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La economía de Estados Unidos a traves de los años




Enviado por lorena niniom



  1. Cambios
    estructurales en la economía
  2. Un nuevo milenio y
    nuevos conflictos económicos para Estados
    Unidos

Después de concluida la Segunda Guerra Mundial,
la segunda mitad de los años cuarenta constituyó
para la economía estadounidense un período de
transición hacia una economía de producción
de bienes civiles, después de la militarización del
proceso productivo de los años de guerra. Durante este
período (1945-50) se dio un fuerte auge en el sector de
construcción con la proliferación de los suburbios
urbanos y sus centros comerciales. El gasto provino en su mayor
parte del sector privado y los niveles de inflación y el
desempleo se mantuvieron bajos.

En esos años, Estados Unidos también
jugó un papel muy activo en la arena internacional. En
1944 participó junto con Gran Bretaña en el
diseño de un nuevo sistema monetario internacional que
tenía como objetivos crear tipos de cambio fijos,
incrementar el flujo de capitales de largo plazo y crear un marco
para la eliminación de las barreras al comercio. Este
sistema prohijó al Fondo Monetario Internacional (FMI), al
Banco Mundial (BM) y a la Organización Internacional del
Comercio (hoy OMC). El llamado "Sistema de Bretton Woods" de
tipos de cambio fijos tuvo vigencia por 26 años, hasta que
en 1971 Richard Nixon declarara la convertibilidad del
dólar. En 1945, Estados Unidos lanzó el "Plan
Marshall" para la recuperación y cooperación
europea, de acuerdo a un plan de recuperación elaborado
por los europeos para lo cual se creó el Comité
Europeo de Cooperación Económica que luego se
convertiría en la Organización para el desarrollo y
la Cooperación Económica (OCDE). Para 1951 todos
los países integrantes del Comité habían
sobrepasado los niveles de producción del periodo entre
guerras.

En 1946, con la promulgación en Estados Unidos
del Acta de Empleo considerada como el "New Deal" (nuevo trato),
que tenía como objetivo alcanzar el pleno empleo con
estabilidad, se dio un giro a la política económica
de laissez faire prevaleciente en los años de preguerra,
para promover una política keynesiana en la cual el
«estado benefactor» se combinó con un amplio
gasto militar tanto en el país como en el extranjero. La
participación en la Guerra de Corea (1952-53) es un
ejemplo de ello. Como resultado de esta nueva política, la
participación del gasto público en el PIB se
incrementó de 22 por ciento en 1950 a 28.5 por ciento en
1959, lo que significó que el nivel de gasto
público en términos reales prácticamente se
duplicó en esos años.

Durante este período, el PIB creció a una
tasa promedio de 4.2 por ciento y lo hizo con estabilidad de
precios, ya que la inflación fue en promedio de 2.1 por
ciento y una tasa de desempleo de 4.5 por ciento, que en esa
época era considerada alta pero actualmente se
sitúa por debajo del promedio histórico de 5.71.
Desde la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos han
incrementado la práctica de comprar bienes y servicios a
crédito. Las compras importantes, como casas, autos y
aparatos eléctricos, se pagan a plazos mensuales. Muchos
norteamericanos también tienen tarjetas de crédito
que les permiten comprar desde ropa hasta pasajes de avión
a crédito, y pagar después de un tiempo conforme a
una sola cuenta enviada por la compañía acreedora,
que generalmente es un banco. Normalmente, el tiempo concedido
para pagar es de un mes. Después se cobran intereses. En
1994 Estados Unidos tenía cerca de 11.060 bancos con
más de 70.000 oficinas, de las cuales casi 41.000
pertenecían al sistema operado por la Junta de la Reserva
Federal. A través de sus bancos asociados, la Reserva
Federal emite dinero, actúa como banco de
liquidación financiera y establece las reservas de
efectivo que los bancos deben mantener. Al aumentar y reducir
estos requerimientos de reservas, y al cambiar la tasa de
interés para préstamos a los bancos de los 12
bancos regionales de la Reserva Federal, la ]unta de la Reserva
Federal puede regular la oferta de dinero y por ende tratar de
controlar la tasa de inflación de la
economía.

Los ahorros individuales por lo general se depositan en
cuentas que pagan interés en varios tipos de instituciones
bancarias, en asociaciones de ahorro y préstamo, y en
cooperativas de crédito creadas por grupos de empleados.
Los norteamericanos también tienen la opción de
colocar parte de su dinero en títulos de ahorro y
certificados de tesorería emitidos por el gobierno
federal, o en sociedades inversionistas privadas que invierten el
dinero en el mercado de valores. Casi todos los bancos privados y
las instituciones de ahorro cuentan con un seguro proporcionado
por el gobierno federal para proteger las cuentas de ahorro
individuales hasta por US$100.000. La mayor parte del dinero
depositado en las cuentas de ahorro es usado por los bancos para
financiar la compra o construcción de casas y
edificios.

La naturaleza de los negocios: No todas las personas que
inician negocios sueñan con sociedades mercantiles
enormes, multimillonarias y con ventas a nivel internacional. Hay
muchos que sólo quieren vender cosas, frutas y verduras,
aparatos domésticos, ropa, o computadoras, para poder ser
"sus propios jefes". Estas pequeñas empresas son parte
importante de la economía. Muchas de ellas proporcionan
bienes y servicios necesarios en barrios citadinos, en
poblaciones pequeñas o en zonas rurales donde las grandes
compañías tal vez no prestan un servicio adecuado.
En 1993, más de 700.000 empresas de este tipo se iniciaron
en Estados Unidos. No todas tuvieron éxito, pero las
personas que participaron por lo menos tuvieron la
satisfacción de intentarlo. Muchas cadenas grandes de
tiendas empezaron con un solo establecimiento. Ese es el tipo de
éxito que puede encontrarse a través de la historia
de Estados Unidos. La compañía Coca-Cola, que
distribuye su gaseosa en el mundo entero, empezó cuando un
farmacéutico mezcló la primera Coca-Cola y
comenzó a venderla en la ciudad de Atlanta, Georgia. Una
de las compañías de alimentos más famosas de
Estados Unidos es la H. J. Heinz Co., que se especializa en
encurtidos, mostaza, y salsa de tomate. Se inició cuando
un adolescente empezó a vender diversos artículos
comestibles de puerta en puerta y por la calle.

Antes de que un joven llamado George Eastman se diera a
conocer en la década de 1880, las cámaras eran muy
difíciles de usar y sólo un experto podía
manejarlas bien. Las fotografías se hacían sobre
láminas de video y el equipo era muy difícil de
transportar. Eastman inventó un nuevo tipo de
película que era flexible y podía colocarse en un
carrete. También fabricó una cámara que
usara su película. Empezando en una oficina
pequeña, fundó la ya enorme compañía
Eastman Kodak y abrió el camino pare las innumerables
compañías fotográficas que existen hoy. Los
pantalones de mezclilla (jeans) que todos los adolescentes del
mundo conocen, fueron inventados por un vendedor de telas pobre
que vendió los primeros pares a los mineros en California
en la década de 1850. Su compañía, Levis
Strauss, sigue siendo una de los mayores fabricantes de ropa en
Estados Unidos.

Del mismo modo, durante los sesenta la economía
continuó creciendo a una tasa elevada de 4.42 por ciento,
los precios continuaron bajo control y la tasa de desempleo se
situaba por debajo del cinco por ciento. Sin embargo, a partir de
los setenta el ritmo de crecimiento de la economía
tendió a bajar situándose en 3.26 por ciento, tasa
26 por ciento menor que la mostrada en la década anterior.
Este menor ritmo de crecimiento se vio fuertemente afectado por
el alza de los precios del petróleo de 1973 que
impactó seriamente los costos de la industria y que
volvería a hacerlo a finales de los setenta cuando de
nueva cuenta se incrementaron.

Las muchas leyes y reglamentos del capitalismo
norteamericano moderno no han impedido que personas con ideas y
sueños inicien empresas nuevas. Un ejemplo de los
años 70 es el de dos jóvenes que pensaron que
podían construir una computadora nueva y mejor. Trabajaron
durante meses en la fabricación de la máquina, y
después empezaron a reunir dinero para financiar su
producción a gran escala. Uno de ellos vendió su
auto para obtener el capital necesario. En 1977 abrieron una
compañía a la que llamaron Apple Computer
Corporation. Para fines de 1984, esa compañía era
una de las mayores fabricantes de computadoras de Estados Unidos,
con un personal de cerca de 4.500 trabajadores. Historias como
ésta son las que crean una imagen de Estados Unidos como
lugar donde una persona puede pasar "de la miseria a la riqueza",
y mucha gente lo ha hecho. Sin embargo, otros han fracasado y
otros más no han querido arriesgarse a ser dueños
de sus propios negocios.

Así, después de 14 años de
crecimiento ininterrumpido, en 1973 y 1974 la economía
mostró tasas negativas de crecimiento y los precios se
fueron al cielo con crecimientos de 7, 12 y 9 por ciento entre
1973 y 1975. La tasa de desempleo también se
incrementó llegando a ser de 8.5 por ciento en
1975.

Entre 1975 y 1980 la deuda del gobierno federal se
incrementó en 68 por ciento, los precios seguían al
alza y empujaban las tasas de interés también. La
crisis energética de los setenta en parte fue causada por
los años de expansión económica con una
oferta estancada de fuentes de energía internas. Estados
Unidos complementaba su demanda con las importaciones de
combustibles. En los setenta también empezaron a surgir
los déficit en la balanza comercial, los primeros desde el
siglo pasado. Éstos fueron compensados con las entradas de
divisas en la cuenta corriente hasta 1982.

Los ochenta no fueron años mejores. Entre 1981 y
1983 la economía estuvo en recesión, la
inflación volvió a situarse en los dos
dígitos y el desempleo se mantenía en 7 por ciento.
La política restrictiva de la Reserva Federal para
controlar la inflación ocasionó el estancamiento de
la economía. A partir de 1984 la economía
tendió a recuperarse y los precios fueron mostrando una
tendencia a la baja pero a costa del empleo. Así, las
décadas de los setenta y ochenta fueron de menor
crecimiento e inestabilidad comparadas con las dos precedentes de
crecimiento con estabilidad, y los objetivos del Acta de Empleo
de 1946 difícilmente se alcanzaban. En la década de
los sesenta el ingreso real disponible per cápita
creció 36 por ciento y en los setenta lo hizo en 22 por
ciento. La inflación erosionaba los ingresos. En 1980 los
salarios reales semanales representaban 83 por ciento del nivel
de 1970. En el sector externo, los déficit en cuenta
corriente convirtieron a Estados Unidos en 1988 en el mayor
deudor del mundo, siendo la inversión extranjera directa
la que permitió financiar los déficit en cuenta
corriente. Así, Estados Unidos se reincorpora a la
economía internacional como un participante más,
después de haber sido el acreedor más grande del
mundo.

Los noventa son otra historia. Aunque inician con
recesión propiciada por un aumento en los impuestos, a
partir de 1992 la economía norteamericana pareció
retomar su curso de crecimiento con estabilidad. Así lo
confirman 7 años de crecimiento ininterrumpido con precios
cada vez más bajos y el desempleo también a niveles
cada vez más bajos que en ninguna de las cuatro
décadas anteriores. Pareciera que el nivel de desempleo
compatible con estabilidad de precios se ha situado entre 5 y 5.5
por ciento. De acuerdo con Krugman, éste puede ser el
resultado de sindicatos más débiles, la resistencia
de los trabajadores a pedir incrementos salariales en una
época de reducción de empleos, la resistencia de
los empleadores de otorgar esos aumentos en un tiempo de mayor
competencia y un mercado de trabajo más flexible debido al
crecimiento del trabajo temporal.

Entre 1950 y 1999, no obstante los períodos
recesivos señalados (6 años de crecimiento
negativo), la economía norteamericana presentó una
tendencia de crecimiento de 3.57 por ciento anual promedio. Ello
quiere decir que en esas cinco décadas, la capacidad
productiva de este país se multiplicó por cinco y
que el ingreso per cápita de sus habitantes se
multiplicó por cuatro.

Cambios
estructurales en la economía

Como resultado de ese crecimiento, la economía
norteamericana sufrió cambios estructurales muy
importantes.

  • 1. En primer lugar, una mayor
    participación del gasto público en la
    economía que generó déficit fiscales que
    terminaron produciendo inflación. Esa tendencia se
    revirtió en los noventa.

  • 2. En segundo lugar, un cambio notable en la
    estructura productiva, constituyéndose ahora en una
    economía de servicios, siendo éste el sector
    que genera mayor empleo.

  • 3. En tercer lugar, la recomposición de
    la fuerza de trabajo con la mayor participación de la
    mujer y los consiguientes cambios que ello introdujo en los
    patrones de consumo de las familias
    norteamericanas.

  • 4. En cuarto lugar, un aumento de las finanzas
    internacionales y el comercio.

  • 5. Este último se vio acompañado
    de una pérdida de competitividad, tendencia que
    también se ha revertido en los noventa.

En medio de todas estas transformaciones, llama la
atención que la que ha permanecido prácticamente
invariable ha sido la distribución del ingreso. Para la
sociedad norteamericana la calidad de vida se ha vuelto una de
sus mayores preocupaciones, interesándose sobre todo por
los problemas como la contaminación, el uso de
energía, el medio ambiente y los derechos civiles. A
analizar con más detalle la transformación esbozada
dedicaremos los siguientes párrafos.

Gasto público en crecimiento:

En cuanto al gasto público a partir de los
años sesenta, con excepción de 1960 y 1969, el
gobierno norteamericano ha mantenido déficit en las
finanzas públicas (cuadro 2, última columna). En
los sesenta el gasto público se incrementó como
consecuencia del involucramiento de este país en la guerra
de Vietnam y aunque en 1964 la administración Kennedy
bajó los impuestos, los ingresos tributarios crecieron
producto del crecimiento de la economía. Durante la misma
administración se introdujeron también varias
medidas de control de la actividad económica: las
Enmiendas a los Alimentos y las Drogas; el Acta de Control de la
Contaminación del Aire, la Ley de Derechos Civiles y el
establecimiento de la Comisión de Oportunidades de Empleo
Igualitario; el Acta de la Calidad del Agua; el Acta de
Etiquetado y Empaque Justo; El Acta de Protección a los
niños; el Acta de Seguridad de Tránsito; el Acta de
Prácticas Justas Agrícolas; el Acta de Productos
Inflamables, etc. En 1968, Nixon introdujo el Acta de la
Política Nacional Ambientalista y en 1970 el gobierno
establece controles sobre precios y salarios a través del
Acta de Estabilización Económica. Así, la
mayor parte de las actividades en las que el mercado no
ofrecía una solución óptima, quedaron
reguladas. La sociedad norteamericana, más consciente de
la «calidad de vida», exigía una mayor oferta
de bienes públicos.

En tanto, el déficit fiscal llegó a
representar su nivel más alto como proporción del
Producto Nacional Bruto (PNB) en 1982, con una tasa de 6.45 por
ciento. Entre 1960 y 1980 los déficit fiscales acumularon
400 mil millones de dólares. Una buena parte de este
déficit fue financiado con «dinero de alto
poder» por parte de la Reserva Federal, contribuyendo a la
inflación de esas décadas (6.8 y 5.5 en promedio,
cuadro 3). La política de Reagan del lado de la oferta
redujo por un lado los impuestos y por el otro aumentó los
gastos en defensa; las erogaciones por los intereses de la deuda
y las transferencias del seguro social fueron los renglones que
provocaron un fuerte incremento en los déficit
fiscales.

Una economía de servicios con elevada mujer
participación de la mujer:
En 1950 el sector primario
empleaba el 12 por ciento de la fuerza de trabajo, el sector
secundario, el 41 por ciento y el terciario, el 47 por ciento.
Para 1994, el sector primario dio empleo a 2.9 por ciento de la
fuerza de trabajo, el secundario al 25 por ciento y el terciario
empleaba el 72 por ciento de la mano de obra norteamericana. Es
decir, es el sector servicios el que ofrece la gama más
amplia de opciones para la fuerza de trabajo norteamericana. Esto
es un indicador del cambio estructural tan importante que ha
tenido la economía norteamericana en estas cinco
décadas, sobre todo si se toma en cuenta el crecimiento
que ha tenido la fuerza de trabajo en ese lapso. Entre 1950 y
1990 el número de personas empleadas pasó de 60
millones a 118 millones; o sea, fueron creados 58 millones de
empleos y la mayor parte de ellos provino del sector
servicios.

La productividad del sector primario y terciario ha
hecho posible el crecimiento del sector terciario. Y la
eficiencia del sector terciario con su interés en la
ciencia, planificación y organización ha hecho
posible el crecimiento de los otros dos sectores. A medida que
una economía se desarrolla, se vuelve urbana y una mayor
población urbana demanda más servicios. Por otro
lado, Estados Unidos se ha caracterizado por utilizar una
tecnología orientada al ahorro de mano de obra, es decir,
más intensiva en capital. No obstante, el sistema ha sido
capaz de generar esa cantidad enorme de empleo. Un proceso
intensivo en capital está asociado con «mano de obra
con un alto nivel» de capacitación, y la
composición de la producción favoreció el
desarrollo de aquellas industrias que hacían un uso
intensivo de la fuerza de trabajo de alto nivel.

Por otro lado, el mayor cambio observado en la
composición de la fuerza de trabajo ha sido la
participación de la mujer casada, joven y con hijos. En
1950, de los 60 millones de empleados, 30 por ciento eran
mujeres; en 1990 de los 117 millones de empleados, 45 por ciento
son mujeres. La mayor fuente de empleo para la mujer es el sector
terciario, en el cual se emplean como oficinistas,
administradoras y gerentes. Ésta no era la
situación que prevalecía en los años
treinta, cuando la mujer dejaba el mercado de trabajo al casarse
y pocas reingresaban después.

En 1990, 60 por ciento de las mujeres casadas estaban en
el mercado de trabajo y el 89 por ciento se emplea en el sector
terciario. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres han
tendido a disminuir, aunque todavía el ingreso de la mujer
empleada a tiempo completo representa el 60 por ciento del
correspondiente a los hombres. Además, el empleo en la
manufactura se ha mantenido estancado. Los trabajadores en
producción representan 9 por ciento de la fuerza de
trabajo. Es decir, el incremento de la producción
industrial que entre 1955 y 1990 creció 231 por ciento, se
ha dado más que todo por un aumento de la productividad,
ya que el empleo en la manufactura se incrementó
únicamente 15 por ciento en el mismo
período.

Entre los bienes duraderos, los sectores que han
mostrado las tasas más altas de crecimiento y que generan
mayor empleo son los de maquinaria y electrónicos;
mientras los de menor crecimiento son los vinculados a equipo de
transporte y acero, que son los sectores más protegidos de
la economía.

Entre los bienes no duraderos, los sectores con mayor
demanda de empleo son los de plástico y hule, y los de
menor crecimiento en el empleo, los productores de piel y los de
textiles, en los cuales hay más competencia externa.
Aunque el crecimiento de la productividad ha tendido ha
descender, esta tendencia no ha sido pareja en todos los
sectores. Los que han mostrado mayores problemas han sido la
industria siderúrgica y la de automóviles. En el
caso de la primera no se adoptaron las tecnologías
más avanzadas a tiempo por una visión de corto
plazo; países que sí lo hicieron, como
Japón, le ganaron el liderazgo a Estados Unidos. En la
automovilística, el carácter oligopólico de
la industria y su falta de adecuación a los cambios en la
demanda, sobre todo con el alza de los precios del
petróleo en los setenta, la hicieron perder competitividad
internacional. La Distribución de los productores
extranjeros en el mercado norteamericano se ha elevado
sustancialmente. Sin embargo, los representantes de estos
sectores cabildean distribución para impedir la
competencia externa y han sido siempre, junto con el
agrícola, los sectores más protegidos.

Distribución del ingreso: No obstante ser
la primera economía del mundo, una décima parte de
las familias norteamericanas en 1993 se encontraba por debajo del
nivel de pobreza, definida ésta como un nivel de ingreso
de 13,359 dólares al año, para una familia de
cuatro personas." Lebergott sostiene que la economía
norteamericana en crecimiento genera pobreza por sus propios
procesos sociales: los ancianos que viven solos, el divorcio, los
hogares con un solo jefe de familia y la educación poco
efectiva. En 1993, el 20 por ciento de la población con
menores recursos participaba con 4 por ciento del ingreso y el 20
por ciento de mayores recursos participaba con 51 por ciento. Lo
interesante es que esta distribución del ingreso se ha
mantenido prácticamente inalterada.

Uno de los cambios más importantes de las
últimas décadas ha sido el paso de la
producción de bienes a la prestación de servicios
como característica dominante de la economía
norteamericana. Mientras que antes la mayoría de los
trabajadores de Estados Unidos producían bienes reales,
desde dentífricos hasta neumáticos, hoy trabajan en
el sector de la economía que se define globalmente como
prestación de servicios. Las industrias de servicios
comprenden el comercio al menudeo, los hoteles y los
restaurantes, las comunicaciones y la educación, los
espectáculos y la recreación, los gobiernos federal
y local, la administración de oficinas, la banca y las
finanzas, y muchos otros tipos de trabajo. Al mismo tiempo,
conforme muchas empresas manufactureras tradicionales de Estados
Unidos decrecen o crecen lentamente, surgen
compañías nuevas que están creando productos
y servicios cibernéticos, aeroespaciales o
bioquímicos de alta tecnología.

Aunque la economía norteamericana no es perfecta,
sí hace lo que Adam Smith esperó de la competencia
en el mercado. En general, el pueblo norteamericano tiene un gran
poder adquisitivo y una amplia gama de servicios y bienes de
consumo de donde escoger: desde autos y barcos hasta dulces y
juguetes de bajo precio pare los niños. En las tiendas
pueden encontrarse docenas de marcas de jabón, alimentos
enlatados, radios, televisores y otros artículos. Algunos
son producidos en Estados Unidos; otros se importan. La
competencia en el mercado da a los norteamericanos la oportunidad
de comparar calidad y precios y decidir lo que realmente quieren
comprar.

Como resultado de la creatividad, iniciativa y trabajo
arduo que la libre empresa ha fomentado, Estados Unidos se ha
convertido en una de las naciones más ricas del mundo. La
libertad de empresa, combinada con controles estatuidos para la
protección tanto de los trabajadores como de los
consumidores, hace hoy más segura y cómoda la vida
para más personas en Estados Unidos que en cualquier otra
época.

Durante el recorrido histórico que hemos hecho,
la economía norteamericana no ha estado exenta de
problemas aunque se ha mantenido hasta ahora como la primera
economía del mundo. Sin embargo, ya han pasado los tiempos
en que Estados Unidos era el líder en casi todos los
sectores. Ahora, como afirma Krugman, "estamos en un mundo en el
cual Europa, Japón y Estados Unidos están
más o menos al mismo nivel tecnológico" y aunque la
economía norteamericana se ha desempeñado bastante
bien en los últimos años, ciertamente "no ha habido
una mejoría revolucionaria en el desempeño de
Estados Unidos". Una vez que Japón se recupere y Europa
incremente sus tasas de crecimiento, Estados Unidos
compartirá con ellos el liderazgo mundial.

En últimas fechas se han publicado una serie de
artículos sobre una posible crisis económica en
Estados Unidos que, de llevarse a cabo, repercutiría
directamente en la economía mexicana por la
interdependencia que mantienen ambos países. Estados
Unidos es la economía número uno del mundo y
mantiene un continuo crecimiento económico desde 1991. Tan
sólo el Producto Interno Bruto (PIB) presenta un
crecimiento de largo plazo de 3% real anual por cuarto año
consecutivo. Durante la crisis de México en 1994, la
asiática de 1997-1998, la rusa y brasileña en 1998,
los inversionistas decidieron colocar sus capitales en Estados
Unidos. Ello ha originado un círculo virtuoso de alza del
ingreso, del consumo y por ende, del crecimiento
económico. Estados Unidos mantiene un incremento sostenido
de la demanda interna que ha sido satisfecha gracias a la gran
productividad estadounidense y al déficit comercial que
tiene prácticamente con todo el mundo. Sin embargo, la
economía estadounidense presenta síntomas que ponen
en alerta sobre la gestación de una crisis que
traería consigo el retroceso económico de un
crecimiento tan prologado. Los síntomas que se perciben
son:

  • Un alto precio del petróleo que repercute en
    mayores costos, menores utilidades y menor
    ingreso/utilidad.

  • Tasas de interés a la alza que traen como
    consecuencia menor consumo y mayor endeudamiento.

  • Bajo nivel de desempleo que aunado a los
    síntomas anteriores ejercen presión sobre el
    costo de producción de las empresas y sus finanzas
    internas.

  • Bolsa de valores con tendencia a estancamiento, ya
    que si las tasas de interés aumentan, la tasa de
    ganancias va hacia la baja.

Al respecto, el presidente de la Reserva Federal, Alan
Greenspan, sugirió para el presente año, la
posibilidad de un continuo y gradual aumento en las tasas de
interés —para incrementar las tasas de la deuda y
del ahorro privado, mismo que se ubica en un mínimo
histórico de 2.4%—, como una medida de control
inflacionario y desaceleración de la demanda interna, a la
vez de permanecer vigilante que el incremento en la demanda
respecto a la oferta agregada no genere mayores presiones
inflacionarias. La economía estadounidense mantiene una
interdependencia con las demás economías del mundo
y lo que le perjudique o favorezca afecta a todas las
naciones.

Finalmente, el siglo XX se destaca por tres grandes
catástrofes, las dos guerras mundiales y la gran
depresión económica de los años veinte. En
términos muy generales, la principal lección
debería permitirnos saber qué debemos evitar. La
mayoría de la gente, al menos en el mundo más
desarrollado, ha sufrido más los efectos de la muerte y
del hambre en las guerras que los efectos de la depresión
económica. En un mundo que dispone de armas
atómicas, debemos —ante todo— evitar la
guerra. Es por eso que las dos cosas más necesarias son
lograr la paz y evitar otra depresión mundial.

Un nuevo milenio
y nuevos
conflictos económicos para Estados
Unidos

Estados Unidos entró en recesión en el
primer trimestre de 2001, antes de los ataques del 11 de
septiembre. Técnicamente, la recesión fue corta y
suave, pero la reactivación económica no ha sido
total y la economía ha entrado en una senda de crecimiento
suave, muy por debajo del output potencial. A lo largo del
año 2001, la Reserva Federal bajó los tipos de
interés once veces, desde el 6,5% hasta el 1.75%. Con la
última bajada del pasado 6 de noviembre de 2002, los tipos
se situaron en un 1,25%, la cifra más baja en cuarenta
años, y no dejan demasiado margen de maniobra a Greenspan.
Por otra parte, los dos paquetes de estímulo fiscal que ha
puesto en marcha Bush hasta el momento no han dado los resultados
esperados. El primer recorte de impuestos comenzó a
aplicarse el 7 de junio de 2001 y asciende a 1,35 billones de
dólares a lo largo de diez años. El segundo paquete
de estímulo fiscal, aprobado por el Senado en marzo de
2002, tuvo un coste para el Tesoro de 51.000 millones en el
año 2002, y se concentró en reducir los impuestos a
las empresas y en ampliar las prestaciones por desempleo. Sin
embargo, ni la política monetaria ni la fiscal han servido
por el momento para reactivar el consumo privado, mejorar los
índices de confianza empresariales y la inversión o
alejar el fantasma de la deflación. A pesar de que la
economía crecerá en 2002 algo más del 2%,
las cifras coyunturales son preocupantes. El desempleo
alcanzó en noviembre el 6%, lo que corresponde a 8,5
millones de personas, la cifra más alta de los
últimos nueve años. El déficit
público se sitúa en el 3,1% del PIB y el
déficit de la balanza por cuenta corriente alcanza los
480.000 millones de dólares, el 5% de la renta nacional.
Por su parte, los principales índices bursátiles
han perdido más del 20% en lo que llevamos de año y
no presentan signos claros de recuperación. Finalmente,
los escándalos financiero-contables de empresas como
Enron, WorldCom o Global Crossing, combinados con la
percepción de que la administración Bush mantiene
demasiados vínculos con las grandes corporaciones y no
está siendo capaz de establecer los mecanismos legales
para asegurar el buen gobierno corporativo, hacen que los
ciudadanos y las pequeñas y medianas empresas
desconfíen de la capacidad del gobierno para mejorar las
expectativas de crecimiento.

Para evitar un potencial desastre
económico después del 11 de septiembre de 2001 y
apaciguar el nerviosismo que rodeaba a la riesgosa e innecesaria
invasión estadounidense de Irak, el presidente de la Fed
Alan Greenspan inició una serie de recortes en la tasa de
interés que incrementaron enormemente la oferta de dinero.
Según Thomas E. Woods, Jr. en Meltdown, las bajas en la
tasa de interés culminaron en la extraordinaria
política de bajar la tasa interbancaria federal (la tasa a
la cual los bancos se prestan entre sí a muy corto plazo,
la cual usualmente determina a las demás tasas de
interés) a tan solo el 1% durante todo un año
(desde junio de 2003 a junio de 2004). Woods señala que se
creó más dinero entre 2000 y 2007 que en el resto
de la historia de los Estados Unidos. Gran parte de este exceso
de dinero terminó creando la burbuja inmobiliaria que
eventualmente causó el descalabro. Ben Bernanke, entonces
miembro del Consejo de la Fed, fue un ardiente defensor de esta
política de dinero fácil, la cual ha mantenido ya
como presidente de la Fed como su solución para una crisis
económica a la que ayudó a crear empleando
justamente las mismas medidas.

 

 

Autor:

Lorena Niniom 

 

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