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Del desempleo estructural al conflicto intergeneracional (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4

La instauración en 1998 de las 35
horas, la reforma más ambiciosa y controvertida de la era
Jospin, ha introducido cambios sustanciales en la sociedad
francesa. El aumento considerable del tiempo libre, unido a la
extensión del tren de alta velocidad (TGV), ha disparado
las salidas durante los largos fines de semana y las numerosas
vacaciones escolares que jalonan el calendario, alimentando de
paso el turismo y el mercado de segundas residencias. Pero sobre
todo ha hecho cambiar la percepción sobre el trabajo y su
lugar en la escala de valores. La implantación de las 35
horas "ha acelerado el proceso, iniciado hace más de un
siglo, de reducción del tiempo de trabajo, de forma que
éste no representa más que una débil
fracción del tiempo de vida disponible. Y ha reforzado a
la vez en la opinión la idea de que el progreso social va
parejo con la disminución del lugar acordado a la vida
profesional", escribía Gérard Mermet en una
radiografía de la sociedad francesa, "Francoscopie",
publicada en el 2007.

"Para salvar su régimen de
pensiones, los franceses están dispuestos a hacer
sacrificios financieros. Pero no a sacrificar su tiempo libre",
consideraba en Le Nouvel Observateur el analista Jacques
Juillard, quien añadía: "Los franceses no tienen la
impresión de vivir, lo que se llama vivir, más que
en vacaciones (…) Lo que es verdad a la escala del
día, de la semana, del mes, lo es ahora para las edades de
la vida. La jubilación ya no es un retiro, es un rito
inaugural, el comienzo de algo. Por eso el mayor partido de
Francia, el único mayoritario, el único
interclasista, el que trasciende todas las ideologías, es
el partido del tiempo libre. ¡La verdadera vida empieza a
los 60 años! El retraso de dos años de este segundo
nacimiento es vivido por los franceses como una verdadera
agresión existencial contra su tipo de vida y la idea que
se hacen de la felicidad".

¿Tendrán razón Ben,
Dominique y Xavier? ¿Tendrán los franceses
aversión al trabajo? ¿Estará ahí la
razón última de su resistencia feroz a trabajar
hasta los 62 años, pese a la evidencia de que la esperanza
de vida se ha alargado proporcionalmente mucho más? El
filósofo Luc Ferry, menos condescendiente que Juillard,
apuntaba en un reciente debate televisivo la misma idea desde la
óptica inversa. "Me pregunto si en la protesta contra la
reforma de pensiones no juega de algún modo la
desvalorización del trabajo a la que asistimos desde hace
cuarenta o cincuenta años", dijo Ferry, quien
añadió una ilustrativa anécdota personal de
su época como ministro de la Juventud y la
Educación Nacional: "Un día, después de una
jornada dura de trabajo, invité a mi despacho a uno de mis
jóvenes consejeros y le ofrecí un whisky para
levantarle la moral. Entonces me dijo, con humor: "¿Sabe,
señor ministro? Yo había pedido un empleo, no un
trabajo"…".

– Nada
cambiará porque nada cambió (ausencia de
futuro)

Pasacalle (III)

¿Cómo les aviso a mis
hijos que el "ascensor social" ha dejado de funcionar? Que
está: "out of order"… "kaput"…
"ruined"… "done for"…
"finished"…

¿Cómo les demuestro a mis
hijos que la clase media está en vías de
extinción?

¿Cómo explicarles…
la ausencia de futuro?

El drama viene de lejos, la crisis de las
"hipotecas subprime" y sus "derivados" (dicho con todo sarcasmo),
sólo han magnificado la tragedia. Echado sal sobre la
herida. Puesto en la primera plana de los periódicos y
telediarios un fenómeno larvado que se arrastraba y
carcomía a una buena parte de la población (aquella
que se creía imbatible), poco a poco. Ha sido un
acelerador más que un desencadenante.

Creo que puede resultar oportuno
(perdón por la reiteración) recordar algunos
párrafos del Paper que escribí a mediados del
año 2007 (cuando la sociedad desarrollada -aún-
ataba los perros con chorizos).

"La clase media y su proceso de
movilidad social descendente"

Parte I: De "clase media" a "nuevos pobres"
(15/8/2007)

Parte II: El fin de la era de las
expectativas crecientes (15/9/2007)

La realidad económica y la
"proletarización" de la clase media

Últimamente se está hablando
mucho de un informe de 91 páginas publicado en enero por
el Ministerio británico que lleva por título
"Global Strategic Trends Programme 2007-2036. Como su nombre
sugiere, se trata de anticipar y combatir los riesgos para el
desarrollo de nuestro mundo globalizado y la estabilidad del
sistema internacional en los próximos 30 años,
enfocando con luz concentrada la evolución probable de la
economía y el comportamiento de los diversos grupos
sociales.

El horizonte imaginado por los militares
británicos es tremebundo. Vislumbran una terrible amenaza
que se cierne sobre las clases medias occidentales, acosadas por
un creciente desorden social en sus hábitats urbanos, casi
destruídos por la violencia, la ausencia de servicios y
poblado por unos residentes envejecidos y con pensiones cada vez
más bajas. Sus hijos sólo encuentran empleos
precarios, en una competencia feroz con inmigrantes
asiáticos o africanos, mientras contemplan que el poder y
las riquezas en la sociedad transnacional en la que viven son
patrimonio de un elitista club de ricos del que -sin posibilidad
alguna de movilización- han sido excluídos para
siempre.

El contralmirante Chris Parry, coordinador
del trabajo, considera probable que las clases medias abandonen
su actual relativismo moral, que ya no les rendirá
beneficios, y abracen sistemas de creencias más
rígidos como el marxismo. Los burgueses se
reencarnarían en una inédita "clase universal"
capaz de transformar el orden social según sus
necesidades, sustituyendo al extinto proletariado de las antiguas
economías industriales.

La prospección de los militares
británicos analiza el comportamiento de las clases medias
como un nuevo poder insurgente estructurado a escala
internacional y definido por su posición
socioeconómica y su acceso a la sociedad del conocimiento.
Podrían, de esta forma, movilizar a sus simpatizantes de
manera espontánea e inesperada para las fuerzas del
orden.

A la vez que impulsa el nacimiento de
clases medias en las economías emergentes, la
globalización las está socavando en los
países industrializados. A escala global, según el
estudio prospectivo impulsado por el Ministerio de Defensa
británico, las clases medias se pueden ver distanciadas de
un grupo reducido muy rico, y esas diferencias hacerse más
explícitas "incluso para aquéllos que van a ser
materialmente más prósperos que sus padres y
abuelos". A más largo plazo, todas ellas pueden sentirse
amenazadas, con lo que las clases medias podrían
convertirse en revolucionarias, sustituyendo en ese papel al
proletariado en la tradicional visión de Marx, concluye
dicho estudio. No es descabellado.

Van a afrontar mayor desorden social y
más violencia en un entorno urbano de menor bienestar
social y sistemas de pensiones en crisis. La revolución
del "proletariado de clase media", como lo llama el estudio,
consistiría en que las clases medias del mundo se
unirían, haciendo uso de su acceso al conocimiento y sus
instrumentos, "para transformar los procesos transnacionales de
acuerdo con sus propios intereses de clase", es decir, para
construir "otra" globalización, aunque no esté
aún definida.

Estamos ante una pleamar de las clases
medias a nivel global y en esa revolución podrían
participar las chinas, que se cuentan en decenas o centenares de
millones de personas, a cuyos intereses ha respondido el
régimen comunista introduciendo en la Constitución
y desarrollando por ley la propiedad privada.

El Fondo Monetario Internacional (FMI)
observa por su parte el efecto de la globalización sobre
el mercado laboral y los salarios. No es que estos hayan bajado
en términos absolutos, ni estemos en un juego de suma cero
en el que lo que unos ganan con la globalización lo
pierden otros, porque como indica el estudio del Fondo, el
tamaño de la tarta de la economía ha aumentado.
Aunque las ganancias en productividad también han empujado
el peso relativo de los salarios a la baja (un 8% desde 1980, la
mayor parte desde 1990), casi todos han ganado, si bien ha
crecido también la desigualdad.

Con la entrada de China, India y la otrora
Europa del Este, Rusia incluída, en la economía
global, se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de
obra efectiva. Es lo que Clyde Prestowitz, en un libro famoso
llamó los "3.000 millones de nuevos capitalistas", que
hacen que el poder se desplace hacia Oriente. Pero también
éste y el Sur van a Occidente. El Fondo recuerda que los
países desarrollados no sólo importan más
productos y servicios de las economías emergentes, sino
también mano de obra: la fuerza laboral de EEUU cuenta
ahora con un 15% de inmigrantes, proporción comparable a
la de importaciones en relación con el PIB.

Además, en las economías de
los países desarrollados se ha producido una
precarización del empleo, especialmente entre los
más jóvenes y también entre los hijos de las
clases medias con situaciones más fijas, además de
entre los menos cualificados. Esta precarización es la que
está detrás del aumento de algunos movimientos de
extrema derecha en países europeos. Y es la que puede
contribuir a que se cumpla el pronóstico del Ministerio de
Defensa británico. Pues, aunque sus integrantes vivan
mejor, los fundamentos de las clases medias occidentales -y de
las bajas, claro- se están viendo demediados.

La ONU proyecta que la población en
edad laboral aumente en el mundo en un 40% de aquí a 2050.
O se encuentra trabajo, especialmente en países que ya
tienen población joven, como África y
América Latina, o se convertirá en pasto de los
radicales, con efectos que estamos viendo estos días en
Argel y en Casablanca, después de Nueva York, Bali, Madrid
y Londres, por no contar los que se han evitado. Un radicalismo
alimentado, no sólo por los "malditos de esta tierra",
sino también por los que en sus países son, a
menudo, los "hijos frustrados de las clases
medias"…

El "fin" de la
historia y el último hombre (de clase media, en los
países ricos)

Los que me "siguen de antes" (gracias
y… perdón) saben, también, lo mucho que me
gusta hacer una lectura "conspirativa" de la Historia.

¿Será porqué ya tengo
más historia que futuro? ¿Será por el
"Cambalache" que nos da la vida? ¿Será
porqué siempre ha habido "chorros, maquiavelos y
estafaos"? ¿Será porqué vivimos "revolcaos"
en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos?
¿Será porqué hoy es lo mismo ser derecho que
traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador?
¿Será porqué ¡Todo es igual!
¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No
hay aplazados ni escalafón. ¿Será
porqué si uno vive en la impostura y otro roba en su
ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de
Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del
tango "Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo
en 1935).

En esa lectura "conspirativa" de la
Historia, me animo a compartir con ustedes mi versión
sobre la "Pasión y muerte de la clase media en los
países desarrollados".

  • En la economía global se ha
    multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra
    efectiva.

  • La ONU proyecta que la población
    en edad laboral aumente en el mundo un 40% de aquí a
    2050.

  • En las economías de los
    países desarrollados se ha producido una
    precarización del empleo, especialmente entre los
    más jóvenes y también entre los hijos de
    las clases medias con situaciones más
    fijas.

  • Actualmente asistimos a una
    proletarización económica de las clases medias.
    Mientras la conciencia mayoritaria es burguesa, conformista,
    consumista e individualista; la situación
    socio-económica es cada vez peor, un futuro nada
    halagüeño -más bien paupérrimo en
    todos los sentidos– que conformará, modulará y
    establecerá las nuevas clases
    económicas.

  • Parece que la modernización
    basada en las exportaciones es inherentemente un juego de
    suma cero para la distribución de la renta en los
    países en desarrollo. Esto es, la mejora de las
    distribuciones en el empleo en un país conduce a una
    destrucción que no es especialmente creativa y a un
    empeoramiento de la desigualdad en el resto de los
    países, a través de la redistribución de
    los puestos de trabajo.

  • En una economía mundial
    liberalizada y globalizada, sólo una compresión
    en las estructuras de ingresos puede crear un contexto
    adecuado para que la igualación se imponga en la
    escena de desarrollo global.

  • La nueva pobreza no surge por cuenta de
    la explotación de la producción, sino por la
    exclusión de la producción. Quien
    todavía está empleado en la producción
    capitalista regular figura ya entre los relativamente
    privilegiados.

  • Se propaga el concepto del "Estado
    antisocial"; las asignaciones para formación y
    cultura, para el sistema de salud y numerosas otras
    instituciones públicas fueron cortadas. Se inicia la
    demolición del Estado social.

  • La privatización y la
    tercerización desvalorizan el "capital humano" de las
    calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada
    y degradada en su estatus.

  • Jornaleros intelectuales, trabajadores
    baratos y empresarios de la miseria como los free-lance en
    los medios de comunicación, universidades privadas,
    despachos de abogados o clínicas privadas no son ya
    excepciones, sino la regla.

  • La pérdida del doble papel
    moderador que cumplía tanto del comunismo como del
    capitalismo más brutal y competitivo. Habría
    que añadir la incapacidad de la clase media para
    mantener un nivel óptimo de demanda adicional de
    bienes de consumo capaces de garantizar economías de
    escala.

  • Desaparecida la lucha de clases y
    globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e
    interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en
    Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o
    Italia.

  • En muchos países la
    difusión de productos y servicios de bajo coste, al
    aumentar el poder adquisitivo de los salarios, empieza a
    tener más peso que una reforma fiscal o que el
    "welfare" (bienestar).

  • Nos deslizamos, así, casi sin
    enterarnos, mucho más allá de la lógica
    -todavía clasista- del estado del bienestar, para
    dejar sitio a un universo humano flexible,
    descontractualizado, deseoso de ampliar al máximo las
    posibilidades de consumo. Un universo infraideologizado,
    decidido a procurarse bienes y servicios en el proveedor
    mundial que ofrece las condiciones más ventajosas, que
    pretende una menor mediación por parte de las
    instituciones tradicionales, religiosamente abierto,
    integrado en tiempo real con todos los canales de
    comunicación o de interacción y cada vez menos
    centrado en las tradicionales agencias de
    socialización, empezando precisamente por la
    familia.

  • Resulta muy difícil estar en
    sintonía con una sociedad que, acabada la historia y
    la economía de la materia, se libera de las
    limitaciones de la dimensión "contrarrevolucionaria" y
    de la elección delegada para hacerse preguntas sin
    límites, fluidas, apolíticas o
    geopolíticas, simplificadas y
    cínicas.

  • La clase media, aunque sin una
    razón de ser política -su papel de
    contención de los empujes revolucionarios de la clase
    obrera-, probablemente habría sobrevivido al
    transcurrir del tiempo si la razón que había
    favorecido su formación no se hubiera desintegrado
    como la nieve al sol. La sociedad intermedia representaba y
    representa el tipo ideal de consumidor de última
    necesidad, preparado para comprar cualquier producto que la
    oferta sea capaz de proponerle.

  • El matrimonio era perfecto: la
    industria concebía nuevos productos capaces de
    satisfacer necesidades a veces reales, a veces solamente
    latentes, y los presentaba a la voracidad de la clase media,
    preparada para representar el propio papel de consumidor
    obediente y poco selectivo. Así las empresas
    crecían y con ellas también la potencialidad de
    adquisición de la clase media. Una relación
    aparentemente indisoluble: por una parte, la clase media, al
    ahorrar, ponía gran parte del capital necesario a
    disposición de la industria material para poder
    ampliar la oferta; por otra parte, al consumir a manos llenas
    todo lo que podía, satisfacía sus deseos y se
    realizaba en el plano de la identidad de clase.

  • Un sistema con su equilibrio, capaz
    también de contener el empuje revolucionario de la
    minoría que estaba llamada a hacer funcionar esas
    máquinas: obreros que veían en cualquier caso
    crecer también su nivel de bienestar y que empezaban a
    tener la fundada esperanza de subir algún
    peldaño en la escala social, pasando de ser obreros a
    ser empleados.

  • Este sistema funciona mientras el
    escenario de acción e interacción permanece
    restringido al ámbito nacional o poco más.
    Cuando algunos aspectos de esta ecuación estallan o se
    ponen en entredicho en cuanto a su utilidad "superior",
    entonces también la clase media está obligada a
    encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo ha
    avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la
    economía de mercado y la del capitalismo sin
    fronteras.

  • La globalización ha provocado
    trastornos económicos y sociales que producirán
    "tres mil millones de nuevos capitalistas", como dice el
    eficaz eslogan convertido en el título del
    último libro de Clyde Prestowitz, gurú
    republicano del libre comercio (fue consejero del presidente
    Reagan y negociador de los acuerdos comerciales
    internacionales durante su mandato). Según Prestowitz
    (2005), las dinámicas actuales son hijas de la
    coincidencia de tres factores: la derrota del comunismo, que
    ha empujado a tres mil millones de chinos, rusos e indios al
    capitalismo (interpretado, además, de manera bastante
    "agresiva"); la revolución de Internet, que ha
    "anulado el tiempo"; y la difusión de la
    mensajería aérea de bajo coste -desde Federal
    Express a DHL-, que ha "anulado el espacio". El trabajo de
    estos enormes grupos de bajo coste se está utilizando
    en (casi) cualquier parte del mundo porque permite transferir
    rápidamente mercancías y prestaciones
    intelectuales con gravámenes
    insignificantes.

  • Es precisamente este progresivo
    desplazamiento de los equilibrios de la demanda mundial hacia
    los países llamados emergentes lo que mina en la base
    los cimientos económicos sobre los que la clase media
    ha encontrado en los últimos siglos su estabilidad. Si
    la disminución de la demanda del "milieu" social
    francés está más que compensada por la
    capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces,
    para quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de
    una clase de consumidores occidentales con la cartera llena
    se convierte en un aspecto menos vital.

  • Son precisamente estos grupos de nueva
    demanda, que se han ido formando a partir de finales de los
    años setenta y que con el inicio del nuevo siglo han
    acelerado el paso para ganar papel y peso internacional, los
    que quitan, cada vez más rápidamente, el
    oxígeno necesario para alimentar la energía
    motora de la clase media occidental. No sólo porque
    contribuyen considerablemente a rediseñar las
    características de consumo mundial en términos
    de tipología y costes de los bienes y de los
    servicios, sino también porque se hace difícil
    imaginar la supervivencia de una clase media occidental o
    europea con las características de las últimas
    décadas cuando asoman al mercado mundial mil
    quinientos millones de nuevos trabajadores a bajo coste.
    Sujetos cada vez más escolarizados e indiferentes a
    las lógicas de quien, en el mundo del bienestar,
    quiere defender las "conquistas del pasado".

  • Así, en los países
    industrializados, la necesidad económica que hay que
    satisfacer a través de una clase homogénea de
    consumidores reconocibles está sujeta a la
    lógica de los grandes números: para conseguir
    el mismo resultado es preferible extender lo más
    rápido posible a cientos de millones de consumidores
    el umbral del bienestar. La sociedad de masa nace
    naturalmente con el crecimiento y el desarrollo
    económico del nuevo mundo. La antigua forma de
    producción, y con ella las clases que la han
    alimentado, ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo
    convertido en mercado competitivo y abierto.

Hay que reflexionar sobre la ironía
de la historia: una clase que es hija de la revolución
burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que
después, en su madurez, ha asumido un papel
"contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución
invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes
ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en
conseguir sus propios objetivos.

Así, sucumbe el papel
económico desarrollado con éxito por la clase
media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia
más o menos lenta. El mismo destino le espera a la
estructura industrial que ha caracterizado a la economía
de mercado de la clase media…

Jodidos por
jodidos… ¿por qué no patear el
tablero?

(Un final abierto… casi un
ruego)

Si la clase media está en un franco
proceso de movilidad descendente; si se ha llegado al fin de la
era de las expectativas crecientes; si ya no hay dudas que gran
parte de la clase media (casi toda), en los países
desarrollados, forma parte de los "perdedores" del orden global;
si ha llegado el fin del "matrimonio perfecto" (el consumidor de
"última necesidad" y la estructura industrial); si la
pauperización de la clase media es quizás la
desmentida más cruda de la promesa originaria de progreso
colectivo; si se ha optado por la creación de una sociedad
de consumidores "sin pasado";… por qué seguir
tolerando medidas regresivas, por qué no patear el
tablero, por qué no revolucionar en vez de
contrarrevolucionar. A que esperar.

Y si nada cambia, ¿quién se
beneficia? Cui prodest is fecit: quien se beneficia es
el culpable.

Así terminaba el Paper (citado)
escrito a mediados del año 2007. Si algo ha ocurrido desde
entonces, todo (o casi todo) ha sido desfavorable para los
trabajadores de países desarrollados. El empleo ha
disminuido y la distribución de los ingresos ha empeorado.
Hay menos ganadores y más perdedores. La crisis
económica alcanza ahora, incluso en Occidente, a amplias
capas sociales, que hasta entonces se habían librado. La
polarización entre pobres y ricos, exacerbada de forma
irresistible, no encuentra todavía un nuevo
concepto.

En la comprensión tradicional, la
"clase obrera", que producía la plusvalía, era
explotada por la "clase de los capitalistas" por medio de la
"propiedad privada de los medios de
producción".

Ninguno de estos conceptos puede explicar
con exactitud los problemas actuales. La nueva pobreza no surge
por cuenta de la explotación en la producción, sino
por la exclusión de la producción. Quien
todavía está empleado en la producción
capitalista regular figura ya entre los relativamente
privilegiados. La masa problemática y "peligrosa" de la
sociedad ya no se define por su posición en el "proceso de
producción", sino por su posición en los
ámbitos secundarios, derivados de la circulación y
de la distribución. Se trata de desempleados permanentes,
de receptores de operaciones estatales de transferencia o de
agentes de servicios en los campos de la tercerización,
hasta llegar a los empresarios de la miseria, los vendedores
ambulantes y los rebuscadores de basura. Esas formas de
reproducción son, según criterios jurídicos,
cada vez más irregulares, inseguras y a menudo, ilegales;
la ocupación es irregular, y las ganancias transitan en el
límite del mínimo necesario para la existencia o
incluso, caen por debajo de esto.

Este terremoto, que altera profundamente
los mecanismos de distribución de la renta, acelera los
procesos que están llevando a la sustancial
desaparición de la "clase media" tal y como la hemos
conocido en el siglo XX: poco a poco ha perdido sus señas
de identidad porque las condiciones históricas que
habían determinado su éxito han desaparecido. Pero
también se debe a otros factores: sobre todo el fin de la
era de las expectativas crecientes, en la que quien no estaba ya
"tocado" por el bienestar se sentía, en cualquier caso,
"en lista de espera" y no excluido; el final de las seguridades
ocupacionales y también el impacto en la estructura social
de mecanismos de mercado cuyas señas de identidad se
modifican continuamente debido a la evolución
tecnológica.

El declive de la clase media no es
ciertamente un relámpago que llega sin avisar: en 1985
(Rosenthal, 1985), el economista del departamento de
estadística del Ministerio de Trabajo estadounidense Neal
H. Rosenthal se preguntaba si ya se había iniciado -como
lo habían denunciado otros- una polarización de las
rentas con la consiguiente progresiva reducción de la
clase media y la creación, por un lado, de una gran masa
de ricos y, por otro, de un ejército de nuevos
proletarios. Su análisis lo llevaba a concluir que hasta
ese momento no se había verificado nada parecido.
Añadía, sin embargo, que los procesos de
desindustrialización -entonces apenas iniciados- y el
desarrollo de las nuevas tecnologías de alta rentabilidad
podrían provocar un fenómeno de este tipo a partir
de la segunda mitad de los años noventa.

Sus previsiones se han revelado bastante
exactas, como también la convicción -con
visión de futuro, puesto que en 1985 todavía
estábamos en la era pre-Internet, Microsoft era una
pequeña empresa y Bill Gates estaba empezando a
monopolizar los ordenadores personales mundiales con su nuevo
sistema operativo– de que las industrias "high tech" (alta
tecnología) favorecerían una polarización de
las rentas.

Otras voces se han dejado oír en los
últimos años: precisamente a mediados de los
años noventa (julio de 1997), Rudi Dornbusch, economista
del Massachusetts Institute of Technology (MIT), célebre
por sus análisis mordaces y un lenguaje rudo y
socarrón, publicó "Bye bye middle class", un ensayo
en el que preveía la inminente desaparición del
"big government" (gran gobierno) (la tendencia de muchos
gobiernos a incluir en la esfera pública la mayoría
de los servicios dados a los ciudadanos y también una
porción considerable de las actividades productivas), del
"welfare state" (estado del bienestar) y de la propia "clase
media, acostumbrada a la comodidad, por no decir a la pereza".
Dornbusch era consciente de que la abolición del estado
del bienestar era un desafío que los gobiernos no
sabían cómo afrontar. Advertía, sin embargo,
que los políticos debían empezar a prepararse para
los tiempos difíciles, en los que la competición
entre sistemas y empresas, las privatizaciones y la
globalización, además de algunas innegables
ventajas económicas, producirían también
graves problemas sociales, empezando, precisamente, por una
reducción de las rentas del trabajador no especializado.
Un desafío políticamente difícil, sobre todo
para una Europa sacudida, por un lado, por las "inevitables
desigualdades y la coexistencia de millonarios enriquecidos
gracias a las tecnologías, mientras, por el otro, los
electores de la antigua clase media se sienten aislados".
Así pues, Dornbusch pronosticaba desde entonces una
navegación tempestuosa por democracias que se ven
obligadas a ajustar cuentas, al mismo tiempo, con un aumento de
las desigualdades y una difusa seguridad económica.
Veía sólo una luz en el horizonte: la inminente
llegada del euro como "oportunidad para una nueva y
dinámica visión de Europa". Si estuviese vivo
aún, quién sabe qué abrasivas ironías
reservaría a la Europa de hoy, en plena crisis
económica, institucional y de liderazgo
político…

Hay que reflexionar sobre la ironía
de la historia: una clase que es hija de la revolución
burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que
después, en su madurez, ha asumido un papel
"contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución
invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes
ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en
conseguir sus propios objetivos.

Así, sucumbe el papel
económico desarrollado con éxito por la clase
media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia
más o menos lenta. El mismo destino le espera a la
estructura industrial que ha caracterizado a la economía
de mercado de la clase media…

En medio de todo este marasmo, los
trabajadores europeos, los parados europeos, los hijos de los
trabajadores y parados europeos, presa del desconcierto y el
miedo, sólo ensayan "pedorretas inútiles", mientras
siguen… "esperando a Godot".

– El dilema: ¿"retrasar" la
jubilación o "adelantar" la muerte de los
pensionistas?

– Propuestas de Reforma del Sistema de
Pensiones (Fedea – 20/10/10) Lectura recomen.

(Por Juan Rubio-Ramírez – Javier
Díaz-Giménez y Julián
Díaz-Saavedra)

En esta nota usamos las últimas
proyecciones demográficas publicadas por el Instituto
Nacional de Estadística para simular la evolución
del sistema público de pensiones español y
cuantificamos las consecuencias de tres posibles reformas. Los
detalles del modelo que hemos usado para simular estos escenarios
están disponibles en The Government"s
Proposal for the Reform of the Spanish Pension System: A
Quantitative Analysis

1. Las Reformas

– Sin reforma (Sin Reforma): se
mantienen las reglas actuales del sistema público de
pensiones.

– Reforma 1 (Ref B20J65): se aumenta
en 5 el número de años utilizado para calcular la
Base Reguladora, de los últimos 15 a los últimos 20
años.

– Reforma 2 (Ref B20J67): se aumenta
en 5 el número de años utilizado para calcular la
Base Reguladora, de los últimos 15 a los últimos 20
años, y se retrasan en dos años las edades
mínima y normal de jubilación, de 60 a 62
años y de 65 a 67 años.

– Reforma 3 (Ref BTVJ67): se
considera toda la vida laboral para calcular la Base Reguladora,
y se retrasan en dos años las edades mínima y
normal de jubilación de 60 a 62 años y de 65 a 67
años.

2. Las Transiciones

– Todas las reformas se anuncian al
comienzo del año 2010.

– El cambio en la Base Reguladora es
gradual, y comienza a adoptarse a partir de 2013. El
número de años que se tienen en cuenta para
calcular la base se incrementa en un año cada año,
hasta alcanzar el número deseado.

– Las edades de jubilación se
aumentan en un año en 2018, y en otro año adicional
en 2022.

3. Los Escenarios

Demografía: se utilizan las
proyecciones demográficas del Instituto Nacional de
Estadística de 2009. Según esta proyección,
el ratio de personas con 65 y más años sobre las
personas con edades comprendidas entre los 20 y 64 años
alcanza el 65 por ciento en 2050.

– Educación: la
composición educativa de la fuerza laboral evoluciona
según las proyecciones realizadas por Meseguer (2001).
Según estas proyecciones en 2010 los porcentajes de
trabajadores con estudios primarios, secundarios, y
universitarios son, 55, 28, y 17 por ciento, y en 2050 estos
porcentajes son 38, 38, y 24 por ciento.

– Crecimiento del PIB: Suponemos que
no hay crecimiento exógeno que aumente la productividad
del trabajo. Pero el PIB crece por la transición educativa
y por el crecimiento de la población. Por ejemplo, entre
2010 y 2030, el PIB crece a una tasa media anual de 0,89 por
ciento, y el PIB per cápita crece a una tasa media anual
de 0,63 por ciento.

Política Fiscal: En la
economía sin reformar, el gasto público, las
transferencias que no son pensiones y los tipos de los impuestos
sobre la renta del trabajo y del capital se eligen para que los
ratios de sus valores o de sus recaudaciones con respecto al PIB
sean similares a los españolas en 2008. Y el tipo del
impuesto sobre el consumo se elige para que se cumpla la
restricción presupuestaria del sector público
suponiendo que el déficit público es cero. En la
transición todas estas variables se ajustan para que sus
ratios con el PIB permanezcan constantes y se mantiene el mismo
supuesto sobre la evolución de los tipos del impuesto
sobre el consumo.

En las economías reformadas, los
valores del gasto público, de las transferencias y de los
tipos de los impuestos sobre la renta del capital y del trabajo
son los mismos que en la economía sin reformar y el
impuesto sobre el valor añadido se elige para que se
cumpla la restricción presupuestaria del gobierno. Debido
a que el PIB y las bases de los impuestos cambian en las
economías reformadas, los ratios del gasto público,
de las transferencias, y de las recaudaciones de todos los
impuestos no coinciden con los de la economía sin
reformar.

4. Los Resultados

– Sin Reforma: con la normativa
actual, el primer déficit del sistema ocurre en 2016, y el
Fondo de Reserva se agota en 2026. En 2050, el déficit del
sistema es de 10,8 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el
consumo necesario para cubrir dicho déficit es del 47,8
por ciento.

– Reforma B20J65: esta reforma reduce
la pensión media de jubilación en un 6,0 por
ciento, y no afecta apenas a la edad media de jubilación.
Por lo tanto, el primer déficit del sistema aparece en
2017 (un año más tarde) y el Fondo de Reserva se
agota en 2029 (3 años más tarde). En 2050, el
déficit del sistema de pensiones es 9,9 por ciento del
PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario para cubrir dicho
déficit es del 46,4 por ciento.

– Reforma B20J67: esta reforma reduce
la pensión media de jubilación en un 10,0 por
ciento, e incrementa la edad media de jubilación en 1,3
años, en 2050. Por lo tanto, el primer déficit del
sistema aparece en 2027 (11 años más tarde) y el
Fondo de Reserva se agota en 2037 (11 años más
tarde). En 2050, el déficit del sistema de pensiones es
7,8 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario
para cubrir dicho déficit es del 37,6 por
ciento.

– Reforma BTVJ67: esta reforma reduce
la pensión media de jubilación en un 26,4 por
ciento, e incrementa la edad media de jubilación en 1,2
años, en 2050. Por lo tanto, el primer déficit del
sistema aparece en 2028 (12 años más tarde) y el
Fondo de Reserva se agota en 2042 (16 años más
tarde). En 2050, el déficit del sistema de pensiones es
4,7 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario
para cubrir dicho déficit es del 31,3 por
ciento.

En este último ejercicio, la
pensión media de jubilación cae un 26 por ciento
por 3 razones. En primer lugar, debido a que las rentas
salariales son menores a edades más tempranas
(consecuencia del perfil determinístico de las unidades de
eficiencia). Segundo, si se retrasan las edades de
jubilación, la pensión media también cae
debido a que la renta salarial disminuye a edades muy avanzadas
(esto se debe a que a partir de la edad 58, la dotación de
unidades determinísticas de eficiencia cae, y a que los
trabajadores reducen su oferta de trabajo a edades avanzadas).
Por último, la edad media efectiva de jubilación
sólo aumenta en 1,2 años, a pesar que las edades
legales aumentan en 2. Esto hace que más personas se
jubilen anticipadamente, y por lo tanto, más personas
tienen penalización por jubilación
anticipada.

Monografias.com

Monografias.com

– ¿Y si el futuro de la
educación (o el medio ambiente) dependiera de las
pensiones? (Fedea – 11/10/10)

(Por Antonio Cabrales) Lectura
recomendada

El jueves pasado Pablo Vázquez,
junto con Javier Díaz Giménez, Ángel de la
Fuente y Sergi Jiménez presentaron un nuevo documento
sobre reforma de pensiones, desarrollando y complementando
algunas cosas que ya decía en marzo una versión
anterior del mismo. En aquel momento ya escribí algo sobre
la viabilidad política a largo plazo de las pensiones.
Creo que vale la pena insistir un poco en esta cuestión,
de manera que yo también vuelvo a la carga. Y esta vez lo
hago desde un punto de vista algo diferente. El futuro de nuestro
sistema educativo o el planeta en su conjunto pueden estar
ligados al del sistema de pensiones.

Como ya les contaba en marzo, un sistema de
pensiones de reparto puede sostenerse por un pacto
implícito entre generaciones. Esto es verdad incluso si
los potenciales jubilados son una minoría de la
población hacia el que el resto no siente altruismo. Los
jóvenes votan a favor de sostener a los que hoy no lo son
porque son conscientes de estar jugando un juego con las
siguientes generaciones. Si los jóvenes de hoy votaran en
contra de sostener a sus mayores, los jóvenes de
mañana no les sostendrían a ellos cuando les tocara
su turno.

Un problema de esta forma de sostener las
pensiones es que si a una generación le entra la duda
fundada de que la siguiente vaya a cumplir su parte del pacto,
ellos dejarán de hacer lo propio con los mayores en la
actualidad. Y, anticipando esto, los anteriores tampoco
tendrán interés en hacerlo ellos mismos. De manera
que una incertidumbre fundada sobre qué puede pasar con
nuestras pensiones en un futuro relativamente lejano puede tener
efectos sustanciales hoy. Por esto resulta preocupante que no
tomemos decisiones serias para apuntalar el sistema ya
mismo.

El problema añadido sobre el que
quiero hablarles hoy es que el sostenimiento de las pensiones no
es el único bien que necesita un pacto intergeneracional.
La educación también puede depender de un acuerdo
entre personas de distintas edades para sostenerse. Y aunque
seguiré con la educación, el lector interesado se
dará cuenta de que casi todo lo que diga se aplica de
manera similar al medio ambiente.

Las razones por las que es oportuno
intervenir en educación son familiares. Los retornos
sociales pueden ser superiores a los individuales, y el mercado
de capitales puede no funcionar de manera perfecta, de manera que
los niños (o sus familias) no pueden pedir prestado para
financiar su adquisición de capital humano. En estas
condiciones tiene sentido que el Estado preste servicios
educativos (o que financie la adquisición de los mismos en
el sector privado).

Pero aquí surge una dificultad
similar a la que nos encontrábamos en el caso de las
pensiones. El gasto en educación hoy no beneficia a la
generación que paga impuestos hoy, sino a la que los
pagará mañana. Esto genera un dilema parecido al
que nos enfrentábamos con las pensiones. Incluso si yo soy
altruista respecto a mis propios hijos, de cada uno de mis euros
que se gasta en educación, la mayoría va a
financiar la educación de otros niños. Y muchos
votantes no tienen hijos, ni piensan tenerlos, o sus hijos ya
están educados. Entonces, ¿para qué pagar
bienes públicos escolares? Este problema es incluso
más difícil de solucionar que el de las pensiones.
Aquí no se puede encontrar un equilibrio en el que si una
generación deja de pagar a sus jóvenes algo malo
les pasa a ellos, porque justamente ellos ya no son
jóvenes. ¿Qué hacer?

La respuesta me llegó a mí de
la mano de nuestro colaborador Michele
Boldrin y su coautora Ana Montes
(una versión
periodística del argumento aquí), y
de Antonio
Rangel
(aunque ambos artículos señalan que su
idea está inspirada en versiones menos desarrolladas de la
misma por parte de otros autores). La idea es fácil de
comprender una vez se entiende el argumento que describí
más arriba sobre el pacto entre generaciones para las
pensiones. Nuestras pensiones de mañana dependen de que
los trabajadores de hoy paguen a los mayores de hoy. Para la
educación el argumento es similar. Los trabajadores de hoy
pagamos la educación de los jóvenes de hoy para que
estos paguen nuestra jubilación mañana.

Una ventaja del artículo de Michele
y Ana (sobre el de Antonio) es que contempla
explícitamente la acumulación de capital
físico y humano. Esto permite hacer recomendaciones muy
concretas sobre las cuantías del "pacto", los niveles
impositivos y hasta el mecanismo para realizarlo. Se conecta de
manera directa y visible la inversión en educación
de la presente generación con las pensiones y con la tasa
de retorno del capital. Tan es así que no me resisto a
transcribir (traducido) el texto de su Proposición
3:

Si el conjunto de las transferencias
intergeneracionales inducidas por la educación
pública y los sistemas públicos de pensiones dan
lugar a la asignación de mercado competitiva se
debería observar lo siguiente. Para una determinada
generación, la tasa implícita de retorno que, a lo
largo del ciclo de vida, iguala los valores descontados de los
servicios de educación recibidos y las cotizaciones
sociales pagadas, es igual al tipo de interés de mercado.
Del mismo modo, la tasa implícita de retorno que, a lo
largo del ciclo de vida, iguala los valores descontados de los
impuestos pagados para financiar la educación y los pagos
de pensiones recibidos, es también igual al tipo de
interés de mercado.

Con una predicción tan
específica uno puede mirar los datos para comprobar si la
forma en que pagamos pensiones y recibimos educación es
consistente con una asignación eficiente. Los autores nos
dicen que en su modelo cuantitativo de la economía
española entre 1985 y 1995 la cosa no iba tan mal. Su
estimación de la tasa de retorno implícita de la
educación para ese período es del 4.238%, mientras
que la tasa cargada por el gobierno implícitamente sobre
sus préstamos educativos iba del 3.6307% al
4.2601%.

Una imagen puede ser útil para
darnos cuenta de la magnitud del problema. El siguiente
gráfico, que se puede encontrar en el artículo de

Boldrin y Montes en el Journal of Population Economics
,
muestra el tamaño de las transferencias e impuestos
correspondientes para el caso español en 1990 consistentes
con la implementación correcta del pacto entre
generaciones. Las montañas de la izquierda y la
derecha son las transferencias para educación y pensiones.
Las del centro son los impuestos correspondientes a las mismas.
Los números a la derecha son los valores de esos impuestos
y transferencias en euros a precios de 1990.

Monografias.comPara visualizar el cambio en estos flujos
que corresponden a una transición demográfica
importante, podemos ver como cambiarían los números
con los datos demográficos correspondientes a 1998 (pero
manteniendo precios de 1990). Puede verse un aumento muy
sustancial del gasto en educación, que casi se duplica,
mientras que las cotizaciones sociales también aumentan
notablemente por la mayor participación laboral. Imaginen
ahora lo que sucederá cuando esos jóvenes de los 90
se jubilen en masa a mediados de este siglo. Casi duele pensar el
tamaño de la joroba de la derecha y los impuestos
asociados a la misma.

Monografias.comEstos resultados hay que tomarlos con
todas las precauciones que queramos. Pero son un dato más
para añadir a todos los que se van acumulando a favor de
reformar con seriedad y sin dilación nuestro sistema de
pensiones. Tenemos que hacerlo no solamente porque nos
arriesgamos a quedarnos sin pensiones. Si no lo hacemos podemos
estar negando a nuestros jóvenes y al propio planeta su
futuro.

– 15 años para que estalle la bomba
demográfica europea (El Confidencial –
25/10/10)

(Por S. McCoy) Lectura
recomendada

Muy interesante el reportaje publicado ayer
por El País en su Suplemento Negocios sobre la
convergencia económica entre el mundo desarrollado y el
emergente en la última década. Un proceso que
sería el resultado de la mejora tanto de las tasas de
crecimiento como del PIB per cápita de estas
últimas naciones. Y cuyo origen, a juicio del
editorialista del diario, se encuentra no sólo en la
abundancia de factores de producción sino también
en la mejora de la productividad de los mismos, inercia que
continuará en los próximos años.

Sin embargo, para que el análisis
fuera completo, les habría convenido a los autores darse
un garbeo por las estadísticas publicadas por Eurostat, la
oficina estadística europea, esta última semana.
Ciento trece páginas de extraordinario valor documental
que comparan Europa con el resto del mundo en general y los
quince países no europeos miembros del G-20 en particular,
a saber y por orden alfabético: Arabia Saudí,
Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Corea del Sur,
China, India, Indonesia, Japón, México, Rusia,
Sudáfrica, Turquía y Estados Unidos. Una
acotación que representa el 85% del PIB agregado mundial y
dos terceras partes de su población.

¿Por qué resulta tan
interesante el documento? Porque pone de manifiesto la bomba
demográfica sobre la que descansa plácido e
inconsciente el Estado del Bienestar de los países de
nuestra querida Unión de 27. Y porque anticipa, a su vez,
el inevitable giro en la supremacía económica
global hacia Asia, resultado de factores de demanda y oferta en
el capital humano que amenazan con arrebatar su cetro a
Occidente. Así, en la comparación que los autores
realizan entre 1960 y 2010 se puede apreciar:

1. Mientras que la población en
Europa apenas ha crecido un 25% en 50 años, la mundial lo
ha hecho en un 130%. La tasa de la UE se sitúa por debajo
de Estados Unidos (70%) e incluso Japón (35%). Sí
Japón. India, Indonesia, México o Turquía
han triplicado el número de sus ciudadanos en el mismo
periodo. Se espera que para 2025 Europa deje de tener aumentos de
población, fenómeno que se reproducirá a
nivel mundial para los estados del G-20 alrededor de mitad de
este siglo. 15 años quedan pues para que salten todas las
alarmas.

2. De hecho, si nos atenemos al cuadro de
la página 34, podemos comprobar que gran parte del
incremento de la última década en la UE-27 es
debido a la inmigración, mientras que el resto del G-20 es
exportador de mano de obra con excepción de Australia,
Canadá, Sudáfrica y Estados Unidos. Una salida que,
como señala el estudio, está ligada a la
búsqueda de una mayor "prosperidad económica y
estabilidad política", realidad que cada vez es más
abundante en los BRICs y asimilados. Movimientos de gente pasados
no garantizan su repetición en el futuro.

3. Asia concentra prácticamente el
60% de la población mundial (India y China solas suman el
37,2%), mientras que África aporta un 15% adicional. La UE
27 apenas supone un 7% del total frente al 13,3% que
suponía en 1960. La mejora de la esperanza de vida en las
sociedades en desarrollo asegura una continuidad de la iniciativa
económica en el tiempo frente a naciones envejecidas y sin
adecuada reposición demográfica como
Europa.

4. De hecho, es preocupante el cuadro que
figura en la página 18 del informe que muestra el
número de mayores de 65 años en relación con
la población activa (entre 15 y 64): apenas supone un
11,5% en el resto del G-20 frente al 26,1% en Europa. Y eso que
incluye Japón (35,1%) o Estados Unidos (19,4%). En Brasil,
India, Indonesia, Arabia Saudita, Sudáfrica o
Turquía hay un jubilado por cada 10 curritos potenciales
(desempleo aparte). Alemania e Italia están por encima del
30% en la UE-27.

5. La proyección a 2050 es
espeluznante. El porcentaje en Europa subiría al 50%, cada
dos trabajadores sostendrían a un jubilado, y al 25% en el
resto del G-20 con Japón situado en el 74,3%. Para que
algunos aún duden de la necesidad de políticas
integrales de fomento de la natalidad, de reformas estructurales
en el Régimen de Cotización y Prestaciones de la
Seguridad Social y de la obligación de alargar la vida
laboral con objeto de adecuarla a la mayor y mejor vida de la que
actualmente disfrutamos. A partir de ahí el
análisis engarza con lo publicado por El País y se
centra en los datos macro que muestra una supremacía
económica de Europa a nivel mundial al concentrar el 30,4%
de su PIB, frente al 23,4% de Estados Unidos, y su predominante
papel en el comercio mundial (cuadro de la página 42). Sin
embargo, el futuro se presenta amenazador. Resto de los factores
productivos aparte –elementos físicos, capital,
tecnología, regulación- Europa pierde por goleada
en lo que a recursos humanos se refiere, no tanto por
cualificación sino por contracción numérica
y expansión de edad. Una sociedad envejecida es una
sociedad perezosa, precavida y pedigüeña. Más
vale que nos demos cuenta cuanto antes. Nos va el futuro en
ello

– Suecia, el espejo al que debería
mirar Zapatero para garantizar las pensiones (El Confidencial –
29/10/10)

(Por Ignacio J. Domingo) Lectura
recomendada

La senda reformista que el Gobierno
español tomó la pasada primavera, con el duro plan
de ajuste fiscal como pistoletazo de salida, la reforma laboral
como estandarte, los cambios en el modelo de pensiones como
próxima meta volante y la Ley de Economía
Sostenible (LES) como destino final de legislatura, tiene en
Suecia un antecedente de éxito sin parangón. De
hecho, no pocos expertos eligen a la mayor economía
escandinava -con permiso de Noruega, que le sigue a rebufo- como
arquetipo de las sustanciales y necesarias modificaciones en el
patrón de crecimiento español para retornar a la
estabilidad financiera y asegurar un dinamismo
sostenible.

El presidente español, que acaba de
remodelar su Gabinete para, según sus propias palabras,
"acelerar las reformas", asentar "la recuperación de la
economía y el empleo" y "explicar mejor" -o, dicho de otra
forma, aplicar pedagogía– a estas transformaciones,
debería echar un vistazo a la hoja de servicio reciente y
a la agenda futura de su colega Fredik Reinfeldt, flamante
vencedor de las elecciones suecas, el pasado 19 de septiembre, y
último jefe de Gobierno de centro-derecha en asumir -en
este caso, renovar- el cargo en Europa. En especial, para
analizar el ensalzado sistema de pensiones sueco y su reconocido
liderazgo mundial en competitividad, tecnología,
sostenibilidad medioambiental e igualdad de género.
Suspiros todos ellos de la España de Zapatero.

Pero, ¿qué incógnita
ha logrado despejar Suecia, la segunda economía -tras la
danesa-, con una presión fiscal más alta -el 46,9%
de su PIB- para mantener tan generoso Estado de Bienestar con
pensiones sustanciosas, una Educación y una Sanidad de
reconocido prestigio, saneamiento presupuestario, que ha
coqueteado, al comienzo de esta década, con el pleno
empleo y que ha adquirido un estatus incuestionable de inversor
internacional? Tanto en materia de pensiones como de
políticas sociales y económicas en general, la
solución ha pasado por confeccionar un calendario
constante de reformas para adecuarse a los ciclos de negocios y
preservar la salud de sus arcas estatales. Un hecho que no ha
pasado desapercibido para la Secretaría de Estado de la
Seguridad Social, que maneja informes -preparatorios de los
cambios que se avecinan en el Pacto de Toledo- en los que
sitúa a Suecia en el bloque de países más
reformistas.

Monografias.com

Un lustro y medio de reformas en las
pensiones

El viraje de las pensiones en Suecia se
inició en 1993, año en el que la economía
española emprendió el ciclo de crecimiento
más prolongado de su historia y que tocó a su fin
en el último tramo de 2008. Es decir, en la última
victoria socialista con Felipe González de cabeza de
cartel electoral. Desde entonces, Suecia -gobernada por
socialdemócratas en 61 de los últimos 74
años- puso en marcha un modelo dual,
público-privado, en el que el cómputo de las
pensiones resulta variable porque se basa, por un lado, en las
aportaciones individuales que cada trabajador que pasa a
situación de retiro ha realizado a lo largo de toda su
vida laboral -en lugar de depender de la población activa-
y, por otro, de las rentas obtenidas a través de los
varios centenares de fondos privados de inversión
–de carácter personal- y otros gestionados desde las
empresas.

Fue el principio del fin del vetusto
sistema de reparto y su sustitución por uno de
capitalización que, a tenor del diagnóstico de los
analistas, tiene en cuenta la variabilidad de los ingresos
futuros. Dicho de otro modo, y en palabras de Elisa
Chuliá, profesora de la UNED -quien en un informe para
Funcas elige a Suecia entre los países que "han abandonado
la lógica de la prestación definida,
sustituyéndola por la de contribución definida"- en
el país escandinavo se eligió "la
introducción de las cuentas nocionales, lo que implica que
los beneficiarios no obtienen una pensión en
función de sus salarios -o sus bases contributivas, que se
establecen a partir de sus salarios registrados-, sino de sus
contribuciones efectivas al sistema, que se van anotando en una
cuenta individual ficticia y, posteriormente, en el momento de la
jubilación, se revalorizan en función de
determinados criterios". En su análisis, publicado en el
último número de Panorama Social, editada por la
Fundación de las Cajas de Ahorros, identifica a
España -en cambio- como "el Estado miembro de la UE que,
probablemente, ha adoptado menos reformas basadas en criterios de
mantenimiento del equilibrio financiero futuro del sistema de
pensiones".

 Monografias.com

Con su método de cálculo, los
jubilados suecos no parecen tener demasiadas razones para las
quejas. Con las pensiones mínimas garantizadas
próximas a los 1.000 euros mensuales, la "nómina"
puede duplicarse e, incluso, triplicarse, de manera habitual.
Además, cada vez son más numerosos los trabajadores
que deciden sobrepasar los 65 años de la edad de retiro
porque, más allá de este tope legal, la factura
engorda considerablemente. A pesar de que, en los últimos
ejercicios, como consecuencia de la dura recesión que ha
soportado el país -con números rojos de dos
décimas en 2008 y del 4,5% el pasado ejercicio- las
pensiones hayan experimentado recortes de entre el 3% y el 4%.
Una opción -la del recorte de las pensiones- que no por
criticada resulta socialmente cada vez más aceptada en
beneficio de la sostenibilidad del sistema. No en vano, Suecia,
como España, el conjunto de Europa y Japón, son las
latitudes que más soportarán las consecuencias del
envejecimiento de la población.

Peso del gasto en pensiones

Pese a la alarma generalizada en Occidente,
Suecia presenta unos números presentes correctos y unas
previsiones financieras optimistas para hacer frente a este
fenómeno. Un reciente estudio de Standard & Poor"s,
bajo el elocuente título de El envejecimiento global 2010:
una verdad irreversible, en el que compara parámetros
sociales de 49 países, cifra en el 9,6% del PIB el gasto
que el Gobierno de Estocolmo destinará a sus suculentas
pensiones este año, siete décimas por encima del
español. Sin embargo, contabilizados los efectos
colaterales del envejecimiento social a cada economía,
España elevaría hasta el 15,5% estos desembolsos en
2050, frente al 9% de Suecia, cuya factura,
paradójicamente, sería más reducida en el
ecuador de este siglo que en la actualidad.

Es cierto que, como advierte Raymond van
der Putten, analista de BNP Paribas, el éxito de los
modelos nórdicos de jugosos Estados del Bienestar,
flexi-seguridad laboral y altas tasas de competitividad
internacional, "puede deberse a que se trata de economías
relativamente pequeñas con una población bastante
homogénea". Pero también es cierto que,
según sus palabras, "están mejorando la
sostenibilidad de sus modelos en los últimos años,
con rebajas fiscales que estimulan a sus trabajadores a prolongar
sus horas de trabajo". Todo ello explica que la OCDE sitúe
a Suecia más de tres puntos porcentuales por encima de
España al medir la población en edad de trabajar.
El 26,2% en el caso español, frente al 29,4% del
sueco.

Estabilidad presupuestaria

Reinfelt, el primer ministro conservador
que acaba de obtener otro mandato de cuatro años para
cumplir sus compromisos de estabilidad financiera, calificado de
pragmático más que de ideológico tanto por
sus detractores como por sus defensores, ya ha admitido que su
promesa electoral de un nuevo recorte impositivo que sumar a la
paulatina rebaja del IRPF, que emprendió en 2006 y que
equivale, hasta el momento, al 2,3% de la economía sueca,
"no se producirá en 2011". Una medida interpretada como
"prudente" para cumplir con el consenso del mercado, que augura
la vuelta a un déficit de entre el 2% y el 3% y con una
economía ya en números negros del 1,5% ya al
término de este año. Una "disciplina fiscal" que
lleva a Ana Mates, de Standard & Poor"s, a augurar, sin
paliativos, el mantenimiento de la triple A de la agencia de
calificación a corto y medio plazo. Para Mates, el
único borrón de su coyuntura es una tasa de
desempleo que la crisis financiera y la dura recesión ha
elevado por encima del 11%. Cota que podría ser menos
coyuntural de lo esperado, precisa.

Potencia exportadora

La clave de esta fulgurante
reanimación de la economía sueca es su potente
sector exterior. En su doble dimensión, exportadora e
inversora, con grandes multinacionales como Electrolux, Ericsson
o Volvo, y unos flujos de capital y ventas fuera de sus fronteras
muy diversificados en bienes, servicios y mercados
geográficos. La gran prueba de este liderazgo sueco se
puede apreciar en los indicadores mundiales que el World Economic
Forum (WEF), fundación creadora de las cumbres de Davos,
realiza sobre competitividad -basado en 12 pilares ideados por el
profesor español Xavier Sala-i-Martin que miden este
parámetro, el gran Talón de Aquiles de la
economía española-; sobre tecnologías -que
calibra el clima de las tecnologías de la
información para hacer negocios, sus infraestructuras y su
uso por parte de personas y empresas- e igualdad de
género, que determina la brecha profesional y social entre
hombres y mujeres. Suecia ocupa, respectivamente, el segundo, el
primer y el cuarto puesto en cada uno de estos tres rankings, en
los que España aparece en los lugares 42, 34 y
11.

Pero, sobre todo, este salto sueco a cotas
tan elevadas de fundamentos económicos impulsores de la
productividad se ha producido con un alto grado de paz social. Un
cambio de patrón de crecimiento que Zapatero pretende
diseñar a través del sempiterno proyecto de LES,
aún bajo los efectos de su primera huelga general contra
la reforma laboral y con su propuesta sobre pensiones sobre la
mesa negociadora. Eso sí, sin la aparente
crispación que los cambios en las pensiones están
ocasionando en Francia, con nueve jornadas de protesta convocadas
contra el Gobierno de François Fillon por este espinoso
asunto.

– Los parámetros del sistema de
pensiones: generosidad, redistribución y políticas
de mínimos (Fedea – 30/10/10)

(Por Sergi Jiménez) Lectura
recomendada

En este post caracterizamos, desde una
perspectiva histórica, la evolución de los
parámetros claves del sistema, poniendo un énfasis
especial en la pensión mínima que marca en
última instancia la generosidad del sistema. Ilustraremos
la relevancia de la pensión mínima como principal
elemento de redistribución del sistema de pensiones
y,  finalmente, su importancia como generadora de incentivos
a la jubilación anticipada de los trabajadores de edad
avanzada.

Como es bien conocido el cálculo de
la pensión a recibir se articula sobre tres elementos
principales: la base reguladora, que depende de las cotizaciones
en los últimos 15 años, la penalización por
edad y la penalización por cotización insuficiente.
Todos estos elementos son importantes en el cómputo final
de la pensión y su modificación puede alterar
sustancialmente la naturaleza del sistema. Sin embargo, muchas
veces se ignora que hay una serie de parámetros, las
contribuciones y pensiones máximas y mínimas, que
determinan la holgura y generosidad del sistema.

En efecto, las contribuciones
máximas y mínimas determinan la carga impositiva
mínima y máxima que se impone sobre los salarios en
la economía. Cerrando el abanico entre ambas, el regulador
tiene la potestad de limitar o ampliar la cobertura del sistema.
En este contexto, es particularmente importante la
contribución máxima ya que es evidente que aquellos
individuos con un salario por encima del máximo de
cotización soportan una carga impositiva efectiva menor
que aquellos que quedan por debajo de dicho límite. Una
implicación inmediata de este hecho es que las
contribuciones a la SS favorecen la contratación de
trabajo altamente cualificado, relativamente más barato
(ya que tiene menores cargas sociales relativas), respecto al
resto.

Las pensiones mínimas y
máximas acotan la generosidad del sistema de pensiones. En
teoría están íntimamente ligadas con las
contribuciones máximas y mínimas pero como veremos
hay algunas salvedades. Una persona de 65 años de edad,
que haya cotizado siempre por el mínimo y que ha
contribuido más de 35 años, acumula una base
reguladora en 2010 de 573.35 euros y tiene derecho a una
pensión de 587.8 (x 14 pagas) si no tiene cónyuge a
cargo y de 725.2 euros si lo tiene. Alternativamente, una persona
de 65 años de edad que haya cotizado siempre por el
máximo y contribuido más de 35 años tiene
una base reguladora de 2734.72 euros y espera una pensión
de 2466.2 euros (también por 14 pagas).

La evolución
de los parámetros del sistema

El cuadro 1 ilustra la evolución de
los principales parámetros del sistema en los
últimos 30 años. Se observa una clara
compresión de los parámetros relativos del sistema,
que en la literatura se ha venido denominando la reforma
silenciosa
. Así el ratio pensión mínima
vs máxima, en torno al 10-15 por ciento al principio del
periodo considerado, no ha parado de crecer, situándose en
torno al 30 por ciento en 2010. Igualmente, el ratio
contribución máxima vs contribución
mínima, que podemos denominar holgura del
sistema
, no ha parado de decrecer, reduciéndose
un 26 por ciento en el periodo. Respecto al crecimiento real de
los parámetros, nótese, por ejemplo, que la
pensión mínima ha tenido dos etapas de fuerte
crecimiento: 1985-1990 y 2004-2010.

Cuadro 1: Evolución de las
políticas de pensiones y contribución del
sistema.

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Sin lugar a dudas, la evolución de
los parámetros del sistema ha estado ligada a la coyuntura
política imperante en cada momento. El cuadro 2 resume la
evolución de los principales parámetros del sistema
bajo las tres presidencias que se han sucedido desde 1982:
González, Aznar y Zapatero. En su época como
Presidente, González impulsó una política de
incremento de la pensión mínima y reducción
de la máxima, si alterar, en términos reales las
contribuciones del sistema.  Por su parte, Aznar dejó
básicamente el sistema inalterado, lo cual de hecho
implica reducir su generosidad en relación al salario
medio en la economía. Finalmente, Zapatero ha dado un
fuerte impulso a la generosidad del sistema, mediante el
incremento de la pensión mínima (casi un 30 por
cierto), aunque también ha contribuido al estrechamiento
del sistema mediante el aumento (11.7 por ciento) de la
contribución mínima, lo cual ha reducido
notablemente el abanico de cotizaciones.

Cuadro 2. La evolución de la
política de mínimos y máximos en
términos reales.

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En el contexto español es
particularmente importante la pensión mínima, que
es el principal mecanismo de redistribución del sistema de
pensiones español. En la Figura 1 presentamos la
evolución de la pensión mínima (con o sin
cónyuge a cargo) relativa al salario mínimo
interprofesional en los últimos cuarenta años. Como
podemos observar el sistema hasta la etapa democrática la
pensión mínima era relativamente pequeña en
comparación al SMI. A comienzos de los 80, la
pensión mínima representaba 0.7 veces el SMI. Desde
entonces, la relación no ha parado de crecer
superándose el nivel de uno a uno (en el caso de
pensión mínima con cónyuge a cargo) a
principios de la presente década. Obviamente, esto puede
tener importantes implicaciones sobre la participación
laboral  de determinados colectivos, como posteriormente
veremos.

Figura 1. La generosidad relativa del
sistema.

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La incidencia de la
pensión mínima

Los complementos a mínimos se
definen como la cantidad necesaria para llevar la pensión
calculada hasta la pensión mínima y constituyen el
elemento más importante de redistribución
implícito en el sistema de pensiones español. En
términos cuantitativos, los complementos a mínimos
representan una fracción no despreciable del gasto en
pensiones, aunque la importancia varía según el
programa (véase el Cuadro 3): en el entorno del 5-6 por
ciento del total en pensiones de invalidez, el 8 por ciento en
pensiones de jubilación y entre el 13-15 por ciento en
pensiones de viudedad. El coste total del programa de
complementos a mínimos puede situarse en 2010 en torno a
los 7.000 millones de euros, de los cuales 2.806 millones
están financiados vía presupuestos generales y el
resto de la caja de la Seguridad Social. Sin lugar a dudas, la
financiación completa de los complementos a mínimos
vía presupuestos generales mejoraría
sustancialmente las arcas del sistema, pero no eliminaría
los problemas de sostenibilidad del sistema en el medio y largo
plazo.

Cuadro 3. Incidencia y cuantía
relativa pensiones mínimas según
programa. 

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 Cuadro 4. Incidencia y
cuantía relativa pensiones mínimas según
régimen.

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a incidencia de los complementos a
mínimos varía enormemente según el
régimen de cotización (véase el cuadro 4).
Así, en el régimen General los complementos a
mínimos afectan a aproximadamente el 20 por ciento de las
pensiones y representan el 5-6 por cierto del coste total. En
otros regímenes la importancia es mucho mayor: en el
régimen de autónomos, la incidencia, que
llegó a ser del 50 por ciento, se sitúa actualmente
en el 36 por ciento  por ciento, y la cuantía oscila
entre el 13 y el 15 por ciento. En los regímenes agrario
(tanto por cuenta propia como ajena) y del hogar la importancia
es aún más acusada si cabe, ya que la incidencia
aún está por encima del 50 por ciento y la
cuantía ronda el 20 por ciento del gasto. No es casualidad
que sean estos regímenes donde se observa una mayor tasa
de compra de pensiones. Por último, es importante
reseñar que muchas pensiones mínimas no lo son en
el momento de su concesión sino posteriormente, debido al
mayor crecimiento de la pensión mínima o
generosidad del sistema respecto al resto de pensiones
(véase Boldrin et
al (2001)
para un análisis detallado). Este
fenómeno fue especialmente importante a principios de los
90 y en años recientes. En consecuencia, podríamos
concluir el sistema de pensiones español se caracteriza
por implicar redistribución del régimen general a
otros regímenes. 

Pensión
mínima e incentivos a la jubilación

La pensión mínima es un
poderoso incentivo a la jubilación anticipada. La misma,
elimina los incentivos a seguir trabajando a partir de la primera
edad en la que el cobro de la pensión es posible (60 o 61)
para todos aquellos trabajadores con cotizaciones cercanas a la
mínima o con carreras contributivas cortas. La figura 2
muestra el efecto de la pensión mínima en un modelo
de ciclo vital sobre un individuo de ingresos bajos (en el
percentil 10 de la distribución). La conclusión es
diáfana, la pensión mínima remueve los
incentivos, medidos en el eje vertical, a seguir trabajando para
los trabajadores de bajos ingresos. El resultado del
análisis también sería extensible a otros
casos, por ejemplo el individuo de ingresos medios pero carrera
contributiva muy corta.

Figura 2. El efecto de la pensión
mínima: utilidad marginal de seguir trabajando para un
individuo en el percentil 10 de los ingresos.

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Uno puede o no creerse la teoría,
pero los datos son siempre tozudos y la evidencia disponible
muestra diferencias notorias de comportamiento entre los
trabajadores potencialmente afectados por la pensión
mínima (justo al retirarse o unos años
después) y los no afectados. En la figura 3 mostramos la
tasa de salida hacia la jubilación (retirement
hazard
) de los individuos afectados por la pensión
mínima y los no afectados en una muestra de historiales
laborales en 1995. Observamos que los potencialmente afectados
por la pensión mínima se retiran
anticipadamente en mayor proporción  a todas las
edades anteriores a la edad de jubilación normal
(65).

Figura 3. Tasa de salida a la
jubilación según relación con la
pensión mínima

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De hecho, en Jiménez-Martín
y Sánchez-Martín (2007)
encontramos que la
presencia de pensiones mínimas triplica la incidencia de
la jubilación anticipada que se hubiera observado en
ausencia de las mismas. En el mismo trabajo se muestra,
sólo a título ilustrativo, que retrasar la edad de
acceso a la pensión mínima hasta la edad de retiro
normal consigue reducir notoriamente la incidencia de la
jubilación anticipada. En definitiva, la pensión
mínima es uno factores explicativos más importantes
de la jubilación anticipada y, por tanto, cualquier
reforma de la misma ha de tener en cuenta el impacto de la misma
sobre las decisiones de retiro de los individuos.

En suma, al analizar la pensión
mínima uno ha de tener en cuenta que la misma cumple un
doble papel: por un lado, es el elemento más importante de
redistribución del sistema de pensiones; por el otro,
determina las decisiones de salida de amplios colectivos de
individuos. En consecuencia, aumentar su generosidad tiene la
virtud de garantizar mejores rentas en la vejez para los
colectivos aparentemente más desfavorecidos a cambio de
expulsar un poco más temprano a los mismos del mercado de
trabajo.

-Cuando el
empobrecimiento de los pensionistas, se considera un "
daño
colateral"

Pasacalle (IV)

He querido dejar que los jóvenes
economistas hablaran primero. Graduados "cum laude" en las
mejores universidades del mundo, distinguidos
catedráticos, académicos de prestigio, con libros,
informes, estudios, conferencias, congresos y ponencias que
respaldan sus opiniones. Economistas, actuarios,
matemáticos, estadísticos, ingenieros sociales. En
fin, la juventud mejor formada de la historia…

Pues para estos distinguidos "eruditos", si
es que yo he entendido bien, la solución para casi todos
los males económicos de las sociedades desarrolladas pasa
por "atrasar la edad de jubilación"… "reducir las
pensiones"… "que se trabaje hasta la muerte o hasta muy
(muy) cerca de ella". Así los números cuadran, los
actuarios se quedan tranquilos, el déficit y el
endeudamiento público alcanzan valores razonables. Un "mal
de altura", que puedo aceptar, pero no compartir.
Perdón.

En un sistema de reparto las aportaciones
sociales de los trabajadores (población activa) sirven
para sostener los pagos a los pensionistas (población
pasiva). Si se reduce el número de trabajadores ocupados
(aportantes) la "solución de equilibrio" que proponen
algunos de estos "vegetarianos caníbales", es acotar
(proporcionalmente) la retribución a los pensionistas.
Esto se puede hacer demorando el inicio del pago de las
prestaciones (retrasando la edad de jubilación), o bien
disminuyendo las prestaciones (o tal vez las dos cosas, como se
insinúa o intenta denodadamente). De una relación 4
activos por 1 pasivo (antes de la globalización), se ha
pasado a 2 activos por 1 pasivo (durante la
globalización). Técnicamente impresentable,
actuarialmente insostenible, económicamente ruinoso,
financieramente insoportable, dogmáticamente
irritante.

En mis épocas de estudiante (cuando
aún se utilizaba la tiza y la pizarra) había
"teoremas" que se demostraban por el absurdo (creo recordar).
Para el caso de un "teorema de los jubilados", sería
interesante preguntar a estos "grandes bonetes" cómo
balancearían las cuentas del sistema público de
pensiones en el caso que la población activa continuara
reduciéndose (que tal como van las cosas parece inevitable
o al menos bastante previsible). El problema del paro se
resolvería, reduciendo, o demorando las pensiones hasta el
límite ("tendiendo al infinito", dirían los
matemáticos) o privatizando las pensiones (que
sería la "solución final", más apetecible
para la banca)… ¿Y el "contrato social?…
Qué contrato social. Eso es cosa de la historia y, como ya
sabemos, estamos ante "el fin de la historia y el último
hombre" (que… ¿será un pensionista?). O
sea.

Una demostración por el absurdo
sería fusilar a los pensionistas. Si la economía no
crece, si no se ocupan más trabajadores (para que con sus
aportaciones puedan soportar el pago de las pensiones), la
solución es "dejar morir o matar a los viejos". Matar
resulta más expeditivo ("crearía más
valor"). Wal Street lo premiaría. Sería como cuando
las acciones de una empresa suben su cotización, al
anunciar un despido masivo de personal (cruento ejemplo del
absurdo cortoplacista).

Los "ángeles de la muerte" en los
hospitales públicos serían como los bróker
de la bolsa. Cuantos más viejitos "mandaran al otro mundo"
mayores bonus. Les regalo la idea a los jóvenes
economistas: el hospital "Dr. Drácula" ha mejorado su
productividad, en el mes de enero firmaron el certificado de
defunción de 320 personas que se acercaban peligrosamente
a la edad de la jubilación. Al director médico se
le asignaron las "stock options" proporcionales, el personal de
enfermería ha doblado la paga extra y los médicos
de la UVI recibieron los bonus correspondientes… El
"mercado" premia la mayor competitividad del hospital.

Partes: 1, 2, 3, 4
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