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Organizaciones de mujeres feministas de La Plata




Enviado por Nerina Braconi



Partes: 1, 2

  1. Algunas consideraciones sobre las
    organizaciones de mujeres
  2. Enfoque metodológico
  3. Descripción del trabajo de campo y datos
    obtenidos
  4. Algunas consideraciones
    finales
  5. Notas

Se entiende por feminismos (1) a los diversos
movimientos políticos y sociales existentes a lo largo de
la historia que han pretendido desnaturalizar la visión de
mundo que sostiene el patriarcado y que mantienen los discursos
hegemónicos que sustentan la supremacía de lo
masculino. Concebimos al patriarcado como una estructura
sociocultural de dominio político, económico,
moral, intelectual, social, cultural y sexual que, a
través de diversas instituciones y organizaciones,
reproduce, legitima y naturaliza prácticas y valores que
sostienen la desigualdad entre mujeres y varones.

De esta manera, cada organización,
agrupación o persona feminista en particular han intentado
desarrollar, tanto desde la teoría como desde la
práctica, una deconstrucción de los preceptos
dominantes del patriarcado y, a su vez, impugnar los discursos
dominante de mujeres para poder construir una sociedad diferente
en que las mujeres y las relaciones entre estas y los varones no
respondan a modelos estereotipados.

Cuando se habla de discursos hegemónicos sobre
las mujeres se hace alusión a aquel que circula en el
imaginario social que determina y naturaliza, por medio de las
relaciones de poder que circulan en la sociedad, sus modos de ser
y comportarse. Esta concepción de lo que significa ser
mujeres, es algo construido histórica y socialmente e
impregna todas las instancias de la vida de los seres
humanos.

En este sentido, uno de los espacios en donde se
sostienen estos discursos hegemónicos, y además se
reproducen, son los medios de comunicación. Estos ayudan a
conformar la identidad y subjetividad de mujeres y varones al
reproducir estereotipos sociales que adjudican roles
predeterminados para cada sexo.

En el libro Conceptos clave en comunicación y
estudios culturales (1995), O´ Sullivan menciona que los
estudios que se concentran en el aspecto hegemónico de la
cultura se enfocan en las instituciones que son representativas
de todos sin referencia aparente a la clase, la raza o el
género. "Esas instituciones son el Estado, la justicia, el
sistema educativo, los medios de comunicación social y la
familia; instituciones que son prolíficas productoras de
juicios, saberes y sentidos, agencias culturales cuya importancia
está tanto en su función de organizadoras y
productoras de conciencia individual y social como en sus
funciones "estatuidas" más evidentes". (2)

Entonces, podemos decir que las instituciones sociales
son los lugares donde los discursos hegemónicos en
relación a las mujeres se reproducen y legitiman.
Así, los estereotipos como mujer-madre-ama de
casa-pasiva-receptora son asignados por el patriarcado a
través de los medios de comunicación, la familia,
el sistema educativo y legislativo. A su vez, estos estereotipos
se legitiman a través de conductas, roles y modos de ser
que se espera sean cumplidos por estas.

En particular, los medios de comunicación son
instituciones socializadoras en cuanto a los mandatos de
género y la construcción y reproducción de
los discursos hegemónicos, pero muchas veces, desde el
sentido común construido, pareciera ser que las novelas,
los programas de entretenimientos o informativos están
desprovistos de opiniones persuasivas en este sentido. Sin
embargo, los medios de comunicación actúan no
sólo como productores sino también como difusores
de ideología de manera inmediata (como en el caso de la
televisión o la radio) o reflexiva (diarios, revistas,
suplementos, entre otros).

Sin embargo, cabe aclarar que es incorrecto hablar de
las instituciones sólo como reproductoras porque
estaríamos vaciando el sentido de las mismas que son, a su
vez, reproductoras de los discursos hegemónicos y
productoras de discursos alternativos. En este caso analizaremos
específicamente a los medios de comunicación
masiva, quienes promueven estereotipos negativos sobre las
mujeres.

En este contexto, el trabajo de investigación
pretendió analizar los discursos sobre las mujeres de tres
organizaciones feministas de La Plata- Las Azucenas, Malas como
las Arañas y Pan y Rosas– para determinar si impugnan,
legitiman o negocian el modelo tradicional y hegemónico de
mujer y, a su vez, reconocer las diferentes estrategias de
militancia que en definitiva construyen distintos
feminismos.

Algunas
consideraciones sobre las organizaciones de mujeres

La Casa de la Mujer Azucena Villaflor
comenzó a funcionar en 1986, a partir de redes sociales,
personales o heredadas de la militancia de los setenta que
funcionaron como estructuras de movilización para la
conformación de un grupo de estudio, cuyo objetivo era
reflexionar sobre temas relacionados a las condiciones reales de
subordinación de las mujeres. En una época de
revalorización de derechos y libertades
democráticas, el nombre pretendía englobar esas
primeras preocupaciones de género y la defensa de los
Derechos Humanos.

En la actualidad, son alrededor de quince mujeres y en
su mayoría son profesionales de más de 40
años con tradición en la militancia
política, pero también hay algunas
estudiantes.

Por su parte, la agrupación de mujeres Pan y
Rosas
se formó a partir del Encuentro Nacional de
Mujeres del 2003, en la ciudad de Rosario, con compañeras
del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) y estudiantes y
trabajadoras independientes, que participaron en aquella
oportunidad. En su discurso consideran que la lucha contra la
opresión de las mujeres parte de la lucha anticapitalista
y que, por eso, sólo la revolución social
encabezada por millones de trabajadoras y trabajadores puede
sentar las bases para lograr la emancipación de las
mujeres que, a su entender, será consecuencia "natural" de
un mundo sin diferencias de clase.

Son aproximadamente 50 mujeres jóvenes y sus
encuentros son en relación a fechas prefijadas en
alusión a "las mujeres trabajadoras" y en contextos
particulares siempre coordinadas con las actividades del partido.
A nivel nacional, funcionan en los lugares donde también
lo hace el partido y su identidad feminista está
determinada por la ideología marxista.

Finalmente, Malas como las Arañas se
define como una "colectiva (3) lésbica feminista" y
surgió luego de varias charlas informales acerca de la
opresión de las mujeres y de cuestionarse acerca de su
propia identidad lésbica, por lo que decidieron plasmar
sus inquietudes e ideas a través de algunos folletos para
hacerse visibles en el 1º Encuentro de Mujeres Lesbianas en
Rosario en mayo del año 2008.

Actualmente, la colectiva está conformada por
cuatro mujeres, pero realizan determinados trabajos en forma
conjunta con la Colectiva Feminista "las furiosas" de la Facultad
de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata (4). Se
definen como "no institucionalizadas", autogestionadas y
disidentes de la norma heterosexual. Asimismo, se reconocen
feministas porque entienden que, como mujeres, viven en una
sociedad patriarcal y capitalista que no las deja decidir sobre
sus cuerpos, delimitando lo que deben desear: desde las cosas
materiales hasta de quién enamorarse o con quién
tener sexo. En consecuencia, consideran al lesbianismo como una
opción política estratégica para huir del
patriarcado y de la norma heterosexual.

A priori, las proclamas comunes de las tres
organizaciones de mujeres consisten en el rechazo de toda
violencia dirigida hacia la mujer; el derecho de estas a elegir y
explorar su sexualidad; a tener iguales posibilidades y
oportunidades que los hombres en todos los ámbitos de la
vida; y principalmente el derecho de las mujeres a decidir sobre
su propio cuerpo, promoviendo la maternidad como una
elección y exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y
gratuito. Estos preceptos impugnan el modelo hegemónico
sobre las mujeres porque rompe con los discursos tradicionales de
estas en tanto madres dedicadas enteramente al ámbito
doméstico y siendo objeto del deseo de los varones en el
plano sexual.

Sin embargo, Pan y Rosas proclama que luego de la
destrucción del capitalismo como sistema económico
y político -por medio de la revolución del
proletariado- será posible un cambio en la estructura
ideológica. Es decir, sólo después de la
revolución social será posible pensar en la
emancipación de las mujeres. Este precepto de Pan y Rosas
se debe a que la mayoría de las militantes pertenecen al
Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) cuya ideología
marxista atraviesa toda la militancia política de las
diferentes agrupaciones del partido. Es en este sentido, en el
que Pan y Rosas negociaría el modelo tradicional de las
mujeres en el plano político porque la función de
las mujeres quedaría relegada a acompañar a los
obreros en su lucha por la emancipación de la Humanidad de
la explotación capitalista.

Por otra parte, el conocimiento del discurso de estas
organizaciones permitió reconocer las diferentes
estrategias de militancia que en definitiva construyen distintos
feminismos. En este sentido, la doble militancia de Las Azucenas
(5) orientada a atender problemáticas relacionadas a las
mujeres y temáticas relacionadas a los Derechos Humanos,
las emparentan con la militancia feminista de las sufragistas de
Estados Unidos del siglo XIX que también tenían una
doble militancia porque activaban para luchar por obtener el
derecho al voto de las mujeres y, además, reclamaban por
abolir la esclavitud. Es decir, las militantes de ambas
organizaciones tenían interés no sólo por
las reivindicaciones feministas sino por temáticas propias
de sus contextos sociales particulares.

Las integrantes de Malas como las Arañas se
inclinan por la lectura de las lesbianas feministas de los
años ´70 donde, según ellas, surge la
teoría de la existencia de las lesbianas y de la
crítica a la heterosexualidad obligatoria. Entonces,
podríamos entroncar las ideas de esta colectiva
lésbica feminista con los preceptos del Nuevo feminismo
desarrollado a mediados del siglo XX en los que reivindican el
derecho al placer sexual por parte de las mujeres y su derecho a
la libre elección sexual.

Por su parte, Pan y Rosas sintetiza las reivindicaciones
principalmente de clase, pero también de las mujeres
reafirmando su orientación ideológica y
emparentándose con el feminismo de las mujeres anarquista
de principios del siglo XX. Estas, al igual que las militantes de
Pan y Rosas, objetaron el apelativo de feministas porque
lo consideraban una denominación burguesa por lo que se
autodefinieron como mujeres trabajadoras.

Enfoque
metodológico

Rosana Guber en el Salvaje Metropolitano cita a Bourdieu
(1975) y Batallan (1983), quienes sostienen que el conocimiento
se lleva a cabo a través de la organización
cognitiva propia del sujeto que responde a cierta
anticipación o conceptualización -teórica-
de aquello que se desea conocer. Sin embargo, la autora dice que
no basta con replicar la empírica tal como se nos
presenta, ni basta con enunciar cuerpos teóricos para
avanzar en el conocimiento social porque "la aplicación
maniquea de enunciados teóricos al referente
empírico conduce a una forma de sociocentrismo. (…)
La teoría se va transformando en una cuestión
partidista" (6).

Guber propone que el investigador tenga una activa
intervención teórica en la producción del
conocimiento y la explicación de lo social. Es así
que para explicar fenómenos sociales, el investigador
parte de algún paradigma teórico que es compartido
con otras ciencias sociales. Ahora bien, un paradigma guarda una
correspondencia con lo real que no es directa, sino que requiere
de sucesivas mediaciones en las que se manifieste el mundo de los
actores por lo que el investigador debe dialogar con su modelo
teórico.

Siguiendo estos criterios y sin pretensión de
obtener generalizaciones, sino más bien con la
intención de dar cuenta de las particularidades de los
discursos de Pan y Rosas, Las Azucenas y Malas como las
arañas es que escogimos la metodología cualitativa.
"en los métodos cualitativos se actúan sobre
contextos "reales" y el observador procura acceder a las
estructuras de significados propias de esos contextos mediante su
participación en los mismos". (7).

Algunas de las técnicas de los métodos
cualitativos son la entrevista estructurada, semiestructurada y
abierta. La primera se utiliza para encuestas cuantitativas
mientras que la entrevista abierta se utiliza para estudios
exploratorios, donde las categorías de análisis
surgen de las entrevistas. Por esto, se optó por la
utilización de la entrevista semiestructurada ya que
permite que la investigadora vaya con sus propias
categorías de análisis pero, a su vez, estas
categorías no son cerradas sino que están abiertas
a la exploración puesto que pueden aparecer nuevos
conceptos y, de esta manera, se logra que las entrevistadas no
estructuren sus respuestas.

Descripción
del
trabajo de campo y datos obtenidos

En un primer momento, se decidió entrevistar de
manera individual a cada una de las miembros de las diferentes
organizaciones de mujeres porque no concierne al trabajo de
investigación ver las interrelaciones entre ellas, ni sus
discusiones al interior del grupo.

Sin embargo, las integrantes de Malas como las
Arañas se negaron a ser entrevistadas de manera individual
porque consideran que entre ellas no hay jerarquías y no
hay una o dos integrantes que sean voceras de la colectiva sino
que, aun existiendo discusiones, todas ellas conforman una sola
voz o son portavoces del mismo discurso de la colectiva. Por este
motivo, sólo esta colectiva fue entrevistada de manera
grupal. En tanto, se entrevistó de manera individual a
tres miembros de Pan y Rosas y, al no obtener nuevos conceptos ni
categorías de análisis, se dio por finalizada las
entrevistas. Por otra parte, se entrevistó a una
integrante de Las Azucenas ya que el resto no accedió
porque, según argumentaron, carecían de
tiempo.

Las entrevistas realizadas giraron en torno a los
siguientes ejes:

  • 1. Caracterización de las
    mujeres.

  • 2. Acción política de la
    colectiva o agrupación.

Asimismo, de estos ejes se desprenden algunas
categorías analíticas que guiaron las entrevistas.
Las preguntas fueron directas aunque otras, de tipo personal, se
hicieron de manera indirecta. Cabe aclarar, que las entrevistas,
por ser semiestructuradas, estuvieron abiertas a la emergencia de
otros temas o problemáticas, como por ejemplo, los
conflictos obreros.

Las categorías analíticas que se
desprenden del primer eje son:

En cuanto a la categoría mujer-política,
los discursos hegemónicos de algunos de los
filósofos clásicos como Platón,
Aristóteles y Rousseau, quienes sentaron varias de las
bases de la política moderna, limitaron el rol de las
mujeres como reproductoras de la especie y relegadas a la familia
y al espacio privado mientras a los varones se les
encomendó la participación activa en el espacio
público siendo los encargados de hacer
política.

A lo largo del tiempo, como vimos en la historia de los
Feminismos, las mujeres dieron batalla a estas ideas y cambiaron
algunas de estas condiciones. Sin embargo, muchos de los
criterios de estos pensadores persisten en nuestro
tiempo.

Así, el modo de hacer política de Malas
como las Arañas y Las Azucenas es similar en cuanto que
ambas organizaciones, además de tener autonomía
política y económica, tienen un funcionamiento
horizontal, democrático y, en el caso de Las Azucenas, los
roles están determinados por las características
personales de cada una de sus miembros. En este sentido,
podríamos decir que esta modalidad organizativa impugna el
modelo tradicional de las mujeres en la política porque
tienen su propia forma de organizarse y su militancia
política es entre mujeres.

Por su parte, las integrantes de Pan y Rosas aseguran
que su funcionamiento es democrático y las decisiones
pasarían por todas las miembros. Sin embargo, esta
agrupación se financia con aportes del PTS y muchas de sus
políticas tienen que ver con la ideología marxista
del Partido.

Claudia Añazco San Martín, integrante de
Pan y Rosas, reflexionó en una entrevista realizada el 4
de septiembre de 2009 acerca de la participación de las
mujeres en la esfera publica: " (…) …hay una frase
que dice que "las mujeres irrumpen cuando la historia pierde los
hilos de continuidad" y eso es cierto porque (…) las
mujeres irrumpen en la vida política, pero luego vuelve a
su vida cotidiana y es difícil que se organice
políticamente" y agregó que "(las mujeres) son
muchas veces factor de presión contra el varón
trabajador que se quiere organizar." (8). Entonces, el fin de
organizar mujeres quedaría teñido por su fin
último que es la utilización de éstas para
"acompañar" a sus esposos en la lucha obrera.

En este sentido, el discurso de Pan y Rosas es diferente
al de las colectivas feministas ya que negocian e
interactúan intereses de la agrupación con los del
partido y, además, negocian estrategias con sus
compañeros varones del PTS. En cambio, para Malas como las
arañas y Las Azucenas las mujeres necesitan empoderarse de
la palabra y entienden que deben militar tanto en el espacio
público como en el espacio privado.

En una entrevista realizada el 31 de agosto de 2009, las
integrantes de Malas como las Arañas consideran que la
militancia política de las mujeres va unida a la
cotidianidad que comparten con sus compañeras de lucha y
que genera lazos de afectividad, solidaridad y contención.
Para las entrevistadas, la relación con otras mujeres es
definida como un lazo político de empoderarse entre ellas
y las relaciones entre las integrantes no sólo es
política sino también de amistad o
noviazgo.

Esta colectiva, a diferencia de Las Azucenas y Pan y
Rosas, se encuentra en la militancia política como una
forma de activar y reconocerse compartiendo lo que las afecta a
diario y desarrollando actividades y producciones
teóricas.

En tanto Yamila Balbuena (31 años), integrante de
Las Azucenas desde 1993, aseguró que la elección de
Cristina Fernández como Presidenta de la Nación, no
significa que se den cambios a favor de la reivindicación
de los derechos de las mujeres porque "(…)… el
hecho de ser mujer no la hace ser feminista." (9).

La categoría analítica
Mujer-trabajo revela algunas diferencias entre las
colectivas y la agrupación estudiada. Sabemos que,
según estudios estadísticos al respecto, las
mujeres se encuentran en desventajas en relación a los
varones quienes perciben un mayor salario que estas por
desarrollar la misma tarea. Además, las mujeres cargan con
una doble jornada, el trabajo en el ámbito
doméstico y como asalariadas. Estas realidades son
compartidas por las tres organizaciones de mujeres, pero se
diferencian en algunos aspectos.

Pan y Rosas orienta su lucha en relación a
reivindicar los derechos de las mujeres trabajadoras. Así,
las demandas por aumentos salariales o derechos laborales priman
sobre los derechos de las mujeres en general. Se autodenominan
"mujeres trabajadoras" para diferenciarse de otras mujeres sin
tener en cuenta que la opresión del patriarcado afecta a
este colectivo social, sin importar la clase a la cual se
pertenezca.

En cambio, Las Azucenas y Malas como las arañas
reconocen la doble opresión de las mujeres, pero aseguran
que es producto del patriarcado y no sólo del sistema
capitalista. Experiencias anteriores demuestran que, aún
derrotado este sistema, las desigualdades entre mujeres y varones
persisten en el ámbito doméstico y laboral.
Entonces, podríamos decir que estas colectivas
impugnarían el discurso sobre la mujer al centrar su lucha
en contra del patriarcado y no exclusivamente en el
capitalismo.

En tanto, se considera que los medios de
comunicación
son reproductores de discursos
hegemónicos sobre las mujeres tales como ser madres,
esposas sumisas, bellas y que su sexualidad esté a
disposición de los deseos masculinos.

Las entrevistadas de las tres organizaciones son
conscientes que, desde los medios de comunicación, se
promueve la imagen de un modelo de mujer bella, delgada, madre y
heterosexual que se trasladan en parámetros extensibles a
todas las mujeres. Sin embargo, desde Pan y Rosas insistieron en
que la clase a la que pertenecen las mujeres es determinante para
llegar a este "ideal". Entonces, esta agrupación tiene un
discurso doble. Por un lado, impugna los estereotipos
hegemónicos acerca de las mujeres, pero, por otro lado,
desvirtúa las causas de esto y los remite sólo como
un problema clasista.

Por otra parte, Malas como las Arañas hablan de
una "estética opresiva para las mujeres" encubierta por
los modelos de belleza y éxito fomentada por los medios de
comunicación masiva. "…es el modelo a seguir no
sólo corporal sino de estilo de vida (…) una mujer
heterosexual, madre, flaca y clase media burguesa".
(10)

Para Las Azucenas, es injusto que las mujeres tengan que
padecer la violencia simbólica de los medios de
comunicación cuando la tratan de superficial,
histérica y hormonalmente inestable. Lo ideal sería
un cambio que de lugar a una sociedad sin roles impuestos donde
los seres humanos puedan construir sus proyectos de vida sin
condicionamientos. Discursivamente apuntan a interpelar a las
mujeres desde la desnaturalización de lo que promueven los
medios de comunicación masiva en relación a las
mujeres.

El uso de la categoría Mujer-madre tiene
varias aristas entre las militantes de las colectivas y de la
agrupación. Los discursos hegemónicos hablan de que
para ser mujer es necesario ser madre. No se tolera la libre
elección de las mujeres en relación a si decide o
no ser madre y, menos aun, si ni siquiera lo tienen como objetivo
de vida. Por ejemplo, la Iglesia Católica considera que
hay vida desde el momento de la concepción por lo que los
métodos anticonceptivos y el aborto estarían
prohibidos para esta institución.

En este sentido, las tres organizaciones de mujeres
impugnan estos discursos hegemónicos pues consideran que
las mujeres tienen derecho a decidir si quieren o no ser madres,
en qué momento de su vida y con quién. Asimismo,
Las Azucenas, Pan y Rosas y Malas como las arañas destacan
la libre elección de las mujeres sobre sus propios cuerpos
como un derecho inherente a la condición humana. Por esto,
luchan por el aborto legal, seguro y gratuito para fomentar el
derecho a elegir y para evitar que las mujeres sigan muriendo en
los abortos clandestinos.

Pan y Rosas, agrega a la problemática de la
ilegalidad del aborto, la cuestión de clase porque
argumenta que una mujer pobre tiene más posibilidades de
morir en un aborto clandestino sin las condiciones mínimas
de asepsia que una mujer de clase media o alta. En cambio,
Balbuena asegura que la ilegalidad de esta práctica afecta
a todas las mujeres por igual: "una joven de clase media o media
alta puede correr riesgo al intentar ocultar el aborto a su
familia y a su círculo íntimo" (11).

La categoría Mujer-ama de casa resulta
esencial en el discurso androcéntrico y patriarcal
predominante ya que refleja la división sexual del trabajo
tanto en el ámbito doméstico como en el
ámbito público. De acuerdo con esto, las mujeres
son definidas por los Discursos hegemónicos, tanto
religiosos como filosóficos, a partir de la vida
doméstica: mujer-madre-esposa sumisa-ama de casa mientras
que los varones son definidos a partir de la vida pública:
varón-proveedor. En tanto, los discursos
hegemónicos científicos, a saber el
psicoanálisis con su mayor exponente Freud,
atribuían esta situación de desigualdad social a
las características genitales de las mujeres.

Esta división de las tareas es desproporcional si
tenemos en cuenta que, pese a que las mujeres sean trabajadoras
asalariadas, al llegar a su casa deben ocuparse de los quehaceres
domésticos. Esto está naturalizado en la sociedad,
sin embargo, lejos está de ser natural el hecho de que
sólo las tareas domésticas sean responsabilidad
absoluta de las mujeres.

Las Azucenas y Malas como las arañas, en tanto
actores feministas, pretenden socavar tal naturalización
argumentando que es una construcción cultural e
histórica y, como tal, no es obra de la naturaleza y, por
consiguiente, puede variar. En consecuencia, la
impugnación de este modelo hegemónico de mujeres
dedicadas "naturalmente" a los quehaceres domésticos
estaría dada por la interpelación a partir de la
visión de que los roles Mujeres-domésticas y de
Varones-públicos son construcciones culturales y de
ninguna manera naturales. De esta manera, se presenta como
alternativa una imagen de mujeres capaces de elegir un estilo de
vida y los roles que desean desarrollar.

En Pan y Rosas, en cambio, las militantes impugnan el
modelo hegemónico ya que cuestionan los preceptos de una
sociedad patriarcal, pero también capitalista. El hecho de
que las mujeres sean exclusivamente las encargadas de los
quehaceres domésticos se cuestiona a partir de la
vinculación de la denuncia de la opresión de las
mujeres con el marxismo que denuncia la explotación
capitalista, lo cual implica una concepción de esta
demanda feminista como inseparable de la revolución
social.

En relación a esto, Mariano Enguita (1986) hace
un análisis de la teoría marxista en cuanto a la
situación de desigualdad de mujeres y varones. Así,
reconoció que el trabajo doméstico constituye hoy
más de la mitad del trabajo total y, en consecuencia,
más de la mitad de la economía en una sociedad
desarrollada. El autor asegura que, en la Teoría Marxista,
el hogar, las relaciones de parentesco, la familia, la esfera
doméstica, se verían relegados al limbo de las
"superestructura", de lo que sólo existe como
epifenómeno de las relaciones de producción. En
consecuencia, también fueron relegados las relaciones de
género, las desigualdades de género y sus
principales afectadas, las mujeres, que desde entonces fueron
condenadas a esperar las secuelas de la "aurora del gran
día" (12).

Enguita comentó que el reduccionismo de Marx se
manifestó cruelmente con otros tipos de desigualdades como
las que afectan a las mujeres y asegura que el marxismo carece de
instrumentos teóricos o conceptuales para abordar la
problemática de estos grupos. Así, se hace notar
que las amas de casa llevan una vida penosa por lo que decenas de
autores marxistas culpan al capital de explotar indirectamente a
las mujeres y cómo, desde luego, no es responsable de ello
el obrero varón. "Si las mujeres son discriminadas en el
mercado de trabajo, será porque el capital está
interesado en dividir a la clase obrera (contra la evidencia, por
cierto, de que los obreros varones fueron los más activos
en reclamar la vuelta de las mujeres al hogar)". (13)

El segundo eje tiene que ver con la Acción
política.
Las categorías analíticas que
se desprenden son:

La categoría analítica
Intervención en el espacio social ayudó a
configurar cuáles son las estrategias y métodos
utilizados por las colectivas y la agrupación estudiadas
para hacerse visibles en la sociedad.

Las tres organizaciones de mujeres intervienen en el
espacio público con diferentes soportes comunicacionales y
acciones callejeras. Por su parte, Las Azucenas se diferencian de
las demás porque ejercen presión al Estado para que
se promulguen ciertas leyes o se cumplan las existentes en
relación a los derechos de las mujeres, como por ejemplo
los casos de abortos no punibles estipulados por el Código
Penal.

Por otra parte, Malas como las arañas se
diferencian de las demás porque intervienen en el espacio
público a través de su propio cuerpo, como por
ejemplo cortándose el pelo y usando ropa que el mercado
destina a los varones para visibilizarse como lesbianas. En este
sentido, impugna el discurso hegemónico de la Iglesia
Católica pues esta institución no aprueba las
relaciones entre personas del mismo sexo y esto provoca una
reacción del patriarcado. "las lesbiana tocan la
raíz ya que inhabilitas el poder del hombre porque no lo
necesitas en tu vida" (14).

Finalmente, en los Encuentros Nacionales confluyen miles
de mujeres anualmente para discutir sobre su situación
particular y colectiva en la sociedad. Pan y Rosas interviene en
cada taller pidiendo que se realice una votación para
delimitar líneas de acción política y
determinar un plan de lucha. Esto no es compartido por Las
Azucenas y Malas como las arañas que ven a los Encuentros
Nacionales de Mujeres como espacios en los que miles de mujeres
se juntan para dialogar e intercambiar experiencias sobre la
opresión que sufren en los diferentes ámbitos de la
vida y no para hacer de estos espacios cuestiones
partidarias.

La categoría Militancia feminista
intentó articular la militancia de las organizaciones de
mujeres a estudiar con las agrupaciones feministas antecesoras,
cuyas ideas y acciones se desarrollaron en el capitulo de
Feminismos.

Como dijimos anteriormente la ideología de Pan y
Rosas opera de manera tal que construye un discurso de
oposición basado en la idea de la revolución social
y el socialismo como fin último y en un segundo plano la
liberación de las mujeres a partir de la
emancipación de la clase obrera, ya que consideran al
capitalismo como un sistema basado en la explotación de
hombres, mujeres y niños, de pueblos enteros y que,
particularmente, le ha dado al patriarcado inmejorables
condiciones no solo para existir sino para fortalecerse
oprimiendo a millones de mujeres en todo el mundo. Es así
que su militancia feminista es similar a la de las anarquistas de
fines del siglo XIX ya que tienen una visión clasista de
la sociedad.

Asimismo, las integrantes de Pan y Rosas se reivindican
marxistas y no feministas porque culpan a estas de "antihombres"
y de no ser conscientes de que la verdadera explotación de
las mujeres es producto del sistema capitalista. "Las feministas
no me gustan porque es lo mismo que los hombres machistas". (15)
En su ortodoxia marxista, no reflexionan acerca de los
orígenes de la opresión de las mujeres y, tal vez
sin quererlo, dejan de lado el análisis del
patriarcado.

Sin embargo, considerar que todas las feministas son
anti varones, es una estrategia del patriarcado para desarmar el
movimiento de mujeres y enfrentar sectores que podrían
unir sus fuerzas y pelear por las reivindicaciones feministas.
Para Malas como las arañas "las feministas estamos
estigmatizadas ya que se dice que somos todas lesbianas y por eso
anti hombres, pero esta es una estrategia del patriarcado para
invisibilizar el reclamo de las feministas y es que las mujeres
son eternamente oprimidas por el patriarcado" (15).

En cambio, para Las Azucenas y Malas como las
arañas, las mujeres que militan en el feminismo lejos
están de "odiar a los varones" sino que pretenden, a
través de su militancia y su práctica diaria en el
ámbito público y privado, cuestionar los preceptos
del sistema patriarcal. "El feminismo se milita diariamente; no
es un saco que lo dejás cuando llegás a tu casa y
esto es una práctica diferenciadora de otras militancias
políticas". (16).

Por otro lado, la militancia feminista de Malas como las
arañas se construye a partir de visibilizar la sexualidad
lésbica y teorizar sobre el cuerpo de las lesbianas
porque, según estas militantes, las lesbianas son
invisibilizadas aún por las mismas feministas. Esta idea
de que la cuestión de las mujeres lesbianas no es tenida
en cuenta por el movimiento de mujeres se traduce en los
Encuentro Nacionales de Mujeres, donde algunas militantes de los
partidos de izquierdas e, incluso, feministas ni siquiera aluden
a la temática. En este sentido, la diputada de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires por la Coalición
Cívica, Diana Maffia, dice al respecto: "…la
cuestión de las mujeres lesbianas es una cuestión
de todas las mujeres sean, por su orientación sexual,
lesbianas o no" (17).

Las Azucenas, por su parte, se autodenominan feministas,
pero se diferencian de otras militantes en que consideran
importante informar a la sociedad acerca de las diversas
problemáticas de las mujeres; es decir que su
práctica se aboca a concientizar a la población
acerca de la situación de desigualdad en que viven las
mujeres. En este sentido, según ellas, se diferencian de
las feministas más jóvenes (como Malas como las
arañas) en que son menos disruptivas en el espacio
público.

La relación clase/género tiene diferentes
connotaciones para las organizaciones. Como dijimos, en Pan y
Rosas, el discurso clasista acerca de la situación de las
mujeres invade las políticas estratégicas de la
agrupación e impide una cierta autonomía en la
resolución concreta de los problemas de las
mujeres.

Este discurso marxista, se desarrolla a lo largo de las
tres entrevistas realizadas a las integrantes de Pan y Rosas,
quienes insistieron, una y otra vez, que si las mujeres
querían emanciparse, primero debían colaborar con
la clase social más oprimida del sistema capitalista: el
sector obrero. Sin embargo, Marx y la corriente principal del
marxismo directamente ignoraron el ámbito doméstico
y la lucha por la emancipación de las mujeres. La
convicción de Marx de que cualquier otra forma de
explotación "sólo podría ser eliminada una
vez que hubiera desaparecido la explotación del
proletariado; es decir, que todos lo demás debían
esperar" (19).

Las tres integrantes de Pan y Rosas reconocen que las
mujeres son el sector más oprimido en la sociedad, pero,
al mismo tiempo, consideran que no son los mismos recursos
materiales que pueden acceder las mujeres de clase media o alta
que los que acceden las mujeres pobres. Sin embargo, esta
división de las mujeres según la clase a la que
pertenezcan condiciona la solidaridad entre ellas y genera
divisiones a la hora de decidir cómo acabar con las
desigualdades y opresiones existentes.

Por su parte, para Las Azucenas y Malas como las
arañas las mujeres son un sector interclasista oprimidas
por igual por el patriarcado. Por ejemplo, según las
integrantes de estas colectivas, la ilegalidad del aborto afecta
por igual a todas las mujeres porque las obliga a tomar
decisiones sin independencia y sin soberanía sobre sus
cuerpos. Sólo las integrantes de Pan y Rosas coincidieron
que la ilegalidad del aborto afecta más a las mujeres
pobres porque son las que se mueren en los abortos
clandestinos.

Por otro lado, la categoría
sexo/género sirvió para analizar las
concepciones en relación al sexo y la sexualidad de las
organizaciones de mujeres. En este sentido, la sexualidad de las
mujeres estuvo históricamente relegada al placer de los
varones y a cumplir una función reproductiva.

Malas como las arañas, como se mencionó
anteriormente, promueven un feminismo lésbico y el
cuestionamiento a la heteronorma impuesta a las mujeres que
disciplina su sexualidad y sus cuerpos. "Al pensar al lesbianismo
como una opción política revolucionaria, las
mujeres lograríamos que los varones perdieran el
fundamento de su poder sustentado en los servicios
domésticos, sexuales, reproductivos económicos y
emocionales no remunerativos. (…) Las lesbianas, al elegir
a otras mujeres como depositarias de nuestras energías,
desafiamos la norma heterosexual, cuyos mayores beneficiarios son
los varones, lo que pone en entredicho la supremacía y
opresión masculinas. El feminismo lesbiano transforma lo
que históricamente se consideró una práctica
sexual, en una práctica política, y así
desafía y denuncia a la institución política
de la heterosexualidad como espacio de control político
sobre las mujeres" (20).

Malas como las arañas proponen como estrategia
política que todas las mujeres desarrollen una sexualidad
lésbica para que, mediante la exploración de sus
cuerpos, reconozcan el placer sexual que históricamente se
les ha negado. La colectiva considera que la heterosexualidad no
es un hecho natural pues es normativa de la sexualidad de los
seres humanos. Además, consideran que la heterosexualidad
obligatoria es una política opresora por lo que promueven
la libre elección sexual de las mujeres. Pero, con esta
premisa dejarían fuera a todas aquellas que luchan,
individual o colectivamente, contra las desigualdades
políticas, económicas, sociales y sexuales
promovidas por el patriarcado y, además, las
prácticas lésbicas no constituyen una
práctica liberadora sólo por aspirar a serlo ya
que, en ocasiones, se repiten en las relaciones entre personas
del mismo sexo conductas opresivas similares a las que tiene las
parejas heterosexuales.

Sin embargo, cabe destacar que resulta enriquecedor que
una colectiva visibilice el feminismo lesbiano y la
homosexualidad femenina como opción sexual donde las
mujeres se convierten en protagonistas de su placer en disidencia
al discurso religioso que impone la heterosexualidad obligatoria
y prácticas sexuales con fines reproductivistas y
orientadas hacia el placer masculino.

Por último, el Funcionamiento dentro de los
partidos políticos
permitió reconocer los
modos de organización de Pan y Rosas y las diferencias
existentes con Las Azucenas y Malas como las arañas que se
autoproclaman autónomas de cualquier partido.

Pan y Rosas está dentro del Partido de
Trabajadores Socialistas (PTS) por lo que sus metodologías
y estrategias están condicionadas por los intereses del
partido. Como mencionamos anteriormente, esto perjudica la
concreción de políticas dedicadas a las mujeres
porque no tiene autonomía económica, ni mucho menos
políticas. Balbuena percibió esta dinámica
de las agrupaciones de mujeres dentro de los partidos de
izquierda por lo que comentó: "…no es lo mismo un
grupo autónomo de mujeres que una agrupación mixta
al momento de cerrar los acuerdos" (21).

Malas como las arañas coinciden con Las Azucenas
en que, a diferencia de los partidos políticos, "nosotras
no tenemos la intención de representar a nadie porque
creemos que todas las mujeres deberían activar y no
descansar cómodamente en la militancia de otras" (22).
Además, aseguraron que no sólo comparten lazos
políticos sino también de amistad o
afectividad.

Algunas
consideraciones finales

Las tres organizaciones de mujeres intervienen
activamente en el espacio social a través de diferentes
soportes comunicacionales y acciones callejeras. Sólo
Malas como las arañas realizan una intervención en
su cuerpo como manera de visibilizarse como lesbianas, lo que
resulta novedoso desde el punto de vista de la política
tradicional.

A su ves, Las Azucenas y Malas como las arañas se
reivindican feministas y sus sujetas políticas son las
mujeres puesto que sus prácticas están orientadas,
en el caso de las primeras, a luchar por los derechos de las
mujeres y, en el caso de la segunda colectiva, a pensar al
lesbianismo como una opción política revolucionaria
y visibilizar que la sexualidad de las mujeres no se agota en la
heterosexualidad obligatoria.

En cambio, para Pan y Rosas el sujeto político es
la clase obrera que encabezará la revolución social
para finalizar las desigualdades sociales. Tienen un discurso
marxistas por lo que se alejan de las feministas en cuanto
métodos y estrategias a seguir para llevar adelante su
programa de lucha.

Discursivamente, las proclamas de las tres
organizaciones de mujeres consisten en el rechazo de toda
violencia dirigida hacia la mujer; el derecho de estas a elegir y
explorar su sexualidad; a tener iguales posibilidades y
oportunidades que los varones en todos los ámbitos de la
vida; y principalmente el derecho de las mujeres a decidir sobre
su propio cuerpo, promoviendo la maternidad como una
elección y exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y
gratuito.

Estas proclamas impugnan el modelo tradicional y
hegemónico de las mujeres ya que rompe con los
estereotipos sociales adjudicados históricamente a este
colectivo humano tales como: mujer-madre, mujer-ama de casa,
mujer-pasiva-receptora, mujer-política. Este último
precepto, es impugnado con el sólo hecho de que las
mujeres de las diferentes organizaciones estudiadas intervengan
en el espacio público y se empoderen de la palabra para
nombrarse y reflexionar acerca de las problemáticas
históricas y diarias con las que se enfrentan las
mujeres.

Tal vez, Pan y Rosas sea la agrupación que
negocie el sentido del estereotipo tradicional sobre
mujer-política ya que la mayoría de las militantes
pertenecen al PTS y, como reflexionamos anteriormente, muchos de
los resabios de la política tradicional se repiten en los
partidos de izquierda, como por ejemplo relegar a las mujeres a
tareas sin importancia mientras que la toma de decisiones pasa
por los varones o bien que cumplan la función de meras
acompañantes en los procesos políticos.

Partes: 1, 2

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