecuencia.

3.      Ha de articularse
lo universal y lo particular, lo planetario y lo local
. Lo
planetario ha de ser un referente, tanto en los objetivos como en
el análisis, pero ha de ponerse en relación con lo
más cercano a los actores sociales implicados.

4.      Ha de generarse un
conocimiento holístico y vital, racional pero no
racionalista
. Amparo Moreno afirma, en el libro con el
significativo título de "Pensar la historia a ras de
piel":
"la reflexión vital/transdisciplinar
que propongo ha de atender a la génesis histórica
de nuestra vida social en su globalidad compleja, para poder
superar la fragmentación ahistórica que el
pensamiento lógico-científico opera sobre nuestro
vivir".

– Introducción.[7]

– Una visión socio-filosófica.

Martindale, autor de "La teoría
sociológica", defiende que, mientras la Sociología
general se ocupa de las causas, de por sí inmodificables,
la teoría se sitúa en el nivel de las conclusiones
lógicas. Por eso la teoría sociológica viene
a ser un modelo de sociedad, de institución, etc.,
coherente. Aquí lo que importa no son las causas sino las
correlaciones coherentes. No obstante, suele existir cierta
confusión entre teoría sociológica y
Sociología sistemática. Aquélla supone
ésta. Su conceptuación, según queda
indicado, depende, como en la teoría de cualquier ciencia,
del método seguido, ya que la finalidad de éste es
obtener generalizaciones integrables sistemáticamente en
una teoría explicativa, al modo como se procede en las
ciencias naturales. La teoría constituye a la vez un
modelo para actuar. Precisamente las ciencias humanas, junto con
la ciencia sistemática general, sienten la necesidad de
construir modelos. En las ciencias naturales el modelo o
teoría y el sistema general de la ciencia
prácticamente se identifican. Aquí, hay que
construir modelos operativos que tomen en cuenta la peculiaridad
del material sobre el que se actúe. El intento de
Parsons[8]ha sido hasta ahora el más
considerable, pero su teoría sistemática adolece de
los defectos intrínsecos al funcionalismo. M. Gingsberg,
sin distinguir bien entre teoría y Sociología
general, señala en todo caso seis tipos de
generalizaciones, cuya obtención legítima debe
constituir la finalidad de cualquier formulación
teórica. Son los siguientes: a) correlaciones
empíricas entre fenómenos sociales concretos (p.
ej., vida urbana e índice de natalidad); b)
generalizaciones sobre las condiciones en que surgen las
instituciones u otras formaciones sociales (p. ej., los diversos
análisis de los orígenes del capitalismo); c)
generalizaciones que afirman que los cambios producidos en las
instituciones concretas están regularmente vinculados a
cambios en otras instituciones (como la asociación entre
los cambios en la estructura de clases y otros cambios sociales,
en la teoría de Marx); d) generalizaciones que afirman la
reaparición rítmica de fases de diversos tipos
(así, los intentos de distinguir «etapas» en
el desarrollo económico, de K. Bücher, G.
Schmoller,[9] etc.); e) aquellas que describen
como un todo las principales tendencias en la evolución de
la humanidad (p. ej., la ley de Comte de los tres estadios,
etc.); y f) las leyes que establecen las implicaciones de
determinados supuestos sobre el comportamiento humano (p. ej.,
algunas leyes de la teoría económica).

En la historia de la filosofía ha habido un largo
debate entre la concepción funcionalista que pone de
relieve la importancia del consenso, y la concepción
contraria que concede mayor importancia al conflicto y a la
coerción.

La opinión de que la sociedad humana posee un
orden gracias al consenso es muy antigua y está muy
arraigada. Podemos encontrarla ya en Platón; fue expresada
también en la idea de la «voluntad general» de
Rousseau y del «imperativo moral» de Kant. Entre los
primeros sociólogos el principal exponente de esta
opinión es Durkheim, quien percibió claramente que
los sentimientos comunes eran los que hacían que los
hombres viviesen en sociedad. Más recientemente, Parsons
elaboró una teoría analítica que
sugería que un sistema social, considerado como un sistema
de roles, existía únicamente en la medida en que
había un acuerdo sobre las formas de comportamiento que se
esperaban de cada rol. Según esto, se otorga gran
importancia a los elementos normativos de la
acción social: es decir, a la conformidad con las reglas,
los valores y las expectativas de los demás; y dicha
importancia se relaciona a su vez con el criterio
funcionalista de que cada sistema de acción
contribuye positivamente al mantenimiento del sistema social en
su conjunto.

Los sociólogos que asumen esta postura tienden a
considerar el conflicto como una fuerza negativa. No niegan su
existencia, pero lo consideran una alteración del
funcionamiento normal del sistema social. Es decir, es anormal y,
por regla general, también transitorio, ya que en un
sistema social existen fuerzas inamovibles que tienden a
restaurar el equilibrio, a devolver al sistema a un estado de
equilibrio y estabilidad.

La otra gran tradición sociológica es la
que considera el conflicto, no como algo anormal y transitorio,
sino como permanente e incluso necesario. Su origen es
también muy antiguo, pudiéndose remontar
quizás a Aristóteles y, sin duda, a
Hobbes,[10] Hegel y Marx; y entre sus más
recientes exponentes está el sociólogo
alemán Dahrendorf.[11] Según este
criterio, la existencia de la escasez es suficiente por sí
misma para garantizar la presencia de conflictos, ya que las
personas pertenecientes a cualquier grupo tratan, por todos los
medios, de incrementar su parte de los recursos escasos, a
expensas de los demás si es necesario. Si entre dichos
recursos escasos incluimos el mando, el poder y el prestigio,
entonces las ocasiones para que surjan conflictos se incrementan.
Por ejemplo, el poder se denomina un concepto de «suma –
cero»; si A tiene poder sobre B, C y D, entonces puede
pensarse que A tiene una cantidad positiva de poder, mientras que
B, C y D poseen cantidades negativas, ya que lejos de detentar el
poder, son sus objetos. Por tanto, la suma del poder de todos los
miembros es cero. En toda sociedad que para sobrevivir se base en
el esfuerzo cooperativo, se precisa una jefatura, alguien que
dirija su funcionamiento; y esto lleva a que las personas se
dividan entre las que tienen poder y aquellas cuyo poder es
negativo, lo cual supone la aparición de conflictos entre
ambos.

Los conflictos pueden asumir múltiples formas. El
término es muy amplio e incluye la discusión, el
regateo, la rivalidad y la lucha institucionalmente controlada al
mismo nivel que la violencia directa. No obstante, por debajo de
las formas menores de resolver las disputas subyace la
posibilidad de la agresión en forma de violencia
física; es decir, la coerción. Por consiguiente,
los sociólogos que mantienen este punto de vista, ven en
la coerción, más que en el consenso, la raíz
última del orden social.

Además, el conflicto se encuentra estrechamente
ligado al cambio. Si la sociedad representa un equilibrio de
fuerzas, este equilibrio puede cambiar. Cuando dos personas o dos
grupos están enfrentados, una solución posible
consiste en que uno gane y el otro pierda; y entonces el vencedor
procede a hacer su voluntad, a ejercitar su albedrío a
pesar de las objeciones del otro, y a transformar el estado de
cosas en beneficio propio. Sin embargo, otra posible
solución al conflicto consiste en que ambas partes puedan
salir mejor libradas. En tercer lugar, un conflicto puede
solucionarse con perjuicio para ambas partes.

Queda una cuarta posibilidad: que el conflicto
desemboque en un punto muerto o paralización; es decir,
que no se produzca ningún cambio. En este caso se suele
hablar de tensión más que de conflicto.

¿Para qué sirve el conflicto?
¿Qué representa para los individuos, para los
grupos y para las sociedades? ¿Cuales son sus funciones
positivas o integradoras?. Según Coser, el conflicto
delimita los grupos y clarifica sus fronteras: es decir,
especifica el lugar en que se encuentra cada uno. Unifica los
grupos proporcionando a sus miembros un interés
común en la supervivencia y victoria del grupo. El
conflicto proporciona a los grupos coherencia,
organización y dirección. Además, obliga a
cada facción antagónica a interesarse por la
coherencia, la organización y la dirección del
contrario, ya que resulta mucho más fácil negociar
con un grupo que cuenta con un líder en el cual se pueda
confiar para mantener el grupo en orden y respetar cualquier
acuerdo que se logre. Por otro lado, el conflicto «evita la
osificación del sistema social al ejercer presiones a
favor de la innovación y la creatividad».

Coser puntualiza que en cualquier sistema social los
conflictos son menos destructivos cuando son muy numerosos y
cuando no coinciden sus líneas de desintegración u
oposición; es decir, cuando existen múltiples
conflictos transversales. En este tipo de sociedad, A y B pueden
entrar en conflicto en una cuestión determinada, pero A
tendrá mucho cuidado de no perjudicar a B más de lo
necesario, ya que A y B son aliados en un segundo conflicto
contra C.

– Una visión de Gestión

A los efectos de esta investigación lo más
importante, quizás, sea que el
conflicto[12]implica posiciones antagónicas
y oposición de intereses, lo que une la teoría del
conflicto con la teoría de los intereses.

Existen muchas definiciones, empero, para efectos de
nuestra explicación tomaremos la que nos presenta Stephen
Robbins[13]por ser una definición amplia y
a la vez bastante clara para quien se inicia en el estudio del
conflicto.

Antes de continuar con nuestra explicación, es
necesario recalcar que todo conflicto implica necesariamente dos
o más personas o grupos que interactúan, es decir,
que tienen una relación de doble sentido, donde A se
comunica con B, y viceversa.

Otro aspecto que también es importante destacar
es que toda relación entre dos personas, entre una persona
y un grupo o entre grupos, implica necesariamente un proceso de
comunicación, que como veremos posteriormente, puede ser
verbal, escrito y sobre todo corporal. En este proceso donde
interactúan dos o más partes, es donde se produce
el conflicto.

La teoría moderna de los conflictos sostiene que
éstos no son ni buenos ni malos en sí, sino que son
sus efectos o consecuencias los que determinan que un conflicto
sea bueno o sea malo.

  Conflictos
Funcionales[14]

Pertenecen a este grupo, los conflictos que posibilitan
un medio para ventilar problemas y liberar tensiones, fomentan un
entorno de evaluación de uno mismo y de
cambio.[15]

I.L. Janis, en una investigación realizada con
seis decisiones tomadas durante cuatro gobiernos de los Estados
Unidos, observó que el conflicto reducía la
posibilidad de que la mentalidad del grupo dominara las
decisiones políticas. Encontró que el conformismo
de los asesores presidenciales estaba relacionado con malas
decisiones. Por el contrario, un "ambiente de conflicto
constructivo y pensamiento crítico estaban relacionados
con decisiones bien tomadas".[16]

Conflictos Disfuncionales[17]

Contrario a lo anterior, existen conflictos que
tensionan las relaciones de las partes a tal nivel que pueden
afectarlas severamente limitando o impidiendo una relación
armoniosa en el futuro. Generan stress, descontento,
desconfianza, frustración, temores, deseos de
agresión, etc., todo lo cual afecta el equilibrio
emocional y físico de las personas, reduciendo su
capacidad creativa, y en general, su productividad y eficacia
personal. Si este tipo de conflictos afecta a un grupo le genera
efectos nocivos que pueden llegar, incluso a su
autodestrucción.

Como es fácil concluir, los conflictos
disfuncionales o negativos, constituyen el campo de acción
del conciliador.

De todo lo anterior, podemos reiterar que los conflictos
se distinguen entre sí, fundamentalmente, por sus efectos
y consecuencias, los cuales determinan que un conflicto sea bueno
o malo, funcional o disfuncional, positivo o negativo.

– Concepciones del conflicto. 

Desde que el conflicto fue objeto de estudio
sistémico y materia de investigación para analizar
sus causas y su naturaleza, y fundamentalmente, sus formas de
resolución, hasta llegar al momento actual, se han dado
tres corrientes o enfoques: el tradicional[18]el
de relaciones humanas[19]y el
interactivo.[20]

– Elementos y Principios de un
conflicto. 

 De todo lo expuesto hasta este
momento, podemos resumir los elementos y principios clave de un
conflicto, de la siguiente forma[21]

Elementos:

1.- LAS PARTES: pueden ser dos o
más.

2.- OPOSICIÓN DE INTERESES: Las partes no
ceden.

3.- Choque de derechos o pretensiones.

Principios Clave:

1.- El conflicto no es positivo ni negativo.

2.- Es parte natural de la vida.

3.- Nos afecta a todos.

4.- Entender y analizarlo ayuda a resolverlo en
forma efectiva y productiva.

La Teoría del conflicto es como
genéricamente se denomina a una serie de estudios e
investigaciones diversos, no sistematizados, y específicos
sobre el conflicto social, en general desarrollados a partir de
la década del 1950. La teoría del conflicto
está íntimamente vinculada a la teoría de
los juegos y a los estudios y escuelas sobre
negociación.

Si bien la reflexión sobre "la guerra y la paz"
ha sido una preocupación clásica del pensamiento
humano, y desde antiguo, pensadores vinculados a la
problemática del conflicto militar, la guerra, y
más recientemente a la problemática de las
revoluciones y el conflicto laboral, movimientos sociales, han
estudiado con cierta profundidad las manifestaciones del
conflicto social, a partir de la década de 1950 comienzan
a aparecer una serie muy específica de estudios y
teorías centrados en el conflicto social, como
fenómeno genérico, más allá de sus
manifestaciones específicas.

La principal implicancia de la teoría del
conflicto es el reconocimiento de la "funcionalidad" del
conflicto. Si bien con anterioridad habían existido
pensamientos de justificación moral del conflicto, como
las de la guerra santa (cristianismo e Islam), la guerra justa
(Vitoria), el derecho a la rebelión (Locke), la lucha de
clases (Marx), es recién a partir de la teoría del
conflicto que este último comienza a ser visto como una
relación social con funciones positivas para la sociedad
humana, en tanto y en cuanto se puedan mantener bajo control sus
potencialidades destructivas y desintegradoras.

Antes de la aparición de la Teoría del
Conflicto, el conflicto era visto básicamente como una
patología social, o, en todo caso, el síntoma de
una patología social. La sociedad perfecta era vista como
una sociedad sin conflictos y todas las utopías sociales
sostenían la necesidad de constituir un modelo de sociedad
sin conflictos, de pura cooperación.

La Teoría del Conflicto replantea la
valoración negativa tradicional y considera al conflicto
social como un mecanismo de innovación y cambio social, en
concordancia con las teorías de Asch y Moscovici. En
sintonía con esa corriente, el educador norteamericano
John Dewey expresaba que "el conflicto es el tábano del
pensamiento".

La aparición de la teoría del conflicto
debe ser históricamente entendida a la luz de la bomba
atómica (1945) y la transformación radical de la
lógica del conflicto que ella trajo aparejada. La
invención de la bomba atómica modificó
completamente la dinámica del conflicto a raíz de
la posibilidad de exterminio de la especie humana. El reciente
Premio Nóbel de Economía 2005, Thomas Schelling,
fundó su obra en el análisis del comportamiento de
los antagonistas en una guerra nuclear.

De la confluencia entre la teoría del conflicto y
la teoría de los juegos ha derivado una rica
distinción entre juegos de suma cero (puro conflicto),
juegos de suma positiva (pura cooperación), y juegos
mixtos (de cooperación y conflicto). Éstos
últimos son los que abren el espacio a la
negociación.

En la vida real es prácticamente improbable que
se presente una dinámica social que se comporte
únicamente como juego de suma cero (conflicto puro) o
juego de suma positiva (pura cooperación). Siempre existen
aspectos abiertos a la negociación, tanto en las
situaciones más conflictivas como en las más
pacíficas.

Pero se ha dicho que lo que si existe en la vida real,
son mentalidades que consideran los conflictos como de suma cero
o de suma positiva. En el primer caso, el conflicto tiene una
alta probabilidad de terminar en tragedia. En el segundo caso el
conflicto tiene una alta probabilidad de terminar en
explotación.

Los estudiosos clásicos del conflicto, desde
Tucídedes y Sun Tzu, hasta Maquiavelo, Marx y Von
Clausevitz, se enfocaron en un aspecto específico del
conflicto: el poder.

A partir de la bomba atómica (1945) y la
teoría de la disuasión, se abrió el camino
para teorías más complejas, como la teoría
sobre "toma de decisiones" y la "teoría de los
juegos". Ambas se originaron en la idea de la escuela
clásica del siglo XX sobre el actor racional. El modelo
del actor racional fue desarrollado por economistas para explicar
el comportamiento económico humano. Presupone que la gente
hace elecciones y decisiones basado en bases racionales sobre
elecciones informadas y sopesando oportunidades. ganar-
perder

Thomas Schelling, Premio Nóbel 2005, tomó
este modelo para desarrollar una sofisticada teoría del
juego, que incluye comunicación, negociación,
información, e introduce la importancia de la
irracionalidad del pensamiento estratégico.

CARR W. Kemmis B., "Ciencia social crítica",
1986

HABERMAS, J. Between Facts and Norms. Contributions to a
Discourse Theory of Law and Democracy. Oxford: Polity Press,
1996.

HABERMAS J. "La lógica de las ciencias sociales"
. edt Tecnos, 1971

JANIS, I. L., Victims of Groupthinks, citado por
Robbins, p. 471

ROBBINS, Stephen., P, Comportamiento Organizacional,
Conceptos, Controversias y Aplicaciones, Cap XIII, p. 461,
Prentice Hall, sexta edición, 1994

http://www.monografias.com/trabajos4/epistemologia/epistemologia.
Carlos M.. Ruiz P., FEB 2009

http://www.gestiopolis.com/recursos4/docs/ger/tenegouno.htm,
FEB2009

 

 

Autor:

Enrique Area Sacristán

Doctor por la Universidad de Salamanca. Comandante de
Infantería. Escuela de Guerra del Ejército de
Tierra. Departamento de Estrategia y
Organización

 

[1] Extractado de
/trabajos4/epistemologia/epistemologia.
Carlos M.. Ruiz P., FEB 2009

[2] Habermas J. "La lógica de las
ciencias sociales” . edt Tecnos, 1971

[3] El control ha sido definido bajo dos
grandes perspectivas, una perspectiva limitada y una
perspectiva amplia. Desde la perspectiva limitada, el control
se concibe como la verificación a posteriori de los
resultados conseguidos en el seguimiento de los objetivos
planteados y el control de gastos invertido en el proceso
realizado por los niveles directivos donde la
estandarización en términos cuantitativos, forma
parte central de la acción de control. Bajo la
perspectiva amplia, el control es concebido como una actividad
no sólo a nivel directivo, sino de todos los niveles y
miembros de la entidad, orientando a la organización
hacia el cumplimiento de los objetivos propuestos bajo
mecanismos de medición cualitativos y cuantitativos.
Este enfoque hace énfasis en los factores sociales y
culturales presentes en el contexto institucional ya que parte
del principio que es el propio comportamiento individual quien
define en última instancia la eficacia de los
métodos de control elegidos en la dinámica de
gestión. Todo esto lleva a pensar que el control es un
mecanismo que permite corregir desviaciones a través de
indicadores cualitativos y cuantitativos dentro de un contexto
social amplio, a fin de lograr el cumplimiento de los objetivos
claves para el éxito organizacional, es decir, el
control se entiende no como un proceso netamente técnico
de seguimiento, sino también como un proceso informal
donde se evalúan factores culturales, organizativos,
humanos y grupales.

[4] Para entender mejor lo que aquí se
plantea es menester revisar el término "estructuralismo"
que da origen a la evolución semiótica, puesto
que, desde un principio es una concepción cientifizada;
desde que se tiene conciencia de la peculariedad del lenguaje,
especialmente el poético. Respecto de éste,
Mukarovsky dice: Por lo que se refiere a la aparición
estructural de la literatura hay que agradecer sobre todo a la
preocupación científica de los checos que se haya
convertido en un sistema coherente (…). Las
raíces del estructuralismo científico-literario
checo se remontan con frecuencia a un pasado bastante lejano,
en especial en lo que afecta a la investigación del
lenguaje poético.
/trabajos15/todorov/todorov

[5] Carr W. Kemmis B., “Ciencia social
crítica”, 1986

[6] Consiste en no admitir como validos
científicamente otros conocimientos, sino los que
proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda
noción a priori y todo concepto universal y absoluto. El
hecho es la única realidad científica, y la
experiencia y la inducción, los métodos
exclusivos de la ciencia. Por su lado negativo, el positivismo
es negación de todo ideal, de los principios absolutos y
necesarios de la razón, es decir, de la
metafísica. El positivismo es una mutilación de
la inteligencia humana, que hace posible, no sólo, la
metafísica, sino la ciencia misma. Esta, sin los
principios ideales, queda reducida a una nomenclatura de
hechos, y la ciencia es una colección de experiencias,
sino la idea general, la ley que interpreta la experiencia y la
traspasa. Considerado como sistema religioso, el positivismo es
el culto de la humanidad como ser total y simple o
singular.

[7] Basado en
http://www.gestiopolis.com/recursos4/docs/ger/tenegouno.htm

[8] (1902-79) Sociólogo
estadounidense, nacido en Colorado Springs (Colo.) y fallecido
en Munich (Alemania). Obtuvo su graduación en 1924 en el
Amherst College (Mass.) y luego en Europa amplió sus
estudios en la London School of Economics (1924-25), donde tuvo
como profesores a Malinowski y Hobhouse, y en la Universidad de
Heidelberg (1925-26), en cuyo centro hizo su tesis doctoral
sobre el origen del capitalismo en las obras de Weber.
Enseñó luego en varios establecimientos docentes
de Estados Unidos y a partir de 1931 se encargó de la
cátedra de sociología de Harvard. Según
Parsons, un sistema social «es una pluralidad de actores
individualizados que se interrelacionan entre sí y que
se sienten motivados por la común tendencia a obtener el
máximo de satisfacciones, y que se definen en las
relaciones con el ámbito físico y social por
medio de un común sistema de símbolos
culturales». Esta idea, que aparece como eje central en
su The Structure of Social Action (La estructura de la
acción social, 1937), se amplía al explicar el
proceso de socialización del niño a través
de un complejo mecanismo de recompensas y castigos regido por
la figura dominante del padre. Los críticos de su obra,
sobre todo C. Wright-Mills, han dicho de Parsons que en su
teoría sólo hace referencia a los rasgos
constantes de la sociedad, y que prescinde deliberadamente de
las características de algunas sociedades
históricas donde son evidentes el peso coercitivo del
estado, la manipulación ideológica, la influencia
religiosa en las actividades políticas, etc.

[9] (1838-1917) Economista alemán, n.
en Heilbronn y m. en Bad Harzburg. Profesor de las
universidades de Halle (1865), Estrasburgo (1872) y
Berlín (1882), aparece como el más caracterizado
representante de la escuela historicista, que adoptó un
método histórico-descriptivo y empírico
para analizar la economía política. Las
implicaciones de su análisis permiten considerarle como
reformador social, dentro del grupo de los «socialistas
de cátedra». Fundó la Asociación de
Política Social (1872), escribió la famosa
Grundriss der allgemeinen Volkswirtschaftslehre (Principios de
teoría económica general, 1900), entre otros
notables tratados de economía, y desde 1881
dirigió el Jahrbuch für Gesetzgebung, Verwaltung
und Volkwirtschaft (Anuario de legislacion,
administración y economía). En 1887
ingresó en la Academia de Ciencias.

[10] (Westport, Inglaterra, 1588-Hardwick
Hall, id., 1679) Filósofo inglés. Hijo de un
eclesiástico, quedó a cargo de su tío
cuando aquél abandonó a su familia, tras
participar en una pelea en la puerta de su iglesia.
Estudió en el Magdalen Hall de Oxford, y en 1608
entró al servicio de la familia Cavendish como preceptor
de uno de sus hijos, a quien acompañó en sus
viajes por Francia e Italia entre 1608 y 1610. A la muerte de
su alumno, en 1628, regresó de nuevo a Francia para
entrar al servicio de Gervase Clifton. En dicho país
permaneció hasta 1631, cuando los Cavendish lo
solicitaron de nuevo, como preceptor de otro de sus hijos. En
1634, acompañando a su nuevo alumno, realizó otro
viaje al continente, ocasión que aprovechó para
entrevistarse con Galileo y otros pensadores y
científicos de la época. En 1637 volvió a
Inglaterra, pero el mal ambiente político, que anunciaba
ya la guerra civil, lo llevó a abandonar su patria e
instalarse en París en 1640. Poco tiempo antes
había hecho circular entre sus amigos un ejemplar
manuscrito de sus Elementos de la ley natural y
política, de los que, en forma de dos tratados
distintos, se editaron dos partes en 1650. En París
comenzó a publicar las distintas partes de su sistema,
empezando con el De cive en 1642. En 1651 abandonó
Francia y regresó a Inglaterra, llevándose
consigo el manuscrito del Leviatán, sin duda la
más conocida de sus obras, que se editaría en
Londres ese mismo año. En 1655 publicó la primera
parte de los Elementos de filosofía y en 1658, la
segunda. Estas dos obras completaban la trilogía
iniciada con De cive. Tras la restauración de 1660
gozó del favor real, pero las acusaciones de
ateísmo que le lanzaron los estamentos
eclesiásticos lo llevaron a retirarse de la vida
pública. Durante los últimos años de su
vida hizo una traducción en verso de la Ilíada y
la Odisea, y escribió una autobiografía en versos
latinos.

[11] (Hamburgo, 1929) Sociólogo y
político alemán. Miembro del Bundestag
(1969-1970) y de la Comisión de las Comunidades Europeas
(1970-1974), y director de la London School of Economics. Ha
intentado reformular las bases de análisis del cambio
social y de los conflictos sociales, relacionando desde una
postura crítica las teorías marxistas y las
teorías estructuralistas y funcionalistas de la
sociología estadounidense. Es autor de Las clases
sociales y su conflicto en la sociedad industrial (1957), Homo
sociologicus (1959), Ensayos sobre teoría de la sociedad
(1968), El moderno conflicto social (1988), Reflections on the
Revolution in Europe (1990), Liberale und Andere (1995).

[12] Según el Diccionario de la Lengua
de la Real Academia Española la palabra conflicto
procede de la voz latina conflictus que significa lo más
recio de un combate. Punto en que aparece incierto el resultado
de una pelea. Antagonismo, pugna, oposición, combate.
Angustia de ánimo, apuro, situación desgraciada y
de difícil salida.

[13] Robbins, Stephen., P, Comportamiento
Organizacional, Conceptos, Controversias y Aplicaciones, Cap
XIII, p. 461, Prentice Hall, sexta edición, 1994. Para
definir el conflicto es necesario tener claro que para que se
produzca un conflicto, las partes deben percibirlo, es decir,
sentir que sus intereses están siendo afectados o que
existe el peligro de que sean afectados. Stephen Robbins define
el conflicto, con estas palabras: “Un proceso que se
inicia cuando una parte percibe que otra la ha afectado de
manera negativa o que está a punto de afectar de manera
negativa, alguno de sus intereses”.

[14] Son aquellos conflictos que se presentan
y son de intensidad moderada, que mantienen y, sobre todo,
mejoran el desempeño de las partes; por ejemplo, si
promueven la creatividad, la solución de problemas, la
toma de decisiones, la adaptación al cambio, estimulan
el trabajo en equipo, fomentan el replanteamiento de metas,
etc. Otro ejemplo podría ser cuando en una empresa se
decide el otorgamiento de un bono económico a la mejor
idea que se presente para resolver un problema
específico o para la creación de un lema para el
Programa de Calidad de la Empresa. Solo un trabajador o un
grupo de trabajadores podrá obtener el bono ofrecido si
la propuesta es la más original y representa mejor los
objetivos del Programa de Calidad.

[15] Id., p. 471

[16] Janis, I. L., Victims of Groupthinks,
citado por Robbins, p. 471

[17] Es cualquier confrontación o
interacción entre grupos que perjudica a la
organización o impide que ésta alcance sus
objetivos. La dirección debe tratar de eliminar
conflictos de este tipo.  Un conflicto beneficioso se
transforma a menudo en perjudicial. En la mayor parte de los
casos es imposible identificar con precisión el momento
en que un conflicto funcional se convierte en disfuncional. Un
nivel idéntico de tensiones y conflictos, que da lugar a
a que un grupo avance en forma saludable y positiva hacia sus
objetivos, puede resultar perturbador y disfuncional en otro
grupo (o incluso en el mismo grupo en otro momento). La
tolerancia de un grupo con respecto a las tensiones y
conflictos también puede depender del tipo de
organización.

[18] Tuvo vigencia en las décadas de
1930 y 1940. Defendía la idea de que todo conflicto es
malo, que es sinónimo de violencia, destrucción e
irracionalidad, y que por tanto había que evitarlo,
porque afectaba negativamente a las personas, grupos y
organizaciones. Para resolverlo o prevenirlo, plantea que
sólo hay que atacar sus causas, que según este
enfoque son la mala comunicación, la falta de franqueza
y de confianza, entre otros. Este enfoque es el que la gran
mayoría de nosotros tiene acerca del conflicto. No
obstante ya hemos visto que no es así y que existen
evidencias demostrables que no siempre el conflicto es
negativo.

[19] Este enfoque fue vigente desde fines de
la década de 1940 hasta mediados de la década de
1970. Sostiene que su presencia en las relaciones humanas es un
proceso natural y que por tanto es inevitable y que debemos
aceptarlo como tal. Sin embargo, plantea que no siempre es malo
o negativo y que puede ser beneficioso para el desempeño
de las personas y los grupos. Significó un avance en el
manejo o gestión de conflictos.

[20] El enfoque interactivo acepta el
conflicto como algo natural, pero además sostiene que es
conveniente fomentarlo. Sostiene “que un grupo armonioso,
pacífico, tranquilo y cooperativo, tiende a ser
estático, apático y a no responder a las
necesidades del cambio y la innovación.”.
Recomienda estimular el conflicto en un grado manejable que
incentive la creatividad, la reflexión, la forma
más eficiente de tomar decisiones, el trabajo en equipo,
la disposición al cambio y el establecimiento de metas
ambiciosas y alcanzables, contribuyendo a un sentido de
logro.

[21] Girard, Kathrin y Koch., Susan. J,
Resolución de los conflictos en las Escuelas, Ed.
Granica, p. 45., 1997

[22]
http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_conflicto

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