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Mi padre el inmigrante. Análisis




Enviado por victor ponte



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Biografía de Vicente
    Gerbasi
  3. Análisis semántico de mi padre el
    inmigrante
  4. Concepto de semántica
  5. Semántica
    lingüística
  6. Análisis
  7. Nivel
    fónico
  8. Nivel
    semántico
  9. El
    hombre y el tiempo
  10. El
    paisaje como núcleo de lo
    arquetípico
  11. La
    tierra y el hombre
  12. Conclusión

Monografias.com

VICENTE GERBASI

1913 + 1992

Introducción

Hace varios años se emprendió la compleja
tarea de analizar la obra de Vicente Gerbasi. Los que lo
hicieron, quedaron convencidos de que: Gerbasi es el poeta de
mayor importancia que ha tenido Venezuela en los últimos
cincuenta años, no sólo por la enorme influencia
que ha ejercido en los poetas que posteriormente a él han
alcanzado alguna significación en nuestro país,
sino también —y esto es lo fundamental— porque
su poesía encierra un valor intrínseco nada
desdeñable, cuyo grado no debe medirse únicamente
por un cartabón nacional— lo cual seria bastante
poco exigente—, sino también en relación con
los más elevados representantes de la poesía
latinoamericana, Neruda incluido. Cada vez nos persuadimos
más de que de esa confrontación, Gerbasi sale
airoso, y pensamos que a la hora de señalar un nombre para
representar a la poesía venezolana contemporánea,
en atención a su importancia y calidad el de este poeta es
insustituible.

Mi trabajo, que se ha visto entorpecido por la necesidad
de invertir tiempo y energías en otros menesteres
extraliterarios, ha tomado como centro de atención e
interés a "Mi Padre el Inmigrante", sin duda la obra
capital de Gerbasi, Afincados en ella, he practicado una suerte
de irradiación crítica hacia el resto de la obra
del poeta, y aun cuando es mucho lo que: todavía queda por
laborar en la tarea emprendida, he querido recoger algunas de las
apreciaciones preliminares surgidas del análisis
crítico, y ofrecerlas como un homenaje al poeta. El lector
debe tomar pues, estas notas como lo que son: apreciaciones
críticas preliminares, materiales para un trabajo
analítico y semántico, que aún dista mucho
de ser definitivo. El contenido interpretativo de estas notas
puede, en consecuencia, ser modificado en la medida en que
avancemos en la labor propuesta.

La temática de "Mi Padre el Inmigrante",
publicado en 1945, es sumamente pariada y compleja. Podría
decirse que la evocación e imagen del padre muerto es un
pretexto, en el mejor sentido del vocablo, para referirse a
muchos otros aspectos vinculados con la vida material y
espiritual del poeta, sin que se echen de menos tampoco los
elementos relativos a su mundo circundante, natural y humano por
igual. En tal sentido "Mi Padre el Inmigrante" es una de las
obras de mayor aliento producidas en la historia literaria
venezolana y aun latinoamericana, y no sólo por la
vastísima gama temática, sino también por la
altísima calidad de su tratamiento. Vamos a intentar el
análisis de algunos de los elementos de esa
temática.

Biografía
de Vicente Gerbasi

Vicente Gerbasi nació el 2 de junio de
1913 en Canoabo,
pequeña población del Estado Carabobo, en Venezuela; hijo de
los inmigrantes italianos Juan Bautista Gerbasi y Ana
María Federico Pífano, quienes se habían
establecido en esa región venezolana, realiza estudios
primarios en la Escuela Domingo Andrade, donde se interesa por
las letras.

En 1940
se vinculó a los poetas del grupo Viernes, introductor del
surrealismo en la
poesía venezolana, atraído por varios ejemplos de
la llamada Generación
del 27. La poesía de Gerbasi comenzó con un
libro de 1937,
Vigilia del Náufrago. Su poesía es
generalmente cálida y armoniosa, sin demasías ni
turbulencias. Refleja su asombro ante la naturaleza, el
sentimiento de la soledad y su intimidad. En 1969, Gerbasi gana el
Premio Nacional de Literatura por su obra Poesía de
viajes
. Vivió en Colombia entre
1946 y 1947 como agregado
cultural y luego fue embajador en países de varios
continentes. Fue editor de algunas publicaciones efímeras
como "Bitácora", "El perfil y la noche" y "Poesía
venezolana".

Vicente Gerbasi es considerado el autor más
representativo de la poesía venezolana
contemporánea. La obra antológica que emprende
Monte Ávila Editores en 1970 da muestra de su elaborada
obra poética, la óptica crítica ve en
Gerbasi un idealizador de la naturaleza a través de un
lenguaje elíptico que crea imágenes ambiguas y
penumbrosas que son los estados internos del poeta. En su libro
de ensayos "Creación y Símbolo", el propio Gerbasi
ha expresado: "En poesía las palabras no poseen un valor
justo, filológico, etimológico, sino que adquieren
un valor múltiple, que escapa a la lógica corriente
del lenguaje".

Existe en la escritura de Gerbasi una intensa
investigación del lenguaje para inquirir en las
peculiaridades entrañables del país. Su
propósito consiste en señalar una posible
identidad, pero sin fijarla en esquemas inflexibles, sino
destacando sus connotaciones mágicas y su
cosmogonía poética, entonces su lenguaje se hace
necesario y eficaz para nombrar ese universo. En "Poema de la
noche" de 1943, Gerbasi muestra estados subjetivos que alcanzan a
objetivarse y concretarse en hechos reales o fenómenos
naturales: "¡Haz grande mi tristeza,/misterio de la
noche!/Que pase como un viento/por las sombras del
campo/coronando los montes/de nieblas solitarias/tañendo
en las aldeas/arpas de eternidad". Es la subjetivación que
se concreta en el mundo real: "En la hierba tostada por el
día, el sueño del caballo/nos rodea de flores, como
el dibujo de un niño". En 1945 Gerbasi publica su libro
más esencial y conocido: Mi padre el inmigrante.
Se trata de un extenso poema integrado por treinta cantos basados
en un mismo hilo temático: La figura mítica del
padre a través de la cual opera la emoción frente
al paisaje. Mi padre el inmigrante plantea enigmas
metafísicos, recrea supersticiones, climas, espantos,
mitos, leyendas, costumbres rurales, toda una flora y fauna
fascinante y mágica. Algunos de sus versos han sido
vertidos a lenguas europeas. Se le admiró tanto su magia
verbal, como la relación estrecha que su lenguaje
estableció entre aquel espacio geográfico de su
tierra, y muere el 28 de diciembre de 1992.

Obras

Vigilia del náufrago,
1937

Bosque doliente, 1940

Liras, 1943

Poemas de la noche y de la tierra,
1943

Mi padre, el inmigrante, 1945

Tres nocturnos, 1947

Poemas, 1947

Los espacios cálidos, 1952

Círculos del trueno, 1953

La rama del relámpago,
1953

Tirano de sombra y fuego, 1955

Por arte del sol, 1958

Olivos de eternidad, 1961

Retumba como un sótano del cielo,
1977

Edades perdidas, 1981

Los colores ocultos, 1985

Un día muy distante, 1987

El solitario viento de las hojas, 1990

Iniciación a la intemperie, 1990

Análisis
semántico de mi padre el inmigrante:

La semántica analiza los aspectos del
significado o la interpretación del significado
de un
determinado símbolo, palabra, lenguaje o
representación formal. Parte de la premisa que cualquier
medio de expresión admite una correspondencia entre las
expresiones de símbolos o palabras, y las situaciones o
conjuntos de cosas que se encuentran en el mundo físico o
abstracto. La noción de semántica deriva del
término griego semantikos ("significado
relevante
"), que, a su vez, tiene su origen en sema
("signo"). Así, puede afirmarse que la
semántica lingüística pertenece al
campo de la gramática
y se dedica al estudio del significado de los signos
lingüísticos.

La lengua, como un sistema
compartido que permite la transmisión de mensajes (la
comunicación),
necesita que las palabras tengan cierto significado. Ya que la
gramática permite describir una lengua, una parte de ella
(la semántica) debe encargarse de analizar los
significados. Para una completa descripción de una lengua
natural, deben tenerse en cuenta los datos de significado,
la referencia lingüística y las condiciones
de verdad
. El análisis semántico se aplica a
las palabras, pero también a las frases y a las
oraciones.

La semántica, por ejemplo, se encarga del
referente de las palabras, es decir, de aquello que
denotan. Como hay expresiones que pueden compartir el mismo
referente pero tener significados diferentes, el estudio de la
palabra también debe tener en cuenta el sentido (la
imagen mental de lo que algo es). La semántica, por lo
tanto, se encarga de estudiar la denotación (la
relación directa entre una palabra y aquello a lo que se
refiere) y la connotación (donde entran en juego
experiencias y valores asociados al significado). En otras
palabras, el significado denotativo, conceptual o lógico
es el significado básico de una palabra, tal como aparece
definido en los diccionarios. El significado connotativo, en
cambio, se vincula a lo personal o subjetivo.

Concepto de
semántica:

El término semántica se refiere a los
aspectos del significado,
sentido o
interpretación del significado de un determinado elemento,
símbolo, palabra, expresión o representación
formal. En principio cualquier medio de expresión
(lenguaje formal o natural) admite una correspondencia entre
expresiones de símbolos o palabras y situaciones o
conjuntos de

cosas que se encuentran en el mundo físico o
abstracto que puede ser descrito por dicho medio de
expresión.

La semántica puede estudiarse desde diferentes
puntos de vista:

Semántica lingüística, trata de la
codificación y decodificación de los contenidos
semánticos en las estructuras
lingüísticas.

Semántica lógica, desarrolla una serie de
problemas lógicos de significación, estudia la
relación entre el signo lingüístico y la
realidad. Las condiciones necesarias para que un signo pueda
aplicarse a un objeto, y las reglas que aseguran una
significación exacta.

Semántica en ciencias cognitivas, intenta
explicar por qué nos comunicamos, y cuál es el
mecanismo psíquico que se establece entre hablante y
oyente durante este proceso.

Semántica
lingüística:

La lingüística
es la disciplina donde originalmente se introdujo el concepto de
semántica. La semántica lingüística es
el estudio del significado de las palabras del lenguaje. La
semántica lingüística contrasta con otros dos
aspectos que intervienen en una expresión con significado:
la sintaxis y
la pragmática.

La semántica es el estudio del significado
atribuible a expresiones sintácticamente bien formadas. La
sintaxis estudia sólo las reglas y principios sobre
cómo construir expresiones interpretables
semánticamente a partir de expresiones más simples,
pero en sí misma no permite atribuir significados. La
semántica examina el modo en que los significados se
atribuían a las palabras, sus modificaciones a
través del tiempo y aún sus cambios por nuevos
significados. La lexicografía
es otra parte de la semántica que trata de describir el
significado de las palabras de un idioma en un momento dado, y
suele exhibir su resultado en la confección de
diccionarios.

Por otro lado, la pragmática se refiere a
cómo las circunstancias y el contexto ayudan a decidir
entre alternativas de uso o interpretación; gracias a la
pragmática el lenguaje puede ser usado con fines
humorísticos o irónicos. Además la
pragmática reduce la ambigüedad de las expresiones,
seleccionando sólo un conjunto adecuado de
interpretaciones en un determinado contexto.

Análisis:

Es indudable, que dentro del proceso lírico de
Gerbasi, es Mi Padre, el inmigrante, como el núcleo, si
pudiéramos decir, del corpus de su obra poética. En
este poema, largo, pueden detectarse las características
fundamentales de su discurso poético, en el que un
acontecimiento que removió lo más íntimo de
su ser, como fue la muerte de su padre, consolidó su
mensaje lírico, en una escritura en la que como
diría Barthes "bajo cada palabra yace una suerte de
geología existencial en la que se reúne el
contenido total del Sustantivo…".

Dentro de la modernidad de la poesía de Gerbasi,
sin embargo, habría que considerar, sobre todo hasta Mi
Padre, el inmigrante, el ritmo como factor constructivo, o sea,
lo que ha denominado Jean Cohen: el nivel
fónico.

Nivel
fónico:

El poema está integrado por veintinueve
estancias, aun cuando el poeta señala con el número
treinta, como si fuera una estancia, el verso lei-motiv con el
que inicia y termina su canto al padre muerto. Cada estancia
está constituida a su vez por un número
indeterminado de versos, predominantemente
alejandrinos.

Veamos:

Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores, donde vive
el almendro, el niño y el leopardo. Atrás quedan
los días, con lagos, nieves, renos, con volcanes adustos,
con selvas hechizadas, donde moran las sombras azules del
espanto.

Como dijo Gerard Hopkins, citado por Jakobson, el verso
es "discurso que repite total o parcialmente la misma figura
fónica". Efectivamente, desde el punto de vista del ritmo.
Es, como ha escrito Jean Cohen, que el verso "versus", "Por
oposición a la prosa (prorsus), que avanza linealmente,
vuelve siempre sobre si mismo". Es indudable que el verso de
catorce sílabas, llamado alejandrino en castellano, usado
por Gonzalo de Berceo en el siglo XIII, es un verso compuesto de
dos hemistiquios heptasílabos, con acento en la

sexta sílaba y con cesura después de la
séptima. Este verso cadencioso y de gran sonoridad, tuvo
vigencia casi absoluta hasta el siglo XVI, cuando aparece el
endecasílabo. Fueron los románticos, primero, y
luego los modernistas, especialmente Darío, quienes
desempolvaron el alejandrino y le imprimieron, si pudiera decirse
paradójicamente, aire de novedosa majestad antigua. Es
indudable que Gerbasi, cuyo proceso formativo como poeta
contempla la lenta evolución tanto del romanticismo como
del modernismo entre nosotros, a pesar de la novedosa carga
semántica del lenguaje lírico, prefiere como marco
de su mensaje la cadenciosa e impresionante sonoridad del
alejandrino. Por eso, Mi Padre, el Inmigrante, conjuga su nivel
fónico, extraído de la rancia tradición
castellana del siglo XIII, con un nivel semántico en el
que se vuelca todo el universo de modernidad de su obra
creadora.

Nivel
semántico:

Es en este nivel en el que se descubre la mayor riqueza
de relaciones en el significado de la palabra poética. Sin
duda, el poeta con toda libertad construye su universo, en el que
seguramente hay; como ha anotado María del Carmen Boves,
al referirse a Cántico de Jorge Guillén, un
realismo fotográfico y un realismo esencial. El primero es
sencillamente un realismo objetivo, en el que las cosas aparecen
tales como son; en el segundo, en vez de fotografía, hay
radiografía y proyección hacia el interior de las
cosas..

En este penetrar hacia el universo recóndito del
hombre y sus objetos, radica la potencialidad creadora del
lenguaje poético de Gerbasi. Podríamos aplicar una
definición de Tinianov, referida a la polisemia de la
palabra poética, en la que según el teórico
ruso: "La palabra no tiene significado preciso. Es un
camaleón que nos muestra matices, y aun colores
distintos". Electivamente, es esto lo que sucede en la verdadera
poesía y es lo que en Mi Padre, el Inmigrante, constituye
el insondable mundo, que aflora desde la realidad, para
convertirse en alegoría y mito y confundirse con la
misteriosa existencia del hombre, más allá de la
muerte.

En Mi Padre, el Inmigrante, Gerbasi construye mediante
una asociación de imágenes, todo el entorno en el
que habita el recuerdo, la memoria, la vivencia de su padre. Y lo
proyecta hacia el ámbito de lo material y lo espiritual,
en el que se da la presencia de la alegoría, que
según Tesauro se compone "de cuerpo y de alma". Esto es,
la palabra y la significación.

La aproximación al mundo del poema de Gerbasi,
había que intentarla a través de la
separación en bloque de los grandes temas que conforman la
estructura semántica del canto. Así por ejemplo, en
primer lugar: el hombre y el tiempo, que alcanza hasta la sexta
estancia. Luego el paisaje de origen del padre, en función
del recuerdo del hijo, que va de la séptima estancia hasta
la número doce. Desde la estancia XIII hasta la XIX, el
poeta canta la viva presencia del padre en su retiro campesino de
Inmigrante, poblado de misterios y de una absorbente fuerza
telúrica. Desde la estancia número veinte hasta la
veintiséis, se refiere al hombre venezolano, como recio
fruto de la tierra. Desde la estancia veintisiete hasta el final,
contiene invocación la del hijo al padre en la
búsqueda de su destino en el mundo.

El hombre y el
tiempo:

Ya hemos anotado que la poesía de Gerbasi se
caracteriza por lo que podríamos llamar cadenas de
imágenes, en lugar de la abundancia de metáforas.
El mundo magnífico así, proviene naturalmente en el
discurso poético de la transformación que se opera
en el nivel de significación léxica, al pasar hacia
el nivel de significación contextual. En este caso de las
primeras siete estancias de su poema fundamental, Mi Padre, el
Inmigrante, encontraríamos en el nivel lexical, elementos
constitutivos, referidos a planos objetivos, emotivos y
determinativos, que alcanzan su plenitud significativa al
ingresar al sistema semiótico. Los ejes lexicales
podrían estar constituidos así:

Objetos

espejos columnas altares anillos hierro
piedras arenas reloj retrato hilo

salero aposentos tambor diente bandera
velero zapatos ladrillos monedas paños remo

saco

Emociones

tristeza

doliente agonía llanto

alma lamentos corazón miedo
lágrimas

Determinaciones

De tiempo

noche días eternidad antiguos horas
vespertina tarde memoria ayer existencia antiguo

De lugar

tierra ciudades desiertos colinas mar
montaña monedas

Es indudable que el proceso de transformación que
se opera en los elementos lexicales, que separadamente, cada uno
tiene su valor denotativo, proviene de su integración a
los campos semánticos en los que empieza a funcionar el
sistema de relaciones en el campo contextual.

El gran tema del hombre y el tiempo, que
pudiéramos decir abarcan todo el desarrollo del poema,
constituye una macro estructura semántica en la imagen que
se nutre del símbolo y del mito. Como decía Henry
Miller, el mundo está dentro del artista, en este caso del
poeta. El escritor José Luis Vittori, ha explicado en su
libro Imago Mundi, el proceso mediante el cual se llega al
fenómeno general de la imagen. Su explicación es la
que sigue: .'El artista parte de una imagen interior que
siente vibrar en sí como una señal de alerta cuando
todo su ser ha sido motivado y se compromete con su mundo
auténtico; de una imagen interior que, en su
necesidad, concilia vivencia y personal; de una imagen
interior
que es visión del mundo, sentimiento del
mundo y actitud ante el mundo, perspectiva, distancia; de una
imagen interior que, arte en principio, tiende a
amplificarse por la fantasía, cortando las relaciones
causales de la naturaleza; a exteriorizarse, a condensarse en
formas, a realizarse (e irrealizarse) en una imagen
artística, a encontrar su equivalente en un "correlato
objetivo" más o menos rico, más o menos preciso,
que surge de una actividad constructora del espíritu,
capaz de crear un símbolo y una semántica
personales del mundo, así como de hallar en un determinado
lenguaje su afinidad y su "ley formal de
fantasía".

La cita de Vittori nos ayuda a comprender la estructura
profunda del poema de Gerbasi, en el que el lenguaje se encarga
de ofrecernos ese mundo removido en el alma del poeta por el duro
golpe de la muerte de su padre. El hombre es presa de conflictos
interiores y con el tiempo se conviene en mito. Por eso el poeta
dice:

Atrás el tiempo queda como drama
en el hombre:

engendrador de vida, engendrador de
muerte. El tiempo que levanta y. desgasta
columnas,

y murmura en las olas milenarias del
mar:

El tiempo aparece implacable frente a la fragilidad de
la existencia humana. Ese tema tan socorrido por los poetas de
todas las épocas, cobra una dignidad estética
increíble en la lírica de Gerbasi. La levedad de su
palabra poética, deja la constancia de una
reflexión que coloca al ser humano frente al
trémolo metafísico de la existencia. Veamos la
estancia tercera del poema:

Relámpago extasiado entre dos
noches, pez que nada entre nubes vespertinas, palpitación
del brillo, memoria aprisionada, tembloroso nenúfar sobre
la oscura hada, sueño frente a la sombra: eso
somos.

Por el agua estancada va taciturno el
día, doblegando los juncos hacia barcas de olvido. El alma
silenciosa en las violetas tiembla.

¿No somos un secreto guardado
por las horas? Mirad cómo en el césped de la
tarde

la mirada es un brillo de azahares,
cómo se esconde el ser

en el suspiro leve de las
frondas.

Algo se cierra siempre en torno a
nuestra frente. El frío de las piedras corre por nuestra
sangre. Un susurrar de nardo desciende por los
valles.

y siempre el hombre solo, bajo el sol y
los truenos,

perseguido por voces y látigos y
dientes.

El hombre siempre solo, con su mirada,
suya,

con sus recuerdos, suyos, y con sus
manos, suyas. El hombre interrogado a sus calladas sombras.
Escucha: yo te llamo desde mis soledades,

desde mis suspirantes comarcas de
palmeras, abiertas a los signos luminosos del
cielo.

El viento se te enreda con nieblas
siderales, y te detiene al pie de negros abedules. Venados de
luna van corriendo

por la antigua memoria,

y en tu silencio caen llamas del
corazón.

El lenguaje, cargado de símbolos arrancados a la
presencia de la naturaleza, connota situaciones espirituales en
el "tembloroso nenúfar", "brillo de azahares", "suspiro
leve de la fronda", "susurrar de nardos", "comarcas de palmeras",
"venados de luna". La trascendencia del mensaje, de hondo signo
metafísico, se reparte por igual en la significatividad de
los elementos constitutivos del campo semántico,
proyectado en conjunto hacia el núcleo contextual:
hombre-tiempo.

El paisaje como
núcleo de lo arquetípico:

Es indudable que Gerbasi en su poema fundamental Mi
Padre, EI Inmigrante, pone a prueba con éxito, el poder de
la palabra poética. De ese poder significativo, nace la
conversión en mito de la propia realidad. Para el poeta,
el recuerdo, que es una realidad inmediata, a través de la
memoria, mejor de la presencia de su padre, que es inextinguible
para él, a pesar de la muerte, se convierte en mito,
encarnado en esa presencia arquetípica, especie de
omnipresencia, que es a su vez, la vivencia permanente de su
progenitor. En este proceso de alquimia verbal, el paisaje, que
es la realidad evocada, adquiere todos los atributos de ser.
Dentro de esa realidad, confundida con el recuerdo, en la que el
tiempo no priva, se proyecta la presencia del padre, con
carácter de mito. Diríamos que la palabra
poética asume definitivamente su importante
función, al abandonar su carácter designativo, para
desempeñar un objetivo esencial. Es lo que explica muy
bien Maurice Blanchot, al anotar: "Esto significa en primer
término que las palabras al tener iniciativa, no deben
servir para designar algo ni para expresar a nadie, sino que
tiene su fin en sí mismas". Pareciera darse en el poema de
Gerbasi, a partir de la séptima estancia, eso que Mircea
Eliade ha llamado "la época beatifica de los comienzos".
Esto es, la evocación de un pasado, que es intemporalidad
de iniciados. Hay algo de sagrado, de religiosa actitud, frente a
la vivencia del padre, como fenómeno universal de la
existencia humana.

El poeta empieza por reconstruir la aldea paterna,
poblada de cosas, de objetos, de signos, que se convierten en
símbolos, dentro de la cadena de imágenes que
conforman la atmósfera general del poema:
Oigámoslo:

Tu aldea en la colina redonda bajo el
aire del trigo,

frente al mar con pescadores en la
aurora levantaba torres y olivos plateados.

Bajaban por el césped los
almendros de la primavera, el labrador como un profeta
joven,

y la pequeña pastora con su
rostro en medio de un pañuelo. y subía la mujer del
mar con una fresca cesta de sardinas. Era una pobreza alegre bajo
el azul eterno,

con los pequeños vendedores de
cerezas en las plazoletas, con las doncellas en to a las
fuentes

movidas rumorosamente por la brisa de
los castaños, en la penumbra con chispas de
herrero,

entre las canciones del carpintero,
entre los fuertes zapatos claveteados,

y en las callejuelas de gastadas
piedras, donde deambulan sombras del purgatorio.

Como se observa, a la larga enumeración de
circunstancias, aparentemente objetivas, se agrega, al final, un
elemento resolutorio, que altera la anécdota narrativa,
como imagen de una realidad: es el de las "sombras del
purgatorio" deambulando por aquel entorno tan natural de la aldea
arrancada aun pasado intemporal. Después el poeta
sitúa el arquetipo, dentro de un clima mitológico,
en el que la muerte aparece como signo de misterio, pero cargado
de cierto determinismo fatal. Una especie de cosmogonía
interior preside la evocación de la existencia del padre,
convertida en permanente interrogante frente a la insondable
diversidad del mundo. Por eso el hablante lírico, en el
poema dice:

Tú venías, y el mundo
estaba debajo de tus pasos, y debajo de tus noches, y debajo de
tus soledades.

Sí, tu existencia había
creado sus cielos huracanados, sus aguas tumultuosas, sus
nubladas lejanías,

y las tempestades agitaban los mares de
tu corazón con truenos y estrellas
caídas

en las oscuras soledades del alma, con
naufragios y voces de mujeres

perdidas en la extensión de las
olas y los países. Soñabas con fantasmales buques
en la sombra, esos que llevaban banderas de luto

y viajan hacia los puertos de podridos
aceites y antiguos desperdicios,

y la furia levantaba ondas en la
oscuridad de tu muerte, perseguida por brillos
lunares,

con una oleaginosa superficie negra con
vuelos de lentas aves relucientes,

ahí donde los astros gotean sus
azules licores,

en ese espacio del misterio
devorador;

con islas iluminadas en nuestra
soledad.

Desde la estancia novena hasta la número doce, el
poeta afirma los campos conceptuales en el uso de
términos, que a la vez que evocan la presencia del padre,
revelen un universo sensiblemente comprometido con su estado
espiritual Hondas reflexiones, afloran en el clima lirico,
sostenido por núcleos de imágenes. El poeta habla
de su existencia, ligada a la nostalgia de su padre, inmigrante;
de la llegada del padre a su nuevo destino, en el que "Una puerta
caliente se abrió para tu vida". Emergen en la
evocación, la figura del brujo criollo, definido por
indicios como los de "gruesas hojas moradas, semillas venenosas,
corazones de pájaros", luego el escenario de trabajo en el
que aparecen los trapiches" "y el toro, que en la tarde, avanza
hacia la muerte, atado a dos caballos". El poeta descubre la
fábula que se urdió posiblemente en la
imaginación del inmigrante, frente a la nueva tierra. Uno
como nuevo conquistador se adentra en un paisaje en el que una
realidad maravillosa, los deslumbra. Leamos:

Y viste la serpiente de agua,
retorcida,

que en la penumbra ahoga a la vaca
sedienta. y anduviste de noche entre las
mariposas

de luto, que visitan los ranchos
tenebrosos, donde habita la fiebre de labios
amarillos.

y viste danzar llamas, las llamas del
Tirano, seguido por el canto del aguaitacamino,

que avanza, misterioso, junto al paso del hombre. y
dormiste entre hormigas, arañas y escorpiones. y grandes
flores lilas, con brillos siderales,

se abrieron en tu sueño de encendidos
diamantes.

Después, en la confluencia del día y de la
noche, surge la memoria viva del padre. La vida y la muerte de su
progenitor, se proyectan con cierto aire sagrado en el alma del
poeta. Por eso canta:

Tu vida y tu muerte, tuyas para
siempre,

como es para si el niño que se
ahoga en un pozo perdido en mi se juntan y me difunden en la
tierra,

en ese instante que se detiene
iluminando la memoria, igual al relámpago que enciende un
horizonte sagrado, en el momento en que el día y la noche
se juntan,

plenos de profundidades de lo
eterno,

en una densa agitaci6n de oscuros
caballos celestes

que se agigantan para el engendro de un
poderoso enigma, sobre las montañas, sobre las
ciudades

y las frentes pensativas. Padre de mi
soledad.

Y de mi poesía.

La tierra y el
hombre:

Toda la poesía de Gerbasi emerge hacia el campo
sígnico con una gran fuerza telúrica. Es indudable
que tanto la realidad, como el mito que surge del tejido
lírico de las imágenes y de los símbolos en
el poema, están cargados de una maravillosa
potenciación, que fluye de la naturaleza y de la tierra.
Así pudiéramos señalar que desde la estancia
número trece hasta el final del poema, el padre
inmigrante, el nuevo hombre, que es el hijo, la naturaleza y la
tierra, constituyen una unidad lírica en la que lo humano
domina todo el escenario poético. Por eso, la noche, las
lluvias, el viento, el río, la selva, las colinas y un sin
fin de elementos naturales que integran el universo de las
estancias del poema, cobran vida ante el recuerdo del padre, que
es como el magma de todo el canto, sostenido en el proceso de
transformación de la realidad en mito. A la altura de la
estancia XIX, el poeta enumera elementos naturales, que se
confunden con las vivencias del padre, aunadas a otras
experiencias ya vividas en otro suelo, en otro paisaje.
Veamos:

Te señalo sobre la tierra, en medio de tu
propia voluntad. La hoja aceitosa y morada del tártago, la
flor amarilla y espesa del guanábano, la fruta velluda del
guamo, la araña cobriza y lenta, el insecto de plata y de
veneno, están aquí en tu silencio, en tu silencia
profundo como el día, donde posan los valles como en la
reminiscencia de una leyenda.

Está aquí lo que tú
querías allá entre los pastores, cuando los
deshielos daban música y espuma a los riachuelos, y
florecían las violetas y maduraban las fresas en tomo
tuyo, alrededor de tu aldea con muros medievales y vuelo de
palomas en las tardes.

Está aquí el fuego lamiendo las
raíces, los animales lamiendo a los animales, y tú
estabas aquí con el sudor de tu frente, el solitario, el
vestido de paño de hilo, el erguido en medio de la comarca
de las tempestades, el que iba gritando hacia adentro,
buscándose las manos y la frente en su existencia,
buscando el sitio donde poder decir:

"Aquí yo vivo, aquí yo soy el
hombre".

Como se observa, los elementos enumerados: el
tártago, el guanábano, el guamo, la araña,
el insecto, como sucederá con otros, en casi todas las
estancias del poema, se integran al gran trasfondo humano, que
uncido a la leyenda constituyen el plano supremo

de esa macro anécdota intemporal, de profundas
resonancias filosóficas, que es Mi Padre, El Inmigrante.
Ya en la estancia XXV; el hijo, como heredero del arquetipo que
cubre la evocación de la existencia paterna, da cuenta de
su destino frente a las cosas cotidianas de la vida, a la vez que
reconoce el legado supremo de la existencia. Leamos:

Vienen de ti mi afán y mis palabras, y es tu
sangre la que dice con mis labios: hierro, pan, campaña,
frente, piedra, flor, caballo, casa, sartén, naranjo,
césped vespertino, comero, yerba clavo, cayena y
astromelia.

Y está aquí mi existencia con hijos en
las horas, con hijos que me llaman en las horas.

Y estoy aquí para llevarles pan, y andar por
la ciudad con mi destino, correr entre relojes con mi angustia, y
contemplar los astros, y mirarme las uñas, y gritar hacia
adentro y hacia el mal; y hacia la noche, y hacia mi madre, y
hacia los grandes estremecientos del mundo.

Y estoy aquí buscando las respuestas de mi
sangre, los signos solitarios que me hieren, mis huellas que me
siguen en la tierra, mis huellas que vienen de tu vida, padre
mío, padre de mi pesadumbre. y de mi
poesía.

En la estancia veintiocho, el poeta reconstruye su
origen y evoca la figura de la madre, ligada a un paisaje lejano,
en el que el padre tiene raíces vivenciales, fortalecidas
con el recuerdo de la muerte. El poeta canta:

Tú, que me lanzaste sobre la tierra hacia la
nada, desde el círculo incendiado de tus experiencias,
desde todas las puertas cerradas, desde las calles perdidas,
desde los perros que aúllan frente a los cadáveres,
desde los puertos que inflaman sus alcoholes en la noche, desde
la pobreza que va huyendo por las callejuelas, desde las
mañanas, desde aquel cielo de samaritanas, desde aquellos
cerezos temblorosos, a cuya sombra mi madre espero que yo viniese
de ti como el sencillo regalo de un pobre; tú, junto a
ella, levantas mi sombra en los valles de mi propio
corazón.

Es indudable que el rico registro verbal en la
poesía de Gerbasi, constituye un todo, casi indivisible a
lo largo de su poema fundamental, Mi Padre, el Inmigrante. Ese
registro verbal conforma una realidad que emana del propio
lenguaje poético. Todo está construido sobre
palabras, que adquieren diversos matices, diversos valores
significativos, que giran en tomo a la trinidad: tierra, hombre y
tiempo. A este respecto, valdría la pena citar con toda
propiedad, lo que ha escrito Maurice Blanchot sobre
Mallarmé, al referirse a la Cercanía del Espacio
Literario. Oigámoslo: "Pero en ese todo donde él es
su propia esencia, donde es esencial; también es
soberanamente irreal, es la realización total de esa
irrealidad, ficción absoluta que expresa el ser cuando, al
haber

"gastado", "corroído" todas las cosas existentes,
al suspender todos los seres posibles, tropieza con ese
interminable, irreductible. ¿Qué queda? "Esta
palabra misma: es". Palabra que sostiene todas las palabras, que
las sostiene dejándose disimular por ellas, que,
disimulada, es su presencia, su reserva, pero cuando cesan se
presenta ("el instante en que brillan y mueren en una flor
rápida sobre alguna transparencia de éter"),
"momento fulminante", "resplandor fulgurante".

Es "momento fulminante" según Blanchot, es el
todo de la obra. y es el todo y es la nada. y es de esa
circunstancia de la que emerge el lei-motiv del poema: Venimos de
la noche y hacia la noche vamos. La noche, en la poesía de
Gerbasi es el gran símbolo de la nada. Podría
hacerse un seguimiento a la palabra noche y encontraríamos
que constituye un eje semántico de ricas proyecciones
significativas. Por ejemplo, cuando el poeta la asocia a la
"pesadumbre" y a la soledad, al decir: "la noche derrama su
pesadumbre y el querer estar a solas". Luego encontramos que
connota las "profundidades de lo eterno, en una densa
agitación de oscuros caballos celestes -que se agigantan
para el engendro de un poderoso enigma-, sobre las
montañas, sobre las ciudades y las frentes
pensativas".

El poeta asocia la nada con un sugerente mundo de
significatividad, en el que la noche derrama sus misterios y crea
nostalgias y tristezas en lo más profundo de su alma.
Podríamos anotar conjuntos binarios, de carácter
semántico, en los que la noche va connotando al
relacionarse con otro sustantivo, circunstancias diversas. De
esta relación nace, en cada caso, un campo
semántico único en el que el término
asociado a noche, proyecta a su vez su compleja y diversa
significatividad. Así, por ejemplo, hay una noche que
impulsa "colores densos por el cielo", hay una "noche de los
tamarindos", hay noches que "amparan la existencia a solas", la
noche tiene flores y el poeta la define en forma total, en la
estancia XX, así:

Aquí la noche deja los juncales con
sangrantes reflejos, con ondas purpurinas en penumbra y escamas
aceradas.

Un profundo combate hiere cuerpos perdidos en la
sombra.

Es un agua de olvido jadeante, de limpio cielo
ardiente, que descansa en relámpagos hundidos sobre
babosas ramas de tembloroso limo.

Es un agua de lentos círculos de
agonía, con ojos en el sueño, de flor amarga
abierta entre las piedras.

Es el agua de alma solitaria, del hombre que soporta
los confines, dando a la tierra huellas, brasas del
corazón, voces a la llanura donde un demonio canta, por
donde avanza el día con humedad caliente, con altas y
sonoras geometrías de pájaros acuáticos que
figurando van rojas costas celestes.

Como se observa, en el campo semántico los
conjuntos binarios que emergen de la estancia citada,
serían los siguientes:

noche-densidad, noche-tamarindo,
noche-soledad, noche-flores, noche-sombra, noche- agua,
noche-olvido, noche-agonía, noche-sueño, noche
–confines, noche-demonio, noche

–canción,
noche-geometría

Atendiendo a la relación semiótica dentro
del contexto, cada uno de los términos que
acompañan a la palabra noche, adquiere valor
simbólico diferente. Así, por ejemplo, el
término tamarindo, asociado al término noche,
tomando en consideración la significación
multifocal que el poeta atribuye a este último, se
convierte en un universo de imágenes que se nutren de los
recuerdos de la infancia y de las circunstancias que han girado
en tomo a la existencia del padre, derramada en la amorosa
memoria del hijo. Sería largo tratar de realizar el
análisis completo de cada uno de los conjuntos
señalados, tal vez un poco al azar, en el poema.
Sólo queríamos poner los pies en la senda. La noche
de donde viene el poeta y hacia donde va, es la nada, es la
existencia, es el misterio del destino humano, es el mundo con
sus interrogantes, en el que el hombre surge a la vida, se asocia
a las cosas y luego desaparece todo con la muerte. Sobre ese
enigma construye el poeta su realidad. Hecha de recuerdos, de
afectos, de objetos identificados con el calor de la vida, con la
permanente presencia del hombre, desde su sitio determinado en el
cosmos. –

Conclusión

Se observa que ésta es una poesía que
tiene que ver con la realidad con lo que vivimos actualmente en
este mundo.

Por ejemplo aquí en Venezuela por motivo de la
crisis en que atravesamos, la inseguridad en que nos encontramos
sumergidos es cada día peor; lo que obliga a las personas
que tienen un poco dinero para viajar, salir del país e
inmigrar, ya que esta es la única forma que ven para
sobrevivir, tener una mejor vida, dónde ganen dinero no
solo para comer diariamente sino para, ahorrar y darse algunos
lujos de vez en cuando; por ejemplo, para ir de vacaciones y
disfrutar de los hermosos paisajes que nos brinda el
mundo

Partes: 1, 2

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