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Saulo de Tarso (página 2)




Enviado por Agustin Fabra



Partes: 1, 2

Podemos distinguir las etapas de esta evolución
recorriendo sus diversas cartas en orden cronológico,
mejor aún que en base a Canon del Nuevo Testamento, donde
están ordenadas por su extensión
decreciente.

Tesalonicenses: Las primeras cartas
están dirigidas a los Tesalonicenses, evangelizados por
Pablo entre el otoño del 49 hasta la primavera del 50 en
el curso de su segundo viaje (Hechos 17:1-10). Obligado por los
ataques de los judíos a salir para Berea, desde donde
llegó a Atenas y Corinto, de esta última ciudad con
seguridad escribió la primera Carta. Silas y Timoteo
están con él y las buenas noticias traídas
por este último después de una segunda visita a
Tesalónica, sirven de ocasión a Pablo para
desahogar su corazón (1 y 3). Siguen algunas exhortaciones
prácticas, entre las que se incluye una respuesta respecto
de la suerte de los difuntos y de la Parusía de Cristo
(4:13 y 5:11).

La segunda Carta a los Tesalonicenses, escrita algunos
meses más tarde también en Corinto, contiene
además de exhortaciones prácticas, nuevas
instrucciones sobre la fecha de la Parusía y los signos
que la han de preceder (2Tesalonicenses 2:1-12). La Segunda carta
presenta sorprendentes semejanzas literarias con la Primera,
hasta el punto de que se consideraba esta Segunda carta como la
obra de un falsario que se habría inspirado en Pablo
imitando su estilo. Pero resulta difícil comprender el
motivo de tal falsificación, y es mucho más
sencillo pensar que el mismo Pablo, queriendo corregir algunos
aspectos de su enseñanza escatológica mal
comprendidos (1Tesalonicenses 5:2-9), haya escrito esta segunda
carta repitiendo las fórmulas de la primera. Ambos
escritos no se contradicen, sino que se complementan. Y su
autenticidad queda asimismo bien testificada por la antigua
tradición de la Iglesia.

En esta primera etapa de su apostolado el
pensamiento de Pablo aparece enteramente centrado en la
resurrección de Cristo y en su venida gloriosa, que
traerá la salvación a los que hayan creído
en El, aún cuando hubieran ya muerto (1Tesalonicenses
5:1-18). Describe esa venida gloriosa según las
tradiciones de la apocalíptica judía y del
cristianismo primitivo. Conforme a las enseñanzas de
Jesús, ora con insistencia ante la inminencia imprevisible
de esa venida, que exige vigilancia permanente, hasta el punto de
producir la impresión de que él y los demás
lo verán en vida, aunque ya sabe que previamente
habrá algunos signos. Estos ya no son tan claros en la
actualidad como lo fueron entonces. En cuanto al obstáculo
"que ahora le retiene" (2Tesalonicenses 2:6), Pablo se
refiere a la Parusía, aún cuando se desconoce
cuál era el motivo, pero parece ser que los destinatarios
de la carta captaba la alusión al retraso, aunque ahora
para nosotros represente un enigma.

Corintios: Mientras escribía 1 y
2Tesalonicenses Pablo evangelizó Corinto durante
más de

18 meses; desde la primavera del 50 hasta finales de
verano del 51. Según su costumbre de actuar en los grandes
centros, quería implantar la fe de Cristo en aquel famoso
puerto densamente poblado, y desde el cual podría
difundirse por todo Acaya. De hecho logró fundar
ahí, sobre todo en las capas modestas de la
población, una floreciente comunidad. Pero esa comunidad
era un foco de cultura griega, donde chocaban corrientes muy
diversas de pensamiento y de religión. El contacto de la
tierna fe cristiana con aquella capital del paganismo,
tenía que plantear para los neófitos muchos
problemas delicados, que Pablo trata de resolver en las dos
cartas que escribe a los corintios.

A pesar de algunos puntos dudosos, la génesis de
estas dos cartas es bastante clara. Durante una estancia suya en
Éfeso de algo más de dos años, algunos
problemas planteados por una delegación de los corintios
más otras informaciones recibidas por medio de Apolo,
impulsaron a Pablo a escribir una nueva Carta (la 1Corintios) ,
alrededor de la Pascua del 54. Poco después debió
producirse en Corinto algún tipo de crisis, en la que
probablemente debió de intervenir Timoteo, y que le
obligó a hacer una visita rápida y enojosa, en el
curso de la cual prometió volver pronto. Pero de hecho no
volvió y sustituyó la visita por una carta severa,
escrita con muchas lágrimas (2Corintios 2:3-9), que
produjo un efecto saludable. Este buen resultado lo supo Pablo
por Tito en Macedonia, después de haber salido de
Éfeso a consecuencia de crisis muy graves ocurridas, cuya
naturaleza desconocemos. Entonces Pablo escribió las dos
partes de 2Corintios, en la primavera y el verano del 55. Luego
iba a pasar por Corinto para ir de allí a
Jerusalén, donde fue encarcelado.

Algunos opinan que 2Corintios sería una
recopilación de varias cartas (hasta cinco) remitidas por
Pablo a Corinto en circunstancias diversas. Hay también
quien asevera que los capítulos 10 al 13 no pueden ser
continuación del 1 al 9 porque es psicológicamente
imposible que Pablo pase tan bruscamente de celebrar la
reconciliación expuesta en los capítulos 1 al 9, a
la amonestación severa y las justificaciones
irónicas de los capítulos 10 al 13. Se supone que
los capítulos 10 al 13 podrían deberse al deterioro
de la situación en Corinto después del envío
de los primeros capítulos.

Si estas cartas ofrecen noticias de gran interés
sobre el alma de Pablo y sobre sus relaciones con sus
convertidos, no es menor su importancia doctrinal. Encontramos en
ellas, principalmente en 1Corintios, informaciones y decisiones
sobre muchos problemas cruciales del cristianismo primitivo,
tanto en su vida interior como en sus relaciones con el mundo
pagano. Lo que hubiera podido quedar en un simple caso de
conciencia o en unas instrucciones litúrgicas, da pie al
genio de Pablo para exponer puntos de vista profundos sobre la
verdadera libertad de la vida cristiana, la santificación
del cuerpo, la primacía de la caridad y la unión
con Cristo.

La defensa de su apostolado le inspira páginas
espléndidas sobre la grandeza del ministerio
apostólico y el ideal de la unión entre las
iglesias. La perspectiva escatológica está siempre
presente y ocupa toda la exposición sobre la
resurrección de la carne. Pero en lugar de las
descripciones apocalípticas de las dos cartas a los
tesalonicenses, las sustituye una discusión más
racional que justifica esa esperanza en una vida mejor,
difícil para la mentalidad griega. Esta adaptación
del Evangelio al mundo nuevo en el que va penetrando, se
manifiesta sobre todo en la contraposición de la locura de
la Cruz a la sabiduría helénica.

A los corintios, que se hallan divididos contraponiendo
a sus diversos maestros y sus respectivos talentos humanos, Pablo
les recuerda que sólo hay un Maestro: Cristo, un solo
mensaje: la salvación por la cruz, y que esa es la
verdadera Sabiduría (1Corintios 1-10 y 4:13). Así,
forzado por las circunstancias y sin renegar de las perspectivas
escatológicas, se ve obligado a insistir más y
más en la vida cristiana, como unión con Cristo en
el verdadero conocimiento de la fe.

Gálatas: Las cartas
a los Gálatas y a los Romanos abordan el mismo problema;
la primera, como reacción inmediata provocada por una
situación concreta; la segunda como expresión
más serena y más completa que pone en orden las
ideas suscitadas por la polémica. Este estrecho parentesco
entre las dos Cartas es una de las mayores razones que
desaconsejan fechar la composición de Gálatas en
los primeros años de Pablo, incluso antes de la asamblea
de Jerusalén. Cuando él menciona a los
Gálatas se refiere a los habitantes de Galacia y
también a los licaonios y a los pisidios evangelizados en
el primer viaje misionero, ya que hay que recordar que Licaonia y
Pisidia estuvieron políticamente vinculadas a Galacia
desde el 25 a.C. Esta carta pudo haber sido escrita en
Éfeso e incluso en Macedonia entre el 54 y el
55.

Romanos: Esta Carta es algo posterior.
Pablo se halla en Corinto (invierno 55-56) y a punto de partir
para Jerusalén, de donde espera ir a Roma y de ahí
a España (Romanos

15:22-32). Pablo no ha fundado la iglesia de Roma,
respecto a la cual se halla

medianamente informado quizás por Aquila. Las
pocas alusiones contenidas en su carta únicamente dejan
entrever una comunidad en la que los convertidos del
judaísmo y de la gentilidad están expuestos a
despreciarse mutuamente. Por eso cree conveniente enviar con su
protectora Febe, de la Iglesia de Cencreas (Romanos 16:1), una
carta en la que expone su solución de ese problema para
los judeo-cristianos, tal como lo acaba de madurar bajo los
impactos de la crisis gálata. Para ello retoma las ideas
de Gálatas, pero de una forma más ordenada y
matizada. Si Gálatas representa un grito salido del
corazón lleno de vehementes advertencias, Romanos por su
parte ofrece una exposición ininterrumpida, con algunas
grandes secciones que se entrelazan armoniosamente por medio de
temas que se anuncian anticipadamente para ser luego
desarrollados.

Nadie ha discutido la autenticidad de la carta a los
Romanos, aunque la cuestión es si los capítulos 15
y 16 son una añadidura posterior. El 16, con sus numerosos
saludos, parecía haber sido primitivamente una nota
destinada a la Iglesia de Éfeso, ya que Pablo nunca
enviaba saludos a personas de comunidades en las que él no
había trabajado. La lista de nombres del capítulo
16 indica que el escrito iba dirigido a una iglesia que Pablo no
había fundado, lo cual excluye que el destinatario sea la
iglesia de Éfeso. Las características de su estilo
literario constituyen motivo suficiente para rechazar su
autenticidad.

Mientras las cartas a los Corintios contraponían
el "Cristo Sabiduría de Dios" a la vana
sabiduría del mundo, las cartas a los Gálatas y a
los Romanos contraponen el "Cristo Justicia de Dios" a
la justicia que los hombres pretendían conseguir por sus
propios esfuerzos. En Corintios el peligro provenía del
espíritu griego, con su orgullosa confianza en la
razón, pero en Gálatas y Romanos proviene del
espíritu judío, con su orgullosa confianza en la
Ley. Algunos judaizantes vinieron a decir a los fieles de Galacia
que no podían salvarse si no practicaban la
circuncisión, poniéndose así bajo el yugo de
la Ley judía. Pablo se opone con todas sus fuerzas a ese
retroceso, que haría inútil la obra de Cristo.
Pablo considera que la Ley de Moisés, buena y santa en
sí misma, hizo que el hombre conociera la voluntad de
Dios, pero sin comunicarle la fuerza interior para cumplirla; por
lo mismo solamente consiguió hacerle consciente de su
pecado y de la necesidad que tiene de la ayuda de Dios, que acaba
de ser concedida en Cristo Jesús.

El hombre, unido por la fe y animado de su
Espíritu, recibe ya gratuitamente la verdadera justicia y
puede vivir según la voluntad divina. Es cierto que su fe
ha de florecer en obras buenas, pero ya no son las obras de la
Ley, sino obras realizables por todos los que creen, aún
cuando hayan venido del paganismo. Así pues, las
directrices mosaicas han caducado ya y los judíos que
siguen aferrados a la Ley, se colocan fuera de la
salvación. En adelante, los fieles de Cristo, sean de
origen judío o gentil, deben estar totalmente unidos en la
caridad y en la ayuda mutua. Esas son las perspectivas que,
esbozadas en Gálatas, se amplían en Romanos:
estamos salvados en la esperanza, ya que Cristo vive en el que
cree en El.

La carta a los Romanos representa una de las más
bellas síntesis de la doctrina paulina, aunque no contiene
toda su doctrina, para lo cual debemos tomar en cuenta las
demás Cartas a modo de complemento.

Filipenses: Filipos, importante ciudad
de Macedonia y colonia romana, había sido evangelizada por
Pablo con ocasión de su segundo viaje (otoño 49 al
verano del 50). Volvió a pasar por ahí en dos
ocasiones en el transcurso de tercer viaje (invierno 54-55 y en
la Pascua del

56). Los fieles que ganó ahí para Cristo
dieron muestras de un tierno afecto por Pablo enviándole
socorros a Tesalónica y luego a Corinto. Y cuando Pablo
les escribe lo hace precisamente para agradecerles esas ayudas
que acababa de recibir por medio de su delegado Epafrodito, y les
da muestras de una confianza muy particular.

Pablo está preso en el momento en que les
escribe, pero sorprenden las frecuentes y fáciles
relaciones que los Filipenses tienen con Pablo y con Epafrodito,
que estaba junto a él por entonces.

Este escrito es poco doctrinal; es más bien una
efusión del corazón, un intercambio de noticias y,
más aún, un llamamiento a la unidad por la humildad
que proporciona el admirable pasaje sobre la humillación
de Cristo (Filipenses 2:6-11), lo cual nos ofrece un testimonio
de gran valor sobre la fe primitiva.

No se duda de la autenticidad de Filipenses, pero su
unidad ha sido puesta en entredicho ya que podría ser el
resultado de la agrupación de tres cartas. La
distribución más probable es la siguiente: Carta A:
4:10-20 / Carta B: 1:1 y 3:1 y 4:2-9 y 4:21-23 / Carta C: 3:2 y
4:1.

La carta A, anterior a las otras dos, habría sido
enviada al recibir la ayuda traída por Epafrodito. La
Carta C es la última; es una dura polémica contra
los misioneros judeo- cristianos, de los que no hay ninguna
huella en la carta B. La B es una serena invitación a la
unidad y a la perseverancia, y a dar testimonio decidido de la
verdad.

Efesios y Colosenses: Las Cartas a los
Efesios y a los Colosenses forman un grupo muy homogéneo:
idéntica misión de Tíquico en Colosenses 4:7
y en Efesios 6:21, y sorprendentes semejanzas de estilo y de
doctrina entre ambas cartas. Pablo se halla todavía preso
y esta vez todos los indicios apuntan a Roma como lugar de su
cautiverio. Por lo demás, el progreso de la doctrina y el
cambio de estilo exigen cierta distancia entre Efesios Y
Colosenses y las epístolas mayores (Colosenses,
Gálatas y Romanos).

En el intervalo ha surgido una crisis:
Epafras, su representante apostólico, ha venido de
Colosas, que no fue evangelizada por Pablo, trayéndole
informes alarmantes. Nada más enterarse, Pablo responde
con la Carta a los Colosenses que entrega a Tíquico. Pero
la reacción suscitada en su espíritu por el nuevo
peligro le hace ahondar más su pensamiento, y así
como Romanos le había servido para poner en orden las
ideas de Gálatas, también ahora escribe una segunda
epístola, contemporánea de Colosenses, en la cual
estructura su doctrina conforme al nuevo punto de vista que acaba
de imponerle la polémica. Esta admirable síntesis
es nuestra Carta a los Efesios. Pero en realidad Pablo no se
dirige a los fieles de Éfeso, con quienes ha convivido
tres años, sino más bien a los creyentes en general
y más particularmente a las comunidades del valle del
Lico, entre las cuales hace circular su carta.

Existen muchas dudas de que las cartas hayan sido
escritas por Pablo ya que las ideas teológicas no son las
mismas que aparecen en las Cartas anteriores, en especial cuando
se refiere al Cuerpo de Cristo y a Cristo, Cabeza del Cuerpo y de
la Iglesia universal. Los errores con que se enfrentan son
posteriores a Pablo y pertenecen más bien al gnosticismo
del siglo II (una mezcla de creencias cristianas con judaicas y
orientales). Estas objeciones son serias y han sido formuladas
por numerosos críticos, incluso algunos católicos.
Ello hace suponer que Pablo se valió de algún
discípulo para la redacción de estas cartas, de una
forma más considerable que en otras.

Filemón: No hay ninguna duda
acerca de la autenticidad de esta carta. Se la relaciona con
Colosenses y con Efesios porque Pablo se encuentra aún
preso y porque los nombres de sus compañeros aparecen
también en Colosenses. Según esto, tanto esta carta
a Filemón como las de Colosenses y Efesios, fueron
escritas estando Pablo preso en Éfeso (52-54).

Esta breve carta anuncia a un cristiano de Colosas,
convertido por Pablo, el regreso de su esclavo fugitivo,
Onésimo, ya convertido a Cristo por Pablo, y les advierte
de que aún cuando mantengan sus mutuas relaciones sociales
de antaño, el dueño y el esclavo cristianos deben
vivir como hermanos al servicio del Señor.

Timoteo y Tito: Estas cartas, dirigidas
a dos de los más fieles discípulos de Pablo,
ofrecen directrices para la organización y el
régimen de las comunidades cristianas que se les han
confiado. Por esa razón se les llama pastorales
desde el siglo XVIII. El estilo usado por Pablo en estas cartas
ya no es apasionado ni entusiasta, sino frío y
burocrático. El modo de abordar los problemas ha cambiado.
Pablo se limita a condenar las falsas doctrinas en lugar de
oponerse a ellas con argumentos persuasivos. Es posible que estas
cartas hayan sido redactadas por un secretario, a quien Pablo
dejó más libertad de redacción al estar
él en avanzada edad. Es posible también que sean
obra de un discípulo de Pablo, de fines del siglo I, con
el objeto de resolver problemas de una Iglesia bastante
diferente. El estudio detallado de cada una de esas tres Cartas
demuestra una proximidad mayor entre

1Timoteo y Tito, que entre esas dos y 2Timoteo. Al tener
como destinatario una persona,

difiere de las cartas dirigidas a las Iglesias. A la
vista de estas cartas podemos observar que se ha producido una
clara evolución en las iglesias paulinas. De una Iglesia
entusiasta, inflamada por el espíritu, se ha pasado a una
comunidad organizada. El jefe carismático ha dejado su
puesto a una dirección institucional. No conviene
señalar para estas cartas una fecha demasiado
tardía dentro del siglo I.

Conclusión

A modo de resumen podemos decir que en el apostolado de
Pablo no faltaron dificultades que él no afrontara con
valentía por amor a Cristo. Y aparte de otras cosas,
está su responsabilidad diaria: la preocupación por
todas las Iglesias (2 Corintios 11:23-28). En un pasaje de la
Carta a los Romanos (Romanos 15:24-28) se refleja su
propósito de llegar hasta España, hasta el
confín del Occidente conocido entonces, para anunciar el
Evangelio por doquier hasta los confines de la tierra.
¿Cómo no admirar a un hombre así?
¿Cómo no dar gracias al Señor por habernos
dado un apóstol de esta talla?

El fariseo de Tarso se había convertido en el
máximo paladín de la Iglesia cristiana en el mundo
antiguo y en la era apostólica. Fue el pilar de la
cristiandad. El martirio había puesto fin a su
misión en la tierra, pero sus inmortales Epístolas,
los primeros escritos teológicos cristianos, y las
iglesias que fundó, han sobrevivido como cimientos de una
gran religión universal.

"Si hemos muerto con Cristo, creemos
que también viviremos con El"

Pablo de Tarso (Romanos 6:8)

ANEXOS

Mapa de la zona:

División geográfica de las
áreas visitadas por Pablo, con indicación de los
países a las que corresponden, con sus nombres
actuales.

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LOS NAZOREOS

Escritor: Moshé ben Shaúl
(Líder Espiritual de Adat Tikvat Yisrael)

El propósito de este estudio es conocer la
historia de los judíos creyentes en Yeshúa
(Jesús), aproximadamente del 35 dC al 150 dC. Sus
creencias y prácticas, sus relaciones con otros
judíos y con las congregaciones gentiles de tiempos
posteriores.

Sabemos por los historiadores, por las profecías
de Daniel, por los Tárgumes (interpretaciones arameas de
la TaNaK, siglas que en hebreo significan: Toráh (Ley),
Nevi"im (Profetas) y Ketubím (Escrituras)), etc., que
muchos de los judíos de la época de Yeshúa
esperaban la llegada del Mesías. Existían varias
sectas del judaísmo (fariseos, saduceos, esenios, zelotes,
etc.) y todos estos grupos tenían subgrupos (probablemente
un total de 24 a 40 según historiadores). Cada grupo
tenía sus propias doctrinas distintas y el judaísmo
era mucho más diverso que en los siglos subsiguientes.
Tenían ideas diferentes tocante a cómo obedecer la
Toráh, tocante a la inspiración del resto de las
Escrituras y libros que ya no están en la TaNaK , tocante
al calendario, el Mesías, la resurrección, etc. Con
frecuencia se perseguían unos a otros, mientras que a
veces se unían contra un enemigo exterior común.
Todos ellos, no obstante, se reconocían unos a otros como
parte legítima del judaísmo, y no como religiones
diferentes. Los judíos que creían que Yeshúa
era el Mesías eran una de estas sectas, aceptados
totalmente como parte del judaísmo: los
nazoreos.

Su nombre más antiguo pudo haber sido
"discípulos del Camino" (Hechos 19:9, y 24:14).
Esto es lo que Shaúl (Pablo) les llama, siendo él
el supuesto jefe de esa secta (Hechos 24:5). Eventualmente
llegaron a ser más comúnmente conocidos como los
Nazoreos (Hechos

24:5). La palabra hebrea por nazoreo es Notzrím.
Esta palabra no tiene la misma raíz que Nazareno o de
alguien de Nazaret. Muchos eruditos piensan que viene de la
palabra netzer que significa vara. Muchas de
las profecías tocantes al Mesías (por ejemplo
Isaías 11:1) usan a la palabra netzer o
vara como referirse al Mesías. Era posible que
muchos de los creyentes en Yeshúa citaban estos versos y
llegaron a ser conocidos como "gente de la vara" y
eventualmente Notzrím. La palabra
"cristiano" aparece por primera vez en Hechos
11:26,

26:28, y 1 Pedro 4:16 y, según Shaúl
(Pablo), fueron los gentiles de Antioquía de
Siria

quienes adoptaron ese título (año 37 dC),
que significa "los ungidos" (Cristo: "el ungido
por

Dios").

Igual como en las otras sectas del judaísmo,
existieron conflictos ocasionales entre los nazoreos y las otras
sectas del judaísmo, que incluso a veces hasta se
volvían violentas. En el periodo de los aproximados 25
años durante los cuales se escribió el libro de los
Hechos, si estudiamos a la congregación nazorea (la mayor
en Jerusalén), podemos observar cinco conflictos
registrados con otras sectas del judaísmo. Todos fueron
desacuerdos dentro del judaísmo (nadie reclamaba que los
nazoreos no fueran parte legítima del judaísmo).
También Yeshúa

discutía de manera estricta con los fariseos
(éstas también eran disputas "caseras")
porque era muy cercano teológicamente a ellos y
creía entender sus puntos de vista mejor que
nadie.

Leamos seguidamente dos de estos conflictos en Hechos
para entenderlos mejor.

Primero: (Hechos 3:1-16). Observamos a Pedro y
a Juan en el Templo. ¿Por qué estaban allí?
Eran las tres de la tarde (la hora nona), tiempo de daven
mincha
(oraciones de la tarde), porque ellos eran
judíos observantes. Había un cojo en la puerta, sin
entrar al Templo porque a las personas inválidas no se les
permitía entrar, pero él se arrimó lo
más cerca permitido. Lo curan y lo primero que hace es
entrar al Templo para expresar su amor a Dios y
demostrárselo a la gente allí presente, quienes ven
este milagro y Pedro aprovecha la oportunidad para hablarles de
Yeshúa. Pero en Hechos 4:1-2 comprobamos que los saduceos,
incluyendo a los sacerdotes, estaban molestos con Pedro porque
predicaba la resurrección, en cuya doctrina los saduceos
no creían.

Segundo: (Hechos 5:12-17). De nuevo tenemos
detenciones ordenadas por los saduceos. Pero esta vez fueron
llevados ante el Sanhedro (Sanedrín) el cual era un cuerpo
mixto de fariseos y saduceos. Según los versículos
29-40, salió en ayuda suya precisamente un fariseo
(Gamaliel), quien logró que los dejaran tranquilos.
Gamaliel creía en la resurrección y el problema era
precisamente la resurrección (Hechos 5:30). No se les
acusó de empezar una religión nueva, porque si
hubiera sido así los fariseos se habrían puesto de
acuerdo con los saduceos. Todavía todo estaba dentro del
contexto del judaísmo.

Mientras recorremos los Hechos de los Apóstoles
vemos a Shaúl (Pablo) andando a través de la
diáspora (los judíos que habían salido de
Israel) y predicando principalmente en sinagogas y a
congregaciones mixtas de judíos y gentiles temedores de
Dios.

Pero es importante saber cuáles eran las
creencias de la secta de los nazoreos.

a) Como los fariseos, creían en un
Mesías, en la resurrección, en ángeles,
espíritus, JaSatán (Satanás) y en lo
sobrenatural.

b) Acudían a la sinagoga, al Templo,
hacían los juramentos del nazoreo con los pertinentes
sacrificios (de pecado y de culpabilidad), y guardaban las
fiestas levíticas.

c) Aceptaban y obedecían la
Toráh. Creían también en los otros libros de
la TaNaK y en las Escrituras de la Brit JaDasha (Pacto
Renovado).

d) Aceptaban las costumbres del
judaísmo. Como costumbres nos referimos a la palabra
griega ethos, relacionada con las leyes de Moisés
(Hechos 6:14, y 21:21).

e) No aceptaban siempre las tradiciones (en
griego paradoses) o Jalakáh (decisiones tocantes
a cómo seguir la Ley y también significa primer
corte de cabello
) establecidas por los fariseos.

f) Creían que Yeshúa era el
Mesías, divino, y eterno.

Todas estas creencias en su totalidad caben dentro del
judaísmo. Esta secta de los nazoreos floreció y
muchos judíos y gentiles se hicieron miembros (Hechos
6:7). Los

sacerdotes a los que alude Hechos podrían haber
sido esenios, porque ellos creían en la
resurrección (Hechos 21:20). Muchos de los creyentes
convertidos sintieron el temor de Dios después de escuchar
predicar a Shaúl (Pablo) en las sinagogas (Hechos 17:1-4 y
18:4).

Vayamos ahora a más o menos al 60 dC. Ya"acov
(Santiago), hermano adoptivo de Yeshúa, era el
líder de la secta de nazoreos y lo fue probablemente
durante 20 años o más. En el 62 dC, de acuerdo al
historiador judío Josephus, Ya"acov fue detenido por el
sumo sacerdote Anán (un saduceo) cuando
momentáneamente no había gobernante romano en
Jerusalén. El sumo sacerdote hizo que lo lanzaran del
pináculo del Templo y cuando vió que con eso no
murió Ya"acov, entonces lo mataron a garrotazos. Ya"acov
había sido muy respetado por los judíos que no
creían en Yeshúa. Él pasaba muchísimo
tiempo orando en el Templo. Cuando el nuevo gobernador vino a
Jerusalén, la muerte de Ya"acov fue protestada.
¿Por quienes? ¡Por los fariseos! ¿Hubieron
hecho eso si él no fuera parte del judaísmo y de
una nueva religión? ¡Por supuesto que no! Su muerte
fue un golpe enorme a la comunidad nazorea porque él
había sido el líder durante tanto tiempo. Fue
reemplazado por un primo de Yeshúa, Shimón Ben
Clofa (Cleofás) quien fue elegido por los ancianos. Ben
Clofa sirvió por casi 50 años. En los
últimos 18 años, hasta la rebelión de Bar
Kokba, los nazoreos tuvieron trece líderes diferentes,
todos judíos. Después de Bar Kokba, los gentiles
eran mayoría entre los creyentes de Yeshúa en
Jerusalén.

En el 66 dC ocurrió la revolución contra
Roma. Es posible que algunos creyentes en Yeshúa tuvieran
parte en ello. Sí sabemos que seguidores de Yeshúa
recibieron una revelación (una fuente dice que de
Yeshúa y otra dice que de un ángel) de que
Jerusalén sería destruida y deberían huir a
Pela. Esta fue su segunda advertencia; la primera fue en
Mateo

24:15-16. Pela era una ciudad en la Decápolis
(hoy es parte de Jordania). Era una ciudad situada a unas 15
millas al sur del Mar de Galilea, cerca de Skitopolis, hoy
llamada Bet Shean. Yeshúa había pasado por
allí cuando circulaba por el camino principal de Galilea a
Jerusalén, sin pasar por Samaria. Sabemos que
Yeshúa predicó en Decápolis, y
también sabemos que Pela tenía una población
judía de buen tamaño y era intersección de
importantes rutas de comercio. Entonces es probable que Él
haya predicado en Pela y para el 66 dC tenía ya una
comunidad de nazoreos establecida.

Sabemos que durante la revolución la
mayoría de de los nazoreos de Jerusalén pudieron
escapar a Pela y que después de la guerra muchos de ellos
regresaron a Jerusalén. Pero otros se quedaron en Pela, y
otros se trasladaron a otros lugares. Algunos eruditos dicen que
Apocalipsis 12:17 identifica a los nazoreos. Los nazoreos
continuaron obedeciendo la Toráh, pero ya no de la manera
farisea.

Veamos en Mateo 16:19: "Y á ti daré
las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares
en la tierra será desatado en los cielos."
Sabemos
que la palabra atar es un modismo hebreo que significa
prohibir, mientras que desatar es un modismo que
significa permitir. Yeshúa les estaba dando a sus
discípulos la autoridad de hacer decisiones de
jalakáh (tradiciones). En otras palabras, las
decisiones teológicas que hagan serán aceptadas en
el cielo. La Toráh contiene las

instrucciones de Dios para su pueblo, aunque con
frecuencia no se mencionan todos los detalles.
¿Cómo exactamente guardamos el sábado?,
¿o cómo la Pascua? ¿Qué hacer que la
carne sea lícita? Existen cientos de preguntas como estas.
Como resultado, los fariseos desarrollaron un grupo de
tradiciones orales con sus respuestas. Algunas de sus tradiciones
(Jalakáh) fueron excelentes, algunas neutrales, y algunas
se pasaron de mano y hasta violaban la letra y/o el
espíritu del mandamiento. Entonces los nazoreos rechazaron
a los rabinos (Jalakáh farisea) como autoridad final en el
establecimiento de la Jalakáh.

Los nazoreos adoptaron algunas cosas de los rabinos,
pero también rechazaron otras e hicieron algunas nuevas
por sí mismos porque:

1) Yeshúa les dio la autoridad para
hacerlo (Mateo 16:19)

2) Yeshúa y los discípulos no
siempre estaban de acuerdo con la tradición oral
(Mateo

15:1-11, 12:1-8)

3) Yeshúa les había prometido
el Ruaj Ja Kodesh (Espíritu Santo) para ayudarles a tomar
decisiones (Juan 16:13)

Los nazoreos nunca dejaron el judaísmo. Ellos
continuaron observando la Toráh, sólo que no
siempre de la manera en que los fariseos u otras sectas lo
hicieron. Con la destrucción del Templo en el 70 dC los
saduceos cesaron de existir, igual que los esenios (Qumrán
también fue destruida). Los únicos grupos de
considerable tamaño que quedaron fueron los fariseos y los
Notzrím (nazoreos).

Las Semillas del Judaísmo
Ortodoxo

¿Qué pasaba con los fariseos? El
líder del grupo durante 66-70 dC era Yojanan ben Zakkai.
Él también vio que la destrucción de
Jerusalén era inminente y escapó con muchos de sus
discípulos. Se escondió en un ataúd y lo
sacaron de Jerusalén supuestamente para celebrar "su
funeral
". Los romanos les permitieron irse, pero los zelotes
no se lo permitían dado que necesitaban ayuda para la
lucha. Después de salir de Jerusalén, Yojanan fue a
visitar al gobernante Vespasiano y se dirigió a él
como "emperador" y, antes de que Vespasiano pudiera
corregirlo, un mensajero vino para decirle que el emperador
había muerto y que Vespasiano era el nuevo emperador (69
dC). Yojanan ganó el favor de Vespasiano y le fue
permitido mudarse a Yabnee, en la costa, y allí empezar
una escuela para estudiar la Toráh.

Con sus seguidores radicalmente reducidos y el Templo
destruido, Yojanan sintió que para que el judaísmo
sobreviviera tenían que unirse. Ellos sintieron la
necesidad de empezar a codificar las tradiciones orales y a
buscar un acuerdo en teología y doctrina. Esto tomó
muchos años y existieron muchas luchas porque había
diferentes creencias entre los fariseos. El pleito más
grande quizás fue entre Gamaliel ll y el rabí Akiva
a principios del siglo segundo. Gamaliel ll sintió que el
fariseísmo necesitaba unas reformas menores mientras que
Akiva sentía que era necesario construir un nuevo sistema
que diera todo el

poder y autoridad a los rabinos. Akiva decía que
la tradición oral fue entregada al mismo tiempo que la
Toráh y que Moisés, David, etc., eran rabinos.
Ganó el pleito Akiva y con él al mando,
eventualmente declararon que los rabinos podían cambiar la
Toráh si era necesario y que una mayoría de los
rabinos (todos conocidos de Akiva) incluso podían
imponerse a la Bat Kol (la voz de Dios). Compusieron una nueva
traducción de la TaNaK al griego para reemplazar a la
Septuaginta y un Tárgum nuevo en arameo (escrita antes por
el romano Onkelos, autor del Tárgum), de forma que
beneficiaran la teología de Akiva. No podían
cambiar la versión en hebreo, pero sus comentarios a la
tradición oral sobre la TaNaK llegaron a ser la autoridad
final. Descartaron cualquier valor a los razonamientos de otros
rabinos que no les beneficiaran. De todo esto salió el
judaísmo ortodoxo que existe hoy y lo ideal sería
regresar a la TaNaK mesiánica.

Para recalcar lo expuesto aquí, los fariseos se
encontraban en Yabnee y los nazoreos en Pela. Antes el cisma
sólo era una disputa entre ellos, pero ahora se estaba
haciendo considerablemente más grande y una
división total sería inevitable. Los rabinos bajo
Akiva empezaron a traer muchos elementos nuevos y nueva
teología. En parte esto era necesario para que pudiera
haber un judaísmo sin Templo y sacrificios de sangre.
Antes de que el Templo fuera destruido, la escuela farisaica de
Shammai (con quienes Yeshúa tuvo grandes desacuerdos)
predominaba. En Yabnee los fariseos decidieron que de ahí
en adelante la escuela de Hilel predominaría. La
oración y los actos piadosos reemplazaron a los
sacrificios. Sus decisiones no fueron totalmente equivocadas,
sólo que fueron difíciles y existieron luchas por
el poder y muchas decisiones fueron
problemáticas.

Los nazoreos, a quienes soportaban aunque por supuesto
de una forma bastante conflictiva, ahora pensaban que ellos eran
una amenaza considerable para la unidad y la sobrevivencia del
judaísmo porque no aceptaban a la autoridad suprema de los
rabinos fariseos. También el número creciente de
gentiles que estaban uniéndose a los nazoreos empezaba a
ser otro problema adicional porque pronto serían
mayoría.

Existían muchas reglas a ser consideradas.
¿Sin Templo, llamas con shofar (trompeta hecho de cuerno)
en Yom Kipur (día de expiación) y en Rosh Jashana
(año nuevo bíblico)? Anteriormente sólo se
hacía en el Templo. ¿Cargas una lulav (rama de
palmera de dátiles) fuera de Jerusalén en el Sukkot
(fiesta de tabernáculos)? Existieron cientos de decisiones
que debían ser tomadas y los fariseos querían
hacerlo.

La Separación Creciente

Volviendo al 80-90 dC, en muchos lugares los nazoreos
todavía seguían alabando en las sinagogas junto a
los fariseos y de nuevo fueron percibidos como una amenaza. Para
remediar esta situación los fariseos agregaron una
decimonovena bendición a la Amidá
(Bendiciones). Fue agregada como número doce y se
llamó el Birkot Ja-Miním. No se practicó
universalmente en todas las sinagogas pero era una
"bendición" contra los miním
(judeocristianos) y decía algo cercano a "Que los de
sectas y los nazoreos mueran en un

instante si es que no vuelven a tí y a tu
Toráh. Que sean borrados del libro de la vida y no sean
inscritos con los justos."
Los nazoreos sí
obedecían la Toráh, sólo que no de la forma
farisea. Esta "bendición" se incluyó para
separar a los nazoreos del judaísmo dominante. Al
contrario del rezo de la Amidá (que se hacía en
silencio o quedamente) esta nueva bendición tenía
que ser recitada en voz alta y con claridad. Si eras nazoreo
tenías la opción de salir de la sinagoga o de
maldecirte a tí mismo. Esto por supuesto separó
más a nazoreos y fariseos, pero hasta cierto punto
todavía dialogaron hasta mediados del segundo siglo, como
consta en el Talmud.

Entre la destrucción del Templo el 70 dC y la
sublevación de Bar Kokba alrededor del 135 dC, el cisma
entre fariseos y nazoreos continuó creciendo (no hay que
olvidar que eran los únicos dos grupos sobrevivientes del
judaísmo). El Birkot Ja-Miním también
había causado otros problemas a los creyentes en
Yeshúa. El Judaísmo era una religión
permitida por Roma y los romanos los excusaban de trabajar en
Shabbát (sábado) aunque sí debían
ofrecer sacrificios a favor del César. Los nazoreos
estaban considerados como judíos, por supuesto, pero los
gentiles que se unían a los nazoreos eran considerados por
Roma como gentiles. Sin embargo Roma veía con sospecha a
los nazoreos, quienes eran echados de la sinagoga. Con frecuencia
se les suprimían las excepciones otorgadas a los
judíos por los romanos y por ello algunas personas
tuvieron que esconderse o aceptar el castigo, ofrecer sacrificios
a César o negar ser judíos (aunque esta
última posibilidad era algo que sólo podían
hacer los gentiles). Roma no aceptaría una nueva
religión.

También a causa del número creciente de
gentiles creyentes en Yeshúa, algunas de sus costumbres
paganas empezaron a introducirse sigilosamente (esto se puede
notar desde el principio en las cartas de Pablo y en las obras
tempraneras, como la Didakhé). Algunos de esos
creyentes gentiles trataron de convencer a Roma de que ellos se
habían separado del judaísmo y se decían ser
los herederos verdaderos del judaísmo. Eso fue el origen
del anti- semitismo entre los creyentes de
Yeshúa.

En el 135 dC ocurrió la sublevación de Bar
Kokba contra Roma. Rabí Akiva declaró a Bar Kokba
que era el mesías (algunos dicen que esto fue la
separación definitiva con los nazoreos, porque ellos no
pelearían bajo la bandera de otro mesías). Muchos
fariseos tampoco aceptaron a Bar Kokba como mesías, pero
sí pelearon contra Roma, quizás más por
motivos patrióticos que religiosos. En ese período
los rabinos declararon que al leer cualquiera de los libros de
los miním, incluyendo lo que ahora es el Nuevo Testamento,
te volvías impuro y los libros tenían que ser
quemados. Akiva dijo que aquellos quienes leían los libros
de los miním no tendrían parte en el mundo venidero
(en contradicción directa a la Mishna (estudio de la
tradición oral judía) que declara que todo
judío tiene lugar en el mundo venidero). Hasta los rollos
de la Toráh escritos por los miním se consideraba
que merecían ser quemados. La separación fue
completa.

Después de Bar Kokba, Akiva prohibió la
entrada de los judíos a Jerusalén, con
excepción del 9 de Av, cuando podían regresar
durante un día para conmemorar la destrucción del
Templo. Pero Roma todavía consideraba a los nazoreos como
judíos y los dejaba entrar.

¿Qué pensaba la gente de los nazoreos? Los
nazoreos aceptaban la divinidad, el nacimiento de una virgen, y
la pre-existencia de Yeshúa. Pero la iglesia cristiana
declaró que ellos no eran "creyentes verdaderos"
porque, aunque creían en Yeshúa, el hecho de que
obedecían a la Toráh los invalidaba. Del otro lado
de la moneda, los rabinos declararon que los nazoreos no eran
"creyentes verdaderos" porque no observan la
Toráh del modo como se debía hacer. Ninguno de los
dos lados los aceptaba. Pero no existe nada en el Nuevo
Testamento que prohíba a los judíos observar la
Toráh. De hecho, dice lo opuesto. Pablo, al ser estudiado
en el libro de Hechos, es obediente a la Toráh (Hechos
28:17) al decir que él nunca había hecho nada en
contra del pueblo judío ni contra las costumbres de los
padres. Además asistía a la sinagoga (Hechos 14:1),
tomó juramentos (Hechos 18:18 y 21:24), era observante de
los festivales levíticos (Hechos 20:6 y 16),
ofrecía ofrendas (Hechos 21:26), y así se mantuvo
toda su vida entera. Incluso las cartas de Pablo fueron escritas
a personas no judías. Pero los rabinos prosiguieron
diciendo que Pedro, Santiago, Juan, etc. no observaban la
Toráh, pero estaban fingiendo hacerlo para ganar
conversos.

Desaparición de los nazoreos

La mayoría de expertos están en desacuerdo
en lo que respecta a la fecha concreta de la desaparición
de la secta de los nazoreos (posiblemente entre el siglo cuatro y
el siglo diez), y otros dicen que un remanente siempre
vivió, aquellos que "guardaron los mandamientos de
Dios y ejercitaron la fidelidad a Yeshúa"

(Apocalipsis 14:12).

 

 

Autor:

Agustin Fabra

Partes: 1, 2
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